Views
8 years ago

Centurion Argentina Winter 2015

  • Text
  • Vinos
  • Vino
  • Mundo
  • Forma
  • Centurion
  • Lugar
  • Gran
  • Estilo
  • Mejor
  • Ciudad

Es casi imposible

Es casi imposible describir la belleza del paisaje cubierto de matorrales en colores verde y café que caracteriza los 400 kilómetros del corredor central de Chile, con sus colinas, valles, desfiladeros y lagos, o la magnificencia del clima de tipo mediterráneo, con vientos que por la mañana soplan desde el océano Pacífico en dirección oeste, llegan a los Andes al este, y por la noche vuelven para refrescar la región. A lo largo de su travesía en el Beagle, Charles Darwin estuvo más cerca que nadie de lograr describirlo. Después de soportar fuertes vientos y numerosas penurias navegando por la Patagonia, primero por el sur de Argentina y después por Chile, Darwin, horriblemente mareado como siempre, desembarcó durante varias semanas para descansar cerca de lo que hoy es el Valle de Millahue. Lleno de euforia por encontrarse en este nuevo entorno, Darwin escribió: «Nunca dejaba de sorprenderme, pues cada nuevo día era mejor que el anterior». Yo tampoco vi una sola nube durante mi estadía de cuatro días, en pleno verano chileno, que completé con tres días por la Patagonia invirtiendo así el recorrido de Darwin. Es difícil imaginar que un lugar salvaje como éste pueda albergar lo que los Vik describen como «un retiro avant-garde y spa del vino», una curiosa combinación que refleja la idiosincrasia de esta pareja. Al igual que sus otros hoteles, Viña Vik, que abrió sus puertas el año pasado, es algo así como una galería de arte. Cada una de las 22 suites es una extraordinaria obra de arte en sí misma. La suite Valenzuela posee enormes murales en tonos rojos realizados por el artista Para la suite Azulejo de Viña Vik, página opuesta, Alexander y Carrie Vik, arriba, encargaron en Portugal los murales hechos con azulejos blancos y azules Primeras páginas: la plaza llena de agua delante de la bodega Vik chileno Sebastián Valenzuela y un colorido piso en madera de roble de estilo Mondrian. Para la suite Azulejo, los Vik trabajaron con una pequeña empresa artesanal portuguesa que se encargó de diseñar los murales que revisten las paredes y el techo con azulejos azules y blancos pintados a mano (el del baño representa una bacanal de cierta semejanza con la familia Vik y sus amigos bebiendo vino Vik). Enormes caras en blanco y negro cubren las paredes de la suite Fornasetti que rinde tributo al artista Piero Fornasetti; en la habitación también hay una silla para la lectura con una cara esculpida en el dorso que me crispaba los nervios por su semejanza a T. J. Eckleburg de El gran Gatsby. Lo mejor de casi todas las habitaciones son las paredes acristaladas que ofrecen vistas panorámicas de las ondulantes colinas del viñedo. Al mirar al exterior, te sientes como si contemplaras uno de los paisajes de Cézanne cuando empieza a caer la tarde. Carrie aún recuerda la época en que montaba a caballo a lo largo de hectáreas de zarzas y terrenos sin desbrozar que le desgarraban la ropa. Apenas exagera al describir el proyecto como “colosal”. Además, no cabe la modestia cuando se va a construir algo colosal; por eso no sorprende en absoluto que cada detalle en este lugar transmita el ideal de perfección de los Vik, en especial su vino. Las tres cosechas –2009, 2010 y 2011– del tinto que producen los Vik se sirven prácticamente en cada una de las comidas del resort. La composición varietal cambia ligeramente cada año, pero en los dos últimos se ha mantenido 55% de cabernet sauvignon, 30% de carmenère y un poco de syrah, cabernet franc y merlot. Aunque todavía falta la valoración de Robert Parker o Wine Spectator, me pareció que el caldo desprendía una gran delicadeza con aromas a cereza y ciruela. El vino se puede adquirir por US0 la botella. Yo, por supuesto, pedí que me enviaran algunas a casa. También compré varias botellas del vodka Christiania que Alexander produce en Noruega, pero esa es otra historia. Uno de los mejores momentos de la visita a Viña Vik es la cata en la bodega, situada bajo tierra con el fin de mantener la temperatura a 14°C. La propiedad también ofrece otras amenidades como zambullirse en la alberca –a una temperatura constante de 21°C–, practicar senderismo, montar en bicicleta y a caballo, o apapacharse en el spa con una sesión de aromaterapia o un masaje Vik exclusivo; además, los huéspedes también pueden contratar excursiones fuera de la propiedad con un operador turístico. Para el segundo día de estadía, mi familia y yo ya nos habíamos sumergido en un armario lleno de juegos de mesa totalmente nuevos, habíamos jugado Life y Parcheesi, dos clásicos de mi juventud, buscando entretenimiento dentro de la propiedad para así evitar los fuertes rayos del sol. (La televisión está disponible únicamente bajo pedido). El gran chef Rodrigo Acuña Bravo es el encargado de preparar las comidas en función de los ingredientes disponibles en la zona. Se sirven en el comedor o en la terraza exterior, aunque también se pueden degustar en la habitación o junto a la alberca. La verdad es que no me emocionó mucho el tema gastronómico. Una de las cenas incluía mollejas, algo que no es para todos los gustos. En el almuerzo nos dieron ossobuco, un platillo demasiado pesado para ingerir a media mañana. Es cierto que los platillos más sustanciosos se podían sustituir por una 72 CENTURION-MAGAZIN.COM PARA RESERVACIONES CONTACTE AL SERVICIO DE CENTURION

CENTURION