revolutionary road

Tricolores 2, Albiazules 0…
CONFUSIÓN y DIVISIONISMO AZUL
Y mientras el bando tricolor ya anotó dos
goles: Uno con el proceso abierto a la selección
y el segundo con el lanzamiento de
la convocatoria, en el PAN están más confundidos
y divididos que
la defensa de los Tigres.
A pesar de que desde
noviembre el Consejo
Político del PAN de Nuevo
León envió al CEN
panista que su elección
sería de manera ordinaria –es decir entre
militantes y adherentes– todavía es fecha
que no les autorizan ese método.
Lo peor no es que no sólo no les han autorizado
el proceso, sino que desde Los Pinos
–con la intromisión del Presidente Felipe
Calderón, el Secretario de Gobernación
Fernando Gómez Montt y figuras como Patricia
Flores y Juan Ignacio Zavala– se han
Elección abierta
y lanzamiento de
convocatoria: 2 puntos
para el revolucionario
empeñado en que sea un candidato por
designación.
Esta situación ha provocado una seria
división, por lo que Adalberto Madero y
Fernando Margáin han cuestionado públicamente
que se pretenda
imponer candidato.
Y si a eso le agregan la
intención de una alianza
político-electoral del PAN
con el PANAL de Elba
Esther Gordillo, que también
ha provocado divisiones entre los panistas,
pues la verdad es que las cosas no
pintan nada bien.
Mucho tendrán que hacer los albiazules
para por lo pronto tratar de empatar el marcador,
antes de que se les acabe el tiempo,
que los priístas sigan metiéndoles goles, y
esto no sea la crónica de una derrota anunciada.
(www.noticiasalaire.com)
EDITORIALES
N° 24 / 2 - 8 de Febrero 2009
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La sublimación del odio
Eloy Garza/Especial
Lo dijo el filósofo: “Hay el odio al otro y el
odio a la invisibilidad del otro”. Este segundo
odio se refiere al judío, pero también
pudiera dirigirse a todo aquel que
no es como nosotros políticamente, pero
cuya diferencia es una invisibilidad.
¿Ejemplos? Priistas y panistas, Tigres
y Rayados, elizondistas y maderistas
representan para nosotros una especie
de invisibilidad porque los encontramos
a todos iguales y no entendemos
en profundidad sus querellas,
sus pugnas en la cancha deportiva
o en la liza electoral. Tan invisibles
nos son que no los odiamos, pero
ellos sí se odian entre sí quizá
también porque la diferencia es
invisible, sutil, interior o quizá inventada.
Pero ese odio no se manifiesta
por gruesas diferencias sino que
es más odio cuando no hay diferencia
alguna porque el otro está
en mí y yo estoy en él. Todo odio
es odio entre hermanos y por eso
no se comprende bien la actitud de
los católicos de cierta iglesia de la
Colonia del Valle en contra de los
evangélicos, cuando la doctrina
de la hermandad está en la base
misma del cristianismo.
El judío despierta odio entre
nacionalistas y racistas precisamente
porque hay una
diferencia que muchas veces
no se ve, o sea que no
hay ninguna diferencia, o
es como si no la hubiera para todo efecto
práctico.
El odio parece que es necesario porque
supone la afirmación del yo. Nadie tiene
el yo suficientemente instalado en la persona,
y esa instalación sólo se consigue,
paradójicamente o falsamente, rechazando
al otro.
El odio derribó las Torres de Manhattan
por su visibilidad escandalosa. Pero
también se odia la invisibilidad. El odio en
Nuevo León se da mucho entre nuevoleoneses.
Nos supervaloramos y nos
odiamos alternativamente porque todavía
no hemos encontrado la síntesis de nuestra
personalidad y preferimos polarizar
nuestras posturas. Resulta a la larga más
cómodo.
Creemos estar habitados de indígenas y
españoles, y cuando esa pluralidad se
seculariza es cuando aparecen los
pequeños tribalismos norteños que
ahora van de pugna entre los hinchas
de Tigres y Los Rayados, entre los de
la Risca y los de la Campana, entre
los panistas y los priistas, entre guerristas
y medinistas.
Sartre nos enseñó a desdeñar el yo,
el patriotismo, el nacionalismo, el racismo
y toda clase de reclutamientos
morales o intelectuales. Así consiguió
el filósofo vivir en paz con un yo que
no amaba ni odiaba. Pero entre nuevoleoneses
no leemos a Sartre. Es
más: casi no leemos nada.
Además eso era en el siglo XX y
ahora estamos en el XXI, que va a
ser una ramificación de odios entre
vecinos visibles e invisibles. Por eso
a muchos no nos gustan las elecciones
ni las cruentas campañas
políticas estatales, por mucha
condena a la guerra sucia (que
la habrá a granel), nos guste o
no a quienes vamos de pacifistas.
(eloygarza@yahoo.com)
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