24.12.2020 Views

OHMYDOG_UY_N#1

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

28

Columna

ISABEL DE ESTRADA

“Cuarentena maldita, cuarentena

bendita”

Y seguimos en esta eterna cuarentena que detuvo el ritmo

habitual del mundo y cambió costumbres, reglas, humores,

estados, espíritu y tanto más. Y se hizo el silencio en las

ciudades, los cielos, las calles y las rutas. Desaparecieron

las mil y una distracciones y el movimiento perpetuo.

Repentinamente nos encontramos entre cuatro paredes,

con nuestras familias. O solos. Y nos miramos con

detenimiento entre nosotros (los que compartimos casa),

o hacia nosotros, los que no. Y así, fuimos descubriendo

a quien teníamos al lado bajo otra luz, la de la pausa, el

tiempo largo, la necesidad. De a momentos revelador,

de a momentos caótico, intenso, alegre o terrible. Y sin

el ruido y el hormigueo, descorrimos velos. Y ya sin ellos,

percibimos luces, y sombras, en estado puro. Afuera, los

espacios desocupados se poblaron de aquellos “otros”

originarios pobladores. Los que ignoramos, corremos,

eliminamos, pero que persisten y sin que nos percatemos,

allí están, para recordarnos que pertenecemos también al

mundo natural. Con el transcurrir de los meses hubieron

quienes se encontraron tan cómodos entre los muros de

su casa, que quisieron mejorarlos aún más, e incorporar

algo de esa naturaleza perdida. Los relojes se detuvieron,

y llegó la hora de los sueños postergados. Que la felicidad

de quedarse en casa fuera completa.

Me animaría a asegurar, que no existe una familia en que

al menos uno de sus integrantes no haya añorado tener

un perro a lo largo de su vida. Y con la misma seguridad,

diría que al menos la mitad de aquellos que lo anhelaron,

por una razón o por otra, no lo hicieron. Tiempo, trabajo,

dinero o espacio.

Pero por primera vez quizás en nuestras vidas, nos

encontramos sin objetos para consumir y con pocas

necesidades materiales. La sensibilidad a flor de piel y

una sensación desconocida, por descubrir. Y un día, los

teléfonos de los refugios y las asociaciones protectoras de

animales, no pararon de sonar. Y aún lo siguen haciendo,

gracias a Dios! Y en muchas casas la entrada de un

perro, significó la vida natural, tan vapuleada, ignorada y

maltratada.

Nosotros, circulábamos con barbijos, entregando seres

inocentes que poco entendían lo que pasaba. Por

representar una promesa de calor, amor, diversión,

emoción, reencuentro. Exigiendo poco, o nada. Tan solo

con el compromiso del amor y el cuidado.

Todos los que acompañamos a nuestros rescatados

en este recorrido, porque no confesarlo, nos hemos

preguntado lo que sucederá cuando las distracciones y

las infinitas lucecitas de neón, volvieran a brillar, y nuestro

espíritu volviera a distraerse, acelerando nuestras vidas,

para atender lo inmediato, lo urgente.

Y como siempre tenemos la posibilidad de elegir entre

el bien y el mal, de creer o no, de apostar o no hacerlo

y de pensar que todas las crisis vienen también con

aprendizajes. Muchos de nosotros, elegimos entregar

esos valiosos tesoros que son nuestros protegidos. Esos

seres salvados del hambre, el miedo y el sufrimiento, a

quienes acompañamos en su proceso de recuperación

hasta vislumbrar nuevamente el brillo de sus ojos.

Cuarentena bendita, cuarentena bendita, cuarentena

llena de posibilidades y descubrimientos. Cuarentena de

dolor, planes fallidos y universos por descubrir. Allí están,

los hijos perrunos de la cuarentena en sus hogares. Para

siempre?

“Por primera vez quizá en nuestras vidas, nos encontramos sin objetos

para consumir y con pocas necesidades materiales”

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!