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Actualidad
Vidas restringidas
Siempre recuerdo una experiencia
que tuve cuando fui becada por
tres meses a Estados Unidos. Un
día, ya casi al final de la experiencia, le
comenté a mi coordinador que me sentía
tan limitada con el idioma porque no
podía tener la fluidez que tenía en mi lengua
materna y le dije: “Me siento como
si usara una remera dos talles más chica
que la que necesito”.
Esta sensación no solo la tenemos
cuando hablamos otro idioma, sino también
cuando vivimos debajo de nuestras
posibilidades y no podemos saber por
qué. Una de las raíces que nos restringen
son las palabras escuchadas de personas
a las que les dimos autoridad y nos han
hablado limitando nuestras capacidades,
habilidades, vínculos, etc.
Muchas hemos escuchado sobre nosotras:
“A ella todo le cuesta, a la hermana
le sale todo más fácil”; “No vas a poder”;
“Si te sigues portando así nadie te va a
querer”; “Eres torpe”; “Eres inútil”; “No te
da la cabeza para estudiar”, etc.
Esas palabras quedan grabadas en
nuestra mente y crean realidades falsas a
las que damos categoría de verdad, definen
parte de nuestra identidad, distorsionan
el diseño de Dios para nuestra vida.
Cada una de estas sentencias son juicios,
ahora veamos lo que se nos dice en
Lucas 6:36-38 (NTV):
Deben ser compasivos, así como su
Padre es compasivo.
No juzguen a los demás, y no serán
juzgados. No condenen a otros, para
que no se vuelva en su contra. Perdonen
a otros, y ustedes serán perdonados.
Den, y recibirán. Lo que den a otros les
será devuelto por completo: apretado,
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