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NOVIEMBRE 3. ultima actualizacion.

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El Fin de la<br />

Romantización de<br />

la Maternidad<br />

Hoy hace cuatro años y casi diez meses me convertí en madre por primera<br />

vez. Fue un embarazo esperado co mucha ilusión y no cabía<br />

tanta felicidad en mí, ya que todos los días soñaba con ese momento<br />

perfecto casi de película en donde mágicamente tendría a mi bebe<br />

en brazos. Ese momento de foto de perfil de Facebook en donde<br />

una aparece mágicamente maquillada, sin barriga, sin ojeras y con un bebe en<br />

brazos que sonríe y duerme plácidamente. Los días, semanas y meses pasaron<br />

hasta que llego mi hora cero, sí esa hora cero en donde vuelves a nacer por segunda<br />

vez, el momento mágico del parto, el momento donde por fin tendría<br />

en brazos a lo más importante de mi vida después de nueve meses, mi primogénita<br />

Ivana. Fue un momento cumbre donde mis niveles de oxitocina<br />

esa hormona conocida como la hormona del amor, estaban a flor de piel<br />

tanto que habían logrado hacer que me enamore a primera vista de esa<br />

mirada única que tenía y tiene mi Ivana. Nada importaba, ni el cansancio,<br />

ni las ojeras, ni los malestares del postparto ya que era más de lo<br />

que imaginé en todo el sentido de la palabra. En ese momento estaba convencida<br />

que la luz de la maternidad comenzaría hacer su trabajo y<br />

viviría esos momentos de revista que tanto tiempo nos lo han hecho<br />

creer. Sí, esos momentos en donde los bebés están impecables, bien<br />

peinados, la casa limpia y organizada y la sonrisa permanente de la<br />

madre mientras el bebé mira tranquilo y toma su leche para después<br />

dormir toda la noche. El fin de la maternidad color de rosa<br />

empezó pocas horas después en donde ya sentía los estragos de un<br />

trabajo de parto de más de 24 horas, donde me sentía agotada y<br />

lejos de querer comerme una ensalada quería comerme un dinosaurio<br />

para recuperar mi energía. Ivana no paraba de llorar y en ese<br />

momento nació el primer sentimiento de culpa. Pensaba ¿Qué estoy<br />

haciendo mal?, ¿Tendré leche?, ¿Estará enferma? En esos momentos<br />

de llanto solo se me ocurrió colocarla en mi pecho y hacer contacto<br />

piel con piel. Dentro de todo siempre hay momentos en donde tu instinto<br />

hace su trabajo y eso fue un sedante para las dos. Fue así que al<br />

cabo de dos días al salir del Hospital sin mayor complicación alguna,<br />

camino a la casa, me sentía feliz con mi bebé, me sentía súper empoderada<br />

pensando que de alguna manera divina ya habría aprendido<br />

todas esas cosas que saben hacer las madres; tú sabes: organizar,<br />

sonreír, carisma, limpiar, ser psicóloga, estar fabulosa, el preocu-<br />

Gusto Latino Magazine<br />

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