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Olviden el arte prueba

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Sin título

Todavía recuerdo su vestido zompopo,

tenía una textura bricolágica que recuerdo

con melancolía. Como una ilusión,

recuerdo su silueta tan hegemónica.

Y cuando en el ocaso, veíamos en el

espejo del río, rodeado por cempasúchil

que le daba un color destacado y donde

siempre nos salía a saludar un coyote, y

aunque era un poco saltimbanqui de

nuestra parte, no nos importaba.

Jugábamos zipizape, a veces comíamos

hocino, a veces tomábamos té que nos

dejaba la boca con una sensación

febrífuga.

Ella a veces traía un bivalvo que

tocábamos con mucha emoción, este

tenía una forma paralelepípeda que tenía

tallado un ratón. Tenía una personalidad

muy zafarachera, pero esto terminó por

un maldito troglodita que la mató, y al

hallarla el forense estaba llena de

hematomas. El Juez dictaminó que ella

había empezado la pulla y el maldito

estuvo totalmente impertérrito durante

todo el juicio que quedó irresoluto.

Me quitaron a mi belleza, la que parecía

creada por un equinoccio, que tenía una

resiliencia de admirar. De verdad la

extraño.

Espejeo

El hombre forense impertérrito luego de

que un paralelepipedo resiliente le haya

gritado flux desde el ocaso.

Se aprecian unas siluetas zipizapeando,

viendo cómo se convierte en una pulla y

una de ellas queda con una hematoma,

una pulla irresoluta, el hombre troglodita

siente algo febrífugo en la boca y

desesperado se come un hocino

proveniente de un cempasúchil

contemporáneo.

Se acerca un ratón zompopo tocando un

bivalvo, y una zorra similar a un xocoyote

con un bricolaje usa su equinoccio en él.

El hombre saltimbanqui con melancolía

aprecia la hegemonía de la zorra, se saca

el cerumen con el meñique y despierta.

Todo fue una ilusión.

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