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Centurion Argentina Winter 2014

Centurion Argentina 2014 Winter Edition

Una de las cabañas con

Una de las cabañas con techo de paja junto a la playa en Mermaid Bay del resort The Brando, página opuesta: el icónico actor con la protagonista Tarita Teriipaia durante 52 un CENTURION-MAGAZINE.COM descanso de la filmación de Rebelión a bordo

LA ISLA perdida DE BRANDO Diez años después de la muerte del esquivo actor, un nuevo ecoresort inaugurado en su refugio tahitiano añade un apéndice fascinante a uno de los capítulos más insólitos de su vida TEXTO DE NED ZEMAN/FOTOGRAFÍA DE ROBERTO FRANKENBERG FOTOGRAFÍA PICTURE-ALLIANCE Cuando aterricé en el Aeropuerto Internacional Faa’a de Papeete, la capital de Tahití, mi primera impresión coincidió más o menos con la idea preconcebida que tenía sobre un viaje a cualquier destino tropical. Al alba de una típica mañana de marzo, la humedad era tal que mi playera estaba empapada en sudor. Por todas partes abundaba la música de ukelele, las lámparas tiki semiauténticas y los turistas de piel blanquecina. Y entonces comenzó a llover. La lluvia cayó durante dos días enteros, a raudales, acompañada de ráfagas de viento que agitaban las olas y doblaban las palmeras. Un aguacero tan implacable y un cielo tan convulso que provocó un retraso indefinido del vuelo corto a Tetiaroa, la isla privada de Marlon Brando y el emplazamiento donde se encuentra el nuevo establecimiento ecosustentable de cinco estrellas que lleva su nombre. «Suelo ser bastante optimista –dijo Silvio Bion, director general de The Brando–, pero lo siento mucho». Al tercer día, y tras haber explorado hasta la última tienda tiki de Papeete, me sentía prisionero en mi habitación de hotel. Miraba de reojo el horizonte oceánico a través de la ventana maldiciendo a Marlon Brando y preguntándome qué clase de loco visitaría, y menos aún, construiría un albergue ecosustentable de US,800 la noche –energéticamente gestionado a base de aceite de coco, agua de mar y luz solar– en una microscópica isla del Pacífico Sur alejada de la mano de Dios. Más tarde tuve ocasión de arrepentirme de estas palabras. En 1960, cuando el actor más grande de su generación posó por primera vez su mirada sobre Tetiaroa, estaba lejos de sentir lo que podríamos llamar el “espíritu de isla”. Por aquel entonces Brando tenía sólo 36 años, pero los duros años de conflictos mentales y familiares ya le estaban pasando factura. Su CENTURION-MAGAZINE.COM 53

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