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<strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong><br />
coordinación: jorge pantoja
<strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong><br />
coordinación: jorge pantoja
Con el apoyo invaluable de:<br />
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes<br />
Rafael Tovar y de Teresa<br />
Presidente<br />
Guillermo Núñez Herrera<br />
Secretario Ejecutivo<br />
Saúl Juárez Vega<br />
Secretario Cultural y Artístico<br />
© Rupestre, el libro<br />
Ediciones imposible<br />
Primera edición: febrero, 2013<br />
Derechos reservados conoforme a la ley<br />
Distribución gratuita<br />
Jorge Pantoja<br />
Coordinación general<br />
Rafael Catana<br />
Asesoría<br />
Manuel Arias Leal<br />
Cuidado de la edición<br />
Andrés Mario Ramírez Cuevas<br />
Diseño<br />
Aristeo Pantoja<br />
Corrección de estilo<br />
Comisión de Cultura y Cinematografía<br />
LXII Legislatura de la Cámara de Diputados<br />
Dip. Margarita Saldaña Hernández<br />
Presidenta<br />
Galería<br />
Galería
Galería de la cueva<br />
Pasadizo<br />
6 Socavón<br />
8 Breve historia pre-Rupestre: Alejandro de la Garza<br />
Raúl Silva<br />
16 Mírame aparecer, espejo dual de Roberto Ponce<br />
Felipe Cabello<br />
32 Eblen Macari, un producto del mestizaje<br />
Rodrigo de Oyarzabal<br />
50 Un gato de corazón púrpura: Rafael Catana<br />
Raúl Silva<br />
70 Roberto González: alvaradeño, kafkiano y jipi<br />
Liliana García<br />
84 Nina Galindo: “Soy la víscera, soy el sentimiento”<br />
Félix Morriña<br />
100 Fausto Arrellín, inventor de sí mismo<br />
Juan Pablo Proal<br />
112 Rodrigo González; 1985, el año en que ocurrió todo<br />
Jorge Pantoja<br />
124 Armando Rosas, Carlos Arellano, El Haragán,<br />
Armando Palomas, Gerardo Enciso, Arturo Meza e Iván Rosas<br />
Javier Hernández Chelico<br />
154 Me fumé un toque de rock en Xochimilco, carta a Sergio García<br />
Armando Palomas<br />
156 Rupestrólogos
4<br />
< Rockdrigo<br />
<<br />
Roberto González<br />
<<br />
Nina Galindo<br />
Eblén Macari<br />
Rafael Catana<br />
Fausto Arrellín<br />
Galería de la cueva<br />
<<br />
<<br />
Roberto Ponce<br />
5<br />
Socavón<br />
6<br />
En su naturaleza más elemental, esta obra pretende<br />
responder a una pregunta clave: ¿qué ha pasado<br />
con los Rupestres? Muchos aún no tienen idea de la<br />
existencia de este movimiento, otros más creen que sus<br />
integrantes se extinguieron cual dinosaurios; pero no:<br />
una legión de fieles seguidores los acompaña a cualquier<br />
recóndito bar donde se presentan.<br />
Este libro reúne estampas y retratos inéditos de fundadores<br />
y personajes vecinos del colectivo nacido a principios<br />
de los ochenta: Rodrigo González, Rafael Catana,<br />
Eblen Macari, Roberto Ponce, Fausto Arrellín, Alejandro<br />
de la Garza, Nina Galindo, Roberto González, Carlos Arellano,<br />
Armando Rosas, Armando Palomas, Arturo Meza,<br />
El Haragán y el biógrafo en video de todos ellos: Sergio<br />
García. Desde una visión desenfadada, los textos se divierten<br />
y se confrontan con los personajes de Rupestre,<br />
el libro, primera obra en compendiar a estos cronistas<br />
melódicos del asfalto.
En cada una de las entrevistas realizadas durante la<br />
producción de este título estuvo presente una cámara,<br />
por lo que la segunda parte de este proyecto<br />
será: Rupestre, el documental.<br />
Rupestre, el libro, forma parte del proyecto Radiografía<br />
de la Promoción Cultural fuera de la Esfera<br />
Gubernamental en la Ciudad de México, coordinado<br />
por la asociación civil Asamblea para la Cultura<br />
y la Democracia, con el apoyo invaluable de la Comisión<br />
de Cultura de la LXI Legislatura de la Cámara<br />
de Diputados, a través del Consejo Nacional para la<br />
Cultura y las Artes.<br />
Febrero, 2013<br />
7
A la distancia, ese instante fugaz que fue el nacimiento del Movimiento Rupestre,<br />
a mediados de los ochenta, se asoma con su esplendorosa riqueza para mostrar<br />
sus huellas de una manera más evidente. La vida simplemente sucede y en ese vértigo<br />
de su transcurrir no alcanzamos a mirar sus estelas. Pero el tiempo, ese escultor<br />
impecable, se ha encargado de forjar una imagen posible de lo que fueron, son y<br />
serán estos seres Rupestres.<br />
Brev<br />
raúl silva<br />
8
Su herencia es la herencia de una generación, porque los Rupestres no fueron un<br />
suceso aislado. Nacieron, crecieron y se reprodujeron en el centro de una incesante<br />
acción cultural y social. Su andar se entrelaza con el de muchos que a través de la<br />
música, la literatura y todo arte posible, construyeron un oxígeno necesario entre<br />
tanta polución.<br />
Un testigo cercano de la biografía Rupestre es Alejandro de la Garza, que en este<br />
recuento memorioso nos asoma a una época que la lejanía no alcanza a disolver,<br />
esino al contrario: la vuelve más nítida desde sus más vibrantes resonancias.<br />
HISTORIA<br />
PRE-RUPESTRE:<br />
Alejandro de la Garza<br />
9
El poeta Rupestre<br />
Pasé buena parte de 1982 viajando por Nueva York y Europa. A lo largo de ese<br />
viaje fui escribiendo una serie de textos que eran como sketches o algo muy semejante<br />
a los Artefactos, de Nicanor Parra, muy neuróticos y angustiantes, para<br />
representarse más que para leerse. Algunos los había leído en el hoy célebre Foro<br />
Tlalpan, donde hicimos varios ciclos musicales y teatrales.<br />
La historia del Foro Tlalpan es interesante porque se volvió un catalizador<br />
cultural y musical de insospechadas consecuencias; sin duda un antecedente claro<br />
del Movimiento Rupestre. En 1981, Jaime López, Eblen Macari, Maru Uthoff y yo<br />
(que, por cierto, veníamos regresando después de pasar diez alucinantes días de<br />
concierto en Jamaica, celebraciones de su independencia y primer aniversario de<br />
la muerte de Bob Marley; pero esa es otra historia...), nos acercamos al Salón 8½,<br />
donde Sergio García daba funciones de cine, al sur del DF. De esa reunión acordamos<br />
utilizar el Foro Tlalpan para presentar el ciclo ‘La respuesta está en el viernes’.<br />
Estaban de base Roberto González, Emilia Almazán, José Cruz, Jorge Luis El Cox<br />
Gaitán, Cecilia Toussaint y Maru Enríquez. Entre 1981 y 1982 el Foro funcionó<br />
muy bien y reunió a muchísimos de los músicos que luego cobrarían importancia,<br />
como Rafael Catana o Rodrigo González, en ciclos diversos como ‘Sólo los viernes<br />
vienes’. Fue una experiencia enriquecedora que nos nutrió a todos.<br />
Yo regresé de Europa al inicio de 1983 con mis textos y me encontré de nuevo<br />
con Jaime López, que estaba trabajando ahora con el poeta Ricardo Castillo, a quien<br />
ya leíamos desde que su primer libro El pobrecito señor X, a finales de los setenta. Es<br />
curioso que esa edición la hiciera el Centro de Estudios del Folklore Latinoamericano<br />
(CEFOL) y la poesía de Ricardo es todo menos eso: es estridente, rupestre, ácida,<br />
crítica y cuestionadora, tristísima a veces, pero celebratoria y divertida también. El<br />
CEFOL realizaba muchos encuentros y conciertos, pero sólo publicó dos libros de<br />
poesía: el de Ricardo y Ciudad tan personal, de José Joaquín Blanco.<br />
López y Castillo presentaban un espectáculo de música y poesía bastante bueno<br />
y fuertemente tramado, con base en el libro Concierto en vivo, de Ricardo, y en<br />
las potentes y muy líricas canciones de Jaime. Yo pulí mis textos y pensé en presentarlos<br />
también con música. La oportunidad se dio en marzo de 1983, cuando<br />
estaba programada una presentación de Concierto en vivo en la Sala José Martí,<br />
junto a la Alameda Central de la ciudad y, por no recuerdo qué causas, Ricardo no<br />
pudo regresar de Guadalajara para la presentación. Ya armado el evento me tocó<br />
sustituirlo y presentar mis textos junto con Jaime y sus canciones. Era algo que ya<br />
10
Portada del histórico álbum Sesiones con Emilia (1980),<br />
editado por primera vez por Discos Fotón.<br />
Emilia Almazán.<br />
(Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />
11
habíamos hecho en el Foro Tlalpan e incluso para el Canal 11 de televisión, así<br />
que no fue complicado. Ahí fue cuando ese conjunto de mis textos se titularon<br />
finalmente ‘El poeta rupestre’. A la presentación llegó mucha gente; recuerdo bien<br />
a Catana y a la que fue su esposa, Elina Cariño, quien por cierto hizo un pequeño<br />
dibujo, unos trazos rupestres sobre una hoja que aún atesoro pegada en una pared<br />
de mi casa. De esto se están cumpliendo ahora, en marzo de 2013, exactamente<br />
30 años. Éramos veinteañeros aún, llenos de rabia, poesía, música y talento...<br />
Luego de ese “éxito” seguí presentando mis textos, acompañado ahora por el<br />
mismo Ricardo Castillo y por la poeta Beatriz Stellino. El espectáculo era circense<br />
y locochón, se llamaba ‘Borrachos y semilocos’, con tres personajes: El pobrecito<br />
señor X (Ricardo), La mujer lagarto (Beatriz) y El poeta rupestre (tu seguro servibar).<br />
Hicimos varias presentaciones con este material y luego un espectáculo<br />
con Tepito Arte Acá. Era la presentación de unos carteles-cuentos que venían en<br />
un paquete y que eran leídos (el actor-lector fue Rolando Isita); había música<br />
de Catana, Fausto Arrellín y yo también cantaba canciones de Jaime y del Cox.<br />
Ese espectáculo lo presentamos en varios lugares y llegamos a la Sala Manuel M.<br />
Ponce en 1984. Para entonces, Catana, Rodrigo González, Nina Galindo, Fausto<br />
Arrellín y ahora sí que toda esa banda andaban ya en lo que llamaron Movimiento<br />
Rupestre, con su manifiesto y todo. Así que como antecedente pueden incluirse<br />
entonces esos textos y las presentaciones varias de lo que fue El poeta rupestre.<br />
(Escritos que acaso hoy me daría pena mostrar de tan elementales, aunque conservan<br />
su fuerza original).<br />
¿Yo Rupestre?<br />
Yo he escrito siempre, y casi digo que es lo que mejor hago, aunque me gusta la<br />
música. Toqué varias veces y compuse algunas canciones (siempre apoyado por<br />
mi carnalazo Catana), pero decidí dedicarme a escribir y eso he hecho. En cuanto<br />
al Movimiento Rupestre, yo no me sentía parte de un grupo, y pienso que Jaime<br />
menos, porque no es muy gregario que digamos. Además, Jaime confrontó entonces<br />
otros retos mayúsculos y por muy distintos caminos, como presentarse en la<br />
OTI con el Blue Demon Blues y aparecer en Siempre en Domingo cantando Bonzo,<br />
Ella empacó su bistec y El mequetrefe. Muchos lo atacaron por eso, sin darse cuenta<br />
cómo abrió brecha.<br />
12
El saber callejero y popular de los Rupestres<br />
Su espíritu independiente, el recrear una sensibilidad urbana contemporánea,<br />
veraz, real, y saberlo hacer con gran manejo lírico, con canciones que te llevan<br />
de sorpresa en sorpresa, de hallazgo en hallazgo. La mezcla del saber callejero y<br />
popular, alburero y rocambolesco con refinadas metáforas urbanas y sofisticado<br />
conocimiento poético. El modo de vivir la ciudad y de cantarla con tal fuerza radical<br />
es una aportación inconfundible e innegable de los Rupestres.<br />
Sesiones con Emilia<br />
Veníamos de la represión al rock y la presentación de espectáculos que se derivó<br />
luego de Avándaro. Fue el momento en que, más allá de la trova y el folklore,<br />
el rock y la música pesada regresaron de los hoyos fonqui y volvieron a cobrar<br />
aliento. Un primer impulso fue, sin duda, el disco Sesiones con Emilia, de Roberto<br />
González, Emilia Almazán y Jaime López, que les editó Discos Fotón, del PSUM.<br />
Esa música trascendía lo trovero y lo folklórico para convertirse en una expresión<br />
urbana genuina de la Ciudad de México.<br />
Emilia Almazán era muy buena compositora, hacía coros con una imaginación<br />
sorprendente y tenía una voz cálida muy sabrosa. En el disco Sesiones con Emilia se<br />
puede apreciar el papel de equilibrio y balance que jugó entre dos compositores<br />
fuertes y diferentes, como son Roberto González y Jaime López. Muchas sutilezas<br />
corales muy bluseras, la intención en su fraseo al cantar la hacían un músico<br />
completo, porque además tocaba la lira con eficacia y placer. No sé si ella dejó<br />
la música, pero se cansó de todos estos ambientes (que también son pesaditos).<br />
Con José Cruz hizo cosas memorables en el Foro Tlalpan y una canción de ellos,<br />
Don Diablo, anda por ahí en YouTube. Me imagino que nunca dejó la música, que<br />
sigue tocando en su casa y componiendo.<br />
13
Fotos instantáneas del grupo Un Viejo Amor, en 1978. (Archivo: Roberto González).<br />
Portada del sencillo Seguir al sol<br />
(1973), de Pájaro Alberto.<br />
Portada del álbum Canciones (1979),<br />
de León Chávez Teixeiro.<br />
15
Mírame aparecer, espejo dual de<br />
Roberto<br />
felipe cabello zúñiga<br />
16
(Archivo: Roberto Ponce).<br />
Al este de Coyoacán, una curiosa luna menguante destila su inspiración onírica<br />
de medianoche en casa de los Ponce. Ahí, con mi pareja viajera, Laura Tejeda<br />
Paz, y ocho nuevas amistades, pasaremos el último día del moribundo 2012, en<br />
un ambiente de buena vibra, ricos vinos y frutillas. Preside la tertulia el coordinador<br />
de la sección cultural de la revista Proceso, Armando Ponce, más los canapés<br />
sonoros que convidan la lira y el canto Rupestre de Beto Ponce, El Tercero de la<br />
Tarde o El Enano Molón, como su padre El Brujo Ponce lo bautizó tras nacer a las<br />
18:30 horas un 2 de junio de 1955, en Orizaba 109 y Álvaro Obregón, cerca de<br />
17
la Casa del Poeta ‘Ramón López Velarde’, colonia Roma, donde Beto estudiaría<br />
piano con una tía materna:<br />
18<br />
Cuando pude echar mi guaco, empecé a galopar.<br />
Mi papá dijo: “A este enano, por molón hay que mandar…<br />
…lo en camión al otro lado”, mi mamá rompió a llorar.<br />
Y salté solito el charco, fue el enano a rupestrear.<br />
Roberto Enrique Ponce Padilla pesó al nacer 4 kilos 800 gramos.<br />
PADRES: Fausto Ponce Sotelo; 39 años, periodista. Martha Leticia Padilla de Ponce;<br />
35 años, labores del hogar. DOMICILIO: Heriberto Frías 304-5. ABU<strong>EL</strong>OS PATERNOS:<br />
Francisco Ponce, finado. Victoria Sotelo, Ensenada Baja California. ABU<strong>EL</strong>OS MA-<br />
TERNOS: Julián Padilla, se ignora domicilio. Leonor Martínez de Silva, Tajín 149.<br />
“El Enrique no sé de dónde me venga, pero Roberto estuvo bien y al cambiarnos<br />
a la colonia Avante, en 1963, las pirujitas del barrio se referían a mí como ‘el<br />
famoso Beto Ponce’, que es lo que significa su origen germánico. Un nombre te<br />
marca; fuimos cinco hermanos y a todos nos pusieron dos. La única mujer fue<br />
Martha Leticia; ella nació después, en 1960, y el quinto de 1962, Ricardo Alberto.<br />
Desde chico preferí a Arman y Lety. Los parientes decían que yo había sido el<br />
consentido de El Brujo cuando falleció el 21 de agosto de 1993. La verdad que<br />
mi relación con La mamma creció al infinito. Me sentía muy cercano a ella y su<br />
muerte, el 22 de noviembre de 2006, ha sido lo más amargo que pudo sucederme”.<br />
Canto por ti que estás dormida, chica que guarda mi mar<br />
la serenata de vida hecha con perlas y hogar.<br />
“Jorge Negrete era el ídolo de mi madre, pero El Brujo prefería a Gardel, Los<br />
Churumbeles de España con Juan Legido, o Kiko Mendive. Mis papás se adoraban;<br />
nunca nos faltó nada. Mis discos: Ricordate Marcellino, de Renato Carosone,<br />
y Holiday in Italy, con una orquesta muy chida; además de las canciones populares<br />
italianas E Calosc (Isla de Capri), Marietta monta in gondola o ‘A Canzone ‘e Napule.<br />
Éramos los únicos con tele de bulbos en el vecindario, la Narvarte en pleno<br />
se metió al edificio cuando descargaron el mueble de madera con ese aparatoso<br />
receptor de imágenes: TV blanco y negro, ¡más el radio y el tocadiscos!”.
A sus 57 años de edad en 2013, Roberto Ponce cumple 40 de haber comenzado<br />
su profesión periodística escribiendo sobre música. Su padre y Paco, el hermano mayor<br />
de los Ponce, Fausto Francisco (1944-1999), eran redactores de planta en deportes<br />
del periódico Excelsior, donde también colaboraba Armando con notas de arte,<br />
pero en las planas principales. Ambos hermanos abandonaron el periódico con el<br />
golpe a Julio Scherer y con él fundaron en 1976 el semanario Proceso, siendo Armando<br />
elegido coordinador de la sección cultural, cargo que ostenta hasta el día de hoy.<br />
Desde hace 15 años, Beto coordina las páginas de espectáculos en dicha revista<br />
y ha participado en los libros editados en 2002 y 2008 por su jefe, Armando<br />
Ponce. “Los Ponce fueron inoculados genéticamente por el oficio periodístico”,<br />
señalaría acertadamente el dramaturgo Vicente Leñero durante la presentación<br />
en el Polyforum Cultural Siqueiros del primer volumen que elaboró la sección<br />
cultural de Proceso: México: su apuesta por la cultura. El siglo XX. Testimonios desde<br />
el presente (Proceso, Grijalbo, UNAM, 700 páginas).<br />
“Papá había sido campeón nacional de salto largo antes de casarse, era cronista<br />
deportivo de Excélsior y acostumbraba llevarnos a importantes eventos que<br />
cubría; por ejemplo, a los pentagonales de fut internacional. Vimos jugar y convivimos<br />
en los vestidores del estadio de CU con los cracks del futbol brasileño:<br />
Pelé, Didí, Vavá, Garrincha y Djalma Santos. Con él fuimos Armando y yo al campeonato<br />
nacional de básquetbol en Chihuahua, que ganaron Los Dorados con<br />
La Aguja Quintanar al equipo verde del DF en un partido de alaridos. Un viaje<br />
increíble y divertidísimo de dos noches en el tren Chihuahua-Pacífico”.<br />
Boleto a Rupestrelandia<br />
Políglota, traductor de poesía femenina danesa y con estudios de Letras Inglesas en<br />
la UNAM y la Aarhus Universitet de Dinamarca, el oficio cantautor de Beto repuntó<br />
la noche del jueves 22 de noviembre de 1984 al frente del conjunto Cen, alternando<br />
con Alex Lora, del Tri, y Guillermo Briseño. Ocurrió en la célebre jornada final del<br />
2° Festival de la Canción Rupestre del Museo Universitario del Chopo.<br />
“Fue una noche gloriosa; los chavos entraban al camerino del Chopo, emocionados:<br />
‘¡Yo también soy Rupestre, yo también soy Rupestre!’. Los veía y preguntaba:<br />
‘¿Qué querrán decir con esto?’ Me dio risa. Con el paso de los días si me<br />
decían rupestre me daba risa. A unos les caía en gracia y a otros los mortificaba.<br />
¡Eso era formidable! Que a unos les guste llamarse así y a otros no, pero que nadie<br />
19
sepa lo que significa ser Rupestre es que lo Rupestre no pertenece a nadie. Todos<br />
podemos compartirlo”.<br />
“Encontrarme a Rockdrigo y formar parte del movimiento del rock Rupestre es<br />
de lo más extraordinario que viví. Sólo fue un año y pico juntos, periodo breve pero<br />
intenso para yo quererlo mucho, ser su fan y respetar su talento artístico. Rockdrigo<br />
y yo tuvimos problemas al final y nos distanciamos los últimos tres meses de su<br />
vida. No importa. A 27 años de los sismos, aquel cariño sincero permanece todavía<br />
en mi memoria”.<br />
La magia Rupestre floreció en el momento justo de apertura a las tocadas de<br />
rock con la voluntad de gente precisa y en el lugar más adecuado. Rockdrigo y los<br />
cantautores Rupestres dejaron un sello notable en el historial rockero mexicano.<br />
Su influencia puede ser minimizada o soslayada, mas no su existir.<br />
20<br />
Para comprender al hombre, desde Adán hasta Lacan,<br />
recorrí folio tras folio, de Platón a Carlos Marx.<br />
Me gustaron Julio Verne, Jorge Byron y Tarzán,<br />
pero nadie como mi héroe: el Profeta del Nopal.<br />
En pos de información sobre canciones inéditas de Rockdrigo, busqué por correo<br />
electrónico a comienzos de enero del 2010 a Beto Ponce, y me enteré que una<br />
de sus últimas actuaciones musicales había tenido lugar en el Museo del Estanquillo,<br />
por mayo del 2009, con Rafael González, alias Kazt, y el percusionista Ricardo<br />
Jacob del grupo Escalera de Jacob, durante la presentación del libro coordinado<br />
por Susana Cato y Armando Ponce: 100 Poemas en papel revolución (Secretaría de<br />
Educación del Gobierno del DF, 315 páginas).<br />
La Escalera de Jacob acompañó a Beto en el Tributo a Rockdrigo 2005, en el<br />
Zócalo, junto con Poncho Figueroa, de Santa Sabina, al bajo. De él, grabaron las<br />
piezas Calzada de Tlalpan, Mírame desaparecer y Murmullos de La Paz o El tren de<br />
los locos y Qué hacer, de Rockdrigo, entre otras, cantando Beto.<br />
El segador, con pausas de música, segaba la tarde.<br />
Su hoz es tan fina que siega las dulces espigas<br />
y siega la tarde…<br />
Entona el primero de los poemas de Carlos Pellicer Cámara, que musicalizó<br />
en una guitarra española prestada, por septiembre de 1972, para su compañera
del grupo 410, Clara Stella Turner Barragán, con la que actuaba cantando en la<br />
Prepa 6 de Coyoacán (denominada no por coincidencia pelliceriana ‘José Vasconcelos’).<br />
Ella le presentó a Nina Galindo y los tres integrarían el sexteto Mezclilla,<br />
que en el Concurso de Rock del Instituto Don Bosco 1973 triunfó con una canción<br />
escrita en inglés por Beto: Voces del bosque.<br />
Maybe it’s a summer flower Puede ser una flor de verano,<br />
Maybe it’s a lemon tree puede ser un limonero.<br />
Maybe it’s love Quizás Amor<br />
Which calls me low me llama quedo.<br />
I just don’t know, no. No, no lo sé, no.<br />
Armando recita versos de Pellicer como el Nocturno a mi madre, y pide a Beto<br />
su versión musical del poemario Cosillas para el Nacimiento, realizada entre 1986<br />
y 1990 durante su estadía en Villahermosa, casado con la pedagoga tabasqueña<br />
Marina Wade García (que conoció el 18 de febrero de 1985, un mes antes de los<br />
sismos del jueves 19 de septiembre y quien indirectamente lo salvó de morir en el<br />
departamento de Rockdrigo).<br />
Por el agua y la tierra, noche en el aire;<br />
por el agua del día, vienen los ángeles.<br />
Apenas en el mundo, un niño cabe,<br />
pedacitos de cielo son sus pañales.<br />
Pese a sostener opiniones contrastantes aun frente a perfectos desconocidos<br />
como mi amiga Laura y yo (‘La delegación queretana’ desde la noche anterior en<br />
casa de los Ponce), Armando y Beto discuten pero sus diferencias no son irreconciliables.<br />
El carácter tolerante de Armando es factor de equilibrio a los embates<br />
mercuriales del Enano Molón, quien conoció a Carlos Pellicer por Armando en<br />
1975. Al oírlo cantar El segador, exclamó: “Muy bien, Ponce, siga, va muy bien;<br />
no se pierda”.<br />
“Las canciones de Pellicer han sido el proyecto en el que más fe he tenido, en<br />
el que más creo; lo he presentado muchos años con lecturas de divas y actrices,<br />
la mejor Alejandra Montalvo: mi ex del grupo Teatro La Rendija. En 1987 casi<br />
concreté el disco con apoyos de la escritora Julieta Campos, cuando gobernó Tabasco<br />
con Enrique González Pedrero. El pianista de jazz Heberto Castillo montó<br />
21
arreglos pero todo se desinfló por una trilogía nefasta: la inútil directora del Instituto<br />
de Cultura, Laura Ramírez Rasgado; un pusilánime Heberto, y el ingrato<br />
pintor heredero, Carlos Pellicer López, que se hizo tres veces pendejo. A Nina le<br />
gustó uno de aquellos poemas, Madrigal de junio, y un día la grabaremos juntos”.<br />
22<br />
Si yo te fuera olvidando, todo el amor te daría.<br />
Escúchalo y no lo entiendas, llévelo la poesía…<br />
Orillas del mes de junio que en una estatua se aíslan,<br />
la lluvia después le deja cadáveres de caricias.<br />
Aprovecho un brindis del Jägermeister con que Beto agasaja nuestra presencia<br />
y solicito Qual es la onda, que me cantó a medias tintas Pepe Rolas, escudero del<br />
grupo Qual.<br />
“¡Gulp! ¿Cuá, cuá, cuál? ¡Uta, esa rola está cañón, ya ni me acuerdo de la letra!<br />
Te refieres a Cuchillo pedernal, ¿no? Sueño imposible, Jelipón; no puedo, ni me la<br />
sé bien ya. Tendría que clavarme en terapia familiar para regresar el cassette, ¡ya<br />
me pegó el Aljaime (Alzheimer)! Y no me refiero al Jaime López, que conste, ¿eh?<br />
La grabé en los Estudios Meztli, de Federico Luna, ya lo dijo el Profeta del Nopal:<br />
‘Todas las canciones son fáciles’. Deja ver… ”.<br />
¿Me puedes decir si el polvo lunar afecta el cerebro de un gato?<br />
¿O cómo al volver de un sueño espacial<br />
encuentro que aquí ya no estás? Ya no estás.<br />
14 manos aplauden “¡las chidas rolas del Beto Ponce!”. “Qué bárbaro, ¿están inéditas?”<br />
“¡Qué lástima…!, ¿por qué no has grabado ni un disco?”, pregunta el amigo<br />
que estudia cine. “¿Tienes videos?”, dice la chavita de boca feliz junto a Beto; yo lanzo<br />
la obligada de: “¿Cuándo fue la última vez que tocaste, Roberto?”. Laura Tejeda<br />
me hace segunda: “¿Por qué ya no tocas?”. “Hay que darle chance a los nuevos valores,”<br />
dice. Respuestas así desconciertan a quienes no conocen el carácter dual de<br />
Beto y lo consideran alguien que no toma nada seriamente. Tardé dos años en acostumbrarme<br />
al vaivén. Intrigado acerca del porqué no editó disco solista alguno, Beto<br />
me invitó en 2010 a que charlásemos luego del brindis de fin de año de la revista<br />
Proceso, ocasión que probó ser poco propicia. Al ser inaugurada en el Metro Balderas<br />
la estatua de Rockdrigo por Alfonso López Kasanovita, le envié un cuestionario<br />
de 16 preguntas que él respondió profusamente en 20 hojas por correo electrónico.
Recorte de prensa sobre los loquísimos Nina Galindo y Roberto Ponce,<br />
testimonio del inicio de su carrera profesional como rockeros.<br />
23
Cagaleras y los propios dioses<br />
“El de esta foto soy yo en el Festival de la Miel 2001 de la Plaza Hidago, en Coyoacán.<br />
Estoy cantando con mi novia Audrey Schmilcker Cul de sac; se la compuse<br />
en francés. Entre el público estaba mi madre. Y una luminaria parisina, Citlali<br />
Anaïs Le Clerre Ponce, preciosa hija de mi hermana Lety”.<br />
24<br />
Je suis la fille plus diabolique, (Soy la niña más diabólica<br />
Je fais pleurer les hommes., que hace llorar a los hombres.<br />
Mais su tu vais mon âme, Pero si quieres mi alma,<br />
Je te donne un cul de sac…, te doy un callejón sin salida…<br />
Mon amour qui viens du Sud, Amor mío, que vienes del sur,<br />
Attend mon chat, qui’l dorme…, oye a mi gato que duerme…)<br />
“Pero ustedes preguntaron por qué no doy a conocer mis canciones y por qué<br />
no grabo un disco. Bueno, va que va... Son dos razones. No sé si ultrapoderosas<br />
pero me funcionaron lo suficiente para justificar rachas depresivas a la muerte de<br />
mi mamá. Esa fue la primera, su muerte. Y la segunda, bueno, Audrey, o sea… Ella<br />
terminaba en la UAM-X su licenciatura de socióloga cuando la conocí en Proceso;<br />
Jorge Munguía Espitia se la había recomendado a Arman para apoyarnos con las<br />
encuestas del libro México: su apuesta por la cultura, en octubre del 2001. Hizo<br />
un trabajo limpio, delicado, mega eficaz con Gaby Casas Morell; pero a mí me<br />
enamoró por su voz. Juntos escribimos Baja nena, que grabé al morir mamá en<br />
2007, con Samantha Byers y el hijo de Daniel Tuchman en Cabo San Lucas, para<br />
mi cuate Poncho Varitas, dueño del bar Las Varitas”.<br />
Baja, nena, a la península azul<br />
para robar la perla que John Steinbeck perdió.<br />
Todos Santos o todas diablas, allá por Finisterre<br />
la vida late mejor, en… ¡Baja California Sur!<br />
“Fuimos un par de veces a Europa, viajamos como no te imaginas, aguantamos<br />
vara las cagoladas del puto mundo. Nos amamos, no sé si todavía, ¡pero cuánto<br />
la quise! Audrey Schmilker no era particularmente fan de los Rupestres, pero le<br />
gustó un cassette de Jaime Moreno Villarreal con Está valiendo madre el corazón, y<br />
me acompañaba en las tocadas como la de septiembre del 2007 por los Derechos
Humanos, en Anahuacalli. Yo ya había caído en la secuela depre gachísimo, desarrollé<br />
problemas de riñones y diabetes, le di al trago con fe, enflaqué por descontrolar<br />
dietas y, total, en octubre del 2010 también Audrey se fue de mi lado.<br />
En medio del teatro del absurdo y la paradoja, no supe a dónde ir y todavía sigo<br />
buscando de dónde vengo. Ni pedo. Me quedé sin lágrimas. Neta”.<br />
Y cuando quiero pararle a mi viaje, me doy cuenta<br />
que el boleto tiene un chance aún para rolar.<br />
“Trato de ser fiel en este recuento,<br />
Felipe, a lo largo de cuatro décadas hay<br />
cosas de las que no me acuerdo bien<br />
cómo o cuándo sucedieron y algunas<br />
imágenes difieren de lo que otros protagonistas<br />
han dibujado. Por decirte:<br />
mi ex cuñado, El Chivo (Rodrigo de<br />
Oyarzabal), me incluyó en su blog Los<br />
12 grandes del rock nacional por internet<br />
y menciona datos de piezas que<br />
él me grabó de 1973 a 1996 y que yo<br />
había olvidado por completo. Desafortunadamente,<br />
varias cosas que escribió<br />
allí son erróneas. Es lógico. ¿Cómo dar<br />
forma unilateralmente a un trabajo<br />
que necesita la colaboración forzosa<br />
de alguien más, en este caso yo como<br />
creador, para completarse? Ni siquiera<br />
uno como creador de una obra artística<br />
puede renunciar a su derecho de autor.<br />
Al subir esa información a la red, El<br />
Chivo no me consultó y su revisionismo<br />
de 12 apóstoles rocanroleros mexicanos,<br />
que luego creció a 15, presenta<br />
mi discografía a medios chiles. Cagola.<br />
Cartel de la presentación de Rockdrigo<br />
y Roberto Ponce en el foro La Puerta,<br />
en Guadalajara, en 1984.<br />
El Chivo se molestó conmigo en 1997 y desde entonces no hablamos. Esta situación<br />
me entristece porque nos conocimos hace 42 años, en 1971. ¡Oye, es un tipo<br />
25
que sabe un chingo de música y por el que sentí mucho afecto, no obstante estar<br />
ahora distanciados! Pero contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”.<br />
Adiós a las armas<br />
De un baúl apilado con papeles saca un ejemplar de La Rosita, periódico gratuito dirigido<br />
por Susana Cato para la Delegación Coyoacán, y lo desdobla para que leamos<br />
su texto Hurbanistorias del profeta del Nopal, acerca de la placa del escultor Felipe de<br />
la Torre, inaugurada “por obstinación del promotor Jorge Pantoja” en la estación del<br />
Metro Balderas, el 19 septiembre del año 2001, a los 16 de morir Rockdrigo.<br />
“Salimos contentos con una promesa firme de las oficinas del INBA en Chapultepec<br />
ante un atardecer húmedo con desganados grises, Rockdrigo encendió un<br />
cigarrillo que todos aspiramos, hizo gala de su cotorreo profético y en un alucine<br />
que provocó carcajadas, anunció socarrón: Algún día cambiarán las calles de este<br />
circuito del Auditorio Nacional por los nombres de los músicos Rupestres. Ésta se llamará<br />
‘Avenida Roberto González’… Esa otra, ´Boulevard Roberto Ponce’… Allá, en<br />
aquella esquinita, estará el ‘Callejón Rafael Catana’… ”.<br />
“Rafa Catana no iba con nosotros y ya por entonces era obvia la antipatía que<br />
Rockdrigo y Fausto sentían hacia él. Como dueño del balón Rupestre que se arrogaba<br />
El Rockdrigo, yo también pasé a formar parte de su lista negra después de los<br />
jaloneos que nos dimos hasta rodar por las escaleras del Auditorio Nacional, el domingo<br />
9 de junio, durante el Festival PSUM 85; así que cada vez que oigo A ver cuándo<br />
vas (a la casa a cagar), pienso que sí se la dedicó a Catana, como dicen las malas<br />
lenguas. Esa rola de Rockdrigo aplica conmigo y no es bluff ni wishful thinking. ¡La<br />
última vez que fui a su depar’, allí hice caca y pipí en su baño del edificio de Bruselas,<br />
hecho mierda y en reparación. ¡Si él cagola fuera de la bacinica, yo también!”.<br />
26<br />
A ver cuándo vas a la casa a cagar,<br />
a ver si tus celos y envidias puedes desafanar.<br />
“Yo le dediqué Profeta del nopal, una baladita rock pensando en su muerte y en<br />
su hija Amanda Lalena, por 1999. A ella no le agradó porque al final puse ‘Adiós,<br />
Lalena tropical’ en la letra y luego que se la canté en público, ella me dijo: ‘¡Cómo<br />
que Lalena tropical… !’. Ella aún no se apodaba Amandititita, porque entonces la<br />
habría cambiado a algo menos fresa, como:
Fue con el temblor que escuché el rumor y nadie sabía si era cierto.<br />
Pero con dolor alguien confirmó<br />
que Rockdrigo estaba entre los muertos<br />
Adiós, Profeta del Nopal… adiós, Lalena transexual,<br />
nos volveremos a topar cuando abordemos en Balderas aquel Metro.”<br />
Extrae de un cajón con cuadernos de sus diarios personales, aquel que acaba<br />
abruptamente en septiembre de 1985. Abre la página del mes de junio donde escribió<br />
una carta a su hermana Lety, quien se encontraba en Europa con su esposo<br />
El Chivo y que comienza, así:<br />
Querida hermana, trucha mía, te escribo estas líneas justo después d’ terminado el<br />
Festival PSUM 1985. Nina y yo finalmente nos aventamos unas rolas (Estas son mis<br />
manos, Diluvio Nal., Blues d’ la difunta, donde rompí una cuerda, y Me siento bien, d’<br />
Jaime López), en el foro de la explanada del Auditorio Nal. y esto me llena d’ orgullo<br />
sabes, xq’ Nina tiene un quiste en su único ovario y se presentó (¡finalmente!) conmigo,<br />
luego d’ q’ yo canté. Sin embargo, con los Rupestres la onda no anda muy bien funda-<br />
mentalmente x el conflicto: ROCKDRIGO + QUAL VS. CATANA y ¡YO!... La onda Rupestre<br />
sólo queda en el corazón de los chavos q’ nos han ido a ver y aunq’ creo q’ seguiremos<br />
haciendo cosas juntos, x el momento la onda Rupestre queda en un impasse puesto<br />
q’ x ahora –en este momento- hay broncas con el Rockdrigo -¡imagina!- y Nina está a<br />
punto de perder su única posibilidad d’ tener hijos en una operación q’ tendrá lugar en<br />
un mes + o -… tenía q’ sacar este rollo, carajo, x q’ no pude ni siquiera proponerles a los<br />
demás la posibilidad d’ Radio 3 en España, tan deprimido me sentí. Pero insisto, es por<br />
q’ estoy ½ triste porq’ lo Rupestre está literalmente BAILANDO BERTA.<br />
“Te juro que no supe por qué Rockdrigo la agarró contra mí esa pinche tarde.<br />
Fausto me lo dijo en 2003, cuando filmamos con Montero No tuvo tiempo. Aun<br />
aceptando que tuvo motivos para burlarse a costa mía y tratarme mal cuando fui<br />
a su depar’ a cagar días antes de los sismos, me parece que las razones que tuviera<br />
o el derecho de creerse dueño del balón Rupestre sólo son reverendas mamadas”.<br />
Pudo más el amor. A las 11 y media de la noche, Beto regresó a casa de los<br />
Ponce para telefonear a Villahermosa. Así evitó tener que esperar a Rockdrigo y<br />
quedarse en su depar’ a dormir como quería El señor Iván. En una palabra, Marina<br />
los salvó de morirse a Beto e Iván Guzmán pues el sismo fue a las 7 y fracción de la<br />
mañana del jueves 19 de septiembre.<br />
27
28<br />
Era septiembre en la ciudad, todo tenía que terminar<br />
con un gorrión volando hacia mar abierto.<br />
“En el caso particular de Rockdrigo, su trascendencia es casi patrimonio de<br />
las nuevas generaciones de músicos y admiradores, valoración bastante peculiar<br />
toda vez que la música generalmente suele brillar en determinada época, y si<br />
una canción original no impactó al público cuando la presentó su autor, sería<br />
milagroso que guste después. Por otra parte, el fenómeno del Rockdrigo mítico<br />
pareciera sobrevolar por encima de la creatividad rolera de los que rupestreamos<br />
con él a mediados de los ochenta, cuando la mayoría han continuado<br />
produciendo sus propios discos, más allá de la nostalgia. Esta omisión es uno<br />
de los logros del libro propuesto por Jorge Pantoja y otro, dar reconocimiento<br />
a una figura titánica en el movimiento Rupestre femenino, con la entrevista a<br />
Nina Galindo”.<br />
Dame un poema, manda una hoja que en el invierno recoja.<br />
No importa cuál sea mi suerte. Valkiria, tráeme la muerte.<br />
Pero hazme fuerte en invierno hasta que el tiempo nos encuentre.<br />
“Quizá falte evocar la ausencia del cineasta rocanrolero Sergio García Michel,<br />
maestrazo de la lente en formato Súper 8 milímetros, fallecido tras 25 años de los<br />
sismos, en septiembre del 2010; colega del rol que documentó con fidelidad y humor<br />
el imaginario Rupestre para la posteridad. Su bella alumna norteamericana,<br />
Jennifer Boles, charló conmigo en septiembre del 2011 en Proceso, recabando<br />
ella testimonios para la película de su doctorado en la Universidad de Indiana,<br />
campus Bloomington, y yo le conté algunas anécdotas que compartimos. En especial,<br />
de cuánto gozamos con Jessy Bulbo el festival en homenaje por un centenar<br />
de películas suyas que le organizó Susana Cato, el miércoles 19 de noviembre<br />
en el CCH Vallejo, al compás chunga-chaca de Ricardo Jacob, cantando en vivo La<br />
carrera del oso”.<br />
“Sería el último fulgor de nuestra larga experiencia amistosa; luego él me dejó<br />
de hablar debido a una serie de malentendidos telefónicos. La cinta de Jennifer<br />
tiene ya un probable título: Prohibido prohibir. Posiblemente se le ocurrió por<br />
aquella conversación, cuando de plano chillé ante su cámara. Me dolió mucho<br />
su muerte sin habernos reconciliado. Presiento que será un filme formidable en
Guadalupe Trigo y Roberto Ponce en una<br />
gran comunión espiritual, pensando en la<br />
canción mexicana. (Archivo: Roberto Ponce).<br />
Callo y Colmillo, dueto de Nina Galindo<br />
con Roberto Ponce. Presentación en algún<br />
lugar de la Ciudad de México en la década<br />
de los ochenta. (Archivo: Roberto Ponce).<br />
El súper profesional periodista Roberto Ponce conversa<br />
con Cesárea Évora, en 2002. (Archivo: Roberto Ponce).<br />
29
honor al mejor retratista de los Rupestres, que lo atrape en su máximo erotismo,<br />
valentía e independencia. Ojalá Jennifer Boles lo esté editando ya para verlo<br />
pronto.”<br />
30<br />
El amor de Palomita y del Oso Correlón<br />
fue un amor de siete lunas que la guerra interrumpió.<br />
Vuelta al hogar me detengo en la puerta<br />
Beto guarda buena parte de las múltiples entrevistas que grabó en 40 años de su<br />
carrera periodística, que sumadas a unos 200 cassettes familiares y con sus canciones,<br />
llegan al millar y medio de cintas. Escuchamos sus primeras piezas de 1973,<br />
las de Prepa 6, Guitarrero de cuando fue al Festival de la Juventud 1979, en La<br />
Habana, o Jardín mental y La canción de Lene, del demo Gato Loco, en Dinamarca<br />
con Jens Viggo, de 1981. A su regreso, cantó con Rosina Conde y la única vez que<br />
grabó con Rockdrigo fue Ropa vieja, que tiene coros de la actriz Zamira Bringas,<br />
quien le ayudó a realizar lecturas de poesía danesa en la librería Gandhi y en el<br />
Museo del Chopo.<br />
Vuelta al hogar me detengo en la puerta,<br />
la ropa vieja se seca al viento.<br />
Fue un largo viaje y estoy fatigado,<br />
llueve la tarde en mi patio.<br />
“Clara y yo nos acoplamos súper, cantamos juntos hasta 1981 en Aarhus. Con<br />
unos primos reaccionarios míos estrenamos El tiempo del cambio. Profética. Marcos<br />
y los zapatistas de Chiapas se levantaron en armas 13 años después, pero en<br />
1973 les sonamos a utopía comunista”.<br />
Debe llegar un tiempo, ser un tiempo del cambio.<br />
Los que no tengan tierra bajarán por la sierra...<br />
Y vendrán porque es tiempo de exigir más salarios.<br />
“Cantar con Nina era otro boleto. Únicamente le doy crédito como cantautora<br />
de Llévate lejos tu blues, pero me enseñó muchísimo en el plano profesional, dio a
conocer mis piezas y, en suma, no tengo palabras para agradecerle tanta simpatía<br />
y amor. El tren de Guanatos, de mayo de 1985, fue una rola cumbre que nos alabó<br />
Alejandro de la Garza, inventor del término Rupestre. Es rola que me late, está<br />
bien hecha y es pegajosa”.<br />
Ya por Querétaro se ve el estadio y se escucha una oración.<br />
Todas aquellas casonas gigantes les sobra mucha habitación.<br />
Pero yo ya me voy durmiendo con mi guía, en el tren…<br />
En casa de los Ponce la tertulia se apaga silenciosa. Armando nos obsequia 100<br />
Poemas en papel revolución. Laura y yo subimos a descansar. Al otro día, cuando<br />
partíamos para pasar el año viejo con nuestras familias en Querétaro, al bajar del<br />
segundo piso donde dormimos esas dos noches, Roberto nos dejó en la mesa del<br />
comedor regalitos. El mío eran dos cassettes con extractos de sus viejas canciones y<br />
con la rola Qual es la onda, que le grabó Federico Luna. Esa noche mandó un mail:<br />
Así como fui escribiendo mis diarios y grabé cientos de cassettes, debí registrar cada<br />
canción para no tener que comenzar a cada rato de cero. Por ti nuevamente soy la llu-<br />
via, voy a retomar aquel proyecto del audiolibro que te conté. Mientras, recibe con tu<br />
amiga Laura Tejada un… ¡¡¡Feliz año nuevo 2013!!! Tu GodFather 2: BETO PONCE.<br />
Notas<br />
Canciones de Roberto Ponce cuyos fragmentos, en cursivas, se han reproducido:<br />
Baja, nena, Cuchillo pedernal, Qual es la onda, Cul de sac, El rol debe<br />
seguir, Jardín mental, Piñata de peces, Profeta del nopal, Ropa vieja, Tiempo<br />
del cambio, Tren de Guanatos, Voices of the Forest y Ya voy por los 34 años<br />
(El Enano Feroz).<br />
Segador, Cosillas para El Nacimiento y Madrigal de junio son tres poemas<br />
del tabasqueño Carlos Pellicer Cámara (1897-1977), musicalizados por<br />
Beto Ponce. De Rockdrigo González es A ver cuando vas (a la casa a cagar). El<br />
oso corredor o La carrera del oso fue un cover de Los Sinners, del original en<br />
inglés Running Bear, de Johnny Preston, de 1959. La frase ‘Contra la estupidez<br />
los propios dioses luchan en vano’ es del filósofo alemán Federico Schiller<br />
(1759-1805) e inspiró el título de la novela de ciencia ficción Los propios<br />
dioses, del novelista judío norteamericano Isaac Asimov (1920-1992).<br />
31
un producto del mestizaje<br />
rodrigo de oyarzabal<br />
32
Eblen Macari en su casa en Villa Coapa, al sur de la Ciudad de México. (Foto: Gabriela Ávila, 2012).<br />
Hace muchos años, en esta misma sala, Eblen Macari me mostraba el primer<br />
disco de un grupo irlandés fundamental en la universalización de ese género alrededor<br />
del mundo: The Chieftains. Hoy, con un delicioso café árabe en la mano y una rica<br />
tortilla de patatas preparada por Olga, más unas chocolate stout esperándonos en la<br />
nevera, mientras Gaby prepara toda la parafernalia para la grabación, charlamos con<br />
Eblen sobre su presente y nos echamos un clavado en los viejos tiempos, rescatando<br />
de entre los recuerdos, todo un viaje por una época definitoria del rock mexicano y<br />
que sentó las bases que le permitieron encontrar un sitio propio dentro de la música<br />
33
mexicana contemporánea a un grupo de músicos aferrados a sus propias ideas, a<br />
sus propios conceptos: los Rupestres.<br />
Provenientes de distintos espacios y con diferentes influencias musicales, confluyeron<br />
en un momento en el que México iba saliendo de las secuelas del 68 y su<br />
juventud pedía a gritos esbozar, cuando menos, una identidad propia.<br />
Las músicas y las letras desbordaban las guitarras y buscaban espacios para<br />
ser compartidas; y ellos se organizaron para encontrarlos, para usarlos y para<br />
aprovecharlos.<br />
Así, crearon un colectivo y un sello distintivo. A los músicos que participaron<br />
en los primeros dos festivales rupestres se les asociará siempre con el término,<br />
aunque su trabajo y sus intereses no vayan necesariamente en ese camino, ya que<br />
definieron una época, dejaron constancias grabadas, fue vital escucharlos entonces,<br />
marcaron muchas pautas, sembraron muchas semillas, escribieron muchas<br />
páginas (y muchas rolas), quedaron en el imaginario musical de quienes los escucharon,<br />
han influido a varias generaciones, pero lo más importante es que un<br />
altísimo porcentaje de ellos, a treinta años de aquellos ayeres, sigue, aferrado, haciendo<br />
su música, grabando sus discos, encontrando sus espacios.<br />
Entre ellos destaca la trayectoria de Eblen Macari, con 16 discos a cuestas (los<br />
más recientes en 2011 y 2012), un palmarés de presentaciones por tres continentes<br />
y un desarrollo musical sostenido a través de sus propios gustos.<br />
De las guitarras procesadas a los espacios sonoros modales, de los sintetizadores<br />
a la jarana, pasando por la experimentación y hasta por las canciones, Eblen ha<br />
sabido siempre por dónde moverse.<br />
Compositor de la clásica Yo no nací en la Huasteca, se ha internado en el son jarocho<br />
y en el folk universal, ha llevado a su obra una vasta influencia sonora y una<br />
rica instrumentación. Ha vivido de su trabajo, ha abrevado en muchas culturas, ha<br />
confrontado sus rolas en diversos y muy diferentes ámbitos, se las ha ingeniado siempre<br />
para tocar con los músicos de su preferencia, ha sabido integrar la vida familiar con su<br />
música. Es, como él mismo diría, un músico feliz.<br />
Durante los últimos dos años sacaste a la venta un par de discos:<br />
De Beirut a Cosamaloapan y Avant-Folk, ¿cuál ha sido la respuesta del público?<br />
Los dos son proyectos paralelos. Uno, Avant-Folk es con mi hijo Kabalan, en la percusión,<br />
y con Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera; es más electrónico, más electroacústico,<br />
más duro, más en la línea de la improvisación, un poquito rayando con<br />
el jazz. De Beirut a Cosamaloapan es un proyecto acústico más delicado, con músicas<br />
34
mías, composiciones con elementos árabes, música barroca que toca Olga en el clavecín,<br />
sones. Es un proyecto que había estado buscando durante los últimos diez<br />
años y lo pude hacer en este disco. Ha gustado mucho, a mí me parece que está<br />
redondito, bien hecho, bien grabado y sí, ha tenido muy buena respuesta.<br />
¿Es rentable para ti la venta de tus discos?<br />
Es rentable en los conciertos, fue rentable también el primer tiraje que vendimos<br />
a una compañía europea. Lo vendemos en conciertos, está en las tiendas de Fonarte<br />
Latino. No se vende mucho porque los discos ya no se venden mucho. Ahora<br />
en Navidad pude, por un correo que envié, vender varios discos.<br />
Empieza a jalar en iTunes; casi todos mis discos están ahí. Ése es el futuro. Por<br />
primera vez pude cobrar algún dinero de ahí. El disco tiende a desaparecer y hay<br />
que acostumbrarse que así va a ser. Hay que tener las cosas en iTunes, que es una<br />
buena opción.<br />
En 1981, al ver la luz tu primer disco Un producto de los sesentas,<br />
¿imaginabas que treinta años después tendrías un lugar destacado dentro<br />
de la música experimental mexicana y seguirías produciendo discos?<br />
La verdad sí. Siempre he tenido claro, desde muy joven, que iba a ser músico y que<br />
mi vida iba a ser esto: tocar. Al contrario, hasta esperaba más. Siento que tengo un<br />
lugar en la música. A mí me gustaría estar todo el tiempo viajando, en conciertos,<br />
en giras. Grabo mucho, he hecho música para películas, para documentales, he<br />
dado conciertos, estoy contento.<br />
No me quejo por falta de apoyos. México es un país donde la cultura sí tiene<br />
manera; hay gente que vive muy bien de las becas. Yo vivo bien de los conciertos<br />
que en la mayoría doy con los institutos de cultura.<br />
En noviembre del año 84 se celebró el 2º Festival Rupestre de los Cantantes<br />
Errantes. Si bien el llamado Movimiento Rupestre comenzaba entonces a ser<br />
conocido en el inframundo musical, para mucha gente en aquel entonces<br />
resultaba, por decirlo de alguna forma, extraño encontrarte como parte integral<br />
del colectivo. ¿Cuál y cómo fue el punto de encuentro con el resto de los Rupestres?<br />
Esa es una historia que a veces yo tampoco entiendo mucho. Rupestre originalmente<br />
es un término que utilizaba Jaime López con Alejandro de la Garza (El<br />
Cholibrí), decía ‘rupestrón’ cuando se refería a algo medio crudo… rupestre, y él<br />
fue el primero que lo utilizó. Yo con Jaime, que para mí es un gran artista y hemos<br />
35
sido buenos amigos, viajé a Jamaica para ver al grupo de Bob Marley y decidimos<br />
hacer conciertos porque íbamos a las instituciones de esa época y no teníamos<br />
mucho pegue. Había otros artistas que estaban de moda como La Nopalera, un<br />
grupo que tenía mucho jale.<br />
Entonces decidimos que teníamos que tocar y hacer conciertos y creamos el<br />
Foro Tlalpan con el ciclo ‘Cada quien sus rolas’, apoyados por Sergio García, que<br />
era el dueño del lugar, y de ahí después se hizo todo el movimiento. Pero no fue<br />
una idea original ni de Rockdrigo ni de Catana; era una idea de Jaime López con<br />
El Cholibrí. Ese es el origen.<br />
Después tuve la oportunidad de tener buen contacto con Rodrigo González,<br />
que era muy buen músico, buen compositor. Con él me identifiqué como amigo<br />
y me invitaba a tocar. Así tuve ese vínculo. A Jaime ya lo conocía, a Roberto González<br />
lo conocía también de antes, a Catana desde el CEFOL, Armando Rosas era<br />
más reciente, ya después los otros, pues ya no sé quiénes son. Esos fueron con los<br />
que tuve relación en aquel momento.<br />
¿Qué recuerdos tienes del primer Festival Rupestre en el Chopo?<br />
Era como el reinicio del Chopo. Lo volvían a habilitar e hicieron un forito muy<br />
bonito, pero la acústica era pésima. Fue una etapa de transición importante en la<br />
cultura mexicana, que iba saliendo del 68 y todavía había mucha represión hacia<br />
los movimientos de jóvenes y nosotros veíamos dónde nos podíamos juntar para<br />
hacer cosas, era más interesante que ahora que está más dividida la banda. En esa<br />
época había una necesidad de buscar espacios que no estaban tan habilitados. El<br />
rock sufría primero porque no había el equipo necesario, los grupos no tocaban<br />
bien porque el equipo era muy malo, las grabaciones eran pésimas. Ahora todo<br />
mundo puede tener un estudio como Pink Floyd, Genesis, Peter Gabriel y en la<br />
casa ya se puede tener un buen equipo. Pero entonces había una falta de profesionalismo,<br />
de técnica.<br />
Los Rupestres son resultado de un encuentro entre gente que salía de las peñas,<br />
gente que le gustaba Bob Dylan; a mí que me gustaban otras cosas, pero que<br />
no sabíamos dónde meternos. Y por eso está el manifiesto que dice ‘Somos de<br />
palo’. Sí, somos de palo porque no nos quedaba de otra. Entonces me gustaban los<br />
sintetizadores, me encantaba la electrónica; ahora esto ya está payo, ya lo usan los<br />
Bukis, ya no tiene chiste. En esa época la electrónica llegó a su máxima expresión<br />
con Genesis, Pink Floyd. Los robots, entonces los usaban ellos; hoy los usa Televisa<br />
y se ha vuelto chafa presentarse así. Pero en esa época teníamos esa necesidad<br />
36
Oscar Reynoso El Bugy y<br />
Eblen Macari; contraportada<br />
del álbum Un producto<br />
de los sesentas (1981).<br />
Portada del álbum Un<br />
producto de los sesentas<br />
(1981), de Eblen Macari.<br />
37
y este movimiento era como entre folklóricos, bobdylanes y músicos gringos. Ese<br />
era el Movimiento Rupestre.<br />
Por eso era una música no fácil de entender, porque a los de las peñas les gustaba<br />
la cosa boliviana y a los rockeros no les gustaba eso. La gente rockera de los<br />
años sesenta y setenta era muy reaccionaria, muy pro-gringa: “Vamos al gabacho”.<br />
Es un movimiento que no está bien definido, que no tiene un lugar, con excepción<br />
de Rodrigo y de Jaime, cuyas propuestas son más sólidas.<br />
Esto viene de Avándaro. Yo estuve en Avándaro y conocí de cerca a la Tinta Blanca,<br />
Peace & Love, El Ritual. Su rollo no de propuesta sino de protesta era jipioso, eran pachecos;<br />
pero a la hora de la cosa política eran muy pro-gringos, muy establecidos. Después<br />
vinieron los grupos profesionales o asesorados por profesionales de la industria,<br />
como los Caifanes, y ya se hizo un rock más serio. El rock necesita tecnología. Ahora<br />
cualquier grupo de Televisa se oye bien. Para mí el rock ya no tiene sentido; Peter Gabriel<br />
es igual al sonido que tiene cualquier grupo, se ha estandarizado.<br />
La música de jaranas, la música huasteca es algo vivo, diferente; algo que tiene<br />
raíz. Es muy bonito; es a grandes rasgos esta cuestión con el rock y con la música<br />
rupestre, la música tradicional, todos estos encuentros, toda esta mescolanza.<br />
¿Qué cercanía hubo entre el disco Glaciares (sobre todo la pieza Navegabas,<br />
cuya letra compuso Jaime López) y el Movimiento Rupestre? ¿Tuvo algo que ver<br />
tu relación con Juan Valdés, la Distribuidora Unicornio, Editorial Penélope<br />
y el disco Trayectos, editado en 1983?<br />
Es un disco lindísimo, de lo mejor que he hecho en mi vida y estoy por volverlo a<br />
sacar. Más bien es lo que yo siempre quise hacer y es lo que hago, esa línea. Puedo<br />
decir que es bueno, lo oigo y me sorprende la calidad que teníamos tan jóvenes<br />
y que, desafortunadamente, no fue querido por la crítica de jazz. Fue un poquito<br />
frustrante porque ya no lo pude mandar a las compañías (en esa época se mandaban<br />
los discos a las compañías europeas), además eran acetatos que suenan muy<br />
feo, pero ahorita tengo la copia en dat y suena muy bien.<br />
Ese disco fue muy importante para mí. Después regresé a las canciones, que<br />
es algo que no llego a entender; yo no tengo buena dicción; mi voz es buena para<br />
cantar música tradicional, canciones bretonas, cuando hago sonidos; pero para<br />
mí siempre la letra era una cosa que me causaba conflicto. Me gusta Silvio Rodríguez<br />
pero no sé qué dice, no hago mucho caso; igual con Simon & Garfunkel.<br />
Hasta hace poco supe qué era Scarborough Fair, ¡ay, qué bonita! Y toda mi vida la<br />
he oído. Mi interés siempre ha sido musical.<br />
38
Soy lector, me gusta mucho leer, pero no es algo que vea como la relación de<br />
la música con la palabra. Tú oyes las letras de Yes y son cosas muy piradas; no<br />
son buenas. Escuchas a Simon & Garfunkel y te das cuenta que estudiaron o les<br />
gusta la poesía, así como cuando oyes a Jaime López, al mismo Catana, que están<br />
clavados; pero yo no.<br />
Últimamente toco sones porque me encantan. La petenera es La petenera y La<br />
lloroncita es La lloroncita. Y ahora que fui a Portugal tomé dos que tres palabras de<br />
Pessoa, que me gustan mucho, y las pongo como citas. No me gusta la trova. Silvio<br />
Rodríguez es un gran artista, pero siento que es mucho rollo; para eso mejor leo<br />
un libro de filosofía. Paul Simon es un gran músico; Leonard Cohen me gusta,<br />
pero primero fue poeta y después a su poesía le puso música.<br />
En el 2º Festival Rupestre formaste parte del cartel del sábado 27 de noviembre<br />
de 1984 alternando con el mismo Jaime y con Rafael Catana. Además de tu<br />
participación en este festival, ¿realizaste más eventos públicos o privados con<br />
el Colectivo?<br />
Hicimos varios conciertos; recuerdo haber alternado con Jaime muchas veces;<br />
con Rodrigo también hicimos varias cosas, programas de televisión. Me acuerdo<br />
de un programa de televisión donde alternábamos; salía Rodrigo con unos animales.<br />
Hace unos diez años hicimos un documental que parece que tuvo éxito.<br />
¿Por qué participaste en ese proyecto?<br />
Por falta de espacios. No era sencillo en México ir en solitario; no daba frutos. No<br />
es que uno quisiera ir por la sola; en los ochenta los espacios estaban cerrados y<br />
un colectivo tenía más peso.<br />
Musicalmente nunca me sentí como en la misma línea; nunca he hecho un<br />
blues, nunca me ha gustado la canción urbana como algo que yo escuchara. Era<br />
muy joven y tenía amistad con ellos; nos gustaba juntarnos, platicar, tomar cerveza.<br />
Era más una relación de amistad y de simpatía que un movimiento.<br />
¿Qué te dice hoy aquella experiencia?<br />
Después de tantos años está un poquito en el recuerdo ya; puedo pensar en<br />
Rodrigo, Jaime López, Catana, Roberto González y cada quien hemos hecho<br />
nuestras cosas. Se sigue usando el término. Hay nuevos Rupestres, unos que ni<br />
conocemos, como que el sello se quedó y hay todo un movimiento urbano de<br />
consideración.<br />
39
Quedaron para bien los movimientos de los ochenta, que eran alternativos,<br />
contestatarios, necesarios en un país que salía de una represión muy reciente; era<br />
muy importante en esa época. Para mal: pensar que cualquier manifestación mal<br />
hecha puede ser rupestre. No está padre que cualquier cosa que cante cualquier<br />
compositor rudimentario sea rupestre. El término Rupestre como algo esencial<br />
está bien; todos somos Rupestres cuando hacemos bien las cosas, pero ese otro<br />
término de mal hecho, de no estudio, no afino, no canto: eso no ayuda mucho.<br />
En el disco citado, Un producto de los sesentas, grabaste una pieza que reflejaba<br />
mucho a toda nuestra generación: Yo no nací en la Huasteca, que, sin duda, es la<br />
que te abre un espacio propio dentro del Colectivo Rupestre y en la cual fijabas,<br />
cuando menos, tres puntos básicos que los chilangos de entonces debíamos ir<br />
definiendo para poder darle valor a nuestra identidad: el folklore, la ciudad y ser<br />
productos bitleanos. Háblame de esos tres puntos y cómo logras sincretizarlos en<br />
tu obra.<br />
Es una pieza que sale cuando estaba muy reciente el movimiento de las peñas y<br />
por lo tanto era un movimiento muy politizado, muy a favor de la izquierda de<br />
esa época. Quién sabe por qué, o es parte de los setenta, la música tradicional<br />
era música de izquierda, era algo vinculado. Había peñas donde le cantaban al<br />
Ché Guevara o a Salvador Allende. Éramos gente muy joven y era una moda. Yo<br />
lo siento como una moda estar a la izquierda, en las peñas. Pero la gente estaba<br />
muy acostumbrada a las canciones contestatarias como La paloma o lo que hacía<br />
Gabino Palomares.<br />
Yo vengo de otra manera de concebir la música: desde muy niño toco y escuchaba<br />
sobre todo la música de los sesenta: Beatles, Doors, Cream, después Simon<br />
& Garfunkel, después la música barroca; pero uno debe estar ad hoc en el momento<br />
y tenías que hacer canciones y en español. Cantar en inglés ya había pasado,<br />
era parte de los jipis; no estabas en el momento. Y empecé a hacer esta canción<br />
y me vino la idea de que era medio artificial, que siendo nosotros como éramos,<br />
viniendo de clases medias de los cincuenta, de repente éramos pro-campo o prohuastecos<br />
y, pues no: éramos otra cosa. Y es una canción que sale a partir de esa<br />
idea de ser honesto con que somos de clase media y escuchamos a los Beatles sin<br />
entenderles nada, pero así crecimos.<br />
Por ahí está como una de las mejores cien canciones de la historia del rock mexicano.<br />
Hoy en día me piden que la cante, pero yo no puedo cantar algo con lo cual ya<br />
no… ¡a mí sí ya me gusta la música huasteca! Y sobre todo la jarocha, pero es algo<br />
40
Avant-Folk, proyecto paralelo de Eblen Macari y Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera.<br />
(Archivo: Eblen Macari).<br />
que en su momento era necesario; de ahí muchos ya empezaron a hacer canciones<br />
más honestas, que tenían que ver con lo que vivíamos. Ahora ya se han hecho demasiadas<br />
canciones sobre la ciudad; se ha abusado de las canciones urbanas.<br />
Siendo producto de la migración y cuando te han formado más de una cultura,<br />
eres más proclive al mestizaje. La fusión y la transculturización son más naturales.<br />
Yo ubico tu música en una dimensión tri-continental.<br />
Me encanta la música europea, fue lo primero que abordé de la música tradicional,<br />
sobre todo la música irlandesa, la música bretona, la música inglesa. De repente<br />
siento que las canciones que hacemos nosotros tienen mucho del bolero, son muy<br />
habladas con melodías muy pobres y yo, como soy zurdo y tengo problemas con<br />
el lenguaje, gustaba mucho de oír a los irlandeses, y aunque no entendía nada oía<br />
que la línea melódica era muy bonita y entonces descubrí que las canciones bien<br />
hechas podrían ser música como la música celta, la música de las lenguas gaélicas.<br />
Me gusta mucho Pentangle; descubrí que estos músicos podían hacer canciones<br />
igual que los jarochos, que hacen líneas muy interesantes, y ese fue mi encuentro<br />
con la música europea.<br />
41
Por muchos años toqué la guitarra arpegiada y el ritmo no lo entendía, hasta<br />
hace relativamente poco; el ritmo vital lo entendí cuando empecé a tocar con<br />
percusionistas, hace quince años: primero con José Sefami, después con Bringas<br />
que tocó la tabla, luego con el maestro Peña y ahora con mi hijo Kabalan, que toca<br />
muy bien la música árabe; ahí empecé a ver que la canción a veces es muy estática.<br />
Si escuchas a Cohen está bien, pero es mucho discurso también.<br />
Cuando creciste haciendo canciones tienes un poquito ese defecto, de no trabajar<br />
el ritmo; pero ahora sin eso ya no puedo componer. Esa parte la descubrí<br />
con el mundo árabe y esa herencia es maravillosa, esa música es increíble. La música<br />
africana, la música árabe y la música de la India vinieron después. A mí de<br />
chavo no me gustaba la percusión; ahora siento que es importante para que la<br />
música salga.<br />
Mis piezas pueden sonar a música celta, a música árabe, a la India; desde muy chavo<br />
me volví compositor porque nunca tuve el don de sacar las rolas de otros. A mí me<br />
costaba mucho trabajo y prefería hacer una pieza. No me gusta engañar y decir: “Sí,<br />
soy especialista en música árabe o música de la India”, no; sólo la conozco y la oigo.<br />
Eso y lo poco que estudié de música europea: armonía, contrapunto y orquestación.<br />
La colonia libanesa en México es bastante amplia y ha dejado huella.<br />
¿Cuándo llega a tu entorno tu origen árabe?<br />
Yo tardé muchos años en volverme libanés porque cuando yo era niño, en los<br />
sesenta, ser emigrante no era algo muy agradable. Ser africano o árabe era mal<br />
visto en el mundo y crecimos con eso. Mi papá, que es un libanés cien por ciento,<br />
no lo exteriorizaba por eso. Es una historia complicada. Nadie entendía qué es ser<br />
árabe porque en nuestro caso somos de origen cristiano. Todo mundo cree que<br />
los árabes son narizones, musulmanes, que usan camellos… y eso no es cierto, es<br />
un mundo muy amplio, con muchas variantes.<br />
Yo lo descubrí ya grande y cuando fui a Líbano fue una experiencia única; sentí<br />
que era libanés aunque no hablara la lengua, aunque no tuviera ese acercamiento.<br />
Hay algo ahí muy fuerte en ellos porque toda su vida han sido migrantes; hay más<br />
libaneses fuera de Líbano. La historia de nuestros abuelos es un acoplamiento a<br />
la primera con mexicanos: se casaron con mexicanas: se volvieron mexicanos; así<br />
son los libaneses, que se adaptan y no lloran.<br />
La esencia está y me da mucho gusto porque cuando toqué en Líbano y cuando<br />
toco con los libaneses, ellos sienten algo cercano, como un artista de origen<br />
mexicano pero que tiene cosas comunes.<br />
42
Soy mestizo cien por ciento y nunca he tenido problema por mezclar ni la comida<br />
ni la lengua ni la cerveza. Soy una persona a la que le encantan todas las<br />
culturas, todas las mujeres de cualquier color, todas las comidas me gustan; no<br />
tengo ese prejuicio y posiblemente es una herencia libanesa el darse cuenta de esa<br />
manera de interactuar.<br />
Pareciera que el Sureste es una obsesión en ti: pejelagarto, Macuspana,<br />
Cosamaloapan, Pochitoque e Istmo son palabras incluidas en los títulos de algunas<br />
de tus piezas. Ya sea en ámbitos etéreos como rítmicos y, junto con el son y el<br />
bambuco, son la parte mexicana dentro de la fusión que tu música representa.<br />
¿Lo contemplabas desde los principios?<br />
Esos títulos son tabasqueños porque Olga, mi mujer, también tiene el mismo origen,<br />
es libanesa-tabasqueña y yo soy libanés-yucateco. Visité mucho Villahermosa<br />
cuando hice la Música para planetarios; me gusta más Tabasco: es un estado<br />
libre de pensamiento. Yucatán es, si no más cerrado, sí más tradicional. Es mucho<br />
del misticismo que se da en nuestro país. Musicalmente, las melodías de Veracruz<br />
son de las más importantes de México. Desde el Sotavento la música jarocha llegaba<br />
hasta Huimanguillo, en Tabasco.<br />
¿Cuáles son para ti los puntos de encuentro musicales entre los tres continentes y<br />
cómo los integras a tu obra?<br />
Hoy en día todos los músicos que se jacten de serlo tienen diferentes influencias,<br />
es algo que ha pasado en toda la historia de la música. En el caso del son jarocho,<br />
es la música barroca del siglo XVII, la música africana que llegó con los esclavos<br />
negros traídos por los portugueses y la influencia indígena que, aunque es muy<br />
poquita, está ahí.<br />
No podemos hacer algo que no tenga diferentes raíces, toda la música es mestiza,<br />
afortunadamente. Hoy esto es más claro por el Internet, por la apertura que<br />
hay para viajar, por los acercamientos, pero la música toda la vida ha sido un encuentro<br />
de diferentes raíces desde Bach, Telemann, Pourcel...<br />
En la España medieval del siglo XV, donde vivían musulmanes, judíos y cristianos<br />
y donde había todas esas influencias, las Cantigas de Santa María, de Alfonso X,<br />
son así, con esas músicas que toman de todos lados.<br />
En varias entrevistas has manifestado que la búsqueda de sonoridades<br />
y ritmos, de un espacio sonoro abierto, son parte esencial de tu estilo musical.<br />
43
De los ambientes sutiles, sobre todo a partir de Música para planetarios, hasta<br />
las sonoridades rítmicas de De Beirut a Cosamaloapan se siente una fuerza<br />
interpretativa más intensa. ¿Cómo has sentido tu evolución musical en<br />
estos más de 30 años en escena?<br />
Desde muy joven me interesaron los sonidos abiertos, esto es técnicamente la<br />
resonancia de los armónicos. Me gusta la música mojada, que tiene eco, que tiene<br />
resonancia; de ahí que mis músicas favoritas sean las gaitas, las sitars de la India,<br />
la música barroca, los clavecines, la jarana. He trabajado en eso; no es algo que se<br />
dé mucho en los músicos porque ahora se está muy en la forma de la armonía y se<br />
descuida eso, desde mi punto de vista.<br />
Creo que De Beirut a Cosamaloapan es un disco acústico con piezas como Costa<br />
fenicia, donde el clavecín y la guitarra están al unísono a propósito, donde los armónicos<br />
resuenan de manera simpática, muy especial, y van creando otras voces.<br />
¿Cómo trabajas, técnicamente, tus espacios sonoros?<br />
Depende de lo que voy a componer, si es una música para un audiovisual, una película<br />
o un documental. Estudié composición, entonces puedo utilizar diferentes<br />
técnicas; puedo escribir desde una manera antigua, renacentista, clásica, romántica;<br />
puedo hacer un blues, algo de jazz. Conozco la armonía y conozco los estilos,<br />
no los domino pero sí sé de qué tratan. Mi música técnicamente está llena de espacios<br />
modales: la armonía medieval que, trabajada de una manera contemporánea,<br />
acepta otras notas; se añaden otras disonancias que no tiene la música medieval,<br />
pero se trabaja como una técnica renacentista-medieval llevada al siglo XX.<br />
A través de tu discografía han sido muchos y de muy variadas influencias<br />
los músicos con quienes has compartido escenario y estudio de grabación: Óscar<br />
Reynoso, Juan Valdés, José Luis Almeida, Yusuf Cuevas, Sotelo y por supuesto, Olga<br />
y Eblen. ¿Te sientes más cómodo con un solo acompañante o prefieres<br />
un ensamble?<br />
Últimamente me gusta tocar en grupo; ya no me gusta tocar solo. Eso dejó de<br />
funcionar hace algunos años; se dio mucho en los ochenta, los noventa: Jorge<br />
Reyes, Luis Pérez, Antonio Zepeda, Macari como solistas. Hoy en día es muy<br />
difícil mantener la atención del público, la gente no te pela; bueno, ni Paco de<br />
Lucía toca solo. Se requiere de una técnica muy depurada, una variedad de repertorio<br />
y de tener varias guitarras para que puedas ser interesante. Tocar solo es<br />
como comer solo.<br />
44
Yo me siento muy a gusto tocando en ensamble con mi familia, con mi hijo<br />
Kabalan que es un gran percusionista, con Olga que toca el clavecín de maravilla;<br />
con Óscar Reynoso que es el mejor músico que he conocido en mi vida, con un<br />
talento impresionante; con Juan Valdés, con quien hice el disco que más me gusta<br />
en mi carrera: Trayectos; Cuevas, que toca todos estos alientos y en realidad es<br />
como otro elemento encima de la música que hacemos; Sotelo, de Cabezas de<br />
Cera, que es muy talentoso. Me siento a gusto tocando con este tipo de gente.<br />
Lo que más hago ahora es palomear: me meto a tocar con celtas, con jarochos,<br />
con quien sea, y palomeo con la guitarra. Y eso me gusta mucho.<br />
¿Cómo decides la instrumentación de tus piezas?<br />
Hablando técnicamente, no me gustan los ensambles tradicionales; creo que ahí<br />
pierde mucho la música. Por eso me gustaba tocar con Cabezas de Cera; Sotelo<br />
toca instrumentos muy raros, Jesús toca instrumentos muy raros: el clavecín es un<br />
instrumento en desuso, afortunadamente, y la percusión árabe no es algo común<br />
en el drum-set de la parte armónica.<br />
A partir de sonidos decido trabajar con la jarana, que es sonora; con la guitarra<br />
de ocho cuerdas, que es sonora; con la guitarra de metal. Busco ser original de<br />
esa manera, no repetir la alineación tradicional. Es una concepción más barroca,<br />
más antigua. Usar la misma instrumentación y las mismas formas es un concepto<br />
romántico, del siglo XIX, con la sinfonía, con el cuarteto. Aquí es un concepto más<br />
de dosificar los instrumentos, de buscarles su lugar. No es necesario tanto, por eso<br />
me siento cómodo tocando en trío o en cuarteto; no veo la necesidad de tocar con<br />
una sinfónica, no me hace muy feliz esa sonoridad: uno puede lograr una sonoridad<br />
fuerte como los tibetanos con sus coros, los celtas… Es una cuestión técnica<br />
de resonancia de los armónicos.<br />
Casi la totalidad de los músicos participantes en aquel 2º Festival Rupestre<br />
no viven, a 28 o 29 años de distancia, de sus composiciones e interpretaciones<br />
o de alguna actividad cercana a la música y se mantienen dentro de la<br />
marginalidad por falta de espacios en la colectividad comercial; sin embargo,<br />
tú mencionas que has podido vivir de la música en México.<br />
México, como un país latino, es un lugar donde la música se da bien, como Brasil,<br />
Venezuela, Cuba o Colombia. México es un país con el mismo potencial, su único<br />
problema es que está muy cerca de Estados Unidos y eso ha hecho que exista<br />
ese malinchismo. Por otro lado, las instituciones han sido maravillosas a partir<br />
45
de Vasconcelos, que creó la SEP. Los institutos de cultura sí han funcionado en<br />
México; hay dinero para la cultura. Los gobiernos, aunque sean de derecha, le dan<br />
importancia, saben que es necesario que la cultura exista y hay dónde moverse.<br />
Yo vivo bien de la música.<br />
México es un país noble, a la gente le gusta escuchar música. Un festival mexicano<br />
bien realizado no le pide nada a ningún festival europeo. Es un país que está<br />
abierto a las músicas, un país bueno para hacer música.<br />
¿Es factible, económicamente, para el público asistir a los conciertos? Sabemos<br />
que hay una diferencia muy marcada cuando viene un artista extranjero a cuando<br />
se trata de un artista nacional.<br />
En la Ciudad de México hay muchos conciertos. Si uno busca, bien puede escuchar<br />
a músicos extranjeros en el Zócalo o en una plaza. Paul McCartney tocó en el Zócalo<br />
gratis. Sí es caro de repente ir al Teatro de la Ciudad, al Metropólitan, pero la Sala<br />
Netzahualcóyotl, la UNAM, son accesibles: puedes ir a un concierto internacional y<br />
el precio es factible: ahí escuché a Jordi Saval y a Keith Jarret y no fue caro.<br />
No es un país donde todo sea bisnes, aunque sí tiende a ser eso; pero todavía<br />
se puede. Hasta se peca, a Eblen Macari lo puedes escuchar gratis en cualquier<br />
delegación y es malo también porque la gente dice: “Ay, pues es gratis” o “voy<br />
después”. También tiene su punto débil esta oferta tan amplia.<br />
Muchos grupos se quejan de que no hay espacios. Siempre he sido una persona<br />
que está adelante de lo que va a pasar, me doy cuenta; digo si algo va a funcionar<br />
o si algo no a nivel de cómo se mueve. Lo mío funciona porque no toco igual que<br />
hace veinte años, ya no hago Música para planetarios, ahora hago una fusión con<br />
percusión, no uso nada de secuencias en vivo y me funciona; no va a ser para toda<br />
la vida, un día va a tener que ser otra cosa, ahora estamos con música barroca que<br />
me gusta; sé por dónde va.<br />
Hay que cambiar o morir. Lo más sano que te puede pasar es tocar con jóvenes:<br />
mi hijo tiene ventitantos años y es una maravilla, es fresco, te da mucho. Están<br />
muy gruesos, traen muchas pilas; McLaughlin toca con chavos que tienen energía,<br />
técnica y eso te prende y tú les enseñas también; aprenden las tablas, el escenario,<br />
el timing; no es fácil, uno sabe cómo hacer un concierto pero ellos tienen la<br />
fuerza, la sangre fresca y eso hay que tomarlo.<br />
No me quiero comparar con los Bach, estaría fuera de lugar, pero ellos pasaron la<br />
estafeta por 400 años hasta llegar al máximo músico que ha dado la humanidad y que<br />
es Johan Sebastian Bach. Y aquí lo podemos ver con los Nandayapa, Los Utrera, Los<br />
46
Eblen Macari Trio, en 2012. (Archivo: Eblen Macari).<br />
Portada del álbum De Beirut a<br />
Cosamaloapan (2012), de Eblen Macari.<br />
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Vega. En las familias musicales deben pasar la estafeta porque es una herencia que<br />
facilita el camino: lo que yo hice en veinte años mi hijo lo hizo en los primeros cinco<br />
años, a los veinte ya había grabado un disco fuera del país. ¡Yo hubiera dado saltos!<br />
¿Qué significa la posibilidad de mostrar tu trabajo fuera de México<br />
y qué representa el haberlo hecho?<br />
De mi vida es lo mejor que me ha pasado. A los quince años dije: “Yo quiero viajar<br />
por el mundo” y lo he hecho haciendo música. Realmente agradezco a la vida porque<br />
cuando voy a tocar representando a México realmente me siento mexicano.<br />
Cuando estás en Indonesia o en la India o en Líbano o Haití y dices: “Qué bonito<br />
que vengo a representar a México”. Me han tocado muchos 16 de septiembre fuera<br />
del país y me ha emocionado mucho poder representarlo, porque México es<br />
complejo: no nada más mariachi; también somos nosotros. Y nos aceptan bien;<br />
nada más les dices: “No soy mariachi; hay otras cosas”. Y entonces entramos al<br />
mismo canal.<br />
¿Conoces, en términos generales, la obra de tus compañeros Rupestres<br />
de entonces al día de hoy?<br />
Sí, cómo no: hace poco trabajé en el disco de Roberto González titulado Por ahora.<br />
Los primeros acordes yo los hago, una guitarra pulsada. Conozco lo de Catana<br />
que me gusta mucho: Caballo. A Jaime lo he oído un poco menos; de él me gusta<br />
la obra vieja. Armando Rosas es buen músico, muy buen guitarrista. A Fausto<br />
Arrellín lo veo porque su hijo es un gran diseñador y ahí grabamos y hacemos<br />
cosas. A Roberto Ponce, la última vez que lo encontré me preguntó, para Proceso,<br />
sobre la música que estaba haciendo sobre Teotihuacán. A Nina, no reciente, pero<br />
sí la ubico bien. A Guillermo Briseño también, por su escuela.<br />
¿Con cuál o cuáles Rupestres te gustaría trabajar hoy en día?<br />
Me gustaría grabar algo con Catana en sus discos, hemos tratado y estaría bien<br />
hacer algo; con Jaime también. Con ellos son con los que más relación tengo. Han<br />
sido una generación provechosa para el país. No es fácil que los músicos sobrevivan<br />
tanto tiempo; las cosas van cambiando y no es fácil mantener una carrera. La<br />
mayoría ha abrevado y puesto en sus obras música folk de algún sitio del país. El<br />
folk es la raíz que le da vida a las cosas. Una música sin raíz no tiene mucho futuro.<br />
La música tradicional como base es buena para crear.<br />
48
Eblen ¿eres feliz como músico?<br />
Es una vida muy profunda, complicada: existe; la música tiene altibajos, no todo<br />
el día estoy en eso. Como decía hace poco: “Vamos a hablar de comida, de cerveza,<br />
de viajes y, después, de música”. No soy un artista intenso que todo el día digo<br />
que sueño con la música porque sería mentir.<br />
Sé mucho de música, soy melómano, toda mi vida; vivo de ella, me ha hecho<br />
viajar por todo el mundo, conocí a mi mujer que es músico, mis hijos lo son. Sí,<br />
estoy agradecido con la vida; es algo lindo. La casa es de música también. Tiene<br />
sus bemoles; no es todo maravilloso: de repente la economía, a veces no hay conciertos,<br />
a veces no te ganas la beca. Pero tengo 30 años viviendo de la música.<br />
49
50<br />
Rafael<br />
Un gato de corazón púrpura<br />
raúl silva
Rafael Catana en el Salón Bombay, con Federico Schumcler al fondo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />
Catana va silbando por la calle una rola,<br />
su pelo es un poema, o quizá alguna broma<br />
Desolación, de Arturo Meza<br />
Hace muchos años, caminando con Rafael Catana por entre la selva citadina<br />
del Tianguis del Chopo, unos chavos que lo vieron pasar le gritaron: “Catana, no te<br />
mueras nunca”. Este gesto amoroso no sólo es un buen deseo, sino también una<br />
consigna que la música es capaz de convertir en realidad. Pero no sólo la música. En<br />
la intrincada trama de la vida mexicana contemporánea, de la urbe y sus recovecos<br />
más misteriosos, Rafael Catana es uno de esos personajes que nutren y se nutren<br />
con alimentos tan diversos como la generosidad, el sentido del humor, la irreverencia,<br />
el canto popular, la poesía, la solidaridad y la memoria. La desmesura es también<br />
51
su fuerte y con ella ha podido capotear un temporal donde los cataclismos no son<br />
escasos. Músico, activista cultural y social, conductor de radio, poeta, profesor y tallerista,<br />
Catana ha dejado rastros de su andar por este mundo en cinco producciones<br />
sonoras. Sus títulos revelan intenciones: Un gato de corazón púrpura (1989), Polvo de<br />
ángel (1991), El nagual (1997), La rabia de los locos (2001) y Caballo (2011).<br />
Catana ha poblado su ser y su música con todo tipo de literatura. De Henry<br />
Miller aprendió cierta indolencia para el arte del amor, de Roque Dalton ese chispazo<br />
luciérnaga que dejan las causas perdidas y de Mario Santiago el regocijo de<br />
reírse de sí mismo, por ejemplo. Su lectura de la ciudad y de la vida está en sus<br />
canciones; es un viaje en Metro, avistado por miradas y sensaciones que buscan<br />
descifrar una realidad que se escapa.<br />
El don de la conversación y una memoria fresca, la necesidad de dejar la mayor<br />
cantidad de huellas, el sentido crítico que mantiene abierta la puerta para los<br />
reclamos, (porque evidentemente que Rafael Catana también tiene huesos en el<br />
armario), son atributos con los que se ha reconstruido este capítulo.<br />
La vida<br />
Prehistoria<br />
Mi vida era ser fanático de Un Viejo Amor y de La Nopalera. Había vivido muchas<br />
tocadas de los hoyos fonquis, amaba a Bandido, El Ritual, Comunicación.<br />
Soy fan de Eblen Macari desde 1972. Norma Valdez y Javier Bátiz, el Pájaro Alberto,<br />
Polvo, Medusa, El Hangar Ambulante, están en mi memoria, imagínate:<br />
un niño precoz. Me tocó fundar el Centro Libre de Experimentación Teatral<br />
(CLETA), en Sullivan 43, junto con una bola de locos como Los Mascarones,<br />
Los Nakos, el grupo Informe, Enrique Ballesté, León Chávez Teixeiro, Luis<br />
Cisneros, Roberto Pata Loca, Víctor Hugo Santos, Manolo Rodríguez, José de<br />
Molina, Eduardo Lobo González; me tocó ver a Judith Reyes en el CCH Vallejo<br />
y tocar con ella en la peña Tecuicanime, cuando yo era un aficionado más que<br />
un profesional de la música. Por entonces estudiaba en la Escuela de Música y<br />
hacía guiones para Radio Universidad, daba clases en escuelas, me enamoraba<br />
perdidamente y buscaba una parte de la ciudad que se me había escapado en<br />
mi adolescencia. En mi post-adolescencia empecé a descubrir ese DF lleno de<br />
recovecos, lugares y espacios.<br />
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Milité en la izquierda y me tocó ver su ruptura, en el sentido de la derrota de<br />
la Revolución. Estuve en el CEFOL y conocí a la gente del grupo La Peña Móvil,<br />
Cuicani, a Víctor Martínez, a Cade. Yo venía de la peña El Mosco Pasa y, antes de<br />
formar parte de algún movimiento, me acerqué a la Liga Independiente de Músicos<br />
y Artistas Revolucionarios (LIMAR), donde conocí a muchos amigos como<br />
Álvaro Guzmán, guitarrista de La Piel, Beto Delgado, la gente de On’ta, MCC, entre<br />
muchos que se me barren porque mi Alzheimer progresa… Luego estuve en<br />
TIEMPO (Taller de Experimentación y Música Política) y componía unas canciones<br />
tan divertidas que las he olvidado. Pero fue precisamente el rollo colectivo lo<br />
que me llevó a los Rupestres, con la creencia de que en conjunto se pueden hacer<br />
las cosas y con la conciencia de que siempre alguien de nosotros se va a desarrollar<br />
más, porque en los colectivos así es. Los Rupestres fueron una forma de despegar.<br />
Tengo muchos pasados negros. Estuve en los talleres de El Ciervo Herido.<br />
Aprendí que, más que poeta, lo que yo quería era escribir canciones. Pero fui becario<br />
de Bellas Artes en poesía, estuve en talleres con Ricardo Castillo, publiqué<br />
una plaquette en la editorial Penélope, con Ilya de Gortari. Empecé a trabajar con<br />
Fausto Arrellín en el 83. También me reunía seguido con Jaime López; trabajábamos<br />
cosas y nos veíamos para echar desmadre. Tomé un curso intensivo con él,<br />
que en realidad fue un curso de vida. Él me invitaba a ver sus tocadas y a tocar con<br />
él, todo desde el mundo de la amistad.<br />
Hacía una vida común y corriente a partir de mi trabajo artístico, descubriéndolo<br />
y aprendiendo a componer canciones, buscando entender cómo se hace una<br />
rola y cuál es el patín de esa creación: el texto y la música, algo que a lo mejor nunca<br />
he aprendido a hacer correctamente. Viajé a Centroamérica haciendo teatro<br />
con una bola de locos y nos tocó estar cerca de la Revolución. Luego conocí a los<br />
infrarrealistas y a una generación de poetas hermanos: Ricardo Castillo, Beatriz<br />
Stellino, Pedro Damián, Silvia Tomasa Rivera, Hermann Bellinghausen, David<br />
Huerta y mucha gente con la que comencé a formar mi familia, una gran familia<br />
que ahora tengo. Soy de una generación con mucha suerte, mucha química, vibra<br />
y energía, en el sentido del rol, el viaje, el movimiento y los movimientos sociales.<br />
El otro lado<br />
Lo primero que recuerdo haber escuchado fue un disco de Daniel Valdez, Mestizo<br />
(1974), y me pareció muy raro que alguien cantara a Joaquín Murrieta; se me<br />
hacían muy raras esas canciones de bandidos. Luego conocí la música de Santana<br />
y lo viví como una cuestión de identidad nacional con el rock, que se potenció al<br />
53
conocer a Los Lobos, esa banda chicana que en Estados Unidos canta en español.<br />
Se me hizo un mundo maravilloso, en el sentido de reconocer una identidad<br />
nacional mexicana que a nosotros nos da pena, porque no tenemos autoestima<br />
colectiva y nos avergüenza reconocernos. Esa búsqueda de la identidad la viví<br />
cuando estuve en Los Ángeles, pensando mucho en la diversidad del rock mexicoamericano,<br />
que se la ha rifado en un ambiente cultural muy rico pero también<br />
muy selectivo y hasta racista. En los ochenta escuché mucho a esa tremenda<br />
banda que son The Cruzados y a esa cantante angelina maravillosa que es Linda<br />
Ronstadt, en su época rockera. También tengo recuerdos de infancia escuchando<br />
a Freddy Fender. Es inolvidable esa imagen suya, romántica, con su guitarra Telecaster.<br />
O Lalo Guerrero, que era tan cercano y por eso mismo no lo pelaba tanto y<br />
ni siquiera sabía que era mexicoamericano. Todos ellos me dieron una referencia<br />
cultural que a fin de cuentas es la mía.<br />
Centroamérica<br />
En 1975 viajé a Centroamérica con un grupo de teatro de la prepa. Habíamos ganado<br />
un concurso en el CCH. Fue un viaje que duró dos meses y medio. Íbamos Luis<br />
Cisneros (que era el director), Macondo, El Rizos, Abigail Viveros, entre otros. Viajamos<br />
de México a Panamá de aventón. Fue un momento muy intenso en el sentido<br />
de la creatividad artística, porque fue descubrir la realidad social de México y de<br />
América Latina. Originalmente íbamos a viajar a Colombia, pero no pudimos llegar<br />
porque había estado de sitio. Conocimos a muchos grupos musicales; vimos cómo<br />
se formaba un partido político, que después sería el Frente Farabundo Martí para<br />
la Liberación Nacional (FMLN), y la Liga de la Liberación. Estuvimos en Managua<br />
con la gente del Frente Sandinista y en León durante una manifestación donde la<br />
Guardia Nacional pasaba en sus jeeps a gran velocidad. Me enamoré de una niña<br />
que me dio la mano y resultó ser del cuerpo de seguridad que nos estaba cuidando.<br />
Cantamos en las calles de Nicaragua las canciones de Carlos Mejía Godoy, que<br />
estaban prohibidas. En fin, fue un viaje intenso donde, sin darnos cuenta, arriesgamos<br />
nuestra seguridad porque éramos unos niños muy vivaces y bastante ingenuos.<br />
Después, muchos se retiraron de todo: de la música, de la poesía, de la política, del<br />
arte. Esa aventura me dio muchas cosas, sobre todo, una visión del poder como algo<br />
que está incrustado en la condición humana. Este viaje tiene que ver también con<br />
cierta inteligencia emocional, resumida en una pregunta: ¿qué pinche onda con la<br />
Revolución?<br />
54
Los Rupestres<br />
¿Qué somos los Rupestres?<br />
Cuando nosotros ideamos esto no pensábamos en cantarle a la revolución social ni<br />
si íbamos a ser cantantes de la televisión, aunque Rockdrigo sí lo quería ser. Pero hay<br />
sucesos en los que uno no cabe: o sea, no estás en el mainstream y tienes la necedad<br />
de hacer tu trabajo hasta que estés viejito. Esto no es ser un perdedor, sino estar en<br />
una batalla permanente que tal vez no ganes, pero sabes que no vas a perder. En<br />
ese sentido nosotros ni íbamos a ser cantantes de la televisión y tampoco íbamos<br />
a ser los cantantes de la Revolución, ni de la “revolución” del PRI ni de la “revolución”<br />
de la izquierda. ¿Por qué? porque los cantantes de la Revolución ya estaban y<br />
la gente los escogió: son Silvio Rodríguez, Gabino Palomares, Amparo Ochoa…<br />
Pero también sabemos que esta es una revolución derrotada y ahí es donde viene el<br />
cuestionamiento sobre qué hacemos en el Movimiento Rupestre. ¿Qué somos? ¿Le<br />
cantamos a una revolución derrotada, hacemos canciones existencialistas o simplemente<br />
la estamos pasando poca madre? Quién sabe. En todo caso, venimos de Sesiones<br />
con Emilia, el disco de Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán. De ahí<br />
venimos y también de El Pájaro Alberto, de Javier Bátiz, de León Chávez Teixeiro.<br />
Recuerdo esa época como si fuera el principio de un sueño: el sueño de poder<br />
construir un movimiento de rock con canción de autor y gente de bien creando<br />
buenas rolas, con amor al escenario, a la música, al espíritu creativo de un país<br />
que pensábamos que podía cambiar. Fue bien importante que en ese momento<br />
existiera esa ilusión, y creo que actualmente hay una especie de reencuentro con<br />
esa época, en el sentido de poder entablar permanentemente un diálogo con ese<br />
sueño. Los ochenta fueron una época híbrida, porque veníamos de unos setenta<br />
igualmente híbridos. Pero… había un sueño y ese sueño se ha podido realizar de<br />
diferentes formas.<br />
El Movimiento Rupestre no sólo se hizo con los músicos que lo integramos,<br />
sino también con otra gente que fue fundamental. Jorge Pantoja es uno de ellos.<br />
Era subdirector del Museo del Chopo y nos abría las puertas para ensayar y tocar.<br />
Su apoyo, su presencia y su locura por inventar cosas son esenciales. Fundó el<br />
colectivo La Agrupación Imposible y es un caso dentro de la contracultura mexicana:<br />
inventó los concursos de rock del Chopo, de donde salió mucha gente, y<br />
también fundó el Tianguis del Chopo. Es un tipo que tiene ideas todos los días y<br />
de pronto enloquece y las comienza a desarrollar.<br />
55
Pienso en Rodrigo de Oyarzabal, que tenía su programa ‘El rol de todos los<br />
días’, en Radio Educación, y nos cobijó (de hecho debería estar en la famosa foto<br />
de los Rupestres). Otros personajes cercanos han sido Pepe Návar, José Luis Torres<br />
(El Capitán Chorizo), Víctor Ezkide, Alain Derbez, Jorge García Montemayor<br />
(que nos ha arropado a todos con su maravillosa guitarra), el poeta Pedro Damián,<br />
Edgar Arrellín (un autodidacta que nos ha sonorizado infinidad de veces)...<br />
Luego están proyectos culturales como el Foro Alicia, la Editorial Penélope y todos<br />
los espacios donde hemos tocado.<br />
El colectivo<br />
A partir de las relaciones que Rockdrigo y yo teníamos empezamos a juntar a esta<br />
serie de compositores, un poco alejándonos de la gente del canto nuevo y buscando<br />
otro ambiente del rock que no fuera tan gandalla como el de los hoyos fonquis.<br />
Así nos organizamos y se me ocurrió que le pusiéramos ‘Colectivo Rupestre de<br />
los Cantantes Bofos’, siempre en un sentido de broma porque éramos los más<br />
bofos de la música en México en cuanto al crecimiento y el desarrollo, en cuanto<br />
a lo feito que puede ser un cantante rupestre en medio de un glamuroso rockero<br />
heavy metal de la época o una estrella de pop de televisa o un cantante de izquierda<br />
que le rinde tributo a la Revolución.<br />
El manifiesto<br />
La idea de escribir un manifiesto se la debemos a Jorge Pantoja. Rockdrigo fue el<br />
que la llevó a cabo en un momento en que la vida simplemente sucedía. Digo esto<br />
porque el Movimiento Rupestre se dio sin que lo premeditáramos. El Manifiesto<br />
que escribió Rockdrigo nos daba mucha risa y no estábamos tan de acuerdo, en un<br />
sentido figurado y real. Yo vengo del rock y del folk, y siempre me ha interesado la<br />
tecnología. Pero una de las cosas que siempre he pensado es que la gente necesita<br />
tener buen humor; tu éxito puede ser a partir del buen humor. En ese sentido,<br />
creo que el Manifiesto Rupestre es una buena broma, tiene un excelente sentido<br />
del humor y cuestiona a la tecnología. Pero el Movimiento era de facto, se estuviera<br />
a favor o en contra del Manifiesto. Claro, ahí también había una estrategia<br />
para estar vivos y eso fue muy importante, porque a veces uno tiene que hacer<br />
los ambientes y realizar diferentes cosas en diferentes momentos de la vida. Una<br />
de ellas es el poder estar en el rock y también en la canción de autor o, en aquellos<br />
tiempos, en el canto nuevo; aunque de pronto no estábamos en ninguno. Los<br />
rockeros nos veían como muy fresas y la gente del canto nuevo se espantaba con<br />
nuestras canciones, porque no eran la típica canción de Silvio Rodríguez.<br />
56
Los Rupestres no se acabaron con la muerte de Rockdrigo<br />
El Movimiento fue creciendo después de que murió Rockdrigo. Los fundamentalistas<br />
creyeron que se había acabado, pero no. Se integraron Arturo Meza, Gerardo<br />
Enciso, Mauricio González Gómez, Armando Rosas, Carlos Arellano, Marco<br />
Ruiz y revoloteaba por ahí Normando López, entre otros. Se dio un suceso en<br />
donde lo más importante no fue Rockdrigo González, sino toda la gente que se<br />
identificó y ha estado ahí. Roberto Ponce dice que en cuanto muere Rockdrigo<br />
muere el Movimiento; yo digo todo lo contrario: en cuanto muere Rockdrigo el<br />
Movimiento se consolida, dura un tiempo y desaparece. Sí, estábamos muy tristes,<br />
pero la vida tenía que seguir; llegó gente nueva, músicas nuevas, otras formas<br />
de hacer canciones. El Movimiento Rupestre forma parte de la memoria de nuestras<br />
vidas y de las vidas de mucha gente. Yo tengo ese sambenito de ser Rupestre y<br />
me lo quisiera quitar, pero es muy difícil porque ya es algo histórico.<br />
Concierto en vivo y El poeta rupestre<br />
Es memorable, para esta historia del Movimiento Rupestre, el espectáculo que<br />
montaron el poeta Ricardo Castillo y Jaime López: Concierto en vivo. Fue una<br />
bomba para el underground de la época y no está registrado a nivel discográfico.<br />
Fue el primer espectáculo de un poeta y de un rocanrolero en vivo. También, otro<br />
antecedente memorable está en El poeta rupestre, una serie de textos de Alejandro<br />
de la Garza, que leyó una noche en que Ricardo Castillo no pudo hacer Concierto<br />
en vivo. Es una obra que habla de José Pepe Nador, de Iztapalapa, y fue la primera<br />
vez que escuché el término rupestre. No sé si es un término despectivo. Recuerdo<br />
una película donde sale un ogro y un burro que le dice: “Quítate de allí, tipo rupestre”,<br />
lo cual tenía que ver con una connotación racista y primitiva. Creo que se<br />
debe reconocer a Alejandro de la Garza, El Cholibrí, como el primero que utilizó<br />
ese término, aunque Rockdrigo después lo integrara al Manifiesto porque sabía<br />
captar muy bien las ideas que estaban en el aire. Detectar el origen del uso de ese<br />
término es una discusión que espero suceda en forma antropológica y que algún<br />
estudiante de la ENAH haga su tesis al respecto.<br />
La ideología Rupestre<br />
Tiene que ver con el outsider y con el tipo con un punto de vista crítico. Por supuesto<br />
que siempre estuvimos en la izquierda. El patín de estar de gira en la ciudad después<br />
del terremoto, tocando en los campamentos y en las colonias, era una necesidad.<br />
Luego la huelga del CEU, en 1986, cuando tocamos en Ciudad Universitaria y se<br />
57
integraron Trolebús y Armando Rosas. Había una parte glamurosa del rock que no<br />
se unía y que de pronto, a partir de la aparición de ‘Rock en tu idioma’, comenzaron<br />
a participar en movimientos sociales, en esa huelga del CEU con el famoso camión<br />
de redilas de Maldita Vecindad. Empiezan a verse otras perspectivas y nuevos horizontes;<br />
nos organizamos más y después viene el movimiento zapatista. Por supuesto<br />
que hay un punto de vista ideológico, pero a la vez siempre ha existido un<br />
cuestionamiento a esa izquierda menopáusica, tradicional, estalinista, chafa, nepotista,<br />
burocrática, conservadora, más papista que el Papa, que cree que el poder es<br />
más importante y no los seres humanos. En ese sentido es una lucha contra el poder,<br />
porque esa izquierda o la derecha asesina llegan a ser dos enemigos del trabajo artístico,<br />
y eso no lo digo yo, es algo histórico, desde el patín que traían León Trotsky,<br />
André Breton y Diego Rivera por un arte revolucionario e independiente.<br />
Una senda sin redención<br />
¿Ha servido este viaje? Bueno, creo que sí ha servido pero no ha sido masivo.<br />
Hay nuevas generaciones que siguen nuestro trabajo, tienen una idea de lo que<br />
significa y saben que estamos en una senda donde no hay redención ni queremos<br />
que haya redención. Simplemente es un camino donde nosotros cantamos lo que<br />
vivimos, lo que nos pasa, el amor y el desamor, el poder, la izquierda, la policía, la<br />
derecha, cuestionando cosas que tal vez no habíamos pensado. Porque imagínate<br />
que la trova cubana, a pesar de que también se enfrentó a la burocracia, ha sido un<br />
movimiento promovido por el Estado. Nosotros no hemos sido promovidos por<br />
la izquierda ni por la derecha, nos promovemos a nosotros mismos ante un público<br />
que nos ha valorado y que nos ha seguido. Cierto, de pronto hay una historia<br />
fuerte de desencuentro, porque las generaciones van cambiando y los públicos<br />
van cambiando. Hay público fiel, pero la gente envejece y tiene otras prioridades<br />
en la vida, le va cambiando el patín del cerebro o le van cambiando las ideas o se<br />
vuelve conservadora o se muere. Estamos a contracorriente, siempre, es mi caso.<br />
Infrarrealistas y Rupestres<br />
Mario Santiago y Rockdrigo jamás hicieron buena química. Cuando se conocieron<br />
en mi casa hubo un choque eléctrico: punta contra punta. No se dio un entendimiento<br />
ni un encuentro sino más bien una especie de odio entre ellos, pero sin violencia.<br />
Cada uno, con su tremendo ego, quería brillar más que John Lennon; algo<br />
realmente imposible. Pienso que esto tiene que ver con el ego de la generación de<br />
Rockdrigo, gente con una gran megalomanía en un mundo donde deberíamos hacer<br />
58
Propaganda de la tocada en apoyo al CEU, de 1986.<br />
59
más música; aunque por otro lado es un empoderamiento necesario para conservarte<br />
vivo en un mundo de hijos de la chingada. Rockdrigo era un hijo de la chingada.<br />
Todo mundo lo mitifica pero era un hijo de la chingada, en el estricto sentido de la<br />
palabra, porque le tocó venir de los setenta, donde en el ambiente del rock te tenías<br />
que cuidar la espalda. Afortunadamente, esta generación del Movimiento Rupestre<br />
la hicimos para no tener que cuidarnos la espalda del otro músico. Rockdrigo sí se<br />
cuidaba la espalda y agandallaba a otros músicos, porque era su lógica de vida y tenía<br />
cierta negatividad en ese sentido. Eso no le quita lo gran artista, por supuesto.<br />
Ecos Rupestres<br />
Creo que la influencia del Movimiento Rupestre es vital porque ha arropado a<br />
una generación, sobre todo a través de sus individualidades; un poco pensando en<br />
la escuela que han hecho Arturo Meza, Carlos Arellano, Armando Rosas, Roberto<br />
González; en la escuela para cantantes que ha hecho Nina Galindo; en todo el<br />
desarrollo de la música progresiva a partir del trabajo de Eblen Macari. A nivel de<br />
los cantautores, está el trabajo de Roberto Ponce que, a pesar de no tener un disco<br />
grabado, ha sido determinante para muchos compositores, y en esos incluyo a<br />
algunos que no están cerca del Movimiento pero que tienen una presencia, como<br />
Jaime Moreno Villarreal o Pepe Elorza. Entonces sí, claro que hay una influencia<br />
a partir de la canción de autor y eso ha sido determinante para las nuevas generaciones.<br />
A lo mejor no soy la persona más capacitada para decirlo, pero creo que<br />
hay muchos seguidores de Carlos Arellano, de Armando Rosas, de Roberto González,<br />
de Gerardo Enciso y de Arturo Meza, en un sentido de escuela. En mi caso<br />
no sé, creo que soy el más modesto de todos y así me asumo, como un modesto<br />
escritor de canciones de rock que nunca dejará de hacerlo.<br />
Están los más jóvenes: Armando Palomas, Kristos, Leticia Servín, Carcará<br />
Muñoz, Iván Antillón, Iván García, La Trola… Palomas es una manifestación plena<br />
de nuestra cultura popular y cábula, Kristos es hijo directo de Normando López<br />
y de Marco Blues, que a su vez viene de Rockdrigo y de los Rupestres; Leticia<br />
Servín es una gran cantante y una compositora notable.<br />
El Foro Alicia y Nacho Pineda son importantísimos para la historia del Movimiento<br />
Rupestre; ahí se renovó ese espíritu de las tocadas colectivas, con Nina Galindo,<br />
Roberto González, Armando Rosas, Carlos Arellano, Gerardo Enciso y con las nuevas<br />
generaciones, donde están Leticia Servín, Kristos, Armando Palomas, que no son<br />
precisamente Rupestres. Más allá de que el Movimiento ya está ‘pelas’, el Foro Alicia<br />
es un sitio donde se manifiesta el espíritu de lo colectivo como un camino posible.<br />
60
La luz del camino<br />
Elina<br />
Elina Cariño fue mi compañera y juntos tuvimos a nuestro hijo Arlo. Ella murió<br />
en un accidente trágico en el Tianguis del Chopo, en 1986. Fue una pendejada<br />
de unos escuincles babosos que ni siquiera supieron qué fue lo que pasó, y esto<br />
también tiene que ver con el machismo de una sociedad que odia a las mujeres.<br />
Lo que pasó con Elina fue la manifestación de una sociedad machista que ve a una<br />
chava sola y la hostiga; de pronto hay una bronca y recibe un golpe en la cabeza.<br />
Todo mundo se echó a correr; no hubo solidaridad.<br />
Su espíritu siempre está conmigo, es mi compañía permanente. Elina está más<br />
allá del bien y del mal, es un espíritu vivo que cada día me dice lo que tengo que<br />
hacer y lo que no tengo que hacer. Y no soy esquizofrénico. Además era una mujer<br />
guapísima y maravillosa; murió a los 26 años cuando yo tenía 32. Me quedé con<br />
nuestro hijo y tuve que sacarlo adelante. El apoyo de mucha gente me ayudó a no<br />
vivir en la eterna depresión. Tenía que sacar el corazón y los testículos.<br />
Amigos entrañables<br />
Llevo tocando más de 15 años con los hermanos Rivadeneyra; ellos son mis hermanos.<br />
Daniel es un virtuoso del rock progresivo, del flamenco y de la guitarra<br />
acústica. Yo empecé a trabajar con él después de que dejó Delirium, un grupo<br />
mítico dentro del rock progresivo mexicano. Para mí ha sido una bendición de la<br />
vida haber podido tocar con él tantos años, recorrer muchas partes del país y estar<br />
de gira por Europa. Lo mismo que David, que es un ser fresco y muy talentoso; ha<br />
sido una gran inspiración en mi vida.<br />
En realidad no tengo fans sino un montón de amigos; entre ellos Beto y Magda,<br />
que realmente están safaditos y se les bota la canica, en el sentido amoroso. Nos<br />
han seguido toda la vida y ya no recuerdo cuándo empezaron a ir a mis conciertos.<br />
Los he visto también una y otra vez en las presentaciones de Gerardo Enciso, José<br />
Cruz, Jaime López, Carlos Arellano, y hemos compartido viajes; me han salvado<br />
la vida con su inmensa generosidad. Los fans enloquecen, pero los amigos son lo<br />
mejor que te puede pasar.<br />
Jaime López es una maravilla de arista y de ser humano. Me encanta su prendidez<br />
escénica. Aunque él no fue parte del Movimiento Rupestre, ha sido fundamental<br />
para la canción contemporánea mexicana. Él está más allá de cualquier<br />
movimiento, es un individuo y un artista muy completo. Estuvo en el 2º Festival<br />
61
Miguel Ordoñez,<br />
Rafael Catana y Daniel<br />
Rivadeneyra.<br />
(Archivo: Rafael Catana).<br />
62<br />
Rafael Catana con los hermanos Rivadeneyra en el concierto<br />
Noche de Primavera. (Foto: Juan Espinosa Torres, 2009).<br />
Rafael Catana y Los Dibujos Animados, en 1993. (Archivo: Rafael Catana).<br />
Portada del álbum Polvo de ángel<br />
(1991), de Rafael Catana; el diseño<br />
corrió a cargo del artista José<br />
Antonio Platas Olvera El Japo.
Rupestre, con Cecilia Toussaint; pero siempre pintó su raya de una manera sana<br />
y con excelente humor.<br />
Arturo Meza, Gerardo Enciso y Carlos Arellano son también mi tribu. En<br />
tiempos cercanos hemos estado grabando juntos para un disco donde cada uno<br />
canta canciones del otro. Son músicos que siempre han estado ahí, viajando en el<br />
mismo vagón por las vías de esta atribulada pero intensa vida.<br />
La poesía que canta<br />
A mí me defienden mis canciones<br />
Soy muy disperso, pero en lo único que no me he dispersado es en hacer canciones.<br />
Desde niño sabía que eso es lo que haría. No me importa triunfar o no<br />
triunfar; yo sé que voy a seguir componiendo. Eso es fundamental, porque todos<br />
estos años he desarrollado una carrera de manera independiente. He sobrevivido<br />
creando mi obra, mis canciones, mis poemas, mis discos. A mí me defienden mis<br />
canciones. Estoy en un país con falta de autoestima. Modas vienen, modas van<br />
y nosotros seguimos, precisamente porque le cantamos a la existencia humana,<br />
recreando la vida y el trabajo del hombre solitario, del tipo en la ciudad y del tipo<br />
en México, del tipo en el mundo frente a la filosofía y al amor, en contra del poder.<br />
Cosas que tienen que ver con la vida cotidiana, con cambiar la vida.<br />
Yo soy un escritor de canciones que escribe poesía<br />
La literatura comenzó siendo para mí, sobre todo, los poetas del rock: Peter Sinfield<br />
de King Crimson, Bob Dylan haciéndome ver el gato siamés sobre tu hombro.<br />
Han sido también las imágenes del viaje de ácidos que es Se está haciendo<br />
tarde, la novela de José Agustín. Para mí la poesía es un viaje de ácido sin tomar<br />
ácido; tiene que ver con la imaginación, con nuestras mitologías y nuestras mitomanías<br />
como artistas, con el viaje interno y externo, con la tierra, el sol, el agua y<br />
el viento.<br />
La canción: música con literatura<br />
La canción es un género que sirve para hacer música con literatura, una forma de<br />
cantar la literatura; es algo que viene desde los juglares del siglo doce, como Guillaume<br />
de Machaut, pasando por los existencialistas franceses, Raimon y el maestro<br />
63
Serrat. Hacer una canción es un trabajo profesional donde uno se clava en la textura<br />
de cómo desarrollar un trabajo intelectual, y esto es un debate que tengo con<br />
Armando Palomas: él se considera un anti-intelectual. Mi queridísimo Armando,<br />
hacer rolas es un trabajo intelectual, un trabajo sensible que tiene que ver con la vida<br />
y la muerte, con el amor y el desamor; pero también hay una técnica, hay una cosa<br />
que se llama lectura y hay otra cosa que se llama escuchar música. Tú no puedes<br />
hacer buenas canciones si no escuchas música y por lo menos lees Casos de Alarma.<br />
Abismo<br />
El poder, el dinero, el sexo<br />
Por supuesto que diario cambia la manera de ver la vida. A la gente le interesa el<br />
poder, el dinero y el sexo. Yo, como tengo una formación católica, lo quiera o no<br />
lo quiera, y tengo también una formación más o menos beatnik o existencialista,<br />
siempre me preocupo por el otro. Soy cáncer, cáncer-leo: sensiblero, cursi y romántico.<br />
Pero creo que mi manera de cambiar la vida se ha manifestado en el acto<br />
permanente de crear música. En una ciudad conservadora como el DF de un país<br />
sin autoestima y tan conservador como es México, en donde mientras no toquen<br />
a tu familia y no te metas en lo que pasa en el mundo todo parece normal. En ese<br />
sentido, creo la vida me ha cambiado a partir de cómo me he enfrentado a sus<br />
acertijos: contra los funcionarios públicos que no te quieren dar trabajo, contra<br />
los espacios que se te niegan, pero que tú vas, los buscas, te empoderas y estás.<br />
¿Por qué? Pues porque formas parte de un país, de una comunidad, y te metes en<br />
la bronca del mundo. Por supuesto que vivimos en un mundo de gandallas, pero<br />
donde no todos son gandallas; siempre hay alguien que no está en el rollo del poder<br />
y entonces tienes el chance de confiar un poco, de sentir que la humanidad no<br />
está tan podrida, pero sin perder la perspectiva de que la vida es cabrona.<br />
Todos quieren ser Bukowski<br />
Las drogas son normales en una sociedad, en un colectivo, en una colonia; pero<br />
no son lo más importante. Lo esencial es la obra y no que Juanito sea un alcohólico<br />
o un pacheco. Yo siempre he estado a favor de que se legalice la mariguana<br />
en este país, porque hay más muertos a partir de su prohibición; pero también<br />
entiendo que es un problema de salud pública. Claro, no puedo entender a un<br />
64
tipo súper pacheco y con una gran obra que no sea responsable de su familia, y<br />
esto no es una cuestión moral sino de ser congruentes. Yo soy muy crítico con mi<br />
generación: no puedes tirar rollos pacifistas en tus canciones y pegarle a tu esposa.<br />
Esto tiene que ver con la vida cotidiana. Si el rollo es cambiar la realidad, como<br />
decían André Breton y Rimbaud, pues empieza por tu propia vida. A veces las<br />
drogas o el alcohol afectan lo cotidiano de un artista. Por eso me molesta el mito<br />
de José Alfredo Jiménez. Todo el mundo ama a José Alfredo, un alcohólico que se<br />
murió de cirrosis pero que dejó una gran obra. No estoy cuestionando a José Alfredo,<br />
sino a cualquier artista que se crea superior porque tiene talento. Dejemos<br />
de mitificar a los artistas en ese sentido. Estamos en la época en que todos quieren<br />
ser Bukowski; lástima que aquí el seguro de desempleo no funcione.<br />
La obra sonora<br />
Un gato de corazón púrpura<br />
Es la grabación de unos conciertos en la Casa de la Paz y en el Foro Isabelino, en<br />
1989. Es un demo que produjo Enrique Falcón y me dio oportunidad de moverme<br />
más en esa época. Es el principio de todo. Algunas canciones aparecieron<br />
después en Polvo de ángel. Así comencé a viajar por la música. Tiene que ver con<br />
los tiempos del arranque Rupestre.<br />
Polvo de ángel<br />
El título tiene que ver con la imaginación y con las adicciones, con un momento<br />
de admiración hacia muchas cosas de la cultura mexicoamericana y con una necesidad<br />
creativa. Tiene que ver con la portada, la imagen de una antigua fábrica<br />
en Lechería, la Fábrica Nacional de Vidrio, que hasta la fecha sigue funcionando,<br />
y por donde pasaba el tren. Es obra de Javier Manrique, artista mexicoamericano.<br />
Polvo de ángel, producido por Sergio Ramírez Cárdenas y Juan Valdez, es mi descubrimiento<br />
como artista y la búsqueda del concepto Catana; es una carta de presentación<br />
con los músicos de mi generación. Fausto Arrellín fue muy importante<br />
para que se hiciera el disco. En esa época él trabajaba en Pentagrama y esto hizo<br />
que pudiera contar con una serie de personajes, a lo mejor muy disímbolos, pero<br />
el trabajo colectivo hizo posible Polvo de ángel. Ya no era el Movimiento Rupestre,<br />
sino Catana solito.<br />
65
El nagual<br />
El nagual lo produjo Federico Luna. Es un disco que tiene que ver con esta parte<br />
mía humana-animal y con la sexualidad, la pasión y el gusto por lo mágico a partir<br />
de la sexualidad: el encuentro con el sexo opuesto y la parte animal que todos<br />
tenemos. Es la certeza de que todo es efímero y que tenemos que buscar nuestras<br />
raíces, nuestras formas, nuestra música y nuestra identidad. A mí el rock me ha<br />
servido para eso.<br />
La rabia de los locos<br />
La rabia de los locos es esa rabia contenida, pacífica, en relación a un mundo donde<br />
el capital avanza desmesuradamente. Los jóvenes y los activistas sociales se<br />
hacen más presentes en el mundo hacia fines de los noventa, desde la onda de<br />
Seattle, y fue a partir del artículo de Hawk sobre lo sucedido en Seattle en 99 que<br />
me empezó a girar esta idea. La nuestra es una generación de outsiders, gente con<br />
mucha energía y vibra positiva para transformar esta sociedad de forma ecológica,<br />
social, individual y colectiva a la vez, procurando un mundo donde la basura esté<br />
en su lugar, no ensuciando los mares y los ríos; es un cuestionamiento que viene<br />
desde tiempo atrás. Este disco es mi planteamiento moral, mi cuestionamiento al<br />
individualismo de quien tira la basura en la calle, pero también mi simpatía con<br />
el ciudadano del mundo que quiere un mundo mejor. Ramón Sánchez fue quien<br />
produjo musicalmente este disco.<br />
Caballo<br />
El espíritu de Caballo tiene que ver con el movimiento. La imagen del caballo es la<br />
de un ser salvaje que está en movimiento, en pleno viaje. Me la he pasado tocando<br />
en muchas partes del país y eso me ha dado una movilidad. Es también mi declaración<br />
de amor a esta ciudad, donde de pronto aparece en medio de los edificios<br />
un caballo: o sea, una locura: la locura de poder sentir el movimiento para querer<br />
salir de la ciudad y, como un caballo, correr y correr y correr, que es lo que me ha<br />
dado este espíritu. Caballo es un disco que muestra otro Catana. Hay una temática<br />
y una forma de abordar las canciones alejadas del viejo folk. No es Catana con<br />
su guitarrita; hay otro concepto: permanece la tradición folk porque nunca me<br />
he desprendido de ella, pero también están esas otras formas de música popular<br />
que han sido parte de mi vida: la música norteña, el rock, el son jarocho, el blues.<br />
Federico Schmucler fue quien lo produjo.<br />
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Rafael Catana y Bandidos (Federico Schmucler, guitarra; René Ortiz, bajo, y Liliana<br />
Rodríguez, batería) en el Festival de Zacatecas, en 2012. (Archivo: ZacatecasHoy.com).<br />
Mi pasado está en el futuro<br />
A mí no me gusta el living in the past, vivir en la nostalgia añorando un pasado que<br />
se esfumó. Yo soy un artista que vive en presente. Tengo una historia y un pasado<br />
negro, que es el Movimiento Rupestre, pero asumo mi identidad de artista del<br />
siglo XXI que viene del siglo pasado. A fin de cuentas, todo viene de una tradición<br />
y de una vanguardia, porque las vanguardias se van transformando a partir de una<br />
tradición, surgen a partir de una tradición. Sí, el Movimiento Rupestre es una tradición<br />
y es momento de asumirlo también como una vanguardia. En este caso<br />
asumo mi actitud de músico contemporáneo del rock presente y esto tiene que<br />
ver con la creatividad que hace posible viajar por la vida. No sé si lo he logrado,<br />
pero lo sigo intentando.<br />
67
Finísima persona<br />
Jorge García Montemayor<br />
“Catana es un personaje absolutamente<br />
amoroso para toda la raza, no nada más para<br />
la raza musiquera sino para la raza en gene-<br />
ral. Es un tipo muy generoso que tiene un<br />
trabajo altamente poético, desde mi punto de<br />
vista y desde lo que yo considero poesía. Qui-<br />
zá no es de los que mejor toca la guitarra, es<br />
descuadrado y yo como músico puedo decirlo,<br />
pero hace unas letras extraordinarias. Tiene<br />
un trabajo continuo, consecuente, auténtico.<br />
Tuve la oportunidad de compartir con él la<br />
grabación de La rabia de los locos, en la pre-<br />
producción y después haciendo unas guita-<br />
rras. También colaboré en nuevas versiones<br />
de sus canciones para la re-edición de Polvo<br />
de ángel. Hemos compartido escenarios. Es<br />
uno de mis grandes amores, como persona.<br />
Es un tipo luminoso, con un gran talento para<br />
escribir y hacer letras que yo llamaría literatu-<br />
ra, porque, aunque son canciones, no pierden<br />
mérito ni son menores que la literatura sin<br />
música. Las letras de Catana son de las me-<br />
jores que hay. Es un tipo muy silvestre pero<br />
a la vez muy culto, sabe escoger las palabras<br />
68<br />
con las que hace evocar imágenes que sig-<br />
nifican algo. Pertenece a la escuela de Dylan,<br />
Neil Young, Rodrigo... aunque Rodrigo era<br />
más vacilón y Catana no juega tanto con las<br />
ironías ni es tan guasón. Es un tipo que hace<br />
canciones redondas, en el sentido de comple-<br />
tas y logradas; es uno de los compositores de<br />
culto, dentro de los compositores mexicanos<br />
y no hablo solamente de los rupestres. Quizá<br />
por su personalidad algunos lo toman a la li-<br />
gera, pero es un tipo que tiene un gran peso<br />
como creador”.<br />
Nina Galindo<br />
“Catana siempre trata de unir a la banda y de<br />
hacer cosas colectivas; es muy solidario con<br />
todos. Es uno de mis compositores y yo los<br />
interpreto a ellos porque creo en su trabajo,<br />
porque me parece que a pesar de que pasen<br />
los años ellos están vigentes y siempre tienen<br />
algo que decir. Creo en él musicalmente por<br />
su manera de decir las cosas, simplemen-<br />
te. Como compositor, me parece de los más<br />
dulces”.
Roberto González<br />
“Catana y yo hemos tenido una relación de<br />
muchos años; somos compañeros, amigos,<br />
camaradas, correligionarios. Siempre me<br />
ha transmitido frescura y esperanza. Mis<br />
encuentros con él son una especie de oasis,<br />
porque es un ser sencillo, sincero y claro; no<br />
es pretencioso. Su trabajo me parece muy re-<br />
presentativo de esta ciudad, con influencias<br />
de otras culturas regionales del norte, del cen-<br />
tro y del sureste del país. Me identifico mu-<br />
cho con él como jarocho; aunque hay mucha<br />
frontera norte en sus canciones, no sólo en<br />
sus letras sino también en su música. Tiene<br />
un espíritu jarocho; hay cierta nostalgia en su<br />
manera de contar historias que le sucedieron<br />
y eso me parece muy jarocho. La música jaro-<br />
cha no es solamente fiesta y fandango sino<br />
que también es mucha nostalgia. Catana es<br />
un chilango con raíces jarochas”.<br />
Carlos Arellano<br />
“Catana es mi cobijo. Junto con Fausto Arre-<br />
llín, me recibe cuando en el 87 llegó al DF, lue-<br />
go de publicar mi primer disco. Catana es el<br />
compositor que está en el centro de la poesía.<br />
Muchos de nosotros construimos nuestras<br />
rolas a partir de la poesía, pero quien está en<br />
el centro de la poesía es Catana. El suyo es un<br />
acto revulsivo en un país donde no se lee, en<br />
un país donde la poesía es mal vendida y mal<br />
comprada. Es propositivo; es un músico que<br />
sabe decir las cosas y sabe sonar las cosas,<br />
sabe hacer saltar y cantar a la gente”.<br />
Kristos Lezama<br />
“Catana es un personaje muy singular, como<br />
ser humano y como artista. De alguna mane-<br />
ra representa un vínculo que enlaza a varias<br />
generaciones de artistas de diversas textu-<br />
ras y estilos. Es un músico que canta con un<br />
timbre de voz profunda, nada maquillada y sí<br />
bastante despostillada y rugosa, como la vida<br />
y las historias que narra en sus canciones. Fi-<br />
nísima persona y excelente amigo”.<br />
Victor Ezkide<br />
“Rafael Catana. Primero que nada siempre<br />
me ha encantado su poesía. Si hubiese plati-<br />
cado sus rolas sería nuestro Leonard Cohen.<br />
Ha sido tenaz desde su primer disco, con un<br />
cuidado enorme en los músicos que lo acom-<br />
pañan y en el diseño gráfico. Es una muestra<br />
enorme de qué es ser independiente o, en su<br />
caso, Rupestre; algo que no tiene nada que<br />
ver con carecer de oficio. Ha conjugado (y esto<br />
siempre se me ha hecho difícil) el quehacer<br />
artístico con la promoción cultural. Cada uno<br />
de sus discos muestra ritmos, visiones, sue-<br />
ños imposibles que pueden ser posibles y, por<br />
supuesto, humor y un fuerte compromiso con<br />
la cultura mexicana, desde la negritud (¿será<br />
por ser veracruzano?), hasta el flamenco, el<br />
folk. Catana es un grito del barrio”.<br />
69
alvaradeño, kafkiano y jipi<br />
liliana garcía sánchez<br />
70<br />
Roberto
Roberto González en el Multiforo Alicia interpretando rock jarocho. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
Cuando piensa en Alvarado, el primer recuerdo que viene a la mente de Roberto<br />
González es la calle como escenario de las memorias más lejanas, los juegos,<br />
la niñez: “La calle, sobre todo la calle, que es el espacio cotidiano. Esa calle llena<br />
de arena. Jugar carreras en las calles, canicas, beisbol, esos juegos de la infancia es<br />
lo que recuerdo, la calle”.<br />
Alvarado se encuentra en una pequeña península del estado de Veracruz, a tan<br />
sólo 10 metros sobre el nivel del mar, entre la laguna de Alvarado, el río Papaloapan<br />
y el golfo de México, una zona que a su vez da la sensación de hallarse dentro<br />
71
y fuera del territorio nacional. Recorrer su malecón podría traernos la sensación<br />
de estar y no estar en tierra firme, un estado natural para quien vivió sus primeras<br />
impresiones en esta región. “Siempre he pasado por la vida un poco inconscientemente:<br />
buscando pero con los ojos tapados, sabiendo que estaba en un lugar pero<br />
sin saber dónde”.<br />
Entre juegos y ese paisaje de aparente vacío, Roberto González pasó los primeros<br />
años de su vida escuchando sones, versos y cantos tradicionales de la región<br />
donde azotan los vientos, también llamada en términos musicales Región del Sotavento.<br />
Roberto lo canta así en Pasando por intruso, de su disco Lentejuelas (1982):<br />
72<br />
Crucé a nado lagunas de demente,<br />
me crié a punta de sones y de rezos,<br />
mirando vida sólo en los reflejos.<br />
Uno de esos reflejos que siempre llamaron su atención fue la persistencia del<br />
nombre de su tierra natal, el nombre de un conquistador español: Pedro de Alvarado.<br />
“Para mí, Alvarado significa lo masculino en nuestra mexicanidad, como<br />
puede ser Cortés. Simbólicamente se dice que los padres de los mexicanos son la<br />
Malinche y Cortés, entonces quizá los alvaradeños somos hijos del amasiato de<br />
Alvarado y la Malinche”.<br />
A los nueve años, luego de pasar una temporada en la ciudad de Córdoba, al<br />
lado de sus tías bisabuelas, se traslada a vivir con sus padres a la Ciudad de México,<br />
en la colonia Country Club, que entonces era relativamente nueva, pues había<br />
sido planeada en los años cincuenta para que se asentaran casas de actores, dada<br />
la cercanía con los Estudios Churubusco. Rápidamente, la Country pasó a ser una<br />
colonia de clase media y para 1961, se establecieron en la zona familias con pequeños<br />
negocios, como la de Roberto. Los González tenían un negocio de productos<br />
farmacéuticos, donde el padre de Roberto, el viajero Don Manuel, en su<br />
labor como agente de ventas, se ausentaba de casa, por lo que el cantautor guarda<br />
escasos recuerdos de su relación con él. “En realidad tuve poca relación con mi<br />
padre y con mi madre, quizá un poco más cercana con mi madre; era una relación<br />
distante y no me precio de conocerlo”.<br />
Lejos de guardar una imagen autoritaria de su padre, o una serie de recuerdos<br />
negativos referentes a los choques generacionales, muy comunes en aquella<br />
época, en la memoria del artista hay un recuerdo indeleble: fue su padre quien le<br />
regaló su primera guitarra... “Y desde entonces hago canciones, un poco con mi
inseguridad para salir al mundo y platicar con los demás. A veces me pregunto por<br />
qué, bueno, fue en esas circunstancias que me puse a hacer canciones”.<br />
Es a través de la colonia Country Club que Roberto se vincula con la gran<br />
ciudad, con la música y los grupos juveniles que solían reunirse, como en otras<br />
colonias y barrios, a tocar, a cantar y a imitar los sonidos de sus grupos favoritos,<br />
sobre todo de rock. Roberto observaba esto e incluso hizo algunos amigos,<br />
gracias a quienes, por ejemplo, fue a parar al mismísimo festival de Avándaro sin<br />
tener conciencia de lo que allí iba a suceder. “En la Country había un amigo al que<br />
le decían El Muñeco, Rafael Cervantes, unos tres, cuatro años mayor, que corría<br />
automóviles. Lo de Avandaro era originalmente un ‘Festival de Rock y Ruedas’, y<br />
yo casualmente llegué una mañana a su casa y lo encontré muy apurado porque se<br />
tenía que ir a Avándaro. Iba solo, manejando y remolcando su automóvil para correr,<br />
y me dijo: ‘Acompáñame ¿no?’. Yo le dije: ‘Pues bueno’. Y ¡oh sorpresa!, ¿no?<br />
Creo que la vida me ha tratado así, nunca me enteré que iba a haber un festival de<br />
rock en Avándaro y sin embargo ahí estuve, de una manera casual”.<br />
Sin embargo, Roberto prefería la intimidad solitaria con su guitarra para componer<br />
sus canciones. Era poco afecto a la socialidad y al intercambio que se daba<br />
entre los jóvenes interesados en la música. Tampoco le gustaba interpretar canciones<br />
de otros; prefería retirarse a los espacios de su soledad para crear. “Siempre he<br />
sido poco sociable. Fue más fácil hacer canciones que buscar a los demás. Tengo la<br />
impresión de que acercarse a alguien es un poco como extralimitarse, por ejemplo,<br />
verbalmente: preguntar ciertas cosas o acceder a la vida personal, que finalmente es<br />
como accedes al amigo o a la amiga, conociendo su vida; a mí eso me cuesta mucho<br />
trabajo. Yo llego a la canción por esa necesidad de comunicarme con los demás”.<br />
La escena independiente: canciones, músicos, amigos<br />
Para Roberto González, adoptar la canción como medio primordial de comunicación<br />
implica no sólo un hecho literario, poético; es también existencial. La<br />
canción se acerca de manera directa a las expresiones y emociones de la cultura<br />
popular, más aún que la misma literatura, en una sociedad donde pocos son afectos<br />
a ella. “Creo que la canción es música y la canción es poesía. Para mí es más<br />
importante que cualquier otra forma literaria; es una postura personal”.<br />
Su carácter reservado no le impidió acercarse, como atraído por un imán, a Jaime<br />
López, un joven de personalidad fuerte y extrovertida. Recuerda que en una<br />
73
de sus andanzas por el sur de la ciudad, cayó en la Prepa 5 y se detuvo en un aula<br />
donde un grupo de teatro ensayaba. “Uno de ellos tenía una guitarra y cantaba y<br />
actuaba. Me llamó mucho la atención, me pareció un personaje muy especial. Yo<br />
no era intérprete ni nunca lo he sido; entonces hacía cositas para poderlas cantar<br />
y decir. Así me encontré a Jaime López y me acerqué a él. De verlo se me hizo fácil<br />
lo que hacía y pues no, a la vuelta de los años, resultó que no era tan sencillo; él<br />
lo hacía parecer muy fácil. Verlo por primera vez en un escenario teatral, que es el<br />
elemento de Jaime, el elemento del ritual musical, el rito, fue clave”.<br />
A Roberto le atrajo la soltura con que el joven artista se movía en el escenario,<br />
así como su talento al cantar, tocar y actuar. La amistad entre Roberto y Jaime<br />
quedó sellada desde el principio por las pasiones e inclinaciones musicales, en<br />
una relación que él describe en gran parte como ‘un taller’, donde intercambiaban<br />
música, se escuchaban y acompañaban mutuamente e incluso llegaron a componer<br />
algunas canciones juntos, como quedó plasmado en el trabajo que hicieron en<br />
Un Viejo Amor (1978) y en el disco que nombraron Sesiones con Emilia (1980).<br />
Los temas de índole ideológica o política quedaban al margen de esta amistad cimentada<br />
en la música y la creación como acción, más que como idea. “Con Jaime<br />
no había mucha teoría; había mucho aprendizaje. Oír sus canciones y verlo trabajar<br />
me fue influyendo, pero no de una manera formal o escolástica, digamos que<br />
nos pusiéramos a platicar de cuales temas, sino simplemente era estarlo viendo.<br />
La teoría aparecía poco, el diálogo aparecía poco; más bien era la acción, la guitarra,<br />
el instrumento y la práctica”.<br />
Otras personalidades que considera indelebles en su formación musical son<br />
León Chávez Teixeiro, Rodrigo González, Eblen Macari, Armando Rosas y José<br />
Cruz, de quienes, como en el caso de López, admira su capacidad comunicativa,<br />
la precisión de su mensaje y la vigencia de su obra. De ahí que para él, figuras<br />
como la del desaparecido Rockdrigo deban ser necesariamente mitificadas, ya que<br />
el camino que eligieron en la música es muy difícil, tanto entonces como ahora.<br />
“Enfrentarse a la gran maquinaria de la historia y del poder, decir ‘ah, pues<br />
yo quiero hacer canciones así, como lo dijo Rodrigo, como las hizo, es hacerlo a<br />
contracorriente”.<br />
74
Entre el rock y el folklore<br />
El que canta va buscando algún sediento<br />
para echarle encima su vaso vacío.<br />
El Huerto, de Roberto González<br />
Roberto González a principios del siglo XXI. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />
Roberto escuchó al grupo La Peña Móvil en un concierto en la Arena México y<br />
le gustó, le llamó la atención que no vistieran ponchos e indumentarias propias de la<br />
tendencia folklórica, y sobre todo su calidad y originalidad musical. Siguiéndoles la<br />
pista llegó a La Peña del Nagual, donde se identificó completamente con el jipismo<br />
y el estilo de vida que este movimiento proponía, marcando así un hito importante<br />
en el camino del artista. “Fui a La Peña del Nagual, que era donde estaban ellos, y<br />
de plano dije: ‘Oigan, a mí me gustaría tocar aquí’. Curiosamente alguien se iba esa<br />
noche y funcionó. Era casi una comuna; tenía mucho que ver con el jipismo: creo<br />
que esa fue también una de las cosas que a mí me llamó la atención. Siempre he sido<br />
jipi de corazón, hasta la fecha, y esa es una de las cosas que no me da pena, decir que<br />
sí soy jipi, ¿no?, porque así fue como me sorprendió la vida”.<br />
75
En La Peña del Nagual tocarían a dueto Roberto y Jaime, antes de ser invitados<br />
a participar en una gira por California con La Peña Móvil, con Germán García y<br />
Joaquín Berruecos. Los sonidos y ritmos de la fusión que interesaban al compositor<br />
estaban precisamente en esta zona intermedia entre lo rockero y lo folklórico; de ahí<br />
que la aparente pugna de que algunos hablan, acerca de las diferencias insalvables<br />
entre rockeros y folkloristas, para alguien como Roberto, simplemente significó relaciones<br />
y fusiones enriquecedoras. Consciente y amante de sus orígenes jarochos,<br />
también le gustaba el rock, el blues y la fusión de estilos y sonidos que comenzó a escuchar<br />
ya transitando por la Country Blues, bautizada así por Jaime López. En estos<br />
circuitos y búsquedas, Roberto formó parte del mencionado grupo Un Viejo amor,<br />
junto con Emilia Almazán, Guadalupe Sánchez y Jaime López. “Me gustaba mucho<br />
porque era un grupo con presencia escénica, sobre todo por ellas dos que tenían una<br />
presencia bastante interesante. Y Jaime, por supuesto. Creo que era un grupo con<br />
muchos elementos y gran parte de ese trabajo quedó en Sesiones con Emilia”.<br />
Sesiones con Emilia surge de una iniciativa para hacer un disco con Un Viejo<br />
Amor cuando, como agrupación, ya no existía. Se reconstruyó la banda con Emilia,<br />
Jaime y Roberto, para grabar el disco bajo el sello de Fotón, del PSUM. De Un Viejo<br />
Amor, Roberto conserva grabaciones previas a Sesiones con Emilia, realizadas en Radio<br />
Educación, con la formación original de cuatro. Por la banda también pasaron<br />
músicos como Beto Delgado, Jorge Luis Gaitán El Cox y Germán García.<br />
Dos aspectos recuerda Roberto de las diferencias entre rockeros y folkloristas:<br />
que entre los segundos existía una mayor organización que respondía a ideas e<br />
inquietudes políticas y que lo cuestionaban a causa de su forma musical, libre y<br />
abierta, siendo alguien originario y por lo tanto musicalmente representativo de la<br />
tierra del son. “A veces había cierto rechazo, sobre todo, quizá, de parte del mundo<br />
del folklore, que estaba más cercano a la intelectualidad y a la política. Jaime y yo<br />
llegamos con nuestras canciones a La Peña del Nagual y de repente había gente<br />
que se acercaba como en buena onda y decía: ‘¿Por qué en vez de esas cancioncitas<br />
que haces no las tocas mejor al ritmo de chacarera o con un cuatro?’”.<br />
Para Roberto, hablar de la historia de la música, es hablar de fusión, lógica que<br />
siempre lo llevó a rechazar el purismo de algunos personajes y entidades apegados<br />
al folklore. Pero aunque Roberto no se considera un ‘animal político’, a la luz de la<br />
reflexión actual con respecto a aquellos años, observa que sus primeras canciones,<br />
especialmente temas como El huerto, Mi libertad, Satisfaga sus deseos o Quítame<br />
tu cómic de la vista, expresan fuertes críticas y comentarios de carácter político,<br />
que reflejan ciertos aspectos de la cultura que preocupaban al compositor. A la<br />
76
vuelta de los años valora esos temas por nítidos y claros, muy distintos a una siguiente<br />
etapa de su estilo de composición, a la que califica como oscura, menos<br />
sencilla y más soberbia, aunque yo diría, menos ingenua. “Creo que nunca en mi<br />
vida he vuelto a hacer canciones tan claras como esas, tan sencillas. Yo empecé a<br />
componer canciones porque quería hacer canciones sencillas que me quedaran<br />
y pudiera cantar; desde luego a través del rango, las armonías..., cosas sencillas”.<br />
Lo Rupestre<br />
En el viento hay un presagio<br />
por las calles una voz<br />
uno de los muertos canta<br />
sale un blues de algún rincón<br />
mientras más tiempo pasa más te extraño, Rodrigo<br />
Ánimas, de Roberto González<br />
El Manifiesto Rupestre, redactado por Rodrigo González, describe a sus adeptos<br />
como músicos sencillos y desenfadados, que le apuestan más a la sofisticación<br />
de la guitarra y la voz, que a la de las altas escuelas, el virtuosismo y la tecnología.<br />
Saben que ello trae consigo la marginación cultural y la invisibilidad histórica,<br />
pero en ello reside la singularidad de su obra, de ahí que sean a la vez “rocanroleros<br />
y trovadores, simples y elaborados”. Roberto González se considera, respecto<br />
al Movimiento Rupestre, silvestre, término que él define de acuerdo a su sentido<br />
amplio: “¿Qué es lo rupestre? Es el arte, la primera y única forma de arte; ahí está<br />
todo. Desgraciadamente, el arte rupestre sonoro no está grabado; se perdió; la<br />
música rupestre no existe. Se perdió el registro de las piedritas, la voz, el canto,<br />
la música creada con el cuerpo; pero sí existe la gráfica y ahí uno encuentra todo<br />
un sentido cultural de la vida y lo simbólico. Para mí el arte rupestre es muy sofisticado;<br />
yo soy mucho más silvestre. La guitarrita de palo que decía Rodrigo es<br />
un instrumento muy sofisticado; es un instrumento que tiene historia cultural,<br />
tradiciones, afinaciones y maneras de tocarse. En ese sentido yo decía que estos<br />
tíos son chingones, son sofisticados, son rupestres. El Manifiesto es un resumen<br />
de ciertas consideraciones de Rodrigo y me parece muy lúcido”.<br />
La metáfora de la guitarra de palo es central en el Manifiesto Rupestre, documento<br />
que Roberto considera como una síntesis muy lúcida de lo que Rockdrigo<br />
77
quería decir acerca de la naturaleza del Movimiento. El discurso que contiene<br />
responde a la claridad de algunos músicos como el mismo Rockdrigo. Roberto<br />
también reconoce una nitidez semejante en el pensamiento de Guillermo Briseño.<br />
“Hace poco volví a escuchar una entrevista que transmitió Radio Educación<br />
hace muchos años, en la que íbamos a anunciar una tocada con Andrea Fernández<br />
y están Rodrigo, el maestro Briseño, Catana, yo; creo que está Ponce y, también,<br />
Nina. Me llamó la atención porque los discursos cimentados y coherentes son los<br />
de Briseño y de Rodrigo. Ahora, oyéndolos a la distancia, creo que eran los que<br />
tenían más claro en ese momento un discurso”.<br />
El Manifiesto vendría siendo una síntesis de las ideas compartidas por los cantautores<br />
de este movimiento en una época determinada. Pero el valor histórico de<br />
la obra de todos estos personajes quizá todavía no podemos verlo en su clara dimensión.<br />
Roberto, en su reflexión actual, rescata el nivel de resistencia que la obra<br />
de Rockdrigo ha expresado a lo largo del tiempo. Parte de ese valor se lo adjudica<br />
a una marginalidad entendida como suerte de acierto o ventaja, más que como<br />
un defecto o problema; una circunstancia en donde su música es excluida de los<br />
grandes circuitos de la radio y el espectáculo, permaneciendo fieles al trabajo independiente.<br />
Uno de los temas que identificaron a Roberto con lo rupestre fue<br />
esta convicción de mantenerse al margen de la gran industria musical que cobra<br />
el éxito con la pérdida de libertad creativa. “Creo que nunca tuve aspiraciones de<br />
llegar a la gran industria, porque sabía que no era posible, que tendría que hacer<br />
otras cosas. Pero también sabía que hay otras vías, otros caminos, otros medios<br />
para la insistencia de ese trabajo personal”.<br />
Incluso el disco Lentejuelas (2001) apareció bajo el sello Tecolote, una vertiente<br />
alternativa del sello Polygram. Roberto se considera un músico con poca<br />
presencia, en el sentido cuantitativo de tocar y presentarse con frecuencia. Al<br />
contrario, considera haber permanecido al margen no sólo de la industria musical<br />
y del espectáculo, sino también de las diversas agrupaciones musicales de<br />
su tiempo, con la excepción notable de su importante paso por el Movimiento<br />
Rupestre. En este sentido, considera que una de las tareas del músico es la creación<br />
de públicos, la búsqueda de espacios de difusión en donde pueda ser escuchado.<br />
El Movimiento Rupestre ha sido testigo de esta difícil tarea, y quienes<br />
han logrado una presencia lo deben a la calidad de su propio trabajo y no a las<br />
grandes empresas ni a los medios y las modas o booms que éstos fabrican. “Los<br />
públicos los hacen los maestros; ellos tienen su público porque lo han creado a<br />
través de su obra”.<br />
78
Con respecto a la producción de discos como otra forma de presencia, reitera<br />
el objetivo primordial de su canción: “Para mí, el disco no es una forma de ganar<br />
dinero sino de dejar una constancia, grabar algo, registrar algo”.<br />
De su paso por la experiencia Rupestre, Roberto guarda impresiones ambiguas.<br />
Por un lado considera haber sido ciego a la riqueza artística de muchos de los Rupestres<br />
y otros artistas que lo han rodeado; así, recuerda la presencia en su vida de<br />
Nina Galindo, Fausto Arrellín, Roberto Ponce, Jorge García Montemayor y Juan<br />
Luis González —con estos dos últimos grabó Madre Mesoamérica (2000). Pero<br />
también atesora con gran afecto las enseñanzas que esa vivencia le dejó y que sintetiza<br />
en dos grandes cosas aprendidas: “Talento para hacer las chingaderas y perseverancia<br />
para entrarle a la chingadera, que está muy cabrona: el rollo es muy difícil.<br />
Básicamente creo que esas dos cosas son las enseñanzas de estos personajes”.<br />
Kafka; el artista en el espejo<br />
A partir de determinado punto ya no hay regreso.<br />
Es preciso alcanzar este punto.<br />
—Franz Kafka<br />
La niñez de Roberto está marcada por una intensa movilidad que le instaba a<br />
reinventarse constantemente. Cursó estudios primarios en seis escuelas de tres<br />
ciudades distintas, sin oportunidad de crear vínculos amistosos duraderos. Quizá,<br />
en parte por ello, reflexiona actualmente; ha sido así su manera de relacionarse<br />
con el mundo, con la realidad, con las personas, que lo ha hecho un hombre en<br />
permanente construcción. “Siempre eres nuevo; nadie te conoce ni conoces a nadie.<br />
Quizá por eso me cuesta trabajo relacionarme, no tengo ese vínculo con la<br />
realidad, ese vínculo normal y natural, a través del padre y de la madre. Sí está,<br />
pero sólo bosquejado. Yo tengo una personalidad bosquejada; no soy una persona<br />
en toda la extensión de la palabra, o como uno pretendería”.<br />
Esta indeterminación, ese sentimiento de vacío profundamente existencial,<br />
acompaña al artista desde muy temprana edad. La lectura de la obra completa de<br />
Franz Kafka a lo largo de su vida, vendrá reafirmando su idea de ser incompleto, inacabado.<br />
El efecto de aquellas lecturas lo colocó ante una suerte de espejo, donde él<br />
se encontraba desnudo, mostrado ante sí mismo como no lo había experimentado<br />
antes. Una incompletud alejada de la mediocridad y, más bien, explicada por algo<br />
79
que el músico reconoce en el escritor: la modestia de ser un genio y sin embargo<br />
vivir en el mundo real. “Kafka sí supo hacer una vida y una obra por un lado. Por un<br />
lado trabajó todo el día en el banco, haciéndose el sociable, y por el otro creó su obra<br />
desde el aislamiento. Fue un personaje brillante y, sin embargo, escindido”.<br />
Este aspecto de la personalidad kafkiana que Roberto pondera, habla del diálogo<br />
interno que establece con el escritor, sugiriendo vacíos con respecto a su<br />
propia vida y obra. Roberto admira la genialidad del que pasa por empleado, encontrándose<br />
a sí mismo en esa circunstancia del genio: como observador, como<br />
loco, Pasando por intruso, como dice la canción del disco Lentejuelas:<br />
80<br />
Después he estado atento a las corrientes,<br />
las modas, movimientos y vaivenes;<br />
gozando como un loco, aquí me tienes,<br />
pasando por intruso en los ambientes.<br />
Frente a esa claridad de ser un personaje dividido, la memoria de la autoridad<br />
quedó certeramente ubicada en las figuras de poder, “como Dios y el César”; pero<br />
su reflexión actual le hace volver a Kafka en su genial drama y cuestionar su propia<br />
humildad ante algunas imágenes y símbolos. “Esas figuras me las he resbalado<br />
con excesiva soberbia, o me las resbalé, más bien, y esas son las cosas que yo no<br />
entendí de Kafka; Kafka lo supo hacer, creo que yo no”.<br />
Madre Mesoamérica (2000) y Alvaraderías (2004) son discos que reflejan un<br />
proceso de madurez de estas reflexiones existenciales. Cada uno de ellos guarda<br />
en el fondo las huellas de una búsqueda continua y nunca terminada, una reinvención<br />
constante del ser humano frente al cambio pero también frente a la inmovilidad<br />
de la historia. “Madre Mesoamérica es la búsqueda de lo femenino. A mí me<br />
trataron de educar como un hombrecito; digo, trataron porque no lo lograron.<br />
Para mí ese disco fue simplemente tratar de recuperar y entender algunas cosas,<br />
buscar a esos personajes mujeres que tienen que ver con la historia, que tienen<br />
que ver con mi cultura y con mi formación. Luego hice Alvaraderías, que de alguna<br />
manera es la contraparte; es un disco masculino. Si Madre Mesoamérica es lo femenino,<br />
Alvaraderías es lo masculino, don Pedro de Alvarado y toda esa historia”.<br />
La búsqueda constante de profundidades en donde anclar su canto, llevó al<br />
cantautor a regresar por una temporada a su natal Veracruz; esta vez, al puerto.<br />
En su juventud Roberto creyó que moriría a los 40 años, pero al acercarse<br />
esta edad, lo que experimentó fue una serie de cuestionamientos relativos a su
Julia González Larson y Roberto González. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />
Roberto González y Julia González Larson, padre e hija. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
81
presencia o ausencia en la escena musical mexicana al iniciar la década de los noventa.<br />
Se marcha al puerto para reconciliarse con el DF y con el propio carácter de<br />
su oficio, cosa que hizo al vivir en esa temporada de la venta de pescado y camarón<br />
que adquiría en Alvarado, pero “todo tiene su chiste y su gracia”, así que regresó a<br />
la ciudad convencido de que debía continuar adelante con lo suyo.<br />
Después de haber nacido siendo viejo<br />
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De lo que sé, nada sirve<br />
para poderme olvidar<br />
de que no estoy muy contento<br />
ni tampoco en el lugar.<br />
¿Soy feliz o sigo errante?<br />
Lentejuelas, de Roberto González<br />
Actualmente vemos a Roberto González continuando con su actividad musical<br />
independiente, tanto al lado de los músicos de su generación como al lado de<br />
generaciones más jóvenes que están trazando su camino desde la cercanía con los<br />
veteranos. Este diálogo le ha llevado a seguirse renovando y reinventando, como<br />
persona y como compositor, pero al mismo tiempo le ha llevado a evaluar sus propias<br />
capacidades y riquezas artísticas, para así regresar a la sencillez y profundidad<br />
del lenguaje popular. Muestra de ello es su disco más reciente, Por ahora (2011),<br />
que en palabras del mismo Roberto suena a “nuevo son alvaradeño” y en el que<br />
podemos escuchar una nueva versión de El Huerto, enriquecida con jaranas. Es<br />
notable en este disco la presencia de su hija, Julia González Larson, como compositora<br />
y como esa voz femenina que, en palabras de Rodrigo de Oyarzabal: “A<br />
los nostálgicos sin duda les recordará a la Emilia de aquellas célebres sesiones”;<br />
pero que a su vez se trata de una voz nueva y particular que da nuevos significados<br />
y matices a la obra y al oficio de González. El trabajo con otros jóvenes músicos,<br />
como los integrantes del grupo Ampersan (Zindu Cano y Kevin García), Porfirio<br />
Almazán, Leticia Servín o Mauricio Díaz El Hueso, resulta gratificante y rejuvenecedor,<br />
palabras claves para un incesante buscador de sentidos y de palabras. “Estoy<br />
en un momento de reflexión y ellos en un momento de creación, de vida y de<br />
empuje. Van bien rapidito; incluso, si quiero estar junto a ellos tengo que apresurar<br />
el paso. Para mí ha sido muy agradable tocar con ellos y con otros músicos de
estas nuevas generaciones con los que he estado tocando y eso enseña cosas. Por<br />
ejemplo, en el caso de Ampersan, lo que yo entiendo como un criterio bastante<br />
amplio es su sentido musical, la forma en que manejan musicalmente sus cosas y<br />
sus textos. Y me gustan, me parecen frescos, me parecen reales, me parecen parte<br />
de la realidad; es un juego artístico hecho realidad y eso me rejuvenece, me tranquiliza<br />
incluso... me hace sentir”.<br />
Los inicios del siglo XXI encuentran a un Roberto González profundamente<br />
reflexivo, pero con el paso constante y a veces apresurado, retomando viejas enseñanzas<br />
y alimentándose de nuevas relaciones, de las cuales ya no sólo valora el<br />
trabajo sino también al ser humano: la amistad. Hoy lo encontramos en espacios<br />
del sur de la ciudad, como la Casa Huayamilpas, donde suelen congregarse decenas<br />
de jóvenes jaraneros, donde el grupo Ampersan prepara un proyecto musical<br />
de largo aliento y donde también se aparecen jóvenes músicos de la actual escena<br />
independiente. En uno de los varios videos que existen de la presentación de Por<br />
ahora, la voz de Roberto es cobijada por las de Julia y Zindu, acompañadas por<br />
Kevin García y Josué Vergara.<br />
A veces en el Foro Cultural Coyoacanense, a veces en el Foro Alicia o en el<br />
Zócalo, apoyando la lucha del SME, Roberto sigue mostrando lo aprendido. Desde<br />
esta ventana y con la valoración de los espacios transitados y por transitar, los<br />
artistas y músicos conocidos y por conocer, el artista se encuentra realizando un<br />
balance, no sólo de su vida como cantautor sino desde algo más complejo: como<br />
ser humano. “Hay una relación humana, de la que yo carecí durante gran parte de<br />
mi vida, que no supe tener relaciones humanas y en los últimos años he estado tratando<br />
de recuperarlas. Creo que antes lo entendía más como un asunto de trabajo<br />
y creo que no es para tanto, porque si te relacionas con el ser humano después<br />
relacionarte con el músico es más fácil o está casi dado. Son reflexiones de ahora.<br />
Estas relaciones recientes me han ayudado a seguir aprendiendo, aunque no es<br />
tan fácil aprender después de viejo, pero sí he podido afinar algunas cositas, ser un<br />
poco más humano”.<br />
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“Soy la víscera, soy el sentimiento”<br />
félix morriña<br />
84<br />
Nina
Nina Galindo: blues y femineidad sucediendo. (Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />
Para Nina Belén y Flor Yadira,<br />
dos grandes amores, un parteaguas.<br />
La Estanzuela del Mineral del Chico, 2013... Era la oscura, fría y desértica<br />
noche del último martes del mes de enero cuando llegamos, mi pareja Flor<br />
Yadira y yo, a este municipio vecino a Pachuca, Hidalgo. Nos recibió un tipazo llamado<br />
Jorge Cacho Hernández, representante y pareja sentimental de la cantante<br />
mexicana Nina Galindo (1 de junio de 1958), en su casa ubicada en lo más alto<br />
de este paraje que permite aislarse de la cotidianidad y el bullicio. Llevan casi 10<br />
85
años de vivir en ese lugar y el próximo 10 de marzo será su aniversario número 13<br />
como pareja, además de ocho de trabajar juntos en un proyecto de vida (hasta que<br />
ésta se acabe, o ellos acaben con ella; lo que suceda primero).<br />
Una vez en su acogedora casa, le digo a Nina Galindo que su nombre me sirvió<br />
de inspiración para dárselo a mi primogénita. Al principio no lo cree, pero conforme<br />
pasan las horas se convence de que es verdad. Ella va recordando pasajes<br />
de los años noventa: cuando con un amigo en común, el periodista Adán Atayde,<br />
conbebíamos en pequeños foros culturales del Estado de México, mientras ella interpretaba<br />
a los compositores incluidos en este ejemplar que posees en tus manos.<br />
Para todos los que tuvimos la oportunidad de ver y escuchar a los cantantes<br />
del Movimiento Rupestre —ése que en la segunda mitad de la década de los<br />
ochenta marcara un hito generacional en la forma de ver, aceptar y transformar el<br />
México posterior al terremoto de 1985—, estamos convencidos de que hubo en<br />
la música mexicana un antes y un después de tal suceso.<br />
Nina Galindo nació en Los Ángeles, California, hace 54 años. “Mi mamá estaba<br />
trabajando en Los Ángeles, haciendo teatro. Su madrina, Lupita Castro, toda<br />
una institución en el arte escénico, se encargaba de los carnavales allá. Mi mamá<br />
es de Mazatlán, mi papá es portorriqueño. Cuando yo tenía dos años se divorcian<br />
y de pronto mi madre se dijo: ‘¿Qué hago aquí en Estados Unidos? Mejor me regreso<br />
a mi país’. Para cuando yo tenía 17 años, mi padre decide conocerme. En ese<br />
momento todos se dan cuenta de que yo estaba de ilegal en México. Un amigo de<br />
mi mamá, que trabajaba en la Secretaría de Gobernación, le dijo: ‘Mira, Martha<br />
(Ofelia Galindo, la actriz, mejor conocida por su papel de la Maestra Canuta, del<br />
programa Cero en Conducta), o pagas una multa de 100 mil pesos o tengo que<br />
deportar a tu hija’. Para ese momento yo ya había hecho primaria, secundaria, iba<br />
en prepa; en fin, una vida aquí”.<br />
Nina Galindo ha vivido buena parte de su vida tras las bambalinas de muchos<br />
teatros en México, gracias al histrionismo de su progenitora, por lo que los escenarios<br />
siempre han sido comunes en su existencia. Lo que sí le costó trabajo fue<br />
adaptarse a los procesos burocráticos de este país, en el que aún cree, pese a la<br />
violenta actualidad de la narcocracia a flor de piel.<br />
“Llegué a México desde los cuatro años de edad, cuando me trajo mi mamá.<br />
Años después, cuando mi papá me quiso conocer y sucedió todo el numerito del<br />
pasaporte, me sacaron del país con documento gringo. Salí deportada en vacaciones<br />
escolares, cuando eran de dos meses, para conocer a mi papá, su mujer y mis medios<br />
hermanos. Regreso a México para seguir estudiando, pero como ‘turista’, porque no<br />
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podía trabajar ni estudiar como todos los demás. Bueno, no hablo ni inglés..., no lo<br />
entiendo, no me gusta..., bueno, sí lo entiendo, pero no me atrevo a hablarlo; alucino<br />
a los gringos y no es por razones idiosincrásicas, simplemente, me considero más<br />
mexicana que muchos de ustedes. Yo sí amo a este país; creo todavía ingenuamente<br />
en muchas cosas y creo que en las manos de la gente está el cambio.”<br />
“Soy chilanga por derecho, porque me crié en la Ciudad de México. Cuando<br />
cumplo 19 años renuncio a la ciudadanía gringa, porque no podía hacer nada,<br />
pese a que seguía haciéndolo. Tenía que ir a renovar mis derechos a cada rato; era<br />
una lata. Luego entonces, me nacionalizó mexicana, muy a pesar de que muchos<br />
nos hagan sentir como ciudadanos de segunda clase. Te lo digo porque cada vez<br />
que tengo que renovar mi pasaporte mexicano, te investigan, como si les debieras<br />
todo. La verdad eso es molesto, porque somos ciudadanos del mundo. Luego<br />
de un tiempo tuve la oportunidad de conocer a mi familia portorriqueña. Estuve<br />
algún tiempo en Puerto Rico, donde tenía abuelos y una bisabuela de 110 años,<br />
pero me regresé a México porque en ese país tampoco encajaba mucho. Los jóvenes<br />
en esa época, con toda esa influencia estadounidense, estaban sometidos.<br />
Yo no encajaba. Y me regresé para seguir con lo mío. Hoy día tengo las dos nacionalidades<br />
y eso me permite viajar constantemente a Los Ángeles, California, para<br />
apoyar a mi madre con su quehacer teatral”.<br />
Los Teen Tops, un mal viaje<br />
Cuando Nina Galindo regresó de Puerto Rico, revalida sus estudios e ingresa en<br />
la UAM-Xochimilco, sin la decisión concreta de qué iba a ser de su vida. Estuvo<br />
en un grupo con Humberto Huerta, un ex compañero de teatro de su mamá, que<br />
era misógino y un tanto loco, pues, según la propia Nina, le creó tanta inseguridad<br />
para cantar que por poco y lo deja. Por momentos, nuestra entrevistada deja la<br />
vista clavada al centro de la mesa en la que se desarrolla la charla, para decir que<br />
eso le afectó muchísimo durante su proceso iniciático en el negocio de la música.<br />
“Él me trataba muy mal; deseaba que fuera como mi mamá y yo nunca seré<br />
como ella. Me decía que para cantar ‘tienes que sentir como si fuera un orgasmo’.<br />
Yo me contestaba en silencio: ‘Chale, cómo dice eso con canciones que no iban al<br />
caso’. Ahora sí siento los orgasmos en todo lo que hago”.<br />
Durante la larga entrevista, la intérprete de Llévate lejos tu blues, Antropofagia<br />
amorosa, Mírame desaparecer y Distante instante, entre muchos éxitos de antaño,<br />
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ememoró que llegó con engaños a lo que quedaba de los Teen Tops, aquella<br />
agrupación que liderara el cantante Enrique Guzmán. Ahí duró cuatro años, del<br />
80 al 84. Al final de ese periodo, se reencuentra con el cantautor Beto Ponce, a<br />
quien conoce desde 1972, y quien la invitó a un toquín para conocer a los Rupestres.<br />
“Dije: ‘Esto es lo mío, es mi generación. Me gusta cómo dicen y hacen las<br />
cosas’. Y me salí de ese grupo en el que yo no encajaba. Claro que tenía trabajo<br />
de jueves a domingo: me la pasaba en un camión, de pueblo en pueblo, de feria<br />
en feria. No me iba tan mal, pero no era lo mío. Cuando yo conozco a Rockdrigo<br />
González, Beto Ponce, Roberto González, Jaime López, al grupo Qual, Emilia Almazán,<br />
me sentí en casa de verdad. En ese periodo hice con Beto Ponce el dueto<br />
Callo y Colmillo. Estuvimos dos años juntos, más o menos. Después decido hacer<br />
mi proyecto de interpretar a todos los compositores del Movimiento Rupestre”.<br />
Sobre el mito extendido por el promotor cultural y artista plástico Víctor Ezkide,<br />
de que en sus inicios a Beto Ponce le costaba mucho trabajo cantar y desempeñarse<br />
sobre el escenario, porque se consideraba más un compositor, Nina Galindo<br />
interrumpe para señalar enfáticamente que era ella la que realmente sentía terror<br />
de cantar. Con Beto quería cantar detrás de las bocinas. Le tocó muchos años de<br />
inseguridad. En las entrevistas no hablaba; lo hacía Beto Ponce. “Nunca sabes a<br />
lo que te vas a enfrentar en el escenario. El día que tú pierdas el nervio estás perdiéndole<br />
el respeto al escenario y al público. El día que tú te sientas muy fregón,<br />
que todas las puedes, se te acaba el encanto y estás perdido”, argumentó la güera<br />
chaparrita enfundada en un suéter rojo pasión, como el blues que interpreta.<br />
Rockdrigo González, el tótem<br />
Cuando tocó el turno de hablar del Profeta del Nopal, Nina Galindo tomó un respiro<br />
y luego le dio una calada a su cigarro para enfatizar: “Conocí a Rockdrigo<br />
González en una fiesta en la casa de Roberto González, que vivía en Xochimilco.<br />
Cuando estaba platicando con Rockdrigo pensaba que me lo estaba ligando. Él era<br />
un enamorado hasta con las escobas. ‘Oye, que Alejandro Lora anda diciendo que<br />
Metro Balderas es de él y yo sé que es tuya’. Se sacó mucho de onda y a partir de ahí<br />
nos hicimos cuates. Más aún, porque alternábamos mucho en lo que era el Museo<br />
del Chopo. También recuerdo que nos juntábamos mucho en la casa de Rodrigo<br />
de Oryazabal para ensayar. Fue una época muy padre. Después de cantar algunas<br />
rolas de Roberto Ponce, le dije a Rockdrigo González que quería cantar algunas<br />
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suyas. Estamos hablando de 1984. Yo deseaba cantar Tiempo de híbridos y él me<br />
pedía Ama de casa un poco triste. Yo creo que me veía muy chavita o muy dulce,<br />
no sé, pero yo quería esa rola. Realmente estuve poco tiempo con ellos. Hay cosas<br />
que tengo bloqueadas después del terremoto”.<br />
Era un gran rancho electrónico<br />
con nopales automáticos,<br />
con sus charros cibernéticos<br />
y sarapes de neón;<br />
era un gran pueblo magnético,<br />
con Marías ciclotrónicas,<br />
tragafuegos supersónicos<br />
y su campesino sideral.<br />
Era un gran tiempo de híbridos;<br />
era medusa anacrónica,<br />
una rana con sinfónica<br />
en la campechana mental.<br />
Tiempo de híbridos, de Rockdrigo González<br />
“Canté esa canción por respeto, pero no porque fuera mi rola. Yo no tenía nada<br />
que ver con esa canción. Luego me dio chance de cantar Solares baldíos, una vez<br />
que fui con Beto Ponce a su casa. ‘Grábamelas’, le dije. En ese periodo él estaba<br />
preparándose para grabar su disco. Hacía mucho ejercicio, se cuidaba mucho, estaba<br />
sano; para mí fue muy difícil comunicarme con él porque te hablaba de cinco<br />
cosas al mismo tiempo. Era impactante, era un Ciro Peraloca en su casa; tenía<br />
inventos de no-sé-qué y la hacía de no-sé-qué. Era una relación de carnales, una<br />
relación bonita. Me decía: ‘Ay Nina, tú cuando estás hasta atrás, es cuando mejor<br />
cantas’. Creo que desde ahí tomo anís del Mono en cada concierto. Por otro lado,<br />
Rockdrigo González está vigente; escuchas las rolas y siguen vigentes”.<br />
¡Ehe hey!<br />
Ella se mece en su hamaca enredada en el tiempo,<br />
con la mirada ya flaca por quien nunca regresó.<br />
Dicen los niños que juegan a ver quién atina a los vasos de ron<br />
cruzan mi mente solares, solares baldíos de amor.<br />
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90<br />
Es un cometa la imagen, es un mapa de vapor.<br />
‘Voy por cigarros’ le dijo, se puso el sombrero y jamás regresó.<br />
‘Ya no arañes las nubes’, le recetó algún doctor.<br />
Pero ella estruja lugares que dan a solares... baldíos de amor.<br />
Solares baldíos, de Rockdrigo González<br />
“Rockdrigo me decía: ‘Te voy a encargar este cassette como la niña de tus ojos,<br />
para que lo copies y saques las rolas con las que vas a trabajar’. Yo vivía en Paseos<br />
de Taxqueña, donde para hablar por teléfono había que cruzar el río y llegar a la<br />
Prado Tasqueña para poder hacer contacto con un teléfono público. Total que voy<br />
un día, no me contesta, voy otro día y tampoco. Él vivía en ese entonces donde<br />
murió, en la colonia Juárez. No te miento, hice como tres o cuatro intentos. Y de<br />
pronto viene el terremoto. Entonces, donde vivíamos, que era atrás de la Ibero, se<br />
nos cayó una pared de un cuarto piso y estuvo duro, pero no nos pasó nada, sólo<br />
tuvimos que salir de ahí y nos dieron refugio unos amigos. Nadie se atrevía a decirme<br />
que Rockdrigo ya no estaba vivo. La que me lo dijo fue mi mamá. Para mí fue<br />
algo muy fuerte. Yo quise ir a donde lo iban a velar; fui a buscar su cuerpo, pero no<br />
di con nada y nadie me dijo nada. Fue espantoso”, explicó con angustia una Nina<br />
Galindo extraviada en sus recuerdos y con las expresiones propias de alguien que<br />
perdió a un ser memorable.<br />
Por momentos logro sacarla de esos instantes distantes para que dé una nueva<br />
calada a su cigarro, y después arremetió: “A los dos días de eso, no acababa de<br />
entender nada. Luego de su muerte me quedé sola. Cierto día en mi casa me puse<br />
a escuchar el cassette que me encargó. En la casa había una gatita de mi amiga<br />
Gabriela, con la que vivía, y que erizó toda, como yo, cuando escuché las rolas<br />
de Rockdrigo. En ese momento entiendo que Rockdrigo se fue a despedir de mí.<br />
Llegué a la conclusión de que ese cassette era para mí, le guste a quien le guste. Ese<br />
material estuvo por años conmigo, hasta hace cinco o seis años cuando Discos<br />
Pentagrama sacó al mercado No estoy loco. Habló conmigo Mireya Escalante, en<br />
paz descanse, también Modesto López, dueño de Pentagrama, quien me dijo que<br />
todas las regalías se iban a donar, y yo acepté con gusto. Sé que el disco salió con<br />
otras canciones de otras grabaciones, porque no quedó tal cual está el cassette, lo<br />
cual no lo vi nunca mal, porque para eso estaba el material. Yo sólo quería sacar<br />
de este cassette las rolas Solares baldíos y Tiempos de híbridos. Lo importante es<br />
que se me pidió el permiso y salió el disco para placer de todos los seguidores de<br />
Rockdrigo González”.
Nina Galindo en el homenaje póstumo a Laura Abitia en el Multiforo Alicia.<br />
(Foto: Aristeo Pantoja, 2012).<br />
Jorge García Montemayor en vivo; talento<br />
y apoyo musical al Movimiento Rupestre.<br />
(Archivo: Jorge García Montemayor).<br />
Nina Galindo en la última década<br />
del siglo XX. (Archivo: Roberto Ponce).<br />
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“Yo pienso que no es grabar por grabar”<br />
Como mucho saben, en 29 años de carrera artística, Nina Galindo ha grabado<br />
cuatro discos: Brindis por un difunto (Discos Pentagrama, 1991), Antropofagia<br />
amorosa (Discos Meztli, 1993), Antes del toque de queda (Discos Meztli, 1995)<br />
y El desliz (Discos Meztli, 1999, distribuido por Discos Pentagrama). Al preguntarle<br />
el motivo por el cual no graba discos como otros intérpretes, uno por año,<br />
la experimentada artista señaló que tuvo muchas promesas y opciones para hacer<br />
su primer disco. Mencionó que al principio todo mundo le quería dar las perlas<br />
de la virgen y que todos la dejaron colgada, pero al final dio a luz a Brindis por un<br />
difunto.<br />
“Para Antropofagia amorosa me ayudó Federico Luna en la producción. Luego<br />
hicimos una producción independiente con mi guitarrista y productor de 22<br />
años de carrera, Jorge García Montemayor, y mi representante de aquel entonces,<br />
Sergio Arellano; se llamó Antes del toque de queda. Tiempo después llegó El desliz,<br />
que también fue una producción de los tres. Es muy difícil volver otra vez a editar<br />
y sacar un nuevo disco en estos tiempos. El desliz estuvo mucho tiempo agotado.<br />
Federico Luna, a raíz de que yo estuve un tiempo enferma, me regaló la producción<br />
de Antropofagia amorosa y la sacó en asociación con Discos Pentagrama”.<br />
“Ahora con El desliz está pasando exactamente lo mismo. Falta volver a sacar el<br />
Antes del toque de queda. Todo eso está por verse. Yo no he podido grabar desde<br />
1999. El siguiente disco que haga será distinto. Yo pienso que no es grabar por<br />
grabar; para empezar, soy una persona a la que no le gusta grabar, porque es de lo<br />
más frío e impersonal. Yo no canto igual en vivo que en un estudio de grabación.<br />
No me gustan los estudios. Sé que lo tengo que hacer porque es parte de este trabajo.<br />
De pronto, en mi vida ha habido otras prioridades y tuve que cuidarme; por<br />
razones de salud me vine a vivir a Hidalgo: compré este terreno y aquí construimos<br />
Cacho y yo nuestro hogar. Luego llegó la época de cada vez menos chamba”.<br />
“Ahora tengo el apoyo de un amigo que se llama Antonio Valdés, pero de todas<br />
maneras necesito de más apoyo para poder hacer el disco nuevo, que espero<br />
salga este año. No tiene aún nombre, pero depende de todos esos factores para<br />
que esté en el mercado. Con Jorge Cacho llevo ocho años trabajando; él es mi<br />
representante y como pareja llevamos 13 años. Cacho ha impulsado mi proyecto.<br />
Necesito recursos económicos para grabar este disco nuevo, que ya tiene mucho<br />
material escogido. Ya está apalabrado con los compositores, pero así estoy desde<br />
el año pasado”.<br />
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“Todo el 2012 fue uno de los peores años de mi vida, pues no fue hasta agosto<br />
que tuve mi primera tocada. ¡Imagínate! Más de medio año sin nada de nada. No<br />
soy de ningún partido; la gente que me conoce sabe bien cuál es mi manera de<br />
pensar y mi posición ante la vida. Me gusta la justicia y la igualdad para la gente.<br />
No estamos en un país justo, pero a mí me parece que muchos de nosotros apoyamos<br />
al PRD, y lo apoyamos desde que era el Partido Comunista; pero cuando<br />
llegó al poder se olvidó de nosotros. A mí me parece que cuando estaba el PRI en<br />
el poder, a pesar de lo corrupto, había una infraestructura para este tipo de música<br />
independiente”.<br />
“El Consejo Nacional para la Costura en las Tardes trabajaba más que el del PAN.<br />
Te mandaban de gira por varios lugares del país. Estaba el CREA, estaba la SEP, estaba<br />
el IMSS, el ISSSTE Cultura, Hacienda, Museo de Culturas Populares y Socicultur,<br />
entre otros espacios. Hasta a los hospitales y cárceles ibas a cantar, cómo no<br />
recordarlo. Yo he cantado en la calle, en el Metro y en los lugares más recónditos<br />
que te hayas imaginado. Ibas a los reclusorios, a las unidades habitacionales populares;<br />
hasta en la esquina de la catedral del Zócalo capitalino. Bueno, en Palacio<br />
Nacional te llegaban a dar chance de cantar. Así, de ese tamaño. Había toda una<br />
gama de espacios donde presentarte”.<br />
“Cuando llega Salinas y le empieza a dar en la madre a todo, porque con el<br />
cuento de que privatizar e internacionalizar era lo mejor, se olvidan por completo<br />
de los artistas que había en el país para darle paso a los de talla internacional. Los<br />
artistas independientes mexicanos se fueron al carajo. Aquí hay calidad y talento,<br />
por eso me enoja mucho que lleguen artistas internacionales y les den todo, y a<br />
nosotros absolutamente nada. Para cuando entraron los panistas, peor aún. Ahí sí<br />
que no pasó nada de nada, más que el trabajar con algunas delegaciones políticas<br />
del DF; algunas veces en algún festival cultural; pero lo del Conaculta ya era muy<br />
escogido: muy elitista, lejos de nosotros”.<br />
“Cuando hice El desliz fue un capricho. Siempre quise ser Toña La Negra. Me<br />
hubiera gustado ser una cantante de esa época y con este disco me pude dar ese<br />
lujo. Sé que mucha gente se sacó de onda y yo me dije: ‘¿Por qué no? Si tengo sueños<br />
e ilusiones’. Estuvo bien hecho. Estoy muy agradecida con todos los compositores<br />
que me han apoyado y dado sus letras —como Perdida, de Chucho Navarro;<br />
La mujer del puerto, de Manuel Esperón; Viajero, de Luis Alcaraz; Amor de la calle,<br />
de Fernando Z. Maldonado; Cada noche un amor, de Agustín Lara, y Callejera,<br />
de Carlos Crespo. Yo me encargo de destrozar sus rolas. Me encargo de hacerlos<br />
enojar y digo que las rolas son como decía Zapata: de quien las trabaja”.<br />
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“En el nuevo disco viene, por ejemplo El Mastuerzo, Jaime López, Laura Abitia,<br />
Gerardo Enciso, Carlos Arellano, Roberto González; tal vez de Roberto Ponce,<br />
Rafael Mendoza, Armando Rosas. Muchas rolas son conocidas porque llevo mucho<br />
tiempo cantándolas, es una recopilación de todo esto. Si se cumplen las promesas<br />
y hay trabajo, espero que se concrete este 2013. Ojalá llegue un padrinito”.<br />
Ninis, los adultos contemporáneos<br />
Con 54 años a cuestas, Nina Galindo se engalla para decir a los cuatro vientos:<br />
“Estoy en el mejor momento como cantante, por lo que exijo que nos den apoyo<br />
para seguir trabajando, ¿o acaso quieren que seamos delincuentes? Como<br />
nosotros está mucha gente en el país. ¿De qué vamos a vivir? ¿Por qué esa manía<br />
de los servidores públicos de fusionar turismo con cultura? No es viable si no<br />
hay una verdadera infraestructura de ambos sectores y menos cuando uno de<br />
estos tipos declara que los artistas no deben de cobrar. Luego entonces, ¿somos<br />
etéreos? No me acuerdo, ni me quiero acordar del nombre de ese tipo, porque<br />
enloquezco. ¿Y él por qué sí cobra por decir pendejadas y estar aplastado en un<br />
escritorio?”.<br />
Para Nina Galindo todos los rupestres están vigentes: Carlos Arellano, Gerardo<br />
Enciso, Rafael Catana, Rafael Mendoza, Laura Abitia (Q.E.P.D.), Roberto<br />
González, Roberto Ponce, Armando Rosas, El Mastuerzo y hasta el mismísimo<br />
Rockdrigo González.<br />
“En este momento de nuestras vidas, la mayoría de los Rupestres somos ninis,<br />
pero en adultos contemporáneos, porque ni empleo, ni seguridad social, ni médica,<br />
ni mucho menos pensión para algún día. No tenemos nada. Yo estoy muy<br />
agradecida en mi vida por muchas cosas que me han pasado. Sí, me siento bendecida<br />
en muchos aspectos, porque basta con voltear y ver cómo están otras personas;<br />
pero creo que no tenemos lo que nos merecemos, que es trabajar y trabajar<br />
de manera digna, teniendo honorarios dignos, condiciones dignas, que se cubran<br />
nuestros requerimientos y el pago oportuno. No estamos pidiendo nada del otro<br />
mundo. No esperamos ser estrellas de Televisa a estas alturas. Como nosotros<br />
está más de la mitad del país”.<br />
“Este año empecé muy optimista, porque el año pasado lo terminé muy mal.<br />
Sé que este año será diferente; van a suceder muchas cosas para bien; todavía tengo<br />
fe, esperanza, sueños y proyectos que quiero realizar. No me van a callar hasta<br />
94
Javier Vila, Nina Galindo, Mauricio González Gómez y Sergio Hidalgo, en Iztacala.<br />
(Foto: Gabriela Revueltas, 1987).<br />
que me muera o hasta que yo diga: ‘Hasta aquí porque estoy dando pena ajena en<br />
el escenario’. Hasta entonces me retiraré”.<br />
Sobre el reencuentro de los Rupestres<br />
“Nunca me he negado a ello y me encanta alternar con ellos. De hecho, cuando<br />
me invitan, voy y canto con todo gusto. Sucede que de repente me dicen que ellos<br />
no están todos de acuerdo con tocar juntos como parte del Movimiento Rupestre,<br />
como es el caso de Gerardo Enciso, que me estoy enterando por ti que no quiere<br />
participar en este libro. Algunos de ellos se hacen bolas solos, es la verdad. Dicen<br />
que el Movimiento Rupestre se murió con Rockdrigo y que ellos ya no lo son más.<br />
Yo la neta sí soy Rupestre, tan Rupestre que ni sé usar la computadora y la Internet”.<br />
“El último festival que hubo en homenaje a Rockdrigo fue en el Zócalo de la capital<br />
del país. Yo creo que reencontrarnos sería bueno, pero sé que muchos de ellos ya<br />
están cansados. A veces me pregunto por qué no es como antes y hacemos una carta<br />
95
a las autoridades pidiendo lo que nos toca, lo que nos pertenece para seguir ejerciendo<br />
y exigir que nos tomen en cuenta, porque somos parte de una generación y<br />
de una historia. La banda que tiene hijos se las ve negras y deben cumplir con sus<br />
obligaciones. Muchos de los Rupestres están en su rollo individual, pero habrá que<br />
provocarlos para ver qué pasa. No necesitamos un libro para reencontrarnos, pero<br />
es bueno que salga para que haya registro actual de lo que sucedió antaño”.<br />
La maternidad<br />
“Yo no fui mamá porque no quise. ¿Por qué no? Porque físicamente tuve un problema<br />
que me lo impidió cuando joven. Tuve un tumor, me operaron, salí bien,<br />
pero decidí que no cargaría con esa responsabilidad. Además, nunca tuve una<br />
vida estable y tampoco me interesó adoptar, aunque hace años hubo un momento<br />
en el que me llamaron la atención los niños. Creo que el ser padre o madre es<br />
una responsabilidad para toda la vida. Yo no podía cumplir con eso. No tenía una<br />
estabilidad emocional, no tenía una estabilidad en cuanto a casa, trabajo y demás<br />
aspectos. Tampoco era algo por lo cual me moría de ganas. La única ocasión que<br />
me dio ganas de tener hijos me duró 15 minutos”.<br />
“Aparte, a mí los niños me gustan dormiditos y en foto. De preferencia con<br />
una manzana en la boca. Mi parte materna la he llenado con mis perros, porque<br />
son como los niños: dependen de ti. No me muero por ello y eso ya pasó. He<br />
tenido otras maneras de dar afecto; conocí, por ejemplo, a uno de los tres hijos<br />
de Jorge Cacho, mi pareja, quien se casó muy joven, se separó y luego se volvió a<br />
casar, hasta que llegó su estabilidad a mi lado. Dejó de ver a sus hijos por 20 años<br />
hasta que cierto día, en el Museo de Culturas Populares, en un evento de Pascal,<br />
participó uno de los hijos de Cacho. Yo me di cuenta días después cuando Jorge<br />
vio su nombre, Apolo Cacho, en el programa de mano mientras lo leía en el baño<br />
de nuestra casa y salió corriendo para avisarme. Lo motivé a que le buscara y así lo<br />
conocí, al grado de tenerle mucho cariño, muy especial”.<br />
“El hijo de su segundo matrimonio, Christopher Cacho, me tocó conocerlo desde<br />
los cuatro años y ya tiene 18 el canijo. Para mí era padre interactuar con el buen<br />
Chris porque tuve una relación muy cordial con su mamá, que en paz descanse: falleció<br />
de cáncer de mama hace dos años. Cuando vivíamos en la Escandón, una vez<br />
le dije a Chris que yo no era su madre sino su madrastra bruja, además de su amiga,<br />
para que se ubicara y le diera el lugar que le corresponde a su madre biológica”.<br />
96
“No soy estable; tuve que ir con el psiquiatra Fausto Trejo (Q.E.P.D.) quien me<br />
ayudó mucho para que mis emociones se acomodaran. Mi estabilidad llegó con<br />
Cacho y lo que hemos construido juntos ha sido padrísimo y ni quién nos los<br />
quite. En cuanto a tu pregunta de ¿si hemos evolucionado un poco como seres humanos<br />
en México? Dejando de lado el machismo, yo digo que un poco, y si no lo<br />
hemos logrado del todo es porque las mujeres no hemos terminado de educarlos,<br />
porque sin las mujeres no existen. Son machos por las madres. Todo eso lo viví<br />
cuando empecé en el rock, que era una etapa muy machista”.<br />
Betsy Pecanins, la voz blusera que dio México<br />
“Están muy pendejos todos aquellos que piensan que Betsy está muy acabada,<br />
que ya fue. Ella es de las mejores cantantes que ha dado México. Para mí es una<br />
gran voz y yo le tengo un gran respeto y un gran cariño. Ella ha estado muy mal de<br />
salud. Y esos pendejos que hablan de los vejetes van para allá, si es que llegan. A<br />
mí no me interesa morir muy vieja, ¿eh? Y menos con lo que estoy viendo, porque<br />
esto no es vida para nadie. ¿Qué pienso en definitiva de Betsy? Para mí es lo máximo,<br />
es una guerrera, por cómo ha logrado sobrevivir a todo lo que ha pasado. Ella<br />
está de pie, dando clases y creando todo el tiempo”.<br />
“A mí que no me toquen a Betsy porque es alguien que amo. Soy su amiga.<br />
No se metan con ella o se las verán conmigo de manera directa. Además, seamos<br />
honestos: sin ella no hubiera existido Real de Catorce. José Cruz Camargo es José<br />
Cruz Camargo gracias a esa oportunidad que tuvieron los primeros integrantes<br />
de Real de Catorce de acompañar como músicos de soporte a Betsy Pecanins; así<br />
de sencillo. Eso, señoras y señores, es una enseñanza que hemos tenido todos los<br />
que nos dedicamos a esto en México. Además, el espacio de Betsy no lo va a llenar<br />
nadie, nadie, nadie”.<br />
“Yo lo que hago es palenque rock, como dice Gerardo Enciso, pero lo que hace<br />
Betsy es blues. Tal vez por mis tonalidades me han encasillado en el blues; pero<br />
no, no se compara con la gran señora que es Betsy Pecanins. Yo lo que hago francamente<br />
es una fusión de muchas cosas. Es mi manera de cantar lo que me ha<br />
hecho pasar como blusera, pero nada que ver, nada. Es muy triste escuchar eso<br />
de que es una cantante vetusta por parte de gente pendeja y organizadores insensibles.<br />
Es como si me hubieras puesto un cuete en la cola. Estoy muy indignada,<br />
muy encabronada”.<br />
97
Perfil Rupestre<br />
Rockdrigo González<br />
“A mí me lastima mucho Rockdrigo por todo<br />
lo que vivimos. Fue un cuate al que traté real-<br />
mente muy poco tiempo, pero existió un ca-<br />
riño muy especial y una comunicación difícil,<br />
porque me costaba trabajo entenderlo; pero<br />
sin duda es alguien especial para todos noso-<br />
tros. Me respetaba, me estimulaba a cantar.<br />
Era muy padre Rockdrigo. Fue una gran pérdi-<br />
da para la música de este país. Yo creo que ya<br />
nos conocíamos de otra vida”.<br />
Roberto González<br />
“Es un compositorsazo al que también admi-<br />
ro mucho. Le tengo mucho respeto. Es uno de<br />
mis grandes carnales. Así nomás”.<br />
Eblen Macari<br />
“Más que rupestre es silvestre (carcajadas).<br />
Siempre hubo una relación cordial, pero no<br />
estuvo mucho tiempo en este Movimiento<br />
Rupestre. Es un tipo que se metió hacer otras<br />
músicas. No somos íntimos, pero es un ser<br />
que merece respeto”.<br />
Fausto Arrellín<br />
“Cuando está hasta la madre de borracho es<br />
cuando te quiere y te lo dice. Si no está cuete,<br />
pasa de largo. Sí hay relación, pero sólo cuan-<br />
do está borracho saca el amor, la dulzura y la<br />
ternura. ¡Salud para él!”.<br />
Armando Rosas<br />
“A La Diva Rosas (se crea un silencio y luego<br />
98<br />
estalla una estruendosa carcajada). Él es muy,<br />
pero muy especial, porque como nadie de no-<br />
sotros se ha dado su lugar dentro y fuera del<br />
escenario. Es un gran artista. Yo siempre lo<br />
molesto, pero qué respeto le tengo al hom-<br />
bre. Lo admiro y lo quiero mucho, muchísimo.<br />
Es un gran músico, muy dedicado; por eso ha<br />
participado con rolas en algunas películas<br />
mexicanas. Es el que más se sigue preparando,<br />
estudiando. Es un fuera de serie. Es un tipazo”.<br />
Gerardo Enciso<br />
“Ese es otro carnalote del que me gusta mu-<br />
cho su trabajo. Es un gran compositor. Con<br />
Daga yo me pongo muy mal. Era de los ochen-<br />
ta esa rola. Siento que nos parecemos en algo<br />
muy especial. Los dos somos como de mucho<br />
feeling y mucha rabia, coraje y mucho por sa-<br />
car desde dentro. Hay mucha víscera”.<br />
Carlos Arellano<br />
“A mí me encanta su trabajo. Es como los po-<br />
los: Carlos Arellano, puede ser la ternura total<br />
o el enojo, la víscera. A él le debo El boiler, un<br />
gran éxito. Es muy especial. Es de los compo-<br />
sitores que más mujeres son sin serlo. Somos<br />
compañeros de generación, pese a la diferen-<br />
cia de edades entre nosotros”.<br />
Rafael Catana<br />
“A mí se me hace una ternura como compo-<br />
sitor. Yo interpreto de él Mujer en la sombra,<br />
que es muy importante para mí por lo que<br />
significa. Esa rola a la gente le gusta mucho.<br />
Me acuerdo cuando me invitó a su disco; lo<br />
recuerdo bien porque me hizo sentir libre,
liberada. Catana es de los compositores más<br />
dulces que he conocido en mi vida”.<br />
José Cruz Camargo<br />
“A él le agradezco como compositor que me<br />
haya ofrecido la rola Como flama de quinqué,<br />
un gran éxito tanto de él como mío. Yo siento<br />
que hay dos compositores que se han puesto<br />
en el papel de la mujer, como si fuesen una, y<br />
vaya que lo han hecho bastante bien. No cual-<br />
quiera entiende ese sentimiento. Lo mismo<br />
pasa con Beto Ponce, de quien canto Llévate<br />
lejos tu blues. Bueno, esa la compusimos los<br />
dos. Carlos Arellano es el otro que siento que<br />
es así, por eso le agradezco la rola de El boiler”.<br />
Beto Ponce<br />
“Hasta la fecha interpreto temas de él porque<br />
la gente me sigue pidiendo sus rolas Mírame<br />
desaparecer y Brindis por un difunto. No lo<br />
puedo evitar. Cuando hicimos el dueto fue<br />
una experiencia padrísima. Yo voy para 29<br />
años de carrera como intérprete y me sor-<br />
prende que la raza te siga pidiendo las rolas<br />
de esos años. Fue un trabajo muy padre por-<br />
que estuvimos juntos mucho tiempo, ensa-<br />
yábamos y tocábamos como carnalitos. Beto<br />
siempre va a ser muy especial en mi vida. Gra-<br />
cias a él, conocí a los demás. Él me introdujo a<br />
este mundo de lágrimas y sufrimiento”.<br />
Jaime López<br />
“Me parece un gran compositor, muy espe-<br />
cial, que también lo interpreto. Le pedí Des-<br />
de mi motocicleta para mi nuevo disco. Creo<br />
que, de todos, es al que más puertas se le han<br />
abierto por sí solo y al que mejor le ha ido”.<br />
Federico Luna<br />
“El productor de gran parte de las grabaciones<br />
de esta generación. Él es mi carnal, mi amigo;<br />
mucho tiempo tocó conmigo también, por lo<br />
que lo considero un excelente músico; pero<br />
sobre todas las cosas es un gran carnal. Es al-<br />
guien a quien siempre le voy a estar agradeci-<br />
da y que sabe que es de mis mejores amigos.<br />
Es el Señor de los cielos para mí”.<br />
Jorge García Montemayor<br />
“A él le debo mucho de lo que soy y con eso<br />
te digo todo. Ha sido una parte fundamen-<br />
tal como músico, arreglista, amigo y ser<br />
humano”.<br />
Nina Galindo<br />
“¿Qué? ¿Yo qué? De mí sólo lo que ves. Soy una<br />
cantante que no soy técnica sino ruda, ¿no?<br />
Yo insisto siempre: necesito al público, como<br />
todo artista necesito al público. Creo en lo que<br />
canto, estoy comprometida con esto y voy a<br />
seguir hasta que me muera. Creo que merez-<br />
co respeto por mi trayectoria, por aferrada y<br />
por necia. Así soy. Soy la víscera, soy el senti-<br />
miento. Creo que siempre estaré enojada e<br />
inconforme con todo lo que sucede a mi alre-<br />
dedor. Tengo mucho enojo, frustraciones y co-<br />
nozco mis limitaciones como artista y como<br />
cantante, pero sé hasta dónde puedo llegar.<br />
Quiero que se me permita hacer lo que nos<br />
corresponde a todos nosotros, los Rupestres”.<br />
99
inventor de sí mismo<br />
juan pablo proal<br />
100<br />
Fausto
Fausto Arrellín, inspiradísimo. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
Fausto Arrellín decidió dejar de componer música. Fue hace ocho años. Pensó<br />
que no tenía nada nuevo por escribir. “Por más que revisé mis canciones viejas<br />
dije: ‘No les puedo cambiar nada’; escribí lo que creía y es algo que sigo creyendo.<br />
No tengo más que decir; es muy triste tener que estarse autofusilando o estar repitiendo<br />
tu misma fórmula”, me cuenta en una conversación que tiene lugar en su<br />
imprenta, El Angelito Editor, ubicada en la colonia Portales.<br />
La vida de Fausto no depende de la música; por el contrario, es una compilación<br />
de intereses diversos y múltiples oficios. Se dedicó, en gran parte, a estudiar<br />
101
fórmulas de cultivo urbano, así como a causas ecologistas encaminadas a aprovechar<br />
los desechos de la era del consumo.<br />
Si bien la música ha acompañado a Fausto de manera permanente, es sólo uno<br />
de los tantos ángulos donde fija su interés. A lo largo de su vida, Arrellín ha sido<br />
ayudante de radiotécnico, fotógrafo, acomodador de la Plaza de Toros México, instalador<br />
de alarmas para autos, estudiante de textiles, diseñador, escritor, inventor...<br />
“No me considero músico, nunca lo he sido; soy un filarmónico: le entro a la<br />
música porque me gusta, porque puedo hacer cosas con ella, pero nunca me he<br />
dedicado, por ejemplo, a estudiar guitarra para ser un virtuoso”, explica.<br />
“No siento ninguna obligación de hacerlo mejor ni nada de eso; lo hago porque<br />
me divierte: para mí esa es la cuestión fundamental; cuando deja de ser divertido<br />
ya no hay atracción”, insiste.<br />
No quería ser músico<br />
Contrario al sueño de muchos jóvenes músicos, Fausto jamás imaginó dedicarse<br />
a ello. “Yo no pensaba en tocar”, confiesa.<br />
Fausto proviene de una familia de obreros. Su tío Alberto, hermano de su madre,<br />
tenía una imprenta y él aprendió el oficio desde los ocho años de edad. Inició<br />
en una labor que requiere paciencia a baldes: linotipista. Colocaba letra por letra.<br />
Creció en una casa donde se trabajaba todo el tiempo. No podría ser de otra forma<br />
en una familia integrada por once hijos. El padre de Fausto trabajaba jornadas<br />
extenuantes, así que su tío se convirtió en su principal influencia. Él lo acercó a la<br />
literatura y el arte.<br />
A la edad de 17, Fausto se inscribió en la Escuela de Diseño y Artesanías,<br />
fundada por Lázaro Cárdenas. Los hijos de los artesanos tenían pase directo a<br />
la escuela. Así entró en contacto con un mundo más amplio, lleno de creadores.<br />
Fausto comenzó a empaparse y a simpatizar con la cultura indígena y el rock.<br />
En ese entonces escuchó el sonido de una flauta que le cautivó: era Ian Anderson,<br />
líder de la banda inglesa-escocesa Jethro Tull. “Lo primero que hice fue<br />
aprender a tocar la flauta dulce, inspirado en él”. Fausto se inscribió en un curso en<br />
la Casa del Lago. “Fue el sonido que me interesó en ese momento”.<br />
En 1971 asistió al Festival de Rock y Ruedas de Avándaro. Al año siguiente<br />
se fue a vivir a una comuna, donde entró en contacto con lo que posteriormente<br />
sería una de sus mayores pasiones: el cultivo.<br />
102
Con la influencia indigenista, la flauta y su papel de artesano, se comprende el<br />
sonido de Coatlicue, su segunda banda. Ahí Fausto comenzó a plasmar de manera<br />
más concreta las letras que caracterizarían sus canciones. Coatlicue tenía marcada<br />
influencia del rock progresivo, pero también de sonidos prehispánicos.<br />
Antes, Fausto había iniciado su carrera de compositor en el grupo Chacra.<br />
Ahí tomó la guitarra como principal acompañante, aunque retomaría la flauta en<br />
Coatlicue.<br />
Chacra no tenía equipo, así que al principio rentaban los instrumentos. “Cuando<br />
nos salía una tocada corríamos a alquilar; ensayábamos en la mañana o en la<br />
noche anterior de la tocada”. Con el paso del tiempo Chara consiguió más presentaciones,<br />
al grado tal que pudieron comprar su propio equipo.<br />
A Chacra lo integraban Adrián Gasca (posterior baterista de Qual), el cuñado<br />
de Arrellín, Alejandro Blasio, y su hermano, Alberto. Chacra se diluyó en 1979.<br />
“Cada quien tomó su camino; todos nos empezamos a casar”.<br />
Año y medio después de la separación de Chacra, el baterista Juan Carlos<br />
Chávez lo invitó a formar un grupo, al que bautizarían como Coatlicue. Se añadió<br />
Luis Gerardo Gómez. La banda fue recibida con asombro en cada presentación,<br />
pero por falta de conciertos tuvo que suspender en 1982; no era redituable.<br />
Fue justo en esas cuando Fausto se anexó al naciente Movimiento Rupestre.<br />
Fausto, el Rupestre<br />
Cuando Fausto salía del Auditorio Nacional después de presenciar el primer festival<br />
de blues organizado por el locutor y promotor cultural Raúl de la Rosa, escuchó<br />
que el músico veracruzano Rafael Catana lo llamó por su nombre: “¿Quién<br />
eres? ¿Eres el de Coatlicue, ¿no?”. Coatlicue estaba en sus días finales. “Resultaba<br />
complicado mantenerse tocando; ensayábamos mucho; en dos años tocamos<br />
sólo diez veces: era muy poca la cantidad; aunque esas tocadas fueron muy importantes,<br />
una de ellas en el Teatro de la Ciudad”. Coaticlue también se presentó<br />
en el Museo del Chopo y en el Museo de Culturas Populares. “La gente se quedaba<br />
muy sorprendida con lo que estábamos tocando”, recuerda.<br />
El encuentro con Catana le vino bien a Fausto. Ese mismo día, Rafael invitó a<br />
Arrellín a su casa. “Me mostró algunas de sus composiciones, que me agradaron<br />
inmediatamente y que traté de poner con Coatlicue, pero en ese momento el grupo<br />
estaba dando sus últimas patadas de ahogado y finalmente se desintegró. No<br />
103
encontrando otra cosa que hacer, me dirigí con Catana y él me invitó a participar<br />
en un ciclo de conciertos que se realizarían en el pequeño foro de la librería Gandhi”,<br />
relata Fausto en su texto Los rupestres (al principio de los tiempos).<br />
La serie de conciertos se tituló ‘Canciones de amor y furor’ y participaron Roberto<br />
González, Jaime López, Eblen Macari, Alejandro de la Garza y Toño Canica. La escenografía<br />
estaba a cargo del monero Rafael Barajas, El Fisgón. Tocaban cada jueves.<br />
Una noche, después de un ensayo en la calle de Guadalajara, los protagonistas<br />
de estos conciertos acudieron a la Casa de la Paz para escuchar a Botellita de Jerez.<br />
Al término se dirigieron a casa de Catana, donde un hombre de lentes gigantes<br />
impresionó a todos los presentes con la canción Metro Balderas. Sí, se trataba del<br />
tamaulipeco Rodrigo González.<br />
“Las condiciones para presentar la obra de estos artistas y otros semejantes eran<br />
en ese momento muy complicadas; sólo existían pequeñas salas. Siempre estábamos<br />
buscando espacios y, aunque eso no ha variado mucho, me cae que en ese momento<br />
estaba verdaderamente cabrón. Así que las noches siguientes nos la pasamos alucinando<br />
dónde podríamos presentarnos. Una oportunidad fue tocar en la presentación<br />
del libro Crines, de Carlos Chimal, que se llevó a cabo en un foro situado debajo<br />
de la sala Ollin Yoliztli; ese día la música estuvo a cargo de Jaime López y el Tríptico<br />
Rupestre (conformado por Rodrigo González, Rafael Catana y Fausto), formación<br />
sui generis, pues el trío no tocaba a la vez, ya que un servidor campechaneaba los<br />
acompañamientos, unas rolas con el Catana y otras con el Rodrigo”, revive.<br />
Poco a poco, el colectivo Rupestre fue tomando forma y así comenzaron a estar<br />
cada vez más presentes en los foros. “Después el tiempo ya no nos alcanzó;<br />
pasé a formar parte del grupo Qual y con el Rockdrigo nos sobraba la chamba”.<br />
Fausto se hizo cargo de la dirección musical de Qual y musicalizó gran parte de la<br />
obra del tamaulipeco.<br />
Qual participaría en la obra de teatro Abolición de la propiedad, escrita por José<br />
Agustín, hasta que el 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México se cimbró y<br />
se hizo trizas, provocando, como es del dominio público, la muerte de Rockdrigo<br />
González.<br />
“Nos movieron el tapete. Nosotros ya teníamos una serie de planes, nos íbamos<br />
a ir al Cervantino con la obra de teatro de José Agustín; nos quedamos con todo el<br />
equipo dentro del teatro y tardamos meses en poderlo sacar. Fue bastante difícil”.<br />
Qual siguió presentándose sin Rodrigo en el teatro del SUTIN, ubicado en Viaducto<br />
Río Becerra. En esa serie de conciertos participaban Roberto Ponce, Nina<br />
Galindo, Trolebús, Arturo Meza, Gerardo Enciso y el propio Catana. El lugar<br />
104
Paco Acevedo, Javier Vila, Mauricio González Gómez, Rafael Catana, El Doc González (Q.E.P.D.),<br />
Fausto Arrellín y Miguel Ángel Pérez. (Archivo: Rafael Catana).<br />
Fausto Arrellín, ensayando<br />
en el Museo del Chopo.<br />
(Foto: Juan Carlos Cervantes,<br />
1986).<br />
Roberto Ponce, Roberto González, Fausto Arrellín y Carlos Arellano<br />
en el Multiforo Alicia en la primera década del siglo XXI.<br />
(Archivo: Roberto Ponce).<br />
105
cerró, pero el colectivo después se reencontró en El Tecolote, ubicado en la calle<br />
de Sullivan. Desde 1997, con la apertura del célebre Multiforo Alicia, liderado por<br />
Nacho Pineda, Qual encontró una casa permanente; aunque el grupo no es muy<br />
activo, pues sólo toca de vez en cuando y principalmente en homenajes a Rodrigo.<br />
El Verticalízmo<br />
¿Qué ha pasado con Arrellín desde entonces? La respuesta arroja aristas opuestas.<br />
Se puede decir que ha seguido fiel a su vocación creadora: escribió dos libros,<br />
diseñó un periódico infantil y hasta recibió un premio en Derechos Humanos en<br />
2009 por parte del Gobierno de la Ciudad de México, en apoyo a la producción<br />
independiente de radio.<br />
Si bien tiene la mirada puesta en muchos paisajes, Fausto se ha concentrado<br />
más en el Verticalízmo y en su taller El Angelito Editor.<br />
“El Verticalízmo es un desarrollo ecológico, multimodular, flexible y sustentable<br />
que permite un auténtico reciclaje de la ‘basura’, la producción de tierra nueva,<br />
el cultivo de vegetales alimenticios, medicinales o de ornato, ahorro de agua, optimizar<br />
el espacio en que se vive, practicar una actividad terapéutica y productiva<br />
que eleva la autoestima y la calidad de vida”, describe Fausto en su libro El Verticalízmo,<br />
una opción de cultivos urbanos, impreso en octubre de 2009.<br />
Arrellín comenzó a simpatizar con la agricultura después de asistir al Festival<br />
de Rock y Ruedas de Avándaro, en 1971. Apenas tenía 19 años cuando se fue a<br />
vivir a una comuna en Valle de Bravo, donde sembraba duraznos.<br />
“Todo empieza cuando me doy cuenta de que no debía de ser tan difícil cultivar;<br />
empecé a investigar, a interesarme por la hidroponía, conseguí literatura,<br />
tomé pequeños cursitos”.<br />
Hace ocho años, cuando decidió dejar de componer, se fue a vivir a Tepotzotlán,<br />
Estado de México. En su casa destinó un pequeño espacio, equivalente a<br />
una sexta parte del terreno, a desarrollar productos alimenticios; sin embargo, se<br />
percató de un reto mayor: “Mi mayor preocupación era el manejo de los residuos<br />
sólidos; para mí esto de las plantas no era algo tan esencial ni primordial; para mí<br />
lo importante realmente era el manejo de los residuos; a partir de eso empecé a<br />
investigar; ya sabía que las plantas podían crecer sin piso, porque eso lo aprendí<br />
de la hidroponía, luego pude también cultivar setas, hongos y eso me abrió más<br />
el panorama”.<br />
106
Fausto advirtió que, para que el proceso estuviera terminado, necesitaba crear<br />
él mismo su propia composta (abono orgánico).<br />
“Empecé a hacer muchas pruebas hasta que desarrollé un compostero, que se<br />
hace en base a dos cubetas de pintura. Hice una serie de adaptaciones y cuando vi<br />
que funcionaban traté de venderlo”.<br />
Y un día, caminando por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal,<br />
Fausto leyó un letrero: Si usted inventa o tiene dudas acerca de los proyectos que<br />
está elaborando, venga a vernos.<br />
De inmediato, Fausto acudió a la oficina y explicó que había desarrollado todo<br />
un proceso para cultivar en casa sin contaminación, a partir de desechos. Es así<br />
como Fausto se convirtió en inventor. Ahora participa en conferencias, imparte<br />
cursos y talleres para exponer su método, aunque no piensa conformar una empresa<br />
ni obtener grandes regalías con ello:<br />
“Yo vengo de ideas anarquistas. A mí no me interesa crear otras industrias igual<br />
de contaminantes e igual de explotadoras que las otras; a mí me interesa crear<br />
un método donde cualquier gente pueda tener acceso a una vida mejor, de más<br />
calidad”.<br />
Regresa la inspiración<br />
El deambular de Fausto para exponer sus técnicas de cultivo lo llevó a Quintana<br />
Roo, donde le pidieron asesorar a agricultores durante mes y medio. “Al principio<br />
iba medio sacatón; me dije: ‘¿Cómo les voy a enseñar?, ellos están en la selva: ahí<br />
crece todo’, pero no, no es así”.<br />
Recorrió diez comunidades y ahí se percató de que el suelo era muy duro, lo<br />
que dificulta las condiciones de cultivo. Al disfrutar de los paisajes de la zona<br />
maya y convivir con los habitantes, Fausto sintió necesidad de componer de nuevo:<br />
“Me brotaron nuevas ideas”, cuenta, sin ocultar su alegría. Actualmente trabaja<br />
escribiendo canciones para narrar esa experiencia.<br />
Si bien Fausto dejó de componer por años, nunca estuvo alejado de la música.<br />
De entrada, es melómano, disfruta de explorar nuevos grupos y sonidos. En su<br />
taller de El Angelito imprime portadas de discos de músicos mexicanos. En el<br />
mismo edificio, su hermano Édgar tiene un estudio de grabación llamado EAR<br />
Audio, donde han producido discos de Guillermo Velásquez, David Haro, Cabezas<br />
de Cera y Luz de Riada, por citar algunos.<br />
107
“El equipo es de mi hermano; lo que hago, en realidad, yo aquí es el diseño, la<br />
hechura de los discos; mi hermano graba la música”, expone.<br />
Junto con dos de sus sobrinos conformó la efímera banda FBI (Fausto, Benemérito<br />
Insigne). “Empezamos a tocar, pero no hubo mucha respuesta de parte de<br />
los lugares y si no hay lana cuando tocas es muy difícil que te mantengas”.<br />
A veces se junta con sus compañeros del grupo Qual, principalmente en algún<br />
aniversario luctuoso de Rockdrigo. Le pregunto si alguna vez se llega a sentir incómodo<br />
por interpretar las canciones del tamaulipeco. Responde: “No, hay piezas<br />
que yo no toco de Rodrigo, como Distante instante, porque nunca la toqué; pero,<br />
por ejemplo No tengo tiempo (de cambiar mi vida), Rock del Ete o Metro Balderas sí,<br />
porque los arreglos los hicimos nosotros”.<br />
Servir y proteger<br />
En 2004 escribió el libro Servir y proteger, un recuento de sus anécdotas con la<br />
policía. Aquí una de ellas:<br />
“Rozaba los dieciséis años, era un chavo con una incipiente greñita, comenzaba<br />
a dejarme crecer el pelo después de toda una vida de casquete corto o regular.<br />
Contaba ya con algunas experiencias, pues desde el 66 asistía a la Prevo 4, una<br />
escuela del Poli que estaba ubicada en la unidad Tlatelolco —ahora es un hospital<br />
del Seguro Social. El movimiento estudiantil del 68 me afectó fuertemente;<br />
participé en él volanteando, asistiendo a infinidad de asambleas y desde luego a<br />
algunas marchas. Después de eso abandoné la escuela y me dediqué a trabajar;<br />
desde morrillo me había llamado la atención el trabajo en la imprenta de mi tío y<br />
así, casi sin darme cuenta, ayudando a compaginar facturas o doblar folletos me<br />
fui haciendo de un oficio”.<br />
“Un día que estaba descansando a la hora de la comida se me ocurrió empezar<br />
a jugar con unos amigos del callejón: de un lado al otro de la calle nos lanzábamos<br />
un balón de americano cuando de improviso apareció una panel en la esquina<br />
de Nezahualcóyotl. Exactamente en ese momento el balón se me escapa de las<br />
manos y va a rodar a un lado de la camioneta (les llamábamos ‘julias’, nunca he<br />
sabido por qué), cerca de una de las llantas traseras. Entonces, sin pensarlo, me<br />
dirijo a recoger el ovoide encontrándome con la cara de malamadre del conductor<br />
de la jaula rodante, que amenazadoramente me dice: ‘Órale, pinche escuincle, no<br />
ande jugando en la calle’. Sorprendido no acierto más que a mirarlo. Mi mente no<br />
108
Fausto Arrellín, gran voz del rock mexicano, en el Multiforo Alicia. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
Federico Luna,<br />
producción musical<br />
de los Rupestres.<br />
(Foto: Javier<br />
Manrique, 1997).<br />
Mauricio Sotelo, de Cabezas de Cera, y Edgar<br />
Arrellín, ingeniero de audio, profesional de la<br />
grabación y responsable técnico de muchos<br />
proyectos Rupestres. (Archivo: Fausto Arrellín).<br />
David Chávez<br />
Rivadeneyra.<br />
(Foto: Javier<br />
Manrique, 1997).<br />
109
entiende cuál es la razón por la que me insulta. ‘Pareja, chínguese a esos güeyes’.<br />
Incrédulo lo sigo observando mientras la pareja rodea el vehículo y a jalones me<br />
arroja al interior de la julia, echa el cerrojo y va tras el resto de mis compañeros,<br />
el Vampiro y el Chaparro, quienes por una extraña solidaridad permanecen a la<br />
expectativa en vez de huir. El conductor, detrás de sus oscurísimos lentes mira la<br />
escena divertido en el momento en que la Millones aborda la cabina. La esquina en<br />
que todo esto sucede se ubica en Igualdad y Nezahualcóyotl, a un par de cuadras<br />
de Salto del Agua, en pleno centro de la Ciudad. La Millones —una prosti que<br />
formaba parte de ese decorado urbano desde inmemorables tiempos—, fue una<br />
institución en el estrecho ámbito de las relaciones públicas y compartía terrenos<br />
con otras veteranas de similar estirpe: La Nieves, la Chata, la Bella Durmiente y<br />
otras. Alta (caballona), “rubia”, zapatillas de altísimo tacón e inevitablemente rojas<br />
(como marcaban los tiempos), se instala a un lado del gran jefe gafanegra: ‘Ya,<br />
cabrón, ¿para qué friegas a los chavitos?’. Ella le pasa acá bajita la baisa un rollito<br />
de billetes. ‘Pus estos pendejillos qué se creen, ¿te fijaste cómo me miró?’, respondió<br />
él. ‘Pero si no están haciendo nada’, dijo ella. ‘Y qué, ¿no estás viendo que no<br />
nos respetan?’. ‘Ya, dales chance y te paso otra lana’. ‘Ni madres, estos güeyes van<br />
pa’trás’. Escuchaba este diálogo desde mi incómodo asiento (dentro de la julia)<br />
separado solamente por una reja de alambrón, sumido en oscuros pensamientos,<br />
cuando se abre la puerta e ingresan mis cuates”.<br />
“El recorrido a la Delegación fue rápido y el trámite carcelario aún más. El<br />
agente del Ministerio Público, de la cuarta delegación, sita en la colonia Obrera,<br />
con cara de aburrido nos levantó un fugaz interrogatorio donde quedaron asentados<br />
nuestros datos particulares. Ese día conocí el verdadero limbo: imágenes de<br />
rostros ansiosos y descompuestos desfilaron frente a mí”.<br />
Credo personal<br />
Le pido a Fausto que me responda algunas preguntas elementales sobre su posición<br />
ante el mundo. Le pregunto que qué es la vida. “Un camino”, responde.<br />
Le pregunto que qué es la felicidad. “Momentos, nada más momentos”, dice. Del<br />
pasado: “La base de todo”. De la industria musical: “Una porquería”. De la muerte:<br />
“Nunca pienso en ella”. Le pregunto de los Rupestres. “Una bola de cuates bien<br />
chidos”. Le pregunto: “¿Qué pasaría si Rockdrigo siguiera vivo?”. Y responde: “Seguiría<br />
inventando cosas; la gente no lo puede ver así; él ya estaba cansado y muy<br />
110
molesto; decía, por ejemplo, algo muy gracioso, que cómo era la fama que hasta<br />
te volvía guapo”. Le pregunto de Dios. “No existe, ¿o sí?”. De Enrique Peña Nieto:<br />
“Es un títere”. Del narcotráfico: “Uno de los grandes inventos que nos ha asestado<br />
el poder; es una industria movida por los mismos políticos, por la misma gente<br />
del poder”. Del dinero: “¡Cómo hace falta!”. Le pregunto de la religión. “Ninguna”,<br />
dice. De la fidelidad: “Lo más posible”. Y de México: “El nombre para un lugar<br />
donde coincidimos algunos”. Por último, le pregunto: “¿Qué quieres que se lea en<br />
tu epitafio?”. Y responde: “¡Tons qué!”.<br />
Fausto Arrellín Rosas nació en 1954 en la Ciudad de México. Creció en una<br />
familia de obreros, en la que es el mayor de once hermanos. En 1976 conformó su<br />
primera banda, el grupo Chacra, que estuvo activo entre 1976 y 1979. Entre 1980<br />
y 1982 integró el Grupo Coatliclue. Posteriormente, invitado por Rafael Catana,<br />
se unió al Colectivo Rupestre de los Cantantes Errante; ahí conoció a Rockdrigo<br />
González, a quien acompañó con su grupo Qual. Entre 1988 y 1993 fue jefe de<br />
producción de la compañía de discos Pentagrama. Condujo y coprodujo, de 2007<br />
a 2010, el programa radiofónico Roles y Rolas en el IMER. Actualmente es editor<br />
del periódico La Voz de la Cuenca, impreso para el rescate ecológico de la presa<br />
La Concepción, en Tepotzotlán, Estado de México, además de ser el creador del<br />
concepto de colectivos urbanos Verticalízmo y director de creatividad de la Feria<br />
Ecológica de México-Tenochtitlán. Sus grupos favoritos son: The Kinks, The<br />
Who, Jethro Tull, Miles Davis, Jimi Hendrix, Chac Mool y Rockdrigo González.<br />
111
Rodrigo<br />
1985, el año en que ocurrió todo<br />
jorge pantoja<br />
112
La foto; capturada en la Galería Metropolitana de la UAM. (Foto: Virginia Rodríguez, 1985).<br />
Para mis hermanos Eduardo y Jesús<br />
Para este libro y en la trama de las historias entretejidas por los Rupestres, me<br />
tocó abordar a Rodrigo González. Pensé en hacer una entrevista-ficción, preguntarle<br />
por ejemplo: ¿Ya sabes que a tus rolas les pusieron un candado legal con los<br />
derechos de autor? La neta, ¿te gustó que por esta situación legaloide se acabaran<br />
tus homenajes en el Foro Alicia, armados por Nacho Pineda? ¿Con quién has palomeado<br />
allá en donde estás? ¿Ya te topaste con Marcial Alejandro? ¿Amandititita<br />
es tu revancha? Pero no, esta opción la descarté porque caería en el terreno de<br />
las interpretaciones. Preferí recurrir a mis archivos, a las notas de prensa, a los<br />
113
anuncios, a los carteles, y al que quizá ha sido el momento más cercano que he<br />
tenido de “entablar una charla” con Rodrigo González, después de su ida al más<br />
allá, fue cuando en 2004 se cumplieron 19 años de los trágicos acontecimientos<br />
sucedidos en la Ciudad de México con los sismos del 85.<br />
Cansado de participar, de una u otra manera, en actividades muy similares<br />
para los homenajes, recordatorios y celebraciones por la ausencia de Rodrigo, y<br />
en mi afán promotoril de ofrecerle al público algo novedoso, provocador o por lo<br />
menos diferente, pensé en sacar de su ámbito de privacidad a un vidente para llevarlo<br />
a un escenario con público, como parte de un espectáculo poético-musical.<br />
Buscando complicidades para realizar esta idea, pensé que la experta en esos temas<br />
era Julia Marichal, a quien la había escuchado mencionar, en la casa de Adriana Luna<br />
Parra, a una tal doctora Eulalia Parra, de oficio vidente, al parecer muy seria. Debo<br />
aclarar que yo no creo en estas prácticas, pero le tengo respeto a quien sí tiene fe.<br />
Como siempre, de acuerdo con mi estilo, empecé primero por el título. Se<br />
llamaría Capicúa… a 19 años de aquel 19 de septiembre. Paso siguiente, aparté la<br />
fecha en el Foro Cultural Coyoacanense: domingo 19 de septiembre del 2004.<br />
Hablé con la Marichal y la ahora entrañable actriz se apuntó de inmediato, además<br />
de poner de su cosecha con un subtítulo: Acto íntimo, mágico y musical para<br />
comunicarse al más allá con Rodrigo González.<br />
Armé las piezas del rompecabezas y quedó más o menos así: Julia leería textos<br />
y recitaría poesía, Roberto Ponce en la música, Sergio García en las imágenes y la<br />
doctora Eulalia Parra en su papel de vidente.<br />
A unos días de soltar la difusión, la Marichal me habla muy temprano y me<br />
dice: “No, manito, ya me dio miedo, lo de la vidente se nos puede salir de control;<br />
mejor quedémonos con el puro recital poético, eso le gustaría mucho a Rodrigo”.<br />
Intenté convencerla pero su miedo le ganó. Entonces, desilusionado, hablé al foro<br />
y cancelé la fecha.<br />
Regresando la película…<br />
Canicas, la primera rola<br />
Era un sábado por la mañana de 1984; el Museo del Chopo tenía nuevas instalaciones;<br />
el Tianguis tendido a lo largo de las rejas, sobre la banqueta, y Roberto Ponce<br />
impartía el taller para niños ‘Cada quién su música’. Yo llegué y subí las escaleras<br />
haciendo un recuento de las actividades de ese día. Mi oficina estaba precisamente<br />
114
arriba del salón de clases. Roberto solía llevar su guitarra para cantarle a sus alumnos.<br />
De pronto empecé a escuchar una voz y una canción que no era de las de Ponce: pensé<br />
que tal vez venía bien crudo o algo parecido. Me distraje atendiendo mis labores y<br />
fue hasta que terminó su clase, cuando Roberto subió y dijo: “Te presento a Rodrigo<br />
González”. Sin ningún convencionalismo Rodrigo se adelantó: “¿Habrá manera de<br />
tocar aquí? Te regalo este cassette; es una producción mía”. Así empezó la historia. La<br />
canción que escuché bajo mis pies, con esa voz rasposa y gutural era Canicas.<br />
1984; Rodrigo se apoderó del Chopo<br />
Llegaba sin previa cita, no sólo a mi oficina del museo sino también a mi casa, que<br />
estaba a dos calles de ahí. Se sabía vender, era convincente; de pronto mi programación<br />
olía al Profeta del Nopal y a los Rupestres. En el recién inaugurado Foro<br />
del Dinosaurio presentamos el Manifiesto Rupestre, armamos ciclos de solistas<br />
y apartamos dos fechas para el debut de su nuevo proyecto: el grupo Qual; una<br />
con Botellita de Jerez y otra con Alejandro Lora como padrinos… y ya me estaba<br />
convenciendo para que yo fuera su representante.<br />
En mi casa de Mariano Azuela 104 solíamos oír música por horas y horas; yo le<br />
presumía mis LPs que cambalacheaba en el tianguis; hablábamos de la grilla, del<br />
ambiente musical, de la crisis, de mujeres y nos embriagábamos, yo con mi ron y<br />
él con su mariguana.<br />
Su gata de nombre Qual<br />
Hicimos lluvia de ideas para buscarle nombre a su naciente banda. Ya me había convencido<br />
de ser representante de su nuevo proyecto y trazamos juntos una estrategia.<br />
Había planes hasta de movernos a nivel internacional. Un día se acordó de su gata<br />
Qual, que tenía en la casa de sus papás. Me gustó la propuesta y le dije: “La moda<br />
son los nombres cortos”. Y así quedó: su grupo se llamaría Qual. Le llamé a Octavio<br />
Guerrero, diseñador del museo y le pedí que si nos hacía propuestas para el logotipo.<br />
Posteriormente, en mi casa celebraríamos esa alianza que nunca requirió firma<br />
alguna. Como a las 2 de la madrugada lo acompañé a tomar un taxi al eje Alzate,<br />
no sin antes pintar con spray en una barda blanca el nombre de Qual. Iniciamos<br />
así la campaña tramada con muchas horas de ron y mariguana.<br />
Días después, regresando de comprarme un pantalón y unos zapatos, pasé a<br />
uno de los ensayos del grupo, en la calle de Bolívar. Yo iba entrando con dos grandes<br />
bolsas y les grité: “¡Ya traigo los uniformes para todos!”. Rodrigo protestó:<br />
“¡Cálmate, Pepe Návar!”<br />
115
Febrero; nuestra salida del Museo<br />
En la UNAM hubo cambio de rector y Arnold Belkin y yo fuimos renunciados<br />
de nuestros cargos en el Museo del Chopo. Curiosamente, el 19 de febrero salió<br />
una nota en Unomásuno donde Rodrigo González protestaba por mi remoción,<br />
argumentando que “estaba en peligro la continuidad del rock en ese espacio universitario”.<br />
Ese día comí con Cristina Payán en el Salón Corona. “¿Ya viste la nota<br />
del Unomásuno?”, me preguntó la Payán y continuó: “Por cierto, hace unos días<br />
vi a la señora Zepeda y le pregunté por qué te renunció si estabas trabajando bien,<br />
y de risa loca me respondió que porque tú controlabas la mariguana en el tianguis<br />
del Chopo”. Le contesté a la Payana:<br />
“¡Que me haga la buena!, yo feliz de cambiar de oficio; a veces me aburre ser promotor<br />
cultural; pero ni me gusta la mariguana, yo soy ronero”. Ella dijo: “Qué bueno;<br />
viéndolo bien ahora podrás ayudarme con el Festival. Pablo Gómez habló con Ramón<br />
Aguirre y ya nos dieron fecha en el Auditorio Nacional: va a ser los días 7, 8 y 9<br />
de junio; además hablé con José Woldenberg y quiere que nos armes una tocada de<br />
rock para juntar un poco de lana, porque el PSUM está bajo de fondos”. “Me parece<br />
bien —le contesté a Cristina. Te propongo que sea en el Palacio de los Deportes. En<br />
cuanto a mi tiempo, pensé que me iba a echar más días desempleado, pero Luis de<br />
Tavira me invitó a la Academia de San Carlos, y lo que voy a hacer ahí está muy leve”.<br />
Marzo; la dichosa foto<br />
Estaban en puerta varias fechas para Rodrigo y los Rupestres en la Galería Metropolitana<br />
de la UAM, en la Academia de San Carlos de la UNAM y en el Teatro ‘El<br />
Galeón’ del Centro Cultural del INBA. Fue así como los convoqué a una sesión de<br />
fotos para apoyar la promoción. Acudieron a la cita Nina Galindo, Rafael Catana,<br />
Eblen Macari, Roberto Ponce, Roberto González, Fausto Arrellín y el propio<br />
Rodrigo González. La fotógrafa era una gran amiga mía, Virginia Rodríguez. Los<br />
coloqué en una de las paredes de la Galería Metropolitana, en la calle de Medellín<br />
28, y dos detalles se me hicieron inolvidables: Rafael Catana plasmó su huella en<br />
la pared blanca, blanca, recién pintada, y Rodrigo se sentó en cuclillas para diferenciarse<br />
del grupo. La cámara captó el rostro de los siete Rupestres, que reían<br />
ante una ocurrencia del Profeta del Nopal.<br />
Abril, ¡a ver, a ver a qué horas!<br />
El Partido Socialista Unificado de México (PSUM) pidió el Palacio de los Deportes<br />
al entonces regente Ramón Aguirre, que no le negaba nada a Pablo Gómez. Se<br />
116
trataría de una tocada de rock previa al<br />
Festival PSUM 85, que años antes se había<br />
conocido como el Festival de Oposición,<br />
y entre los cuates, como la “Feria<br />
del Hogar de la Izquierda”. La cita era<br />
a las 12 horas del domingo 2 de junio.<br />
Empecé, como siempre, por el título: el<br />
concierto llevaría el nombre de ¡A ver,<br />
a ver a qué horas!. “¿Qué es eso? Ni se<br />
entiende, pinche Pantoja —me dijo<br />
Jorge Alcocer, secretario de finanzas del<br />
partido. El comité del Festival decidió<br />
que lleve la consigna: Trabajo, libertad<br />
y democracia para los jóvenes mexicanos.<br />
¿De dónde sacaste ese nombre? Y además<br />
Cristina que te da alas… ”. Le contesté:<br />
“Es como grita la banda: ‘¡A ver, a<br />
ver, a qué horas, cabrones!’. Y gritan en<br />
masa cuando un grupo o una tocada se<br />
cuelgan para empezar, o peor aún, cuando<br />
se ponen a afinar sus guitarras arriba<br />
del estrado. Lo que quiere el comité no<br />
convoca, los chavos ven esas consignas<br />
Rodrigo protesta en entrevista<br />
para el Unomásuno.<br />
y sencillamente no llegan a la tocada”. Resignado, dijo: “Bueno, ponte de acuerdo<br />
con Cristina”. Luego me dijo: “Ayer vinieron los compas de TNT; quieren tocar y que<br />
tú no los has programado. Apóyalos, hazles un hueco; jalan mucho con el Partido”. A<br />
lo que yo contesté: “No tienen el cartel de los demás grupos”. Y él: “Apóyalos, hazles<br />
un hueco; jalan mucho con el Partido”.<br />
Mayo; el spot de radio<br />
Rodrigo tenía tan sólo unos meses con su grupo y ya estaba en puerta un mano a<br />
mano con las bandas más fuertes del momento, principalmente Chac Mool, Enigma<br />
y Real de Catorce. Cristina Payán me comentó que había hablado con Alejandro<br />
Ordorica, que en ese momento estaba al frente de RTC, y nos iba a apoyar<br />
sin cobrarnos nada, con un spot en todas las estaciones de AM y FM. “Ve a verlo y<br />
llévale el material”, me dijo.<br />
117
El Manifiesto Rupestre en su versión original de 1984.<br />
118
Propuestas y versión definitiva de logotipo<br />
para el grupo Qual, diseñadas en 1984.<br />
Cartel de la tocada del Festival PSUM 85, en el Palacio de los Deportes.<br />
Artículo de Elda Maceda en El Universal sobre el<br />
nacimiento de la Agrupación Imposible, de 1985.<br />
119
Me lancé a las oficinas de Ordorica, llevando conmigo una grabación de Rodrigo<br />
y su grupo Qual.<br />
Junio; dos botellas de Padre Kino<br />
La fecha llegó, el Palacio de los Deportes lucía imponente. Como siempre, la<br />
duda del promotor: “¿Vendrá gente?”, pero me regresaba la confianza porque<br />
todo el mundo había escuchado los promos de radio. Los grupos ya estaban en<br />
unos camerinos a espaldas del escenario. Sus peticiones habían sido muy claras:<br />
el pago para ese mismo día, cuatro piernudas de Bacardi blanco, refrescos, hielos y<br />
dos botellas de padre Kino para Rodrigo. El PSUM había pedido policías sólo para<br />
los exteriores. Las puertas de acceso y el interior serían controlados por jóvenes<br />
socialistas. Juan Luis Concheiro y un grupo de guapas chavitas coyoacanenses la<br />
hacían de valla humana para que el respetable no intentara irrumpir en el escenario.<br />
Roberto Zamarripa, líder de las Juventudes Socialistas y candidato a diputado<br />
para las elecciones que tendrían lugar en julio de ese año, sería el conductor de<br />
la tocada. El público entró al Palacio, muchos en tropel, y en varias puertas se<br />
dio el obligado portazo. Al anunciar a Roberto González, que venía al frente de<br />
Real de Catorce, Zamarripa arengó a los asistentes: “¡A ver, a ver, a qué horas!..<br />
El Partido Socialista Unificado de México dedica esta tocada a toda la banda de<br />
apachurrados en el túnel 29 del Estadio de CU… ¡Un saludo al PRI! —gritó y se<br />
escuchó una rechifla ensordecedora. ¡A ver, a ver a qué horas! ¡Los jóvenes queremos<br />
más trabajo, libertad y democracia! ¡A ver, a ver, a qué horas tenemos más<br />
espacios porque los que hay son muy pocos! Después de Real de Catorce, Roberto<br />
Zamarripa anunció a Rodrigo y su grupo Qual, y el Profeta del Nopal arranca<br />
diciendo: “Aquí, una rolita biológica para todas las ratas canallas de México y de<br />
América Latina que nos han hundido”. Así sucedieron más de cinco horas de rock<br />
en el Palacio de los Deportes. Las notas de prensa del día siguiente en El Nacional<br />
(Víctor Ronquillo), Unomásuno (Rodrigo Farías) y La Jornada (Víctor Balboa)<br />
coincidían en que Rodrigo había sido la sorpresa.<br />
Agosto 8; la casa de Mariano Azuela 104<br />
A unos pasos del Museo y del Tianguis del Chopo, en Mariano Azuela 104, mi<br />
casa era un lugar obligado. La música y el ron nunca faltaron en fiestas previamente<br />
programadas o en improvisadas borracheras, o en reuniones para armar este o<br />
aquel proyecto, esta o aquella idea utópica. Por ahí deambularon José Hernández,<br />
Jaime Estrada, Pablo Espinosa, Adriana Luna Parra, Javier Cadena, Silvia Tomasa<br />
120
Rivera, Víctor Roura, Roberto Ponce, Alejandra García, Rosario Manzanos, Delia<br />
M., Ángeles Torres, Rafael Catana, Agustín Sánchez, Modesto López, Arnold Belkin,<br />
Luz Emilia Aguilar Zinzer, Leonor Azcárate, Rogelio Cuéllar, Ahumada, Lilia<br />
Díaz, Rosalina Cervantes, Norma Apartado y muchos otros más, sin olvidar a un<br />
comandante del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador,<br />
que Romeo Galdamez me pidió le diera refugio por dos días porque venía al DF a<br />
comprar radios de comunicación. El 8 de agosto, en la celebración de mis primeros<br />
30 años, Rodrigo González y el grupo Qual subieron los decibeles en esa vieja<br />
casa de Santa María la Ribera.<br />
Septiembre 15; el baile de La Jornada<br />
Un éxodo llevó a todos del Unomásuno a La Jornada. Los jornaleros cumplirían<br />
el 15 de septiembre su primer aniversario, ese 1985, y Cristina Payán me buscó<br />
para que le ayudara con el baile de celebración. Sería en el Salón Colonia. La Payán<br />
me dijo: “Carlos y yo queremos que invites a Javier Bátiz y los demás grupos;<br />
tú piénsale, algo de música tropical”. Fue así como esa noche junté, para deleite<br />
de reporteros, redactores y demás trabajadores de La Jornada, “al Gran Brujo de<br />
Tijuana y al Profeta del Nopal de la colonia Juárez”, en el corazón de la colonia<br />
Doctores.<br />
Septiembre 18 por la noche<br />
Jorge González era un amigo de la infancia y aunque es químico y cada uno tenía<br />
sus ocupaciones, coincidíamos en proyectos. Esa noche nos quedamos de ver en<br />
mi casa para grabar la música de un negocio que queríamos iniciar. Se trataba<br />
de un sonido al que bauticé como: ‘Pituitaria… El sonido que pega ahí’ Ya contábamos<br />
con un logo caricaturizado que me había regalado José Hernández y con<br />
unas fechas contratadas por la Delegación Álvaro Obregón, encabezada por María<br />
Angélica Luna Parra, como parte de su programa de atención a las colonias<br />
asoladas por la banda de los Panchitos.<br />
Como a las 8 de la noche llegó Citlalli, una de las novias de Rodrigo. “Me citó<br />
aquí”, dijo ella. “Espéralo; cuando viene ni siquiera avisa”, dije. El tiempo pasó y<br />
Rodrigo nunca llegó… Citlalli se fue desconsolada. Jorge y yo seguimos seleccionando<br />
la música. Nos habían rematado una camioneta de tres toneladas y media,<br />
ya soñábamos llenarla de equipo y lanzarnos a competir con La Changa y Polymarch…<br />
Se valían los sueños roneros.<br />
121
Artículos publicados el día posterior a la tocada<br />
en el Palacio de los Deportes, en 1985.<br />
122<br />
Septiembre 19; la tragedia<br />
Me despertó un fuerte mareo, pensé<br />
que era el efecto del ron que estuve<br />
tomando hasta muy de madrugada,<br />
soñándome sonidero; pero no: estaba<br />
temblando y muy fuerte. Toda la casa<br />
crujía. Bajé de inmediato y salí a la calle.<br />
Cuando cesó el movimiento sólo alcancé<br />
a hacer dos llamadas telefónicas, una<br />
a la casa de mis papás y otra a la de mi<br />
novia; después, la línea se murió, le siguieron<br />
la luz y el agua. Volví a salir y caminé<br />
hacia Serapio Rendón. Comprobé<br />
que el edificio donde vivía Agustín Sánchez<br />
estaba en pie, pero en esa misma<br />
calle se habían venido abajo dos construcciones.<br />
Después de mucho tiempo<br />
logré pasar los cercos y llegar a mi trabajo.<br />
Adriana Luna Parra era mi jefa en<br />
el CREA y para ese momento Heriberto<br />
Galindo ya le había encargado coordinar algunas tareas de respuesta a la catástrofe:<br />
se instalarían dos centros de información y acopio en el patio del CREA y otro en una<br />
Casa de la Juventud en la Colonia Roma. No recuerdo la hora, cuando Iván Guzmán<br />
me encontró y me dijo: “Rodrigo murió… se cayó su edificio… lo van a llevar al Comité<br />
de la Nueva Canción… tienes que ir… ”. En medio de muchas voces y cientos<br />
de manos, unas pidiendo bolsas de agua y otras donando latas y ropa, mi mente giró<br />
a mil por hora y sólo recuerdo que respondí: “No puedo moverme de aquí”.<br />
Noviembre; nace la Agrupación Imposible<br />
Era una promotora mitad negocio y mitad aventura. Organizábamos bailes propios<br />
y por encargo, como el de Alejandro Aura en el Salón Margo, para celebrar el segundo<br />
aniversario de su bar El Cuervo. También hacíamos tareas imposibles como<br />
campañas de pintas de aerosol para bandas de rock y para películas como El bulto, de<br />
Gabriel Retes, y el servicio de localizar discos raros y difíciles de encontrar. Lo cierto<br />
es que era una oficina montada para armar tocadas con el Movimiento Rupestre y<br />
hacer que la música de Rodrigo no se perdiera en el olvido. Durante lo que restó
del 85 y los años subsecuentes comenzaron<br />
los homenajes al autor de Canicas. Vendría el<br />
Recital Colectivo, In Memoriam, que la SEP<br />
organizó en el Auditorio Nacional, el sábado<br />
20 de septiembre de 1986; Luis de Tavira se<br />
encargaría de la dirección, en tanto que Iván<br />
Guzmán y yo, de la producción; estarían desde<br />
los Rupestres hasta la Orquesta de Cámara<br />
de Bellas Artes. Emilio Ebergengyi y Paty<br />
Kelly estarían en la conducción y en la lectura<br />
de textos; las imágenes serían proporcionadas<br />
por la agencia Imagen Latina, y si bien esta<br />
producción fue organizada para homenajear<br />
a todas las víctimas de los sismos, en muchas<br />
de las canciones interpretadas se veía una dedicatoria<br />
personal a Rodrigo González. Vendrían<br />
después conciertos, ofrendas, recitales,<br />
un certamen para recrear la canción No tengo<br />
tiempo (de cambiar mi vida), la placa en el Metro<br />
Balderas con la letra de la canción del mismo<br />
nombre y muchas otras actividades.<br />
Diciembre; Rodrigo, mi testigo de honor<br />
Con las ganancias de un baile en el Salón Los<br />
Ángeles, dedicado a darle la bienvenida al cometa<br />
Halley que pasaría muy cerca de nuestro<br />
planeta el 15 de diciembre de 1985, financié<br />
mi primer bodorrio. La Payán me prestó amablemente<br />
el Ex Convento de Culhuacán, en<br />
donde era directora, y en el espacio conocido<br />
como la Iglesia Caída implementamos el<br />
Inserción publicada en todos los<br />
diarios de circulación nacional, a<br />
un año de los sismos de 1985.<br />
escenario y el área de la fiesta. Rodrigo fue mi testigo de honor porque todas sus<br />
canciones fueron interpretadas por Fausto Arrellín y el grupo Qual.<br />
De esa noche nacieron, años después, Aristeo y Talía.<br />
Sur de Coyoacán; enero, 2013<br />
123
El pasadizo<br />
javier hernández CH<strong>EL</strong>ICO
Iván Rosas
Un rupestre académico<br />
126<br />
Armando
El nombre impuesto a su primera agrupación, La Camerata Rupestre, lo define<br />
como un músico ecléctico. La letra de la canción que da nombre a su disco<br />
debut lo reafirma:<br />
En el lomo del viento<br />
monta una pesadilla<br />
El eco de su espuela<br />
Quema la banqueta<br />
Armando Rosas, talento y música mexicana contemporánea de concierto, en el Multiforo Alicia.<br />
(Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
127
128<br />
Rasca la avenida.<br />
Escúrranse peatones<br />
Por las alcantarillas<br />
El sherif viene armado...<br />
Tocata, fuga y apañón, de Armando Rosas<br />
Su historia inicia el viernes 1º de abril de 1960 cuando por causa suya aumentó<br />
el padrón de la colonia Doctores: ese día nacía quien lleva ahora el nombre de<br />
Armando Rosas Almanza.<br />
Los primeros años de la década de los sesenta del siglo XX, el niño Armando los<br />
vivió en esa zona ubicada al norponiente del ahora Centro Histórico de la Ciudad<br />
de México. Pocos años después, la familia Rosas Almanza se trasladó a un barrio<br />
vecino: la colonia Obrera; no obstante, el inquieto chamaco no perdió el contacto<br />
con la Doctores: allí estudiaría la primaria en la escuela ubicada justo enfrente del<br />
mercado Hidalgo. En esa época, el todavía púber, se convirtió en experto rolador<br />
de los alrededores de su barrio; así conoció la colonia Tránsito, la Vértiz Narvarte y,<br />
por San Juan de Letrán, el Centro del DF. Este recorrido lo convertiría en confeso<br />
admirador de las féminas que deambulaban en falda corta, tacones y escote sobre<br />
aquel tradicional tramo de San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.<br />
Buscando el amor<br />
en el rincón de un cabaret<br />
Bailando con las sombras del tabaco y el placer<br />
Buscando el amor<br />
en el rincón de un viejo hotel<br />
Supliendo el amor, de Armando Rosas<br />
Así transcurrió la niñez/primera juventud/adolescencia del futuro licenciado<br />
en composición, quien, por cierto, cursó la secundaria en otro barrio bravo: La<br />
Merced. Fue hasta que ingresó a la Preparatoria 6 cuando descubrió otros rumbos<br />
diferentes: Coyoacán, lugar al cual regresaría años después como estudiante de la<br />
Escuela Superior de Música.<br />
Aunque su contacto con la música ya había arrancado años atrás, cuando de<br />
niño, tuvo unos vecinos que tocaban y cantaban al compás de guitarras pulsadas<br />
por ellos mismos: la familia Pérez, quienes hacían camisas y se ponían a trovar<br />
después de confeccionarlas. De ahí se prendó y aprendió a tocar la guitarra. “Me
gustó mucho ese ambiente de cantar y tocar de manera bohemia”. Motivado por<br />
esto, en ese tiempo aprendió a leer música. “Aunque para mi papá, Norberto Rosas<br />
Burgos, y mi mamá, Irene Almanza Pérez, no estaba contemplada la idea de<br />
que hubiera un músico en la casa”.<br />
A pesar de este inconveniente, ingresó a la Escuela Superior de Música en la carrera<br />
de guitarra clásica. Estudió nueve años esa disciplina, pero por diferentes circunstancias<br />
decidió no ser guitarrista; en séptimo año, ya había grabado dos discos<br />
con La Camerata Rupestre; además, ya estaba dedicado más a la composición que<br />
a la guitarra. Como muchos chavos, Armando quiso transformar el mundo y se dio<br />
cuenta que el rock podría ayudarlo: fue su gran motivación para tomar en serio la<br />
música. Así, consiguió ser de los primeros egresados y, junto con Jesús Chavarría,<br />
salió como Licenciado en Composición por la Escuela Superior de Música.<br />
Aparte de sus estudios musicales, su gusto por la cumbia, los boleros y, por supuesto,<br />
el rock, se reflejaría en su música; este abanico de ritmos le proporcionan<br />
los elementos para hacer fusiones entre el barroco y lo contemporáneo. Otro elemento<br />
influyente en su trabajo musical es el haber convivido en diferentes niveles<br />
sociales —tanto con políticos encumbrados, amigos de su papá, como con sus<br />
cuates del barrio, por ejemplo. Otra faceta enriquecedora fue la experiencia como<br />
vendedor de flores en su adolescencia en las ferias regionales de muchos estados<br />
del país. Esas imágenes se quedaron y lo empujaron a escribir sus primeras líneas.<br />
Descansa sobre aquel barandal<br />
el peso de la ausencia<br />
aroma de un herraje ancestral<br />
pregona tus querencias<br />
oleaje que se niega a borrar dibujos en la arena<br />
Herraje, de Armando Rosas<br />
De esta manera, su acercamiento al terreno profesional se dio de manera natural<br />
apoyado por todo lo vivido, y desde su ingreso a la Superior ya llevaba, en<br />
sus cuadernos, rolas de su autoría. La historia la completan sus condiscípulos,<br />
Javier Guillén, Javier Platas, Nateras, Toño Morales. Todos ellos fueron piezas importantes<br />
de un gran laboratorio que sólo se puede construir con la frescura de<br />
ser joven. Así se armó La Camerata —que entonces no llevaba ese nombre—,<br />
jóvenes con el ánimo de crear, de aportar; nunca imaginaron que llegaría el día<br />
que entrarían a un estudio de grabación a dejar constancia de su quehacer sonoro.<br />
129
Armando Rosas y Javier Guillén, de la Camerata Rupestre. (Foto: Alejandro Guerrero Massad, 1986).<br />
Armando Rosas en Madrid.<br />
(Archivo: Rafael Catana).<br />
130<br />
Armando Rosas en el Teatro de la Ciudad.<br />
(Foto: Pedro Ceja, 2011).
Y el día llegó: una tarde, al bajar del escenario de la Gandhi,<br />
Rodrigo de Oyarzabal se acercó a Armando y le dijo: “Oye,<br />
¿no quieres grabar un disco?”. Con sorpresa, el incipiente músico<br />
le reviró: “¿De veras crees que pueda grabar un disco?”.<br />
“Claro, los he venido siguiendo y sí pueden”. A la semana ya<br />
estaban en el estudio. La grabación fue un aprendizaje; descubrió<br />
la magia de grabar una canción. Aunque la soberbia<br />
de ser joven le enseñó más: aprendió humildad y cómo editar<br />
una rola. Caito fue su guía y maestro. En el 87 sale el LP Tocata,<br />
fuga y Apañón. Que “es uno de los discos que aún se venden<br />
mucho; disco que sin payola sigue rolando”.<br />
Este suceso y varias circunstancias más lo acercaron aún más<br />
a los Rupetres: Nacho Alfonso le presenta a Rafael Catana. “Fue<br />
una revelación en mi vida. Pinche Catana se veía como un jipi,<br />
jipi: este cuate sí se cree en la onda del rocanrol; estos sí son artistas<br />
de adeveras. Ahí empezamos una amistad que continúa”.<br />
El departamento de Catana, en la calle Guadalajara, fue el aposento<br />
de muchas reuniones; en varias de ellas Catana invitó a<br />
Armando a ver a Rockdrigo. En diferentes ocasiones quedaron<br />
de ir a visitar al Profeta del Nopal. Por diversas razones la visita a<br />
Rodrigo no se realizaba. Llegó el 19 de septiembre de 1985. El<br />
sismo de esa mañana se llevó al autor de Distante instante. Y el<br />
compositor de Herraje, no conoció a Rodrigo.<br />
Armando Rosas<br />
en el Museo de<br />
Culturas Populares.<br />
(Foto: Sergio<br />
Arellano, 2000).<br />
Pero la vida siguió su curso y llegó un festival Rupestre llamado ‘Una razón<br />
para juntarnos’, en el Auditorio Nacional. Otra vez aparece Catana —quien lo<br />
invitó— y una casualidad: cuando Armando sube al escenario empezó la transmisión<br />
para televisión, lo cual, obvio, ayuda a difundir el trabajo de Armando. Las<br />
complicidades Catana-Rosas continuaron: “El Cisne es texto de Catana; el nombre<br />
de Camerata Rupestre no sé si él lo sugiere o a mí se me ocurrió”.<br />
Ya instalado en el círculo de los Rupestres, Armando reconoce que con ellos<br />
adquiere un aprendizaje nuevo: le enseñan a ver la ciudad —aunque él tenía ya<br />
miles de fotografías mentales. “Ya era mi enamorada, pero yo no lo sabía. Los<br />
Rupestes me ensañan a leer esas imágenes. Y le dan una característica a mi música<br />
que antes no tenía. Definitivamente, es el movimiento más legítimo de esa época.<br />
Entregó su talento, sin pedir nada a cambio. Los intereses era decir lo que pensaban<br />
y sentían. Era el simple hecho de hacer arte por medio de la música”.<br />
131
Poblano y rupestre<br />
132<br />
Carlos
Nací en la Jardín Balbuena en una familia donde siempre había música; yo<br />
soy de los menores de una familia de seis; mis hermanos mayores y mi padre siempre<br />
tuvieron guitarras en la casa. Yo nací con guitarras a mi alrededor: había en la<br />
pared de los cuartos y en la de la sala. Viví intensamente las clásicas sesiones de<br />
cuando alguien cumplían años: mi padre se ponían a tocar y cantar boleros y a<br />
tomar con los compadres en esas fiesta. Entonces, yo crecí en medio de boleros,<br />
que venían directamente de parte de mi padre”.<br />
Carlos Arellano en 2010. (Archivo: Carlos Arellano).<br />
Va esta rola a esa flota treintañera<br />
que nació entre rocanroles y entre rocanroles ha de morir.<br />
Treintañeros, de Carlos Arellano<br />
133
Carlos Arellano en el Museo de Culturas Populares. (Foto: Sergio Arellano, 2000).<br />
134<br />
Carlos Arellano interpretando el charango, en<br />
Puebla en 1976. (Archivo: Carlos Arellano).<br />
Carlos Arellano en la década de los noventa.<br />
(Foto: Javier Hernández Chelico).
“A mis hermanos mayores (uno me lleva diez años, otro ocho) les tocó la época<br />
del rocanrol; a uno, el de los sesenta y al otro le tocó Avándaro. Ellos llevaron el<br />
rock a la casa. Así, crecí entre rock y boleros. Mi padre nos administraba en vivo<br />
los boleros; el rock me llegó por los discos de mis hermanos”.<br />
“Por todo esto, fue un hecho muy natural que yo agarrara las guitarras que circulaban<br />
por la casa y que me pusiera a tocar. Mi padre me enseñó los primeros<br />
acordes; mis hermanos mayores, los segundos y después, los compañeros de la<br />
escuela. Desde la primaria había empezado a tocar la guitarra”.<br />
“Cuando tenía yo 11 años (nací en 1957) la Volkswagen se va a Puebla. Era 1968<br />
y la familia nos fuimos para allá porque mi padre trabajaba en esa armadora. Todo<br />
esto (guitarras, familia y enseñanzas) se desplazaron, de la Jardín Balbuena, a Puebla”.<br />
“Mis comienzos fueron, como los de tantos que aprenden a tocar los primeros<br />
acordes: tocar lo que conoces que, en mi caso, eran los boleros; o bien, tocar las<br />
canciones que en ese momento sonaba en la radio o las canciones de los discos<br />
que estaban en la casa. Cuando entro a la secundaria en la ciudad de Puebla, me<br />
encuentro con amigos que tocaban la guitarra; empiezo a reunirme con ellos para<br />
tocar y aprender, juntos, más cosas. Por esa época, hago mis primeras canciones.<br />
También a eso llegué de manera muy natural, porque como muchos que hacemos<br />
canciones, empezamos repitiendo, fusilando; pero llega un momento en que uno<br />
quiere decir lo que le corresponde y, más, en momentos en que empiezas a tener<br />
tus primeras novias. Y normalmente, las canciones llegan con los primeros amores<br />
y con los primeros desgarres; es decir, con la historia de los primeros amores.<br />
De repente, un día me encuentro haciendo rolas, y sin saber exactamente qué<br />
hacer con ellas, se me empiezan a juntar rolas. Y empiezo a formar grupos”.<br />
“A finales de la secundaria, hago mi primer grupo de rock que se llamó Tortuga.<br />
Ahí nos dedicamos a fusilarnos las canciones que más nos iban gustando. En ese<br />
tiempo me gustaba mucho el blues: John Mayall, B.B. King y escuchaba a Led<br />
Zeppelin, a los Rolling..., a los Beatles. Sacábamos las canciones que se nos facilitaban<br />
(Zeppelin era imposible de tocar para nosotros, en esa época). Tortuga fue<br />
un grupo efímero; sólo tocó en fiestas de parientes, nunca profesional”.<br />
“Poco después suceden varios hechos políticos en el sur de América, especialmente<br />
en Chile: en el 73, el golpe de Estado que derroca a Allende, y el de Argentina.<br />
Es cuando llegan a México muchos exiliados. Llegaron a las universidades; muchas<br />
partes del país se llenaron de exiliados chilenos y argentinos; con ellos llegaron muchos<br />
de sus hábitos culturales, entre ellos la música. Se forman muchas peñas y se<br />
crea el movimiento del Nuevo Canto; el de la música folklórica latinoamericana. Yo<br />
135
en ese tiempo tocaba con el grupo de rock, pero un amigo andaba metido en la música<br />
latinoamericana y un día me dice: ‘Quiero que entres a mi grupo de folklore’. Yo<br />
no sabía de qué se trataba eso. Me dio discos que escuché, y le entré a esa corriente<br />
musical. Uno de los motivos para involucrarme en ese rollo, fue que era una música<br />
militante. En ese tiempo, yo estudiaba la prepa, y la UAP vivía una efervescencia política<br />
intensísima. Empezaron entonces muchas actividades de grupos de música latinoamericana.<br />
Yo ya estaba en uno; así me la pasé casi toda la segunda mitad de los<br />
años setenta. Sigo componiendo y empiezo a meter mis canciones en estos grupos,<br />
pero a principios de los ochenta, me reincorporo al rock. Nunca dejé el rock como<br />
escucha y mis canciones tenían mucho que ver con el rock; incluso, eso era motivo<br />
de discusiones muy intensas con los compas, porque esos movimientos (el rock y la<br />
canción latinoamericana) estaban muy separados en ese tiempo”.<br />
“En el 80 armamos una banda con la que regresé, formalmente, al rock. Una<br />
banda que tiene todo ese sello universitario de aquellos años: Tierra Baldía, que<br />
se forma a partir del proyecto de hacer una ópera rock. El escritor poblano Alejandro<br />
Meneses (quien murió hace siete años) escribe el guión de la ópera. Tierra<br />
Baldía sería el soporte musical. Al final, este trabajo nunca se realizó, pero nos dio<br />
chance de reunir a varios músicos que andábamos por ahí regados. Así armamos<br />
Tierra Baldía, con la que toqué más o menos dos años. En ese momento yo ya tenía<br />
un bonche de rolas que decían las cosas como yo quería decirlas. Me salgo de<br />
Tierra Baldía y empiezo a armar mi disco. Y el grupo natural para que me acompañe<br />
en mi primer disco, Canciones domésticas (1987), es, pues, Tierra Baldía”.<br />
“La grabación del disco es curiosa: un amigo lo graba en una grabadora con dos<br />
micrófonos en directo en un cassette; hago tres copias de ese demo. Entrego una<br />
a Memo Briseño, otra a José Agustín y la tercera a Modesto López. Para entonces<br />
ya empezaba a husmear, a acercarme al DF. Vengo y entrego estas tres copias. De<br />
manera distinta, pero favorablemente, los tres me responden. Esto, de muchos<br />
modos me da un impulso anímico para darle continuidad a la producción del disco.<br />
José Agustín me dijo: ‘Están chidas las rolas, pero merecen que les metan más<br />
músicos’. Que las produjera, pues. Lo bueno es que se ofrece para hacer un texto<br />
para el disco, cosa que me emocionó porque yo crecí leyendo a José Agustín y que<br />
él me dijera eso, pues me motivó; Modesto López me dice que él sacaba el disco.<br />
Modesto nos consigue el estudio de Rafael Acosta. Sin pensarlo, nos vinimos a<br />
grabar el disco acá. En febrero del 87 sale Canciones domésticas, en Pentagrama.<br />
Por ese tiempo sale también, el de Armando Rosas, Tocata, fuga y apañón, y el de<br />
Cecilia Toussaint”.<br />
136
“Canciones domésticas, me conecta con los Rupestres. Los primeros son Rafael<br />
Catana y Fausto Arrellín, quien en ese momento trabajaba en Discos Pentagrama;<br />
también él es el primero que me recibe en el DF. Y me recibe en todos los<br />
sentidos: me da mis primeros paseos por acá, me lleva en un recorrido etílicocultural<br />
por Bolívar, por todas esas cantinas que están aquí en Bolívar. Me arropa,<br />
me apapacha y por él conozco a Catana. Y Catana se convierte, desde entonces, en<br />
mi carnal, y su casa en mi refugio, en mi posada. Cada que yo venía me quedaba<br />
en su casa. Entonces, por Catana y su vocación gregaria, conozco al demás personal.<br />
Por aquellos años, Fausto y Rafael empiezan a hacer una serie de conciertos,<br />
por ejemplo, el de ‘Los cantantes errantes’, y toman como sede el Tecolote del<br />
Foro Isabelino. De esta forma, entro en contacto con los Rupestres. No conocí a<br />
Rockdrigo González porque, repito, llegué dos años después. Sabía de él, ya había<br />
comprado su cassette Hurbanistorias, pero no lo conocí. Supe de él por los medios<br />
que reseñaban los conciertos de ‘Rock en oposición’.<br />
También debo decir que en el 81, sale un disco que es clave en todo este asunto<br />
de la canción en México; es el de Sesiones con Emilia, de Jaime López, Roberto<br />
González y Emilia Almazán. Ese mismo año lo presentan en Puebla; los llevó el<br />
partido comunista. Fui al concierto, pero no sabía bien a bien de Jaime, Roberto<br />
y Emilia; pero cuando escuché el disco, me pareció un disco deslumbrante,<br />
porque empiezo a escuchar cosas por las que yo andaba batallando; andaba en la<br />
búsqueda de cómo poder conciliar el rock, lo urbano, lo irreverente, con nexos<br />
conectados a la literatura. Allí entra mi conexión con esa música. Ya después, conocí<br />
a Jaime, a Roberto y a mucha gente (creadores y consumidores) quienes me<br />
empezaron a sumar al Movimiento Rupestre”.<br />
“Los Rupestres fueron como los cronistas de la ciudad, fueron quienes recuperan<br />
la ciudad como personaje, como escenografía; ellos recuperan la ciudad en todos<br />
sus guiños, su lenguaje. Es una canción (en general, toda la onda Rupestre) que<br />
venía de la corriente del folk norteamericano, de Bob Dylan, Neil Young, donde la<br />
guitarra de palo (con cuerdas de metal) daba ese sonido que nos subyugaba mucho<br />
y que era común en muchos de nosotros y donde la literatura estaba presente”.<br />
“A final de cuentas, los Rupestres son creadores de un tipo de canción urbana<br />
mexicana contemporánea y aunque ya no existe el movimiento como tal, hay buenos<br />
herederos. Puebla, por una razón que aún no sé, tiene buenos representantes,<br />
buenos legatarios: Iván García, Nono Tarado y Arturo Carcará Muñoz; son extraordinarios<br />
compositores que al escucharlos se nota que su línea viene de por<br />
allá, de los aún no muy lejanos, terrenos Rupestres”.<br />
137
138<br />
Haragán<br />
El<br />
y los
A él lo marcó una coincidencia: vio la luz primera el mismo año de la apari-<br />
Voy a intentar una tonada<br />
Que se parezca a Pink Floyd<br />
Una dulce carcajada<br />
Ahogada en humo y alcohol<br />
A esa gran velocidad,<br />
de El Haragán<br />
ción del seminal Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles. Luis Álvarez<br />
nació el 25 de diciembre de 1967. Diez años después decidió tomar un lápiz y<br />
escribir rimas, frases y tonadas propias; a los quince años formó su primera banda<br />
y a los 22 fundó Haragán y Cía.<br />
Actualmente (2013) cuenta con 14 discos grabados. Su primer álbum, Valedores<br />
juveniles, ronda por el millón de copias vendidas; de este disco surgieron canciones<br />
hímnicas para la banda, para los chavos del barrio: Mi muñequita sintética,<br />
El Haragán y Cía en el festival 20.0, en Iztapalapa. (Foto: Víctor H. Ambrosio, 2012).<br />
139
Él no lo mató, No estoy muerto, El Chamuco, A esa gran velocidad; son rolas que<br />
forman parte de la enciclopedia sonora del rock mexicano.<br />
Para hablar de sus influencias rítmicas, de la forma de escribir sus canciones,<br />
de sus alianzas con los Rupestres y de sus inicios, sonriendo constantemente, Luis<br />
Álvarez, El Haragán, cuenta:<br />
“El Movimiento Rupestre para mí es la base. En el caso de Haragán, es la base.<br />
Conozco a los Rupestres (no sé si afortunadamente o desafortunadamente)<br />
después del terremoto del 85, donde se hace muy famoso Rockdrigo por morir,<br />
desgraciadamente, en esa fecha. Yo ya los escuchaba poquito antes. Para Haragán<br />
aportan todo, porque yo tomo muchos elementos del rock Rupestre para incorporarlos<br />
al sonido de Haragán; es decir, la guitarra acústica. Es básico el sonido<br />
de la guitarra acústica en el Movimiento; porque según el Manifiesto Rupestre<br />
de Rockdrigo, es una guitarra, con la voz lo más cavernícola que se pudiera, y que<br />
sonara así: natural. Yo al principio, empiezo así”.<br />
“Y tocaba por aquí, por allá; donde se pudiera. Llegan a mí discos de Rockdrigo,<br />
de Jaime López; también un disco interesante de Cecilia. Habían discos muy<br />
chidos. Cuando los conocí, en el 85, me empiezo a sumar al movimiento de los<br />
damnificados y de grupos que los apoyaban; era una manera como de protesta;<br />
para recaudar fondos se empiezan a hacer festivales en todas partes, en toda la<br />
Ciudad de México. Y ahí andaba yo. Tuve la oportunidad de subirme a tocar alguna<br />
vez. Y de ahí, me empezaron a jalar. Por lo mismo, conozco a todos ellos, o casi<br />
a todos los Rupestres”.<br />
“Para entonces tenía canciones como Basuras, Él no lo mató, El Chamuco, que<br />
tocándolas yo solo, se podía decir que estaban dentro del Movimiento Rupestre<br />
y parecían de esa onda. Había escuchado a Roberto González, a Jaime López,<br />
Gerardo Enciso, Arturo Meza, Rafael Catana; como decía antes, tomo elementos<br />
musicales de ellos y también tomo los elementos electrónicos que traía El Tri y<br />
formo Haragán. Entonces, se escucha una mezcla, una transición, entre lo Rupestre<br />
y lo urbano. Es cuando surge el movimiento urbano: conjugo las guitarras<br />
eléctricas, acústicas y las letras que hablaban un poquito acerca del contexto de la<br />
ciudad, de las cosas urbanas, de lo que pasaba en todos nosotros. Todo esto, con<br />
influencias del rock Rupestre que yo había escuchado y aprendido con Jaime López,<br />
Rockdrigo González y Roberto González, que eran los principales”.<br />
“Entonces retomo esto y, en mi caso, aporta una base armónica, rítmica y una base<br />
lírica muy importante. Para mí, Haragán es el resultado de esa unión de estilos, de la<br />
unión de dos vertientes de rock: lo que le llamaban rock pesado, más macizo, y el rock<br />
140
Arturo Meza, Luis Álvarez El Haragán y Rafael Catana en el Zócalo de la Ciudad de México.<br />
(Foto: Guacamole Project, 2005).<br />
que se tocaba en las calles, en cualquier esquina, que era, el rock Rupestre. Entonces<br />
para mí, ¿aportación del rock Rupestre? Toda, para Haragán y Compañía, toda”.<br />
“Recuerdo un Festival de Músicos Callejeros de la Ciudad de México, que se<br />
hizo en la colonia Roma y en donde toqué Él no lo mató, Al menos lo intentarás, El<br />
haragán; toqué como cinco rolas con mi guitarra yo solo. En el momento en que bajé,<br />
Catana me da la bienvenida. Es una parte que la banda no sabe, pero de los primeros<br />
personajes que me dieron la gran bienvenida al movimiento del rock, fue Rafael Catana.<br />
Inmediatamente que me bajé del escenario, me dijo: “N’ombre, Luis... ”. Me dijo:<br />
“Haragán... está bien lo que traes, ¿sabes qué? Si tuviera lana, cabrón, te producía un<br />
disco. Nomás porque no tengo; si no... ”. Él fue de las primeras personas importantes,<br />
talentosas que conocí. Allí surgió una amistad chida. Posteriormente conocí al<br />
señor Arturo Meza, un gran carnal también. Creo era el 88, 89; estuve en esos festivales;<br />
tocamos en la Plaza de Santo Domingo, en la Roma, en la Condesa, también<br />
en los terrenos de las costureras. Ahí andaba también con el grupo TNT; Andrés<br />
me apoyaba mucho también. A partir de eso, me les pego al movimiento. Fuimos a<br />
dar al Monumento a la Revolución, donde conozco a los Santa Sabina. Arturo Meza<br />
me prestó su guitarra esa vez para subirme a cantar; canté La muñequita sintética, la<br />
141
de El perro tirado en la calle y Él no lo mató. Fue un recibimiento de la banda bien<br />
chido. Era como la culminación del movimiento del rock Rupestre. Para mí, como<br />
que terminó en los noventa. Creo que ahí terminó. Siento que el rock rupestre floreció,<br />
hizo su gran expresión musical y de alguna manera, la falta (como siempre) de<br />
infraestructura y de apoyo, como que lo aniquiló un poquito. En ese tiempo surgen<br />
las grandes tocadas con El Tri, El Haragán, Luzbel, Bostik. Y como que el gusto de<br />
la banda, se viene hacia acá, a los conciertos masivos. Y el rock Rupestre, se va a los<br />
pequeños bares, a los pequeños foros y como que empieza a perder fuerza. En ese<br />
tiempo, empieza a fenecer”.<br />
“Por su parte, el rock urbano era una expresión de un grupo de bandas que<br />
tocábamos cada fin de semana. Y éramos el rock mexicano. Es más, no se distinguía<br />
entre rock urbano y otro; simplemente era rock mexicano. Y había un solo<br />
público. Grandes tocadas; recuerden Coyuya, el deportivo Mina, las Palapas, Balderas;<br />
tantos lugares. Llenos totales. ¿Qué sucede? Igual que el rock Rupestre: fue<br />
aniquilado el rock urbano. Este movimiento juntaba, para que tocáramos, siete,<br />
nueve, diez mil personas. Pero teníamos un par de bocinas pivi, con dos de bajo y<br />
un escenario armado con tarimas, de esas que usan los albañiles, y tambos viejos.<br />
Nuevamente, la falta de infraestructura y apoyo, aniquilan esas grandes tocadas.<br />
Además del surgimiento de Ticket Master y los grandes eventos como el de Rod<br />
Stewart y Santana, junto con el apoyo de Telerisa a los nuevos grupos fresones,<br />
aniquilan el movimiento de rock mexicano. El rock urbano sobrevive; estamos en<br />
las cloacas, pero sobrevive. Y no es por automarginarse”.<br />
“El rock Rupestre floreció, nos hicimos de seguidores; veníamos de escuchar a<br />
Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Roberto Carlos, Serrat: gente que hacía música<br />
inteligente. De pronto, surge un movimiento mexicano inteligente, con letras inteligentes.<br />
Eso es lo que caracteriza al rock Rupestre y lo diferencia del otro rock<br />
mexicano. Surgen letras inteligentes, bien pensadas, con música bien elaborada,<br />
pero bien sencilla y, a veces, fácil de tocar. Un gran guitarrista: Rodrigo González,<br />
tocaba muy bien; no cantaba bien, pero tenía unas letras muy inteligentes. La súper<br />
creatividad de Jaime López, que era como la continuación de Chava Flores.<br />
Entonces nos identificábamos con ellos. Era gente que estaba haciendo un rock,<br />
una forma de expresión que era lo más cercano que habíamos escuchado a la trova<br />
cubana. Así nos fuimos haciendo seguidores de los Rupestres: escuchábamos<br />
los discos de Arturo Meza, de todos ellos. Haragán viene con toda esa influencia<br />
letrística y se arma un compromiso de hacer algo interesante que, si no estuvo a la<br />
par, sí le dio continuidad al movimiento de rock mexicano”.<br />
142
“Yo empiezo a pensar (porque yo hacía canciones de amor, que todavía las<br />
tengo y son como 50) en otras cosas; empiezo a cambiar mi visión. Veo cómo un<br />
Jaime López te formaba imágenes mentales y Rodrigo te hacía sentir cosas: por<br />
ejemplo, en su canción Rock en vivo, con la frase de las máquinas rugen feroces, yo<br />
me imaginaba un motorsote... Con sus canciones te provocaba un sentimiento de<br />
nostalgia, soledad, melancolía; también por su voz, por su música, por las armonías<br />
que hacía, los requintos”.<br />
“Y sí, sí surge el compromiso de hacer algo que verdaderamente aportara a la<br />
cultura del rock mexicano; algo que no fueran simples canciones de amor. En un<br />
punto medio: le damos a la banda letras poéticas, pero también directas y fáciles<br />
de digerir. Si no hubiera existido el Movimiento Rupestre, casi estoy seguro que<br />
Haragán no existiría como es. Y me considero Rupestre porque toqué con ellos<br />
(con Catana, Jaime López... A lo mejor él no se acuerda, pero yo le abrí algún<br />
concierto); llegué a ver a Roberto González, a Gerardo Enciso. Entonces, yo sí me<br />
considero como ese puente entre los Rupestres y el rocanrol urbano”.<br />
“El Movimiento Rupestre es una gran historia que merece varios tomos, no un<br />
libro. Las letra y la actitud de los Rupestres pioneros nos dieron directo al cerebro.<br />
Pero allí quedó. Ya no hay más Rupestres. Si le preguntas a un chavo de 16, 18<br />
años de nuevos Rupestres, no te va a decir nada. Siento que es un movimiento que<br />
ya se fue a pequeños lugares. Alguien quiere revivirlo, pero ya no. El Rupestre fue<br />
un movimiento histórico muy importante, pero fue por el momento histórico que<br />
le tocó vivir. Hablaron de lo que vivíamos, decíamos; de lo que buscábamos, de la<br />
libertad a la que aspirábamos. Era inspirador, libertario, el Movimiento Rupestre.<br />
Fue una época irrepetible. Había canciones por todos lados. Tengo mucho que<br />
agradecer al Movimiento Rupestre. Tengo rolas que hice en el periodo Rupestre<br />
y quiero hacer un disco con ellas. Un disco donde se nota toda la influencia Rupestre<br />
que tengo”.<br />
143
y su tatuaje<br />
144<br />
Armando
El mundo es un pinche motel de paso.<br />
Al fracaso le robé unos besos,<br />
de Armando Palomas<br />
Una tarde de sábado llegué a la mesa de una chelería cercana al Tianguis del<br />
Chopo. Sentados estaban José Luis Pluma, Antonio Malacara, Fausto Arrellín y<br />
otras personas que el tiempo ha hecho borrosas; también estaba cheleando un<br />
cuate que hablaba con mucha confianza con los mencionados tertulianos. Supuse<br />
que era viejo conocido de todos ellos. Después de un rato de trivialidades, la charla<br />
giró en torno a estructuras musicales, y el (para mí) desconocido, hablaba con<br />
seguridad sobre música. Discretamente pregunté a quien estaba a mi lado, quién<br />
era ése chavo. ‘Armando Palomas’, me respondió. Y yo me pregunté: ¿y quién es<br />
Armando Palomas demostrando su poderío intelectual y artístico. (Archivo: Armando Palomas).<br />
145
Armando Palomas? Casi al despedirnos, supe de él: era músico con tendencias<br />
hacia el rock Rupestre; venía de Aguascalientes y estaba conectándose en el circuito<br />
rocanrolero del DF para dar a conocer su material sonoro. También supe que<br />
en realidad no conocía a ninguno de nosotros (sólo a Fausto). Y antes de decir<br />
adiós, empezó a repartir un cassette con sus canciones; en cuanto pude, lo escuché.<br />
Así conocí a Palomas. Eran los principios de este siglo XXI.<br />
Me eché dos tres veces el mencionado cassette, Tequila Coyoacán, y descubrí La<br />
canción del mutilado, Canción pendeja y una que se convertiría en emblemática de<br />
sus presentaciones: Hasta el fondo del zaguán. Todas escritas por Armando Jiménez<br />
Veloz, nombre que aparece en el pasaporte del Palomas.<br />
Después de asistir dos-tres ocasiones a sus tocadas/diálogos/sketches/conciertos,<br />
tuve oportunidad de entrevistar a Palomas para el diario La Jornada. La entrevista<br />
salió el miércoles 7 de diciembre de 2005 y de ahí extraigo algunos párrafos:<br />
Apologista de los excesos, seguidor de los sin futuro, versificador de lo impensable<br />
y representante de una generación extraviada entre el rock pop, el heavy metal, el hip<br />
hop y el bolero ranchero, Armando Palomas se ha convertido en el rapsoda rocanrolero<br />
por antonomasia y actualmente es el rolero más polémico.<br />
En la mencionada charla, Armando platicó sobre su vida personal:<br />
“Nací en los sesenta en Aguascalientes, en la colonia Héroes, allá por el ferrocarril;<br />
mi papá era ferrocarrilero, estibador. Yo quería ser beisbolista: jugar beisbol a<br />
nivel profesional. Pero en mis sueños tocaba guitarra y cantaba para la gente. Decía<br />
yo: ‘ah, chingá, si no sé ni tocar guitarra’. Pero un día llegó un primo a vivir a la casa;<br />
él tocaba guitarra clásica. A ver güey, ¿qué es esto? Así, preguntando, empecé a tocar<br />
y a los 13 años me dio por escribir canciones y me di cuenta de una cosa: como estaba<br />
muy pinche feo desde morro, descubrí que la música y la guitarra eran un arma<br />
bien cabrona para ligarse a las mujeres. Mucho del rollo de la composición fue por<br />
la onda de conseguir chavas... Y hasta la fecha eso no ha cambiado”.<br />
Coincidentemente, Armando tuvo un inicio premonitoriamente Rupestre.<br />
Cuenta en aquella entrevista:<br />
“Un día en una muestra de rock, los de La Clica me dejaron colgado. Yo dije:<br />
‘Vale madre, qué voy a hacer’. Lo que hice fue conseguir una guitarra de palo y me<br />
trepé a tocar; no las canciones de La Clica, sino inéditas mías. Y me fue poca madre,<br />
mucho mejor que con el grupo. ‘Güey, de aquí soy’, dije. Allí empezó el rollo, vendí<br />
un carro (era 1996) y grabé un disco. Así surgió Armando Palomas y La Veladora.<br />
Han transcurrido algunos años, sin embargo, Armando mantiene vigente mucho<br />
de lo siguiente:<br />
146
“Siento que mis presentaciones no se parecen una a otra, precisamente por<br />
la improvisación, por el rollo de que el diablo me sopla al oído y eso lo externo.<br />
La onda de brincar de una canción desmadrosa a una canción cachonda o a una<br />
canción contestataria, provoca catarsis; para mí es chingón que se provoque eso,<br />
ese caos del cual me encanta formar parte. Si no hago caos, no estoy a gusto. Una<br />
tocada con muchos aplausos, pero con caras largas, vale madres. Armando Palomas<br />
es el mismo cabrón arriba y abajo”.<br />
A la par, por ciertas actitudes dentro o fuera del escenario, Palomas ha sido ubicado<br />
como rocanrolero y, más específicamente, como integrante del Movimiento<br />
Neo-Rupestre. Armando declaró lo siguiente:<br />
“Creo que lo que me ubica como rockero es la actitud, el rollo contestatario y el humor<br />
negro. Estas características (que el rock de aquí ha perdido o las ha abandonado)<br />
las tengo yo; por ejemplo, los llamados Rupestres (de los que soy parte... o a lo mejor no)<br />
están clavados en hacer ciertas cosas, llevan ciertos esquemas para hacerlas, y quizá lo<br />
que a mí me separa es que le he llegado a otras propuestas, al huapango, al hip hop y<br />
a ser como soy: un güey vulgar, borracho, soez, valemadrista. Además, estoy orgulloso<br />
de mis chingaderas y no tengo esa seriedad que imponen los Rupestres. ¿Grupero? Pues<br />
tampoco, no tengo una pinche canción de amor. Mi línea es más sexual, más cachonda.<br />
Mis rolas son escritas en hoteles, me las inspiran mujeres bastante valientes”.<br />
Sin embargo, en una charla por su presentación en el festival Vive Latino 2013,<br />
“donde se subirá Emiliano, mi hijo”, dijo Palomas lleno de orgullo, enfatizó, respecto<br />
a su cercanía con el Movimiento Rupestre: “El ser Rupestre es para mí como<br />
un tatuaje que me lo puse en el 97, hace ya 16 años, en el Foro Alicia. Fueron mis<br />
primeras presentaciones y, obviamente, si ser Rupestre es tener una guitarra, ser<br />
feo, cantar no tan bien, pero hacerlo con inteligencia, entonces sí soy Rupestre.<br />
Entonces, sí los soy; soy parte de ese Manifiesto que Rockdrigo González escribió.<br />
Pero al último, estoy mutando: yo puedo ser mariachi, cumbiero, rockero, payaso,<br />
pseudo-poeta. Si no fuera así, pues no sería el Palomas”.<br />
Días después (miércoles 6 de febrero, 2013) en un actividad promocional llamada,<br />
‘Palomazo rumbo al Vive’, devino homenaje al Profeta del Nopal, Rockdrigo<br />
González, donde Palomas participó con singular entusiasmo. En este tributo en<br />
vivo subieron al escenario José Cruz (fundador de Real de Catorce), Lalo Tex,<br />
Iván Montoya, María José Camargo, Javier Zoa Flores y Federico Luna. Todos<br />
ellos cantaron/tocaron Asalto chido, de la autoría del Rupestre Mayor, Rockdrigo<br />
González. Armando Palomas llevó la voz principal en la canción.<br />
147
Gerardo Enciso<br />
y Redrogo González<br />
148<br />
En este país<br />
ya huele a sangre;<br />
en este país<br />
algo me huele a sangre.<br />
Daga, de Gerardo Enciso<br />
Uno de los compositores más celebrados, vinculados al rock Rupestre, es Gerardo<br />
Enciso (Puebla; 23 de abril, 1962). Su inicio como cantante se dio a mediados<br />
de 1984, en su adoptiva Guadalajara donde asumió, sin proponérselo,<br />
el papel de Rupestre al tocar sólo con su guitarra de palo por diferentes sitios<br />
de Guanatos. Fue en ese mismo año cuando vio por primera vez a Rockdrigo y a<br />
Jaime López en el mítico lugar llamado La Puerta. Inmediatamente se identificó<br />
con ellos. En el 87 editó su disco independiente A contracorriente, de donde<br />
surgió Amo a mi país. Gerardo se hizo acompañar por El Poder Ejecutivo. Así se<br />
llamaba su banda. Casi un lustro después salió Cuentos del miedo, ya con una filial<br />
de BMG Ariola. Esta producción muestra a un Enciso cuestionador: los niños de<br />
la calle, el sexo, la guerra y la paz, los caídos y la ciudad con sus subterráneos son<br />
esencias de esta obra.<br />
Enciso no se considera parte de los Rupestres, pero ha estado muy cerca de<br />
ellos, no sólo como un carnal en las buenas y en las malas, sino como alguien<br />
que, con su guitarra de palo y sus canciones, le ha dado una dimensión de buenos<br />
vuelos a la lírica Rupestre. Su capacidad letrística, su espíritu intuitivo para crear<br />
una música que se nutre de distintas tradiciones y un espíritu a contracorriente lo<br />
convierte en uno de los guerreros de la canción popular mexicana.
Gerardo Enciso en el Multiforo Alica. (Foto: Jennifer Boles, 2012).<br />
En una entrevista publicada por la audio-video revista Nomedites, en su número<br />
5, año 2003, Gerardo Enciso recordaba a Rockdrigo: “Lo conocí allá por el 84,<br />
en Guadalajara, cuando se hacían las primeras jornadas de rock en español. Ahí<br />
tocamos juntos varias veces; alternamos como en cuatro ocasiones. No éramos<br />
los grandes chompas, pero sí llevamos una relación cordial. Aprendí mucho de<br />
ese cabrón, sin tirar cebollazo. A mí me gustaba mucho lo que él hacía y varios<br />
años estuve cantando algunas de sus rolas. Redrogo González tiene su importancia<br />
porque abrió caminos en el lenguaje. El cabrón siempre se echaba un choro acerca<br />
del lenguaje popular y la cábula. Además, llegaba a momentos altos en su poética,<br />
como cuando se avienta la del Distante instante, o esa de ella estaba sentada en un<br />
jardín de sopor, sentada sobre la nada… esa letra me gusta muchísimo. Era un tipo<br />
de altos vuelos”.<br />
Sus discos Tarará y Es por ti son la plena confirmación del valor que tiene la<br />
obra de Gerardo Enciso, una obra que ha ido forjando desde la independencia.<br />
Enciso es un viejo lobo estepario.<br />
149
Encuentros oníricos con Rockdrigo:<br />
Arturo Meza<br />
150<br />
Nena, déjame entrar a tu templo,<br />
quiero fundirme en ti<br />
y resonar con las estrellas<br />
y el universo;<br />
quiero ser un delfín en tu mar.<br />
Amor en el éter, de Arturo Meza<br />
Oriundo de Tocumbo, Michoacán (15 de diciembre de 1956), Arturo Meza ha<br />
transitado por los caminos de la música y la poesía desde muy pequeño. Alejado<br />
de cuestiones mediáticas, su obra se ha dado a conocer como si fuera una cofradía<br />
secreta que alcanza dimensiones memorables.<br />
Escritor, músico de dilatada trayectoria, reconocido por su visión mística, poética<br />
y sobre todo ecléctica y evocadora de imágenes oníricas, es injustamente soslayado<br />
por lo medios de comunicación, posición que a Meza parece no importarle.<br />
Igualmente, Arturo parece navegar cerca del Movimiento Rupestre, más por la ubicación<br />
de sus seguidores que por posición propia. Pertenece a esa camada de rapsodas<br />
contemporáneos que hacen música difícil de etiquetar pero fácil de disfrutar.<br />
Por sus cualidades como multi instrumentista, Meza es reconocido como un artista<br />
completo: poeta, artesano (construye e inventa instrumentos musicales), músico,<br />
compositor, escritor y cantante. Ha pertenecido a diferentes agrupaciones y hecho<br />
trabajos con diferentes músicos: Decibel, Jorge Reyes, entre otros.<br />
Con una amplia discografía, que llega casi a cuarenta producciones, y tres<br />
centenas de canciones, Meza demuestra sus creatividad cualitativa y cuantitativamente.<br />
Discos como Setenta centavos, Crónica sonora y La balada de Galaver así lo<br />
demuestran. Como escritor destaca su libro Essamerian, la ecuación celeste.
Arturo Meza en el Lunario del Auditorio Nacional. (Foto: Fernando Aceves, 2012).<br />
En un homenaje a Rockdrigo González, publicado en el número 5 de la audiovideo<br />
revista Nomedites, Meza recordó un viaje mágico y misterioso: “Como a<br />
los ocho o nueve meses de su muerte, tuve un sueño. Creo que fue lo más impresionante<br />
que me pasó: estábamos en el campo y había un potrero cercado con<br />
alambre de púas. Él estaba del otro lado, muy triste y con su guitarra en la espalda,<br />
como acostumbraba ponérsela. Su tristeza me contagiaba y yo le explicaba que<br />
estaba muerto y que tenía que marcharse. De hecho, del lado donde estaba él era<br />
muy bello, había unas colinas y un camino muy lindos. El potrero estaba lleno de<br />
inmundicia. Entonces le dije: ‘Oye, está muy bien adonde tú vas; llégale’. Pero él<br />
estaba muy triste por dejar este pedo. Recuerdo que nos dimos un abrazo muy<br />
fraternal, o sea, algo muy extraño para quienes no se conocieron en vida. Fue un<br />
contacto muy desapegado porque yo no existía en su vida ni él en la mía. Ese<br />
abrazo fue muy bello y siento que me cargué todo su dolor; como que algo le dejé<br />
de todo el ejercicio que venía realizando: la meditación, todo el pedo espiritual en<br />
el que andaba metido, la fe y la esperanza que tengo de estar en el mundo y en la<br />
onda de irradiar en el prójimo lo que sea y a costa de lo que sea. Siento que él se<br />
llevó eso. Lo vi perderse; se fue por ese caminito y yo me quedé en el potrero. Al<br />
llegar a la cima, se perdió, pero antes volteó y me dijo adiós. Tuve la oportunidad<br />
de conocerlo en otro plano, en el plano onírico”.<br />
151
Iván Rosas<br />
un Rupestre en Milán<br />
152<br />
Es un solo de sol que se entremezcla en una calle<br />
con dos borrachos que han huido de su hogar.<br />
Es el furor de Insurgentes que martillea en mi cabeza<br />
con brújula loca y voz perdida a medio mar<br />
Es esta maldita costumbre de esperarte, siempre tras algún rincón<br />
Es ese maldito olor a hierba necia huyendo de una prisión<br />
Es ese maldito reloj, es esa maldita costumbre<br />
de caminar por la ciudad en plena seis<br />
Es, de Iván Rosas<br />
En la historia del Movimiento Rupestre fluyen sucesos que fueron explícitos<br />
en su momento, pero que la vida se ha encargado de ocultarlos, no necesariamente<br />
por alguna mala fe o un recurrente estado anímico de desmemoria, aunque eso<br />
nunca ha faltado. Uno de esos sucesos se llama Iván Rosas. ¿Eslabón perdido en la<br />
historia Rupestre? En realidad, si el ánimo memorioso nos arroja con justicia a ese<br />
pasado de lo que fue y lo que propició el Movimiento Rupestre, entonces habría<br />
que recordar también a muchos otros, más allá de quien sí y quien no se considere<br />
o lo consideren parte de los Rupestres: La Changa, Choluis, El Pato, El Piojo Flaco,<br />
Héctor Cruz, Perico, García Lobo, Nino Flores, El Quezada, El Colibrí… una<br />
verdadera fauna talentosa que desde sus distintas visiones y capacidades creativas<br />
estuvo presente y aportó lo suyo.<br />
Pero hablemos de Iván Rosas, una especie de ángel jovencísimo que llegó a<br />
refrescar la escena Rupestre, más allá de la mitología que emergió a la muerte<br />
de Rockdrigo. Los memoriosos lo recuerdan en su aparición escénica en abril de
Iván Rosas en un estudio en Milán, Italia. (Archivo: Iván Rosas, 2013).<br />
1987, durante un concierto en el auditorio del SUTIN (Sindicato Único de Trabajadores<br />
de la Industria Nuclear). Eran los tiempos del intenso y legendario<br />
Movimiento del CEU (Consejo Estudiantil Universitario), donde los Rupestres<br />
asumieron una forma de diálogo consigo mismos y con la realidad que se les plantaba<br />
enfrente. En ese viaje, Iván Rosas fue un tatuaje en una ciudad que estaba<br />
cambiando, heredero involuntario del 68, con una actitud ante la vida y ante la<br />
música que, más temprano que tarde, le hizo dar un golpe de timón que lo llevó<br />
a Europa, donde el jazz y la pertenencia a otra tradición encauzó su creación.<br />
“Compositore, bassista, contrabbassista e chitarrista messicano. Direttore e fondatore<br />
dell Open City Ensemble, così come del gruppo di world music El Son de<br />
la Madrugada con il quale si è presentato in diverse platee d'Europa”.<br />
La lírica de Iván Rosas es naíf e intelectual, muy atenta a la realidad citadina y<br />
a un espíritu que asume la canción como un ejercicio visionario y poético, pero<br />
también activista ante una realidad tan propensa a sacudirnos con sus injusticias.<br />
En sus canciones hay una especie de precocidad entre lo urbano y lo cotidiano,<br />
tienen que ver con el espíritu de esos jóvenes de los ochenta y, de entre ellos, Iván<br />
asumió su vocación desde una radicalidad que no a todos se les dio.<br />
153
Querido Sergio:<br />
154<br />
Te recuerdo en las horas verdes frente a los humeantes<br />
monitores, cuando editabas a mano mi desprestigiada<br />
vida, compartiendo el sorbo de la cerveza tibia que<br />
nos mantenía atentos a las curvas de las caderas de<br />
Lolita Madrugada y a los espejos llamados recuerdos.<br />
Te gustaba cagarte de risa de lo cotidiano y te gustaba<br />
hacer más grandes las grietas del rock de la tele.<br />
Te hiciste parte del rock artesanal de los<br />
Rupestres y eras orgullosamente de esa manada.<br />
Almas de tabique, dijera Jaime López; dagas<br />
sangrantes, dijera el Enciso; vatos locos, dijera<br />
el Catana; amas de casa un poco tristes, dijera el<br />
Rockdrigo, y pachecos pasados, dijera yo.<br />
Un día llegué al DF y ya no estabas. Te busqué<br />
en las imágenes mentales del Chilangódromo<br />
y te encontré donde cantan los cantores.<br />
Te fuiste y medio avisaste que ya te ibas (un<br />
Pepto-Bismol no arregla un corazón superochero<br />
y desvelado). Pero tenías la fe de un VW (ibas<br />
a sesenta pero sentías que ibas a madres).<br />
Después de este trago a tu salud, te haré siete preguntas:<br />
Me fumé<br />
de rock en
¿Dónde dejaste tu talismán?<br />
¿Dónde dejaste los siete videos<br />
donde siete veces hago el ridículo?<br />
¿Dónde quedó esa cerveza pendiente?<br />
¿Por qué tu bastón camina solitario por Tepepan?<br />
¿A quién le heredaste las piernas de Sherezada?<br />
¿Te llevaste tu gorra al cielo?<br />
¿Por qué nunca te vi llorar?<br />
Me pregunto si no te he decepcionado ahora que<br />
sabes que ya no soy el mismo, pero también quiero<br />
que sepas que le tengo un gran respeto a los tenis que<br />
usé el día que pisé tu velatorio.<br />
Y algunas veces se me olvida que el 56-76-31-52<br />
ya no me responde.<br />
Te extraño, S.G.M.<br />
Atte: Armando Palomas<br />
Sergio García en la grabación<br />
de Siempre fiel, de sus últimos<br />
cortometrajes.<br />
(Foto: Aristeo Pantoja, 2009).<br />
un toke<br />
Xochimilco<br />
155
RUPESTRÓLOGOS<br />
Raúl Silva de la Mora<br />
Escritor y periodista cultural,<br />
corresponsal en México de la red<br />
de emisoras comunitarias Radio<br />
Bilingüe, de Estados Unidos.<br />
Fundador de la audio-video revista<br />
Nomedites y de las editoriales La<br />
Cartonera y La Ratona Cartonera.<br />
Ha publicado en: Replicante, La<br />
Cultura en México, Crisis, Zona de<br />
Obras, Nexos, Casa del Tiempo, Luna<br />
Zeta, La Jornada, Brecha, Página<br />
12. Premio Nacional de Periodismo<br />
Cultural ‘Fernando Benítez’ en<br />
la FIL de Guadalajara, 2001.<br />
Felipe Cabello Zúñiga<br />
Nació en Querétaro y creció en<br />
San Juan del Río. Apasionado de la<br />
historia de México, por influencia de<br />
sus padres, creció escuchando a Cri-<br />
Cri, Pedro Infante y los Beatles. Sus<br />
primeros libros fueron El principito;<br />
La interminable conquista de México,<br />
de Eduardo del Río Rius, y Narraciones<br />
extraordinarias, de Edgar Allan Poe.<br />
En la preparatoria encontró por<br />
accidente la música de rock Rupestre,<br />
algo que cambiaría su forma de ver<br />
las cosas musicalmente. Actor en los<br />
156<br />
recorridos de leyenda en San Juan del<br />
Río, también participó en el Teatro<br />
de la República dándole vida al<br />
diputado Dávalos, en los festejos de<br />
preparación para el centenario de la<br />
Constitución de 1917. Actualmente<br />
estudia la carrera de Ciencias de la<br />
Comunicación en la UNEA y colabora<br />
en varias revistas de su entidad.<br />
Rodrigo de Oyarzabal<br />
Programador y curador musical.<br />
Chilango de nacimiento; hace cerca<br />
de treinta años realizó su primera serie<br />
radiofónica A Campo Traviesa, en<br />
Radio Educación, y desde entonces es<br />
programador musical de la estación.<br />
Promotor del rock mexicano. Desde los<br />
medios ha sido participante directo del<br />
Movimiento Rupestre de los Cantantes<br />
Errantes, con quienes, además de la<br />
difusión radiofónica, produjo, entre<br />
otros, los discos LP Hurbanistorias<br />
y El Profeta del Nopal, de Rodrigo<br />
González; Arpía, de Cecilia Toussaint;<br />
Esa viscosa manera de pegarme las ganas,<br />
de Mamá-Z; Tocata, fuga y apañón,<br />
de Armando Rosas y La Camerata<br />
Rupestre; Trolebús en sentido contrario,<br />
de Trolebús, y la reedición en CD de
1ª. Calle de la Soledad, más los cassettes<br />
Oficio sin beneficio y 15 Demos (Del<br />
‘88 al ‘91), de Jaime López. Jurado en<br />
concursos de rock, ponente en diversas<br />
mesas redondas y conferencias,<br />
ha impartido talleres sobre la<br />
programación musical en la radio<br />
pública y escrito en revistas de rock. Su<br />
tesis universitaria, Fono1060, se enfoca<br />
en la base de datos que desarrolló para<br />
realizar la programación musical de<br />
Radio Educación y que fue utilizada<br />
en la emisora por más de diez años.<br />
Liliana García Sánchez<br />
Nació en Pachuca, Hidalgo. Estudió<br />
laudería, dedicándose a la ejecución y<br />
enseñanza del violín, principalmente<br />
con niños. Tiene estudios de<br />
licenciatura en Antropología Social.<br />
Su labor en la investigación musical<br />
incluye un libro en torno a la vida y<br />
obra de la cantautora tamaulipeca:<br />
Judith Reyes. Una mujer de canto<br />
revolucionario, 1924-1988 (Red-<br />
Ez, 1998), prologado por Carlos<br />
Montemayor y comentado por<br />
Alberto Híjar. Tiene una maestría en<br />
Historia y Etnohistoria, con la tesis<br />
Cantando para tiempos oscuros. Canción<br />
social y cultura popular en México,<br />
1960-1985. Actualmente dedica sus<br />
estudios de doctorado en Historia a<br />
los procesos de politización entre los<br />
cantores de protesta mexicanos de<br />
las décadas de los sesenta y setenta.<br />
Félix Morriña<br />
Nació en México, DF, en 1970.<br />
Periodista, editor y promotor cultural.<br />
Ha trabajado como reportero y<br />
editor desde hace dos décadas<br />
en diversos medios impresos<br />
nacionales y regionales: El Nacional,<br />
Milenio Diario, Milenio Semanal,<br />
Novedades, Acontecer, Liberación,<br />
El Diario de Toluca, Acta Semanal,<br />
Impulso, Portal, Diario del Estado de<br />
México, revista Ágora Mexiquense<br />
y Semanario Punto, entre otros.<br />
También cuenta con experiencia en<br />
medios radiofónicos: Radio Capital,<br />
Radio Educación, Radio Mexiquense;<br />
así como televisivos: Televisión<br />
Mexiquense y Canal 8 de Megacable.<br />
Ha representado a México en<br />
encuentros e intercambios culturales<br />
en Perú, Argentina y Uruguay.<br />
Juan Pablo Proal<br />
Nació en Puebla en 1983. Periodista<br />
desde 2001. Es editor y publica en la<br />
revista Proceso desde 2006. Autor<br />
del libro Vivir en el cuerpo equivocado<br />
(UANL, 2013) y coautor de Salinas<br />
en Proceso (Grijalbo, 2012). Ha<br />
publicado en: La Jornada, Revista<br />
Mexicana de Comunicación, Vice, Sin<br />
Embargo y E-consulta. Actualmente<br />
está por publicar Voy a morir, obra<br />
biográfica de José Cruz Camargo,<br />
fundador de Real de Catorce,<br />
banda mítica del rock mexicano.<br />
157
Jorge Pantoja<br />
Nace en 1955 en el DF. Siendo alumno<br />
de la carrera de Comunicación, en la<br />
UNAM, gana un certamen de ensayo<br />
con el trabajo sobre dictaduras<br />
latinoamericanas titulado El papel de<br />
la ametralladora en la transformación<br />
del hombre en mono. Por ello ingresa<br />
a laborar en la Gaceta UNAM en<br />
1977. A lo largo de más de 35 años<br />
ha ocupado cargos en las áreas de<br />
prensa y cultura de SHCP, Museo del<br />
Chopo, Academia de San Carlos,<br />
CREA, Subsecretaría de Cultura de la<br />
SEP, ISSSTE, INAH, IMSS, Programa<br />
Cultural de los Jóvenes del Conaculta,<br />
Delegación Iztapalapa, Instituto de<br />
Cultura de Zacatecas, Delegación<br />
Coyoacán y Cámara de Diputados.<br />
Publicó artículos y entrevistas en<br />
Los Universitarios, revista Mañana,<br />
La Jornada, revista Encuentro,<br />
El Universal, Tiempo Libre, El<br />
Universal Gráfico, revista de la<br />
Fundación UNAM, revista Zócalo,<br />
Cine Mundial y Diario de México;<br />
es autor de los libros Cuando el<br />
Chopo despertó el dinosaurio ya no<br />
estaba ahí (UACM), Se suspende por<br />
falta de público (INBA); coordinó el<br />
libro Semana Santa en Iztapalapa;<br />
fue co-productor del DVD El cantar<br />
de los cantores, de Sergio García.<br />
158<br />
Javier Hernández Chelico<br />
Reportero desde 1985 en la fuente<br />
de espectáculos, se ha dedicado<br />
especialmente a todo lo relacionado<br />
con rock. Ha trabajado en las<br />
revistas Conecte y Rock & Pop, y ha<br />
fundado Fixiones y Primera Nota,<br />
ambas dedicadas al rock. Reportero<br />
de El Nacional y La Jornada. Ha<br />
colaborado en los libros Blues con<br />
sentimiento, 100 discos esenciales del<br />
rock mexicano y Reporteros de a pie.<br />
Actualmente publica la columna En<br />
el Chopo, en el diario La Jornada.
asamblea para la cultura<br />
y la democracia, a.c.<br />
Jorge Pantoja<br />
Presidente<br />
Aristeo Pantoja<br />
Secretario<br />
Everardo Lara González<br />
Secretario de Finanzas<br />
agradecimientos<br />
Guillermo Bustamante<br />
Laura Castañeda Salcedo<br />
Jorge Buenfil<br />
Salomé Mendoza<br />
Antonio Pantoja<br />
Ignacio Pineda (Multiforo Alicia)<br />
Tomás Brum (Salón Bombay)<br />
Virginia Rodríguez<br />
Talía Pantoja<br />
Rodrigo Espinosa Portillo<br />
Guillermo Alonso<br />
Susana Avilés Sosa<br />
Gustavo Molina<br />
Valeria Pérez Meraz<br />
Cartel del 2º Festival de la Canción Rupestre, diseñado<br />
por Edgar Arrellín Rosas.<br />
159
Rupestre, el libro,<br />
se terminó de imprimir<br />
en febrero de 2013,<br />
en los talleres de<br />
Kamaleón Publicidad,<br />
con domicilio en calle<br />
Puebla 38, colonia<br />
El Chamizal, Ecatepec,<br />
Estado de México.<br />
El tiraje consta<br />
de 10 mil ejemplares.
distribución gratuita<br />
El papel del trabajo en la<br />
transformación del mono<br />
en hombre<br />
Federico Engels<br />
El papel de la guitarra en<br />
la transformación de siete<br />
músicos en Rupestres<br />
Darwin se volvería loco.<br />
En la penúltima década del siglo XX nacería un<br />
movimiento que nos haría regresar a las cavernas.<br />
Un grupo de músicos sin otra herramienta<br />
que una guitarra de palo evolucionaría la<br />
historia musical de esta jungla de asfalto.<br />
Uno de sus profetas moriría en un célebre deslave<br />
terremoto, no sin antes haber grabado su legado en<br />
piedra: el Manifiesto Rupestre. Y aunque parecía que<br />
la especie entera se dirigía hacia la extinción,<br />
la tribu siguió su marcha; su instinto<br />
gregario los salvó.<br />
Al calor del fuego, la inspiración y la guitarra, cada<br />
uno aportó su muy personal visión del mundo que los<br />
rodeaba: la gran ciudad. Y de acuerdo con las pruebas<br />
de carbono-14 varios musicólogos, ellos son el eslabón<br />
perdido entre la música de protesta y el rock urbano.<br />
Con el paso de los siglos años, este éxodo fue dejando<br />
huellas y sembrando mitos urbanos; su origen se narró<br />
de boca en boca, llegando a tener versiones encontradas.<br />
Por ello, te invitamos a entrar, por el socavón, a la galería<br />
de la cueva, hasta atravesar el pasadizo (y sin dejar de<br />
conocer a los rupestrólogos que realizaron esta labor<br />
casi arqueológica) de esta excavación a la que hemos<br />
llamado: Rupestre, el libro.<br />
ED C O N ES<br />
M POSIBLE<br />
Jorge Pantoja