II
Reporte_Mexicano_grupo2
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GRUPO <strong>II</strong> IMPACTOS, VULNERABILIDAD Y ADAPTACIÓN<br />
CAPÍTULO 2. AGUAS CONTINENTALES<br />
Cole et ál. (2007) ponen en evidencia el papel de las aguas continentales como componentes activos del ciclo global de carbono.<br />
Su importancia radica en que pueden presentar una productividad primaria comparativamente elevada con la de otros<br />
ecosistemas, además de ser el “conducto o vía” para el transporte del carbono terrestre procedente de la cuenca, ya sea hacia los<br />
sedimentos, hacia la atmósfera o bien hacia otros sistemas acuáticos.<br />
En los ambientes acuáticos, los productores primarios son los encargados de incorporar el carbono inorgánico de la atmósfera<br />
(CO 2<br />
) y convertirlo en carbono orgánico. Posteriormente, los productores primarios (principalmente fitoplancton fotosintético<br />
en la columna de agua) pueden agregarse y hundirse, o ser consumidos por productores secundarios (heterótrofos, transfiriendo<br />
así una parte de este carbono al resto de la red trófica. Otra parte es oxidada y retorna eventualmente a la atmósfera. Estudios<br />
realizados con trampas de sedimento, tanto en aguas marinas como continentales, revelan que solo entre 1 y 35 % del carbono<br />
orgánico que se sintetiza en la zona fótica (iluminada) de la columna de agua llega a los sedimentos del fondo (Bloesch y Uehlinger,<br />
1990; Eadie et ál., 1984).<br />
La exportación del carbono orgánico particulado (COP) hacia los sedimentos depende principalmente del tamaño de la<br />
partícula. Cuando la talla dominante es la pequeña (< 2 ó 5 μm, dependiendo del autor), las rutas principales que seguirá el<br />
fitoplancton serán su reciclamiento en las capas superficiales y su inclusión en las cadenas alimenticias dentro de las redes tróficas.<br />
Cuando la dominante es la talla grande, la ruta que seguirá será el hundimiento de las células no consumidas (Legendre,<br />
1999). En este sentido, los florecimientos de fitoplancton tienen un papel importante en la exportación del carbono orgánico<br />
particulado (COP), ya que al ser tanta la biomasa, ésta no puede ser consumida y/o remineralizada en su totalidad, por lo cual<br />
se sedimenta en su mayoría hacia el fondo de los cuerpos acuáticos (Pesant et ál., 1998); de esta manera, el COP puede quedar<br />
“secuestrado” en los sedimentos por un periodo largo de tiempo (> 100 años), lo cual quiere decir que el carbono, en un principio<br />
atmosférico, está siendo retirado y almacenado a través de procesos físicos o biológicos, es decir, eliminado de la atmósfera y del<br />
agua para permanecer en los sedimentos.<br />
Cole, Caraco, Kling y. Kratz (1994) mencionan estudios que muestran, por un lado, que los lagos árticos son fuentes de CO 2<br />
a la atmósfera como resultado de la gran cantidad de materia orgánica presente en la tundra; pero, por otro lado, se ha encontrado<br />
que otros lagos, en este caso boreales y templados, son sumideros netos de carbono. Por lo anterior, los mismos autores<br />
analizaron 1,835 lagos boreales, templados y tropicales -estos últimos poco representados por escasez de información-, encontrando<br />
que el 87 % de las aguas superficiales estaban sobresaturados de CO 2<br />
, indicando que los lagos son más bien fuentes y no<br />
sumideros de carbono.<br />
Dada esta situación en otras regiones del planeta, a continuación se hace un análisis de la información existente sobre el<br />
tema que permita vislumbrar si los cuerpos acuáticos continentales mexicanos se pueden considerar predominantemente como<br />
fuentes o sumideros de carbono.<br />
4. Las aguas continentales como fuente de carbono<br />
En regiones de elevada actividad geológica, como ocurre en amplias zonas de México, las aguas continentales se ven afectadas<br />
por procesos influidos por el tectonismo y fenómenos asociados. Por ejemplo, los lagos volcánicos son fuente de emisiones de<br />
dióxido de carbono (CO 2<br />
), particularmente los de aguas ácidas. Pérez et ál. (2011) resaltan la importancia de revisar el proceso<br />
de descarga de CO 2<br />
a través del vulcanismo subaéreo. En México, los lagos volcánicos activos son casi inexistentes, por lo que<br />
su contribución en CO 2<br />
y consecuente efecto en el cambio climático es globalmente reducida. En este mismo estudio, Pérez et<br />
ál. (2011) reportan las emisiones de CO 2<br />
-en toneladas, t- del lago del volcán El Chichón con valores de 59.0 ± 2.5 a 164.0 ± 9.5 t<br />
CO 2<br />
día-1 lo que se refleja en de 724.82 a 1,484.54 t CO 2<br />
km- 2 día -1 . Por su parte, las mediciones realizadas para el mismo lago por<br />
Mazot y Taran (2009) indican un promedio de 164 ± 9.5 t CO 2<br />
día -1 que -para el total de la superficie del lago, que es de 138,000<br />
m2- representa aproximadamente 370 t CO 2<br />
día-1, valores comparables a las de otras áreas volcánicas y geotérmicas alrededor<br />
del mundo.<br />
Por su efecto invernadero más acusado, de mayor relevancia resulta la emisión de metano (CH 4<br />
) de los lagos y humedales<br />
mexicanos, en particular de aquellos contaminados y de mayor desarrollo trófico (hipereutrófico), caracterizados por acumular<br />
materia orgánica. Son pocos los estudios que evalúan las emisiones de CH 4<br />
en lagos, estanques y pantanos tropicales y subtropicales<br />
y aún menos los realizados en México. Particularmente, González-Valencia et ál. (2014) estimaron que el flujo global de<br />
metano de los lagos mexicanos es de aproximadamente (en teragramos, Tg, 1 x 1012 g) 1.3 ± 0.4 Tg CH 4 año -1 , en un intervalo<br />
diario de 5 a 5,000 mg CH 4<br />
día -1 . Estas cifras constituyen el 20 % y el 4.4 % del total nacional de emisiones de CH 4<br />
y gases de invernadero,<br />
respectivamente.<br />
Una cifra que resulta relevante es el factor de emisión procedente de las aguas residuales sin tratamiento que son vertidas<br />
a los lagos y que es (en kilogramos de metano por cada kilogramo de demanda bioquímica de oxígeno) de 0.19 kg CH 4<br />
kg -1<br />
DBO5, el cual es superior al calculado por el IPCC (González-Valencia et ál., 2014). Lo anterior implica que los grandes volúmenes<br />
de aguas residuales sin tratamiento que son liberadas en México resultan en emisiones de metano superiores a las estimadas<br />
previamente.<br />
Para lagunas costeras de Guerrero, Mendoza Mojica et ál. (2013) calcularon que Chautengo emite (en miligramos de metano<br />
por m 2 y día) 15.4 mg CH 4<br />
m-2 día -1 y 2,241.5 mg CO 2<br />
m -2 día -1 , mientras que en Tres Palos las emisiones son de 1,483.3 mg CH 4<br />
m -2 día -1 y 95 mg CO 2<br />
m -2 día-1. La diferencia tan grande parece derivar del mayor grado de eutrofización y contaminación con<br />
materia orgánica y nutrientes de Tres Palos.<br />
Por otro lado, en el embalse eutrófico de Valle de Bravo (Valdespino-Castillo et ál., 2014) se estimó la emisión de CO 2<br />
hacia la<br />
atmósfera en un ciclo anual, basándose en el balance fotosíntesis/respiración del sistema. Los resultados (3.4 mg CO 2<br />
m -2 día -1 )<br />
son muy similares al promedio de emisión de diferentes lagos del planeta (3.5 mg CO 2<br />
m -2 día -1 , St. Louis et ál., 2000). Sin embargo,<br />
ambos trabajos resaltan la falta de datos sobre sistemas tropicales. En este estudio, la disminución del nivel del embalse (por<br />
manipulación antrópica asociada con periodos de sequía) se relaciona con mayor mezcla, que intensifica la respiración durante<br />
el periodo “normalmente” estratificado, dando como resultado un balance heterotrófico neto, o bien, donde domina la respiración<br />
y, por ende, la emisión de carbono hacia la atmósfera. Lo anterior contrasta con lo encontrado por Balmer y Downing (2011),<br />
quienes mencionan que los lagos ricos en nutrientes, en particular los pequeños y ricos en oxígeno derivado de la producción<br />
primaria, pueden funcionar como sumideros netos de CO 2<br />
.<br />
5. Las aguas continentales como sumidero de carbono<br />
El promedio de captura de CH 4<br />
y de CO 2<br />
en la laguna de Chautengo, en el Pacífico Mexicano, es de 8.7 mg CH 4<br />
m -2 d -1 y 1001.7 mg<br />
CO 2<br />
m -2 d -1 , respectivamente; por otro lado, en la laguna de Tres Palos, Guerrero, los registros son de 127.7 mg CH 4<br />
m -2 d -1 y 1,475<br />
mg CO 2<br />
m -2 d -1 , correspondientemente (Mendoza Mojica et ál., 2013), es decir, presentan un comportamiento variable en cuanto<br />
a la emisión o captura de carbono.<br />
Por otro lado, son muy escasos los estudios que se han realizado en lagos mexicanos para medir el flujo de carbono particulado<br />
a los sedimentos, esto es, las tasas de exportación y potencial secuestro de carbono en aguas epicontinentales. El lago Alchichica<br />
es la excepción y ha permitido evaluar la magnitud de este fenómeno. Oseguera et ál. (2011) midieron flujos de carbono<br />
orgánico particulado (COP) en un intervalo de 65 a 451 mg m -2 d -1 (promedio 203 ± 93 mg m -2 d -1 ). Posteriormente, Oseguera et<br />
ál. (2013) reportan los flujos de COP a lo largo de tres ciclos anuales. El intervalo de estas mediciones es superior al registrado en<br />
el estudio pasado, con 116 a 621 mg m-2 d -1 (promedio 260 ± 125 mg m -2 d -1 ), lo que permite concluir que existen variaciones<br />
interanuales en el proceso de exportación de carbono orgánico particulado (COP) en el lago.<br />
Los valores registrados de los flujos de COP para el lago Alchichica resultan ser superiores a los reportados en otros lagos<br />
de condición trófica similar (oligotróficos) e incluso superior (mesotróficos) y lo asocian al predominio de fitoplancton de talla<br />
grande (> 35-50 μm). Adicionalmente, ambos trabajos (Oseguera et ál., 2011; Oseguera-Pérez et ál., 2013) mencionan que los<br />
flujos de COP varían estacionalmente. Los flujos más intensos se presentaron asociados al florecimiento invernal de diatomeas<br />
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