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condicionadas negativamente por su conflictivo<br />
entorno familiar y social. Unos 170 chicos y chicas<br />
acuden a nuestro Centro de Día que, administrativamente,<br />
tiene la clasificación de Centro de<br />
Acción Educativa Singular (CAES), de enseñanza<br />
primaria y secundaria.<br />
El Centro de Vida lo componen ocho pisos<br />
distribuidos por la ciudad de Alicante. En seis de<br />
ellos, residen menores que están en situación<br />
legal de desamparo, remitidos por la Conselleria<br />
de Bienestar Social, que ostenta su tutela. Cada<br />
piso acoge a seis niños y adolescentes, que conviven<br />
con sus respectivos educadores. Gracias<br />
a ese día a día normal, del que forma parte, por<br />
ejemplo, acudir al colegio de su barrio, o jugar<br />
con los otros niños vecinos de escalera, interiorizan<br />
un «estilo de vida» (en el sentido que le da la<br />
psicología social) más adaptado y útil que el vivido<br />
en el seno de su familia. Los otros dos pisos<br />
están destinados a aquellos chicos y chicas que al<br />
alcanzar la mayoría de edad se les acaba la tutela<br />
de la Administración, y carecen por completo de<br />
respaldo familiar. Con una capacidad para cuatro<br />
jóvenes cada uno, estos «pisos de transición»<br />
cuentan con el seguimiento a distancia de nuestros<br />
educadores, y ofrecen el soporte imprescindible<br />
hasta alcanzar unos mínimos de autonomía e<br />
independencia personales.<br />
Los otros dos recursos surgen a mediados<br />
de los noventa, como respuesta a las carencias y<br />
retos que nuestra propia experiencia nos planteaba.<br />
Los programas de Juventud se centran en<br />
la aplicación de las medidas judiciales de medio<br />
abierto con los jóvenes infractores de la ciudad<br />
de Alicante. Este programa nos permite subrayar<br />
la faceta educativa en el tratamiento de los delincuentes<br />
juveniles, ofreciendo una oportunidad<br />
de recuperación a muchos de estos jóvenes. Un<br />
equipo de diez personas actúa anualmente con<br />
más de trescientos jóvenes en la ejecución de<br />
más de cuatrocientas medidas.<br />
Por último, los Programas de Familia<br />
(Educación Familiar, Perinatales y Desarrollo y<br />
Organización Familiar), nacieron de la necesidad<br />
de actuar en la prevención para evitar el deterioro<br />
familiar que desemboca en la desprotección y el<br />
desamparo de los hijos, del que tanta experiencia<br />
teníamos en el Centro de Vida. Destinado a<br />
familias con graves problemas, pero en las que la<br />
convivencia no se ha roto del todo, las educadoras<br />
intervienen en el seno de la familia, de cada<br />
familia, ayudando al cambio de actitudes educativas<br />
y relacionales, facilitando alternativas para la<br />
resolución de conflictos. En el caso del programa<br />
de «Perinatales», que está pensado para madres<br />
jóvenes con graves carencias personales para<br />
la crianza y con ausencia de apoyo familiar o de<br />
otro tipo, la prevención se lleva al extremo, pues<br />
el acompañamiento a la joven comienza prácticamente<br />
desde el nacimiento del bebé y a veces<br />
antes. Este seguimiento individualizado garantiza<br />
los mínimos básicos de alimentación, higiene y<br />
seguimiento médico de la criatura y ayuda a la<br />
muchacha a desarrollar otras facetas afectivas<br />
y educativas en su nuevo papel de madre. Seis<br />
educadoras atienden a más de cien mujeres (e<br />
influyen sobre más de trescientos niños), entre<br />
los distintos programas, que están implantados<br />
en la ciudad de Alicante y otros dos municipios<br />
cercanos.<br />
Cuatro jesuitas trabajan codo con codo con<br />
más de ciento diez profesionales. Entre todos<br />
intentamos dar respuesta a las necesidades que<br />
están sin respuesta. E intentamos hacerlo de<br />
forma personalizada e incondicional con cada uno<br />
de ellos, con cada niño, con cada joven, con cada<br />
madre. Queremos hacerlo siguiendo el modelo de<br />
Ignacio de Loyola y el ejemplo más cercano de<br />
Fco. Javier Fontova, como una clara opción por<br />
los más pequeños y excluidos, y por la justicia<br />
que se les debe.<br />
Pero ese camino no es fácil y la incomprensión<br />
ha sido muchas veces compañera de viaje.<br />
Tachados de «asistencialistas» en unas épocas<br />
y de demasiado «profesionalizados» en otras, la<br />
duda se hace inevitable. ¿Vale la pena todo este<br />
esfuerzo, todo este dinero, toda esta dedicación?<br />
A veces, entre tanto ruido de análisis sociales,<br />
de cálculos y documentadas reflexiones, no<br />
escuchamos lo que nos están diciendo ellos: esos<br />
niños, esos jóvenes con sus miradas, con sus<br />
silencios, con su gesto de miedo o sus sonrisas.<br />
Seguramente ésa es la pista más certera para<br />
encontrar respuesta a nuestras dudas e incertidumbres.<br />
■<br />
® Fotógrafo: Lucio López Revilla.<br />
Ciencia, Tecnología<br />
y Religión<br />
Javier Leach Albert, SJ<br />
Un<br />
el mes de julio de 2003 la Junta de<br />
Gobierno de la Universidad Comillas aprobó la<br />
constitución de la Cátedra de Ciencia, Tecnología<br />
y Religión en la Escuela Superior de Ingenieros<br />
de nuestra universidad. Su rector, José Ramón<br />
Busto, apoyó decididamente la creación de esta<br />
cátedra, en un momento en que razones contextuales<br />
no hacían fácil su financiación. El convencimiento<br />
de que este proyecto podía representar<br />
algo importante ha unido a un grupo de personas,<br />
entre ellas jesuitas profesores en diversas<br />
universidades españolas en materias que van<br />
desde la física teórica o la cosmología, pasando<br />
por la tecnología y las ciencias de la computación,<br />
hasta la bioquímica, la biología, la paleontología<br />
y la psicología científica.<br />
6 7<br />
Objetivos<br />
Crear dentro de la universidad, en apertura<br />
hacia la sociedad, un foro de reflexión institucional<br />
estable que permita pensar en profundidad<br />
sobre la imagen científica del universo que hoy<br />
tenemos para ponerla en diálogo con sus dimensiones<br />
metafísico-filosóficas y teológicas. Es<br />
evidente que este objetivo debería ser esencial<br />
para una universidad como la nuestra, especialmente<br />
comprometida en la tarea de ofrecer<br />
a quienes se acercan a ella una oportunidad de<br />
afrontar con profundidad el reto intelectual de<br />
adentrarse con profundidad sobre el misterio del<br />
universo, de la vida y del hombre.<br />
La Cátedra CTR nace del convencimiento<br />
de que carreras como la ingeniería proporcionan<br />
preparación competente para ciertas intervenciones<br />
científico-tecnológicas, jurídicas o económicas,<br />
muy concretas, pero olvidan el planteamiento<br />
integral, en profundidad, de cuanto la<br />
ciencia significa en relación al sentido de la vida,<br />
a lo filosófico y, consecuentemente, a lo teológico.<br />
Alumnos y profesores pueden acabar así en<br />
una situación esquizofrénica o bifronte: el mundo<br />
de lo científico-tecnológico o de lo jurídicoeconómico<br />
y, por otra parte, el mundo personal<br />
del sentido de la vida, de los cuestionamientos<br />
filosóficos, de las convicciones morales o religiosas.<br />
Este bifrontismo puede darse en el joven<br />
universitario, pero quizá aparece con más fuerza<br />
cuando la vida nos ha llevado a momentos de<br />
madurez. Un profesional de la ingeniería puede<br />
tener la apetencia, incluso existencial, de afrontar<br />
el reto de la cultura actual para clarificar su<br />
pensamiento y de adentrarse en la profundidad<br />
rigurosa del conocimiento.<br />
La ciencia, en efecto, que constituye hoy<br />
casi connaturalmente la lente desde la que<br />
vemos el mundo, nos ofrece una visión del universo,<br />
de la vida y del hombre. La filosofía y la<br />
teología tratan de ofrecernos el sentido último<br />
de esas realidades. El problema personal para