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Se buscan realizadores para una Dominicana mejor - Anuario ...

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S D <br />

Quiso ser un hombre más, participar de su vida, sin privilegios<br />

ni milagros, en todas las circunstancias que la vida y la<br />

cultura ofrecían a los hombres de su época. Con sus bondades<br />

y malicias, con su sabiduría e ignorancias, con sus solidaridades<br />

y egoísmos, con sus gozos y esperanzas, sus angustias y<br />

dolores, como un hombre más.<br />

Anonimato, trabajos, sudor y lágrimas, dolores, angustias<br />

y muerte —incluso en la cruz, la más afrentosa y despiadada<br />

de todas las muertes en su época—, que Dios reveló al resucitar<br />

a Jesús, el primero entre muchos hermanos. Reveló que<br />

no eran la última palabra, el término y la nada de la vida, los<br />

deseos, aspiraciones y esperanzas de todos y cada uno de los<br />

hombres.<br />

LAS PASTORALES, ACOMPAÑAMIENTO<br />

EPISTOLAR A LOS CRISTIANOS<br />

AL NO PODER HACERLO PERSONALMENTE<br />

Los apóstoles, muerto Jesús y resucitado, procuraron cumplir<br />

su mandato de “vayan a todos pueblos anunciando la buena<br />

nueva del Reino”. Y, al no poder acompañar personalmente<br />

a las comunidades que habían fundado, algunos de ellos les<br />

empezaron a escribir cartas pastorales, de acompañamiento<br />

a su crecer en la fe, y a su deseo de vivir con sinceridad y<br />

coherencia el doble mandato del amor, desde sus necesidades<br />

y circunstancias concretas.<br />

Las más conocidas e importantes son las de San Pablo, que<br />

se recogen en la Palabra de Dios, e iluminan y animan a los<br />

cristianos de todos los tiempos desde su lectura y comentario<br />

en la liturgia de la Iglesia.<br />

Cartas que procuran escuchar con fi delidad el Evangelio<br />

de Jesús, “ayer, hoy y siempre” y compartir lo que Él les dice<br />

en las circunstancias concretas de cada momento. Y, en nuestro<br />

caso, compartiéndolas con el dominicano, al hombre que vive<br />

en la RD de 1997, con sus gozos, aspiraciones y esperanzas, con<br />

sus dolores, angustias y necesidades, con sus generosidades e<br />

insolidaridades, con sus virtudes, sus pecados y limitaciones.<br />

Y, así, los obispos de todos los tiempos, y también los<br />

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