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Art & Design Opinión

Art & Design Opinión opinión L a República Democrática del Congo quiere que le devuelvan todo lo que le pertenece. Desde 1885 hasta su independencia en 1960, el rey Leopoldo II de Bélgica se declaró dueño de más de 2.5 millones de kilómetros cuadrados de África Central y de todos los habitantes de la zona. Durante ese tiempo, el Congo fue víctima de una impresionante barbarie colonial, incluso para los estándares de la época. Les despojaron de todos sus recursos, esclavizaron y asesinaron a su población, y gran parte de su patrimonio cultural —máscaras, estatuas, esculturas, instrumentos musicales, el contenido de las tumbas— acabó en Tervuren; en esta ciudad belga se conservó la mayor parte del botín robado en una institución conocida como Museo África que se ha sometido recientemente a una renovación de US millones. Su interior sigue cobijando los objetos procedentes de aquel saqueo y a los congoleños les gustaría recuperarlas. Grecia también quiere recobrar los Mármoles de Elgin y lleva casi un siglo reclamando su devolución. Entre 1801 y 1805, Lord Elgin se llevó las estatuas y los frisos del Partenón y los vendió al Museo Británico. Los británicos ya están dando los primeros pasos. Por su parte, los habitantes de la Isla de Pascua desean tener de vuelta el Hoa Hakananai’a, una de las famosas estatuas milenarias que los marineros británicos sustrajeron en 1868. También Benín solicita la repatriación de sus antigüedades, entre ellas, los ajuares y los tronos incautados de los palacios a finales del siglo xix por los soldados galos. Se espera que otras naciones africanas sigan su ejemplo y probablemente Senegal, Mali y Burkina Faso se hagan oír muy pronto. Se calcula que el número de obras históricas africanas expuestas en los museos fuera del continente es sorprendentemente alto. Según algunas estimaciones llegaría a 80 por ciento mientras que en otros casos se cree que alcanza 95 por ciento. A pesar de su importancia, todo esto no tendría ninguna consecuencia —este tipo de peticiones llevan planteándose desde algún tiempo y casi siempre han caído en saco roto—, si no fuera por la inesperada actuación del presidente francés, Emmanuel Macron, hace dos años, cuando exigió que Francia devolviera las obras de arte africano a sus países de origen. El presidente encargó un informe al economista senegalés Felwine Sarr y a Bénédicte Savoy, una historiadora de arte francesa que ahora imparte clases en Alemania. Sus conclusiones respaldaban el punto de vista de Macron, algo que probablemente no cause ninguna sorpresa. En su informe, los especialistas escribieron: «En un continente donde 60 por ciento de la población es menor de 20 años, lo más importante es que los jóvenes tengan acceso a la cultura, la creatividad y la espiritualidad de otras épocas». Macron habla única y exclusivamente en boca de Francia, pero este tipo de gestos siguen una tendencia que va en ascenso, aunque esto ponga en aprietos a curadores de museos y etnógrafos, comprensivos ante los deseos de los solicitantes, pero consternados ante la idea de un cierre masivo de instituciones en los países occidentales. Es evidente que las obras de arte incautadas deberían ser devueltas. El arte y las antigüedades forman parte de la historia sagrada de una nación; un país sin museos bien surtidos pierde una parte importante de su identidad; es como si a las personas se les privara de su patrimonio familiar. Hoy en día, se escuchan noticias sobre pinturas saqueadas por los FOTOGRAFÍAS: JO VAN DE VIJVER/RMCA, TERVUREN. PÁGINA OPUESTA EN EL SENTIDO DE LAS MANECILLAS DEL RELOJ DESDE ARRIBA A LA IZQUIERDA: R. ASSELBERGHS - F. DEHAEN/RMCA, TERVUREN; DAN KITWOOD/GETTY IMAGES; CHRIS WARE/KEYSTONE FEATURES/GETTY IMAGES FOTOGRAFÍA DE THE VOORHES 42 CENTURION-MAGAZINE.COM

En el sentido de las manecillas del reloj desde la derecha: una máscara Gyela lu Zauli del siglo xx de la tribu Guro, Costa de Marfil, en el Museo África de Bélgica; una estatua de basalto de la Isla de Pascua expuesta en el Museo Británico; la reinstalación en 1961 de los Mármoles de Elgin en el Museo Británico; página opuesta: un dije de marfil congoleño del siglo xix en el Museo África PHOTOS CXXXXXXXXX nazis que están siendo devueltas a las familias, es decir, a sus legítimos propietarios (aunque no sin un esfuerzo monumental por parte de sus dueños). La cosa se complica cuando se desconoce la procedencia de la obra de arte y no existe un dueño a quién devolvérsela. ¿La pieza fue robada, adquirida en el mercado negro o simplemente comprada? ¿De quién procede? ¿Cuándo y dónde se creó? Bernard de Grunne, propietario de una galería en Bruselas y antiguo director del departamento de arte africano y oceánico de Sotheby’s, adopta una postura claramente impopular cuando afirma que el colonialismo no fue del todo negativo; las atrocidades que cometieron los colonos se han exagerado en exceso y la gran mayoría de las piezas africanas que ahora se encuentran en los países occidentales se adquirieron en un mercado libre. «Simplemente no hubo robos —argumenta—. Tenemos información sobre algunos de los primeros antropólogos y viajeros, así como listas de precios». Está claro que el expolio existió y aún existe. En febrero, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York anunció la devolución a Egipto de un sarcófago bañado en oro con una historia falsa sobre su origen. Es imposible saber con qué frecuencia ocurren este tipo de fraudes, pero, al final, un robo explícito pasa por alto lo más importante. En su informe, Sarr y Savoy exigen la devolución de objetos «tomados por la fuerza o presumiblemente adquiridos en condiciones de desigualdad» e intentan tranquilizar a sus lectores asegurando que los museos europeos no se van a vaciar. De cualquier forma, ¿cuántas de estas obras históricas se obtuvieron en condiciones de › CENTURION-MAGAZINE.COM 43

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