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Centurion Mexico Summer 2015

CEN Mexico Q2 2015

abajo no se veía ni una

abajo no se veía ni una sola carretera, ni siquiera una casa. Ocre y gris, la estepa se extiende por todas partes. Mongolia es un enorme país con más de 965,000 kilómetros cuadrados de extensión, pero con menos de tres millones de habitantes. Es probable que sea la densidad de población más baja de todo el planeta. Sin embargo, a bordo del avión de Hunnu Air, los rubicundos kazajos con sus enormes gorros de piel de marta cibelina parecían multitud. Nosotros formábamos un grupo de siete personas: Jalsa y yo, la señora Rodríguez (la dura protagonista de Avatar y de la saga Rápidos y furiosos) y sus cuatro acompañantes: un antiguo oficial del ejército neozelandés radicado en Las Vegas que llevaba por nombre el apelativo maravillosamente local de Genghis Cohen; el campeón de la Nascar europea David Perisset (también de Las Vegas) con su esposa Audrey, y, procedente de París, Hermine, la guapísima hija de un expresidente de Gabón que ahora ayuda a dirigir una de las aerolíneas más importantes del país. No tardé en enterarme de que Genghis Cohen nada tenía que ver con Mongolia y que debía su nombre a su padre, un maorí que de mejillas sonrosadas de camino a la escuela. En el extremo más alejado de la ciudad, seguimos el curso del río Khovd de color azul oscuro serpenteando a lo largo de las desiertas estepas. Yaks y argalís vagaban junto al río, mientras los halcones sacre vigilaban desde las alturas. Todos los meses de octubre, para celebrar el Festival del Águila Dorada, Jalsa levanta un campamento provisional de yurtas a orillas del río y, una vez finalizado, lo vuelve a desmontar. Se encuentra a varios kilómetros de Ölgiy, en un páramo de pastos y deslumbrantes hayas donde las yurtas se extienden sobre bancos de grava. Bajo la luna de la estepa, esa noche hicimos una fogata junto al río y Jalsa nos contó cómo había creado el festival junto con tres socios kazajos que aparecieron en el momento adecuado para compartir varias rondas de Chinggis. Resultaron ser tres famosos y alegres vecinos de Ölgiy con cierta inclinación por el buen vodka: un arqueólogo llamado Edelkhan, especializado en los antiguos petroglifos del lugar; un magistrado de nombre Medulkhan, involucrado en política local, y su hermano el abogado Kazbek (los Los kazajos eran –y muchos siguen siéndolo hoy en día– musulmanes nómadas que, en torno a 1860, emigraron al oeste de Mongolia empujados por la agresiva expansión de la Rusia zarista. Su idioma es una lengua túrquica incomprensible para los mongoles, pero comparten con ellos una antigua cultura esteparia basada en el caballo, el uso del arco y la caza. En kazajo, a las personas que cazan con águilas se las denomina berkutchi (vocablo formado a partir de berkut, que significa “águila”) y, al igual que sucede con los mongoles, sus habilidades en la cetrería se han ido perfeccionado con el paso de los siglos. Se dice que el mismo Gengis Kan llegó a tener mil aves de caza por puro placer. Edelkhan explicó que tanto los túrquicos como los mongoles llevaban miles de años viviendo en la región de Altái. Al día siguiente, caminando durante horas por la estepa en compañía de un joven guía, encontré gran cantidad de petroglifos prehistóricos y antiguas “piedras de ciervo”, es decir, menhires en forma de lanza que señalaban el posible emplazamiento de sepulturas con 2,000 años de antigüedad. Las imágenes talladas en las rocas mostraban SE DICE QUE EL MISMO GENGIS KAN LLEGÓ A TENER MIL AVES DE CAZA POR PURO PLACER simplemente admiraba el talento militar del conquistador del siglo xiii. Dueño de un campo de tiro especializado, Cohen siempre había deseado conocer Mongolia y probar suerte en el tiro con arco tradicional. Me pregunté si éste sería el típico grupo ecléctico de personas que Jalsa solía trasladar a la tierra de sus ancestros con su compañía Nomadic Expeditions (nomadicexpeditions.com). Sabía que, entre otras cosas, había llevado en dos ocasiones a Richard Gere de visita por Mongolia. Más tarde, me presentó a un príncipe heredero de Bután. El aeropuerto de Ölgiy tiene todo el aspecto de un puesto fronterizo soviético; en cierta medida, eso es lo que realmente fue, ya que Mongolia formó parte de la Unión Soviética hasta 1990. La pista estaba envuelta en una niebla baja y, mientras salía el sol, pudimos ver las montañas de color ceniciento y las blancas yurtas (tiendas de fieltro) nómadas. A bordo de dos vehículos todoterreno atravesamos Ölgiy, con sus decadentes plazas soviéticas, y pasamos entre inmensos rebaños de cabras y niños mongoles suelen utilizar un solo nombre). Más tarde se presentó Kugershan, un famoso ginecólogo y músico local, ataviado con el atuendo tradicional y acompañado de su hija, y ambos tocaron viejas canciones kazajas con un par de dombras, instrumentos similares a las mandolinas. Noche de sábado junto al Khovd. «Pusimos en marcha este festival a finales de los noventa –explicó Jalsa–. Por aquel entonces, en 1998, los cazadores con águilas prácticamente habían desaparecido. Los jóvenes se marchaban a Ulán Bator o cualquier otro lugar en busca de trabajo. Apenas quedaba un puñado de cazadores. Ahora son docenas los que acuden al festival. Actualmente contamos con más de 400 cazadores que utilizan águilas en la región de Bayan-Ölgiy. Hemos ayudado a recuperar todo un ámbito de la cultura kazaja». El ginecólogo y su hija entonaron a continuación una extraña y melodiosa versión del “Sailing” de Rod Stewart. El vodka comenzó a correr. íbices, lobos y cazadores armados con arcos. Sin embargo, nadie supo decirme en qué momento estos pueblos comenzaron a utilizar las águilas como armas. «Es una tradición muy antigua –me aseguró Edelkhan–. Está muy extendida en las estepas, pero en la era soviética cayó prácticamente en desuso». El águila real, con una envergadura de alas de hasta dos metros y un peso máximo cercano a los siete kilogramos, es una de las aves rapaces más grandes del mundo. En estado salvaje, es capaz de cazar zorros y ciervos jóvenes y, entrenada por el hombre, puede perseguir y atrapar incluso pequeños lobos grises (aunque no existe un acuerdo generalizado sobre si podrían llegar a matar a semejante presa). Para entrenar a sus aves los berkutchi arrastran pieles de zorro detrás de sus caballos y, mientras ellos cabalgan a galope tendido, las águilas los persiguen. Las aves descienden en picada a más de 160 kilómetros por hora y atacan las pieles con ferocidad. Durante los dos días que dura el festival, cada cazador practica una y otra vez el mismo movimiento, poniendo a prueba 102 CENTURION-MAGAZINE.COM PARA RESERVACIONES CONTACTE AL SERVICIO DE CENTURION

El águila real se encuentra entre las aves rapaces más grandes del mundo, con un peso máximo de siete kilogramos y una envergadura de hasta dos metros

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