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“Ustedes<br />
tienen que<br />
entender que<br />
para nosotros no<br />
es extraño<br />
convivir con las<br />
ratas. Cuando yo<br />
me muera, voy a<br />
reencarnar en<br />
una”, dice el guía.<br />
52<br />
Karni Mata era una mística del siglo XIV, encarnación<br />
de Durga, diosa del poder y la victoria. Un<br />
hecho trascendental en la vida de Karni Mata<br />
marcó el futuro de sus seguidores. La muerte del<br />
hijo de un miembro de su clan provocó que ella<br />
intentase revivir al niño. Así fue como llegó a un<br />
acuerdo con Yama, el dios de la muerte, y decidieron<br />
que a partir de ese momento todas los seguidores<br />
de Karni Mata se convertirían en ratas al<br />
momento de su muerte: esa sería la tan esperada<br />
reencarnación.<br />
Con esa información mínima, se encara el rito<br />
previo a la entrada. Hay que dirigirse al puesto de<br />
los calzados y sacarse lo que uno tenga en los pies<br />
para entrar al templo, en señal de respeto y pureza.<br />
Está permitido el ingreso con medias, por una<br />
cuestión de higiene, ya que en el templo no sólo<br />
abundan las ratas sino que abundan el excremen-<br />
to y la orina que ellas generan. Claro que nadie<br />
tiene medias, con el calor que hace en esta época<br />
en esta región. Lo mejor es entrar de una vez por<br />
todas, cámara en mano y dientes apretados, y<br />
tratar de no pensar en nada.<br />
Hay miles de advertencias para los turistas que<br />
quieren visitar este templo. Páginas de Internet y<br />
guías de viajeros recomiendan sumo cuidado, ya<br />
que las pestes que pueden contagiar las ratas son<br />
muchas. Pero el encargado de cuidar los calzados<br />
tiene otra versión: no hay de qué preocuparse,<br />
dice, si las ratas son inofensivas y no muerden ni<br />
lastiman a nadie.<br />
Una vez que se atraviesa la enorme puerta de<br />
plata del templo, el espectáculo no se parece a<br />
nada que uno haya imaginado posible ver. Ratas<br />
por todos lados y gente que les reza de rodillas.<br />
Fuentes de leche, agua y cereales, rodeadas por<br />
ratas de todos los colores y tamaños.<br />
La caminata por el patio principal es caótica, muy<br />
tensa si uno intenta esquivar los animalitos que<br />
caminan como dueños del lugar.<br />
Aquí al extranjero se lo reconoce porque camina<br />
en puntas de pie y quiere evitar a toda costa cualquier<br />
tipo de contacto, de roce, con los roedores,<br />
mientras los devotos de Karni Mata se mueren de<br />
risa. Los locales, en cambio, o al menos los devotos<br />
de esta deidad, recorren el templo a la espera<br />
de que las ratas los toquen, porque consideran<br />
que eso trae buena suerte.<br />
Niños, hombres, mujeres y ancianos se reúnen<br />
con la única misión de venerar a las ratas. Dejarles<br />
dinero, leche y alimentos para que vivan como<br />
reinas. Seguramente, alguna de las veinte mil<br />
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