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Biblioteca de México - Red Nacional de Bibliotecas

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•<br />

\<br />

BLANCA VARELA<br />

. ,/<br />

ADO OBJETO MIO<br />

AMADO objeto mío. Antiguo amado objeto mío, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñado<br />

como pocos. En el aire, don<strong>de</strong> la razón. y la locura<br />

•<br />

.<br />

se cruzan, hojas alucinantes <strong>de</strong> un árbol repentino que<br />

,<br />

•<br />

resuena como un animal con<strong>de</strong>nado a vivir hacia a<strong>de</strong>ntro.<br />

-<br />

Mil pupilas en lo oscuro) estrellas inventadas, borradas<br />

y nuevamente encendidas en la noche más larga <strong>de</strong> un ser<br />

• •<br />

V1VO que gime.<br />

,<br />

El amor es la tierra 111ás frágil. En el origen <strong>de</strong>l silencio !<br />

el sílex castigado llora humanamente. Comp un hombre.'<br />

Como una mujer llora. Danza lo inerte, lo informe se ilumma,<br />

el vacío procrea. Descansa el eco.<br />

,<br />

,<br />

\


•<br />

George Steiner ha sido uno <strong>de</strong> los<br />

protagonistas más lúcidos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate<br />

intelectual en los últimos años. Sus<br />

discusiones en torno al futuro <strong>de</strong>l<br />

libro y la letra impresa, en torno a<br />

los usos y sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la critica literaria,<br />

su teoría <strong>de</strong> la traducción, su<br />

teoría <strong>de</strong> la lectura <strong>de</strong> Hei<strong>de</strong>gger y el<br />

nazismo son puntales que mantienen<br />

viva la conciencia polémica <strong>de</strong><br />

Occi<strong>de</strong>nte. No podía faltar en su<br />

obra una amplia reflexión sobre el<br />

fin <strong>de</strong>l comunismo.<br />

Publicamos a continuación dos<br />

capítulos <strong>de</strong> su más reciente novela, .<br />

Proofs and three Parables.<br />

GEORGE SIEINER<br />

Se mantenía apartado <strong>de</strong> la televisión.<br />

Tras pasar la noche corrigiendo<br />

pruebas era sensato que<br />

permitiera a sus ojos todo el <strong>de</strong>scanso<br />

posible. La programación <strong>de</strong><br />

la tar<strong>de</strong>, la que podía haber encendido,<br />

era, 10 sabía, basura: striptease<br />

<strong>de</strong> amas <strong>de</strong> casa, concursos<br />

familiares y morosos comediantes<br />

<strong>de</strong> provincia. La insistencia <strong>de</strong><br />

Maura para que en esa tar<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

domingo a fines <strong>de</strong> noviembre se<br />

instalaran frente a la pequeña pantalla<br />

10 había irritado y <strong>de</strong>sasosegado.<br />

Ahora estaba allí bajo hipnosis.<br />

El Padre Carla se les había unido.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

3<br />

No había televisor en el armario<br />

que caprichosamente le servía <strong>de</strong><br />

cuarto en la pensión. Había traído<br />

una bolsa <strong>de</strong> mazapanes a los que<br />

el Professore era <strong>de</strong>smedidamente<br />

aficionado. La pasta <strong>de</strong> almendras y<br />

caramelo se aferraba agradablemente<br />

a los dientes. También el<br />

Padre estaba embelesado, encorvado<br />

sobre el banco <strong>de</strong> cocina, tan<br />

compacto en su observancia <strong>de</strong> la<br />

pantalla que su pesar y su inquietud<br />

ocasional parecían vagamente<br />

simbólicos.<br />

Los títulos, los créditos y la obertura<br />

<strong>de</strong>l presentador habían transcu-


•<br />

la más alta autoridad. De la misma<br />

cueva <strong>de</strong>l lobo, ¡créanmeL En año y<br />

medio. Quizá menos. Kaput." Y se<br />

pasó la mano frente a la tráquea,<br />

con la pesada sortija <strong>de</strong> sello <strong>de</strong>stellando.<br />

El mo<strong>de</strong>rador se volvió bruscamente<br />

hacia el camarada Gabrielli<br />

<strong>de</strong>l Comi,.té Central <strong>de</strong> Roma. "¿Y<br />

bien, Dottoré?<br />

Un último bouquet <strong>de</strong> anuncios.<br />

Para mantener el suspenso. A fin<br />

<strong>de</strong> preparar al público para la reve­<br />

lación.<br />

, .<br />

¿Por qué estaba Gabrielli mal afeitado?<br />

Esa idiotez intrigaba a Maura.<br />

"Estamos, como saben, encomendados<br />

a una <strong>de</strong>mocracia multipartidista.<br />

Lo hemos estado por largo<br />

tiempo. Togliatti incluso ... La presente<br />

crisis ... ¿Cómo <strong>de</strong>cirlo?"<br />

Se abalanzó hacia la televisión y<br />

apretó el interruptor. Ni el Padre<br />

Carla ni Maura se movieron. El<br />

sofá, los libreros, el banco traído <strong>de</strong><br />

la cocina, permanecían a oscuras.<br />

Lanzó una mirada hacia las plantas<br />

<strong>de</strong> la ventana. Las hojas colgaban<br />

inmóviles, como <strong>de</strong> hule. Maura<br />

encendió la lámpara (fue el primer<br />

obsequio que él le hizo) y trajo<br />

café. El Padre Carla se estiró y se<br />

dio masaje en la estrecha espalda.<br />

Al partir, el Professore tropezó<br />

con el umbral <strong>de</strong> la puerta. Maura<br />

lo tomó por el codo: "Debes ir a ver<br />

a un oculista. Tienes que hacerlo."<br />

Lo había recomendado casi en<br />

un susurro pero Carla, quien les<br />

precedía por las lóbregas escaleras,<br />

se volvió para mirar.<br />

-¡No para esto!<br />

Se escuchó repitiendo la frase.<br />

Los <strong>de</strong>stellos rosados y amarillos<br />

<strong>de</strong>l letrero en el vi<strong>de</strong>o-club abierto<br />

las 24 horas hacían semejar sus<br />

mejillas a las <strong>de</strong> un payaso y lo<br />

hacían parpa<strong>de</strong>ar.<br />

El Padre Carla sonrió mostrándole<br />

los dientes.<br />

-Cuidado, Professore. Esa ha sido<br />

nuestra línea. No para este mundo.<br />

No para la mierda y el lucro y las<br />

palizas <strong>de</strong> esta vida. Debe haber<br />

algo mejor. Des<strong>de</strong> aquel día en que<br />

*<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

5<br />

¡Avance! ¡Avance! ¡Avance! Esto palabro<br />

se ha convertido en el grito unánime <strong>de</strong> lo<br />

guaruriza en todos sus géneros y especies.<br />

lo exhalon los policías <strong>de</strong>l aeropuerto, los<br />

<strong>de</strong> tránsito, los patrulleros y motociclistas.<br />

Con lo boca y lo nariz, ladrando, mascullando,<br />

imperativos, monótonos, mecánicos,<br />

ruidosos, torpes. ¡Avance, avance, no<br />

se <strong>de</strong>tengo! Y si uno quiere, porque yo no<br />

los aguanto, interrumpirlos, preguntándoles<br />

lo hora, o por uno calle, o por su familia,<br />

lo que sea, ellos continúan imperturbables,<br />

or<strong>de</strong>nando el avance infinito.<br />

*<br />

eGué significo ese aullido general que <strong>de</strong><br />

pronto se ha convertido don<strong>de</strong>quiera en lo<br />

or<strong>de</strong>n policial <strong>de</strong>l día? ¿Será uno voz <strong>de</strong><br />

autocrítica, una llamada 01 progreso <strong>de</strong>l<br />

cuerpo <strong>de</strong> vigilancia mismo, que tontos<br />

reproches públicos ha merecido a últimos<br />

fechas. Si hemos <strong>de</strong> ser francos, no lo creemos<br />

así. Consultado que fue el resurrecto<br />

don Elpidio Muro Rojo, manifestó que en<br />

su opinión sí ero uno llamado 01 progreso,<br />

pero 01 progreso <strong>de</strong>l Ratón, que ton apático<br />

y perezoso se ha confesodo en números<br />

recientes.<br />

*<br />

En todo coso, no es más verosímil lo creencia<br />

en que ton insistentes mandatos logren<br />

que los muchedumbres, humanos o automovilísticos,<br />

o los cuales se dirigen en<br />

apariencia, logren, <strong>de</strong> hecho y acotándolos,<br />

efectivamente, avanzar; pues toles<br />

muchedumbres se hallan, sin excepción<br />

visible, atropados, paralizados y <strong>de</strong>sesperados<br />

cuando les llegan los mecánicos<br />

ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> los guaruras.<br />

*<br />

Está bien, corrige don Elpidio. Eso ero uno<br />

bromo, pero van en serio mis críticos 01<br />

epánimo. ¿A quién le intereson sus problemas<br />

personales, o más bien su <strong>de</strong>spersonalización<br />

persistente? Su protagonismo<br />

acaba por aburrir. Hoy cosos más impartantes<br />

que los <strong>de</strong>svíos existenciales y lo<br />

probablemente postizo erudición <strong>de</strong> un ser<br />

diminuto confinado entre cuatro pare<strong>de</strong>s y<br />

con uno experiencia <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> un<br />

neutrino <strong>de</strong>sposeído <strong>de</strong> maso.<br />

*<br />

¡Mentira, calumnio y difamación!, replico<br />

José Ratón Fernán<strong>de</strong>z, el primo rústico Iy<br />

<strong>de</strong>portivol <strong>de</strong> nuestro pupilo yola vez<br />

maestro, Mus por antonomasia, y paradigma<br />

<strong>de</strong> nuestros bimestrales comentarios .<br />

Mi primo <strong>de</strong> lo ciudad no es nodo <strong>de</strong><br />

aquello. Es, en cambio, lo más cercano<br />

que existe o un Ratón sin adjetivos ni<br />

advemios y 01 grado cero <strong>de</strong> lo escrituro ...<br />

*<br />

¡Calma! , tercio otro miembro <strong>de</strong> lo familia,<br />

el ratón Xirau, recordad que el filósofo soy


•<br />

garias. La he rmana Eugenia. La<br />

hermana Eugenia <strong>de</strong> los pies helados.<br />

Dilo conmigo esta vez. Ella nos<br />

oirá. Ella y los fantasmas borrados,<br />

asesinados no en el nombre <strong>de</strong> la<br />

gracia eterna, sino para que gángsters<br />

y verdugos y burócratas pudieran<br />

engordar. Corrupció n sin límites.<br />

La mentira en cada nervio. Lo<br />

que tu socialismo cientifico <strong>de</strong> estado<br />

produjo ni siquiera fueron los<br />

dominios <strong>de</strong> Satán como los habían<br />

previsto los apocalípticos y los<br />

inquisidores. Fue algo más pequeño,<br />

más ramplón, más inhumano.<br />

Como un mundo regido por piojos<br />

venenosos. Tus mesías terrenales no<br />

resultaron ser sino rufianes hipócritas.<br />

Señores <strong>de</strong> los piojos.<br />

En la esquina d e la calle más<br />

amplia había un café abierto toda la<br />

noche, ásperamente iluminado . Las<br />

cafeteras <strong>de</strong> presió n, vapo rosas,<br />

con sus tapas cromadas y su pátina<br />

plateada recordaron al Padre Carla<br />

ciertos rollos <strong>de</strong> la Torah que había<br />

visto en una exhibición <strong>de</strong> vestigios<br />

judíos. El bramido <strong>de</strong> la rocola se<br />

escuchaba incluso en la calle, aunque<br />

como enmu<strong>de</strong>cido por la hora<br />

/<br />

/<br />

/'<br />

t<br />

mue rta. Su fatigad a cad e ncia se<br />

fundía con los latidos <strong>de</strong> la fuente<br />

que retrocedía tras ellos. Migajas<br />

azucarad as y bo llos e ndurecidos<br />

(las pana<strong>de</strong>rías abrirían en cuestión<br />

d e una ho ra) se afe rraban a las<br />

campanas <strong>de</strong> cristal en las mesas <strong>de</strong><br />

forrnaica. Pero el café estaba caliente<br />

y acogiero n la taza e ntre sus<br />

manos. El Padre Carl a regresó al<br />

mostrad o r y pagó dos vasos <strong>de</strong><br />

Strega. Los puso pru<strong>de</strong>ntemente en<br />

la mesa, ll e n os h asta el bor<strong>de</strong> .<br />

Des<strong>de</strong> el otro lado <strong>de</strong>l salón, bajo<br />

e l calendario <strong>de</strong>l Mundial, aho ra<br />

historia sagrada, una mujer les <strong>de</strong>stelló<br />

una mirada sociable y maliciosa.<br />

y revolo teó las ma n os con<br />

algún signo heráldico <strong>de</strong> complicidad<br />

antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>slizarse <strong>de</strong> nuevo a<br />

las esponjosas profund ida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su<br />

soledad. Su cabello, pensó, <strong>de</strong>bió<br />

alguna vez ser lustroso y aún más<br />

suave que el <strong>de</strong> Maura.<br />

-Pero, ¿y ahora, Carla? ¿Ahora<br />

qué?<br />

- ¿Qué hacer? Un bello título . El<br />

libro más honesto <strong>de</strong> Lenin. Escrito<br />

lejos <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r. Cuando era un exiliado.<br />

Lo que tú llamarías "un judío".<br />

-, -<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

9<br />

clopedias superladinas. De d'Aiambert a<br />

Di<strong>de</strong>rol. lo conocemos todo: la santo ilustración<br />

y el asco <strong>de</strong>l conocimiento que<br />

siguió. Todas las secreciones <strong>de</strong> la razón<br />

humana. Mucha antes aún, yo en Hempos<br />

<strong>de</strong> San Aguslín, nos hablamos atiborrado.<br />

De Sankl Gollen o Uppsala: no hubo<br />

biblioteca <strong>de</strong> monasterio que no. nos hicIera<br />

más sabias. Haya significado lo que<br />

haya significado lo expresión ratón <strong>de</strong><br />

biblioteca, somos muy leídas, en las épocas<br />

<strong>de</strong> hombre nos hemos cebado con<br />

citas, conocemos <strong>de</strong> corrido la literatura<br />

<strong>de</strong> creación y <strong>de</strong> pensamiento, y nos han<br />

hartado presocráticos y sofistas. I Saciado<br />

los escolósticosl Vuestras froses in!rincadas,<br />

que nososITas no hacíamos más que<br />

abreviar, nos sentaban siempre bien.<br />

Notos <strong>de</strong> pie <strong>de</strong> página, Iqué guarnición<br />

más sabrosa! ilustrados <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio,<br />

ensayos y frotados, digresiones y tesis nos<br />

resultaban sabihandamenle entretenidas.<br />

¡Ay, vuestros sudores mentales y ríos <strong>de</strong><br />

lintol"<br />

*<br />

Gross supone que una vez <strong>de</strong>struido el<br />

género humano, sólo la cucaracha In<strong>de</strong>structible<br />

y el resistente rolón padrón conlar<br />

lo historio <strong>de</strong>l planeta . Para compensar<br />

esta ácido profecía pensemos en especies<br />

<strong>de</strong>l pasado: los dinosaurios han vuelto o<br />

ser noticia, y la c!ave <strong>de</strong> su <strong>de</strong>saparición<br />

se encuentro f


que el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong>centemente,<br />

<strong>de</strong> dar a tu familia un hogar<br />

cómodo, <strong>de</strong> mandar a tus hijos a<br />

mejores escuelas que a las que tú<br />

asististe, <strong>de</strong> lograr el respeto <strong>de</strong> tus<br />

vecinos, no es un vicio capitalista,<br />

sino un <strong>de</strong>seo universal." Sabes,<br />

Professore, Estados Unidos viene<br />

siendo la primera nación y sociedad<br />

en la historia humana en alentar<br />

a la común, falible y temerosa<br />

humanidad a sentirse a gusto <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> su propia piel.<br />

-¡No si esa piel es negra!<br />

-Incluso eso viene en camino.<br />

Dolorosa, lo sé, pero inevitablemente.<br />

La <strong>de</strong>mocracia norteamericana ...<br />

-En la que, incluso en las elecciones<br />

vitales, sólo un treinta por<br />

ciento ejerce su <strong>de</strong>recho al voto ...<br />

-¡Pero si ese es el punto!<br />

El Padre Cario casi estaba gritando:<br />

- "Vota si lo <strong>de</strong>seas," dice<br />

Norteamérica. "Nuestra educación,<br />

nuestro sistema <strong>de</strong>mocrático, te<br />

pediría votar. Pero si eres <strong>de</strong>masiado<br />

holgazán para tomarte la molestia,<br />

<strong>de</strong>masiado ignorante, si estás<br />

<strong>de</strong>masiado aburrido, bueno, pues<br />

tampoco es una catástrofe. Hay<br />

suficiente historia por <strong>de</strong>lante." Es<br />

bajo la bota nazi, Professore, bajo la<br />

tranca estalinista, que el noventa y<br />

nueve por ciento <strong>de</strong> los ciudadanos<br />

<strong>de</strong>positan sus votos. ¿Prefieres eso<br />

a la indocilidad estadouni<strong>de</strong>nse?<br />

-Lo que sí sé es esto, amigo:<br />

hay, en los asuntos norteamericanos,<br />

páginas negras, estupi<strong>de</strong>ces en<br />

abundancia. Pero haciendo un ba-<br />

lance, Estados Unidos se yergue<br />

como el único gran po<strong>de</strong>r y comunidad<br />

que está apostando a <strong>de</strong>jar el<br />

globo un poquito mejor, un poco<br />

más esperanzado que como lo<br />

encuentra. La esperanza ha sido, <strong>de</strong><br />

hecho, el principal producto nacional<br />

bruto y <strong>de</strong> exportación <strong>de</strong> Estados<br />

Unidos. Piensa en Woodrow<br />

Wilson, en Roosevelt. En Lincoln,<br />

sobre todo. Pregunta, si es que te<br />

atreves, a los millones que han<br />

sobrevivido bajo el marxismo-leninismo<br />

si preferirían soportar un día<br />

más tal régimen, o ser inmigrantes<br />

sin un céntimo en América, o incluso<br />

moradores <strong>de</strong> un barrio marginado<br />

americano. Conoces la respuesta.<br />

Ahora mismo está llenando<br />

el aire.<br />

-Un país al cual ningún poema<br />

pue<strong>de</strong> conmover. Don<strong>de</strong> ningún<br />

argumento filósofico importa ...<br />

Cario lo cortó en seco.<br />

-Te oí una vez <strong>de</strong>clarar, en una<br />

<strong>de</strong> esas benditas sesiones <strong>de</strong>l<br />

Círculo, que exiliar a un hombre<br />

porque difiere <strong>de</strong> ti sobre Hegel y<br />

sobre ciertos puntos <strong>de</strong> la ortodoxia<br />

<strong>de</strong>l partido es honrar, orgullosamente,<br />

al espíritu humano. Aún<br />

retumba en mi pobre cabeza esa<br />

estúpida atrocidad. Nunca he escuchado<br />

a un hombre cuerdo exponer<br />

nada más bárbaro. Si el saber,<br />

si el argumento intelectual necesita<br />

ser honrado a tal precio, si <strong>de</strong>be<br />

abrevar en la intolerancia, en la<br />

complacencia, en la autoridad<br />

fatua, ¡al infierno con ellos!<br />

--Como tú, Professore, no puedo<br />

soportar la música <strong>de</strong> rock. Se me<br />

revuelve el estómago ante casi toda<br />

la televisión, ante el plástico y el<br />

pomo, la comida instantánea, y el<br />

analfabetismo que se <strong>de</strong>rrama <strong>de</strong> lo<br />

que tú llamas "California". Pero me<br />

pregunto si incluso estas cosas estarán<br />

infligiendo a los hombres una<br />

fracción <strong>de</strong>l dolor, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperanza<br />

que toda nuestra Atenas, nuestra<br />

alta cultura, ha infligido. No hace<br />

mucho, bailaron el rock "Al compás<br />

<strong>de</strong>l reloj" recaudando millones para<br />

la caridad. Ellos daban cátedras<br />

sobre Kant y tocaban a Schubert e<br />

iban, el mismo día, a atiborrar a<br />

millones en cámaras <strong>de</strong> gas.<br />

-Estados Unidos pue<strong>de</strong> no ser<br />

- para ti o para mí. No es para un<br />

soñador comunista, para un glotón<br />

<strong>de</strong> la palabra impresa. Ni para un<br />

fraile mendicante. Pero nosotros<br />

dos somos piezas <strong>de</strong> museo.<br />

Parlanchines incorregibles. Somos<br />

fantasmas salidos <strong>de</strong> las oscurida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la historia o <strong>de</strong> la prehistoria,<br />

tú mismo lo dijiste, Professore.<br />

¿No lo entien<strong>de</strong>s? La marejada a través<br />

<strong>de</strong>l muro <strong>de</strong> Berlín, y <strong>de</strong> allí<br />

hasta Praga, hasta el Pacífico, está<br />

gritando <strong>de</strong> vida. Es la insurrección<br />

<strong>de</strong> los jóvenes, aún cuando tengan<br />

ochenta años <strong>de</strong> edad. Tu dogma,<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

1 2<br />

I<br />

tu tiranía <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>al, le extrajo la<br />

juventud a las vidas humanas. Bajo<br />

el <strong>de</strong>spotismo los niños nacen viejos.<br />

Sólo mira en esas fotografías <strong>de</strong><br />

Rumania sus ojos y sus boca¡s. y si<br />

norteamérica es infantil, como bien<br />

pue<strong>de</strong> serlo, ¡qué falta tan afortunada<br />

es esa! ¿La fuente <strong>de</strong> la juventud?<br />

Lo que ellos <strong>de</strong>scubrieron pue<strong>de</strong><br />

ser la Coca-Cola. ¡Pero burbujea!<br />

-Te pudre los dientes, jesuita.<br />

Jesuita casuístico.<br />

De nuevo caminaban, aprisa y<br />

sin rumbo, por el bulevar que iba<br />

hacia el sur y hacia el monumento<br />

en memoria <strong>de</strong> la guerra.<br />

-Somos, Cario, una especie asesina,<br />

avara y sucia. Pero hemos<br />

producido, para usar tus propios<br />

ejemplos, a Platón y a Schubert, a<br />

Shakespeare y a Einstein. De eso se<br />

sigue que hay diferencias entre los<br />

empeños humanos. Credo: que<br />

para un ser humano es intrínsecamente<br />

mejor estar obsesionado por<br />

un problema algebraico, por Mozart<br />

o una composición <strong>de</strong> Cézanne,<br />

que por la manufactura <strong>de</strong> automóviles<br />

o la compraventa <strong>de</strong> acciones.<br />

Que un maestro, un sabio, un pensador,<br />

incluso -Dios se apia<strong>de</strong>un<br />

sacerdote, es casi inconmensurablemente<br />

más valioso y más cercano<br />

a la dignidad <strong>de</strong> la esperanza<br />

que un peleador estrella, un corredor<br />

<strong>de</strong> bolsa o un magnate <strong>de</strong>l<br />

jabón en polvo. Credo ·otra vez:<br />

que el misterio <strong>de</strong>l genio creativo o<br />

analítico es sólo eso, un misterio, y<br />

que es dado a los menos. Pero que<br />

los seres menores pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>spertar<br />

ante su presencia y estar expuestos<br />

a sus <strong>de</strong>mandas. Sí lo sé, en una<br />

votación es el salón <strong>de</strong> bingo y las<br />

carreras <strong>de</strong> perros lo que prevalece,<br />

no el teatro <strong>de</strong> Esquilo. Sé que<br />

cientos <strong>de</strong> . millones <strong>de</strong> nuestros<br />

prójimos prefieren el futbol a la<br />

música <strong>de</strong> cámara y preferirían pasmarse<br />

frente a una telenovela o a<br />

una película obscena que recoger<br />

un libro, ya no digamos un libro<br />

serio. Amén por todo eso, dice el<br />

capitalismo. Deja que su elección<br />

sea libre. Déjalos hervir en su bienestar.<br />

Los hipopótamos son libres<br />

para revolcarse en el lodo. ¿Por qué<br />

no el hombre? Pero eso, Cario ...<br />

y una vez más se <strong>de</strong>tuvieron en<br />

la banqueta, frente a frente.<br />

- ... es guardar por el hombre el<br />

más cabal <strong>de</strong>sprecio. Es convertir la<br />

historia en un cementerio <strong>de</strong> autos<br />

usados. El marxismo intentó otra<br />

manera. Llenaba las salas <strong>de</strong> conciertos<br />

y las bibliotecas. Daba a<br />

maestros y escritores un sueldo con<br />

qué vivir. Y, lo que importa más,<br />

les dio una posición eminente en la<br />

sociedad; hizo gratuitos los museos,<br />

abiertos para todos. Enseñó que un<br />

gran teorema o sonata o principio<br />

filosófico se acerca más a la médula<br />

<strong>de</strong>l hombre, <strong>de</strong> nuestra humanidad


•<br />

•• ODSKV<br />

UN POEMA<br />

Nací y crecí<br />

en las marismas <strong>de</strong>l Báltico,<br />

frente<br />

a las grises olas <strong>de</strong> zinc<br />

que <strong>de</strong> dos en dos<br />

llegan siempre.<br />

De ahí, todas las rimas,<br />

<strong>de</strong> ahí, la voz tan mustia<br />

que como húmedo cabello<br />

entre ellas apenas ondula,<br />

si es que ondula.<br />

Apoyado en el brazo,<br />

•<br />

el caracol, <strong>de</strong>l a.ído<br />

no reconoce en ellas<br />

otro ruido<br />

que no sea el <strong>de</strong> un lienzo al viento,<br />

un aplauso, un golpear <strong>de</strong> postigos,<br />

el hervor <strong>de</strong> la tetera 0, a lo más,<br />

el griterío <strong>de</strong> las gaviotas.<br />

En esta llana región,<br />

al'corazón resguardo <strong>de</strong> lo falso,<br />

pues no hay dón<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rse<br />

y la vista alcanZa más allá.<br />

Sólo para el sonido<br />

el espacio es un estorbo':<br />

el ojo no extrañará<br />

la falta <strong>de</strong> un' eco.<br />

(Del ciclo "Parte <strong>de</strong> la oración", 1977).<br />

Traducción <strong>de</strong> Tatiana Bubnova<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

14


Un porque público <strong>de</strong> Viena en lo década <strong>de</strong> los treinta<br />

natal <strong>de</strong> mi hermana mayor. Por ello le resultó tan<br />

vivamente dolorosa la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> mi padre <strong>de</strong><br />

abandonar esa ciudad. No la comprendía, pues su<br />

familia había sobrevivido ya la gran guerra y la<br />

revolución <strong>de</strong> Bela Kun. Su argumentación se apoyaba<br />

también en el hecho <strong>de</strong> que, a pesar <strong>de</strong> una<br />

inflación galopante, la situación económica mejoraba.<br />

Por mi parte, consi<strong>de</strong>ro que esa <strong>de</strong>cisión<br />

paternal fue el primer acto <strong>de</strong> una clarivi<strong>de</strong>ncia<br />

cuyo vigor se aproximaba a la fuerza profunda <strong>de</strong><br />

lo Unheimliche, <strong>de</strong> lo inquietantemente extraño.<br />

-Pero, ¿'qué pasó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que su familia<br />

<strong>de</strong>jó Viena en 1924 y se instaló en París?<br />

-Mi padre tuvo que volver a comenzar <strong>de</strong><br />

cero. La situación económica <strong>de</strong> los años treinta<br />

era sumamente difícil. Pero supo luchar y escribir<br />

artículos ---


París, en la calle Théophile Gautier. Su gesto, por<br />

original que haya sido, suscitó no pocas críticas<br />

entre sus amigos que juzgaban que <strong>de</strong>bíamos,<br />

ante todo, integrarnos a la cultura francesa. Mi<br />

padre no creyó nunca verda<strong>de</strong>ramente en esa<br />

i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> asimilación. Adoraba Francia, cierto, pero<br />

habiendo vivido el caso Dreyfus, no le brindaba<br />

su plena confianza. Estaba convencido, en cuerpo<br />

y alma, <strong>de</strong> que los judíos <strong>de</strong>bían tener a la mano<br />

sus maletas listas <strong>de</strong> manera que pudieran huir<br />

rápidamente; su dicho preferido era, por otra<br />

parte, "los gran<strong>de</strong>s baúles están siempre listos, los<br />

documentos pue<strong>de</strong>n no valer mañana". Le apasionaban<br />

los hechos, los acontecimientos que se<br />

<strong>de</strong>senvolvían, y ese interés mayor constituye,<br />

extrañamente, el primero <strong>de</strong> mis recuerdos. Era<br />

1934, yo tenía cinco años. París vivía momentos<br />

oscuros. El movimiento <strong>de</strong> las Cruces <strong>de</strong> Fuego,<br />

que podría compararse con un ala <strong>de</strong>l actual<br />

movimiento <strong>de</strong> Le Pen, remontaba la rue <strong>de</strong> la<br />

Pompe <strong>de</strong>bidamente escoltado por los Camelots<br />

du Roi y la juventud franquista. Vociferaban:<br />

"Muerte a los judíos". Mi nodriza alemana, que<br />

era originaria <strong>de</strong> Potsdam y hablaba el alto alemán,<br />

corrió a buscarme al jardín <strong>de</strong> niños para<br />

llevarme a casa lo más rapidamente posible.<br />

Recuerdo incluso ahora ql;le escandían a su paso<br />

"Antes Hitler que Blum". Cuando estuvimos <strong>de</strong><br />

vuelta en éasa, mi madre cerró los postigos,<br />

mientras mi padre, que también había vuelto<br />

rápidamente, mostraba una calma absoluta. Ahora<br />

bien, yo quería ver lo que pasaba afuera y pedía<br />

a mi madre que abriera los potigos. Miraba esa<br />

muchedumbre que pasaba por la calle vociferando<br />

consignas y rompiendo las vitrinas. En ese<br />

preciso momento, mi padre, con su tono tan calmado,<br />

me dijo: "¿Ves pequeño?, eso es la<br />

Historia". No comprendí <strong>de</strong> golpe lo que quería<br />

<strong>de</strong>cirme, pero esas palabras me tranquilizaron<br />

inmediatamente. Luego, vi al mundo bajo la luz<br />

<strong>de</strong> un nuevo día y respondí a mi padre: "De<br />

acuerdo, papá, eso se llama Historia"; y <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces, sé frente a las crisis, por graves que<br />

sean, que "eso se llama Historia". Para el niño<br />

que era, esa frase resultó <strong>de</strong>cisiva, <strong>de</strong>terminante.<br />

-¿Le es posible hablar más en <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> la educación<br />

que sus padres le dieron?<br />

-Como ya le expliqué, cursé mis primeras clases<br />

en la escuela americana <strong>de</strong> París. La enseñanza<br />

allí era impartida en inglés, mientras que en<br />

casa las lecciones particulares me permitían perfeccionar<br />

mi francés. Mi padre, cuyas jornadas en<br />

la oficina eran extremadamente largas el miedo<br />

a la ascensión <strong>de</strong>l fascismo nutría temores vivaces<br />

sobre el futuro <strong>de</strong> su familia, temores que sólo<br />

ahora puedo compren<strong>de</strong>r-, <strong>de</strong>jaba libres varias<br />

noches a la semana para sentarse a mi lado. Su<br />

enseñanza era múltiple. Su método, en principio,<br />

consistía en infundirme cada vez más ganas <strong>de</strong><br />

,<br />

leer. El leía Homero en una edición muy bella <strong>de</strong>l<br />

siglo XVIII que, por cierto, conservo aún en mi<br />

biblioteca. Mi padre me explicaba en alemán los<br />

resortes <strong>de</strong> la historia y, <strong>de</strong> golpe, se <strong>de</strong>tenía en<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

1 7<br />

seco para comenzar a traducirme la Odisea <strong>de</strong>l<br />

griego. Así fue como di mis primeros pasos en el<br />

aprendizaje <strong>de</strong>l griego. Fue una revelación <strong>de</strong> esa<br />

seria lección <strong>de</strong> psicología que me daba mi<br />

padre. Entonces comprendí que para acercarme a<br />

un texto, el conocer la lengua me dispensaba <strong>de</strong><br />

la necesidad <strong>de</strong> recurrir a los traductores. Por otra<br />

parte, mi curiosidad <strong>de</strong> lector se agudizaba <strong>de</strong><br />

libro en libro, pero no tenía <strong>de</strong>recho a leer la<br />

obra siguiente sino a condición <strong>de</strong> haber resumido<br />

la que acababa <strong>de</strong> terminar. Mi padre me compraba<br />

libros pero me daba también un cua<strong>de</strong>rno<br />

empastado en piel en el que <strong>de</strong>bía escribir mi<br />

nota <strong>de</strong> lectura. Todo residía en la explicación<br />

que daba a mi falta <strong>de</strong> entusiasmo por un libro<br />

que no me había gustado; podía <strong>de</strong>cirlo, a condición<br />

<strong>de</strong> argumentar. Mi padre no hacía ninguna<br />

crítica a mis gustos librescos; estudiaba lo que yo<br />

había anotado, y sólo entonces tenía yo <strong>de</strong>recho<br />

al próximo objeto <strong>de</strong> mi codicia literaria. Tenía<br />

que resumir lo que había leído, con la exigencia<br />

<strong>de</strong> que lo aprendiera <strong>de</strong> memoria y que encontrara<br />

en ese ejercicio lo que iba a permitirme adquirir<br />

el sentido <strong>de</strong> las lenguas. Lo que <strong>de</strong>bo a ese<br />

hombre severo y taciturno es esa educación que<br />

roza la gracia. Cuando tuve siete años, le hice<br />

algunas preguntas sobre el sentido <strong>de</strong> la educación<br />

que me daba. Se rehusó a respon<strong>de</strong>rme y se<br />

conformó con <strong>de</strong>cir: "Todo lo que hago es para<br />

que no sepas jamás lo que es una acción o un<br />

valor bancario. Todo lo que hago es para que<br />

algún día tú seas un sabio ... ". Eso encerraba el<br />

gran sueño judaico. Las generaciones sufren y el<br />

padre se sacrifica -si su situación lo permite-,<br />

pues <strong>de</strong>sea que su hijo se convierta en una personalidad<br />

<strong>de</strong>stacada en el ámbito <strong>de</strong> las ciencias.<br />

Creo profundamente que mi padre me <strong>de</strong>stinaba,<br />

más que a otra cosa, al profesorado. Adoraba la<br />

literatura, es cierto, y la conocía maravillosamente,<br />

pero tenía anclada en sí la imagen <strong>de</strong> aquel<br />

que transmite el conocimiento y el amor a los<br />

,<br />

textos. El había publicado tres monografías sobre<br />

el pensamiento económico <strong>de</strong> Saint-Simon, el<br />

socialista reformador francés, lo que le valió ser<br />

llamado por la Universidad <strong>de</strong> Viena, que le proponía<br />

convertirse en asistente. Como <strong>de</strong>bía mantener<br />

a sus padres, rechazó el puesto, pero más<br />

tar<strong>de</strong> comprendí que <strong>de</strong>seaba que yo fuera lo<br />

que él mismo no había podido ser. Yeso permaneció<br />

en mí como la promesa <strong>de</strong> jamás retractarme<br />

<strong>de</strong> un pacto sagrado. Guardo un recuerdo<br />

fabuloso <strong>de</strong> los veranos que pasamos en la costa<br />

normanda, veranos en que mi padre me hacía<br />

,<br />

trabajar sobre los clásicos. El amaba La Mancha,<br />

mientras que mi madre y mi hermana lloraban<br />

largamente porque, incluso en julio, llovía sin<br />

parar. La casa que rentábamos era muy bella. Me<br />

ro<strong>de</strong>aba una biblioteca <strong>de</strong>bidamente abastecida y<br />

pasaba días enteros leyendo.<br />

Pero hay otro punto que me llega <strong>de</strong> golpe<br />

cuando pienso en mi infancia. Nací con un grave<br />

impedimento en el brazo y la mano <strong>de</strong>recha,<br />

impedimento que mi madre se rehusó a aceptar y


Entrada <strong>de</strong> Hitler a Viena , 13 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1938<br />

contra el cual luchó toda su vida. Hoy en día a<br />

un niño se le permite ser zurdo, El tratamiento<br />

que me reservaron no tiene parangón con las<br />

prácticas actuales. Llevaba la mano izquierda<br />

amarrada a la espalda y aprendí a escribir y a<br />

pintar con mi mano <strong>de</strong>recha, que estaba prácticamente<br />

paralizada. Me tomó seis meses apren<strong>de</strong>r a<br />

amarrarme las agujetas, lo que entristecía profundamente<br />

a mi madre. Nadie se daba cuenta <strong>de</strong><br />

que para hacer un nudo, hace falta servirse <strong>de</strong><br />

ambas manos. Finalmente logré vencer esa dificultad<br />

y le estoy agra<strong>de</strong>cido a mi madre por<br />

haberme dotado <strong>de</strong> todo lo que hay en mí <strong>de</strong><br />

voluntad y autoridad. Le <strong>de</strong>bo también mis titubeos<br />

ante todas las terapias supuestamente<br />

mo<strong>de</strong>rnas, El impedimento me brindó, por el<br />

contrario, felicidad, Gracias a él escapé <strong>de</strong>l ejército<br />

y así pu<strong>de</strong> terminar rápidamente mis cursos<br />

universitarios. De niño me <strong>de</strong>cían: "¡Qué suerte<br />

tienes <strong>de</strong> ser zurdo! es un título <strong>de</strong> nobleza, tú no<br />

eres como los <strong>de</strong>más", y aunque haya ignorado<br />

el valor <strong>de</strong> esa profecía, terminó por revelarse<br />

exacta. Es lo contrario <strong>de</strong> la psicología colectivista<br />

norteamericana o <strong>de</strong>l psicoanálisis freudiano<br />

que pi<strong>de</strong>n a un individuo que sea parecido a los<br />

otros. La i<strong>de</strong>a misma <strong>de</strong> ser "como los otros" me<br />

parece una aberración. Si alguna vez, mientras<br />

me encuentro en el mismo lugar que ella, estoy<br />

<strong>de</strong> acuerdo con una persona, me trato inmediata-<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

18<br />

,<br />

'--<br />

. - ....<br />

1<br />

mente <strong>de</strong> imbéciL Ese es el fruto <strong>de</strong> la educación<br />

que recibí <strong>de</strong> mi padre, quien me repetía que era<br />

diferente <strong>de</strong> los otros y por ello gozaba <strong>de</strong> un<br />

gran privilegio. Pu<strong>de</strong> beneficiarme <strong>de</strong> esa <strong>de</strong>sahogada<br />

posición material, <strong>de</strong> esos viajes y <strong>de</strong> ese<br />

ambiente <strong>de</strong> la casa en el que conocí gentes -no<br />

sabía que fueran refugiados- cuyas conversaciones<br />

me parecían apasionantes. Por ejemplo, se<br />

daban conciertos en casa <strong>de</strong> mis padres para ayudar<br />

a los músicos perseguidos <strong>de</strong> Viena o<br />

Alemania. Durante ese terrible <strong>de</strong>cenio <strong>de</strong> los<br />

años treinta, la gente partía <strong>de</strong>jando tras <strong>de</strong> sí<br />

toda su vida. Recuerdo un regalo que me hicieron:<br />

un par <strong>de</strong> pequeñas espuelas para niño que<br />

no podía usar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa porque <strong>de</strong>sgarraba<br />

la alfombra. Una tar<strong>de</strong>, cuando regresaba <strong>de</strong>l<br />

parque <strong>de</strong> la Muette don<strong>de</strong> acostumbraba jugar,<br />

entré corriendo a la sala, calzado con esas espuelas,<br />

Mi padre se levantó <strong>de</strong> su asiento para castigarme<br />

y tuve la impresión <strong>de</strong> encontrarme <strong>de</strong><br />

cara a una forma gigantesca que me hacía pensar<br />

-sin más razón que el miedo-- en una espingada<br />

blanca. Y luego, escucho una voz muy dulce<br />

que susurra: "No tiene importancia". Era la voz<br />

<strong>de</strong> James Joyce que participaba, esa tar<strong>de</strong>, en una<br />

reunión que organizaban mis padres, reunión en<br />

la que se preparaban lecturas y colaboraciones<br />

para las revistas <strong>de</strong> vanguardia. Esos momento <strong>de</strong><br />

mi infancia no pudieron ser más privilegiados.


Me viene otro recuerdo: vuelvo a ver a mis<br />

padres sentados junto al radio para escuchar a<br />

Hitler pronunciando en Berlín un discurso cercano<br />

a la <strong>de</strong>mencia. Mi padre nos pre<strong>de</strong>cía: "Ese<br />

hombre va a hacer lo que dice. n Mientras que<br />

toda la gente que él conocía no veía en Hitler<br />

más que un payaso histérico y presagiaba un<br />

rápido ftn para esa horrorosa historia, mi padre<br />

sabía que esa pesadilla no iba a resultar corta, y<br />

comenzaba a luchar preparando nuestra salida<br />

hacia lugares más seguros. Habiendo estudiado<br />

esas cosas <strong>de</strong> cerca, no se hacía ilusiones sobre la<br />

política francesa; para convencemos, nos <strong>de</strong>cía:<br />

"Francia es maravillosa, pero otros lugares también<br />

son maravillosos". A la vez muy simple y<br />

muy complicado. Si en cada uno <strong>de</strong> mis libros<br />

repito -aún cuando encolerice a un buen número<br />

<strong>de</strong> lectores- que el árbol tiene raíces y el<br />

hombre piernas, lo que constituye un inmenso<br />

progreso, es porque así sigo el camino que me<br />

,<br />

trazó mi padre. El jamás se contentaba con <strong>de</strong>cir:<br />

"¿No es magnffico lo que tenemos?", sin agregar<br />

<strong>de</strong> inmediato: "Ya verás, lo que suce<strong>de</strong> en otros<br />

lados es igualmente apasionante". Ese es también<br />

mi credo. Para dar un ejemplo, imaginemos que<br />

mañana tenga que irme a Yakarta. Supongo que<br />

apren<strong>de</strong>ría el indonesio, lo que sacudiría la pereza<br />

que me acecha. Es probable que no encontrara<br />

un trabajo entusiasmante, pero sería<br />

interesante pensar en otra cosa. En fin, no creo<br />

que le reprochara a Dios, a quien le hablo muy a<br />

menudo, que me hubiera castigado <strong>de</strong> tal manera.<br />

Al contrario, le alabaría por haberme enviado<br />

a un universo tan diferente. Tengo la certidumbre<br />

<strong>de</strong> que no hay que quejarse <strong>de</strong> la complejidad<br />

<strong>de</strong>l mundo ni <strong>de</strong>l rumbo <strong>de</strong> la historia. Haber<br />

nacido en el siglo XX es una suerte <strong>de</strong> privilegio.<br />

Pero, regresando a nuestro tema, la presión <strong>de</strong>l<br />

auge fascista era a tal punto consi<strong>de</strong>rable que mi<br />

familia estaba inquieta por la suerte <strong>de</strong> mis abuelos,<br />

quienes felizmente -si así puedo <strong>de</strong>cirl


•<br />

CEMENTERIO<br />

/'<br />

DE TABAPUAN<br />

Se llega al cementerio <strong>de</strong> Tabapuán<br />

por una avenida bor<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> bambúes<br />

altos, sombríos, cuyos troncos<br />

<strong>de</strong> estrías ver<strong>de</strong> amarillas<br />

HORÁCIO COSTA con el viento se mecen y cantan,<br />

algo mecánicos o disonantes,<br />

Para Juan Malpartida sus acor<strong>de</strong>s como ruidos<br />

<strong>de</strong> bisagras oxidadas<br />

o como quejumbres misteriosas<br />

<strong>de</strong> inconformes aves prisioneras.<br />

Cinco grupos <strong>de</strong> ficus bien podados,<br />

en los que hacen sus nidos los gorriones,<br />

en el atrio escon<strong>de</strong>n un número igual<br />

<strong>de</strong> bancos <strong>de</strong> cemento redondos.<br />

Sin duda, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí se divisa<br />

el mejor panorama <strong>de</strong> la ciudad;<br />

aquí se sientan los domingos<br />

parejas enlazadas <strong>de</strong> enamorados<br />

y los miembros más viejos <strong>de</strong> las familias<br />

que acompañaron por la avenida<br />

los escasos serpenteantes cortejos.<br />

El portón <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>l cementerio<br />

es mo<strong>de</strong>rno, claro, funcional:<br />

fue construido al tiempo que Brasilia,<br />

sobre otro portón <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

que no resistió el paso <strong>de</strong> los años.<br />

Dentro <strong>de</strong>l perímetro irregular<br />

<strong>de</strong> mil brazas <strong>de</strong> extensión


•<br />

y muros altos pintados <strong>de</strong> blanco<br />

no hay más sombra ni más fresco<br />

que el <strong>de</strong> las cruces y adornos <strong>de</strong><br />

[los túmulos:<br />

a ningún árbol, ningún arbusto,<br />

permite la costumbre heredada<br />

medrar en el rectángulo muerto.<br />

La lluvia, en la estación <strong>de</strong> las aguas,<br />

lo lava cuando le place: volutas<br />

y amazonas reducidos, momentáneos<br />

ríos arenosos, entre hilera e hilera,<br />

entre tumba y tumba nacen,<br />

pali<strong>de</strong>cen y se secan<br />

sin <strong>de</strong>jar más rastro<br />

que un caos <strong>de</strong> líneas atigradas<br />

en la imperceptible topografía.<br />

No es en la noche cerrada<br />

cuando el cementerio <strong>de</strong> Tabapuán<br />

/ .<br />

es mas cementeno:<br />

entre sol y sol, armónico,<br />

se mimetiza con la geometría<br />

<strong>de</strong> las plantaciones <strong>de</strong> café y naranjos,<br />

con las <strong>de</strong> hevea brasiliensis<br />

y los pastos y la caña <strong>de</strong> azúcar;<br />

<strong>de</strong> noche sobre sí mismo se recoge<br />

como el ganado en los corrales,<br />

[los tractores<br />

en las naves y los trabajadores rurales<br />

en las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias sin luz eléctrica:<br />

<strong>de</strong> noche el cementerio Tabapuán,<br />

paralelogramo entre paralelogramos,<br />

se confun<strong>de</strong> con los campos <strong>de</strong> labranza,<br />

es su hermano y su otro, su par.<br />

Ni <strong>de</strong> mañana, cuando <strong>de</strong>saparecen<br />

en sus escondrijos fáciles<br />

los bichos que habitan las grietas <strong>de</strong><br />

[las tumbas,<br />

y disfrazado con la piel <strong>de</strong> la escarcha<br />

que alimenta la terminal lozanía<br />

<strong>de</strong> las flores traídas en la víspera<br />

y- exponiendo, como si sonriese,<br />

sus formas al día que se levanta,<br />

no, aún no es cementerio total<br />

el <strong>de</strong> Tabapuán.<br />

Sólo al mediodía,<br />

sin sombras, inmóvil y silente,<br />

<strong>de</strong> nuevo calcinado y abierto<br />

al crudo sol vertical,<br />

realiza este cementerio pequeño,<br />

don<strong>de</strong> están enterrados mis muertos,<br />

todo su potencial:<br />

sólo al mediodía la arquitectura <strong>de</strong><br />

[los muertos,<br />

exenta <strong>de</strong> todo volumen,<br />

aplanada y dura,<br />

comparte con los mismos muertos,<br />

visible metáfora pura,<br />

su implacable luz<br />

cenital.<br />

<strong>México</strong>, D. F., febrero <strong>de</strong> 1991


•<br />

..--a nasa za:<br />

De Ulises al soldado suizo<br />

En un reciente volumen <strong>de</strong>dicado<br />

a la nostalgia (Nostalgia. Storia di<br />

un sen ti mento) preparado por el<br />

profesor italiano <strong>de</strong> literatura comparada<br />

Antonio Prete, prestigioso<br />

especialista en la obra <strong>de</strong> Leopardi,<br />

se recogen los textos fundacionales<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> esta palabra,<br />

<strong>de</strong> resonancias ya tan familiares en<br />

nuestros días, pero que sería acuñada<br />

por vez primera por un joven<br />

estudiante <strong>de</strong> medicina <strong>de</strong> la<br />

Universidad <strong>de</strong> Basilea, ]ohannes<br />

Hofer, en 1688, en una conjunción<br />

<strong>de</strong> nóstos (regreso) y álgos (dolor).<br />

Durante mucho tiempo se le consi<strong>de</strong>raría<br />

una enfermedad mortal<br />

(Maladie du pays) cuyos afectados<br />

eran sobre todo soldados suizos<br />

que servían en guarniciones extranjeras.<br />

En 1821 , Boisseau, en la<br />

aportación que hace para <strong>de</strong>finir la<br />

voz "nostalgia" en la Enciclopédie<br />

francesa, aparte <strong>de</strong> ofrecer diversas<br />

normas y tipologías para reconocer<br />

a un nostálgico (duermen poco,<br />

buscan la soledad, pier<strong>de</strong>n el apetito,<br />

se les hun<strong>de</strong>n los ojos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

las órbitas) aportaba tambien una<br />

cándida y útil llamada <strong>de</strong> atención<br />

para los sufridos forenses <strong>de</strong> la<br />

época: cómo reconocer un cadáver<br />

nostálgico. "Cuando se abren los<br />

cadáveres -puntualiza- a veces<br />

no se encuentran huellas <strong>de</strong> la<br />

enfermedad, pero esto pasa muy<br />

raramente. En general la meninge<br />

se ha vuelto opaca, roja, espesa,<br />

bajo la porción que recubre la parte<br />

anterior <strong>de</strong> los hemisferios cerebrales.<br />

A menudo se encuentra únicamente<br />

esta lesión, pero casi nunca<br />

es reconocida".<br />

Sólo hacia la segunda mitad <strong>de</strong>l<br />

siglo XIX la nostalgia se <strong>de</strong>svincula<br />

<strong>de</strong>l dramatismo científico y <strong>de</strong>l<br />

recinto exclusivamente clínico para<br />

entrar en el léxico común <strong>de</strong> los<br />

sentimientos, <strong>de</strong> las pasiones. En la<br />

Europa <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sterrados, emigrantes<br />

y extranjeros se convierte<br />

en una condición muy difundida.<br />

La misma que llevaría hoy <strong>de</strong> Sur a<br />

Norte a miles <strong>de</strong> apátridas con todo<br />

su bagaje ingrávido y secreto <strong>de</strong><br />

vida, tierra, rostros, ritos, lengua y<br />

costumbres abandonadas. Vladimir<br />

]ankélévitch, el filósofo francés <strong>de</strong><br />

origen ruso, autor <strong>de</strong> La ironía,<br />

<strong>de</strong>saparecido en 1985, <strong>de</strong>cía que<br />

"el hombre, como una planta, a<br />

veces <strong>de</strong>cae, se mustia, al ser trasplantado<br />

a condiciones climáticas<br />

en que la especie no pue<strong>de</strong> adaptarse;<br />

el hombre, cuando se le hace<br />

cambiar <strong>de</strong> lugar o país, sufre la<br />

experiencia <strong>de</strong> un <strong>de</strong>sgarro cruel".<br />

Pero el hombre sí tiene conciencia<br />

<strong>de</strong> esa langui<strong>de</strong>z y <strong>de</strong> ese conjunto<br />

ambivalente formado por un mal y,<br />

al mismo tiempo, su remediO; en él<br />

ha reconocido a la nostalgia. La<br />

valoración <strong>de</strong> la tierra natal asume<br />

un sentido apasionado en el siglo<br />

XIX, antes <strong>de</strong> la primera generación<br />

romántica: justo en el momento en<br />

que los principios <strong>de</strong> nacionalida<strong>de</strong>s<br />

y las formas mo<strong>de</strong>rnas <strong>de</strong><br />

patriotismo alcanzan en Europa<br />

conciencia <strong>de</strong> sí mismos. Entonces<br />

se producen las primeras generaciones<br />

<strong>de</strong> exiliados y perseguidos,<br />

<strong>de</strong> emigrados y proscritos, que<br />

comienzan a <strong>de</strong>sperdigarse por el<br />

nuevo y viejo mundo.<br />

Como dice Prete, en esas correspon<strong>de</strong>ncias<br />

que se producen entre<br />

sonidos, ecos e imágenes evocadas,<br />

la lejanía no atenúa ni por ello<br />

vuelve opaco a lo físico -la visibilidad<br />

interior- <strong>de</strong> las personas, <strong>de</strong>l<br />

paisaje, <strong>de</strong> los objetos, al contrario,<br />

se acrecienta su aura y "hace implacable<br />

la distancia". A esto, Freud<br />

lo incluiría en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo "perturbador":<br />

"Ese turbado rememorar<br />

-continúa Prete- se instalará por<br />

fin en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l sentir, en la<br />

trama <strong>de</strong> las pasiones, que la literatura,<br />

no sólo la romántica, elegirá<br />

como propio campo <strong>de</strong> observación<br />

y ejercicio." Campo <strong>de</strong> observación<br />

que con Bau<strong>de</strong>laire y su<br />

spleen hallará uno <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s<br />

pilares mo<strong>de</strong>rnos ("melancólico<br />

mo<strong>de</strong>rno", lo llamaba Benjamin),<br />

aunque aquí ya muy cerca <strong>de</strong> la<br />

melancolía ("nostalgie d 'un pays<br />

qu 'on ignore"), muy cerca <strong>de</strong> la<br />

experiencia <strong>de</strong>l vacío, <strong>de</strong> la añoranza<br />

<strong>de</strong> lo <strong>de</strong>sconocido y <strong>de</strong> la suspensión<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo que sufren los<br />

melancólicos. Por el contrario, la<br />

nostalgia tiene una cura concreta y<br />

se conoce en cada caso, aunque,<br />

como <strong>de</strong>cía Kant, no es aconsejable<br />

el regreso. La terapia <strong>de</strong>l regreso a<br />

ltaca produce una mezcla <strong>de</strong> <strong>de</strong>silusión<br />

y curación, "porque volviendo<br />

al país la persona se da cuenta<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

22<br />

• •<br />

1S orza<br />

<strong>de</strong> que no sólo el lugar ha cambiado,<br />

sino que el tiempo <strong>de</strong> la juventud<br />

allí transcurrido ha acabado<br />

para siempre". En <strong>de</strong>finitiva, se<br />

sufre la experiencia vital y humana<br />

<strong>de</strong> la "mutación" <strong>de</strong>l objeto, <strong>de</strong> la<br />

repetición imposible. En ese horizonte<br />

repetitivo <strong>de</strong>l recuerdo, en<br />

ese juego <strong>de</strong> reflejos y repercusiones,<br />

el sueño siempre es la perfección<br />

<strong>de</strong> lo soñado, sin medias tintas<br />

posibles; es la felicidad pendiente,<br />

con toda su pesada carga <strong>de</strong> promesas<br />

y esperanzas no realizadas,<br />

mientras que abajo, en la carcomida<br />

realidad para-lo-mismo-<strong>de</strong>-lamisma-forma.<br />

Y aña<strong>de</strong> iluminadamente<br />

]ankélévitch: "La nostalgia<br />

tiene por objeto la miseria <strong>de</strong> lo<br />

irreversible". Es <strong>de</strong>cir, lo que apuramos<br />

morbosamente, mentalmente y<br />

con <strong>de</strong>lectación no son más que las<br />

cenizas <strong>de</strong> lo que fue, los espectros<br />

<strong>de</strong>l nunca más.<br />

Cada sociedad establece sus propios<br />

ciclos, sus propias claves, su<br />

propia rotación <strong>de</strong>l día y <strong>de</strong> la<br />

noche, su propio uso <strong>de</strong> esta rotación<br />

que se lleva a cuestas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

levantarse al acostarse, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo trabajado<br />

a lo disfrutado; mutaciones<br />

que conforman una verda<strong>de</strong>ra historia<br />

"i<strong>de</strong>ológica" <strong>de</strong> la vida cotidiana<br />

y que, cómo no, también alu<strong>de</strong>n<br />

a los diferentes modos <strong>de</strong> asumir la<br />

restauración <strong>de</strong>l paraíso perdido:<br />

paraísos, sagrados o profanos que,<br />

según lean Starobinski, acogen tantos<br />

placeres imaginarios, tantas nostalgias<br />

diríamos, como socieda<strong>de</strong>s<br />

hay para soñarlas. Es <strong>de</strong>cir, estaríamos<br />

frente a la nostalgia en rotación,<br />

según cada época. Y en eso,<br />

sería como la mp.moria genética <strong>de</strong><br />

las especies, el primero en sufrirla<br />

-y hablarla- la traspasará a los<br />

<strong>de</strong>más. La Rochefoucauld <strong>de</strong>cía que<br />

"habría personas que no se habrían<br />

enamorado nunca si no hubieran<br />

oído hablar <strong>de</strong>l amor". Los clichés<br />

lingüísticos <strong>de</strong> cada etapa, incluso<br />

los más pobres, están alimentando<br />

a cada momento la sed <strong>de</strong> sentir,<br />

<strong>de</strong> amar y <strong>de</strong> expresarse <strong>de</strong> millones<br />

<strong>de</strong> seres que así creen por fm<br />

haber encontrado el cauce exacto<br />

que los <strong>de</strong>fine. En ese sentido, el<br />

primer griego o turco que sintió<br />

añoranza por sus comidas sería el<br />

i<strong>de</strong>ólogo histórico que promovería<br />

anímicamente las bases sentimenta-


1<br />

lse<br />

•<br />

10 e un senti<br />

les para el posterior <strong>de</strong>spliegue<br />

comercial, materializado ya en el<br />

futuro en forma <strong>de</strong> rutinarias ca<strong>de</strong>nas<br />

<strong>de</strong> restaurantes exóticos, por<br />

todo lo largo y ancho <strong>de</strong> la ciudad<br />

<strong>de</strong> Nueva York.<br />

Asociaciones, angustia, ennui<br />

Al contrario que la melancolía, que<br />

la angustia, que el ennui, la nostalgia<br />

tiene unas raíces, como hemos<br />

dicho, muy precisas. Ese vago<br />

malestar, ese "no sé qué" incierto,<br />

causa <strong>de</strong>sapetencias y rechazos en<br />

el mundo <strong>de</strong> la realidad presente,<br />

en estos casos sí se sabe o se intuye<br />

con más o menos claridad: al<br />

menos, su dolor no queda mucho<br />

tiempo sin ser reconocido. Para<br />

curarse basta con volver a su casa.<br />

Para Ulises, el primer nostálgico<br />

literario, hijo a su vez <strong>de</strong> un tronco<br />

común <strong>de</strong> Gran Nostalgia, a la que<br />

Dios con<strong>de</strong>nó a la primera pareja<br />

humana, tras la expulsión <strong>de</strong>l<br />

Paraíso, para Ulises el nombre <strong>de</strong><br />

su remedio y curación es Haca.<br />

Después <strong>de</strong> esa expulsión, ya siempre<br />

exiliado en su propia tierra, ya<br />

siempre insatisfecho, el hombre<br />

sentirá y arrastrará la nostalgia<br />

como sentimiento <strong>de</strong> la ausencia.<br />

Tendrá que recurrir a la "imitación"<br />

para intentar vivir en una copia <strong>de</strong>l<br />

Paraíso perdido y siempre añorado.<br />

En Trois fu reurs, Starobinski<br />

hablará <strong>de</strong> la asombrosa capacidad<br />

<strong>de</strong> pintores como Füssli para "suscitar<br />

la reminiscencia inseparable <strong>de</strong><br />

toda imitación", produciendo con<br />

su precisión gráfica el sentimiento<br />

en el que observa <strong>de</strong>l déja revé,<br />

déja vu onírico: "Objetos, figuras,<br />

lugares son trazados y cercados<br />

según el sistema <strong>de</strong> relaciones insólitas<br />

con el que nos parece hecho<br />

el tapiz <strong>de</strong> nuestros sueños. Nos reencontramos<br />

a través <strong>de</strong>l sentimiento<br />

<strong>de</strong> lo soñado". Sólo la imitación<br />

<strong>de</strong> una cosa, <strong>de</strong> un sabor, <strong>de</strong> un<br />

color nos recuerda y nos transporta<br />

a la verda<strong>de</strong>ra cosa, sabor o color<br />

por el que sentimos la ausencia,<br />

aunque al mismo tiempo nos<br />

neguemos a sustituirla, incluso aunque<br />

odiemos aquella buena imitación<br />

por <strong>de</strong>masiado parecida y por<br />

tramposa. En esta contradicción y<br />

en ese dolor se enclavará siempre<br />

el circuito cerrado <strong>de</strong> la nostalgia;<br />

en esa "repetición <strong>de</strong> la imagen<br />

antigua", como lo llamaba<br />

Leopardi, se tendrá que vivir <strong>de</strong> la<br />

conciencia <strong>de</strong> cancelación y se tendrá,<br />

por fin, que abrir las puertas<br />

<strong>de</strong> par en par a lo imaginario.<br />

Hablando <strong>de</strong> leyes asociacionistas,<br />

Steiner citaba lo que Coleridge<br />

llamó "átomos enlazados". Estos<br />

átomos sugieren un enlace químico<br />

involuntario, inadvertido al principio,<br />

entre la asociación mental, la<br />

similitud y el recuerdo. Los alquimistas,<br />

hablando a su vez <strong>de</strong> esos<br />

polos afines <strong>de</strong> recepción y estímulo,<br />

refiriéndose a alianzas elementales,<br />

las llamaban "simpatías". Es el<br />

choque <strong>de</strong> la correspon<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong>l<br />

re-conocimiento, <strong>de</strong> la asociación<br />

inconsciente que se da al leer un<br />

pasaje ajeno; el choque que algunos<br />

personajes <strong>de</strong>l novelista Patrick<br />

Modiano sienten y por el que se<br />

ven inopinadamente atados a vidas<br />

ajenas, a sucesos y fotos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocidos.<br />

Un déja vu, un déja entendu,<br />

pero, sobre todo, un fantasmagórico,<br />

inexpresable, ya-vivido.<br />

Según Benjamin en Origen <strong>de</strong>l<br />

drama barroco, la alegoría, potentemente<br />

utilizada por el barroco, y<br />

en particular por el Trauerspiel, por<br />

el juego <strong>de</strong> duelo, es lo que sintetiza<br />

mejor la tensión melancólica: "La<br />

tristeza (Trauer) es la disposición<br />

<strong>de</strong> espíritu en la cual el sentimiento<br />

otorga una vida nueva, como una<br />

máscara al mundo <strong>de</strong>sierto, a fin <strong>de</strong><br />

gozar con su vista <strong>de</strong> un placer<br />

misterioso. Todo sentimiento está<br />

ligado a un objeto a priori y su<br />

fenomenología es la presentación<br />

<strong>de</strong> ese objeto". Sería el momento,<br />

como dice Julia Kristeva en Soleil<br />

Noir. Dépression et mélancolie, en<br />

que "una sutil alquimia <strong>de</strong> signos"<br />

se imponga, para ser vivida como<br />

una auténtica metamoifosís psíquica.<br />

Los poetas, los héroes· románticos<br />

siempre son unos "<strong>de</strong>sheredados",<br />

unos beaux ténébreux, como<br />

el "<strong>de</strong>sdichado" <strong>de</strong>l poema <strong>de</strong><br />

Nerval. Sufren la "privación" <strong>de</strong> una<br />

cosa o entidad perdida. Vuelve a<br />

<strong>de</strong>cir Kristeva: .Si el melancólico no<br />

cesa <strong>de</strong> ejercer un dominio tan<br />

amoroso como lleno <strong>de</strong> odio sobre<br />

esa Cosa, el poeta encuentra el<br />

medio enigmático <strong>de</strong> estar a la vez<br />

bajo su <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y ... fuera.<br />

Desheredado, privado <strong>de</strong> ese paraí-<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

23<br />

Karl Kraus<br />

iento<br />

so perdido, es un <strong>de</strong>sdichado; sin<br />

embargo, la escritura es el extraño<br />

medio <strong>de</strong> dominar ese infortunio,<br />

instalando en el mismo lugar un<br />

"yo" que domina sobre los dos<br />

aspectos <strong>de</strong> la privación: las tinieblas<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sdichado tanto como el<br />

añorado 'beso <strong>de</strong> la reina'." En la<br />

fuente <strong>de</strong> esa doble privación, la<br />

negra oscuridad presente y la dulce<br />

claridad ausente, se halla el triunfo<br />

<strong>de</strong> la recreación, el exorcismo necesario<br />

para los <strong>de</strong>monios <strong>de</strong> la<br />

adaptación.<br />

Una adaptación, coqueta mente<br />

inadaptada, que halla su sublimación<br />

y su cielo <strong>de</strong> locuacidad en<br />

<strong>de</strong>terminadas épocas. Que gracias a<br />

autoflagelaciones e hipocondrias la<br />

verborrea intelectual eleva a los<br />

más insignes altares <strong>de</strong> su teatro<br />

emotivo. Lichtenberg, el gran flagelador<br />

y el gran irónico, antes <strong>de</strong><br />

Kraus, <strong>de</strong>cía en uno <strong>de</strong> sus aforismos:<br />

"Mi hipocondria es ciertamente<br />

la capacidad <strong>de</strong> extraer en<br />

cualquier suceso <strong>de</strong> la vida, sea<br />

cual sea, la mayor cantidad <strong>de</strong><br />

veneno en beneficio propio."<br />

Porque no hay que olvidar ese<br />

importante lado <strong>de</strong> prestigio, <strong>de</strong><br />

elevación <strong>de</strong> los melancólicos a la<br />

categoría <strong>de</strong> héroes y víctimas en<br />

períodos <strong>de</strong> gran exhibición <strong>de</strong>l yo,<br />

como el romántico, en el que el<br />

artista adquiriría relevancia y seriedad<br />

intelectual a través <strong>de</strong> la con-


formación enfermiza al uso, como<br />

muy bien explicaban Klibansky,<br />

Panofsky y Saxl en su monumental<br />

Saturno y la melancolía. También<br />

lo <strong>de</strong>cía Stendhal: "El placer no<br />

produce ni la mitad <strong>de</strong> impresión<br />

que el dolor". Y lo que es peor, la<br />

felicidad , en sus breves momentos,<br />

anula el·discernimiento, necesita <strong>de</strong><br />

la distancia <strong>de</strong> objetos, <strong>de</strong> la ausencia<br />

<strong>de</strong> lo que se anhela, <strong>de</strong> su nostalgia<br />

activa para tener algo más<br />

que "i<strong>de</strong>as comunes", terroríficamente<br />

comunes, como <strong>de</strong>cía este<br />

gran <strong>de</strong>screído que era Stendhal:<br />

"Un alma hecha para las pasiones<br />

siente en primer lugar que esa vida<br />

feliz le aburre y pue<strong>de</strong> ser también<br />

que le dé sólo i<strong>de</strong>as comunes."<br />

Mi centro soy yo<br />

"Es <strong>de</strong> mi tiempo <strong>de</strong> lo que os<br />

quiero hablar, no <strong>de</strong> mi vida", dijo<br />

una vez Thomas Mann en un esbozo<br />

autobiográfico. Ll ega un momento<br />

en que nos damos cuenta<br />

que la nostalgia ya no es una hazaña,<br />

un vértigo individual, un "yo<br />

hice, yo pasé por", sino que está<br />

perfectamente instalada, que es<br />

perfectamente ampliable y ha calado<br />

en otros Vos: Vos que fueron<br />

también a aquel colegio, que vieron<br />

un día <strong>de</strong> refilón a aquella<br />

actriz <strong>de</strong> moda, que leyeron una y<br />

otra vez aquel libro, que se rieron<br />

hasta morir con aquella película,<br />

que pasaron por aquella plaza<br />

antes <strong>de</strong> que se convirtiera en un<br />

aparcamiento, que tomaron café en<br />

algo que ya no es café ni nada que<br />

se le parezca, que amaron y consiguieron<br />

olvidar a tal o cual persona<br />

... Es <strong>de</strong>cir, todos aquellos, esa<br />

pequeña legión familiar, que atravesaron<br />

un mismo tiempo y posiblemente<br />

también unos mismos<br />

espacios y unas mismas costumbres<br />

<strong>de</strong> esos espacios, las mismas que<br />

nos ayudan a recordar acompañados,<br />

aunque al fin "cada uno está<br />

solo en el centro <strong>de</strong> la tierra", como<br />

<strong>de</strong>cía el poema <strong>de</strong> Quasimodo, y al<br />

fin también es verdad que la propia<br />

vida es un vacío incierto, engañosame<br />

nte amueblado <strong>de</strong> imprecisiones,<br />

engañosamente pletórico <strong>de</strong><br />

inci<strong>de</strong>ntes y con una fuerte apariencia<br />

<strong>de</strong> estar rebosante <strong>de</strong> objetos<br />

y cosas que nos hacen "reconocibles"<br />

.<br />

Ese gran cronista <strong>de</strong> nuestros<br />

días, el italiano Alberto Arbasino,<br />

llama a este ti e mpo nuestro, e l<br />

tiempo <strong>de</strong> la Gran Nostalgia. Ya no<br />

es nostalgia <strong>de</strong> los viejos por cincue<br />

nta años atrás, la <strong>de</strong> nuestros<br />

padres por el mundo <strong>de</strong> sus<br />

padres, sino que la juventud <strong>de</strong> los<br />

años <strong>de</strong> las revoluciones juveniles<br />

<strong>de</strong> este siglo es más juventud y por<br />

lo tanto parece envejecer antes, a<br />

cada instante. Se añora lo <strong>de</strong> hace<br />

Georges Perec<br />

una década y los más adolescentes<br />

lo <strong>de</strong>l año anterior. ¡Ah, aquel 1968!<br />

Pero hay que tener en cuenta que<br />

en 1969 ya se había acabado.<br />

En esta época <strong>de</strong> mini-exhumaciones<br />

<strong>de</strong> recuerdos, <strong>de</strong> minimalismos<br />

elegíacos, hubo un autor que<br />

llegó y bombar<strong>de</strong>ó como nunca<br />

nadie se había atrevido a bombar<strong>de</strong>ar<br />

a otros con tanta <strong>de</strong>svergüenza<br />

memorial. Nuestro gran <strong>de</strong>sente<br />

rrador <strong>de</strong> migajas geniales se<br />

llamó Georges Perec y <strong>de</strong>scargó <strong>de</strong><br />

toda solemnidad histórica a nuestros<br />

sagrados recuerdos: con absoluta<br />

irreverencia y con sumaria,<br />

muy sumaria, precisión. Eran los<br />

recuerdos "<strong>de</strong> verano", <strong>de</strong> hit, <strong>de</strong><br />

pura y frenética temporada. La lista,<br />

claro, sería eterna: 'Je me souviens<br />

que Burt Lancaster était acrobate, je<br />

me souviens <strong>de</strong> Biafra, je me souviens<br />

<strong>de</strong> Youri Gagarin, je me souviens<br />

que Maurice Ravel était tres<br />

fier <strong>de</strong> son 'Boléro', je me souviens<br />

<strong>de</strong>s Scoubidous (. . .) je me souviens<br />

(ti suivreJ".<br />

Se supone que en esta nueva sed<br />

<strong>de</strong>voradora, en esta bulimia (como<br />

la llama Lipovetsky) y en esta gordura<br />

diabólica (como la llama<br />

Susan Sontag) que quiere continuamente<br />

embarazarse <strong>de</strong> vacío con el<br />

disfraz <strong>de</strong> las cosas más dispares y<br />

esquizofrénicas (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> películas <strong>de</strong><br />

gremlins y Harrison Ford a óperas<br />

<strong>de</strong> Wagner y Lully, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Velázquez<br />

en un día a Leonardo en la<br />

mitad) la nostalgia residual en ese<br />

vació siempre por rellenar, la nostalgia<br />

y <strong>de</strong>spojos sedimentales que<br />

quedarán <strong>de</strong> ese tiempo, <strong>de</strong> esa<br />

cultura patchwork y <strong>de</strong> esas experiencias<br />

serán tan caóticos y superficiales<br />

, tan en<strong>de</strong>bles y huecos<br />

como lo fueron en su día las vías<br />

<strong>de</strong> introducción e instalación <strong>de</strong> los<br />

estímulos e imágenes.<br />

Porque, en lo que Michel Serres<br />

llama "la guarida global" ¿los hom-<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> Mh.,co<br />

24<br />

bres ocupan el centro <strong>de</strong> ese sistema<br />

caótico <strong>de</strong> cosas que giran en<br />

torno a nosotros, ombligo <strong>de</strong>l<br />

Universo, o es al revés, nosotros,<br />

giramos en la periferia <strong>de</strong> las cosas,<br />

"como simples parásitos"? ¿Qué ejerce<br />

e irradia más fuerza: nosotros<br />

que <strong>de</strong>seamos esas cosas, que <strong>de</strong>seamos<br />

atraparlas, o la fuerza magnética<br />

<strong>de</strong>l mundo que nunca <strong>de</strong>ja que<br />

nos alejemos <strong>de</strong>masiado sin sentir<br />

la punzada sojuzgante <strong>de</strong>l dolor? En<br />

su magnífica obra El contrato natural<br />

Serres recuerda la formación <strong>de</strong><br />

esa amorosa sujeción, <strong>de</strong> esa extraña<br />

pareja: "La Tierra existió sin<br />

nuestros inimaginables antepasados,<br />

en la actualidad podría existir perfectamente<br />

sin nosotros, y existirá<br />

mañana o más tar<strong>de</strong> aún sin ninguno<br />

<strong>de</strong> nuestros posibles <strong>de</strong>scendientes,<br />

mientras que nosotros no<br />

po<strong>de</strong>mos existir sin ella".<br />

No po<strong>de</strong>mos existir, en efecto,<br />

sin esa Tierra que nos recuerda<br />

constantemente que hemos pasado<br />

por ella y aunque, como sabemos,<br />

la realidad, su realidad no exista,<br />

algún día parecimos estar muy<br />

estrecha y concretamente en contacto<br />

con sus migajas: "Hacia finales<br />

<strong>de</strong> 1949 adoré y acaricié y maculé<br />

con mis besos y mis lágrimas <strong>de</strong> tritón<br />

un par <strong>de</strong> zapatos <strong>de</strong> goma,<br />

una camisa <strong>de</strong> muchacho, unos viejos<br />

blue jeans usados por ella y<br />

encontrados en la maleta <strong>de</strong>l automóvil,<br />

una gorra arrugada con la<br />

insignia <strong>de</strong> la escuela y otros tesoros<br />

igualmente fútiles. Después,<br />

cuando comprendí que perdía la<br />

cordura, reuní esos objetos surtidos,<br />

les agregué lo que había<br />

amontonado en Beardsley (un<br />

cajón <strong>de</strong> libros, su bicicleta, chaquetas<br />

raídas, zapatos para la lluvia)<br />

y el día <strong>de</strong> su quincuagésimo<br />

cumpleaños lo envié todo como<br />

regalo anónimo a un asilo para<br />

huérfanos situado junto a un lago<br />

Vlodimir Nobokov


•<br />

ventoso, en la frontera canadiense."<br />

¿Quién no reconoce en estas <strong>de</strong>sesperadas<br />

líneas al <strong>de</strong>mente enamorado<br />

H. H. <strong>de</strong> Nabokov y el rastro<br />

<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado que <strong>de</strong>jó en su vida<br />

"yen su coche" esa aprendiz <strong>de</strong><br />

starlette, la tierna Lo Haze? Incluso<br />

para un intelectual como H. H. esa<br />

anárquica explosión <strong>de</strong> atributos se<br />

convierte en explosión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad.<br />

Es el H.H. que suspira (" Que<br />

c'était lOin, tout celd') y se somete<br />

a tanto rastro, poco micénico, sí,<br />

pero aún vivo, palpitante. Valéry<br />

<strong>de</strong>cía en su Monsieur Teste:<br />

"Sométete por entero a tu mejor<br />

momento, a tu más gran<strong>de</strong> recuerdo.<br />

Es él a lo que hay que reconocer<br />

como rey <strong>de</strong>l tiempo."<br />

Pasado, pesar<br />

Georges Poulet, el gran clásico <strong>de</strong><br />

la crítica francesa, maestro a su vez<br />

<strong>de</strong> Starobinski, explicaba en Les<br />

métamorphoses du cercle cómo el<br />

amor (se supone que el amor en su<br />

punto culminante, o en su único<br />

punto y centro posible) elimina<br />

radicalmente la angustia <strong>de</strong>l tiempo<br />

y <strong>de</strong> la finitud, y por tanto también<br />

la nostalgia <strong>de</strong> lo infinito. Cada uno<br />

pue<strong>de</strong> sacar <strong>de</strong> sí mismo, en esos<br />

momentos <strong>de</strong> suspensión y tregua<br />

<strong>de</strong> la vida, toda "una eternidad y<br />

una inmensidad interna". El amor<br />

entonces se convierte en perfecto<br />

ejemplo <strong>de</strong> "una extraordinaria<br />

extensión espacial y temporal" que<br />

construye y confiere una verda<strong>de</strong>ra<br />

realidad psicológica, más allá <strong>de</strong><br />

toda dimensión y duración. Poulet<br />

cita para esto un <strong>de</strong>notativo fragmento<br />

<strong>de</strong> una opera magna <strong>de</strong>l<br />

romanticismo, el Adolphe <strong>de</strong> Constant:<br />

"El amor reemplaza los largos<br />

recuerdos por una especie <strong>de</strong><br />

magia. El resto <strong>de</strong> los afectos tienen<br />

necesidad <strong>de</strong> pasado. El amor crea,<br />

como por encanto, un pasado con<br />

el que nos ro<strong>de</strong>a. Nos da por así<br />

<strong>de</strong>cirlo, la conciencia <strong>de</strong> haber vivido<br />

durante años con un ser que no<br />

hace mucho nos era casi extranjero.<br />

El amor no es más que un punto<br />

luminoso, y no obstante parece<br />

apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l tiempo." Aquí, tras<br />

esta dominación y eliminación <strong>de</strong>l<br />

tiempo a través <strong>de</strong>l amor, el cual,<br />

como es sabido, ignora el pasado,<br />

apenas resi<strong>de</strong> en el presente y vive<br />

y se alimenta <strong>de</strong> futuro , cabría<br />

hacerse una pregunta: ¿El simple<br />

recordar es, <strong>de</strong> por sí, intrínsecamente<br />

nostalgia? ¿O es la intensidad,<br />

"los largos recuerdos", como<br />

dice Constant, el principio <strong>de</strong> la<br />

enfermedad?<br />

Distinta <strong>de</strong>l spleen, <strong>de</strong> "esa fuerza<br />

<strong>de</strong>sgraciada", distinta <strong>de</strong> la atonía,<br />

la nostalgia, parte divisible <strong>de</strong> lo<br />

melancólico, <strong>de</strong> lo otoñal, <strong>de</strong> lo<br />

crepuscular, <strong>de</strong> lo voluptuosamente<br />

doloroso, ofrece también su ración<br />

<strong>de</strong> exceso <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su principio<br />

<strong>de</strong> eclipse y <strong>de</strong>sierto. Rousseau<br />

<strong>de</strong>sarrolló esa "paradoja" <strong>de</strong> la<br />

melancolía expansiva: el espacio<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo que se cruza entre la realidad<br />

(en la sensación) y la imaginación<br />

(en el sueño) <strong>de</strong> un ser <strong>de</strong><br />

exceso y a la vez <strong>de</strong> ausencia que<br />

no pue<strong>de</strong> ser colmado jamás. Lo<br />

<strong>de</strong>finía muy bien el René <strong>de</strong><br />

Chateaubriand: "aplastado por la<br />

sobreabundancia <strong>de</strong> vida".<br />

La amalgama, el cofre<br />

Con Joyce aparece el fango <strong>de</strong> la<br />

nostalgia, la amalgama <strong>de</strong> <strong>de</strong>sperdicios,<br />

el recuerdo-garbage, el <strong>de</strong>secho<br />

mental, el fleco anímico, el feto<br />

residual, el vértigo-vómito-vorágine-naúsea<br />

<strong>de</strong>trítico. Lo que se<br />

recuerda ni nos exalta ni nos eleva,<br />

nos asimila. A un todo hecho <strong>de</strong><br />

fosforescencias mínimas, <strong>de</strong> asaltos<br />

<strong>de</strong>scabalgados, sin sintonía, <strong>de</strong> caídas,<br />

polvo y abyección que corroen<br />

las cosas disolviéndolas y haciéndoles<br />

per<strong>de</strong>r cada vez más i<strong>de</strong>ntidad:<br />

ya no son cosas, entes antaño casi<br />

nobles y expresables, sentimientos<br />

<strong>de</strong> una pieza, son simples retazos,<br />

caos <strong>de</strong> un mundo en continua formación<br />

y en continua disolución.<br />

En ese no-espacio se entrecruzan<br />

los pensamientos, en forma <strong>de</strong><br />

horrorosa y execrable nostalgia, se<br />

superponen, fluctúan. Hoffmansthal<br />

llamó en su día a esta vorágine<br />

"i<strong>de</strong>alismo neurótico": "El rápido<br />

hastío <strong>de</strong> las cosas, su langui<strong>de</strong>z, la<br />

pérdida <strong>de</strong> su esplendor, el goce <strong>de</strong><br />

los colores y la nostalgia <strong>de</strong> los<br />

colores." ¿Cómo mejor expresar el<br />

fenómeno neurótico <strong>de</strong> la moda en<br />

cualquier época? Una moda, un<br />

sello mínimo e instantáneo <strong>de</strong> reconocimiento<br />

<strong>de</strong> por sí marca todo un<br />

largo pero fulgurante recorrido que<br />

va <strong>de</strong>l estímulo a la sensación. En la<br />

apoteosis y polifonía joyceana no se<br />

distinguen unos naipes sucios <strong>de</strong><br />

unas alhajas caídas en el fango;<br />

recuerdos <strong>de</strong> cultura antigua y <strong>de</strong><br />

mitos son arrastrados en el aluvión<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sechos junto con anuncios<br />

comerciales, fruslerías, quidproquos,<br />

noticias periodísticas o melodías<br />

<strong>de</strong> moda. Esa melodía <strong>de</strong> moda,<br />

esa marca <strong>de</strong> coche, a la que Perec,<br />

el gran nivelador <strong>de</strong> cachivaches,<br />

trastos, sobras y bártulos caducos,<br />

fugaces y sumamente efímeros <strong>de</strong><br />

nuestro ayer que es un casi presente,<br />

o <strong>de</strong> nuestro presente que es un<br />

casi ayer, ese gran nivelador nos los<br />

rescataba una y otra vez <strong>de</strong> su cofre<br />

<strong>de</strong> prestidigitador, y con ellos salpicaba<br />

y chispeaba levemente nuestros<br />

propios archivos guardados<br />

como por <strong>de</strong>scuido en cada una <strong>de</strong><br />

nuestras domésticas <strong>de</strong>spensas.<br />

Proust, por su lado, hace <strong>de</strong> la<br />

nostalgia una realidad y verdad<br />

novelesca, una razón literaria. Por<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

25<br />

Gregor van Rezzori<br />

medio <strong>de</strong> ella fija el tiempo pasado<br />

y perdido que asociaciones afectivas<br />

(adoquines <strong>de</strong>siguales, servilletas<br />

almidonadas) le restituyen a<br />

veces, aportándole una impresión<br />

<strong>de</strong> felicidad que nunca le procura el<br />

presente ni la memoria voluntaria.<br />

Barthes <strong>de</strong>cía que toda obra pue<strong>de</strong><br />

proce<strong>de</strong>r según dos movimientos:<br />

la línea recta (la perseverancia, el<br />

crecimiento, la insistencia <strong>de</strong> una<br />

i<strong>de</strong>a, <strong>de</strong> una posición, <strong>de</strong> un gusto,<br />

<strong>de</strong> una imagen) y el zig-zag (el<br />

contra pié , la contramarcha, la contrariedad,<br />

la energía reactiva, la<br />

<strong>de</strong>generación, el regreso <strong>de</strong> un ir, el<br />

movimiento en Z, la letra <strong>de</strong>l <strong>de</strong>svío).<br />

En este sentido, las oleadas,<br />

los vahídos, embestidas, oscilaciones,<br />

vaivenes que asaltan la fortaleza,<br />

la caja registradora, el arcón <strong>de</strong><br />

percusiones <strong>de</strong> nuestra memoria y<br />

<strong>de</strong> las ruinas <strong>de</strong> nuestros pobres<br />

edificios, se codificarían únicamente<br />

como eso: como una Z barthiana,<br />

nunca como una I balzaquiana.<br />

En los últimos austro-húngaros<br />

(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> van Rezzori a Roth o Lernet­<br />

Holenia), en sus exhumadores <strong>de</strong><br />

lujo (Claudia Magris y su magnífico<br />

gran fresco nostálgico El Danubio)<br />

pesará la suave sombra <strong>de</strong> duelo<br />

por el antiguo mundo perdido. Un<br />

inolvidable tapiz <strong>de</strong> la agonía <strong>de</strong><br />

una civilización, <strong>de</strong> la monarquía<br />

bicéfala, una "balada sobre e l<br />

Doble Reino ya fenecido" la construía<br />

<strong>de</strong> forma emocionante el polaco<br />

Kusniewicz con El r¡ry <strong>de</strong> las Dos<br />

Sicilias (lo mismo que Roth había<br />

hecho con La marcha Ra<strong>de</strong>tzky). Y<br />

esa <strong>de</strong>spedida <strong>de</strong> un mundo se<br />

explicaba muy bien al final <strong>de</strong> la<br />

trágica historia <strong>de</strong>l oficial Emil R.:<br />

"Así que se podía empezar todo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. De una forma o<br />

<strong>de</strong> 0tra ... A pesar <strong>de</strong> que muchas<br />

cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace tiempo se han<br />

hecho insignificantes y tal vez<br />

incluso ridículas. Como la moda <strong>de</strong><br />

los sentimientos exaltados, <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>sesperación y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación.<br />

De la exageración. Como las pe-


And rze¡ KuSÍliew icz<br />

lículas mudas sentimentales <strong>de</strong> los<br />

años diez <strong>de</strong> nuestro siglo. O como<br />

los mo<strong>de</strong>los Wiener Mo<strong>de</strong> <strong>de</strong>l año<br />

1900. Como la huella fugaz <strong>de</strong> los<br />

perfumes conservados entre las<br />

páginas <strong>de</strong>l anuario Wiener Illustrierte<br />

<strong>de</strong> 1914, o en una caja<br />

encontrada años más tar<strong>de</strong> y que<br />

contenía, aparte <strong>de</strong> las tarjetas <strong>de</strong><br />

visita <strong>de</strong> personas para nosotros<br />

absolutamente <strong>de</strong>sconocidas y carnets<br />

<strong>de</strong> baile, unas fotos amarillentas.<br />

Y esto es todo."<br />

Historia general, partículas<br />

privadas<br />

Respecto a eso, se pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar,<br />

como dice Magris, la obra <strong>de</strong><br />

Joseph Roth, su emblemática<br />

Marcha Ra<strong>de</strong>tzky como una "narrativa<br />

social": los sucesos históricos<br />

se mezclan con las vivencias psicológicas;<br />

lo íntimo <strong>de</strong> una historia<br />

individual se cuenta junto a la fisonomía<br />

<strong>de</strong>finitoria <strong>de</strong> su tiempo: la<br />

familia Trotta entra en una irreparable<br />

<strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, y finaliza cayendo,<br />

al compás <strong>de</strong>l imperio <strong>de</strong> los<br />

Habsburgo. Pero Claudia Magris<br />

diferencia tajantemente el simple<br />

ejercicio, blando y acuarelista, <strong>de</strong><br />

algunos nostálgicos <strong>de</strong> aquel<br />

mosaico cosmopolita con el magistral<br />

dominio <strong>de</strong> Roth: "Aún cuando<br />

<strong>de</strong>rive <strong>de</strong> una nostálgica plena<br />

adhesión al sistema habsbúrgico ,<br />

nunca será una inane exaltación <strong>de</strong>l<br />

pasado perdido, sino un relato que<br />

ha comprendido aquel mundo. Lo<br />

que importa es que Roth ha entendido<br />

la disolución <strong>de</strong> la Mitteleuropa<br />

habsbúrgica y ha escrito, más<br />

que la elegía, la epopeya." Precisamente<br />

este gran germanista, ensayista<br />

y novelista, Claudia Magris,<br />

escribía hace poco sobre la nostalgia,<br />

sobre "esa conciencia <strong>de</strong> exilio<br />

<strong>de</strong> la vida verda<strong>de</strong>ra" , que planea<br />

peligrosamente, amenazando cuidados<br />

y preocupaciones <strong>de</strong>l presente,<br />

y que se da en una gran parte <strong>de</strong> la<br />

literatura mo<strong>de</strong>rna, aunque también<br />

se produzca su fmgimiento, su pose,<br />

su cansancio: "Existe una coquetería<br />

retro, soportable si se cultiva como<br />

un tic pero <strong>de</strong>testable si se ostenta<br />

como un esnobismo. Es la nostalgia<br />

débil, que traviste vanamente <strong>de</strong><br />

fina sensibilidad algunas muy humanas<br />

pero vacuas <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s sentimentales."<br />

Los agujeros negros, los<br />

intersticios <strong>de</strong>l tiempo tendrán que<br />

rellenarse, para ser literatura, por<br />

algo más que momentáneos y<br />

urgentes parches <strong>de</strong> eternidad novelesca.<br />

Así lo expresaba en otra parte<br />

este mismo autor: "Antes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento<br />

o hipótesis <strong>de</strong> los agujeros<br />

negros, las fábulas habían<br />

enseñado en distintas ocasiones que<br />

el tiempo <strong>de</strong> nuestra vida huye más<br />

veloz cuanto menos fuerte y <strong>de</strong>nso<br />

es nuestro centro <strong>de</strong> gravedad espiritual.<br />

Y a la inversa."<br />

Si hay una nostalgia común, <strong>de</strong><br />

época (la citada <strong>de</strong> la Viena <strong>de</strong><br />

Francisco José) también es cierto<br />

que el bombar<strong>de</strong>o y asedio <strong>de</strong><br />

adornos personales a una época,<br />

aunque sea una época <strong>de</strong> "i<strong>de</strong>ntidad"<br />

muy fuerte , es igualmente<br />

insaciable e incompartible. Canetti,<br />

hablando <strong>de</strong> las pequeñas agendas<br />

y diarios llevados anónimamente<br />

por cada cual, que "a nadie le<br />

incumben" y que ayudan a diferenciar,<br />

privadamente, un día <strong>de</strong> otro,<br />

<strong>de</strong>cía que llegan a crear "un calendario<br />

propio" <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la vorágine<br />

y el vació <strong>de</strong> los calendarios generales<br />

y convencionales "que aún<br />

nadie ha llenado". Dentro <strong>de</strong> esa<br />

diferenciación cronológica <strong>de</strong> la<br />

que todos somos acreedores para<br />

fijarnos y para tener acceso a una<br />

ración legítima <strong>de</strong> tiempo y <strong>de</strong><br />

vida, "cada cual --dice Canetti- es<br />

el centro <strong>de</strong>l mundo, nada menos<br />

que cada otro; y el mundo es valioso<br />

sólo porque está lleno <strong>de</strong> esos<br />

centros: no hay nadie que no tenga<br />

<strong>de</strong>recho a una agenda".<br />

La herida <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> la sepa-<br />

. '" ... . '"<br />

raClon es comun qUlza, pero sIem-<br />

.<br />

pre incompartible; si lo síntomas se<br />

comparten, la enfermedad se <strong>de</strong>sarrolla<br />

<strong>de</strong> modo distinto en cada<br />

uno. Un lugar no es sólo un lugar,<br />

sino las palabras y los sucesos que<br />

lo habitan, distintos para cada ojo y<br />

cada oído; un hombre no es sólo<br />

un hombre, con su cuerpo y su<br />

inteligencia pesables y mensurables,<br />

sino que también es los gestos<br />

y las palabras que lo <strong>de</strong>finen, que<br />

construyen su propia y silenciosa<br />

historia <strong>de</strong> lo privado. Aquí se<br />

enclavaría esa "teoría asociacionista<br />

<strong>de</strong> la memoria", responsable,<br />

según Starobinski, <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong><br />

"nexo nostálgico". ¿Qué significado<br />

tienen esas extrañas fotos <strong>de</strong> familias<br />

ajenas, arrinconadas en cualquier<br />

<strong>de</strong>sván que no es el nuestro,<br />

para nosotros, que no somos ni sus<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

26<br />

hijos ni sus nietos? Son sólo fantasmas<br />

vacíos, ilegibles, incorpóreos,<br />

puro polvo <strong>de</strong>scodificado e insensible.<br />

Dino Buzatti <strong>de</strong>cía en una ocasión:<br />

"Entonces se compren<strong>de</strong> que<br />

tantos recuerdos, enterrados en la<br />

sustancia viva <strong>de</strong>l alma, sostenes,<br />

sin embargo, <strong>de</strong> nuestra vida, son<br />

para los otros, sin excepción, tan<br />

sólo fantasmas vacíos, palabras, tan<br />

sólo palabras (. .. ) Les dan igual<br />

nuestras historias, no saben qué<br />

hacer con ese tesoro."<br />

Dentro <strong>de</strong> la gran estirpe literaria,<br />

cada escritor, para po<strong>de</strong>r vivir y<br />

<strong>de</strong>sarrollarse como tal, construye su<br />

propio álbum <strong>de</strong> familia, fija sus<br />

propias instantáneas patronímicas.<br />

En Hotel d 'Alsace et autres <strong>de</strong>ux<br />

adresses, el autor <strong>de</strong> la novela<br />

Rondó, y <strong>de</strong> algunos maravillosos<br />

diarios, Kazimierz Brandys, superpone<br />

su propio "álbum" mirando<br />

una foto <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong> y su Bosie en<br />

una trattoria napolitana: "Mirando<br />

aquellas dos fotos CCharlus ...<br />

Albertine .. .) la asociación con Proust<br />

es automática. Ambas podrían haber<br />

sido sacadas <strong>de</strong> un álbum <strong>de</strong> retratos<br />

proustianos. Muchas veces he<br />

escrito que el barón Charlus nació<br />

<strong>de</strong> una costilla <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong>."<br />

Patrick Modiano, Antonio<br />

Tabucchi.<br />

Des<strong>de</strong> que el escritor francés<br />

Patrick Modiano publicó su primer<br />

libro en 1968, es el autor <strong>de</strong> su<br />

generación -que es también la<br />

generación en curso, la <strong>de</strong> todosque,<br />

posiblemente junto con Peter<br />

Handke, ha logrado construir una<br />

obra más homogénea y constante,<br />

sin por ello tener nada que ver<br />

entre sí. Modiano ha ido ofreciendo<br />

una ya célebre poética <strong>de</strong> la nostalgia,<br />

que adorna en cada libro, retocándola<br />

apenas, con un catálogo<br />

generoso e intenso <strong>de</strong> temas y<br />

motivos: fugas, periferia parisiense,<br />

judíos y época <strong>de</strong> la Ocupación,<br />

hoteles y casas abandonadas, persecuciones<br />

e investigaciones <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>ntidad, búsquedas <strong>de</strong> progenitores<br />

perdidos, fotos y huellas inciertas<br />

<strong>de</strong> otras épocas, huérfanos y<br />

traiciones múltiples, som- bríos<br />

medios <strong>de</strong> sobrevivencia en tiempos<br />

<strong>de</strong> guerra y posguerra, agendas .<br />

y libros <strong>de</strong> familia ... A todo ello da<br />

rienda suelta en su libro París tendresse,<br />

acompañado, cómo no, <strong>de</strong><br />

fotos <strong>de</strong> Brassal. Es <strong>de</strong>cir, su espacio<br />

favorito, París, junto a su época<br />

o símbolo máximo <strong>de</strong>l enigma<br />

humano, <strong>de</strong>l enigma <strong>de</strong> la existencia<br />

<strong>de</strong> nuestro siglo, que para<br />

Modiano son los años 30-40. Pero<br />

Modiano es algo más que un escritor<br />

con un talento inaudito para la<br />

nostalgia; algo más que un dotadísimo<br />

embalsamador <strong>de</strong> motivos<br />

ornamentales o sentimentales, al


•<br />

dictado <strong>de</strong> la moda <strong>de</strong>l momento,<br />

que en este caso sería la moda <strong>de</strong><br />

las películas en blanco y negro, <strong>de</strong><br />

los Packard y <strong>de</strong> la popular<br />

Mistinguett. La literatura <strong>de</strong> Modiano<br />

ha pasado a conformar una<br />

inconfundible y sólida geografía<br />

elegíaca <strong>de</strong> los lugares, <strong>de</strong> los individuos,<br />

<strong>de</strong> las falsas certezas y <strong>de</strong> la<br />

ligereza trágica que pen<strong>de</strong> sobre<br />

toda afirmación <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad. No<br />

somos nada -nos viene a <strong>de</strong>cirporque<br />

eso mismo lo fueron otros<br />

tantos en el mismo lugar y hasta<br />

que no los encontremos a ellos,<br />

hasta que no toquemos <strong>de</strong> cerca sus<br />

búsquedas y angustias, no lograremos<br />

arreglar las cuentas con nosotros<br />

mismos y con nuestro presente.<br />

Es como si Modiano, que no vivió la<br />

época a la que siempre vuelve -la<br />

<strong>de</strong> la Ocupación en Francia-, o<br />

cualquiera <strong>de</strong> sus erráticos personajes,<br />

sintieran la vergüenza <strong>de</strong> haber<br />

sobrevivido: un <strong>de</strong>do, no se sabe<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> dón<strong>de</strong>, les señala y les advierte<br />

sin cesar que olvidar es matar por<br />

segunda vez. Como <strong>de</strong>cía Canetti en<br />

su magistral y espeluznante Masa y<br />

po<strong>de</strong>r, a la sensación <strong>de</strong> triunfo inicial<br />

que siente el que ha sobrevivido,<br />

le sigue luego la sensación <strong>de</strong><br />

culpabilidad: "El monstruoso hecho<br />

<strong>de</strong> la sobrevivencia", como él lo<br />

llama. Otros han sufrido don<strong>de</strong><br />

nosotros ahora gozamos, han amado<br />

don<strong>de</strong> nosotros ahora <strong>de</strong>sesperamos,<br />

y a la inversa.<br />

El italiano Antonio Tabucchi es,<br />

junto a Modiano, el otro gran escritor<br />

<strong>de</strong> la nostalgia <strong>de</strong> nuestros días.<br />

Las llamadas <strong>de</strong>l pasado, el fenómeno<br />

<strong>de</strong> sobreimpresión <strong>de</strong> otros<br />

seres y otras vidas que un día existieron,<br />

las presencias imborrables<br />

<strong>de</strong> aquello que un día fue y nuevamente<br />

es convocado, aparecen y<br />

<strong>de</strong>saparecen a lo largo <strong>de</strong> sus relatos,<br />

<strong>de</strong> sus "hipocondrias, insomnios,<br />

impaciencias", <strong>de</strong> sus casicuentos,<br />

textos cruzados, coinci<strong>de</strong>ncias<br />

y "astillas a la <strong>de</strong>riva". En<br />

Dama <strong>de</strong> Porto Pim, su libro quizá<br />

más volátil e inclasificable, se hace<br />

una pormenorizada <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>l<br />

fantástico jardín <strong>de</strong> las Hespéri<strong>de</strong>s y<br />

<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los dioses que lo habitan:<br />

"El Dios <strong>de</strong> la Añoranza y la<br />

Nostalgia, un niño con cara <strong>de</strong><br />

viejo". Este dios vive en una morada<br />

"pobre como un gemido" y "su<br />

<strong>de</strong>idad se extien<strong>de</strong> a una zona <strong>de</strong>l<br />

espíritu que alberga el remordimiento,<br />

la pena por lo que fue y<br />

que ya no causa más pena sino<br />

sólo la memoria <strong>de</strong> la pena, y la<br />

pena por lo que no fue y habría<br />

podido ser, que es la pena más<br />

lacerante" .<br />

Igualmente, en uno <strong>de</strong> sus más<br />

intensos, aunque breves, relatos,<br />

Los archivos <strong>de</strong> Macao, el protagonista<br />

superpone un recuerdo trágico,<br />

la noticia que un médico le da<br />

<strong>de</strong>l cáncer <strong>de</strong> laringe <strong>de</strong> su padre,<br />

superpone esta fatalidad angustiosa<br />

a otra visión, esta vez radiante y<br />

juvenil, <strong>de</strong>l pasado, <strong>de</strong> su padre<br />

subido a una lambretta, con los<br />

brazos abiertos y la bufanda al viento.<br />

Él va <strong>de</strong>trás, agarrándolo. De<br />

repente la bufanda se resbala "y he<br />

visto que tenías una herida horrenda<br />

que te cruzaba el cuello <strong>de</strong> lado<br />

a lado: es extraño cómo algunas<br />

veces pue<strong>de</strong> ocurrir que superponemos<br />

dos recuerdos en un único<br />

recuerdo, me estaba sucediendo<br />

esto, recordaba tu imagen <strong>de</strong> 1956 y<br />

a la vez, añadía la imagen que <strong>de</strong>spués<br />

me habías <strong>de</strong>jado para siempre,<br />

casi treinta años más tar<strong>de</strong>".<br />

Su último, uno <strong>de</strong> los más bellos<br />

libros <strong>de</strong> toda su producción, publicado<br />

recientemente en su país, en<br />

lengua portuguesa ("Portugal está<br />

escrito en mi equipaje genético"),<br />

lleva por título Requiem. Ahí, pasado<br />

y presente, vivos y muertos, se<br />

mezclan en una cita que el protagonista<br />

<strong>de</strong> esta obra, contada a<br />

modo <strong>de</strong> medio sueño medio realidad,<br />

ha convocado para volver a<br />

recorrer e intentar resolver ciertos<br />

pasajes fundamentales <strong>de</strong> su vida.<br />

El vagabun<strong>de</strong>o, la alucinación se<br />

inicia con una cita pendiente que el<br />

narrador tiene con un escritor <strong>de</strong>saparecido<br />

-quizá Pessoa- que,<br />

como también Erik Satie, le habría<br />

gustado conocer, "pero nuestras<br />

épocas no coincidieron". En un<br />

tórrido julio y en Lisboa, <strong>de</strong>jándose<br />

llevar por el flujo <strong>de</strong>l inconsciente,<br />

el narrador se entrega a un rosario<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>spedidas a <strong>de</strong>stiempo: con<br />

una mujer antaño amada, con su<br />

padre, con un amigo <strong>de</strong>saparecido,<br />

con una antigua casa vivida.<br />

Jugando al billar, este mero<strong>de</strong>ador<br />

<strong>de</strong> sombras notará como una<br />

adve rtencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino: "Era evi<strong>de</strong>nte,<br />

aquella parábola imposible<br />

que tenía que realizar en el billar<br />

era la misma parábola que estaba<br />

cumpliendo al atar<strong>de</strong>cer, aquella<br />

noche, así que hice una apuesta<br />

. . .<br />

conmigo mismo, aunque no propiamente<br />

una apuesta, más bien un<br />

conjuro, un exorcismo, una pe tición<br />

al <strong>de</strong>stino, y pensé: si acierto,<br />

Isabel aparece, si no acierto no la<br />

veré más. "<br />

El viaje, el exilio, la partida<br />

La nostalgia nos empuja a ser unos<br />

huéspe<strong>de</strong>s incómodos y permanentes<br />

<strong>de</strong>l exilio. Siempre provisionales<br />

po rque cuando lleguemos planearemos<br />

inmediatamente la partida y<br />

cuando todo el mundo po r fin se<br />

ente re <strong>de</strong> que <strong>de</strong> nue vo he mos<br />

huido ---e incluso nosotros mismos<br />

te ngamos p o r fin esa certezae<br />

nto nces nos preguntare mos. sin<br />

recorda rl o, p o r qué un d ía nos<br />

habíamos ido. Lo que nos empujó a<br />

Hihlio/"w dI' .\/exico<br />

Anto nio Tobucchi<br />

buscar, a viajar, ese insistente pero<br />

fugaz vahído <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo ya se habrá<br />

apagado y sólo nos quedarán unas<br />

manos vacías y abiertas y el abandono<br />

<strong>de</strong> lo que <strong>de</strong> algún modo<br />

conocíamos y don<strong>de</strong> nos re-conocíamos.<br />

Segalen <strong>de</strong>cía que "a partir<br />

<strong>de</strong>l momento en que se supo que<br />

la Tierra era una esfera el viaje <strong>de</strong>jó<br />

<strong>de</strong> existir, puesto que alejarse <strong>de</strong><br />

un punto <strong>de</strong> esfera ya es comenzar<br />

a ace rcarse a é l". También Ce ndrars<br />

en su Prosa <strong>de</strong>l Transiberiano<br />

sentía esa mezcla <strong>de</strong> loco furor<br />

por la partida e inmediato arrepentimiento<br />

por la ausencia: "Hay gritos<br />

<strong>de</strong> sirena que me <strong>de</strong>strozan el<br />

alma (, .. ) Tengo amigos que me<br />

ro<strong>de</strong>an como parape tos, tienen<br />

miedo <strong>de</strong> que cuando un día me<br />

vaya no vuelva más ( .. ,) Querría no<br />

haber hecho nunca mis viajes."<br />

El novelista Enrique Villa-Matas<br />

lo contaba muy bien en su libro El<br />

viajero más lento, citando "la<br />

angustia excesiva, por cualquier<br />

cosa" <strong>de</strong> Pessoa y su inigualable<br />

poe ma <strong>de</strong>l Chevrolet, que parece<br />

sacado <strong>de</strong> un caso fre udia no <strong>de</strong><br />

Más allá <strong>de</strong>l prinCipio <strong>de</strong>l placer:<br />

"Ese <strong>de</strong>sasosiego y angustia --dice<br />

Vila-Matas- <strong>de</strong> ir <strong>de</strong> noche po r<br />

una carretera <strong>de</strong>sierta, la <strong>de</strong> Lisboa<br />

a Sintra, e ir a pasar la noche a<br />

Sintra p o r n o p o d e r p asarl a e n<br />

Lisboa, pero sabie ndo que cuando<br />

ll egara a Sintra le da ría pe na no<br />

haberse quedado en Lisboa. " Del<br />

mismo modo, el legendario y joven<br />

soñad o r d e l Grand Mal/ll/es d e<br />

Foumie r vivirá con la obsesió n <strong>de</strong><br />

ree ncontrar un pa radisíaco lugar<br />

perdido y un maravilloso rostro allí<br />

e ntrevisto , pero cuando lo ha ll e ,<br />

cuando por fin lo posea. partirá <strong>de</strong><br />

nuevo en busca <strong>de</strong> aventuras pendientes,<br />

<strong>de</strong> huidas inaplazables.


Era el momento preciso para pensar en eso, el<br />

momento a<strong>de</strong>cuado para pensar en eso, y por<br />

<strong>de</strong>más no tenía otra cosa que hacer que pensar<br />

en eso. La sala <strong>de</strong> espera estaba <strong>de</strong>sierta. Era una<br />

habitación <strong>de</strong>snuda, con unas bancas y una mesa<br />

vieja. Pero al menos era caliente. Entró y puso la<br />

pequeña maleta sobre la mesa. Ahora podría pensar<br />

en su historia. ¿Qué escribiría si tuviera que<br />

escribir su historia? Sonrió al espejo que estaba a<br />

un lado <strong>de</strong> un anuncio <strong>de</strong> los ferrocarriles. No<br />

eres vieja, se dijo, todavía no eres vieja. Levantó<br />

un <strong>de</strong>do y se hizo mentalmente un reproche.<br />

Pero ya no eres joven, ya no eres una muchacha.<br />

Sonrió <strong>de</strong> nuevo. Pensó: eres una mujer con una<br />

historia. Pero, ¿cómo era esa historia? Si hubiera<br />

tenido que escribirla, ¿qué hubiera escrito? El problema<br />

era por dón<strong>de</strong> empezar. ¿Dón<strong>de</strong> empieza<br />

una historia? Pensó que las historias no empiezan,<br />

las historias ocurren y no tienen un principio. O<br />

al menos el principio no se ve, no se distingue,<br />

porque estaba ya inscrito en otro principio, en<br />

otra historia, el principio es sólo la continuación<br />

<strong>de</strong> otro principio. Pero al fin y al cabo hay que<br />

empezar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún punto, y ella se dijo que<br />

empezaría con Eduardo. Eduardo era el comienzo<br />

y también el final <strong>de</strong> algo, sin duda. Era el final<br />

<strong>de</strong> la infancia, <strong>de</strong> la ingenuidad, <strong>de</strong> la manera<br />

espantosamente infantil con que ella había vivido<br />

hasta entonces. Eduardo, bello y tenebroso. Bello,<br />

inteligente, dominador, seguro <strong>de</strong> sí mismo, con<br />

la jactancia <strong>de</strong> quien compren<strong>de</strong> a la gente a la<br />

primera mirada y la conciencia <strong>de</strong> la propia inteligencia,<br />

él la había elegido a ella como su asistente.<br />

Eran jóvenes entonces, y a ella le parecía que<br />

ser asistente era una condición normal <strong>de</strong> la existencia,<br />

por eso había aceptado ser la "pequeña<br />

negra" <strong>de</strong> Eduardo e investigar para el libro que<br />

todos esperaban <strong>de</strong> él. Y bien visto, había sido<br />

una experiencia casi hermosa. Vivían entonces en<br />

una pequeña ciudad que cruzaba un río, una ciudad<br />

dulce y tranquila que ella amaba recorrer en<br />

bicicleta por las mañanas, siguiendo los bulevares<br />

arbolados que costeaban el río e internándose<br />

<strong>de</strong>spués en las callejuelas húmedas <strong>de</strong>l centro<br />

medieval. Llegaba a la biblioteca universitaria y<br />

entraba en el patio austero. La biblioteca era un<br />

gran cuarto con gran<strong>de</strong>s ventanas ojivales, conocía<br />

perfectamente al bibliotecario, lo llamaba con<br />

confianza señor Jacobino, era un joven ceremo-<br />

• Giorgio <strong>de</strong> Chirico, Angustia <strong>de</strong> la partida, 191 3-14<br />

•<br />

ANTONIO TABUCCHI<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

29<br />

nioso que vestía una bata negra, estos son los<br />

libros que encargó ayer, señorita, <strong>de</strong>cía el señor<br />

Jacobino, y ella comenzaba a trabajar. Sabía a la<br />

perfección lo que Eduardo necesitaba. Mientras<br />

transcribía, las horas pasaban rápido. En un instante<br />

bajaba el crepúsculo sobre la ciudad y se<br />

prendían las luces. Se levantaba <strong>de</strong> la mesa y se<br />

paraba junto a una ventana. Miraba como ausente<br />

los árboles en las márgenes <strong>de</strong>l río y los tejados<br />

<strong>de</strong>l centro histórico. Tal vez se sentía feliz.<br />

Eduardo la esperaba en la sala, tenía un aire satisfecho,<br />

hoy escribí todo el día, le <strong>de</strong>cía, eres una<br />

muchacha maravillosa, sabes exactamente qué<br />

necesito, el libro está saliendo <strong>de</strong> manera sublime,<br />

me faltan sólo tres capítulos y lo termino. Y<br />

ella sentía helársele el corazón. ¿Qué haría <strong>de</strong>spués?<br />

Su sencilla vida consistía en eso, en buscar<br />

la bibliografía para Eduardo, pasar los días en la<br />

biblioteca, conversar con el señor Jacobino, esa<br />

era su vida <strong>de</strong> pequeña asistente insignificante y<br />

feliz, mientras Eduardo la observaba con mirada<br />

irónica pero tierna, él pasaba el día en los cafés<br />

<strong>de</strong> las márgenes <strong>de</strong>l río, era ahí don<strong>de</strong> escribía su<br />

libro, y en las noches era afable y bromista, porque<br />

él era un experto en bromas, y le hacía alguna<br />

broma inocente, como <strong>de</strong>jarle sobre la mesa<br />

un recado que <strong>de</strong>cía "no regresaré nunca más" o<br />

escon<strong>de</strong>rse en el cuartito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spensa para<br />

<strong>de</strong>spués salir <strong>de</strong> improviso lanzando un grito escalofriante,<br />

¿te gustó la broma?, le preguntaba, y ella<br />

reía sólo para darle gusto. Eduardo quería que no<br />

quedaran dudas <strong>de</strong> que él era un especialista en<br />

bromas, por algo estaba escribiendo un libro sobre<br />

la broma en la literatura barroca: anagramas, criptografías,<br />

polisemias, mnemónicas, paronomasias;<br />

eran su campo <strong>de</strong> investigación. El juego, o mejor<br />

dicho, la jocosidad, tal era el espíritu <strong>de</strong>l libro, y<br />

con él ganaría el puesto en la universidad, sólo<br />

había que esperar un poco <strong>de</strong> tiempo, mientras<br />

tanto el padre <strong>de</strong> Eduardo les pasaba una mensualidad<br />

para ayudarlos, también el padre <strong>de</strong> Eduardo<br />

era una persona jocosa, también a él le gustaban<br />

las bromas, cuando los iba a visitar y se quedaba a<br />

comer no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> inventar alguna bromita y ella<br />

fingía divertirse, por ejemplo escondía la servilleta<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l trasero y <strong>de</strong>cía que el servicio no era<br />

todo lo esmerado que hubiera esperado, ella<br />

seguía la corriente y se mortificaba pidiendo disculpas,<br />

se llevaba una mano a la boca como si se


sonrojara, entonces él, triunfante, sacaba la servilleta<br />

y ella exclamaba: "¡Ay, papá!"<br />

Pero en cuanto a las verda<strong>de</strong>ras bromas,<br />

Eduardo no sabía nada. Fue ella quien le hizo<br />

una <strong>de</strong> las buenas. Bien visto, no sabía cómo<br />

pudo ocurrir. Digamos que había sido un impulso<br />

irresistible. Era un día hermoso <strong>de</strong> primavera,<br />

ella ·recorría los bulevares que bor<strong>de</strong>aban el río<br />

en bicicleta, la naturaleza volvía a <strong>de</strong>spertar, los<br />

cafés estaban llenos <strong>de</strong> gente. De repente sintió<br />

el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ver a Eduardo, <strong>de</strong> caminar con él, <strong>de</strong><br />

pasar la mañana sentados los dos en un hermoso<br />

café al aire libre, hablando <strong>de</strong> cosas sin importancia.<br />

Primero se le ocurrió hablarle por teléfono,<br />

pero le pareció infantil. Entonces resolvió correr<br />

a su casa, pedaleando duro, roja y feliz como una<br />

niña. Subió corriendo las escaleras. Eduardo,<br />

Eduardo, llamó. La casa estaba sola. Dio vueltas<br />

por los cuartos, perpleja, no sabía qué pensar.<br />

Después, sobre el escritorio, encontró el recado.<br />

"Terminé el libro. Estoy exhausto. Fui a casa <strong>de</strong><br />

mi padre. Regreso mañana". Así, con un recado<br />

seco e impersonal, Eduardo le informaba que<br />

había terminado el libro. Terminado. Y con el<br />

libro había terminado también sus días en la<br />

biblioteca, sus investigaciones, las conversaciones<br />

con el señor Jacobino, la vida que había llevado<br />

a lo largo <strong>de</strong> casi dos años. Sintió una gran nostalgia<br />

por todo ese tiempo transcurrido, y también<br />

un enorme vacío. ¿A qué se <strong>de</strong>dicaría ahora?<br />

¿Cómo se enfrentaría a su vida, a su tiempo, al<br />

sentido <strong>de</strong> cada día? Fue un impulso. Tomó el<br />

manuscrito y empezó a hojearlo. Eduardo escribía<br />

bien, hacía las conexiones necesarias, era un<br />

hombre culto, · dueño <strong>de</strong> una inteligencia sistemática<br />

y puntillosa. Pero ese libro no era <strong>de</strong><br />

Eduardo, le perteneCía a ella, estaba hecho <strong>de</strong> incontables<br />

momentos, <strong>de</strong> investigaciones, <strong>de</strong> transcripciones,<br />

<strong>de</strong> días pasados en la biblioteca, <strong>de</strong><br />

paseos en bicicleta. Ese libro era su juventud, lo<br />

sentía. Guardó el manuscrito en su bolsa. En eso<br />

consistió el impulso. Dejó en el escritorio sólo la<br />

primera página, don<strong>de</strong> estaban el título y el nombre<br />

<strong>de</strong> Eduardo, y escribió en ella, <strong>de</strong> prisa, con<br />

el lápiz rojo: "a Eduardo, en broma". Después<br />

hizo sus planes con calma. Se cambió <strong>de</strong> ropa,<br />

preparó la maleta, miró el horario <strong>de</strong> los trenes,<br />

escogió una ciudad lejana, en el norte, porque<br />

ahora necesitaba una gran ciudad, se acabaron las<br />

ciuda<strong>de</strong>s pequeñas, los paseos a lo largo <strong>de</strong>l río,<br />

las dulzuras <strong>de</strong> la provincia: pertenecían a su<br />

juventud, que sintió que había terminado.<br />

Se aclimató bien en la gran ciudad <strong>de</strong>l norte. Y<br />

la publicación <strong>de</strong>l libro dio sus frutos, no le fue<br />

difícil encontrar un trabajo, una importante revista<br />

le confió la dirección <strong>de</strong> la sección <strong>de</strong> reseñas<br />

<strong>de</strong> libros. Pensó que había que ocuparse sobre<br />

todo <strong>de</strong> los libros que pertenecían a la especialidad<br />

que le habían dado notoriedad, y su especialidad<br />

eran las bromas. Todo tipo <strong>de</strong> bromas: las<br />

bromas lingüísticas, las excentricida<strong>de</strong>s, lo grotesco,<br />

las novelas expresionistas, las invenciones<br />

verbales, en fin, para enten<strong>de</strong>rnos, el nuevo<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

30<br />

barroco. Y casualmente en aquellos años hubo<br />

un florecimiento <strong>de</strong> obras <strong>de</strong> ese tipo. Bien por<br />

estar a la moda o bien porque verda<strong>de</strong>ramente<br />

todos los escritores <strong>de</strong>scubrieron en sí mismos<br />

una vena <strong>de</strong> talento vanguardista, la cosa es :que<br />

empezaron a cundir las invenciones formales, las<br />

pruebas literarias, o eso que se dio en llamar "la<br />

búsqueda". Comenzó un periodo <strong>de</strong> aventuras.<br />

Porque lo que contaba era eso, la aventura, los<br />

libros en el fondo no contaban. Lo importante era<br />

buscar, vivir ese momento eufónico, casi febril,<br />

en que todo parecía a punto <strong>de</strong> estallar, el<br />

mundo, la sociedad, las convenciones: y las palabras<br />

también estallaban, las palabras también se<br />

volvían frenéticas y febriles. El <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong><br />

Céline se I dio en esa época. Y fue un <strong>de</strong>scubrimiento<br />

que la perturbó. Céline entró casualmente<br />

en su sección <strong>de</strong> libros por una simple reseña y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces las cosas no volvieron a ser como<br />

antes. Comprendió, al leerlo, que los libros sí<br />

contaban: Céline era una bomba que estallaba<br />

entre las piernas <strong>de</strong> la gente respetable, era una<br />

enorme conflagración, una explosión <strong>de</strong> vísceras<br />

que replanteaba todo: el or<strong>de</strong>n, la sociedad, los<br />

sentimientos. Con la lectura <strong>de</strong> Céline comprendió<br />

que el pasado ya no podía ser el mismo.<br />

Oh, el pasado, pensó, estoy cansada <strong>de</strong>l pasado,<br />

<strong>de</strong> los signos premonitorios, todo esto pertenece<br />

a mi prehistoria, pero mi historia no<br />

comienza aquí, si tuviera que escribirla no empe-<br />

,. ,<br />

zana Jamas por este punto.<br />

Tenía necesidad <strong>de</strong> beber algo, <strong>de</strong> pronto sintió<br />

la necesidad imperiosa <strong>de</strong> algo fuerte que le levantara<br />

el ánimo, que la calentara. Salió <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong><br />

espera con la esperanza <strong>de</strong> encontrar un bar, antes<br />

no había puesto atención. La pequeña estación<br />

estaba <strong>de</strong>sierta. Al fondo, cerca <strong>de</strong> la entrada, vio<br />

una puerta en cuya parte superior había un letrero<br />

<strong>de</strong> luz <strong>de</strong> neón rosa con el rótulo "Tabacos" y se<br />

dirigió ahí con la esperanza <strong>de</strong> que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

cigarros vendieran bebidas alcohólicas.<br />

Más que un bar parecía un expendio, pero<br />

daba lo mismo. El tipo que <strong>de</strong>spachaba en el<br />

mostrador, un muchachote con el rostro <strong>de</strong>shecho<br />

por el acné, se entretenía jugando flipper. El<br />

local estaba vacío, sólo había un hombre anciano<br />

con una bolsa, sentado en la mesa. Le hubiera<br />

gustado tomar un gin tonic, pero el muchacho<br />

dijo que no tenía agua quina, sólo gaseosas.<br />

Pidió un whisky abundante y lo tomó como si<br />

fuera una medicina, esperando un efecto que no<br />

vino, porque seguía sintiéndose helada. Pero se<br />

dio cuenta que el frío le subía <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro, y esto<br />

la alarmó, le insinuó un miedo extraño. Miró <strong>de</strong><br />

reojo al señor anciano y él levantó un instante el<br />

sombrero en señal <strong>de</strong> reverencia.<br />

-Parece que hay problemas -dijo el señor<br />

entre misterioso y resignado.<br />

Ella lo miró con aire interrogante.<br />

-Me lo dijo el jefe <strong>de</strong> la estación especificó<br />

el anciano--, una interrupción <strong>de</strong> la vía, parece<br />

que ocurrió un acci<strong>de</strong>nte o algo parecido. Y sonrío<br />

sin alegría.


•<br />

Enigma <strong>de</strong> la hora, 191 1<br />

- ........ _---<br />

_ ..... '<br />

Ella pagó la cuenta y salió. Estaba bajando la<br />

noche, y con la noche la niebla. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los<br />

postes <strong>de</strong> la luz había un halo azuloso. ¡Dios! ¿Por<br />

qué había venido en tren? Tres horas <strong>de</strong> viaje,<br />

dos transbor<strong>de</strong>s y ahora aquella ruta secundaria<br />

como último tramo. Le habían ofrecido ir a recogerla<br />

en auto, pudo haber viajado cómoda y tranquilamente,<br />

sin embargo había dicho que no, que<br />

prefería el tren. Qué tonta. Sólo lo hizo porque<br />

tenía miedo <strong>de</strong> que en el trayecto sus acompañantes<br />

le hicieran preguntas sobre su fe o se<br />

pusieran a cantar Giovinezza o cualquier otra<br />

canción nostálgica. Se dijo que era una ingenua.<br />

Tenía <strong>de</strong> ellos una imagen estereotipada y totalmente<br />

errónea, porque eran jóvenes eficientes,<br />

serios, bien vestidos, no tenían nada que ver con<br />

el lodazal fascista, eran unos muchachos <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha<br />

inteligentes y <strong>de</strong>spiertos que querían re<strong>de</strong>scubrir<br />

la cultura <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha. Se acercó a la vía <strong>de</strong>l<br />

tren y encendió un cigarro. Intentó pensar en otra<br />

hipótesis y un escalofríó le recorrió la espalda;<br />

vio un local con una ban<strong>de</strong>ra italiana y varios<br />

ban<strong>de</strong>rines, un público <strong>de</strong> viejitos quisquillosos y<br />

viejas empolvadas, algún muchachito fanático:<br />

lugares que ya conocía. Cerró los ojos con dificultad<br />

y borró la imagen. No iba a ser así, estaba<br />

segura. Era un círculo juvenil, no una guarida <strong>de</strong><br />

nostálgicos; eran jóvenes curiosos y fervientes. La<br />

hipótesis la calmó. Qué extraño: el pensamiento<br />

regresaba como si fuera un cuestionario, como si<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

31<br />

la agobiara. Su historia. Ciertamente su historia no<br />

empezaba con Eduardo, con él apenas terminaba.<br />

Pero si hubiera tenido que contarse esa historia,<br />

¿por dón<strong>de</strong> habría empezado? Empezó a caminar<br />

a lo largo <strong>de</strong> la vía. Es una hermosa noche <strong>de</strong><br />

invierno, se dijo, hay un poco <strong>de</strong> niebla, el tren<br />

está atrasado, te esperan en una pequeña ciudad<br />

don<strong>de</strong> vas a dar una conferencia, es tás sola, tienes<br />

tiempo, nadie te busca, es el momento preciso<br />

para contarte tu historia. Encendió otro<br />

cigarro, lo <strong>de</strong>jó colgar <strong>de</strong> los labios y guardó las<br />

manos en las bolsas <strong>de</strong>l abrigo. Sí, <strong>de</strong> acuedo,<br />

pero no tenía ganas <strong>de</strong> contarse su historia. Sintió<br />

nuevamente esa <strong>de</strong>sagradable sensación <strong>de</strong> frío:<br />

un charco <strong>de</strong> hielo en el estómago que se expandía<br />

hacia los brazos y las piernas. Eres una estúpida,<br />

se dijo, eres <strong>de</strong> veras una estúpida, ¿ya no<br />

recuerdas que <strong>de</strong> niña querías ser actriz? Es curioso<br />

cómo se olvidan fácilmente las ambiciones <strong>de</strong><br />

la juventud. Pero ahora las recordaba, cómo no, y<br />

en el fondo había cumplido con su <strong>de</strong>stino, había<br />

sido una gran actriz, durante toda su vida había<br />

interpretado una sola comedia. O un solo drama,<br />

tal vez era más justo hablar <strong>de</strong> un drama. Pero<br />

no, qué va, era un comedión. Sonrío en la oscuri,<br />

dad y dijo: un comedión. Uno <strong>de</strong> esos espectácu'<br />

los teatrales <strong>de</strong> antaño don<strong>de</strong> había buenos y<br />

malos, una comedia <strong>de</strong> tintes fuertes, aunque<br />

actuada con ligereza, una hermosa comedia cuyo<br />

,<br />

título era La broma. Ese era el título que había


escogido para su historia: la broma. La que le<br />

había hecho a Eduardo había sido la primera,<br />

pero su historia no empezaba ahí; más que una<br />

broma, incluso, aquella había sido una toma <strong>de</strong><br />

conciencia. No, las verda<strong>de</strong>ras bromas vinieron<br />

<strong>de</strong>spués. Eran bromas serias, <strong>de</strong> las que pesan.<br />

Su sección en la revista, por ejemplo, era una<br />

broma <strong>de</strong> ésas. ¡Toda esa porquería que ella<br />

había tratado como obras maestras, esos fárragos<br />

insensatos, esos bodrios que había alabado, que<br />

había contribuido a difundir y a levantar hasta el<br />

séptimo cielo! Y <strong>de</strong>spués apareció Beniamino.<br />

¡Pobre Beniamino! Tan inocente, tan <strong>de</strong>sarmado,<br />

tan convencido <strong>de</strong> ser un escritor, tan amante <strong>de</strong><br />

las palabras, tan lleno <strong>de</strong> fe en la literatura.<br />

Porque a Beniamino lo había amado en serio, no<br />

como a Eduardo y a los otros. Había sido un sentimiento<br />

fuerte, maduro, responsable. Lo había<br />

amado y, cuando le jugó aquella broma, sufrió<br />

por él. Tal vez también por ese <strong>de</strong>fecto que tenía<br />

al hablar, podía parecer insensato, pero en verdad<br />

era así, porque Beniamino tartamu<strong>de</strong>aba, tropezaba<br />

con las palabras. Un escritor expresionista<br />

que tropezaba con las palabras, parecía paradójico,<br />

pero así era Beniamino, especialmente cuando<br />

le ganaba la emoción se le atascaban en la<br />

primera sílaba, un tic nervioso le sacudía el cuello,<br />

su manzana <strong>de</strong> Adán subía y bajaba, no había<br />

manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>strabarlo. Beniamino trató en seguida<br />

<strong>de</strong> replicar algo, pero su voz vaciló, abrió <strong>de</strong>smedidamente<br />

los ojos, parecía un niño<br />

maravillado, escúchame Beniamino, le dijo ella<br />

con paciencia, la vanguardia se acabó, se acabaron<br />

todas las vanguardias, querías hacer la revolución<br />

con tus libros, pero los libros no hacen la<br />

revolución, escúchame, todo se ha terminado, se<br />

acabó el movimiento, se acabaron los estudiantes,<br />

mira a tu alre<strong>de</strong>dor, sólo hay cuatro <strong>de</strong>sesperados<br />

por ahí, vamos hacia el rumbo equivocado,<br />

yo simplemente estoy cambiando <strong>de</strong> rumbo, y<br />

a<strong>de</strong>más Céline no era <strong>de</strong> los nuestros, nunca lo<br />

fue, nosotros lo enrolamos a él, pero él era un<br />

hombre <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha, hay que admitirlo <strong>de</strong> una<br />

buena vez, estoy diciendo sólo la verdad, y sí,<br />

acepté escribir este prólogo, pero no lo hice por<br />

el dinero, tal vez es un libro infame, pero las<br />

cosas infames las escribió él, somos nosotros<br />

quienes siempre las hemos traído a flote, perdóname,<br />

yo soy así, trata <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rme.<br />

Sacó otro cigarro. Estaba fumando <strong>de</strong>masiado,<br />

se dijo. Pero tenía ganas <strong>de</strong> fumar, tenía la impresión<br />

<strong>de</strong> que el humo <strong>de</strong>rretía el hielo que sentía<br />

en el estómago. Se dijo que aquella había sido<br />

una fea broma, pero no sólo para Beniamino,<br />

también para ella misma, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego. Y en el<br />

fondo también para Céline, porque le había<br />

impuesto una etiqueta, lo había sorprendido en<br />

sus <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s, en sus rencores, lo había reducido,<br />

domesticado, atrapado en una i<strong>de</strong>a. Ya no<br />

pienses en eso, se dijo, <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> pensar en tu historia,<br />

ya me cansaste. Había <strong>de</strong>jado la maleta en<br />

la sala <strong>de</strong> espera. Se dirigió ahí débilmente, como<br />

si esa sala <strong>de</strong> espera fuera una suerte <strong>de</strong> <strong>de</strong>stino,<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

32<br />

Meditación otoñal, 191 () 1 1<br />

la única cosa que tuviera importancia. En efecto,<br />

¿qué era lo que importaba? Se lo preguntó, soltó<br />

un puntapié a la cajetilla <strong>de</strong> cigarros vacía y se<br />

preguntó: ¿qué es lo que importa? Una vocecita<br />

mordaz e infantil que sufría <strong>de</strong>l frío que sentía en<br />

el estómago, dijo: importan los niños. Y por un<br />

momento volvió a verse a sí misma <strong>de</strong> niña, una<br />

criatura con las trenzas oscuras, un día <strong>de</strong> verano,<br />

un jardín, una pérgola, alguien que la mecía, que<br />

le acariciaba el cabello, pero no consiguió enfocar<br />

con precisión la imagen. Hubiera siempre<br />

<strong>de</strong>seado un hijo, se dijo, ¿por qué nunca lo quise?<br />

En la entrada <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> espera el señor<br />

anciano que había encontrado en el bar estaba<br />

hablando con el jefe <strong>de</strong> la estación.<br />

-Es un problema serio, señora --dijo con aire<br />

<strong>de</strong> pésame el jefe <strong>de</strong> la estación-, no sé realmente<br />

qué <strong>de</strong>cirle -y se alejó.<br />

Ella miró con aire interrogante al señor anciano<br />

y él abrió los brazos.<br />

-Hay una interrupción en la vía -dijo-,<br />

parece ser que la están arreglando, pero es una<br />

ruta secundaria y se necesitará por lo menos un<br />

par <strong>de</strong> horas.<br />

La miró y sonrió con aire cómplice.<br />

-La reconocí -murmuró-, vi su foto en la


•<br />

ciudad, en un cartel, usted es la <strong>de</strong> la conferencia.<br />

Luego puso cara seria y dijo:<br />

-El título no me gusta, no promete nada<br />

bueno.<br />

Su voz se volvió casi <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio, o así le<br />

pareció a ella: "Nuestro camarada Céline", añadió<br />

el señor anciano haciendo una ligera mueca:<br />

-Creía que cosas como ésas las había ya tragado<br />

el tiempo.<br />

-El título no lo escogí yo -contestó ella con<br />

vehemencia. Se acercó a su maleta y la agarró<br />

con <strong>de</strong>cisión.<br />

-Escuche --dijo <strong>de</strong>spués-, aprovecharemos<br />

el tiempo <strong>de</strong> una manera más útil, tenemos dos<br />

horas <strong>de</strong> espera por <strong>de</strong>lante, tal vez podríamos ir<br />

a un restaurante a comer algo.<br />

En su interior comprendió que se trataba <strong>de</strong><br />

una súplica, pero quizá el anciano no se había<br />

percatado <strong>de</strong> eso.<br />

Se sentía mejor ahora, más serena, más calmada;<br />

advirtió que la presencia <strong>de</strong>l anciano, con sus<br />

buenos modales, la apaciguaba. Porque era hermoso<br />

y tranquilizador estar en ese restaurante<br />

algo viejo y simpático, con el mesero que esperaba<br />

pacientemente las indicaciones <strong>de</strong> ellos dos.<br />

Tienes que lograr que no vuelva sobre el tema,<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

33<br />

se dijo, y durante un rato lo logró, prácticamente<br />

habló sólo ella, habló <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong> viajes, <strong>de</strong><br />

los trenes, <strong>de</strong> un viaje que nunca había hecho y<br />

que <strong>de</strong>scribió en sus pormenores. Pero durante<br />

una pequeña pausa él volvió sobre el tema. Dijo<br />

su nombre y su apellido, y agregó:<br />

-Discúlpeme si hace un rato estuve un poco<br />

brusco, señora.<br />

-No creo que fuera brusco -contestó ella,<br />

esperando dar por terminado el asunto.<br />

-Sí -insistió él-, fui brusco, pero tengo que<br />

ser sincero, no me gustan los fascistas.<br />

-Si es por eso, no se preocupe -cortó ella,<br />

tajante-, tampoco a mí me gustan.<br />

Observó atentamente la expresión que sus palabras<br />

provocaron en la cara <strong>de</strong> él. Era una expresión<br />

<strong>de</strong> asombro infantil, y una expresión <strong>de</strong> asombro<br />

infantil en el rostro <strong>de</strong> un hombre anciano era algo<br />

curioso, lo volvía vulnerable y <strong>de</strong>sarmado.<br />

-No comprendo -replicó él seriamente.<br />

También ella sintió que tenía que ser seria, y<br />

en el fondo lo era, sin duda, ahora lo sentía profundamente,<br />

con la seriedad que otorgaban el<br />

ambiente y esa persona respetable, sintió haber<br />

dicho la verdad, porque esa era la verdad, su profunda<br />

verdad que jamás lograría explicar a nadie.<br />

-No creo que pueda usted compren<strong>de</strong>rme<br />

--dijo con firmeza-, créame.<br />

y entonces él, con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, empezó a hablar<br />

<strong>de</strong> otras cosas. Primero habló <strong>de</strong> la pequeña ciudad<br />

y luego, inevitablemente, pero siempre con<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y con pudor, empezó a hablar <strong>de</strong> él<br />

mismo y <strong>de</strong> su vida. ¡Cómo le gustaba oírlo<br />

hablar! Experimentó nuevamente una sensación<br />

<strong>de</strong> serenidad y bienestar. Era hermoso escuchar a<br />

un hombre que le hablaba; mientras oía esa voz<br />

tranquilizadora, podía pensar en otras cosas, huir<br />

lejos por un instante y luego volver a prestar<br />

atención y <strong>de</strong>spués huir <strong>de</strong> nuevo, total, el hombre<br />

contaba una vida banal y previsible. Era<br />

viudo, algo que ella había presentido, quién sabe<br />

por qué. Y estaba jubilado, cosa que también<br />

había sospechado. Había sido profesor <strong>de</strong> latín<br />

en un liceo <strong>de</strong> la pequeña ciudad cercana, don<strong>de</strong><br />

,<br />

ahora vivía su hija, casada y con dos niños. El, en<br />

cambio, vivía ahí, en ese gran pueblo a cincuenta<br />

kilómetros <strong>de</strong> la pequeña ciudad, don<strong>de</strong> se había<br />

retirado porque no quería vivir con su hija y su<br />

yerno. Tenía una casita que había pertenecido a<br />

sus padres, don<strong>de</strong> había pasado su juventud,<br />

pero era fácil ir a visitar a su hija , la ruta <strong>de</strong>l<br />

ferrocarril era buena, al menos cuando no ocurrían<br />

acci<strong>de</strong>ntes como ahora; esa noche justamente<br />

se disponía a ir a casa <strong>de</strong> ella, aunque <strong>de</strong> todas<br />

maneras ya le había avisado <strong>de</strong>l contratiempo,<br />

hablándole por teléfono. Y luego le habló <strong>de</strong> su<br />

mujer, <strong>de</strong> una vida feliz , ella había muerto hacía<br />

cuatro años y él se sentía muy solo. Habló <strong>de</strong> la<br />

soledad, <strong>de</strong> una vida gris y escuálida en aquella<br />

provincia estúpida, <strong>de</strong>l aburrimiento, <strong>de</strong> la melancolía.<br />

Su sola compañía eran los clásicos latinos. Y<br />

tenía un gato. Como si <strong>de</strong>spertara <strong>de</strong> golpe <strong>de</strong> sus<br />

meditaciones en voz alta, miró alarmado el reloj:


Misterio y melancofía <strong>de</strong> una calle, 19 14<br />

-Hay que irnos --dijo--, vamos a per<strong>de</strong>r el<br />

tren.<br />

Fue entonces cuando a ella se le ocurrió eso.<br />

No hubiera podido explicar cómo le vino la i<strong>de</strong>a,<br />

tal vez por el lugar caliente y acogedor, o porque<br />

afuera estaba oscuro, o porque él hablaba con<br />

esa voz tranquila que le daba seguridad.<br />

-Este restaurante también es hotel --dijo--,<br />

quedémonos aquí.<br />

Observó con atención la expresión <strong>de</strong> maravilla<br />

en el rostro <strong>de</strong> él, <strong>de</strong> nuevo un asombro infantil,<br />

in<strong>de</strong>fenso; lo miró a los ojos y él rehuyó esa<br />

mirada y miró el local a su alre<strong>de</strong>dor como si<br />

tuviera miedo <strong>de</strong> algo, como si temiera que<br />

alguien pudiera haber oído, luego tosió ligeramente<br />

y balbucéo:<br />

- ¿Por qué yo, precisamente?<br />

-Porque los dos estamos solos -contestó<br />

ella- , también por eso.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

34<br />

- ¿Y su conferencia?<br />

-Ya se verá.<br />

-Pero la están esperando.<br />

-¿Y si les hiciera una broma?<br />

Pero aquí me conocen - dijo él-, quiero<br />

<strong>de</strong>cir, no quisiera que ...<br />

- Po<strong>de</strong>mos tomar dos cuartos -lo interrumpió<br />

ella-, así nadie tendrá nada qué <strong>de</strong>cir.<br />

,<br />

El sonrió tristemente y con una mano le rozó la<br />

mano.<br />

- Pero yo estoy viejo - murmuró.<br />

-¿Completamente? - preguntó ella.<br />

- No --dijo él-, tal vez no, no sabría <strong>de</strong>cirlo.<br />

¿Por qué?, se preguntó, ¿por qué? ¿Sólo porque<br />

afuera estaba oscuro y la oscuridad le daba<br />

miedo, o porque no quería volver a probar ese<br />

frío en el estómago que le había atenazado con<br />

ese apretón horrible? Era un viejo, un hombre<br />

melancólico y cansado que tal vez lloraría sobre


su hombro y le hablaría <strong>de</strong> su esposa muerta. ¿O<br />

existía tal vez otra razón, una razón que anidaba<br />

abajo, en una zona profunda don<strong>de</strong> no llegaban<br />

su razón ni su voluntad, una zona que tenía cuidadosamente<br />

cerrada y cuya llave había perdido?<br />

Se reflejó en el espejo <strong>de</strong>l armario. La habitación<br />

era humil<strong>de</strong>, un poco <strong>de</strong>solada. Puso su maletita<br />

sobre una silla y se <strong>de</strong>svistió lentamente, doblan-<br />

,<br />

do cuidadosamente el vestido. El tocó a través <strong>de</strong><br />

la pared, era la señal convenida, pero ella no<br />

contestó porque sentía que necesitaba tiempo.<br />

Tal vez una ducha caliente le vendría bien. Pero<br />

en el baño no había ducha. Abrió las llaves <strong>de</strong> la<br />

tina y esperó a que se llenara. Cuando estuvo<br />

llena, se le ocurrió una i<strong>de</strong>a absurda, qué chistoso,<br />

sintió el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> bañarse en compañía <strong>de</strong> un<br />

barquito <strong>de</strong> papel, llevaba un siglo sin hacer barquitos<br />

<strong>de</strong> papel, pero no tendría dificultad en<br />

hacer uno. Se preguntó qué papel podría utilizar.<br />

Miró a su alre<strong>de</strong>dor pero no vio nada que pudiera<br />

servirle. Entonces pensó en el libro <strong>de</strong> Céline.<br />

Abrió la maleta y lo agarró. Arrancó la última<br />

página <strong>de</strong>l prólogo, en don<strong>de</strong> aparecía su nombre<br />

y su apellido. Así, transformada en un barquito<br />

<strong>de</strong> papel, le pareció que esa página resurgía<br />

con nueva vida. Se hundió en el agua y <strong>de</strong>jó que<br />

el barquito resbalara sobre su pecho, luego lo<br />

<strong>de</strong>jo flotar tranquilamente. Se secó con esmero y<br />

se <strong>de</strong>slizó a<strong>de</strong>ntró <strong>de</strong> la cama. Hubiera podido<br />

tocar a la pared, pero prefirió <strong>de</strong>jar pasar todavía<br />

unos minutos. Tenía ganas <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir algo en voz<br />

alta, <strong>de</strong> escucharse hablar. Tenía ganas <strong>de</strong> una<br />

cantilena y se puso a pensar en las cantilenas que<br />

oía en su infancia. Tomó una almohada entre los<br />

brazos y comenzó a mecerla.<br />

-Staccia buratta, gatito <strong>de</strong> la gata, la gata va<br />

al molino, en busca <strong>de</strong> tocino ...<br />

No, no eran ésas palabras que hubiera querido<br />

<strong>de</strong>cir, quería <strong>de</strong>cir otra cosa, pero no sabía qué.<br />

Oyó que tocaban a la puerta y se jaló las sába-<br />

,<br />

nas hasta el mentón. El entró tímidamente,<br />

pidiendo permiso, cerró la puerta con llave y<br />

sonrió. Se notaba que estaba nervioso. Se <strong>de</strong>tuvo<br />

en el centro <strong>de</strong> la habitación y la miró con una<br />

sonrisa forzada, sin moverse. Ella <strong>de</strong>jó que la<br />

sábana se <strong>de</strong>slizara hacia abajo, <strong>de</strong>jando al <strong>de</strong>s-<br />

,<br />

cubierto sus senos. El <strong>de</strong>svió la mirada rápidamente,<br />

cruzó la habitación, se <strong>de</strong>tuvo entre el<br />

armario y el sillón y ahí comenzó a <strong>de</strong>snudarse.<br />

Le daba la espalda, así que ella podía mirarlo sin<br />

ser vista. Sintió que no quería observarlo, pero<br />

algo le impedía quitarle la mirada <strong>de</strong> encima. No<br />

le gustaba mirarlo y al mismo tiempo algo <strong>de</strong> él<br />

la atraía. Era un hombre corpulento, con una<br />

panza gran<strong>de</strong> y fláccida. Notó que en una nalga<br />

tenía un angioma, una gran mancha oscura y<br />

aterciopelada, yeso le provocó un escalofrío,<br />

experimentó un hormigueo en las manos como<br />

un pequeño toque eléctrico. Se preguntó si era<br />

repulsión u otra sensación, pero no tenía ganas<br />

,<br />

<strong>de</strong> pensar en eso. El se <strong>de</strong>slizó a<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

cama y apagó la luz. Fue algo muy difícil y ella<br />

trató <strong>de</strong> ayudarlo.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

35<br />

Los <strong>de</strong>licias <strong>de</strong>l poeta, 191 3<br />

-Te lo dije que estaba viejo --dijo él.<br />

Ja<strong>de</strong>aba y su respiración era pesada. Ella sintió<br />

que tenía que abstraerse, que permanecer lejana,<br />

sin pensar en ese viejo que se agitaba penosamente<br />

sobre ella, pensó en el barquito <strong>de</strong> papel<br />

<strong>de</strong> la tina <strong>de</strong> baño yeso la consoló.<br />

,<br />

El se durmió como un niño, respirando dulcemente<br />

sobre su cabello. Ella extendió el brazo y<br />

prendió la luz <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong> noche. Ahora sabía<br />

cuál era la cantilena que le hubiera gustado cantar,<br />

pero no se trataba <strong>de</strong> una cantinela sino <strong>de</strong><br />

una oración. Abandonó la cama y se arrodilló<br />

sobre el tapete. Unió las manos y apoyó los<br />

codos sobre el lecho. Era una oración que pertenecía<br />

a un pasado remotísimo, al pasado <strong>de</strong> una<br />

niña con los ojos gran<strong>de</strong>s y las trencitas oscuras.<br />

,<br />

-Angel <strong>de</strong> la guarda, dulce compañía, no me<br />

<strong>de</strong>sampares ...<br />

No pudo seguir a<strong>de</strong>lante, era todo lo que<br />

recordaba. Volvió la cabeza y se miró en el espejo<br />

<strong>de</strong>l armario. Fue entonces que lo vio. Era un<br />

pequeño ángel <strong>de</strong> la guarda que, atrás <strong>de</strong> una<br />

mujer <strong>de</strong>snuda y arrodillada, tenía sus alas <strong>de</strong>splegadas<br />

en señal <strong>de</strong> protección. Y ese ángel<br />

tenía el rostro <strong>de</strong> una niña con los ojos gran<strong>de</strong>s y<br />

las trencitas oscuras. Pero era la cara <strong>de</strong> un niña<br />

vieja, y las alas no tenían plumas sino una pelambre<br />

oscura y raída como la <strong>de</strong> una rata. La imagen<br />

duró un momento. Ocultó la cabeza entre las<br />

manos y volvió a mirar el espejo: el ángel ya no<br />

estaba.<br />

Al principio no se dio cuenta <strong>de</strong> que lloraba,<br />

sólo sintió las lágrimas que le mojaban el rostro.<br />

Luego vino el sollozo, intentó ahogarlo con una<br />

mano, pero no pudo. Él se <strong>de</strong>spertó y la miró. En<br />

su semblante volvió a aparecer la acostumbrada<br />

expresión <strong>de</strong> asombro infantil.<br />

-¿Qué tienes? -le preguntó en voz baja-,<br />

¿qué te pasa?<br />

-Regresa a tu cuarto, por favor -contestó ella<br />

conteniendo los sollozos- , regresa a tu cuarto.<br />

Traducción <strong>de</strong> Fabio Morábito


•<br />

JAIME REYES<br />

ahora bien escribo recorriendo ver<strong>de</strong>s sen<strong>de</strong>ros,<br />

iluminando con ramas <strong>de</strong> claveles<br />

-y es <strong>de</strong>cir los incendioss-- ¡<br />

mi transparente camino<br />

<strong>de</strong> modo que con antorchas miro<br />

su repetida aparición serpenteando<br />

los meandros <strong>de</strong>l sueño<br />

I<br />

erigiendo en su territorio <strong>de</strong>finitivas<br />

las torres que son , cristales sus miradas<br />

*<br />

abre con una piel sellada este cuchillo ardiente,<br />

<strong>de</strong>sliza insegura y torpe su camino<br />

por esta calle formada por la humedad,<br />

ágil y en forma voraz:<br />

•<br />

dos metros a su izquierda sobre un calentador<br />

él crepita su fantasma<br />

-pero no es ese tu caso ' no:<br />

porque no eres tú quien se ha puesto <strong>de</strong> pie<br />

sobre las llamas,<br />

quien como si se <strong>de</strong>rrumbara<br />

\<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

36<br />

\<br />

I<br />

o


I<br />

*<br />

ese momento tiembla como el espejo <strong>de</strong> tu sueño,<br />

y por la borda te <strong>de</strong>rrumba<br />

en filamentos <strong>de</strong> cristales <strong>de</strong> luz por tu sombra se divierte,<br />

por la penumbra morena <strong>de</strong> tu bosque se refleja,<br />

por la penumbra se encierra y se incendia<br />

e invocando mariposas y tucitas ascien<strong>de</strong><br />

y escucha· los himnos y gemidos<br />

contra abatidas ramas clavado <strong>de</strong>, temblando<br />

y estalla, permanente en vilo en tu mirada<br />

que al llegar la boca quema la cigarra<br />

que <strong>de</strong> las manos perdió el a<strong>de</strong>mán,<br />

tajo imprevisible naranja fulgurando<br />

entrecerrados ojos en el agua y en el aire<br />

eco <strong>de</strong> olores que en otras bocas se encuentran<br />

confundiéndose fueron tu voz alguna vez<br />

cual gota en la que cae sobre tu cabeza<br />

qué lengua partida con la navaja <strong>de</strong> tu rostro,<br />

qué seccionada noctámbula <strong>de</strong> su propio oscuro<br />

licencioso rumoreante río?<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

37


con él Y Rodríguez me contó la<br />

buena impresión que yo le había<br />

causado al poeta, quien esperaba<br />

verme el sábado siguie nte en la<br />

finca "Santa Fe", don<strong>de</strong> pasaría su<br />

fin <strong>de</strong> semana. En efecto, el sábado<br />

viajamos hasta la finca en compañía<br />

<strong>de</strong> Owen quien en el trayecto ingirió<br />

cantida<strong>de</strong>s navegables <strong>de</strong> "puro"<br />

como se llamaba al aguardiente en<br />

esa época. Llegamos hasta la finca<br />

<strong>de</strong> un señor antioqueño llamado<br />

Antonio Arango, que era el lugar<br />

en don<strong>de</strong> se situaban las cabalgaduras<br />

que habrían <strong>de</strong> conducimos<br />

a "Santa Fe". Owen estaba en tal<br />

estado <strong>de</strong> embriaguez que hubimos<br />

<strong>de</strong> montarle en el caballo y yo me<br />

fui en las ancas sosteniéndole y a<br />

paso muy lento. Llegados a la finca<br />

le recostamos e n una cama e n<br />

don<strong>de</strong> durmió quizás dos horas,<br />

luego <strong>de</strong> las cuales se levantó para<br />

volver a tomar aguardiente profusamente,<br />

pasando el licor con cucharadas<br />

<strong>de</strong> ají picante que él llamaba<br />

"Pico <strong>de</strong> Gallo" en cuya preparación<br />

personal usaba mucho jugo <strong>de</strong><br />

naranja agria y puñados <strong>de</strong> ají que<br />

en Colombia <strong>de</strong>nominamos "Chivato".<br />

Nunca había visto a nadie que<br />

comiese menos que Owen. Durante<br />

ese fin <strong>de</strong> semana observé cómo<br />

<strong>de</strong>sayunaba apenas con una muy<br />

pequeña cantidad <strong>de</strong> leche y acto<br />

seguido empezaba a beber. Ni en<br />

el almuerzo, ni en la cena le vi consumir<br />

más <strong>de</strong> una cucharada <strong>de</strong><br />

arroz y otra <strong>de</strong> arvejas. Eventualme<br />

nte un pequeñísimo trozo <strong>de</strong><br />

pollo. Des<strong>de</strong> ese mismo día comencé<br />

a pensar que Owen se estaba<br />

suicidando y que su hondo mutismo<br />

no dimanaba <strong>de</strong> sus ancestros<br />

aztecas, sino -y hay que <strong>de</strong>cirlo<br />

francamente- <strong>de</strong>l fastidio <strong>de</strong> vivir<br />

subvalorado por una familia aplastante<br />

por las concepciones burguesas<br />

que la signaban. Esto lo pienso<br />

porque a partir <strong>de</strong> este primer acercamiento<br />

me volví acompañante<br />

permanente <strong>de</strong> Owen a la finca en<br />

don<strong>de</strong> iba a moler sus soleda<strong>de</strong>s.<br />

Eventualmente la familia caía por<br />

"Santa Fe", pero era muy poco el<br />

diálogo que se observaba e ntre<br />

ellos y hacia Gilberto.<br />

En uno <strong>de</strong> esos fines <strong>de</strong> semana<br />

llegó la familia toda y fue la ocasión<br />

en que Owen ingirió menos<br />

licor. La razón es que iba su hijo<br />

Guill ermo (?) con algo más <strong>de</strong><br />

cinco años, en quien se patentizaba<br />

un talento excepcional. Gilberto,<br />

con ese marcado acento mexicano<br />

--que a<strong>de</strong>más se le recru<strong>de</strong>cía a los<br />

primeros aguardientes-, tenía para<br />

con el niño una in<strong>de</strong>scriptible carga<br />

<strong>de</strong> ternuras que también prolongaba<br />

a la niña - su hija- cuyo nombre<br />

también se ha caído <strong>de</strong> mi<br />

memoria. A mis frecuentes diálogos<br />

con Owen <strong>de</strong>bo algunas fundamentaciones<br />

<strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sorganizada cultu-<br />

G ilberto Owen<br />

ra , pe ro no quiero referirlas hoy<br />

porque se trata simplemente <strong>de</strong><br />

proporcionar datos que sirvan a<br />

futuros analistas <strong>de</strong> esta extraña<br />

personalidad y <strong>de</strong> este magnífico<br />

poeta. Sin embargo, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir que<br />

a la suge rencia y al a nálisis <strong>de</strong><br />

Owen <strong>de</strong>bo haber llegado a Rimbaud<br />

plenamente, a Bau<strong>de</strong>laire, a<br />

Lautréamo nt, a Conrad y sobre<br />

todo a Emily Dickinson, en quien<br />

se solazaba Gilberto, por quien<br />

también conocí a Xavier Villaurrutia,<br />

a Gorostiza, a Salvador Novo y<br />

a López Velar<strong>de</strong>; por unos juiciosos<br />

análisis suyos hube <strong>de</strong> variar la<br />

sublimació n e n que en aquel<br />

entonces te nía a nuestro Porfiro<br />

Barba Jacob.<br />

Un día cualquiera (¿1945 ó 1946?)<br />

Owen llegó a "Santa Fe" acompañado<br />

<strong>de</strong> Clemente Airó, que era un<br />

republicano español que hacía la<br />

Revista Espiral y que luego acometió<br />

unas novelas que él mismo editaba.<br />

Ese día Owen bebió oceánicamente<br />

y comió con la peligrosa frugalidad<br />

<strong>de</strong> siempre. Al comenzar la<br />

noche sobrevino un torrencial aguacero<br />

acompañado <strong>de</strong> una tempestad<br />

mayúscula con terroríficas <strong>de</strong>scargas<br />

eléctricas. En el fragor <strong>de</strong> la borrachera<br />

Gilberto salió <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong> la<br />

casa y en plena intemperie, empapado,<br />

repetía ecolálicamente:<br />

Ya no va a dolerme el viento,<br />

porque conocí la brisa,<br />

levantaba sus labios hasta la botella<br />

<strong>de</strong> aguardiente exclamando: "Alcohol,<br />

ancla segura y abolición <strong>de</strong> la<br />

aventura". De ese' baño <strong>de</strong> lluvia y<br />

<strong>de</strong> alcohol salió sorpresivamente e<br />

ingresó al corredor <strong>de</strong> la casa en un<br />

casi sorpren<strong>de</strong>nte estado <strong>de</strong> luci<strong>de</strong>z<br />

y comenzó -sin aludir a la escena<br />

que habíamos presenciado atónitos<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

40<br />

pero emocionados-- a hablamos <strong>de</strong><br />

Chesterton y sobre todo <strong>de</strong> la fe<br />

católica <strong>de</strong> ambos. Yo pensé que se<br />

trataba <strong>de</strong> un íntimo agra<strong>de</strong>cimiento<br />

porque no le había caído uno <strong>de</strong> los<br />

muchos rayos que se <strong>de</strong>sprendieron<br />

<strong>de</strong>l cielo esa noche inolvi-dable.<br />

Después <strong>de</strong> esta escena que <strong>de</strong>jo<br />

referida, Owen casi que suspendió<br />

sus visitas a la hacienda, pero en el<br />

curso <strong>de</strong> la semana se presentaba<br />

con mayor frecuencia a don<strong>de</strong> el<br />

Administrador Rodríguez a pedir<br />

algunos dineros cuya entrega se<br />

suspendió por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> doña<br />

Cecilia, y cuando se le comunicó<br />

esa noticia experimenté <strong>de</strong> qué<br />

manera la hierática fortaleza azteca<br />

se alteró en la cara <strong>de</strong>l poeta.<br />

Podría <strong>de</strong>cir que era toda una raza<br />

protestando y era toda la cultura<br />

revelándose contra la voracidad<br />

afortunada.<br />

Un día -cuando Owen ya no<br />

iba a la Hacienda por fastidio o<br />

porque se había marchado <strong>de</strong><br />

Colombia (no lo recuerdo)-, me<br />

puse a tratar <strong>de</strong> arreglar algunos<br />

papeles que reposaban en un arcón<br />

y con satisfacción comprobé que<br />

eran manuscritos <strong>de</strong> Gilberto y<br />

algunos fragmentos que tengo en la<br />

memoria me aseguran que luego<br />

fueron pulidos y publicados. Otros<br />

posiblemente eran textos inéditos<br />

que yo guardé por mucho tiempo,<br />

y un día se los mostré -y los leímos-<br />

al maestro León De Greiff y<br />

acordé, por sugerencia <strong>de</strong>l gran<br />

poeta, localizar a la familia y hacer<br />

entrega formal <strong>de</strong> ellos. Mi mayor<br />

acto <strong>de</strong> imbecilidad en la vida fue,<br />

por exceso <strong>de</strong> pudor y respeto, no<br />

haber <strong>de</strong>jado copia <strong>de</strong> aquellos<br />

poemas. Busqué al hijo <strong>de</strong> Gilberto<br />

inútilmente; y por aquellos días, la<br />

viuda doña Cecilia Sala zar <strong>de</strong><br />

Owen andaba en ajetreos políticos<br />

y hube <strong>de</strong> toparla en algún directorio<br />

liberal <strong>de</strong> barriada bogotana, y<br />

le hice presurosa entrega <strong>de</strong> los originales<br />

que no parecieron importarle<br />

mayormente. Ignoro s i los<br />

conservan y hasta ahora no tengo<br />

evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> su publicación.<br />

Hasta aquí mi prueba testimonial<br />

sobre el Gilberto Owen que me fue<br />

posible rozar.<br />

Un día --cuando <strong>de</strong> hacer literatura<br />

se trate- me iré a su creación<br />

que siempre me suscitó el mejor<br />

entusiasmo y asombro. Por ahora,<br />

sin animosidad alguna, pienso y<br />

repienso que la vida <strong>de</strong> Owen,<br />

incrustado por el azar en la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte<br />

oligarquía colombiana, fue<br />

un doloroso itinerario, y a quien<br />

me afirme lo contrario le respon<strong>de</strong>ré<br />

con un verso <strong>de</strong> Owen:<br />

y un <strong>de</strong>shielo <strong>de</strong> dudas<br />

bajará por mi frente.<br />

Cali, octubre 12 <strong>de</strong> 1992


•<br />

Las ramas <strong>de</strong> los eucaliptos crujen,<br />

<strong>de</strong>salojan a los pájaros, a los<br />

insectos que salpican sus cortezas<br />

con excrementos<br />

blancos, cáusticos.<br />

Al crecer<br />

se <strong>de</strong>suellan, tiran hojas,<br />

cortezas, ramas <strong>de</strong>lgadas.<br />

Las tuerce el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> tocarse,<br />

<strong>de</strong> admirarse y sólo el viento<br />

les ofrece su perfil<br />

estremecido.<br />

El sollas estruja todavía<br />

,<br />

mas,<br />

parecen asfixiarse.<br />

(Algunas mujeres,<br />

muy hermosas,<br />

también parecen<br />

asfixiarse<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su piel.)<br />

Son ramas que,<br />

por elegancia, preferirían no<br />

ser. Ansían<br />

la <strong>de</strong>lga<strong>de</strong>z, la sequía.<br />

Son tan<br />

quebradizas<br />

CONRADO TOSTADO<br />

EUCALIPTOS<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

41<br />

como sus hojas.<br />

Se <strong>de</strong>sentien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> todo,<br />

sólo quieren<br />

tocar<br />

sus troncos nuevos,<br />

sin corteza, en perpetua adolescencia.<br />

¡Y qué alegría, la <strong>de</strong> quebrarse con el viento!<br />

En ellas hay furia, doblegamientos,<br />

. ,<br />

paston.<br />

Agobiadas por su hermosura,<br />

son<br />

como ciertas mujeres que al amar<br />

o al bailar, cierran los ojos y buscan,<br />

ebrias, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí,<br />

a la diosa,<br />

la transfiguración,<br />

el acoplamiento<br />

que ningún hombre<br />

pue<strong>de</strong> dar.<br />

Casi son<br />

un trazo, una incisión<br />

en la turbulencia <strong>de</strong>l viento.<br />

Un poco más y se recogerán en un punto, serán<br />

una estrella,<br />

Venus.


•<br />

El poeta Ramón López Velar<strong>de</strong><br />

llega a la ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong> en<br />

1912; antes tuvo dos estancias fugaces<br />

acá. Tiene veinticuatro años <strong>de</strong><br />

edad y la esperanza ma<strong>de</strong>rista en<br />

los bolsillos. Sus días en la ciudad,<br />

hasta la muerte <strong>de</strong> Francisco 1.<br />

Ma<strong>de</strong>ro, gravitan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la<br />

imantaciones católicas y su amigo<br />

Eduardo J. Correa. El asesinato <strong>de</strong><br />

Ma<strong>de</strong>ro en 1913 lo <strong>de</strong>vuelve a San<br />

Luis Potosí, pero meses <strong>de</strong>spués, en<br />

1914, López Velar<strong>de</strong> se instala ya<br />

en la capital, don<strong>de</strong> permanecerá<br />

hasta el día <strong>de</strong> su muerte, en 1921.<br />

revista <strong>de</strong> juventud se llamara<br />

Bohemio (906).<br />

Las crónicas que López Velar<strong>de</strong><br />

escribe poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su arribo<br />

a la ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong>, en 1912,<br />

reflejan sus nostalgias límpidas <strong>de</strong><br />

payo, <strong>de</strong> lego en los misterios urbanos<br />

que busca, para mejor asimilar<br />

su <strong>de</strong>sarraigo, entregarse a la<br />

memoria y los sitios que la propician.<br />

Al menos así lo muestran los<br />

temas que elige en sus entregas<br />

periodísticas: el campo, las montañas,<br />

los cementerios, el cielo, los<br />

atributos <strong>de</strong> la mujer lejana, el reloj<br />

y LA CIUDAD DE<br />

Para alguien formado, como el<br />

poeta jerezano, en los valores provincianos<br />

<strong>de</strong> la tierra y el templo, la<br />

pureza y la vida simple, el rito <strong>de</strong><br />

¡os pudores y la fatalidad <strong>de</strong> lo<br />

antiguo, <strong>de</strong>bió ser una revelación el<br />

<strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l libro Escenas <strong>de</strong><br />

la vida bohemia <strong>de</strong> Henri Murger,<br />

en que tantos escritores <strong>de</strong>l mundo<br />

accedieron a la mitología, consagrada<br />

en el siglo XIX, <strong>de</strong>l mundo urbano<br />

como un espacio excitante <strong>de</strong><br />

estímulos y riesgos, que permitía<br />

<strong>de</strong>safiar los límites convencionales<br />

<strong>de</strong> la vida, en particular los referentes<br />

a la sexualidad, y convertir en<br />

obra <strong>de</strong> arte cada minuto <strong>de</strong> la vida<br />

cotidiana. Hacia el fin <strong>de</strong>l siglo XIX<br />

y principios <strong>de</strong>l veinte, la palabra<br />

"bohemio" -<strong>de</strong> estirpe dieciochesca-<br />

fue un auténtico fetiche entre<br />

los escritores mexicanos, <strong>de</strong> ahí<br />

que resulte casi natural que López<br />

Velar<strong>de</strong> y otros amigos <strong>de</strong><br />

Aguascalientes <strong>de</strong>cidieran que su<br />

al<strong>de</strong>ano, el otoño, el peso <strong>de</strong> la<br />

vuelta al terruño, las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />

vida claustral y el secreto. En esos<br />

artículos los temas se <strong>de</strong>sbordan en<br />

un caleidoscopio <strong>de</strong> empeños líricos<br />

y mínimo contacto con el<br />

mundo exterior, sus estímulos y sus<br />

claudicaciones .<br />

Pero instalado en pleno centro<br />

<strong>de</strong> la ciudad, frente al Teatro I<strong>de</strong>al,<br />

no <strong>de</strong>bió serle ajeno el espectáculo<br />

<strong>de</strong> una vida nocturna al estilo<br />

bohemio, que consignó el mismo<br />

año <strong>de</strong> 1912, el también político y<br />

periodista Antonio Ancona Albertos<br />

en su novela El sen<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> las mandrágoras,<br />

cuyo título venía <strong>de</strong> un<br />

escritor favorito <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>:<br />

Anatole France. Este es el retrato<br />

que Ancona Albertos hizo <strong>de</strong> aquella<br />

ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong>:<br />

Después <strong>de</strong> la segunda tanda, en<br />

el Principal, Juan se aburría.<br />

¿Qué hacer? No veía cara conoci-<br />

SERGIO GONZÁLEZ RODRíGUEZ<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

da y hastiado, salió <strong>de</strong>l café,<br />

resuelto a ahogar su murria entre<br />

mujeres y vino. Un coche. Las<br />

calles, hacia el Factor, estaban<br />

poco menos que <strong>de</strong>siertas y<br />

sólo, a intervalos, se oía el paso<br />

perezoso <strong>de</strong> algún caballo, sobre<br />

el que cabalgaba, soñoliento;' un<br />

oficial <strong>de</strong> policía. Huía en las<br />

esquinas, <strong>de</strong> vez en cuando, la<br />

rápida amarillez <strong>de</strong> un tranvía<br />

e léctrico, cargado <strong>de</strong> escasos<br />

pasajeros, y, por las aceras, ya<br />

cerca <strong>de</strong>l Correo y en Mariscala,<br />

veía Juan mujerzuelas pintarraje-<br />

.11*<br />

MEXICO<br />

adas que le siseaban y le sonreían,<br />

melosas. Hasta una negra,<br />

colosal y larga, con absurdas<br />

chapas <strong>de</strong> carmín, le dijo, al<br />

paso lento <strong>de</strong>l coche cerca <strong>de</strong> la<br />

acera, palabras susurrantes, prometedoras<br />

<strong>de</strong> acres voluptuosida<strong>de</strong>s.<br />

Y Ampudio sintió el<br />

áspero <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> poseerla.<br />

Aquel año, López Velar<strong>de</strong> resiente<br />

aún la inercia provinciana <strong>de</strong> tal<br />

modo que, en su artículo "La última<br />

moda", hace suyos los típicos reparos<br />

por e l apego femenino a las<br />

noveda<strong>de</strong>s en la indumentaria, y<br />

presenta el caso <strong>de</strong> una mujer que<br />

sacrificara faldas oscuras y corpiños<br />

claros, cabello sencillo, mangas largas<br />

y encajes <strong>de</strong> espuma, para convertirse<br />

en "maniquí <strong>de</strong> sombrerón<br />

<strong>de</strong>smedido, mangas rabonas, falda<br />

con antipática estrechez <strong>de</strong> tubo <strong>de</strong><br />

cocina, y escotaduras bochornosas.<br />

Sostuvimos las frases <strong>de</strong> rigor en los


Bar La Rambla, don<strong>de</strong> se dice que López Velar<strong>de</strong> escribió "La Suave Patria"<br />

diálogos sin sustancia y le dije adiós<br />

enseguida". No obstante, en medio<br />

<strong>de</strong> reproches y nostalgias, López<br />

Velar<strong>de</strong> supo registrar los contrastes<br />

urbanos a través <strong>de</strong> la noche:<br />

También es po<strong>de</strong>rosa la magia<br />

<strong>de</strong> la lluvia para contagiamos <strong>de</strong><br />

tristeza. Mirad ... Los trasnochadores<br />

atraviesan serenamente, protegidos<br />

por sus impermeables,<br />

las avenidas; en la caja charolada<br />

<strong>de</strong> los carruajes se guarecen las<br />

señoras próceres; por los cristales<br />

<strong>de</strong> los palacios se asoman los<br />

niños linajudos a mirar cómo los<br />

punteros <strong>de</strong> la lluvia rayan el<br />

pavimento; pero pocos son los<br />

que reparan en el dolor y en la<br />

indigencia plebeyos ...<br />

Ramó n López Velar<strong>de</strong> siempre<br />

fue sensible a las influencias atmosféricas,<br />

pero las convertía en paisajes<br />

interiores, en la palabra y los<br />

sonidos <strong>de</strong> un territorio <strong>de</strong> sueños<br />

y recuerdos, un traspaís al que se<br />

avizora <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la distancia que trascien<strong>de</strong><br />

la geografía, y se expresa en<br />

la magia <strong>de</strong> los objetos, <strong>de</strong> los<br />

espacios íntimos y los inverna<strong>de</strong>ros<br />

<strong>de</strong> lo doméstico. Ellos contagian, a<br />

quienes saben vivirlos, un misterio<br />

irrenunciable y la cifra <strong>de</strong> lo que<br />

perdura. Así escribió el poeta sobre<br />

la sala <strong>de</strong> estar <strong>de</strong> una casa:<br />

Vieja sala, escenario <strong>de</strong> la medi-<br />

tación y palenque <strong>de</strong> la fantasía:<br />

que el estrago <strong>de</strong> la guerra hora<strong>de</strong><br />

tus muros y tuerza tus rejas;<br />

pero que respete la fragilidad <strong>de</strong><br />

tus vidrieras, <strong>de</strong> tus vidrieras que<br />

<strong>de</strong>formaban gentilmente la<br />

visión <strong>de</strong> la Plaza, engran<strong>de</strong>ciendo<br />

sus árboles y empequeñeciendo<br />

su kiosco. De tus vidrieras<br />

que, mientras la serenata se<br />

<strong>de</strong>sliza entre valses y marchas,<br />

se reflejan en tu oscuridad fielmente,<br />

como si confesaran y<br />

acusaran las burbujas <strong>de</strong> su<br />

imperfección.<br />

Las anteriores visiones internas<br />

no sólo muestran la vigencia en<br />

1916 <strong>de</strong> un motivo circular <strong>de</strong>l<br />

periodismo literario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el siglo<br />

pasado, el que reflejaba los mundos<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> las <strong>de</strong>coraciones<br />

privadas, reino opuesto a<br />

lo público; aquellas también urdían<br />

las huellas <strong>de</strong> un temperamento<br />

adicto a los fantasmas. Ya en su<br />

crónica "Espantos", López Velar<strong>de</strong><br />

contó su testimonio <strong>de</strong>l "hombre <strong>de</strong><br />

gas y <strong>de</strong> penumbra" que en la<br />

niñez surgía <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong>l ropero<br />

en su recámara; aSimismo, en sus<br />

apuntes sobre las divas <strong>de</strong>l cinematógrafo,<br />

expresa su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> que<br />

éstas encarnen, en lugar <strong>de</strong> ser<br />

sombras distantes: "La Bertini, ¡Ah,<br />

sí, la Bertini! Anhelaríamos que se<br />

corporizase en el mito profundo <strong>de</strong><br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

44<br />

la pantalla y batiríamos palmas<br />

como si sus tobillos, cuantiosos y<br />

sumarios, franqueasen el utópico<br />

recuadro, camino <strong>de</strong>l espectador",<br />

Hacia aquellas fechas, quizá ya<br />

contagiado <strong>de</strong> los "espejismos <strong>de</strong> la<br />

mo<strong>de</strong>rnidad", como se lo reprochará<br />

su amigo Eduardo J, Correa,<br />

Ramón López Velar<strong>de</strong> se entrega a<br />

la fantasía <strong>de</strong> fundir sus valores<br />

provincianos -más que católicoscon<br />

las seducciones urbanas, tal<br />

como se lee en su texto "La dama<br />

en el campo":<br />

Yo entretengo estas horas con<br />

un sabroso capricho: el trasladar<br />

al campo la mujer más sugestiva<br />

<strong>de</strong> la Capital (...) usted, tan urbanizada,<br />

¿cómo se vería vestida <strong>de</strong><br />

negro, en el tablero amarillo <strong>de</strong><br />

la cosecha? Yo nunca la he mirado<br />

vestida <strong>de</strong> negro, por más .<br />

que lo he <strong>de</strong>seado. Imaginarla<br />

<strong>de</strong> luto en lo raso <strong>de</strong> una llanada,<br />

entre maíz o entre paja, bajo<br />

el resplandor metálico <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong>, vale tanto como imaginar<br />

mi propia tristeza en medio <strong>de</strong><br />

caricias sensuales.<br />

Tal empeño <strong>de</strong> conciliar lo contrapuesto,<br />

revela no sólo un giro<br />

retórico, sino la certeza <strong>de</strong> quien<br />

<strong>de</strong>sea hallar un consuelo para una<br />

oscilación <strong>de</strong> los tiempos, la búsqueda<br />

<strong>de</strong> un aroma obsolescente:


"Y por las madrugadas <strong>de</strong>l terruño,<br />

len calles como espejos, se vacía /<br />

el santo olor <strong>de</strong> la pana<strong>de</strong>ría". El<br />

significado trascen<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l viaje<br />

que realiza el poeta <strong>de</strong>l campo a la<br />

ciudad, resi<strong>de</strong> en un vuelo fantástico<br />

entre los extremos y se convierte<br />

en una respuesta espiritual ante<br />

la paradoja <strong>de</strong> paradojas <strong>de</strong> nuestro<br />

siglo XX mexicano: el cambio <strong>de</strong><br />

una sociedad tradicional a una <strong>de</strong><br />

carácter mo<strong>de</strong>rno. Esta clarivi<strong>de</strong>ncia<br />

que López Velar<strong>de</strong> intuye y resuelve<br />

en la poesía y en sus otros escritos,<br />

lo elevan como una figura<br />

primordial en nuestra cultura.<br />

En 1917, al relatar su panorámica<br />

<strong>de</strong> la capital, el poeta tiene ojos ante<br />

todo para la calle cosmopolita, y<br />

para las prostitutas que las circulan:<br />

Plateros .. . San Francisco ... Ma<strong>de</strong>ro.<br />

Nombres varios para el caudal<br />

único, para el pulso único <strong>de</strong><br />

la ciudad. No hay una <strong>de</strong> las<br />

veinticuatro horas en que la<br />

Avenida no conozca mi pisada.<br />

Le soy adicto, a sabiendas <strong>de</strong> su<br />

carácter utilitario, por que racionalmente<br />

no po<strong>de</strong>mos separarla<br />

<strong>de</strong> las engañosas cortesanas que<br />

la fatigan en carretela, abatiendo,<br />

con los tobillos cruzados, la virtud<br />

<strong>de</strong> los comerciantes <strong>de</strong>l Bajío<br />

( ... ) El triste señor Aranda o<br />

Anaya o Almanza compren<strong>de</strong><br />

entonces, al regresar con sus<br />

carros <strong>de</strong> mercancías, la justicia<br />

en que abundaba Platón al <strong>de</strong>cir<br />

que el primero <strong>de</strong> los bienes es<br />

la felicidad corporal.<br />

Si López Velar<strong>de</strong> escribió lo ante-<br />

rior es porque conocía bien al tipo<br />

<strong>de</strong> hombres que cita: él era uno <strong>de</strong><br />

ellos. Quién sabe si algún día cayó<br />

en los brazos ambulantes <strong>de</strong> una<br />

<strong>de</strong> esas damas vampirescas, pero<br />

no hay duda d e que frecue ntó,<br />

como lo afirma su amigo Pedro <strong>de</strong><br />

Alba, "los amo res mercenari os".<br />

Entre 1918 y 1920, el Ayuntamiento<br />

<strong>de</strong> la ciudad abrió ciento setenta y<br />

cinco expedientes <strong>de</strong> lugares prostibularios,<br />

situados, sobre todo, en<br />

las calles <strong>de</strong> Cu auhte m o tzin y<br />

Nezahualcóyotl ; e l barrio d e la<br />

Lagunilla; las colonias Gue rrero,<br />

Doctores, ]uárez y la Roma, en la<br />

que vivía el poeta jerezano cuando<br />

murió. Expuesto a sus encantos y<br />

contagios, López Velar<strong>de</strong> <strong>de</strong>bió frecuentar<br />

uno que otro <strong>de</strong> esos sitios<br />

--como presenció también, callado<br />

y distante, las fi estas toxicómanas<br />

<strong>de</strong> Porfirio Barba ]acob. No obstante,<br />

sus re fe re ncias a lo e ró tico<br />

nunca fueron explícitas: lo elíptico<br />

y lo alu sivo domina en su obra,<br />

cuando a tal punto acu<strong>de</strong>. Quizá<br />

porque, como dice el aforismo "rasguña<br />

a un bohemio y encontrarás a<br />

un burgués"; una actitud, antes que<br />

una condición social, que inidica el<br />

culto a una riqueza íntima: los juegos<br />

<strong>de</strong> clan<strong>de</strong>stinaje en una ciudad<br />

con rostro y cuerpo <strong>de</strong> mujer venérea:<br />

"Sobre tu capital, cada hora<br />

vuela / ojerosa y pintada, en carretela"<br />

.<br />

El año e n que murió Ra mó n<br />

López Velar<strong>de</strong>, había en la ciudad<br />

<strong>de</strong> <strong>México</strong> seiscientos mil trescientas<br />

sesenta y siete personas, él fue<br />

una d e las casi quince mil q ue<br />

fallecieron entonces. Su autopsia<br />

-<br />

-- = -<br />

- --<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

45<br />

señala como causa <strong>de</strong> muerte la<br />

neumonía. La ciudad <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

aún era una ciudad pluvial, atravesada<br />

por media docena <strong>de</strong> ríos, y el<br />

n ivel d e temperatura am b ie nte<br />

refrendaba su promedio histórico:<br />

quince grados centígrados; una ciudad<br />

fría en medio <strong>de</strong> un altiplano<br />

húmedo: "Soñé que la ciudad estaba<br />

<strong>de</strong>ntro / <strong>de</strong>l más bien muerto <strong>de</strong><br />

los mares muertos".<br />

Anatole France, en su novela El<br />

figón <strong>de</strong> la reina Patoja, que inspiró<br />

el alquimista Fulcanelli según<br />

Luis Miguel Martínez Otero, consigna<br />

este párrafo que parece cifrar, al<br />

menos en parte, el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> ese<br />

otro "alquimista <strong>de</strong> la palabra" que<br />

fue Ramón López Velar<strong>de</strong>:<br />

Caminad con precaución -nos<br />

dijo el señor <strong>de</strong> Astarac-. Este<br />

sen<strong>de</strong>ro es p e lig roso; e n é l<br />

abundan las mandrágoras, que<br />

<strong>de</strong> noche cantan al pie <strong>de</strong> los<br />

árboles; están ocultas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />

la tierra. Si pusiérais el pie sobre<br />

una mandrágora, pa<strong>de</strong>ceríais el<br />

mal <strong>de</strong> amor o la sed <strong>de</strong> riquezas,<br />

y vuestra pe rd ición sería<br />

inevitable, porque las pasiones<br />

que inspira la mandrágora son<br />

melancólicas.<br />

En algún momento <strong>de</strong> su vida,<br />

Ramón López Velar<strong>de</strong> <strong>de</strong>bió pisar<br />

una mandrágora; y po<strong>de</strong>mos aventurar<br />

que <strong>de</strong> las con<strong>de</strong>nas legendari<br />

as <strong>de</strong> ta l acto, se salvó d e la<br />

segunda: fue un ho mb re pobre .<br />

Pero no logró evitar la primera, que<br />

remite al vicio <strong>de</strong> las pasiones <strong>de</strong>sdichadas.<br />

--- - .- -- -----


SILVIA EUGENIA CASTILLERO<br />

•<br />

_n f1 O<br />

Un grillo no sabe mirar<br />

su corazón la oscuridad habita<br />

dibuja cuerdas <strong>de</strong> laúd en la noche<br />

y canta en la marea su misterio<br />

Su música resbala por la piel<br />

es un estanque don<strong>de</strong> a veces<br />

un pedazo <strong>de</strong> cielo se refleja<br />

Tal vez quiso ser espiga<br />

y ver <strong>de</strong> frente el sol<br />

pero su cuerpo es in<strong>de</strong>ciso<br />

como paja en el suelo.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

\


CARLOS PEREDA<br />

El <strong>de</strong>spotismo palabrero<br />

Los poetas también dan qué pensar. Ramón<br />

López Velar<strong>de</strong>, el "dulce" López Velar<strong>de</strong>, como<br />

<strong>de</strong>cía Borges,<br />

a la mal'lera <strong>de</strong>l tenor que imita<br />

la gutural modulación <strong>de</strong>l bajo,<br />

como tanto pensadores, nos exhorta también:<br />

Ten cuidado con las palabras.<br />

Esta exhortación tiene un doble sentido: cuídate<br />

<strong>de</strong> las palabras porque @llas confun<strong>de</strong>n con<br />

facilidad y hasta corrompen y esclavizan y se<br />

convierten en vehículos <strong>de</strong> la imaginación centrípeta:<br />

imaginación hacia sí mismo, hacia "lo <strong>de</strong><br />

uno", "imaginación <strong>de</strong> la sangre", "imaginación<br />

<strong>de</strong>l terruño", imaginación angostadora que no se<br />

cansa <strong>de</strong>l yo. Otra manera <strong>de</strong> llamarla: "imaginación<br />

espejo", imaginación en tanto que repetición.<br />

Pero a la vez, hay que cuidar a las palabras,<br />

porque no hay camino hacia la libertad que, en<br />

algún sentido, no pase por ellas, ni otra vía para<br />

<strong>de</strong>satar la imaginación centrífuga, la imaginación<br />

que se atreve a alejarse <strong>de</strong> quien imagina y<br />

explora lo otro, las vastas y erráticas tierras <strong>de</strong>l<br />

no-yo; la imaginación como <strong>de</strong>safío y no como<br />

confirmación o amparo.<br />

López Velar<strong>de</strong> alu<strong>de</strong> a todo ello, y más en La<br />

<strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la palabra, conferencia pronunciada<br />

en plena Revolución Mexicana en la Universidad<br />

Popular, el domingo 26 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1916 y<br />

publicada en Vida Mo<strong>de</strong>rna el 12 <strong>de</strong> abril Ca sólo<br />

cinco años <strong>de</strong> su temprana muerte, el 19 <strong>de</strong> junio<br />

<strong>de</strong> 1921). Expresión formidable, la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la<br />

palabra, conlleva la misma equivocidad encontrada<br />

en la exhortación:<br />

Ten cuidado con las palabras.<br />

En efecto, en el título <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos<br />

discernir, por lo menos, los siguientes dos<br />

sentidos:<br />

a) Somos, hemos sido, <strong>de</strong>rrotados por las palabras,<br />

en tanto las palabras distorsionan la expresión<br />

<strong>de</strong> nuestros <strong>de</strong>seos, creencias y emociones y<br />

bloquean el acceso a la realidad; se trata, entonces,<br />

<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r cómo las palabras someten y<br />

<strong>de</strong>struyen. O:<br />

p) Se busca examinar por qué las palabras se<br />

encuentran confundidas y ultrajadas.<br />

a Raymundo Mier<br />

..,.,.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

Insisto: ¿qué se intenta dilucidar: a) la <strong>de</strong>rrota<br />

que nos inflingen las palabras o b) las palabras,<br />

ellas mismas, <strong>de</strong>rrotadas?<br />

Para respon<strong>de</strong>r, hago una lectura argumentada<br />

@ itinerante <strong>de</strong> este breve pero abigarrado texto,<br />

quiero <strong>de</strong>cir, leeré sopesando las razones que nos<br />

ofrece López Velar<strong>de</strong> y, a la vez, me <strong>de</strong>jaré llevar<br />

por su fuerza poética, por su capacidad <strong>de</strong> irradiar.<br />

Con esa finalidad propongo reconstruir su<br />

estructura, o si se prefiere usar una palabra <strong>de</strong> la<br />

retórica clásica, su dispositio, en cuatro partes: un<br />

diagnóstico <strong>de</strong> la "situación presente", una tentativa<br />

<strong>de</strong> explicación, una reelaboración <strong>de</strong>l diagnóstico<br />

y una "solución". Repasemos con cierta<br />

minucia cada una <strong>de</strong> esas partes.<br />

El diagnóstico<br />

Según López Velar<strong>de</strong>, su época se caracteriza<br />

por una peligrosísima inversión: la palabra ha<br />

<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> seI "instrumento", herramienta, para<br />

volverse "déspota". Las personas se han convertido<br />

en productos <strong>de</strong> las palabras y ya no ejercen<br />

más en tanto que productores. Se ha instaurado lo<br />

que se podría llamar el "régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo<br />

palabrero", que es el régimen <strong>de</strong> la contra-ilustración<br />

<strong>de</strong> la palabra o régimen <strong>de</strong> la reificación <strong>de</strong><br />

las palabras. Atributos <strong>de</strong> este régimen son, ante<br />

todo, el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador<br />

<strong>de</strong>l lenguaje. Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador:<br />

... el ciudadano <strong>de</strong> hoy, aguja <strong>de</strong> fonógrafo, aguja<br />

muerta.<br />

El ciudadano ya. no es persona sino repetidor<br />

sometido, o más bien, construido y dirigido por<br />

el "industrialismo <strong>de</strong> la palabra".<br />

Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador: informar no es necesariamente<br />

confirmar. El informar genuino inevitablemente<br />

frustra expectativas. Por el contrario, el<br />

<strong>de</strong>spotismo palabrero proscribe la diferencia y se<br />

alarma ante cualquier disenso:<br />

La igualdad <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as, uniformadas como soldados<br />

rasos, me produce el mismo malestar que me causarla<br />

ver un rostro idéntico en todas las mujeres.<br />

Po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformativo<br />

necesariamente producen un po<strong>de</strong>r pseudoargumental<br />

pues, si yo no soy más persona, si no<br />

me consi<strong>de</strong>ro con la dignidad <strong>de</strong> una persona y<br />

estoy <strong>de</strong>sinformado, ¿cómo podría argumentar?


Pero, en este sentido, ¿es la época <strong>de</strong> López<br />

Velar<strong>de</strong> todavía la nuestra? Creo que lo es, y <strong>de</strong><br />

manera enfática. Más todavía, López Velar<strong>de</strong> sospecha<br />

<strong>de</strong> ese peculiar régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo<br />

palabrero que, con el tiempo, irá creciendo y<br />

afianzándose hasta cubrir el planeta. Un régimen<br />

sin hablantes genuinos que pronto <strong>de</strong>cretará que,<br />

en verdad, sólo el Lenguaje esa i<strong>de</strong>a platónica-<br />

"habla", como sentencian Hei<strong>de</strong>gger y sus<br />

,<br />

eplgonos:<br />

Hei<strong>de</strong>gger y Derrida comparten una ten<strong>de</strong>ncia a pensar<br />

el lenguaje como algo más que únicamente un<br />

conjunto <strong>de</strong> instrumentos. El último Hei<strong>de</strong>gger persistentemente,<br />

y Derrida <strong>de</strong> manera ocasional, tratan al<br />

lenguaje como si fuera un cuasi-agente, una presencia<br />

cavilante, algo que se encuentra por encima y contra<br />

los seres humanos .. . El "Lenguaje" se convierte en el<br />

último sustituto para "Dios" o para la "Mente" -algo<br />

misterioso, incapaz <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>scrito en los mismos términos<br />

con los cuales <strong>de</strong>scribimos las mesas, los árboles,<br />

y los átomos.}<br />

No hay nada como ese vértigo <strong>de</strong> lo sublime<br />

que es el afán <strong>de</strong> misterios para <strong>de</strong>spersonalizar,<br />

<strong>de</strong>sinformar, pseudo-argumentar: para embobar y<br />

llevarnos por el mal camino. Pero, ¿cómo es todo<br />

esto y por qué?<br />

La explicación<br />

López Velar<strong>de</strong> distingue entre la vigencia <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>spotismo palabrero en los círculos literarios y<br />

fuera <strong>de</strong> ellos. A la primera vigencia la percibe, al<br />

menos en la superficie, como resultado <strong>de</strong><br />

influencias opuestas pero convergentes: la charlatanería<br />

ininterrumpida <strong>de</strong> la tradición española y<br />

el carácter meramente acrobático <strong>de</strong> cierta vanguardia<br />

o como él lo expresa, la "hojarasca <strong>de</strong> la<br />

prosa peninsular" y la "inhumana ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

los parnasianos".<br />

De manera más abarcadora, más allá <strong>de</strong> los círculos<br />

literarios, en la vida cotidiana, las causas<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero son más difíciles <strong>de</strong><br />

precisar, por más vastas y profundas. López<br />

Velar<strong>de</strong> indica dos. Primera causa: el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spersonalizador<br />

que como vulgaridad <strong>de</strong>l espíritu<br />

invita a "<strong>de</strong>clarar". Pues:<br />

quien carece <strong>de</strong> vida interior, natural es que simule<br />

tenerla mareando con discursos teatrales.<br />

He aquí que el vértigo <strong>de</strong> lo sublime, hecho <strong>de</strong><br />

solemnidad y <strong>de</strong> discursos aparatosos -herencia<br />

hispánica-, lejos <strong>de</strong> ser lo que busca aparentar,<br />

a saber, señal <strong>de</strong> una intensa vida espiritual, apenas<br />

se examina, se <strong>de</strong>scubre como disfraz <strong>de</strong><br />

astucias, como máscara <strong>de</strong>l vacío: palabras altisonantes<br />

y tal vez envolventes, y en ellas y <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong> ellas, nada. A su vez, como segunda causa <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>spotismo palabrero sobre la gente, López<br />

Velar<strong>de</strong> introduce el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sinformador articulado<br />

en el culto al estereotipo vuelto costumbre y<br />

que, por ello mismo no exige ninguna actividad<br />

1 R. Rorty, Essays on Hei<strong>de</strong>gger and Otbers, Philosophical Papers<br />

V. 2, Cambridge 1991, pp. 3-4.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

4 8<br />

pensante <strong>de</strong> nuestra parte, sólo la pasiva aceptación<br />

<strong>de</strong> lo vigente:<br />

la comunidad que representa, en una sociedad ql!le no<br />

lee ni medita, repetir por boca <strong>de</strong> ganso, tercamente y<br />

profusamente, la opinión preestablecida. Siempre<br />

constituirá una facilidad <strong>de</strong>mocrática la compra <strong>de</strong><br />

ropa hecha.<br />

Tanto en los círculos literarios como fuera <strong>de</strong><br />

ellos, la alternativa es: o charlatanería y <strong>de</strong>clamación<br />

--dos versiones <strong>de</strong> lo mismo o acrobacias<br />

verbales y opiniones preestablecidas --<strong>de</strong> nuevo,<br />

dos versiones <strong>de</strong> lo mismo.<br />

La época <strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong> no sólo sigue siendo<br />

la nuestra, sino que lo es <strong>de</strong> una manera que<br />

López Velar<strong>de</strong>, felizmente para él, ni siquiera sospechaba.<br />

Pero ¿quién fabrica estas alternativas<br />

suicidas? Al menos ¿quién las ddien<strong>de</strong>? Respuesta<br />

<strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>: nos encontramos ante esa<br />

forma refinada <strong>de</strong> merolico que es el periodista<br />

en tanto generador <strong>de</strong> <strong>de</strong>spersonalización, <strong>de</strong>sinformación,<br />

pseudo-argumentación. El periodista,<br />

que, por diez centavos, nos sirve todas las mañanas<br />

poesía hecha, política h.echa, reportazgo como corbata<br />

roja y editorial como falda pantalón.<br />

La figura <strong>de</strong>l periodista se atticulá, así, cOmo el<br />

mo<strong>de</strong>rno abastecedor <strong>de</strong> la doxa: ese cronista y<br />

opinador que volviendo "todo" noticia, que concediendo<br />

a "todo" valor, acaba por hacernos '<br />

creer que "nada" tiene valor, que "todo" no es<br />

más que un vano espectáculo <strong>de</strong> sucesos pasajeros...<br />

sin relevancia; mero ruido para distraer,<br />

para excitar, para ensor<strong>de</strong>cemos y aplastarnos . .<br />

El <strong>de</strong>spotismo palabrero crece y se multiplica,<br />

entonces, como vacío interior y haraganería, falta<br />

<strong>de</strong> coraje intelectual para poner en duda o atacar<br />

las opiniones vigentes, murmullo apaciguador y<br />

disciplinante <strong>de</strong> los sobreentendidos en tantb que<br />

norma.<br />

Por otra parte, no es difícil <strong>de</strong>scubrir la relación<br />

<strong>de</strong> reciprocidad entre ambas causas, entre· <strong>de</strong>spersonalizar<br />

y <strong>de</strong>sinformar: la <strong>de</strong>sinformación aparece<br />

y se <strong>de</strong>sarrolla por haraganería, por cobardía, por<br />

<strong>de</strong>spersonalización y ésta es, en parte al menos,<br />

producto <strong>de</strong> aquélla. No hay lo uno sin lo otro,<br />

como no hay merolico sin dotes <strong>de</strong> periodista, ni<br />

periodista que alguna vez no haya sido -muchos,<br />

la mayor parte <strong>de</strong>l tiempo-- un merolico.<br />

Reelaboración <strong>de</strong>l diagnóstico<br />

Ya se indicó: el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>t'Potismo palabrero<br />

conforma una "inverfión" <strong>de</strong>l "procedimiento<br />

racional", <strong>de</strong>l "procedimiento vital". Tal<br />

régimen, invirtiendo a la vez los mandatos <strong>de</strong> la<br />

razón y <strong>de</strong> la vida, se <strong>de</strong>scubre como pura imaginación<br />

centrípeta: el lenguaje raramente se vuelve<br />

lenguaje explorador, se <strong>de</strong>ja guiar por los<br />

pensamientos o las emociones:<br />

Tengo esta frase que suena bien; pero ¿qué voy a pensar<br />

o a sentir, para expresarlo, y encajar, al expresarlo,<br />

\


•<br />

esta frase que suena bien? El académico tiene su bo<strong>de</strong>ga<br />

atestada <strong>de</strong> frases; el mo<strong>de</strong>rnista ha abarrotado frases;<br />

pero ¿qué pensarán o sentirán el académico y el<br />

mo<strong>de</strong>rnista para poner en juego sus frases?<br />

Nada, no pensarán ni sentirán nada, ¿para qué si<br />

hay palabras que se ven<strong>de</strong>n?<br />

Al respecto importa examinar cómo reaccionan<br />

los escritores frente al <strong>de</strong>spotismo palabrero. No<br />

sorpren<strong>de</strong>rá que, como en cualquier régimen,<br />

también en éste podamos distinguir dos clases <strong>de</strong><br />

escritores: los escritores "oficialistas", pro-régimen,<br />

y los que se le resisten. Los escritores "oficialistas"<br />

apuestan todos ellos por la imaginación<br />

centrípeta; acudiendo a palabras en boga, pertenecen<br />

-para usar una fórmula tan lastimosa<br />

como aquello que <strong>de</strong>signa- a la "cultura lighf' ,<br />

una expresión que más que aludir a cierta temática,<br />

refiere a una actitud, como el turismo. Hay un<br />

"modo lighf' <strong>de</strong> acce<strong>de</strong>r a cualquier cosa, como<br />

hay un modo turístico <strong>de</strong> arruinar -banalizando-<br />

todo paisaje, ciudad o monumento. Más<br />

todavía, el modo turístico es, creo, una especie<br />

paradigmática <strong>de</strong>l modo light: ese mimar la mirada,<br />

restringiéndola, para prohibir que le penetre<br />

el espesor <strong>de</strong> la realidad, quiero <strong>de</strong>cir, para no<br />

permitir que circulen libremente y con vigor la<br />

alegría, el dolor, la indignación, la incertidumbre,<br />

la muerte ... , el vértigo simplificador al servicio <strong>de</strong><br />

lo estrecho, ese evitar a toda costa resistencias,<br />

disensos, lo otro. Por supuesto, escribir simple no<br />

es escribir light. También hay una confusión light<br />

una complicación light, un refinamiento light y<br />

hasta un hermetismo light. En estos contextos,<br />

quizá la correcta traducción castellana para light<br />

sería algo así como facilón: lo <strong>de</strong>s prolijo, lo ciegamente<br />

partidista, lo acrítico, lo frívolo, lo que<br />

no interroga, lo que no arriesga ... quien no conoce<br />

otro propósito que el glamour <strong>de</strong> un éxito<br />

constante y sonante ni otras expresiones <strong>de</strong> enco-<br />

Primer aniversario <strong>de</strong> la Editorial Cvltvra, 15 <strong>de</strong> agosta <strong>de</strong> 1917. lópez Velar<strong>de</strong>, último <strong>de</strong> la segunda fila<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

49<br />

mio o <strong>de</strong> crítica que el "todo está bien" y el<br />

"todo está mal" ... lo light, pues, como lo mismo<br />

ininterrumpidamente, como la <strong>de</strong>cisiva falta <strong>de</strong><br />

matices, <strong>de</strong> elaboración, <strong>de</strong> trabajo, <strong>de</strong> escrúpulos,<br />

<strong>de</strong> partirse el alma. Por eso, los escritores<br />

light, los escritores "oficialistas" <strong>de</strong>l régimen <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>spotismo palabrero, poseen, señala López<br />

Velar<strong>de</strong>:<br />

recetas dignas <strong>de</strong> envidiarse en cualquier cocina.<br />

Estas recetas pue<strong>de</strong>n ser tradicionalistas o <strong>de</strong><br />

vanguardia, no obstante, no por ello, <strong>de</strong>jan <strong>de</strong><br />

pertenecer menos a la categoría <strong>de</strong> la repetición,<br />

esto es, <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> ser "recetas":<br />

El escritor <strong>de</strong> actualidad posee, por ejemplo, esta<br />

receta: Patos heroicos. Después <strong>de</strong> cocidos, se parten<br />

en cuadritos, se untan <strong>de</strong> salsa <strong>de</strong> Marquina, se les<br />

cubre con una capa <strong>de</strong> versos <strong>de</strong> la "Marcha triunfal"<br />

<strong>de</strong> Darío; se <strong>de</strong>jan sazonar, y ya fuera <strong>de</strong> la lumbre,<br />

se adornan con picos <strong>de</strong> cóndores <strong>de</strong> Chocano. El<br />

tradicionalista no sabrá preparar los platos heroicos;<br />

pero es dueño <strong>de</strong> la receta que sigue, para el estofado<br />

clásico: Se corta un lomo <strong>de</strong> cerdo en trozos <strong>de</strong>lgados;<br />

se pone en una sartén <strong>de</strong> las bodas <strong>de</strong><br />

Camacho, se le mezclan perejil <strong>de</strong> don José María <strong>de</strong><br />

Heredia y vinagre <strong>de</strong> don Juan Valera; se pone al<br />

fuego manso <strong>de</strong> una redacción <strong>de</strong> notario público,<br />

cuidando que no se queme; y se sirve con arcaísmos<br />

<strong>de</strong>l Cid.<br />

Luego <strong>de</strong> estos sensatos sarcasmos, López<br />

Velar<strong>de</strong> prepara ciertas zozobras. En primer<br />

lugar, a partir <strong>de</strong> la oposición escritores pro régimen<br />

o escritores <strong>de</strong> receta versus escritores<br />

que se le resisten al <strong>de</strong>spotismo palabrero o<br />

escritores meditativos, probablemente sorprendan<br />

los ejemplos <strong>de</strong> escritores meditativos y no<br />

palabreros, Góngora, Darío, Lugones. ¿Acaso no<br />

se trata <strong>de</strong> escritores super-palabreros, hasta<br />

barroca y laberínticamente palabreros? López<br />

Velar<strong>de</strong> razona:


..<br />

Quizá la más grave consecuencia<br />

<strong>de</strong>l lenguaje postizo<br />

y pródigo consista en<br />

el abandono <strong>de</strong>! alma. Bajo<br />

e! <strong>de</strong>spilfarro <strong>de</strong> las palabras,<br />

el alma se contrista,<br />

como una niña que quiere<br />

<strong>de</strong>cirnos su emoción y que<br />

no pue<strong>de</strong>, porque se lo<br />

impi<strong>de</strong> el alboroto <strong>de</strong> un<br />

motín. Sabe callar el alma<br />

como una enamorada, pero<br />

la aflige que su galán sea<br />

<strong>de</strong>satento, y que por esparcirse<br />

en oratorias superficiales,<br />

la olvi<strong>de</strong> reciamente.<br />

De mi parte confieso que<br />

para recibir el mensaje<br />

melancólico <strong>de</strong> mi propia<br />

alma, me reconcentro con<br />

esa intensidad con que en<br />

el abismo <strong>de</strong> la noche sentimos<br />

el latido infatigable<br />

<strong>de</strong> nuestras sienes y estamos<br />

escuchando el roce<br />

metódico <strong>de</strong> nuestra sangre<br />

en la almohada. El alma<br />

fmca sus <strong>de</strong>licias en trasmitimos<br />

su confi<strong>de</strong>ncia; pero<br />

exige para ello una soledad<br />

y un silencio <strong>de</strong> alcoba. Yo<br />

anhelo expulsar <strong>de</strong> mí<br />

cualquier sílaba que no<br />

nazca <strong>de</strong> la combustión <strong>de</strong><br />

mis huesos.<br />

Pero ya es más fácil que<br />

e! público se ilustre por sí<br />

mismo y hasta, si se le <strong>de</strong>ja<br />

en libertad, casi inevitable.<br />

Porque siempre se encontrarían<br />

algunos que piensen<br />

por propia cuenta,<br />

hasta entre los establecidos<br />

tutores <strong>de</strong>! gran montón,<br />

quienes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

arrojado <strong>de</strong> sí e! yugo <strong>de</strong> la<br />

tutela, difundirán el espíritu<br />

<strong>de</strong> una estimación racional.<br />

Por esta sola razón el<br />

público s'Ólo poco a poco<br />

llega a ilustrarse<br />

Para esta ilustración no<br />

se requiere más que una<br />

cosa, libertad; y la más inocente<br />

entre todas las que<br />

llevan ese nombre, a saber:<br />

libertad <strong>de</strong> hacer uso público<br />

<strong>de</strong> su razón íntegramente.<br />

y hará agravio a la<br />

majestad <strong>de</strong> su persona [el<br />

gobernantel si en ello se<br />

mezcla hasta el punto <strong>de</strong><br />

someter a su inspección<br />

gubernamental aquellos<br />

escritos en los que sus súbditos<br />

tratan <strong>de</strong> contar sus<br />

creencias, ya sea porque<br />

estime su propia opinión<br />

como la mejor, en cuyo<br />

caso se expone al reproche:<br />

Caesar non est supra<br />

grammaticos, ya porque<br />

rebaje a tal grado su po<strong>de</strong>r<br />

soberano que ampare <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> su Estado e! <strong>de</strong>spotismo<br />

espiritual <strong>de</strong> algunos<br />

tiranos contra el resto <strong>de</strong><br />

sus súbditos.<br />

Detrás <strong>de</strong> esta divergencia aparentemente radical<br />

entre el alma que <strong>de</strong>be reencontrarse a solas y<br />

un público que <strong>de</strong>be ilustrarse, hay, sin embargo,<br />

quizá algo precioso en común: tanto Kant como<br />

López Velar<strong>de</strong> proponen, para combatir los respectivos<br />

<strong>de</strong>spotismos contra los cuales luchan,<br />

una ética. La ética <strong>de</strong> Kant es, muy abarcadoramente,<br />

una sistematización explícita, razonada<br />

paso a paso, <strong>de</strong> preceptos éticos para la vida, la<br />

<strong>de</strong> López Velar<strong>de</strong>, <strong>de</strong> manera mucho más restringida,<br />

una ética implícita <strong>de</strong> la escritura, o si se<br />

prefiere, una ética implícita <strong>de</strong> las palabras. Su<br />

imperativo no <strong>de</strong>clarado, pero una y otra vez presente,<br />

es esa exhortación con que comenzamos:<br />

Ten cuidado con las palabras.<br />

Ese cuidado implica, por ejemplo, no volverse<br />

nunca "aguja <strong>de</strong> fonógrafo", no sucumbir al<br />

"industrialismo <strong>de</strong> la palabra". De ahí que cuando<br />

en el último poema que pudo López Velar<strong>de</strong><br />

corregir en la imprenta abor<strong>de</strong> el tema público<br />

<strong>de</strong> la patria, lo haga a contramano <strong>de</strong> la elocuencia<br />

establecida:<br />

para cortar a la epopeya un gajo.<br />

L.,]<br />

Diré con una épica sordina:<br />

L.]<br />

--- - --- ---- - ... _ . . .. _ ..<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

52<br />

Patria: tu mutilado territorio<br />

se viste <strong>de</strong> percal y <strong>de</strong> abalorio.<br />

Suave Patria: tu casa todavía<br />

es tan gran<strong>de</strong>, que e! tren va por la vía<br />

como aguinaldo <strong>de</strong> jugueteóa.<br />

El tono buscadamente menor es ya una actitud<br />

ética ante las palabras que <strong>de</strong>safía al régimen <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>spotismo palabrero: contrasta con las recetas y<br />

los estereotipos manipuladores <strong>de</strong>l poema patriótico<br />

y los repudia. La patria <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser tema <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>clamación política, pier<strong>de</strong> las mayúsculas, no es<br />

más imaginería populista <strong>de</strong> la sangre, la bendita<br />

sangre, la asesina sangre. López Velar<strong>de</strong> había<br />

observado en 1916 en El predominio <strong>de</strong>l silabario:<br />

El asunto civil ya hie<strong>de</strong>. Ya hedía en los puntos <strong>de</strong> la<br />

plana beatífica <strong>de</strong> aquellos señores que compusieron<br />

odas para Agustín <strong>de</strong> Iturbi<strong>de</strong>. Sólo la mujer no envejece.<br />

La patria <strong>de</strong> la oratoria no es sólo un error retórico<br />

que <strong>de</strong>sconoce la <strong>de</strong>cencia <strong>de</strong>l lenguaje y lo<br />

prostituye y embrutece, es también un vicio<br />

moral: es la patria <strong>de</strong>l entusiasmo nacionalero y la<br />

violencia, la patria como ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> exclusión y<br />

<strong>de</strong> muerte. Por eso, la patria <strong>de</strong> los escritores oficialistas<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero es la misma<br />

patria <strong>de</strong>l militante en armas para amurallar el<br />

terruño, uno <strong>de</strong> los tantos efectos <strong>de</strong>l vacío interior:<br />

el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spersonalización y la <strong>de</strong>sinformación.<br />

Al contrario, la patria que propone López<br />

Velar<strong>de</strong> es la que acoge, la que invita, la que no<br />

<strong>de</strong>clara "por aquí se sale" sino "por aquí se entra":<br />

Tus entrañas no niegan un asilo.<br />

La patria, pues, como mujer hospitalaria, la<br />

patria no <strong>de</strong>l soldado sino <strong>de</strong>l amante, la geografía<br />

reconfigurada como cuerpo femenino, no a conquistar,<br />

sino a <strong>de</strong>jarse ir, a hundirse y zozobrar:<br />

Si me ahogo en tus julios, a mí baja<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el vergel <strong>de</strong> tu peinado <strong>de</strong>nso,<br />

frescura <strong>de</strong> rebozo y <strong>de</strong> tinaja:<br />

y si tirito, <strong>de</strong>jas que me arrope<br />

en tu respiración azul <strong>de</strong> incienso<br />

y en tus carnosos labios <strong>de</strong> rompope.<br />

Todavía hay que respon<strong>de</strong>r, sin embargo, dos<br />

preguntas. Primera pregunta. Al empezar a leer<br />

La <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> la palabra dudé <strong>de</strong> si se procuraba<br />

examinar la <strong>de</strong>rrota que nos inflingen las palabras<br />

en el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, o a las<br />

palabras <strong>de</strong>rrotadas. En mi opinión la respuesta<br />

correcta es que no hay tal alternativa. Esto es, las<br />

opciones que articula la alternativa son las dos<br />

caras <strong>de</strong> una misma medalla, las palabras nos<br />

<strong>de</strong>rrotan y se <strong>de</strong>rrotan, pues las palabras que en<br />

el régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, en la cultura<br />

<strong>de</strong> lo facilón, nos <strong>de</strong>rrotan, al corromperse, se<br />

<strong>de</strong>rrotan también ellas mismas como palabras.<br />

Segunda pregunta. Fuera <strong>de</strong> nuestra comparación<br />

provocadora, ¿hay alguna conexión entre el<br />

<strong>de</strong>spotismo político y el <strong>de</strong>spotismo palabrero?<br />

Pienso que la hay y <strong>de</strong>cisivamente, o más bien,<br />

\


•<br />

sospecho que hay un plural <strong>de</strong> conexiones. Me<br />

limito a señalar dos.<br />

Una. Todo <strong>de</strong>spotismo político se auxilia y<br />

hasta <strong>de</strong>scansa en un <strong>de</strong>spotismo palabrero, en<br />

tanto que procura hundirse en el vértigo <strong>de</strong> lo<br />

sublime: distorsiona y envenena el vocabulario <strong>de</strong><br />

sus sometidos, impostando la voz y convirtiendo<br />

a las palabras en emblemas; así, entre otros obstáculos,<br />

el <strong>de</strong>spotismo político necesita evitar<br />

<strong>de</strong>cir con López Velar<strong>de</strong> en "Todo .. ":<br />

o,<br />

nú voz es la gem€la<br />

<strong>de</strong> la canela<br />

No porto insignias<br />

<strong>de</strong> masón<br />

ni <strong>de</strong> Caballero<br />

<strong>de</strong> Colón.<br />

Dos. Una vez <strong>de</strong>struido el <strong>de</strong>spotismo político,<br />

no con ello se elimina el <strong>de</strong>spotismo palabrero.<br />

Precisamente, uno <strong>de</strong> los males <strong>de</strong> cualquier<br />

<strong>de</strong>mocracia es la insidiosa y reiterada presencia <strong>de</strong>l<br />

régimen <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo palabrero, con sus generadores:<br />

los funcionarios, los periodistas, los "comu-<br />

Mano <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l poeta, vaciado en yeso<br />

Biblwteca <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

53<br />

nicólogos". En tal régimen, las palabras, en lugar<br />

<strong>de</strong> aclarar y orientar, oscurecen y confun<strong>de</strong>n; así,<br />

el <strong>de</strong>spotismo palabrero, <strong>de</strong>spersonalizando y<br />

<strong>de</strong>sinformando, sustituye y preserva al <strong>de</strong>spotismo<br />

político. Pero ¿qué hacer, entonces? Por ejemplo,<br />

ejercitar la capacidad <strong>de</strong> juicio, sin aferrarse <strong>de</strong>masiado<br />

a ningún esquema <strong>de</strong> pensamiento; no <strong>de</strong>spreciar<br />

aquello que se nos opone; cultivar el<br />

disenso; indignarse ante las injusticias; evitar el<br />

imaginario <strong>de</strong> la sangre; <strong>de</strong>jándose conmover<br />

con la ignorancia <strong>de</strong> la nieve<br />

y la sabiduría <strong>de</strong>l jacinto<br />

recordar, una y otra vez, la ambigüedad <strong>de</strong> las<br />

palabras; cuidarlas, y cuidarse <strong>de</strong> ellas ... Pero es<br />

poco probable que tales recomendaciones puedan<br />

<strong>de</strong> algún modo estabilizarse y, mucho<br />

menos, convertirse en rutinas <strong>de</strong> la vida cotidiana.<br />

Recor<strong>de</strong>mos que hacia el final <strong>de</strong> su ensayo<br />

"Malos réprobos y peores bienintencionados",<br />

López Velar<strong>de</strong> se pregunta:<br />

¿DejaFemos <strong>de</strong> ser algún día animales incoherentes<br />

que se <strong>de</strong>sgastan en alternativas penosas? Yo no lo<br />

espero seriamente.<br />

Yo tampoco .


Sólo'quedan tus ojos<br />

en el filo <strong>de</strong>l invierno.<br />

MARIAN 'OUSSAIN'<br />

. Un·poema<br />

Días inasibles como un hueco.<br />

De la mañana a la tar<strong>de</strong><br />

pájaro que me observa<br />

transcurre mi voz por los jardines,<br />

un enjambre <strong>de</strong> miradas<br />

El silencio rueda hasta el río<br />

me teje en otro idioma.<br />

don<strong>de</strong> un sol palpita sobre el agua,<br />

vena abierta <strong>de</strong> luz<br />

en el <strong>de</strong>sbaratado reflejo <strong>de</strong> los almendros.<br />

La siesta nos <strong>de</strong>svanece en el temblor <strong>de</strong> las orillas.<br />

Descien<strong>de</strong>s<br />

a la fiebre plomiza <strong>de</strong> los campanarios.<br />

Mínimos:<br />

esperamos<br />

el final <strong>de</strong>l viaje.<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

54<br />

\<br />

\\<br />

!


• Sería imposible <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el tedio<br />

si no lo asumiéramos antes como<br />

una tensión <strong>de</strong> la conciencia. Sólo a<br />

veces, sabemos, es un efecto; y<br />

sólo a veces, sin embargo, se lo<br />

admitirá en tanto acción que, aunque<br />

negativa, es sumamente productiva.<br />

Kafka<br />

A comienzos <strong>de</strong> 1913 Franz Kafka<br />

argumentaba ante Felice Bauer que<br />

sólo quien es capaz <strong>de</strong> aburrirse<br />

pue<strong>de</strong> aspirar a ser un buen narrador.<br />

Po<strong>de</strong>mos tomar la convicción<br />

<strong>de</strong> quien viene y meditar con cierta<br />

profundidad acerca <strong>de</strong> ella, aunque<br />

también <strong>de</strong>beríamos mo<strong>de</strong>rar nuestro<br />

entusiasmo en virtud <strong>de</strong> esa<br />

ambigua claridad conferida por los<br />

SERGIO CHEJFEC<br />

sas<br />

epistolarios: el aserto <strong>de</strong> Kafka no<br />

estaba dirigido a individuos para<br />

los cuales el aburrimiento consiste<br />

en una suspensión <strong>de</strong>l juicio, sino a<br />

alguien cuya <strong>de</strong>sconfianza respecto<br />

<strong>de</strong>l tedio se funda en la creencia <strong>de</strong><br />

que la acción <strong>de</strong>be propen<strong>de</strong>r a<br />

una utilidad inmediata, un resultado<br />

práctico y una experiencia virtualmente<br />

olvidable.<br />

Po<strong>de</strong>mos incluso admitir que la<br />

evi<strong>de</strong>nte -aunque también implícita-<br />

riqueza <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />

Kafka se colorea un poco <strong>de</strong> la<br />

simplicidad que animan las virtu<strong>de</strong>s<br />

utilitarias <strong>de</strong> Felice. No se han conservado<br />

sus cartas, pero resulta evi<strong>de</strong>nte<br />

su <strong>de</strong>sasosiego e incomprensión<br />

ante alguien que, poseyendo<br />

todas las aptitu<strong>de</strong>s como para aprovechar<br />

las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> progre-<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

55<br />

•<br />

1<br />

so material conferidas por su condición<br />

-fortuna familiar, carrera profesional,<br />

disciplina labor,d,<br />

estabilidad emocional y óptimas<br />

relaciones-, y teniendo también<br />

todos los hábitos como para no<br />

haberse apartado nunca, estaba tan<br />

íntima y <strong>de</strong>finitivamente alejado <strong>de</strong><br />

lo normal.<br />

Ante este misterio encamado por<br />

la persona <strong>de</strong> Kafka, Felice, cuando<br />

no subestimaba sus proyectos literarios<br />

y convicciones ascéticas consi<strong>de</strong>rándolas<br />

como pasajeras,<br />

trataba <strong>de</strong> hacerles frente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

más elemental sentido práctico,<br />

pequeño burgués -para <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong><br />

manera menos precisa aunque más<br />

gráfica. Entonces, po<strong>de</strong>mos imaginar<br />

el reclamo: si acaso Franz no se<br />

aburre permaneciendo frente a su


con Bouvard y Pécuchet acabó<br />

construyendo una narración acerca<br />

<strong>de</strong>l todo, el cual, como se sabe,<br />

posee atributos -la <strong>de</strong>scripción, la<br />

enumeración- más propios <strong>de</strong> la<br />

digresión que <strong>de</strong> la intriga.<br />

Argentina<br />

Casi siempre se ha visto al tedio<br />

como un enemigo <strong>de</strong> la literatura, y<br />

sin embargo muchas veces es lo<br />

que confiere la disponibilidad apropiada<br />

para seguir leyendo. Creo que<br />

la experiencia <strong>de</strong>l tedio, ese sumergirse<br />

en el tiempo franco y sucesivo,<br />

a veces con angustia y casi<br />

siempre con indolencia, es también<br />

una experiencia semejante a la<br />

sucesión <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la cual nos<br />

extraviamos al leer. Existe siempre<br />

una fiebre <strong>de</strong> impaciencia en la lectura<br />

-impaciencia que no tiene<br />

que ver con la ansiedad por el<br />

<strong>de</strong>senlace, sino más bien con el vértigo<br />

que suscita la elemental y profunda<br />

autonomía <strong>de</strong> la narración:<br />

como a la música, no somos capaces<br />

<strong>de</strong> reconocerle a la literatura<br />

una esencia material-y sin embargo<br />

el libro está frente a nosotros,<br />

como los ejecutantes o el parlante<br />

<strong>de</strong> la radio--; existe una fiebre <strong>de</strong><br />

impaciencia en la lectura, la cual<br />

proviene <strong>de</strong> la profunda coinci<strong>de</strong>ncia<br />

establecida entre nuestro tiempo<br />

mental y el tiempo <strong>de</strong> lectura. Y ese<br />

tiempo franco es el que percibimos,<br />

en semejantes condiciones, cuando<br />

nos inva<strong>de</strong> el tedio.<br />

La narrativa argentina posee una<br />

aquilatada convivencia con el tedio;<br />

no me refiero a la experiencia<br />

inmediata <strong>de</strong> los lectores -la cual<br />

en términos generales es absolutamente<br />

hipotética- sino a la inclinación<br />

<strong>de</strong> sus personajes. Así como se<br />

sugiere que una literatura está constituida<br />

por las obras, los autores, o<br />

los géneros, también está integrada<br />

por sus personajes. Los protagonistas<br />

literarios argentinos son seres<br />

ganados en una vertiente contemplativa<br />

-en cuyo caso poseerán<br />

una profundidad fllosófica e intelectual<br />

-o pue<strong>de</strong> dominarlos la<br />

ausencia <strong>de</strong> voluntad -y por lo<br />

tanto estarán con<strong>de</strong>nados a ser víctimas<br />

<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ros enemigos invisibles<br />

como si fueran evi<strong>de</strong>ntes.<br />

En cualquier caso los narradores<br />

argentinos han sido pródigos en<br />

crear situaciones que tanto vacían<br />

<strong>de</strong> intriga a sus personajes como<br />

los sobrecargan <strong>de</strong> sentido. Esta<br />

operación simultánea es la que ha<br />

conferido a la literatura argentina la<br />

posibilidad <strong>de</strong> ser mo<strong>de</strong>rna careciendo<br />

<strong>de</strong> las condiciones objetivas<br />

para ello; o sea, le ha permitido<br />

transmitir sus tradiciones estéticas<br />

hacia el interior <strong>de</strong> un medio cada<br />

vez más empobrecido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todo<br />

punto <strong>de</strong> vista. El pacto <strong>de</strong> realismo<br />

La casa don<strong>de</strong> vivió Flauberl en 1 846<br />

sobreentendido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las primeras<br />

líneas <strong>de</strong> cada libro ha sido constantemente<br />

<strong>de</strong>svirutado por los<br />

escritores argentinos; <strong>de</strong> ahí la<br />

buena fortuna estética <strong>de</strong> muchos y<br />

<strong>de</strong> ahí la injusta -aunque justificada-<br />

indiferencia hacia escritores<br />

que en todo caso fueron o son realistas<br />

respetables.<br />

Di Bene<strong>de</strong>tto<br />

Entre los afortunados <strong>de</strong>staco a<br />

Antonio Di Bene<strong>de</strong>tto, quien supo<br />

crear en gran parte <strong>de</strong> sus narraciones<br />

unos personajes entregados a la<br />

historia como si en realidad lo estuvieran<br />

a una religión tan inefable<br />

como insondable. La experiencia<br />

<strong>de</strong> vivir como si fuera una religión<br />

no es nueva, y <strong>de</strong> hecho las vidas<br />

<strong>de</strong> religiosos tienen una respetable<br />

antigüedad; sin embargo es inusual<br />

ver individuos que le reclamen felicidad<br />

a la vida sin ofrendar su<br />

voluntad y su acción <strong>de</strong>bido a que<br />

carecen mortalmente <strong>de</strong> ellas. Esta<br />

abulia caracteriza a don Diego <strong>de</strong><br />

Zama y lo con<strong>de</strong>na a terminar sus<br />

días en una selva anónima, entregado<br />

a la naturaleza, sin haber crecido,<br />

y al mismo tiempo aquella<br />

indolencia convierte a esta narración<br />

<strong>de</strong> 1956 en el texto a partir <strong>de</strong>l<br />

cual no será ya posible escribir una<br />

novela <strong>de</strong> tipo histórico, tal como<br />

últimamente han vuelto a proliferar,<br />

si no se poseen también gran<strong>de</strong>s<br />

dotes <strong>de</strong> ingenuidad.<br />

Antes <strong>de</strong> escribir su texto, Di<br />

Bene<strong>de</strong>tto practicó una verda<strong>de</strong>ra<br />

vocación <strong>de</strong> fe realista: se encerró<br />

con manuales paraguayos <strong>de</strong> histo-<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

58<br />

ria y materias naturales, y acabó<br />

escribiendo un libro que no reproduce<br />

ninguna <strong>de</strong> esas informaciones<br />

en cuanto tales; no hay<br />

reconocimientos; la historia está elidida.<br />

La argentina es una literatura<br />

que ha hecho uno <strong>de</strong> sus temas <strong>de</strong><br />

la cuestión <strong>de</strong> que ella misma es un<br />

instrumento -la lengua literaria-,<br />

o en todo caso un efecto -las<br />

obras-, que no se hace compatible<br />

con la geografía que supuestamente<br />

está llamada a representar.<br />

Esta asintonía entre idioma y naturaleza<br />

ha sido el nudo <strong>de</strong> una relación<br />

tan productiva como<br />

problemática, que en el caso <strong>de</strong><br />

Zama <strong>de</strong>rivó en la narración <strong>de</strong> una<br />

asincronía: un alto funcionario <strong>de</strong><br />

la colonia que se <strong>de</strong>sintegra a lo<br />

largo <strong>de</strong> diez años a causa <strong>de</strong> su<br />

incapacidad para sumergirse en la<br />

larga duración <strong>de</strong> la vida colonial;<br />

la incosistente impaciencia <strong>de</strong> Zama<br />

es propia <strong>de</strong> héroes novelescos <strong>de</strong>l<br />

siglo XX, la que, representada en<br />

los inciertos finales <strong>de</strong>l siglo XVIII,<br />

da . por resultado una elocuente<br />

profundidad existencial. Y precisamente<br />

el tedio <strong>de</strong> Zama pue<strong>de</strong> ser<br />

traducido como entrega, disponibilidad,<br />

o indiferencia, reservando la<br />

propia subjetividad como el espacio<br />

<strong>de</strong> una incierta y por lo mismo<br />

heroica reticencia. En esto resi<strong>de</strong> la<br />

gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su aburrimiento, en<br />

haber forjado una abulia a prueba<br />

<strong>de</strong> distracciones. En él el tedio ya<br />

no sólo es una experiencia y una<br />

noción, sino también -como<br />

advierte el autor en su <strong>de</strong>dicatoria:<br />

"A las víctimas <strong>de</strong> la espera"- una<br />

facultad.


•<br />

GlRARDO DENIZ MESTER DE MAXMORDONÍA / x<br />

Quizá sea oportuno <strong>de</strong>jar<br />

reposar un rato a los<br />

maxmordones en el resplandor<br />

<strong>de</strong> su gloria y<br />

mirar alre<strong>de</strong>dor, aunque<br />

sin alejarnos <strong>de</strong>masiado,<br />

por supuesto.<br />

Fue así como, hace<br />

muchísimos años, <strong>de</strong>scubrí<br />

un diccionario alemán-español<br />

que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces ha amenizado<br />

mi vida. Comprendo<br />

que resulte alarmante<br />

escuchar semejante cosa,<br />

pero es la verdad. Se<br />

trata <strong>de</strong>l Nuevo diccionario<br />

español-alemán y<br />

alemán-español por D.<br />

Luis Tolhausen (Cónsul<br />

general que fue <strong>de</strong> Francia,<br />

Oficial <strong>de</strong> la Legión<br />

<strong>de</strong> Honor). acta-va edición<br />

enmendada. Tomo<br />

segundo, alemán-español.<br />

Leipzig, Bern-hard<br />

Tauchnitz, 1922.<br />

Por supuesto, los<br />

regocijos a los cuales me<br />

vaya referir están al alcance<br />

<strong>de</strong> cualquier persona<br />

que sepa disfrutar<br />

con su idioma. Quiero<br />

<strong>de</strong>cir que en lo siguiente<br />

no figurará ni una sola<br />

palabra alemana. Quien<br />

sepa algo <strong>de</strong> alemán,<br />

podría divertirse otro<br />

poco, pero nada más un<br />

poco, para lo cual, en<br />

vista <strong>de</strong> que no le voy a<br />

prestar mi ejemplar, le<br />

bastará con acudir a la<br />

sección <strong>de</strong> diccionarios<br />

extranjeros <strong>de</strong> la <strong>Biblioteca</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>México</strong>: ahí se<br />

conserva otro Tolhausen,<br />

al alcance <strong>de</strong> todos.<br />

Hoy por hoy, como es<br />

natural, me es ya imposible<br />

reconstruir cómo<br />

empezó este asunto.<br />

Simplemente, en cierta<br />

editorial --don<strong>de</strong> precisamente<br />

el Protomaxmordón<br />

exhalaba sus<br />

efluvios salutíferoslaborábamos<br />

hace más<br />

<strong>de</strong> 30 años unos cuantos<br />

iniciados que sabíamos<br />

que basaba hojear unos<br />

momentos el Tolhausen<br />

<strong>de</strong> nuestra biblioteca<br />

para encontrar algo pin-<br />

toresco, si no es que<br />

<strong>de</strong>slumbrante y hasta<br />

hilarante.<br />

¿Como qué? Veamos<br />

la quinta entrada <strong>de</strong> la<br />

primera página: "especie<br />

<strong>de</strong> chata en el Rin". Y,<br />

pasando hojas, en seguida,<br />

saltan <strong>de</strong>licias innumerables:<br />

"caza con papirillos",<br />

"sentir pena,<br />

tener sentimiento <strong>de</strong><br />

haber perdido lo que se<br />

<strong>de</strong>bía", "certificado que<br />

lleva uno <strong>de</strong> haber sido<br />

herido en algún paraje",<br />

"dueño <strong>de</strong> la posada <strong>de</strong><br />

la zorra", "ser animado<br />

que es una criatura como<br />

nosotros", "tren <strong>de</strong><br />

locos", "muchedumbre<br />

<strong>de</strong> doncellas", "sociedad<br />

<strong>de</strong> los espectros" -hasta<br />

llegar a precisiones<br />

formidables: "cerveza<br />

dada a los carpinteros<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> acabada el<br />

armazón <strong>de</strong> una casa",<br />

"señorito que estudia la<br />

agronomía por el bien<br />

parecer, sin practicarla<br />

seriamente", "untar <strong>de</strong><br />

miel el cuerpo <strong>de</strong>l paciente<br />

<strong>de</strong>jándole expuesto<br />

a los rayos <strong>de</strong>l sol,<br />

atado <strong>de</strong> pies y manos,<br />

hasta que moría lentamente,<br />

sirviendo <strong>de</strong> pastura<br />

a la infinidad <strong>de</strong><br />

insectos que lo roían<br />

vivo y palpitante" (sin<br />

faltar a nuestro precepto<br />

monolingüe, vale la pena<br />

indicar que la expresión<br />

alemana traducida<br />

por esta última <strong>de</strong>scripción<br />

pavorosa en español,<br />

significa, exclusiva e<br />

inequívocamente, "embrear<br />

y emplumar").<br />

Llegado a este punto,<br />

¿Cómo callar la explicación<br />

más completa <strong>de</strong><br />

este diccionario?: "arrogante,<br />

presumido, atrevido,<br />

<strong>de</strong>svergonzado ,<br />

<strong>de</strong>scarado, insolente,<br />

inverecundo, petulante,<br />

procaz, protervo, <strong>de</strong>senvuelto,<br />

<strong>de</strong>sahogado,<br />

encabronado, suelto,<br />

arrufaldado, <strong>de</strong>scompuesto,<br />

<strong>de</strong>sgarrado, <strong>de</strong>smesurado,<br />

<strong>de</strong>slavado,<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

59<br />

<strong>de</strong>sollado, raído, libre y<br />

que no atien<strong>de</strong> a su<br />

<strong>de</strong>coro ni otros respetos".<br />

Tanta riqueza, tal<br />

impulsividad regida finalmente<br />

por la ética .. .<br />

¿la señora Margarita<br />

Michelena? Casi: D. Luis<br />

Tolhausen, cónsul gene-<br />

ral que fue <strong>de</strong> Francia,<br />

oficial <strong>de</strong> la Legión <strong>de</strong><br />

Honor.<br />

Pero <strong>de</strong>bo regresar a<br />

mi relato. Iba diciendo<br />

que fuimos tres o cuatro<br />

. .<br />

qUienes apreCiamos, en<br />

aquellos viejos tiempos,<br />

a Tolhausen. A <strong>de</strong>cir


verdad, exagero: yo, y<br />

sólo yo, supe va lorar la<br />

labor imperece<strong>de</strong>ra <strong>de</strong><br />

D. Luis. Los <strong>de</strong>más acabaron<br />

por maxmordoniza<br />

rse, o vino e l remolino<br />

y los alevantó. De<br />

pronto me ha ll é ante<br />

Tolhausen, a solas -y<br />

le tendí la mano. Decidí<br />

recorrer su diccio nario,<br />

completo, y rescatar<br />

tesoros. Propósito presuntuoso<br />

y colosal,<br />

"concepto grandioso,<br />

he ro ico, que hie re la<br />

imaginación": ¡828 grand<br />

es p áginas a tres<br />

<strong>Biblioteca</strong> <strong>de</strong> <strong>México</strong><br />

60<br />

columnas y en letra<br />

menuda! Necesité cerca<br />

<strong>de</strong> diez años -con<br />

inmensas pausas- para<br />

alcanzar mi meta, aunque<br />

mal. Todo esto, y<br />

mucho más, espero<br />

narrarlo e n <strong>de</strong>talle un<br />

día no <strong>de</strong>masiado lejano.<br />

Aquí presento apenas<br />

un anticipo. En todo<br />

caso, <strong>de</strong>bo aclarar por<br />

qué, hace unos momentos,<br />

hablé <strong>de</strong> "mi" ejemplar<br />

<strong>de</strong>l diccionario <strong>de</strong><br />

Tolhausen: sencillamente<br />

porque entre el día <strong>de</strong><br />

los Fi e les Difuntos <strong>de</strong><br />

1965 y el advenimiento<br />

<strong>de</strong>l licenciado Luis Echeverría,<br />

cinco años más<br />

tar<strong>de</strong>, la editorial --en la<br />

cual, para entonces, Protomaxmordón<br />

y yo éramos<br />

<strong>de</strong> los escasos sobrevivientes-<br />

fue <strong>de</strong>spelucada<br />

<strong>de</strong> libros y por<br />

mi parte no perdí e l<br />

tiempo: rescaté para la<br />

humanidad el diccionario<br />

<strong>de</strong> Tolhausen. Posteriormente<br />

lo hice reencua<strong>de</strong>rnar.<br />

Aquí lo tengo<br />

junto a mis apuntes, que<br />

formarán todo un libro.<br />

"Meter las capullas <strong>de</strong><br />

seda en agua hirviendo",<br />

"agotarse a fuerza <strong>de</strong><br />

libertinaje continuo",<br />

"are ngar los que están<br />

presentes a un entierro,<br />

<strong>de</strong>spidiéndolos", "pagar<br />

una <strong>de</strong>uda trillando",<br />

"hacer reventar un<br />

tumor a fuerza <strong>de</strong> risa",<br />

"<strong>de</strong>jar los extravíos amorosos".<br />

De pronto, una<br />

cascada vertiginosa:<br />

"hacer caca hasta quedar<br />

satisfecho", "jugar a los<br />

bolos hasta quedar satisfecho",<br />

"besarse mutuamente<br />

hasta quedar satisfecho"<br />

(ojo, feministas,<br />

a este masculino singular),<br />

"hacer ruido hasta<br />

quedar satisfecho" ...<br />

Y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> "coger<br />

todos los ratones, cesar<br />

<strong>de</strong> coger ratones" -o<br />

sea cuando parecía alcanzada<br />

la serenidad-,<br />

se renueva la violencia:<br />

"sacar por motivos ur-<br />

gentes, irresistibles, extraer<br />

vejando".<br />

Quien no disfrute un<br />

"extraer vejando" habrá<br />

<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> leer esto<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace rato. Peor<br />

para él. Jamás sabrá<br />

"explorar con el oído el<br />

escomienzo <strong>de</strong> la segunda<br />

fermentación". Acaso<br />

no pase <strong>de</strong> ser un "ciudadano<br />

pedantesco (en<br />

contraposición a las costumbres<br />

libres y <strong>de</strong>speja- .<br />

das <strong>de</strong> un hombre iluminado)".<br />

Pero la plena gran<strong>de</strong>za<br />

<strong>de</strong> Tolhausen, los<br />

mundos que abre al<br />

espíritu, sólo se empiezan<br />

a captar liberando<br />

<strong>de</strong> comillas sus maravillas<br />

verbales y <strong>de</strong>jándolas<br />

combinarse o difundirse<br />

con naturalidad<br />

por la página, como una<br />

levadura vivificante,<br />

hasta que ellas mismas<br />

tomen el hilo <strong>de</strong>l discurso<br />

y nos guíen a través<br />

<strong>de</strong> arquitecturas y geografías<br />

prodigiosas, sin<br />

imponer una cuota por<br />

sesentena a quienes trasegamos<br />

el agua aromatizada<br />

<strong>de</strong> los hospitales,<br />

a quienes claman el apellido<br />

<strong>de</strong> incendio, sin<br />

contemplar la figura ridícula<br />

que se hacía besar<br />

a los soldados. Uno que<br />

otro congojo <strong>de</strong> libertad<br />

en carnicería privilegiada.<br />

Tan sólo vivir antes<br />

una época bebiendo<br />

vino la lágrima o tratar<br />

<strong>de</strong> evadir la venganza<br />

<strong>de</strong> las mujeres. Habrá<br />

que izar con las gatas,<br />

sin <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar la piel<br />

bruna <strong>de</strong>l gato ruso.<br />

Aunque lo peor quizá<br />

fuese embarcarse sin<br />

bizcocho o con aceite<br />

volcánico y no lograr<br />

esa especie <strong>de</strong> abandono<br />

que gusta por consistir<br />

en cierta gracia.<br />

¡El trompeta viene<br />

tocando el clarín! ¡Es<br />

aquí una casa <strong>de</strong> meca,<br />

<strong>de</strong> tararira, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n<br />

y confusión, don<strong>de</strong> todo<br />

es bulla!

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