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Historia de la Gnosis - Libros Especiales

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<strong>de</strong>fectos y cayó conjuntamente con un guerrero <strong>de</strong> Cartagena, los cuales fundaron el<br />

FEGLA. Estos hermanos retirados fueron nobles con nosotros, pues jamás utilizaron<br />

<strong>la</strong> diatriba en contra nuestra, pero sin embargo <strong>la</strong> Logia B<strong>la</strong>nca les retiró todo<br />

apoyo. Cada uno <strong>de</strong> ellos llegó a tener muchísimos seguidores, pero sin el apoyo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Logia B<strong>la</strong>nca sus grupos han ido <strong>la</strong>ngui<strong>de</strong>ciendo.<br />

En otros países también surgieron traidores, pero ninguno antes como los <strong>de</strong> ahora,<br />

los que siguieron equivocadamente a dos Maestros: V.M. Rabolú y V.M. Lite<strong>la</strong>ntes<br />

cuyos Bodhisattvas siguieron con <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong>l odio, ya que <strong>la</strong> nuestra es <strong>la</strong> <strong>de</strong>l<br />

Cristo, <strong>la</strong> Doctrina <strong>de</strong>l Amor. Estos Bodhisattvas sembraron el odio en <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s <strong>de</strong><br />

nuestro estudiantado y muchos hoy odian a muerte a nuestros directivos Gnósticos.<br />

Como ya hemos mencionado antes, muchos <strong>de</strong> estos traidores se han <strong>de</strong>mostrado<br />

públicamente como perversos <strong>de</strong>monios escribiendo libros y panfletos en los que<br />

únicamente pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir diatribas, infamias y calumnias, porque ninguna sabiduría<br />

ni luz pue<strong>de</strong>n dar al mundo ya que sus corazones solo son pozos <strong>de</strong> tinieb<strong>la</strong>s.<br />

CAPITULO VIII<br />

RECUERDOS, ANÉCDOTAS Y APUNTES<br />

Continuando con mis recuerdos <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> época, me vienen a mi memoria muchos<br />

acontecimientos que he pasado por alto en los sucesos hasta ahora narrados. Por<br />

ejemplo, contar sobre el tras<strong>la</strong>do <strong>de</strong>l Maestro a Ciénaga, cómo vivía él allí, qué<br />

pensaba yo, y muchas otras cosas que serán motivo <strong>de</strong> los próximos capítulos.<br />

Como ya hemos dicho repetidas veces, el Maestro llegó en Agosto <strong>de</strong> 1948 a Santa<br />

Marta; vino en busca <strong>de</strong> su amigo el Dr. Romero Cortés, el cual era Zar <strong>de</strong> Precios,<br />

oficina que creó el Gobierno Nacional en todos los <strong>de</strong>partamentos para contro<strong>la</strong>r<br />

los precios <strong>de</strong> los artículos <strong>de</strong> primera necesidad, con motivo <strong>de</strong> haber terminado<br />

<strong>la</strong> guerra europea en el año <strong>de</strong> 1946 y que comenzó en Septiembre <strong>de</strong> 1939.<br />

Al poco tiempo <strong>de</strong> estar el Maestro en Santa Marta, el Dr. Romero le habló <strong>de</strong> Julio<br />

Medina V. y el Maestro se interesó vivamente por conocerme y antes <strong>de</strong> un mes ya<br />

había entrado en re<strong>la</strong>ción conmigo. Yo lo invité para que se tras<strong>la</strong>dara a Ciénaga<br />

con su familia y así lo hizo. Se tras<strong>la</strong>dó a Ciénaga para fines <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong><br />

Septiembre; llegó a un pequeño hotel en <strong>la</strong> P<strong>la</strong>za <strong>de</strong>l Ferrocarril, el Hotel<br />

Sevil<strong>la</strong>, conocido por los miles <strong>de</strong> viajeros que visitaban a Ciénaga en asuntos <strong>de</strong><br />

negocios. Allí duró el Maestro únicamente una semana, ya que surgieron estudiantes<br />

y uno <strong>de</strong> ellos, mi compadre Arango, se lo llevó a su hogar, que quedaba en <strong>la</strong><br />

misma p<strong>la</strong>za <strong>de</strong>l Ferrocarril, en <strong>la</strong> parte sur <strong>de</strong> dicha p<strong>la</strong>za; <strong>de</strong> allí se mudó a<br />

otros barrios, conforme lo perseguían los esbirros <strong>de</strong> <strong>la</strong> higiene, pues él vivía <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> medicina <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas y <strong>de</strong> ungüentos.<br />

Viviendo en los p<strong>la</strong>yones <strong>de</strong>l sur, en <strong>la</strong>s afueras <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad, don<strong>de</strong> le tocaba<br />

vivir para evitar <strong>la</strong> persecución contra él <strong>de</strong>satada por ser médico sin título,<br />

allá lo visitábamos sus discípulos, lo cual <strong>de</strong>spertaba entre los vecinos mucha<br />

curiosidad y al poco tiempo lo estaban <strong>de</strong>nunciando ante los médicos <strong>de</strong> <strong>la</strong> higiene.<br />

Cualquier día <strong>de</strong> esos lo visité a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> almuerzo. Cuando entré por <strong>la</strong> puerta<br />

<strong>de</strong>l patio me l<strong>la</strong>mó <strong>la</strong> atención ver un perrito dormido en el fogón, hecho con tres<br />

simples piedras entre <strong>la</strong>s que colocaban <strong>la</strong> leña para cocinar; mi comadre Arnolda<br />

<strong>la</strong>vando ropas, y sus pequeño hijos jugando por el suelo. Entré a <strong>la</strong> salita <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

casa y encontré al Maestro durmiendo sobre unas tab<strong>la</strong>s sostenidas por dos pequeños<br />

banco <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. El cuadro era <strong>de</strong>so<strong>la</strong>dor. Me dirigí a él y le pregunté: "¿Qué hace<br />

Maestro ahí en esa tab<strong>la</strong>?" y él me respondió: "Un ayuno forzado" a lo cual<br />

respondí" ¿Y cómo es un ayuno forzado?" y él me dijo "un ayuno forzado es cuando<br />

no hay conque". De inmediato me recordé <strong>de</strong>l perrito durmiendo en el fogón y le<br />

dije: "Maestro, pero yo tengo conque" y saqué lo que tenía, en el bolsillo, $3.oo,<br />

y se los entregué. Él l<strong>la</strong>mó a su esposa sacerdotisa y esta respondió y llegó don<strong>de</strong><br />

estábamos; Él le entregó aquel dinero diciéndole: "negra, ya hay conque". El<strong>la</strong><br />

salió para el mercado que no estaba muy lejos <strong>de</strong> aquel lugar, y al rato regresó<br />

con alimentos crudos para cocinar. Hizo una sopa <strong>de</strong> Lebranche, sopa <strong>de</strong> pescado<br />

típica <strong>de</strong> <strong>la</strong> región, y el Maestro me invitó a participar <strong>de</strong> aquel banquete, el<br />

cual estaba muy gustoso y grato al pa<strong>la</strong>dar.<br />

En mi mente terrena revoloteaban muchas conjeturas como esta: ¿Por qué este hombre<br />

que sabe tanto tiene que vivir tan pobremente?; si yo no llego hoy, no hay<br />

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