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Por Tony Cliff y David Arrabalí* __<br />

Filósofa, política, revolucionaria y teórica marxista polaca,<br />

apodada “la rosa roja”. Luxemburg nació en la<br />

pequeña población polaca de Zamosc el 5 de marzo<br />

de 1871. Desde muy joven fue activista del movimiento socialista.<br />

Se unió a un partido revolucionario llamado Proletariat,<br />

fundado en 1882, alrededor de 21 años antes de que<br />

se fundara el Partido Social Demócrata Ruso (bolcheviques<br />

y mencheviques).<br />

Desde muy joven fue activista del movimiento<br />

socialista. Se unió a un partido revolucionario<br />

llamado “Proletariat”, cuando<br />

tenía 16 años. En 1889 abandonó Polonia,<br />

viajando a Zurich (Suiza), donde ingresó en<br />

la universidad y estudió ciencias naturales,<br />

matemáticas y economía. Dos años más<br />

tarde, Rosa Luxemburgo ya era reconocida<br />

como líder teórico del partido socialista revolucionario<br />

de Polonia.<br />

En 1893, representó al partido en el<br />

Congreso de la Internacional Socialista,<br />

con 22 años de edad. Comenzó a escribir<br />

asiduamente, y después de un tiempo llegó<br />

a ser una de los principales colaboradores<br />

del periódico teórico marxista más<br />

importante de la época, “Die Neue Zeit”.<br />

Entre 1904 y 1906 su trabajo se vio interrumpido<br />

a causa de tres encarcelamientos<br />

por motivos políticos.<br />

El 20 de febrero de 1914, Rosa Luxemburg fue arrestada<br />

por incitar a los soldados a la rebelión. La base de esta acusación<br />

fue una arenga en la que declaró: “Si ellos esperan<br />

que asesinemos a los franceses o a cualquier otro hermano<br />

extranjero, digámosles: ‘No, bajo ninguna circunstancia’”.<br />

En el Tribunal se transformó de acusada en acusadora, y su<br />

disertación –publicada posteriormente bajo el título Militarismo,<br />

guerra y clase obrera– es una de las más inspiradas<br />

condenas del imperialismo por parte del socialismo revolucionario.<br />

Se la sentenció a un año de prisión, pero no fue detenida<br />

ahí mismo. Al salir de la sala del tribunal fue de inmediato<br />

a un mitin popular, en el que repitió su revolucionaria<br />

propaganda antibélica.<br />

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918),<br />

prácticamente todos los líderes socialistas fueron devorados<br />

por la marea patriótica. El 3 de agosto de 1914, el grupo<br />

parlamentario de la socialdemocracia alemana decidió votar<br />

a favor de créditos para el gobierno del Káiser. Pocos meses<br />

después, el 3 de diciembre, Karl Liebknecht ignoró la disciplina<br />

del partido para votar de acuerdo con su conciencia. Fue el<br />

único voto en contra de los créditos para la guerra.<br />

El mismo día que los diputados de la socialdemocracia<br />

se unieron a las banderas del Káiser, un pequeño grupo de<br />

socialistas se reunió en su departamento y decidió emprender<br />

la lucha contra la guerra. Este grupo, dirigido por Rosa,<br />

<strong>correo</strong> Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin, finalmente<br />

febrero-marzo se transformó en la Liga Espartaco, que sería el origen del<br />

2011<br />

“Partido Comunista de Alemania” (KPD). Durante cuatro<br />

La Rosa Roja<br />

años, principalmente desde la prisión, Rosa continuó dirigiendo,<br />

inspirando y organizando a los revolucionarios, levantando<br />

las banderas del socialismo internacional.<br />

La revolución rusa de febrero de 1917 concretó las ideas<br />

políticas de Luxemburgo: oposición revolucionaria a la guerra<br />

y lucha para el derrocamiento de los gobiernos imperialistas.<br />

El 8 de noviembre de 1918, la revolución alemana<br />

liberó a Rosa de la prisión. Con toda su energía y entusiasmo<br />

se sumergió en la lucha revolucionaria.<br />

La noche del 15 de enero de 1919 en<br />

Berlín, fue detenida Rosa Luxemburgo:<br />

una mujer indefensa con cabellos grises,<br />

demacrada y exhausta. Una mujer mayor,<br />

que aparentaba mucho más de los 48<br />

años que tenía.<br />

Uno de los soldados que la rodeaban,<br />

le obligó a seguir a empujones, y la<br />

multitud burlona y llena de odio que se<br />

agolpaba en el vestíbulo del Hotel Eden<br />

le saludó con insultos: “Rosita, ahí viene<br />

la vieja puta”. Ellos odiaban todo lo que<br />

esta mujer había representado en Alemania<br />

durante dos décadas: la firme creencia<br />

en la idea del socialismo, el feminismo, el<br />

antimilitarismo y la oposición a la guerra.<br />

La empujaron y golpearon. Ella cayó<br />

al suelo. El soldado le propinó un segundo<br />

golpe en la sien. El hombre se llamaba<br />

Runge. Poco antes él había derribado<br />

a Karl Liebknecht con la culata de su fusil. También a él le<br />

habían arrastrado por el vestíbulo del Hotel Eden.<br />

Los soldados levantaron el cuerpo de Rosa. La sangre<br />

brotaba de su boca y nariz. La llevaron al vehículo. Sentaron<br />

a Rosa entre los dos soldados en el asiento de atrás. Hacía<br />

poco que el coche había arrancado cuando le dispararon un<br />

tiro a quemarropa. Se pudo escuchar en el hotel.<br />

Arrojaron su cadáver desde un puente al canal. Al día siguiente<br />

todo Berlín sabía ya que la mujer que en los últimos<br />

veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había<br />

cautivado a los asistentes de innumerables asambleas,<br />

estaba muerta. Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold<br />

Brecht de 21 años escribía:<br />

La Rosa roja ahora también ha desaparecido.<br />

dónde se encuentra es desconocido.<br />

Porque ella a los pobres la verdad ha dicho<br />

los ricos del mundo la han extinguido.<br />

En el año 1962, 43 años después de su muerte, el Gobierno<br />

Federal alemán declaró que su asesinato había sido una<br />

“ejecución acorde con la ley marcial”. Hace doce años que<br />

una investigación oficial concluyó que las tropas de asalto,<br />

que habían recibido órdenes y dinero de los gobernantes socialdemócratas,<br />

fueron los autores materiales de su muerte<br />

y la de Karl Liebknecht.<br />

(*) Tomado del libro “Rosa Luxemburg”, escrito por Tony<br />

Cliff y en 1959, y de un artículo de David Arrabalí, publicado en<br />

Mundo Obrero, de España, en 2008.

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