2021-09-10 | El Imparcial News | Septiembre/September 10
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El Imparcial • 10 de septiembre 2021
elimparcialnews.com
ELEVANGELIOENMARCHA
Los santos que sufren
(APOCALIPSIS 2:8-11)
INTRODUCCIÓN: La evangelización IN-
TRODUCCIÓN: ¿Ha sido alguna vez perseguido
por su fe? ¿Ha sufrido por Jesucristo?
¿Sabía usted que hay creyentes a quien el
Señor les dice que se preparen para un sufrimiento
mayor? La carta dirigida a la iglesia
de Esmirna, la segunda de las siete iglesias
del Apocalipsis tiene que ver con esto. Por un
buen tiempo Esmirna fue una ciudad muy próspera.
De todas las ciudades de Asia, Esmirna
fue la más adorable decían sus poetas.
Arístides, uno de ellos le compuso una canción
en honor a su belleza, y en uno de sus
versos dijo: “la gracia se extiende sobre cada
parte de la ciudad como si fuera un arco iris”.
Era una ciudad donde el viento, de acuerdo
con la descripción del mismo Arístides, la hacía
tan fresca como si estuviera siempre debajo
de una arboleda.
Algo así como una ciudad con una “eterna
primavera”. Y en ese lugar tan hermoso comenzó
una iglesia. No se sabe mucho de su
origen, pero lo que sí afirma su historia es de
la enorme persecución que se desató en ella,
la que se describe en términos muy gráficos,
tales como: tribulación y pobreza. Esto parecía
un contraste con la belleza de la ciudad misma.
Y la persecución desatada era tan grande
que el Señor la ve como algo más grande,
cuando les dice: “No temas en nada lo que vas
a padecer...”. Es como si le dijera, “prepárate
porque se avecinan pruebas mayores y quien
la conduce es el mismo Satanás”. La persecución
fue tan grande que allí se dio el martirio de
Policarpo, uno de los hombres más piadosos
después de la era apostólica.
La historia registra las palabras de este
mártir, quien, al rechazar la propuesta del procónsul
de dejarlo libre a cambio de maldecir a
Cristo, y adoraba al César, dijo: “Por 86 años
he servido a él y no me ha hecho mal. ¿Cómo
podía blasfemar de mi rey quien me salvó?”.
Así que en la ciudad de Esmirna vivían los
“santos que sufren”, el tema para la ocasión.
Veamos el mensaje de esta carta para nosotros
hoy.
I. CADA SUFRIMIENTO NUESTRO
YA EL SEÑOR LO HA PASADO
1. El primero y el postrero v. 8. No es casualidad
que, frente al muy notorio sufrimiento de
los hermanos de Esmirna, Cristo se presente
como el “Primero y postrero”, y como “el que
estuvo muerto y vivió”. ¿Qué significa todo
esto? En la primera oración descubrimos la divinidad
del Señor. El “yo soy el primero” es un
término aplicado a Dios desde el Antiguo Testamento
(Isaías 44: 6; 48:12). Y que él sea el
“primero y postrero” significa que tiene control
de la historia; que conoce todo lo que ocurre
“debajo del sol”, y por lo tanto nada escapa a
su presencia, incluyendo nuestras penas y sufrimientos.
Esta declaración vino para dar confianza
a los hermanos atribulados. Él es el Alfa
y el Omega, como define este libro su persona.
2. Estuve muerto y ahora vivo v. 8b. El hecho
de que él estuvo muerto y ahora vive le
garantiza a cada uno de sus seguidores el
triunfo sobre los sufrimientos humanos. Nuestro
Dios se ha identificado con nuestras miserias.
Él se hizo como uno de nosotros. Asumió
nuestra propia naturaleza, lo cual le hizo sentir
todo el dolor humano. Y más aún, la decisión
de morir en una vulgar cruz, donde sólo morían
los más indignos pecadores, nos hace ver la
manera más baja a la que descendió el Hijo de
Dios. De modo que su muerte fue real, pero lo
más importante ahora es que vive. Esta es la
gran noticia para todos los que pasan el “valle
de sombra y de muerte”.
II. HAY SUFRIMIENTOS QUE SE TORNAN
MÁS INTENSOS
1. “No temas en nada lo que vas a padecer…”
v. 10. El sufrimiento ha sido real para
el pueblo de Dios. Jesús advirtió a sus seguidores
sobre el particular. Él no negó esto,
sino que lo afirmó: “En el mundo tendréis aflicción...”.
Alertó a sus discípulos sobre la gran
tribulación que vendría después de su muerte.
La iglesia de Esmirna fue un ejemplo de lo que
se había profetizado en Mateo 24:9. Cuando
Jesús miró a la iglesia notó cuán grande era su
sufrimiento. Él se acercó a ella porque conocía
sus obras, pero sobre todo su “tribulación y tu
pobreza”.
Fue un gran consuelo que Jesús conociera
su tribulación. Los hombres jamás verán el
sufrimiento como lo puede ver Jesús. Muchos,
frente a la tragedia humana son indiferentes
como el levita y el sacerdote en la parábola del
Buen Samaritano. Jesús notó que los hermanos
de Esmirna también eran pobres, aunque
de inmediato les asegura que eran ricos. Sí,
ellos eran ricos porque la auténtica riqueza no
es material, sino la espiritual. Su sufrimiento,
paradójicamente, los estaba siendo ricos.
2. El diablo produce el peor sufrimiento v. 10
b. Nadie estuvo más consciente del sufrimiento
de aquella iglesia como lo percibió Jesús, porque
su peor causante era el propio Satanás.
3. “Para que seáis probados, y tendréis tribulación
por diez días”. Otra vez Cristo reconocía
la aflicción y pobreza de esta iglesia. Los
creyentes eran perseguidos porque no negaban
su fe ante las exigencias del emperador. Si
bien eran ricos espiritualmente, la persecución
y la opresión a los que estaban siendo sometidos
les estaban causando pobreza material.
¿Cómo se veía la prueba entre ellos? Satanás
estaba usando a los llamados judíos para
ahondar más el dolor y el sufrimiento.
Como ellos no creían en el Mesías, llegaron
a ser cómplices de los romanos para que estos,
como policía del estado, los persiguieran y
los maltrataran. Sin embargo, la “tribulación de
diez días” sugiere que Dios interviene siempre
en nuestro dolor para que no se prolongue en
el tiempo. Así, pues, no estamos solos mientras
sufrimos. Porque como hemos dicho no
hay prueba tan grande que Jesús no la haya
llevado. La promesa es que, aunque “ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno…”.
Porque frente a ese oscuro valle de
sufrimiento sé que Jehová es mi pastor, y que
nada me faltará. No estoy solo mientras pasa
el “huracán” de las pruebas.
III. HAY UN GALARDÓN DETRÁS
DEL SUFRIMIENTO
1. “Se fiel hasta la muerte…” v. 10 c. Una
cosa es ser fiel mientras todo anda bien y otra
muy distinta es permanecer fiel en medio de
las pruebas. ¿Seremos fiel hasta la muerte?
¿Qué tal si viviéramos en Afganistán y llegaran
los talibanes y nos dijeran que neguemos
nuestra fe o seremos llevados a las plazas
para ser ejecutados públicamente? Solemos
hacer promesas de ser fieles en todo, y aun
“hasta que la muerte nos separe”, pero venida
alguna adversidad se rompen los votos del
compromiso. A los hermanos de Esmirna el
Señor los anima con estas palabras: “se fiel
hasta la muerte”. Las palabras del Señor no
son las mismas que pronuncia el ministro al
momento de exigirles fidelidad a los cónyuges.
Cuando Jesús alienta a sus hermanos a
mantener su fe incólume hasta la muerte es
porque él sabía de la tormenta que se avecinaba.
Les había dicho: “No temas en nada lo que
vas a padecer...”. Es un hecho indiscutible que
frente a la presencia de la muerte es cuando
se comprueba nuestro grado de fidelidad. Para
los tiempos de Jesús, aquellos sufrimientos tenían
que ver con la decisión de ser fiel a Cristo
o al César. De eso dependía su vida.
2. La corona de la vida v. 10d. Jesús nos
dice que, si nuestro sufrimiento llegara hasta
la muerte por causa de su nombre, no temeremos
porque al final él nos daría la “corona
de la vida”. Esa es la premiación para los que
se mantengan fieles. Una corona se les da a
los ganadores. Ella es símbolo de victoria. A
los triunfadores cristianos se les promete una
corona de justicia (2 Timoteo 4:8) y una corona
de gloria (1 Pedro 5:4). No es una corona de
laurel como se les dio a los triunfadores de las
olimpiadas griegas. La “corona de vida” representa
lo imperecedero. Es la vida eterna que le
aguarda a los seguidores del que dijo que era
el “Primero y el postrero”.
La “corona de la vida” es lo que les espera
a los que permanezcan fieles a pesar de las
persecuciones. En este sentido Pablo nos
recuerda que para alcanzar ese premio debemos
luchar legítimamente (2 Timoteo 2:5). Y
de igual manera nos recuerda que “todo aquel
que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad,
para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:25).
3. No sufrirá daño de la segunda muerte v.
11. Pero la otra promesa conferida a los que
pasan por el sufrimiento es que no pasaran la
terrible experiencia de “la muerte segunda”. Alguien
dijo que el que “nace dos veces muere
una vez, pero el que nace una vez morirá dos
veces”. Esta declaración corresponde al hecho
del nacimiento espiritual, el que nos libra de
pasar por la muerte espiritual, la segunda. Jesús
les promete a todos los vencedores que
ellos pasarán de muerte a vida (Juan 5:24).
La “muerte segunda” es la muerte eterna. Sin
duda que este será el sufrimiento mayor. Nadie
que acepte a Cristo como su salvador sufrirá
daño de esa segunda muerte. El infierno
es el lugar de la “muerte segunda”. Allí estará
el diablo y sus ángeles y todos los que rechazan
la gracia manifestada a través de nuestro
Señor Jesucristo. Escapar de esa muerte será
la victoria mayor.
CONCLUSIÓN: “El que tiene oídos para
oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
¿Qué le estaba diciendo el Espíritu a la iglesia?
Que esté consciente del sufrimiento que
vendrá y que su ánimo no decaiga. Que cuente
con la promesa del que ya sufrió y murió, pero
que ahora vive. ¿Qué le dice el Espíritu a la
iglesia hoy? Que, si bien es cierto que nuestros
sufrimientos no son comparables a los Esmirna,
que sepamos que hay otros sufrimientos
de los que no escapamos, tales como: Insultos,
maltratos, abandono, encarcelamientos,
discriminación y burlas por ser cristianos.
Frente a todo debemos ser fieles hasta la
muerte, porque el Señor nos dará la corona
de la vida. La fidelidad es lo que más busca
el Señor y es el secreto para ser “más que
vencedores” en medio de nuestros mayores
sufrimientos. Pero que también recordemos
que nuestras tribulaciones son breves porque
no son comparables con la gloria que ha de
manifestarse (2 Corintios 4:17). Mi amigo si estás
pasando por algún sufrimiento ven a Cristo,
él le dará reposo a tu alma.
Julio Ruiz es pastor de la Iglesia
Bautista, Ambiente de Gracia,
ubicada en la 5424 Ox Rd. Fairfax
Station, VA 22039 Tel. 571-251-6590
(pastorjulioruiz55@gmail.com)