You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Y sí, enseñar es compartir. Recuerdo
que mi primera colaboración con algo
relacionado con la música fue en
segundo de BUP haciendo un comic
contando la historia de Iron Maiden y
AC/DC, que no llegó a publicarse. En
el colegio mayor hicimos una especie
de revista e hice un artículo sobre
Queen, que quién sabe las gilipolleces
que contaría yo ahí, menudas fuentes
tendría. Desde el principio ya tenía
necesidad de contar cosas.
Jesse: JF, tú que has trabajado en
medios como El País, ¿has sentido
algún tipo de animadversión por los
periodistas de carrera? ¿Cómo has
visto eso de llegar al periodismo un
poco por la puerta de atrás?
JF: De entrada esto ha sido una guerra
de guerrillas particular, de insistencia,
hacerme fuerte, dar el coñazo y acabar
entrando en sitios. Y suerte también.
Yo en esto del periodismo musical no
tengo ego, no creo que sea bueno, ni
en el periodismo musical ni en la radio,
soy del montón. Pero a mí siempre me
ha motivado ver que había gente muy
mala ahí fuera. Hay gente increíble,
pero también te encuentras con mala.
Entonces que no se interprete que
yo creo que soy la hostia, para nada.
Hay gente con un talento descomunal
a quien lo que escribe le sale solo y
lo mío es más a base de trabajo que
de talento. Lo único en lo que creo
que he sido bueno es de profesor de
matemáticas y física.
Pero ¿qué es la suerte?
JF: Diría que preparación y
oportunidad. Yo no sé si he estado del
todo preparado, pero las oportunidades
me han llegado. En el Ruta. O en
Subterfuge de repente me pedían
cosas, sobre los Orgasmic Toothpicks,
por ejemplo. Luego me pidieron que
los acompañase a Estados Unidos
con The Killer Barbies y Sexy Sadie.
Entonces a Carlos Subterfuge le
piden algo del Ruta y no tiene tiempo
y me pregunta a mí y coño, claro, digo
que sí. Así me han salido en general
las cosas, un poco por relaciones y
recomendaciones. También te digo que
después si te has mantenido es que no
debes haberlo hecho demasiado mal.
En todo caso siempre he pensado
que para triunfar en este mundo es
más determinante tomarte copas o
lo que sea con la gente adecuada o
en la barra de las salas, que ver los
conciertos desde primera fila.
¿Cómo acabaste dirigiendo la
revista Subterfuge?
JF: Yo creo que entré en la revista
para conocer a Sex Museum…
(Risas). Cuando les hice la entrevista
a los Orgasmic Toothpics les gustó lo
que hice y me preguntaron si quería
colaborar con algo más, allá por el 94
o el 95. Luego me mudé a Malasaña
y comenzaron a proponerme más
colaboraciones, más entrevistas.
Sucede que lo que comenzó siendo
un fanzine acabó convirtiéndose en
una discográfica. Bueno, ya lo eran de
antes, pero acababan de conseguir el
éxito de los Australian Blonde con
el “Chup chup”, ya habían sacado a
los Psilicon Flesh… y creo que no
tenían ni tiempo ni ganas de seguir
haciendo un fanzine. De forma que
me pidieron que lo coordinara. Nunca
me dieron el puesto de director, en
los créditos siempre aparecía, como
tal, Carlos, aunque no hacía nada
más allá de ponerme en contacto con
algún colaborador o indicarme algún
texto que había que meter. Al final
yo entrevistaba, hacía un montón de
reseñas… Escribía tantas cosas con
mi nombre que firmaba con seis o
siete pseudónimos (Risas). También
lo maquetaba y buscaba la publicidad
para poder cobrar algo, porque él
no me daba dinero. Una vez me
dieron un artículo de un colaborador
nuevo, lo pasé, lo maqueté, lo paso
a imprenta pero cuando vuelvo y
han llegado ya los fanzines me veo
a Carlos súper cabreado y se pone
a gritarme “tío, ¡Has puesto María
Vaquerizo, y es Mario Vaquerizo!”. Yo
le pregunté que qué pasaba, si era
tan grave. “Es que no sabemos si es
gay. ¡Se va a creer que le estamos
tocando los huevos!” (Carcajadas).
Otra cosa que recuerdo fue que como
yo ponía muchas gilipolleces en
los créditos de cada número, cosas
como Superintendente general…
Carlos Galán; Botones Sacarino… JF
León; Ofelia… Gemma Subterfuge…
Y en otro, no sé por qué, me puse
a mí mismo como maquetador, “el
muñones”. Pues de repente me voy a
la imprenta y veo que el que me va a
ayudar a imprimir todo aquello era un
tío sin una mano.
Hostias.
20