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La Mundialización - Documento sin título - HOAC

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nerosidad y la limosna compartiendo el fruto del trabajo.<br />

No solo es la manera de ayudarnos a nosotros mismos,<br />

<strong>sin</strong>o que es la forma de contribuir al sustento de los impedidos<br />

(27). El Crisóstomo cargará contra los propietarios<br />

de los campos que estafan el salario de los jornaleros o<br />

arrendatarios de sus tierras: «Todo el fruto tiene que ir a<br />

llenar sus toneles de iniquidad, y sólo unas monedas le tiran<br />

por ello al trabajador» (28).<br />

Los Padres abordan la comunicación de bienes, y la limosna,<br />

en clave de justicia y de caridad, y de la necesidad<br />

humana (29) y el destino universal de los bienes. Habiendo<br />

sido creado todo por Dios, y siendo nosotros solo meros<br />

administradores del bien común, hemos de «nivelar»<br />

las desigualdades mediante la limosna ejercida con generosidad<br />

(30). El afán por pasar el límite de la necesidad es la<br />

fuente de todos los males, dice San Juan Crisóstomo (31).<br />

«<strong>La</strong>s cosas necesarias nos son comunes» (32).<br />

Recogen la línea bíblica, en la que es expresión de justicia<br />

abonar el salario debido y con prontitud y honradez; no defraudar<br />

el salario (Gn 29, 15; 30, 28; 31, 7), el mandato es<br />

no retener el salario, <strong>sin</strong>o abonar el jornal cada día, porque el<br />

pobre, el trabajador «pasa necesidad y está pendiente del salario»<br />

(Dt 24, 14-15; Job 7, 2). «No dormirá contigo hasta el<br />

día siguiente el jornal del obrero» (Lv 19,13; Tob 4, 14; Mt<br />

20, 8). No abonar el salario, o no abonar el salario justo, es<br />

atentar contra la propia vida humana: «mata a su prójimo<br />

quien le quita el sustento, quien no paga el justo salario, derrama<br />

sangre» (Eclo 34, 22). El obrero tiene derecho a su salario<br />

(1Tim 5, 18). En la misma línea profética de la justicia,<br />

va contra Dios no abonar el salario debido (Jr 22, 13). Podemos<br />

ver a este respecto cómo los profetas son conscientes de<br />

que el trabajo es medio de vida y sustento de los pobres, manera<br />

de atender las necesidades personales y familiares de<br />

subsistencia, y por ello, clama al cielo el salario defraudado<br />

(St 5, 4), de modo que es Dios mismo quien reclamará justicia<br />

por el jornal defraudado al obrero (Mal 3, 5) pues quien<br />

«explota al necesitado, afrenta a su Hacedor» (Prov. 14, 31).<br />

Salarios y productividad<br />

En la sociedad salarial el trabajo asalariado pasó a ser, sobre<br />

todo, una fuente de seguridad, una posibilidad de controlar<br />

el futuro, una vez que el presente estaba asegurado,<br />

casi de un lado a otro de la escala social. Ahora bien, estamos<br />

asistiendo al agotamiento de ese modelo en que la integración<br />

social de los individuos estaba organizada en torno<br />

a la centralidad del trabajo protegido por un estatuto y<br />

garantizado por el Estado (33).<br />

Cada vez más, el salario se va convirtiendo en el pago<br />

de una mercancía, de un elemento más del proceso de<br />

producción, objetivado, despersonalizado, en tanto se va<br />

Tema del mes<br />

disociando de las necesidades personales y familiares de<br />

los trabajadores, y se va constituyendo en el precio que la<br />

ley de la oferta y la demanda (más la oferta que la demanda)<br />

fija en cada momento, hasta despojarlo de toda condición<br />

de estabilidad y seguridad, pero sobre todo de su carácter<br />

personal y de su dignidad.<br />

<strong>La</strong> nueva configuración de las relaciones laborales que se<br />

realiza a través de las sucesivas reformas laborales aprobadas<br />

en nuestro país, va mercantilizando éstas, de modo<br />

que el salario vuelve a ser lo que la Doctrina Social ya deploró<br />

desde el comienzo: una mera convención entre empresario<br />

y trabajador, a la que éste acude muchas veces urgido<br />

por la necesidad, y chantajeado por la indigencia,<br />

consciente de que quien renuncie a condiciones deshonrosas,<br />

so capa de su dignidad, tendrá, por fuerza, que aceptar<br />

aún más inhumanas situaciones futuras, pues cada vez<br />

significa menos la dignidad del trabajador y de su trabajo.<br />

Nada hay más contrario a la «teoría económica» de la<br />

Doctrina Social de la Iglesia que el liberalismo económico<br />

(34), especialmente este neoliberalismo capitalista y salvaje<br />

que nos toca vivir (35).<br />

Los medios de comunicación abundan cada cierto tiempo<br />

en informaciones acerca de la ingente cantidad de males<br />

que pueden sobrevenir si no se moderan los incrementos<br />

salariales y se hacen esfuerzos por parte de los<br />

trabajadores, lo que supone partir de una falsa convicción,<br />

cual es la de que los salarios en nuestro país son altos, elevados<br />

por encima de la racionalidad, y los principales –si no<br />

exclusivos– causantes de un gasto que hay que moderar.<br />

<strong>La</strong> Encuesta de Estructura Salarial que publica periódicamente<br />

el Instituto Nacional de Estadística (36), ofrece datos<br />

suficientes para poder rebatir las afirmaciones acerca<br />

de los sueldos excesivos de nuestro país, o de la homogeneidad<br />

salarial. Habrá que recordar nuevamente que bajo<br />

1.531 · ENERO 2012<br />

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