Adorno - SOCIOLOGANDO
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En lugar de hacer honor al inconsciente, de elevarlo a conciencia<br />
satisfaciendo así su impulso y suprimiendo su fuerza destructiva, la<br />
industria de la cultura, principalmente recurriendo a la televisión, reduce<br />
aún más a los hombres a un comportamiento inconsciente, en cuanto pone<br />
en claro las condiciones de una existencia que amenaza con sufrimientos a<br />
quien las considera, mientras que promete premios a quien las idoliza. La<br />
parálisis no sólo no es curada Sino que es reforzada. El vocabulario de la<br />
escritura de imágenes no es sino estereotipos. Son definidos con<br />
novedades técnicas que permiten producir, en tiempo muy breve, enormes<br />
cantidades de material, o al informar, en los programas de sólo un cuarto<br />
de hora, o media hora, sólo en forma sumaria y sin demoras, el nombre y<br />
especialidad de los que intervienen en la acción dramática. La crítica<br />
responderá que desde siempre el arte ha trabajado con estereotipos. Pero<br />
la diferencia entre muestras promedio calculadas psicológicamente con arte<br />
consumado, y muestras torpemente seleccionadas; entre las que pretenden<br />
modelar al hombre conforme al modelo de la producción de masa y<br />
aquellas que continúan invocando la alegoría de esencias objetivas, es una<br />
diferencia radical. Anteriormente, ciertos tipos sumamente estilizados,<br />
como los de la comedia del arte, habían adquirido tal familiaridad en el<br />
público, que a nadie se le habría ocurrido orientar sus propias experiencias<br />
por el patrón de un payaso disfrazado. En cambio, en los estereotipos de la<br />
televisión todo es, exteriormente, puesto a un mismo nivel, hasta en la<br />
entonación y los giros dialectales, mientras difunde directivas como la de<br />
que todos los extranjeros son sospechosos, o de que el éxito es la medida<br />
suprema con que cabe medir la vida, no sólo verbalmente, sino en cuanto<br />
sus héroes las aceptan como provenientes de Dios y establecidas para<br />
siempre, sin cuidarse de extraer muchas veces la moraleja que puede<br />
llegar a querer decir lo contrario. Que el arte tenga algo que hacer con las<br />
protestas del inconsciente violado por la civilización, no puede servir como<br />
excusa para el abuso del inconsciente con vistas a violaciones más graves<br />
efectuadas invocando el nombre de la civilización. Si el arte pretende que