A Rood Awakening - Michael Rood

Y1 P23 6008 Bereshit 25:1-26:11
Nosotros vemos el mismo patrón con Caín y Abel. Nosotros debemos de recordar que Caín era un
hombre de tierra (adamah), justo como Esaú es descrito como hábil cazador y un hombre de campo;
mientras Abel era un pastor, justo como Jacob es descrito como un hombre pasivo, que habitaba en
tiendas. Nosotros debemos de entender que esta última referencia se refiere a la vida pastoral de seguir
el rebaño y el ganada. Esaú, como Caín, es un cazador y un matador, mientras Jacob, como Abel, es un
pastor quien ejercita dominio sobre la vida natural. Nosotros debemos de notar que justo cuando el
Santo Sagrado creo a Adán a su natural físico primero, y solo después hiso a Su Espíritu que entrara en
el, entonces Caín y Esaú, el natural carnal, nació primero. Abel y Jacob, lo espiritual fue seguido. El
Apóstol Shaul simplemente testifica esta realidad como la natural del hombre.
1 Corintios 15:45-49 Así también está escrito; Fue hecho el primer hombre Adam en
anima viviente; el postre Adam en espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero,
Sino lo animal; luego lo espiritual 47 el primer hombre es de la tierra, terreno; el Segundo
hombre, que es el señor, es del cielo. 48 Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual
el celestial, tales también los celestiales. 49 Y como trajimos la imagen del terreno,
traeremos también la imagen del celestial.
Es por casi todos nosotros. Nosotros hemos nacido en la en la carne y estamos orientados carnalmente
viviendo en el bajo reino animal. Pero por el trabajo y voluntad de YHWH y el torrente de su espíritu
nosotros nacimos otra vez por encima y comenzamos a vivir en el reino espiritual superior. Hasta que
este trabajo no esté terminado en nosotros y sea deliberado en nuestro tiempo, nosotros, como la
embarazada Rebekah, sufriendo de esas dos luchas dentro de nosotros. Otra vez, nosotros traemos
adelante el carnívoro hombre primero quien es fuerte y a menudo nos domina a nosotros, pero la
promesa de YHWH es que al final, el joven dominara sobre el Viejo. En otras palabras, nuestro espíritu
natural será el verdadero animal domesticado de nuestro fuerte animal natural.
Con esta aplicación y entendimiento de Rebekah en mente, tomemos nuestra atención al origen del
debate dentro de ella. Nosotros hemos sido testigos que los niños en su vientre que representan dos
naturalezas o modos. Pero hay mucho más que debemos de entender. El nombre en Hebreo de Jacob
es Ya‟akov (yud, ayin, kof, vet). Tradicionalmente, este nombre se ha entendido a ser etimológico
conectado a la palabra Hebrea de “talón,” el cual es akev (ayin, kof, vet). La conexión entre estas dos
palabras es tomada del hecho que Jacob agarra el talón de su hermano sobre su nacimiento.
Génesis 25:25-26 Y salió el primero rubio, y todo el velludo como una pelliza; y llamaron
su nombre Esaú. 26 Y después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú. Y
fue llamado su nombre Jacob, y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los pario
Nahum M. Sarna señala, sin embargo, que puede que haya otra etimología del nombre de Jacob.
Jacob—por etimología popular el nombre es aquí derivado de la palabra Hebrea „akev,
“talón.” En realidad, Hebreo ya‟akov proviene de una raíz de Semítica, „-k-v, “para
proteger.” 25
Si Sarna esta en lo correcto y el nombre en verdad significa “proteger” entonces yo podría sugerir a
ustedes que la conexión entre esta lucha entre Esaú el hombre carnal, y Jacob, el hombre espiritual, y la
promesa original Mesiánica según lo indicado en el jardín del Edén.
Génesis 3:15 Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; esta te herirá en la cabeza y tu le herirás en el calcañar.
Es posible que Esaú estaba tratando de aplastar la cabeza de su hermano Jacob, mientras Jacob
agarraba el talón de Esaú en intentar de proteger su cabeza? En esta pelea nosotros somos testigos
que el bajo natural animal trata de destruir el espíritu superior natural. Están en guerra uno contra otro
25 La JPS Comentario de la Tora : Génesis, Nahum M. Sarna, Sociedad de Publicación Judía, Pg. 180
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