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Adolescencia y tecnocultura:aproximación al estudio de las culturas ...

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R. ESPINOSA y M. KOREMBLITdormir a su cuarto, la madre tenía que acompañarlo y esperar quere<strong>al</strong>izara una serie <strong>de</strong> comprobaciones obsesivas. Le llevaba muchasveces más <strong>de</strong> media hora asegurarse que en la habitación nohabía ningún bicho como para po<strong>de</strong>r intentar conciliar el sueño.Limitado como estaba por su sintomatología no fue fácil <strong>al</strong>comienzo <strong>de</strong>l tratamiento encontrar espacios representacion<strong>al</strong>essobre los que discurrir con <strong>al</strong>guna soltura.Atraído por la vida <strong>de</strong> los adolescentes en el mundo en red, elan<strong>al</strong>ista intentó “ir a buscarlo” a su actividad en los “jueguitos”. Apesar <strong>de</strong>l sufrimiento que trasmitía su presencia en sesión, ante lapregunta por los vi<strong>de</strong>ojuegos, nos encontramos con una sonrisa quehasta el momento no habíamos llegado a conocer. A pesar <strong>de</strong> susdificulta<strong>de</strong>s, obtenía una cierta cuota <strong>de</strong> placer <strong>de</strong> la vida en lapant<strong>al</strong>la.Decidimos investigar y nos encontramos con que se <strong>de</strong>dicaba a unjuego en red (no se encontraba aislado, sino que jugaba con otros, yparticipaba en foros <strong>de</strong> usuarios <strong>de</strong>dicados <strong>al</strong> juego). Este juego, comomuchos otros, consistía en matar bichos. Preguntando en <strong>de</strong>t<strong>al</strong>le nosfuimos dando cuenta <strong>de</strong> que era importante conocer el personaje conel que el paciente se siente más representado. Gener<strong>al</strong>mente <strong>de</strong>sarrollanmás <strong>de</strong> un personaje, pero si se observa con cuidado se ve que lai<strong>de</strong>ntificación con <strong>al</strong>guno es predominante. En Javier nos llamó laatención que el personaje fundament<strong>al</strong> fuera un hechicero. Resultabaevi<strong>de</strong>nte que el personaje disponía <strong>de</strong> todo tipo <strong>de</strong> capacida<strong>de</strong>s afinesa <strong>las</strong> obsesiones que él llevaba a cabo sin tanto éxito en su lucha <strong>de</strong>todos los días. Sus magias cotidianas no llegaban a librarlo <strong>de</strong> laangustia, en cambio su hechicero gozaba <strong>de</strong> una potencia que lepermitía progresar sin límites en la acumulación <strong>de</strong> puntaje.Javier encontraba en su juego satisfacción, y una potencia con laque obtenía compensación <strong>al</strong> sufrimiento que soportaba en el resto<strong>de</strong> su cotidianeidad. Su problemática lo teñía <strong>de</strong> una cierta retracciónante sus compañeros. No llegaba a que los <strong>de</strong>más lo ignoren.Los padres enfatizaron ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera entrevista, que a pesar<strong>de</strong> todo, era un chico querido. Su <strong>de</strong>dicación a los juegos le brindabaun rédito también en este terreno. Siendo que no re<strong>al</strong>izaba ningunaotra actividad fuera <strong>de</strong> <strong>las</strong> estrictamente escolares, contar con otroelemento <strong>de</strong> v<strong>al</strong>oración ante los ojos <strong>de</strong> sus pares, le permitía,aunque más no fuera en este terreno, contar con una herramienta <strong>de</strong>comunicación. Podía sentirse, aunque fuera mínimamente, prestigiado.En <strong>las</strong> horas <strong>de</strong> colegio en que no estaban <strong>de</strong>dicados estric-256Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268


R. ESPINOSA y M. KOREMBLITque el Yo se veía tentado a completar su “gest<strong>al</strong>t” y recurría arepresentaciones que sorteando la represión daban muestras <strong>de</strong> losretoños <strong>de</strong> lo reprimido, enriqueciéndolo. La economía <strong>de</strong> mercadoha preferido ofrecer medios que completen el Yo, a los que, capturadose vuelque con afán compulsivo.Ya <strong>de</strong> por sí en la adolescencia la imagen y el funcionamientosincrónico predominan por sobre la narración y la posibilidad <strong>de</strong>historización. 10 Las formas <strong>de</strong> intercambio <strong>de</strong> bienes <strong>de</strong> la culturaactu<strong>al</strong> parecen querer aprovechar esta característica adolescente sinreparos ni límites.De todas formas, como an<strong>al</strong>istas clínicos no po<strong>de</strong>mos prescindir<strong>de</strong> <strong>las</strong> formas soci<strong>al</strong>es que organizan la fantasmática <strong>de</strong> nuestrospacientes hoy. Al mismo tiempo, si bien la cultura ya no ofreceaquellos juguetes abiertos a que la fantasía los complete, la prácticamuestra que en gener<strong>al</strong> el aparato psíquico no se entrega <strong>de</strong>finitivamentea la pasividad ficcion<strong>al</strong>. Ahondando en el trabajo clínico,encontramos, junto a formas <strong>de</strong> pasividad y aislamiento, usos <strong>de</strong>soci<strong>al</strong>ización y creatividad.Los juegos <strong>de</strong> Internet <strong>de</strong>sarrollan un tipo <strong>de</strong> funcionamiento enel que predomina la acción y que obliga a que el adolescente estéatentamente conectado con predominio <strong>de</strong> capacida<strong>de</strong>s pragmáticaspor sobre el <strong>de</strong>spliegue fantasmático. De todas formas, <strong>al</strong> juegolo ro<strong>de</strong>an otras activida<strong>de</strong>s en <strong>las</strong> que el <strong>de</strong>spliegue narrativoencuentra su lugar. Muchos juegos van reuniendo a sus seguidoresen distintos foros (y en espacios re<strong>al</strong>es como los cibers), en los quejunto con todo tipo <strong>de</strong> comentarios sobre “el jueguito” que losfascina, van intercambiando experiencias y generando vínculos.Nos interesa cuándo el uso <strong>de</strong> Internet está <strong>al</strong> servicio <strong>de</strong>l enriquecimientosimbólico, cuándo resulta un mero automatismo repetitivo,y cuándo no se ven los cambios esperables en relación <strong>al</strong> jugar,<strong>al</strong> establecimiento <strong>de</strong> una nueva relación <strong>de</strong>l sujeto consigo mismoy con su grupo <strong>de</strong> pares.Son muchas <strong>las</strong> activida<strong>de</strong>s que se <strong>de</strong>spliegan hoy en día a través<strong>de</strong> Internet. Dentro <strong>de</strong> el<strong>las</strong>, a los efectos <strong>de</strong> circunscribir losdisparadores <strong>de</strong> nuestra reflexión, repasamos fundament<strong>al</strong>mentelos juegos (en soledad o en competencia con otros usuarios), y <strong>las</strong>10“…Su tiempo no será el <strong>de</strong>sarrollo diacrónico <strong>de</strong>l relato, en el cu<strong>al</strong> un significante remite a lossiguientes o a los anteriores, sino el <strong>de</strong>spliegue sincrónico <strong>de</strong> la imagen, instantánea, fugaz, y poreso mismo inestable; <strong>de</strong>splegada no ya en el tiempo, sino en el espacio…” (Leivi, M. 1995).258Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268


ADOLESCENCIA Y TECNOCULTURA...distintas formas <strong>de</strong> comunicación a través <strong>de</strong> texto, sin la intermediación<strong>de</strong> un juego preestablecido.Intentamos el camino <strong>de</strong> encontrar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la metapsicologíaadolescente, herramientas para establecer <strong>al</strong>gún tipo <strong>de</strong> discriminaciónconceptu<strong>al</strong>. Para esto nos apoyamos en autores que han estudiadotanto el fenómeno adolescente como el juego <strong>de</strong>s<strong>de</strong> distintasperspectivas teóricas.Algunos autores en un intento <strong>de</strong> sistematizar <strong>al</strong>go <strong>de</strong> la problemáticaadolescente <strong>de</strong>sarrollaron, específicamente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la adolescenciamedia, precursores, mediadores a los que <strong>de</strong>nominan“transacciones”, que ayudan a regular el acercamiento <strong>de</strong>l Yo haciael objeto amortiguando el efecto que provocan los primeros contactoscon otro sexuado (Quiroga, S., 1998). Fueron <strong>de</strong>scriptos en la erapre-Internet. Citan una serie <strong>de</strong> ejemplos como el diario íntimo y laagenda. Internet probablemente tenga acá un lugar en tanto vehiculizanuevas formas <strong>de</strong> acercamiento hacia el objeto.En D. Winnicott encontramos en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> espacio transicion<strong>al</strong>, unconcepto útil en tanto espacio en el que el juego se <strong>de</strong>spliega a mitad<strong>de</strong> camino entre el objeto subjetivo y el objeto objetivo, entre lare<strong>al</strong>idad creada por él y la exterior que no maneja. Espacio que se irátransformando, en tanto gradu<strong>al</strong>mente, se van imponiendo los fenómenos<strong>de</strong> <strong>de</strong>silusión. Si en este proceso el objeto no pudiera ser abandonado,llevaría a fenómenos <strong>de</strong> fetichización, que darían por resultadouna actitud rígida y repetitiva en el mismo jugar. El espacio virtu<strong>al</strong>pue<strong>de</strong> cumplir por momentos una función semejante. 11El proceso <strong>de</strong> remo<strong>de</strong>lamiento psíquico que la adolescenciasupone no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollarse sin el contacto con otros semejantes.Los conflictos intrapsíquicos en su dinámica <strong>de</strong> proyección-introyección<strong>de</strong>terminan distintas y cambiantes vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntifi-11Algunos autores cuestionan el intento <strong>de</strong> asociar este tipo <strong>de</strong> juego <strong>al</strong> concepto <strong>de</strong> espaciotransicion<strong>al</strong>, en tanto habría <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong> re<strong>al</strong>idad externa, un “…plus <strong>de</strong> re<strong>al</strong>idad con muchasolución <strong>de</strong> problemas prácticos, lógicos, mucho <strong>de</strong> pura pulsión escópica y poco <strong>de</strong> creaciónpoética, <strong>de</strong> re<strong>al</strong>idad interna, <strong>de</strong> fantasía...”. Des<strong>de</strong> esta perspectiva no lo consi<strong>de</strong>ran un“verda<strong>de</strong>ro juego” (Waserman, M. 2007).Nuestra experiencia nos va indicando que <strong>las</strong> propias condiciones <strong>de</strong>l juego son muchas vecesmodificadas por el propio usuario. S<strong>al</strong>vo en aquellos casos en los que el jugar se hatransformado en un fracasado intento <strong>de</strong> organización, encontramos que los usuarios cuentancon la posibilidad <strong>de</strong> librarse <strong>de</strong> lo más estereotipado <strong>de</strong>l programa que se les ofrece, y enmuchas oportunida<strong>de</strong>s aprovechan la ocasión y s<strong>al</strong>en <strong>de</strong> la mera repetición, dando lugar a unmargen <strong>de</strong> creatividad y origin<strong>al</strong>idad propias.Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268259


ADOLESCENCIA Y TECNOCULTURA...objeto intermedio. En un momento <strong>de</strong> transición, aún antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r“tocarse” (conectarse) en el ciberespacio, el juego permite que losjóvenes se acerquen para, recién <strong>de</strong>spués, intercambien en un foro oen el Messenger. A través <strong>de</strong> estas primeras activida<strong>de</strong>s van estableciendovínculos hasta po<strong>de</strong>r llevar a cabo una experiencia <strong>de</strong> mayorintercambio en el afuera.Sus i<strong>de</strong>ntificaciones con ciertos personajes van oscilando, cambian,se van enriqueciendo, hasta terminar abandonándolos <strong>de</strong> maneranatur<strong>al</strong>. Mantendrán luego un recuerdo <strong>de</strong> <strong>al</strong>go que, en el mejor <strong>de</strong>los casos, los acompañó hacia una mejor inserción con sus pares.Por otro lado, encontramos jóvenes en los que el uso <strong>de</strong> los juegosen Internet se va transformando en un fin en sí mismo. En eladolescente aislado, la predominancia <strong>de</strong> un aspecto omnipotente <strong>de</strong>su estructura narcisista no les permite hacer una verda<strong>de</strong>ra experienciaen el intercambio con otros. Se eternizan en un único tipo <strong>de</strong> juegoque repiten <strong>de</strong> manera casi automática, y <strong>al</strong> que utilizan sólo paraconfirmar sus propias fantasías grandiosas. En la medida en que esteestado avanza, van quedando solos y <strong>de</strong>cepcionados.POSIBLES DESENCUENTROS GENERACIONALESLa magnitud <strong>de</strong>l progreso tecnológico y la velocidad con que losmismos propician cambios imprime a esta época un s<strong>al</strong>to <strong>de</strong> unaintensidad muy particular. Estamos atravesados por una época en laque <strong>de</strong>bemos asumir, nos guste o no, que Internet ya se ha inst<strong>al</strong>adoen la sociedad y ha llegado para quedarse. 12Este tiempo hace necesario incorporar la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un cambiocultur<strong>al</strong> que nos lleva a ser inmigrantes <strong>de</strong> la época en que vivimos,mientras nuestros pacientes y hasta nuestros propios hijos son losverda<strong>de</strong>ramente nativos. Incluye una dimensión para la que noestábamos preparados y que <strong>de</strong>termina importantes consecuenciaspsicológicas en nuestros vínculos cotidianos, en nuestro trabajo, connuestros colegas y con nuestra familia. Po<strong>de</strong>mos suponer tambiéncambios en la forma <strong>de</strong> producción <strong>de</strong> la subjetividad adolescente.La organización <strong>de</strong> tiempos y espacios con la que los padres12Sergio B<strong>al</strong>ardini subraya cómo <strong>las</strong> innovaciones tecnológicas han traído cambios “omnipresentes,radic<strong>al</strong>es por su intensidad, vertiginosos por el escaso tiempo en que se produjeron, eirreversibles”. (B<strong>al</strong>ardini, 1999)Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268261


R. ESPINOSA y M. KOREMBLITfueron educados, con pautas <strong>de</strong> hábitos y ciertos primeros vínculosfuera <strong>de</strong>l hogar, en el caso <strong>de</strong> sus hijos, hoy no resulta. 13 Hancambiado <strong>las</strong> coor<strong>de</strong>nadas espacio tempor<strong>al</strong>es y la posesión <strong>de</strong>lsaber. Antes los padres se sentían autorizados por un cierto saberrecibido. Podían intentar dominar el espacio y el tiempo <strong>de</strong> loshábitos <strong>de</strong> sus hijos. En la actu<strong>al</strong>idad aunque un joven esté en sucuarto no está solo si “está conectado”. Pue<strong>de</strong> estar en su cuarto y“estar” a miles <strong>de</strong> kilómetros, en contacto con un chico o una chica<strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l mundo. Ya no se trata <strong>de</strong> ecuaciones espaciotempor<strong>al</strong>esbasadas en la contigüidad. Los padres antes, no permitíanque sus hijos fueran a <strong>al</strong>gunos lugares para que “no se juntaran conm<strong>al</strong>as compañías”. Hoy son los tiempos <strong>de</strong> la simultaneidad. Paravincularse basta que <strong>al</strong>guien esté conectado <strong>al</strong> mismo tiempo, noimporta dón<strong>de</strong> esté.Las rápidas transformaciones <strong>de</strong> <strong>las</strong> referencias espacio tempor<strong>al</strong>eshacen que los adultos se encuentren también lejos <strong>de</strong> sus propiosmayores “internos”. ¿A qué “echar mano” cuando ya no se trata <strong>de</strong>mandar a un hijo a un <strong>de</strong>terminado espacio soci<strong>al</strong> para garantizar lospares con los que se le permitirá trabar contacto?Se trata entonces <strong>de</strong> una problemática generacion<strong>al</strong> que noscompromete como an<strong>al</strong>istas: la orientación a padres, el <strong>de</strong>sconcierto<strong>de</strong> nuestros pacientes adultos, en <strong>de</strong>finitiva nuestra propia inserción.Todo nuestro momento cultur<strong>al</strong>, implica un <strong>de</strong>safío. La velocidad <strong>de</strong>los cambios hace nativos a quienes, muchas veces no cuentan conpadres que los acompañen; y a los adultos, inmigrantes par<strong>al</strong>izados,ante un mundo que les genera angustia <strong>de</strong> exclusión.Un aspecto relevante, y preocupante para los padres, es que lainformación circula libremente por Internet; los padres observan asísorprendidos un mundo que no <strong>al</strong>canzan a compren<strong>de</strong>r 14 y mucho13“El futuro ya no existe. Nuestros abuelos tenían una noción <strong>de</strong>l presente y <strong>de</strong>l futuro, con unpresente quieto para po<strong>de</strong>r pensar” (William Gibson, a quien se lo <strong>de</strong>nomina padre <strong>de</strong>lciberpunk).14Mario Margulis dice que <strong>las</strong> sub-<strong>culturas</strong> a <strong>las</strong> que no pertenecemos, nos plantean una“otredad” a pesar <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s códigos compartidos. Así estaríamos excluidos <strong>de</strong> esteambiente sub-cultur<strong>al</strong> en lo que atañe a sus signos particulares, sus percepciones y sus prácticas.Este autor <strong>de</strong>finen “otredad” <strong>al</strong> <strong>de</strong>sencuentro entre generaciones y <strong>de</strong>stacan que en tanto losadultos no somos nativos <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> la noche <strong>de</strong> hoy, somos nativos <strong>de</strong> otra cultura, y éstase nos presenta opaca. Destacan la importancia <strong>de</strong> aceptar ese hecho cultur<strong>al</strong>, es <strong>de</strong>cir, “lapresencia <strong>de</strong> otro cercano cuyos códigos no compren<strong>de</strong>mos” (Margulis, 2005). Así planteadoel objetivo pasará entonces por ver la manera <strong>de</strong> conversar con los nativos, o sea, “reconocer262Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268


ADOLESCENCIA Y TECNOCULTURA...menos controlar. Otras veces sintiéndose excluidos se asoman curiosos,a la manera <strong>de</strong> una escena primaria invertida, para averiguar enqué mundo están sus hijos. 15Sin embargo a los jóvenes, Internet les ofrece la posibilidadinapreciable <strong>de</strong> encontrarse con pares (e impares) en diversoslugares <strong>de</strong>l mundo. “Los Chat” por <strong>de</strong>finición son un fenómeno“multicultur<strong>al</strong> e internacion<strong>al</strong>” que les permite encontrarse conaquellos con quienes comparten intereses y estrechar vínculos conigu<strong>al</strong>es que no siempre pue<strong>de</strong>n h<strong>al</strong>lar en su territori<strong>al</strong>idad loc<strong>al</strong>(B<strong>al</strong>ardini, 2004). 16CONCLUSIONESEl mundo <strong>de</strong> los jóvenes se nos presenta, por momentos, tan ajenoque impi<strong>de</strong> el intercambio. Estos fenómenos no son actu<strong>al</strong>es –ya enla década <strong>de</strong>l 50 sociólogos americanos <strong>de</strong>scribían a los teenagers ya sus modos <strong>de</strong> expresión como viviendo “en un mundo aparte”–,pero hoy tienen una cu<strong>al</strong>idad distinta y novedosa: utilizan la tecnologíacomo forma <strong>de</strong> comunicación, los cibercafés como lugares <strong>de</strong>encuentro y nuevos lenguajes como forma <strong>de</strong> expresión. 17Muchos adultos extrañan el lugar que los mayores creyerontener en otras épocas y no atinan a encontrar otros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong>participar en la escena familiar, que es en última instancia, y sobresu otredad” (Clifford Geertz, 1990), admitir su existencia y legitimidad, su sistema <strong>de</strong>percepción y comunicación.15Carlos Moguillansky en relación a la posición <strong>de</strong>l sujeto en la escena primaria, y basándoseen conceptos <strong>de</strong> Benito López, diferencia espacio <strong>de</strong> intimidad <strong>de</strong> área <strong>de</strong> reserva. En esta última“…predomina un juego <strong>de</strong> exhibiciones y escondidas con intención <strong>de</strong> convocar a un terceroy <strong>de</strong>splegar así una permutación <strong>de</strong> los términos <strong>de</strong> la escena primaria…” (C. Moguillanky,1995).16En relación <strong>al</strong> aumento <strong>de</strong> la brecha generacion<strong>al</strong>, <strong>estudio</strong>s <strong>de</strong> USA, muestran la existencia<strong>de</strong> un aumento en la brecha generacion<strong>al</strong> entre <strong>al</strong>umnos y profesores: por primera vez en lahistoria la nueva generación está mejor capacitada para utilizar la tecnología que sus padres.Lo importante ya no será pertenecer a una u otra categoría soci<strong>al</strong>, raci<strong>al</strong> o económica, sino a la“generación a<strong>de</strong>cuada”.Los ricos serían los jóvenes y los <strong>de</strong>sposeídos los viejos. Los hijos hoy enseñan a sus padresquienes serían “inmigrantes tempor<strong>al</strong>es” (Nicho<strong>las</strong> Negroponte, 1995).17B<strong>al</strong>ardini <strong>de</strong>fine una nueva c<strong>las</strong>e <strong>de</strong> especie urbana a la que llama “Ciberchabones”, que seríanuna mezcla <strong>de</strong> counterstrike con aires <strong>de</strong> cumbia, o el rockerito que enfada a sus vecinoshaciendo barra en la puerta <strong>de</strong>l ciberloc<strong>al</strong>.Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268263


R. ESPINOSA y M. KOREMBLITtodo a partir <strong>de</strong> la adolescencia <strong>de</strong> los hijos, a la vez, escena soci<strong>al</strong>. 18Distintas situaciones pue<strong>de</strong>n frecuentemente llevar a que el <strong>de</strong>sencuentropueda pronunciarse. Los jóvenes discurren entonces por laomnipotencia propia <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sarrollo, <strong>de</strong>fensiva, potenciado en<strong>al</strong>gunos casos por la sensación <strong>de</strong> que son los únicos que conocen unmundo que sorpren<strong>de</strong> a los adultos.Los adultos en este movimiento, si se <strong>de</strong>jan llevar por estossupuestos, corren el riesgo <strong>de</strong> terminar <strong>de</strong>jando a los jóvenes solosante <strong>las</strong> dificulta<strong>de</strong>s que ofrece la estructura soci<strong>al</strong> a la posibilidad <strong>de</strong>integración.Las diferencias generacion<strong>al</strong>es han tomado un tono <strong>de</strong>sconocidoque recién estamos explorando. Factores <strong>de</strong> gran complejidad seterminan reflejando en la relación con Internet. Cada generación, enrelación a la tecnología, ha quedado <strong>al</strong>ojada en mundos distintos. Lasociedad ya no consi<strong>de</strong>ra que el saber habita en la experiencia <strong>de</strong> losadultos. Se supone que los jóvenes y a veces hasta los más chicos sonlos que entien<strong>de</strong>n, aunque el mundo actu<strong>al</strong> los esté abrumando y nose <strong>de</strong>n cuenta.Para <strong>al</strong>gunos padres el universo <strong>de</strong> sus hijos hoy, les genera tantaextrañeza que, en vez <strong>de</strong> acercarse, pue<strong>de</strong>n acentuar la distancia. Eladolescente que cuestiona a sus padres sólo se muestra autónomo.Lejos <strong>de</strong> serlo necesita la presencia adulta que lo acompañe, que esté<strong>al</strong>lí, mientras intenta que su omnipotencia infantil <strong>de</strong>fensiva <strong>de</strong>spués<strong>de</strong> dar una dura bat<strong>al</strong>la, se organice <strong>al</strong>re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> un proyecto i<strong>de</strong>ntificatorioque guar<strong>de</strong> <strong>al</strong>guna posibilidad <strong>de</strong> resonancia con el mundo y laépoca que lo ro<strong>de</strong>a. Pasadas <strong>las</strong> épocas en que <strong>las</strong> religiones cumplíanuna función mediadora, <strong>las</strong> generaciones en relación, hoy en día, tienenpor <strong>de</strong>lante el difícil <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> construir un idioma que facilite unatraducción existenci<strong>al</strong> en el que ambas enfrentan enigmas.Lo esenci<strong>al</strong> y lo transitorio toman caminos significantes aún másdifíciles <strong>de</strong> <strong>de</strong>sentrañar en épocas <strong>de</strong> cambios tan veloces como éstas.Muchas familias, más <strong>al</strong>lá <strong>de</strong> <strong>las</strong> diferencias trazadas por los cambiostecnológicos, cuentan con vínculos en lo soci<strong>al</strong> <strong>de</strong> fuerte implicaciónafectiva, que permiten un puente intergeneracion<strong>al</strong> que a otrasfamilias les resulta más difícil construir.18Peter Blos ya <strong>de</strong>cía en 1969: “…la creación <strong>de</strong> un conflicto entre <strong>las</strong> generaciones y suposterior resolución es la tarea normativa <strong>de</strong> la adolescencia. Su importancia para la continuidadcultur<strong>al</strong> es evi<strong>de</strong>nte. Sin este conflicto no habría reestructuración psíquica adolescente…”(Blos, 1969).264Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268


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R. ESPINOSA y M. KOREMBLITRodolfo EspinosaAráoz 2976, 1ºC1425DGV, Capit<strong>al</strong> Fe<strong>de</strong>r<strong>al</strong>ArgentinaMarcos KoremblitSc<strong>al</strong>abrini Ortíz 2368, 10º “F”C1425DBR, Capit<strong>al</strong> Fe<strong>de</strong>r<strong>al</strong>Argentina268Psicoanálisis - Vol. XXX - Nº 2/3 - 2008 - pp. 247-268

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