07.05.2013 Views

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Mujeres vistas por mujeres: textos literarios para trabajar la coeducación en <strong>el</strong> aula <strong>de</strong> ELE<br />

2<br />

Los tres niños pasaban los veranos sin acudir a playas ni a balnearios: la<br />

madre <strong>de</strong>bía hacer horas extras para po<strong>de</strong>r pagar las múltiples facturas que se<br />

acumulaban en una caja <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra tallada <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un aparador. Solos, en<br />

trío, los hermanos recorrían la Ciudad Vieja en los eneros en que los abogados<br />

no hacían sus diligencias por allí, ni espectaculares secretarias <strong>de</strong>jaban al<br />

pasar un reguero <strong>de</strong> viento empapado <strong>de</strong> perfume.<br />

Pero ni la Plaza Zabala, compacta <strong>de</strong> magnolios, ni la plaza España <strong>de</strong> la<br />

Rambla, frente al mar, ni la Plaza In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, con su enorme llanura para<br />

andar en bicicleta, podían comparase a los patios interiores d<strong>el</strong> Cabildo, don<strong>de</strong><br />

las viejas piedras irradiaban un extraño frescor y las plantas y las estatuas<br />

evocaban <strong>el</strong> claustro <strong>de</strong> un viejo templo pagano.<br />

Cecilia, que tenía tres años <strong>de</strong> edad, amaba <strong>de</strong>scalzarse e introducir sus<br />

mullidos pies en los chorros h<strong>el</strong>ados <strong>de</strong> la fuente <strong>de</strong> mármol. Marcos, que era<br />

un niño <strong>de</strong> pocas palabras, solía ensimismarse durante horas observando las<br />

<strong>de</strong>startaladas maquetas <strong>de</strong> fortalezas que en la parte posterior d<strong>el</strong> Cabildo se<br />

guardaban sin señal ni cart<strong>el</strong>.<br />

Gaia, en cambio, permanecía atenta al <strong>de</strong>venir humano d<strong>el</strong> Cabildo. A veces,<br />

al atar<strong>de</strong>cer, los patios d<strong>el</strong> viejo edificio se veían cruzados por gentes que se<br />

saludaban unas a otras, y entonces una sala se llenaba <strong>de</strong> hombres y mujeres<br />

que escuchaban con gravedad la voz <strong>de</strong> alguien que leía sonoramente algunas<br />

páginas.<br />

Hubo una ocasión –Gaia lo recordaba perfectamente- en que <strong>el</strong> patio <strong>de</strong>recho<br />

se inundó <strong>de</strong> visitantes y que durante dos o tres horas, d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> un<br />

micrófono, <strong>de</strong>sfilaron poetisas: mujeres viejas, mujeres maduras, mujeres<br />

jóvenes, mujeres rubias, mujeres d<strong>el</strong>gadas, mujeres gruesas. Cada una leyó<br />

aqu<strong>el</strong>la vez textos que Gaia escuchó con atención, en un estado <strong>de</strong><br />

embotamiento similar al que la poseía cuando tenía fiebre.<br />

Pero una <strong>de</strong> las poetisas habló con acento extraño, <strong>de</strong> ultramar, con las jotas<br />

parecidas a un susurro: su poema hablaba <strong>de</strong> una mujer pequeña encerrada en<br />

un cuarto, que esperaba a un hombre una tar<strong>de</strong>, y una noche, y una mañana.<br />

Gaia se propuso no olvidar nunca a aqu<strong>el</strong>la mujer y su poema. Sentada en la<br />

piedra, contra una columna, al lado <strong>de</strong> las estatuas <strong>de</strong> los caciques, Gaia<br />

observó las filas <strong>de</strong> personas que aplaudían, las correctas piernas cruzadas <strong>de</strong><br />

las mujeres que habían leído, los rostros que se cuchicheaban entre sí. Deseó<br />

entonces tomar a la mujer con acento <strong>de</strong> español caribeño <strong>de</strong> la mano y<br />

llevárs<strong>el</strong>a al otro patio, al <strong>de</strong> la fuente, a jugar con Cecilia en los chorros <strong>de</strong><br />

agua, a explicarle que <strong>el</strong>la sólo tenía doce años pero que ya había leído a<br />

Balzac y a Flaubert. Pero la mujer alta y sonriente d<strong>el</strong> poema <strong>de</strong> la mujer<br />

pequeñita no hacía más que firmar libros y sonreír.<br />

En otra ocasión, una noche calurosa, Gaia advirtió que los invitados estaban<br />

muy ruidosos y que reían con facilidad. Había dos o tres mozos que pasaban<br />

Pilar Iglesias Aparicio<br />

Asesora Técnica <strong>de</strong> la Consejeria <strong>de</strong> <strong>Educación</strong> <strong>de</strong> la Embajada <strong>de</strong> España<br />

46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!