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EL LIBRO

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<strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong><br />

coordinación: jorge pantoja


<strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong><br />

coordinación: jorge pantoja


Con el apoyo invaluable de:<br />

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes<br />

Rafael Tovar y de Teresa<br />

Presidente<br />

Guillermo Núñez Herrera<br />

Secretario Ejecutivo<br />

Saúl Juárez Vega<br />

Secretario Cultural y Artístico<br />

© Rupestre, el libro<br />

Ediciones imposible<br />

Primera edición: febrero, 2013<br />

Derechos reservados conoforme a la ley<br />

Distribución gratuita<br />

Jorge Pantoja<br />

Coordinación general<br />

Rafael Catana<br />

Asesoría<br />

Manuel Arias Leal<br />

Cuidado de la edición<br />

Andrés Mario Ramírez Cuevas<br />

Diseño<br />

Aristeo Pantoja<br />

Corrección de estilo<br />

Comisión de Cultura y Cinematografía<br />

LXII Legislatura de la Cámara de Diputados<br />

Dip. Margarita Saldaña Hernández<br />

Presidenta<br />

Galería<br />

Galería


Galería de la cueva<br />

Pasadizo<br />

6 Socavón<br />

8 Breve historia pre-Rupestre: Alejandro de la Garza<br />

Raúl Silva<br />

16 Mírame aparecer, espejo dual de Roberto Ponce<br />

Felipe Cabello<br />

32 Eblen Macari, un producto del mestizaje<br />

Rodrigo de Oyarzabal<br />

50 Un gato de corazón púrpura: Rafael Catana<br />

Raúl Silva<br />

70 Roberto González: alvaradeño, kafkiano y jipi<br />

Liliana García<br />

84 Nina Galindo: “Soy la víscera, soy el sentimiento”<br />

Félix Morriña<br />

100 Fausto Arrellín, inventor de sí mismo<br />

Juan Pablo Proal<br />

112 Rodrigo González; 1985, el año en que ocurrió todo<br />

Jorge Pantoja<br />

124 Armando Rosas, Carlos Arellano, El Haragán,<br />

Armando Palomas, Gerardo Enciso, Arturo Meza e Iván Rosas<br />

Javier Hernández Chelico<br />

154 Me fumé un toque de rock en Xochimilco, carta a Sergio García<br />

Armando Palomas<br />

156 Rupestrólogos


4<br />

< Rockdrigo<br />

<<br />

Roberto González<br />

<<br />

Nina Galindo<br />

Eblén Macari<br />


Rafael Catana<br />

Fausto Arrellín<br />

Galería de la cueva<br />

<<br />

<<br />

Roberto Ponce<br />

5<br />


Socavón<br />

6<br />

En su naturaleza más elemental, esta obra pretende<br />

responder a una pregunta clave: ¿qué ha pasado<br />

con los Rupestres? Muchos aún no tienen idea de la<br />

existencia de este movimiento, otros más creen que sus<br />

integrantes se extinguieron cual dinosaurios; pero no:<br />

una legión de fieles seguidores los acompaña a cualquier<br />

recóndito bar donde se presentan.<br />

Este libro reúne estampas y retratos inéditos de fundadores<br />

y personajes vecinos del colectivo nacido a principios<br />

de los ochenta: Rodrigo González, Rafael Catana,<br />

Eblen Macari, Roberto Ponce, Fausto Arrellín, Alejandro<br />

de la Garza, Nina Galindo, Roberto González, Carlos Arellano,<br />

Armando Rosas, Armando Palomas, Arturo Meza,<br />

El Haragán y el biógrafo en video de todos ellos: Sergio<br />

García. Desde una visión desenfadada, los textos se divierten<br />

y se confrontan con los personajes de Rupestre,<br />

el libro, primera obra en compendiar a estos cronistas<br />

melódicos del asfalto.


En cada una de las entrevistas realizadas durante la<br />

producción de este título estuvo presente una cámara,<br />

por lo que la segunda parte de este proyecto<br />

será: Rupestre, el documental.<br />

Rupestre, el libro, forma parte del proyecto Radiografía<br />

de la Promoción Cultural fuera de la Esfera<br />

Gubernamental en la Ciudad de México, coordinado<br />

por la asociación civil Asamblea para la Cultura<br />

y la Democracia, con el apoyo invaluable de la Comisión<br />

de Cultura de la LXI Legislatura de la Cámara<br />

de Diputados, a través del Consejo Nacional para la<br />

Cultura y las Artes.<br />

Febrero, 2013<br />

7


A la distancia, ese instante fugaz que fue el nacimiento del Movimiento Rupestre,<br />

a mediados de los ochenta, se asoma con su esplendorosa riqueza para mostrar<br />

sus huellas de una manera más evidente. La vida simplemente sucede y en ese vértigo<br />

de su transcurrir no alcanzamos a mirar sus estelas. Pero el tiempo, ese escultor<br />

impecable, se ha encargado de forjar una imagen posible de lo que fueron, son y<br />

serán estos seres Rupestres.<br />

Brev<br />

raúl silva<br />

8


Su herencia es la herencia de una generación, porque los Rupestres no fueron un<br />

suceso aislado. Nacieron, crecieron y se reprodujeron en el centro de una incesante<br />

acción cultural y social. Su andar se entrelaza con el de muchos que a través de la<br />

música, la literatura y todo arte posible, construyeron un oxígeno necesario entre<br />

tanta polución.<br />

Un testigo cercano de la biografía Rupestre es Alejandro de la Garza, que en este<br />

recuento memorioso nos asoma a una época que la lejanía no alcanza a disolver,<br />

esino al contrario: la vuelve más nítida desde sus más vibrantes resonancias.<br />

HISTORIA<br />

PRE-RUPESTRE:<br />

Alejandro de la Garza<br />

9


El poeta Rupestre<br />

Pasé buena parte de 1982 viajando por Nueva York y Europa. A lo largo de ese<br />

viaje fui escribiendo una serie de textos que eran como sketches o algo muy semejante<br />

a los Artefactos, de Nicanor Parra, muy neuróticos y angustiantes, para<br />

representarse más que para leerse. Algunos los había leído en el hoy célebre Foro<br />

Tlalpan, donde hicimos varios ciclos musicales y teatrales.<br />

La historia del Foro Tlalpan es interesante porque se volvió un catalizador<br />

cultural y musical de insospechadas consecuencias; sin duda un antecedente claro<br />

del Movimiento Rupestre. En 1981, Jaime López, Eblen Macari, Maru Uthoff y yo<br />

(que, por cierto, veníamos regresando después de pasar diez alucinantes días de<br />

concierto en Jamaica, celebraciones de su independencia y primer aniversario de<br />

la muerte de Bob Marley; pero esa es otra historia...), nos acercamos al Salón 8½,<br />

donde Sergio García daba funciones de cine, al sur del DF. De esa reunión acordamos<br />

utilizar el Foro Tlalpan para presentar el ciclo ‘La respuesta está en el viernes’.<br />

Estaban de base Roberto González, Emilia Almazán, José Cruz, Jorge Luis El Cox<br />

Gaitán, Cecilia Toussaint y Maru Enríquez. Entre 1981 y 1982 el Foro funcionó<br />

muy bien y reunió a muchísimos de los músicos que luego cobrarían importancia,<br />

como Rafael Catana o Rodrigo González, en ciclos diversos como ‘Sólo los viernes<br />

vienes’. Fue una experiencia enriquecedora que nos nutrió a todos.<br />

Yo regresé de Europa al inicio de 1983 con mis textos y me encontré de nuevo<br />

con Jaime López, que estaba trabajando ahora con el poeta Ricardo Castillo, a quien<br />

ya leíamos desde que su primer libro El pobrecito señor X, a finales de los setenta. Es<br />

curioso que esa edición la hiciera el Centro de Estudios del Folklore Latinoamericano<br />

(CEFOL) y la poesía de Ricardo es todo menos eso: es estridente, rupestre, ácida,<br />

crítica y cuestionadora, tristísima a veces, pero celebratoria y divertida también. El<br />

CEFOL realizaba muchos encuentros y conciertos, pero sólo publicó dos libros de<br />

poesía: el de Ricardo y Ciudad tan personal, de José Joaquín Blanco.<br />

López y Castillo presentaban un espectáculo de música y poesía bastante bueno<br />

y fuertemente tramado, con base en el libro Concierto en vivo, de Ricardo, y en<br />

las potentes y muy líricas canciones de Jaime. Yo pulí mis textos y pensé en presentarlos<br />

también con música. La oportunidad se dio en marzo de 1983, cuando<br />

estaba programada una presentación de Concierto en vivo en la Sala José Martí,<br />

junto a la Alameda Central de la ciudad y, por no recuerdo qué causas, Ricardo no<br />

pudo regresar de Guadalajara para la presentación. Ya armado el evento me tocó<br />

sustituirlo y presentar mis textos junto con Jaime y sus canciones. Era algo que ya<br />

10


Portada del histórico álbum Sesiones con Emilia (1980),<br />

editado por primera vez por Discos Fotón.<br />

Emilia Almazán.<br />

(Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />

11


habíamos hecho en el Foro Tlalpan e incluso para el Canal 11 de televisión, así<br />

que no fue complicado. Ahí fue cuando ese conjunto de mis textos se titularon<br />

finalmente ‘El poeta rupestre’. A la presentación llegó mucha gente; recuerdo bien<br />

a Catana y a la que fue su esposa, Elina Cariño, quien por cierto hizo un pequeño<br />

dibujo, unos trazos rupestres sobre una hoja que aún atesoro pegada en una pared<br />

de mi casa. De esto se están cumpliendo ahora, en marzo de 2013, exactamente<br />

30 años. Éramos veinteañeros aún, llenos de rabia, poesía, música y talento...<br />

Luego de ese “éxito” seguí presentando mis textos, acompañado ahora por el<br />

mismo Ricardo Castillo y por la poeta Beatriz Stellino. El espectáculo era circense<br />

y locochón, se llamaba ‘Borrachos y semilocos’, con tres personajes: El pobrecito<br />

señor X (Ricardo), La mujer lagarto (Beatriz) y El poeta rupestre (tu seguro servibar).<br />

Hicimos varias presentaciones con este material y luego un espectáculo<br />

con Tepito Arte Acá. Era la presentación de unos carteles-cuentos que venían en<br />

un paquete y que eran leídos (el actor-lector fue Rolando Isita); había música<br />

de Catana, Fausto Arrellín y yo también cantaba canciones de Jaime y del Cox.<br />

Ese espectáculo lo presentamos en varios lugares y llegamos a la Sala Manuel M.<br />

Ponce en 1984. Para entonces, Catana, Rodrigo González, Nina Galindo, Fausto<br />

Arrellín y ahora sí que toda esa banda andaban ya en lo que llamaron Movimiento<br />

Rupestre, con su manifiesto y todo. Así que como antecedente pueden incluirse<br />

entonces esos textos y las presentaciones varias de lo que fue El poeta rupestre.<br />

(Escritos que acaso hoy me daría pena mostrar de tan elementales, aunque conservan<br />

su fuerza original).<br />

¿Yo Rupestre?<br />

Yo he escrito siempre, y casi digo que es lo que mejor hago, aunque me gusta la<br />

música. Toqué varias veces y compuse algunas canciones (siempre apoyado por<br />

mi carnalazo Catana), pero decidí dedicarme a escribir y eso he hecho. En cuanto<br />

al Movimiento Rupestre, yo no me sentía parte de un grupo, y pienso que Jaime<br />

menos, porque no es muy gregario que digamos. Además, Jaime confrontó entonces<br />

otros retos mayúsculos y por muy distintos caminos, como presentarse en la<br />

OTI con el Blue Demon Blues y aparecer en Siempre en Domingo cantando Bonzo,<br />

Ella empacó su bistec y El mequetrefe. Muchos lo atacaron por eso, sin darse cuenta<br />

cómo abrió brecha.<br />

12


El saber callejero y popular de los Rupestres<br />

Su espíritu independiente, el recrear una sensibilidad urbana contemporánea,<br />

veraz, real, y saberlo hacer con gran manejo lírico, con canciones que te llevan<br />

de sorpresa en sorpresa, de hallazgo en hallazgo. La mezcla del saber callejero y<br />

popular, alburero y rocambolesco con refinadas metáforas urbanas y sofisticado<br />

conocimiento poético. El modo de vivir la ciudad y de cantarla con tal fuerza radical<br />

es una aportación inconfundible e innegable de los Rupestres.<br />

Sesiones con Emilia<br />

Veníamos de la represión al rock y la presentación de espectáculos que se derivó<br />

luego de Avándaro. Fue el momento en que, más allá de la trova y el folklore,<br />

el rock y la música pesada regresaron de los hoyos fonqui y volvieron a cobrar<br />

aliento. Un primer impulso fue, sin duda, el disco Sesiones con Emilia, de Roberto<br />

González, Emilia Almazán y Jaime López, que les editó Discos Fotón, del PSUM.<br />

Esa música trascendía lo trovero y lo folklórico para convertirse en una expresión<br />

urbana genuina de la Ciudad de México.<br />

Emilia Almazán era muy buena compositora, hacía coros con una imaginación<br />

sorprendente y tenía una voz cálida muy sabrosa. En el disco Sesiones con Emilia se<br />

puede apreciar el papel de equilibrio y balance que jugó entre dos compositores<br />

fuertes y diferentes, como son Roberto González y Jaime López. Muchas sutilezas<br />

corales muy bluseras, la intención en su fraseo al cantar la hacían un músico<br />

completo, porque además tocaba la lira con eficacia y placer. No sé si ella dejó<br />

la música, pero se cansó de todos estos ambientes (que también son pesaditos).<br />

Con José Cruz hizo cosas memorables en el Foro Tlalpan y una canción de ellos,<br />

Don Diablo, anda por ahí en YouTube. Me imagino que nunca dejó la música, que<br />

sigue tocando en su casa y componiendo.<br />

13


Fotos instantáneas del grupo Un Viejo Amor, en 1978. (Archivo: Roberto González).<br />

Portada del sencillo Seguir al sol<br />

(1973), de Pájaro Alberto.<br />

Portada del álbum Canciones (1979),<br />

de León Chávez Teixeiro.<br />

15


Mírame aparecer, espejo dual de<br />

Roberto<br />

felipe cabello zúñiga<br />

16


(Archivo: Roberto Ponce).<br />

Al este de Coyoacán, una curiosa luna menguante destila su inspiración onírica<br />

de medianoche en casa de los Ponce. Ahí, con mi pareja viajera, Laura Tejeda<br />

Paz, y ocho nuevas amistades, pasaremos el último día del moribundo 2012, en<br />

un ambiente de buena vibra, ricos vinos y frutillas. Preside la tertulia el coordinador<br />

de la sección cultural de la revista Proceso, Armando Ponce, más los canapés<br />

sonoros que convidan la lira y el canto Rupestre de Beto Ponce, El Tercero de la<br />

Tarde o El Enano Molón, como su padre El Brujo Ponce lo bautizó tras nacer a las<br />

18:30 horas un 2 de junio de 1955, en Orizaba 109 y Álvaro Obregón, cerca de<br />

17


la Casa del Poeta ‘Ramón López Velarde’, colonia Roma, donde Beto estudiaría<br />

piano con una tía materna:<br />

18<br />

Cuando pude echar mi guaco, empecé a galopar.<br />

Mi papá dijo: “A este enano, por molón hay que mandar…<br />

…lo en camión al otro lado”, mi mamá rompió a llorar.<br />

Y salté solito el charco, fue el enano a rupestrear.<br />

Roberto Enrique Ponce Padilla pesó al nacer 4 kilos 800 gramos.<br />

PADRES: Fausto Ponce Sotelo; 39 años, periodista. Martha Leticia Padilla de Ponce;<br />

35 años, labores del hogar. DOMICILIO: Heriberto Frías 304-5. ABU<strong>EL</strong>OS PATERNOS:<br />

Francisco Ponce, finado. Victoria Sotelo, Ensenada Baja California. ABU<strong>EL</strong>OS MA-<br />

TERNOS: Julián Padilla, se ignora domicilio. Leonor Martínez de Silva, Tajín 149.<br />

“El Enrique no sé de dónde me venga, pero Roberto estuvo bien y al cambiarnos<br />

a la colonia Avante, en 1963, las pirujitas del barrio se referían a mí como ‘el<br />

famoso Beto Ponce’, que es lo que significa su origen germánico. Un nombre te<br />

marca; fuimos cinco hermanos y a todos nos pusieron dos. La única mujer fue<br />

Martha Leticia; ella nació después, en 1960, y el quinto de 1962, Ricardo Alberto.<br />

Desde chico preferí a Arman y Lety. Los parientes decían que yo había sido el<br />

consentido de El Brujo cuando falleció el 21 de agosto de 1993. La verdad que<br />

mi relación con La mamma creció al infinito. Me sentía muy cercano a ella y su<br />

muerte, el 22 de noviembre de 2006, ha sido lo más amargo que pudo sucederme”.<br />

Canto por ti que estás dormida, chica que guarda mi mar<br />

la serenata de vida hecha con perlas y hogar.<br />

“Jorge Negrete era el ídolo de mi madre, pero El Brujo prefería a Gardel, Los<br />

Churumbeles de España con Juan Legido, o Kiko Mendive. Mis papás se adoraban;<br />

nunca nos faltó nada. Mis discos: Ricordate Marcellino, de Renato Carosone,<br />

y Holiday in Italy, con una orquesta muy chida; además de las canciones populares<br />

italianas E Calosc (Isla de Capri), Marietta monta in gondola o ‘A Canzone ‘e Napule.<br />

Éramos los únicos con tele de bulbos en el vecindario, la Narvarte en pleno<br />

se metió al edificio cuando descargaron el mueble de madera con ese aparatoso<br />

receptor de imágenes: TV blanco y negro, ¡más el radio y el tocadiscos!”.


A sus 57 años de edad en 2013, Roberto Ponce cumple 40 de haber comenzado<br />

su profesión periodística escribiendo sobre música. Su padre y Paco, el hermano mayor<br />

de los Ponce, Fausto Francisco (1944-1999), eran redactores de planta en deportes<br />

del periódico Excelsior, donde también colaboraba Armando con notas de arte,<br />

pero en las planas principales. Ambos hermanos abandonaron el periódico con el<br />

golpe a Julio Scherer y con él fundaron en 1976 el semanario Proceso, siendo Armando<br />

elegido coordinador de la sección cultural, cargo que ostenta hasta el día de hoy.<br />

Desde hace 15 años, Beto coordina las páginas de espectáculos en dicha revista<br />

y ha participado en los libros editados en 2002 y 2008 por su jefe, Armando<br />

Ponce. “Los Ponce fueron inoculados genéticamente por el oficio periodístico”,<br />

señalaría acertadamente el dramaturgo Vicente Leñero durante la presentación<br />

en el Polyforum Cultural Siqueiros del primer volumen que elaboró la sección<br />

cultural de Proceso: México: su apuesta por la cultura. El siglo XX. Testimonios desde<br />

el presente (Proceso, Grijalbo, UNAM, 700 páginas).<br />

“Papá había sido campeón nacional de salto largo antes de casarse, era cronista<br />

deportivo de Excélsior y acostumbraba llevarnos a importantes eventos que<br />

cubría; por ejemplo, a los pentagonales de fut internacional. Vimos jugar y convivimos<br />

en los vestidores del estadio de CU con los cracks del futbol brasileño:<br />

Pelé, Didí, Vavá, Garrincha y Djalma Santos. Con él fuimos Armando y yo al campeonato<br />

nacional de básquetbol en Chihuahua, que ganaron Los Dorados con<br />

La Aguja Quintanar al equipo verde del DF en un partido de alaridos. Un viaje<br />

increíble y divertidísimo de dos noches en el tren Chihuahua-Pacífico”.<br />

Boleto a Rupestrelandia<br />

Políglota, traductor de poesía femenina danesa y con estudios de Letras Inglesas en<br />

la UNAM y la Aarhus Universitet de Dinamarca, el oficio cantautor de Beto repuntó<br />

la noche del jueves 22 de noviembre de 1984 al frente del conjunto Cen, alternando<br />

con Alex Lora, del Tri, y Guillermo Briseño. Ocurrió en la célebre jornada final del<br />

2° Festival de la Canción Rupestre del Museo Universitario del Chopo.<br />

“Fue una noche gloriosa; los chavos entraban al camerino del Chopo, emocionados:<br />

‘¡Yo también soy Rupestre, yo también soy Rupestre!’. Los veía y preguntaba:<br />

‘¿Qué querrán decir con esto?’ Me dio risa. Con el paso de los días si me<br />

decían rupestre me daba risa. A unos les caía en gracia y a otros los mortificaba.<br />

¡Eso era formidable! Que a unos les guste llamarse así y a otros no, pero que nadie<br />

19


sepa lo que significa ser Rupestre es que lo Rupestre no pertenece a nadie. Todos<br />

podemos compartirlo”.<br />

“Encontrarme a Rockdrigo y formar parte del movimiento del rock Rupestre es<br />

de lo más extraordinario que viví. Sólo fue un año y pico juntos, periodo breve pero<br />

intenso para yo quererlo mucho, ser su fan y respetar su talento artístico. Rockdrigo<br />

y yo tuvimos problemas al final y nos distanciamos los últimos tres meses de su<br />

vida. No importa. A 27 años de los sismos, aquel cariño sincero permanece todavía<br />

en mi memoria”.<br />

La magia Rupestre floreció en el momento justo de apertura a las tocadas de<br />

rock con la voluntad de gente precisa y en el lugar más adecuado. Rockdrigo y los<br />

cantautores Rupestres dejaron un sello notable en el historial rockero mexicano.<br />

Su influencia puede ser minimizada o soslayada, mas no su existir.<br />

20<br />

Para comprender al hombre, desde Adán hasta Lacan,<br />

recorrí folio tras folio, de Platón a Carlos Marx.<br />

Me gustaron Julio Verne, Jorge Byron y Tarzán,<br />

pero nadie como mi héroe: el Profeta del Nopal.<br />

En pos de información sobre canciones inéditas de Rockdrigo, busqué por correo<br />

electrónico a comienzos de enero del 2010 a Beto Ponce, y me enteré que una<br />

de sus últimas actuaciones musicales había tenido lugar en el Museo del Estanquillo,<br />

por mayo del 2009, con Rafael González, alias Kazt, y el percusionista Ricardo<br />

Jacob del grupo Escalera de Jacob, durante la presentación del libro coordinado<br />

por Susana Cato y Armando Ponce: 100 Poemas en papel revolución (Secretaría de<br />

Educación del Gobierno del DF, 315 páginas).<br />

La Escalera de Jacob acompañó a Beto en el Tributo a Rockdrigo 2005, en el<br />

Zócalo, junto con Poncho Figueroa, de Santa Sabina, al bajo. De él, grabaron las<br />

piezas Calzada de Tlalpan, Mírame desaparecer y Murmullos de La Paz o El tren de<br />

los locos y Qué hacer, de Rockdrigo, entre otras, cantando Beto.<br />

El segador, con pausas de música, segaba la tarde.<br />

Su hoz es tan fina que siega las dulces espigas<br />

y siega la tarde…<br />

Entona el primero de los poemas de Carlos Pellicer Cámara, que musicalizó<br />

en una guitarra española prestada, por septiembre de 1972, para su compañera


del grupo 410, Clara Stella Turner Barragán, con la que actuaba cantando en la<br />

Prepa 6 de Coyoacán (denominada no por coincidencia pelliceriana ‘José Vasconcelos’).<br />

Ella le presentó a Nina Galindo y los tres integrarían el sexteto Mezclilla,<br />

que en el Concurso de Rock del Instituto Don Bosco 1973 triunfó con una canción<br />

escrita en inglés por Beto: Voces del bosque.<br />

Maybe it’s a summer flower Puede ser una flor de verano,<br />

Maybe it’s a lemon tree puede ser un limonero.<br />

Maybe it’s love Quizás Amor<br />

Which calls me low me llama quedo.<br />

I just don’t know, no. No, no lo sé, no.<br />

Armando recita versos de Pellicer como el Nocturno a mi madre, y pide a Beto<br />

su versión musical del poemario Cosillas para el Nacimiento, realizada entre 1986<br />

y 1990 durante su estadía en Villahermosa, casado con la pedagoga tabasqueña<br />

Marina Wade García (que conoció el 18 de febrero de 1985, un mes antes de los<br />

sismos del jueves 19 de septiembre y quien indirectamente lo salvó de morir en el<br />

departamento de Rockdrigo).<br />

Por el agua y la tierra, noche en el aire;<br />

por el agua del día, vienen los ángeles.<br />

Apenas en el mundo, un niño cabe,<br />

pedacitos de cielo son sus pañales.<br />

Pese a sostener opiniones contrastantes aun frente a perfectos desconocidos<br />

como mi amiga Laura y yo (‘La delegación queretana’ desde la noche anterior en<br />

casa de los Ponce), Armando y Beto discuten pero sus diferencias no son irreconciliables.<br />

El carácter tolerante de Armando es factor de equilibrio a los embates<br />

mercuriales del Enano Molón, quien conoció a Carlos Pellicer por Armando en<br />

1975. Al oírlo cantar El segador, exclamó: “Muy bien, Ponce, siga, va muy bien;<br />

no se pierda”.<br />

“Las canciones de Pellicer han sido el proyecto en el que más fe he tenido, en<br />

el que más creo; lo he presentado muchos años con lecturas de divas y actrices,<br />

la mejor Alejandra Montalvo: mi ex del grupo Teatro La Rendija. En 1987 casi<br />

concreté el disco con apoyos de la escritora Julieta Campos, cuando gobernó Tabasco<br />

con Enrique González Pedrero. El pianista de jazz Heberto Castillo montó<br />

21


arreglos pero todo se desinfló por una trilogía nefasta: la inútil directora del Instituto<br />

de Cultura, Laura Ramírez Rasgado; un pusilánime Heberto, y el ingrato<br />

pintor heredero, Carlos Pellicer López, que se hizo tres veces pendejo. A Nina le<br />

gustó uno de aquellos poemas, Madrigal de junio, y un día la grabaremos juntos”.<br />

22<br />

Si yo te fuera olvidando, todo el amor te daría.<br />

Escúchalo y no lo entiendas, llévelo la poesía…<br />

Orillas del mes de junio que en una estatua se aíslan,<br />

la lluvia después le deja cadáveres de caricias.<br />

Aprovecho un brindis del Jägermeister con que Beto agasaja nuestra presencia<br />

y solicito Qual es la onda, que me cantó a medias tintas Pepe Rolas, escudero del<br />

grupo Qual.<br />

“¡Gulp! ¿Cuá, cuá, cuál? ¡Uta, esa rola está cañón, ya ni me acuerdo de la letra!<br />

Te refieres a Cuchillo pedernal, ¿no? Sueño imposible, Jelipón; no puedo, ni me la<br />

sé bien ya. Tendría que clavarme en terapia familiar para regresar el cassette, ¡ya<br />

me pegó el Aljaime (Alzheimer)! Y no me refiero al Jaime López, que conste, ¿eh?<br />

La grabé en los Estudios Meztli, de Federico Luna, ya lo dijo el Profeta del Nopal:<br />

‘Todas las canciones son fáciles’. Deja ver… ”.<br />

¿Me puedes decir si el polvo lunar afecta el cerebro de un gato?<br />

¿O cómo al volver de un sueño espacial<br />

encuentro que aquí ya no estás? Ya no estás.<br />

14 manos aplauden “¡las chidas rolas del Beto Ponce!”. “Qué bárbaro, ¿están inéditas?”<br />

“¡Qué lástima…!, ¿por qué no has grabado ni un disco?”, pregunta el amigo<br />

que estudia cine. “¿Tienes videos?”, dice la chavita de boca feliz junto a Beto; yo lanzo<br />

la obligada de: “¿Cuándo fue la última vez que tocaste, Roberto?”. Laura Tejeda<br />

me hace segunda: “¿Por qué ya no tocas?”. “Hay que darle chance a los nuevos valores,”<br />

dice. Respuestas así desconciertan a quienes no conocen el carácter dual de<br />

Beto y lo consideran alguien que no toma nada seriamente. Tardé dos años en acostumbrarme<br />

al vaivén. Intrigado acerca del porqué no editó disco solista alguno, Beto<br />

me invitó en 2010 a que charlásemos luego del brindis de fin de año de la revista<br />

Proceso, ocasión que probó ser poco propicia. Al ser inaugurada en el Metro Balderas<br />

la estatua de Rockdrigo por Alfonso López Kasanovita, le envié un cuestionario<br />

de 16 preguntas que él respondió profusamente en 20 hojas por correo electrónico.


Recorte de prensa sobre los loquísimos Nina Galindo y Roberto Ponce,<br />

testimonio del inicio de su carrera profesional como rockeros.<br />

23


Cagaleras y los propios dioses<br />

“El de esta foto soy yo en el Festival de la Miel 2001 de la Plaza Hidago, en Coyoacán.<br />

Estoy cantando con mi novia Audrey Schmilcker Cul de sac; se la compuse<br />

en francés. Entre el público estaba mi madre. Y una luminaria parisina, Citlali<br />

Anaïs Le Clerre Ponce, preciosa hija de mi hermana Lety”.<br />

24<br />

Je suis la fille plus diabolique, (Soy la niña más diabólica<br />

Je fais pleurer les hommes., que hace llorar a los hombres.<br />

Mais su tu vais mon âme, Pero si quieres mi alma,<br />

Je te donne un cul de sac…, te doy un callejón sin salida…<br />

Mon amour qui viens du Sud, Amor mío, que vienes del sur,<br />

Attend mon chat, qui’l dorme…, oye a mi gato que duerme…)<br />

“Pero ustedes preguntaron por qué no doy a conocer mis canciones y por qué<br />

no grabo un disco. Bueno, va que va... Son dos razones. No sé si ultrapoderosas<br />

pero me funcionaron lo suficiente para justificar rachas depresivas a la muerte de<br />

mi mamá. Esa fue la primera, su muerte. Y la segunda, bueno, Audrey, o sea… Ella<br />

terminaba en la UAM-X su licenciatura de socióloga cuando la conocí en Proceso;<br />

Jorge Munguía Espitia se la había recomendado a Arman para apoyarnos con las<br />

encuestas del libro México: su apuesta por la cultura, en octubre del 2001. Hizo<br />

un trabajo limpio, delicado, mega eficaz con Gaby Casas Morell; pero a mí me<br />

enamoró por su voz. Juntos escribimos Baja nena, que grabé al morir mamá en<br />

2007, con Samantha Byers y el hijo de Daniel Tuchman en Cabo San Lucas, para<br />

mi cuate Poncho Varitas, dueño del bar Las Varitas”.<br />

Baja, nena, a la península azul<br />

para robar la perla que John Steinbeck perdió.<br />

Todos Santos o todas diablas, allá por Finisterre<br />

la vida late mejor, en… ¡Baja California Sur!<br />

“Fuimos un par de veces a Europa, viajamos como no te imaginas, aguantamos<br />

vara las cagoladas del puto mundo. Nos amamos, no sé si todavía, ¡pero cuánto<br />

la quise! Audrey Schmilker no era particularmente fan de los Rupestres, pero le<br />

gustó un cassette de Jaime Moreno Villarreal con Está valiendo madre el corazón, y<br />

me acompañaba en las tocadas como la de septiembre del 2007 por los Derechos


Humanos, en Anahuacalli. Yo ya había caído en la secuela depre gachísimo, desarrollé<br />

problemas de riñones y diabetes, le di al trago con fe, enflaqué por descontrolar<br />

dietas y, total, en octubre del 2010 también Audrey se fue de mi lado.<br />

En medio del teatro del absurdo y la paradoja, no supe a dónde ir y todavía sigo<br />

buscando de dónde vengo. Ni pedo. Me quedé sin lágrimas. Neta”.<br />

Y cuando quiero pararle a mi viaje, me doy cuenta<br />

que el boleto tiene un chance aún para rolar.<br />

“Trato de ser fiel en este recuento,<br />

Felipe, a lo largo de cuatro décadas hay<br />

cosas de las que no me acuerdo bien<br />

cómo o cuándo sucedieron y algunas<br />

imágenes difieren de lo que otros protagonistas<br />

han dibujado. Por decirte:<br />

mi ex cuñado, El Chivo (Rodrigo de<br />

Oyarzabal), me incluyó en su blog Los<br />

12 grandes del rock nacional por internet<br />

y menciona datos de piezas que<br />

él me grabó de 1973 a 1996 y que yo<br />

había olvidado por completo. Desafortunadamente,<br />

varias cosas que escribió<br />

allí son erróneas. Es lógico. ¿Cómo dar<br />

forma unilateralmente a un trabajo<br />

que necesita la colaboración forzosa<br />

de alguien más, en este caso yo como<br />

creador, para completarse? Ni siquiera<br />

uno como creador de una obra artística<br />

puede renunciar a su derecho de autor.<br />

Al subir esa información a la red, El<br />

Chivo no me consultó y su revisionismo<br />

de 12 apóstoles rocanroleros mexicanos,<br />

que luego creció a 15, presenta<br />

mi discografía a medios chiles. Cagola.<br />

Cartel de la presentación de Rockdrigo<br />

y Roberto Ponce en el foro La Puerta,<br />

en Guadalajara, en 1984.<br />

El Chivo se molestó conmigo en 1997 y desde entonces no hablamos. Esta situación<br />

me entristece porque nos conocimos hace 42 años, en 1971. ¡Oye, es un tipo<br />

25


que sabe un chingo de música y por el que sentí mucho afecto, no obstante estar<br />

ahora distanciados! Pero contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”.<br />

Adiós a las armas<br />

De un baúl apilado con papeles saca un ejemplar de La Rosita, periódico gratuito dirigido<br />

por Susana Cato para la Delegación Coyoacán, y lo desdobla para que leamos<br />

su texto Hurbanistorias del profeta del Nopal, acerca de la placa del escultor Felipe de<br />

la Torre, inaugurada “por obstinación del promotor Jorge Pantoja” en la estación del<br />

Metro Balderas, el 19 septiembre del año 2001, a los 16 de morir Rockdrigo.<br />

“Salimos contentos con una promesa firme de las oficinas del INBA en Chapultepec<br />

ante un atardecer húmedo con desganados grises, Rockdrigo encendió un<br />

cigarrillo que todos aspiramos, hizo gala de su cotorreo profético y en un alucine<br />

que provocó carcajadas, anunció socarrón: Algún día cambiarán las calles de este<br />

circuito del Auditorio Nacional por los nombres de los músicos Rupestres. Ésta se llamará<br />

‘Avenida Roberto González’… Esa otra, ´Boulevard Roberto Ponce’… Allá, en<br />

aquella esquinita, estará el ‘Callejón Rafael Catana’… ”.<br />

“Rafa Catana no iba con nosotros y ya por entonces era obvia la antipatía que<br />

Rockdrigo y Fausto sentían hacia él. Como dueño del balón Rupestre que se arrogaba<br />

El Rockdrigo, yo también pasé a formar parte de su lista negra después de los<br />

jaloneos que nos dimos hasta rodar por las escaleras del Auditorio Nacional, el domingo<br />

9 de junio, durante el Festival PSUM 85; así que cada vez que oigo A ver cuándo<br />

vas (a la casa a cagar), pienso que sí se la dedicó a Catana, como dicen las malas<br />

lenguas. Esa rola de Rockdrigo aplica conmigo y no es bluff ni wishful thinking. ¡La<br />

última vez que fui a su depar’, allí hice caca y pipí en su baño del edificio de Bruselas,<br />

hecho mierda y en reparación. ¡Si él cagola fuera de la bacinica, yo también!”.<br />

26<br />

A ver cuándo vas a la casa a cagar,<br />

a ver si tus celos y envidias puedes desafanar.<br />

“Yo le dediqué Profeta del nopal, una baladita rock pensando en su muerte y en<br />

su hija Amanda Lalena, por 1999. A ella no le agradó porque al final puse ‘Adiós,<br />

Lalena tropical’ en la letra y luego que se la canté en público, ella me dijo: ‘¡Cómo<br />

que Lalena tropical… !’. Ella aún no se apodaba Amandititita, porque entonces la<br />

habría cambiado a algo menos fresa, como:


Fue con el temblor que escuché el rumor y nadie sabía si era cierto.<br />

Pero con dolor alguien confirmó<br />

que Rockdrigo estaba entre los muertos<br />

Adiós, Profeta del Nopal… adiós, Lalena transexual,<br />

nos volveremos a topar cuando abordemos en Balderas aquel Metro.”<br />

Extrae de un cajón con cuadernos de sus diarios personales, aquel que acaba<br />

abruptamente en septiembre de 1985. Abre la página del mes de junio donde escribió<br />

una carta a su hermana Lety, quien se encontraba en Europa con su esposo<br />

El Chivo y que comienza, así:<br />

Querida hermana, trucha mía, te escribo estas líneas justo después d’ terminado el<br />

Festival PSUM 1985. Nina y yo finalmente nos aventamos unas rolas (Estas son mis<br />

manos, Diluvio Nal., Blues d’ la difunta, donde rompí una cuerda, y Me siento bien, d’<br />

Jaime López), en el foro de la explanada del Auditorio Nal. y esto me llena d’ orgullo<br />

sabes, xq’ Nina tiene un quiste en su único ovario y se presentó (¡finalmente!) conmigo,<br />

luego d’ q’ yo canté. Sin embargo, con los Rupestres la onda no anda muy bien funda-<br />

mentalmente x el conflicto: ROCKDRIGO + QUAL VS. CATANA y ¡YO!... La onda Rupestre<br />

sólo queda en el corazón de los chavos q’ nos han ido a ver y aunq’ creo q’ seguiremos<br />

haciendo cosas juntos, x el momento la onda Rupestre queda en un impasse puesto<br />

q’ x ahora –en este momento- hay broncas con el Rockdrigo -¡imagina!- y Nina está a<br />

punto de perder su única posibilidad d’ tener hijos en una operación q’ tendrá lugar en<br />

un mes + o -… tenía q’ sacar este rollo, carajo, x q’ no pude ni siquiera proponerles a los<br />

demás la posibilidad d’ Radio 3 en España, tan deprimido me sentí. Pero insisto, es por<br />

q’ estoy ½ triste porq’ lo Rupestre está literalmente BAILANDO BERTA.<br />

“Te juro que no supe por qué Rockdrigo la agarró contra mí esa pinche tarde.<br />

Fausto me lo dijo en 2003, cuando filmamos con Montero No tuvo tiempo. Aun<br />

aceptando que tuvo motivos para burlarse a costa mía y tratarme mal cuando fui<br />

a su depar’ a cagar días antes de los sismos, me parece que las razones que tuviera<br />

o el derecho de creerse dueño del balón Rupestre sólo son reverendas mamadas”.<br />

Pudo más el amor. A las 11 y media de la noche, Beto regresó a casa de los<br />

Ponce para telefonear a Villahermosa. Así evitó tener que esperar a Rockdrigo y<br />

quedarse en su depar’ a dormir como quería El señor Iván. En una palabra, Marina<br />

los salvó de morirse a Beto e Iván Guzmán pues el sismo fue a las 7 y fracción de la<br />

mañana del jueves 19 de septiembre.<br />

27


28<br />

Era septiembre en la ciudad, todo tenía que terminar<br />

con un gorrión volando hacia mar abierto.<br />

“En el caso particular de Rockdrigo, su trascendencia es casi patrimonio de<br />

las nuevas generaciones de músicos y admiradores, valoración bastante peculiar<br />

toda vez que la música generalmente suele brillar en determinada época, y si<br />

una canción original no impactó al público cuando la presentó su autor, sería<br />

milagroso que guste después. Por otra parte, el fenómeno del Rockdrigo mítico<br />

pareciera sobrevolar por encima de la creatividad rolera de los que rupestreamos<br />

con él a mediados de los ochenta, cuando la mayoría han continuado<br />

produciendo sus propios discos, más allá de la nostalgia. Esta omisión es uno<br />

de los logros del libro propuesto por Jorge Pantoja y otro, dar reconocimiento<br />

a una figura titánica en el movimiento Rupestre femenino, con la entrevista a<br />

Nina Galindo”.<br />

Dame un poema, manda una hoja que en el invierno recoja.<br />

No importa cuál sea mi suerte. Valkiria, tráeme la muerte.<br />

Pero hazme fuerte en invierno hasta que el tiempo nos encuentre.<br />

“Quizá falte evocar la ausencia del cineasta rocanrolero Sergio García Michel,<br />

maestrazo de la lente en formato Súper 8 milímetros, fallecido tras 25 años de los<br />

sismos, en septiembre del 2010; colega del rol que documentó con fidelidad y humor<br />

el imaginario Rupestre para la posteridad. Su bella alumna norteamericana,<br />

Jennifer Boles, charló conmigo en septiembre del 2011 en Proceso, recabando<br />

ella testimonios para la película de su doctorado en la Universidad de Indiana,<br />

campus Bloomington, y yo le conté algunas anécdotas que compartimos. En especial,<br />

de cuánto gozamos con Jessy Bulbo el festival en homenaje por un centenar<br />

de películas suyas que le organizó Susana Cato, el miércoles 19 de noviembre<br />

en el CCH Vallejo, al compás chunga-chaca de Ricardo Jacob, cantando en vivo La<br />

carrera del oso”.<br />

“Sería el último fulgor de nuestra larga experiencia amistosa; luego él me dejó<br />

de hablar debido a una serie de malentendidos telefónicos. La cinta de Jennifer<br />

tiene ya un probable título: Prohibido prohibir. Posiblemente se le ocurrió por<br />

aquella conversación, cuando de plano chillé ante su cámara. Me dolió mucho<br />

su muerte sin habernos reconciliado. Presiento que será un filme formidable en


Guadalupe Trigo y Roberto Ponce en una<br />

gran comunión espiritual, pensando en la<br />

canción mexicana. (Archivo: Roberto Ponce).<br />

Callo y Colmillo, dueto de Nina Galindo<br />

con Roberto Ponce. Presentación en algún<br />

lugar de la Ciudad de México en la década<br />

de los ochenta. (Archivo: Roberto Ponce).<br />

El súper profesional periodista Roberto Ponce conversa<br />

con Cesárea Évora, en 2002. (Archivo: Roberto Ponce).<br />

29


honor al mejor retratista de los Rupestres, que lo atrape en su máximo erotismo,<br />

valentía e independencia. Ojalá Jennifer Boles lo esté editando ya para verlo<br />

pronto.”<br />

30<br />

El amor de Palomita y del Oso Correlón<br />

fue un amor de siete lunas que la guerra interrumpió.<br />

Vuelta al hogar me detengo en la puerta<br />

Beto guarda buena parte de las múltiples entrevistas que grabó en 40 años de su<br />

carrera periodística, que sumadas a unos 200 cassettes familiares y con sus canciones,<br />

llegan al millar y medio de cintas. Escuchamos sus primeras piezas de 1973,<br />

las de Prepa 6, Guitarrero de cuando fue al Festival de la Juventud 1979, en La<br />

Habana, o Jardín mental y La canción de Lene, del demo Gato Loco, en Dinamarca<br />

con Jens Viggo, de 1981. A su regreso, cantó con Rosina Conde y la única vez que<br />

grabó con Rockdrigo fue Ropa vieja, que tiene coros de la actriz Zamira Bringas,<br />

quien le ayudó a realizar lecturas de poesía danesa en la librería Gandhi y en el<br />

Museo del Chopo.<br />

Vuelta al hogar me detengo en la puerta,<br />

la ropa vieja se seca al viento.<br />

Fue un largo viaje y estoy fatigado,<br />

llueve la tarde en mi patio.<br />

“Clara y yo nos acoplamos súper, cantamos juntos hasta 1981 en Aarhus. Con<br />

unos primos reaccionarios míos estrenamos El tiempo del cambio. Profética. Marcos<br />

y los zapatistas de Chiapas se levantaron en armas 13 años después, pero en<br />

1973 les sonamos a utopía comunista”.<br />

Debe llegar un tiempo, ser un tiempo del cambio.<br />

Los que no tengan tierra bajarán por la sierra...<br />

Y vendrán porque es tiempo de exigir más salarios.<br />

“Cantar con Nina era otro boleto. Únicamente le doy crédito como cantautora<br />

de Llévate lejos tu blues, pero me enseñó muchísimo en el plano profesional, dio a


conocer mis piezas y, en suma, no tengo palabras para agradecerle tanta simpatía<br />

y amor. El tren de Guanatos, de mayo de 1985, fue una rola cumbre que nos alabó<br />

Alejandro de la Garza, inventor del término Rupestre. Es rola que me late, está<br />

bien hecha y es pegajosa”.<br />

Ya por Querétaro se ve el estadio y se escucha una oración.<br />

Todas aquellas casonas gigantes les sobra mucha habitación.<br />

Pero yo ya me voy durmiendo con mi guía, en el tren…<br />

En casa de los Ponce la tertulia se apaga silenciosa. Armando nos obsequia 100<br />

Poemas en papel revolución. Laura y yo subimos a descansar. Al otro día, cuando<br />

partíamos para pasar el año viejo con nuestras familias en Querétaro, al bajar del<br />

segundo piso donde dormimos esas dos noches, Roberto nos dejó en la mesa del<br />

comedor regalitos. El mío eran dos cassettes con extractos de sus viejas canciones y<br />

con la rola Qual es la onda, que le grabó Federico Luna. Esa noche mandó un mail:<br />

Así como fui escribiendo mis diarios y grabé cientos de cassettes, debí registrar cada<br />

canción para no tener que comenzar a cada rato de cero. Por ti nuevamente soy la llu-<br />

via, voy a retomar aquel proyecto del audiolibro que te conté. Mientras, recibe con tu<br />

amiga Laura Tejada un… ¡¡¡Feliz año nuevo 2013!!! Tu GodFather 2: BETO PONCE.<br />

Notas<br />

Canciones de Roberto Ponce cuyos fragmentos, en cursivas, se han reproducido:<br />

Baja, nena, Cuchillo pedernal, Qual es la onda, Cul de sac, El rol debe<br />

seguir, Jardín mental, Piñata de peces, Profeta del nopal, Ropa vieja, Tiempo<br />

del cambio, Tren de Guanatos, Voices of the Forest y Ya voy por los 34 años<br />

(El Enano Feroz).<br />

Segador, Cosillas para El Nacimiento y Madrigal de junio son tres poemas<br />

del tabasqueño Carlos Pellicer Cámara (1897-1977), musicalizados por<br />

Beto Ponce. De Rockdrigo González es A ver cuando vas (a la casa a cagar). El<br />

oso corredor o La carrera del oso fue un cover de Los Sinners, del original en<br />

inglés Running Bear, de Johnny Preston, de 1959. La frase ‘Contra la estupidez<br />

los propios dioses luchan en vano’ es del filósofo alemán Federico Schiller<br />

(1759-1805) e inspiró el título de la novela de ciencia ficción Los propios<br />

dioses, del novelista judío norteamericano Isaac Asimov (1920-1992).<br />

31


un producto del mestizaje<br />

rodrigo de oyarzabal<br />

32


Eblen Macari en su casa en Villa Coapa, al sur de la Ciudad de México. (Foto: Gabriela Ávila, 2012).<br />

Hace muchos años, en esta misma sala, Eblen Macari me mostraba el primer<br />

disco de un grupo irlandés fundamental en la universalización de ese género alrededor<br />

del mundo: The Chieftains. Hoy, con un delicioso café árabe en la mano y una rica<br />

tortilla de patatas preparada por Olga, más unas chocolate stout esperándonos en la<br />

nevera, mientras Gaby prepara toda la parafernalia para la grabación, charlamos con<br />

Eblen sobre su presente y nos echamos un clavado en los viejos tiempos, rescatando<br />

de entre los recuerdos, todo un viaje por una época definitoria del rock mexicano y<br />

que sentó las bases que le permitieron encontrar un sitio propio dentro de la música<br />

33


mexicana contemporánea a un grupo de músicos aferrados a sus propias ideas, a<br />

sus propios conceptos: los Rupestres.<br />

Provenientes de distintos espacios y con diferentes influencias musicales, confluyeron<br />

en un momento en el que México iba saliendo de las secuelas del 68 y su<br />

juventud pedía a gritos esbozar, cuando menos, una identidad propia.<br />

Las músicas y las letras desbordaban las guitarras y buscaban espacios para<br />

ser compartidas; y ellos se organizaron para encontrarlos, para usarlos y para<br />

aprovecharlos.<br />

Así, crearon un colectivo y un sello distintivo. A los músicos que participaron<br />

en los primeros dos festivales rupestres se les asociará siempre con el término,<br />

aunque su trabajo y sus intereses no vayan necesariamente en ese camino, ya que<br />

definieron una época, dejaron constancias grabadas, fue vital escucharlos entonces,<br />

marcaron muchas pautas, sembraron muchas semillas, escribieron muchas<br />

páginas (y muchas rolas), quedaron en el imaginario musical de quienes los escucharon,<br />

han influido a varias generaciones, pero lo más importante es que un<br />

altísimo porcentaje de ellos, a treinta años de aquellos ayeres, sigue, aferrado, haciendo<br />

su música, grabando sus discos, encontrando sus espacios.<br />

Entre ellos destaca la trayectoria de Eblen Macari, con 16 discos a cuestas (los<br />

más recientes en 2011 y 2012), un palmarés de presentaciones por tres continentes<br />

y un desarrollo musical sostenido a través de sus propios gustos.<br />

De las guitarras procesadas a los espacios sonoros modales, de los sintetizadores<br />

a la jarana, pasando por la experimentación y hasta por las canciones, Eblen ha<br />

sabido siempre por dónde moverse.<br />

Compositor de la clásica Yo no nací en la Huasteca, se ha internado en el son jarocho<br />

y en el folk universal, ha llevado a su obra una vasta influencia sonora y una<br />

rica instrumentación. Ha vivido de su trabajo, ha abrevado en muchas culturas, ha<br />

confrontado sus rolas en diversos y muy diferentes ámbitos, se las ha ingeniado siempre<br />

para tocar con los músicos de su preferencia, ha sabido integrar la vida familiar con su<br />

música. Es, como él mismo diría, un músico feliz.<br />

Durante los últimos dos años sacaste a la venta un par de discos:<br />

De Beirut a Cosamaloapan y Avant-Folk, ¿cuál ha sido la respuesta del público?<br />

Los dos son proyectos paralelos. Uno, Avant-Folk es con mi hijo Kabalan, en la percusión,<br />

y con Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera; es más electrónico, más electroacústico,<br />

más duro, más en la línea de la improvisación, un poquito rayando con<br />

el jazz. De Beirut a Cosamaloapan es un proyecto acústico más delicado, con músicas<br />

34


mías, composiciones con elementos árabes, música barroca que toca Olga en el clavecín,<br />

sones. Es un proyecto que había estado buscando durante los últimos diez<br />

años y lo pude hacer en este disco. Ha gustado mucho, a mí me parece que está<br />

redondito, bien hecho, bien grabado y sí, ha tenido muy buena respuesta.<br />

¿Es rentable para ti la venta de tus discos?<br />

Es rentable en los conciertos, fue rentable también el primer tiraje que vendimos<br />

a una compañía europea. Lo vendemos en conciertos, está en las tiendas de Fonarte<br />

Latino. No se vende mucho porque los discos ya no se venden mucho. Ahora<br />

en Navidad pude, por un correo que envié, vender varios discos.<br />

Empieza a jalar en iTunes; casi todos mis discos están ahí. Ése es el futuro. Por<br />

primera vez pude cobrar algún dinero de ahí. El disco tiende a desaparecer y hay<br />

que acostumbrarse que así va a ser. Hay que tener las cosas en iTunes, que es una<br />

buena opción.<br />

En 1981, al ver la luz tu primer disco Un producto de los sesentas,<br />

¿imaginabas que treinta años después tendrías un lugar destacado dentro<br />

de la música experimental mexicana y seguirías produciendo discos?<br />

La verdad sí. Siempre he tenido claro, desde muy joven, que iba a ser músico y que<br />

mi vida iba a ser esto: tocar. Al contrario, hasta esperaba más. Siento que tengo un<br />

lugar en la música. A mí me gustaría estar todo el tiempo viajando, en conciertos,<br />

en giras. Grabo mucho, he hecho música para películas, para documentales, he<br />

dado conciertos, estoy contento.<br />

No me quejo por falta de apoyos. México es un país donde la cultura sí tiene<br />

manera; hay gente que vive muy bien de las becas. Yo vivo bien de los conciertos<br />

que en la mayoría doy con los institutos de cultura.<br />

En noviembre del año 84 se celebró el 2º Festival Rupestre de los Cantantes<br />

Errantes. Si bien el llamado Movimiento Rupestre comenzaba entonces a ser<br />

conocido en el inframundo musical, para mucha gente en aquel entonces<br />

resultaba, por decirlo de alguna forma, extraño encontrarte como parte integral<br />

del colectivo. ¿Cuál y cómo fue el punto de encuentro con el resto de los Rupestres?<br />

Esa es una historia que a veces yo tampoco entiendo mucho. Rupestre originalmente<br />

es un término que utilizaba Jaime López con Alejandro de la Garza (El<br />

Cholibrí), decía ‘rupestrón’ cuando se refería a algo medio crudo… rupestre, y él<br />

fue el primero que lo utilizó. Yo con Jaime, que para mí es un gran artista y hemos<br />

35


sido buenos amigos, viajé a Jamaica para ver al grupo de Bob Marley y decidimos<br />

hacer conciertos porque íbamos a las instituciones de esa época y no teníamos<br />

mucho pegue. Había otros artistas que estaban de moda como La Nopalera, un<br />

grupo que tenía mucho jale.<br />

Entonces decidimos que teníamos que tocar y hacer conciertos y creamos el<br />

Foro Tlalpan con el ciclo ‘Cada quien sus rolas’, apoyados por Sergio García, que<br />

era el dueño del lugar, y de ahí después se hizo todo el movimiento. Pero no fue<br />

una idea original ni de Rockdrigo ni de Catana; era una idea de Jaime López con<br />

El Cholibrí. Ese es el origen.<br />

Después tuve la oportunidad de tener buen contacto con Rodrigo González,<br />

que era muy buen músico, buen compositor. Con él me identifiqué como amigo<br />

y me invitaba a tocar. Así tuve ese vínculo. A Jaime ya lo conocía, a Roberto González<br />

lo conocía también de antes, a Catana desde el CEFOL, Armando Rosas era<br />

más reciente, ya después los otros, pues ya no sé quiénes son. Esos fueron con los<br />

que tuve relación en aquel momento.<br />

¿Qué recuerdos tienes del primer Festival Rupestre en el Chopo?<br />

Era como el reinicio del Chopo. Lo volvían a habilitar e hicieron un forito muy<br />

bonito, pero la acústica era pésima. Fue una etapa de transición importante en la<br />

cultura mexicana, que iba saliendo del 68 y todavía había mucha represión hacia<br />

los movimientos de jóvenes y nosotros veíamos dónde nos podíamos juntar para<br />

hacer cosas, era más interesante que ahora que está más dividida la banda. En esa<br />

época había una necesidad de buscar espacios que no estaban tan habilitados. El<br />

rock sufría primero porque no había el equipo necesario, los grupos no tocaban<br />

bien porque el equipo era muy malo, las grabaciones eran pésimas. Ahora todo<br />

mundo puede tener un estudio como Pink Floyd, Genesis, Peter Gabriel y en la<br />

casa ya se puede tener un buen equipo. Pero entonces había una falta de profesionalismo,<br />

de técnica.<br />

Los Rupestres son resultado de un encuentro entre gente que salía de las peñas,<br />

gente que le gustaba Bob Dylan; a mí que me gustaban otras cosas, pero que<br />

no sabíamos dónde meternos. Y por eso está el manifiesto que dice ‘Somos de<br />

palo’. Sí, somos de palo porque no nos quedaba de otra. Entonces me gustaban los<br />

sintetizadores, me encantaba la electrónica; ahora esto ya está payo, ya lo usan los<br />

Bukis, ya no tiene chiste. En esa época la electrónica llegó a su máxima expresión<br />

con Genesis, Pink Floyd. Los robots, entonces los usaban ellos; hoy los usa Televisa<br />

y se ha vuelto chafa presentarse así. Pero en esa época teníamos esa necesidad<br />

36


Oscar Reynoso El Bugy y<br />

Eblen Macari; contraportada<br />

del álbum Un producto<br />

de los sesentas (1981).<br />

Portada del álbum Un<br />

producto de los sesentas<br />

(1981), de Eblen Macari.<br />

37


y este movimiento era como entre folklóricos, bobdylanes y músicos gringos. Ese<br />

era el Movimiento Rupestre.<br />

Por eso era una música no fácil de entender, porque a los de las peñas les gustaba<br />

la cosa boliviana y a los rockeros no les gustaba eso. La gente rockera de los<br />

años sesenta y setenta era muy reaccionaria, muy pro-gringa: “Vamos al gabacho”.<br />

Es un movimiento que no está bien definido, que no tiene un lugar, con excepción<br />

de Rodrigo y de Jaime, cuyas propuestas son más sólidas.<br />

Esto viene de Avándaro. Yo estuve en Avándaro y conocí de cerca a la Tinta Blanca,<br />

Peace & Love, El Ritual. Su rollo no de propuesta sino de protesta era jipioso, eran pachecos;<br />

pero a la hora de la cosa política eran muy pro-gringos, muy establecidos. Después<br />

vinieron los grupos profesionales o asesorados por profesionales de la industria,<br />

como los Caifanes, y ya se hizo un rock más serio. El rock necesita tecnología. Ahora<br />

cualquier grupo de Televisa se oye bien. Para mí el rock ya no tiene sentido; Peter Gabriel<br />

es igual al sonido que tiene cualquier grupo, se ha estandarizado.<br />

La música de jaranas, la música huasteca es algo vivo, diferente; algo que tiene<br />

raíz. Es muy bonito; es a grandes rasgos esta cuestión con el rock y con la música<br />

rupestre, la música tradicional, todos estos encuentros, toda esta mescolanza.<br />

¿Qué cercanía hubo entre el disco Glaciares (sobre todo la pieza Navegabas,<br />

cuya letra compuso Jaime López) y el Movimiento Rupestre? ¿Tuvo algo que ver<br />

tu relación con Juan Valdés, la Distribuidora Unicornio, Editorial Penélope<br />

y el disco Trayectos, editado en 1983?<br />

Es un disco lindísimo, de lo mejor que he hecho en mi vida y estoy por volverlo a<br />

sacar. Más bien es lo que yo siempre quise hacer y es lo que hago, esa línea. Puedo<br />

decir que es bueno, lo oigo y me sorprende la calidad que teníamos tan jóvenes<br />

y que, desafortunadamente, no fue querido por la crítica de jazz. Fue un poquito<br />

frustrante porque ya no lo pude mandar a las compañías (en esa época se mandaban<br />

los discos a las compañías europeas), además eran acetatos que suenan muy<br />

feo, pero ahorita tengo la copia en dat y suena muy bien.<br />

Ese disco fue muy importante para mí. Después regresé a las canciones, que<br />

es algo que no llego a entender; yo no tengo buena dicción; mi voz es buena para<br />

cantar música tradicional, canciones bretonas, cuando hago sonidos; pero para<br />

mí siempre la letra era una cosa que me causaba conflicto. Me gusta Silvio Rodríguez<br />

pero no sé qué dice, no hago mucho caso; igual con Simon & Garfunkel.<br />

Hasta hace poco supe qué era Scarborough Fair, ¡ay, qué bonita! Y toda mi vida la<br />

he oído. Mi interés siempre ha sido musical.<br />

38


Soy lector, me gusta mucho leer, pero no es algo que vea como la relación de<br />

la música con la palabra. Tú oyes las letras de Yes y son cosas muy piradas; no<br />

son buenas. Escuchas a Simon & Garfunkel y te das cuenta que estudiaron o les<br />

gusta la poesía, así como cuando oyes a Jaime López, al mismo Catana, que están<br />

clavados; pero yo no.<br />

Últimamente toco sones porque me encantan. La petenera es La petenera y La<br />

lloroncita es La lloroncita. Y ahora que fui a Portugal tomé dos que tres palabras de<br />

Pessoa, que me gustan mucho, y las pongo como citas. No me gusta la trova. Silvio<br />

Rodríguez es un gran artista, pero siento que es mucho rollo; para eso mejor leo<br />

un libro de filosofía. Paul Simon es un gran músico; Leonard Cohen me gusta,<br />

pero primero fue poeta y después a su poesía le puso música.<br />

En el 2º Festival Rupestre formaste parte del cartel del sábado 27 de noviembre<br />

de 1984 alternando con el mismo Jaime y con Rafael Catana. Además de tu<br />

participación en este festival, ¿realizaste más eventos públicos o privados con<br />

el Colectivo?<br />

Hicimos varios conciertos; recuerdo haber alternado con Jaime muchas veces;<br />

con Rodrigo también hicimos varias cosas, programas de televisión. Me acuerdo<br />

de un programa de televisión donde alternábamos; salía Rodrigo con unos animales.<br />

Hace unos diez años hicimos un documental que parece que tuvo éxito.<br />

¿Por qué participaste en ese proyecto?<br />

Por falta de espacios. No era sencillo en México ir en solitario; no daba frutos. No<br />

es que uno quisiera ir por la sola; en los ochenta los espacios estaban cerrados y<br />

un colectivo tenía más peso.<br />

Musicalmente nunca me sentí como en la misma línea; nunca he hecho un<br />

blues, nunca me ha gustado la canción urbana como algo que yo escuchara. Era<br />

muy joven y tenía amistad con ellos; nos gustaba juntarnos, platicar, tomar cerveza.<br />

Era más una relación de amistad y de simpatía que un movimiento.<br />

¿Qué te dice hoy aquella experiencia?<br />

Después de tantos años está un poquito en el recuerdo ya; puedo pensar en<br />

Rodrigo, Jaime López, Catana, Roberto González y cada quien hemos hecho<br />

nuestras cosas. Se sigue usando el término. Hay nuevos Rupestres, unos que ni<br />

conocemos, como que el sello se quedó y hay todo un movimiento urbano de<br />

consideración.<br />

39


Quedaron para bien los movimientos de los ochenta, que eran alternativos,<br />

contestatarios, necesarios en un país que salía de una represión muy reciente; era<br />

muy importante en esa época. Para mal: pensar que cualquier manifestación mal<br />

hecha puede ser rupestre. No está padre que cualquier cosa que cante cualquier<br />

compositor rudimentario sea rupestre. El término Rupestre como algo esencial<br />

está bien; todos somos Rupestres cuando hacemos bien las cosas, pero ese otro<br />

término de mal hecho, de no estudio, no afino, no canto: eso no ayuda mucho.<br />

En el disco citado, Un producto de los sesentas, grabaste una pieza que reflejaba<br />

mucho a toda nuestra generación: Yo no nací en la Huasteca, que, sin duda, es la<br />

que te abre un espacio propio dentro del Colectivo Rupestre y en la cual fijabas,<br />

cuando menos, tres puntos básicos que los chilangos de entonces debíamos ir<br />

definiendo para poder darle valor a nuestra identidad: el folklore, la ciudad y ser<br />

productos bitleanos. Háblame de esos tres puntos y cómo logras sincretizarlos en<br />

tu obra.<br />

Es una pieza que sale cuando estaba muy reciente el movimiento de las peñas y<br />

por lo tanto era un movimiento muy politizado, muy a favor de la izquierda de<br />

esa época. Quién sabe por qué, o es parte de los setenta, la música tradicional<br />

era música de izquierda, era algo vinculado. Había peñas donde le cantaban al<br />

Ché Guevara o a Salvador Allende. Éramos gente muy joven y era una moda. Yo<br />

lo siento como una moda estar a la izquierda, en las peñas. Pero la gente estaba<br />

muy acostumbrada a las canciones contestatarias como La paloma o lo que hacía<br />

Gabino Palomares.<br />

Yo vengo de otra manera de concebir la música: desde muy niño toco y escuchaba<br />

sobre todo la música de los sesenta: Beatles, Doors, Cream, después Simon<br />

& Garfunkel, después la música barroca; pero uno debe estar ad hoc en el momento<br />

y tenías que hacer canciones y en español. Cantar en inglés ya había pasado,<br />

era parte de los jipis; no estabas en el momento. Y empecé a hacer esta canción<br />

y me vino la idea de que era medio artificial, que siendo nosotros como éramos,<br />

viniendo de clases medias de los cincuenta, de repente éramos pro-campo o prohuastecos<br />

y, pues no: éramos otra cosa. Y es una canción que sale a partir de esa<br />

idea de ser honesto con que somos de clase media y escuchamos a los Beatles sin<br />

entenderles nada, pero así crecimos.<br />

Por ahí está como una de las mejores cien canciones de la historia del rock mexicano.<br />

Hoy en día me piden que la cante, pero yo no puedo cantar algo con lo cual ya<br />

no… ¡a mí sí ya me gusta la música huasteca! Y sobre todo la jarocha, pero es algo<br />

40


Avant-Folk, proyecto paralelo de Eblen Macari y Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera.<br />

(Archivo: Eblen Macari).<br />

que en su momento era necesario; de ahí muchos ya empezaron a hacer canciones<br />

más honestas, que tenían que ver con lo que vivíamos. Ahora ya se han hecho demasiadas<br />

canciones sobre la ciudad; se ha abusado de las canciones urbanas.<br />

Siendo producto de la migración y cuando te han formado más de una cultura,<br />

eres más proclive al mestizaje. La fusión y la transculturización son más naturales.<br />

Yo ubico tu música en una dimensión tri-continental.<br />

Me encanta la música europea, fue lo primero que abordé de la música tradicional,<br />

sobre todo la música irlandesa, la música bretona, la música inglesa. De repente<br />

siento que las canciones que hacemos nosotros tienen mucho del bolero, son muy<br />

habladas con melodías muy pobres y yo, como soy zurdo y tengo problemas con<br />

el lenguaje, gustaba mucho de oír a los irlandeses, y aunque no entendía nada oía<br />

que la línea melódica era muy bonita y entonces descubrí que las canciones bien<br />

hechas podrían ser música como la música celta, la música de las lenguas gaélicas.<br />

Me gusta mucho Pentangle; descubrí que estos músicos podían hacer canciones<br />

igual que los jarochos, que hacen líneas muy interesantes, y ese fue mi encuentro<br />

con la música europea.<br />

41


Por muchos años toqué la guitarra arpegiada y el ritmo no lo entendía, hasta<br />

hace relativamente poco; el ritmo vital lo entendí cuando empecé a tocar con<br />

percusionistas, hace quince años: primero con José Sefami, después con Bringas<br />

que tocó la tabla, luego con el maestro Peña y ahora con mi hijo Kabalan, que toca<br />

muy bien la música árabe; ahí empecé a ver que la canción a veces es muy estática.<br />

Si escuchas a Cohen está bien, pero es mucho discurso también.<br />

Cuando creciste haciendo canciones tienes un poquito ese defecto, de no trabajar<br />

el ritmo; pero ahora sin eso ya no puedo componer. Esa parte la descubrí<br />

con el mundo árabe y esa herencia es maravillosa, esa música es increíble. La música<br />

africana, la música árabe y la música de la India vinieron después. A mí de<br />

chavo no me gustaba la percusión; ahora siento que es importante para que la<br />

música salga.<br />

Mis piezas pueden sonar a música celta, a música árabe, a la India; desde muy chavo<br />

me volví compositor porque nunca tuve el don de sacar las rolas de otros. A mí me<br />

costaba mucho trabajo y prefería hacer una pieza. No me gusta engañar y decir: “Sí,<br />

soy especialista en música árabe o música de la India”, no; sólo la conozco y la oigo.<br />

Eso y lo poco que estudié de música europea: armonía, contrapunto y orquestación.<br />

La colonia libanesa en México es bastante amplia y ha dejado huella.<br />

¿Cuándo llega a tu entorno tu origen árabe?<br />

Yo tardé muchos años en volverme libanés porque cuando yo era niño, en los<br />

sesenta, ser emigrante no era algo muy agradable. Ser africano o árabe era mal<br />

visto en el mundo y crecimos con eso. Mi papá, que es un libanés cien por ciento,<br />

no lo exteriorizaba por eso. Es una historia complicada. Nadie entendía qué es ser<br />

árabe porque en nuestro caso somos de origen cristiano. Todo mundo cree que<br />

los árabes son narizones, musulmanes, que usan camellos… y eso no es cierto, es<br />

un mundo muy amplio, con muchas variantes.<br />

Yo lo descubrí ya grande y cuando fui a Líbano fue una experiencia única; sentí<br />

que era libanés aunque no hablara la lengua, aunque no tuviera ese acercamiento.<br />

Hay algo ahí muy fuerte en ellos porque toda su vida han sido migrantes; hay más<br />

libaneses fuera de Líbano. La historia de nuestros abuelos es un acoplamiento a<br />

la primera con mexicanos: se casaron con mexicanas: se volvieron mexicanos; así<br />

son los libaneses, que se adaptan y no lloran.<br />

La esencia está y me da mucho gusto porque cuando toqué en Líbano y cuando<br />

toco con los libaneses, ellos sienten algo cercano, como un artista de origen<br />

mexicano pero que tiene cosas comunes.<br />

42


Soy mestizo cien por ciento y nunca he tenido problema por mezclar ni la comida<br />

ni la lengua ni la cerveza. Soy una persona a la que le encantan todas las<br />

culturas, todas las mujeres de cualquier color, todas las comidas me gustan; no<br />

tengo ese prejuicio y posiblemente es una herencia libanesa el darse cuenta de esa<br />

manera de interactuar.<br />

Pareciera que el Sureste es una obsesión en ti: pejelagarto, Macuspana,<br />

Cosamaloapan, Pochitoque e Istmo son palabras incluidas en los títulos de algunas<br />

de tus piezas. Ya sea en ámbitos etéreos como rítmicos y, junto con el son y el<br />

bambuco, son la parte mexicana dentro de la fusión que tu música representa.<br />

¿Lo contemplabas desde los principios?<br />

Esos títulos son tabasqueños porque Olga, mi mujer, también tiene el mismo origen,<br />

es libanesa-tabasqueña y yo soy libanés-yucateco. Visité mucho Villahermosa<br />

cuando hice la Música para planetarios; me gusta más Tabasco: es un estado<br />

libre de pensamiento. Yucatán es, si no más cerrado, sí más tradicional. Es mucho<br />

del misticismo que se da en nuestro país. Musicalmente, las melodías de Veracruz<br />

son de las más importantes de México. Desde el Sotavento la música jarocha llegaba<br />

hasta Huimanguillo, en Tabasco.<br />

¿Cuáles son para ti los puntos de encuentro musicales entre los tres continentes y<br />

cómo los integras a tu obra?<br />

Hoy en día todos los músicos que se jacten de serlo tienen diferentes influencias,<br />

es algo que ha pasado en toda la historia de la música. En el caso del son jarocho,<br />

es la música barroca del siglo XVII, la música africana que llegó con los esclavos<br />

negros traídos por los portugueses y la influencia indígena que, aunque es muy<br />

poquita, está ahí.<br />

No podemos hacer algo que no tenga diferentes raíces, toda la música es mestiza,<br />

afortunadamente. Hoy esto es más claro por el Internet, por la apertura que<br />

hay para viajar, por los acercamientos, pero la música toda la vida ha sido un encuentro<br />

de diferentes raíces desde Bach, Telemann, Pourcel...<br />

En la España medieval del siglo XV, donde vivían musulmanes, judíos y cristianos<br />

y donde había todas esas influencias, las Cantigas de Santa María, de Alfonso X,<br />

son así, con esas músicas que toman de todos lados.<br />

En varias entrevistas has manifestado que la búsqueda de sonoridades<br />

y ritmos, de un espacio sonoro abierto, son parte esencial de tu estilo musical.<br />

43


De los ambientes sutiles, sobre todo a partir de Música para planetarios, hasta<br />

las sonoridades rítmicas de De Beirut a Cosamaloapan se siente una fuerza<br />

interpretativa más intensa. ¿Cómo has sentido tu evolución musical en<br />

estos más de 30 años en escena?<br />

Desde muy joven me interesaron los sonidos abiertos, esto es técnicamente la<br />

resonancia de los armónicos. Me gusta la música mojada, que tiene eco, que tiene<br />

resonancia; de ahí que mis músicas favoritas sean las gaitas, las sitars de la India,<br />

la música barroca, los clavecines, la jarana. He trabajado en eso; no es algo que se<br />

dé mucho en los músicos porque ahora se está muy en la forma de la armonía y se<br />

descuida eso, desde mi punto de vista.<br />

Creo que De Beirut a Cosamaloapan es un disco acústico con piezas como Costa<br />

fenicia, donde el clavecín y la guitarra están al unísono a propósito, donde los armónicos<br />

resuenan de manera simpática, muy especial, y van creando otras voces.<br />

¿Cómo trabajas, técnicamente, tus espacios sonoros?<br />

Depende de lo que voy a componer, si es una música para un audiovisual, una película<br />

o un documental. Estudié composición, entonces puedo utilizar diferentes<br />

técnicas; puedo escribir desde una manera antigua, renacentista, clásica, romántica;<br />

puedo hacer un blues, algo de jazz. Conozco la armonía y conozco los estilos,<br />

no los domino pero sí sé de qué tratan. Mi música técnicamente está llena de espacios<br />

modales: la armonía medieval que, trabajada de una manera contemporánea,<br />

acepta otras notas; se añaden otras disonancias que no tiene la música medieval,<br />

pero se trabaja como una técnica renacentista-medieval llevada al siglo XX.<br />

A través de tu discografía han sido muchos y de muy variadas influencias<br />

los músicos con quienes has compartido escenario y estudio de grabación: Óscar<br />

Reynoso, Juan Valdés, José Luis Almeida, Yusuf Cuevas, Sotelo y por supuesto, Olga<br />

y Eblen. ¿Te sientes más cómodo con un solo acompañante o prefieres<br />

un ensamble?<br />

Últimamente me gusta tocar en grupo; ya no me gusta tocar solo. Eso dejó de<br />

funcionar hace algunos años; se dio mucho en los ochenta, los noventa: Jorge<br />

Reyes, Luis Pérez, Antonio Zepeda, Macari como solistas. Hoy en día es muy<br />

difícil mantener la atención del público, la gente no te pela; bueno, ni Paco de<br />

Lucía toca solo. Se requiere de una técnica muy depurada, una variedad de repertorio<br />

y de tener varias guitarras para que puedas ser interesante. Tocar solo es<br />

como comer solo.<br />

44


Yo me siento muy a gusto tocando en ensamble con mi familia, con mi hijo<br />

Kabalan que es un gran percusionista, con Olga que toca el clavecín de maravilla;<br />

con Óscar Reynoso que es el mejor músico que he conocido en mi vida, con un<br />

talento impresionante; con Juan Valdés, con quien hice el disco que más me gusta<br />

en mi carrera: Trayectos; Cuevas, que toca todos estos alientos y en realidad es<br />

como otro elemento encima de la música que hacemos; Sotelo, de Cabezas de<br />

Cera, que es muy talentoso. Me siento a gusto tocando con este tipo de gente.<br />

Lo que más hago ahora es palomear: me meto a tocar con celtas, con jarochos,<br />

con quien sea, y palomeo con la guitarra. Y eso me gusta mucho.<br />

¿Cómo decides la instrumentación de tus piezas?<br />

Hablando técnicamente, no me gustan los ensambles tradicionales; creo que ahí<br />

pierde mucho la música. Por eso me gustaba tocar con Cabezas de Cera; Sotelo<br />

toca instrumentos muy raros, Jesús toca instrumentos muy raros: el clavecín es un<br />

instrumento en desuso, afortunadamente, y la percusión árabe no es algo común<br />

en el drum-set de la parte armónica.<br />

A partir de sonidos decido trabajar con la jarana, que es sonora; con la guitarra<br />

de ocho cuerdas, que es sonora; con la guitarra de metal. Busco ser original de<br />

esa manera, no repetir la alineación tradicional. Es una concepción más barroca,<br />

más antigua. Usar la misma instrumentación y las mismas formas es un concepto<br />

romántico, del siglo XIX, con la sinfonía, con el cuarteto. Aquí es un concepto más<br />

de dosificar los instrumentos, de buscarles su lugar. No es necesario tanto, por eso<br />

me siento cómodo tocando en trío o en cuarteto; no veo la necesidad de tocar con<br />

una sinfónica, no me hace muy feliz esa sonoridad: uno puede lograr una sonoridad<br />

fuerte como los tibetanos con sus coros, los celtas… Es una cuestión técnica<br />

de resonancia de los armónicos.<br />

Casi la totalidad de los músicos participantes en aquel 2º Festival Rupestre<br />

no viven, a 28 o 29 años de distancia, de sus composiciones e interpretaciones<br />

o de alguna actividad cercana a la música y se mantienen dentro de la<br />

marginalidad por falta de espacios en la colectividad comercial; sin embargo,<br />

tú mencionas que has podido vivir de la música en México.<br />

México, como un país latino, es un lugar donde la música se da bien, como Brasil,<br />

Venezuela, Cuba o Colombia. México es un país con el mismo potencial, su único<br />

problema es que está muy cerca de Estados Unidos y eso ha hecho que exista<br />

ese malinchismo. Por otro lado, las instituciones han sido maravillosas a partir<br />

45


de Vasconcelos, que creó la SEP. Los institutos de cultura sí han funcionado en<br />

México; hay dinero para la cultura. Los gobiernos, aunque sean de derecha, le dan<br />

importancia, saben que es necesario que la cultura exista y hay dónde moverse.<br />

Yo vivo bien de la música.<br />

México es un país noble, a la gente le gusta escuchar música. Un festival mexicano<br />

bien realizado no le pide nada a ningún festival europeo. Es un país que está<br />

abierto a las músicas, un país bueno para hacer música.<br />

¿Es factible, económicamente, para el público asistir a los conciertos? Sabemos<br />

que hay una diferencia muy marcada cuando viene un artista extranjero a cuando<br />

se trata de un artista nacional.<br />

En la Ciudad de México hay muchos conciertos. Si uno busca, bien puede escuchar<br />

a músicos extranjeros en el Zócalo o en una plaza. Paul McCartney tocó en el Zócalo<br />

gratis. Sí es caro de repente ir al Teatro de la Ciudad, al Metropólitan, pero la Sala<br />

Netzahualcóyotl, la UNAM, son accesibles: puedes ir a un concierto internacional y<br />

el precio es factible: ahí escuché a Jordi Saval y a Keith Jarret y no fue caro.<br />

No es un país donde todo sea bisnes, aunque sí tiende a ser eso; pero todavía<br />

se puede. Hasta se peca, a Eblen Macari lo puedes escuchar gratis en cualquier<br />

delegación y es malo también porque la gente dice: “Ay, pues es gratis” o “voy<br />

después”. También tiene su punto débil esta oferta tan amplia.<br />

Muchos grupos se quejan de que no hay espacios. Siempre he sido una persona<br />

que está adelante de lo que va a pasar, me doy cuenta; digo si algo va a funcionar<br />

o si algo no a nivel de cómo se mueve. Lo mío funciona porque no toco igual que<br />

hace veinte años, ya no hago Música para planetarios, ahora hago una fusión con<br />

percusión, no uso nada de secuencias en vivo y me funciona; no va a ser para toda<br />

la vida, un día va a tener que ser otra cosa, ahora estamos con música barroca que<br />

me gusta; sé por dónde va.<br />

Hay que cambiar o morir. Lo más sano que te puede pasar es tocar con jóvenes:<br />

mi hijo tiene ventitantos años y es una maravilla, es fresco, te da mucho. Están<br />

muy gruesos, traen muchas pilas; McLaughlin toca con chavos que tienen energía,<br />

técnica y eso te prende y tú les enseñas también; aprenden las tablas, el escenario,<br />

el timing; no es fácil, uno sabe cómo hacer un concierto pero ellos tienen la<br />

fuerza, la sangre fresca y eso hay que tomarlo.<br />

No me quiero comparar con los Bach, estaría fuera de lugar, pero ellos pasaron la<br />

estafeta por 400 años hasta llegar al máximo músico que ha dado la humanidad y que<br />

es Johan Sebastian Bach. Y aquí lo podemos ver con los Nandayapa, Los Utrera, Los<br />

46


Eblen Macari Trio, en 2012. (Archivo: Eblen Macari).<br />

Portada del álbum De Beirut a<br />

Cosamaloapan (2012), de Eblen Macari.<br />

47


Vega. En las familias musicales deben pasar la estafeta porque es una herencia que<br />

facilita el camino: lo que yo hice en veinte años mi hijo lo hizo en los primeros cinco<br />

años, a los veinte ya había grabado un disco fuera del país. ¡Yo hubiera dado saltos!<br />

¿Qué significa la posibilidad de mostrar tu trabajo fuera de México<br />

y qué representa el haberlo hecho?<br />

De mi vida es lo mejor que me ha pasado. A los quince años dije: “Yo quiero viajar<br />

por el mundo” y lo he hecho haciendo música. Realmente agradezco a la vida porque<br />

cuando voy a tocar representando a México realmente me siento mexicano.<br />

Cuando estás en Indonesia o en la India o en Líbano o Haití y dices: “Qué bonito<br />

que vengo a representar a México”. Me han tocado muchos 16 de septiembre fuera<br />

del país y me ha emocionado mucho poder representarlo, porque México es<br />

complejo: no nada más mariachi; también somos nosotros. Y nos aceptan bien;<br />

nada más les dices: “No soy mariachi; hay otras cosas”. Y entonces entramos al<br />

mismo canal.<br />

¿Conoces, en términos generales, la obra de tus compañeros Rupestres<br />

de entonces al día de hoy?<br />

Sí, cómo no: hace poco trabajé en el disco de Roberto González titulado Por ahora.<br />

Los primeros acordes yo los hago, una guitarra pulsada. Conozco lo de Catana<br />

que me gusta mucho: Caballo. A Jaime lo he oído un poco menos; de él me gusta<br />

la obra vieja. Armando Rosas es buen músico, muy buen guitarrista. A Fausto<br />

Arrellín lo veo porque su hijo es un gran diseñador y ahí grabamos y hacemos<br />

cosas. A Roberto Ponce, la última vez que lo encontré me preguntó, para Proceso,<br />

sobre la música que estaba haciendo sobre Teotihuacán. A Nina, no reciente, pero<br />

sí la ubico bien. A Guillermo Briseño también, por su escuela.<br />

¿Con cuál o cuáles Rupestres te gustaría trabajar hoy en día?<br />

Me gustaría grabar algo con Catana en sus discos, hemos tratado y estaría bien<br />

hacer algo; con Jaime también. Con ellos son con los que más relación tengo. Han<br />

sido una generación provechosa para el país. No es fácil que los músicos sobrevivan<br />

tanto tiempo; las cosas van cambiando y no es fácil mantener una carrera. La<br />

mayoría ha abrevado y puesto en sus obras música folk de algún sitio del país. El<br />

folk es la raíz que le da vida a las cosas. Una música sin raíz no tiene mucho futuro.<br />

La música tradicional como base es buena para crear.<br />

48


Eblen ¿eres feliz como músico?<br />

Es una vida muy profunda, complicada: existe; la música tiene altibajos, no todo<br />

el día estoy en eso. Como decía hace poco: “Vamos a hablar de comida, de cerveza,<br />

de viajes y, después, de música”. No soy un artista intenso que todo el día digo<br />

que sueño con la música porque sería mentir.<br />

Sé mucho de música, soy melómano, toda mi vida; vivo de ella, me ha hecho<br />

viajar por todo el mundo, conocí a mi mujer que es músico, mis hijos lo son. Sí,<br />

estoy agradecido con la vida; es algo lindo. La casa es de música también. Tiene<br />

sus bemoles; no es todo maravilloso: de repente la economía, a veces no hay conciertos,<br />

a veces no te ganas la beca. Pero tengo 30 años viviendo de la música.<br />

49


50<br />

Rafael<br />

Un gato de corazón púrpura<br />

raúl silva


Rafael Catana en el Salón Bombay, con Federico Schumcler al fondo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />

Catana va silbando por la calle una rola,<br />

su pelo es un poema, o quizá alguna broma<br />

Desolación, de Arturo Meza<br />

Hace muchos años, caminando con Rafael Catana por entre la selva citadina<br />

del Tianguis del Chopo, unos chavos que lo vieron pasar le gritaron: “Catana, no te<br />

mueras nunca”. Este gesto amoroso no sólo es un buen deseo, sino también una<br />

consigna que la música es capaz de convertir en realidad. Pero no sólo la música. En<br />

la intrincada trama de la vida mexicana contemporánea, de la urbe y sus recovecos<br />

más misteriosos, Rafael Catana es uno de esos personajes que nutren y se nutren<br />

con alimentos tan diversos como la generosidad, el sentido del humor, la irreverencia,<br />

el canto popular, la poesía, la solidaridad y la memoria. La desmesura es también<br />

51


su fuerte y con ella ha podido capotear un temporal donde los cataclismos no son<br />

escasos. Músico, activista cultural y social, conductor de radio, poeta, profesor y tallerista,<br />

Catana ha dejado rastros de su andar por este mundo en cinco producciones<br />

sonoras. Sus títulos revelan intenciones: Un gato de corazón púrpura (1989), Polvo de<br />

ángel (1991), El nagual (1997), La rabia de los locos (2001) y Caballo (2011).<br />

Catana ha poblado su ser y su música con todo tipo de literatura. De Henry<br />

Miller aprendió cierta indolencia para el arte del amor, de Roque Dalton ese chispazo<br />

luciérnaga que dejan las causas perdidas y de Mario Santiago el regocijo de<br />

reírse de sí mismo, por ejemplo. Su lectura de la ciudad y de la vida está en sus<br />

canciones; es un viaje en Metro, avistado por miradas y sensaciones que buscan<br />

descifrar una realidad que se escapa.<br />

El don de la conversación y una memoria fresca, la necesidad de dejar la mayor<br />

cantidad de huellas, el sentido crítico que mantiene abierta la puerta para los<br />

reclamos, (porque evidentemente que Rafael Catana también tiene huesos en el<br />

armario), son atributos con los que se ha reconstruido este capítulo.<br />

La vida<br />

Prehistoria<br />

Mi vida era ser fanático de Un Viejo Amor y de La Nopalera. Había vivido muchas<br />

tocadas de los hoyos fonquis, amaba a Bandido, El Ritual, Comunicación.<br />

Soy fan de Eblen Macari desde 1972. Norma Valdez y Javier Bátiz, el Pájaro Alberto,<br />

Polvo, Medusa, El Hangar Ambulante, están en mi memoria, imagínate:<br />

un niño precoz. Me tocó fundar el Centro Libre de Experimentación Teatral<br />

(CLETA), en Sullivan 43, junto con una bola de locos como Los Mascarones,<br />

Los Nakos, el grupo Informe, Enrique Ballesté, León Chávez Teixeiro, Luis<br />

Cisneros, Roberto Pata Loca, Víctor Hugo Santos, Manolo Rodríguez, José de<br />

Molina, Eduardo Lobo González; me tocó ver a Judith Reyes en el CCH Vallejo<br />

y tocar con ella en la peña Tecuicanime, cuando yo era un aficionado más que<br />

un profesional de la música. Por entonces estudiaba en la Escuela de Música y<br />

hacía guiones para Radio Universidad, daba clases en escuelas, me enamoraba<br />

perdidamente y buscaba una parte de la ciudad que se me había escapado en<br />

mi adolescencia. En mi post-adolescencia empecé a descubrir ese DF lleno de<br />

recovecos, lugares y espacios.<br />

52


Milité en la izquierda y me tocó ver su ruptura, en el sentido de la derrota de<br />

la Revolución. Estuve en el CEFOL y conocí a la gente del grupo La Peña Móvil,<br />

Cuicani, a Víctor Martínez, a Cade. Yo venía de la peña El Mosco Pasa y, antes de<br />

formar parte de algún movimiento, me acerqué a la Liga Independiente de Músicos<br />

y Artistas Revolucionarios (LIMAR), donde conocí a muchos amigos como<br />

Álvaro Guzmán, guitarrista de La Piel, Beto Delgado, la gente de On’ta, MCC, entre<br />

muchos que se me barren porque mi Alzheimer progresa… Luego estuve en<br />

TIEMPO (Taller de Experimentación y Música Política) y componía unas canciones<br />

tan divertidas que las he olvidado. Pero fue precisamente el rollo colectivo lo<br />

que me llevó a los Rupestres, con la creencia de que en conjunto se pueden hacer<br />

las cosas y con la conciencia de que siempre alguien de nosotros se va a desarrollar<br />

más, porque en los colectivos así es. Los Rupestres fueron una forma de despegar.<br />

Tengo muchos pasados negros. Estuve en los talleres de El Ciervo Herido.<br />

Aprendí que, más que poeta, lo que yo quería era escribir canciones. Pero fui becario<br />

de Bellas Artes en poesía, estuve en talleres con Ricardo Castillo, publiqué<br />

una plaquette en la editorial Penélope, con Ilya de Gortari. Empecé a trabajar con<br />

Fausto Arrellín en el 83. También me reunía seguido con Jaime López; trabajábamos<br />

cosas y nos veíamos para echar desmadre. Tomé un curso intensivo con él,<br />

que en realidad fue un curso de vida. Él me invitaba a ver sus tocadas y a tocar con<br />

él, todo desde el mundo de la amistad.<br />

Hacía una vida común y corriente a partir de mi trabajo artístico, descubriéndolo<br />

y aprendiendo a componer canciones, buscando entender cómo se hace una<br />

rola y cuál es el patín de esa creación: el texto y la música, algo que a lo mejor nunca<br />

he aprendido a hacer correctamente. Viajé a Centroamérica haciendo teatro<br />

con una bola de locos y nos tocó estar cerca de la Revolución. Luego conocí a los<br />

infrarrealistas y a una generación de poetas hermanos: Ricardo Castillo, Beatriz<br />

Stellino, Pedro Damián, Silvia Tomasa Rivera, Hermann Bellinghausen, David<br />

Huerta y mucha gente con la que comencé a formar mi familia, una gran familia<br />

que ahora tengo. Soy de una generación con mucha suerte, mucha química, vibra<br />

y energía, en el sentido del rol, el viaje, el movimiento y los movimientos sociales.<br />

El otro lado<br />

Lo primero que recuerdo haber escuchado fue un disco de Daniel Valdez, Mestizo<br />

(1974), y me pareció muy raro que alguien cantara a Joaquín Murrieta; se me<br />

hacían muy raras esas canciones de bandidos. Luego conocí la música de Santana<br />

y lo viví como una cuestión de identidad nacional con el rock, que se potenció al<br />

53


conocer a Los Lobos, esa banda chicana que en Estados Unidos canta en español.<br />

Se me hizo un mundo maravilloso, en el sentido de reconocer una identidad<br />

nacional mexicana que a nosotros nos da pena, porque no tenemos autoestima<br />

colectiva y nos avergüenza reconocernos. Esa búsqueda de la identidad la viví<br />

cuando estuve en Los Ángeles, pensando mucho en la diversidad del rock mexicoamericano,<br />

que se la ha rifado en un ambiente cultural muy rico pero también<br />

muy selectivo y hasta racista. En los ochenta escuché mucho a esa tremenda<br />

banda que son The Cruzados y a esa cantante angelina maravillosa que es Linda<br />

Ronstadt, en su época rockera. También tengo recuerdos de infancia escuchando<br />

a Freddy Fender. Es inolvidable esa imagen suya, romántica, con su guitarra Telecaster.<br />

O Lalo Guerrero, que era tan cercano y por eso mismo no lo pelaba tanto y<br />

ni siquiera sabía que era mexicoamericano. Todos ellos me dieron una referencia<br />

cultural que a fin de cuentas es la mía.<br />

Centroamérica<br />

En 1975 viajé a Centroamérica con un grupo de teatro de la prepa. Habíamos ganado<br />

un concurso en el CCH. Fue un viaje que duró dos meses y medio. Íbamos Luis<br />

Cisneros (que era el director), Macondo, El Rizos, Abigail Viveros, entre otros. Viajamos<br />

de México a Panamá de aventón. Fue un momento muy intenso en el sentido<br />

de la creatividad artística, porque fue descubrir la realidad social de México y de<br />

América Latina. Originalmente íbamos a viajar a Colombia, pero no pudimos llegar<br />

porque había estado de sitio. Conocimos a muchos grupos musicales; vimos cómo<br />

se formaba un partido político, que después sería el Frente Farabundo Martí para<br />

la Liberación Nacional (FMLN), y la Liga de la Liberación. Estuvimos en Managua<br />

con la gente del Frente Sandinista y en León durante una manifestación donde la<br />

Guardia Nacional pasaba en sus jeeps a gran velocidad. Me enamoré de una niña<br />

que me dio la mano y resultó ser del cuerpo de seguridad que nos estaba cuidando.<br />

Cantamos en las calles de Nicaragua las canciones de Carlos Mejía Godoy, que<br />

estaban prohibidas. En fin, fue un viaje intenso donde, sin darnos cuenta, arriesgamos<br />

nuestra seguridad porque éramos unos niños muy vivaces y bastante ingenuos.<br />

Después, muchos se retiraron de todo: de la música, de la poesía, de la política, del<br />

arte. Esa aventura me dio muchas cosas, sobre todo, una visión del poder como algo<br />

que está incrustado en la condición humana. Este viaje tiene que ver también con<br />

cierta inteligencia emocional, resumida en una pregunta: ¿qué pinche onda con la<br />

Revolución?<br />

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Los Rupestres<br />

¿Qué somos los Rupestres?<br />

Cuando nosotros ideamos esto no pensábamos en cantarle a la revolución social ni<br />

si íbamos a ser cantantes de la televisión, aunque Rockdrigo sí lo quería ser. Pero hay<br />

sucesos en los que uno no cabe: o sea, no estás en el mainstream y tienes la necedad<br />

de hacer tu trabajo hasta que estés viejito. Esto no es ser un perdedor, sino estar en<br />

una batalla permanente que tal vez no ganes, pero sabes que no vas a perder. En<br />

ese sentido nosotros ni íbamos a ser cantantes de la televisión y tampoco íbamos<br />

a ser los cantantes de la Revolución, ni de la “revolución” del PRI ni de la “revolución”<br />

de la izquierda. ¿Por qué? porque los cantantes de la Revolución ya estaban y<br />

la gente los escogió: son Silvio Rodríguez, Gabino Palomares, Amparo Ochoa…<br />

Pero también sabemos que esta es una revolución derrotada y ahí es donde viene el<br />

cuestionamiento sobre qué hacemos en el Movimiento Rupestre. ¿Qué somos? ¿Le<br />

cantamos a una revolución derrotada, hacemos canciones existencialistas o simplemente<br />

la estamos pasando poca madre? Quién sabe. En todo caso, venimos de Sesiones<br />

con Emilia, el disco de Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán. De ahí<br />

venimos y también de El Pájaro Alberto, de Javier Bátiz, de León Chávez Teixeiro.<br />

Recuerdo esa época como si fuera el principio de un sueño: el sueño de poder<br />

construir un movimiento de rock con canción de autor y gente de bien creando<br />

buenas rolas, con amor al escenario, a la música, al espíritu creativo de un país<br />

que pensábamos que podía cambiar. Fue bien importante que en ese momento<br />

existiera esa ilusión, y creo que actualmente hay una especie de reencuentro con<br />

esa época, en el sentido de poder entablar permanentemente un diálogo con ese<br />

sueño. Los ochenta fueron una época híbrida, porque veníamos de unos setenta<br />

igualmente híbridos. Pero… había un sueño y ese sueño se ha podido realizar de<br />

diferentes formas.<br />

El Movimiento Rupestre no sólo se hizo con los músicos que lo integramos,<br />

sino también con otra gente que fue fundamental. Jorge Pantoja es uno de ellos.<br />

Era subdirector del Museo del Chopo y nos abría las puertas para ensayar y tocar.<br />

Su apoyo, su presencia y su locura por inventar cosas son esenciales. Fundó el<br />

colectivo La Agrupación Imposible y es un caso dentro de la contracultura mexicana:<br />

inventó los concursos de rock del Chopo, de donde salió mucha gente, y<br />

también fundó el Tianguis del Chopo. Es un tipo que tiene ideas todos los días y<br />

de pronto enloquece y las comienza a desarrollar.<br />

55


Pienso en Rodrigo de Oyarzabal, que tenía su programa ‘El rol de todos los<br />

días’, en Radio Educación, y nos cobijó (de hecho debería estar en la famosa foto<br />

de los Rupestres). Otros personajes cercanos han sido Pepe Návar, José Luis Torres<br />

(El Capitán Chorizo), Víctor Ezkide, Alain Derbez, Jorge García Montemayor<br />

(que nos ha arropado a todos con su maravillosa guitarra), el poeta Pedro Damián,<br />

Edgar Arrellín (un autodidacta que nos ha sonorizado infinidad de veces)...<br />

Luego están proyectos culturales como el Foro Alicia, la Editorial Penélope y todos<br />

los espacios donde hemos tocado.<br />

El colectivo<br />

A partir de las relaciones que Rockdrigo y yo teníamos empezamos a juntar a esta<br />

serie de compositores, un poco alejándonos de la gente del canto nuevo y buscando<br />

otro ambiente del rock que no fuera tan gandalla como el de los hoyos fonquis.<br />

Así nos organizamos y se me ocurrió que le pusiéramos ‘Colectivo Rupestre de<br />

los Cantantes Bofos’, siempre en un sentido de broma porque éramos los más<br />

bofos de la música en México en cuanto al crecimiento y el desarrollo, en cuanto<br />

a lo feito que puede ser un cantante rupestre en medio de un glamuroso rockero<br />

heavy metal de la época o una estrella de pop de televisa o un cantante de izquierda<br />

que le rinde tributo a la Revolución.<br />

El manifiesto<br />

La idea de escribir un manifiesto se la debemos a Jorge Pantoja. Rockdrigo fue el<br />

que la llevó a cabo en un momento en que la vida simplemente sucedía. Digo esto<br />

porque el Movimiento Rupestre se dio sin que lo premeditáramos. El Manifiesto<br />

que escribió Rockdrigo nos daba mucha risa y no estábamos tan de acuerdo, en un<br />

sentido figurado y real. Yo vengo del rock y del folk, y siempre me ha interesado la<br />

tecnología. Pero una de las cosas que siempre he pensado es que la gente necesita<br />

tener buen humor; tu éxito puede ser a partir del buen humor. En ese sentido,<br />

creo que el Manifiesto Rupestre es una buena broma, tiene un excelente sentido<br />

del humor y cuestiona a la tecnología. Pero el Movimiento era de facto, se estuviera<br />

a favor o en contra del Manifiesto. Claro, ahí también había una estrategia<br />

para estar vivos y eso fue muy importante, porque a veces uno tiene que hacer<br />

los ambientes y realizar diferentes cosas en diferentes momentos de la vida. Una<br />

de ellas es el poder estar en el rock y también en la canción de autor o, en aquellos<br />

tiempos, en el canto nuevo; aunque de pronto no estábamos en ninguno. Los<br />

rockeros nos veían como muy fresas y la gente del canto nuevo se espantaba con<br />

nuestras canciones, porque no eran la típica canción de Silvio Rodríguez.<br />

56


Los Rupestres no se acabaron con la muerte de Rockdrigo<br />

El Movimiento fue creciendo después de que murió Rockdrigo. Los fundamentalistas<br />

creyeron que se había acabado, pero no. Se integraron Arturo Meza, Gerardo<br />

Enciso, Mauricio González Gómez, Armando Rosas, Carlos Arellano, Marco<br />

Ruiz y revoloteaba por ahí Normando López, entre otros. Se dio un suceso en<br />

donde lo más importante no fue Rockdrigo González, sino toda la gente que se<br />

identificó y ha estado ahí. Roberto Ponce dice que en cuanto muere Rockdrigo<br />

muere el Movimiento; yo digo todo lo contrario: en cuanto muere Rockdrigo el<br />

Movimiento se consolida, dura un tiempo y desaparece. Sí, estábamos muy tristes,<br />

pero la vida tenía que seguir; llegó gente nueva, músicas nuevas, otras formas<br />

de hacer canciones. El Movimiento Rupestre forma parte de la memoria de nuestras<br />

vidas y de las vidas de mucha gente. Yo tengo ese sambenito de ser Rupestre y<br />

me lo quisiera quitar, pero es muy difícil porque ya es algo histórico.<br />

Concierto en vivo y El poeta rupestre<br />

Es memorable, para esta historia del Movimiento Rupestre, el espectáculo que<br />

montaron el poeta Ricardo Castillo y Jaime López: Concierto en vivo. Fue una<br />

bomba para el underground de la época y no está registrado a nivel discográfico.<br />

Fue el primer espectáculo de un poeta y de un rocanrolero en vivo. También, otro<br />

antecedente memorable está en El poeta rupestre, una serie de textos de Alejandro<br />

de la Garza, que leyó una noche en que Ricardo Castillo no pudo hacer Concierto<br />

en vivo. Es una obra que habla de José Pepe Nador, de Iztapalapa, y fue la primera<br />

vez que escuché el término rupestre. No sé si es un término despectivo. Recuerdo<br />

una película donde sale un ogro y un burro que le dice: “Quítate de allí, tipo rupestre”,<br />

lo cual tenía que ver con una connotación racista y primitiva. Creo que se<br />

debe reconocer a Alejandro de la Garza, El Cholibrí, como el primero que utilizó<br />

ese término, aunque Rockdrigo después lo integrara al Manifiesto porque sabía<br />

captar muy bien las ideas que estaban en el aire. Detectar el origen del uso de ese<br />

término es una discusión que espero suceda en forma antropológica y que algún<br />

estudiante de la ENAH haga su tesis al respecto.<br />

La ideología Rupestre<br />

Tiene que ver con el outsider y con el tipo con un punto de vista crítico. Por supuesto<br />

que siempre estuvimos en la izquierda. El patín de estar de gira en la ciudad después<br />

del terremoto, tocando en los campamentos y en las colonias, era una necesidad.<br />

Luego la huelga del CEU, en 1986, cuando tocamos en Ciudad Universitaria y se<br />

57


integraron Trolebús y Armando Rosas. Había una parte glamurosa del rock que no<br />

se unía y que de pronto, a partir de la aparición de ‘Rock en tu idioma’, comenzaron<br />

a participar en movimientos sociales, en esa huelga del CEU con el famoso camión<br />

de redilas de Maldita Vecindad. Empiezan a verse otras perspectivas y nuevos horizontes;<br />

nos organizamos más y después viene el movimiento zapatista. Por supuesto<br />

que hay un punto de vista ideológico, pero a la vez siempre ha existido un<br />

cuestionamiento a esa izquierda menopáusica, tradicional, estalinista, chafa, nepotista,<br />

burocrática, conservadora, más papista que el Papa, que cree que el poder es<br />

más importante y no los seres humanos. En ese sentido es una lucha contra el poder,<br />

porque esa izquierda o la derecha asesina llegan a ser dos enemigos del trabajo artístico,<br />

y eso no lo digo yo, es algo histórico, desde el patín que traían León Trotsky,<br />

André Breton y Diego Rivera por un arte revolucionario e independiente.<br />

Una senda sin redención<br />

¿Ha servido este viaje? Bueno, creo que sí ha servido pero no ha sido masivo.<br />

Hay nuevas generaciones que siguen nuestro trabajo, tienen una idea de lo que<br />

significa y saben que estamos en una senda donde no hay redención ni queremos<br />

que haya redención. Simplemente es un camino donde nosotros cantamos lo que<br />

vivimos, lo que nos pasa, el amor y el desamor, el poder, la izquierda, la policía, la<br />

derecha, cuestionando cosas que tal vez no habíamos pensado. Porque imagínate<br />

que la trova cubana, a pesar de que también se enfrentó a la burocracia, ha sido un<br />

movimiento promovido por el Estado. Nosotros no hemos sido promovidos por<br />

la izquierda ni por la derecha, nos promovemos a nosotros mismos ante un público<br />

que nos ha valorado y que nos ha seguido. Cierto, de pronto hay una historia<br />

fuerte de desencuentro, porque las generaciones van cambiando y los públicos<br />

van cambiando. Hay público fiel, pero la gente envejece y tiene otras prioridades<br />

en la vida, le va cambiando el patín del cerebro o le van cambiando las ideas o se<br />

vuelve conservadora o se muere. Estamos a contracorriente, siempre, es mi caso.<br />

Infrarrealistas y Rupestres<br />

Mario Santiago y Rockdrigo jamás hicieron buena química. Cuando se conocieron<br />

en mi casa hubo un choque eléctrico: punta contra punta. No se dio un entendimiento<br />

ni un encuentro sino más bien una especie de odio entre ellos, pero sin violencia.<br />

Cada uno, con su tremendo ego, quería brillar más que John Lennon; algo<br />

realmente imposible. Pienso que esto tiene que ver con el ego de la generación de<br />

Rockdrigo, gente con una gran megalomanía en un mundo donde deberíamos hacer<br />

58


Propaganda de la tocada en apoyo al CEU, de 1986.<br />

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más música; aunque por otro lado es un empoderamiento necesario para conservarte<br />

vivo en un mundo de hijos de la chingada. Rockdrigo era un hijo de la chingada.<br />

Todo mundo lo mitifica pero era un hijo de la chingada, en el estricto sentido de la<br />

palabra, porque le tocó venir de los setenta, donde en el ambiente del rock te tenías<br />

que cuidar la espalda. Afortunadamente, esta generación del Movimiento Rupestre<br />

la hicimos para no tener que cuidarnos la espalda del otro músico. Rockdrigo sí se<br />

cuidaba la espalda y agandallaba a otros músicos, porque era su lógica de vida y tenía<br />

cierta negatividad en ese sentido. Eso no le quita lo gran artista, por supuesto.<br />

Ecos Rupestres<br />

Creo que la influencia del Movimiento Rupestre es vital porque ha arropado a<br />

una generación, sobre todo a través de sus individualidades; un poco pensando en<br />

la escuela que han hecho Arturo Meza, Carlos Arellano, Armando Rosas, Roberto<br />

González; en la escuela para cantantes que ha hecho Nina Galindo; en todo el<br />

desarrollo de la música progresiva a partir del trabajo de Eblen Macari. A nivel de<br />

los cantautores, está el trabajo de Roberto Ponce que, a pesar de no tener un disco<br />

grabado, ha sido determinante para muchos compositores, y en esos incluyo a<br />

algunos que no están cerca del Movimiento pero que tienen una presencia, como<br />

Jaime Moreno Villarreal o Pepe Elorza. Entonces sí, claro que hay una influencia<br />

a partir de la canción de autor y eso ha sido determinante para las nuevas generaciones.<br />

A lo mejor no soy la persona más capacitada para decirlo, pero creo que<br />

hay muchos seguidores de Carlos Arellano, de Armando Rosas, de Roberto González,<br />

de Gerardo Enciso y de Arturo Meza, en un sentido de escuela. En mi caso<br />

no sé, creo que soy el más modesto de todos y así me asumo, como un modesto<br />

escritor de canciones de rock que nunca dejará de hacerlo.<br />

Están los más jóvenes: Armando Palomas, Kristos, Leticia Servín, Carcará<br />

Muñoz, Iván Antillón, Iván García, La Trola… Palomas es una manifestación plena<br />

de nuestra cultura popular y cábula, Kristos es hijo directo de Normando López<br />

y de Marco Blues, que a su vez viene de Rockdrigo y de los Rupestres; Leticia<br />

Servín es una gran cantante y una compositora notable.<br />

El Foro Alicia y Nacho Pineda son importantísimos para la historia del Movimiento<br />

Rupestre; ahí se renovó ese espíritu de las tocadas colectivas, con Nina Galindo,<br />

Roberto González, Armando Rosas, Carlos Arellano, Gerardo Enciso y con las nuevas<br />

generaciones, donde están Leticia Servín, Kristos, Armando Palomas, que no son<br />

precisamente Rupestres. Más allá de que el Movimiento ya está ‘pelas’, el Foro Alicia<br />

es un sitio donde se manifiesta el espíritu de lo colectivo como un camino posible.<br />

60


La luz del camino<br />

Elina<br />

Elina Cariño fue mi compañera y juntos tuvimos a nuestro hijo Arlo. Ella murió<br />

en un accidente trágico en el Tianguis del Chopo, en 1986. Fue una pendejada<br />

de unos escuincles babosos que ni siquiera supieron qué fue lo que pasó, y esto<br />

también tiene que ver con el machismo de una sociedad que odia a las mujeres.<br />

Lo que pasó con Elina fue la manifestación de una sociedad machista que ve a una<br />

chava sola y la hostiga; de pronto hay una bronca y recibe un golpe en la cabeza.<br />

Todo mundo se echó a correr; no hubo solidaridad.<br />

Su espíritu siempre está conmigo, es mi compañía permanente. Elina está más<br />

allá del bien y del mal, es un espíritu vivo que cada día me dice lo que tengo que<br />

hacer y lo que no tengo que hacer. Y no soy esquizofrénico. Además era una mujer<br />

guapísima y maravillosa; murió a los 26 años cuando yo tenía 32. Me quedé con<br />

nuestro hijo y tuve que sacarlo adelante. El apoyo de mucha gente me ayudó a no<br />

vivir en la eterna depresión. Tenía que sacar el corazón y los testículos.<br />

Amigos entrañables<br />

Llevo tocando más de 15 años con los hermanos Rivadeneyra; ellos son mis hermanos.<br />

Daniel es un virtuoso del rock progresivo, del flamenco y de la guitarra<br />

acústica. Yo empecé a trabajar con él después de que dejó Delirium, un grupo<br />

mítico dentro del rock progresivo mexicano. Para mí ha sido una bendición de la<br />

vida haber podido tocar con él tantos años, recorrer muchas partes del país y estar<br />

de gira por Europa. Lo mismo que David, que es un ser fresco y muy talentoso; ha<br />

sido una gran inspiración en mi vida.<br />

En realidad no tengo fans sino un montón de amigos; entre ellos Beto y Magda,<br />

que realmente están safaditos y se les bota la canica, en el sentido amoroso. Nos<br />

han seguido toda la vida y ya no recuerdo cuándo empezaron a ir a mis conciertos.<br />

Los he visto también una y otra vez en las presentaciones de Gerardo Enciso, José<br />

Cruz, Jaime López, Carlos Arellano, y hemos compartido viajes; me han salvado<br />

la vida con su inmensa generosidad. Los fans enloquecen, pero los amigos son lo<br />

mejor que te puede pasar.<br />

Jaime López es una maravilla de arista y de ser humano. Me encanta su prendidez<br />

escénica. Aunque él no fue parte del Movimiento Rupestre, ha sido fundamental<br />

para la canción contemporánea mexicana. Él está más allá de cualquier<br />

movimiento, es un individuo y un artista muy completo. Estuvo en el 2º Festival<br />

61


Miguel Ordoñez,<br />

Rafael Catana y Daniel<br />

Rivadeneyra.<br />

(Archivo: Rafael Catana).<br />

62<br />

Rafael Catana con los hermanos Rivadeneyra en el concierto<br />

Noche de Primavera. (Foto: Juan Espinosa Torres, 2009).<br />

Rafael Catana y Los Dibujos Animados, en 1993. (Archivo: Rafael Catana).<br />

Portada del álbum Polvo de ángel<br />

(1991), de Rafael Catana; el diseño<br />

corrió a cargo del artista José<br />

Antonio Platas Olvera El Japo.


Rupestre, con Cecilia Toussaint; pero siempre pintó su raya de una manera sana<br />

y con excelente humor.<br />

Arturo Meza, Gerardo Enciso y Carlos Arellano son también mi tribu. En<br />

tiempos cercanos hemos estado grabando juntos para un disco donde cada uno<br />

canta canciones del otro. Son músicos que siempre han estado ahí, viajando en el<br />

mismo vagón por las vías de esta atribulada pero intensa vida.<br />

La poesía que canta<br />

A mí me defienden mis canciones<br />

Soy muy disperso, pero en lo único que no me he dispersado es en hacer canciones.<br />

Desde niño sabía que eso es lo que haría. No me importa triunfar o no<br />

triunfar; yo sé que voy a seguir componiendo. Eso es fundamental, porque todos<br />

estos años he desarrollado una carrera de manera independiente. He sobrevivido<br />

creando mi obra, mis canciones, mis poemas, mis discos. A mí me defienden mis<br />

canciones. Estoy en un país con falta de autoestima. Modas vienen, modas van<br />

y nosotros seguimos, precisamente porque le cantamos a la existencia humana,<br />

recreando la vida y el trabajo del hombre solitario, del tipo en la ciudad y del tipo<br />

en México, del tipo en el mundo frente a la filosofía y al amor, en contra del poder.<br />

Cosas que tienen que ver con la vida cotidiana, con cambiar la vida.<br />

Yo soy un escritor de canciones que escribe poesía<br />

La literatura comenzó siendo para mí, sobre todo, los poetas del rock: Peter Sinfield<br />

de King Crimson, Bob Dylan haciéndome ver el gato siamés sobre tu hombro.<br />

Han sido también las imágenes del viaje de ácidos que es Se está haciendo<br />

tarde, la novela de José Agustín. Para mí la poesía es un viaje de ácido sin tomar<br />

ácido; tiene que ver con la imaginación, con nuestras mitologías y nuestras mitomanías<br />

como artistas, con el viaje interno y externo, con la tierra, el sol, el agua y<br />

el viento.<br />

La canción: música con literatura<br />

La canción es un género que sirve para hacer música con literatura, una forma de<br />

cantar la literatura; es algo que viene desde los juglares del siglo doce, como Guillaume<br />

de Machaut, pasando por los existencialistas franceses, Raimon y el maestro<br />

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Serrat. Hacer una canción es un trabajo profesional donde uno se clava en la textura<br />

de cómo desarrollar un trabajo intelectual, y esto es un debate que tengo con<br />

Armando Palomas: él se considera un anti-intelectual. Mi queridísimo Armando,<br />

hacer rolas es un trabajo intelectual, un trabajo sensible que tiene que ver con la vida<br />

y la muerte, con el amor y el desamor; pero también hay una técnica, hay una cosa<br />

que se llama lectura y hay otra cosa que se llama escuchar música. Tú no puedes<br />

hacer buenas canciones si no escuchas música y por lo menos lees Casos de Alarma.<br />

Abismo<br />

El poder, el dinero, el sexo<br />

Por supuesto que diario cambia la manera de ver la vida. A la gente le interesa el<br />

poder, el dinero y el sexo. Yo, como tengo una formación católica, lo quiera o no<br />

lo quiera, y tengo también una formación más o menos beatnik o existencialista,<br />

siempre me preocupo por el otro. Soy cáncer, cáncer-leo: sensiblero, cursi y romántico.<br />

Pero creo que mi manera de cambiar la vida se ha manifestado en el acto<br />

permanente de crear música. En una ciudad conservadora como el DF de un país<br />

sin autoestima y tan conservador como es México, en donde mientras no toquen<br />

a tu familia y no te metas en lo que pasa en el mundo todo parece normal. En ese<br />

sentido, creo la vida me ha cambiado a partir de cómo me he enfrentado a sus<br />

acertijos: contra los funcionarios públicos que no te quieren dar trabajo, contra<br />

los espacios que se te niegan, pero que tú vas, los buscas, te empoderas y estás.<br />

¿Por qué? Pues porque formas parte de un país, de una comunidad, y te metes en<br />

la bronca del mundo. Por supuesto que vivimos en un mundo de gandallas, pero<br />

donde no todos son gandallas; siempre hay alguien que no está en el rollo del poder<br />

y entonces tienes el chance de confiar un poco, de sentir que la humanidad no<br />

está tan podrida, pero sin perder la perspectiva de que la vida es cabrona.<br />

Todos quieren ser Bukowski<br />

Las drogas son normales en una sociedad, en un colectivo, en una colonia; pero<br />

no son lo más importante. Lo esencial es la obra y no que Juanito sea un alcohólico<br />

o un pacheco. Yo siempre he estado a favor de que se legalice la mariguana<br />

en este país, porque hay más muertos a partir de su prohibición; pero también<br />

entiendo que es un problema de salud pública. Claro, no puedo entender a un<br />

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tipo súper pacheco y con una gran obra que no sea responsable de su familia, y<br />

esto no es una cuestión moral sino de ser congruentes. Yo soy muy crítico con mi<br />

generación: no puedes tirar rollos pacifistas en tus canciones y pegarle a tu esposa.<br />

Esto tiene que ver con la vida cotidiana. Si el rollo es cambiar la realidad, como<br />

decían André Breton y Rimbaud, pues empieza por tu propia vida. A veces las<br />

drogas o el alcohol afectan lo cotidiano de un artista. Por eso me molesta el mito<br />

de José Alfredo Jiménez. Todo el mundo ama a José Alfredo, un alcohólico que se<br />

murió de cirrosis pero que dejó una gran obra. No estoy cuestionando a José Alfredo,<br />

sino a cualquier artista que se crea superior porque tiene talento. Dejemos<br />

de mitificar a los artistas en ese sentido. Estamos en la época en que todos quieren<br />

ser Bukowski; lástima que aquí el seguro de desempleo no funcione.<br />

La obra sonora<br />

Un gato de corazón púrpura<br />

Es la grabación de unos conciertos en la Casa de la Paz y en el Foro Isabelino, en<br />

1989. Es un demo que produjo Enrique Falcón y me dio oportunidad de moverme<br />

más en esa época. Es el principio de todo. Algunas canciones aparecieron<br />

después en Polvo de ángel. Así comencé a viajar por la música. Tiene que ver con<br />

los tiempos del arranque Rupestre.<br />

Polvo de ángel<br />

El título tiene que ver con la imaginación y con las adicciones, con un momento<br />

de admiración hacia muchas cosas de la cultura mexicoamericana y con una necesidad<br />

creativa. Tiene que ver con la portada, la imagen de una antigua fábrica<br />

en Lechería, la Fábrica Nacional de Vidrio, que hasta la fecha sigue funcionando,<br />

y por donde pasaba el tren. Es obra de Javier Manrique, artista mexicoamericano.<br />

Polvo de ángel, producido por Sergio Ramírez Cárdenas y Juan Valdez, es mi descubrimiento<br />

como artista y la búsqueda del concepto Catana; es una carta de presentación<br />

con los músicos de mi generación. Fausto Arrellín fue muy importante<br />

para que se hiciera el disco. En esa época él trabajaba en Pentagrama y esto hizo<br />

que pudiera contar con una serie de personajes, a lo mejor muy disímbolos, pero<br />

el trabajo colectivo hizo posible Polvo de ángel. Ya no era el Movimiento Rupestre,<br />

sino Catana solito.<br />

65


El nagual<br />

El nagual lo produjo Federico Luna. Es un disco que tiene que ver con esta parte<br />

mía humana-animal y con la sexualidad, la pasión y el gusto por lo mágico a partir<br />

de la sexualidad: el encuentro con el sexo opuesto y la parte animal que todos<br />

tenemos. Es la certeza de que todo es efímero y que tenemos que buscar nuestras<br />

raíces, nuestras formas, nuestra música y nuestra identidad. A mí el rock me ha<br />

servido para eso.<br />

La rabia de los locos<br />

La rabia de los locos es esa rabia contenida, pacífica, en relación a un mundo donde<br />

el capital avanza desmesuradamente. Los jóvenes y los activistas sociales se<br />

hacen más presentes en el mundo hacia fines de los noventa, desde la onda de<br />

Seattle, y fue a partir del artículo de Hawk sobre lo sucedido en Seattle en 99 que<br />

me empezó a girar esta idea. La nuestra es una generación de outsiders, gente con<br />

mucha energía y vibra positiva para transformar esta sociedad de forma ecológica,<br />

social, individual y colectiva a la vez, procurando un mundo donde la basura esté<br />

en su lugar, no ensuciando los mares y los ríos; es un cuestionamiento que viene<br />

desde tiempo atrás. Este disco es mi planteamiento moral, mi cuestionamiento al<br />

individualismo de quien tira la basura en la calle, pero también mi simpatía con<br />

el ciudadano del mundo que quiere un mundo mejor. Ramón Sánchez fue quien<br />

produjo musicalmente este disco.<br />

Caballo<br />

El espíritu de Caballo tiene que ver con el movimiento. La imagen del caballo es la<br />

de un ser salvaje que está en movimiento, en pleno viaje. Me la he pasado tocando<br />

en muchas partes del país y eso me ha dado una movilidad. Es también mi declaración<br />

de amor a esta ciudad, donde de pronto aparece en medio de los edificios<br />

un caballo: o sea, una locura: la locura de poder sentir el movimiento para querer<br />

salir de la ciudad y, como un caballo, correr y correr y correr, que es lo que me ha<br />

dado este espíritu. Caballo es un disco que muestra otro Catana. Hay una temática<br />

y una forma de abordar las canciones alejadas del viejo folk. No es Catana con<br />

su guitarrita; hay otro concepto: permanece la tradición folk porque nunca me<br />

he desprendido de ella, pero también están esas otras formas de música popular<br />

que han sido parte de mi vida: la música norteña, el rock, el son jarocho, el blues.<br />

Federico Schmucler fue quien lo produjo.<br />

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Rafael Catana y Bandidos (Federico Schmucler, guitarra; René Ortiz, bajo, y Liliana<br />

Rodríguez, batería) en el Festival de Zacatecas, en 2012. (Archivo: ZacatecasHoy.com).<br />

Mi pasado está en el futuro<br />

A mí no me gusta el living in the past, vivir en la nostalgia añorando un pasado que<br />

se esfumó. Yo soy un artista que vive en presente. Tengo una historia y un pasado<br />

negro, que es el Movimiento Rupestre, pero asumo mi identidad de artista del<br />

siglo XXI que viene del siglo pasado. A fin de cuentas, todo viene de una tradición<br />

y de una vanguardia, porque las vanguardias se van transformando a partir de una<br />

tradición, surgen a partir de una tradición. Sí, el Movimiento Rupestre es una tradición<br />

y es momento de asumirlo también como una vanguardia. En este caso<br />

asumo mi actitud de músico contemporáneo del rock presente y esto tiene que<br />

ver con la creatividad que hace posible viajar por la vida. No sé si lo he logrado,<br />

pero lo sigo intentando.<br />

67


Finísima persona<br />

Jorge García Montemayor<br />

“Catana es un personaje absolutamente<br />

amoroso para toda la raza, no nada más para<br />

la raza musiquera sino para la raza en gene-<br />

ral. Es un tipo muy generoso que tiene un<br />

trabajo altamente poético, desde mi punto de<br />

vista y desde lo que yo considero poesía. Qui-<br />

zá no es de los que mejor toca la guitarra, es<br />

descuadrado y yo como músico puedo decirlo,<br />

pero hace unas letras extraordinarias. Tiene<br />

un trabajo continuo, consecuente, auténtico.<br />

Tuve la oportunidad de compartir con él la<br />

grabación de La rabia de los locos, en la pre-<br />

producción y después haciendo unas guita-<br />

rras. También colaboré en nuevas versiones<br />

de sus canciones para la re-edición de Polvo<br />

de ángel. Hemos compartido escenarios. Es<br />

uno de mis grandes amores, como persona.<br />

Es un tipo luminoso, con un gran talento para<br />

escribir y hacer letras que yo llamaría literatu-<br />

ra, porque, aunque son canciones, no pierden<br />

mérito ni son menores que la literatura sin<br />

música. Las letras de Catana son de las me-<br />

jores que hay. Es un tipo muy silvestre pero<br />

a la vez muy culto, sabe escoger las palabras<br />

68<br />

con las que hace evocar imágenes que sig-<br />

nifican algo. Pertenece a la escuela de Dylan,<br />

Neil Young, Rodrigo... aunque Rodrigo era<br />

más vacilón y Catana no juega tanto con las<br />

ironías ni es tan guasón. Es un tipo que hace<br />

canciones redondas, en el sentido de comple-<br />

tas y logradas; es uno de los compositores de<br />

culto, dentro de los compositores mexicanos<br />

y no hablo solamente de los rupestres. Quizá<br />

por su personalidad algunos lo toman a la li-<br />

gera, pero es un tipo que tiene un gran peso<br />

como creador”.<br />

Nina Galindo<br />

“Catana siempre trata de unir a la banda y de<br />

hacer cosas colectivas; es muy solidario con<br />

todos. Es uno de mis compositores y yo los<br />

interpreto a ellos porque creo en su trabajo,<br />

porque me parece que a pesar de que pasen<br />

los años ellos están vigentes y siempre tienen<br />

algo que decir. Creo en él musicalmente por<br />

su manera de decir las cosas, simplemen-<br />

te. Como compositor, me parece de los más<br />

dulces”.


Roberto González<br />

“Catana y yo hemos tenido una relación de<br />

muchos años; somos compañeros, amigos,<br />

camaradas, correligionarios. Siempre me<br />

ha transmitido frescura y esperanza. Mis<br />

encuentros con él son una especie de oasis,<br />

porque es un ser sencillo, sincero y claro; no<br />

es pretencioso. Su trabajo me parece muy re-<br />

presentativo de esta ciudad, con influencias<br />

de otras culturas regionales del norte, del cen-<br />

tro y del sureste del país. Me identifico mu-<br />

cho con él como jarocho; aunque hay mucha<br />

frontera norte en sus canciones, no sólo en<br />

sus letras sino también en su música. Tiene<br />

un espíritu jarocho; hay cierta nostalgia en su<br />

manera de contar historias que le sucedieron<br />

y eso me parece muy jarocho. La música jaro-<br />

cha no es solamente fiesta y fandango sino<br />

que también es mucha nostalgia. Catana es<br />

un chilango con raíces jarochas”.<br />

Carlos Arellano<br />

“Catana es mi cobijo. Junto con Fausto Arre-<br />

llín, me recibe cuando en el 87 llegó al DF, lue-<br />

go de publicar mi primer disco. Catana es el<br />

compositor que está en el centro de la poesía.<br />

Muchos de nosotros construimos nuestras<br />

rolas a partir de la poesía, pero quien está en<br />

el centro de la poesía es Catana. El suyo es un<br />

acto revulsivo en un país donde no se lee, en<br />

un país donde la poesía es mal vendida y mal<br />

comprada. Es propositivo; es un músico que<br />

sabe decir las cosas y sabe sonar las cosas,<br />

sabe hacer saltar y cantar a la gente”.<br />

Kristos Lezama<br />

“Catana es un personaje muy singular, como<br />

ser humano y como artista. De alguna mane-<br />

ra representa un vínculo que enlaza a varias<br />

generaciones de artistas de diversas textu-<br />

ras y estilos. Es un músico que canta con un<br />

timbre de voz profunda, nada maquillada y sí<br />

bastante despostillada y rugosa, como la vida<br />

y las historias que narra en sus canciones. Fi-<br />

nísima persona y excelente amigo”.<br />

Victor Ezkide<br />

“Rafael Catana. Primero que nada siempre<br />

me ha encantado su poesía. Si hubiese plati-<br />

cado sus rolas sería nuestro Leonard Cohen.<br />

Ha sido tenaz desde su primer disco, con un<br />

cuidado enorme en los músicos que lo acom-<br />

pañan y en el diseño gráfico. Es una muestra<br />

enorme de qué es ser independiente o, en su<br />

caso, Rupestre; algo que no tiene nada que<br />

ver con carecer de oficio. Ha conjugado (y esto<br />

siempre se me ha hecho difícil) el quehacer<br />

artístico con la promoción cultural. Cada uno<br />

de sus discos muestra ritmos, visiones, sue-<br />

ños imposibles que pueden ser posibles y, por<br />

supuesto, humor y un fuerte compromiso con<br />

la cultura mexicana, desde la negritud (¿será<br />

por ser veracruzano?), hasta el flamenco, el<br />

folk. Catana es un grito del barrio”.<br />

69


alvaradeño, kafkiano y jipi<br />

liliana garcía sánchez<br />

70<br />

Roberto


Roberto González en el Multiforo Alicia interpretando rock jarocho. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

Cuando piensa en Alvarado, el primer recuerdo que viene a la mente de Roberto<br />

González es la calle como escenario de las memorias más lejanas, los juegos,<br />

la niñez: “La calle, sobre todo la calle, que es el espacio cotidiano. Esa calle llena<br />

de arena. Jugar carreras en las calles, canicas, beisbol, esos juegos de la infancia es<br />

lo que recuerdo, la calle”.<br />

Alvarado se encuentra en una pequeña península del estado de Veracruz, a tan<br />

sólo 10 metros sobre el nivel del mar, entre la laguna de Alvarado, el río Papaloapan<br />

y el golfo de México, una zona que a su vez da la sensación de hallarse dentro<br />

71


y fuera del territorio nacional. Recorrer su malecón podría traernos la sensación<br />

de estar y no estar en tierra firme, un estado natural para quien vivió sus primeras<br />

impresiones en esta región. “Siempre he pasado por la vida un poco inconscientemente:<br />

buscando pero con los ojos tapados, sabiendo que estaba en un lugar pero<br />

sin saber dónde”.<br />

Entre juegos y ese paisaje de aparente vacío, Roberto González pasó los primeros<br />

años de su vida escuchando sones, versos y cantos tradicionales de la región<br />

donde azotan los vientos, también llamada en términos musicales Región del Sotavento.<br />

Roberto lo canta así en Pasando por intruso, de su disco Lentejuelas (1982):<br />

72<br />

Crucé a nado lagunas de demente,<br />

me crié a punta de sones y de rezos,<br />

mirando vida sólo en los reflejos.<br />

Uno de esos reflejos que siempre llamaron su atención fue la persistencia del<br />

nombre de su tierra natal, el nombre de un conquistador español: Pedro de Alvarado.<br />

“Para mí, Alvarado significa lo masculino en nuestra mexicanidad, como<br />

puede ser Cortés. Simbólicamente se dice que los padres de los mexicanos son la<br />

Malinche y Cortés, entonces quizá los alvaradeños somos hijos del amasiato de<br />

Alvarado y la Malinche”.<br />

A los nueve años, luego de pasar una temporada en la ciudad de Córdoba, al<br />

lado de sus tías bisabuelas, se traslada a vivir con sus padres a la Ciudad de México,<br />

en la colonia Country Club, que entonces era relativamente nueva, pues había<br />

sido planeada en los años cincuenta para que se asentaran casas de actores, dada<br />

la cercanía con los Estudios Churubusco. Rápidamente, la Country pasó a ser una<br />

colonia de clase media y para 1961, se establecieron en la zona familias con pequeños<br />

negocios, como la de Roberto. Los González tenían un negocio de productos<br />

farmacéuticos, donde el padre de Roberto, el viajero Don Manuel, en su<br />

labor como agente de ventas, se ausentaba de casa, por lo que el cantautor guarda<br />

escasos recuerdos de su relación con él. “En realidad tuve poca relación con mi<br />

padre y con mi madre, quizá un poco más cercana con mi madre; era una relación<br />

distante y no me precio de conocerlo”.<br />

Lejos de guardar una imagen autoritaria de su padre, o una serie de recuerdos<br />

negativos referentes a los choques generacionales, muy comunes en aquella<br />

época, en la memoria del artista hay un recuerdo indeleble: fue su padre quien le<br />

regaló su primera guitarra... “Y desde entonces hago canciones, un poco con mi


inseguridad para salir al mundo y platicar con los demás. A veces me pregunto por<br />

qué, bueno, fue en esas circunstancias que me puse a hacer canciones”.<br />

Es a través de la colonia Country Club que Roberto se vincula con la gran<br />

ciudad, con la música y los grupos juveniles que solían reunirse, como en otras<br />

colonias y barrios, a tocar, a cantar y a imitar los sonidos de sus grupos favoritos,<br />

sobre todo de rock. Roberto observaba esto e incluso hizo algunos amigos,<br />

gracias a quienes, por ejemplo, fue a parar al mismísimo festival de Avándaro sin<br />

tener conciencia de lo que allí iba a suceder. “En la Country había un amigo al que<br />

le decían El Muñeco, Rafael Cervantes, unos tres, cuatro años mayor, que corría<br />

automóviles. Lo de Avandaro era originalmente un ‘Festival de Rock y Ruedas’, y<br />

yo casualmente llegué una mañana a su casa y lo encontré muy apurado porque se<br />

tenía que ir a Avándaro. Iba solo, manejando y remolcando su automóvil para correr,<br />

y me dijo: ‘Acompáñame ¿no?’. Yo le dije: ‘Pues bueno’. Y ¡oh sorpresa!, ¿no?<br />

Creo que la vida me ha tratado así, nunca me enteré que iba a haber un festival de<br />

rock en Avándaro y sin embargo ahí estuve, de una manera casual”.<br />

Sin embargo, Roberto prefería la intimidad solitaria con su guitarra para componer<br />

sus canciones. Era poco afecto a la socialidad y al intercambio que se daba<br />

entre los jóvenes interesados en la música. Tampoco le gustaba interpretar canciones<br />

de otros; prefería retirarse a los espacios de su soledad para crear. “Siempre he<br />

sido poco sociable. Fue más fácil hacer canciones que buscar a los demás. Tengo la<br />

impresión de que acercarse a alguien es un poco como extralimitarse, por ejemplo,<br />

verbalmente: preguntar ciertas cosas o acceder a la vida personal, que finalmente es<br />

como accedes al amigo o a la amiga, conociendo su vida; a mí eso me cuesta mucho<br />

trabajo. Yo llego a la canción por esa necesidad de comunicarme con los demás”.<br />

La escena independiente: canciones, músicos, amigos<br />

Para Roberto González, adoptar la canción como medio primordial de comunicación<br />

implica no sólo un hecho literario, poético; es también existencial. La<br />

canción se acerca de manera directa a las expresiones y emociones de la cultura<br />

popular, más aún que la misma literatura, en una sociedad donde pocos son afectos<br />

a ella. “Creo que la canción es música y la canción es poesía. Para mí es más<br />

importante que cualquier otra forma literaria; es una postura personal”.<br />

Su carácter reservado no le impidió acercarse, como atraído por un imán, a Jaime<br />

López, un joven de personalidad fuerte y extrovertida. Recuerda que en una<br />

73


de sus andanzas por el sur de la ciudad, cayó en la Prepa 5 y se detuvo en un aula<br />

donde un grupo de teatro ensayaba. “Uno de ellos tenía una guitarra y cantaba y<br />

actuaba. Me llamó mucho la atención, me pareció un personaje muy especial. Yo<br />

no era intérprete ni nunca lo he sido; entonces hacía cositas para poderlas cantar<br />

y decir. Así me encontré a Jaime López y me acerqué a él. De verlo se me hizo fácil<br />

lo que hacía y pues no, a la vuelta de los años, resultó que no era tan sencillo; él<br />

lo hacía parecer muy fácil. Verlo por primera vez en un escenario teatral, que es el<br />

elemento de Jaime, el elemento del ritual musical, el rito, fue clave”.<br />

A Roberto le atrajo la soltura con que el joven artista se movía en el escenario,<br />

así como su talento al cantar, tocar y actuar. La amistad entre Roberto y Jaime<br />

quedó sellada desde el principio por las pasiones e inclinaciones musicales, en<br />

una relación que él describe en gran parte como ‘un taller’, donde intercambiaban<br />

música, se escuchaban y acompañaban mutuamente e incluso llegaron a componer<br />

algunas canciones juntos, como quedó plasmado en el trabajo que hicieron en<br />

Un Viejo Amor (1978) y en el disco que nombraron Sesiones con Emilia (1980).<br />

Los temas de índole ideológica o política quedaban al margen de esta amistad cimentada<br />

en la música y la creación como acción, más que como idea. “Con Jaime<br />

no había mucha teoría; había mucho aprendizaje. Oír sus canciones y verlo trabajar<br />

me fue influyendo, pero no de una manera formal o escolástica, digamos que<br />

nos pusiéramos a platicar de cuales temas, sino simplemente era estarlo viendo.<br />

La teoría aparecía poco, el diálogo aparecía poco; más bien era la acción, la guitarra,<br />

el instrumento y la práctica”.<br />

Otras personalidades que considera indelebles en su formación musical son<br />

León Chávez Teixeiro, Rodrigo González, Eblen Macari, Armando Rosas y José<br />

Cruz, de quienes, como en el caso de López, admira su capacidad comunicativa,<br />

la precisión de su mensaje y la vigencia de su obra. De ahí que para él, figuras<br />

como la del desaparecido Rockdrigo deban ser necesariamente mitificadas, ya que<br />

el camino que eligieron en la música es muy difícil, tanto entonces como ahora.<br />

“Enfrentarse a la gran maquinaria de la historia y del poder, decir ‘ah, pues<br />

yo quiero hacer canciones así, como lo dijo Rodrigo, como las hizo, es hacerlo a<br />

contracorriente”.<br />

74


Entre el rock y el folklore<br />

El que canta va buscando algún sediento<br />

para echarle encima su vaso vacío.<br />

El Huerto, de Roberto González<br />

Roberto González a principios del siglo XXI. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />

Roberto escuchó al grupo La Peña Móvil en un concierto en la Arena México y<br />

le gustó, le llamó la atención que no vistieran ponchos e indumentarias propias de la<br />

tendencia folklórica, y sobre todo su calidad y originalidad musical. Siguiéndoles la<br />

pista llegó a La Peña del Nagual, donde se identificó completamente con el jipismo<br />

y el estilo de vida que este movimiento proponía, marcando así un hito importante<br />

en el camino del artista. “Fui a La Peña del Nagual, que era donde estaban ellos, y<br />

de plano dije: ‘Oigan, a mí me gustaría tocar aquí’. Curiosamente alguien se iba esa<br />

noche y funcionó. Era casi una comuna; tenía mucho que ver con el jipismo: creo<br />

que esa fue también una de las cosas que a mí me llamó la atención. Siempre he sido<br />

jipi de corazón, hasta la fecha, y esa es una de las cosas que no me da pena, decir que<br />

sí soy jipi, ¿no?, porque así fue como me sorprendió la vida”.<br />

75


En La Peña del Nagual tocarían a dueto Roberto y Jaime, antes de ser invitados<br />

a participar en una gira por California con La Peña Móvil, con Germán García y<br />

Joaquín Berruecos. Los sonidos y ritmos de la fusión que interesaban al compositor<br />

estaban precisamente en esta zona intermedia entre lo rockero y lo folklórico; de ahí<br />

que la aparente pugna de que algunos hablan, acerca de las diferencias insalvables<br />

entre rockeros y folkloristas, para alguien como Roberto, simplemente significó relaciones<br />

y fusiones enriquecedoras. Consciente y amante de sus orígenes jarochos,<br />

también le gustaba el rock, el blues y la fusión de estilos y sonidos que comenzó a escuchar<br />

ya transitando por la Country Blues, bautizada así por Jaime López. En estos<br />

circuitos y búsquedas, Roberto formó parte del mencionado grupo Un Viejo amor,<br />

junto con Emilia Almazán, Guadalupe Sánchez y Jaime López. “Me gustaba mucho<br />

porque era un grupo con presencia escénica, sobre todo por ellas dos que tenían una<br />

presencia bastante interesante. Y Jaime, por supuesto. Creo que era un grupo con<br />

muchos elementos y gran parte de ese trabajo quedó en Sesiones con Emilia”.<br />

Sesiones con Emilia surge de una iniciativa para hacer un disco con Un Viejo<br />

Amor cuando, como agrupación, ya no existía. Se reconstruyó la banda con Emilia,<br />

Jaime y Roberto, para grabar el disco bajo el sello de Fotón, del PSUM. De Un Viejo<br />

Amor, Roberto conserva grabaciones previas a Sesiones con Emilia, realizadas en Radio<br />

Educación, con la formación original de cuatro. Por la banda también pasaron<br />

músicos como Beto Delgado, Jorge Luis Gaitán El Cox y Germán García.<br />

Dos aspectos recuerda Roberto de las diferencias entre rockeros y folkloristas:<br />

que entre los segundos existía una mayor organización que respondía a ideas e<br />

inquietudes políticas y que lo cuestionaban a causa de su forma musical, libre y<br />

abierta, siendo alguien originario y por lo tanto musicalmente representativo de la<br />

tierra del son. “A veces había cierto rechazo, sobre todo, quizá, de parte del mundo<br />

del folklore, que estaba más cercano a la intelectualidad y a la política. Jaime y yo<br />

llegamos con nuestras canciones a La Peña del Nagual y de repente había gente<br />

que se acercaba como en buena onda y decía: ‘¿Por qué en vez de esas cancioncitas<br />

que haces no las tocas mejor al ritmo de chacarera o con un cuatro?’”.<br />

Para Roberto, hablar de la historia de la música, es hablar de fusión, lógica que<br />

siempre lo llevó a rechazar el purismo de algunos personajes y entidades apegados<br />

al folklore. Pero aunque Roberto no se considera un ‘animal político’, a la luz de la<br />

reflexión actual con respecto a aquellos años, observa que sus primeras canciones,<br />

especialmente temas como El huerto, Mi libertad, Satisfaga sus deseos o Quítame<br />

tu cómic de la vista, expresan fuertes críticas y comentarios de carácter político,<br />

que reflejan ciertos aspectos de la cultura que preocupaban al compositor. A la<br />

76


vuelta de los años valora esos temas por nítidos y claros, muy distintos a una siguiente<br />

etapa de su estilo de composición, a la que califica como oscura, menos<br />

sencilla y más soberbia, aunque yo diría, menos ingenua. “Creo que nunca en mi<br />

vida he vuelto a hacer canciones tan claras como esas, tan sencillas. Yo empecé a<br />

componer canciones porque quería hacer canciones sencillas que me quedaran<br />

y pudiera cantar; desde luego a través del rango, las armonías..., cosas sencillas”.<br />

Lo Rupestre<br />

En el viento hay un presagio<br />

por las calles una voz<br />

uno de los muertos canta<br />

sale un blues de algún rincón<br />

mientras más tiempo pasa más te extraño, Rodrigo<br />

Ánimas, de Roberto González<br />

El Manifiesto Rupestre, redactado por Rodrigo González, describe a sus adeptos<br />

como músicos sencillos y desenfadados, que le apuestan más a la sofisticación<br />

de la guitarra y la voz, que a la de las altas escuelas, el virtuosismo y la tecnología.<br />

Saben que ello trae consigo la marginación cultural y la invisibilidad histórica,<br />

pero en ello reside la singularidad de su obra, de ahí que sean a la vez “rocanroleros<br />

y trovadores, simples y elaborados”. Roberto González se considera, respecto<br />

al Movimiento Rupestre, silvestre, término que él define de acuerdo a su sentido<br />

amplio: “¿Qué es lo rupestre? Es el arte, la primera y única forma de arte; ahí está<br />

todo. Desgraciadamente, el arte rupestre sonoro no está grabado; se perdió; la<br />

música rupestre no existe. Se perdió el registro de las piedritas, la voz, el canto,<br />

la música creada con el cuerpo; pero sí existe la gráfica y ahí uno encuentra todo<br />

un sentido cultural de la vida y lo simbólico. Para mí el arte rupestre es muy sofisticado;<br />

yo soy mucho más silvestre. La guitarrita de palo que decía Rodrigo es<br />

un instrumento muy sofisticado; es un instrumento que tiene historia cultural,<br />

tradiciones, afinaciones y maneras de tocarse. En ese sentido yo decía que estos<br />

tíos son chingones, son sofisticados, son rupestres. El Manifiesto es un resumen<br />

de ciertas consideraciones de Rodrigo y me parece muy lúcido”.<br />

La metáfora de la guitarra de palo es central en el Manifiesto Rupestre, documento<br />

que Roberto considera como una síntesis muy lúcida de lo que Rockdrigo<br />

77


quería decir acerca de la naturaleza del Movimiento. El discurso que contiene<br />

responde a la claridad de algunos músicos como el mismo Rockdrigo. Roberto<br />

también reconoce una nitidez semejante en el pensamiento de Guillermo Briseño.<br />

“Hace poco volví a escuchar una entrevista que transmitió Radio Educación<br />

hace muchos años, en la que íbamos a anunciar una tocada con Andrea Fernández<br />

y están Rodrigo, el maestro Briseño, Catana, yo; creo que está Ponce y, también,<br />

Nina. Me llamó la atención porque los discursos cimentados y coherentes son los<br />

de Briseño y de Rodrigo. Ahora, oyéndolos a la distancia, creo que eran los que<br />

tenían más claro en ese momento un discurso”.<br />

El Manifiesto vendría siendo una síntesis de las ideas compartidas por los cantautores<br />

de este movimiento en una época determinada. Pero el valor histórico de<br />

la obra de todos estos personajes quizá todavía no podemos verlo en su clara dimensión.<br />

Roberto, en su reflexión actual, rescata el nivel de resistencia que la obra<br />

de Rockdrigo ha expresado a lo largo del tiempo. Parte de ese valor se lo adjudica<br />

a una marginalidad entendida como suerte de acierto o ventaja, más que como<br />

un defecto o problema; una circunstancia en donde su música es excluida de los<br />

grandes circuitos de la radio y el espectáculo, permaneciendo fieles al trabajo independiente.<br />

Uno de los temas que identificaron a Roberto con lo rupestre fue<br />

esta convicción de mantenerse al margen de la gran industria musical que cobra<br />

el éxito con la pérdida de libertad creativa. “Creo que nunca tuve aspiraciones de<br />

llegar a la gran industria, porque sabía que no era posible, que tendría que hacer<br />

otras cosas. Pero también sabía que hay otras vías, otros caminos, otros medios<br />

para la insistencia de ese trabajo personal”.<br />

Incluso el disco Lentejuelas (2001) apareció bajo el sello Tecolote, una vertiente<br />

alternativa del sello Polygram. Roberto se considera un músico con poca<br />

presencia, en el sentido cuantitativo de tocar y presentarse con frecuencia. Al<br />

contrario, considera haber permanecido al margen no sólo de la industria musical<br />

y del espectáculo, sino también de las diversas agrupaciones musicales de<br />

su tiempo, con la excepción notable de su importante paso por el Movimiento<br />

Rupestre. En este sentido, considera que una de las tareas del músico es la creación<br />

de públicos, la búsqueda de espacios de difusión en donde pueda ser escuchado.<br />

El Movimiento Rupestre ha sido testigo de esta difícil tarea, y quienes<br />

han logrado una presencia lo deben a la calidad de su propio trabajo y no a las<br />

grandes empresas ni a los medios y las modas o booms que éstos fabrican. “Los<br />

públicos los hacen los maestros; ellos tienen su público porque lo han creado a<br />

través de su obra”.<br />

78


Con respecto a la producción de discos como otra forma de presencia, reitera<br />

el objetivo primordial de su canción: “Para mí, el disco no es una forma de ganar<br />

dinero sino de dejar una constancia, grabar algo, registrar algo”.<br />

De su paso por la experiencia Rupestre, Roberto guarda impresiones ambiguas.<br />

Por un lado considera haber sido ciego a la riqueza artística de muchos de los Rupestres<br />

y otros artistas que lo han rodeado; así, recuerda la presencia en su vida de<br />

Nina Galindo, Fausto Arrellín, Roberto Ponce, Jorge García Montemayor y Juan<br />

Luis González —con estos dos últimos grabó Madre Mesoamérica (2000). Pero<br />

también atesora con gran afecto las enseñanzas que esa vivencia le dejó y que sintetiza<br />

en dos grandes cosas aprendidas: “Talento para hacer las chingaderas y perseverancia<br />

para entrarle a la chingadera, que está muy cabrona: el rollo es muy difícil.<br />

Básicamente creo que esas dos cosas son las enseñanzas de estos personajes”.<br />

Kafka; el artista en el espejo<br />

A partir de determinado punto ya no hay regreso.<br />

Es preciso alcanzar este punto.<br />

—Franz Kafka<br />

La niñez de Roberto está marcada por una intensa movilidad que le instaba a<br />

reinventarse constantemente. Cursó estudios primarios en seis escuelas de tres<br />

ciudades distintas, sin oportunidad de crear vínculos amistosos duraderos. Quizá,<br />

en parte por ello, reflexiona actualmente; ha sido así su manera de relacionarse<br />

con el mundo, con la realidad, con las personas, que lo ha hecho un hombre en<br />

permanente construcción. “Siempre eres nuevo; nadie te conoce ni conoces a nadie.<br />

Quizá por eso me cuesta trabajo relacionarme, no tengo ese vínculo con la<br />

realidad, ese vínculo normal y natural, a través del padre y de la madre. Sí está,<br />

pero sólo bosquejado. Yo tengo una personalidad bosquejada; no soy una persona<br />

en toda la extensión de la palabra, o como uno pretendería”.<br />

Esta indeterminación, ese sentimiento de vacío profundamente existencial,<br />

acompaña al artista desde muy temprana edad. La lectura de la obra completa de<br />

Franz Kafka a lo largo de su vida, vendrá reafirmando su idea de ser incompleto, inacabado.<br />

El efecto de aquellas lecturas lo colocó ante una suerte de espejo, donde él<br />

se encontraba desnudo, mostrado ante sí mismo como no lo había experimentado<br />

antes. Una incompletud alejada de la mediocridad y, más bien, explicada por algo<br />

79


que el músico reconoce en el escritor: la modestia de ser un genio y sin embargo<br />

vivir en el mundo real. “Kafka sí supo hacer una vida y una obra por un lado. Por un<br />

lado trabajó todo el día en el banco, haciéndose el sociable, y por el otro creó su obra<br />

desde el aislamiento. Fue un personaje brillante y, sin embargo, escindido”.<br />

Este aspecto de la personalidad kafkiana que Roberto pondera, habla del diálogo<br />

interno que establece con el escritor, sugiriendo vacíos con respecto a su<br />

propia vida y obra. Roberto admira la genialidad del que pasa por empleado, encontrándose<br />

a sí mismo en esa circunstancia del genio: como observador, como<br />

loco, Pasando por intruso, como dice la canción del disco Lentejuelas:<br />

80<br />

Después he estado atento a las corrientes,<br />

las modas, movimientos y vaivenes;<br />

gozando como un loco, aquí me tienes,<br />

pasando por intruso en los ambientes.<br />

Frente a esa claridad de ser un personaje dividido, la memoria de la autoridad<br />

quedó certeramente ubicada en las figuras de poder, “como Dios y el César”; pero<br />

su reflexión actual le hace volver a Kafka en su genial drama y cuestionar su propia<br />

humildad ante algunas imágenes y símbolos. “Esas figuras me las he resbalado<br />

con excesiva soberbia, o me las resbalé, más bien, y esas son las cosas que yo no<br />

entendí de Kafka; Kafka lo supo hacer, creo que yo no”.<br />

Madre Mesoamérica (2000) y Alvaraderías (2004) son discos que reflejan un<br />

proceso de madurez de estas reflexiones existenciales. Cada uno de ellos guarda<br />

en el fondo las huellas de una búsqueda continua y nunca terminada, una reinvención<br />

constante del ser humano frente al cambio pero también frente a la inmovilidad<br />

de la historia. “Madre Mesoamérica es la búsqueda de lo femenino. A mí me<br />

trataron de educar como un hombrecito; digo, trataron porque no lo lograron.<br />

Para mí ese disco fue simplemente tratar de recuperar y entender algunas cosas,<br />

buscar a esos personajes mujeres que tienen que ver con la historia, que tienen<br />

que ver con mi cultura y con mi formación. Luego hice Alvaraderías, que de alguna<br />

manera es la contraparte; es un disco masculino. Si Madre Mesoamérica es lo femenino,<br />

Alvaraderías es lo masculino, don Pedro de Alvarado y toda esa historia”.<br />

La búsqueda constante de profundidades en donde anclar su canto, llevó al<br />

cantautor a regresar por una temporada a su natal Veracruz; esta vez, al puerto.<br />

En su juventud Roberto creyó que moriría a los 40 años, pero al acercarse<br />

esta edad, lo que experimentó fue una serie de cuestionamientos relativos a su


Julia González Larson y Roberto González. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />

Roberto González y Julia González Larson, padre e hija. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

81


presencia o ausencia en la escena musical mexicana al iniciar la década de los noventa.<br />

Se marcha al puerto para reconciliarse con el DF y con el propio carácter de<br />

su oficio, cosa que hizo al vivir en esa temporada de la venta de pescado y camarón<br />

que adquiría en Alvarado, pero “todo tiene su chiste y su gracia”, así que regresó a<br />

la ciudad convencido de que debía continuar adelante con lo suyo.<br />

Después de haber nacido siendo viejo<br />

82<br />

De lo que sé, nada sirve<br />

para poderme olvidar<br />

de que no estoy muy contento<br />

ni tampoco en el lugar.<br />

¿Soy feliz o sigo errante?<br />

Lentejuelas, de Roberto González<br />

Actualmente vemos a Roberto González continuando con su actividad musical<br />

independiente, tanto al lado de los músicos de su generación como al lado de<br />

generaciones más jóvenes que están trazando su camino desde la cercanía con los<br />

veteranos. Este diálogo le ha llevado a seguirse renovando y reinventando, como<br />

persona y como compositor, pero al mismo tiempo le ha llevado a evaluar sus propias<br />

capacidades y riquezas artísticas, para así regresar a la sencillez y profundidad<br />

del lenguaje popular. Muestra de ello es su disco más reciente, Por ahora (2011),<br />

que en palabras del mismo Roberto suena a “nuevo son alvaradeño” y en el que<br />

podemos escuchar una nueva versión de El Huerto, enriquecida con jaranas. Es<br />

notable en este disco la presencia de su hija, Julia González Larson, como compositora<br />

y como esa voz femenina que, en palabras de Rodrigo de Oyarzabal: “A<br />

los nostálgicos sin duda les recordará a la Emilia de aquellas célebres sesiones”;<br />

pero que a su vez se trata de una voz nueva y particular que da nuevos significados<br />

y matices a la obra y al oficio de González. El trabajo con otros jóvenes músicos,<br />

como los integrantes del grupo Ampersan (Zindu Cano y Kevin García), Porfirio<br />

Almazán, Leticia Servín o Mauricio Díaz El Hueso, resulta gratificante y rejuvenecedor,<br />

palabras claves para un incesante buscador de sentidos y de palabras. “Estoy<br />

en un momento de reflexión y ellos en un momento de creación, de vida y de<br />

empuje. Van bien rapidito; incluso, si quiero estar junto a ellos tengo que apresurar<br />

el paso. Para mí ha sido muy agradable tocar con ellos y con otros músicos de


estas nuevas generaciones con los que he estado tocando y eso enseña cosas. Por<br />

ejemplo, en el caso de Ampersan, lo que yo entiendo como un criterio bastante<br />

amplio es su sentido musical, la forma en que manejan musicalmente sus cosas y<br />

sus textos. Y me gustan, me parecen frescos, me parecen reales, me parecen parte<br />

de la realidad; es un juego artístico hecho realidad y eso me rejuvenece, me tranquiliza<br />

incluso... me hace sentir”.<br />

Los inicios del siglo XXI encuentran a un Roberto González profundamente<br />

reflexivo, pero con el paso constante y a veces apresurado, retomando viejas enseñanzas<br />

y alimentándose de nuevas relaciones, de las cuales ya no sólo valora el<br />

trabajo sino también al ser humano: la amistad. Hoy lo encontramos en espacios<br />

del sur de la ciudad, como la Casa Huayamilpas, donde suelen congregarse decenas<br />

de jóvenes jaraneros, donde el grupo Ampersan prepara un proyecto musical<br />

de largo aliento y donde también se aparecen jóvenes músicos de la actual escena<br />

independiente. En uno de los varios videos que existen de la presentación de Por<br />

ahora, la voz de Roberto es cobijada por las de Julia y Zindu, acompañadas por<br />

Kevin García y Josué Vergara.<br />

A veces en el Foro Cultural Coyoacanense, a veces en el Foro Alicia o en el<br />

Zócalo, apoyando la lucha del SME, Roberto sigue mostrando lo aprendido. Desde<br />

esta ventana y con la valoración de los espacios transitados y por transitar, los<br />

artistas y músicos conocidos y por conocer, el artista se encuentra realizando un<br />

balance, no sólo de su vida como cantautor sino desde algo más complejo: como<br />

ser humano. “Hay una relación humana, de la que yo carecí durante gran parte de<br />

mi vida, que no supe tener relaciones humanas y en los últimos años he estado tratando<br />

de recuperarlas. Creo que antes lo entendía más como un asunto de trabajo<br />

y creo que no es para tanto, porque si te relacionas con el ser humano después<br />

relacionarte con el músico es más fácil o está casi dado. Son reflexiones de ahora.<br />

Estas relaciones recientes me han ayudado a seguir aprendiendo, aunque no es<br />

tan fácil aprender después de viejo, pero sí he podido afinar algunas cositas, ser un<br />

poco más humano”.<br />

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“Soy la víscera, soy el sentimiento”<br />

félix morriña<br />

84<br />

Nina


Nina Galindo: blues y femineidad sucediendo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />

Para Nina Belén y Flor Yadira,<br />

dos grandes amores, un parteaguas.<br />

La Estanzuela del Mineral del Chico, 2013... Era la oscura, fría y desértica<br />

noche del último martes del mes de enero cuando llegamos, mi pareja Flor<br />

Yadira y yo, a este municipio vecino a Pachuca, Hidalgo. Nos recibió un tipazo llamado<br />

Jorge Cacho Hernández, representante y pareja sentimental de la cantante<br />

mexicana Nina Galindo (1 de junio de 1958), en su casa ubicada en lo más alto<br />

de este paraje que permite aislarse de la cotidianidad y el bullicio. Llevan casi 10<br />

85


años de vivir en ese lugar y el próximo 10 de marzo será su aniversario número 13<br />

como pareja, además de ocho de trabajar juntos en un proyecto de vida (hasta que<br />

ésta se acabe, o ellos acaben con ella; lo que suceda primero).<br />

Una vez en su acogedora casa, le digo a Nina Galindo que su nombre me sirvió<br />

de inspiración para dárselo a mi primogénita. Al principio no lo cree, pero conforme<br />

pasan las horas se convence de que es verdad. Ella va recordando pasajes<br />

de los años noventa: cuando con un amigo en común, el periodista Adán Atayde,<br />

conbebíamos en pequeños foros culturales del Estado de México, mientras ella interpretaba<br />

a los compositores incluidos en este ejemplar que posees en tus manos.<br />

Para todos los que tuvimos la oportunidad de ver y escuchar a los cantantes<br />

del Movimiento Rupestre —ése que en la segunda mitad de la década de los<br />

ochenta marcara un hito generacional en la forma de ver, aceptar y transformar el<br />

México posterior al terremoto de 1985—, estamos convencidos de que hubo en<br />

la música mexicana un antes y un después de tal suceso.<br />

Nina Galindo nació en Los Ángeles, California, hace 54 años. “Mi mamá estaba<br />

trabajando en Los Ángeles, haciendo teatro. Su madrina, Lupita Castro, toda<br />

una institución en el arte escénico, se encargaba de los carnavales allá. Mi mamá<br />

es de Mazatlán, mi papá es portorriqueño. Cuando yo tenía dos años se divorcian<br />

y de pronto mi madre se dijo: ‘¿Qué hago aquí en Estados Unidos? Mejor me regreso<br />

a mi país’. Para cuando yo tenía 17 años, mi padre decide conocerme. En ese<br />

momento todos se dan cuenta de que yo estaba de ilegal en México. Un amigo de<br />

mi mamá, que trabajaba en la Secretaría de Gobernación, le dijo: ‘Mira, Martha<br />

(Ofelia Galindo, la actriz, mejor conocida por su papel de la Maestra Canuta, del<br />

programa Cero en Conducta), o pagas una multa de 100 mil pesos o tengo que<br />

deportar a tu hija’. Para ese momento yo ya había hecho primaria, secundaria, iba<br />

en prepa; en fin, una vida aquí”.<br />

Nina Galindo ha vivido buena parte de su vida tras las bambalinas de muchos<br />

teatros en México, gracias al histrionismo de su progenitora, por lo que los escenarios<br />

siempre han sido comunes en su existencia. Lo que sí le costó trabajo fue<br />

adaptarse a los procesos burocráticos de este país, en el que aún cree, pese a la<br />

violenta actualidad de la narcocracia a flor de piel.<br />

“Llegué a México desde los cuatro años de edad, cuando me trajo mi mamá.<br />

Años después, cuando mi papá me quiso conocer y sucedió todo el numerito del<br />

pasaporte, me sacaron del país con documento gringo. Salí deportada en vacaciones<br />

escolares, cuando eran de dos meses, para conocer a mi papá, su mujer y mis medios<br />

hermanos. Regreso a México para seguir estudiando, pero como ‘turista’, porque no<br />

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podía trabajar ni estudiar como todos los demás. Bueno, no hablo ni inglés..., no lo<br />

entiendo, no me gusta..., bueno, sí lo entiendo, pero no me atrevo a hablarlo; alucino<br />

a los gringos y no es por razones idiosincrásicas, simplemente, me considero más<br />

mexicana que muchos de ustedes. Yo sí amo a este país; creo todavía ingenuamente<br />

en muchas cosas y creo que en las manos de la gente está el cambio.”<br />

“Soy chilanga por derecho, porque me crié en la Ciudad de México. Cuando<br />

cumplo 19 años renuncio a la ciudadanía gringa, porque no podía hacer nada,<br />

pese a que seguía haciéndolo. Tenía que ir a renovar mis derechos a cada rato; era<br />

una lata. Luego entonces, me nacionalizó mexicana, muy a pesar de que muchos<br />

nos hagan sentir como ciudadanos de segunda clase. Te lo digo porque cada vez<br />

que tengo que renovar mi pasaporte mexicano, te investigan, como si les debieras<br />

todo. La verdad eso es molesto, porque somos ciudadanos del mundo. Luego<br />

de un tiempo tuve la oportunidad de conocer a mi familia portorriqueña. Estuve<br />

algún tiempo en Puerto Rico, donde tenía abuelos y una bisabuela de 110 años,<br />

pero me regresé a México porque en ese país tampoco encajaba mucho. Los jóvenes<br />

en esa época, con toda esa influencia estadounidense, estaban sometidos.<br />

Yo no encajaba. Y me regresé para seguir con lo mío. Hoy día tengo las dos nacionalidades<br />

y eso me permite viajar constantemente a Los Ángeles, California, para<br />

apoyar a mi madre con su quehacer teatral”.<br />

Los Teen Tops, un mal viaje<br />

Cuando Nina Galindo regresó de Puerto Rico, revalida sus estudios e ingresa en<br />

la UAM-Xochimilco, sin la decisión concreta de qué iba a ser de su vida. Estuvo<br />

en un grupo con Humberto Huerta, un ex compañero de teatro de su mamá, que<br />

era misógino y un tanto loco, pues, según la propia Nina, le creó tanta inseguridad<br />

para cantar que por poco y lo deja. Por momentos, nuestra entrevistada deja la<br />

vista clavada al centro de la mesa en la que se desarrolla la charla, para decir que<br />

eso le afectó muchísimo durante su proceso iniciático en el negocio de la música.<br />

“Él me trataba muy mal; deseaba que fuera como mi mamá y yo nunca seré<br />

como ella. Me decía que para cantar ‘tienes que sentir como si fuera un orgasmo’.<br />

Yo me contestaba en silencio: ‘Chale, cómo dice eso con canciones que no iban al<br />

caso’. Ahora sí siento los orgasmos en todo lo que hago”.<br />

Durante la larga entrevista, la intérprete de Llévate lejos tu blues, Antropofagia<br />

amorosa, Mírame desaparecer y Distante instante, entre muchos éxitos de antaño,<br />

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ememoró que llegó con engaños a lo que quedaba de los Teen Tops, aquella<br />

agrupación que liderara el cantante Enrique Guzmán. Ahí duró cuatro años, del<br />

80 al 84. Al final de ese periodo, se reencuentra con el cantautor Beto Ponce, a<br />

quien conoce desde 1972, y quien la invitó a un toquín para conocer a los Rupestres.<br />

“Dije: ‘Esto es lo mío, es mi generación. Me gusta cómo dicen y hacen las<br />

cosas’. Y me salí de ese grupo en el que yo no encajaba. Claro que tenía trabajo<br />

de jueves a domingo: me la pasaba en un camión, de pueblo en pueblo, de feria<br />

en feria. No me iba tan mal, pero no era lo mío. Cuando yo conozco a Rockdrigo<br />

González, Beto Ponce, Roberto González, Jaime López, al grupo Qual, Emilia Almazán,<br />

me sentí en casa de verdad. En ese periodo hice con Beto Ponce el dueto<br />

Callo y Colmillo. Estuvimos dos años juntos, más o menos. Después decido hacer<br />

mi proyecto de interpretar a todos los compositores del Movimiento Rupestre”.<br />

Sobre el mito extendido por el promotor cultural y artista plástico Víctor Ezkide,<br />

de que en sus inicios a Beto Ponce le costaba mucho trabajo cantar y desempeñarse<br />

sobre el escenario, porque se consideraba más un compositor, Nina Galindo<br />

interrumpe para señalar enfáticamente que era ella la que realmente sentía terror<br />

de cantar. Con Beto quería cantar detrás de las bocinas. Le tocó muchos años de<br />

inseguridad. En las entrevistas no hablaba; lo hacía Beto Ponce. “Nunca sabes a<br />

lo que te vas a enfrentar en el escenario. El día que tú pierdas el nervio estás perdiéndole<br />

el respeto al escenario y al público. El día que tú te sientas muy fregón,<br />

que todas las puedes, se te acaba el encanto y estás perdido”, argumentó la güera<br />

chaparrita enfundada en un suéter rojo pasión, como el blues que interpreta.<br />

Rockdrigo González, el tótem<br />

Cuando tocó el turno de hablar del Profeta del Nopal, Nina Galindo tomó un respiro<br />

y luego le dio una calada a su cigarro para enfatizar: “Conocí a Rockdrigo<br />

González en una fiesta en la casa de Roberto González, que vivía en Xochimilco.<br />

Cuando estaba platicando con Rockdrigo pensaba que me lo estaba ligando. Él era<br />

un enamorado hasta con las escobas. ‘Oye, que Alejandro Lora anda diciendo que<br />

Metro Balderas es de él y yo sé que es tuya’. Se sacó mucho de onda y a partir de ahí<br />

nos hicimos cuates. Más aún, porque alternábamos mucho en lo que era el Museo<br />

del Chopo. También recuerdo que nos juntábamos mucho en la casa de Rodrigo<br />

de Oryazabal para ensayar. Fue una época muy padre. Después de cantar algunas<br />

rolas de Roberto Ponce, le dije a Rockdrigo González que quería cantar algunas<br />

88


suyas. Estamos hablando de 1984. Yo deseaba cantar Tiempo de híbridos y él me<br />

pedía Ama de casa un poco triste. Yo creo que me veía muy chavita o muy dulce,<br />

no sé, pero yo quería esa rola. Realmente estuve poco tiempo con ellos. Hay cosas<br />

que tengo bloqueadas después del terremoto”.<br />

Era un gran rancho electrónico<br />

con nopales automáticos,<br />

con sus charros cibernéticos<br />

y sarapes de neón;<br />

era un gran pueblo magnético,<br />

con Marías ciclotrónicas,<br />

tragafuegos supersónicos<br />

y su campesino sideral.<br />

Era un gran tiempo de híbridos;<br />

era medusa anacrónica,<br />

una rana con sinfónica<br />

en la campechana mental.<br />

Tiempo de híbridos, de Rockdrigo González<br />

“Canté esa canción por respeto, pero no porque fuera mi rola. Yo no tenía nada<br />

que ver con esa canción. Luego me dio chance de cantar Solares baldíos, una vez<br />

que fui con Beto Ponce a su casa. ‘Grábamelas’, le dije. En ese periodo él estaba<br />

preparándose para grabar su disco. Hacía mucho ejercicio, se cuidaba mucho, estaba<br />

sano; para mí fue muy difícil comunicarme con él porque te hablaba de cinco<br />

cosas al mismo tiempo. Era impactante, era un Ciro Peraloca en su casa; tenía<br />

inventos de no-sé-qué y la hacía de no-sé-qué. Era una relación de carnales, una<br />

relación bonita. Me decía: ‘Ay Nina, tú cuando estás hasta atrás, es cuando mejor<br />

cantas’. Creo que desde ahí tomo anís del Mono en cada concierto. Por otro lado,<br />

Rockdrigo González está vigente; escuchas las rolas y siguen vigentes”.<br />

¡Ehe hey!<br />

Ella se mece en su hamaca enredada en el tiempo,<br />

con la mirada ya flaca por quien nunca regresó.<br />

Dicen los niños que juegan a ver quién atina a los vasos de ron<br />

cruzan mi mente solares, solares baldíos de amor.<br />

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90<br />

Es un cometa la imagen, es un mapa de vapor.<br />

‘Voy por cigarros’ le dijo, se puso el sombrero y jamás regresó.<br />

‘Ya no arañes las nubes’, le recetó algún doctor.<br />

Pero ella estruja lugares que dan a solares... baldíos de amor.<br />

Solares baldíos, de Rockdrigo González<br />

“Rockdrigo me decía: ‘Te voy a encargar este cassette como la niña de tus ojos,<br />

para que lo copies y saques las rolas con las que vas a trabajar’. Yo vivía en Paseos<br />

de Taxqueña, donde para hablar por teléfono había que cruzar el río y llegar a la<br />

Prado Tasqueña para poder hacer contacto con un teléfono público. Total que voy<br />

un día, no me contesta, voy otro día y tampoco. Él vivía en ese entonces donde<br />

murió, en la colonia Juárez. No te miento, hice como tres o cuatro intentos. Y de<br />

pronto viene el terremoto. Entonces, donde vivíamos, que era atrás de la Ibero, se<br />

nos cayó una pared de un cuarto piso y estuvo duro, pero no nos pasó nada, sólo<br />

tuvimos que salir de ahí y nos dieron refugio unos amigos. Nadie se atrevía a decirme<br />

que Rockdrigo ya no estaba vivo. La que me lo dijo fue mi mamá. Para mí fue<br />

algo muy fuerte. Yo quise ir a donde lo iban a velar; fui a buscar su cuerpo, pero no<br />

di con nada y nadie me dijo nada. Fue espantoso”, explicó con angustia una Nina<br />

Galindo extraviada en sus recuerdos y con las expresiones propias de alguien que<br />

perdió a un ser memorable.<br />

Por momentos logro sacarla de esos instantes distantes para que dé una nueva<br />

calada a su cigarro, y después arremetió: “A los dos días de eso, no acababa de<br />

entender nada. Luego de su muerte me quedé sola. Cierto día en mi casa me puse<br />

a escuchar el cassette que me encargó. En la casa había una gatita de mi amiga<br />

Gabriela, con la que vivía, y que erizó toda, como yo, cuando escuché las rolas<br />

de Rockdrigo. En ese momento entiendo que Rockdrigo se fue a despedir de mí.<br />

Llegué a la conclusión de que ese cassette era para mí, le guste a quien le guste. Ese<br />

material estuvo por años conmigo, hasta hace cinco o seis años cuando Discos<br />

Pentagrama sacó al mercado No estoy loco. Habló conmigo Mireya Escalante, en<br />

paz descanse, también Modesto López, dueño de Pentagrama, quien me dijo que<br />

todas las regalías se iban a donar, y yo acepté con gusto. Sé que el disco salió con<br />

otras canciones de otras grabaciones, porque no quedó tal cual está el cassette, lo<br />

cual no lo vi nunca mal, porque para eso estaba el material. Yo sólo quería sacar<br />

de este cassette las rolas Solares baldíos y Tiempos de híbridos. Lo importante es<br />

que se me pidió el permiso y salió el disco para placer de todos los seguidores de<br />

Rockdrigo González”.


Nina Galindo en el homenaje póstumo a Laura Abitia en el Multiforo Alicia.<br />

(Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />

Jorge García Montemayor en vivo; talento<br />

y apoyo musical al Movimiento Rupestre.<br />

(Archivo: Jorge García Montemayor).<br />

Nina Galindo en la última década<br />

del siglo XX. (Archivo: Roberto Ponce).<br />

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“Yo pienso que no es grabar por grabar”<br />

Como mucho saben, en 29 años de carrera artística, Nina Galindo ha grabado<br />

cuatro discos: Brindis por un difunto (Discos Pentagrama, 1991), Antropofagia<br />

amorosa (Discos Meztli, 1993), Antes del toque de queda (Discos Meztli, 1995)<br />

y El desliz (Discos Meztli, 1999, distribuido por Discos Pentagrama). Al preguntarle<br />

el motivo por el cual no graba discos como otros intérpretes, uno por año,<br />

la experimentada artista señaló que tuvo muchas promesas y opciones para hacer<br />

su primer disco. Mencionó que al principio todo mundo le quería dar las perlas<br />

de la virgen y que todos la dejaron colgada, pero al final dio a luz a Brindis por un<br />

difunto.<br />

“Para Antropofagia amorosa me ayudó Federico Luna en la producción. Luego<br />

hicimos una producción independiente con mi guitarrista y productor de 22<br />

años de carrera, Jorge García Montemayor, y mi representante de aquel entonces,<br />

Sergio Arellano; se llamó Antes del toque de queda. Tiempo después llegó El desliz,<br />

que también fue una producción de los tres. Es muy difícil volver otra vez a editar<br />

y sacar un nuevo disco en estos tiempos. El desliz estuvo mucho tiempo agotado.<br />

Federico Luna, a raíz de que yo estuve un tiempo enferma, me regaló la producción<br />

de Antropofagia amorosa y la sacó en asociación con Discos Pentagrama”.<br />

“Ahora con El desliz está pasando exactamente lo mismo. Falta volver a sacar el<br />

Antes del toque de queda. Todo eso está por verse. Yo no he podido grabar desde<br />

1999. El siguiente disco que haga será distinto. Yo pienso que no es grabar por<br />

grabar; para empezar, soy una persona a la que no le gusta grabar, porque es de lo<br />

más frío e impersonal. Yo no canto igual en vivo que en un estudio de grabación.<br />

No me gustan los estudios. Sé que lo tengo que hacer porque es parte de este trabajo.<br />

De pronto, en mi vida ha habido otras prioridades y tuve que cuidarme; por<br />

razones de salud me vine a vivir a Hidalgo: compré este terreno y aquí construimos<br />

Cacho y yo nuestro hogar. Luego llegó la época de cada vez menos chamba”.<br />

“Ahora tengo el apoyo de un amigo que se llama Antonio Valdés, pero de todas<br />

maneras necesito de más apoyo para poder hacer el disco nuevo, que espero<br />

salga este año. No tiene aún nombre, pero depende de todos esos factores para<br />

que esté en el mercado. Con Jorge Cacho llevo ocho años trabajando; él es mi<br />

representante y como pareja llevamos 13 años. Cacho ha impulsado mi proyecto.<br />

Necesito recursos económicos para grabar este disco nuevo, que ya tiene mucho<br />

material escogido. Ya está apalabrado con los compositores, pero así estoy desde<br />

el año pasado”.<br />

92


“Todo el 2012 fue uno de los peores años de mi vida, pues no fue hasta agosto<br />

que tuve mi primera tocada. ¡Imagínate! Más de medio año sin nada de nada. No<br />

soy de ningún partido; la gente que me conoce sabe bien cuál es mi manera de<br />

pensar y mi posición ante la vida. Me gusta la justicia y la igualdad para la gente.<br />

No estamos en un país justo, pero a mí me parece que muchos de nosotros apoyamos<br />

al PRD, y lo apoyamos desde que era el Partido Comunista; pero cuando<br />

llegó al poder se olvidó de nosotros. A mí me parece que cuando estaba el PRI en<br />

el poder, a pesar de lo corrupto, había una infraestructura para este tipo de música<br />

independiente”.<br />

“El Consejo Nacional para la Costura en las Tardes trabajaba más que el del PAN.<br />

Te mandaban de gira por varios lugares del país. Estaba el CREA, estaba la SEP, estaba<br />

el IMSS, el ISSSTE Cultura, Hacienda, Museo de Culturas Populares y Socicultur,<br />

entre otros espacios. Hasta a los hospitales y cárceles ibas a cantar, cómo no<br />

recordarlo. Yo he cantado en la calle, en el Metro y en los lugares más recónditos<br />

que te hayas imaginado. Ibas a los reclusorios, a las unidades habitacionales populares;<br />

hasta en la esquina de la catedral del Zócalo capitalino. Bueno, en Palacio<br />

Nacional te llegaban a dar chance de cantar. Así, de ese tamaño. Había toda una<br />

gama de espacios donde presentarte”.<br />

“Cuando llega Salinas y le empieza a dar en la madre a todo, porque con el<br />

cuento de que privatizar e internacionalizar era lo mejor, se olvidan por completo<br />

de los artistas que había en el país para darle paso a los de talla internacional. Los<br />

artistas independientes mexicanos se fueron al carajo. Aquí hay calidad y talento,<br />

por eso me enoja mucho que lleguen artistas internacionales y les den todo, y a<br />

nosotros absolutamente nada. Para cuando entraron los panistas, peor aún. Ahí sí<br />

que no pasó nada de nada, más que el trabajar con algunas delegaciones políticas<br />

del DF; algunas veces en algún festival cultural; pero lo del Conaculta ya era muy<br />

escogido: muy elitista, lejos de nosotros”.<br />

“Cuando hice El desliz fue un capricho. Siempre quise ser Toña La Negra. Me<br />

hubiera gustado ser una cantante de esa época y con este disco me pude dar ese<br />

lujo. Sé que mucha gente se sacó de onda y yo me dije: ‘¿Por qué no? Si tengo sueños<br />

e ilusiones’. Estuvo bien hecho. Estoy muy agradecida con todos los compositores<br />

que me han apoyado y dado sus letras —como Perdida, de Chucho Navarro;<br />

La mujer del puerto, de Manuel Esperón; Viajero, de Luis Alcaraz; Amor de la calle,<br />

de Fernando Z. Maldonado; Cada noche un amor, de Agustín Lara, y Callejera,<br />

de Carlos Crespo. Yo me encargo de destrozar sus rolas. Me encargo de hacerlos<br />

enojar y digo que las rolas son como decía Zapata: de quien las trabaja”.<br />

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“En el nuevo disco viene, por ejemplo El Mastuerzo, Jaime López, Laura Abitia,<br />

Gerardo Enciso, Carlos Arellano, Roberto González; tal vez de Roberto Ponce,<br />

Rafael Mendoza, Armando Rosas. Muchas rolas son conocidas porque llevo mucho<br />

tiempo cantándolas, es una recopilación de todo esto. Si se cumplen las promesas<br />

y hay trabajo, espero que se concrete este 2013. Ojalá llegue un padrinito”.<br />

Ninis, los adultos contemporáneos<br />

Con 54 años a cuestas, Nina Galindo se engalla para decir a los cuatro vientos:<br />

“Estoy en el mejor momento como cantante, por lo que exijo que nos den apoyo<br />

para seguir trabajando, ¿o acaso quieren que seamos delincuentes? Como<br />

nosotros está mucha gente en el país. ¿De qué vamos a vivir? ¿Por qué esa manía<br />

de los servidores públicos de fusionar turismo con cultura? No es viable si no<br />

hay una verdadera infraestructura de ambos sectores y menos cuando uno de<br />

estos tipos declara que los artistas no deben de cobrar. Luego entonces, ¿somos<br />

etéreos? No me acuerdo, ni me quiero acordar del nombre de ese tipo, porque<br />

enloquezco. ¿Y él por qué sí cobra por decir pendejadas y estar aplastado en un<br />

escritorio?”.<br />

Para Nina Galindo todos los rupestres están vigentes: Carlos Arellano, Gerardo<br />

Enciso, Rafael Catana, Rafael Mendoza, Laura Abitia (Q.E.P.D.), Roberto<br />

González, Roberto Ponce, Armando Rosas, El Mastuerzo y hasta el mismísimo<br />

Rockdrigo González.<br />

“En este momento de nuestras vidas, la mayoría de los Rupestres somos ninis,<br />

pero en adultos contemporáneos, porque ni empleo, ni seguridad social, ni médica,<br />

ni mucho menos pensión para algún día. No tenemos nada. Yo estoy muy<br />

agradecida en mi vida por muchas cosas que me han pasado. Sí, me siento bendecida<br />

en muchos aspectos, porque basta con voltear y ver cómo están otras personas;<br />

pero creo que no tenemos lo que nos merecemos, que es trabajar y trabajar<br />

de manera digna, teniendo honorarios dignos, condiciones dignas, que se cubran<br />

nuestros requerimientos y el pago oportuno. No estamos pidiendo nada del otro<br />

mundo. No esperamos ser estrellas de Televisa a estas alturas. Como nosotros<br />

está más de la mitad del país”.<br />

“Este año empecé muy optimista, porque el año pasado lo terminé muy mal.<br />

Sé que este año será diferente; van a suceder muchas cosas para bien; todavía tengo<br />

fe, esperanza, sueños y proyectos que quiero realizar. No me van a callar hasta<br />

94


Javier Vila, Nina Galindo, Mauricio González Gómez y Sergio Hidalgo, en Iztacala.<br />

(Foto: Gabriela Revueltas, 1987).<br />

que me muera o hasta que yo diga: ‘Hasta aquí porque estoy dando pena ajena en<br />

el escenario’. Hasta entonces me retiraré”.<br />

Sobre el reencuentro de los Rupestres<br />

“Nunca me he negado a ello y me encanta alternar con ellos. De hecho, cuando<br />

me invitan, voy y canto con todo gusto. Sucede que de repente me dicen que ellos<br />

no están todos de acuerdo con tocar juntos como parte del Movimiento Rupestre,<br />

como es el caso de Gerardo Enciso, que me estoy enterando por ti que no quiere<br />

participar en este libro. Algunos de ellos se hacen bolas solos, es la verdad. Dicen<br />

que el Movimiento Rupestre se murió con Rockdrigo y que ellos ya no lo son más.<br />

Yo la neta sí soy Rupestre, tan Rupestre que ni sé usar la computadora y la Internet”.<br />

“El último festival que hubo en homenaje a Rockdrigo fue en el Zócalo de la capital<br />

del país. Yo creo que reencontrarnos sería bueno, pero sé que muchos de ellos ya<br />

están cansados. A veces me pregunto por qué no es como antes y hacemos una carta<br />

95


a las autoridades pidiendo lo que nos toca, lo que nos pertenece para seguir ejerciendo<br />

y exigir que nos tomen en cuenta, porque somos parte de una generación y<br />

de una historia. La banda que tiene hijos se las ve negras y deben cumplir con sus<br />

obligaciones. Muchos de los Rupestres están en su rollo individual, pero habrá que<br />

provocarlos para ver qué pasa. No necesitamos un libro para reencontrarnos, pero<br />

es bueno que salga para que haya registro actual de lo que sucedió antaño”.<br />

La maternidad<br />

“Yo no fui mamá porque no quise. ¿Por qué no? Porque físicamente tuve un problema<br />

que me lo impidió cuando joven. Tuve un tumor, me operaron, salí bien,<br />

pero decidí que no cargaría con esa responsabilidad. Además, nunca tuve una<br />

vida estable y tampoco me interesó adoptar, aunque hace años hubo un momento<br />

en el que me llamaron la atención los niños. Creo que el ser padre o madre es<br />

una responsabilidad para toda la vida. Yo no podía cumplir con eso. No tenía una<br />

estabilidad emocional, no tenía una estabilidad en cuanto a casa, trabajo y demás<br />

aspectos. Tampoco era algo por lo cual me moría de ganas. La única ocasión que<br />

me dio ganas de tener hijos me duró 15 minutos”.<br />

“Aparte, a mí los niños me gustan dormiditos y en foto. De preferencia con<br />

una manzana en la boca. Mi parte materna la he llenado con mis perros, porque<br />

son como los niños: dependen de ti. No me muero por ello y eso ya pasó. He<br />

tenido otras maneras de dar afecto; conocí, por ejemplo, a uno de los tres hijos<br />

de Jorge Cacho, mi pareja, quien se casó muy joven, se separó y luego se volvió a<br />

casar, hasta que llegó su estabilidad a mi lado. Dejó de ver a sus hijos por 20 años<br />

hasta que cierto día, en el Museo de Culturas Populares, en un evento de Pascal,<br />

participó uno de los hijos de Cacho. Yo me di cuenta días después cuando Jorge<br />

vio su nombre, Apolo Cacho, en el programa de mano mientras lo leía en el baño<br />

de nuestra casa y salió corriendo para avisarme. Lo motivé a que le buscara y así lo<br />

conocí, al grado de tenerle mucho cariño, muy especial”.<br />

“El hijo de su segundo matrimonio, Christopher Cacho, me tocó conocerlo desde<br />

los cuatro años y ya tiene 18 el canijo. Para mí era padre interactuar con el buen<br />

Chris porque tuve una relación muy cordial con su mamá, que en paz descanse: falleció<br />

de cáncer de mama hace dos años. Cuando vivíamos en la Escandón, una vez<br />

le dije a Chris que yo no era su madre sino su madrastra bruja, además de su amiga,<br />

para que se ubicara y le diera el lugar que le corresponde a su madre biológica”.<br />

96


“No soy estable; tuve que ir con el psiquiatra Fausto Trejo (Q.E.P.D.) quien me<br />

ayudó mucho para que mis emociones se acomodaran. Mi estabilidad llegó con<br />

Cacho y lo que hemos construido juntos ha sido padrísimo y ni quién nos los<br />

quite. En cuanto a tu pregunta de ¿si hemos evolucionado un poco como seres humanos<br />

en México? Dejando de lado el machismo, yo digo que un poco, y si no lo<br />

hemos logrado del todo es porque las mujeres no hemos terminado de educarlos,<br />

porque sin las mujeres no existen. Son machos por las madres. Todo eso lo viví<br />

cuando empecé en el rock, que era una etapa muy machista”.<br />

Betsy Pecanins, la voz blusera que dio México<br />

“Están muy pendejos todos aquellos que piensan que Betsy está muy acabada,<br />

que ya fue. Ella es de las mejores cantantes que ha dado México. Para mí es una<br />

gran voz y yo le tengo un gran respeto y un gran cariño. Ella ha estado muy mal de<br />

salud. Y esos pendejos que hablan de los vejetes van para allá, si es que llegan. A<br />

mí no me interesa morir muy vieja, ¿eh? Y menos con lo que estoy viendo, porque<br />

esto no es vida para nadie. ¿Qué pienso en definitiva de Betsy? Para mí es lo máximo,<br />

es una guerrera, por cómo ha logrado sobrevivir a todo lo que ha pasado. Ella<br />

está de pie, dando clases y creando todo el tiempo”.<br />

“A mí que no me toquen a Betsy porque es alguien que amo. Soy su amiga.<br />

No se metan con ella o se las verán conmigo de manera directa. Además, seamos<br />

honestos: sin ella no hubiera existido Real de Catorce. José Cruz Camargo es José<br />

Cruz Camargo gracias a esa oportunidad que tuvieron los primeros integrantes<br />

de Real de Catorce de acompañar como músicos de soporte a Betsy Pecanins; así<br />

de sencillo. Eso, señoras y señores, es una enseñanza que hemos tenido todos los<br />

que nos dedicamos a esto en México. Además, el espacio de Betsy no lo va a llenar<br />

nadie, nadie, nadie”.<br />

“Yo lo que hago es palenque rock, como dice Gerardo Enciso, pero lo que hace<br />

Betsy es blues. Tal vez por mis tonalidades me han encasillado en el blues; pero<br />

no, no se compara con la gran señora que es Betsy Pecanins. Yo lo que hago francamente<br />

es una fusión de muchas cosas. Es mi manera de cantar lo que me ha<br />

hecho pasar como blusera, pero nada que ver, nada. Es muy triste escuchar eso<br />

de que es una cantante vetusta por parte de gente pendeja y organizadores insensibles.<br />

Es como si me hubieras puesto un cuete en la cola. Estoy muy indignada,<br />

muy encabronada”.<br />

97


Perfil Rupestre<br />

Rockdrigo González<br />

“A mí me lastima mucho Rockdrigo por todo<br />

lo que vivimos. Fue un cuate al que traté real-<br />

mente muy poco tiempo, pero existió un ca-<br />

riño muy especial y una comunicación difícil,<br />

porque me costaba trabajo entenderlo; pero<br />

sin duda es alguien especial para todos noso-<br />

tros. Me respetaba, me estimulaba a cantar.<br />

Era muy padre Rockdrigo. Fue una gran pérdi-<br />

da para la música de este país. Yo creo que ya<br />

nos conocíamos de otra vida”.<br />

Roberto González<br />

“Es un compositorsazo al que también admi-<br />

ro mucho. Le tengo mucho respeto. Es uno de<br />

mis grandes carnales. Así nomás”.<br />

Eblen Macari<br />

“Más que rupestre es silvestre (carcajadas).<br />

Siempre hubo una relación cordial, pero no<br />

estuvo mucho tiempo en este Movimiento<br />

Rupestre. Es un tipo que se metió hacer otras<br />

músicas. No somos íntimos, pero es un ser<br />

que merece respeto”.<br />

Fausto Arrellín<br />

“Cuando está hasta la madre de borracho es<br />

cuando te quiere y te lo dice. Si no está cuete,<br />

pasa de largo. Sí hay relación, pero sólo cuan-<br />

do está borracho saca el amor, la dulzura y la<br />

ternura. ¡Salud para él!”.<br />

Armando Rosas<br />

“A La Diva Rosas (se crea un silencio y luego<br />

98<br />

estalla una estruendosa carcajada). Él es muy,<br />

pero muy especial, porque como nadie de no-<br />

sotros se ha dado su lugar dentro y fuera del<br />

escenario. Es un gran artista. Yo siempre lo<br />

molesto, pero qué respeto le tengo al hom-<br />

bre. Lo admiro y lo quiero mucho, muchísimo.<br />

Es un gran músico, muy dedicado; por eso ha<br />

participado con rolas en algunas películas<br />

mexicanas. Es el que más se sigue preparando,<br />

estudiando. Es un fuera de serie. Es un tipazo”.<br />

Gerardo Enciso<br />

“Ese es otro carnalote del que me gusta mu-<br />

cho su trabajo. Es un gran compositor. Con<br />

Daga yo me pongo muy mal. Era de los ochen-<br />

ta esa rola. Siento que nos parecemos en algo<br />

muy especial. Los dos somos como de mucho<br />

feeling y mucha rabia, coraje y mucho por sa-<br />

car desde dentro. Hay mucha víscera”.<br />

Carlos Arellano<br />

“A mí me encanta su trabajo. Es como los po-<br />

los: Carlos Arellano, puede ser la ternura total<br />

o el enojo, la víscera. A él le debo El boiler, un<br />

gran éxito. Es muy especial. Es de los compo-<br />

sitores que más mujeres son sin serlo. Somos<br />

compañeros de generación, pese a la diferen-<br />

cia de edades entre nosotros”.<br />

Rafael Catana<br />

“A mí se me hace una ternura como compo-<br />

sitor. Yo interpreto de él Mujer en la sombra,<br />

que es muy importante para mí por lo que<br />

significa. Esa rola a la gente le gusta mucho.<br />

Me acuerdo cuando me invitó a su disco; lo<br />

recuerdo bien porque me hizo sentir libre,


liberada. Catana es de los compositores más<br />

dulces que he conocido en mi vida”.<br />

José Cruz Camargo<br />

“A él le agradezco como compositor que me<br />

haya ofrecido la rola Como flama de quinqué,<br />

un gran éxito tanto de él como mío. Yo siento<br />

que hay dos compositores que se han puesto<br />

en el papel de la mujer, como si fuesen una, y<br />

vaya que lo han hecho bastante bien. No cual-<br />

quiera entiende ese sentimiento. Lo mismo<br />

pasa con Beto Ponce, de quien canto Llévate<br />

lejos tu blues. Bueno, esa la compusimos los<br />

dos. Carlos Arellano es el otro que siento que<br />

es así, por eso le agradezco la rola de El boiler”.<br />

Beto Ponce<br />

“Hasta la fecha interpreto temas de él porque<br />

la gente me sigue pidiendo sus rolas Mírame<br />

desaparecer y Brindis por un difunto. No lo<br />

puedo evitar. Cuando hicimos el dueto fue<br />

una experiencia padrísima. Yo voy para 29<br />

años de carrera como intérprete y me sor-<br />

prende que la raza te siga pidiendo las rolas<br />

de esos años. Fue un trabajo muy padre por-<br />

que estuvimos juntos mucho tiempo, ensa-<br />

yábamos y tocábamos como carnalitos. Beto<br />

siempre va a ser muy especial en mi vida. Gra-<br />

cias a él, conocí a los demás. Él me introdujo a<br />

este mundo de lágrimas y sufrimiento”.<br />

Jaime López<br />

“Me parece un gran compositor, muy espe-<br />

cial, que también lo interpreto. Le pedí Des-<br />

de mi motocicleta para mi nuevo disco. Creo<br />

que, de todos, es al que más puertas se le han<br />

abierto por sí solo y al que mejor le ha ido”.<br />

Federico Luna<br />

“El productor de gran parte de las grabaciones<br />

de esta generación. Él es mi carnal, mi amigo;<br />

mucho tiempo tocó conmigo también, por lo<br />

que lo considero un excelente músico; pero<br />

sobre todas las cosas es un gran carnal. Es al-<br />

guien a quien siempre le voy a estar agradeci-<br />

da y que sabe que es de mis mejores amigos.<br />

Es el Señor de los cielos para mí”.<br />

Jorge García Montemayor<br />

“A él le debo mucho de lo que soy y con eso<br />

te digo todo. Ha sido una parte fundamen-<br />

tal como músico, arreglista, amigo y ser<br />

humano”.<br />

Nina Galindo<br />

“¿Qué? ¿Yo qué? De mí sólo lo que ves. Soy una<br />

cantante que no soy técnica sino ruda, ¿no?<br />

Yo insisto siempre: necesito al público, como<br />

todo artista necesito al público. Creo en lo que<br />

canto, estoy comprometida con esto y voy a<br />

seguir hasta que me muera. Creo que merez-<br />

co respeto por mi trayectoria, por aferrada y<br />

por necia. Así soy. Soy la víscera, soy el senti-<br />

miento. Creo que siempre estaré enojada e<br />

inconforme con todo lo que sucede a mi alre-<br />

dedor. Tengo mucho enojo, frustraciones y co-<br />

nozco mis limitaciones como artista y como<br />

cantante, pero sé hasta dónde puedo llegar.<br />

Quiero que se me permita hacer lo que nos<br />

corresponde a todos nosotros, los Rupestres”.<br />

99


inventor de sí mismo<br />

juan pablo proal<br />

100<br />

Fausto


Fausto Arrellín, inspiradísimo. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

Fausto Arrellín decidió dejar de componer música. Fue hace ocho años. Pensó<br />

que no tenía nada nuevo por escribir. “Por más que revisé mis canciones viejas<br />

dije: ‘No les puedo cambiar nada’; escribí lo que creía y es algo que sigo creyendo.<br />

No tengo más que decir; es muy triste tener que estarse autofusilando o estar repitiendo<br />

tu misma fórmula”, me cuenta en una conversación que tiene lugar en su<br />

imprenta, El Angelito Editor, ubicada en la colonia Portales.<br />

La vida de Fausto no depende de la música; por el contrario, es una compilación<br />

de intereses diversos y múltiples oficios. Se dedicó, en gran parte, a estudiar<br />

101


fórmulas de cultivo urbano, así como a causas ecologistas encaminadas a aprovechar<br />

los desechos de la era del consumo.<br />

Si bien la música ha acompañado a Fausto de manera permanente, es sólo uno<br />

de los tantos ángulos donde fija su interés. A lo largo de su vida, Arrellín ha sido<br />

ayudante de radiotécnico, fotógrafo, acomodador de la Plaza de Toros México, instalador<br />

de alarmas para autos, estudiante de textiles, diseñador, escritor, inventor...<br />

“No me considero músico, nunca lo he sido; soy un filarmónico: le entro a la<br />

música porque me gusta, porque puedo hacer cosas con ella, pero nunca me he<br />

dedicado, por ejemplo, a estudiar guitarra para ser un virtuoso”, explica.<br />

“No siento ninguna obligación de hacerlo mejor ni nada de eso; lo hago porque<br />

me divierte: para mí esa es la cuestión fundamental; cuando deja de ser divertido<br />

ya no hay atracción”, insiste.<br />

No quería ser músico<br />

Contrario al sueño de muchos jóvenes músicos, Fausto jamás imaginó dedicarse<br />

a ello. “Yo no pensaba en tocar”, confiesa.<br />

Fausto proviene de una familia de obreros. Su tío Alberto, hermano de su madre,<br />

tenía una imprenta y él aprendió el oficio desde los ocho años de edad. Inició<br />

en una labor que requiere paciencia a baldes: linotipista. Colocaba letra por letra.<br />

Creció en una casa donde se trabajaba todo el tiempo. No podría ser de otra forma<br />

en una familia integrada por once hijos. El padre de Fausto trabajaba jornadas<br />

extenuantes, así que su tío se convirtió en su principal influencia. Él lo acercó a la<br />

literatura y el arte.<br />

A la edad de 17, Fausto se inscribió en la Escuela de Diseño y Artesanías,<br />

fundada por Lázaro Cárdenas. Los hijos de los artesanos tenían pase directo a<br />

la escuela. Así entró en contacto con un mundo más amplio, lleno de creadores.<br />

Fausto comenzó a empaparse y a simpatizar con la cultura indígena y el rock.<br />

En ese entonces escuchó el sonido de una flauta que le cautivó: era Ian Anderson,<br />

líder de la banda inglesa-escocesa Jethro Tull. “Lo primero que hice fue<br />

aprender a tocar la flauta dulce, inspirado en él”. Fausto se inscribió en un curso en<br />

la Casa del Lago. “Fue el sonido que me interesó en ese momento”.<br />

En 1971 asistió al Festival de Rock y Ruedas de Avándaro. Al año siguiente<br />

se fue a vivir a una comuna, donde entró en contacto con lo que posteriormente<br />

sería una de sus mayores pasiones: el cultivo.<br />

102


Con la influencia indigenista, la flauta y su papel de artesano, se comprende el<br />

sonido de Coatlicue, su segunda banda. Ahí Fausto comenzó a plasmar de manera<br />

más concreta las letras que caracterizarían sus canciones. Coatlicue tenía marcada<br />

influencia del rock progresivo, pero también de sonidos prehispánicos.<br />

Antes, Fausto había iniciado su carrera de compositor en el grupo Chacra.<br />

Ahí tomó la guitarra como principal acompañante, aunque retomaría la flauta en<br />

Coatlicue.<br />

Chacra no tenía equipo, así que al principio rentaban los instrumentos. “Cuando<br />

nos salía una tocada corríamos a alquilar; ensayábamos en la mañana o en la<br />

noche anterior de la tocada”. Con el paso del tiempo Chara consiguió más presentaciones,<br />

al grado tal que pudieron comprar su propio equipo.<br />

A Chacra lo integraban Adrián Gasca (posterior baterista de Qual), el cuñado<br />

de Arrellín, Alejandro Blasio, y su hermano, Alberto. Chacra se diluyó en 1979.<br />

“Cada quien tomó su camino; todos nos empezamos a casar”.<br />

Año y medio después de la separación de Chacra, el baterista Juan Carlos<br />

Chávez lo invitó a formar un grupo, al que bautizarían como Coatlicue. Se añadió<br />

Luis Gerardo Gómez. La banda fue recibida con asombro en cada presentación,<br />

pero por falta de conciertos tuvo que suspender en 1982; no era redituable.<br />

Fue justo en esas cuando Fausto se anexó al naciente Movimiento Rupestre.<br />

Fausto, el Rupestre<br />

Cuando Fausto salía del Auditorio Nacional después de presenciar el primer festival<br />

de blues organizado por el locutor y promotor cultural Raúl de la Rosa, escuchó<br />

que el músico veracruzano Rafael Catana lo llamó por su nombre: “¿Quién<br />

eres? ¿Eres el de Coatlicue, ¿no?”. Coatlicue estaba en sus días finales. “Resultaba<br />

complicado mantenerse tocando; ensayábamos mucho; en dos años tocamos<br />

sólo diez veces: era muy poca la cantidad; aunque esas tocadas fueron muy importantes,<br />

una de ellas en el Teatro de la Ciudad”. Coaticlue también se presentó<br />

en el Museo del Chopo y en el Museo de Culturas Populares. “La gente se quedaba<br />

muy sorprendida con lo que estábamos tocando”, recuerda.<br />

El encuentro con Catana le vino bien a Fausto. Ese mismo día, Rafael invitó a<br />

Arrellín a su casa. “Me mostró algunas de sus composiciones, que me agradaron<br />

inmediatamente y que traté de poner con Coatlicue, pero en ese momento el grupo<br />

estaba dando sus últimas patadas de ahogado y finalmente se desintegró. No<br />

103


encontrando otra cosa que hacer, me dirigí con Catana y él me invitó a participar<br />

en un ciclo de conciertos que se realizarían en el pequeño foro de la librería Gandhi”,<br />

relata Fausto en su texto Los rupestres (al principio de los tiempos).<br />

La serie de conciertos se tituló ‘Canciones de amor y furor’ y participaron Roberto<br />

González, Jaime López, Eblen Macari, Alejandro de la Garza y Toño Canica. La escenografía<br />

estaba a cargo del monero Rafael Barajas, El Fisgón. Tocaban cada jueves.<br />

Una noche, después de un ensayo en la calle de Guadalajara, los protagonistas<br />

de estos conciertos acudieron a la Casa de la Paz para escuchar a Botellita de Jerez.<br />

Al término se dirigieron a casa de Catana, donde un hombre de lentes gigantes<br />

impresionó a todos los presentes con la canción Metro Balderas. Sí, se trataba del<br />

tamaulipeco Rodrigo González.<br />

“Las condiciones para presentar la obra de estos artistas y otros semejantes eran<br />

en ese momento muy complicadas; sólo existían pequeñas salas. Siempre estábamos<br />

buscando espacios y, aunque eso no ha variado mucho, me cae que en ese momento<br />

estaba verdaderamente cabrón. Así que las noches siguientes nos la pasamos alucinando<br />

dónde podríamos presentarnos. Una oportunidad fue tocar en la presentación<br />

del libro Crines, de Carlos Chimal, que se llevó a cabo en un foro situado debajo<br />

de la sala Ollin Yoliztli; ese día la música estuvo a cargo de Jaime López y el Tríptico<br />

Rupestre (conformado por Rodrigo González, Rafael Catana y Fausto), formación<br />

sui generis, pues el trío no tocaba a la vez, ya que un servidor campechaneaba los<br />

acompañamientos, unas rolas con el Catana y otras con el Rodrigo”, revive.<br />

Poco a poco, el colectivo Rupestre fue tomando forma y así comenzaron a estar<br />

cada vez más presentes en los foros. “Después el tiempo ya no nos alcanzó;<br />

pasé a formar parte del grupo Qual y con el Rockdrigo nos sobraba la chamba”.<br />

Fausto se hizo cargo de la dirección musical de Qual y musicalizó gran parte de la<br />

obra del tamaulipeco.<br />

Qual participaría en la obra de teatro Abolición de la propiedad, escrita por José<br />

Agustín, hasta que el 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México se cimbró y<br />

se hizo trizas, provocando, como es del dominio público, la muerte de Rockdrigo<br />

González.<br />

“Nos movieron el tapete. Nosotros ya teníamos una serie de planes, nos íbamos<br />

a ir al Cervantino con la obra de teatro de José Agustín; nos quedamos con todo el<br />

equipo dentro del teatro y tardamos meses en poderlo sacar. Fue bastante difícil”.<br />

Qual siguió presentándose sin Rodrigo en el teatro del SUTIN, ubicado en Viaducto<br />

Río Becerra. En esa serie de conciertos participaban Roberto Ponce, Nina<br />

Galindo, Trolebús, Arturo Meza, Gerardo Enciso y el propio Catana. El lugar<br />

104


Paco Acevedo, Javier Vila, Mauricio González Gómez, Rafael Catana, El Doc González (Q.E.P.D.),<br />

Fausto Arrellín y Miguel Ángel Pérez. (Archivo: Rafael Catana).<br />

Fausto Arrellín, ensayando<br />

en el Museo del Chopo.<br />

(Foto: Juan Carlos Cervantes,<br />

1986).<br />

Roberto Ponce, Roberto González, Fausto Arrellín y Carlos Arellano<br />

en el Multiforo Alicia en la primera década del siglo XXI.<br />

(Archivo: Roberto Ponce).<br />

105


cerró, pero el colectivo después se reencontró en El Tecolote, ubicado en la calle<br />

de Sullivan. Desde 1997, con la apertura del célebre Multiforo Alicia, liderado por<br />

Nacho Pineda, Qual encontró una casa permanente; aunque el grupo no es muy<br />

activo, pues sólo toca de vez en cuando y principalmente en homenajes a Rodrigo.<br />

El Verticalízmo<br />

¿Qué ha pasado con Arrellín desde entonces? La respuesta arroja aristas opuestas.<br />

Se puede decir que ha seguido fiel a su vocación creadora: escribió dos libros,<br />

diseñó un periódico infantil y hasta recibió un premio en Derechos Humanos en<br />

2009 por parte del Gobierno de la Ciudad de México, en apoyo a la producción<br />

independiente de radio.<br />

Si bien tiene la mirada puesta en muchos paisajes, Fausto se ha concentrado<br />

más en el Verticalízmo y en su taller El Angelito Editor.<br />

“El Verticalízmo es un desarrollo ecológico, multimodular, flexible y sustentable<br />

que permite un auténtico reciclaje de la ‘basura’, la producción de tierra nueva,<br />

el cultivo de vegetales alimenticios, medicinales o de ornato, ahorro de agua, optimizar<br />

el espacio en que se vive, practicar una actividad terapéutica y productiva<br />

que eleva la autoestima y la calidad de vida”, describe Fausto en su libro El Verticalízmo,<br />

una opción de cultivos urbanos, impreso en octubre de 2009.<br />

Arrellín comenzó a simpatizar con la agricultura después de asistir al Festival<br />

de Rock y Ruedas de Avándaro, en 1971. Apenas tenía 19 años cuando se fue a<br />

vivir a una comuna en Valle de Bravo, donde sembraba duraznos.<br />

“Todo empieza cuando me doy cuenta de que no debía de ser tan difícil cultivar;<br />

empecé a investigar, a interesarme por la hidroponía, conseguí literatura,<br />

tomé pequeños cursitos”.<br />

Hace ocho años, cuando decidió dejar de componer, se fue a vivir a Tepotzotlán,<br />

Estado de México. En su casa destinó un pequeño espacio, equivalente a<br />

una sexta parte del terreno, a desarrollar productos alimenticios; sin embargo, se<br />

percató de un reto mayor: “Mi mayor preocupación era el manejo de los residuos<br />

sólidos; para mí esto de las plantas no era algo tan esencial ni primordial; para mí<br />

lo importante realmente era el manejo de los residuos; a partir de eso empecé a<br />

investigar; ya sabía que las plantas podían crecer sin piso, porque eso lo aprendí<br />

de la hidroponía, luego pude también cultivar setas, hongos y eso me abrió más<br />

el panorama”.<br />

106


Fausto advirtió que, para que el proceso estuviera terminado, necesitaba crear<br />

él mismo su propia composta (abono orgánico).<br />

“Empecé a hacer muchas pruebas hasta que desarrollé un compostero, que se<br />

hace en base a dos cubetas de pintura. Hice una serie de adaptaciones y cuando vi<br />

que funcionaban traté de venderlo”.<br />

Y un día, caminando por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal,<br />

Fausto leyó un letrero: Si usted inventa o tiene dudas acerca de los proyectos que<br />

está elaborando, venga a vernos.<br />

De inmediato, Fausto acudió a la oficina y explicó que había desarrollado todo<br />

un proceso para cultivar en casa sin contaminación, a partir de desechos. Es así<br />

como Fausto se convirtió en inventor. Ahora participa en conferencias, imparte<br />

cursos y talleres para exponer su método, aunque no piensa conformar una empresa<br />

ni obtener grandes regalías con ello:<br />

“Yo vengo de ideas anarquistas. A mí no me interesa crear otras industrias igual<br />

de contaminantes e igual de explotadoras que las otras; a mí me interesa crear<br />

un método donde cualquier gente pueda tener acceso a una vida mejor, de más<br />

calidad”.<br />

Regresa la inspiración<br />

El deambular de Fausto para exponer sus técnicas de cultivo lo llevó a Quintana<br />

Roo, donde le pidieron asesorar a agricultores durante mes y medio. “Al principio<br />

iba medio sacatón; me dije: ‘¿Cómo les voy a enseñar?, ellos están en la selva: ahí<br />

crece todo’, pero no, no es así”.<br />

Recorrió diez comunidades y ahí se percató de que el suelo era muy duro, lo<br />

que dificulta las condiciones de cultivo. Al disfrutar de los paisajes de la zona<br />

maya y convivir con los habitantes, Fausto sintió necesidad de componer de nuevo:<br />

“Me brotaron nuevas ideas”, cuenta, sin ocultar su alegría. Actualmente trabaja<br />

escribiendo canciones para narrar esa experiencia.<br />

Si bien Fausto dejó de componer por años, nunca estuvo alejado de la música.<br />

De entrada, es melómano, disfruta de explorar nuevos grupos y sonidos. En su<br />

taller de El Angelito imprime portadas de discos de músicos mexicanos. En el<br />

mismo edificio, su hermano Édgar tiene un estudio de grabación llamado EAR<br />

Audio, donde han producido discos de Guillermo Velásquez, David Haro, Cabezas<br />

de Cera y Luz de Riada, por citar algunos.<br />

107


“El equipo es de mi hermano; lo que hago, en realidad, yo aquí es el diseño, la<br />

hechura de los discos; mi hermano graba la música”, expone.<br />

Junto con dos de sus sobrinos conformó la efímera banda FBI (Fausto, Benemérito<br />

Insigne). “Empezamos a tocar, pero no hubo mucha respuesta de parte de<br />

los lugares y si no hay lana cuando tocas es muy difícil que te mantengas”.<br />

A veces se junta con sus compañeros del grupo Qual, principalmente en algún<br />

aniversario luctuoso de Rockdrigo. Le pregunto si alguna vez se llega a sentir incómodo<br />

por interpretar las canciones del tamaulipeco. Responde: “No, hay piezas<br />

que yo no toco de Rodrigo, como Distante instante, porque nunca la toqué; pero,<br />

por ejemplo No tengo tiempo (de cambiar mi vida), Rock del Ete o Metro Balderas sí,<br />

porque los arreglos los hicimos nosotros”.<br />

Servir y proteger<br />

En 2004 escribió el libro Servir y proteger, un recuento de sus anécdotas con la<br />

policía. Aquí una de ellas:<br />

“Rozaba los dieciséis años, era un chavo con una incipiente greñita, comenzaba<br />

a dejarme crecer el pelo después de toda una vida de casquete corto o regular.<br />

Contaba ya con algunas experiencias, pues desde el 66 asistía a la Prevo 4, una<br />

escuela del Poli que estaba ubicada en la unidad Tlatelolco —ahora es un hospital<br />

del Seguro Social. El movimiento estudiantil del 68 me afectó fuertemente;<br />

participé en él volanteando, asistiendo a infinidad de asambleas y desde luego a<br />

algunas marchas. Después de eso abandoné la escuela y me dediqué a trabajar;<br />

desde morrillo me había llamado la atención el trabajo en la imprenta de mi tío y<br />

así, casi sin darme cuenta, ayudando a compaginar facturas o doblar folletos me<br />

fui haciendo de un oficio”.<br />

“Un día que estaba descansando a la hora de la comida se me ocurrió empezar<br />

a jugar con unos amigos del callejón: de un lado al otro de la calle nos lanzábamos<br />

un balón de americano cuando de improviso apareció una panel en la esquina<br />

de Nezahualcóyotl. Exactamente en ese momento el balón se me escapa de las<br />

manos y va a rodar a un lado de la camioneta (les llamábamos ‘julias’, nunca he<br />

sabido por qué), cerca de una de las llantas traseras. Entonces, sin pensarlo, me<br />

dirijo a recoger el ovoide encontrándome con la cara de malamadre del conductor<br />

de la jaula rodante, que amenazadoramente me dice: ‘Órale, pinche escuincle, no<br />

ande jugando en la calle’. Sorprendido no acierto más que a mirarlo. Mi mente no<br />

108


Fausto Arrellín, gran voz del rock mexicano, en el Multiforo Alicia. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

Federico Luna,<br />

producción musical<br />

de los Rupestres.<br />

(Foto: Javier<br />

Manrique, 1997).<br />

Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera, y Edgar<br />

Arrellín, ingeniero de audio, profesional de la<br />

grabación y responsable técnico de muchos<br />

proyectos Rupestres. (Archivo: Fausto Arrellín).<br />

David Chávez<br />

Rivadeneyra.<br />

(Foto: Javier<br />

Manrique, 1997).<br />

109


entiende cuál es la razón por la que me insulta. ‘Pareja, chínguese a esos güeyes’.<br />

Incrédulo lo sigo observando mientras la pareja rodea el vehículo y a jalones me<br />

arroja al interior de la julia, echa el cerrojo y va tras el resto de mis compañeros,<br />

el Vampiro y el Chaparro, quienes por una extraña solidaridad permanecen a la<br />

expectativa en vez de huir. El conductor, detrás de sus oscurísimos lentes mira la<br />

escena divertido en el momento en que la Millones aborda la cabina. La esquina en<br />

que todo esto sucede se ubica en Igualdad y Nezahualcóyotl, a un par de cuadras<br />

de Salto del Agua, en pleno centro de la Ciudad. La Millones —una prosti que<br />

formaba parte de ese decorado urbano desde inmemorables tiempos—, fue una<br />

institución en el estrecho ámbito de las relaciones públicas y compartía terrenos<br />

con otras veteranas de similar estirpe: La Nieves, la Chata, la Bella Durmiente y<br />

otras. Alta (caballona), “rubia”, zapatillas de altísimo tacón e inevitablemente rojas<br />

(como marcaban los tiempos), se instala a un lado del gran jefe gafanegra: ‘Ya,<br />

cabrón, ¿para qué friegas a los chavitos?’. Ella le pasa acá bajita la baisa un rollito<br />

de billetes. ‘Pus estos pendejillos qué se creen, ¿te fijaste cómo me miró?’, respondió<br />

él. ‘Pero si no están haciendo nada’, dijo ella. ‘Y qué, ¿no estás viendo que no<br />

nos respetan?’. ‘Ya, dales chance y te paso otra lana’. ‘Ni madres, estos güeyes van<br />

pa’trás’. Escuchaba este diálogo desde mi incómodo asiento (dentro de la julia)<br />

separado solamente por una reja de alambrón, sumido en oscuros pensamientos,<br />

cuando se abre la puerta e ingresan mis cuates”.<br />

“El recorrido a la Delegación fue rápido y el trámite carcelario aún más. El<br />

agente del Ministerio Público, de la cuarta delegación, sita en la colonia Obrera,<br />

con cara de aburrido nos levantó un fugaz interrogatorio donde quedaron asentados<br />

nuestros datos particulares. Ese día conocí el verdadero limbo: imágenes de<br />

rostros ansiosos y descompuestos desfilaron frente a mí”.<br />

Credo personal<br />

Le pido a Fausto que me responda algunas preguntas elementales sobre su posición<br />

ante el mundo. Le pregunto que qué es la vida. “Un camino”, responde.<br />

Le pregunto que qué es la felicidad. “Momentos, nada más momentos”, dice. Del<br />

pasado: “La base de todo”. De la industria musical: “Una porquería”. De la muerte:<br />

“Nunca pienso en ella”. Le pregunto de los Rupestres. “Una bola de cuates bien<br />

chidos”. Le pregunto: “¿Qué pasaría si Rockdrigo siguiera vivo?”. Y responde: “Seguiría<br />

inventando cosas; la gente no lo puede ver así; él ya estaba cansado y muy<br />

110


molesto; decía, por ejemplo, algo muy gracioso, que cómo era la fama que hasta<br />

te volvía guapo”. Le pregunto de Dios. “No existe, ¿o sí?”. De Enrique Peña Nieto:<br />

“Es un títere”. Del narcotráfico: “Uno de los grandes inventos que nos ha asestado<br />

el poder; es una industria movida por los mismos políticos, por la misma gente<br />

del poder”. Del dinero: “¡Cómo hace falta!”. Le pregunto de la religión. “Ninguna”,<br />

dice. De la fidelidad: “Lo más posible”. Y de México: “El nombre para un lugar<br />

donde coincidimos algunos”. Por último, le pregunto: “¿Qué quieres que se lea en<br />

tu epitafio?”. Y responde: “¡Tons qué!”.<br />

Fausto Arrellín Rosas nació en 1954 en la Ciudad de México. Creció en una<br />

familia de obreros, en la que es el mayor de once hermanos. En 1976 conformó su<br />

primera banda, el grupo Chacra, que estuvo activo entre 1976 y 1979. Entre 1980<br />

y 1982 integró el Grupo Coatliclue. Posteriormente, invitado por Rafael Catana,<br />

se unió al Colectivo Rupestre de los Cantantes Errante; ahí conoció a Rockdrigo<br />

González, a quien acompañó con su grupo Qual. Entre 1988 y 1993 fue jefe de<br />

producción de la compañía de discos Pentagrama. Condujo y coprodujo, de 2007<br />

a 2010, el programa radiofónico Roles y Rolas en el IMER. Actualmente es editor<br />

del periódico La Voz de la Cuenca, impreso para el rescate ecológico de la presa<br />

La Concepción, en Tepotzotlán, Estado de México, además de ser el creador del<br />

concepto de colectivos urbanos Verticalízmo y director de creatividad de la Feria<br />

Ecológica de México-Tenochtitlán. Sus grupos favoritos son: The Kinks, The<br />

Who, Jethro Tull, Miles Davis, Jimi Hendrix, Chac Mool y Rockdrigo González.<br />

111


Rodrigo<br />

1985, el año en que ocurrió todo<br />

jorge pantoja<br />

112


La foto; capturada en la Galería Metropolitana de la UAM. (Foto: Virginia Rodríguez, 1985).<br />

Para mis hermanos Eduardo y Jesús<br />

Para este libro y en la trama de las historias entretejidas por los Rupestres, me<br />

tocó abordar a Rodrigo González. Pensé en hacer una entrevista-ficción, preguntarle<br />

por ejemplo: ¿Ya sabes que a tus rolas les pusieron un candado legal con los<br />

derechos de autor? La neta, ¿te gustó que por esta situación legaloide se acabaran<br />

tus homenajes en el Foro Alicia, armados por Nacho Pineda? ¿Con quién has palomeado<br />

allá en donde estás? ¿Ya te topaste con Marcial Alejandro? ¿Amandititita<br />

es tu revancha? Pero no, esta opción la descarté porque caería en el terreno de<br />

las interpretaciones. Preferí recurrir a mis archivos, a las notas de prensa, a los<br />

113


anuncios, a los carteles, y al que quizá ha sido el momento más cercano que he<br />

tenido de “entablar una charla” con Rodrigo González, después de su ida al más<br />

allá, fue cuando en 2004 se cumplieron 19 años de los trágicos acontecimientos<br />

sucedidos en la Ciudad de México con los sismos del 85.<br />

Cansado de participar, de una u otra manera, en actividades muy similares<br />

para los homenajes, recordatorios y celebraciones por la ausencia de Rodrigo, y<br />

en mi afán promotoril de ofrecerle al público algo novedoso, provocador o por lo<br />

menos diferente, pensé en sacar de su ámbito de privacidad a un vidente para llevarlo<br />

a un escenario con público, como parte de un espectáculo poético-musical.<br />

Buscando complicidades para realizar esta idea, pensé que la experta en esos temas<br />

era Julia Marichal, a quien la había escuchado mencionar, en la casa de Adriana Luna<br />

Parra, a una tal doctora Eulalia Parra, de oficio vidente, al parecer muy seria. Debo<br />

aclarar que yo no creo en estas prácticas, pero le tengo respeto a quien sí tiene fe.<br />

Como siempre, de acuerdo con mi estilo, empecé primero por el título. Se<br />

llamaría Capicúa… a 19 años de aquel 19 de septiembre. Paso siguiente, aparté la<br />

fecha en el Foro Cultural Coyoacanense: domingo 19 de septiembre del 2004.<br />

Hablé con la Marichal y la ahora entrañable actriz se apuntó de inmediato, además<br />

de poner de su cosecha con un subtítulo: Acto íntimo, mágico y musical para<br />

comunicarse al más allá con Rodrigo González.<br />

Armé las piezas del rompecabezas y quedó más o menos así: Julia leería textos<br />

y recitaría poesía, Roberto Ponce en la música, Sergio García en las imágenes y la<br />

doctora Eulalia Parra en su papel de vidente.<br />

A unos días de soltar la difusión, la Marichal me habla muy temprano y me<br />

dice: “No, manito, ya me dio miedo, lo de la vidente se nos puede salir de control;<br />

mejor quedémonos con el puro recital poético, eso le gustaría mucho a Rodrigo”.<br />

Intenté convencerla pero su miedo le ganó. Entonces, desilusionado, hablé al foro<br />

y cancelé la fecha.<br />

Regresando la película…<br />

Canicas, la primera rola<br />

Era un sábado por la mañana de 1984; el Museo del Chopo tenía nuevas instalaciones;<br />

el Tianguis tendido a lo largo de las rejas, sobre la banqueta, y Roberto Ponce<br />

impartía el taller para niños ‘Cada quién su música’. Yo llegué y subí las escaleras<br />

haciendo un recuento de las actividades de ese día. Mi oficina estaba precisamente<br />

114


arriba del salón de clases. Roberto solía llevar su guitarra para cantarle a sus alumnos.<br />

De pronto empecé a escuchar una voz y una canción que no era de las de Ponce: pensé<br />

que tal vez venía bien crudo o algo parecido. Me distraje atendiendo mis labores y<br />

fue hasta que terminó su clase, cuando Roberto subió y dijo: “Te presento a Rodrigo<br />

González”. Sin ningún convencionalismo Rodrigo se adelantó: “¿Habrá manera de<br />

tocar aquí? Te regalo este cassette; es una producción mía”. Así empezó la historia. La<br />

canción que escuché bajo mis pies, con esa voz rasposa y gutural era Canicas.<br />

1984; Rodrigo se apoderó del Chopo<br />

Llegaba sin previa cita, no sólo a mi oficina del museo sino también a mi casa, que<br />

estaba a dos calles de ahí. Se sabía vender, era convincente; de pronto mi programación<br />

olía al Profeta del Nopal y a los Rupestres. En el recién inaugurado Foro<br />

del Dinosaurio presentamos el Manifiesto Rupestre, armamos ciclos de solistas<br />

y apartamos dos fechas para el debut de su nuevo proyecto: el grupo Qual; una<br />

con Botellita de Jerez y otra con Alejandro Lora como padrinos… y ya me estaba<br />

convenciendo para que yo fuera su representante.<br />

En mi casa de Mariano Azuela 104 solíamos oír música por horas y horas; yo le<br />

presumía mis LPs que cambalacheaba en el tianguis; hablábamos de la grilla, del<br />

ambiente musical, de la crisis, de mujeres y nos embriagábamos, yo con mi ron y<br />

él con su mariguana.<br />

Su gata de nombre Qual<br />

Hicimos lluvia de ideas para buscarle nombre a su naciente banda. Ya me había convencido<br />

de ser representante de su nuevo proyecto y trazamos juntos una estrategia.<br />

Había planes hasta de movernos a nivel internacional. Un día se acordó de su gata<br />

Qual, que tenía en la casa de sus papás. Me gustó la propuesta y le dije: “La moda<br />

son los nombres cortos”. Y así quedó: su grupo se llamaría Qual. Le llamé a Octavio<br />

Guerrero, diseñador del museo y le pedí que si nos hacía propuestas para el logotipo.<br />

Posteriormente, en mi casa celebraríamos esa alianza que nunca requirió firma<br />

alguna. Como a las 2 de la madrugada lo acompañé a tomar un taxi al eje Alzate,<br />

no sin antes pintar con spray en una barda blanca el nombre de Qual. Iniciamos<br />

así la campaña tramada con muchas horas de ron y mariguana.<br />

Días después, regresando de comprarme un pantalón y unos zapatos, pasé a<br />

uno de los ensayos del grupo, en la calle de Bolívar. Yo iba entrando con dos grandes<br />

bolsas y les grité: “¡Ya traigo los uniformes para todos!”. Rodrigo protestó:<br />

“¡Cálmate, Pepe Návar!”<br />

115


Febrero; nuestra salida del Museo<br />

En la UNAM hubo cambio de rector y Arnold Belkin y yo fuimos renunciados<br />

de nuestros cargos en el Museo del Chopo. Curiosamente, el 19 de febrero salió<br />

una nota en Unomásuno donde Rodrigo González protestaba por mi remoción,<br />

argumentando que “estaba en peligro la continuidad del rock en ese espacio universitario”.<br />

Ese día comí con Cristina Payán en el Salón Corona. “¿Ya viste la nota<br />

del Unomásuno?”, me preguntó la Payán y continuó: “Por cierto, hace unos días<br />

vi a la señora Zepeda y le pregunté por qué te renunció si estabas trabajando bien,<br />

y de risa loca me respondió que porque tú controlabas la mariguana en el tianguis<br />

del Chopo”. Le contesté a la Payana:<br />

“¡Que me haga la buena!, yo feliz de cambiar de oficio; a veces me aburre ser promotor<br />

cultural; pero ni me gusta la mariguana, yo soy ronero”. Ella dijo: “Qué bueno;<br />

viéndolo bien ahora podrás ayudarme con el Festival. Pablo Gómez habló con Ramón<br />

Aguirre y ya nos dieron fecha en el Auditorio Nacional: va a ser los días 7, 8 y 9<br />

de junio; además hablé con José Woldenberg y quiere que nos armes una tocada de<br />

rock para juntar un poco de lana, porque el PSUM está bajo de fondos”. “Me parece<br />

bien —le contesté a Cristina. Te propongo que sea en el Palacio de los Deportes. En<br />

cuanto a mi tiempo, pensé que me iba a echar más días desempleado, pero Luis de<br />

Tavira me invitó a la Academia de San Carlos, y lo que voy a hacer ahí está muy leve”.<br />

Marzo; la dichosa foto<br />

Estaban en puerta varias fechas para Rodrigo y los Rupestres en la Galería Metropolitana<br />

de la UAM, en la Academia de San Carlos de la UNAM y en el Teatro ‘El<br />

Galeón’ del Centro Cultural del INBA. Fue así como los convoqué a una sesión de<br />

fotos para apoyar la promoción. Acudieron a la cita Nina Galindo, Rafael Catana,<br />

Eblen Macari, Roberto Ponce, Roberto González, Fausto Arrellín y el propio<br />

Rodrigo González. La fotógrafa era una gran amiga mía, Virginia Rodríguez. Los<br />

coloqué en una de las paredes de la Galería Metropolitana, en la calle de Medellín<br />

28, y dos detalles se me hicieron inolvidables: Rafael Catana plasmó su huella en<br />

la pared blanca, blanca, recién pintada, y Rodrigo se sentó en cuclillas para diferenciarse<br />

del grupo. La cámara captó el rostro de los siete Rupestres, que reían<br />

ante una ocurrencia del Profeta del Nopal.<br />

Abril, ¡a ver, a ver a qué horas!<br />

El Partido Socialista Unificado de México (PSUM) pidió el Palacio de los Deportes<br />

al entonces regente Ramón Aguirre, que no le negaba nada a Pablo Gómez. Se<br />

116


trataría de una tocada de rock previa al<br />

Festival PSUM 85, que años antes se había<br />

conocido como el Festival de Oposición,<br />

y entre los cuates, como la “Feria<br />

del Hogar de la Izquierda”. La cita era<br />

a las 12 horas del domingo 2 de junio.<br />

Empecé, como siempre, por el título: el<br />

concierto llevaría el nombre de ¡A ver,<br />

a ver a qué horas!. “¿Qué es eso? Ni se<br />

entiende, pinche Pantoja —me dijo<br />

Jorge Alcocer, secretario de finanzas del<br />

partido. El comité del Festival decidió<br />

que lleve la consigna: Trabajo, libertad<br />

y democracia para los jóvenes mexicanos.<br />

¿De dónde sacaste ese nombre? Y además<br />

Cristina que te da alas… ”. Le contesté:<br />

“Es como grita la banda: ‘¡A ver, a<br />

ver, a qué horas, cabrones!’. Y gritan en<br />

masa cuando un grupo o una tocada se<br />

cuelgan para empezar, o peor aún, cuando<br />

se ponen a afinar sus guitarras arriba<br />

del estrado. Lo que quiere el comité no<br />

convoca, los chavos ven esas consignas<br />

Rodrigo protesta en entrevista<br />

para el Unomásuno.<br />

y sencillamente no llegan a la tocada”. Resignado, dijo: “Bueno, ponte de acuerdo<br />

con Cristina”. Luego me dijo: “Ayer vinieron los compas de TNT; quieren tocar y que<br />

tú no los has programado. Apóyalos, hazles un hueco; jalan mucho con el Partido”. A<br />

lo que yo contesté: “No tienen el cartel de los demás grupos”. Y él: “Apóyalos, hazles<br />

un hueco; jalan mucho con el Partido”.<br />

Mayo; el spot de radio<br />

Rodrigo tenía tan sólo unos meses con su grupo y ya estaba en puerta un mano a<br />

mano con las bandas más fuertes del momento, principalmente Chac Mool, Enigma<br />

y Real de Catorce. Cristina Payán me comentó que había hablado con Alejandro<br />

Ordorica, que en ese momento estaba al frente de RTC, y nos iba a apoyar<br />

sin cobrarnos nada, con un spot en todas las estaciones de AM y FM. “Ve a verlo y<br />

llévale el material”, me dijo.<br />

117


El Manifiesto Rupestre en su versión original de 1984.<br />

118


Propuestas y versión definitiva de logotipo<br />

para el grupo Qual, diseñadas en 1984.<br />

Cartel de la tocada del Festival PSUM 85, en el Palacio de los Deportes.<br />

Artículo de Elda Maceda en El Universal sobre el<br />

nacimiento de la Agrupación Imposible, de 1985.<br />

119


Me lancé a las oficinas de Ordorica, llevando conmigo una grabación de Rodrigo<br />

y su grupo Qual.<br />

Junio; dos botellas de Padre Kino<br />

La fecha llegó, el Palacio de los Deportes lucía imponente. Como siempre, la<br />

duda del promotor: “¿Vendrá gente?”, pero me regresaba la confianza porque<br />

todo el mundo había escuchado los promos de radio. Los grupos ya estaban en<br />

unos camerinos a espaldas del escenario. Sus peticiones habían sido muy claras:<br />

el pago para ese mismo día, cuatro piernudas de Bacardi blanco, refrescos, hielos y<br />

dos botellas de padre Kino para Rodrigo. El PSUM había pedido policías sólo para<br />

los exteriores. Las puertas de acceso y el interior serían controlados por jóvenes<br />

socialistas. Juan Luis Concheiro y un grupo de guapas chavitas coyoacanenses la<br />

hacían de valla humana para que el respetable no intentara irrumpir en el escenario.<br />

Roberto Zamarripa, líder de las Juventudes Socialistas y candidato a diputado<br />

para las elecciones que tendrían lugar en julio de ese año, sería el conductor de<br />

la tocada. El público entró al Palacio, muchos en tropel, y en varias puertas se<br />

dio el obligado portazo. Al anunciar a Roberto González, que venía al frente de<br />

Real de Catorce, Zamarripa arengó a los asistentes: “¡A ver, a ver, a qué horas!..<br />

El Partido Socialista Unificado de México dedica esta tocada a toda la banda de<br />

apachurrados en el túnel 29 del Estadio de CU… ¡Un saludo al PRI! —gritó y se<br />

escuchó una rechifla ensordecedora. ¡A ver, a ver a qué horas! ¡Los jóvenes queremos<br />

más trabajo, libertad y democracia! ¡A ver, a ver, a qué horas tenemos más<br />

espacios porque los que hay son muy pocos! Después de Real de Catorce, Roberto<br />

Zamarripa anunció a Rodrigo y su grupo Qual, y el Profeta del Nopal arranca<br />

diciendo: “Aquí, una rolita biológica para todas las ratas canallas de México y de<br />

América Latina que nos han hundido”. Así sucedieron más de cinco horas de rock<br />

en el Palacio de los Deportes. Las notas de prensa del día siguiente en El Nacional<br />

(Víctor Ronquillo), Unomásuno (Rodrigo Farías) y La Jornada (Víctor Balboa)<br />

coincidían en que Rodrigo había sido la sorpresa.<br />

Agosto 8; la casa de Mariano Azuela 104<br />

A unos pasos del Museo y del Tianguis del Chopo, en Mariano Azuela 104, mi<br />

casa era un lugar obligado. La música y el ron nunca faltaron en fiestas previamente<br />

programadas o en improvisadas borracheras, o en reuniones para armar este o<br />

aquel proyecto, esta o aquella idea utópica. Por ahí deambularon José Hernández,<br />

Jaime Estrada, Pablo Espinosa, Adriana Luna Parra, Javier Cadena, Silvia Tomasa<br />

120


Rivera, Víctor Roura, Roberto Ponce, Alejandra García, Rosario Manzanos, Delia<br />

M., Ángeles Torres, Rafael Catana, Agustín Sánchez, Modesto López, Arnold Belkin,<br />

Luz Emilia Aguilar Zinzer, Leonor Azcárate, Rogelio Cuéllar, Ahumada, Lilia<br />

Díaz, Rosalina Cervantes, Norma Apartado y muchos otros más, sin olvidar a un<br />

comandante del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador,<br />

que Romeo Galdamez me pidió le diera refugio por dos días porque venía al DF a<br />

comprar radios de comunicación. El 8 de agosto, en la celebración de mis primeros<br />

30 años, Rodrigo González y el grupo Qual subieron los decibeles en esa vieja<br />

casa de Santa María la Ribera.<br />

Septiembre 15; el baile de La Jornada<br />

Un éxodo llevó a todos del Unomásuno a La Jornada. Los jornaleros cumplirían<br />

el 15 de septiembre su primer aniversario, ese 1985, y Cristina Payán me buscó<br />

para que le ayudara con el baile de celebración. Sería en el Salón Colonia. La Payán<br />

me dijo: “Carlos y yo queremos que invites a Javier Bátiz y los demás grupos;<br />

tú piénsale, algo de música tropical”. Fue así como esa noche junté, para deleite<br />

de reporteros, redactores y demás trabajadores de La Jornada, “al Gran Brujo de<br />

Tijuana y al Profeta del Nopal de la colonia Juárez”, en el corazón de la colonia<br />

Doctores.<br />

Septiembre 18 por la noche<br />

Jorge González era un amigo de la infancia y aunque es químico y cada uno tenía<br />

sus ocupaciones, coincidíamos en proyectos. Esa noche nos quedamos de ver en<br />

mi casa para grabar la música de un negocio que queríamos iniciar. Se trataba<br />

de un sonido al que bauticé como: ‘Pituitaria… El sonido que pega ahí’ Ya contábamos<br />

con un logo caricaturizado que me había regalado José Hernández y con<br />

unas fechas contratadas por la Delegación Álvaro Obregón, encabezada por María<br />

Angélica Luna Parra, como parte de su programa de atención a las colonias<br />

asoladas por la banda de los Panchitos.<br />

Como a las 8 de la noche llegó Citlalli, una de las novias de Rodrigo. “Me citó<br />

aquí”, dijo ella. “Espéralo; cuando viene ni siquiera avisa”, dije. El tiempo pasó y<br />

Rodrigo nunca llegó… Citlalli se fue desconsolada. Jorge y yo seguimos seleccionando<br />

la música. Nos habían rematado una camioneta de tres toneladas y media,<br />

ya soñábamos llenarla de equipo y lanzarnos a competir con La Changa y Polymarch…<br />

Se valían los sueños roneros.<br />

121


Artículos publicados el día posterior a la tocada<br />

en el Palacio de los Deportes, en 1985.<br />

122<br />

Septiembre 19; la tragedia<br />

Me despertó un fuerte mareo, pensé<br />

que era el efecto del ron que estuve<br />

tomando hasta muy de madrugada,<br />

soñándome sonidero; pero no: estaba<br />

temblando y muy fuerte. Toda la casa<br />

crujía. Bajé de inmediato y salí a la calle.<br />

Cuando cesó el movimiento sólo alcancé<br />

a hacer dos llamadas telefónicas, una<br />

a la casa de mis papás y otra a la de mi<br />

novia; después, la línea se murió, le siguieron<br />

la luz y el agua. Volví a salir y caminé<br />

hacia Serapio Rendón. Comprobé<br />

que el edificio donde vivía Agustín Sánchez<br />

estaba en pie, pero en esa misma<br />

calle se habían venido abajo dos construcciones.<br />

Después de mucho tiempo<br />

logré pasar los cercos y llegar a mi trabajo.<br />

Adriana Luna Parra era mi jefa en<br />

el CREA y para ese momento Heriberto<br />

Galindo ya le había encargado coordinar algunas tareas de respuesta a la catástrofe:<br />

se instalarían dos centros de información y acopio en el patio del CREA y otro en una<br />

Casa de la Juventud en la Colonia Roma. No recuerdo la hora, cuando Iván Guzmán<br />

me encontró y me dijo: “Rodrigo murió… se cayó su edificio… lo van a llevar al Comité<br />

de la Nueva Canción… tienes que ir… ”. En medio de muchas voces y cientos<br />

de manos, unas pidiendo bolsas de agua y otras donando latas y ropa, mi mente giró<br />

a mil por hora y sólo recuerdo que respondí: “No puedo moverme de aquí”.<br />

Noviembre; nace la Agrupación Imposible<br />

Era una promotora mitad negocio y mitad aventura. Organizábamos bailes propios<br />

y por encargo, como el de Alejandro Aura en el Salón Margo, para celebrar el segundo<br />

aniversario de su bar El Cuervo. También hacíamos tareas imposibles como<br />

campañas de pintas de aerosol para bandas de rock y para películas como El bulto, de<br />

Gabriel Retes, y el servicio de localizar discos raros y difíciles de encontrar. Lo cierto<br />

es que era una oficina montada para armar tocadas con el Movimiento Rupestre y<br />

hacer que la música de Rodrigo no se perdiera en el olvido. Durante lo que restó


del 85 y los años subsecuentes comenzaron<br />

los homenajes al autor de Canicas. Vendría el<br />

Recital Colectivo, In Memoriam, que la SEP<br />

organizó en el Auditorio Nacional, el sábado<br />

20 de septiembre de 1986; Luis de Tavira se<br />

encargaría de la dirección, en tanto que Iván<br />

Guzmán y yo, de la producción; estarían desde<br />

los Rupestres hasta la Orquesta de Cámara<br />

de Bellas Artes. Emilio Ebergengyi y Paty<br />

Kelly estarían en la conducción y en la lectura<br />

de textos; las imágenes serían proporcionadas<br />

por la agencia Imagen Latina, y si bien esta<br />

producción fue organizada para homenajear<br />

a todas las víctimas de los sismos, en muchas<br />

de las canciones interpretadas se veía una dedicatoria<br />

personal a Rodrigo González. Vendrían<br />

después conciertos, ofrendas, recitales,<br />

un certamen para recrear la canción No tengo<br />

tiempo (de cambiar mi vida), la placa en el Metro<br />

Balderas con la letra de la canción del mismo<br />

nombre y muchas otras actividades.<br />

Diciembre; Rodrigo, mi testigo de honor<br />

Con las ganancias de un baile en el Salón Los<br />

Ángeles, dedicado a darle la bienvenida al cometa<br />

Halley que pasaría muy cerca de nuestro<br />

planeta el 15 de diciembre de 1985, financié<br />

mi primer bodorrio. La Payán me prestó amablemente<br />

el Ex Convento de Culhuacán, en<br />

donde era directora, y en el espacio conocido<br />

como la Iglesia Caída implementamos el<br />

Inserción publicada en todos los<br />

diarios de circulación nacional, a<br />

un año de los sismos de 1985.<br />

escenario y el área de la fiesta. Rodrigo fue mi testigo de honor porque todas sus<br />

canciones fueron interpretadas por Fausto Arrellín y el grupo Qual.<br />

De esa noche nacieron, años después, Aristeo y Talía.<br />

Sur de Coyoacán; enero, 2013<br />

123


El pasadizo<br />

javier hernández CH<strong>EL</strong>ICO


Iván Rosas


Un rupestre académico<br />

126<br />

Armando


El nombre impuesto a su primera agrupación, La Camerata Rupestre, lo define<br />

como un músico ecléctico. La letra de la canción que da nombre a su disco<br />

debut lo reafirma:<br />

En el lomo del viento<br />

monta una pesadilla<br />

El eco de su espuela<br />

Quema la banqueta<br />

Armando Rosas, talento y música mexicana contemporánea de concierto, en el Multiforo Alicia.<br />

(Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

127


128<br />

Rasca la avenida.<br />

Escúrranse peatones<br />

Por las alcantarillas<br />

El sherif viene armado...<br />

Tocata, fuga y apañón, de Armando Rosas<br />

Su historia inicia el viernes 1º de abril de 1960 cuando por causa suya aumentó<br />

el padrón de la colonia Doctores: ese día nacía quien lleva ahora el nombre de<br />

Armando Rosas Almanza.<br />

Los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, el niño Armando los<br />

vivió en esa zona ubicada al norponiente del ahora Centro Histórico de la Ciudad<br />

de México. Pocos años después, la familia Rosas Almanza se trasladó a un barrio<br />

vecino: la colonia Obrera; no obstante, el inquieto chamaco no perdió el contacto<br />

con la Doctores: allí estudiaría la primaria en la escuela ubicada justo enfrente del<br />

mercado Hidalgo. En esa época, el todavía púber, se convirtió en experto rolador<br />

de los alrededores de su barrio; así conoció la colonia Tránsito, la Vértiz Narvarte y,<br />

por San Juan de Letrán, el Centro del DF. Este recorrido lo convertiría en confeso<br />

admirador de las féminas que deambulaban en falda corta, tacones y escote sobre<br />

aquel tradicional tramo de San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.<br />

Buscando el amor<br />

en el rincón de un cabaret<br />

Bailando con las sombras del tabaco y el placer<br />

Buscando el amor<br />

en el rincón de un viejo hotel<br />

Supliendo el amor, de Armando Rosas<br />

Así transcurrió la niñez/primera juventud/adolescencia del futuro licenciado<br />

en composición, quien, por cierto, cursó la secundaria en otro barrio bravo: La<br />

Merced. Fue hasta que ingresó a la Preparatoria 6 cuando descubrió otros rumbos<br />

diferentes: Coyoacán, lugar al cual regresaría años después como estudiante de la<br />

Escuela Superior de Música.<br />

Aunque su contacto con la música ya había arrancado años atrás, cuando de<br />

niño, tuvo unos vecinos que tocaban y cantaban al compás de guitarras pulsadas<br />

por ellos mismos: la familia Pérez, quienes hacían camisas y se ponían a trovar<br />

después de confeccionarlas. De ahí se prendó y aprendió a tocar la guitarra. “Me


gustó mucho ese ambiente de cantar y tocar de manera bohemia”. Motivado por<br />

esto, en ese tiempo aprendió a leer música. “Aunque para mi papá, Norberto Rosas<br />

Burgos, y mi mamá, Irene Almanza Pérez, no estaba contemplada la idea de<br />

que hubiera un músico en la casa”.<br />

A pesar de este inconveniente, ingresó a la Escuela Superior de Música en la carrera<br />

de guitarra clásica. Estudió nueve años esa disciplina, pero por diferentes circunstancias<br />

decidió no ser guitarrista; en séptimo año, ya había grabado dos discos<br />

con La Camerata Rupestre; además, ya estaba dedicado más a la composición que<br />

a la guitarra. Como muchos chavos, Armando quiso transformar el mundo y se dio<br />

cuenta que el rock podría ayudarlo: fue su gran motivación para tomar en serio la<br />

música. Así, consiguió ser de los primeros egresados y, junto con Jesús Chavarría,<br />

salió como Licenciado en Composición por la Escuela Superior de Música.<br />

Aparte de sus estudios musicales, su gusto por la cumbia, los boleros y, por supuesto,<br />

el rock, se reflejaría en su música; este abanico de ritmos le proporcionan<br />

los elementos para hacer fusiones entre el barroco y lo contemporáneo. Otro elemento<br />

influyente en su trabajo musical es el haber convivido en diferentes niveles<br />

sociales —tanto con políticos encumbrados, amigos de su papá, como con sus<br />

cuates del barrio, por ejemplo. Otra faceta enriquecedora fue la experiencia como<br />

vendedor de flores en su adolescencia en las ferias regionales de muchos estados<br />

del país. Esas imágenes se quedaron y lo empujaron a escribir sus primeras líneas.<br />

Descansa sobre aquel barandal<br />

el peso de la ausencia<br />

aroma de un herraje ancestral<br />

pregona tus querencias<br />

oleaje que se niega a borrar dibujos en la arena<br />

Herraje, de Armando Rosas<br />

De esta manera, su acercamiento al terreno profesional se dio de manera natural<br />

apoyado por todo lo vivido, y desde su ingreso a la Superior ya llevaba, en<br />

sus cuadernos, rolas de su autoría. La historia la completan sus condiscípulos,<br />

Javier Guillén, Javier Platas, Nateras, Toño Morales. Todos ellos fueron piezas importantes<br />

de un gran laboratorio que sólo se puede construir con la frescura de<br />

ser joven. Así se armó La Camerata —que entonces no llevaba ese nombre—,<br />

jóvenes con el ánimo de crear, de aportar; nunca imaginaron que llegaría el día<br />

que entrarían a un estudio de grabación a dejar constancia de su quehacer sonoro.<br />

129


Armando Rosas y Javier Guillén, de la Camerata Rupestre. (Foto: Alejandro Guerrero Massad, 1986).<br />

Armando Rosas en Madrid.<br />

(Archivo: Rafael Catana).<br />

130<br />

Armando Rosas en el Teatro de la Ciudad.<br />

(Foto: Pedro Ceja, 2011).


Y el día llegó: una tarde, al bajar del escenario de la Gandhi,<br />

Rodrigo de Oyarzabal se acercó a Armando y le dijo: “Oye,<br />

¿no quieres grabar un disco?”. Con sorpresa, el incipiente músico<br />

le reviró: “¿De veras crees que pueda grabar un disco?”.<br />

“Claro, los he venido siguiendo y sí pueden”. A la semana ya<br />

estaban en el estudio. La grabación fue un aprendizaje; descubrió<br />

la magia de grabar una canción. Aunque la soberbia<br />

de ser joven le enseñó más: aprendió humildad y cómo editar<br />

una rola. Caito fue su guía y maestro. En el 87 sale el LP Tocata,<br />

fuga y Apañón. Que “es uno de los discos que aún se venden<br />

mucho; disco que sin payola sigue rolando”.<br />

Este suceso y varias circunstancias más lo acercaron aún más<br />

a los Rupetres: Nacho Alfonso le presenta a Rafael Catana. “Fue<br />

una revelación en mi vida. Pinche Catana se veía como un jipi,<br />

jipi: este cuate sí se cree en la onda del rocanrol; estos sí son artistas<br />

de adeveras. Ahí empezamos una amistad que continúa”.<br />

El departamento de Catana, en la calle Guadalajara, fue el aposento<br />

de muchas reuniones; en varias de ellas Catana invitó a<br />

Armando a ver a Rockdrigo. En diferentes ocasiones quedaron<br />

de ir a visitar al Profeta del Nopal. Por diversas razones la visita a<br />

Rodrigo no se realizaba. Llegó el 19 de septiembre de 1985. El<br />

sismo de esa mañana se llevó al autor de Distante instante. Y el<br />

compositor de Herraje, no conoció a Rodrigo.<br />

Armando Rosas<br />

en el Museo de<br />

Culturas Populares.<br />

(Foto: Sergio<br />

Arellano, 2000).<br />

Pero la vida siguió su curso y llegó un festival Rupestre llamado ‘Una razón<br />

para juntarnos’, en el Auditorio Nacional. Otra vez aparece Catana —quien lo<br />

invitó— y una casualidad: cuando Armando sube al escenario empezó la transmisión<br />

para televisión, lo cual, obvio, ayuda a difundir el trabajo de Armando. Las<br />

complicidades Catana-Rosas continuaron: “El Cisne es texto de Catana; el nombre<br />

de Camerata Rupestre no sé si él lo sugiere o a mí se me ocurrió”.<br />

Ya instalado en el círculo de los Rupestres, Armando reconoce que con ellos<br />

adquiere un aprendizaje nuevo: le enseñan a ver la ciudad —aunque él tenía ya<br />

miles de fotografías mentales. “Ya era mi enamorada, pero yo no lo sabía. Los<br />

Rupestes me ensañan a leer esas imágenes. Y le dan una característica a mi música<br />

que antes no tenía. Definitivamente, es el movimiento más legítimo de esa época.<br />

Entregó su talento, sin pedir nada a cambio. Los intereses era decir lo que pensaban<br />

y sentían. Era el simple hecho de hacer arte por medio de la música”.<br />

131


Poblano y rupestre<br />

132<br />

Carlos


Nací en la Jardín Balbuena en una familia donde siempre había música; yo<br />

soy de los menores de una familia de seis; mis hermanos mayores y mi padre siempre<br />

tuvieron guitarras en la casa. Yo nací con guitarras a mi alrededor: había en la<br />

pared de los cuartos y en la de la sala. Viví intensamente las clásicas sesiones de<br />

cuando alguien cumplían años: mi padre se ponían a tocar y cantar boleros y a<br />

tomar con los compadres en esas fiesta. Entonces, yo crecí en medio de boleros,<br />

que venían directamente de parte de mi padre”.<br />

Carlos Arellano en 2010. (Archivo: Carlos Arellano).<br />

Va esta rola a esa flota treintañera<br />

que nació entre rocanroles y entre rocanroles ha de morir.<br />

Treintañeros, de Carlos Arellano<br />

133


Carlos Arellano en el Museo de Culturas Populares. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />

134<br />

Carlos Arellano interpretando el charango, en<br />

Puebla en 1976. (Archivo: Carlos Arellano).<br />

Carlos Arellano en la década de los noventa.<br />

(Foto: Javier Hernández Chelico).


“A mis hermanos mayores (uno me lleva diez años, otro ocho) les tocó la época<br />

del rocanrol; a uno, el de los sesenta y al otro le tocó Avándaro. Ellos llevaron el<br />

rock a la casa. Así, crecí entre rock y boleros. Mi padre nos administraba en vivo<br />

los boleros; el rock me llegó por los discos de mis hermanos”.<br />

“Por todo esto, fue un hecho muy natural que yo agarrara las guitarras que circulaban<br />

por la casa y que me pusiera a tocar. Mi padre me enseñó los primeros<br />

acordes; mis hermanos mayores, los segundos y después, los compañeros de la<br />

escuela. Desde la primaria había empezado a tocar la guitarra”.<br />

“Cuando tenía yo 11 años (nací en 1957) la Volkswagen se va a Puebla. Era 1968<br />

y la familia nos fuimos para allá porque mi padre trabajaba en esa armadora. Todo<br />

esto (guitarras, familia y enseñanzas) se desplazaron, de la Jardín Balbuena, a Puebla”.<br />

“Mis comienzos fueron, como los de tantos que aprenden a tocar los primeros<br />

acordes: tocar lo que conoces que, en mi caso, eran los boleros; o bien, tocar las<br />

canciones que en ese momento sonaba en la radio o las canciones de los discos<br />

que estaban en la casa. Cuando entro a la secundaria en la ciudad de Puebla, me<br />

encuentro con amigos que tocaban la guitarra; empiezo a reunirme con ellos para<br />

tocar y aprender, juntos, más cosas. Por esa época, hago mis primeras canciones.<br />

También a eso llegué de manera muy natural, porque como muchos que hacemos<br />

canciones, empezamos repitiendo, fusilando; pero llega un momento en que uno<br />

quiere decir lo que le corresponde y, más, en momentos en que empiezas a tener<br />

tus primeras novias. Y normalmente, las canciones llegan con los primeros amores<br />

y con los primeros desgarres; es decir, con la historia de los primeros amores.<br />

De repente, un día me encuentro haciendo rolas, y sin saber exactamente qué<br />

hacer con ellas, se me empiezan a juntar rolas. Y empiezo a formar grupos”.<br />

“A finales de la secundaria, hago mi primer grupo de rock que se llamó Tortuga.<br />

Ahí nos dedicamos a fusilarnos las canciones que más nos iban gustando. En ese<br />

tiempo me gustaba mucho el blues: John Mayall, B.B. King y escuchaba a Led<br />

Zeppelin, a los Rolling..., a los Beatles. Sacábamos las canciones que se nos facilitaban<br />

(Zeppelin era imposible de tocar para nosotros, en esa época). Tortuga fue<br />

un grupo efímero; sólo tocó en fiestas de parientes, nunca profesional”.<br />

“Poco después suceden varios hechos políticos en el sur de América, especialmente<br />

en Chile: en el 73, el golpe de Estado que derroca a Allende, y el de Argentina.<br />

Es cuando llegan a México muchos exiliados. Llegaron a las universidades; muchas<br />

partes del país se llenaron de exiliados chilenos y argentinos; con ellos llegaron muchos<br />

de sus hábitos culturales, entre ellos la música. Se forman muchas peñas y se<br />

crea el movimiento del Nuevo Canto; el de la música folklórica latinoamericana. Yo<br />

135


en ese tiempo tocaba con el grupo de rock, pero un amigo andaba metido en la música<br />

latinoamericana y un día me dice: ‘Quiero que entres a mi grupo de folklore’. Yo<br />

no sabía de qué se trataba eso. Me dio discos que escuché, y le entré a esa corriente<br />

musical. Uno de los motivos para involucrarme en ese rollo, fue que era una música<br />

militante. En ese tiempo, yo estudiaba la prepa, y la UAP vivía una efervescencia política<br />

intensísima. Empezaron entonces muchas actividades de grupos de música latinoamericana.<br />

Yo ya estaba en uno; así me la pasé casi toda la segunda mitad de los<br />

años setenta. Sigo componiendo y empiezo a meter mis canciones en estos grupos,<br />

pero a principios de los ochenta, me reincorporo al rock. Nunca dejé el rock como<br />

escucha y mis canciones tenían mucho que ver con el rock; incluso, eso era motivo<br />

de discusiones muy intensas con los compas, porque esos movimientos (el rock y la<br />

canción latinoamericana) estaban muy separados en ese tiempo”.<br />

“En el 80 armamos una banda con la que regresé, formalmente, al rock. Una<br />

banda que tiene todo ese sello universitario de aquellos años: Tierra Baldía, que<br />

se forma a partir del proyecto de hacer una ópera rock. El escritor poblano Alejandro<br />

Meneses (quien murió hace siete años) escribe el guión de la ópera. Tierra<br />

Baldía sería el soporte musical. Al final, este trabajo nunca se realizó, pero nos dio<br />

chance de reunir a varios músicos que andábamos por ahí regados. Así armamos<br />

Tierra Baldía, con la que toqué más o menos dos años. En ese momento yo ya tenía<br />

un bonche de rolas que decían las cosas como yo quería decirlas. Me salgo de<br />

Tierra Baldía y empiezo a armar mi disco. Y el grupo natural para que me acompañe<br />

en mi primer disco, Canciones domésticas (1987), es, pues, Tierra Baldía”.<br />

“La grabación del disco es curiosa: un amigo lo graba en una grabadora con dos<br />

micrófonos en directo en un cassette; hago tres copias de ese demo. Entrego una<br />

a Memo Briseño, otra a José Agustín y la tercera a Modesto López. Para entonces<br />

ya empezaba a husmear, a acercarme al DF. Vengo y entrego estas tres copias. De<br />

manera distinta, pero favorablemente, los tres me responden. Esto, de muchos<br />

modos me da un impulso anímico para darle continuidad a la producción del disco.<br />

José Agustín me dijo: ‘Están chidas las rolas, pero merecen que les metan más<br />

músicos’. Que las produjera, pues. Lo bueno es que se ofrece para hacer un texto<br />

para el disco, cosa que me emocionó porque yo crecí leyendo a José Agustín y que<br />

él me dijera eso, pues me motivó; Modesto López me dice que él sacaba el disco.<br />

Modesto nos consigue el estudio de Rafael Acosta. Sin pensarlo, nos vinimos a<br />

grabar el disco acá. En febrero del 87 sale Canciones domésticas, en Pentagrama.<br />

Por ese tiempo sale también, el de Armando Rosas, Tocata, fuga y apañón, y el de<br />

Cecilia Toussaint”.<br />

136


“Canciones domésticas, me conecta con los Rupestres. Los primeros son Rafael<br />

Catana y Fausto Arrellín, quien en ese momento trabajaba en Discos Pentagrama;<br />

también él es el primero que me recibe en el DF. Y me recibe en todos los<br />

sentidos: me da mis primeros paseos por acá, me lleva en un recorrido etílicocultural<br />

por Bolívar, por todas esas cantinas que están aquí en Bolívar. Me arropa,<br />

me apapacha y por él conozco a Catana. Y Catana se convierte, desde entonces, en<br />

mi carnal, y su casa en mi refugio, en mi posada. Cada que yo venía me quedaba<br />

en su casa. Entonces, por Catana y su vocación gregaria, conozco al demás personal.<br />

Por aquellos años, Fausto y Rafael empiezan a hacer una serie de conciertos,<br />

por ejemplo, el de ‘Los cantantes errantes’, y toman como sede el Tecolote del<br />

Foro Isabelino. De esta forma, entro en contacto con los Rupestres. No conocí a<br />

Rockdrigo González porque, repito, llegué dos años después. Sabía de él, ya había<br />

comprado su cassette Hurbanistorias, pero no lo conocí. Supe de él por los medios<br />

que reseñaban los conciertos de ‘Rock en oposición’.<br />

También debo decir que en el 81, sale un disco que es clave en todo este asunto<br />

de la canción en México; es el de Sesiones con Emilia, de Jaime López, Roberto<br />

González y Emilia Almazán. Ese mismo año lo presentan en Puebla; los llevó el<br />

partido comunista. Fui al concierto, pero no sabía bien a bien de Jaime, Roberto<br />

y Emilia; pero cuando escuché el disco, me pareció un disco deslumbrante,<br />

porque empiezo a escuchar cosas por las que yo andaba batallando; andaba en la<br />

búsqueda de cómo poder conciliar el rock, lo urbano, lo irreverente, con nexos<br />

conectados a la literatura. Allí entra mi conexión con esa música. Ya después, conocí<br />

a Jaime, a Roberto y a mucha gente (creadores y consumidores) quienes me<br />

empezaron a sumar al Movimiento Rupestre”.<br />

“Los Rupestres fueron como los cronistas de la ciudad, fueron quienes recuperan<br />

la ciudad como personaje, como escenografía; ellos recuperan la ciudad en todos<br />

sus guiños, su lenguaje. Es una canción (en general, toda la onda Rupestre) que<br />

venía de la corriente del folk norteamericano, de Bob Dylan, Neil Young, donde la<br />

guitarra de palo (con cuerdas de metal) daba ese sonido que nos subyugaba mucho<br />

y que era común en muchos de nosotros y donde la literatura estaba presente”.<br />

“A final de cuentas, los Rupestres son creadores de un tipo de canción urbana<br />

mexicana contemporánea y aunque ya no existe el movimiento como tal, hay buenos<br />

herederos. Puebla, por una razón que aún no sé, tiene buenos representantes,<br />

buenos legatarios: Iván García, Nono Tarado y Arturo Carcará Muñoz; son extraordinarios<br />

compositores que al escucharlos se nota que su línea viene de por<br />

allá, de los aún no muy lejanos, terrenos Rupestres”.<br />

137


138<br />

Haragán<br />

El<br />

y los


A él lo marcó una coincidencia: vio la luz primera el mismo año de la apari-<br />

Voy a intentar una tonada<br />

Que se parezca a Pink Floyd<br />

Una dulce carcajada<br />

Ahogada en humo y alcohol<br />

A esa gran velocidad,<br />

de El Haragán<br />

ción del seminal Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles. Luis Álvarez<br />

nació el 25 de diciembre de 1967. Diez años después decidió tomar un lápiz y<br />

escribir rimas, frases y tonadas propias; a los quince años formó su primera banda<br />

y a los 22 fundó Haragán y Cía.<br />

Actualmente (2013) cuenta con 14 discos grabados. Su primer álbum, Valedores<br />

juveniles, ronda por el millón de copias vendidas; de este disco surgieron canciones<br />

hímnicas para la banda, para los chavos del barrio: Mi muñequita sintética,<br />

El Haragán y Cía en el festival 20.0, en Iztapalapa. (Foto: Víctor H. Ambrosio, 2012).<br />

139


Él no lo mató, No estoy muerto, El Chamuco, A esa gran velocidad; son rolas que<br />

forman parte de la enciclopedia sonora del rock mexicano.<br />

Para hablar de sus influencias rítmicas, de la forma de escribir sus canciones,<br />

de sus alianzas con los Rupestres y de sus inicios, sonriendo constantemente, Luis<br />

Álvarez, El Haragán, cuenta:<br />

“El Movimiento Rupestre para mí es la base. En el caso de Haragán, es la base.<br />

Conozco a los Rupestres (no sé si afortunadamente o desafortunadamente)<br />

después del terremoto del 85, donde se hace muy famoso Rockdrigo por morir,<br />

desgraciadamente, en esa fecha. Yo ya los escuchaba poquito antes. Para Haragán<br />

aportan todo, porque yo tomo muchos elementos del rock Rupestre para incorporarlos<br />

al sonido de Haragán; es decir, la guitarra acústica. Es básico el sonido<br />

de la guitarra acústica en el Movimiento; porque según el Manifiesto Rupestre<br />

de Rockdrigo, es una guitarra, con la voz lo más cavernícola que se pudiera, y que<br />

sonara así: natural. Yo al principio, empiezo así”.<br />

“Y tocaba por aquí, por allá; donde se pudiera. Llegan a mí discos de Rockdrigo,<br />

de Jaime López; también un disco interesante de Cecilia. Habían discos muy<br />

chidos. Cuando los conocí, en el 85, me empiezo a sumar al movimiento de los<br />

damnificados y de grupos que los apoyaban; era una manera como de protesta;<br />

para recaudar fondos se empiezan a hacer festivales en todas partes, en toda la<br />

Ciudad de México. Y ahí andaba yo. Tuve la oportunidad de subirme a tocar alguna<br />

vez. Y de ahí, me empezaron a jalar. Por lo mismo, conozco a todos ellos, o casi<br />

a todos los Rupestres”.<br />

“Para entonces tenía canciones como Basuras, Él no lo mató, El Chamuco, que<br />

tocándolas yo solo, se podía decir que estaban dentro del Movimiento Rupestre<br />

y parecían de esa onda. Había escuchado a Roberto González, a Jaime López,<br />

Gerardo Enciso, Arturo Meza, Rafael Catana; como decía antes, tomo elementos<br />

musicales de ellos y también tomo los elementos electrónicos que traía El Tri y<br />

formo Haragán. Entonces, se escucha una mezcla, una transición, entre lo Rupestre<br />

y lo urbano. Es cuando surge el movimiento urbano: conjugo las guitarras<br />

eléctricas, acústicas y las letras que hablaban un poquito acerca del contexto de la<br />

ciudad, de las cosas urbanas, de lo que pasaba en todos nosotros. Todo esto, con<br />

influencias del rock Rupestre que yo había escuchado y aprendido con Jaime López,<br />

Rockdrigo González y Roberto González, que eran los principales”.<br />

“Entonces retomo esto y, en mi caso, aporta una base armónica, rítmica y una base<br />

lírica muy importante. Para mí, Haragán es el resultado de esa unión de estilos, de la<br />

unión de dos vertientes de rock: lo que le llamaban rock pesado, más macizo, y el rock<br />

140


Arturo Meza, Luis Álvarez El Haragán y Rafael Catana en el Zócalo de la Ciudad de México.<br />

(Foto: Guacamole Project, 2005).<br />

que se tocaba en las calles, en cualquier esquina, que era, el rock Rupestre. Entonces<br />

para mí, ¿aportación del rock Rupestre? Toda, para Haragán y Compañía, toda”.<br />

“Recuerdo un Festival de Músicos Callejeros de la Ciudad de México, que se<br />

hizo en la colonia Roma y en donde toqué Él no lo mató, Al menos lo intentarás, El<br />

haragán; toqué como cinco rolas con mi guitarra yo solo. En el momento en que bajé,<br />

Catana me da la bienvenida. Es una parte que la banda no sabe, pero de los primeros<br />

personajes que me dieron la gran bienvenida al movimiento del rock, fue Rafael Catana.<br />

Inmediatamente que me bajé del escenario, me dijo: “N’ombre, Luis... ”. Me dijo:<br />

“Haragán... está bien lo que traes, ¿sabes qué? Si tuviera lana, cabrón, te producía un<br />

disco. Nomás porque no tengo; si no... ”. Él fue de las primeras personas importantes,<br />

talentosas que conocí. Allí surgió una amistad chida. Posteriormente conocí al<br />

señor Arturo Meza, un gran carnal también. Creo era el 88, 89; estuve en esos festivales;<br />

tocamos en la Plaza de Santo Domingo, en la Roma, en la Condesa, también<br />

en los terrenos de las costureras. Ahí andaba también con el grupo TNT; Andrés<br />

me apoyaba mucho también. A partir de eso, me les pego al movimiento. Fuimos a<br />

dar al Monumento a la Revolución, donde conozco a los Santa Sabina. Arturo Meza<br />

me prestó su guitarra esa vez para subirme a cantar; canté La muñequita sintética, la<br />

141


de El perro tirado en la calle y Él no lo mató. Fue un recibimiento de la banda bien<br />

chido. Era como la culminación del movimiento del rock Rupestre. Para mí, como<br />

que terminó en los noventa. Creo que ahí terminó. Siento que el rock rupestre floreció,<br />

hizo su gran expresión musical y de alguna manera, la falta (como siempre) de<br />

infraestructura y de apoyo, como que lo aniquiló un poquito. En ese tiempo surgen<br />

las grandes tocadas con El Tri, El Haragán, Luzbel, Bostik. Y como que el gusto de<br />

la banda, se viene hacia acá, a los conciertos masivos. Y el rock Rupestre, se va a los<br />

pequeños bares, a los pequeños foros y como que empieza a perder fuerza. En ese<br />

tiempo, empieza a fenecer”.<br />

“Por su parte, el rock urbano era una expresión de un grupo de bandas que<br />

tocábamos cada fin de semana. Y éramos el rock mexicano. Es más, no se distinguía<br />

entre rock urbano y otro; simplemente era rock mexicano. Y había un solo<br />

público. Grandes tocadas; recuerden Coyuya, el deportivo Mina, las Palapas, Balderas;<br />

tantos lugares. Llenos totales. ¿Qué sucede? Igual que el rock Rupestre: fue<br />

aniquilado el rock urbano. Este movimiento juntaba, para que tocáramos, siete,<br />

nueve, diez mil personas. Pero teníamos un par de bocinas pivi, con dos de bajo y<br />

un escenario armado con tarimas, de esas que usan los albañiles, y tambos viejos.<br />

Nuevamente, la falta de infraestructura y apoyo, aniquilan esas grandes tocadas.<br />

Además del surgimiento de Ticket Master y los grandes eventos como el de Rod<br />

Stewart y Santana, junto con el apoyo de Telerisa a los nuevos grupos fresones,<br />

aniquilan el movimiento de rock mexicano. El rock urbano sobrevive; estamos en<br />

las cloacas, pero sobrevive. Y no es por automarginarse”.<br />

“El rock Rupestre floreció, nos hicimos de seguidores; veníamos de escuchar a<br />

Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Roberto Carlos, Serrat: gente que hacía música<br />

inteligente. De pronto, surge un movimiento mexicano inteligente, con letras inteligentes.<br />

Eso es lo que caracteriza al rock Rupestre y lo diferencia del otro rock<br />

mexicano. Surgen letras inteligentes, bien pensadas, con música bien elaborada,<br />

pero bien sencilla y, a veces, fácil de tocar. Un gran guitarrista: Rodrigo González,<br />

tocaba muy bien; no cantaba bien, pero tenía unas letras muy inteligentes. La súper<br />

creatividad de Jaime López, que era como la continuación de Chava Flores.<br />

Entonces nos identificábamos con ellos. Era gente que estaba haciendo un rock,<br />

una forma de expresión que era lo más cercano que habíamos escuchado a la trova<br />

cubana. Así nos fuimos haciendo seguidores de los Rupestres: escuchábamos<br />

los discos de Arturo Meza, de todos ellos. Haragán viene con toda esa influencia<br />

letrística y se arma un compromiso de hacer algo interesante que, si no estuvo a la<br />

par, sí le dio continuidad al movimiento de rock mexicano”.<br />

142


“Yo empiezo a pensar (porque yo hacía canciones de amor, que todavía las<br />

tengo y son como 50) en otras cosas; empiezo a cambiar mi visión. Veo cómo un<br />

Jaime López te formaba imágenes mentales y Rodrigo te hacía sentir cosas: por<br />

ejemplo, en su canción Rock en vivo, con la frase de las máquinas rugen feroces, yo<br />

me imaginaba un motorsote... Con sus canciones te provocaba un sentimiento de<br />

nostalgia, soledad, melancolía; también por su voz, por su música, por las armonías<br />

que hacía, los requintos”.<br />

“Y sí, sí surge el compromiso de hacer algo que verdaderamente aportara a la<br />

cultura del rock mexicano; algo que no fueran simples canciones de amor. En un<br />

punto medio: le damos a la banda letras poéticas, pero también directas y fáciles<br />

de digerir. Si no hubiera existido el Movimiento Rupestre, casi estoy seguro que<br />

Haragán no existiría como es. Y me considero Rupestre porque toqué con ellos<br />

(con Catana, Jaime López... A lo mejor él no se acuerda, pero yo le abrí algún<br />

concierto); llegué a ver a Roberto González, a Gerardo Enciso. Entonces, yo sí me<br />

considero como ese puente entre los Rupestres y el rocanrol urbano”.<br />

“El Movimiento Rupestre es una gran historia que merece varios tomos, no un<br />

libro. Las letra y la actitud de los Rupestres pioneros nos dieron directo al cerebro.<br />

Pero allí quedó. Ya no hay más Rupestres. Si le preguntas a un chavo de 16, 18<br />

años de nuevos Rupestres, no te va a decir nada. Siento que es un movimiento que<br />

ya se fue a pequeños lugares. Alguien quiere revivirlo, pero ya no. El Rupestre fue<br />

un movimiento histórico muy importante, pero fue por el momento histórico que<br />

le tocó vivir. Hablaron de lo que vivíamos, decíamos; de lo que buscábamos, de la<br />

libertad a la que aspirábamos. Era inspirador, libertario, el Movimiento Rupestre.<br />

Fue una época irrepetible. Había canciones por todos lados. Tengo mucho que<br />

agradecer al Movimiento Rupestre. Tengo rolas que hice en el periodo Rupestre<br />

y quiero hacer un disco con ellas. Un disco donde se nota toda la influencia Rupestre<br />

que tengo”.<br />

143


y su tatuaje<br />

144<br />

Armando


El mundo es un pinche motel de paso.<br />

Al fracaso le robé unos besos,<br />

de Armando Palomas<br />

Una tarde de sábado llegué a la mesa de una chelería cercana al Tianguis del<br />

Chopo. Sentados estaban José Luis Pluma, Antonio Malacara, Fausto Arrellín y<br />

otras personas que el tiempo ha hecho borrosas; también estaba cheleando un<br />

cuate que hablaba con mucha confianza con los mencionados tertulianos. Supuse<br />

que era viejo conocido de todos ellos. Después de un rato de trivialidades, la charla<br />

giró en torno a estructuras musicales, y el (para mí) desconocido, hablaba con<br />

seguridad sobre música. Discretamente pregunté a quien estaba a mi lado, quién<br />

era ése chavo. ‘Armando Palomas’, me respondió. Y yo me pregunté: ¿y quién es<br />

Armando Palomas demostrando su poderío intelectual y artístico. (Archivo: Armando Palomas).<br />

145


Armando Palomas? Casi al despedirnos, supe de él: era músico con tendencias<br />

hacia el rock Rupestre; venía de Aguascalientes y estaba conectándose en el circuito<br />

rocanrolero del DF para dar a conocer su material sonoro. También supe que<br />

en realidad no conocía a ninguno de nosotros (sólo a Fausto). Y antes de decir<br />

adiós, empezó a repartir un cassette con sus canciones; en cuanto pude, lo escuché.<br />

Así conocí a Palomas. Eran los principios de este siglo XXI.<br />

Me eché dos tres veces el mencionado cassette, Tequila Coyoacán, y descubrí La<br />

canción del mutilado, Canción pendeja y una que se convertiría en emblemática de<br />

sus presentaciones: Hasta el fondo del zaguán. Todas escritas por Armando Jiménez<br />

Veloz, nombre que aparece en el pasaporte del Palomas.<br />

Después de asistir dos-tres ocasiones a sus tocadas/diálogos/sketches/conciertos,<br />

tuve oportunidad de entrevistar a Palomas para el diario La Jornada. La entrevista<br />

salió el miércoles 7 de diciembre de 2005 y de ahí extraigo algunos párrafos:<br />

Apologista de los excesos, seguidor de los sin futuro, versificador de lo impensable<br />

y representante de una generación extraviada entre el rock pop, el heavy metal, el hip<br />

hop y el bolero ranchero, Armando Palomas se ha convertido en el rapsoda rocanrolero<br />

por antonomasia y actualmente es el rolero más polémico.<br />

En la mencionada charla, Armando platicó sobre su vida personal:<br />

“Nací en los sesenta en Aguascalientes, en la colonia Héroes, allá por el ferrocarril;<br />

mi papá era ferrocarrilero, estibador. Yo quería ser beisbolista: jugar beisbol a<br />

nivel profesional. Pero en mis sueños tocaba guitarra y cantaba para la gente. Decía<br />

yo: ‘ah, chingá, si no sé ni tocar guitarra’. Pero un día llegó un primo a vivir a la casa;<br />

él tocaba guitarra clásica. A ver güey, ¿qué es esto? Así, preguntando, empecé a tocar<br />

y a los 13 años me dio por escribir canciones y me di cuenta de una cosa: como estaba<br />

muy pinche feo desde morro, descubrí que la música y la guitarra eran un arma<br />

bien cabrona para ligarse a las mujeres. Mucho del rollo de la composición fue por<br />

la onda de conseguir chavas... Y hasta la fecha eso no ha cambiado”.<br />

Coincidentemente, Armando tuvo un inicio premonitoriamente Rupestre.<br />

Cuenta en aquella entrevista:<br />

“Un día en una muestra de rock, los de La Clica me dejaron colgado. Yo dije:<br />

‘Vale madre, qué voy a hacer’. Lo que hice fue conseguir una guitarra de palo y me<br />

trepé a tocar; no las canciones de La Clica, sino inéditas mías. Y me fue poca madre,<br />

mucho mejor que con el grupo. ‘Güey, de aquí soy’, dije. Allí empezó el rollo, vendí<br />

un carro (era 1996) y grabé un disco. Así surgió Armando Palomas y La Veladora.<br />

Han transcurrido algunos años, sin embargo, Armando mantiene vigente mucho<br />

de lo siguiente:<br />

146


“Siento que mis presentaciones no se parecen una a otra, precisamente por<br />

la improvisación, por el rollo de que el diablo me sopla al oído y eso lo externo.<br />

La onda de brincar de una canción desmadrosa a una canción cachonda o a una<br />

canción contestataria, provoca catarsis; para mí es chingón que se provoque eso,<br />

ese caos del cual me encanta formar parte. Si no hago caos, no estoy a gusto. Una<br />

tocada con muchos aplausos, pero con caras largas, vale madres. Armando Palomas<br />

es el mismo cabrón arriba y abajo”.<br />

A la par, por ciertas actitudes dentro o fuera del escenario, Palomas ha sido ubicado<br />

como rocanrolero y, más específicamente, como integrante del Movimiento<br />

Neo-Rupestre. Armando declaró lo siguiente:<br />

“Creo que lo que me ubica como rockero es la actitud, el rollo contestatario y el humor<br />

negro. Estas características (que el rock de aquí ha perdido o las ha abandonado)<br />

las tengo yo; por ejemplo, los llamados Rupestres (de los que soy parte... o a lo mejor no)<br />

están clavados en hacer ciertas cosas, llevan ciertos esquemas para hacerlas, y quizá lo<br />

que a mí me separa es que le he llegado a otras propuestas, al huapango, al hip hop y<br />

a ser como soy: un güey vulgar, borracho, soez, valemadrista. Además, estoy orgulloso<br />

de mis chingaderas y no tengo esa seriedad que imponen los Rupestres. ¿Grupero? Pues<br />

tampoco, no tengo una pinche canción de amor. Mi línea es más sexual, más cachonda.<br />

Mis rolas son escritas en hoteles, me las inspiran mujeres bastante valientes”.<br />

Sin embargo, en una charla por su presentación en el festival Vive Latino 2013,<br />

“donde se subirá Emiliano, mi hijo”, dijo Palomas lleno de orgullo, enfatizó, respecto<br />

a su cercanía con el Movimiento Rupestre: “El ser Rupestre es para mí como<br />

un tatuaje que me lo puse en el 97, hace ya 16 años, en el Foro Alicia. Fueron mis<br />

primeras presentaciones y, obviamente, si ser Rupestre es tener una guitarra, ser<br />

feo, cantar no tan bien, pero hacerlo con inteligencia, entonces sí soy Rupestre.<br />

Entonces, sí los soy; soy parte de ese Manifiesto que Rockdrigo González escribió.<br />

Pero al último, estoy mutando: yo puedo ser mariachi, cumbiero, rockero, payaso,<br />

pseudo-poeta. Si no fuera así, pues no sería el Palomas”.<br />

Días después (miércoles 6 de febrero, 2013) en un actividad promocional llamada,<br />

‘Palomazo rumbo al Vive’, devino homenaje al Profeta del Nopal, Rockdrigo<br />

González, donde Palomas participó con singular entusiasmo. En este tributo en<br />

vivo subieron al escenario José Cruz (fundador de Real de Catorce), Lalo Tex,<br />

Iván Montoya, María José Camargo, Javier Zoa Flores y Federico Luna. Todos<br />

ellos cantaron/tocaron Asalto chido, de la autoría del Rupestre Mayor, Rockdrigo<br />

González. Armando Palomas llevó la voz principal en la canción.<br />

147


Gerardo Enciso<br />

y Redrogo González<br />

148<br />

En este país<br />

ya huele a sangre;<br />

en este país<br />

algo me huele a sangre.<br />

Daga, de Gerardo Enciso<br />

Uno de los compositores más celebrados, vinculados al rock Rupestre, es Gerardo<br />

Enciso (Puebla; 23 de abril, 1962). Su inicio como cantante se dio a mediados<br />

de 1984, en su adoptiva Guadalajara donde asumió, sin proponérselo,<br />

el papel de Rupestre al tocar sólo con su guitarra de palo por diferentes sitios<br />

de Guanatos. Fue en ese mismo año cuando vio por primera vez a Rockdrigo y a<br />

Jaime López en el mítico lugar llamado La Puerta. Inmediatamente se identificó<br />

con ellos. En el 87 editó su disco independiente A contracorriente, de donde<br />

surgió Amo a mi país. Gerardo se hizo acompañar por El Poder Ejecutivo. Así se<br />

llamaba su banda. Casi un lustro después salió Cuentos del miedo, ya con una filial<br />

de BMG Ariola. Esta producción muestra a un Enciso cuestionador: los niños de<br />

la calle, el sexo, la guerra y la paz, los caídos y la ciudad con sus subterráneos son<br />

esencias de esta obra.<br />

Enciso no se considera parte de los Rupestres, pero ha estado muy cerca de<br />

ellos, no sólo como un carnal en las buenas y en las malas, sino como alguien<br />

que, con su guitarra de palo y sus canciones, le ha dado una dimensión de buenos<br />

vuelos a la lírica Rupestre. Su capacidad letrística, su espíritu intuitivo para crear<br />

una música que se nutre de distintas tradiciones y un espíritu a contracorriente lo<br />

convierte en uno de los guerreros de la canción popular mexicana.


Gerardo Enciso en el Multiforo Alica. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />

En una entrevista publicada por la audio-video revista Nomedites, en su número<br />

5, año 2003, Gerardo Enciso recordaba a Rockdrigo: “Lo conocí allá por el 84,<br />

en Guadalajara, cuando se hacían las primeras jornadas de rock en español. Ahí<br />

tocamos juntos varias veces; alternamos como en cuatro ocasiones. No éramos<br />

los grandes chompas, pero sí llevamos una relación cordial. Aprendí mucho de<br />

ese cabrón, sin tirar cebollazo. A mí me gustaba mucho lo que él hacía y varios<br />

años estuve cantando algunas de sus rolas. Redrogo González tiene su importancia<br />

porque abrió caminos en el lenguaje. El cabrón siempre se echaba un choro acerca<br />

del lenguaje popular y la cábula. Además, llegaba a momentos altos en su poética,<br />

como cuando se avienta la del Distante instante, o esa de ella estaba sentada en un<br />

jardín de sopor, sentada sobre la nada… esa letra me gusta muchísimo. Era un tipo<br />

de altos vuelos”.<br />

Sus discos Tarará y Es por ti son la plena confirmación del valor que tiene la<br />

obra de Gerardo Enciso, una obra que ha ido forjando desde la independencia.<br />

Enciso es un viejo lobo estepario.<br />

149


Encuentros oníricos con Rockdrigo:<br />

Arturo Meza<br />

150<br />

Nena, déjame entrar a tu templo,<br />

quiero fundirme en ti<br />

y resonar con las estrellas<br />

y el universo;<br />

quiero ser un delfín en tu mar.<br />

Amor en el éter, de Arturo Meza<br />

Oriundo de Tocumbo, Michoacán (15 de diciembre de 1956), Arturo Meza ha<br />

transitado por los caminos de la música y la poesía desde muy pequeño. Alejado<br />

de cuestiones mediáticas, su obra se ha dado a conocer como si fuera una cofradía<br />

secreta que alcanza dimensiones memorables.<br />

Escritor, músico de dilatada trayectoria, reconocido por su visión mística, poética<br />

y sobre todo ecléctica y evocadora de imágenes oníricas, es injustamente soslayado<br />

por lo medios de comunicación, posición que a Meza parece no importarle.<br />

Igualmente, Arturo parece navegar cerca del Movimiento Rupestre, más por la ubicación<br />

de sus seguidores que por posición propia. Pertenece a esa camada de rapsodas<br />

contemporáneos que hacen música difícil de etiquetar pero fácil de disfrutar.<br />

Por sus cualidades como multi instrumentista, Meza es reconocido como un artista<br />

completo: poeta, artesano (construye e inventa instrumentos musicales), músico,<br />

compositor, escritor y cantante. Ha pertenecido a diferentes agrupaciones y hecho<br />

trabajos con diferentes músicos: Decibel, Jorge Reyes, entre otros.<br />

Con una amplia discografía, que llega casi a cuarenta producciones, y tres<br />

centenas de canciones, Meza demuestra sus creatividad cualitativa y cuantitativamente.<br />

Discos como Setenta centavos, Crónica sonora y La balada de Galaver así lo<br />

demuestran. Como escritor destaca su libro Essamerian, la ecuación celeste.


Arturo Meza en el Lunario del Auditorio Nacional. (Foto: Fernando Aceves, 2012).<br />

En un homenaje a Rockdrigo González, publicado en el número 5 de la audiovideo<br />

revista Nomedites, Meza recordó un viaje mágico y misterioso: “Como a<br />

los ocho o nueve meses de su muerte, tuve un sueño. Creo que fue lo más impresionante<br />

que me pasó: estábamos en el campo y había un potrero cercado con<br />

alambre de púas. Él estaba del otro lado, muy triste y con su guitarra en la espalda,<br />

como acostumbraba ponérsela. Su tristeza me contagiaba y yo le explicaba que<br />

estaba muerto y que tenía que marcharse. De hecho, del lado donde estaba él era<br />

muy bello, había unas colinas y un camino muy lindos. El potrero estaba lleno de<br />

inmundicia. Entonces le dije: ‘Oye, está muy bien adonde tú vas; llégale’. Pero él<br />

estaba muy triste por dejar este pedo. Recuerdo que nos dimos un abrazo muy<br />

fraternal, o sea, algo muy extraño para quienes no se conocieron en vida. Fue un<br />

contacto muy desapegado porque yo no existía en su vida ni él en la mía. Ese<br />

abrazo fue muy bello y siento que me cargué todo su dolor; como que algo le dejé<br />

de todo el ejercicio que venía realizando: la meditación, todo el pedo espiritual en<br />

el que andaba metido, la fe y la esperanza que tengo de estar en el mundo y en la<br />

onda de irradiar en el prójimo lo que sea y a costa de lo que sea. Siento que él se<br />

llevó eso. Lo vi perderse; se fue por ese caminito y yo me quedé en el potrero. Al<br />

llegar a la cima, se perdió, pero antes volteó y me dijo adiós. Tuve la oportunidad<br />

de conocerlo en otro plano, en el plano onírico”.<br />

151


Iván Rosas<br />

un Rupestre en Milán<br />

152<br />

Es un solo de sol que se entremezcla en una calle<br />

con dos borrachos que han huido de su hogar.<br />

Es el furor de Insurgentes que martillea en mi cabeza<br />

con brújula loca y voz perdida a medio mar<br />

Es esta maldita costumbre de esperarte, siempre tras algún rincón<br />

Es ese maldito olor a hierba necia huyendo de una prisión<br />

Es ese maldito reloj, es esa maldita costumbre<br />

de caminar por la ciudad en plena seis<br />

Es, de Iván Rosas<br />

En la historia del Movimiento Rupestre fluyen sucesos que fueron explícitos<br />

en su momento, pero que la vida se ha encargado de ocultarlos, no necesariamente<br />

por alguna mala fe o un recurrente estado anímico de desmemoria, aunque eso<br />

nunca ha faltado. Uno de esos sucesos se llama Iván Rosas. ¿Eslabón perdido en la<br />

historia Rupestre? En realidad, si el ánimo memorioso nos arroja con justicia a ese<br />

pasado de lo que fue y lo que propició el Movimiento Rupestre, entonces habría<br />

que recordar también a muchos otros, más allá de quien sí y quien no se considere<br />

o lo consideren parte de los Rupestres: La Changa, Choluis, El Pato, El Piojo Flaco,<br />

Héctor Cruz, Perico, García Lobo, Nino Flores, El Quezada, El Colibrí… una<br />

verdadera fauna talentosa que desde sus distintas visiones y capacidades creativas<br />

estuvo presente y aportó lo suyo.<br />

Pero hablemos de Iván Rosas, una especie de ángel jovencísimo que llegó a<br />

refrescar la escena Rupestre, más allá de la mitología que emergió a la muerte<br />

de Rockdrigo. Los memoriosos lo recuerdan en su aparición escénica en abril de


Iván Rosas en un estudio en Milán, Italia. (Archivo: Iván Rosas, 2013).<br />

1987, durante un concierto en el auditorio del SUTIN (Sindicato Único de Trabajadores<br />

de la Industria Nuclear). Eran los tiempos del intenso y legendario<br />

Movimiento del CEU (Consejo Estudiantil Universitario), donde los Rupestres<br />

asumieron una forma de diálogo consigo mismos y con la realidad que se les plantaba<br />

enfrente. En ese viaje, Iván Rosas fue un tatuaje en una ciudad que estaba<br />

cambiando, heredero involuntario del 68, con una actitud ante la vida y ante la<br />

música que, más temprano que tarde, le hizo dar un golpe de timón que lo llevó<br />

a Europa, donde el jazz y la pertenencia a otra tradición encauzó su creación.<br />

“Compositore, bassista, contrabbassista e chitarrista messicano. Direttore e fondatore<br />

dell Open City Ensemble, così come del gruppo di world music El Son de<br />

la Madrugada con il quale si è presentato in diverse platee d'Europa”.<br />

La lírica de Iván Rosas es naíf e intelectual, muy atenta a la realidad citadina y<br />

a un espíritu que asume la canción como un ejercicio visionario y poético, pero<br />

también activista ante una realidad tan propensa a sacudirnos con sus injusticias.<br />

En sus canciones hay una especie de precocidad entre lo urbano y lo cotidiano,<br />

tienen que ver con el espíritu de esos jóvenes de los ochenta y, de entre ellos, Iván<br />

asumió su vocación desde una radicalidad que no a todos se les dio.<br />

153


Querido Sergio:<br />

154<br />

Te recuerdo en las horas verdes frente a los humeantes<br />

monitores, cuando editabas a mano mi desprestigiada<br />

vida, compartiendo el sorbo de la cerveza tibia que<br />

nos mantenía atentos a las curvas de las caderas de<br />

Lolita Madrugada y a los espejos llamados recuerdos.<br />

Te gustaba cagarte de risa de lo cotidiano y te gustaba<br />

hacer más grandes las grietas del rock de la tele.<br />

Te hiciste parte del rock artesanal de los<br />

Rupestres y eras orgullosamente de esa manada.<br />

Almas de tabique, dijera Jaime López; dagas<br />

sangrantes, dijera el Enciso; vatos locos, dijera<br />

el Catana; amas de casa un poco tristes, dijera el<br />

Rockdrigo, y pachecos pasados, dijera yo.<br />

Un día llegué al DF y ya no estabas. Te busqué<br />

en las imágenes mentales del Chilangódromo<br />

y te encontré donde cantan los cantores.<br />

Te fuiste y medio avisaste que ya te ibas (un<br />

Pepto-Bismol no arregla un corazón superochero<br />

y desvelado). Pero tenías la fe de un VW (ibas<br />

a sesenta pero sentías que ibas a madres).<br />

Después de este trago a tu salud, te haré siete preguntas:<br />

Me fumé<br />

de rock en


¿Dónde dejaste tu talismán?<br />

¿Dónde dejaste los siete videos<br />

donde siete veces hago el ridículo?<br />

¿Dónde quedó esa cerveza pendiente?<br />

¿Por qué tu bastón camina solitario por Tepepan?<br />

¿A quién le heredaste las piernas de Sherezada?<br />

¿Te llevaste tu gorra al cielo?<br />

¿Por qué nunca te vi llorar?<br />

Me pregunto si no te he decepcionado ahora que<br />

sabes que ya no soy el mismo, pero también quiero<br />

que sepas que le tengo un gran respeto a los tenis que<br />

usé el día que pisé tu velatorio.<br />

Y algunas veces se me olvida que el 56-76-31-52<br />

ya no me responde.<br />

Te extraño, S.G.M.<br />

Atte: Armando Palomas<br />

Sergio García en la grabación<br />

de Siempre fiel, de sus últimos<br />

cortometrajes.<br />

(Foto: Aristeo Pantoja, 2009).<br />

un toke<br />

Xochimilco<br />

155


RUPESTRÓLOGOS<br />

Raúl Silva de la Mora<br />

Escritor y periodista cultural,<br />

corresponsal en México de la red<br />

de emisoras comunitarias Radio<br />

Bilingüe, de Estados Unidos.<br />

Fundador de la audio-video revista<br />

Nomedites y de las editoriales La<br />

Cartonera y La Ratona Cartonera.<br />

Ha publicado en: Replicante, La<br />

Cultura en México, Crisis, Zona de<br />

Obras, Nexos, Casa del Tiempo, Luna<br />

Zeta, La Jornada, Brecha, Página<br />

12. Premio Nacional de Periodismo<br />

Cultural ‘Fernando Benítez’ en<br />

la FIL de Guadalajara, 2001.<br />

Felipe Cabello Zúñiga<br />

Nació en Querétaro y creció en<br />

San Juan del Río. Apasionado de la<br />

historia de México, por influencia de<br />

sus padres, creció escuchando a Cri-<br />

Cri, Pedro Infante y los Beatles. Sus<br />

primeros libros fueron El principito;<br />

La interminable conquista de México,<br />

de Eduardo del Río Rius, y Narraciones<br />

extraordinarias, de Edgar Allan Poe.<br />

En la preparatoria encontró por<br />

accidente la música de rock Rupestre,<br />

algo que cambiaría su forma de ver<br />

las cosas musicalmente. Actor en los<br />

156<br />

recorridos de leyenda en San Juan del<br />

Río, también participó en el Teatro<br />

de la República dándole vida al<br />

diputado Dávalos, en los festejos de<br />

preparación para el centenario de la<br />

Constitución de 1917. Actualmente<br />

estudia la carrera de Ciencias de la<br />

Comunicación en la UNEA y colabora<br />

en varias revistas de su entidad.<br />

Rodrigo de Oyarzabal<br />

Programador y curador musical.<br />

Chilango de nacimiento; hace cerca<br />

de treinta años realizó su primera serie<br />

radiofónica A Campo Traviesa, en<br />

Radio Educación, y desde entonces es<br />

programador musical de la estación.<br />

Promotor del rock mexicano. Desde los<br />

medios ha sido participante directo del<br />

Movimiento Rupestre de los Cantantes<br />

Errantes, con quienes, además de la<br />

difusión radiofónica, produjo, entre<br />

otros, los discos LP Hurbanistorias<br />

y El Profeta del Nopal, de Rodrigo<br />

González; Arpía, de Cecilia Toussaint;<br />

Esa viscosa manera de pegarme las ganas,<br />

de Mamá-Z; Tocata, fuga y apañón,<br />

de Armando Rosas y La Camerata<br />

Rupestre; Trolebús en sentido contrario,<br />

de Trolebús, y la reedición en CD de


1ª. Calle de la Soledad, más los cassettes<br />

Oficio sin beneficio y 15 Demos (Del<br />

‘88 al ‘91), de Jaime López. Jurado en<br />

concursos de rock, ponente en diversas<br />

mesas redondas y conferencias,<br />

ha impartido talleres sobre la<br />

programación musical en la radio<br />

pública y escrito en revistas de rock. Su<br />

tesis universitaria, Fono1060, se enfoca<br />

en la base de datos que desarrolló para<br />

realizar la programación musical de<br />

Radio Educación y que fue utilizada<br />

en la emisora por más de diez años.<br />

Liliana García Sánchez<br />

Nació en Pachuca, Hidalgo. Estudió<br />

laudería, dedicándose a la ejecución y<br />

enseñanza del violín, principalmente<br />

con niños. Tiene estudios de<br />

licenciatura en Antropología Social.<br />

Su labor en la investigación musical<br />

incluye un libro en torno a la vida y<br />

obra de la cantautora tamaulipeca:<br />

Judith Reyes. Una mujer de canto<br />

revolucionario, 1924-1988 (Red-<br />

Ez, 1998), prologado por Carlos<br />

Montemayor y comentado por<br />

Alberto Híjar. Tiene una maestría en<br />

Historia y Etnohistoria, con la tesis<br />

Cantando para tiempos oscuros. Canción<br />

social y cultura popular en México,<br />

1960-1985. Actualmente dedica sus<br />

estudios de doctorado en Historia a<br />

los procesos de politización entre los<br />

cantores de protesta mexicanos de<br />

las décadas de los sesenta y setenta.<br />

Félix Morriña<br />

Nació en México, DF, en 1970.<br />

Periodista, editor y promotor cultural.<br />

Ha trabajado como reportero y<br />

editor desde hace dos décadas<br />

en diversos medios impresos<br />

nacionales y regionales: El Nacional,<br />

Milenio Diario, Milenio Semanal,<br />

Novedades, Acontecer, Liberación,<br />

El Diario de Toluca, Acta Semanal,<br />

Impulso, Portal, Diario del Estado de<br />

México, revista Ágora Mexiquense<br />

y Semanario Punto, entre otros.<br />

También cuenta con experiencia en<br />

medios radiofónicos: Radio Capital,<br />

Radio Educación, Radio Mexiquense;<br />

así como televisivos: Televisión<br />

Mexiquense y Canal 8 de Megacable.<br />

Ha representado a México en<br />

encuentros e intercambios culturales<br />

en Perú, Argentina y Uruguay.<br />

Juan Pablo Proal<br />

Nació en Puebla en 1983. Periodista<br />

desde 2001. Es editor y publica en la<br />

revista Proceso desde 2006. Autor<br />

del libro Vivir en el cuerpo equivocado<br />

(UANL, 2013) y coautor de Salinas<br />

en Proceso (Grijalbo, 2012). Ha<br />

publicado en: La Jornada, Revista<br />

Mexicana de Comunicación, Vice, Sin<br />

Embargo y E-consulta. Actualmente<br />

está por publicar Voy a morir, obra<br />

biográfica de José Cruz Camargo,<br />

fundador de Real de Catorce,<br />

banda mítica del rock mexicano.<br />

157


Jorge Pantoja<br />

Nace en 1955 en el DF. Siendo alumno<br />

de la carrera de Comunicación, en la<br />

UNAM, gana un certamen de ensayo<br />

con el trabajo sobre dictaduras<br />

latinoamericanas titulado El papel de<br />

la ametralladora en la transformación<br />

del hombre en mono. Por ello ingresa<br />

a laborar en la Gaceta UNAM en<br />

1977. A lo largo de más de 35 años<br />

ha ocupado cargos en las áreas de<br />

prensa y cultura de SHCP, Museo del<br />

Chopo, Academia de San Carlos,<br />

CREA, Subsecretaría de Cultura de la<br />

SEP, ISSSTE, INAH, IMSS, Programa<br />

Cultural de los Jóvenes del Conaculta,<br />

Delegación Iztapalapa, Instituto de<br />

Cultura de Zacatecas, Delegación<br />

Coyoacán y Cámara de Diputados.<br />

Publicó artículos y entrevistas en<br />

Los Universitarios, revista Mañana,<br />

La Jornada, revista Encuentro,<br />

El Universal, Tiempo Libre, El<br />

Universal Gráfico, revista de la<br />

Fundación UNAM, revista Zócalo,<br />

Cine Mundial y Diario de México;<br />

es autor de los libros Cuando el<br />

Chopo despertó el dinosaurio ya no<br />

estaba ahí (UACM), Se suspende por<br />

falta de público (INBA); coordinó el<br />

libro Semana Santa en Iztapalapa;<br />

fue co-productor del DVD El cantar<br />

de los cantores, de Sergio García.<br />

158<br />

Javier Hernández Chelico<br />

Reportero desde 1985 en la fuente<br />

de espectáculos, se ha dedicado<br />

especialmente a todo lo relacionado<br />

con rock. Ha trabajado en las<br />

revistas Conecte y Rock & Pop, y ha<br />

fundado Fixiones y Primera Nota,<br />

ambas dedicadas al rock. Reportero<br />

de El Nacional y La Jornada. Ha<br />

colaborado en los libros Blues con<br />

sentimiento, 100 discos esenciales del<br />

rock mexicano y Reporteros de a pie.<br />

Actualmente publica la columna En<br />

el Chopo, en el diario La Jornada.


asamblea para la cultura<br />

y la democracia, a.c.<br />

Jorge Pantoja<br />

Presidente<br />

Aristeo Pantoja<br />

Secretario<br />

Everardo Lara González<br />

Secretario de Finanzas<br />

agradecimientos<br />

Guillermo Bustamante<br />

Laura Castañeda Salcedo<br />

Jorge Buenfil<br />

Salomé Mendoza<br />

Antonio Pantoja<br />

Ignacio Pineda (Multiforo Alicia)<br />

Tomás Brum (Salón Bombay)<br />

Virginia Rodríguez<br />

Talía Pantoja<br />

Rodrigo Espinosa Portillo<br />

Guillermo Alonso<br />

Susana Avilés Sosa<br />

Gustavo Molina<br />

Valeria Pérez Meraz<br />

Cartel del 2º Festival de la Canción Rupestre, diseñado<br />

por Edgar Arrellín Rosas.<br />

159


Rupestre, el libro,<br />

se terminó de imprimir<br />

en febrero de 2013,<br />

en los talleres de<br />

Kamaleón Publicidad,<br />

con domicilio en calle<br />

Puebla 38, colonia<br />

El Chamizal, Ecatepec,<br />

Estado de México.<br />

El tiraje consta<br />

de 10 mil ejemplares.


distribución gratuita<br />

El papel del trabajo en la<br />

transformación del mono<br />

en hombre<br />

Federico Engels<br />

El papel de la guitarra en<br />

la transformación de siete<br />

músicos en Rupestres<br />

Darwin se volvería loco.<br />

En la penúltima década del siglo XX nacería un<br />

movimiento que nos haría regresar a las cavernas.<br />

Un grupo de músicos sin otra herramienta<br />

que una guitarra de palo evolucionaría la<br />

historia musical de esta jungla de asfalto.<br />

Uno de sus profetas moriría en un célebre deslave<br />

terremoto, no sin antes haber grabado su legado en<br />

piedra: el Manifiesto Rupestre. Y aunque parecía que<br />

la especie entera se dirigía hacia la extinción,<br />

la tribu siguió su marcha; su instinto<br />

gregario los salvó.<br />

Al calor del fuego, la inspiración y la guitarra, cada<br />

uno aportó su muy personal visión del mundo que los<br />

rodeaba: la gran ciudad. Y de acuerdo con las pruebas<br />

de carbono-14 varios musicólogos, ellos son el eslabón<br />

perdido entre la música de protesta y el rock urbano.<br />

Con el paso de los siglos años, este éxodo fue dejando<br />

huellas y sembrando mitos urbanos; su origen se narró<br />

de boca en boca, llegando a tener versiones encontradas.<br />

Por ello, te invitamos a entrar, por el socavón, a la galería<br />

de la cueva, hasta atravesar el pasadizo (y sin dejar de<br />

conocer a los rupestrólogos que realizaron esta labor<br />

casi arqueológica) de esta excavación a la que hemos<br />

llamado: Rupestre, el libro.<br />

ED C O N ES<br />

M POSIBLE<br />

Jorge Pantoja

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