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Luis Luque

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Vida de gordo<br />

Sin dudas, la moda no está pensada para obesos. Si un<br />

flaco se viste a la moda, es esnob, dandy, galán, ganador.<br />

Palabras no faltan para definir al hombre que se<br />

viste como en las revistas, que se preocupa por su estética.<br />

Si hasta se inventó la tendencia metrosexual pensando en<br />

los flacos que viven para mostrar lo lindos que son. En cambio,<br />

los gordos deben peregrinar por negocios de ropa para encontrar<br />

diseños a su medida. "En una época venía especialmente<br />

desde México para comprar ropa con talles especiales a Buenos<br />

Aires. Porque aquí están a la vanguardia, en otros lugares te<br />

obligan a estar uniformado como un gordo", informa Edgar<br />

Vivar, el legendario Señor Barriga, que en su últi-<br />

mas estadía porteña se llevó un bolso con<br />

prendas para su DF de residencia.<br />

En ese enjambre humano que es la ave-<br />

nida Avellaneda a la altura de Flores,<br />

hay un espacio exclusivo para gordos<br />

hombres. Miles de hormigas con<br />

bolsones de ropa trajinan las multiétnicas<br />

veredas, en las que se integran<br />

coreanos en coches fantásticos,<br />

bolivianos que se ofrecen para<br />

coser ropa y judíos ortodoxos que no<br />

trabajan los sábados con cientos de<br />

otras gentes. Todos interactúan merced<br />

al comercio, en una Babel moderna<br />

y mayorista.<br />

Llama la atención la cantidad de oferta de<br />

ropa de "talles especiales" (eufemismo para nombrar<br />

la ropa para gordos y gordas) pero solo en su versión<br />

femenina. Ellas pueden elegir cómo vestir, qué onda usar, si<br />

acompañar las modas imperantes o, por el contrario, vestirse<br />

como sus abuelas lo hacían. En cambio, los varones ni siquiera<br />

tienen esa opción. Es que los negocios de ropa para varón gordo<br />

están limitados. "Lo que pasa es que las mujeres son compradoras<br />

compulsivas, ellas gastan mucha plata en ropa", explica no<br />

sin cierta lógica Pablo, vendedor de Fats Fashion, en la calle<br />

Argerich casi en la esquina de Avellaneda. Su vecino de local y<br />

competencia es Jaime. Su negocio se llama Scarcha y queda<br />

local de por medio con el anterior. Hace 27 años que se especia-<br />

Sin el<br />

regodeo ni la<br />

autoflagelación de los best<br />

sellers de chicas con trastornos<br />

alimentarios, el periodista Mauro<br />

Fulco escribió una especie de<br />

autobiografía de un “gordito”, contando<br />

sus intentos por asumir y controlar el<br />

sobrepeso. Aquí, un fragmento de Gordos<br />

(Sudamericana), libro que combina<br />

el humor con entrevistas a<br />

especialistas y gordos famosos,<br />

como la Tota Santillán o el<br />

actor que hizo a Ñoño en<br />

El Chavo.<br />

liza en el rubro de talles especiales y, con la autoridad de los<br />

años, explica: "Los hombres aguantan más con la ropa que tienen.<br />

No se desesperan por verse bien. Les da lo mismo". A<br />

simple vista, hay una diferencia entre ambos contrincantes.<br />

Fats Fashion es moderno, con ropa canchera y diseños como<br />

para flacos, pero maximizados en su tamaño. Scarcha, en cambio,<br />

parece más tradicional en su oferta de ropa. "El gordo pide<br />

modernidad. Antes solo se ponía ropa oscura, con colores predominantes<br />

como el gris topo, el negro o el azul. Parecían uniformados",<br />

sostiene Pablo, mientras abre su mano para invitar<br />

a mirar la vidriera, en la que unos maniquíes extra large son<br />

modelos de moda. El estilo tira a ser reggeatonero.<br />

Remeras rojas, verdes, rayadas, camperas,<br />

pantalones cargo, jeans. Nada que un flaco<br />

no pueda conseguir en la Bond Street.<br />

Desde un afiche de publicidad, la Tota<br />

Santillán guiña un ojo y sonríe como<br />

podría hacerlo Christian Sancho en<br />

la publicidad de calzoncillos.<br />

"Nosotros vestimos a Daniel, y él a<br />

cambio nos hace publicidad", informa<br />

el vendedor, quien no llama por<br />

el apodo al ex bailantero devenido<br />

primera figura de la pantalla televisiva.<br />

"Viene, elige ropa y no se le cobra,<br />

entonces es modelo de nuestra marca",<br />

explica. En el local vecino, Jaime utiliza<br />

como imagen publicitaria un dibujo que<br />

podría ser el genio de la lámpara maravillosa, pero<br />

sin músculos marcados. Digamos, con la misma contextura<br />

enorme pero más tirando a redondo que a marcado por el gimnasio.<br />

No llega a ser gordo, es lo que se podría indicar como<br />

morrudo. La experiencia le otorga al dueño del local una sabiduría<br />

como para arriesgar todo tipo de teorías. "Ahora los pibes<br />

crecieron y se quieren vestir como sus amigos, y además ya no<br />

importa tanto la mirada ajena. Ahora los gordos se quieren<br />

vestir igual que la gente normal". Le dejé pasar el comentario<br />

mascullando por lo bajo y, fundamentalmente, para no arruinar<br />

mi recién comenzada entrevista. ¿Gente normal?<br />

Una característica que resaltan ambos profesionales de la moda<br />

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