07.05.2013 Views

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

Descargar todo el documento - Ministerio de Educación, Cultura y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Mujeres vistas por mujeres: textos literarios para trabajar la coeducación en <strong>el</strong> aula <strong>de</strong> ELE<br />

4<br />

Cuando Gaia <strong>de</strong>scubrió al japonés, no esperaba nada <strong>de</strong> él ni hizo <strong>el</strong> menor<br />

gesto <strong>de</strong> acercarse. Aqu<strong>el</strong>la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> sábado <strong>el</strong> calor era insoportable y Cecilia<br />

y Marcos se tiraban agua mutuamente entre sí, ro<strong>de</strong>ando la fuente, mientras<br />

los faunos <strong>de</strong>jaban salir sus espléndidos chorros entre las barbas. Los<br />

h<strong>el</strong>echos d<strong>el</strong> patio d<strong>el</strong> Cabildo estaban ver<strong>de</strong>s, con un verdor <strong>de</strong> sombra, casi<br />

<strong>de</strong>stilaban savia.<br />

Gaia había advertido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía un rato que un hombre oscuro estaba<br />

colocando parsimoniosamente un aparato con tres patas.<br />

En la Plaza In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, recordó Gaia, un anciano hacía fotos<br />

instantáneas, con una añejísima cámara también sostenida en un trípo<strong>de</strong>.<br />

Ella había observado con <strong>de</strong>tenimiento al viejo fotógrafo en muchas ocasiones:<br />

ahora, sin embargo, aqu<strong>el</strong>los artefactos d<strong>el</strong> hombre oscuro tenían <strong>el</strong> brillo<br />

peculiar <strong>de</strong> las cosas nuevas e inmensamente caras.<br />

El hombre era oscuro porque era <strong>de</strong> otra raza. En realidad, <strong>de</strong>bía ser japonés,<br />

<strong>de</strong> aqu<strong>el</strong>los japoneses que más que amarillos son cobrizos y tienen <strong>el</strong> cab<strong>el</strong>lo<br />

color azabache. Era joven y ancho <strong>de</strong> espaldas: Gaia había leído en alguna<br />

parte que ahora los japoneses eran mucho más altos que sus abu<strong>el</strong>os porque<br />

comían carne <strong>de</strong> vaca en lugar <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> ballena, y aqu<strong>el</strong> <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> haberlo<br />

hecho en buenas cantida<strong>de</strong>s, por cierto. Llevaba <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o lacio y bruñido atado<br />

<strong>de</strong>trás, en una coleta. Vestía <strong>de</strong> negro. El conjunto d<strong>el</strong> muchacho era b<strong>el</strong>lísimo.<br />

Pronto Gaia <strong>de</strong>scubrió que <strong>el</strong> japonés estaba colocando su cámara <strong>de</strong><br />

fotografiar sobre <strong>el</strong> trípo<strong>de</strong> y su tarea concienzuda terminaría en la ejecución <strong>de</strong><br />

fotos. No tardó tampoco en darse cuenta <strong>de</strong> que, a menos que Marcos y Cecilia<br />

se escabulleran hacia <strong>el</strong> otro patio, saldrían inexorablemente en <strong>el</strong>las.<br />

En realidad, los niños venían a ser <strong>el</strong> objetivo <strong>de</strong> las fotos. Gaia lo pensó unos<br />

instantes con débil asombro y fijó sus ojos en las piedras grises d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, sin<br />

pestañear, consumida por <strong>el</strong> calor d<strong>el</strong> bochorno.<br />

El japonés se había puesto a maniobrar, d<strong>el</strong>ante <strong>de</strong> <strong>el</strong>los, como si fueran los<br />

niños mismos la propia fuente, las blancas estatuas, los tupidos h<strong>el</strong>echos. No<br />

les había consultado ni sonreído, simplemente se había puesto a hacer.<br />

Trabajaba serio y silencioso.<br />

Gaia lo <strong>de</strong>jó manipular sus aparatos, observadora. Muy pronto se percató <strong>de</strong><br />

que <strong>el</strong>la misma era objeto <strong>de</strong> la cámara <strong>de</strong> ojo inmenso. Sin preguntárs<strong>el</strong>o, <strong>el</strong><br />

japonés la había emprendido con <strong>el</strong>la, con la niña larguirucha d<strong>el</strong> grupo, <strong>de</strong><br />

doce años.<br />

Mientras tanto, Cecilia y Marcos chapoteaban en <strong>el</strong> agua.<br />

Gaia titubeó unos instantes, miró hacia <strong>el</strong> cuadrado d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o que se <strong>el</strong>evaba<br />

sobre los muros d<strong>el</strong> Cabildo, se observó una y otra vez los pies, se ató <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o.<br />

El japonés, sin dirigirla una sola palabra, entró en una suerte <strong>de</strong> trance y la<br />

Pilar Iglesias Aparicio<br />

Asesora Técnica <strong>de</strong> la Consejeria <strong>de</strong> <strong>Educación</strong> <strong>de</strong> la Embajada <strong>de</strong> España<br />

48

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!