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Centurion Mexico Spring 2024

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Objetos 34 N o estoy

Objetos 34 N o estoy imponiendo la forma que yo quiero que adquiera; es un diálogo», confiesa Ernst Gamperl mientras caminamos por su estudio, un amplio espacio bañado por la nítida luz del sol alpino. El artista, señalando una magnífica pieza de roble, apunta: «Se trata de una creación nueva con la que estoy experimentando unas cuantas técnicas innovadoras». A continuación, acaricia con suavidad la forma abultada y panzuda de un lado del recipiente asimétrico y la compara con otra pieza hecha a partir del mismo tronco de roble. Me explica que sus únicas semejanzas son el tinte oscuro resultante del proceso de patinado y el tamaño similar, de unos 50 centímetros de altura; por lo demás, son piezas sorprendentemente diferentes, producto del azar. Gamperl, que en un principio se formó como ebanista, sigue utilizando un torno para crear unas obras que ahora se venden en destacadas galerías de todo el mundo. «Cuando fabricaba muebles, tenía la sensación de que me faltaba algo. En ese momento FOTOGRAFÍAS MARTIN KREUZER

35 Artesanía como arte no sabía qué era, pero al trabajar con tablones y paneles rectos sentía la ausencia de algo importante», recuerda. «Prueba a sujetarla», me pide al tiempo que levanta una de las piezas de roble y me la entrega. Pesa menos de lo que parece porque el torno ha dejado la madera muy fina. Sus firmes manos hacen magia con el escoplo en un delicadísimo proceso que podría salir mal en cualquier momento a medida que la madera va girando en el torno. Para dar los primeros pasos con el torno, el artista emplea una gran variedad de herramientas manuales —algunas de elaboración propia—, lo que da como resultado un objeto simétrico. Gamperl explica que preparar un tronco grande para trabajarlo con el torno supone un proceso exigente y duro en el que hay que enfrentarse a la materia prima con decisión. Es inevitable que el modo de cortarlo en trozos más pequeños —labor que él denomina «la búsqueda de las formas»— determine el tamaño final de cada pieza. Y, llegados a este punto, sus amplios conocimientos sobre la madera se mezclan con elementos «del azar» de la naturaleza. «Esto es albura. La albura es el alma del árbol —declara Gamperl con un cariño sincero—. Por acá viajan los nutrientes de la tierra y la densidad se vuelve única. En algunos casos, se pudre [después de caer del árbol] y simplemente hay que cortarla en forma curvada. Otras veces, como en esta pieza, he visto que podía añadir originalidad a su forma definitiva, así que he decidido conservarla. No podemos ver el interior de un enorme tronco que pesa toneladas, así que hasta que no lo cortamos en trozos más pequeños desconocemos qué va a pasar. Nunca sabemos qué nos espera y ahí reside el azar». Steeves Danguy, su fiel colaborador (fiel de verdad, ya que por iniciativa propia llega a las 5 de la mañana), lo ayuda a preparar troncos grandes para tornear la madera. «Está genial trabajar con Ernst. Cada día es diferente», afirma entusiasmado. Gamperl siempre utiliza árboles obtenidos por medios éticos —los que se han caído o los que han muerto de viejos— y madera «verde» que conserva su humedad, aunque se seca durante la producción. El encogimiento que se observa cuando se evapora el agua de la madera pasa a formar parte de las obras artísticas, cada una de las cuales va tornando asimétrica y, con el tiempo, adquiere una organicidad espectacular. Si hay fisuras, las arregla con juntas Desde arriba: objetos de arte de un metro de altura expuestos en el estudio de Gamperl; una vasija de roble con albura; página opuesta: Ernst Gamperl en su estudio CENTURION-MAGAZINE.COM

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