20 ADITIVOS que debe evitar

u Los Dossiers de Salud, Nutrición y Bienestar • ADITIVOS • Septiembre 2015 t
¿Qué dicen los estudios en el ser humano?
En 1996 5 , y más tarde en 1997 (en niños), el Dr. John Olney, investigador de la Universidad de Washington,
publica un estudio que sugiere que la incidencia de tumores cerebrales en los Estados Unidos
ha aumentado de forma paralela al consumo de aspartamo. Según Olney, los datos disponibles para el
periodo comprendido entre 1975 y 1992 revelan que los tumores cerebrales han aumentado notablemente
en los Estados Unidos desde 1985, es decir, cuatro años después de que el aspartamo obtuviese la
luz verde de la FDA.
Sin embargo, el análisis de Olney se basa en datos incompletos. No tiene en cuenta, por ejemplo, las estadísticas
disponibles sobre los años 1973 y 1974, que demostrarían que los tumores cerebrales muestran
un aumento desde 1973 (es decir, ocho años antes de la introducción del aspartamo). Asimismo, análisis
posteriores demuestran que los tumores disminuyeron en un 6,6% entre 1992 y 1996, periodo en el que
el aspartamo ya se consumía ampliamente. Por añadidura, el aumento del número de tumores cerebrales
se refiere, sobre todo, a los mayores de 65 años, un grupo de edad con menor índice de consumo de
aspartamo.
En Francia, la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos (la Afssa, rebautizada como
Anses) analizó los datos de incidencia y de mortalidad relacionados con los cánceres cerebrales. Los datos
incluidos en los registros de cánceres (1980-1997) apuntan a que, en Francia, la comercialización de este
aditivo alimentario no va acompañado de un aumento de la incidencia de tumores cerebrales, ni de una
mayor mortalidad relacionada con esta patología en la población en general.
En 1997 se realiza un estudio de casos y controles en el que no se logra establecer ninguna relación entre
el consumo de aspartamo y el riesgo de cáncer cerebral en niños. En 2001 tampoco pudo constatarse la
relación entre el consumo de refrescos con aspartamo durante el embarazo y el riesgo de cáncer infantil
y lo mismo sucede en 2005, año en el que se lleva a cabo un estudio sobre el consumo de aspartamo en
mujeres embarazadas.
¿Podría el aspartamo favorecer otros tipos de cáncer? En 1986, un pequeño estudio norteamericano concluye
que el aspartamo no guarda relación con el riesgo de cáncer de riñón, conclusión que sería refutada
dos años más tarde por otro estudio, también norteamericano.
Otro estudio (en este caso danés) realizado en 1990 tampoco logra establecer la relación entre el consumo
de aspartamo y el riesgo de cáncer de mama.
En 2005, para responder a los resultados de los estudios italianos realizados en ratas, la industria del
aspartamo encarga un estudio sobre la incidencia de casos de linfoma y leucemia relacionados con el
consumo de aspartamo en Estados Unidos entre 1973 y 2002. Para ello, los investigadores utilizaron el
programa SEER (programa de Supervisión, Epidemiología y Resultados Finales) del Instituto Nacional
del Cáncer estadounidense. Llegarían a la conclusión de que no existe ningún paralelismo convincente
entre las curvas de incidencia de dichos cánceres y el consumo de aspartamo. Para explicar la progresión
en el número de linfomas desde la década de 1970, varios estudios deciden subir a la palestra la exposición
a los pesticidas.
En 2006, investigadores del Instituto Nacional del Cáncer estadounidense publican los resultados de un
estudio realizado en 340.045 hombres y 226.945 mujeres de entre 50 y 69 años. Resultados: no se observa
ninguna relación entre el consumo de aspartamo y el riesgo de linfoma, leucemia o tumor cerebral.
En 2007, un equipo de epidemiólogos italianos analiza los resultados de los estudios de casos y controles
(estudios epidemiológicos de calidad mediocre) emprendidos en Italia para encontrar una relación entre
el consumo de edulcorantes y el riesgo de cáncer. Los investigadores concluyen que, en términos globales,
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Olney JW, Farber NB, Spitznagel E, Robins LN. Increasing brain tumor rates: is there a link to aspartame? J Neuropath Experimental Neurol 1996; 56(1): 1115-
1123.
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