Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo, 1929 - Memoria de Madrid

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compradas por aquél para hacerse un modesto vestido; ellas nos revelan
asimismo la caudalosa hacienda de un D. Alonso de Ercilla y sus
habituales e increíbles prácticas de prestamista mohatrero, que no se
compadecen bien con los tesoros de poesía que derramó en su Araucana.
Del mismo modo, como todas las venías y cesiones de privilegios
reales para la impresión de los libros nuevos requerían la escritura
escribanil, por ellas hemos conocido el puñado de reales que al
mismo Cervantes y a otros muchos ingenios de su tiempo valieron
algunas de sus concepciones inmortales, presas las más veces de la
garra impía y codiciosa del librero, que aparece descarnada y rapaz
en las secas y rutinarias cláusulas del malhadado concierto. ¡Qué
estudio tan curioso podría hacerse hoy a la vista de estas escrituras
sobre la estimación económica que aquellos siglos daban a las obras
del espíritu, al igual que en Francia recientemente lo ha compuesto el
vizconde de Avenel! (1)
Otro tanto cabría decir del valor extraordinario, insustituible, de
los archivos de protocolos en relación con las Bellas Artes. Cuadros,
esculturas, retablos, estatuas, tapices, enlerramieníos arfisticos, labores
de plata y oro, estofados y entalladuras, todas las manifestaciones
más varias y caprichosas del arte, dejan su huella distinta y luminosa
en estas escrituras, con minuciosos y exquisitos pormenores, de!
más preciado ínteres, curiosidad y enseñanza. Poco a poco y por obra
de los modernos investigadores va descubriéndose y manifestándose
la verdadera y gloriosa historia artística de España en las pasadas
centurias, Ya no son tan sólo unas cuantas figuras aisladas, solitarias
en la seca aridez de un desierto nacional, como hasta ahora parecía
el panorama artístico español; junto a Montañés, Mena, Cano y Valdés
Lea! asoman sus rostros atezados, graves y pensativos otros
ignotos mí:eslros, colaboradores o discípulos suyos, que piden también
su puesto privativo en estv. tardía evocación del pasado espaiioi.
Al fallecimiento de cualquier magnate titulado o simplemente
particular con cuantioso o limitado caudal, la costumbre de entonces
imponía la práctica de la almoneda o venta en piiblica licitación del
ajuar y muebles familiares, previo el prolijo inventario levantado por
el escribano de número. iCuánías y cuántas particularidades y rarezas
no se leen en estas largas escrituras, exhumando Innumerables
objetos perdidos o desusados hoy, reveladores de prácticas y costumbres
castizas, testigos mudos al parecer, pero elocuentes y expresi-
(1) Vieointo G. d'Avciicl, Las r^^venus ü'itn ¡i:teltí'