LAM revista

Para hacerlo se solicitaron todos los permisos
y se arrendó esa enorme porción de desierto,
porque sí, también tiene dueño. Lo mejor de
todo es que no había peligro de inundación
porque no tenía fuentes de agua cerca, es
más desde hacía dos años no se presentaba
ese inconveniente. Pero… ¡oh sorpresa! antes
de arrancar el rodaje la ranchería se inundó y
tuvieron que hacer diques de contención y
jarillones para correr la barrera natural del
agua.
La única opción del equipo de rodaje
era sacarle partido a cualquier
impase con el agua, el clima o el
viento, porque este era la zona
desértica más cercana a la ciudad
de Riohacha y con un equipo para una
producción tan grande no podían
rodar durante ocho semanas más
hacia la Alta Guajira donde contar
con agua para el consumo es un lujo.
Durante la primera semana de rodaje
tuvieron que afrontar tormentas de
arena, lo que hacía, por lo difícil, que
un día de rodaje fuera como un año,
sin embargo, ¿quién dijo miedo? en
lugar de creer que tenían a los
espíritus en contra, se convencieron de
que la naturaleza les estaba poniendo
a su servicio los mejores efectos
especiales. Es así como en las escenas
se percibe a una familia que vive en
medio de un desierto, donde solo hay
arena y donde nada germina.
Muñecos de nieve… no ¡de arena!
Si algo caracterizó la primera semana
de rodaje fueron las tormentas de
arena que a veces no permitían ni ver
lo que había a pocos metros. Como
igual había que protegerse del