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Emma y las otras señoras del narco - Hernandez, Anabel

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La primera vez que escuché hablar de Emma Coronel Aispuro fue

en 2007, durante mi investigación para Los señores del narco

(2010). Supe de su matrimonio con el Chapo semanas después de

que ocurrió gracias a un informante cuyo amigo había sido uno de

los invitados. Comencé a recolectar toda la información disponible

sobre ella. Era poca.

Durante mucho tiempo a través de diversos canales intenté

contactarme con ella para hacerle una entrevista, pero no tuve éxito.

Ninguna esposa de un jefe del narcotráfico del nivel de Guzmán

Loera había dado una; su rol habitual era vivir en el silencio, con

discreción, gastando la fortuna de sus esposos y cuidando de los

hijos. Nada de redes sociales.

Con el paso del tiempo, al investigar al Cártel de Sinaloa y la

manera en que funciona, comprendí que Emma solo hablaría

cuando le fuera indispensable o cuando su esposo se lo ordenara.

Ese día llegó, fue el 12 de febrero de 2016, poco después de que el

Chapo fuera arrestado por tercera y última ocasión en Los Mochis,

Sinaloa en la antesala de una extradición inminente a Estados

Unidos.

Emma nunca había dado una entrevista, ni siquiera había fotos

recientes de ella. El encuentro fue organizado por uno de los

abogados de la defensa de Guzmán Loera. No hubo ninguna

condición de por medio, ni temas vetados —yo no lo hubiera

aceptado—; lo único que solicitó fue que fuera ella quien fijara el

lugar de reunión: un salón privado en el Mar & Sea, en la capital del

Cártel de Sinaloa. 1

Puntual y sin escoltas entró al lugar. Era una mujer alta, de

cabello largo e impecablemente teñido, peinado y enrizado; con un

espeso maquillaje profesional que hacía resaltar sus ojos redondos,

marrones y brillantes, enmarcados con pestañas postizas tan largas

que los hacían parecer como los de una muñeca. Sus labios

estaban cuidadosamente pintados de un color nude sobrio, aun así

no podía disimular que eran voluminosos gracias al silicón. Su nariz

era recta, fina y ligeramente respingada. Su figura curvilínea había

sido esculpida varias veces por la liposucción, siguiendo el modelo

de narcobelleza impuesto en el mundo que la rodeaba, aunque sin

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