Biblioteca de México - Red Nacional de Bibliotecas
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•<br />
\<br />
BLANCA VARELA<br />
. ,/<br />
ADO OBJETO MIO<br />
AMADO objeto mío. Antiguo amado objeto mío, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñado<br />
como pocos. En el aire, don<strong>de</strong> la razón. y la locura<br />
•<br />
.<br />
se cruzan, hojas alucinantes <strong>de</strong> un árbol repentino que<br />
,<br />
•<br />
resuena como un animal con<strong>de</strong>nado a vivir hacia a<strong>de</strong>ntro.<br />
-<br />
Mil pupilas en lo oscuro) estrellas inventadas, borradas<br />
y nuevamente encendidas en la noche más larga <strong>de</strong> un ser<br />
• •<br />
V1VO que gime.<br />
,<br />
El amor es la tierra 111ás frágil. En el origen <strong>de</strong>l silencio !<br />
el sílex castigado llora humanamente. Comp un hombre.'<br />
Como una mujer llora. Danza lo inerte, lo informe se ilumma,<br />
el vacío procrea. Descansa el eco.<br />
,<br />
,<br />
\
•<br />
George Steiner ha sido uno <strong>de</strong> los<br />
protagonistas más lúcidos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate<br />
intelectual en los últimos años. Sus<br />
discusiones en torno al futuro <strong>de</strong>l<br />
libro y la letra impresa, en torno a<br />
los usos y sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la critica literaria,<br />
su teoría <strong>de</strong> la traducción, su<br />
teoría <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> Hei<strong>de</strong>gger y el<br />
nazismo son puntales que mantienen<br />
viva la conciencia polémica <strong>de</strong><br />
Occi<strong>de</strong>nte. No podía faltar en su<br />
obra una amplia reflexión sobre el<br />
fin <strong>de</strong>l comunismo.<br />
Publicamos a continuación dos<br />
capítulos <strong>de</strong> su más reciente novela, .<br />
Proofs and three Parables.<br />
GEORGE SIEINER<br />
Se mantenía apartado <strong>de</strong> la televisión.<br />
Tras pasar la noche corrigiendo<br />
pruebas era sensato que<br />
permitiera a sus ojos todo el <strong>de</strong>scanso<br />
posible. La programación <strong>de</strong><br />
la tar<strong>de</strong>, la que podía haber encendido,<br />
era, 10 sabía, basura: striptease<br />
<strong>de</strong> amas <strong>de</strong> casa, concursos<br />
familiares y morosos comediantes<br />
<strong>de</strong> provincia. La insistencia <strong>de</strong><br />
Maura para que en esa tar<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
domingo a fines <strong>de</strong> noviembre se<br />
instalaran frente a la pequeña pantalla<br />
10 había irritado y <strong>de</strong>sasosegado.<br />
Ahora estaba allí bajo hipnosis.<br />
El Padre Carla se les había unido.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
3<br />
No había televisor en el armario<br />
que caprichosamente le servía <strong>de</strong><br />
cuarto en la pensión. Había traído<br />
una bolsa <strong>de</strong> mazapanes a los que<br />
el Professore era <strong>de</strong>smedidamente<br />
aficionado. La pasta <strong>de</strong> almendras y<br />
caramelo se aferraba agradablemente<br />
a los dientes. También el<br />
Padre estaba embelesado, encorvado<br />
sobre el banco <strong>de</strong> cocina, tan<br />
compacto en su observancia <strong>de</strong> la<br />
pantalla que su pesar y su inquietud<br />
ocasional parecían vagamente<br />
simbólicos.<br />
Los títulos, los créditos y la obertura<br />
<strong>de</strong>l presentador habían transcu-
•<br />
la más alta autoridad. De la misma<br />
cueva <strong>de</strong>l lobo, ¡créanmeL En año y<br />
medio. Quizá menos. Kaput." Y se<br />
pasó la mano frente a la tráquea,<br />
con la pesada sortija <strong>de</strong> sello <strong>de</strong>stellando.<br />
El mo<strong>de</strong>rador se volvió bruscamente<br />
hacia el camarada Gabrielli<br />
<strong>de</strong>l Comi,.té Central <strong>de</strong> Roma. "¿Y<br />
bien, Dottoré?<br />
Un último bouquet <strong>de</strong> anuncios.<br />
Para mantener el suspenso. A fin<br />
<strong>de</strong> preparar al público para la reve<br />
lación.<br />
, .<br />
¿Por qué estaba Gabrielli mal afeitado?<br />
Esa idiotez intrigaba a Maura.<br />
"Estamos, como saben, encomendados<br />
a una <strong>de</strong>mocracia multipartidista.<br />
Lo hemos estado por largo<br />
tiempo. Togliatti incluso ... La presente<br />
crisis ... ¿Cómo <strong>de</strong>cirlo?"<br />
Se abalanzó hacia la televisión y<br />
apretó el interruptor. Ni el Padre<br />
Carla ni Maura se movieron. El<br />
sofá, los libreros, el banco traído <strong>de</strong><br />
la cocina, permanecían a oscuras.<br />
Lanzó una mirada hacia las plantas<br />
<strong>de</strong> la ventana. Las hojas colgaban<br />
inmóviles, como <strong>de</strong> hule. Maura<br />
encendió la lámpara (fue el primer<br />
obsequio que él le hizo) y trajo<br />
café. El Padre Carla se estiró y se<br />
dio masaje en la estrecha espalda.<br />
Al partir, el Professore tropezó<br />
con el umbral <strong>de</strong> la puerta. Maura<br />
lo tomó por el codo: "Debes ir a ver<br />
a un oculista. Tienes que hacerlo."<br />
Lo había recomendado casi en<br />
un susurro pero Carla, quien les<br />
precedía por las lóbregas escaleras,<br />
se volvió para mirar.<br />
-¡No para esto!<br />
Se escuchó repitiendo la frase.<br />
Los <strong>de</strong>stellos rosados y amarillos<br />
<strong>de</strong>l letrero en el vi<strong>de</strong>o-club abierto<br />
las 24 horas hacían semejar sus<br />
mejillas a las <strong>de</strong> un payaso y lo<br />
hacían parpa<strong>de</strong>ar.<br />
El Padre Carla sonrió mostrándole<br />
los dientes.<br />
-Cuidado, Professore. Esa ha sido<br />
nuestra línea. No para este mundo.<br />
No para la mierda y el lucro y las<br />
palizas <strong>de</strong> esta vida. Debe haber<br />
algo mejor. Des<strong>de</strong> aquel día en que<br />
*<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
5<br />
¡Avance! ¡Avance! ¡Avance! Esto palabro<br />
se ha convertido en el grito unánime <strong>de</strong> lo<br />
guaruriza en todos sus géneros y especies.<br />
lo exhalon los policías <strong>de</strong>l aeropuerto, los<br />
<strong>de</strong> tránsito, los patrulleros y motociclistas.<br />
Con lo boca y lo nariz, ladrando, mascullando,<br />
imperativos, monótonos, mecánicos,<br />
ruidosos, torpes. ¡Avance, avance, no<br />
se <strong>de</strong>tengo! Y si uno quiere, porque yo no<br />
los aguanto, interrumpirlos, preguntándoles<br />
lo hora, o por uno calle, o por su familia,<br />
lo que sea, ellos continúan imperturbables,<br />
or<strong>de</strong>nando el avance infinito.<br />
*<br />
eGué significo ese aullido general que <strong>de</strong><br />
pronto se ha convertido don<strong>de</strong>quiera en lo<br />
or<strong>de</strong>n policial <strong>de</strong>l día? ¿Será uno voz <strong>de</strong><br />
autocrítica, una llamada 01 progreso <strong>de</strong>l<br />
cuerpo <strong>de</strong> vigilancia mismo, que tontos<br />
reproches públicos ha merecido a últimos<br />
fechas. Si hemos <strong>de</strong> ser francos, no lo creemos<br />
así. Consultado que fue el resurrecto<br />
don Elpidio Muro Rojo, manifestó que en<br />
su opinión sí ero uno llamado 01 progreso,<br />
pero 01 progreso <strong>de</strong>l Ratón, que ton apático<br />
y perezoso se ha confesodo en números<br />
recientes.<br />
*<br />
En todo coso, no es más verosímil lo creencia<br />
en que ton insistentes mandatos logren<br />
que los muchedumbres, humanos o automovilísticos,<br />
o los cuales se dirigen en<br />
apariencia, logren, <strong>de</strong> hecho y acotándolos,<br />
efectivamente, avanzar; pues toles<br />
muchedumbres se hallan, sin excepción<br />
visible, atropados, paralizados y <strong>de</strong>sesperados<br />
cuando les llegan los mecánicos<br />
ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> los guaruras.<br />
*<br />
Está bien, corrige don Elpidio. Eso ero uno<br />
bromo, pero van en serio mis críticos 01<br />
epánimo. ¿A quién le intereson sus problemas<br />
personales, o más bien su <strong>de</strong>spersonalización<br />
persistente? Su protagonismo<br />
acaba por aburrir. Hoy cosos más impartantes<br />
que los <strong>de</strong>svíos existenciales y lo<br />
probablemente postizo erudición <strong>de</strong> un ser<br />
diminuto confinado entre cuatro pare<strong>de</strong>s y<br />
con uno experiencia <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> un<br />
neutrino <strong>de</strong>sposeído <strong>de</strong> maso.<br />
*<br />
¡Mentira, calumnio y difamación!, replico<br />
José Ratón Fernán<strong>de</strong>z, el primo rústico Iy<br />
<strong>de</strong>portivol <strong>de</strong> nuestro pupilo yola vez<br />
maestro, Mus por antonomasia, y paradigma<br />
<strong>de</strong> nuestros bimestrales comentarios .<br />
Mi primo <strong>de</strong> lo ciudad no es nodo <strong>de</strong><br />
aquello. Es, en cambio, lo más cercano<br />
que existe o un Ratón sin adjetivos ni<br />
advemios y 01 grado cero <strong>de</strong> lo escrituro ...<br />
*<br />
¡Calma! , tercio otro miembro <strong>de</strong> lo familia,<br />
el ratón Xirau, recordad que el filósofo soy
•<br />
garias. La he rmana Eugenia. La<br />
hermana Eugenia <strong>de</strong> los pies helados.<br />
Dilo conmigo esta vez. Ella nos<br />
oirá. Ella y los fantasmas borrados,<br />
asesinados no en el nombre <strong>de</strong> la<br />
gracia eterna, sino para que gángsters<br />
y verdugos y burócratas pudieran<br />
engordar. Corrupció n sin límites.<br />
La mentira en cada nervio. Lo<br />
que tu socialismo cientifico <strong>de</strong> estado<br />
produjo ni siquiera fueron los<br />
dominios <strong>de</strong> Satán como los habían<br />
previsto los apocalípticos y los<br />
inquisidores. Fue algo más pequeño,<br />
más ramplón, más inhumano.<br />
Como un mundo regido por piojos<br />
venenosos. Tus mesías terrenales no<br />
resultaron ser sino rufianes hipócritas.<br />
Señores <strong>de</strong> los piojos.<br />
En la esquina d e la calle más<br />
amplia había un café abierto toda la<br />
noche, ásperamente iluminado . Las<br />
cafeteras <strong>de</strong> presió n, vapo rosas,<br />
con sus tapas cromadas y su pátina<br />
plateada recordaron al Padre Carla<br />
ciertos rollos <strong>de</strong> la Torah que había<br />
visto en una exhibición <strong>de</strong> vestigios<br />
judíos. El bramido <strong>de</strong> la rocola se<br />
escuchaba incluso en la calle, aunque<br />
como enmu<strong>de</strong>cido por la hora<br />
/<br />
/<br />
/'<br />
t<br />
mue rta. Su fatigad a cad e ncia se<br />
fundía con los latidos <strong>de</strong> la fuente<br />
que retrocedía tras ellos. Migajas<br />
azucarad as y bo llos e ndurecidos<br />
(las pana<strong>de</strong>rías abrirían en cuestión<br />
d e una ho ra) se afe rraban a las<br />
campanas <strong>de</strong> cristal en las mesas <strong>de</strong><br />
forrnaica. Pero el café estaba caliente<br />
y acogiero n la taza e ntre sus<br />
manos. El Padre Carl a regresó al<br />
mostrad o r y pagó dos vasos <strong>de</strong><br />
Strega. Los puso pru<strong>de</strong>ntemente en<br />
la mesa, ll e n os h asta el bor<strong>de</strong> .<br />
Des<strong>de</strong> el otro lado <strong>de</strong>l salón, bajo<br />
e l calendario <strong>de</strong>l Mundial, aho ra<br />
historia sagrada, una mujer les <strong>de</strong>stelló<br />
una mirada sociable y maliciosa.<br />
y revolo teó las ma n os con<br />
algún signo heráldico <strong>de</strong> complicidad<br />
antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>slizarse <strong>de</strong> nuevo a<br />
las esponjosas profund ida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su<br />
soledad. Su cabello, pensó, <strong>de</strong>bió<br />
alguna vez ser lustroso y aún más<br />
suave que el <strong>de</strong> Maura.<br />
-Pero, ¿y ahora, Carla? ¿Ahora<br />
qué?<br />
- ¿Qué hacer? Un bello título . El<br />
libro más honesto <strong>de</strong> Lenin. Escrito<br />
lejos <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r. Cuando era un exiliado.<br />
Lo que tú llamarías "un judío".<br />
-, -<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
9<br />
clopedias superladinas. De d'Aiambert a<br />
Di<strong>de</strong>rol. lo conocemos todo: la santo ilustración<br />
y el asco <strong>de</strong>l conocimiento que<br />
siguió. Todas las secreciones <strong>de</strong> la razón<br />
humana. Mucha antes aún, yo en Hempos<br />
<strong>de</strong> San Aguslín, nos hablamos atiborrado.<br />
De Sankl Gollen o Uppsala: no hubo<br />
biblioteca <strong>de</strong> monasterio que no. nos hicIera<br />
más sabias. Haya significado lo que<br />
haya significado lo expresión ratón <strong>de</strong><br />
biblioteca, somos muy leídas, en las épocas<br />
<strong>de</strong> hombre nos hemos cebado con<br />
citas, conocemos <strong>de</strong> corrido la literatura<br />
<strong>de</strong> creación y <strong>de</strong> pensamiento, y nos han<br />
hartado presocráticos y sofistas. I Saciado<br />
los escolósticosl Vuestras froses in!rincadas,<br />
que nososITas no hacíamos más que<br />
abreviar, nos sentaban siempre bien.<br />
Notos <strong>de</strong> pie <strong>de</strong> página, Iqué guarnición<br />
más sabrosa! ilustrados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />
ensayos y frotados, digresiones y tesis nos<br />
resultaban sabihandamenle entretenidas.<br />
¡Ay, vuestros sudores mentales y ríos <strong>de</strong><br />
lintol"<br />
*<br />
Gross supone que una vez <strong>de</strong>struido el<br />
género humano, sólo la cucaracha In<strong>de</strong>structible<br />
y el resistente rolón padrón conlar<br />
lo historio <strong>de</strong>l planeta . Para compensar<br />
esta ácido profecía pensemos en especies<br />
<strong>de</strong>l pasado: los dinosaurios han vuelto o<br />
ser noticia, y la c!ave <strong>de</strong> su <strong>de</strong>saparición<br />
se encuentro f
que el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong>centemente,<br />
<strong>de</strong> dar a tu familia un hogar<br />
cómodo, <strong>de</strong> mandar a tus hijos a<br />
mejores escuelas que a las que tú<br />
asististe, <strong>de</strong> lograr el respeto <strong>de</strong> tus<br />
vecinos, no es un vicio capitalista,<br />
sino un <strong>de</strong>seo universal." Sabes,<br />
Professore, Estados Unidos viene<br />
siendo la primera nación y sociedad<br />
en la historia humana en alentar<br />
a la común, falible y temerosa<br />
humanidad a sentirse a gusto <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> su propia piel.<br />
-¡No si esa piel es negra!<br />
-Incluso eso viene en camino.<br />
Dolorosa, lo sé, pero inevitablemente.<br />
La <strong>de</strong>mocracia norteamericana ...<br />
-En la que, incluso en las elecciones<br />
vitales, sólo un treinta por<br />
ciento ejerce su <strong>de</strong>recho al voto ...<br />
-¡Pero si ese es el punto!<br />
El Padre Cario casi estaba gritando:<br />
- "Vota si lo <strong>de</strong>seas," dice<br />
Norteamérica. "Nuestra educación,<br />
nuestro sistema <strong>de</strong>mocrático, te<br />
pediría votar. Pero si eres <strong>de</strong>masiado<br />
holgazán para tomarte la molestia,<br />
<strong>de</strong>masiado ignorante, si estás<br />
<strong>de</strong>masiado aburrido, bueno, pues<br />
tampoco es una catástrofe. Hay<br />
suficiente historia por <strong>de</strong>lante." Es<br />
bajo la bota nazi, Professore, bajo la<br />
tranca estalinista, que el noventa y<br />
nueve por ciento <strong>de</strong> los ciudadanos<br />
<strong>de</strong>positan sus votos. ¿Prefieres eso<br />
a la indocilidad estadouni<strong>de</strong>nse?<br />
-Lo que sí sé es esto, amigo:<br />
hay, en los asuntos norteamericanos,<br />
páginas negras, estupi<strong>de</strong>ces en<br />
abundancia. Pero haciendo un ba-<br />
lance, Estados Unidos se yergue<br />
como el único gran po<strong>de</strong>r y comunidad<br />
que está apostando a <strong>de</strong>jar el<br />
globo un poquito mejor, un poco<br />
más esperanzado que como lo<br />
encuentra. La esperanza ha sido, <strong>de</strong><br />
hecho, el principal producto nacional<br />
bruto y <strong>de</strong> exportación <strong>de</strong> Estados<br />
Unidos. Piensa en Woodrow<br />
Wilson, en Roosevelt. En Lincoln,<br />
sobre todo. Pregunta, si es que te<br />
atreves, a los millones que han<br />
sobrevivido bajo el marxismo-leninismo<br />
si preferirían soportar un día<br />
más tal régimen, o ser inmigrantes<br />
sin un céntimo en América, o incluso<br />
moradores <strong>de</strong> un barrio marginado<br />
americano. Conoces la respuesta.<br />
Ahora mismo está llenando<br />
el aire.<br />
-Un país al cual ningún poema<br />
pue<strong>de</strong> conmover. Don<strong>de</strong> ningún<br />
argumento filósofico importa ...<br />
Cario lo cortó en seco.<br />
-Te oí una vez <strong>de</strong>clarar, en una<br />
<strong>de</strong> esas benditas sesiones <strong>de</strong>l<br />
Círculo, que exiliar a un hombre<br />
porque difiere <strong>de</strong> ti sobre Hegel y<br />
sobre ciertos puntos <strong>de</strong> la ortodoxia<br />
<strong>de</strong>l partido es honrar, orgullosamente,<br />
al espíritu humano. Aún<br />
retumba en mi pobre cabeza esa<br />
estúpida atrocidad. Nunca he escuchado<br />
a un hombre cuerdo exponer<br />
nada más bárbaro. Si el saber,<br />
si el argumento intelectual necesita<br />
ser honrado a tal precio, si <strong>de</strong>be<br />
abrevar en la intolerancia, en la<br />
complacencia, en la autoridad<br />
fatua, ¡al infierno con ellos!<br />
--Como tú, Professore, no puedo<br />
soportar la música <strong>de</strong> rock. Se me<br />
revuelve el estómago ante casi toda<br />
la televisión, ante el plástico y el<br />
pomo, la comida instantánea, y el<br />
analfabetismo que se <strong>de</strong>rrama <strong>de</strong> lo<br />
que tú llamas "California". Pero me<br />
pregunto si incluso estas cosas estarán<br />
infligiendo a los hombres una<br />
fracción <strong>de</strong>l dolor, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperanza<br />
que toda nuestra Atenas, nuestra<br />
alta cultura, ha infligido. No hace<br />
mucho, bailaron el rock "Al compás<br />
<strong>de</strong>l reloj" recaudando millones para<br />
la caridad. Ellos daban cátedras<br />
sobre Kant y tocaban a Schubert e<br />
iban, el mismo día, a atiborrar a<br />
millones en cámaras <strong>de</strong> gas.<br />
-Estados Unidos pue<strong>de</strong> no ser<br />
- para ti o para mí. No es para un<br />
soñador comunista, para un glotón<br />
<strong>de</strong> la palabra impresa. Ni para un<br />
fraile mendicante. Pero nosotros<br />
dos somos piezas <strong>de</strong> museo.<br />
Parlanchines incorregibles. Somos<br />
fantasmas salidos <strong>de</strong> las oscurida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> la historia o <strong>de</strong> la prehistoria,<br />
tú mismo lo dijiste, Professore.<br />
¿No lo entien<strong>de</strong>s? La marejada a través<br />
<strong>de</strong>l muro <strong>de</strong> Berlín, y <strong>de</strong> allí<br />
hasta Praga, hasta el Pacífico, está<br />
gritando <strong>de</strong> vida. Es la insurrección<br />
<strong>de</strong> los jóvenes, aún cuando tengan<br />
ochenta años <strong>de</strong> edad. Tu dogma,<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
1 2<br />
I<br />
tu tiranía <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al, le extrajo la<br />
juventud a las vidas humanas. Bajo<br />
el <strong>de</strong>spotismo los niños nacen viejos.<br />
Sólo mira en esas fotografías <strong>de</strong><br />
Rumania sus ojos y sus boca¡s. y si<br />
norteamérica es infantil, como bien<br />
pue<strong>de</strong> serlo, ¡qué falta tan afortunada<br />
es esa! ¿La fuente <strong>de</strong> la juventud?<br />
Lo que ellos <strong>de</strong>scubrieron pue<strong>de</strong><br />
ser la Coca-Cola. ¡Pero burbujea!<br />
-Te pudre los dientes, jesuita.<br />
Jesuita casuístico.<br />
De nuevo caminaban, aprisa y<br />
sin rumbo, por el bulevar que iba<br />
hacia el sur y hacia el monumento<br />
en memoria <strong>de</strong> la guerra.<br />
-Somos, Cario, una especie asesina,<br />
avara y sucia. Pero hemos<br />
producido, para usar tus propios<br />
ejemplos, a Platón y a Schubert, a<br />
Shakespeare y a Einstein. De eso se<br />
sigue que hay diferencias entre los<br />
empeños humanos. Credo: que<br />
para un ser humano es intrínsecamente<br />
mejor estar obsesionado por<br />
un problema algebraico, por Mozart<br />
o una composición <strong>de</strong> Cézanne,<br />
que por la manufactura <strong>de</strong> automóviles<br />
o la compraventa <strong>de</strong> acciones.<br />
Que un maestro, un sabio, un pensador,<br />
incluso -Dios se apia<strong>de</strong>un<br />
sacerdote, es casi inconmensurablemente<br />
más valioso y más cercano<br />
a la dignidad <strong>de</strong> la esperanza<br />
que un peleador estrella, un corredor<br />
<strong>de</strong> bolsa o un magnate <strong>de</strong>l<br />
jabón en polvo. Credo ·otra vez:<br />
que el misterio <strong>de</strong>l genio creativo o<br />
analítico es sólo eso, un misterio, y<br />
que es dado a los menos. Pero que<br />
los seres menores pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>spertar<br />
ante su presencia y estar expuestos<br />
a sus <strong>de</strong>mandas. Sí lo sé, en una<br />
votación es el salón <strong>de</strong> bingo y las<br />
carreras <strong>de</strong> perros lo que prevalece,<br />
no el teatro <strong>de</strong> Esquilo. Sé que<br />
cientos <strong>de</strong> . millones <strong>de</strong> nuestros<br />
prójimos prefieren el futbol a la<br />
música <strong>de</strong> cámara y preferirían pasmarse<br />
frente a una telenovela o a<br />
una película obscena que recoger<br />
un libro, ya no digamos un libro<br />
serio. Amén por todo eso, dice el<br />
capitalismo. Deja que su elección<br />
sea libre. Déjalos hervir en su bienestar.<br />
Los hipopótamos son libres<br />
para revolcarse en el lodo. ¿Por qué<br />
no el hombre? Pero eso, Cario ...<br />
y una vez más se <strong>de</strong>tuvieron en<br />
la banqueta, frente a frente.<br />
- ... es guardar por el hombre el<br />
más cabal <strong>de</strong>sprecio. Es convertir la<br />
historia en un cementerio <strong>de</strong> autos<br />
usados. El marxismo intentó otra<br />
manera. Llenaba las salas <strong>de</strong> conciertos<br />
y las bibliotecas. Daba a<br />
maestros y escritores un sueldo con<br />
qué vivir. Y, lo que importa más,<br />
les dio una posición eminente en la<br />
sociedad; hizo gratuitos los museos,<br />
abiertos para todos. Enseñó que un<br />
gran teorema o sonata o principio<br />
filosófico se acerca más a la médula<br />
<strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong> nuestra humanidad
•<br />
•• ODSKV<br />
UN POEMA<br />
Nací y crecí<br />
en las marismas <strong>de</strong>l Báltico,<br />
frente<br />
a las grises olas <strong>de</strong> zinc<br />
que <strong>de</strong> dos en dos<br />
llegan siempre.<br />
De ahí, todas las rimas,<br />
<strong>de</strong> ahí, la voz tan mustia<br />
que como húmedo cabello<br />
entre ellas apenas ondula,<br />
si es que ondula.<br />
Apoyado en el brazo,<br />
•<br />
el caracol, <strong>de</strong>l a.ído<br />
no reconoce en ellas<br />
otro ruido<br />
que no sea el <strong>de</strong> un lienzo al viento,<br />
un aplauso, un golpear <strong>de</strong> postigos,<br />
el hervor <strong>de</strong> la tetera 0, a lo más,<br />
el griterío <strong>de</strong> las gaviotas.<br />
En esta llana región,<br />
al'corazón resguardo <strong>de</strong> lo falso,<br />
pues no hay dón<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rse<br />
y la vista alcanZa más allá.<br />
Sólo para el sonido<br />
el espacio es un estorbo':<br />
el ojo no extrañará<br />
la falta <strong>de</strong> un' eco.<br />
(Del ciclo "Parte <strong>de</strong> la oración", 1977).<br />
Traducción <strong>de</strong> Tatiana Bubnova<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
14
Un porque público <strong>de</strong> Viena en lo década <strong>de</strong> los treinta<br />
natal <strong>de</strong> mi hermana mayor. Por ello le resultó tan<br />
vivamente dolorosa la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> mi padre <strong>de</strong><br />
abandonar esa ciudad. No la comprendía, pues su<br />
familia había sobrevivido ya la gran guerra y la<br />
revolución <strong>de</strong> Bela Kun. Su argumentación se apoyaba<br />
también en el hecho <strong>de</strong> que, a pesar <strong>de</strong> una<br />
inflación galopante, la situación económica mejoraba.<br />
Por mi parte, consi<strong>de</strong>ro que esa <strong>de</strong>cisión<br />
paternal fue el primer acto <strong>de</strong> una clarivi<strong>de</strong>ncia<br />
cuyo vigor se aproximaba a la fuerza profunda <strong>de</strong><br />
lo Unheimliche, <strong>de</strong> lo inquietantemente extraño.<br />
-Pero, ¿'qué pasó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que su familia<br />
<strong>de</strong>jó Viena en 1924 y se instaló en París?<br />
-Mi padre tuvo que volver a comenzar <strong>de</strong><br />
cero. La situación económica <strong>de</strong> los años treinta<br />
era sumamente difícil. Pero supo luchar y escribir<br />
artículos ---
París, en la calle Théophile Gautier. Su gesto, por<br />
original que haya sido, suscitó no pocas críticas<br />
entre sus amigos que juzgaban que <strong>de</strong>bíamos,<br />
ante todo, integrarnos a la cultura francesa. Mi<br />
padre no creyó nunca verda<strong>de</strong>ramente en esa<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> asimilación. Adoraba Francia, cierto, pero<br />
habiendo vivido el caso Dreyfus, no le brindaba<br />
su plena confianza. Estaba convencido, en cuerpo<br />
y alma, <strong>de</strong> que los judíos <strong>de</strong>bían tener a la mano<br />
sus maletas listas <strong>de</strong> manera que pudieran huir<br />
rápidamente; su dicho preferido era, por otra<br />
parte, "los gran<strong>de</strong>s baúles están siempre listos, los<br />
documentos pue<strong>de</strong>n no valer mañana". Le apasionaban<br />
los hechos, los acontecimientos que se<br />
<strong>de</strong>senvolvían, y ese interés mayor constituye,<br />
extrañamente, el primero <strong>de</strong> mis recuerdos. Era<br />
1934, yo tenía cinco años. París vivía momentos<br />
oscuros. El movimiento <strong>de</strong> las Cruces <strong>de</strong> Fuego,<br />
que podría compararse con un ala <strong>de</strong>l actual<br />
movimiento <strong>de</strong> Le Pen, remontaba la rue <strong>de</strong> la<br />
Pompe <strong>de</strong>bidamente escoltado por los Camelots<br />
du Roi y la juventud franquista. Vociferaban:<br />
"Muerte a los judíos". Mi nodriza alemana, que<br />
era originaria <strong>de</strong> Potsdam y hablaba el alto alemán,<br />
corrió a buscarme al jardín <strong>de</strong> niños para<br />
llevarme a casa lo más rapidamente posible.<br />
Recuerdo incluso ahora ql;le escandían a su paso<br />
"Antes Hitler que Blum". Cuando estuvimos <strong>de</strong><br />
vuelta en éasa, mi madre cerró los postigos,<br />
mientras mi padre, que también había vuelto<br />
rápidamente, mostraba una calma absoluta. Ahora<br />
bien, yo quería ver lo que pasaba afuera y pedía<br />
a mi madre que abriera los potigos. Miraba esa<br />
muchedumbre que pasaba por la calle vociferando<br />
consignas y rompiendo las vitrinas. En ese<br />
preciso momento, mi padre, con su tono tan calmado,<br />
me dijo: "¿Ves pequeño?, eso es la<br />
Historia". No comprendí <strong>de</strong> golpe lo que quería<br />
<strong>de</strong>cirme, pero esas palabras me tranquilizaron<br />
inmediatamente. Luego, vi al mundo bajo la luz<br />
<strong>de</strong> un nuevo día y respondí a mi padre: "De<br />
acuerdo, papá, eso se llama Historia"; y <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces, sé frente a las crisis, por graves que<br />
sean, que "eso se llama Historia". Para el niño<br />
que era, esa frase resultó <strong>de</strong>cisiva, <strong>de</strong>terminante.<br />
-¿Le es posible hablar más en <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> la educación<br />
que sus padres le dieron?<br />
-Como ya le expliqué, cursé mis primeras clases<br />
en la escuela americana <strong>de</strong> París. La enseñanza<br />
allí era impartida en inglés, mientras que en<br />
casa las lecciones particulares me permitían perfeccionar<br />
mi francés. Mi padre, cuyas jornadas en<br />
la oficina eran extremadamente largas el miedo<br />
a la ascensión <strong>de</strong>l fascismo nutría temores vivaces<br />
sobre el futuro <strong>de</strong> su familia, temores que sólo<br />
ahora puedo compren<strong>de</strong>r-, <strong>de</strong>jaba libres varias<br />
noches a la semana para sentarse a mi lado. Su<br />
enseñanza era múltiple. Su método, en principio,<br />
consistía en infundirme cada vez más ganas <strong>de</strong><br />
,<br />
leer. El leía Homero en una edición muy bella <strong>de</strong>l<br />
siglo XVIII que, por cierto, conservo aún en mi<br />
biblioteca. Mi padre me explicaba en alemán los<br />
resortes <strong>de</strong> la historia y, <strong>de</strong> golpe, se <strong>de</strong>tenía en<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
1 7<br />
seco para comenzar a traducirme la Odisea <strong>de</strong>l<br />
griego. Así fue como di mis primeros pasos en el<br />
aprendizaje <strong>de</strong>l griego. Fue una revelación <strong>de</strong> esa<br />
seria lección <strong>de</strong> psicología que me daba mi<br />
padre. Entonces comprendí que para acercarme a<br />
un texto, el conocer la lengua me dispensaba <strong>de</strong><br />
la necesidad <strong>de</strong> recurrir a los traductores. Por otra<br />
parte, mi curiosidad <strong>de</strong> lector se agudizaba <strong>de</strong><br />
libro en libro, pero no tenía <strong>de</strong>recho a leer la<br />
obra siguiente sino a condición <strong>de</strong> haber resumido<br />
la que acababa <strong>de</strong> terminar. Mi padre me compraba<br />
libros pero me daba también un cua<strong>de</strong>rno<br />
empastado en piel en el que <strong>de</strong>bía escribir mi<br />
nota <strong>de</strong> lectura. Todo residía en la explicación<br />
que daba a mi falta <strong>de</strong> entusiasmo por un libro<br />
que no me había gustado; podía <strong>de</strong>cirlo, a condición<br />
<strong>de</strong> argumentar. Mi padre no hacía ninguna<br />
crítica a mis gustos librescos; estudiaba lo que yo<br />
había anotado, y sólo entonces tenía yo <strong>de</strong>recho<br />
al próximo objeto <strong>de</strong> mi codicia literaria. Tenía<br />
que resumir lo que había leído, con la exigencia<br />
<strong>de</strong> que lo aprendiera <strong>de</strong> memoria y que encontrara<br />
en ese ejercicio lo que iba a permitirme adquirir<br />
el sentido <strong>de</strong> las lenguas. Lo que <strong>de</strong>bo a ese<br />
hombre severo y taciturno es esa educación que<br />
roza la gracia. Cuando tuve siete años, le hice<br />
algunas preguntas sobre el sentido <strong>de</strong> la educación<br />
que me daba. Se rehusó a respon<strong>de</strong>rme y se<br />
conformó con <strong>de</strong>cir: "Todo lo que hago es para<br />
que no sepas jamás lo que es una acción o un<br />
valor bancario. Todo lo que hago es para que<br />
algún día tú seas un sabio ... ". Eso encerraba el<br />
gran sueño judaico. Las generaciones sufren y el<br />
padre se sacrifica -si su situación lo permite-,<br />
pues <strong>de</strong>sea que su hijo se convierta en una personalidad<br />
<strong>de</strong>stacada en el ámbito <strong>de</strong> las ciencias.<br />
Creo profundamente que mi padre me <strong>de</strong>stinaba,<br />
más que a otra cosa, al profesorado. Adoraba la<br />
literatura, es cierto, y la conocía maravillosamente,<br />
pero tenía anclada en sí la imagen <strong>de</strong> aquel<br />
que transmite el conocimiento y el amor a los<br />
,<br />
textos. El había publicado tres monografías sobre<br />
el pensamiento económico <strong>de</strong> Saint-Simon, el<br />
socialista reformador francés, lo que le valió ser<br />
llamado por la Universidad <strong>de</strong> Viena, que le proponía<br />
convertirse en asistente. Como <strong>de</strong>bía mantener<br />
a sus padres, rechazó el puesto, pero más<br />
tar<strong>de</strong> comprendí que <strong>de</strong>seaba que yo fuera lo<br />
que él mismo no había podido ser. Yeso permaneció<br />
en mí como la promesa <strong>de</strong> jamás retractarme<br />
<strong>de</strong> un pacto sagrado. Guardo un recuerdo<br />
fabuloso <strong>de</strong> los veranos que pasamos en la costa<br />
normanda, veranos en que mi padre me hacía<br />
,<br />
trabajar sobre los clásicos. El amaba La Mancha,<br />
mientras que mi madre y mi hermana lloraban<br />
largamente porque, incluso en julio, llovía sin<br />
parar. La casa que rentábamos era muy bella. Me<br />
ro<strong>de</strong>aba una biblioteca <strong>de</strong>bidamente abastecida y<br />
pasaba días enteros leyendo.<br />
Pero hay otro punto que me llega <strong>de</strong> golpe<br />
cuando pienso en mi infancia. Nací con un grave<br />
impedimento en el brazo y la mano <strong>de</strong>recha,<br />
impedimento que mi madre se rehusó a aceptar y
Entrada <strong>de</strong> Hitler a Viena , 13 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1938<br />
contra el cual luchó toda su vida. Hoy en día a<br />
un niño se le permite ser zurdo, El tratamiento<br />
que me reservaron no tiene parangón con las<br />
prácticas actuales. Llevaba la mano izquierda<br />
amarrada a la espalda y aprendí a escribir y a<br />
pintar con mi mano <strong>de</strong>recha, que estaba prácticamente<br />
paralizada. Me tomó seis meses apren<strong>de</strong>r a<br />
amarrarme las agujetas, lo que entristecía profundamente<br />
a mi madre. Nadie se daba cuenta <strong>de</strong><br />
que para hacer un nudo, hace falta servirse <strong>de</strong><br />
ambas manos. Finalmente logré vencer esa dificultad<br />
y le estoy agra<strong>de</strong>cido a mi madre por<br />
haberme dotado <strong>de</strong> todo lo que hay en mí <strong>de</strong><br />
voluntad y autoridad. Le <strong>de</strong>bo también mis titubeos<br />
ante todas las terapias supuestamente<br />
mo<strong>de</strong>rnas, El impedimento me brindó, por el<br />
contrario, felicidad, Gracias a él escapé <strong>de</strong>l ejército<br />
y así pu<strong>de</strong> terminar rápidamente mis cursos<br />
universitarios. De niño me <strong>de</strong>cían: "¡Qué suerte<br />
tienes <strong>de</strong> ser zurdo! es un título <strong>de</strong> nobleza, tú no<br />
eres como los <strong>de</strong>más", y aunque haya ignorado<br />
el valor <strong>de</strong> esa profecía, terminó por revelarse<br />
exacta. Es lo contrario <strong>de</strong> la psicología colectivista<br />
norteamericana o <strong>de</strong>l psicoanálisis freudiano<br />
que pi<strong>de</strong>n a un individuo que sea parecido a los<br />
otros. La i<strong>de</strong>a misma <strong>de</strong> ser "como los otros" me<br />
parece una aberración. Si alguna vez, mientras<br />
me encuentro en el mismo lugar que ella, estoy<br />
<strong>de</strong> acuerdo con una persona, me trato inmediata-<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
18<br />
,<br />
'--<br />
. - ....<br />
1<br />
mente <strong>de</strong> imbéciL Ese es el fruto <strong>de</strong> la educación<br />
que recibí <strong>de</strong> mi padre, quien me repetía que era<br />
diferente <strong>de</strong> los otros y por ello gozaba <strong>de</strong> un<br />
gran privilegio. Pu<strong>de</strong> beneficiarme <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>sahogada<br />
posición material, <strong>de</strong> esos viajes y <strong>de</strong> ese<br />
ambiente <strong>de</strong> la casa en el que conocí gentes -no<br />
sabía que fueran refugiados- cuyas conversaciones<br />
me parecían apasionantes. Por ejemplo, se<br />
daban conciertos en casa <strong>de</strong> mis padres para ayudar<br />
a los músicos perseguidos <strong>de</strong> Viena o<br />
Alemania. Durante ese terrible <strong>de</strong>cenio <strong>de</strong> los<br />
años treinta, la gente partía <strong>de</strong>jando tras <strong>de</strong> sí<br />
toda su vida. Recuerdo un regalo que me hicieron:<br />
un par <strong>de</strong> pequeñas espuelas para niño que<br />
no podía usar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa porque <strong>de</strong>sgarraba<br />
la alfombra. Una tar<strong>de</strong>, cuando regresaba <strong>de</strong>l<br />
parque <strong>de</strong> la Muette don<strong>de</strong> acostumbraba jugar,<br />
entré corriendo a la sala, calzado con esas espuelas,<br />
Mi padre se levantó <strong>de</strong> su asiento para castigarme<br />
y tuve la impresión <strong>de</strong> encontrarme <strong>de</strong><br />
cara a una forma gigantesca que me hacía pensar<br />
-sin más razón que el miedo-- en una espingada<br />
blanca. Y luego, escucho una voz muy dulce<br />
que susurra: "No tiene importancia". Era la voz<br />
<strong>de</strong> James Joyce que participaba, esa tar<strong>de</strong>, en una<br />
reunión que organizaban mis padres, reunión en<br />
la que se preparaban lecturas y colaboraciones<br />
para las revistas <strong>de</strong> vanguardia. Esos momento <strong>de</strong><br />
mi infancia no pudieron ser más privilegiados.
Me viene otro recuerdo: vuelvo a ver a mis<br />
padres sentados junto al radio para escuchar a<br />
Hitler pronunciando en Berlín un discurso cercano<br />
a la <strong>de</strong>mencia. Mi padre nos pre<strong>de</strong>cía: "Ese<br />
hombre va a hacer lo que dice. n Mientras que<br />
toda la gente que él conocía no veía en Hitler<br />
más que un payaso histérico y presagiaba un<br />
rápido ftn para esa horrorosa historia, mi padre<br />
sabía que esa pesadilla no iba a resultar corta, y<br />
comenzaba a luchar preparando nuestra salida<br />
hacia lugares más seguros. Habiendo estudiado<br />
esas cosas <strong>de</strong> cerca, no se hacía ilusiones sobre la<br />
política francesa; para convencemos, nos <strong>de</strong>cía:<br />
"Francia es maravillosa, pero otros lugares también<br />
son maravillosos". A la vez muy simple y<br />
muy complicado. Si en cada uno <strong>de</strong> mis libros<br />
repito -aún cuando encolerice a un buen número<br />
<strong>de</strong> lectores- que el árbol tiene raíces y el<br />
hombre piernas, lo que constituye un inmenso<br />
progreso, es porque así sigo el camino que me<br />
,<br />
trazó mi padre. El jamás se contentaba con <strong>de</strong>cir:<br />
"¿No es magnffico lo que tenemos?", sin agregar<br />
<strong>de</strong> inmediato: "Ya verás, lo que suce<strong>de</strong> en otros<br />
lados es igualmente apasionante". Ese es también<br />
mi credo. Para dar un ejemplo, imaginemos que<br />
mañana tenga que irme a Yakarta. Supongo que<br />
apren<strong>de</strong>ría el indonesio, lo que sacudiría la pereza<br />
que me acecha. Es probable que no encontrara<br />
un trabajo entusiasmante, pero sería<br />
interesante pensar en otra cosa. En fin, no creo<br />
que le reprochara a Dios, a quien le hablo muy a<br />
menudo, que me hubiera castigado <strong>de</strong> tal manera.<br />
Al contrario, le alabaría por haberme enviado<br />
a un universo tan diferente. Tengo la certidumbre<br />
<strong>de</strong> que no hay que quejarse <strong>de</strong> la complejidad<br />
<strong>de</strong>l mundo ni <strong>de</strong>l rumbo <strong>de</strong> la historia. Haber<br />
nacido en el siglo XX es una suerte <strong>de</strong> privilegio.<br />
Pero, regresando a nuestro tema, la presión <strong>de</strong>l<br />
auge fascista era a tal punto consi<strong>de</strong>rable que mi<br />
familia estaba inquieta por la suerte <strong>de</strong> mis abuelos,<br />
quienes felizmente -si así puedo <strong>de</strong>cirl
•<br />
CEMENTERIO<br />
/'<br />
DE TABAPUAN<br />
Se llega al cementerio <strong>de</strong> Tabapuán<br />
por una avenida bor<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> bambúes<br />
altos, sombríos, cuyos troncos<br />
<strong>de</strong> estrías ver<strong>de</strong> amarillas<br />
HORÁCIO COSTA con el viento se mecen y cantan,<br />
algo mecánicos o disonantes,<br />
Para Juan Malpartida sus acor<strong>de</strong>s como ruidos<br />
<strong>de</strong> bisagras oxidadas<br />
o como quejumbres misteriosas<br />
<strong>de</strong> inconformes aves prisioneras.<br />
Cinco grupos <strong>de</strong> ficus bien podados,<br />
en los que hacen sus nidos los gorriones,<br />
en el atrio escon<strong>de</strong>n un número igual<br />
<strong>de</strong> bancos <strong>de</strong> cemento redondos.<br />
Sin duda, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí se divisa<br />
el mejor panorama <strong>de</strong> la ciudad;<br />
aquí se sientan los domingos<br />
parejas enlazadas <strong>de</strong> enamorados<br />
y los miembros más viejos <strong>de</strong> las familias<br />
que acompañaron por la avenida<br />
los escasos serpenteantes cortejos.<br />
El portón <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>l cementerio<br />
es mo<strong>de</strong>rno, claro, funcional:<br />
fue construido al tiempo que Brasilia,<br />
sobre otro portón <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
que no resistió el paso <strong>de</strong> los años.<br />
Dentro <strong>de</strong>l perímetro irregular<br />
<strong>de</strong> mil brazas <strong>de</strong> extensión
•<br />
y muros altos pintados <strong>de</strong> blanco<br />
no hay más sombra ni más fresco<br />
que el <strong>de</strong> las cruces y adornos <strong>de</strong><br />
[los túmulos:<br />
a ningún árbol, ningún arbusto,<br />
permite la costumbre heredada<br />
medrar en el rectángulo muerto.<br />
La lluvia, en la estación <strong>de</strong> las aguas,<br />
lo lava cuando le place: volutas<br />
y amazonas reducidos, momentáneos<br />
ríos arenosos, entre hilera e hilera,<br />
entre tumba y tumba nacen,<br />
pali<strong>de</strong>cen y se secan<br />
sin <strong>de</strong>jar más rastro<br />
que un caos <strong>de</strong> líneas atigradas<br />
en la imperceptible topografía.<br />
No es en la noche cerrada<br />
cuando el cementerio <strong>de</strong> Tabapuán<br />
/ .<br />
es mas cementeno:<br />
entre sol y sol, armónico,<br />
se mimetiza con la geometría<br />
<strong>de</strong> las plantaciones <strong>de</strong> café y naranjos,<br />
con las <strong>de</strong> hevea brasiliensis<br />
y los pastos y la caña <strong>de</strong> azúcar;<br />
<strong>de</strong> noche sobre sí mismo se recoge<br />
como el ganado en los corrales,<br />
[los tractores<br />
en las naves y los trabajadores rurales<br />
en las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias sin luz eléctrica:<br />
<strong>de</strong> noche el cementerio Tabapuán,<br />
paralelogramo entre paralelogramos,<br />
se confun<strong>de</strong> con los campos <strong>de</strong> labranza,<br />
es su hermano y su otro, su par.<br />
Ni <strong>de</strong> mañana, cuando <strong>de</strong>saparecen<br />
en sus escondrijos fáciles<br />
los bichos que habitan las grietas <strong>de</strong><br />
[las tumbas,<br />
y disfrazado con la piel <strong>de</strong> la escarcha<br />
que alimenta la terminal lozanía<br />
<strong>de</strong> las flores traídas en la víspera<br />
y- exponiendo, como si sonriese,<br />
sus formas al día que se levanta,<br />
no, aún no es cementerio total<br />
el <strong>de</strong> Tabapuán.<br />
Sólo al mediodía,<br />
sin sombras, inmóvil y silente,<br />
<strong>de</strong> nuevo calcinado y abierto<br />
al crudo sol vertical,<br />
realiza este cementerio pequeño,<br />
don<strong>de</strong> están enterrados mis muertos,<br />
todo su potencial:<br />
sólo al mediodía la arquitectura <strong>de</strong><br />
[los muertos,<br />
exenta <strong>de</strong> todo volumen,<br />
aplanada y dura,<br />
comparte con los mismos muertos,<br />
visible metáfora pura,<br />
su implacable luz<br />
cenital.<br />
<strong>México</strong>, D. F., febrero <strong>de</strong> 1991
•<br />
..--a nasa za:<br />
De Ulises al soldado suizo<br />
En un reciente volumen <strong>de</strong>dicado<br />
a la nostalgia (Nostalgia. Storia di<br />
un sen ti mento) preparado por el<br />
profesor italiano <strong>de</strong> literatura comparada<br />
Antonio Prete, prestigioso<br />
especialista en la obra <strong>de</strong> Leopardi,<br />
se recogen los textos fundacionales<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> esta palabra,<br />
<strong>de</strong> resonancias ya tan familiares en<br />
nuestros días, pero que sería acuñada<br />
por vez primera por un joven<br />
estudiante <strong>de</strong> medicina <strong>de</strong> la<br />
Universidad <strong>de</strong> Basilea, ]ohannes<br />
Hofer, en 1688, en una conjunción<br />
<strong>de</strong> nóstos (regreso) y álgos (dolor).<br />
Durante mucho tiempo se le consi<strong>de</strong>raría<br />
una enfermedad mortal<br />
(Maladie du pays) cuyos afectados<br />
eran sobre todo soldados suizos<br />
que servían en guarniciones extranjeras.<br />
En 1821 , Boisseau, en la<br />
aportación que hace para <strong>de</strong>finir la<br />
voz "nostalgia" en la Enciclopédie<br />
francesa, aparte <strong>de</strong> ofrecer diversas<br />
normas y tipologías para reconocer<br />
a un nostálgico (duermen poco,<br />
buscan la soledad, pier<strong>de</strong>n el apetito,<br />
se les hun<strong>de</strong>n los ojos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
las órbitas) aportaba tambien una<br />
cándida y útil llamada <strong>de</strong> atención<br />
para los sufridos forenses <strong>de</strong> la<br />
época: cómo reconocer un cadáver<br />
nostálgico. "Cuando se abren los<br />
cadáveres -puntualiza- a veces<br />
no se encuentran huellas <strong>de</strong> la<br />
enfermedad, pero esto pasa muy<br />
raramente. En general la meninge<br />
se ha vuelto opaca, roja, espesa,<br />
bajo la porción que recubre la parte<br />
anterior <strong>de</strong> los hemisferios cerebrales.<br />
A menudo se encuentra únicamente<br />
esta lesión, pero casi nunca<br />
es reconocida".<br />
Sólo hacia la segunda mitad <strong>de</strong>l<br />
siglo XIX la nostalgia se <strong>de</strong>svincula<br />
<strong>de</strong>l dramatismo científico y <strong>de</strong>l<br />
recinto exclusivamente clínico para<br />
entrar en el léxico común <strong>de</strong> los<br />
sentimientos, <strong>de</strong> las pasiones. En la<br />
Europa <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sterrados, emigrantes<br />
y extranjeros se convierte<br />
en una condición muy difundida.<br />
La misma que llevaría hoy <strong>de</strong> Sur a<br />
Norte a miles <strong>de</strong> apátridas con todo<br />
su bagaje ingrávido y secreto <strong>de</strong><br />
vida, tierra, rostros, ritos, lengua y<br />
costumbres abandonadas. Vladimir<br />
]ankélévitch, el filósofo francés <strong>de</strong><br />
origen ruso, autor <strong>de</strong> La ironía,<br />
<strong>de</strong>saparecido en 1985, <strong>de</strong>cía que<br />
"el hombre, como una planta, a<br />
veces <strong>de</strong>cae, se mustia, al ser trasplantado<br />
a condiciones climáticas<br />
en que la especie no pue<strong>de</strong> adaptarse;<br />
el hombre, cuando se le hace<br />
cambiar <strong>de</strong> lugar o país, sufre la<br />
experiencia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sgarro cruel".<br />
Pero el hombre sí tiene conciencia<br />
<strong>de</strong> esa langui<strong>de</strong>z y <strong>de</strong> ese conjunto<br />
ambivalente formado por un mal y,<br />
al mismo tiempo, su remediO; en él<br />
ha reconocido a la nostalgia. La<br />
valoración <strong>de</strong> la tierra natal asume<br />
un sentido apasionado en el siglo<br />
XIX, antes <strong>de</strong> la primera generación<br />
romántica: justo en el momento en<br />
que los principios <strong>de</strong> nacionalida<strong>de</strong>s<br />
y las formas mo<strong>de</strong>rnas <strong>de</strong><br />
patriotismo alcanzan en Europa<br />
conciencia <strong>de</strong> sí mismos. Entonces<br />
se producen las primeras generaciones<br />
<strong>de</strong> exiliados y perseguidos,<br />
<strong>de</strong> emigrados y proscritos, que<br />
comienzan a <strong>de</strong>sperdigarse por el<br />
nuevo y viejo mundo.<br />
Como dice Prete, en esas correspon<strong>de</strong>ncias<br />
que se producen entre<br />
sonidos, ecos e imágenes evocadas,<br />
la lejanía no atenúa ni por ello<br />
vuelve opaco a lo físico -la visibilidad<br />
interior- <strong>de</strong> las personas, <strong>de</strong>l<br />
paisaje, <strong>de</strong> los objetos, al contrario,<br />
se acrecienta su aura y "hace implacable<br />
la distancia". A esto, Freud<br />
lo incluiría en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo "perturbador":<br />
"Ese turbado rememorar<br />
-continúa Prete- se instalará por<br />
fin en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l sentir, en la<br />
trama <strong>de</strong> las pasiones, que la literatura,<br />
no sólo la romántica, elegirá<br />
como propio campo <strong>de</strong> observación<br />
y ejercicio." Campo <strong>de</strong> observación<br />
que con Bau<strong>de</strong>laire y su<br />
spleen hallará uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />
pilares mo<strong>de</strong>rnos ("melancólico<br />
mo<strong>de</strong>rno", lo llamaba Benjamin),<br />
aunque aquí ya muy cerca <strong>de</strong> la<br />
melancolía ("nostalgie d 'un pays<br />
qu 'on ignore"), muy cerca <strong>de</strong> la<br />
experiencia <strong>de</strong>l vacío, <strong>de</strong> la añoranza<br />
<strong>de</strong> lo <strong>de</strong>sconocido y <strong>de</strong> la suspensión<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo que sufren los<br />
melancólicos. Por el contrario, la<br />
nostalgia tiene una cura concreta y<br />
se conoce en cada caso, aunque,<br />
como <strong>de</strong>cía Kant, no es aconsejable<br />
el regreso. La terapia <strong>de</strong>l regreso a<br />
ltaca produce una mezcla <strong>de</strong> <strong>de</strong>silusión<br />
y curación, "porque volviendo<br />
al país la persona se da cuenta<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
22<br />
• •<br />
1S orza<br />
<strong>de</strong> que no sólo el lugar ha cambiado,<br />
sino que el tiempo <strong>de</strong> la juventud<br />
allí transcurrido ha acabado<br />
para siempre". En <strong>de</strong>finitiva, se<br />
sufre la experiencia vital y humana<br />
<strong>de</strong> la "mutación" <strong>de</strong>l objeto, <strong>de</strong> la<br />
repetición imposible. En ese horizonte<br />
repetitivo <strong>de</strong>l recuerdo, en<br />
ese juego <strong>de</strong> reflejos y repercusiones,<br />
el sueño siempre es la perfección<br />
<strong>de</strong> lo soñado, sin medias tintas<br />
posibles; es la felicidad pendiente,<br />
con toda su pesada carga <strong>de</strong> promesas<br />
y esperanzas no realizadas,<br />
mientras que abajo, en la carcomida<br />
realidad para-lo-mismo-<strong>de</strong>-lamisma-forma.<br />
Y aña<strong>de</strong> iluminadamente<br />
]ankélévitch: "La nostalgia<br />
tiene por objeto la miseria <strong>de</strong> lo<br />
irreversible". Es <strong>de</strong>cir, lo que apuramos<br />
morbosamente, mentalmente y<br />
con <strong>de</strong>lectación no son más que las<br />
cenizas <strong>de</strong> lo que fue, los espectros<br />
<strong>de</strong>l nunca más.<br />
Cada sociedad establece sus propios<br />
ciclos, sus propias claves, su<br />
propia rotación <strong>de</strong>l día y <strong>de</strong> la<br />
noche, su propio uso <strong>de</strong> esta rotación<br />
que se lleva a cuestas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
levantarse al acostarse, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo trabajado<br />
a lo disfrutado; mutaciones<br />
que conforman una verda<strong>de</strong>ra historia<br />
"i<strong>de</strong>ológica" <strong>de</strong> la vida cotidiana<br />
y que, cómo no, también alu<strong>de</strong>n<br />
a los diferentes modos <strong>de</strong> asumir la<br />
restauración <strong>de</strong>l paraíso perdido:<br />
paraísos, sagrados o profanos que,<br />
según lean Starobinski, acogen tantos<br />
placeres imaginarios, tantas nostalgias<br />
diríamos, como socieda<strong>de</strong>s<br />
hay para soñarlas. Es <strong>de</strong>cir, estaríamos<br />
frente a la nostalgia en rotación,<br />
según cada época. Y en eso,<br />
sería como la mp.moria genética <strong>de</strong><br />
las especies, el primero en sufrirla<br />
-y hablarla- la traspasará a los<br />
<strong>de</strong>más. La Rochefoucauld <strong>de</strong>cía que<br />
"habría personas que no se habrían<br />
enamorado nunca si no hubieran<br />
oído hablar <strong>de</strong>l amor". Los clichés<br />
lingüísticos <strong>de</strong> cada etapa, incluso<br />
los más pobres, están alimentando<br />
a cada momento la sed <strong>de</strong> sentir,<br />
<strong>de</strong> amar y <strong>de</strong> expresarse <strong>de</strong> millones<br />
<strong>de</strong> seres que así creen por fm<br />
haber encontrado el cauce exacto<br />
que los <strong>de</strong>fine. En ese sentido, el<br />
primer griego o turco que sintió<br />
añoranza por sus comidas sería el<br />
i<strong>de</strong>ólogo histórico que promovería<br />
anímicamente las bases sentimenta-
1<br />
lse<br />
•<br />
10 e un senti<br />
les para el posterior <strong>de</strong>spliegue<br />
comercial, materializado ya en el<br />
futuro en forma <strong>de</strong> rutinarias ca<strong>de</strong>nas<br />
<strong>de</strong> restaurantes exóticos, por<br />
todo lo largo y ancho <strong>de</strong> la ciudad<br />
<strong>de</strong> Nueva York.<br />
Asociaciones, angustia, ennui<br />
Al contrario que la melancolía, que<br />
la angustia, que el ennui, la nostalgia<br />
tiene unas raíces, como hemos<br />
dicho, muy precisas. Ese vago<br />
malestar, ese "no sé qué" incierto,<br />
causa <strong>de</strong>sapetencias y rechazos en<br />
el mundo <strong>de</strong> la realidad presente,<br />
en estos casos sí se sabe o se intuye<br />
con más o menos claridad: al<br />
menos, su dolor no queda mucho<br />
tiempo sin ser reconocido. Para<br />
curarse basta con volver a su casa.<br />
Para Ulises, el primer nostálgico<br />
literario, hijo a su vez <strong>de</strong> un tronco<br />
común <strong>de</strong> Gran Nostalgia, a la que<br />
Dios con<strong>de</strong>nó a la primera pareja<br />
humana, tras la expulsión <strong>de</strong>l<br />
Paraíso, para Ulises el nombre <strong>de</strong><br />
su remedio y curación es Haca.<br />
Después <strong>de</strong> esa expulsión, ya siempre<br />
exiliado en su propia tierra, ya<br />
siempre insatisfecho, el hombre<br />
sentirá y arrastrará la nostalgia<br />
como sentimiento <strong>de</strong> la ausencia.<br />
Tendrá que recurrir a la "imitación"<br />
para intentar vivir en una copia <strong>de</strong>l<br />
Paraíso perdido y siempre añorado.<br />
En Trois fu reurs, Starobinski<br />
hablará <strong>de</strong> la asombrosa capacidad<br />
<strong>de</strong> pintores como Füssli para "suscitar<br />
la reminiscencia inseparable <strong>de</strong><br />
toda imitación", produciendo con<br />
su precisión gráfica el sentimiento<br />
en el que observa <strong>de</strong>l déja revé,<br />
déja vu onírico: "Objetos, figuras,<br />
lugares son trazados y cercados<br />
según el sistema <strong>de</strong> relaciones insólitas<br />
con el que nos parece hecho<br />
el tapiz <strong>de</strong> nuestros sueños. Nos reencontramos<br />
a través <strong>de</strong>l sentimiento<br />
<strong>de</strong> lo soñado". Sólo la imitación<br />
<strong>de</strong> una cosa, <strong>de</strong> un sabor, <strong>de</strong> un<br />
color nos recuerda y nos transporta<br />
a la verda<strong>de</strong>ra cosa, sabor o color<br />
por el que sentimos la ausencia,<br />
aunque al mismo tiempo nos<br />
neguemos a sustituirla, incluso aunque<br />
odiemos aquella buena imitación<br />
por <strong>de</strong>masiado parecida y por<br />
tramposa. En esta contradicción y<br />
en ese dolor se enclavará siempre<br />
el circuito cerrado <strong>de</strong> la nostalgia;<br />
en esa "repetición <strong>de</strong> la imagen<br />
antigua", como lo llamaba<br />
Leopardi, se tendrá que vivir <strong>de</strong> la<br />
conciencia <strong>de</strong> cancelación y se tendrá,<br />
por fin, que abrir las puertas<br />
<strong>de</strong> par en par a lo imaginario.<br />
Hablando <strong>de</strong> leyes asociacionistas,<br />
Steiner citaba lo que Coleridge<br />
llamó "átomos enlazados". Estos<br />
átomos sugieren un enlace químico<br />
involuntario, inadvertido al principio,<br />
entre la asociación mental, la<br />
similitud y el recuerdo. Los alquimistas,<br />
hablando a su vez <strong>de</strong> esos<br />
polos afines <strong>de</strong> recepción y estímulo,<br />
refiriéndose a alianzas elementales,<br />
las llamaban "simpatías". Es el<br />
choque <strong>de</strong> la correspon<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>l<br />
re-conocimiento, <strong>de</strong> la asociación<br />
inconsciente que se da al leer un<br />
pasaje ajeno; el choque que algunos<br />
personajes <strong>de</strong>l novelista Patrick<br />
Modiano sienten y por el que se<br />
ven inopinadamente atados a vidas<br />
ajenas, a sucesos y fotos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocidos.<br />
Un déja vu, un déja entendu,<br />
pero, sobre todo, un fantasmagórico,<br />
inexpresable, ya-vivido.<br />
Según Benjamin en Origen <strong>de</strong>l<br />
drama barroco, la alegoría, potentemente<br />
utilizada por el barroco, y<br />
en particular por el Trauerspiel, por<br />
el juego <strong>de</strong> duelo, es lo que sintetiza<br />
mejor la tensión melancólica: "La<br />
tristeza (Trauer) es la disposición<br />
<strong>de</strong> espíritu en la cual el sentimiento<br />
otorga una vida nueva, como una<br />
máscara al mundo <strong>de</strong>sierto, a fin <strong>de</strong><br />
gozar con su vista <strong>de</strong> un placer<br />
misterioso. Todo sentimiento está<br />
ligado a un objeto a priori y su<br />
fenomenología es la presentación<br />
<strong>de</strong> ese objeto". Sería el momento,<br />
como dice Julia Kristeva en Soleil<br />
Noir. Dépression et mélancolie, en<br />
que "una sutil alquimia <strong>de</strong> signos"<br />
se imponga, para ser vivida como<br />
una auténtica metamoifosís psíquica.<br />
Los poetas, los héroes· románticos<br />
siempre son unos "<strong>de</strong>sheredados",<br />
unos beaux ténébreux, como<br />
el "<strong>de</strong>sdichado" <strong>de</strong>l poema <strong>de</strong><br />
Nerval. Sufren la "privación" <strong>de</strong> una<br />
cosa o entidad perdida. Vuelve a<br />
<strong>de</strong>cir Kristeva: .Si el melancólico no<br />
cesa <strong>de</strong> ejercer un dominio tan<br />
amoroso como lleno <strong>de</strong> odio sobre<br />
esa Cosa, el poeta encuentra el<br />
medio enigmático <strong>de</strong> estar a la vez<br />
bajo su <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y ... fuera.<br />
Desheredado, privado <strong>de</strong> ese paraí-<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
23<br />
Karl Kraus<br />
iento<br />
so perdido, es un <strong>de</strong>sdichado; sin<br />
embargo, la escritura es el extraño<br />
medio <strong>de</strong> dominar ese infortunio,<br />
instalando en el mismo lugar un<br />
"yo" que domina sobre los dos<br />
aspectos <strong>de</strong> la privación: las tinieblas<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sdichado tanto como el<br />
añorado 'beso <strong>de</strong> la reina'." En la<br />
fuente <strong>de</strong> esa doble privación, la<br />
negra oscuridad presente y la dulce<br />
claridad ausente, se halla el triunfo<br />
<strong>de</strong> la recreación, el exorcismo necesario<br />
para los <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> la<br />
adaptación.<br />
Una adaptación, coqueta mente<br />
inadaptada, que halla su sublimación<br />
y su cielo <strong>de</strong> locuacidad en<br />
<strong>de</strong>terminadas épocas. Que gracias a<br />
autoflagelaciones e hipocondrias la<br />
verborrea intelectual eleva a los<br />
más insignes altares <strong>de</strong> su teatro<br />
emotivo. Lichtenberg, el gran flagelador<br />
y el gran irónico, antes <strong>de</strong><br />
Kraus, <strong>de</strong>cía en uno <strong>de</strong> sus aforismos:<br />
"Mi hipocondria es ciertamente<br />
la capacidad <strong>de</strong> extraer en<br />
cualquier suceso <strong>de</strong> la vida, sea<br />
cual sea, la mayor cantidad <strong>de</strong><br />
veneno en beneficio propio."<br />
Porque no hay que olvidar ese<br />
importante lado <strong>de</strong> prestigio, <strong>de</strong><br />
elevación <strong>de</strong> los melancólicos a la<br />
categoría <strong>de</strong> héroes y víctimas en<br />
períodos <strong>de</strong> gran exhibición <strong>de</strong>l yo,<br />
como el romántico, en el que el<br />
artista adquiriría relevancia y seriedad<br />
intelectual a través <strong>de</strong> la con-
formación enfermiza al uso, como<br />
muy bien explicaban Klibansky,<br />
Panofsky y Saxl en su monumental<br />
Saturno y la melancolía. También<br />
lo <strong>de</strong>cía Stendhal: "El placer no<br />
produce ni la mitad <strong>de</strong> impresión<br />
que el dolor". Y lo que es peor, la<br />
felicidad , en sus breves momentos,<br />
anula el·discernimiento, necesita <strong>de</strong><br />
la distancia <strong>de</strong> objetos, <strong>de</strong> la ausencia<br />
<strong>de</strong> lo que se anhela, <strong>de</strong> su nostalgia<br />
activa para tener algo más<br />
que "i<strong>de</strong>as comunes", terroríficamente<br />
comunes, como <strong>de</strong>cía este<br />
gran <strong>de</strong>screído que era Stendhal:<br />
"Un alma hecha para las pasiones<br />
siente en primer lugar que esa vida<br />
feliz le aburre y pue<strong>de</strong> ser también<br />
que le dé sólo i<strong>de</strong>as comunes."<br />
Mi centro soy yo<br />
"Es <strong>de</strong> mi tiempo <strong>de</strong> lo que os<br />
quiero hablar, no <strong>de</strong> mi vida", dijo<br />
una vez Thomas Mann en un esbozo<br />
autobiográfico. Ll ega un momento<br />
en que nos damos cuenta<br />
que la nostalgia ya no es una hazaña,<br />
un vértigo individual, un "yo<br />
hice, yo pasé por", sino que está<br />
perfectamente instalada, que es<br />
perfectamente ampliable y ha calado<br />
en otros Vos: Vos que fueron<br />
también a aquel colegio, que vieron<br />
un día <strong>de</strong> refilón a aquella<br />
actriz <strong>de</strong> moda, que leyeron una y<br />
otra vez aquel libro, que se rieron<br />
hasta morir con aquella película,<br />
que pasaron por aquella plaza<br />
antes <strong>de</strong> que se convirtiera en un<br />
aparcamiento, que tomaron café en<br />
algo que ya no es café ni nada que<br />
se le parezca, que amaron y consiguieron<br />
olvidar a tal o cual persona<br />
... Es <strong>de</strong>cir, todos aquellos, esa<br />
pequeña legión familiar, que atravesaron<br />
un mismo tiempo y posiblemente<br />
también unos mismos<br />
espacios y unas mismas costumbres<br />
<strong>de</strong> esos espacios, las mismas que<br />
nos ayudan a recordar acompañados,<br />
aunque al fin "cada uno está<br />
solo en el centro <strong>de</strong> la tierra", como<br />
<strong>de</strong>cía el poema <strong>de</strong> Quasimodo, y al<br />
fin también es verdad que la propia<br />
vida es un vacío incierto, engañosame<br />
nte amueblado <strong>de</strong> imprecisiones,<br />
engañosamente pletórico <strong>de</strong><br />
inci<strong>de</strong>ntes y con una fuerte apariencia<br />
<strong>de</strong> estar rebosante <strong>de</strong> objetos<br />
y cosas que nos hacen "reconocibles"<br />
.<br />
Ese gran cronista <strong>de</strong> nuestros<br />
días, el italiano Alberto Arbasino,<br />
llama a este ti e mpo nuestro, e l<br />
tiempo <strong>de</strong> la Gran Nostalgia. Ya no<br />
es nostalgia <strong>de</strong> los viejos por cincue<br />
nta años atrás, la <strong>de</strong> nuestros<br />
padres por el mundo <strong>de</strong> sus<br />
padres, sino que la juventud <strong>de</strong> los<br />
años <strong>de</strong> las revoluciones juveniles<br />
<strong>de</strong> este siglo es más juventud y por<br />
lo tanto parece envejecer antes, a<br />
cada instante. Se añora lo <strong>de</strong> hace<br />
Georges Perec<br />
una década y los más adolescentes<br />
lo <strong>de</strong>l año anterior. ¡Ah, aquel 1968!<br />
Pero hay que tener en cuenta que<br />
en 1969 ya se había acabado.<br />
En esta época <strong>de</strong> mini-exhumaciones<br />
<strong>de</strong> recuerdos, <strong>de</strong> minimalismos<br />
elegíacos, hubo un autor que<br />
llegó y bombar<strong>de</strong>ó como nunca<br />
nadie se había atrevido a bombar<strong>de</strong>ar<br />
a otros con tanta <strong>de</strong>svergüenza<br />
memorial. Nuestro gran <strong>de</strong>sente<br />
rrador <strong>de</strong> migajas geniales se<br />
llamó Georges Perec y <strong>de</strong>scargó <strong>de</strong><br />
toda solemnidad histórica a nuestros<br />
sagrados recuerdos: con absoluta<br />
irreverencia y con sumaria,<br />
muy sumaria, precisión. Eran los<br />
recuerdos "<strong>de</strong> verano", <strong>de</strong> hit, <strong>de</strong><br />
pura y frenética temporada. La lista,<br />
claro, sería eterna: 'Je me souviens<br />
que Burt Lancaster était acrobate, je<br />
me souviens <strong>de</strong> Biafra, je me souviens<br />
<strong>de</strong> Youri Gagarin, je me souviens<br />
que Maurice Ravel était tres<br />
fier <strong>de</strong> son 'Boléro', je me souviens<br />
<strong>de</strong>s Scoubidous (. . .) je me souviens<br />
(ti suivreJ".<br />
Se supone que en esta nueva sed<br />
<strong>de</strong>voradora, en esta bulimia (como<br />
la llama Lipovetsky) y en esta gordura<br />
diabólica (como la llama<br />
Susan Sontag) que quiere continuamente<br />
embarazarse <strong>de</strong> vacío con el<br />
disfraz <strong>de</strong> las cosas más dispares y<br />
esquizofrénicas (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> películas <strong>de</strong><br />
gremlins y Harrison Ford a óperas<br />
<strong>de</strong> Wagner y Lully, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Velázquez<br />
en un día a Leonardo en la<br />
mitad) la nostalgia residual en ese<br />
vació siempre por rellenar, la nostalgia<br />
y <strong>de</strong>spojos sedimentales que<br />
quedarán <strong>de</strong> ese tiempo, <strong>de</strong> esa<br />
cultura patchwork y <strong>de</strong> esas experiencias<br />
serán tan caóticos y superficiales<br />
, tan en<strong>de</strong>bles y huecos<br />
como lo fueron en su día las vías<br />
<strong>de</strong> introducción e instalación <strong>de</strong> los<br />
estímulos e imágenes.<br />
Porque, en lo que Michel Serres<br />
llama "la guarida global" ¿los hom-<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> Mh.,co<br />
24<br />
bres ocupan el centro <strong>de</strong> ese sistema<br />
caótico <strong>de</strong> cosas que giran en<br />
torno a nosotros, ombligo <strong>de</strong>l<br />
Universo, o es al revés, nosotros,<br />
giramos en la periferia <strong>de</strong> las cosas,<br />
"como simples parásitos"? ¿Qué ejerce<br />
e irradia más fuerza: nosotros<br />
que <strong>de</strong>seamos esas cosas, que <strong>de</strong>seamos<br />
atraparlas, o la fuerza magnética<br />
<strong>de</strong>l mundo que nunca <strong>de</strong>ja que<br />
nos alejemos <strong>de</strong>masiado sin sentir<br />
la punzada sojuzgante <strong>de</strong>l dolor? En<br />
su magnífica obra El contrato natural<br />
Serres recuerda la formación <strong>de</strong><br />
esa amorosa sujeción, <strong>de</strong> esa extraña<br />
pareja: "La Tierra existió sin<br />
nuestros inimaginables antepasados,<br />
en la actualidad podría existir perfectamente<br />
sin nosotros, y existirá<br />
mañana o más tar<strong>de</strong> aún sin ninguno<br />
<strong>de</strong> nuestros posibles <strong>de</strong>scendientes,<br />
mientras que nosotros no<br />
po<strong>de</strong>mos existir sin ella".<br />
No po<strong>de</strong>mos existir, en efecto,<br />
sin esa Tierra que nos recuerda<br />
constantemente que hemos pasado<br />
por ella y aunque, como sabemos,<br />
la realidad, su realidad no exista,<br />
algún día parecimos estar muy<br />
estrecha y concretamente en contacto<br />
con sus migajas: "Hacia finales<br />
<strong>de</strong> 1949 adoré y acaricié y maculé<br />
con mis besos y mis lágrimas <strong>de</strong> tritón<br />
un par <strong>de</strong> zapatos <strong>de</strong> goma,<br />
una camisa <strong>de</strong> muchacho, unos viejos<br />
blue jeans usados por ella y<br />
encontrados en la maleta <strong>de</strong>l automóvil,<br />
una gorra arrugada con la<br />
insignia <strong>de</strong> la escuela y otros tesoros<br />
igualmente fútiles. Después,<br />
cuando comprendí que perdía la<br />
cordura, reuní esos objetos surtidos,<br />
les agregué lo que había<br />
amontonado en Beardsley (un<br />
cajón <strong>de</strong> libros, su bicicleta, chaquetas<br />
raídas, zapatos para la lluvia)<br />
y el día <strong>de</strong> su quincuagésimo<br />
cumpleaños lo envié todo como<br />
regalo anónimo a un asilo para<br />
huérfanos situado junto a un lago<br />
Vlodimir Nobokov
•<br />
ventoso, en la frontera canadiense."<br />
¿Quién no reconoce en estas <strong>de</strong>sesperadas<br />
líneas al <strong>de</strong>mente enamorado<br />
H. H. <strong>de</strong> Nabokov y el rastro<br />
<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado que <strong>de</strong>jó en su vida<br />
"yen su coche" esa aprendiz <strong>de</strong><br />
starlette, la tierna Lo Haze? Incluso<br />
para un intelectual como H. H. esa<br />
anárquica explosión <strong>de</strong> atributos se<br />
convierte en explosión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad.<br />
Es el H.H. que suspira (" Que<br />
c'était lOin, tout celd') y se somete<br />
a tanto rastro, poco micénico, sí,<br />
pero aún vivo, palpitante. Valéry<br />
<strong>de</strong>cía en su Monsieur Teste:<br />
"Sométete por entero a tu mejor<br />
momento, a tu más gran<strong>de</strong> recuerdo.<br />
Es él a lo que hay que reconocer<br />
como rey <strong>de</strong>l tiempo."<br />
Pasado, pesar<br />
Georges Poulet, el gran clásico <strong>de</strong><br />
la crítica francesa, maestro a su vez<br />
<strong>de</strong> Starobinski, explicaba en Les<br />
métamorphoses du cercle cómo el<br />
amor (se supone que el amor en su<br />
punto culminante, o en su único<br />
punto y centro posible) elimina<br />
radicalmente la angustia <strong>de</strong>l tiempo<br />
y <strong>de</strong> la finitud, y por tanto también<br />
la nostalgia <strong>de</strong> lo infinito. Cada uno<br />
pue<strong>de</strong> sacar <strong>de</strong> sí mismo, en esos<br />
momentos <strong>de</strong> suspensión y tregua<br />
<strong>de</strong> la vida, toda "una eternidad y<br />
una inmensidad interna". El amor<br />
entonces se convierte en perfecto<br />
ejemplo <strong>de</strong> "una extraordinaria<br />
extensión espacial y temporal" que<br />
construye y confiere una verda<strong>de</strong>ra<br />
realidad psicológica, más allá <strong>de</strong><br />
toda dimensión y duración. Poulet<br />
cita para esto un <strong>de</strong>notativo fragmento<br />
<strong>de</strong> una opera magna <strong>de</strong>l<br />
romanticismo, el Adolphe <strong>de</strong> Constant:<br />
"El amor reemplaza los largos<br />
recuerdos por una especie <strong>de</strong><br />
magia. El resto <strong>de</strong> los afectos tienen<br />
necesidad <strong>de</strong> pasado. El amor crea,<br />
como por encanto, un pasado con<br />
el que nos ro<strong>de</strong>a. Nos da por así<br />
<strong>de</strong>cirlo, la conciencia <strong>de</strong> haber vivido<br />
durante años con un ser que no<br />
hace mucho nos era casi extranjero.<br />
El amor no es más que un punto<br />
luminoso, y no obstante parece<br />
apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l tiempo." Aquí, tras<br />
esta dominación y eliminación <strong>de</strong>l<br />
tiempo a través <strong>de</strong>l amor, el cual,<br />
como es sabido, ignora el pasado,<br />
apenas resi<strong>de</strong> en el presente y vive<br />
y se alimenta <strong>de</strong> futuro , cabría<br />
hacerse una pregunta: ¿El simple<br />
recordar es, <strong>de</strong> por sí, intrínsecamente<br />
nostalgia? ¿O es la intensidad,<br />
"los largos recuerdos", como<br />
dice Constant, el principio <strong>de</strong> la<br />
enfermedad?<br />
Distinta <strong>de</strong>l spleen, <strong>de</strong> "esa fuerza<br />
<strong>de</strong>sgraciada", distinta <strong>de</strong> la atonía,<br />
la nostalgia, parte divisible <strong>de</strong> lo<br />
melancólico, <strong>de</strong> lo otoñal, <strong>de</strong> lo<br />
crepuscular, <strong>de</strong> lo voluptuosamente<br />
doloroso, ofrece también su ración<br />
<strong>de</strong> exceso <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su principio<br />
<strong>de</strong> eclipse y <strong>de</strong>sierto. Rousseau<br />
<strong>de</strong>sarrolló esa "paradoja" <strong>de</strong> la<br />
melancolía expansiva: el espacio<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo que se cruza entre la realidad<br />
(en la sensación) y la imaginación<br />
(en el sueño) <strong>de</strong> un ser <strong>de</strong><br />
exceso y a la vez <strong>de</strong> ausencia que<br />
no pue<strong>de</strong> ser colmado jamás. Lo<br />
<strong>de</strong>finía muy bien el René <strong>de</strong><br />
Chateaubriand: "aplastado por la<br />
sobreabundancia <strong>de</strong> vida".<br />
La amalgama, el cofre<br />
Con Joyce aparece el fango <strong>de</strong> la<br />
nostalgia, la amalgama <strong>de</strong> <strong>de</strong>sperdicios,<br />
el recuerdo-garbage, el <strong>de</strong>secho<br />
mental, el fleco anímico, el feto<br />
residual, el vértigo-vómito-vorágine-naúsea<br />
<strong>de</strong>trítico. Lo que se<br />
recuerda ni nos exalta ni nos eleva,<br />
nos asimila. A un todo hecho <strong>de</strong><br />
fosforescencias mínimas, <strong>de</strong> asaltos<br />
<strong>de</strong>scabalgados, sin sintonía, <strong>de</strong> caídas,<br />
polvo y abyección que corroen<br />
las cosas disolviéndolas y haciéndoles<br />
per<strong>de</strong>r cada vez más i<strong>de</strong>ntidad:<br />
ya no son cosas, entes antaño casi<br />
nobles y expresables, sentimientos<br />
<strong>de</strong> una pieza, son simples retazos,<br />
caos <strong>de</strong> un mundo en continua formación<br />
y en continua disolución.<br />
En ese no-espacio se entrecruzan<br />
los pensamientos, en forma <strong>de</strong><br />
horrorosa y execrable nostalgia, se<br />
superponen, fluctúan. Hoffmansthal<br />
llamó en su día a esta vorágine<br />
"i<strong>de</strong>alismo neurótico": "El rápido<br />
hastío <strong>de</strong> las cosas, su langui<strong>de</strong>z, la<br />
pérdida <strong>de</strong> su esplendor, el goce <strong>de</strong><br />
los colores y la nostalgia <strong>de</strong> los<br />
colores." ¿Cómo mejor expresar el<br />
fenómeno neurótico <strong>de</strong> la moda en<br />
cualquier época? Una moda, un<br />
sello mínimo e instantáneo <strong>de</strong> reconocimiento<br />
<strong>de</strong> por sí marca todo un<br />
largo pero fulgurante recorrido que<br />
va <strong>de</strong>l estímulo a la sensación. En la<br />
apoteosis y polifonía joyceana no se<br />
distinguen unos naipes sucios <strong>de</strong><br />
unas alhajas caídas en el fango;<br />
recuerdos <strong>de</strong> cultura antigua y <strong>de</strong><br />
mitos son arrastrados en el aluvión<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sechos junto con anuncios<br />
comerciales, fruslerías, quidproquos,<br />
noticias periodísticas o melodías<br />
<strong>de</strong> moda. Esa melodía <strong>de</strong> moda,<br />
esa marca <strong>de</strong> coche, a la que Perec,<br />
el gran nivelador <strong>de</strong> cachivaches,<br />
trastos, sobras y bártulos caducos,<br />
fugaces y sumamente efímeros <strong>de</strong><br />
nuestro ayer que es un casi presente,<br />
o <strong>de</strong> nuestro presente que es un<br />
casi ayer, ese gran nivelador nos los<br />
rescataba una y otra vez <strong>de</strong> su cofre<br />
<strong>de</strong> prestidigitador, y con ellos salpicaba<br />
y chispeaba levemente nuestros<br />
propios archivos guardados<br />
como por <strong>de</strong>scuido en cada una <strong>de</strong><br />
nuestras domésticas <strong>de</strong>spensas.<br />
Proust, por su lado, hace <strong>de</strong> la<br />
nostalgia una realidad y verdad<br />
novelesca, una razón literaria. Por<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
25<br />
Gregor van Rezzori<br />
medio <strong>de</strong> ella fija el tiempo pasado<br />
y perdido que asociaciones afectivas<br />
(adoquines <strong>de</strong>siguales, servilletas<br />
almidonadas) le restituyen a<br />
veces, aportándole una impresión<br />
<strong>de</strong> felicidad que nunca le procura el<br />
presente ni la memoria voluntaria.<br />
Barthes <strong>de</strong>cía que toda obra pue<strong>de</strong><br />
proce<strong>de</strong>r según dos movimientos:<br />
la línea recta (la perseverancia, el<br />
crecimiento, la insistencia <strong>de</strong> una<br />
i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong> una posición, <strong>de</strong> un gusto,<br />
<strong>de</strong> una imagen) y el zig-zag (el<br />
contra pié , la contramarcha, la contrariedad,<br />
la energía reactiva, la<br />
<strong>de</strong>generación, el regreso <strong>de</strong> un ir, el<br />
movimiento en Z, la letra <strong>de</strong>l <strong>de</strong>svío).<br />
En este sentido, las oleadas,<br />
los vahídos, embestidas, oscilaciones,<br />
vaivenes que asaltan la fortaleza,<br />
la caja registradora, el arcón <strong>de</strong><br />
percusiones <strong>de</strong> nuestra memoria y<br />
<strong>de</strong> las ruinas <strong>de</strong> nuestros pobres<br />
edificios, se codificarían únicamente<br />
como eso: como una Z barthiana,<br />
nunca como una I balzaquiana.<br />
En los últimos austro-húngaros<br />
(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> van Rezzori a Roth o Lernet<br />
Holenia), en sus exhumadores <strong>de</strong><br />
lujo (Claudia Magris y su magnífico<br />
gran fresco nostálgico El Danubio)<br />
pesará la suave sombra <strong>de</strong> duelo<br />
por el antiguo mundo perdido. Un<br />
inolvidable tapiz <strong>de</strong> la agonía <strong>de</strong><br />
una civilización, <strong>de</strong> la monarquía<br />
bicéfala, una "balada sobre e l<br />
Doble Reino ya fenecido" la construía<br />
<strong>de</strong> forma emocionante el polaco<br />
Kusniewicz con El r¡ry <strong>de</strong> las Dos<br />
Sicilias (lo mismo que Roth había<br />
hecho con La marcha Ra<strong>de</strong>tzky). Y<br />
esa <strong>de</strong>spedida <strong>de</strong> un mundo se<br />
explicaba muy bien al final <strong>de</strong> la<br />
trágica historia <strong>de</strong>l oficial Emil R.:<br />
"Así que se podía empezar todo<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. De una forma o<br />
<strong>de</strong> 0tra ... A pesar <strong>de</strong> que muchas<br />
cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace tiempo se han<br />
hecho insignificantes y tal vez<br />
incluso ridículas. Como la moda <strong>de</strong><br />
los sentimientos exaltados, <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>sesperación y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación.<br />
De la exageración. Como las pe-
And rze¡ KuSÍliew icz<br />
lículas mudas sentimentales <strong>de</strong> los<br />
años diez <strong>de</strong> nuestro siglo. O como<br />
los mo<strong>de</strong>los Wiener Mo<strong>de</strong> <strong>de</strong>l año<br />
1900. Como la huella fugaz <strong>de</strong> los<br />
perfumes conservados entre las<br />
páginas <strong>de</strong>l anuario Wiener Illustrierte<br />
<strong>de</strong> 1914, o en una caja<br />
encontrada años más tar<strong>de</strong> y que<br />
contenía, aparte <strong>de</strong> las tarjetas <strong>de</strong><br />
visita <strong>de</strong> personas para nosotros<br />
absolutamente <strong>de</strong>sconocidas y carnets<br />
<strong>de</strong> baile, unas fotos amarillentas.<br />
Y esto es todo."<br />
Historia general, partículas<br />
privadas<br />
Respecto a eso, se pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar,<br />
como dice Magris, la obra <strong>de</strong><br />
Joseph Roth, su emblemática<br />
Marcha Ra<strong>de</strong>tzky como una "narrativa<br />
social": los sucesos históricos<br />
se mezclan con las vivencias psicológicas;<br />
lo íntimo <strong>de</strong> una historia<br />
individual se cuenta junto a la fisonomía<br />
<strong>de</strong>finitoria <strong>de</strong> su tiempo: la<br />
familia Trotta entra en una irreparable<br />
<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, y finaliza cayendo,<br />
al compás <strong>de</strong>l imperio <strong>de</strong> los<br />
Habsburgo. Pero Claudia Magris<br />
diferencia tajantemente el simple<br />
ejercicio, blando y acuarelista, <strong>de</strong><br />
algunos nostálgicos <strong>de</strong> aquel<br />
mosaico cosmopolita con el magistral<br />
dominio <strong>de</strong> Roth: "Aún cuando<br />
<strong>de</strong>rive <strong>de</strong> una nostálgica plena<br />
adhesión al sistema habsbúrgico ,<br />
nunca será una inane exaltación <strong>de</strong>l<br />
pasado perdido, sino un relato que<br />
ha comprendido aquel mundo. Lo<br />
que importa es que Roth ha entendido<br />
la disolución <strong>de</strong> la Mitteleuropa<br />
habsbúrgica y ha escrito, más<br />
que la elegía, la epopeya." Precisamente<br />
este gran germanista, ensayista<br />
y novelista, Claudia Magris,<br />
escribía hace poco sobre la nostalgia,<br />
sobre "esa conciencia <strong>de</strong> exilio<br />
<strong>de</strong> la vida verda<strong>de</strong>ra" , que planea<br />
peligrosamente, amenazando cuidados<br />
y preocupaciones <strong>de</strong>l presente,<br />
y que se da en una gran parte <strong>de</strong> la<br />
literatura mo<strong>de</strong>rna, aunque también<br />
se produzca su fmgimiento, su pose,<br />
su cansancio: "Existe una coquetería<br />
retro, soportable si se cultiva como<br />
un tic pero <strong>de</strong>testable si se ostenta<br />
como un esnobismo. Es la nostalgia<br />
débil, que traviste vanamente <strong>de</strong><br />
fina sensibilidad algunas muy humanas<br />
pero vacuas <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s sentimentales."<br />
Los agujeros negros, los<br />
intersticios <strong>de</strong>l tiempo tendrán que<br />
rellenarse, para ser literatura, por<br />
algo más que momentáneos y<br />
urgentes parches <strong>de</strong> eternidad novelesca.<br />
Así lo expresaba en otra parte<br />
este mismo autor: "Antes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento<br />
o hipótesis <strong>de</strong> los agujeros<br />
negros, las fábulas habían<br />
enseñado en distintas ocasiones que<br />
el tiempo <strong>de</strong> nuestra vida huye más<br />
veloz cuanto menos fuerte y <strong>de</strong>nso<br />
es nuestro centro <strong>de</strong> gravedad espiritual.<br />
Y a la inversa."<br />
Si hay una nostalgia común, <strong>de</strong><br />
época (la citada <strong>de</strong> la Viena <strong>de</strong><br />
Francisco José) también es cierto<br />
que el bombar<strong>de</strong>o y asedio <strong>de</strong><br />
adornos personales a una época,<br />
aunque sea una época <strong>de</strong> "i<strong>de</strong>ntidad"<br />
muy fuerte , es igualmente<br />
insaciable e incompartible. Canetti,<br />
hablando <strong>de</strong> las pequeñas agendas<br />
y diarios llevados anónimamente<br />
por cada cual, que "a nadie le<br />
incumben" y que ayudan a diferenciar,<br />
privadamente, un día <strong>de</strong> otro,<br />
<strong>de</strong>cía que llegan a crear "un calendario<br />
propio" <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la vorágine<br />
y el vació <strong>de</strong> los calendarios generales<br />
y convencionales "que aún<br />
nadie ha llenado". Dentro <strong>de</strong> esa<br />
diferenciación cronológica <strong>de</strong> la<br />
que todos somos acreedores para<br />
fijarnos y para tener acceso a una<br />
ración legítima <strong>de</strong> tiempo y <strong>de</strong><br />
vida, "cada cual --dice Canetti- es<br />
el centro <strong>de</strong>l mundo, nada menos<br />
que cada otro; y el mundo es valioso<br />
sólo porque está lleno <strong>de</strong> esos<br />
centros: no hay nadie que no tenga<br />
<strong>de</strong>recho a una agenda".<br />
La herida <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> la sepa-<br />
. '" ... . '"<br />
raClon es comun qUlza, pero sIem-<br />
.<br />
pre incompartible; si lo síntomas se<br />
comparten, la enfermedad se <strong>de</strong>sarrolla<br />
<strong>de</strong> modo distinto en cada<br />
uno. Un lugar no es sólo un lugar,<br />
sino las palabras y los sucesos que<br />
lo habitan, distintos para cada ojo y<br />
cada oído; un hombre no es sólo<br />
un hombre, con su cuerpo y su<br />
inteligencia pesables y mensurables,<br />
sino que también es los gestos<br />
y las palabras que lo <strong>de</strong>finen, que<br />
construyen su propia y silenciosa<br />
historia <strong>de</strong> lo privado. Aquí se<br />
enclavaría esa "teoría asociacionista<br />
<strong>de</strong> la memoria", responsable,<br />
según Starobinski, <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong><br />
"nexo nostálgico". ¿Qué significado<br />
tienen esas extrañas fotos <strong>de</strong> familias<br />
ajenas, arrinconadas en cualquier<br />
<strong>de</strong>sván que no es el nuestro,<br />
para nosotros, que no somos ni sus<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
26<br />
hijos ni sus nietos? Son sólo fantasmas<br />
vacíos, ilegibles, incorpóreos,<br />
puro polvo <strong>de</strong>scodificado e insensible.<br />
Dino Buzatti <strong>de</strong>cía en una ocasión:<br />
"Entonces se compren<strong>de</strong> que<br />
tantos recuerdos, enterrados en la<br />
sustancia viva <strong>de</strong>l alma, sostenes,<br />
sin embargo, <strong>de</strong> nuestra vida, son<br />
para los otros, sin excepción, tan<br />
sólo fantasmas vacíos, palabras, tan<br />
sólo palabras (. .. ) Les dan igual<br />
nuestras historias, no saben qué<br />
hacer con ese tesoro."<br />
Dentro <strong>de</strong> la gran estirpe literaria,<br />
cada escritor, para po<strong>de</strong>r vivir y<br />
<strong>de</strong>sarrollarse como tal, construye su<br />
propio álbum <strong>de</strong> familia, fija sus<br />
propias instantáneas patronímicas.<br />
En Hotel d 'Alsace et autres <strong>de</strong>ux<br />
adresses, el autor <strong>de</strong> la novela<br />
Rondó, y <strong>de</strong> algunos maravillosos<br />
diarios, Kazimierz Brandys, superpone<br />
su propio "álbum" mirando<br />
una foto <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong> y su Bosie en<br />
una trattoria napolitana: "Mirando<br />
aquellas dos fotos CCharlus ...<br />
Albertine .. .) la asociación con Proust<br />
es automática. Ambas podrían haber<br />
sido sacadas <strong>de</strong> un álbum <strong>de</strong> retratos<br />
proustianos. Muchas veces he<br />
escrito que el barón Charlus nació<br />
<strong>de</strong> una costilla <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong>."<br />
Patrick Modiano, Antonio<br />
Tabucchi.<br />
Des<strong>de</strong> que el escritor francés<br />
Patrick Modiano publicó su primer<br />
libro en 1968, es el autor <strong>de</strong> su<br />
generación -que es también la<br />
generación en curso, la <strong>de</strong> todosque,<br />
posiblemente junto con Peter<br />
Handke, ha logrado construir una<br />
obra más homogénea y constante,<br />
sin por ello tener nada que ver<br />
entre sí. Modiano ha ido ofreciendo<br />
una ya célebre poética <strong>de</strong> la nostalgia,<br />
que adorna en cada libro, retocándola<br />
apenas, con un catálogo<br />
generoso e intenso <strong>de</strong> temas y<br />
motivos: fugas, periferia parisiense,<br />
judíos y época <strong>de</strong> la Ocupación,<br />
hoteles y casas abandonadas, persecuciones<br />
e investigaciones <strong>de</strong><br />
i<strong>de</strong>ntidad, búsquedas <strong>de</strong> progenitores<br />
perdidos, fotos y huellas inciertas<br />
<strong>de</strong> otras épocas, huérfanos y<br />
traiciones múltiples, som- bríos<br />
medios <strong>de</strong> sobrevivencia en tiempos<br />
<strong>de</strong> guerra y posguerra, agendas .<br />
y libros <strong>de</strong> familia ... A todo ello da<br />
rienda suelta en su libro París tendresse,<br />
acompañado, cómo no, <strong>de</strong><br />
fotos <strong>de</strong> Brassal. Es <strong>de</strong>cir, su espacio<br />
favorito, París, junto a su época<br />
o símbolo máximo <strong>de</strong>l enigma<br />
humano, <strong>de</strong>l enigma <strong>de</strong> la existencia<br />
<strong>de</strong> nuestro siglo, que para<br />
Modiano son los años 30-40. Pero<br />
Modiano es algo más que un escritor<br />
con un talento inaudito para la<br />
nostalgia; algo más que un dotadísimo<br />
embalsamador <strong>de</strong> motivos<br />
ornamentales o sentimentales, al
•<br />
dictado <strong>de</strong> la moda <strong>de</strong>l momento,<br />
que en este caso sería la moda <strong>de</strong><br />
las películas en blanco y negro, <strong>de</strong><br />
los Packard y <strong>de</strong> la popular<br />
Mistinguett. La literatura <strong>de</strong> Modiano<br />
ha pasado a conformar una<br />
inconfundible y sólida geografía<br />
elegíaca <strong>de</strong> los lugares, <strong>de</strong> los individuos,<br />
<strong>de</strong> las falsas certezas y <strong>de</strong> la<br />
ligereza trágica que pen<strong>de</strong> sobre<br />
toda afirmación <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad. No<br />
somos nada -nos viene a <strong>de</strong>cirporque<br />
eso mismo lo fueron otros<br />
tantos en el mismo lugar y hasta<br />
que no los encontremos a ellos,<br />
hasta que no toquemos <strong>de</strong> cerca sus<br />
búsquedas y angustias, no lograremos<br />
arreglar las cuentas con nosotros<br />
mismos y con nuestro presente.<br />
Es como si Modiano, que no vivió la<br />
época a la que siempre vuelve -la<br />
<strong>de</strong> la Ocupación en Francia-, o<br />
cualquiera <strong>de</strong> sus erráticos personajes,<br />
sintieran la vergüenza <strong>de</strong> haber<br />
sobrevivido: un <strong>de</strong>do, no se sabe<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> dón<strong>de</strong>, les señala y les advierte<br />
sin cesar que olvidar es matar por<br />
segunda vez. Como <strong>de</strong>cía Canetti en<br />
su magistral y espeluznante Masa y<br />
po<strong>de</strong>r, a la sensación <strong>de</strong> triunfo inicial<br />
que siente el que ha sobrevivido,<br />
le sigue luego la sensación <strong>de</strong><br />
culpabilidad: "El monstruoso hecho<br />
<strong>de</strong> la sobrevivencia", como él lo<br />
llama. Otros han sufrido don<strong>de</strong><br />
nosotros ahora gozamos, han amado<br />
don<strong>de</strong> nosotros ahora <strong>de</strong>sesperamos,<br />
y a la inversa.<br />
El italiano Antonio Tabucchi es,<br />
junto a Modiano, el otro gran escritor<br />
<strong>de</strong> la nostalgia <strong>de</strong> nuestros días.<br />
Las llamadas <strong>de</strong>l pasado, el fenómeno<br />
<strong>de</strong> sobreimpresión <strong>de</strong> otros<br />
seres y otras vidas que un día existieron,<br />
las presencias imborrables<br />
<strong>de</strong> aquello que un día fue y nuevamente<br />
es convocado, aparecen y<br />
<strong>de</strong>saparecen a lo largo <strong>de</strong> sus relatos,<br />
<strong>de</strong> sus "hipocondrias, insomnios,<br />
impaciencias", <strong>de</strong> sus casicuentos,<br />
textos cruzados, coinci<strong>de</strong>ncias<br />
y "astillas a la <strong>de</strong>riva". En<br />
Dama <strong>de</strong> Porto Pim, su libro quizá<br />
más volátil e inclasificable, se hace<br />
una pormenorizada <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l<br />
fantástico jardín <strong>de</strong> las Hespéri<strong>de</strong>s y<br />
<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los dioses que lo habitan:<br />
"El Dios <strong>de</strong> la Añoranza y la<br />
Nostalgia, un niño con cara <strong>de</strong><br />
viejo". Este dios vive en una morada<br />
"pobre como un gemido" y "su<br />
<strong>de</strong>idad se extien<strong>de</strong> a una zona <strong>de</strong>l<br />
espíritu que alberga el remordimiento,<br />
la pena por lo que fue y<br />
que ya no causa más pena sino<br />
sólo la memoria <strong>de</strong> la pena, y la<br />
pena por lo que no fue y habría<br />
podido ser, que es la pena más<br />
lacerante" .<br />
Igualmente, en uno <strong>de</strong> sus más<br />
intensos, aunque breves, relatos,<br />
Los archivos <strong>de</strong> Macao, el protagonista<br />
superpone un recuerdo trágico,<br />
la noticia que un médico le da<br />
<strong>de</strong>l cáncer <strong>de</strong> laringe <strong>de</strong> su padre,<br />
superpone esta fatalidad angustiosa<br />
a otra visión, esta vez radiante y<br />
juvenil, <strong>de</strong>l pasado, <strong>de</strong> su padre<br />
subido a una lambretta, con los<br />
brazos abiertos y la bufanda al viento.<br />
Él va <strong>de</strong>trás, agarrándolo. De<br />
repente la bufanda se resbala "y he<br />
visto que tenías una herida horrenda<br />
que te cruzaba el cuello <strong>de</strong> lado<br />
a lado: es extraño cómo algunas<br />
veces pue<strong>de</strong> ocurrir que superponemos<br />
dos recuerdos en un único<br />
recuerdo, me estaba sucediendo<br />
esto, recordaba tu imagen <strong>de</strong> 1956 y<br />
a la vez, añadía la imagen que <strong>de</strong>spués<br />
me habías <strong>de</strong>jado para siempre,<br />
casi treinta años más tar<strong>de</strong>".<br />
Su último, uno <strong>de</strong> los más bellos<br />
libros <strong>de</strong> toda su producción, publicado<br />
recientemente en su país, en<br />
lengua portuguesa ("Portugal está<br />
escrito en mi equipaje genético"),<br />
lleva por título Requiem. Ahí, pasado<br />
y presente, vivos y muertos, se<br />
mezclan en una cita que el protagonista<br />
<strong>de</strong> esta obra, contada a<br />
modo <strong>de</strong> medio sueño medio realidad,<br />
ha convocado para volver a<br />
recorrer e intentar resolver ciertos<br />
pasajes fundamentales <strong>de</strong> su vida.<br />
El vagabun<strong>de</strong>o, la alucinación se<br />
inicia con una cita pendiente que el<br />
narrador tiene con un escritor <strong>de</strong>saparecido<br />
-quizá Pessoa- que,<br />
como también Erik Satie, le habría<br />
gustado conocer, "pero nuestras<br />
épocas no coincidieron". En un<br />
tórrido julio y en Lisboa, <strong>de</strong>jándose<br />
llevar por el flujo <strong>de</strong>l inconsciente,<br />
el narrador se entrega a un rosario<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>spedidas a <strong>de</strong>stiempo: con<br />
una mujer antaño amada, con su<br />
padre, con un amigo <strong>de</strong>saparecido,<br />
con una antigua casa vivida.<br />
Jugando al billar, este mero<strong>de</strong>ador<br />
<strong>de</strong> sombras notará como una<br />
adve rtencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino: "Era evi<strong>de</strong>nte,<br />
aquella parábola imposible<br />
que tenía que realizar en el billar<br />
era la misma parábola que estaba<br />
cumpliendo al atar<strong>de</strong>cer, aquella<br />
noche, así que hice una apuesta<br />
. . .<br />
conmigo mismo, aunque no propiamente<br />
una apuesta, más bien un<br />
conjuro, un exorcismo, una pe tición<br />
al <strong>de</strong>stino, y pensé: si acierto,<br />
Isabel aparece, si no acierto no la<br />
veré más. "<br />
El viaje, el exilio, la partida<br />
La nostalgia nos empuja a ser unos<br />
huéspe<strong>de</strong>s incómodos y permanentes<br />
<strong>de</strong>l exilio. Siempre provisionales<br />
po rque cuando lleguemos planearemos<br />
inmediatamente la partida y<br />
cuando todo el mundo po r fin se<br />
ente re <strong>de</strong> que <strong>de</strong> nue vo he mos<br />
huido ---e incluso nosotros mismos<br />
te ngamos p o r fin esa certezae<br />
nto nces nos preguntare mos. sin<br />
recorda rl o, p o r qué un d ía nos<br />
habíamos ido. Lo que nos empujó a<br />
Hihlio/"w dI' .\/exico<br />
Anto nio Tobucchi<br />
buscar, a viajar, ese insistente pero<br />
fugaz vahído <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo ya se habrá<br />
apagado y sólo nos quedarán unas<br />
manos vacías y abiertas y el abandono<br />
<strong>de</strong> lo que <strong>de</strong> algún modo<br />
conocíamos y don<strong>de</strong> nos re-conocíamos.<br />
Segalen <strong>de</strong>cía que "a partir<br />
<strong>de</strong>l momento en que se supo que<br />
la Tierra era una esfera el viaje <strong>de</strong>jó<br />
<strong>de</strong> existir, puesto que alejarse <strong>de</strong><br />
un punto <strong>de</strong> esfera ya es comenzar<br />
a ace rcarse a é l". También Ce ndrars<br />
en su Prosa <strong>de</strong>l Transiberiano<br />
sentía esa mezcla <strong>de</strong> loco furor<br />
por la partida e inmediato arrepentimiento<br />
por la ausencia: "Hay gritos<br />
<strong>de</strong> sirena que me <strong>de</strong>strozan el<br />
alma (, .. ) Tengo amigos que me<br />
ro<strong>de</strong>an como parape tos, tienen<br />
miedo <strong>de</strong> que cuando un día me<br />
vaya no vuelva más ( .. ,) Querría no<br />
haber hecho nunca mis viajes."<br />
El novelista Enrique Villa-Matas<br />
lo contaba muy bien en su libro El<br />
viajero más lento, citando "la<br />
angustia excesiva, por cualquier<br />
cosa" <strong>de</strong> Pessoa y su inigualable<br />
poe ma <strong>de</strong>l Chevrolet, que parece<br />
sacado <strong>de</strong> un caso fre udia no <strong>de</strong><br />
Más allá <strong>de</strong>l prinCipio <strong>de</strong>l placer:<br />
"Ese <strong>de</strong>sasosiego y angustia --dice<br />
Vila-Matas- <strong>de</strong> ir <strong>de</strong> noche po r<br />
una carretera <strong>de</strong>sierta, la <strong>de</strong> Lisboa<br />
a Sintra, e ir a pasar la noche a<br />
Sintra p o r n o p o d e r p asarl a e n<br />
Lisboa, pero sabie ndo que cuando<br />
ll egara a Sintra le da ría pe na no<br />
haberse quedado en Lisboa. " Del<br />
mismo modo, el legendario y joven<br />
soñad o r d e l Grand Mal/ll/es d e<br />
Foumie r vivirá con la obsesió n <strong>de</strong><br />
ree ncontrar un pa radisíaco lugar<br />
perdido y un maravilloso rostro allí<br />
e ntrevisto , pero cuando lo ha ll e ,<br />
cuando por fin lo posea. partirá <strong>de</strong><br />
nuevo en busca <strong>de</strong> aventuras pendientes,<br />
<strong>de</strong> huidas inaplazables.
Era el momento preciso para pensar en eso, el<br />
momento a<strong>de</strong>cuado para pensar en eso, y por<br />
<strong>de</strong>más no tenía otra cosa que hacer que pensar<br />
en eso. La sala <strong>de</strong> espera estaba <strong>de</strong>sierta. Era una<br />
habitación <strong>de</strong>snuda, con unas bancas y una mesa<br />
vieja. Pero al menos era caliente. Entró y puso la<br />
pequeña maleta sobre la mesa. Ahora podría pensar<br />
en su historia. ¿Qué escribiría si tuviera que<br />
escribir su historia? Sonrió al espejo que estaba a<br />
un lado <strong>de</strong> un anuncio <strong>de</strong> los ferrocarriles. No<br />
eres vieja, se dijo, todavía no eres vieja. Levantó<br />
un <strong>de</strong>do y se hizo mentalmente un reproche.<br />
Pero ya no eres joven, ya no eres una muchacha.<br />
Sonrió <strong>de</strong> nuevo. Pensó: eres una mujer con una<br />
historia. Pero, ¿cómo era esa historia? Si hubiera<br />
tenido que escribirla, ¿qué hubiera escrito? El problema<br />
era por dón<strong>de</strong> empezar. ¿Dón<strong>de</strong> empieza<br />
una historia? Pensó que las historias no empiezan,<br />
las historias ocurren y no tienen un principio. O<br />
al menos el principio no se ve, no se distingue,<br />
porque estaba ya inscrito en otro principio, en<br />
otra historia, el principio es sólo la continuación<br />
<strong>de</strong> otro principio. Pero al fin y al cabo hay que<br />
empezar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún punto, y ella se dijo que<br />
empezaría con Eduardo. Eduardo era el comienzo<br />
y también el final <strong>de</strong> algo, sin duda. Era el final<br />
<strong>de</strong> la infancia, <strong>de</strong> la ingenuidad, <strong>de</strong> la manera<br />
espantosamente infantil con que ella había vivido<br />
hasta entonces. Eduardo, bello y tenebroso. Bello,<br />
inteligente, dominador, seguro <strong>de</strong> sí mismo, con<br />
la jactancia <strong>de</strong> quien compren<strong>de</strong> a la gente a la<br />
primera mirada y la conciencia <strong>de</strong> la propia inteligencia,<br />
él la había elegido a ella como su asistente.<br />
Eran jóvenes entonces, y a ella le parecía que<br />
ser asistente era una condición normal <strong>de</strong> la existencia,<br />
por eso había aceptado ser la "pequeña<br />
negra" <strong>de</strong> Eduardo e investigar para el libro que<br />
todos esperaban <strong>de</strong> él. Y bien visto, había sido<br />
una experiencia casi hermosa. Vivían entonces en<br />
una pequeña ciudad que cruzaba un río, una ciudad<br />
dulce y tranquila que ella amaba recorrer en<br />
bicicleta por las mañanas, siguiendo los bulevares<br />
arbolados que costeaban el río e internándose<br />
<strong>de</strong>spués en las callejuelas húmedas <strong>de</strong>l centro<br />
medieval. Llegaba a la biblioteca universitaria y<br />
entraba en el patio austero. La biblioteca era un<br />
gran cuarto con gran<strong>de</strong>s ventanas ojivales, conocía<br />
perfectamente al bibliotecario, lo llamaba con<br />
confianza señor Jacobino, era un joven ceremo-<br />
• Giorgio <strong>de</strong> Chirico, Angustia <strong>de</strong> la partida, 191 3-14<br />
•<br />
ANTONIO TABUCCHI<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
29<br />
nioso que vestía una bata negra, estos son los<br />
libros que encargó ayer, señorita, <strong>de</strong>cía el señor<br />
Jacobino, y ella comenzaba a trabajar. Sabía a la<br />
perfección lo que Eduardo necesitaba. Mientras<br />
transcribía, las horas pasaban rápido. En un instante<br />
bajaba el crepúsculo sobre la ciudad y se<br />
prendían las luces. Se levantaba <strong>de</strong> la mesa y se<br />
paraba junto a una ventana. Miraba como ausente<br />
los árboles en las márgenes <strong>de</strong>l río y los tejados<br />
<strong>de</strong>l centro histórico. Tal vez se sentía feliz.<br />
Eduardo la esperaba en la sala, tenía un aire satisfecho,<br />
hoy escribí todo el día, le <strong>de</strong>cía, eres una<br />
muchacha maravillosa, sabes exactamente qué<br />
necesito, el libro está saliendo <strong>de</strong> manera sublime,<br />
me faltan sólo tres capítulos y lo termino. Y<br />
ella sentía helársele el corazón. ¿Qué haría <strong>de</strong>spués?<br />
Su sencilla vida consistía en eso, en buscar<br />
la bibliografía para Eduardo, pasar los días en la<br />
biblioteca, conversar con el señor Jacobino, esa<br />
era su vida <strong>de</strong> pequeña asistente insignificante y<br />
feliz, mientras Eduardo la observaba con mirada<br />
irónica pero tierna, él pasaba el día en los cafés<br />
<strong>de</strong> las márgenes <strong>de</strong>l río, era ahí don<strong>de</strong> escribía su<br />
libro, y en las noches era afable y bromista, porque<br />
él era un experto en bromas, y le hacía alguna<br />
broma inocente, como <strong>de</strong>jarle sobre la mesa<br />
un recado que <strong>de</strong>cía "no regresaré nunca más" o<br />
escon<strong>de</strong>rse en el cuartito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spensa para<br />
<strong>de</strong>spués salir <strong>de</strong> improviso lanzando un grito escalofriante,<br />
¿te gustó la broma?, le preguntaba, y ella<br />
reía sólo para darle gusto. Eduardo quería que no<br />
quedaran dudas <strong>de</strong> que él era un especialista en<br />
bromas, por algo estaba escribiendo un libro sobre<br />
la broma en la literatura barroca: anagramas, criptografías,<br />
polisemias, mnemónicas, paronomasias;<br />
eran su campo <strong>de</strong> investigación. El juego, o mejor<br />
dicho, la jocosidad, tal era el espíritu <strong>de</strong>l libro, y<br />
con él ganaría el puesto en la universidad, sólo<br />
había que esperar un poco <strong>de</strong> tiempo, mientras<br />
tanto el padre <strong>de</strong> Eduardo les pasaba una mensualidad<br />
para ayudarlos, también el padre <strong>de</strong> Eduardo<br />
era una persona jocosa, también a él le gustaban<br />
las bromas, cuando los iba a visitar y se quedaba a<br />
comer no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> inventar alguna bromita y ella<br />
fingía divertirse, por ejemplo escondía la servilleta<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l trasero y <strong>de</strong>cía que el servicio no era<br />
todo lo esmerado que hubiera esperado, ella<br />
seguía la corriente y se mortificaba pidiendo disculpas,<br />
se llevaba una mano a la boca como si se
sonrojara, entonces él, triunfante, sacaba la servilleta<br />
y ella exclamaba: "¡Ay, papá!"<br />
Pero en cuanto a las verda<strong>de</strong>ras bromas,<br />
Eduardo no sabía nada. Fue ella quien le hizo<br />
una <strong>de</strong> las buenas. Bien visto, no sabía cómo<br />
pudo ocurrir. Digamos que había sido un impulso<br />
irresistible. Era un día hermoso <strong>de</strong> primavera,<br />
ella ·recorría los bulevares que bor<strong>de</strong>aban el río<br />
en bicicleta, la naturaleza volvía a <strong>de</strong>spertar, los<br />
cafés estaban llenos <strong>de</strong> gente. De repente sintió<br />
el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ver a Eduardo, <strong>de</strong> caminar con él, <strong>de</strong><br />
pasar la mañana sentados los dos en un hermoso<br />
café al aire libre, hablando <strong>de</strong> cosas sin importancia.<br />
Primero se le ocurrió hablarle por teléfono,<br />
pero le pareció infantil. Entonces resolvió correr<br />
a su casa, pedaleando duro, roja y feliz como una<br />
niña. Subió corriendo las escaleras. Eduardo,<br />
Eduardo, llamó. La casa estaba sola. Dio vueltas<br />
por los cuartos, perpleja, no sabía qué pensar.<br />
Después, sobre el escritorio, encontró el recado.<br />
"Terminé el libro. Estoy exhausto. Fui a casa <strong>de</strong><br />
mi padre. Regreso mañana". Así, con un recado<br />
seco e impersonal, Eduardo le informaba que<br />
había terminado el libro. Terminado. Y con el<br />
libro había terminado también sus días en la<br />
biblioteca, sus investigaciones, las conversaciones<br />
con el señor Jacobino, la vida que había llevado<br />
a lo largo <strong>de</strong> casi dos años. Sintió una gran nostalgia<br />
por todo ese tiempo transcurrido, y también<br />
un enorme vacío. ¿A qué se <strong>de</strong>dicaría ahora?<br />
¿Cómo se enfrentaría a su vida, a su tiempo, al<br />
sentido <strong>de</strong> cada día? Fue un impulso. Tomó el<br />
manuscrito y empezó a hojearlo. Eduardo escribía<br />
bien, hacía las conexiones necesarias, era un<br />
hombre culto, · dueño <strong>de</strong> una inteligencia sistemática<br />
y puntillosa. Pero ese libro no era <strong>de</strong><br />
Eduardo, le perteneCía a ella, estaba hecho <strong>de</strong> incontables<br />
momentos, <strong>de</strong> investigaciones, <strong>de</strong> transcripciones,<br />
<strong>de</strong> días pasados en la biblioteca, <strong>de</strong><br />
paseos en bicicleta. Ese libro era su juventud, lo<br />
sentía. Guardó el manuscrito en su bolsa. En eso<br />
consistió el impulso. Dejó en el escritorio sólo la<br />
primera página, don<strong>de</strong> estaban el título y el nombre<br />
<strong>de</strong> Eduardo, y escribió en ella, <strong>de</strong> prisa, con<br />
el lápiz rojo: "a Eduardo, en broma". Después<br />
hizo sus planes con calma. Se cambió <strong>de</strong> ropa,<br />
preparó la maleta, miró el horario <strong>de</strong> los trenes,<br />
escogió una ciudad lejana, en el norte, porque<br />
ahora necesitaba una gran ciudad, se acabaron las<br />
ciuda<strong>de</strong>s pequeñas, los paseos a lo largo <strong>de</strong>l río,<br />
las dulzuras <strong>de</strong> la provincia: pertenecían a su<br />
juventud, que sintió que había terminado.<br />
Se aclimató bien en la gran ciudad <strong>de</strong>l norte. Y<br />
la publicación <strong>de</strong>l libro dio sus frutos, no le fue<br />
difícil encontrar un trabajo, una importante revista<br />
le confió la dirección <strong>de</strong> la sección <strong>de</strong> reseñas<br />
<strong>de</strong> libros. Pensó que había que ocuparse sobre<br />
todo <strong>de</strong> los libros que pertenecían a la especialidad<br />
que le habían dado notoriedad, y su especialidad<br />
eran las bromas. Todo tipo <strong>de</strong> bromas: las<br />
bromas lingüísticas, las excentricida<strong>de</strong>s, lo grotesco,<br />
las novelas expresionistas, las invenciones<br />
verbales, en fin, para enten<strong>de</strong>rnos, el nuevo<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
30<br />
barroco. Y casualmente en aquellos años hubo<br />
un florecimiento <strong>de</strong> obras <strong>de</strong> ese tipo. Bien por<br />
estar a la moda o bien porque verda<strong>de</strong>ramente<br />
todos los escritores <strong>de</strong>scubrieron en sí mismos<br />
una vena <strong>de</strong> talento vanguardista, la cosa es :que<br />
empezaron a cundir las invenciones formales, las<br />
pruebas literarias, o eso que se dio en llamar "la<br />
búsqueda". Comenzó un periodo <strong>de</strong> aventuras.<br />
Porque lo que contaba era eso, la aventura, los<br />
libros en el fondo no contaban. Lo importante era<br />
buscar, vivir ese momento eufónico, casi febril,<br />
en que todo parecía a punto <strong>de</strong> estallar, el<br />
mundo, la sociedad, las convenciones: y las palabras<br />
también estallaban, las palabras también se<br />
volvían frenéticas y febriles. El <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong><br />
Céline se I dio en esa época. Y fue un <strong>de</strong>scubrimiento<br />
que la perturbó. Céline entró casualmente<br />
en su sección <strong>de</strong> libros por una simple reseña y<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces las cosas no volvieron a ser como<br />
antes. Comprendió, al leerlo, que los libros sí<br />
contaban: Céline era una bomba que estallaba<br />
entre las piernas <strong>de</strong> la gente respetable, era una<br />
enorme conflagración, una explosión <strong>de</strong> vísceras<br />
que replanteaba todo: el or<strong>de</strong>n, la sociedad, los<br />
sentimientos. Con la lectura <strong>de</strong> Céline comprendió<br />
que el pasado ya no podía ser el mismo.<br />
Oh, el pasado, pensó, estoy cansada <strong>de</strong>l pasado,<br />
<strong>de</strong> los signos premonitorios, todo esto pertenece<br />
a mi prehistoria, pero mi historia no<br />
comienza aquí, si tuviera que escribirla no empe-<br />
,. ,<br />
zana Jamas por este punto.<br />
Tenía necesidad <strong>de</strong> beber algo, <strong>de</strong> pronto sintió<br />
la necesidad imperiosa <strong>de</strong> algo fuerte que le levantara<br />
el ánimo, que la calentara. Salió <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong><br />
espera con la esperanza <strong>de</strong> encontrar un bar, antes<br />
no había puesto atención. La pequeña estación<br />
estaba <strong>de</strong>sierta. Al fondo, cerca <strong>de</strong> la entrada, vio<br />
una puerta en cuya parte superior había un letrero<br />
<strong>de</strong> luz <strong>de</strong> neón rosa con el rótulo "Tabacos" y se<br />
dirigió ahí con la esperanza <strong>de</strong> que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
cigarros vendieran bebidas alcohólicas.<br />
Más que un bar parecía un expendio, pero<br />
daba lo mismo. El tipo que <strong>de</strong>spachaba en el<br />
mostrador, un muchachote con el rostro <strong>de</strong>shecho<br />
por el acné, se entretenía jugando flipper. El<br />
local estaba vacío, sólo había un hombre anciano<br />
con una bolsa, sentado en la mesa. Le hubiera<br />
gustado tomar un gin tonic, pero el muchacho<br />
dijo que no tenía agua quina, sólo gaseosas.<br />
Pidió un whisky abundante y lo tomó como si<br />
fuera una medicina, esperando un efecto que no<br />
vino, porque seguía sintiéndose helada. Pero se<br />
dio cuenta que el frío le subía <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro, y esto<br />
la alarmó, le insinuó un miedo extraño. Miró <strong>de</strong><br />
reojo al señor anciano y él levantó un instante el<br />
sombrero en señal <strong>de</strong> reverencia.<br />
-Parece que hay problemas -dijo el señor<br />
entre misterioso y resignado.<br />
Ella lo miró con aire interrogante.<br />
-Me lo dijo el jefe <strong>de</strong> la estación especificó<br />
el anciano--, una interrupción <strong>de</strong> la vía, parece<br />
que ocurrió un acci<strong>de</strong>nte o algo parecido. Y sonrío<br />
sin alegría.
•<br />
Enigma <strong>de</strong> la hora, 191 1<br />
- ........ _---<br />
_ ..... '<br />
Ella pagó la cuenta y salió. Estaba bajando la<br />
noche, y con la noche la niebla. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los<br />
postes <strong>de</strong> la luz había un halo azuloso. ¡Dios! ¿Por<br />
qué había venido en tren? Tres horas <strong>de</strong> viaje,<br />
dos transbor<strong>de</strong>s y ahora aquella ruta secundaria<br />
como último tramo. Le habían ofrecido ir a recogerla<br />
en auto, pudo haber viajado cómoda y tranquilamente,<br />
sin embargo había dicho que no, que<br />
prefería el tren. Qué tonta. Sólo lo hizo porque<br />
tenía miedo <strong>de</strong> que en el trayecto sus acompañantes<br />
le hicieran preguntas sobre su fe o se<br />
pusieran a cantar Giovinezza o cualquier otra<br />
canción nostálgica. Se dijo que era una ingenua.<br />
Tenía <strong>de</strong> ellos una imagen estereotipada y totalmente<br />
errónea, porque eran jóvenes eficientes,<br />
serios, bien vestidos, no tenían nada que ver con<br />
el lodazal fascista, eran unos muchachos <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha<br />
inteligentes y <strong>de</strong>spiertos que querían re<strong>de</strong>scubrir<br />
la cultura <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha. Se acercó a la vía <strong>de</strong>l<br />
tren y encendió un cigarro. Intentó pensar en otra<br />
hipótesis y un escalofríó le recorrió la espalda;<br />
vio un local con una ban<strong>de</strong>ra italiana y varios<br />
ban<strong>de</strong>rines, un público <strong>de</strong> viejitos quisquillosos y<br />
viejas empolvadas, algún muchachito fanático:<br />
lugares que ya conocía. Cerró los ojos con dificultad<br />
y borró la imagen. No iba a ser así, estaba<br />
segura. Era un círculo juvenil, no una guarida <strong>de</strong><br />
nostálgicos; eran jóvenes curiosos y fervientes. La<br />
hipótesis la calmó. Qué extraño: el pensamiento<br />
regresaba como si fuera un cuestionario, como si<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
31<br />
la agobiara. Su historia. Ciertamente su historia no<br />
empezaba con Eduardo, con él apenas terminaba.<br />
Pero si hubiera tenido que contarse esa historia,<br />
¿por dón<strong>de</strong> habría empezado? Empezó a caminar<br />
a lo largo <strong>de</strong> la vía. Es una hermosa noche <strong>de</strong><br />
invierno, se dijo, hay un poco <strong>de</strong> niebla, el tren<br />
está atrasado, te esperan en una pequeña ciudad<br />
don<strong>de</strong> vas a dar una conferencia, es tás sola, tienes<br />
tiempo, nadie te busca, es el momento preciso<br />
para contarte tu historia. Encendió otro<br />
cigarro, lo <strong>de</strong>jó colgar <strong>de</strong> los labios y guardó las<br />
manos en las bolsas <strong>de</strong>l abrigo. Sí, <strong>de</strong> acuedo,<br />
pero no tenía ganas <strong>de</strong> contarse su historia. Sintió<br />
nuevamente esa <strong>de</strong>sagradable sensación <strong>de</strong> frío:<br />
un charco <strong>de</strong> hielo en el estómago que se expandía<br />
hacia los brazos y las piernas. Eres una estúpida,<br />
se dijo, eres <strong>de</strong> veras una estúpida, ¿ya no<br />
recuerdas que <strong>de</strong> niña querías ser actriz? Es curioso<br />
cómo se olvidan fácilmente las ambiciones <strong>de</strong><br />
la juventud. Pero ahora las recordaba, cómo no, y<br />
en el fondo había cumplido con su <strong>de</strong>stino, había<br />
sido una gran actriz, durante toda su vida había<br />
interpretado una sola comedia. O un solo drama,<br />
tal vez era más justo hablar <strong>de</strong> un drama. Pero<br />
no, qué va, era un comedión. Sonrío en la oscuri,<br />
dad y dijo: un comedión. Uno <strong>de</strong> esos espectácu'<br />
los teatrales <strong>de</strong> antaño don<strong>de</strong> había buenos y<br />
malos, una comedia <strong>de</strong> tintes fuertes, aunque<br />
actuada con ligereza, una hermosa comedia cuyo<br />
,<br />
título era La broma. Ese era el título que había
escogido para su historia: la broma. La que le<br />
había hecho a Eduardo había sido la primera,<br />
pero su historia no empezaba ahí; más que una<br />
broma, incluso, aquella había sido una toma <strong>de</strong><br />
conciencia. No, las verda<strong>de</strong>ras bromas vinieron<br />
<strong>de</strong>spués. Eran bromas serias, <strong>de</strong> las que pesan.<br />
Su sección en la revista, por ejemplo, era una<br />
broma <strong>de</strong> ésas. ¡Toda esa porquería que ella<br />
había tratado como obras maestras, esos fárragos<br />
insensatos, esos bodrios que había alabado, que<br />
había contribuido a difundir y a levantar hasta el<br />
séptimo cielo! Y <strong>de</strong>spués apareció Beniamino.<br />
¡Pobre Beniamino! Tan inocente, tan <strong>de</strong>sarmado,<br />
tan convencido <strong>de</strong> ser un escritor, tan amante <strong>de</strong><br />
las palabras, tan lleno <strong>de</strong> fe en la literatura.<br />
Porque a Beniamino lo había amado en serio, no<br />
como a Eduardo y a los otros. Había sido un sentimiento<br />
fuerte, maduro, responsable. Lo había<br />
amado y, cuando le jugó aquella broma, sufrió<br />
por él. Tal vez también por ese <strong>de</strong>fecto que tenía<br />
al hablar, podía parecer insensato, pero en verdad<br />
era así, porque Beniamino tartamu<strong>de</strong>aba, tropezaba<br />
con las palabras. Un escritor expresionista<br />
que tropezaba con las palabras, parecía paradójico,<br />
pero así era Beniamino, especialmente cuando<br />
le ganaba la emoción se le atascaban en la<br />
primera sílaba, un tic nervioso le sacudía el cuello,<br />
su manzana <strong>de</strong> Adán subía y bajaba, no había<br />
manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>strabarlo. Beniamino trató en seguida<br />
<strong>de</strong> replicar algo, pero su voz vaciló, abrió <strong>de</strong>smedidamente<br />
los ojos, parecía un niño<br />
maravillado, escúchame Beniamino, le dijo ella<br />
con paciencia, la vanguardia se acabó, se acabaron<br />
todas las vanguardias, querías hacer la revolución<br />
con tus libros, pero los libros no hacen la<br />
revolución, escúchame, todo se ha terminado, se<br />
acabó el movimiento, se acabaron los estudiantes,<br />
mira a tu alre<strong>de</strong>dor, sólo hay cuatro <strong>de</strong>sesperados<br />
por ahí, vamos hacia el rumbo equivocado,<br />
yo simplemente estoy cambiando <strong>de</strong> rumbo, y<br />
a<strong>de</strong>más Céline no era <strong>de</strong> los nuestros, nunca lo<br />
fue, nosotros lo enrolamos a él, pero él era un<br />
hombre <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha, hay que admitirlo <strong>de</strong> una<br />
buena vez, estoy diciendo sólo la verdad, y sí,<br />
acepté escribir este prólogo, pero no lo hice por<br />
el dinero, tal vez es un libro infame, pero las<br />
cosas infames las escribió él, somos nosotros<br />
quienes siempre las hemos traído a flote, perdóname,<br />
yo soy así, trata <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rme.<br />
Sacó otro cigarro. Estaba fumando <strong>de</strong>masiado,<br />
se dijo. Pero tenía ganas <strong>de</strong> fumar, tenía la impresión<br />
<strong>de</strong> que el humo <strong>de</strong>rretía el hielo que sentía<br />
en el estómago. Se dijo que aquella había sido<br />
una fea broma, pero no sólo para Beniamino,<br />
también para ella misma, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego. Y en el<br />
fondo también para Céline, porque le había<br />
impuesto una etiqueta, lo había sorprendido en<br />
sus <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s, en sus rencores, lo había reducido,<br />
domesticado, atrapado en una i<strong>de</strong>a. Ya no<br />
pienses en eso, se dijo, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> pensar en tu historia,<br />
ya me cansaste. Había <strong>de</strong>jado la maleta en<br />
la sala <strong>de</strong> espera. Se dirigió ahí débilmente, como<br />
si esa sala <strong>de</strong> espera fuera una suerte <strong>de</strong> <strong>de</strong>stino,<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
32<br />
Meditación otoñal, 191 () 1 1<br />
la única cosa que tuviera importancia. En efecto,<br />
¿qué era lo que importaba? Se lo preguntó, soltó<br />
un puntapié a la cajetilla <strong>de</strong> cigarros vacía y se<br />
preguntó: ¿qué es lo que importa? Una vocecita<br />
mordaz e infantil que sufría <strong>de</strong>l frío que sentía en<br />
el estómago, dijo: importan los niños. Y por un<br />
momento volvió a verse a sí misma <strong>de</strong> niña, una<br />
criatura con las trenzas oscuras, un día <strong>de</strong> verano,<br />
un jardín, una pérgola, alguien que la mecía, que<br />
le acariciaba el cabello, pero no consiguió enfocar<br />
con precisión la imagen. Hubiera siempre<br />
<strong>de</strong>seado un hijo, se dijo, ¿por qué nunca lo quise?<br />
En la entrada <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> espera el señor<br />
anciano que había encontrado en el bar estaba<br />
hablando con el jefe <strong>de</strong> la estación.<br />
-Es un problema serio, señora --dijo con aire<br />
<strong>de</strong> pésame el jefe <strong>de</strong> la estación-, no sé realmente<br />
qué <strong>de</strong>cirle -y se alejó.<br />
Ella miró con aire interrogante al señor anciano<br />
y él abrió los brazos.<br />
-Hay una interrupción en la vía -dijo-,<br />
parece ser que la están arreglando, pero es una<br />
ruta secundaria y se necesitará por lo menos un<br />
par <strong>de</strong> horas.<br />
La miró y sonrió con aire cómplice.<br />
-La reconocí -murmuró-, vi su foto en la
•<br />
ciudad, en un cartel, usted es la <strong>de</strong> la conferencia.<br />
Luego puso cara seria y dijo:<br />
-El título no me gusta, no promete nada<br />
bueno.<br />
Su voz se volvió casi <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio, o así le<br />
pareció a ella: "Nuestro camarada Céline", añadió<br />
el señor anciano haciendo una ligera mueca:<br />
-Creía que cosas como ésas las había ya tragado<br />
el tiempo.<br />
-El título no lo escogí yo -contestó ella con<br />
vehemencia. Se acercó a su maleta y la agarró<br />
con <strong>de</strong>cisión.<br />
-Escuche --dijo <strong>de</strong>spués-, aprovecharemos<br />
el tiempo <strong>de</strong> una manera más útil, tenemos dos<br />
horas <strong>de</strong> espera por <strong>de</strong>lante, tal vez podríamos ir<br />
a un restaurante a comer algo.<br />
En su interior comprendió que se trataba <strong>de</strong><br />
una súplica, pero quizá el anciano no se había<br />
percatado <strong>de</strong> eso.<br />
Se sentía mejor ahora, más serena, más calmada;<br />
advirtió que la presencia <strong>de</strong>l anciano, con sus<br />
buenos modales, la apaciguaba. Porque era hermoso<br />
y tranquilizador estar en ese restaurante<br />
algo viejo y simpático, con el mesero que esperaba<br />
pacientemente las indicaciones <strong>de</strong> ellos dos.<br />
Tienes que lograr que no vuelva sobre el tema,<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
33<br />
se dijo, y durante un rato lo logró, prácticamente<br />
habló sólo ella, habló <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> viajes, <strong>de</strong><br />
los trenes, <strong>de</strong> un viaje que nunca había hecho y<br />
que <strong>de</strong>scribió en sus pormenores. Pero durante<br />
una pequeña pausa él volvió sobre el tema. Dijo<br />
su nombre y su apellido, y agregó:<br />
-Discúlpeme si hace un rato estuve un poco<br />
brusco, señora.<br />
-No creo que fuera brusco -contestó ella,<br />
esperando dar por terminado el asunto.<br />
-Sí -insistió él-, fui brusco, pero tengo que<br />
ser sincero, no me gustan los fascistas.<br />
-Si es por eso, no se preocupe -cortó ella,<br />
tajante-, tampoco a mí me gustan.<br />
Observó atentamente la expresión que sus palabras<br />
provocaron en la cara <strong>de</strong> él. Era una expresión<br />
<strong>de</strong> asombro infantil, y una expresión <strong>de</strong> asombro<br />
infantil en el rostro <strong>de</strong> un hombre anciano era algo<br />
curioso, lo volvía vulnerable y <strong>de</strong>sarmado.<br />
-No comprendo -replicó él seriamente.<br />
También ella sintió que tenía que ser seria, y<br />
en el fondo lo era, sin duda, ahora lo sentía profundamente,<br />
con la seriedad que otorgaban el<br />
ambiente y esa persona respetable, sintió haber<br />
dicho la verdad, porque esa era la verdad, su profunda<br />
verdad que jamás lograría explicar a nadie.<br />
-No creo que pueda usted compren<strong>de</strong>rme<br />
--dijo con firmeza-, créame.<br />
y entonces él, con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, empezó a hablar<br />
<strong>de</strong> otras cosas. Primero habló <strong>de</strong> la pequeña ciudad<br />
y luego, inevitablemente, pero siempre con<br />
<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y con pudor, empezó a hablar <strong>de</strong> él<br />
mismo y <strong>de</strong> su vida. ¡Cómo le gustaba oírlo<br />
hablar! Experimentó nuevamente una sensación<br />
<strong>de</strong> serenidad y bienestar. Era hermoso escuchar a<br />
un hombre que le hablaba; mientras oía esa voz<br />
tranquilizadora, podía pensar en otras cosas, huir<br />
lejos por un instante y luego volver a prestar<br />
atención y <strong>de</strong>spués huir <strong>de</strong> nuevo, total, el hombre<br />
contaba una vida banal y previsible. Era<br />
viudo, algo que ella había presentido, quién sabe<br />
por qué. Y estaba jubilado, cosa que también<br />
había sospechado. Había sido profesor <strong>de</strong> latín<br />
en un liceo <strong>de</strong> la pequeña ciudad cercana, don<strong>de</strong><br />
,<br />
ahora vivía su hija, casada y con dos niños. El, en<br />
cambio, vivía ahí, en ese gran pueblo a cincuenta<br />
kilómetros <strong>de</strong> la pequeña ciudad, don<strong>de</strong> se había<br />
retirado porque no quería vivir con su hija y su<br />
yerno. Tenía una casita que había pertenecido a<br />
sus padres, don<strong>de</strong> había pasado su juventud,<br />
pero era fácil ir a visitar a su hija , la ruta <strong>de</strong>l<br />
ferrocarril era buena, al menos cuando no ocurrían<br />
acci<strong>de</strong>ntes como ahora; esa noche justamente<br />
se disponía a ir a casa <strong>de</strong> ella, aunque <strong>de</strong> todas<br />
maneras ya le había avisado <strong>de</strong>l contratiempo,<br />
hablándole por teléfono. Y luego le habló <strong>de</strong> su<br />
mujer, <strong>de</strong> una vida feliz , ella había muerto hacía<br />
cuatro años y él se sentía muy solo. Habló <strong>de</strong> la<br />
soledad, <strong>de</strong> una vida gris y escuálida en aquella<br />
provincia estúpida, <strong>de</strong>l aburrimiento, <strong>de</strong> la melancolía.<br />
Su sola compañía eran los clásicos latinos. Y<br />
tenía un gato. Como si <strong>de</strong>spertara <strong>de</strong> golpe <strong>de</strong> sus<br />
meditaciones en voz alta, miró alarmado el reloj:
Misterio y melancofía <strong>de</strong> una calle, 19 14<br />
-Hay que irnos --dijo--, vamos a per<strong>de</strong>r el<br />
tren.<br />
Fue entonces cuando a ella se le ocurrió eso.<br />
No hubiera podido explicar cómo le vino la i<strong>de</strong>a,<br />
tal vez por el lugar caliente y acogedor, o porque<br />
afuera estaba oscuro, o porque él hablaba con<br />
esa voz tranquila que le daba seguridad.<br />
-Este restaurante también es hotel --dijo--,<br />
quedémonos aquí.<br />
Observó con atención la expresión <strong>de</strong> maravilla<br />
en el rostro <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> nuevo un asombro infantil,<br />
in<strong>de</strong>fenso; lo miró a los ojos y él rehuyó esa<br />
mirada y miró el local a su alre<strong>de</strong>dor como si<br />
tuviera miedo <strong>de</strong> algo, como si temiera que<br />
alguien pudiera haber oído, luego tosió ligeramente<br />
y balbucéo:<br />
- ¿Por qué yo, precisamente?<br />
-Porque los dos estamos solos -contestó<br />
ella- , también por eso.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
34<br />
- ¿Y su conferencia?<br />
-Ya se verá.<br />
-Pero la están esperando.<br />
-¿Y si les hiciera una broma?<br />
Pero aquí me conocen - dijo él-, quiero<br />
<strong>de</strong>cir, no quisiera que ...<br />
- Po<strong>de</strong>mos tomar dos cuartos -lo interrumpió<br />
ella-, así nadie tendrá nada qué <strong>de</strong>cir.<br />
,<br />
El sonrió tristemente y con una mano le rozó la<br />
mano.<br />
- Pero yo estoy viejo - murmuró.<br />
-¿Completamente? - preguntó ella.<br />
- No --dijo él-, tal vez no, no sabría <strong>de</strong>cirlo.<br />
¿Por qué?, se preguntó, ¿por qué? ¿Sólo porque<br />
afuera estaba oscuro y la oscuridad le daba<br />
miedo, o porque no quería volver a probar ese<br />
frío en el estómago que le había atenazado con<br />
ese apretón horrible? Era un viejo, un hombre<br />
melancólico y cansado que tal vez lloraría sobre
su hombro y le hablaría <strong>de</strong> su esposa muerta. ¿O<br />
existía tal vez otra razón, una razón que anidaba<br />
abajo, en una zona profunda don<strong>de</strong> no llegaban<br />
su razón ni su voluntad, una zona que tenía cuidadosamente<br />
cerrada y cuya llave había perdido?<br />
Se reflejó en el espejo <strong>de</strong>l armario. La habitación<br />
era humil<strong>de</strong>, un poco <strong>de</strong>solada. Puso su maletita<br />
sobre una silla y se <strong>de</strong>svistió lentamente, doblan-<br />
,<br />
do cuidadosamente el vestido. El tocó a través <strong>de</strong><br />
la pared, era la señal convenida, pero ella no<br />
contestó porque sentía que necesitaba tiempo.<br />
Tal vez una ducha caliente le vendría bien. Pero<br />
en el baño no había ducha. Abrió las llaves <strong>de</strong> la<br />
tina y esperó a que se llenara. Cuando estuvo<br />
llena, se le ocurrió una i<strong>de</strong>a absurda, qué chistoso,<br />
sintió el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> bañarse en compañía <strong>de</strong> un<br />
barquito <strong>de</strong> papel, llevaba un siglo sin hacer barquitos<br />
<strong>de</strong> papel, pero no tendría dificultad en<br />
hacer uno. Se preguntó qué papel podría utilizar.<br />
Miró a su alre<strong>de</strong>dor pero no vio nada que pudiera<br />
servirle. Entonces pensó en el libro <strong>de</strong> Céline.<br />
Abrió la maleta y lo agarró. Arrancó la última<br />
página <strong>de</strong>l prólogo, en don<strong>de</strong> aparecía su nombre<br />
y su apellido. Así, transformada en un barquito<br />
<strong>de</strong> papel, le pareció que esa página resurgía<br />
con nueva vida. Se hundió en el agua y <strong>de</strong>jó que<br />
el barquito resbalara sobre su pecho, luego lo<br />
<strong>de</strong>jo flotar tranquilamente. Se secó con esmero y<br />
se <strong>de</strong>slizó a<strong>de</strong>ntró <strong>de</strong> la cama. Hubiera podido<br />
tocar a la pared, pero prefirió <strong>de</strong>jar pasar todavía<br />
unos minutos. Tenía ganas <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir algo en voz<br />
alta, <strong>de</strong> escucharse hablar. Tenía ganas <strong>de</strong> una<br />
cantilena y se puso a pensar en las cantilenas que<br />
oía en su infancia. Tomó una almohada entre los<br />
brazos y comenzó a mecerla.<br />
-Staccia buratta, gatito <strong>de</strong> la gata, la gata va<br />
al molino, en busca <strong>de</strong> tocino ...<br />
No, no eran ésas palabras que hubiera querido<br />
<strong>de</strong>cir, quería <strong>de</strong>cir otra cosa, pero no sabía qué.<br />
Oyó que tocaban a la puerta y se jaló las sába-<br />
,<br />
nas hasta el mentón. El entró tímidamente,<br />
pidiendo permiso, cerró la puerta con llave y<br />
sonrió. Se notaba que estaba nervioso. Se <strong>de</strong>tuvo<br />
en el centro <strong>de</strong> la habitación y la miró con una<br />
sonrisa forzada, sin moverse. Ella <strong>de</strong>jó que la<br />
sábana se <strong>de</strong>slizara hacia abajo, <strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>s-<br />
,<br />
cubierto sus senos. El <strong>de</strong>svió la mirada rápidamente,<br />
cruzó la habitación, se <strong>de</strong>tuvo entre el<br />
armario y el sillón y ahí comenzó a <strong>de</strong>snudarse.<br />
Le daba la espalda, así que ella podía mirarlo sin<br />
ser vista. Sintió que no quería observarlo, pero<br />
algo le impedía quitarle la mirada <strong>de</strong> encima. No<br />
le gustaba mirarlo y al mismo tiempo algo <strong>de</strong> él<br />
la atraía. Era un hombre corpulento, con una<br />
panza gran<strong>de</strong> y fláccida. Notó que en una nalga<br />
tenía un angioma, una gran mancha oscura y<br />
aterciopelada, yeso le provocó un escalofrío,<br />
experimentó un hormigueo en las manos como<br />
un pequeño toque eléctrico. Se preguntó si era<br />
repulsión u otra sensación, pero no tenía ganas<br />
,<br />
<strong>de</strong> pensar en eso. El se <strong>de</strong>slizó a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />
cama y apagó la luz. Fue algo muy difícil y ella<br />
trató <strong>de</strong> ayudarlo.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
35<br />
Los <strong>de</strong>licias <strong>de</strong>l poeta, 191 3<br />
-Te lo dije que estaba viejo --dijo él.<br />
Ja<strong>de</strong>aba y su respiración era pesada. Ella sintió<br />
que tenía que abstraerse, que permanecer lejana,<br />
sin pensar en ese viejo que se agitaba penosamente<br />
sobre ella, pensó en el barquito <strong>de</strong> papel<br />
<strong>de</strong> la tina <strong>de</strong> baño yeso la consoló.<br />
,<br />
El se durmió como un niño, respirando dulcemente<br />
sobre su cabello. Ella extendió el brazo y<br />
prendió la luz <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong> noche. Ahora sabía<br />
cuál era la cantilena que le hubiera gustado cantar,<br />
pero no se trataba <strong>de</strong> una cantinela sino <strong>de</strong><br />
una oración. Abandonó la cama y se arrodilló<br />
sobre el tapete. Unió las manos y apoyó los<br />
codos sobre el lecho. Era una oración que pertenecía<br />
a un pasado remotísimo, al pasado <strong>de</strong> una<br />
niña con los ojos gran<strong>de</strong>s y las trencitas oscuras.<br />
,<br />
-Angel <strong>de</strong> la guarda, dulce compañía, no me<br />
<strong>de</strong>sampares ...<br />
No pudo seguir a<strong>de</strong>lante, era todo lo que<br />
recordaba. Volvió la cabeza y se miró en el espejo<br />
<strong>de</strong>l armario. Fue entonces que lo vio. Era un<br />
pequeño ángel <strong>de</strong> la guarda que, atrás <strong>de</strong> una<br />
mujer <strong>de</strong>snuda y arrodillada, tenía sus alas <strong>de</strong>splegadas<br />
en señal <strong>de</strong> protección. Y ese ángel<br />
tenía el rostro <strong>de</strong> una niña con los ojos gran<strong>de</strong>s y<br />
las trencitas oscuras. Pero era la cara <strong>de</strong> un niña<br />
vieja, y las alas no tenían plumas sino una pelambre<br />
oscura y raída como la <strong>de</strong> una rata. La imagen<br />
duró un momento. Ocultó la cabeza entre las<br />
manos y volvió a mirar el espejo: el ángel ya no<br />
estaba.<br />
Al principio no se dio cuenta <strong>de</strong> que lloraba,<br />
sólo sintió las lágrimas que le mojaban el rostro.<br />
Luego vino el sollozo, intentó ahogarlo con una<br />
mano, pero no pudo. Él se <strong>de</strong>spertó y la miró. En<br />
su semblante volvió a aparecer la acostumbrada<br />
expresión <strong>de</strong> asombro infantil.<br />
-¿Qué tienes? -le preguntó en voz baja-,<br />
¿qué te pasa?<br />
-Regresa a tu cuarto, por favor -contestó ella<br />
conteniendo los sollozos- , regresa a tu cuarto.<br />
Traducción <strong>de</strong> Fabio Morábito
•<br />
JAIME REYES<br />
ahora bien escribo recorriendo ver<strong>de</strong>s sen<strong>de</strong>ros,<br />
iluminando con ramas <strong>de</strong> claveles<br />
-y es <strong>de</strong>cir los incendioss-- ¡<br />
mi transparente camino<br />
<strong>de</strong> modo que con antorchas miro<br />
su repetida aparición serpenteando<br />
los meandros <strong>de</strong>l sueño<br />
I<br />
erigiendo en su territorio <strong>de</strong>finitivas<br />
las torres que son , cristales sus miradas<br />
*<br />
abre con una piel sellada este cuchillo ardiente,<br />
<strong>de</strong>sliza insegura y torpe su camino<br />
por esta calle formada por la humedad,<br />
ágil y en forma voraz:<br />
•<br />
dos metros a su izquierda sobre un calentador<br />
él crepita su fantasma<br />
-pero no es ese tu caso ' no:<br />
porque no eres tú quien se ha puesto <strong>de</strong> pie<br />
sobre las llamas,<br />
quien como si se <strong>de</strong>rrumbara<br />
\<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
36<br />
\<br />
I<br />
o
I<br />
*<br />
ese momento tiembla como el espejo <strong>de</strong> tu sueño,<br />
y por la borda te <strong>de</strong>rrumba<br />
en filamentos <strong>de</strong> cristales <strong>de</strong> luz por tu sombra se divierte,<br />
por la penumbra morena <strong>de</strong> tu bosque se refleja,<br />
por la penumbra se encierra y se incendia<br />
e invocando mariposas y tucitas ascien<strong>de</strong><br />
y escucha· los himnos y gemidos<br />
contra abatidas ramas clavado <strong>de</strong>, temblando<br />
y estalla, permanente en vilo en tu mirada<br />
que al llegar la boca quema la cigarra<br />
que <strong>de</strong> las manos perdió el a<strong>de</strong>mán,<br />
tajo imprevisible naranja fulgurando<br />
entrecerrados ojos en el agua y en el aire<br />
eco <strong>de</strong> olores que en otras bocas se encuentran<br />
confundiéndose fueron tu voz alguna vez<br />
cual gota en la que cae sobre tu cabeza<br />
qué lengua partida con la navaja <strong>de</strong> tu rostro,<br />
qué seccionada noctámbula <strong>de</strong> su propio oscuro<br />
licencioso rumoreante río?<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
37
con él Y Rodríguez me contó la<br />
buena impresión que yo le había<br />
causado al poeta, quien esperaba<br />
verme el sábado siguie nte en la<br />
finca "Santa Fe", don<strong>de</strong> pasaría su<br />
fin <strong>de</strong> semana. En efecto, el sábado<br />
viajamos hasta la finca en compañía<br />
<strong>de</strong> Owen quien en el trayecto ingirió<br />
cantida<strong>de</strong>s navegables <strong>de</strong> "puro"<br />
como se llamaba al aguardiente en<br />
esa época. Llegamos hasta la finca<br />
<strong>de</strong> un señor antioqueño llamado<br />
Antonio Arango, que era el lugar<br />
en don<strong>de</strong> se situaban las cabalgaduras<br />
que habrían <strong>de</strong> conducimos<br />
a "Santa Fe". Owen estaba en tal<br />
estado <strong>de</strong> embriaguez que hubimos<br />
<strong>de</strong> montarle en el caballo y yo me<br />
fui en las ancas sosteniéndole y a<br />
paso muy lento. Llegados a la finca<br />
le recostamos e n una cama e n<br />
don<strong>de</strong> durmió quizás dos horas,<br />
luego <strong>de</strong> las cuales se levantó para<br />
volver a tomar aguardiente profusamente,<br />
pasando el licor con cucharadas<br />
<strong>de</strong> ají picante que él llamaba<br />
"Pico <strong>de</strong> Gallo" en cuya preparación<br />
personal usaba mucho jugo <strong>de</strong><br />
naranja agria y puñados <strong>de</strong> ají que<br />
en Colombia <strong>de</strong>nominamos "Chivato".<br />
Nunca había visto a nadie que<br />
comiese menos que Owen. Durante<br />
ese fin <strong>de</strong> semana observé cómo<br />
<strong>de</strong>sayunaba apenas con una muy<br />
pequeña cantidad <strong>de</strong> leche y acto<br />
seguido empezaba a beber. Ni en<br />
el almuerzo, ni en la cena le vi consumir<br />
más <strong>de</strong> una cucharada <strong>de</strong><br />
arroz y otra <strong>de</strong> arvejas. Eventualme<br />
nte un pequeñísimo trozo <strong>de</strong><br />
pollo. Des<strong>de</strong> ese mismo día comencé<br />
a pensar que Owen se estaba<br />
suicidando y que su hondo mutismo<br />
no dimanaba <strong>de</strong> sus ancestros<br />
aztecas, sino -y hay que <strong>de</strong>cirlo<br />
francamente- <strong>de</strong>l fastidio <strong>de</strong> vivir<br />
subvalorado por una familia aplastante<br />
por las concepciones burguesas<br />
que la signaban. Esto lo pienso<br />
porque a partir <strong>de</strong> este primer acercamiento<br />
me volví acompañante<br />
permanente <strong>de</strong> Owen a la finca en<br />
don<strong>de</strong> iba a moler sus soleda<strong>de</strong>s.<br />
Eventualmente la familia caía por<br />
"Santa Fe", pero era muy poco el<br />
diálogo que se observaba e ntre<br />
ellos y hacia Gilberto.<br />
En uno <strong>de</strong> esos fines <strong>de</strong> semana<br />
llegó la familia toda y fue la ocasión<br />
en que Owen ingirió menos<br />
licor. La razón es que iba su hijo<br />
Guill ermo (?) con algo más <strong>de</strong><br />
cinco años, en quien se patentizaba<br />
un talento excepcional. Gilberto,<br />
con ese marcado acento mexicano<br />
--que a<strong>de</strong>más se le recru<strong>de</strong>cía a los<br />
primeros aguardientes-, tenía para<br />
con el niño una in<strong>de</strong>scriptible carga<br />
<strong>de</strong> ternuras que también prolongaba<br />
a la niña - su hija- cuyo nombre<br />
también se ha caído <strong>de</strong> mi<br />
memoria. A mis frecuentes diálogos<br />
con Owen <strong>de</strong>bo algunas fundamentaciones<br />
<strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sorganizada cultu-<br />
G ilberto Owen<br />
ra , pe ro no quiero referirlas hoy<br />
porque se trata simplemente <strong>de</strong><br />
proporcionar datos que sirvan a<br />
futuros analistas <strong>de</strong> esta extraña<br />
personalidad y <strong>de</strong> este magnífico<br />
poeta. Sin embargo, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir que<br />
a la suge rencia y al a nálisis <strong>de</strong><br />
Owen <strong>de</strong>bo haber llegado a Rimbaud<br />
plenamente, a Bau<strong>de</strong>laire, a<br />
Lautréamo nt, a Conrad y sobre<br />
todo a Emily Dickinson, en quien<br />
se solazaba Gilberto, por quien<br />
también conocí a Xavier Villaurrutia,<br />
a Gorostiza, a Salvador Novo y<br />
a López Velar<strong>de</strong>; por unos juiciosos<br />
análisis suyos hube <strong>de</strong> variar la<br />
sublimació n e n que en aquel<br />
entonces te nía a nuestro Porfiro<br />
Barba Jacob.<br />
Un día cualquiera (¿1945 ó 1946?)<br />
Owen llegó a "Santa Fe" acompañado<br />
<strong>de</strong> Clemente Airó, que era un<br />
republicano español que hacía la<br />
Revista Espiral y que luego acometió<br />
unas novelas que él mismo editaba.<br />
Ese día Owen bebió oceánicamente<br />
y comió con la peligrosa frugalidad<br />
<strong>de</strong> siempre. Al comenzar la<br />
noche sobrevino un torrencial aguacero<br />
acompañado <strong>de</strong> una tempestad<br />
mayúscula con terroríficas <strong>de</strong>scargas<br />
eléctricas. En el fragor <strong>de</strong> la borrachera<br />
Gilberto salió <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong> la<br />
casa y en plena intemperie, empapado,<br />
repetía ecolálicamente:<br />
Ya no va a dolerme el viento,<br />
porque conocí la brisa,<br />
levantaba sus labios hasta la botella<br />
<strong>de</strong> aguardiente exclamando: "Alcohol,<br />
ancla segura y abolición <strong>de</strong> la<br />
aventura". De ese' baño <strong>de</strong> lluvia y<br />
<strong>de</strong> alcohol salió sorpresivamente e<br />
ingresó al corredor <strong>de</strong> la casa en un<br />
casi sorpren<strong>de</strong>nte estado <strong>de</strong> luci<strong>de</strong>z<br />
y comenzó -sin aludir a la escena<br />
que habíamos presenciado atónitos<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
40<br />
pero emocionados-- a hablamos <strong>de</strong><br />
Chesterton y sobre todo <strong>de</strong> la fe<br />
católica <strong>de</strong> ambos. Yo pensé que se<br />
trataba <strong>de</strong> un íntimo agra<strong>de</strong>cimiento<br />
porque no le había caído uno <strong>de</strong> los<br />
muchos rayos que se <strong>de</strong>sprendieron<br />
<strong>de</strong>l cielo esa noche inolvi-dable.<br />
Después <strong>de</strong> esta escena que <strong>de</strong>jo<br />
referida, Owen casi que suspendió<br />
sus visitas a la hacienda, pero en el<br />
curso <strong>de</strong> la semana se presentaba<br />
con mayor frecuencia a don<strong>de</strong> el<br />
Administrador Rodríguez a pedir<br />
algunos dineros cuya entrega se<br />
suspendió por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> doña<br />
Cecilia, y cuando se le comunicó<br />
esa noticia experimenté <strong>de</strong> qué<br />
manera la hierática fortaleza azteca<br />
se alteró en la cara <strong>de</strong>l poeta.<br />
Podría <strong>de</strong>cir que era toda una raza<br />
protestando y era toda la cultura<br />
revelándose contra la voracidad<br />
afortunada.<br />
Un día -cuando Owen ya no<br />
iba a la Hacienda por fastidio o<br />
porque se había marchado <strong>de</strong><br />
Colombia (no lo recuerdo)-, me<br />
puse a tratar <strong>de</strong> arreglar algunos<br />
papeles que reposaban en un arcón<br />
y con satisfacción comprobé que<br />
eran manuscritos <strong>de</strong> Gilberto y<br />
algunos fragmentos que tengo en la<br />
memoria me aseguran que luego<br />
fueron pulidos y publicados. Otros<br />
posiblemente eran textos inéditos<br />
que yo guardé por mucho tiempo,<br />
y un día se los mostré -y los leímos-<br />
al maestro León De Greiff y<br />
acordé, por sugerencia <strong>de</strong>l gran<br />
poeta, localizar a la familia y hacer<br />
entrega formal <strong>de</strong> ellos. Mi mayor<br />
acto <strong>de</strong> imbecilidad en la vida fue,<br />
por exceso <strong>de</strong> pudor y respeto, no<br />
haber <strong>de</strong>jado copia <strong>de</strong> aquellos<br />
poemas. Busqué al hijo <strong>de</strong> Gilberto<br />
inútilmente; y por aquellos días, la<br />
viuda doña Cecilia Sala zar <strong>de</strong><br />
Owen andaba en ajetreos políticos<br />
y hube <strong>de</strong> toparla en algún directorio<br />
liberal <strong>de</strong> barriada bogotana, y<br />
le hice presurosa entrega <strong>de</strong> los originales<br />
que no parecieron importarle<br />
mayormente. Ignoro s i los<br />
conservan y hasta ahora no tengo<br />
evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su publicación.<br />
Hasta aquí mi prueba testimonial<br />
sobre el Gilberto Owen que me fue<br />
posible rozar.<br />
Un día --cuando <strong>de</strong> hacer literatura<br />
se trate- me iré a su creación<br />
que siempre me suscitó el mejor<br />
entusiasmo y asombro. Por ahora,<br />
sin animosidad alguna, pienso y<br />
repienso que la vida <strong>de</strong> Owen,<br />
incrustado por el azar en la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte<br />
oligarquía colombiana, fue<br />
un doloroso itinerario, y a quien<br />
me afirme lo contrario le respon<strong>de</strong>ré<br />
con un verso <strong>de</strong> Owen:<br />
y un <strong>de</strong>shielo <strong>de</strong> dudas<br />
bajará por mi frente.<br />
Cali, octubre 12 <strong>de</strong> 1992
•<br />
Las ramas <strong>de</strong> los eucaliptos crujen,<br />
<strong>de</strong>salojan a los pájaros, a los<br />
insectos que salpican sus cortezas<br />
con excrementos<br />
blancos, cáusticos.<br />
Al crecer<br />
se <strong>de</strong>suellan, tiran hojas,<br />
cortezas, ramas <strong>de</strong>lgadas.<br />
Las tuerce el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> tocarse,<br />
<strong>de</strong> admirarse y sólo el viento<br />
les ofrece su perfil<br />
estremecido.<br />
El sollas estruja todavía<br />
,<br />
mas,<br />
parecen asfixiarse.<br />
(Algunas mujeres,<br />
muy hermosas,<br />
también parecen<br />
asfixiarse<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su piel.)<br />
Son ramas que,<br />
por elegancia, preferirían no<br />
ser. Ansían<br />
la <strong>de</strong>lga<strong>de</strong>z, la sequía.<br />
Son tan<br />
quebradizas<br />
CONRADO TOSTADO<br />
EUCALIPTOS<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
41<br />
como sus hojas.<br />
Se <strong>de</strong>sentien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> todo,<br />
sólo quieren<br />
tocar<br />
sus troncos nuevos,<br />
sin corteza, en perpetua adolescencia.<br />
¡Y qué alegría, la <strong>de</strong> quebrarse con el viento!<br />
En ellas hay furia, doblegamientos,<br />
. ,<br />
paston.<br />
Agobiadas por su hermosura,<br />
son<br />
como ciertas mujeres que al amar<br />
o al bailar, cierran los ojos y buscan,<br />
ebrias, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí,<br />
a la diosa,<br />
la transfiguración,<br />
el acoplamiento<br />
que ningún hombre<br />
pue<strong>de</strong> dar.<br />
Casi son<br />
un trazo, una incisión<br />
en la turbulencia <strong>de</strong>l viento.<br />
Un poco más y se recogerán en un punto, serán<br />
una estrella,<br />
Venus.
•<br />
El poeta Ramón López Velar<strong>de</strong><br />
llega a la ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong> en<br />
1912; antes tuvo dos estancias fugaces<br />
acá. Tiene veinticuatro años <strong>de</strong><br />
edad y la esperanza ma<strong>de</strong>rista en<br />
los bolsillos. Sus días en la ciudad,<br />
hasta la muerte <strong>de</strong> Francisco 1.<br />
Ma<strong>de</strong>ro, gravitan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la<br />
imantaciones católicas y su amigo<br />
Eduardo J. Correa. El asesinato <strong>de</strong><br />
Ma<strong>de</strong>ro en 1913 lo <strong>de</strong>vuelve a San<br />
Luis Potosí, pero meses <strong>de</strong>spués, en<br />
1914, López Velar<strong>de</strong> se instala ya<br />
en la capital, don<strong>de</strong> permanecerá<br />
hasta el día <strong>de</strong> su muerte, en 1921.<br />
revista <strong>de</strong> juventud se llamara<br />
Bohemio (906).<br />
Las crónicas que López Velar<strong>de</strong><br />
escribe poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su arribo<br />
a la ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong>, en 1912,<br />
reflejan sus nostalgias límpidas <strong>de</strong><br />
payo, <strong>de</strong> lego en los misterios urbanos<br />
que busca, para mejor asimilar<br />
su <strong>de</strong>sarraigo, entregarse a la<br />
memoria y los sitios que la propician.<br />
Al menos así lo muestran los<br />
temas que elige en sus entregas<br />
periodísticas: el campo, las montañas,<br />
los cementerios, el cielo, los<br />
atributos <strong>de</strong> la mujer lejana, el reloj<br />
y LA CIUDAD DE<br />
Para alguien formado, como el<br />
poeta jerezano, en los valores provincianos<br />
<strong>de</strong> la tierra y el templo, la<br />
pureza y la vida simple, el rito <strong>de</strong><br />
¡os pudores y la fatalidad <strong>de</strong> lo<br />
antiguo, <strong>de</strong>bió ser una revelación el<br />
<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l libro Escenas <strong>de</strong><br />
la vida bohemia <strong>de</strong> Henri Murger,<br />
en que tantos escritores <strong>de</strong>l mundo<br />
accedieron a la mitología, consagrada<br />
en el siglo XIX, <strong>de</strong>l mundo urbano<br />
como un espacio excitante <strong>de</strong><br />
estímulos y riesgos, que permitía<br />
<strong>de</strong>safiar los límites convencionales<br />
<strong>de</strong> la vida, en particular los referentes<br />
a la sexualidad, y convertir en<br />
obra <strong>de</strong> arte cada minuto <strong>de</strong> la vida<br />
cotidiana. Hacia el fin <strong>de</strong>l siglo XIX<br />
y principios <strong>de</strong>l veinte, la palabra<br />
"bohemio" -<strong>de</strong> estirpe dieciochesca-<br />
fue un auténtico fetiche entre<br />
los escritores mexicanos, <strong>de</strong> ahí<br />
que resulte casi natural que López<br />
Velar<strong>de</strong> y otros amigos <strong>de</strong><br />
Aguascalientes <strong>de</strong>cidieran que su<br />
al<strong>de</strong>ano, el otoño, el peso <strong>de</strong> la<br />
vuelta al terruño, las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />
vida claustral y el secreto. En esos<br />
artículos los temas se <strong>de</strong>sbordan en<br />
un caleidoscopio <strong>de</strong> empeños líricos<br />
y mínimo contacto con el<br />
mundo exterior, sus estímulos y sus<br />
claudicaciones .<br />
Pero instalado en pleno centro<br />
<strong>de</strong> la ciudad, frente al Teatro I<strong>de</strong>al,<br />
no <strong>de</strong>bió serle ajeno el espectáculo<br />
<strong>de</strong> una vida nocturna al estilo<br />
bohemio, que consignó el mismo<br />
año <strong>de</strong> 1912, el también político y<br />
periodista Antonio Ancona Albertos<br />
en su novela El sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> las mandrágoras,<br />
cuyo título venía <strong>de</strong> un<br />
escritor favorito <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>:<br />
Anatole France. Este es el retrato<br />
que Ancona Albertos hizo <strong>de</strong> aquella<br />
ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong>:<br />
Después <strong>de</strong> la segunda tanda, en<br />
el Principal, Juan se aburría.<br />
¿Qué hacer? No veía cara conoci-<br />
SERGIO GONZÁLEZ RODRíGUEZ<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
da y hastiado, salió <strong>de</strong>l café,<br />
resuelto a ahogar su murria entre<br />
mujeres y vino. Un coche. Las<br />
calles, hacia el Factor, estaban<br />
poco menos que <strong>de</strong>siertas y<br />
sólo, a intervalos, se oía el paso<br />
perezoso <strong>de</strong> algún caballo, sobre<br />
el que cabalgaba, soñoliento;' un<br />
oficial <strong>de</strong> policía. Huía en las<br />
esquinas, <strong>de</strong> vez en cuando, la<br />
rápida amarillez <strong>de</strong> un tranvía<br />
e léctrico, cargado <strong>de</strong> escasos<br />
pasajeros, y, por las aceras, ya<br />
cerca <strong>de</strong>l Correo y en Mariscala,<br />
veía Juan mujerzuelas pintarraje-<br />
.11*<br />
MEXICO<br />
adas que le siseaban y le sonreían,<br />
melosas. Hasta una negra,<br />
colosal y larga, con absurdas<br />
chapas <strong>de</strong> carmín, le dijo, al<br />
paso lento <strong>de</strong>l coche cerca <strong>de</strong> la<br />
acera, palabras susurrantes, prometedoras<br />
<strong>de</strong> acres voluptuosida<strong>de</strong>s.<br />
Y Ampudio sintió el<br />
áspero <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> poseerla.<br />
Aquel año, López Velar<strong>de</strong> resiente<br />
aún la inercia provinciana <strong>de</strong> tal<br />
modo que, en su artículo "La última<br />
moda", hace suyos los típicos reparos<br />
por e l apego femenino a las<br />
noveda<strong>de</strong>s en la indumentaria, y<br />
presenta el caso <strong>de</strong> una mujer que<br />
sacrificara faldas oscuras y corpiños<br />
claros, cabello sencillo, mangas largas<br />
y encajes <strong>de</strong> espuma, para convertirse<br />
en "maniquí <strong>de</strong> sombrerón<br />
<strong>de</strong>smedido, mangas rabonas, falda<br />
con antipática estrechez <strong>de</strong> tubo <strong>de</strong><br />
cocina, y escotaduras bochornosas.<br />
Sostuvimos las frases <strong>de</strong> rigor en los
Bar La Rambla, don<strong>de</strong> se dice que López Velar<strong>de</strong> escribió "La Suave Patria"<br />
diálogos sin sustancia y le dije adiós<br />
enseguida". No obstante, en medio<br />
<strong>de</strong> reproches y nostalgias, López<br />
Velar<strong>de</strong> supo registrar los contrastes<br />
urbanos a través <strong>de</strong> la noche:<br />
También es po<strong>de</strong>rosa la magia<br />
<strong>de</strong> la lluvia para contagiamos <strong>de</strong><br />
tristeza. Mirad ... Los trasnochadores<br />
atraviesan serenamente, protegidos<br />
por sus impermeables,<br />
las avenidas; en la caja charolada<br />
<strong>de</strong> los carruajes se guarecen las<br />
señoras próceres; por los cristales<br />
<strong>de</strong> los palacios se asoman los<br />
niños linajudos a mirar cómo los<br />
punteros <strong>de</strong> la lluvia rayan el<br />
pavimento; pero pocos son los<br />
que reparan en el dolor y en la<br />
indigencia plebeyos ...<br />
Ramó n López Velar<strong>de</strong> siempre<br />
fue sensible a las influencias atmosféricas,<br />
pero las convertía en paisajes<br />
interiores, en la palabra y los<br />
sonidos <strong>de</strong> un territorio <strong>de</strong> sueños<br />
y recuerdos, un traspaís al que se<br />
avizora <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la distancia que trascien<strong>de</strong><br />
la geografía, y se expresa en<br />
la magia <strong>de</strong> los objetos, <strong>de</strong> los<br />
espacios íntimos y los inverna<strong>de</strong>ros<br />
<strong>de</strong> lo doméstico. Ellos contagian, a<br />
quienes saben vivirlos, un misterio<br />
irrenunciable y la cifra <strong>de</strong> lo que<br />
perdura. Así escribió el poeta sobre<br />
la sala <strong>de</strong> estar <strong>de</strong> una casa:<br />
Vieja sala, escenario <strong>de</strong> la medi-<br />
tación y palenque <strong>de</strong> la fantasía:<br />
que el estrago <strong>de</strong> la guerra hora<strong>de</strong><br />
tus muros y tuerza tus rejas;<br />
pero que respete la fragilidad <strong>de</strong><br />
tus vidrieras, <strong>de</strong> tus vidrieras que<br />
<strong>de</strong>formaban gentilmente la<br />
visión <strong>de</strong> la Plaza, engran<strong>de</strong>ciendo<br />
sus árboles y empequeñeciendo<br />
su kiosco. De tus vidrieras<br />
que, mientras la serenata se<br />
<strong>de</strong>sliza entre valses y marchas,<br />
se reflejan en tu oscuridad fielmente,<br />
como si confesaran y<br />
acusaran las burbujas <strong>de</strong> su<br />
imperfección.<br />
Las anteriores visiones internas<br />
no sólo muestran la vigencia en<br />
1916 <strong>de</strong> un motivo circular <strong>de</strong>l<br />
periodismo literario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo<br />
pasado, el que reflejaba los mundos<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>coraciones<br />
privadas, reino opuesto a<br />
lo público; aquellas también urdían<br />
las huellas <strong>de</strong> un temperamento<br />
adicto a los fantasmas. Ya en su<br />
crónica "Espantos", López Velar<strong>de</strong><br />
contó su testimonio <strong>de</strong>l "hombre <strong>de</strong><br />
gas y <strong>de</strong> penumbra" que en la<br />
niñez surgía <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong>l ropero<br />
en su recámara; aSimismo, en sus<br />
apuntes sobre las divas <strong>de</strong>l cinematógrafo,<br />
expresa su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que<br />
éstas encarnen, en lugar <strong>de</strong> ser<br />
sombras distantes: "La Bertini, ¡Ah,<br />
sí, la Bertini! Anhelaríamos que se<br />
corporizase en el mito profundo <strong>de</strong><br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
44<br />
la pantalla y batiríamos palmas<br />
como si sus tobillos, cuantiosos y<br />
sumarios, franqueasen el utópico<br />
recuadro, camino <strong>de</strong>l espectador",<br />
Hacia aquellas fechas, quizá ya<br />
contagiado <strong>de</strong> los "espejismos <strong>de</strong> la<br />
mo<strong>de</strong>rnidad", como se lo reprochará<br />
su amigo Eduardo J, Correa,<br />
Ramón López Velar<strong>de</strong> se entrega a<br />
la fantasía <strong>de</strong> fundir sus valores<br />
provincianos -más que católicoscon<br />
las seducciones urbanas, tal<br />
como se lee en su texto "La dama<br />
en el campo":<br />
Yo entretengo estas horas con<br />
un sabroso capricho: el trasladar<br />
al campo la mujer más sugestiva<br />
<strong>de</strong> la Capital (...) usted, tan urbanizada,<br />
¿cómo se vería vestida <strong>de</strong><br />
negro, en el tablero amarillo <strong>de</strong><br />
la cosecha? Yo nunca la he mirado<br />
vestida <strong>de</strong> negro, por más .<br />
que lo he <strong>de</strong>seado. Imaginarla<br />
<strong>de</strong> luto en lo raso <strong>de</strong> una llanada,<br />
entre maíz o entre paja, bajo<br />
el resplandor metálico <strong>de</strong> la<br />
tar<strong>de</strong>, vale tanto como imaginar<br />
mi propia tristeza en medio <strong>de</strong><br />
caricias sensuales.<br />
Tal empeño <strong>de</strong> conciliar lo contrapuesto,<br />
revela no sólo un giro<br />
retórico, sino la certeza <strong>de</strong> quien<br />
<strong>de</strong>sea hallar un consuelo para una<br />
oscilación <strong>de</strong> los tiempos, la búsqueda<br />
<strong>de</strong> un aroma obsolescente:
"Y por las madrugadas <strong>de</strong>l terruño,<br />
len calles como espejos, se vacía /<br />
el santo olor <strong>de</strong> la pana<strong>de</strong>ría". El<br />
significado trascen<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l viaje<br />
que realiza el poeta <strong>de</strong>l campo a la<br />
ciudad, resi<strong>de</strong> en un vuelo fantástico<br />
entre los extremos y se convierte<br />
en una respuesta espiritual ante<br />
la paradoja <strong>de</strong> paradojas <strong>de</strong> nuestro<br />
siglo XX mexicano: el cambio <strong>de</strong><br />
una sociedad tradicional a una <strong>de</strong><br />
carácter mo<strong>de</strong>rno. Esta clarivi<strong>de</strong>ncia<br />
que López Velar<strong>de</strong> intuye y resuelve<br />
en la poesía y en sus otros escritos,<br />
lo elevan como una figura<br />
primordial en nuestra cultura.<br />
En 1917, al relatar su panorámica<br />
<strong>de</strong> la capital, el poeta tiene ojos ante<br />
todo para la calle cosmopolita, y<br />
para las prostitutas que las circulan:<br />
Plateros .. . San Francisco ... Ma<strong>de</strong>ro.<br />
Nombres varios para el caudal<br />
único, para el pulso único <strong>de</strong><br />
la ciudad. No hay una <strong>de</strong> las<br />
veinticuatro horas en que la<br />
Avenida no conozca mi pisada.<br />
Le soy adicto, a sabiendas <strong>de</strong> su<br />
carácter utilitario, por que racionalmente<br />
no po<strong>de</strong>mos separarla<br />
<strong>de</strong> las engañosas cortesanas que<br />
la fatigan en carretela, abatiendo,<br />
con los tobillos cruzados, la virtud<br />
<strong>de</strong> los comerciantes <strong>de</strong>l Bajío<br />
( ... ) El triste señor Aranda o<br />
Anaya o Almanza compren<strong>de</strong><br />
entonces, al regresar con sus<br />
carros <strong>de</strong> mercancías, la justicia<br />
en que abundaba Platón al <strong>de</strong>cir<br />
que el primero <strong>de</strong> los bienes es<br />
la felicidad corporal.<br />
Si López Velar<strong>de</strong> escribió lo ante-<br />
rior es porque conocía bien al tipo<br />
<strong>de</strong> hombres que cita: él era uno <strong>de</strong><br />
ellos. Quién sabe si algún día cayó<br />
en los brazos ambulantes <strong>de</strong> una<br />
<strong>de</strong> esas damas vampirescas, pero<br />
no hay duda d e que frecue ntó,<br />
como lo afirma su amigo Pedro <strong>de</strong><br />
Alba, "los amo res mercenari os".<br />
Entre 1918 y 1920, el Ayuntamiento<br />
<strong>de</strong> la ciudad abrió ciento setenta y<br />
cinco expedientes <strong>de</strong> lugares prostibularios,<br />
situados, sobre todo, en<br />
las calles <strong>de</strong> Cu auhte m o tzin y<br />
Nezahualcóyotl ; e l barrio d e la<br />
Lagunilla; las colonias Gue rrero,<br />
Doctores, ]uárez y la Roma, en la<br />
que vivía el poeta jerezano cuando<br />
murió. Expuesto a sus encantos y<br />
contagios, López Velar<strong>de</strong> <strong>de</strong>bió frecuentar<br />
uno que otro <strong>de</strong> esos sitios<br />
--como presenció también, callado<br />
y distante, las fi estas toxicómanas<br />
<strong>de</strong> Porfirio Barba ]acob. No obstante,<br />
sus re fe re ncias a lo e ró tico<br />
nunca fueron explícitas: lo elíptico<br />
y lo alu sivo domina en su obra,<br />
cuando a tal punto acu<strong>de</strong>. Quizá<br />
porque, como dice el aforismo "rasguña<br />
a un bohemio y encontrarás a<br />
un burgués"; una actitud, antes que<br />
una condición social, que inidica el<br />
culto a una riqueza íntima: los juegos<br />
<strong>de</strong> clan<strong>de</strong>stinaje en una ciudad<br />
con rostro y cuerpo <strong>de</strong> mujer venérea:<br />
"Sobre tu capital, cada hora<br />
vuela / ojerosa y pintada, en carretela"<br />
.<br />
El año e n que murió Ra mó n<br />
López Velar<strong>de</strong>, había en la ciudad<br />
<strong>de</strong> <strong>México</strong> seiscientos mil trescientas<br />
sesenta y siete personas, él fue<br />
una d e las casi quince mil q ue<br />
fallecieron entonces. Su autopsia<br />
-<br />
-- = -<br />
- --<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
45<br />
señala como causa <strong>de</strong> muerte la<br />
neumonía. La ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
aún era una ciudad pluvial, atravesada<br />
por media docena <strong>de</strong> ríos, y el<br />
n ivel d e temperatura am b ie nte<br />
refrendaba su promedio histórico:<br />
quince grados centígrados; una ciudad<br />
fría en medio <strong>de</strong> un altiplano<br />
húmedo: "Soñé que la ciudad estaba<br />
<strong>de</strong>ntro / <strong>de</strong>l más bien muerto <strong>de</strong><br />
los mares muertos".<br />
Anatole France, en su novela El<br />
figón <strong>de</strong> la reina Patoja, que inspiró<br />
el alquimista Fulcanelli según<br />
Luis Miguel Martínez Otero, consigna<br />
este párrafo que parece cifrar, al<br />
menos en parte, el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> ese<br />
otro "alquimista <strong>de</strong> la palabra" que<br />
fue Ramón López Velar<strong>de</strong>:<br />
Caminad con precaución -nos<br />
dijo el señor <strong>de</strong> Astarac-. Este<br />
sen<strong>de</strong>ro es p e lig roso; e n é l<br />
abundan las mandrágoras, que<br />
<strong>de</strong> noche cantan al pie <strong>de</strong> los<br />
árboles; están ocultas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />
la tierra. Si pusiérais el pie sobre<br />
una mandrágora, pa<strong>de</strong>ceríais el<br />
mal <strong>de</strong> amor o la sed <strong>de</strong> riquezas,<br />
y vuestra pe rd ición sería<br />
inevitable, porque las pasiones<br />
que inspira la mandrágora son<br />
melancólicas.<br />
En algún momento <strong>de</strong> su vida,<br />
Ramón López Velar<strong>de</strong> <strong>de</strong>bió pisar<br />
una mandrágora; y po<strong>de</strong>mos aventurar<br />
que <strong>de</strong> las con<strong>de</strong>nas legendari<br />
as <strong>de</strong> ta l acto, se salvó d e la<br />
segunda: fue un ho mb re pobre .<br />
Pero no logró evitar la primera, que<br />
remite al vicio <strong>de</strong> las pasiones <strong>de</strong>sdichadas.<br />
--- - .- -- -----
SILVIA EUGENIA CASTILLERO<br />
•<br />
_n f1 O<br />
Un grillo no sabe mirar<br />
su corazón la oscuridad habita<br />
dibuja cuerdas <strong>de</strong> laúd en la noche<br />
y canta en la marea su misterio<br />
Su música resbala por la piel<br />
es un estanque don<strong>de</strong> a veces<br />
un pedazo <strong>de</strong> cielo se refleja<br />
Tal vez quiso ser espiga<br />
y ver <strong>de</strong> frente el sol<br />
pero su cuerpo es in<strong>de</strong>ciso<br />
como paja en el suelo.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
\
CARLOS PEREDA<br />
El <strong>de</strong>spotismo palabrero<br />
Los poetas también dan qué pensar. Ramón<br />
López Velar<strong>de</strong>, el "dulce" López Velar<strong>de</strong>, como<br />
<strong>de</strong>cía Borges,<br />
a la mal'lera <strong>de</strong>l tenor que imita<br />
la gutural modulación <strong>de</strong>l bajo,<br />
como tanto pensadores, nos exhorta también:<br />
Ten cuidado con las palabras.<br />
Esta exhortación tiene un doble sentido: cuídate<br />
<strong>de</strong> las palabras porque @llas confun<strong>de</strong>n con<br />
facilidad y hasta corrompen y esclavizan y se<br />
convierten en vehículos <strong>de</strong> la imaginación centrípeta:<br />
imaginación hacia sí mismo, hacia "lo <strong>de</strong><br />
uno", "imaginación <strong>de</strong> la sangre", "imaginación<br />
<strong>de</strong>l terruño", imaginación angostadora que no se<br />
cansa <strong>de</strong>l yo. Otra manera <strong>de</strong> llamarla: "imaginación<br />
espejo", imaginación en tanto que repetición.<br />
Pero a la vez, hay que cuidar a las palabras,<br />
porque no hay camino hacia la libertad que, en<br />
algún sentido, no pase por ellas, ni otra vía para<br />
<strong>de</strong>satar la imaginación centrífuga, la imaginación<br />
que se atreve a alejarse <strong>de</strong> quien imagina y<br />
explora lo otro, las vastas y erráticas tierras <strong>de</strong>l<br />
no-yo; la imaginación como <strong>de</strong>safío y no como<br />
confirmación o amparo.<br />
López Velar<strong>de</strong> alu<strong>de</strong> a todo ello, y más en La<br />
<strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la palabra, conferencia pronunciada<br />
en plena Revolución Mexicana en la Universidad<br />
Popular, el domingo 26 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1916 y<br />
publicada en Vida Mo<strong>de</strong>rna el 12 <strong>de</strong> abril Ca sólo<br />
cinco años <strong>de</strong> su temprana muerte, el 19 <strong>de</strong> junio<br />
<strong>de</strong> 1921). Expresión formidable, la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la<br />
palabra, conlleva la misma equivocidad encontrada<br />
en la exhortación:<br />
Ten cuidado con las palabras.<br />
En efecto, en el título <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos<br />
discernir, por lo menos, los siguientes dos<br />
sentidos:<br />
a) Somos, hemos sido, <strong>de</strong>rrotados por las palabras,<br />
en tanto las palabras distorsionan la expresión<br />
<strong>de</strong> nuestros <strong>de</strong>seos, creencias y emociones y<br />
bloquean el acceso a la realidad; se trata, entonces,<br />
<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r cómo las palabras someten y<br />
<strong>de</strong>struyen. O:<br />
p) Se busca examinar por qué las palabras se<br />
encuentran confundidas y ultrajadas.<br />
a Raymundo Mier<br />
..,.,.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
Insisto: ¿qué se intenta dilucidar: a) la <strong>de</strong>rrota<br />
que nos inflingen las palabras o b) las palabras,<br />
ellas mismas, <strong>de</strong>rrotadas?<br />
Para respon<strong>de</strong>r, hago una lectura argumentada<br />
@ itinerante <strong>de</strong> este breve pero abigarrado texto,<br />
quiero <strong>de</strong>cir, leeré sopesando las razones que nos<br />
ofrece López Velar<strong>de</strong> y, a la vez, me <strong>de</strong>jaré llevar<br />
por su fuerza poética, por su capacidad <strong>de</strong> irradiar.<br />
Con esa finalidad propongo reconstruir su<br />
estructura, o si se prefiere usar una palabra <strong>de</strong> la<br />
retórica clásica, su dispositio, en cuatro partes: un<br />
diagnóstico <strong>de</strong> la "situación presente", una tentativa<br />
<strong>de</strong> explicación, una reelaboración <strong>de</strong>l diagnóstico<br />
y una "solución". Repasemos con cierta<br />
minucia cada una <strong>de</strong> esas partes.<br />
El diagnóstico<br />
Según López Velar<strong>de</strong>, su época se caracteriza<br />
por una peligrosísima inversión: la palabra ha<br />
<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> seI "instrumento", herramienta, para<br />
volverse "déspota". Las personas se han convertido<br />
en productos <strong>de</strong> las palabras y ya no ejercen<br />
más en tanto que productores. Se ha instaurado lo<br />
que se podría llamar el "régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo<br />
palabrero", que es el régimen <strong>de</strong> la contra-ilustración<br />
<strong>de</strong> la palabra o régimen <strong>de</strong> la reificación <strong>de</strong><br />
las palabras. Atributos <strong>de</strong> este régimen son, ante<br />
todo, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador<br />
<strong>de</strong>l lenguaje. Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador:<br />
... el ciudadano <strong>de</strong> hoy, aguja <strong>de</strong> fonógrafo, aguja<br />
muerta.<br />
El ciudadano ya. no es persona sino repetidor<br />
sometido, o más bien, construido y dirigido por<br />
el "industrialismo <strong>de</strong> la palabra".<br />
Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador: informar no es necesariamente<br />
confirmar. El informar genuino inevitablemente<br />
frustra expectativas. Por el contrario, el<br />
<strong>de</strong>spotismo palabrero proscribe la diferencia y se<br />
alarma ante cualquier disenso:<br />
La igualdad <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as, uniformadas como soldados<br />
rasos, me produce el mismo malestar que me causarla<br />
ver un rostro idéntico en todas las mujeres.<br />
Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformativo<br />
necesariamente producen un po<strong>de</strong>r pseudoargumental<br />
pues, si yo no soy más persona, si no<br />
me consi<strong>de</strong>ro con la dignidad <strong>de</strong> una persona y<br />
estoy <strong>de</strong>sinformado, ¿cómo podría argumentar?
Pero, en este sentido, ¿es la época <strong>de</strong> López<br />
Velar<strong>de</strong> todavía la nuestra? Creo que lo es, y <strong>de</strong><br />
manera enfática. Más todavía, López Velar<strong>de</strong> sospecha<br />
<strong>de</strong> ese peculiar régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo<br />
palabrero que, con el tiempo, irá creciendo y<br />
afianzándose hasta cubrir el planeta. Un régimen<br />
sin hablantes genuinos que pronto <strong>de</strong>cretará que,<br />
en verdad, sólo el Lenguaje esa i<strong>de</strong>a platónica-<br />
"habla", como sentencian Hei<strong>de</strong>gger y sus<br />
,<br />
eplgonos:<br />
Hei<strong>de</strong>gger y Derrida comparten una ten<strong>de</strong>ncia a pensar<br />
el lenguaje como algo más que únicamente un<br />
conjunto <strong>de</strong> instrumentos. El último Hei<strong>de</strong>gger persistentemente,<br />
y Derrida <strong>de</strong> manera ocasional, tratan al<br />
lenguaje como si fuera un cuasi-agente, una presencia<br />
cavilante, algo que se encuentra por encima y contra<br />
los seres humanos .. . El "Lenguaje" se convierte en el<br />
último sustituto para "Dios" o para la "Mente" -algo<br />
misterioso, incapaz <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>scrito en los mismos términos<br />
con los cuales <strong>de</strong>scribimos las mesas, los árboles,<br />
y los átomos.}<br />
No hay nada como ese vértigo <strong>de</strong> lo sublime<br />
que es el afán <strong>de</strong> misterios para <strong>de</strong>spersonalizar,<br />
<strong>de</strong>sinformar, pseudo-argumentar: para embobar y<br />
llevarnos por el mal camino. Pero, ¿cómo es todo<br />
esto y por qué?<br />
La explicación<br />
López Velar<strong>de</strong> distingue entre la vigencia <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>spotismo palabrero en los círculos literarios y<br />
fuera <strong>de</strong> ellos. A la primera vigencia la percibe, al<br />
menos en la superficie, como resultado <strong>de</strong><br />
influencias opuestas pero convergentes: la charlatanería<br />
ininterrumpida <strong>de</strong> la tradición española y<br />
el carácter meramente acrobático <strong>de</strong> cierta vanguardia<br />
o como él lo expresa, la "hojarasca <strong>de</strong> la<br />
prosa peninsular" y la "inhumana ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />
los parnasianos".<br />
De manera más abarcadora, más allá <strong>de</strong> los círculos<br />
literarios, en la vida cotidiana, las causas<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero son más difíciles <strong>de</strong><br />
precisar, por más vastas y profundas. López<br />
Velar<strong>de</strong> indica dos. Primera causa: el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador<br />
que como vulgaridad <strong>de</strong>l espíritu<br />
invita a "<strong>de</strong>clarar". Pues:<br />
quien carece <strong>de</strong> vida interior, natural es que simule<br />
tenerla mareando con discursos teatrales.<br />
He aquí que el vértigo <strong>de</strong> lo sublime, hecho <strong>de</strong><br />
solemnidad y <strong>de</strong> discursos aparatosos -herencia<br />
hispánica-, lejos <strong>de</strong> ser lo que busca aparentar,<br />
a saber, señal <strong>de</strong> una intensa vida espiritual, apenas<br />
se examina, se <strong>de</strong>scubre como disfraz <strong>de</strong><br />
astucias, como máscara <strong>de</strong>l vacío: palabras altisonantes<br />
y tal vez envolventes, y en ellas y <strong>de</strong>trás<br />
<strong>de</strong> ellas, nada. A su vez, como segunda causa <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>spotismo palabrero sobre la gente, López<br />
Velar<strong>de</strong> introduce el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador articulado<br />
en el culto al estereotipo vuelto costumbre y<br />
que, por ello mismo no exige ninguna actividad<br />
1 R. Rorty, Essays on Hei<strong>de</strong>gger and Otbers, Philosophical Papers<br />
V. 2, Cambridge 1991, pp. 3-4.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
4 8<br />
pensante <strong>de</strong> nuestra parte, sólo la pasiva aceptación<br />
<strong>de</strong> lo vigente:<br />
la comunidad que representa, en una sociedad ql!le no<br />
lee ni medita, repetir por boca <strong>de</strong> ganso, tercamente y<br />
profusamente, la opinión preestablecida. Siempre<br />
constituirá una facilidad <strong>de</strong>mocrática la compra <strong>de</strong><br />
ropa hecha.<br />
Tanto en los círculos literarios como fuera <strong>de</strong><br />
ellos, la alternativa es: o charlatanería y <strong>de</strong>clamación<br />
--dos versiones <strong>de</strong> lo mismo o acrobacias<br />
verbales y opiniones preestablecidas --<strong>de</strong> nuevo,<br />
dos versiones <strong>de</strong> lo mismo.<br />
La época <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong> no sólo sigue siendo<br />
la nuestra, sino que lo es <strong>de</strong> una manera que<br />
López Velar<strong>de</strong>, felizmente para él, ni siquiera sospechaba.<br />
Pero ¿quién fabrica estas alternativas<br />
suicidas? Al menos ¿quién las ddien<strong>de</strong>? Respuesta<br />
<strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>: nos encontramos ante esa<br />
forma refinada <strong>de</strong> merolico que es el periodista<br />
en tanto generador <strong>de</strong> <strong>de</strong>spersonalización, <strong>de</strong>sinformación,<br />
pseudo-argumentación. El periodista,<br />
que, por diez centavos, nos sirve todas las mañanas<br />
poesía hecha, política h.echa, reportazgo como corbata<br />
roja y editorial como falda pantalón.<br />
La figura <strong>de</strong>l periodista se atticulá, así, cOmo el<br />
mo<strong>de</strong>rno abastecedor <strong>de</strong> la doxa: ese cronista y<br />
opinador que volviendo "todo" noticia, que concediendo<br />
a "todo" valor, acaba por hacernos '<br />
creer que "nada" tiene valor, que "todo" no es<br />
más que un vano espectáculo <strong>de</strong> sucesos pasajeros...<br />
sin relevancia; mero ruido para distraer,<br />
para excitar, para ensor<strong>de</strong>cemos y aplastarnos . .<br />
El <strong>de</strong>spotismo palabrero crece y se multiplica,<br />
entonces, como vacío interior y haraganería, falta<br />
<strong>de</strong> coraje intelectual para poner en duda o atacar<br />
las opiniones vigentes, murmullo apaciguador y<br />
disciplinante <strong>de</strong> los sobreentendidos en tantb que<br />
norma.<br />
Por otra parte, no es difícil <strong>de</strong>scubrir la relación<br />
<strong>de</strong> reciprocidad entre ambas causas, entre· <strong>de</strong>spersonalizar<br />
y <strong>de</strong>sinformar: la <strong>de</strong>sinformación aparece<br />
y se <strong>de</strong>sarrolla por haraganería, por cobardía, por<br />
<strong>de</strong>spersonalización y ésta es, en parte al menos,<br />
producto <strong>de</strong> aquélla. No hay lo uno sin lo otro,<br />
como no hay merolico sin dotes <strong>de</strong> periodista, ni<br />
periodista que alguna vez no haya sido -muchos,<br />
la mayor parte <strong>de</strong>l tiempo-- un merolico.<br />
Reelaboración <strong>de</strong>l diagnóstico<br />
Ya se indicó: el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>t'Potismo palabrero<br />
conforma una "inverfión" <strong>de</strong>l "procedimiento<br />
racional", <strong>de</strong>l "procedimiento vital". Tal<br />
régimen, invirtiendo a la vez los mandatos <strong>de</strong> la<br />
razón y <strong>de</strong> la vida, se <strong>de</strong>scubre como pura imaginación<br />
centrípeta: el lenguaje raramente se vuelve<br />
lenguaje explorador, se <strong>de</strong>ja guiar por los<br />
pensamientos o las emociones:<br />
Tengo esta frase que suena bien; pero ¿qué voy a pensar<br />
o a sentir, para expresarlo, y encajar, al expresarlo,<br />
\
•<br />
esta frase que suena bien? El académico tiene su bo<strong>de</strong>ga<br />
atestada <strong>de</strong> frases; el mo<strong>de</strong>rnista ha abarrotado frases;<br />
pero ¿qué pensarán o sentirán el académico y el<br />
mo<strong>de</strong>rnista para poner en juego sus frases?<br />
Nada, no pensarán ni sentirán nada, ¿para qué si<br />
hay palabras que se ven<strong>de</strong>n?<br />
Al respecto importa examinar cómo reaccionan<br />
los escritores frente al <strong>de</strong>spotismo palabrero. No<br />
sorpren<strong>de</strong>rá que, como en cualquier régimen,<br />
también en éste podamos distinguir dos clases <strong>de</strong><br />
escritores: los escritores "oficialistas", pro-régimen,<br />
y los que se le resisten. Los escritores "oficialistas"<br />
apuestan todos ellos por la imaginación<br />
centrípeta; acudiendo a palabras en boga, pertenecen<br />
-para usar una fórmula tan lastimosa<br />
como aquello que <strong>de</strong>signa- a la "cultura lighf' ,<br />
una expresión que más que aludir a cierta temática,<br />
refiere a una actitud, como el turismo. Hay un<br />
"modo lighf' <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r a cualquier cosa, como<br />
hay un modo turístico <strong>de</strong> arruinar -banalizando-<br />
todo paisaje, ciudad o monumento. Más<br />
todavía, el modo turístico es, creo, una especie<br />
paradigmática <strong>de</strong>l modo light: ese mimar la mirada,<br />
restringiéndola, para prohibir que le penetre<br />
el espesor <strong>de</strong> la realidad, quiero <strong>de</strong>cir, para no<br />
permitir que circulen libremente y con vigor la<br />
alegría, el dolor, la indignación, la incertidumbre,<br />
la muerte ... , el vértigo simplificador al servicio <strong>de</strong><br />
lo estrecho, ese evitar a toda costa resistencias,<br />
disensos, lo otro. Por supuesto, escribir simple no<br />
es escribir light. También hay una confusión light<br />
una complicación light, un refinamiento light y<br />
hasta un hermetismo light. En estos contextos,<br />
quizá la correcta traducción castellana para light<br />
sería algo así como facilón: lo <strong>de</strong>s prolijo, lo ciegamente<br />
partidista, lo acrítico, lo frívolo, lo que<br />
no interroga, lo que no arriesga ... quien no conoce<br />
otro propósito que el glamour <strong>de</strong> un éxito<br />
constante y sonante ni otras expresiones <strong>de</strong> enco-<br />
Primer aniversario <strong>de</strong> la Editorial Cvltvra, 15 <strong>de</strong> agosta <strong>de</strong> 1917. lópez Velar<strong>de</strong>, último <strong>de</strong> la segunda fila<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
49<br />
mio o <strong>de</strong> crítica que el "todo está bien" y el<br />
"todo está mal" ... lo light, pues, como lo mismo<br />
ininterrumpidamente, como la <strong>de</strong>cisiva falta <strong>de</strong><br />
matices, <strong>de</strong> elaboración, <strong>de</strong> trabajo, <strong>de</strong> escrúpulos,<br />
<strong>de</strong> partirse el alma. Por eso, los escritores<br />
light, los escritores "oficialistas" <strong>de</strong>l régimen <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>spotismo palabrero, poseen, señala López<br />
Velar<strong>de</strong>:<br />
recetas dignas <strong>de</strong> envidiarse en cualquier cocina.<br />
Estas recetas pue<strong>de</strong>n ser tradicionalistas o <strong>de</strong><br />
vanguardia, no obstante, no por ello, <strong>de</strong>jan <strong>de</strong><br />
pertenecer menos a la categoría <strong>de</strong> la repetición,<br />
esto es, <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser "recetas":<br />
El escritor <strong>de</strong> actualidad posee, por ejemplo, esta<br />
receta: Patos heroicos. Después <strong>de</strong> cocidos, se parten<br />
en cuadritos, se untan <strong>de</strong> salsa <strong>de</strong> Marquina, se les<br />
cubre con una capa <strong>de</strong> versos <strong>de</strong> la "Marcha triunfal"<br />
<strong>de</strong> Darío; se <strong>de</strong>jan sazonar, y ya fuera <strong>de</strong> la lumbre,<br />
se adornan con picos <strong>de</strong> cóndores <strong>de</strong> Chocano. El<br />
tradicionalista no sabrá preparar los platos heroicos;<br />
pero es dueño <strong>de</strong> la receta que sigue, para el estofado<br />
clásico: Se corta un lomo <strong>de</strong> cerdo en trozos <strong>de</strong>lgados;<br />
se pone en una sartén <strong>de</strong> las bodas <strong>de</strong><br />
Camacho, se le mezclan perejil <strong>de</strong> don José María <strong>de</strong><br />
Heredia y vinagre <strong>de</strong> don Juan Valera; se pone al<br />
fuego manso <strong>de</strong> una redacción <strong>de</strong> notario público,<br />
cuidando que no se queme; y se sirve con arcaísmos<br />
<strong>de</strong>l Cid.<br />
Luego <strong>de</strong> estos sensatos sarcasmos, López<br />
Velar<strong>de</strong> prepara ciertas zozobras. En primer<br />
lugar, a partir <strong>de</strong> la oposición escritores pro régimen<br />
o escritores <strong>de</strong> receta versus escritores<br />
que se le resisten al <strong>de</strong>spotismo palabrero o<br />
escritores meditativos, probablemente sorprendan<br />
los ejemplos <strong>de</strong> escritores meditativos y no<br />
palabreros, Góngora, Darío, Lugones. ¿Acaso no<br />
se trata <strong>de</strong> escritores super-palabreros, hasta<br />
barroca y laberínticamente palabreros? López<br />
Velar<strong>de</strong> razona:
..<br />
Quizá la más grave consecuencia<br />
<strong>de</strong>l lenguaje postizo<br />
y pródigo consista en<br />
el abandono <strong>de</strong>! alma. Bajo<br />
e! <strong>de</strong>spilfarro <strong>de</strong> las palabras,<br />
el alma se contrista,<br />
como una niña que quiere<br />
<strong>de</strong>cirnos su emoción y que<br />
no pue<strong>de</strong>, porque se lo<br />
impi<strong>de</strong> el alboroto <strong>de</strong> un<br />
motín. Sabe callar el alma<br />
como una enamorada, pero<br />
la aflige que su galán sea<br />
<strong>de</strong>satento, y que por esparcirse<br />
en oratorias superficiales,<br />
la olvi<strong>de</strong> reciamente.<br />
De mi parte confieso que<br />
para recibir el mensaje<br />
melancólico <strong>de</strong> mi propia<br />
alma, me reconcentro con<br />
esa intensidad con que en<br />
el abismo <strong>de</strong> la noche sentimos<br />
el latido infatigable<br />
<strong>de</strong> nuestras sienes y estamos<br />
escuchando el roce<br />
metódico <strong>de</strong> nuestra sangre<br />
en la almohada. El alma<br />
fmca sus <strong>de</strong>licias en trasmitimos<br />
su confi<strong>de</strong>ncia; pero<br />
exige para ello una soledad<br />
y un silencio <strong>de</strong> alcoba. Yo<br />
anhelo expulsar <strong>de</strong> mí<br />
cualquier sílaba que no<br />
nazca <strong>de</strong> la combustión <strong>de</strong><br />
mis huesos.<br />
Pero ya es más fácil que<br />
e! público se ilustre por sí<br />
mismo y hasta, si se le <strong>de</strong>ja<br />
en libertad, casi inevitable.<br />
Porque siempre se encontrarían<br />
algunos que piensen<br />
por propia cuenta,<br />
hasta entre los establecidos<br />
tutores <strong>de</strong>! gran montón,<br />
quienes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
arrojado <strong>de</strong> sí e! yugo <strong>de</strong> la<br />
tutela, difundirán el espíritu<br />
<strong>de</strong> una estimación racional.<br />
Por esta sola razón el<br />
público s'Ólo poco a poco<br />
llega a ilustrarse<br />
Para esta ilustración no<br />
se requiere más que una<br />
cosa, libertad; y la más inocente<br />
entre todas las que<br />
llevan ese nombre, a saber:<br />
libertad <strong>de</strong> hacer uso público<br />
<strong>de</strong> su razón íntegramente.<br />
y hará agravio a la<br />
majestad <strong>de</strong> su persona [el<br />
gobernantel si en ello se<br />
mezcla hasta el punto <strong>de</strong><br />
someter a su inspección<br />
gubernamental aquellos<br />
escritos en los que sus súbditos<br />
tratan <strong>de</strong> contar sus<br />
creencias, ya sea porque<br />
estime su propia opinión<br />
como la mejor, en cuyo<br />
caso se expone al reproche:<br />
Caesar non est supra<br />
grammaticos, ya porque<br />
rebaje a tal grado su po<strong>de</strong>r<br />
soberano que ampare <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> su Estado e! <strong>de</strong>spotismo<br />
espiritual <strong>de</strong> algunos<br />
tiranos contra el resto <strong>de</strong><br />
sus súbditos.<br />
Detrás <strong>de</strong> esta divergencia aparentemente radical<br />
entre el alma que <strong>de</strong>be reencontrarse a solas y<br />
un público que <strong>de</strong>be ilustrarse, hay, sin embargo,<br />
quizá algo precioso en común: tanto Kant como<br />
López Velar<strong>de</strong> proponen, para combatir los respectivos<br />
<strong>de</strong>spotismos contra los cuales luchan,<br />
una ética. La ética <strong>de</strong> Kant es, muy abarcadoramente,<br />
una sistematización explícita, razonada<br />
paso a paso, <strong>de</strong> preceptos éticos para la vida, la<br />
<strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> manera mucho más restringida,<br />
una ética implícita <strong>de</strong> la escritura, o si se<br />
prefiere, una ética implícita <strong>de</strong> las palabras. Su<br />
imperativo no <strong>de</strong>clarado, pero una y otra vez presente,<br />
es esa exhortación con que comenzamos:<br />
Ten cuidado con las palabras.<br />
Ese cuidado implica, por ejemplo, no volverse<br />
nunca "aguja <strong>de</strong> fonógrafo", no sucumbir al<br />
"industrialismo <strong>de</strong> la palabra". De ahí que cuando<br />
en el último poema que pudo López Velar<strong>de</strong><br />
corregir en la imprenta abor<strong>de</strong> el tema público<br />
<strong>de</strong> la patria, lo haga a contramano <strong>de</strong> la elocuencia<br />
establecida:<br />
para cortar a la epopeya un gajo.<br />
L.,]<br />
Diré con una épica sordina:<br />
L.]<br />
--- - --- ---- - ... _ . . .. _ ..<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
52<br />
Patria: tu mutilado territorio<br />
se viste <strong>de</strong> percal y <strong>de</strong> abalorio.<br />
Suave Patria: tu casa todavía<br />
es tan gran<strong>de</strong>, que e! tren va por la vía<br />
como aguinaldo <strong>de</strong> jugueteóa.<br />
El tono buscadamente menor es ya una actitud<br />
ética ante las palabras que <strong>de</strong>safía al régimen <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>spotismo palabrero: contrasta con las recetas y<br />
los estereotipos manipuladores <strong>de</strong>l poema patriótico<br />
y los repudia. La patria <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser tema <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>clamación política, pier<strong>de</strong> las mayúsculas, no es<br />
más imaginería populista <strong>de</strong> la sangre, la bendita<br />
sangre, la asesina sangre. López Velar<strong>de</strong> había<br />
observado en 1916 en El predominio <strong>de</strong>l silabario:<br />
El asunto civil ya hie<strong>de</strong>. Ya hedía en los puntos <strong>de</strong> la<br />
plana beatífica <strong>de</strong> aquellos señores que compusieron<br />
odas para Agustín <strong>de</strong> Iturbi<strong>de</strong>. Sólo la mujer no envejece.<br />
La patria <strong>de</strong> la oratoria no es sólo un error retórico<br />
que <strong>de</strong>sconoce la <strong>de</strong>cencia <strong>de</strong>l lenguaje y lo<br />
prostituye y embrutece, es también un vicio<br />
moral: es la patria <strong>de</strong>l entusiasmo nacionalero y la<br />
violencia, la patria como ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> exclusión y<br />
<strong>de</strong> muerte. Por eso, la patria <strong>de</strong> los escritores oficialistas<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero es la misma<br />
patria <strong>de</strong>l militante en armas para amurallar el<br />
terruño, uno <strong>de</strong> los tantos efectos <strong>de</strong>l vacío interior:<br />
el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spersonalización y la <strong>de</strong>sinformación.<br />
Al contrario, la patria que propone López<br />
Velar<strong>de</strong> es la que acoge, la que invita, la que no<br />
<strong>de</strong>clara "por aquí se sale" sino "por aquí se entra":<br />
Tus entrañas no niegan un asilo.<br />
La patria, pues, como mujer hospitalaria, la<br />
patria no <strong>de</strong>l soldado sino <strong>de</strong>l amante, la geografía<br />
reconfigurada como cuerpo femenino, no a conquistar,<br />
sino a <strong>de</strong>jarse ir, a hundirse y zozobrar:<br />
Si me ahogo en tus julios, a mí baja<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el vergel <strong>de</strong> tu peinado <strong>de</strong>nso,<br />
frescura <strong>de</strong> rebozo y <strong>de</strong> tinaja:<br />
y si tirito, <strong>de</strong>jas que me arrope<br />
en tu respiración azul <strong>de</strong> incienso<br />
y en tus carnosos labios <strong>de</strong> rompope.<br />
Todavía hay que respon<strong>de</strong>r, sin embargo, dos<br />
preguntas. Primera pregunta. Al empezar a leer<br />
La <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la palabra dudé <strong>de</strong> si se procuraba<br />
examinar la <strong>de</strong>rrota que nos inflingen las palabras<br />
en el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, o a las<br />
palabras <strong>de</strong>rrotadas. En mi opinión la respuesta<br />
correcta es que no hay tal alternativa. Esto es, las<br />
opciones que articula la alternativa son las dos<br />
caras <strong>de</strong> una misma medalla, las palabras nos<br />
<strong>de</strong>rrotan y se <strong>de</strong>rrotan, pues las palabras que en<br />
el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, en la cultura<br />
<strong>de</strong> lo facilón, nos <strong>de</strong>rrotan, al corromperse, se<br />
<strong>de</strong>rrotan también ellas mismas como palabras.<br />
Segunda pregunta. Fuera <strong>de</strong> nuestra comparación<br />
provocadora, ¿hay alguna conexión entre el<br />
<strong>de</strong>spotismo político y el <strong>de</strong>spotismo palabrero?<br />
Pienso que la hay y <strong>de</strong>cisivamente, o más bien,<br />
\
•<br />
sospecho que hay un plural <strong>de</strong> conexiones. Me<br />
limito a señalar dos.<br />
Una. Todo <strong>de</strong>spotismo político se auxilia y<br />
hasta <strong>de</strong>scansa en un <strong>de</strong>spotismo palabrero, en<br />
tanto que procura hundirse en el vértigo <strong>de</strong> lo<br />
sublime: distorsiona y envenena el vocabulario <strong>de</strong><br />
sus sometidos, impostando la voz y convirtiendo<br />
a las palabras en emblemas; así, entre otros obstáculos,<br />
el <strong>de</strong>spotismo político necesita evitar<br />
<strong>de</strong>cir con López Velar<strong>de</strong> en "Todo .. ":<br />
o,<br />
nú voz es la gem€la<br />
<strong>de</strong> la canela<br />
No porto insignias<br />
<strong>de</strong> masón<br />
ni <strong>de</strong> Caballero<br />
<strong>de</strong> Colón.<br />
Dos. Una vez <strong>de</strong>struido el <strong>de</strong>spotismo político,<br />
no con ello se elimina el <strong>de</strong>spotismo palabrero.<br />
Precisamente, uno <strong>de</strong> los males <strong>de</strong> cualquier<br />
<strong>de</strong>mocracia es la insidiosa y reiterada presencia <strong>de</strong>l<br />
régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, con sus generadores:<br />
los funcionarios, los periodistas, los "comu-<br />
Mano <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l poeta, vaciado en yeso<br />
Biblwteca <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
53<br />
nicólogos". En tal régimen, las palabras, en lugar<br />
<strong>de</strong> aclarar y orientar, oscurecen y confun<strong>de</strong>n; así,<br />
el <strong>de</strong>spotismo palabrero, <strong>de</strong>spersonalizando y<br />
<strong>de</strong>sinformando, sustituye y preserva al <strong>de</strong>spotismo<br />
político. Pero ¿qué hacer, entonces? Por ejemplo,<br />
ejercitar la capacidad <strong>de</strong> juicio, sin aferrarse <strong>de</strong>masiado<br />
a ningún esquema <strong>de</strong> pensamiento; no <strong>de</strong>spreciar<br />
aquello que se nos opone; cultivar el<br />
disenso; indignarse ante las injusticias; evitar el<br />
imaginario <strong>de</strong> la sangre; <strong>de</strong>jándose conmover<br />
con la ignorancia <strong>de</strong> la nieve<br />
y la sabiduría <strong>de</strong>l jacinto<br />
recordar, una y otra vez, la ambigüedad <strong>de</strong> las<br />
palabras; cuidarlas, y cuidarse <strong>de</strong> ellas ... Pero es<br />
poco probable que tales recomendaciones puedan<br />
<strong>de</strong> algún modo estabilizarse y, mucho<br />
menos, convertirse en rutinas <strong>de</strong> la vida cotidiana.<br />
Recor<strong>de</strong>mos que hacia el final <strong>de</strong> su ensayo<br />
"Malos réprobos y peores bienintencionados",<br />
López Velar<strong>de</strong> se pregunta:<br />
¿DejaFemos <strong>de</strong> ser algún día animales incoherentes<br />
que se <strong>de</strong>sgastan en alternativas penosas? Yo no lo<br />
espero seriamente.<br />
Yo tampoco .
Sólo'quedan tus ojos<br />
en el filo <strong>de</strong>l invierno.<br />
MARIAN 'OUSSAIN'<br />
. Un·poema<br />
Días inasibles como un hueco.<br />
De la mañana a la tar<strong>de</strong><br />
pájaro que me observa<br />
transcurre mi voz por los jardines,<br />
un enjambre <strong>de</strong> miradas<br />
El silencio rueda hasta el río<br />
me teje en otro idioma.<br />
don<strong>de</strong> un sol palpita sobre el agua,<br />
vena abierta <strong>de</strong> luz<br />
en el <strong>de</strong>sbaratado reflejo <strong>de</strong> los almendros.<br />
La siesta nos <strong>de</strong>svanece en el temblor <strong>de</strong> las orillas.<br />
Descien<strong>de</strong>s<br />
a la fiebre plomiza <strong>de</strong> los campanarios.<br />
Mínimos:<br />
esperamos<br />
el final <strong>de</strong>l viaje.<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
54<br />
\<br />
\\<br />
!
• Sería imposible <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el tedio<br />
si no lo asumiéramos antes como<br />
una tensión <strong>de</strong> la conciencia. Sólo a<br />
veces, sabemos, es un efecto; y<br />
sólo a veces, sin embargo, se lo<br />
admitirá en tanto acción que, aunque<br />
negativa, es sumamente productiva.<br />
Kafka<br />
A comienzos <strong>de</strong> 1913 Franz Kafka<br />
argumentaba ante Felice Bauer que<br />
sólo quien es capaz <strong>de</strong> aburrirse<br />
pue<strong>de</strong> aspirar a ser un buen narrador.<br />
Po<strong>de</strong>mos tomar la convicción<br />
<strong>de</strong> quien viene y meditar con cierta<br />
profundidad acerca <strong>de</strong> ella, aunque<br />
también <strong>de</strong>beríamos mo<strong>de</strong>rar nuestro<br />
entusiasmo en virtud <strong>de</strong> esa<br />
ambigua claridad conferida por los<br />
SERGIO CHEJFEC<br />
sas<br />
epistolarios: el aserto <strong>de</strong> Kafka no<br />
estaba dirigido a individuos para<br />
los cuales el aburrimiento consiste<br />
en una suspensión <strong>de</strong>l juicio, sino a<br />
alguien cuya <strong>de</strong>sconfianza respecto<br />
<strong>de</strong>l tedio se funda en la creencia <strong>de</strong><br />
que la acción <strong>de</strong>be propen<strong>de</strong>r a<br />
una utilidad inmediata, un resultado<br />
práctico y una experiencia virtualmente<br />
olvidable.<br />
Po<strong>de</strong>mos incluso admitir que la<br />
evi<strong>de</strong>nte -aunque también implícita-<br />
riqueza <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
Kafka se colorea un poco <strong>de</strong> la<br />
simplicidad que animan las virtu<strong>de</strong>s<br />
utilitarias <strong>de</strong> Felice. No se han conservado<br />
sus cartas, pero resulta evi<strong>de</strong>nte<br />
su <strong>de</strong>sasosiego e incomprensión<br />
ante alguien que, poseyendo<br />
todas las aptitu<strong>de</strong>s como para aprovechar<br />
las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> progre-<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
55<br />
•<br />
1<br />
so material conferidas por su condición<br />
-fortuna familiar, carrera profesional,<br />
disciplina labor,d,<br />
estabilidad emocional y óptimas<br />
relaciones-, y teniendo también<br />
todos los hábitos como para no<br />
haberse apartado nunca, estaba tan<br />
íntima y <strong>de</strong>finitivamente alejado <strong>de</strong><br />
lo normal.<br />
Ante este misterio encamado por<br />
la persona <strong>de</strong> Kafka, Felice, cuando<br />
no subestimaba sus proyectos literarios<br />
y convicciones ascéticas consi<strong>de</strong>rándolas<br />
como pasajeras,<br />
trataba <strong>de</strong> hacerles frente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />
más elemental sentido práctico,<br />
pequeño burgués -para <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong><br />
manera menos precisa aunque más<br />
gráfica. Entonces, po<strong>de</strong>mos imaginar<br />
el reclamo: si acaso Franz no se<br />
aburre permaneciendo frente a su
con Bouvard y Pécuchet acabó<br />
construyendo una narración acerca<br />
<strong>de</strong>l todo, el cual, como se sabe,<br />
posee atributos -la <strong>de</strong>scripción, la<br />
enumeración- más propios <strong>de</strong> la<br />
digresión que <strong>de</strong> la intriga.<br />
Argentina<br />
Casi siempre se ha visto al tedio<br />
como un enemigo <strong>de</strong> la literatura, y<br />
sin embargo muchas veces es lo<br />
que confiere la disponibilidad apropiada<br />
para seguir leyendo. Creo que<br />
la experiencia <strong>de</strong>l tedio, ese sumergirse<br />
en el tiempo franco y sucesivo,<br />
a veces con angustia y casi<br />
siempre con indolencia, es también<br />
una experiencia semejante a la<br />
sucesión <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual nos<br />
extraviamos al leer. Existe siempre<br />
una fiebre <strong>de</strong> impaciencia en la lectura<br />
-impaciencia que no tiene<br />
que ver con la ansiedad por el<br />
<strong>de</strong>senlace, sino más bien con el vértigo<br />
que suscita la elemental y profunda<br />
autonomía <strong>de</strong> la narración:<br />
como a la música, no somos capaces<br />
<strong>de</strong> reconocerle a la literatura<br />
una esencia material-y sin embargo<br />
el libro está frente a nosotros,<br />
como los ejecutantes o el parlante<br />
<strong>de</strong> la radio--; existe una fiebre <strong>de</strong><br />
impaciencia en la lectura, la cual<br />
proviene <strong>de</strong> la profunda coinci<strong>de</strong>ncia<br />
establecida entre nuestro tiempo<br />
mental y el tiempo <strong>de</strong> lectura. Y ese<br />
tiempo franco es el que percibimos,<br />
en semejantes condiciones, cuando<br />
nos inva<strong>de</strong> el tedio.<br />
La narrativa argentina posee una<br />
aquilatada convivencia con el tedio;<br />
no me refiero a la experiencia<br />
inmediata <strong>de</strong> los lectores -la cual<br />
en términos generales es absolutamente<br />
hipotética- sino a la inclinación<br />
<strong>de</strong> sus personajes. Así como se<br />
sugiere que una literatura está constituida<br />
por las obras, los autores, o<br />
los géneros, también está integrada<br />
por sus personajes. Los protagonistas<br />
literarios argentinos son seres<br />
ganados en una vertiente contemplativa<br />
-en cuyo caso poseerán<br />
una profundidad fllosófica e intelectual<br />
-o pue<strong>de</strong> dominarlos la<br />
ausencia <strong>de</strong> voluntad -y por lo<br />
tanto estarán con<strong>de</strong>nados a ser víctimas<br />
<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ros enemigos invisibles<br />
como si fueran evi<strong>de</strong>ntes.<br />
En cualquier caso los narradores<br />
argentinos han sido pródigos en<br />
crear situaciones que tanto vacían<br />
<strong>de</strong> intriga a sus personajes como<br />
los sobrecargan <strong>de</strong> sentido. Esta<br />
operación simultánea es la que ha<br />
conferido a la literatura argentina la<br />
posibilidad <strong>de</strong> ser mo<strong>de</strong>rna careciendo<br />
<strong>de</strong> las condiciones objetivas<br />
para ello; o sea, le ha permitido<br />
transmitir sus tradiciones estéticas<br />
hacia el interior <strong>de</strong> un medio cada<br />
vez más empobrecido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todo<br />
punto <strong>de</strong> vista. El pacto <strong>de</strong> realismo<br />
La casa don<strong>de</strong> vivió Flauberl en 1 846<br />
sobreentendido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las primeras<br />
líneas <strong>de</strong> cada libro ha sido constantemente<br />
<strong>de</strong>svirutado por los<br />
escritores argentinos; <strong>de</strong> ahí la<br />
buena fortuna estética <strong>de</strong> muchos y<br />
<strong>de</strong> ahí la injusta -aunque justificada-<br />
indiferencia hacia escritores<br />
que en todo caso fueron o son realistas<br />
respetables.<br />
Di Bene<strong>de</strong>tto<br />
Entre los afortunados <strong>de</strong>staco a<br />
Antonio Di Bene<strong>de</strong>tto, quien supo<br />
crear en gran parte <strong>de</strong> sus narraciones<br />
unos personajes entregados a la<br />
historia como si en realidad lo estuvieran<br />
a una religión tan inefable<br />
como insondable. La experiencia<br />
<strong>de</strong> vivir como si fuera una religión<br />
no es nueva, y <strong>de</strong> hecho las vidas<br />
<strong>de</strong> religiosos tienen una respetable<br />
antigüedad; sin embargo es inusual<br />
ver individuos que le reclamen felicidad<br />
a la vida sin ofrendar su<br />
voluntad y su acción <strong>de</strong>bido a que<br />
carecen mortalmente <strong>de</strong> ellas. Esta<br />
abulia caracteriza a don Diego <strong>de</strong><br />
Zama y lo con<strong>de</strong>na a terminar sus<br />
días en una selva anónima, entregado<br />
a la naturaleza, sin haber crecido,<br />
y al mismo tiempo aquella<br />
indolencia convierte a esta narración<br />
<strong>de</strong> 1956 en el texto a partir <strong>de</strong>l<br />
cual no será ya posible escribir una<br />
novela <strong>de</strong> tipo histórico, tal como<br />
últimamente han vuelto a proliferar,<br />
si no se poseen también gran<strong>de</strong>s<br />
dotes <strong>de</strong> ingenuidad.<br />
Antes <strong>de</strong> escribir su texto, Di<br />
Bene<strong>de</strong>tto practicó una verda<strong>de</strong>ra<br />
vocación <strong>de</strong> fe realista: se encerró<br />
con manuales paraguayos <strong>de</strong> histo-<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
58<br />
ria y materias naturales, y acabó<br />
escribiendo un libro que no reproduce<br />
ninguna <strong>de</strong> esas informaciones<br />
en cuanto tales; no hay<br />
reconocimientos; la historia está elidida.<br />
La argentina es una literatura<br />
que ha hecho uno <strong>de</strong> sus temas <strong>de</strong><br />
la cuestión <strong>de</strong> que ella misma es un<br />
instrumento -la lengua literaria-,<br />
o en todo caso un efecto -las<br />
obras-, que no se hace compatible<br />
con la geografía que supuestamente<br />
está llamada a representar.<br />
Esta asintonía entre idioma y naturaleza<br />
ha sido el nudo <strong>de</strong> una relación<br />
tan productiva como<br />
problemática, que en el caso <strong>de</strong><br />
Zama <strong>de</strong>rivó en la narración <strong>de</strong> una<br />
asincronía: un alto funcionario <strong>de</strong><br />
la colonia que se <strong>de</strong>sintegra a lo<br />
largo <strong>de</strong> diez años a causa <strong>de</strong> su<br />
incapacidad para sumergirse en la<br />
larga duración <strong>de</strong> la vida colonial;<br />
la incosistente impaciencia <strong>de</strong> Zama<br />
es propia <strong>de</strong> héroes novelescos <strong>de</strong>l<br />
siglo XX, la que, representada en<br />
los inciertos finales <strong>de</strong>l siglo XVIII,<br />
da . por resultado una elocuente<br />
profundidad existencial. Y precisamente<br />
el tedio <strong>de</strong> Zama pue<strong>de</strong> ser<br />
traducido como entrega, disponibilidad,<br />
o indiferencia, reservando la<br />
propia subjetividad como el espacio<br />
<strong>de</strong> una incierta y por lo mismo<br />
heroica reticencia. En esto resi<strong>de</strong> la<br />
gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su aburrimiento, en<br />
haber forjado una abulia a prueba<br />
<strong>de</strong> distracciones. En él el tedio ya<br />
no sólo es una experiencia y una<br />
noción, sino también -como<br />
advierte el autor en su <strong>de</strong>dicatoria:<br />
"A las víctimas <strong>de</strong> la espera"- una<br />
facultad.
•<br />
GlRARDO DENIZ MESTER DE MAXMORDONÍA / x<br />
Quizá sea oportuno <strong>de</strong>jar<br />
reposar un rato a los<br />
maxmordones en el resplandor<br />
<strong>de</strong> su gloria y<br />
mirar alre<strong>de</strong>dor, aunque<br />
sin alejarnos <strong>de</strong>masiado,<br />
por supuesto.<br />
Fue así como, hace<br />
muchísimos años, <strong>de</strong>scubrí<br />
un diccionario alemán-español<br />
que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
entonces ha amenizado<br />
mi vida. Comprendo<br />
que resulte alarmante<br />
escuchar semejante cosa,<br />
pero es la verdad. Se<br />
trata <strong>de</strong>l Nuevo diccionario<br />
español-alemán y<br />
alemán-español por D.<br />
Luis Tolhausen (Cónsul<br />
general que fue <strong>de</strong> Francia,<br />
Oficial <strong>de</strong> la Legión<br />
<strong>de</strong> Honor). acta-va edición<br />
enmendada. Tomo<br />
segundo, alemán-español.<br />
Leipzig, Bern-hard<br />
Tauchnitz, 1922.<br />
Por supuesto, los<br />
regocijos a los cuales me<br />
vaya referir están al alcance<br />
<strong>de</strong> cualquier persona<br />
que sepa disfrutar<br />
con su idioma. Quiero<br />
<strong>de</strong>cir que en lo siguiente<br />
no figurará ni una sola<br />
palabra alemana. Quien<br />
sepa algo <strong>de</strong> alemán,<br />
podría divertirse otro<br />
poco, pero nada más un<br />
poco, para lo cual, en<br />
vista <strong>de</strong> que no le voy a<br />
prestar mi ejemplar, le<br />
bastará con acudir a la<br />
sección <strong>de</strong> diccionarios<br />
extranjeros <strong>de</strong> la <strong>Biblioteca</strong><br />
<strong>de</strong> <strong>México</strong>: ahí se<br />
conserva otro Tolhausen,<br />
al alcance <strong>de</strong> todos.<br />
Hoy por hoy, como es<br />
natural, me es ya imposible<br />
reconstruir cómo<br />
empezó este asunto.<br />
Simplemente, en cierta<br />
editorial --don<strong>de</strong> precisamente<br />
el Protomaxmordón<br />
exhalaba sus<br />
efluvios salutíferoslaborábamos<br />
hace más<br />
<strong>de</strong> 30 años unos cuantos<br />
iniciados que sabíamos<br />
que basaba hojear unos<br />
momentos el Tolhausen<br />
<strong>de</strong> nuestra biblioteca<br />
para encontrar algo pin-<br />
toresco, si no es que<br />
<strong>de</strong>slumbrante y hasta<br />
hilarante.<br />
¿Como qué? Veamos<br />
la quinta entrada <strong>de</strong> la<br />
primera página: "especie<br />
<strong>de</strong> chata en el Rin". Y,<br />
pasando hojas, en seguida,<br />
saltan <strong>de</strong>licias innumerables:<br />
"caza con papirillos",<br />
"sentir pena,<br />
tener sentimiento <strong>de</strong><br />
haber perdido lo que se<br />
<strong>de</strong>bía", "certificado que<br />
lleva uno <strong>de</strong> haber sido<br />
herido en algún paraje",<br />
"dueño <strong>de</strong> la posada <strong>de</strong><br />
la zorra", "ser animado<br />
que es una criatura como<br />
nosotros", "tren <strong>de</strong><br />
locos", "muchedumbre<br />
<strong>de</strong> doncellas", "sociedad<br />
<strong>de</strong> los espectros" -hasta<br />
llegar a precisiones<br />
formidables: "cerveza<br />
dada a los carpinteros<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> acabada el<br />
armazón <strong>de</strong> una casa",<br />
"señorito que estudia la<br />
agronomía por el bien<br />
parecer, sin practicarla<br />
seriamente", "untar <strong>de</strong><br />
miel el cuerpo <strong>de</strong>l paciente<br />
<strong>de</strong>jándole expuesto<br />
a los rayos <strong>de</strong>l sol,<br />
atado <strong>de</strong> pies y manos,<br />
hasta que moría lentamente,<br />
sirviendo <strong>de</strong> pastura<br />
a la infinidad <strong>de</strong><br />
insectos que lo roían<br />
vivo y palpitante" (sin<br />
faltar a nuestro precepto<br />
monolingüe, vale la pena<br />
indicar que la expresión<br />
alemana traducida<br />
por esta última <strong>de</strong>scripción<br />
pavorosa en español,<br />
significa, exclusiva e<br />
inequívocamente, "embrear<br />
y emplumar").<br />
Llegado a este punto,<br />
¿Cómo callar la explicación<br />
más completa <strong>de</strong><br />
este diccionario?: "arrogante,<br />
presumido, atrevido,<br />
<strong>de</strong>svergonzado ,<br />
<strong>de</strong>scarado, insolente,<br />
inverecundo, petulante,<br />
procaz, protervo, <strong>de</strong>senvuelto,<br />
<strong>de</strong>sahogado,<br />
encabronado, suelto,<br />
arrufaldado, <strong>de</strong>scompuesto,<br />
<strong>de</strong>sgarrado, <strong>de</strong>smesurado,<br />
<strong>de</strong>slavado,<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
59<br />
<strong>de</strong>sollado, raído, libre y<br />
que no atien<strong>de</strong> a su<br />
<strong>de</strong>coro ni otros respetos".<br />
Tanta riqueza, tal<br />
impulsividad regida finalmente<br />
por la ética .. .<br />
¿la señora Margarita<br />
Michelena? Casi: D. Luis<br />
Tolhausen, cónsul gene-<br />
ral que fue <strong>de</strong> Francia,<br />
oficial <strong>de</strong> la Legión <strong>de</strong><br />
Honor.<br />
Pero <strong>de</strong>bo regresar a<br />
mi relato. Iba diciendo<br />
que fuimos tres o cuatro<br />
. .<br />
qUienes apreCiamos, en<br />
aquellos viejos tiempos,<br />
a Tolhausen. A <strong>de</strong>cir
verdad, exagero: yo, y<br />
sólo yo, supe va lorar la<br />
labor imperece<strong>de</strong>ra <strong>de</strong><br />
D. Luis. Los <strong>de</strong>más acabaron<br />
por maxmordoniza<br />
rse, o vino e l remolino<br />
y los alevantó. De<br />
pronto me ha ll é ante<br />
Tolhausen, a solas -y<br />
le tendí la mano. Decidí<br />
recorrer su diccio nario,<br />
completo, y rescatar<br />
tesoros. Propósito presuntuoso<br />
y colosal,<br />
"concepto grandioso,<br />
he ro ico, que hie re la<br />
imaginación": ¡828 grand<br />
es p áginas a tres<br />
<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />
60<br />
columnas y en letra<br />
menuda! Necesité cerca<br />
<strong>de</strong> diez años -con<br />
inmensas pausas- para<br />
alcanzar mi meta, aunque<br />
mal. Todo esto, y<br />
mucho más, espero<br />
narrarlo e n <strong>de</strong>talle un<br />
día no <strong>de</strong>masiado lejano.<br />
Aquí presento apenas<br />
un anticipo. En todo<br />
caso, <strong>de</strong>bo aclarar por<br />
qué, hace unos momentos,<br />
hablé <strong>de</strong> "mi" ejemplar<br />
<strong>de</strong>l diccionario <strong>de</strong><br />
Tolhausen: sencillamente<br />
porque entre el día <strong>de</strong><br />
los Fi e les Difuntos <strong>de</strong><br />
1965 y el advenimiento<br />
<strong>de</strong>l licenciado Luis Echeverría,<br />
cinco años más<br />
tar<strong>de</strong>, la editorial --en la<br />
cual, para entonces, Protomaxmordón<br />
y yo éramos<br />
<strong>de</strong> los escasos sobrevivientes-<br />
fue <strong>de</strong>spelucada<br />
<strong>de</strong> libros y por<br />
mi parte no perdí e l<br />
tiempo: rescaté para la<br />
humanidad el diccionario<br />
<strong>de</strong> Tolhausen. Posteriormente<br />
lo hice reencua<strong>de</strong>rnar.<br />
Aquí lo tengo<br />
junto a mis apuntes, que<br />
formarán todo un libro.<br />
"Meter las capullas <strong>de</strong><br />
seda en agua hirviendo",<br />
"agotarse a fuerza <strong>de</strong><br />
libertinaje continuo",<br />
"are ngar los que están<br />
presentes a un entierro,<br />
<strong>de</strong>spidiéndolos", "pagar<br />
una <strong>de</strong>uda trillando",<br />
"hacer reventar un<br />
tumor a fuerza <strong>de</strong> risa",<br />
"<strong>de</strong>jar los extravíos amorosos".<br />
De pronto, una<br />
cascada vertiginosa:<br />
"hacer caca hasta quedar<br />
satisfecho", "jugar a los<br />
bolos hasta quedar satisfecho",<br />
"besarse mutuamente<br />
hasta quedar satisfecho"<br />
(ojo, feministas,<br />
a este masculino singular),<br />
"hacer ruido hasta<br />
quedar satisfecho" ...<br />
Y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> "coger<br />
todos los ratones, cesar<br />
<strong>de</strong> coger ratones" -o<br />
sea cuando parecía alcanzada<br />
la serenidad-,<br />
se renueva la violencia:<br />
"sacar por motivos ur-<br />
gentes, irresistibles, extraer<br />
vejando".<br />
Quien no disfrute un<br />
"extraer vejando" habrá<br />
<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> leer esto<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace rato. Peor<br />
para él. Jamás sabrá<br />
"explorar con el oído el<br />
escomienzo <strong>de</strong> la segunda<br />
fermentación". Acaso<br />
no pase <strong>de</strong> ser un "ciudadano<br />
pedantesco (en<br />
contraposición a las costumbres<br />
libres y <strong>de</strong>speja- .<br />
das <strong>de</strong> un hombre iluminado)".<br />
Pero la plena gran<strong>de</strong>za<br />
<strong>de</strong> Tolhausen, los<br />
mundos que abre al<br />
espíritu, sólo se empiezan<br />
a captar liberando<br />
<strong>de</strong> comillas sus maravillas<br />
verbales y <strong>de</strong>jándolas<br />
combinarse o difundirse<br />
con naturalidad<br />
por la página, como una<br />
levadura vivificante,<br />
hasta que ellas mismas<br />
tomen el hilo <strong>de</strong>l discurso<br />
y nos guíen a través<br />
<strong>de</strong> arquitecturas y geografías<br />
prodigiosas, sin<br />
imponer una cuota por<br />
sesentena a quienes trasegamos<br />
el agua aromatizada<br />
<strong>de</strong> los hospitales,<br />
a quienes claman el apellido<br />
<strong>de</strong> incendio, sin<br />
contemplar la figura ridícula<br />
que se hacía besar<br />
a los soldados. Uno que<br />
otro congojo <strong>de</strong> libertad<br />
en carnicería privilegiada.<br />
Tan sólo vivir antes<br />
una época bebiendo<br />
vino la lágrima o tratar<br />
<strong>de</strong> evadir la venganza<br />
<strong>de</strong> las mujeres. Habrá<br />
que izar con las gatas,<br />
sin <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la piel<br />
bruna <strong>de</strong>l gato ruso.<br />
Aunque lo peor quizá<br />
fuese embarcarse sin<br />
bizcocho o con aceite<br />
volcánico y no lograr<br />
esa especie <strong>de</strong> abandono<br />
que gusta por consistir<br />
en cierta gracia.<br />
¡El trompeta viene<br />
tocando el clarín! ¡Es<br />
aquí una casa <strong>de</strong> meca,<br />
<strong>de</strong> tararira, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />
y confusión, don<strong>de</strong> todo<br />
es bulla!