Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
Descargar - Alcaldia Municipal de San Miguel
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
que, a pesar <strong>de</strong>l calor, los hombres bebían litros y litros <strong>de</strong> alcohol<br />
a toda hora. Ese primitivo edificio serviría <strong>de</strong> base <strong>de</strong><br />
operaciones, alojamiento, restaurante y bar para los visitantes. A<br />
Kate Coid y al profesor Ludovic Leblanc les asignaron unos<br />
cubículos separados <strong>de</strong>l resto por sábanas colgadas <strong>de</strong> cuerdas.<br />
Los <strong>de</strong>más dormirían en hamacas protegidas por mosquiteros.<br />
<strong>San</strong>ta María <strong>de</strong> la Lluvia era un villorrio somnoliento y tan<br />
remoto, que apenas figuraba en los mapas. Unos cuantos colonos<br />
criaban vacas <strong>de</strong> cuernos muy largos; otros explotaban el oro <strong>de</strong>l<br />
fondo <strong>de</strong>l río o la ma<strong>de</strong>ra y el caucho <strong>de</strong> los bosques; unos pocos<br />
atrevidos partían solos a la selva en busca <strong>de</strong> diamantes; pero la<br />
mayoría vegetaba a la espera <strong>de</strong> que alguna oportunidad cayera<br />
milagrosamente <strong>de</strong>l cielo. Ésas eran las activida<strong>de</strong>s visibles. Las<br />
secretas consistían en tráfico <strong>de</strong> pájaros exóticos, drogas y armas.<br />
Grupos <strong>de</strong> soldados, con sus rifles al hombro y las camisas<br />
empapadas <strong>de</strong> sudor, jugaban a los naipes o fumaban sentados a<br />
la sombra. La escasa población langui<strong>de</strong>cía, medio atontada por<br />
el calor y el aburrimiento. Alex vio varios individuos sin pelo ni<br />
dientes, medio ciegos, con erupciones en la piel, gesticulando y<br />
hablando solos; eran mineros a quienes el mercurio había<br />
trastornado y estaban muriendo <strong>de</strong> a poco. Buceaban en el fondo<br />
<strong>de</strong>l río para aspirar con po<strong>de</strong>rosos tubos la arena saturada <strong>de</strong> oro<br />
en polvo. Algunos morían ahogados; otros morían porque sus<br />
competidores les cortaban las mangueras <strong>de</strong> oxigeno; los mas<br />
morían lentamente envenenados por el mercurio que usaban para<br />
separar la arena <strong>de</strong>l oro.<br />
Los niños <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, en cambio, jugaban felices en el lodo,<br />
acompañados por unos cuantos monos domésticos y perros<br />
flacos. Había algunos indios, varios cubiertos con una camiseta o<br />
un pantalón corto, otros tan <strong>de</strong>snudos como los niños. Al<br />
comienzo Alex, turbado, no se atrevía a mirar los senos <strong>de</strong> las<br />
mujeres, pero rápidamente se le acostumbró la vista y a los cinco<br />
minutos <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> llamarle la atención. Esos indios llevaban<br />
varios años en contacto con la civilización y habían perdido<br />
muchas <strong>de</strong> sus tradiciones y costumbres, como explicó César<br />
<strong>San</strong>tos. La hija <strong>de</strong>l guía, Nadia, les hablaba en su lengua y en<br />
respuesta ellos la trataban como si fuera <strong>de</strong> la misma tribu.<br />
Si ésos eran los feroces indígenas <strong>de</strong>scritos por Leblanc, no<br />
resultaban muy impresionantes: eran pequeños, los hombres<br />
median menos <strong>de</strong> un metro cincuenta y los niños parecían