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Centurion Argentina Winter 2014

Centurion Argentina 2014 Winter Edition

cuando los rayos de sol

cuando los rayos de sol le dan de lleno. Nuestro piloto inclinó la aeronave bruscamente antes de realizar un aterrizaje bastante horrible sobre la modesta pista del principal islote del atolón. Al bajar del avión, pasamos frente a una zona en obras donde más de 200 trabajadores –todos tahitianos– daban los últimos retoques a carreteras y edificios. Algunos llevan trabajando allí desde el principio. Cualquiera de los proyectos de Bailey en Bora Bora dura cerca de 28 meses, pero en este caso se han necesitado cuarenta. Eso es lo que ocurre cuando hay que construirlo todo desde cero: el sistema de alcantarillado, el cableado eléctrico, la gestión de residuos. Los huéspedes que lleguen hasta aquí nunca verán las grúas o los dormitorios de los trabajadores; en su lugar serán escoltados a través de una exuberante es el sitio donde la mayoría de los huéspedes se hará su correspondiente selfie para subirlo a la red y expresar así el dominio material que ejercen sobre los demás. En lo alto de la carretera se encuentra una estructura que parece el casco de un barco, pero que en realidad es el restaurante de fine dining del resort; su chef ejecutivo es Guy Martin, quien también dirige las cocinas de Le Grand Véfour, un restaurante parisino con dos estrellas Michelin. Otra opción es el Beach Front de estilo más casual. Ambos sirven principalmente comida polinesia local elaborada con ingredientes cultivados en su mayoría en Tetiaroa. The Brando es un “todo incluido”, así que sus clientes pueden comer donde y cuando quieran. «Por otro lado –dijo Darcy–, damos por PARA BRANDO, TETIAROA era el lugar perfecto para APARTARSE DE TODO carretera en dirección a lo que podríamos llamar el centro del pueblo rodeado de edificios de madera clara que fusionan el estilo tradicional tahitiano y el modernismo danés. Son “cabañas” realmente sensacionales, entre ellas la central de dos pisos destinada al concierge. Como muchos de los demás edificios, cuenta con pilotes hechos con troncos de aito o casuarina. Dado que la casuarina no es un árbol nativo de Tahití –Brando los plantó para esconder la pista de aterrizaje–, Bailey decidió reutilizarlo en el diseño del complejo y así hacer sitio para la flora local. Darcy me guió a través de una sinuosa rampa que lleva directamente al centro neurálgico en forma de una amplia explanada interior y exterior conocida como el bar de Bob, bautizada con el nombre del tugurio de la residencia original de Brando. «En realidad él lo llamaba el Bar de Bob el Viejo Verde –me confesó Bailey–, pero eso habría sido ir demasiado lejos». El patio exterior, que incluye una serie de rampas privadas y zonas de estar al aire libre, ofrece una vista panorámica de… prácticamente todo el Pacífico Sur, incluyendo Tahití. Éste hecho que muchos de nuestros huéspedes optarán por el servicio a la habitación». The Brando lleva escritas las palabras “luna de miel” por todas partes. Cada una de sus 35 villas, ocultas por un denso follaje, es un templo de intimidad. Dentro de una de las villas de 96 m 2 y un solo dormitorio, se encuentra una cómoda sala de estar con un estilo que recuerda vagamente a Malibú. A la derecha hay una habitación con una enorme cama king-size desde donde se puede contemplar todo el Pacífico; el baño tiene dos lavabos gemelos de estilo colonial y una tina al aire libre. Al salir al patio exterior vemos nuestra propia alberca de inmersión. Unos pasos más allá tropezamos de repente con lo que, a todos los efectos, es una playa privada. En ningún momento se podrán distinguir las villas circundantes; siguiendo las instrucciones de Brando, la playa permanecerá libre de cualquier desarrollo comercial. Parece como si la laguna fuera realmente nuestra. Lo más importante es que el aire acondicionado funciona a la perfección. Esto no es un logro pequeño, de hecho Darcy se mostró bastante entusiasmado al enseñarme el sistema de aprovechamiento de energías renovables del resort: paneles solares, baterías de flujo de bromo y zinc, 58 CENTURION-MAGAZINE.COM PARA RESERVACIONES CONTACTE AL SERVICIO DE CENTURION

Arriba: una parte del atolón de Tetiaroa. La isla de los pájaros es el hogar de diez especies de aves y conserva completamente su estado natural; izquierda: el Beachcomber Café de The Brando sirve comida polinesia junto con especialidades de la cocina francesa tradicional una estación térmica de biocombustible y, por último, la climatización con agua de mar. Básicamente tendieron una larga tubería hasta el océano que succiona agua fría del mar que se transforma en un agente refrigerante. El proceso es tan sencillo como espectacular. Y sin embargo… mientras contemplaba todo este esplendor ecológico, una parte de mí no podía evitar preguntarse si toda esta parafernalia sustentable no era más que un truco o una estrategia de marketing para cazar turistas ricos que quieran sentir que están cambiando las cosas. Me sentí mejor cuando Darcy me enseñó una gran planta ecológica que alberga dos laboratorios nuevos –uno interior y otro exterior– que sirven de centro de estudios para científicos y estudiantes dedicados a la conservación y el análisis de la biodiversidad del atolón. Allí conocí a una biólogo marino que estudia los arrecifes coralinos; al fondo un grupo de escolares recibía una lección sobre conservacionismo. Esta planta ecológica ya mantiene contacto con tres universidades estadounidenses. Era un proyecto del propio Brando. Durante años el resort fue objeto de acalorados debates y disputas. Incluso hubo momentos en los que algunos de los hijos de Brando estuvieron enfrentados. El resort no se acabó de construir hasta que todos pudieron participar en las operaciones. Quizás la tahitiana más persuasiva que conocí esa semana fue una abogada llamada Hinano Bagnis. Dirige la Sociedad Tetiaroa, una organización sin fines de lucro dedicada al desarrollo sustentable. Bagnis se ocupa de esto en parte por el impacto que Brando causó tanto en ella como en el atolón. Conoció a Brando allá por los años setenta cuando tan sólo era una de los innumerables chiquillos locales con los que él acostumbraba a jugar. «No estoy realmente interesada en su vida de Hollywood –dijo–. El hombre era un visionario. A principios de los ochenta se trajo aquí al Instituto Smithsoniano para que investigara y protegiera Tetiaroa». En cuanto al resort, «no me preocupa el tema comercial, ésa era la visión de Brando. La conservación es complicada porque el gobierno no tiene capital suficiente, pero el hotel puede traer algo de dinero para acometer estas tareas. Vale la pena». Sin embargo, la persona que mejor podría evaluar las virtudes de The Brando no llegó a vivir lo suficiente para verlo, de modo que tendremos que aceptar la palabra de Bailey cuando afirmó que «he sentido la presencia inquisitiva de Marlon a cada paso. Casi todas las decisiones fueron tomadas teniendo en cuenta si eran adecuadas a su filosofía, no sólo por respeto hacia él, sino porque realmente sabía qué era lo mejor para la isla. Estamos intentando con todas nuestras fuerzas que su visión se haga realidad. Creo que es una gran visión». The Brando desde US,000 la noche para un máximo de dos personas, con una estadía mínima de tres noches; thebrando.com CENTURION-MAGAZINE.COM 59

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