¡UN LLAMADO A LA REMEDIACIÓN!

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PRESENTACIÓNLa minería y el petróleo son parte de la historia del país. En el primer caso, el oro y la plataacompañaron el desarrollo de las culturas pre-hispánicas. Lo mismo ocurre con la brea –elcopé, como fue entonces llamado-. Además, el primer pozo petrolero perforado en nuestropaís data de mediados del siglo XIX. Por dicha razón, las huellas de estas actividades estánpresentes en todo nuestro territorio. Son los pasivos ambientales. Áreas afectadas por antiguasoperaciones mineras o hidrocarburíferas que no fueron remediadas.Esto no fue casual. Ni solo pasó en nuestro país. Por mucho tiempo, las actividades extractivasno contaban con instrumentos que buscaran prevenir y –de ser necesario– reparar los dañosambientales que produjeran. Detrás de ello, descansa una visión ciega ante nuestrasresponsabilidades con la Tierra. “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios ydominadores, autorizados a expoliarla”, sostiene acertadamente el Papa Francisco en su recienteEncíclica Laudato Si’ –sobre el cuidado de la casa común–. “No somos Dios. La tierra nos precede ynos ha sido dada”, añade.Sin embargo, hoy la situación es diferente. Vivimos un momento de mayor concienciaambiental –aunque aún imperfecta e insuficiente–. “Hoy creyentes y no creyentes estamos deacuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos”,afirma y “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que estáncreciendo?”, se pregunta el Sumo Pontífice.Son innegables los beneficios que generan las actividades extractivas realizadas en formasostenible. Pero, cuando estas son realizadas sin respetar las normas, ni los mínimos cuidados,contaminando y afectando a las personas, se convierten en actividades dañinas, lesivas eintolerables. No es este el tipo de industria extractiva que queremos los peruanos y peruanas.Por dicha razón, las regulaciones ambientales actuales tienen por objetivo evitar la generaciónde nuevos pasivos ambientales.No obstante, la deuda del pasado sigue presente. Los 8 616 pasivos ambientales producto de laactividad minera y los 6 065 pozos mal abandonados de los 8 944 de los que Perupetro S.A.daba cuenta en el año 2002 nos muestran que tenemos una gran deuda. Una que está a cargode los directamente responsables de generar dichos pasivos, pero también del Estado, que nopudo hacer cumplir la ley o, peor aún, que no puso las reglas de juego necesarias en sumomento.Sin duda, se han cometido errores. Actividades mineras e hidrocarburíferas abandonadas sinlos cuidados necesarios, afectando al ambiente, la propiedad, la salud. Las cifras sonalarmantes, el insignificante número de pasivos remediados también.¿Qué hay que hacer? Honrar la deuda con el ambiente que nos acoge. Que es, a la vez, unadeuda con las actuales y futuras generaciones. Es un imperativo moral y legal remediar lodañado y mitigar los impactos. Para ello, se requiere una atención prioritaria por parte delEstado y de los responsables. Por este motivo, el informe que presentamos a continuaciónbusca evaluar esta importante labor y contiene un balance de los avances y pendientes en lagestión estatal frente a los pasivos ambientales mineros e hidrocarburíferos.¿El propósito? El fin último de la Defensoría del Pueblo es siempre el mismo: defender losderechos de las personas. Para ello, busca contribuir con la gestión estatal, en el marco de su6
¡Un llamado a la remediación!Avances y pendientes en la gestión estatal frente a los pasivos ambientales mineros e hidrocarburíferosmandato constitucional, siendo un colaborador crítico a través de los hallazgos yrecomendaciones que este informe formula. Este es un llamado a favor de la remediaciónambiental. El país no puede esperar más.Eduardo Vega LunaDefensor del Pueblo (e)7
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