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Luis Luque

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“Ustedes<br />

tienen que<br />

entender que<br />

para nosotros no<br />

es extraño<br />

convivir con las<br />

ratas. Cuando yo<br />

me muera, voy a<br />

reencarnar en<br />

una”, dice el guía.<br />

52<br />

Karni Mata era una mística del siglo XIV, encarnación<br />

de Durga, diosa del poder y la victoria. Un<br />

hecho trascendental en la vida de Karni Mata<br />

marcó el futuro de sus seguidores. La muerte del<br />

hijo de un miembro de su clan provocó que ella<br />

intentase revivir al niño. Así fue como llegó a un<br />

acuerdo con Yama, el dios de la muerte, y decidieron<br />

que a partir de ese momento todas los seguidores<br />

de Karni Mata se convertirían en ratas al<br />

momento de su muerte: esa sería la tan esperada<br />

reencarnación.<br />

Con esa información mínima, se encara el rito<br />

previo a la entrada. Hay que dirigirse al puesto de<br />

los calzados y sacarse lo que uno tenga en los pies<br />

para entrar al templo, en señal de respeto y pureza.<br />

Está permitido el ingreso con medias, por una<br />

cuestión de higiene, ya que en el templo no sólo<br />

abundan las ratas sino que abundan el excremen-<br />

to y la orina que ellas generan. Claro que nadie<br />

tiene medias, con el calor que hace en esta época<br />

en esta región. Lo mejor es entrar de una vez por<br />

todas, cámara en mano y dientes apretados, y<br />

tratar de no pensar en nada.<br />

Hay miles de advertencias para los turistas que<br />

quieren visitar este templo. Páginas de Internet y<br />

guías de viajeros recomiendan sumo cuidado, ya<br />

que las pestes que pueden contagiar las ratas son<br />

muchas. Pero el encargado de cuidar los calzados<br />

tiene otra versión: no hay de qué preocuparse,<br />

dice, si las ratas son inofensivas y no muerden ni<br />

lastiman a nadie.<br />

Una vez que se atraviesa la enorme puerta de<br />

plata del templo, el espectáculo no se parece a<br />

nada que uno haya imaginado posible ver. Ratas<br />

por todos lados y gente que les reza de rodillas.<br />

Fuentes de leche, agua y cereales, rodeadas por<br />

ratas de todos los colores y tamaños.<br />

La caminata por el patio principal es caótica, muy<br />

tensa si uno intenta esquivar los animalitos que<br />

caminan como dueños del lugar.<br />

Aquí al extranjero se lo reconoce porque camina<br />

en puntas de pie y quiere evitar a toda costa cualquier<br />

tipo de contacto, de roce, con los roedores,<br />

mientras los devotos de Karni Mata se mueren de<br />

risa. Los locales, en cambio, o al menos los devotos<br />

de esta deidad, recorren el templo a la espera<br />

de que las ratas los toquen, porque consideran<br />

que eso trae buena suerte.<br />

Niños, hombres, mujeres y ancianos se reúnen<br />

con la única misión de venerar a las ratas. Dejarles<br />

dinero, leche y alimentos para que vivan como<br />

reinas. Seguramente, alguna de las veinte mil<br />

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