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2021-09-10 | El Imparcial News | Septiembre/September 10

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El Imparcial • 10 de septiembre 2021 17

Juicio con propósito

Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca. Pues cuando tus juicios

llegan a la tierra, los habitantes del mundo aprenden lo que es justicia. Isaías 26:9 (NVI)

En un accidente de tránsito

murieron varios miembros

de una sola familia, entre

ellos, los padres y el hijo menor

del grupo familiar de seis. Llegué

a la funeraria y allí estaban

los tres hijos sobrevivientes: un

hombre y dos mujeres. Ellos

eran bastante jóvenes. Uno nunca

está bien preparado para una

ocasión así.

Pero yo era uno de los pastores

de la ciudad y amigos de

aquella familia y fui. Hice la larga

fila para acercarme a aquellos

jóvenes y darles palabras de

aliento. La hermana mayor, era

miembro fiel de una de nuestras

iglesias.

Me acerqué y le expresé mis

condolencias, nunca he olvidado

lo que me dijo: “Pastor, les he dicho

a mis hermanos que no preguntemos

¿por qué? Si no ¿para

qué?” ... ¡Era la primera vez que

oía esa manera de enfrentarse a

una tragedia tan grande!

Obviamente, la primera pregunta

demanda una razón, la

segunda un propósito. La razón

solo Dios la sabe, pero el propósito

queda abierto a nuestra

madurez cristiana. Aquella

ocasión en vez de ministrar fui

ministrado, fui a consolar y salí

consolado.

Dios no hace ni permite lo que

acontece por capricho. Todo corresponde

a Su propósito eterno

que tiene tanto para Su creación

en general como para nosotros

sus hijos adoptados por fe. Saber

que Dios tiene un propósito

en todo lo que nos acontece nos

llena de un optimismo contagioso

como el que poseía Pablo,

cuando exclamo: “¿Quién nos

separara del amor de Cristo?”

No existe un lugar más seguro

que estar en las manos del Padre,

del Hijo y del Espíritu Santo.

Ciertamente la vida de un verdadero

discípulo del Señor, no

es fácil. Como seres humanos,

seamos cristianos o no de todas

maneras vamos a encontrar dificultades

en la vida. Cristianos

o no de todos modos moriremos

algún día. Por lo tanto, tomemos

la resolución de vivir para la gloria

de Dios y con un propósito:

¡servirle!

ORACIÓN: Amantísimo Padre-Dueño,

gracias SEÑOR por

ser parte de tu propósito eterno

en esta tierra! Sé que no habrá

nada que pueda ocurrirme como

ser humano que tú no lo sepas.

Todo lo que existe debajo del sol

tiene un propósito y nada escapa

a tu control. Ayúdame SEÑOR a

recibir todo lo que venga de tus

manos con obediencia y sumisión

eternos como tú. Por los

acontecimientos que están ocurriendo

en el mundo, sé que muy

pronto veremos tu manifestación

final y todos los reinos del mundo

vendrán delante de ti. ¡Dame

fuerzas para proclamar que se

aproxima un fabuloso mañana

para todos quienes hayan depositado

en ti, su confianza para

vivir con tu propósito eterno! En

el nombre de JESÚS. Amén.

PERLA DE HOY: Dele gracias

al Señor y pídale fuerzas para

ver un propósito divino en cualquier

prueba que le sobrevenga.

Por qué orar a nuestro Dios soberano

JUAN 15.7-16

Por: Dr. Charles F. Stanley

¿Alguna vez se ha preguntado

por qué el Señor quiere

que oremos? Después de

todo, Él lo controla todo y sus planes

no se frustrarán por nuestra

falta de intercesión. Sin embargo,

aunque parezca extraño, a través

de la oración, el Señor nos concede

el privilegio de participar

en su obra. La oración conecta a

personas incapaces con un Dios

que todo lo puede.

Orar nos enseña a depender de

Dios, por eso Filipenses 4.6 nos

dice que hablemos de todo con

nuestro Padre celestial. Santiago

4.2 agrega que, a veces, la razón

por la que no recibimos es porque

no hemos pedido lo correcto. No

obstante, esto no significa que

recibiremos de manera automática

todo lo que pidamos. Dios no

está subordinado a nosotros; Él

hace todo según su voluntad, no

la nuestra.

Debemos orar porque Dios

quiere que demos mucho fruto.

Si permanecemos en Cristo

y sus palabras permanecen en

nosotros, nuestras peticiones

se alinearán con su voluntad, y

recibiremos lo que pidamos (Jn

15.7). Entonces, nuestra fe se

fortalecerá para confiar en Él de

maneras aún mayores. Y cuanto

más confiemos en Él en cuanto

a su provisión, protección y guía,

más profunda será nuestra relación

con Él.

EL IMPACTO DE LA

ORACIÓN: SALMO 139.23, 24

Cuando pensamos en la oración,

a menudo nos enfocamos

en lo que queremos que el Señor

haga por nosotros o por los

demás, pero la comunión con Él

también nos impacta de maneras

espirituales de las que quizás no

nos damos cuenta. La Biblia nos

dice que debemos dedicarnos a

la oración, y a orar sin cesar (Col

4.2; 1 Ts 5.17). Las conversaciones

continuas con nuestro Padre

celestial son uno de los medios

que Él utiliza para hablarnos de

manera personal.

LA ORACIÓN NOS CAM-

BIA. Si buscamos al Señor y dedicamos

tiempo con regularidad

a su Palabra, seremos transformados.

Nuestros deseos serán

reemplazados por los suyos, y

nuestra manera de pensar se

alineará más estrechamente con

sus pensamientos. A medida que

crezca nuestra comprensión de

su carácter, tendremos una mejor

idea de cómo orar de acuerdo

con su voluntad.

AL ORAR, INVITAMOS A

DIOS A REALIZAR SU OBRA

EN NOSOTROS. Aunque no podemos

alterar ningún plan divino

o hacer que el Señor cambie

de opinión, podemos invitarlo a

que nos cambie. En la oración,

nos sometemos a la voluntad de

Dios, nos arrepentimos del pecado

y le pedimos que nos moldee

a la imagen de su Hijo. Y Él escuchará

y contestará esta clase

de oración, porque es justo lo

que desea hacer en cada uno de

nosotros.

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