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Monk lanzó la botella hacia adelante, y ésta fue a caer cerca de una puerta tras la cual<br />
estaban los bandidos.<br />
La botella saltó en pedazos y el agua se esparció por el suelo y los tabiques de madera.<br />
La voz ronca de Bruze gritó: -¡Eh! ¿Qué diablos es eso?<br />
Un momento después Renny aplicó una cerilla encendida a la mecha empapada en<br />
gasolina de la falsa bomba y arrojó ésta también hacia adelante.<br />
La bomba fue rebotando por la cubierta, hasta detenerse cerca de la puerta tras la cual<br />
estaban los bandidos. La mecha ardía vivamente.<br />
-¡Una bomba! -gritó Bruze, con todas sus fuerzas-.¡A ver, uno de vosotros, que salga y<br />
la arroje al mar antes de que estalle! ¡Pronto!<br />
Un hombre de rudo aspecto surgió corriendo y, cogiendo la falsa bomba, la arrojó al<br />
mar. En seguida corrió de nuevo hacia la puerta.<br />
Pero no llegó a ella. Una especie de modorra súbita, <strong>com</strong>o un aturdimiento, le invadió<br />
de pronto, y, vacilando, se desplomó sobre la cubierta, donde quedó inerte.<br />
Y fue a caer precisamente sobre el agua esparcida de la botella rota poco antes.<br />
Bruze empezó a jurar y a gritar <strong>com</strong>o un loco. De un brinco surgió por la puerta, con<br />
ánimo de recoger y auxiliar a su camarada.<br />
Pero las pequeñas ametralladoras que empuñaban Monk y Renny le hicieron retroceder<br />
vivamente.<br />
Pasaron tres o cuatro minutos antes de que Bruze cesara de jurar y gritar, mientras sus<br />
hombres iniciaron un vivo tiroteo contra Monk y Renny.<br />
De pronto, la voz de Doc Savage gritó: -¡Bruze!<br />
-¿Qué hay?<br />
-¿Ha visto usted lo que le ha pasado a su camarada?<br />
-¡Y claro que lo he visto! ¡Ustedes lo han herido con algún maldito gas que contenía la<br />
dichosa botella esa!<br />
-¡En efecto! -asintió Doc Savage a gritos también-. Pues oiga bien lo que le digo:<br />
estamos dispuestos a utilizar la misma substancia contra usted y sus pájaros, si no aceptan<br />
nuestras condiciones para rendirse. ¡Estamos esperando a ver lo que hacen ustedes!<br />
Bruze, en vez de contestar esta vez, guardó un largo silencio.<br />
Pocos momentos después Doc Savage y sus dos hombres estaban juntos otra vez. Monk<br />
y Renny sonreían.<br />
-¡Ha salido a pedir de boca! -murmuró Monk.<br />
Doc asintió, sopesando el famoso trozo de tubería.<br />
No había sido gas alguno el que produjera al bandido aquel del gang de Bruze el<br />
vértigo que le derribó al suelo; había sido Doc el que le hiriera por medio de un jeringazo casi<br />
invisible de la droga que producía el sueño instantáneo.<br />
-Pero ahora Bruze va a hacer alguna cosa -dijo Renny, en tono inquieto-. Gracias a este<br />
truco, el hombre se cree que nosotros disponemos de mucho gas tóxico.<br />
Al cabo de cierto tiempo, en efecto, Bruze gritó, <strong>com</strong>probando la opinión de los tres<br />
amigos de que había estado reflexionando sobre algo grave y muy serio:<br />
-¡Eh, Savage...!<br />
-¿Qué hay? -repuso Doc, en tono frío y arrogante.<br />
-¡Quizá pudiéramos llegar a entendernos!<br />
-¡Lo pongo en duda! Ya le hemos dicho antes nuestras condiciones.<br />
La grosería y rudeza de los juramentos y las palabrotas con que Bruze acogió estas<br />
palabras no podía ocultar una sombra de miedo.<br />
-¡Escuche! -gritó al fin-. Denos ustedes unos cuantos botes y entréguennos los<br />
diamantes y nos marcharemos del buque.<br />
Monk contestó esta vez, antes de que pudiera hacerlo Doc:<br />
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