LA AMISTAD NEGATIVA EL PENSAMIENTO DE LA ... - Cruce
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pensamiento» 1 . O, con menos palabras aún: para la primera filosofía no hay pensamiento sin<br />
amigo (convertido éste —dicen Deleuze y Guattari— en «una vivencia trascendental» del<br />
pensamiento).<br />
Ha sido por tanto antes la amistad del pensamiento que el pensamiento de la amistad.<br />
Para poder producirse, aquélla nunca reclamo éste. Pero, a pesar de que la filosofía según<br />
todos los indicios podía pasar sin él, cuando este pensamiento comenzó a tomar forma, él<br />
mismo extrañamente se encontró de inmediato fuera de la amistad del pensamiento,<br />
desposeído de ella, desde el momento en que se propuso pensar la amistad como una<br />
circunstancia meramente empírica y por eso exterior al propio pensamiento, incapaz por tanto<br />
de recuperar aquello que él quiere pensar (la amistad del pensamiento), porque ha<br />
equivocado el sitio desde el que ésta se dejaba pensar. Un poco de vuelta de todo, si la<br />
filosofía reclama hoy ese pensamiento, lo hace en la forma de un pensamiento por venir, que<br />
se ha de plantear como cuestión la necesidad de pensar el amigo y la amistad íntimamente<br />
ligados al pensamiento, como «una presencia intrínseca al pensamiento» de la que ella misma<br />
se nutre.<br />
Aquí precisamente es donde se vuelve significativa la mención que en Qu’est-ce que la<br />
philosophie? se hace de Blanchot:<br />
«Maurice Blanchot, que forma parte de los escasos pensadores que consideran el<br />
sentido de la palabra ‘amigo’ en filosofía, recupera esta cuestión interna de las<br />
condiciones del pensamiento como tal» 2 .<br />
Para ello, Blanchot habría introducido algo «muy poco griego esta vez», «venido de otra<br />
parte». Deleuze y Guattari hablan de catástrofe, de desviaciones, del cansancio, del<br />
desamparo, de la desconfianza, de la paciencia…<br />
Rápidamente, reconstruyamos entonces, para saber el porqué de este punto de inflexión<br />
para la comprensión de la filosofía, la novedad que aportaría el pensamiento de Blanchot<br />
acerca de la amistad: la presencia del amigo no vendría ya regida por el viejo estatuto de la<br />
philía, que ponía en relación de reciprocidad a lo Mismo con lo Mismo 3 , sino que sufre las<br />
consecuencias de la emergencia de la presencia insalvable de Autrui (del otro que no es otro<br />
yo, sino aquél al que —dativo— yo me dirijo 4 ), el cual, para el Yo —nominativo—, es absoluta e<br />
inalcanzable lejanía. Por eso, la relación más congruente que cabe tener con el otro (con el<br />
amigo, con el amado…) se produce con su ausencia, con su desaparición, con su abandono, es<br />
decir, en presencia de su ausencia, con la constancia de su abandono. Por eso, también, la<br />
amistad ya no se reconocerá en el hecho de ser uno mismo en el otro, sino en dejar ser al otro<br />
(en cuanto otro) por el abandono, tanto de uno mismo como del otro. Abandono que si se<br />
hace infinito, como lo quiere Blanchot, arrastra consigo una desaparición también infinita, la<br />
cual, sin embargo, por ser infinita, nunca llegará a producirse por completo, elevando la<br />
1<br />
G. Deleuze, F. Guattari, Qu’est-ce que la philosophie ?, París, Minuit, 1991, p. 9. Subrayado mío<br />
2<br />
Ibídem, p. 10. Subrayado mío.<br />
3<br />
Cf. M. Blanchot, «Pour l’amitié», en D. Mascolo, À la recherche d’un communisme de pensée, «Pre-texte», París, Fourbis, 1993,<br />
p. 16: «la philía griega es reciprocidad, intercambio de lo Mismo con lo Mismo, pero nunca apertura al Otro, descubrimiento del<br />
Prójimo [Autrui]».<br />
4<br />
Rigurosamente hablando, «autrui» es intraducible. Quien esto suscribe se ha visto a veces, sin embargo, en la obligación de dar<br />
una traducción, escogiendo, para no confundirlo con «l’autre», traducirlo por «prójimo», siendo consciente de sus evidentes<br />
limitaciones.