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III AL ALEJARSE Al caer, el 31 de diciembre pasado, la noche de San Silvestre -noche de esperanzas al vuelo de lepantos marineros en la Puerta del Sol, o noche de "meigas" entre las verdes "corredoiras" de Galicia- finalizó el Año Internacional del Niño. Durante 1979 voltejearon las campanas desde todos los medios de corrunicación llamando a meditar sobre la enorme trascendencia de la infancia, necesitada de cuido y laboreo por lo que tiene de simiente y de cosecha futura. Durante un año se airearon los Derechos Universales del Niño, derechos que buscan su paz y su sonrisa, que es lo más bello y prometedor que existe en el mundo. Volt ear de campanas que han pretendido traer en el año que se fue, y en homenaje al niño, el repiqueteo alegre de Vísperas, gozoso de Maitines, puro de Angelus y esplerr doroso de Gloria. Pero perm íteme, lector, que te diga - y ojalá me equivoqueque ese último toque de badajo al finalizar el año en la noche de San Silvestre - noche de esperanzas o noche de "meigas"- no me sonó a riente repique. Más bien, a doblar de campanas. A tañido amargo de Viático, triste de Animas, lúgubre de Difuntos e incluso al· castañeteo de matraca de Viernes Santo anunciando a Dios muerto. E intent o justificar mi pesimismo. Sobre el papel -lo más bien sobre el viento?quedó el Decálogo de los Derechos del Niño hecho programa ideal y necesidad urgente. Pero, en verdad, ese Decálogo no es Ley. Es, simplemente, sueño. No es Norma. Es tan sólo poesía. Y, hoy, ni el soñador ni el poeta tienen plaza en el mundo, a pesar de que como decía Leopoldo Panero, "todo es verdad porque alguien lo ha soñado ... " Basta para mi temor de que el Año Internacional del Niño sean tan sólo palabras y palabras, una mera enunciación de los pregonados Derechos y una somera confrontación con la realidad. ... Dice el Principio 11 de la Declaración: "EL NII\JO HA DE DESARROLLARSE MEN TAL, MORAL, ESPIRITUAL Y SOCIALMENTE EN FOR MA SALUDABLE ASI COMO EN CONDICIONES DE LI BERTAD Y DIGNIDAD". Contra tal principio la actualidad vigente ofrece una notoria y profunda crisis social, espiritual, mental y moral. El niño vive en un am- biente enfermo, en una sociedad corrupta, sin ideales, sin fé, carente de valores éticos, con un Dios muerto, o peor aún, vejado, o tnás grave todavía, suplantado; en un entorno que confunde libertad con libertinaje, tecnicismo con deshumanización, felicidad con consumo. El chaval va creciendo vacfo de esp fritu, "pasando" en completa anomía en una sociedad donde Mercurio y Eros son los únicos dioses, aquél para el hedonismo y el materialismo, y éste convirtiendo el Amor, que es Tuismo y entrega, en sólo sexo, en la simple y animal cópula de perro y perra, de ciervo y cierva, que no t ienen más llamada que el olfato del celo o el rugir de la brama. ... Y dice el Principio 1 V: " EL NII\JO TENDRA ATEN CIONES PRENATALES" . Ese derecho impl fcito a nacer, su primer derecho, se conculca con la realidad de lamasiva ingestión de p fldoras anticonceptivas, que veta un proyecto de vida, y con el aborto, que destruye la vida ya edificada. ... Dice el Principio VI: "EL NII\JO NECESITA AMOR Y COMPRENSION Y DEBERA (157) 45
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