LA AMISTAD NEGATIVA EL PENSAMIENTO DE LA ... - Cruce
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porque es literalmente abandonarse a una ausencia que no está ahí para asirse a ella, sino<br />
para, mediante ella, desasirse de todo y de todos.<br />
Por eso, Blanchot, pensando en cuando los amigos nos hablan como a amigos, contando<br />
con la común discreción que en ese momento compartimos, detecta<br />
«el movimiento del entendimiento [entente] donde, hablándonos, ellos preservan, incluso en<br />
la mayor familiaridad, la distancia infinita, esta separación fundamental a partir de la cual lo que<br />
separa se convierte en relación. Aquí, la discreción no está en el simple rechazo a entrar en<br />
confidencias […]» 34<br />
En el trabajo desobrado de la amistad, la clave de su existencia es la discreción —con lo que<br />
queremos decir, por recordar a Nancy, que la amistad no es obra: no es obra de la discreción, no<br />
es obra de nada—. Pero tal vez no estemos apuntando bien a lo que Blanchot se refiere<br />
exactamente con la palabra «discreción» si nos quedamos con el significado más corriente que le<br />
otorgamos a esta palabra. Habrá que ir a la raíz latina para comprender el papel esencial que<br />
juega la discreción en la amistad y en su pensamiento: la palabra latina «discretio» está<br />
formada a partir de «dis-cernere» que significa distinguir, separar 35 . De modo que con mucho<br />
sentido se puede decir que si lo que une a los amigos es la discreción, entonces lo que los une<br />
es la separación, lo que los separa, o, como acabamos de leer, la distancia que se cierne entre<br />
ellos: distancia insalvable de uno a otro, «distancia infinita», gracias a la cual —y sólo gracias a<br />
ella— «lo que separa se convierte en relación». Por eso Blanchot una línea después de decir<br />
que sería «grosero» pensar que aquí se tratara de confidencias, llamará «discreción» al<br />
«intervalo, el puro intervalo que, de mí a ese otro [autrui] que es un amigo, mide todo lo<br />
que hay entre nosotros, la interrupción de ser que no me autoriza nunca a disponer de él, ni<br />
de mi saber acerca de él (aunque fuere para alabarlo) y que, lejos de impedir toda<br />
comunicación, nos relaciona a uno con otro en la diferencia y a veces el silencio del habla.» 36<br />
Entre los amigos se alza la «interrupción de ser», es decir, una muerte, siempre inminente<br />
y siempre ausente (siempre presente como ausencia), el intervalo de una pura ausencia por la<br />
que el otro, el amigo, se vuelve indisponible, puesto que para disponer de algo suyo<br />
deberíamos también poder disponer de ese «puro intervalo» por el que ha llegado a ser el<br />
amigo que es y que se desliza entre, que une precisamente porque separa, que une<br />
absolutamente porque separa absolutamente, y que prepara el terreno para lo que podría<br />
llamarse también una amistad absoluta. La discreción es entonces la clave ontológica del<br />
pensamiento de la amistad.<br />
Nada le impide entonces a Blanchot, en L’Amitié, decir que esta discreción se convierte en<br />
la «fisura de la muerte», y aludir a un «secreto» —otra palabra procedente de «cernere», lo<br />
mismo que discreción (o que crimen y criminal)— mantenido entre dos amigos presentes uno<br />
a otro. Secreto en donde se alojaría «la presencia inminente» de «la discreción final», es decir,<br />
34 M. Blanchot, L’Amitié, ed. cit., p. 328. Subrayado mío.<br />
35 No se debe de ninguna manera minusvalorar la carga latina que hay en las palabras fundamentales en que se apoya el pensamiento<br />
de Blanchot. Ya se debe hacer con Bataille, antiguo seminarista, pero también con Blanchot, hijo de un profesor de lenguas clásicas,<br />
que hacía que en la mesa familiar todos sus hijos hablaran en latín. Cf. Ch. Bident, Maurice Blanchot. Partenaire invisible, ed. cit.<br />
p. 16.<br />
36 M. Blanchot, L’Amitié, ed. cit., p. 328.