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todo este tiempo diversos representantes;
este sábado 10 de septiembre estaban las
voces de los pueblos originarios, que oraban,
bailaban el maremare e invocaban la
espiritualidad para declarar la sanación del
Comandante.
Pero, ¿por qué los voceros indígenas le ofrecían
esta ceremonia a Hugo Chávez? Sencillamente
porque lo consideran el “gran cacique
de los pueblos ancestrales de Venezuela”.
No es poca cosa —tomando la expresión de
la Presidenta de Argentina— el afecto que
millones de personas sienten por el hombre
que hoy conduce el destino de la nación.
“El desafío es sacar lo bueno de lo malo. Si
esta maligna enfermedad que me azotó sirve
también para la reflexión colectiva, sirve
para el resurgimiento espiritual del colectivo
nacional (...); si esto sirve para que el espíritu
amoroso de la Revolución se repotencie,
para que nos demos cuenta de cuán unidos
debemos estar, aceptándonos en diferencias
(...) para garantizar la paz y el desarrollo de
Venezuela (...), hay que darle las gracias a ese
mal que me aquejó”.
El viernes 9 de septiembre los ministros de
Relaciones Exteriores de los países integrantes
de la Alianza Bolivariana de los Pueblos
de Nuestra América-Tratado de Comercio
de los Pueblos (ALBA-TCP), luego de concluir
su VI Consejo Político, visitan el Palacio
de Miraflores, donde fueron recibidos por el
presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
Hugo Chávez, quien aparece en un
acto público ocho días después de su regreso
del hospital.
Douglas Slater, de San Vicente y las Granadinas;
Bruno Rodríguez, de Cuba; David Choquehuanca,
de Bolivia; Ricardo Patiño, de
Ecuador, y el vicecanciller de Nicaragua, Val-
ALBA de los Pueblos
drak Jaentschke, llegaron en compañía del
canciller Nicolás Maduro.
Este importante encuentro, que fortaleció el
mecanismo de integración que basa su experiencia
en relaciones que priorizan la agenda
social y cuyos intercambios económicos
se sustentan en procesos de cooperación y
complementariedad, tuvo lugar en el Salón
Simón Bolívar, donde el presidente Chávez
diserta sobre la importancia del continente
de paz.
“No podemos esperar nada sino de nosotros
mismos”, les recordaba al Pepe y a Dilma
cuando hablé con ellos hoy por teléfono, y
me refería a nuestro Bolívar cuando llamaba
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