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»Inspector-Jefe de Scotland Yard.»<br />
-¡Por el Buey Apis! -rugió, con su voz de trueno, Renny-. ¡Entonces ya es indudable<br />
que las insignias del cinturón ese pertenecían, desde luego, a los capitanes de los buques<br />
perdidos! ¡Eran las que llevaban los capitanes en sus gorras!<br />
Doc Savage asintió lentamente, diciendo:<br />
-¡Sí, eso es lo que yo me temo! Al leer los nombres esos recordé que eran de buques<br />
perdidos en alta mar. Lo que yo quería <strong>com</strong>probar era que todos esos buques habían<br />
naufragado, en efecto, en el Océano Atlántico.<br />
-¡El dichoso cinturón ese! -dijo Ham, haciendo gestos amenazadores con su famoso<br />
bastón de estoque-. ¡Por algo pensé yo desde un principio que ese cinturón me recordaba un<br />
cinturón de calaveras!<br />
-¡Un cinturón de calaveras de buques, de esqueletos de buques! -<strong>com</strong>entó Monk,<br />
olvidando un momento su eterna discordia y su duelo con Ham.<br />
Ham, dejando de accionar con el bastón de estoque, miró a Doc, y dijo:<br />
-Escucha: pudiera ser que esto fuera algo infinitamente más importante que el simple<br />
hecho de que alguien pretendiera robar nuestros diamantes, ¿no te parece?<br />
-No me sorprendería nada -repuso Doc Savage.<br />
Ham parpadeó fuertemente, preguntando entonces:<br />
-Pero, en ese caso, ¿quieres decir que tienes una idea de lo que debemos hacer ahora,<br />
quiero decir, de lo que debe constituir nuestro objetivo inmediato?<br />
-De ninguna manera -repuso Doc, con sinceridad.<br />
A partir de aquel instante, el escrutinio de pasajeros y tripulantes del buque continuó<br />
cada vez con mayor vigor y entusiasmo. Todos los <strong>com</strong>pañeros de Doc Savage llevaban el<br />
mismo propósito y la misma idea en su mente:<br />
¡El cinturón misterioso, que resultaba en realidad un cintur6n de calaveras!<br />
¡Un cinturón de cadáveres de buques! ¿Era que había perseguido a los pobres navíos<br />
desaparecidos una suerte fatal, un hado terrible, y que la misma suerte, el mismo fin espantoso<br />
aguardaba al “Cameronic”?<br />
Como las pesquisas e investigaciones adelantaban con el día, todos pudieron observar<br />
un hecho notable.<br />
-¿Os habéis dado cuenta de que en los camarotes de primera clase van alojados una<br />
serie de tipos de pésima catadura? -preguntó Monk.<br />
De todos modos, aunque era verdad que en numerosos camarotes de primera clase del<br />
buque iban unos tipos de aspecto rudo y vulgar, no podía decirse que despertaran sospechas<br />
de ninguna clase.<br />
-Yo lo iba a decir -repuso Long Tom-. Los pasajeros de primera clase de todos los<br />
buques suelen ser gente adinerada, hombres de negocios con sus familias; pero aquí van<br />
treinta o cuarenta tipos que parecen recién salidos de un presidio.<br />
Al fin llegó la noche. Doc y sus amigos no habían conseguido encontrar al misterioso<br />
personaje de la barba blanca.<br />
Y una sorpresa les esperaba cuando, al fin, se decidieron a ir a sus camarotes<br />
respectivos, para vestirse sus trajes de noche y bajar al <strong>com</strong>edor.<br />
Fue que en el saloncillo de la serie de piezas que <strong>com</strong>ponían el camarote de Doc éste<br />
encontró el famoso cinturón de las insignias.<br />
El cinturón estaba en el suelo, y era evidente que había sido arrojado a través de una<br />
portilla.<br />
Doc lo recogió y se puso a examinar la serie de insignias de capitán de buque. Sus<br />
amigos se agruparon a su alrededor.<br />
-¡Por el Buey Apis! -exclamó Renny, con su voz de trueno, pronunciando su juramento<br />
favorito-. ¿Queréis ver lo que yo haría?<br />
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