un hombre que se ahoga - Teatre Lliure
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Chéjov, en el quirófano<br />
Más allá de lo afort<strong>un</strong>ado o errado de las tantas versiones <strong>que</strong> <strong>se</strong> sucedieron<br />
de Chéjov… todas dejaron picando la duda eterna: ¿hay <strong>que</strong> hacerlo lánguido y<br />
melancólico? ¿Con <strong>un</strong> ritmo escénico lento, monótono y desvaído –decía Priestley–,<br />
como si en la habitación de al lado estuviera agonizando alguien? Casi nadie pudo<br />
escapar a esta abulia o lo <strong>que</strong> modificó para eludirla fue la dinámica exterior (Augusto<br />
Fernández con su última versión de La gaviota). Es <strong>que</strong> sus criaturas <strong>se</strong> aburren. Pero<br />
mientras <strong>se</strong> aburren por fuera, por dentro bullen de ilusión, frustración, odio, amor,<br />
de<strong>se</strong>o, revancha y pulsión de muerte. Ocurre <strong>que</strong> el autor los pone a divagar en<br />
amplios salones, los acomoda en divanes, los hace beber té mientras juegan a las<br />
cartas. Y lo <strong>que</strong> en realidad los atormenta <strong>se</strong> adivina en diálogos <strong>que</strong> son, en general,<br />
civilizados, irónicos, elegantes suspiros rusos mientras cae la nieve y <strong>se</strong> calienta el<br />
samovar. Ahora bien, ¿qué pasa si lo <strong>que</strong> <strong>se</strong> hace es destripar a Chéjov, tirar a la<br />
basura la escenografía prolija, cegar con <strong>un</strong>a pared sucia y mal revocada los amplios<br />
ventanales a los jardines, no pedirle la ropa de época al San Martín y lograr <strong>que</strong> los<br />
actores <strong>se</strong> muestren por dentro? Bueno, Daniel Verone<strong>se</strong> lo hizo en Un <strong>hombre</strong> <strong>que</strong> <strong>se</strong><br />
<strong>ahoga</strong> basándo<strong>se</strong> en Las tres hermanas. Y consigue <strong>un</strong> espectáculo de rara<br />
intensidad dramática. Un clima <strong>que</strong> <strong>se</strong> va espesando desde el juego suelto del<br />
comienzo al dolor lacerante de los minutos finales, donde sí, parece <strong>que</strong> al lado está<br />
agonizando alguien, pero alguien <strong>que</strong> desgarra a todos por igual. Como en Mujeres<br />
soñaron caballos, <strong>un</strong> trabajo escénico paradigmático… Verone<strong>se</strong> genera <strong>un</strong>a<br />
actuación conj<strong>un</strong>ta y sólida, llena de vínculos dificultosos <strong>que</strong> sacan chispas, de<br />
amores tr<strong>un</strong>cos y rencores a<strong>se</strong>sinos, de verdaderas tristezas, lejanas a e<strong>se</strong> spleen<br />
decadente <strong>que</strong> vimos tanto. En suma, <strong>un</strong>a amalgama de gente <strong>que</strong> sufre, no de gente<br />
<strong>que</strong> cuenta <strong>que</strong> sufre.<br />
La experiencia es sobrecogedora y desde luego, a nadie le preocupa<br />
demasiado recuperar la historia de Las tres hermanas. Nadie, salvo <strong>un</strong> despistado<br />
grave, ha ido a ver al Chéjov <strong>que</strong> conoce. Todos los intérpretes actúan con la misma<br />
entrega y cada <strong>un</strong>o tiene su momento. Verone<strong>se</strong> y su dramaturgia sorprenden de<br />
nuevo.<br />
RÓMULO BERRUTI<br />
www.m<strong>un</strong>doteatral.com<br />
www.teatrelliure.cat 8