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Centurion Mexico Summer 2015

CEN Mexico Q2 2015

las aptitudes de su

las aptitudes de su águila y posteriormente un jurado califica a los participantes. En la vida real, sin embargo, los cazadores trabajan en equipo desplazándose durante días a caballo por algunas de las regiones más frías del planeta en busca de su presa favorita: el zorro Corsac, muy apreciado por su voluptuoso pelaje. El primer día del festival nos adentramos por el desierto hasta llegar a los pies de un pico rocoso en cuya parte superior se había izado una bandera. Desde su cumbre se iban soltando las águilas, de una en una. Abajo, un amplio campo rodeado de hileras de viejas bukhankas rusas (camionetas todoterreno popularmente conocidas como “hogazas de pan”) aparecía delimitado por piedras y dividido con tres líneas blancas paralelas. Cada jinete tenía que cabalgar a lo largo de esas líneas mientras su águila lo perseguía. Cuanto menos tardaba el ave en alcanzar a su cazador, más elevada era la puntuación. Jalsa explicó que las águilas no se criaban en cautiverio, sino que se seleccionaban en sus nidos. Luego de prestar sus servicios para la caza durante siete años, se libera al águila real y, como cinturones tachonados de plata. Más tarde pudimos ver a esos mismos hombres cruzando el campo a galope mientras sus águilas los perseguían y descendían en picada para atacar las pieles. Entre ellos había una niña de 13 años llamada Ashol- Pan que en los últimos meses, después de aparecer en múltiples ocasiones en la BBC, se había convertido casi en una estrella. El Festival del Águila Dorada y sus singulares cazadores se han convertido en auténticos íconos fotogénicos en la era de los medios de comunicación de masas. Y aun así, nada de lo relacionado con el acontecimiento resultaba excesivamente artificial. Sin duda se trataba de personas disfrutando con el redescubrimiento de sus propias tradiciones. Esa noche, junto al río Khovd, nuestro pequeño grupo probó khorkhog, un platillo de carnero cocinado con piedras calientes (tradicionalmente se cocinaba dentro del estómago de una marmota u otro animal deshuesado, pero ahora, de forma más prosaica, se prepara en ollas a presión). Uno tiene que agarrar una de las piedras negras y frotarla terapéuticamente entre las manos, algo muy medieval. Cuando nos Su familia procedía de una región en el noroeste de China antaño conocida como Dzungaria y que ahora forma parte de Xinjiang. Este territorio fue el hogar de los oiratos, un pueblo mongol que emigró a principios del siglo xvii al sur de Rusia, donde se los conocía como kalmukos. En su nuevo hogar –aún denominado Kalmukia–, a orillas del Volga y del mar Caspio, siguen siendo mayoría entre la población del lugar. Cuando Kalmukia pasó a formar parte de la Unión Soviética, el padre de Jalsa emigró más al oeste, a Bulgaria. Allí conoció a la madre de Jalsa, también kalmuka, y ambos se trasladaron a Alemania. «Eran refugiados –explicó Jalsa–. Después de la guerra acabaron en un campo de desplazados, pero la Fundación Tolstoi consiguió convencer a las autoridades estadounidenses de que eran “rusos” y lograron entrar a los Estados Unidos a pesar de los controles de inmigración sobre los asiáticos. Se permitió la entrada a 571 kalmukos como si fueran “caucásicos”. Así es como acabamos en el condado de Monmouth, Nueva Jersey. Éramos pobres y, «HACE VEINTICINCO AÑOS MONGOLIA ERA UN LUGAR COMPLETAMENTE DIFERENTE. EN ULÁN BATOR CASI NO HABÍA AUTOMÓVILES». manda la tradición, se deja el cuerpo de una oveja sacrificada sobre una ladera como regalo de despedida. Afuera en las llanuras, rodeados de montañas por todas partes, los fuertes vientos presagiaban la llegada de la nieve. Un puñado de camellos bactrianos permanecía sobre una pradera de color amarillo pálido. Cada hora, un jinete solitario aparecía por las montañas en dirección hacia las bukhankas. Los jinetes llevaban un traje de fieltro y cuero confeccionado a la manera tradicional, un estrafalario gorro de piel y un bastón de madera, tallado a mano en forma de Y, que sobresalía de la silla de montar. Sobre el grueso guante protector de los jinetes se posaba además una imponente águila con la cabeza cubierta por una capucha de cuero que la mantenía tranquila. Cabalgando a galope, de vez en cuando se detenían para mostrar con orgullo sus aves, las alzaban para que desplegaran sus alas y nos miraban desde su elevada posición con sus espléndidos abrigos de marta y sus disponíamos a iniciar otra ronda de vodka, manoseando las piedras llenas de grasa de carnero, Jalsa nos dio una sorpresa aún mayor con una botella de vino del conocido productor italiano Angelo Gaja. Nos explicó que la había traído consigo por si alguno de nosotros resultaba ser un experto en vinos. Fue impresionante. A esa botella le siguió otra de un vino todavía más singular, un Soldera Brunello di Montalcino. Lo verdaderamente extraño era estar sentados en plena estepa mongola, alrededor de una fogata, degustando un Soldera Brunello en un tazón de plata que normalmente se emplea para una bebida alcohólica elaborada a base de leche de yegua fermentada. De alguna forma, éste era el tipo de cosas que podían esperarse de Jalsa. Quizás su curiosa trayectoria en la vida –mongol criado en Nueva Jersey que gracias a su esfuerzo se convirtió en un hombre rico en el implacable sector de la construcción– ha hecho que Jalsa tenga una forma un tanto sui géneris de hacer las cosas. evidentemente, no éramos caucásicos. Mi padre siempre mantuvo vivos los mitos de Mongolia por mí. Aunque él era analfabeto, siempre me hacía leer La historia secreta de los mongoles, que relata la vida de Gengis Kan durante el siglo xiii. En casa hablaba mongol y siempre quise regresar». Jalsa empezó a trabajar en la constructora de su tío. Se convirtió en un hábil carpintero y pronto fundó su propia empresa dedicada a la construcción de casas de madera. Alltech Carpentry Contractors enseguida llegó a ser una de las compañías más destacadas del sector en los Estados Unidos y así fue como Jalsa amasó su considerable fortuna. En 1990 llegaban hasta Nueva Jersey los ecos de lo que estaba ocurriendo en la lejana Mongolia. La Unión Soviética se resquebrajaba y Ulán Bator se declaraba independiente. Una delegación de seis miembros del nuevo parlamento nacional, encabezada por el que sería primer ministro Dashiin Byambasuren, se dirigió a los Estados Unidos. Más tarde esta delegación pidió ayuda a Jalsa para 104 CENTURION-MAGAZINE.COM

desarrollar la industria turística del país; en respuesta Jalsa fundó el U.S. Mongolian Business Council y, poco después, Mongolia abrió por primera vez sus puertas a los visitantes occidentales. «Mi regreso en 1990 se convirtió en una experiencia abrumadora –me contó Jalsa–. Hace veinticinco años era un lugar completamente diferente. En Ulán Bator casi no había automóviles ni bares ni restaurantes. Los niños jugaban al futbol delante del edificio del Parlamento. En toda la ciudad tan sólo vivían unos 600,000 habitantes y ¡ahora hay 600,000 automóviles! Y no son de la marca Lada». En años recientes, el crecimiento promedio anual de Mongolia se ha situado en 12 por ciento, llegando a estar en ocasiones entre los más elevados del mundo. A pesar de que la crisis de 2008 golpeó duramente al país, la denominada “economía del lobo” (como suele denominarse a Mongolia) se ha recuperado impulsada por la minería y el comercio de casimir, del que Mongolia es el segundo productor mundial. Lo cierto es que la minería ha hecho de Ulán Bator una ciudad próspera que obtiene grandes beneficios gracias al carbón, la fluorita, el cobre y el estaño. El comercio con China está floreciendo, al igual que las industrias del lujo y el turismo. En el río Khovd, Jalsa y sus empleados –una plantilla compuesta íntegramente por jóvenes mongoles (muchos de ellos estudiantes graduados)– dirigen un campamento que es , a propósito, temporal. Todo se desmonta al día siguiente de la partida del último huésped, sin dejar rastro. En este sentido es igual que el típico campamento nómada de yurtas que se levanta para ser provisional y no dejar huella. El funcionamiento de Three Camel Lodge –ubicado en pleno desierto, a unos 64 kilómetros de la lejana ciudad de Dalanzadgad– sigue una filosofía similar, funcionando en parte gracias a la energía solar. A la mañana siguiente volvimos al festival para asistir a las finales. Se había reunido una multitud y Jalsa subió al podio para pronunciar un discurso. Los cazadores, que por su aspecto parecían una partida de guerreros esteparios de siglos pasados, desfilaban arriba y abajo tras realizar sus últimos ejercicios. El Se libera al águila real y, como manda la tradición, se deja el cuerpo de una oveja sacrificada sobre una ladera como regalo de despedida

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