Id a Tomás Principios fundamentales del ... - UCCuyo San Luis
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de este convento dominicano, dado que la Orden de <strong>San</strong>to Domingo colmaba sus deseos<br />
de estudio y de vida religiosa, como refleja muy bien su «Principio».<br />
Lo hizo sin consultar a su familia, por temor a que se opusieran, dado el poco prestigio e<br />
influencia que tenían entonces la recién fundadas ordenes mendicantes. Previniendo esta<br />
hostilidad, le enviaron al convento de <strong>San</strong>ta Sabina de Roma, para que hiciera su<br />
noviciado. Camino de esta ciudad, con el Maestro General de la Orden y otros tres<br />
frailes, fue secuestrado por sus hermanos, movidos por su madre.<br />
Encontraron «el grupo de cinco frailes junto a una fuente cerca de Aquapendente, descansando de la<br />
fatiga, pues el camino lo hacen a pie y, a principios de mayo, por aquellas tierras se notaba el calor. Sin<br />
mediar palabra, se lanzan contra <strong>Tomás</strong>, como leones ávidos de presa, intentando arrancarle el hábito por<br />
la fuerza, al que se agarra fuertemente, de forma que es imposible quitárselo. Vestido con el hábito lo<br />
llevan a la madre, que los esperaba en el castillo de Montesangiovanni, una posesión de los Aquino, no<br />
lejos de Rocaseca. Doña Teodora no logra convencerle para que se quite el hábito» (Forcada, 1993, 30).<br />
Retenido en Rocaseca, desde mediados de 1244 hasta fines de 1245, fue tentado en su<br />
vocación religiosa. Parece ser que es cierto el relato de los biógrafos de que, después de<br />
salir airoso de la prueba, fue ceñido por dos, ángeles con un cíngulo de pureza angélica.<br />
Finalmente pudo escaparse descolgándose por una ventana, con la ayuda de fray Juan de<br />
<strong>San</strong> Giuliano.<br />
Los biógrafos lo cuentan así:<br />
«Otro día le traman el golpe que ellos consideran decisivo, a espaldas de su madre y de sus hermanas, que<br />
es un ataque en el que "se derriban las torres, las peñas se ablandan y caen los cedros <strong>del</strong> Líbano". Le<br />
introducen en la estancia una mujer, joven bellísima, para que le incite a pecar. Él, tomando un tizón de<br />
fuego que ardía en el fogón, la expulsa de la habitación y, llegando al ángulo de la misma, traza con el<br />
madero en combustión el signo de la Cruz y, postrado en tierra, pide a Dios, llorando conservar siempre<br />
incorrupta la castidad. Entonces se quedó dormido y soñó que los ángeles le ceñían un cíngulo, que era el<br />
de la castidad. Se lo contó el mismo <strong>Tomás</strong> a su socio Reginaldo con toda humildad en la hora de la<br />
muerte» (Forcada, 1997, 32-33).<br />
Finalizado el noviciado, fue enviado en 1247, a París, para continuar sus estudios en la<br />
Universidad. Tuvo como profesor a <strong>San</strong> Alberto Magno. En el curso siguiente partió<br />
para Colonia con su maestro.<br />
«El estudiante napolitano era de alta estatura y de recia contextura. Por eso sus hermanos de hábito y<br />
condiscípulos comenzaron a llamarlo cariñosamente "el buey mudo de Sicilia". Era muy taciturno, apenas<br />
hablaba. El Maestro Alberto explicaba en clase el libro De los nombres divinos, de Dioniso el<br />
Pseudo-Areopagita. La doctrina era intrincada y profundísima. Fray <strong>Tomás</strong> estaba como distraído y<br />
ensimismado. Un condiscípulo, por compasión, se ofeció a repetirle la lección y él, humildemente, lo<br />
aceptó con gratitud. Un día, llega un momento en que el condiscípulo comienza a titubear, a enredarse, a<br />
confundir las explicaciones. Entonces fray <strong>Tomás</strong> repite puntualmente la lección <strong>del</strong> Maestro, añadiendo<br />
muchas cosas que el profesor no había dicho. El compañero le suplica sea él quien cada día le repita la<br />
lección. Accedió el "buey mudo" a ello, con la condición de que a nadie lo dijera. Pero al condiscípulo le<br />
falto tiempo para contárselo al Maestro de estudiantes, el cual, escondido, escuchó la repetición<br />
explicativa de la clase. Y también a éste le falta tiempo para contárselo al Maestro Alberto» (Ib. 35-36).<br />
En las primeras biografías de <strong>San</strong>to <strong>Tomás</strong>, las de Guillermo de Tocco y Bernardo Gui,<br />
así como en las actas <strong>del</strong> Proceso de Napóles para su canonización, es donde se<br />
encuentran narrados con detalle estos distintos momentos de su vida. En la primera de<br />
ellas, se cuenta también la siguiente anécdota:<br />
«Otro día el Maestro explica una cuestión muy difícil. Fray <strong>Tomás</strong> toma notas afanosamente en una hoja,<br />
que perdió en la puerta de su celda. Encontró la hoja el Maestro de estudiantes. Al leerla se maravilló de<br />
la claridad y precisión <strong>del</strong> resumen. Y le entregó la hoja al Maestro Alberto, el cual le dijo que ordenara a<br />
fray <strong>Tomás</strong> que preparase para un acto académico solemne un tema muy difícil, a lo que el buen