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Desde el arbol gordo 6 web3 - Bibliotecas Públicas

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SUMARIO<br />

COORDINACIÓN Y<br />

MONTAJE<br />

Luís Modesto Urda Buitrago<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

ESCRIBEN<br />

Antonio Gutiérrez González<br />

Áng<strong>el</strong> González Puga<br />

Paula Martín-Moreno Romero<br />

Andrés Carretero Sosa<br />

María García Campos<br />

Leandro Gutiérrez Soto<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

Dani<strong>el</strong> Martín-Moreno Romero<br />

J. Vicente Caminero Torija<br />

Francisco J. Serrano López<br />

M. Colmenero Fernández<br />

Javier Díaz-Moreno<br />

David García Urda<br />

C. Sepúlveda Rodríguez<br />

Víctor Manu<strong>el</strong> Luna Muñoz<br />

Luis Rafa<strong>el</strong> Villegas Díaz<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

EDITA<br />

Bogart Cineclub<br />

IMPRIME<br />

Gráficas Villarrubia<br />

COLABORAN<br />

Ayuntamiento de Villarrubia<br />

Cooperativa “El Progreso”<br />

ISSN 1889-0318<br />

Dep. Legal CR-460-2008<br />

“<strong>Desde</strong> <strong>el</strong> Árbol Gordo” no se<br />

hace responsable de las<br />

opiniones emitidas libremente<br />

por sus colaboradores.<br />

Nº 6 diciembre de 2010<br />

Villarrubia de los Ojos<br />

(Ciudad Real)<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 - DICIEMBRE 2010<br />

La imagen de portada es de la antigua fachada de la puerta principal de<br />

la Iglesia Parroquial de Villarrubia de los Ojos.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO - REVISTA CULTURAL<br />

Pág. 01 - Portada “Iglesia Parroquial de Villarrubia”<br />

Pág. 03 - Sumario.<br />

CREACIÓN LITERARIA<br />

Pág. 04 - “Sombra vencida”.<br />

Pág. 05 - “As time goes by”.<br />

Pág. 08 - “El invento”.<br />

Pág. 10 - “Los Palacios”.<br />

Pág. 13 - “Microrr<strong>el</strong>ato”.<br />

ENSAYO<br />

Pág. 14 - “Sobre arte contemporáneo”.<br />

Pág. 16 - “Análisis fílmico de una nov<strong>el</strong>a”.<br />

CINE<br />

Pág. 25 - “Malos de p<strong>el</strong>ícula”.<br />

Pág. 28 - “Krzysztof Kieslowski: Azul y la sinfonía inacabada”.<br />

HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />

Pág. 30 - “Guateque”.<br />

Pág. 32 - “Crónica de un viaje pactado”.<br />

HUMOR<br />

Pág. 34 - Caricatura.<br />

ARQUEOLOGÍA<br />

Pág. 35 - “Villarrubia y sus alrededores en las épocas prerromana y romana”.<br />

HISTORIA<br />

Pág. 48 - “Orígenes de la Biblioteca Municipal de Villarrubia de los Ojos”.<br />

Pág. 53 - “Agobios económicos d<strong>el</strong> Concejo de Villarrubia en <strong>el</strong> pasado”.<br />

Pág. 56 - “Un polémico señor de Villarrubia”.<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Pág. 62 - “Vista de la Plaza de la Constitución”.<br />

Aqu<strong>el</strong>las personas que deseen hacernos llegar algún tipo de colaboración o cualquier<br />

sugerencia deben remitirlo a: Bogart Cineclub, Plaza de la Constitución, 20 - Villarrubia<br />

de los Ojos CP 13670 (Ciudad Real) desde<strong>el</strong><strong>arbol</strong><strong>gordo</strong>@hotmail.es<br />

3


CREACIÓN LITERARIA - POESÍA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

SOMBRA VENCIDA<br />

Homenaje a Migu<strong>el</strong> Hernández<br />

Sombra vencida, rayo que no cesa<br />

alma de ruiseñor, perito en lunas,<br />

nanas de soledad con las que acunas,<br />

ese ciego dolor que te atraviesa.<br />

Viento d<strong>el</strong> pueblo, hi<strong>el</strong> de pena espesa,<br />

umbrío caminar, luz sin fortunas,<br />

puño y fusil mecidos en las cunas,<br />

donde duerme, engañada, la promesa.<br />

Dónde lates, Migu<strong>el</strong>, tras qué victoria,<br />

no cerraron tus ojos, ci<strong>el</strong>o oscuro,<br />

que anunciaban caminos de otra gloria.<br />

Quién fusila tu voz con un conjuro<br />

empapado de ausencia y desmemoria,<br />

para cargar tus versos de futuro.<br />

4<br />

Antonio Gutiérrez González de Mendoza


CREACIÓN LITERARIA<br />

Estaban de espaldas, pero podían verse<br />

perfectamente gracias a los dos grandes espejos<br />

art decó que colgaban frente a sus respectivas<br />

mesas. Es <strong>el</strong>la... Es él… ¿Lo serían? El espacio<br />

que los separaba se encogió de repente como un<br />

acordeón para que sus miradas, la de él y la de<br />

<strong>el</strong>la, se enlodaran a hurtadillas en <strong>el</strong> fango abisal<br />

de la memoria y convocaran en silencio los<br />

viejos fantasmas d<strong>el</strong> pasado. El carillón de un<br />

r<strong>el</strong>oj invisible dejó caer entonces la hoja afilada<br />

de una antigua m<strong>el</strong>odía sobre las sombras<br />

agridulces de la noche pasmada: As time goes<br />

by. Sus miradas brillaron de repente entre la<br />

neblina d<strong>el</strong> café como dos luciérnagas<br />

sorprendidas, desconcertadas, para apartarse al<br />

poco y evitar la in<strong>el</strong>udible d<strong>el</strong>ación no deseada<br />

en ese instante.<br />

Él, Rick, ahogó sus ojos en <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> vaso de<br />

whisky invocando dudosos recuerdos que se<br />

evaporaban como los cubitos de hi<strong>el</strong>o cada vez<br />

que levantaba la cabeza para comprobar cómo<br />

<strong>el</strong>la, Ilse, parecía ignorarlo mientras asentía a la<br />

inimaginable perorata de un añoso<br />

acompañante disfrazado de Trotsky.<br />

Con todos los cafés que hay en París, <strong>el</strong>la ha<br />

tenido que escoger este, se dijo Rick. Yo sabía<br />

que él, de estar aquí, vendría a rumiar sus<br />

recuerdos en nuestra vieja mesa al anochecer,<br />

como cada viernes de aqu<strong>el</strong> año irrepetible,<br />

murmuró para sus adentros Ilse.<br />

La música de Duke Ellington envolvía la<br />

atmósfera d<strong>el</strong> viejo café, decorado al estilo de<br />

un boulevard de principios de siglo. Olía<br />

ligeramente a marihuana, si no con la intensidad<br />

de entonces, sí con la suficiente presencia como<br />

para endulzar aqu<strong>el</strong> amplio antro que se poblaba<br />

por minutos a la llamada d<strong>el</strong> jazz que un piano<br />

enfrentado a una escuálida y acanalada columna<br />

central de escayola prometía.<br />

Siempre tuve <strong>el</strong> presentimiento de que me lo<br />

volvería a encontrar. Y sigue como me lo<br />

imaginaba: regodeándose en su pap<strong>el</strong> de duro<br />

de una p<strong>el</strong>ícula que ambos rodamos hace<br />

décadas, huérfano de sí mismo, perdido … No<br />

tiene mal aspecto a pesar d<strong>el</strong> alcohol y de su<br />

inseparable cigarrillo. ¿Qué habrá sido de su<br />

vida en estos años?<br />

Sigue siendo tan b<strong>el</strong>la como entonces…Y han<br />

pasado casi cuatro décadas…Se dice pronto…<br />

¿Cómo puede continuar bebiendo a su edad?<br />

¿Habrá sido capaz de casarse con esa bolita de<br />

algodón disfrazada de int<strong>el</strong>ectual? ¿Qué habrá<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

AS TIME GOES BY<br />

5<br />

Áng<strong>el</strong> González Puga<br />

sido de su inseparable amigo checo? Chi lo sá!<br />

Siempre fue una mujer impredecible…<br />

Rick había regresado a Europa lamiéndose la<br />

misma herida que cuando dejó Cape Town<br />

huyendo d<strong>el</strong> agridulce recuerdo de su padre,<br />

Rick senior: la herida d<strong>el</strong> remordimiento. Ella<br />

seguro que no tenía esos problemas; ya<br />

entonces, a pesar de su juventud, era una mujer<br />

práctica, dura, una mujer que parecía saber<br />

exactamente en cada momento lo que quería y<br />

lo que no. La orfandad temprana aquilata <strong>el</strong><br />

carácter, pensó Rick. Y por un instante deseó<br />

que a él le hubiera ocurrido lo mismo entonces,<br />

cuando compartían <strong>el</strong> viejo apartamento en <strong>el</strong><br />

Boulevard St-Mich<strong>el</strong>.<br />

Rick odiaba las tabernas portuarias que su<br />

progenitor regentaba, tabernas que se habían ido<br />

convirtiendo en <strong>el</strong> sancta sanctórum de los<br />

afrikáners en los ochenta y que ahora eran pasto<br />

de turistas europeos y una buena fuente de<br />

ingresos para él. ¿Qué se le habría perdido en <strong>el</strong><br />

fin d<strong>el</strong> mundo a su maldito padre para ir a morir<br />

tan lejos? Ilse había sido más afortunada a pesar<br />

de la desgracia familiar; <strong>el</strong>la había nacido en<br />

Roma, aunque tuviera siempre un pie en París,<br />

había viajado por toda Europa, tenía amigos<br />

r<strong>el</strong>ativamente cercanos...<br />

¡París…! Sí, fue en la Sorbonne donde<br />

coincidieron a finales de los sesenta (más<br />

exactamente en Deux-Magots, en aqu<strong>el</strong>la<br />

tertulia a la que fueron invitados por <strong>el</strong> amigo<br />

español de Ilse, <strong>el</strong> guionista de La guerre est<br />

finie). Ambos estudiaban Derecho entonces. Los<br />

padres de Ilse habían muerto hacía poco en un<br />

accidente. A Rick lo habían mandado a Europa<br />

para que no acabara atrapado en <strong>el</strong> viciado aire<br />

d<strong>el</strong> apartheid (¿quién entendía a su padre?).<br />

Rick recordaba ahora con nostalgia a su madre,<br />

una hermosa yanqui más enamorada de los<br />

animales que de su marido. Tal vez por eso<br />

Rick, su padre, adquirió aqu<strong>el</strong>la inmensa reserva<br />

próxima a Johanesburgo: <strong>el</strong>la estaba ocupada<br />

todo <strong>el</strong> día en <strong>el</strong> cuidado de los animales y la<br />

organización de los safaris mientras él atendía<br />

sus negocios host<strong>el</strong>eros en Cape Town. Dos<br />

horas de avión no era demasiado, pero sí lo<br />

suficiente como para evitar lo que de otra<br />

manera hubiera resultado inevitable.<br />

Fueron tiempos de vino y rosas para Ilse y Rick<br />

los pocos pero intensos meses que vivieron en<br />

<strong>el</strong> bulevar Saint Mich<strong>el</strong>. Pero <strong>el</strong>la siempre fue<br />

una desconocida para mí, ahora me doy cuenta.


Nunca se permitió ninguna confidencia que<br />

fuera más allá de su persona, de sus ideas, de<br />

sus gustos. Nunca me habló de su vida en Roma,<br />

de sus padres, de sus hermanos, de sus<br />

amigos…Rick era un ingenuo, un hombre<br />

transparente como la mirada de sus verdes ojos,<br />

un idealista sin más idea ni causa que sus<br />

propios sueños. Tal vez por eso me enamoré de<br />

él. Pero entonces yo necesitaba a alguien más<br />

maduro, más hecho, alguien con quien poder<br />

caminar segura, alguien como Federico (mi<br />

viejo amigo español, <strong>el</strong> escritor, <strong>el</strong> que<br />

aseguraba que yo sufría <strong>el</strong> complejo de Edipo<br />

con él y simulaba rechazarme cortés y divertido<br />

cada vez que trataba de seducirlo…).<br />

Ilse se levantó y se encaminó hacia los<br />

servicios. Era <strong>el</strong> momento. Rick salió tras <strong>el</strong>la<br />

inmediatamente sin pensar en lo que sucedería.<br />

No se atrevió a entrar en los lavabos de señoras,<br />

pero la esperó en <strong>el</strong> pasillo, apoyado en la pared,<br />

fumando, frente a la puerta. No sabía lo que le<br />

diría cuando saliera, únicamente esperaba<br />

enfrentarse a sus grandes ojos negros y miopes,<br />

<strong>el</strong> resto-como entonces- vendría solo: les<br />

bastaba mirarse para comprender lo que cada<br />

uno pensaba y deseaba… ¿O ya no sería así?<br />

Ilse no se sorprendió lo más mínimo al abrir la<br />

puerta y encontrar frente a <strong>el</strong>la a Rick con <strong>el</strong><br />

cigarrillo en la mano y la mirada escrutadora y<br />

expectante de antaño, tal vez despojada de la<br />

inocencia antigua que tanto la atrajo y la alejó<br />

de él.<br />

Ya no era <strong>el</strong> de entonces, evidentemente, había<br />

engordado más de lo debido, pero seguía<br />

manteniendo <strong>el</strong> porte de aqu<strong>el</strong> hombre b<strong>el</strong>lo e<br />

interesante que la había cautivado. Bueno, en<br />

realidad fueron sus anchas espaldas y sus ojos<br />

verdes de soñador lo que primero le había<br />

atraído. Tempus fugit. Sin dirigirle la palabra,<br />

con una mirada fulminante que lo dejó clavado<br />

contra la pared, Ilse le entregó una tarjeta y<br />

siguió camino hacia su mesa. Rick, sorprendido,<br />

corrió al lavabo de caballeros para leer la<br />

misteriosa tarjeta.<br />

Cuando Rick volvió a ocupar su asiento miró al<br />

espejo que tenía enfrente: Ilse y <strong>el</strong> trotskista<br />

habían desaparecido. Pidió otro whisky y<br />

depositó sobre la mesa la tarjeta: Lenox Saint<br />

Germain, 9, rue de l´Université. Ilse continuaba<br />

siendo una romántica, en <strong>el</strong> fondo. Le citaba en<br />

un hot<strong>el</strong> de la Rive Gauche, en <strong>el</strong> París de sus<br />

años jóvenes. “Te espero mañana en <strong>el</strong> Lenox<br />

Club, a las 5 p.m.”.<br />

Ella sabía que no faltaría. Ella sabía que él<br />

perdería <strong>el</strong> culo por verla. Ella sabía que Rick la<br />

había tenido en sus pensamientos todos aqu<strong>el</strong>los<br />

años, que no la había olvidado nunca…Y él<br />

sabía que <strong>el</strong>la lo amaba también a su manera…<br />

Cuando Rick entró en <strong>el</strong> Lenox Club, <strong>el</strong>la no<br />

había llegado todavía. Así que pidió un té y se<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

6<br />

entretuvo observando la decoración (otra vez art<br />

decó) y los cuadros de jazzmen famosos que<br />

adornaban las paredes. Tengo <strong>el</strong> alma negra, le<br />

había dicho <strong>el</strong>la en alguna ocasión. Y él no supo<br />

interpretar en un primer momento lo que<br />

pretendía decirle. ¿Qué sabría <strong>el</strong>la de los negros<br />

y de su alma? Él sí lo llegó a saber, por culpa de<br />

su padre. Él sí había comprobado (primero en<br />

Pretoria, después en Ciudad d<strong>el</strong> Cabo) lo que<br />

era tener un alma blanca y un alma negra. Su<br />

padre tenía también un alma negra, a pesar de<br />

las apariencias. Pero él nunca comprendió a su<br />

padre (tal vez tampoco a <strong>el</strong>la). Él tenía un alma<br />

blanca de blanco, un alma que veía <strong>el</strong> dolor, que<br />

palpaba la injusticia, que se reb<strong>el</strong>aba hacia fuera<br />

contra la iniquidad...Pero <strong>el</strong>los (Ilse, su padre)<br />

administraban su reb<strong>el</strong>día desde <strong>el</strong> silencio<br />

interior, desde la claridad de unas ideas<br />

impenetrables que eran más fuertes que<br />

cualquier grito, que cualquier pancarta, que<br />

cualquier sentimiento de solidaridad<br />

evanescente. Sí, tal vez eso les había separado<br />

también: <strong>el</strong> color d<strong>el</strong> alma.<br />

-Hola.<br />

Él no supo qué decir; se levantó para estamparle<br />

un beso…en las mejillas. Ella sonrió y se sentó<br />

frente a él. Se miraron en silencio. Ella sonreía<br />

risueña. Él no paraba de dar vu<strong>el</strong>tas al llavero<br />

que había depositado sobre la mesa de mármol<br />

mientras permanecía embobado prendido de<br />

aqu<strong>el</strong>los ojos oscuros, oscuros como aqu<strong>el</strong><br />

absurdo amor que había tenido encerrado en la<br />

bodega d<strong>el</strong> tiempo tantos años.<br />

-Tranquilízate y pídeme algo, anda.<br />

Él lo hizo y siguió mirándola, o mirándose en<br />

<strong>el</strong>la, sin saber qué decir, perdiéndose en <strong>el</strong><br />

misterio de aqu<strong>el</strong>la mirada para él<br />

inexplicablemente única, paralizado por los<br />

vaivenes de la memoria, torpe.<br />

-Sigues fumando mucho, ¿no?- trató de<br />

romper <strong>el</strong>la <strong>el</strong> hi<strong>el</strong>o, invocando un recuerdo<br />

que lo hiciera sentir confiado.<br />

-Sí, ya ves…Sigo siendo un abúlico, lo<br />

contrario que tú.<br />

-No empecemos. Ha transcurrido mucho<br />

tiempo. Paso de la dialéctica de entonces.<br />

-Siempre has pasado de todo, principalmente<br />

de mí.<br />

-¿Intentas sondearme? Ya no tenemos edad<br />

para ese tipo de juegos, Rick. Podemos<br />

hablar a las claras. De cualquier forma, por<br />

si te sirve de algo, te diré que te equivocas.<br />

¿Recuerdas aqu<strong>el</strong> último poema de Salinas<br />

que te envié? En él te lo decía todo.<br />

¡Cómo no lo había de recordar! Tan cierto como<br />

que había quemado toda su correspondencia en<br />

un día de arrebato (intentando olvidarla para<br />

siempre) era que recordaba hasta <strong>el</strong> más mínimo<br />

detalle de su r<strong>el</strong>ación con Ilse, incluido aqu<strong>el</strong> y<br />

otros poemas que de cuando en vez <strong>el</strong>la le


enviaba por aqu<strong>el</strong>la época y que él leía y r<strong>el</strong>eía<br />

con avidez. En los momentos de m<strong>el</strong>ancolía, tan<br />

frecuentes, Rick se refugiaba siempre en <strong>el</strong><br />

whisky y en la evocación de aqu<strong>el</strong>la historia<br />

desgraciada, en <strong>el</strong> recuerdo de aqu<strong>el</strong>la maldita<br />

mujer, y también en sus cartas...<br />

-Claro que lo recuerdo…Y me quiere por<br />

detrás de la risa, terminaba. Pero yo deseaba<br />

entonces quererte también con la careta de la<br />

risa, por d<strong>el</strong>ante de la risa, y tú no me<br />

dejaste.<br />

-¿Subimos a mi habitación?-invitó Ilse<br />

secamente.<br />

-Claro- aceptó él, desconcertado.<br />

En <strong>el</strong> ascensor Rick se acercó a <strong>el</strong>la, la miró<br />

largamente a los ojos, pero no se atrevió a<br />

tocarla. Le seguía desconcertando aqu<strong>el</strong>la mujer<br />

impredecible. Ilse, sin embargo, lo abrazó<br />

tiernamente y lo besó justo en <strong>el</strong> momento en<br />

que <strong>el</strong> ascensor se detenía.<br />

-¿Ves cómo aún me sigues gustando?- dijo<br />

<strong>el</strong>la.<br />

Salieron hacia la habitación. Rick se sentía<br />

dominado, conducido por <strong>el</strong>la, como antaño; y<br />

esa sensación le disgustaba. Tampoco acababa<br />

de creerse lo que <strong>el</strong>la le había dicho, como de<br />

costumbre. Su inseguridad frente al aplomo de<br />

Ilse le producía un desasosiego insoportable.<br />

Y más insoportable, amén de inesperado, fue<br />

encontrarse sentado tranquilamente junto a la<br />

ventana (leyendo, cómo no) al trotskista. Ilse los<br />

presentó. Inmediatamente, Lazslo- <strong>el</strong> presunto<br />

compañero de Ilse- salió de la habitación<br />

pretextando tener algo que hacer en la calle.<br />

-¿Vives con él?<br />

-Hemos hecho este viaje juntos, eso es todo.<br />

Ilse le condujo al dormitorio con la mirada y<br />

Rick no supo resistirse. Sin más preámbulos,<br />

tras entornar levemente las jambas de la<br />

ventana, <strong>el</strong>la se fue despojando con toda<br />

naturalidad de su ropa. Rick comenzó a hacer lo<br />

mismo, aunque no era eso exactamente lo que él<br />

esperaba. ¿No es esto lo que andas buscando?<br />

Pues ya lo tienes, parecía decirle Ilse desde su<br />

irónica sonrisa.<br />

La fuerza y la avidez de Ilse en la cama<br />

descolocaron de nuevo a Rick. Andaba<br />

desnortado. Parecía como si <strong>el</strong>la no hubiera<br />

hecho <strong>el</strong> amor desde hacía demasiado tiempo,<br />

tal era <strong>el</strong> empuje que mostraba. Rick consiguió<br />

contener brevemente los impulsos de la mujer<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

7<br />

soñada para recrearse en la visión de aqu<strong>el</strong><br />

cuerpo aún sólido, rotundo, hermoso, como<br />

siempre lo había imaginado. Ella se dejó hacer<br />

unos instantes para permitir que Rick tomara<br />

aliento mientras la acariciaba tiernamente,<br />

mientras le besaba con d<strong>el</strong>icadeza la aureola de<br />

sus pechos, mientras deslizaba su mano por<br />

aqu<strong>el</strong>las piernas interminables e increíbles por<br />

lo añoradas, mientras olisqueaba con disimulo<br />

su sexo humedecido bajo un pubis parcialmente<br />

rasurado, mientras se entretenía en contar y en<br />

besar los diminutos lunares que hermoseaban su<br />

espalda, por la que él deslizaba suavemente la<br />

lengua como antaño tratando de despertar<br />

innecesariamente sus dormidos instintos…Hasta<br />

que Ilse volvió a la lucha cuerpo a cuerpo, al<br />

beso apasionado, al abrazo fuerte, a la entrega<br />

sin freno….buscando inútilmente la dureza de<br />

un sexo batido en retirada…<br />

-Necesito una ducha para r<strong>el</strong>ajarme-dijo él<br />

de repente.<br />

-Yo te espero…no sufras.<br />

Ilse encendió un cigarrillo para entretener la<br />

espera. Rick retornó fresco, dispuesto<br />

nuevamente a la batalla. Pero ni su empeño ni<br />

toda la sabiduría amatoria de Ilse consiguieron<br />

que culminara <strong>el</strong> torneo como ambos<br />

pretendían.<br />

-Esto demuestra que aún me quieres- susurró<br />

Ilse al oído de un ensimismado Rick refugiado<br />

en la autoconmiseración d<strong>el</strong> macho que cree<br />

no haber estado a la altura de lo que<br />

presumiblemente se esperaba de él.<br />

-Nunca podrás hacerte idea de cuánto…<br />

Y a partir de ese momento se enfrascaron en la<br />

rememoración de sus días f<strong>el</strong>ices, en la exitosa<br />

carrera de <strong>el</strong>la como actriz y en <strong>el</strong> fracaso de él<br />

como letrado (aunque como empresario no le<br />

había ido peor que a su padre). ¿Y <strong>el</strong> futuro?<br />

-Tienes que irte-dijo <strong>el</strong>la mirando a su r<strong>el</strong>oj.<br />

Rick comprendió. Ya en la puerta, Ilse le<br />

deslizó nuevamente una tarjeta en su bolsillo<br />

mientras le daba un beso de despedida.<br />

En <strong>el</strong> ascensor, Rick leyó la nueva tarjeta. Eran<br />

los números de t<strong>el</strong>éfono de Ilse en Francia e<br />

Italia y una frase sarcástica que le amargó la<br />

tarde más que la visión de Lazslo esperando <strong>el</strong><br />

ascensor que él abandonaba:<br />

Siempre te quedará París<br />

Ilse.


CREACIÓN LITERARIA<br />

Ésta es la historia de mi amigo. Probablemente<br />

habéis oído hablar de él, ya que salió en la t<strong>el</strong>e y<br />

en los periódicos hace unos años. Aún así, en un<br />

alarde inútil de preservar su intimidad no<br />

mencionaré su verdadero nombre. Mi amigo,<br />

llamémosle Newton, en honor al científico e<br />

inventor, trató de ser precisamente esas dos<br />

cosas, y luchó por <strong>el</strong>lo durante toda su vida.<br />

No se puede decir que Newton fuera una<br />

persona corriente, con la que uno se topa todos<br />

los días. Más bien se trataba de alguien<br />

demasiado fuera de lo normal, tanto que a veces<br />

me asustaba, aunque nunca antes he llegado a<br />

confesarlo tan abiertamente.<br />

Como habréis notado, hablo de Newton en<br />

pasado, como se habla de quien ya no está entre<br />

nosotros. Durante un tiempo debo admitir que<br />

me costó referirme a él en este tiempo, pero<br />

ahora voy logrando dominar mis sentimientos<br />

respecto a este tema y he conseguido hablar de<br />

él con naturalidad, también he sido capaz de<br />

escribir sobre él, aunque sólo sea como terapia.<br />

Quién diría que a un escritor encumbrado como<br />

yo le costaría alguna vez escribir sobre algún<br />

tema, pues, ya veis, a veces hay asuntos que<br />

guardamos c<strong>el</strong>osamente en algún lugar interior,<br />

asuntos que atañen a personas tan queridas para<br />

nosotros que <strong>el</strong> mero hecho de nombrarlas<br />

puede producirnos fragilidad mental. Ahora ya<br />

estoy mejor, por eso hago esto: una especie de<br />

exorcismo literario.<br />

Pero, sin más dilaciones volvamos a la historia.<br />

Newton era especial, y lo más importante, se<br />

creía especial, ya que siempre pensó que podría<br />

descubrir algo de vital r<strong>el</strong>evancia para la<br />

humanidad, algo que sirviera para hacernos<br />

mejores personas, decía él. La gente lo tildaba<br />

de soñador y le daba la espalda. A pesar de todo<br />

no cesó en su empeño, y a lo largo de su época<br />

universitaria inventó varios artefactos que<br />

patentó, pero de los que no se sentía<br />

especialmente orgulloso, pues no eran muy<br />

útiles, y mucho menos podrían salvar vidas, que<br />

era lo que él pretendía, en último término.<br />

Cuando finalizó sus estudios, se recluyó en su<br />

laboratorio, y rehusó ver a alguien durante cinco<br />

años. ¡Cinco años! encerrado entre cuatro<br />

paredes sin más compañía que sus libros, sus<br />

ordenadores y sus “maquinitas”. Su único<br />

contacto con <strong>el</strong> mundo exterior era a través de<br />

su madre que le proveía de comida y le<br />

suministraba los materiales que él iba<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

EL INVENTO<br />

8<br />

Paula Martín-Moreno Romero<br />

necesitando para sus experimentos. Ni siquiera<br />

tenía un momento para verme a mí, su único<br />

amigo durante tanto tiempo. Cuando nos<br />

conocimos ambos contábamos siete años. Yo<br />

llegué a su pueblo desde León y no conocía a<br />

nadie en <strong>el</strong> colegio. Me fijé en un niño menudo<br />

y con <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o particularmente erizado que se<br />

sentaba d<strong>el</strong>ante de mí y que a primera vista me<br />

pareció gracioso. En <strong>el</strong> recreo ese niño no se<br />

r<strong>el</strong>acionaba con nadie, al igual que yo. Un día a<br />

la salida de la escu<strong>el</strong>a, unos chicos mayores<br />

intentaron pegarme, pero aqu<strong>el</strong> niño extraño<br />

apareció con una barra de hierro en la mano y<br />

los amenazó. Todavía hoy dudo que hubiera<br />

podido blandirla <strong>el</strong> suficiente tiempo para<br />

causarles algún daño, pero los matones<br />

escolares se esfumaron asustados, con una<br />

expresión en sus ojos que me hizo pensar que tal<br />

vez yo me hubiera equivocado en mi<br />

apreciación. -Me había fijado en que andabas<br />

siempre solo- Me dijo. -Parece que <strong>el</strong>los<br />

también. Hace tiempo que no me molestan, no<br />

creo que vu<strong>el</strong>van a molestarte a ti. Saben que no<br />

tengo nada que perder en un du<strong>el</strong>o a vida o<br />

muerte-. Sus palabras me parecieron de una<br />

madurez estremecedora o de una locura<br />

preocupante, pero preferí pensar lo primero. A<br />

partir de ahí nos hicimos inseparables. A mí,<br />

que soy una persona bastante inclinada a la<br />

fantasía heroica, me gustaba pensar que me<br />

había salvado la vida, y que debido a eso, yo<br />

estaba en deuda con él, y le prometí eterna<br />

amistad en una especie de ceremonia infantil en<br />

la que sacrificamos a una rana, ¡pobre animal!,<br />

sus fluidos corporales en nuestro apretón de<br />

manos sirvieron para s<strong>el</strong>lar la alianza.<br />

De repente, un día salió de su despacho como<br />

emerge <strong>el</strong> ave fénix de sus cenizas, renovado y<br />

con más vitalidad que nunca, anunciando a los<br />

cuatro vientos que había creado un dispositivo<br />

capaz de medir y compartir las emociones de las<br />

personas. Él defendía la importancia de su<br />

invención diciendo que así todo sería más<br />

transparente, podríamos saber verdaderamente<br />

en qué grado estamos afligidos, o f<strong>el</strong>ices, o<br />

enfadados…. Para <strong>el</strong>lo construyó un nanorrobot<br />

que se implanta debajo de la pi<strong>el</strong> y estableció un<br />

sistema de medidas para cada una de las<br />

emociones reconocidas: amor, dolor, angustia,<br />

miedo, odio, etc. Lo llamó “empatímetro”, pues<br />

además hacía posible que una persona<br />

compartiera lo que estaba sintiendo con otra.


El barrio se llenó de periodistas y gente que<br />

quería saber en qué consistía esta maravilla de<br />

la técnica. Él explicó que todavía se encontraba<br />

en una fase experimental, y no se había probado<br />

aún con humanos, así que no podía hablar de<br />

resultados enteramente fiables.<br />

Por culpa de la presión de los medios y de<br />

distintas compañías que decían necesitar<br />

urgentemente de los servicios de “este chisme”<br />

por <strong>el</strong> bien de sus empleados, Newton pasó a la<br />

fase de prueba en humanos antes de concluir<br />

con la animal. Era seguro, dijo. Y por supuesto,<br />

se ofreció él mismo para implantarse <strong>el</strong><br />

nanorrobot en su brazo. Así tomaré notas, me<br />

dijo, conoceré los datos de primera mano. Traté<br />

de disuadirle, pero en vano, hacía tiempo que<br />

había dejado de escucharme, al igual que a su<br />

madre y las pocas personas que todavía se<br />

preocupaban por él.<br />

Durante un año los resultados fueron<br />

inmejorables, espectaculares. Gracias a la ayuda<br />

de Newton una madre podía saber cuánto amaba<br />

su nuera a su hijo; un doctor sabía qué grado de<br />

dolor estaba padeciendo cada paciente. Ya no se<br />

trataba de meras percepciones, eran cifras<br />

exactas, era ciencia, no había lugar para <strong>el</strong> error.<br />

Yo leía sobre <strong>el</strong>lo en las revistas de ciencia, a<br />

las que me suscribí para seguir detalladamente<br />

la evolución d<strong>el</strong> invento de Newton, pues él ya<br />

hacía tiempo que rehusaba hablar conmigo.<br />

Todo parecía ir sobre ruedas para él,<br />

aparentemente. Pero en <strong>el</strong> fondo no era así, en<br />

este primer año, aunque en sus palabras fue <strong>el</strong><br />

mejor de su vida, llegó a envejecer lo<br />

equivalente a diez. Su organismo se deterioró a<br />

pasos agigantados. Y es que todavía no he<br />

explicado cómo trabaja <strong>el</strong> “empatímetro”. Como<br />

he indicado antes, este nanorrobot se introduce<br />

debajo de la pi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> sujeto y es este sujeto en sí<br />

<strong>el</strong> que experimenta las emociones de los demás,<br />

de manera que es capaz de <strong>el</strong>aborar una escala<br />

real para cada emoción. El nanorrobot capta en<br />

<strong>el</strong> campo <strong>el</strong>ectromagnético de la persona con la<br />

emoción a medir lo r<strong>el</strong>ativo a esta emoción y lo<br />

traslada al sistema nervioso de la persona que lo<br />

porta, pudiendo ésta experimentar lo mismo que<br />

la otra y así establecer la medida exacta. Lo más<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

9<br />

fascinante de todo esto es que <strong>el</strong> portador d<strong>el</strong><br />

chisme es capaz de empatizar<br />

LITERALMENTE con la persona que<br />

experimenta <strong>el</strong> sentimiento, es decir comparte<br />

su carga, aligerando la de éste último.<br />

Imaginaos la repercusión humana d<strong>el</strong> invento:<br />

compartir <strong>el</strong> dolor, la alegría, <strong>el</strong> amor… de otro.<br />

Recientemente, he comprendido las razones d<strong>el</strong><br />

ac<strong>el</strong>erado empeoramiento físico y anímico de<br />

mi amigo, las mismas que probablemente<br />

propiciaron su muerte. Su madre vino a hablar<br />

conmigo hace unas semanas y me lo contó todo.<br />

Es importante indicar que Newton sólo había<br />

construido un empatímetro con éxito, y era él<br />

quien lo llevaba implantado en su propio<br />

organismo, y como las personas llamaban<br />

continuamente a su puerta día y noche no tenía<br />

tiempo para terminar la fase de experimentación<br />

y crear copias de su invento. La gente acudía a<br />

pedirle que les ayudara, le decían que sin él<br />

estaban perdidas. Y Newton, que pensaba que se<br />

debía a su causa, siempre estaba dispuesto a<br />

experimentar y compartir distintas emociones<br />

sin descanso: pasando d<strong>el</strong> dolor de la parturienta<br />

al éxtasis d<strong>el</strong> que gana la lotería.<br />

Continuamente, gente de aquí y de allí le<br />

acosaba con sus demandas, y a él no parecía<br />

importarle. Pero ya no dormía, no comía apenas,<br />

se desplazaba allá donde le reclamaban sin<br />

importarle su estado físico, sus propias<br />

emociones, las de los suyos… Todo esto es por<br />

<strong>el</strong> bien de la humanidad, decía. Su madre<br />

también me explicó <strong>el</strong> porqué de su<br />

distanciamiento hacia mí. –Estaba convencido<br />

de que si hablaba contigo le obligarías a parar,<br />

dirías que por su bien, y a ti tendría que creerte,<br />

por eso no aceptaba tus visitas ni tus llamadas,<br />

aunque sufría por <strong>el</strong> daño que podía estar<br />

haciéndote. -Una vida bien puede valer la de<br />

miles-, repetía una y otra vez. Nunca supe a<br />

quién se refería con una vida, si a la suya, a la<br />

tuya o a la mía propia- Me confesó la madre.<br />

Al cabo de un tiempo, como algunos temíamos,<br />

Newton se quitó la vida, a su lado había una<br />

nota que decía: “No puedo aguantarlo más”.<br />

Desgraciadamente para la humanidad, o tal vez<br />

no, quemó los bocetos d<strong>el</strong> invento.


CREACIÓN LITERARIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

LOS PALACIOS<br />

(Primer r<strong>el</strong>ato d<strong>el</strong> volumen d<strong>el</strong> autor “Leyendas”)<br />

Hablan las viejas lenguas y leyendas, los viejos<br />

escritos ya perdidos y algunas veces <strong>el</strong> viento<br />

frío de las noches invernales sobre la era de los<br />

grandes palacios. Una época poco conocida de<br />

la que no hay más reseñas en <strong>el</strong> tiempo que los<br />

recuerdos de los más viejos, recuerdos de<br />

segunda mano obtenidos a partir de otros aún<br />

más viejos, los cuales no recordaban si eran<br />

suyos propios o se los habían transmitido sus<br />

abu<strong>el</strong>os.<br />

El romance de la fuente fría afirmaba la<br />

existencia de uno de estos palacios en los<br />

huertos de palacio, en mitad d<strong>el</strong> bosque de los<br />

huertos de palacio, pero se desconocía si<br />

perteneció a esta era, si fue <strong>el</strong> último de los<br />

grandes palacios, o si era mera coincidencia.<br />

Solo se conocía aqu<strong>el</strong>lo que contaban.<br />

No grandes; enormes e inmensos en la lejanía,<br />

hiperbólicos en la cercanía. Circundaban <strong>el</strong><br />

pueblo protegiéndolo, función que se especula<br />

era la original aunque en la época de máximo<br />

esplendor los castillos surgían por doquier sin<br />

tino, sin sentido, ni orden ni método; aqu<strong>el</strong> que<br />

era fuerte plantaba su palacio allí donde podía.<br />

Mientras se pudo solo se respetó una cosa, salvo<br />

una inicial excepción, no se permitía construir<br />

en <strong>el</strong> núcleo urbano. Pero como toda la cosa<br />

cambió cuando ya apenas había espacio<br />

alrededor y <strong>el</strong> poco que quedaba era de<br />

desorbitado precio. Entonces alguien construyó<br />

desafiando a las leyes y las autoridades<br />

desbordadas y sin rumbo no supieron parar un<br />

sistema de pequeñas concesiones en <strong>el</strong> cual ese<br />

era <strong>el</strong> último paso restante. Si echaban <strong>el</strong> nuevo<br />

castillo interior al su<strong>el</strong>o debían de igual forma<br />

derruir aqu<strong>el</strong>los cercanos al río, los que<br />

superaban en diez metros la altura máxima,<br />

aqu<strong>el</strong>los cuyas almenas se decoraban con t<strong>el</strong>as<br />

exportadas, y así un largo etcétera. Se abrió la<br />

veda y <strong>el</strong> desorden y <strong>el</strong> caos finalmente<br />

triunfaron.<br />

El pueblo nació al refugio d<strong>el</strong> río, buenas aguas<br />

de orígenes lejanos e inciertos, y al amor de la<br />

fuente.<br />

El río proveía al pueblo de innumerables<br />

ventajas; algo de huerta, algo de pesca, y algo<br />

de monocultivo de regadío, pero de vez en<br />

cuando sufría de los vaivenes de los ciclos<br />

climáticos y o bien se secaba o se anegaba<br />

totalmente provocando grandes<br />

encharcamientos de aguas que se estancaban<br />

10<br />

Andrés Carretero Sosa<br />

ocasionando la llegada de alguna que otra<br />

enfermedad.<br />

De la fuente todo eran ventajas. Situada justo en<br />

mitad d<strong>el</strong> pueblo, de <strong>el</strong>la surgía un agua tan<br />

buena y en tanta abundancia que nadie bebía<br />

otra que no fuera de esta. Nacía en la Sierra, en<br />

alguno de los muchos incógnitos lugares d<strong>el</strong><br />

bosque de los huertos de Palacio, y se repartía a<br />

través de los intestinos d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o en esta y<br />

otras muchas fuentes. Pero se decía que esta,<br />

que sus aguas, atravesaban un lecho de piedra<br />

levemente ferruginosa <strong>el</strong> cual matizaba su sabor<br />

e incrementaba sus propiedades. Por esto era un<br />

deber patrio protegerla. Por esto y porque<br />

nunca, no como <strong>el</strong> río, se había secado.<br />

Después d<strong>el</strong> fin de la época oscura, cuando <strong>el</strong><br />

río se secó durante años, cuando no llovía y <strong>el</strong><br />

pueblo subsistía únicamente con <strong>el</strong> agua de la<br />

fuente, cuando se llegó a un punto en <strong>el</strong> cual era<br />

imposible compartir este agua con <strong>el</strong> resto de<br />

pueblos vecinos y se abatió sobre la zona la<br />

última guerra; la guerra d<strong>el</strong> agua donde murió<br />

tanta gente. Después d<strong>el</strong> desastre, se llegó a la<br />

conclusión de que había que protegerla para así<br />

protegerse, porque de no haber sido por <strong>el</strong><br />

abrupto fin de aqu<strong>el</strong>la sequía todos habrían<br />

muerto sino de sed pasados por las armas.<br />

Cuando las aguas volvieron a su cauce, nunca<br />

mejor dicho, volvió la abundancia y con <strong>el</strong>la la<br />

paz y <strong>el</strong> perdón que no <strong>el</strong> olvido. Las


autoridades y <strong>el</strong> pueblo de forma unánime,<br />

como nunca antes se había visto, decidieron<br />

salvaguardar y honrar aqu<strong>el</strong>lo que había<br />

supuesto su salvación. Se volcaron, antes de<br />

comenzar a reconstruir nada, con la protección<br />

de la fuente.<br />

Designaron un grupo con representación de<br />

todos los estamentos sociales d<strong>el</strong> pueblo al cual<br />

se le encomendó la tarea de diseñar la estrategia<br />

de salvaguarda. Tras intensas reuniones llegaron<br />

a una serie de medidas. Se creó un cuerpo de<br />

protección de la fuente y de sus aguas <strong>el</strong> cual<br />

tenía estructura jerarquizada y que recibió <strong>el</strong><br />

nombre de Santa Hermandad de las aguas. Se<br />

promulgaron leyes que regían esta Hermandad y<br />

sus funciones así como <strong>el</strong> consumo, con <strong>el</strong><br />

ánimo de restringirlo. Solo aqu<strong>el</strong>los con<br />

demostrado enraizamiento en la localidad<br />

podrían disfrutar sus beneficios. Construyeron a<br />

su alrededor un monumento con la mejor de las<br />

piedras de las canteras cercanas y crearon un<br />

monolito ensalzando la virtudes de sus aguas las<br />

cuales fueron las que salvaron al pueblo de la<br />

destrucción. En este mismo monolito apareció<br />

por primera vez su nuevo nombre, la Fuente de<br />

la Sanación. La última de las grandes medidas<br />

fueron los castillos. Cuatro castillos, cuatro<br />

fortalezas, en los cuatro puntos cardinales, a<br />

idéntica distancia de la fuente de la Sanación,<br />

v<strong>el</strong>arían por la protección de la fuente, d<strong>el</strong><br />

pueblo frente a posibles amenazas e invasiones.<br />

La primera gran reforma de los palacios ocurrió<br />

transcurridas unas generaciones, casi olvidados<br />

los terribles días y ya en época de bonanza. Los<br />

palacios estaban allí, inmensamente altos y mal<br />

conservados, sin función aparente pues desde su<br />

construcción no habían sido utilizados apenas<br />

para su original destino. La hermandad de las<br />

aguas decidió en junta extraordinaria remozar su<br />

aspecto y dotarlos de alguna utilidad y para <strong>el</strong>lo<br />

adoptaron la polémica idea de vender los<br />

palacios y sus derechos, de los que se<br />

construyeran en un futuro, y así de paso sanear<br />

sus arcas.<br />

La venta se hizo en pública subasta, los dueños<br />

obtuvieron absoluta propiedad sobre <strong>el</strong> palacio y<br />

sus terrenos. La única obligación vitalicia con<br />

respecto a la hermandad era que una de las<br />

torres, la más alta, fuera de uso obligatorio para<br />

vigilancia. Allí habría siempre un miembro de la<br />

hermandad oteando <strong>el</strong> horizonte en busca de<br />

posibles p<strong>el</strong>igros. Frente a la primera opinión<br />

popular sobre <strong>el</strong> seguro y rotundo fracaso de la<br />

venta de los palacios, mucho dinero era<br />

necesario para restaurar esas moles de piedra<br />

inútiles, <strong>el</strong> saldo fue bastante positivo. Las<br />

cuatro mayores fortunas d<strong>el</strong> pueblo pujaron en<br />

dura liza por las cuatro construcciones y al final<br />

y para envidia y sorpresa d<strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> pueblo las<br />

obtuvieron. El siguiente palacio lo construyó la<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

11<br />

propia hermandad con parte d<strong>el</strong> dinero obtenido<br />

en la subasta y con ánimo de resaltar su<br />

importancia creando así la excepción que<br />

cumple toda regla, lo levantaron justo en la<br />

mitad d<strong>el</strong> pueblo, al lado de la fuente. Este<br />

puede decirse que fue <strong>el</strong> punto de inflexión, <strong>el</strong><br />

inicio de la locura.<br />

Con la venta de los palacios la hermandad<br />

adquirió notoria presencia en la élite d<strong>el</strong> pueblo<br />

y sus miembros pudieron desde entonces mirar<br />

de igual a igual a las hasta entonces autoridades.<br />

El alcalde y algunos de sus acólitos, los<br />

descendientes de los antiguos dueños d<strong>el</strong><br />

pueblo, la nobleza que conquistó aqu<strong>el</strong>los<br />

terrenos en épocas perdidas en la oscuridad de<br />

la historia, algunos mercaderes y algún que otro<br />

terrateniente y <strong>el</strong> cura, habían sido la única ley<br />

hasta entonces. Ellos copaban las altas<br />

instancias gubernamentales en un círculo<br />

cerrado y difícilmente permeable y decidían<br />

cuasi caciquilmente los designios y destinos d<strong>el</strong><br />

pueblo. Entrar dentro de este s<strong>el</strong>ecto grupo<br />

había sido cosa imposible. La única brecha se<br />

abrió cuando <strong>el</strong> pueblo estuvo a punto de<br />

desaparecer en las guerras d<strong>el</strong> agua. La<br />

desesperación frente a la segura muerte aunó los<br />

ánimos y la decisión popular y tras finalizar<br />

estos terribles acontecimientos la resaca d<strong>el</strong><br />

espíritu que unió al pueblo bajo una única<br />

voluntad, permitió resquebrajar levemente <strong>el</strong><br />

cascarón tácito que envolvía y separaba a unos<br />

de otros; a los que dirigían y mandaban frente a<br />

los que no. Por allí se coló la hermandad de las<br />

aguas dando acceso con <strong>el</strong>los a todos sus<br />

miembros.<br />

El poder de la hermandad se mantenía mediante<br />

la fe de sus miembros y la d<strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> pueblo,<br />

pero sobre todo con dinero. El de la venta de los<br />

palacios se agotaba y las donaciones no eran<br />

muchas, así pues la consolidación de este poder<br />

vino de una idea genial; la venta d<strong>el</strong> agua de la<br />

fuente de la Sanación. Este evento marcó <strong>el</strong><br />

inicio de la prosperidad de la era de los palacios<br />

y determinó de la misma forma su fin.<br />

El privilegio inicial de acceso a las aguas<br />

únicamente si se demostraba suficiente<br />

enraizamiento en <strong>el</strong> pueblo se tuvo que cambiar<br />

porque de otra forma no habría sido posible su<br />

venta. El agua continuó siendo gratuita para <strong>el</strong><br />

pueblo y de esta forma se pudo vender agua a<br />

los foráneos. Fue otro rotundo éxito.<br />

La hermandad ya tenía un palacio, <strong>el</strong> único<br />

situado en <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> pueblo, pero con los<br />

grandes ingresos de la venta de las aguas de la<br />

Fuente de la Sanación obtuvo una riqueza<br />

inusitada y comenzó nuevas obras de cuatro<br />

nuevos palacios al lado de los que<br />

originariamente poseyó. Estos nuevos eran más<br />

grandes, más altos, más ostentosos y llenos de<br />

habitaciones. Había ya pues nueve palacios.


El onceavo surgió de la nada. Nadie supo dar<br />

explicación a su origen pues para hacerlo era<br />

requisito imprescindible ser rico y su dueño,<br />

aparentemente, no lo era. Era una altura superior<br />

a los demás y para su construcción en lugar d<strong>el</strong><br />

clásico adobe se utilizó ladrillo revestido de<br />

mármol. Sus torres señalaban al ci<strong>el</strong>o<br />

empenachadas con blasones de ricas t<strong>el</strong>as<br />

dibujando simbólicos escudos de armas que<br />

indicaban un señorío y nobleza alumbrado al<br />

amor d<strong>el</strong> dinero que nadie osaba discutir y todos<br />

alababan, aunque en secreto criticaban y<br />

envidiaban. Su dueño empezó a ser mirado con<br />

un respeto surgido d<strong>el</strong> miedo y <strong>el</strong> misterio y él<br />

comenzó a tratar a todo aqu<strong>el</strong> que sucumbía a su<br />

recién estrenada riqueza con <strong>el</strong> desdén d<strong>el</strong> que<br />

antes de señor ha sido siervo.<br />

El doceavo y treceavo fueron igualmente<br />

inmensos y espontáneos así como inexplicables.<br />

Otros dos nuevos señores de dos nuevos<br />

palacios circundaban y limitaban <strong>el</strong> pueblo. Tras<br />

la construcción de los dos siguientes <strong>el</strong> secreto<br />

no se pudo mantener.<br />

Después de comenzar la venta d<strong>el</strong> agua<br />

solamente a los foráneos, <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> pueblo<br />

comenzó a observar temerosamente <strong>el</strong><br />

crecimiento sin fin d<strong>el</strong> poder de la Hermandad<br />

d<strong>el</strong> Agua. De haber seguido así su influencia y<br />

poder acabarían minando definitivamente sus<br />

funciones y pasarían a ser meras figuras<br />

decorativas. Decidieron pues sacar tajada y para<br />

<strong>el</strong>lo aprobaron una ley gravando <strong>el</strong> consumo<br />

local d<strong>el</strong> agua. Con la excusa de infraestructuras<br />

diversas para acondicionar <strong>el</strong> flujo y tránsito<br />

adecuado y saludable d<strong>el</strong> agua en los límites d<strong>el</strong><br />

pueblo, competencia de las autoridades y no de<br />

la Hermandad, se creó un nuevo impuesto<br />

individual sobre <strong>el</strong> consumo d<strong>el</strong> agua.<br />

Inicialmente era muy bajo pero era un hecho<br />

conocido y aceptado que cada año se<br />

incrementaba levemente. Con los beneficios se<br />

construyó <strong>el</strong> décimo palacio, en los terrenos d<strong>el</strong><br />

antiguo palacio; este era ya <strong>el</strong> segundo dentro<br />

d<strong>el</strong> pueblo. Después de esto <strong>el</strong> primero que,<br />

indignado y después de muchas protestas caídas<br />

en saco roto, cayó en la cuenta decidió vender<br />

en <strong>el</strong> mercado negro <strong>el</strong> agua que a él,<br />

injustamente, le gravaban. El único enemigo<br />

contra <strong>el</strong> que luchar era <strong>el</strong> tiempo y al final fue<br />

él más rápido, no solo se enriqueció sino que<br />

aún hubo otros dos o tres que igualmente<br />

medraron. El vacío legal en torno a la venta d<strong>el</strong><br />

agua provocó la rápida creación de leyes locales<br />

para evitarlo pero los palacios ya creados y sus<br />

dueños y pese a las protestas d<strong>el</strong> resto d<strong>el</strong><br />

pueblo, salieron indemnes.<br />

Había trece palacios y trece señores de los<br />

palacios. La nueva ley prohibía expresamente,<br />

solamente a los particulares, y bajo penas de<br />

cárc<strong>el</strong> la venta d<strong>el</strong> agua de la Fuente de la<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

12<br />

Sanación. Nada decía de otras fuentes y pozos<br />

sobre los que no existía regulación alguna y que<br />

de igual manera se surtían de las mismas aguas<br />

que esta. El palacio número catorce marcó la<br />

última de las grandes etapas de construcciones<br />

desaforadas de palacios. La última porque tras<br />

esta ya no se construyeron más y porque casi<br />

significa <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> pueblo.<br />

Todo <strong>el</strong> mundo tenía una fuente o un pozo de<br />

aguas milagrosas de donde sacar agua para ser<br />

vendida, ya no era necesario pagar impuestos<br />

por consumo sobre la Fuente de la Sanación<br />

puesto que nadie bebía ya de allí, los<br />

organismos creados para la gestión de la misma<br />

ya no tenían sentido, todo <strong>el</strong> mundo tenía mucho<br />

dinero y con mucho dinero se construían<br />

palacios.<br />

Una vez que se consiguió rodear <strong>el</strong> pueblo de<br />

palacios se comenzó a construir en <strong>el</strong> interior,<br />

antes habían sido construidos dos palacios,<br />

cuando no hubo espacio en las afueras. Poco<br />

importaba nada ya, que lentamente las aguas,<br />

briosas antaño, se fueran secando, poco<br />

importaba incluso la maldición sobre <strong>el</strong>los. La<br />

maldición no escrita que decía que una vez<br />

construido un palacio este crecería y crecería sin<br />

fin ni medida pues en todos y cada uno de <strong>el</strong>los<br />

una vez acabados se realizaban ampliaciones<br />

con <strong>el</strong> objetivo de superar en tamaño al surgido<br />

en último lugar. De igual manera legiones de<br />

personas eran necesarias para mantenerlos en<br />

buen estado y limpieza. La maldición afirmaba<br />

que independientemente de la gente que los<br />

limpiara y mantuviera justo en <strong>el</strong> momento de<br />

dejarlo impoluto era necesario comenzar de<br />

nuevo. Pero nada de eso importaba, nadie se<br />

daba cuenta.<br />

Despertó. Y como otras veces antes desconocía<br />

donde se encontraba. Era un bosque, rayos de<br />

sol se filtraban entre <strong>el</strong> ramaje de las encinas y<br />

los robles, y en <strong>el</strong> aire se respiraban miedo y<br />

destrucción. Como otras veces no recordaba<br />

nada y no tenía forma definida, pero como sabía<br />

que se podía mover anduvo hasta las lindes d<strong>el</strong><br />

bosque para observar lo que ocurría y al verlo se<br />

espantó.<br />

Una construcción enorme, un palacio<br />

semiderruido en los límites d<strong>el</strong> bosque.<br />

Alrededor viejos huecos de árboles derrengados<br />

que se encontraban apilados y muertos cercanos<br />

a un arroyo por donde discurría un hilo de agua.<br />

Más allá todo era desolación, soledad y cientos<br />

de construcciones en ruinas en un lienzo de<br />

torres hundidas sobre muros caídos y rotos. En<br />

<strong>el</strong> aire reinaba solamente <strong>el</strong> polvo seco d<strong>el</strong><br />

adobe y d<strong>el</strong> ladrillo abandonado a su suerte<br />

hacía como millones de años. Ningún signo de<br />

vida, solo <strong>el</strong> débil fluir de un hilo de agua en<br />

mitad de la nada. Tenía sed, podían haber<br />

pasado cientos de años desde la última vez que


fue algo, así pues se acercó a beber y tras<br />

saciarse pudo contemplar en un pequeño charco<br />

su imagen, su nueva apariencia. Era una mujer<br />

vieja, pequeña y arrugada, con pinta vivaracha y<br />

muy agradable. Se levantó y miró en lontananza<br />

más allá d<strong>el</strong> palacio semiderruido a través d<strong>el</strong><br />

bosque, hacia la sierra, buscando <strong>el</strong> origen d<strong>el</strong><br />

agua. Era fría, muy fría. El agua de la fuente<br />

fría, así la llamó, que venía de los confines de la<br />

tierra más allá y más profundamente de esos<br />

montes allí dispuestos. Sabía bien, era muy rica<br />

y con un leve sabor a hierro, pero también podía<br />

paladear su lamento, su sufrimiento, <strong>el</strong> origen y<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

CREACIÓN LITERARIA - MICRORRELATO<br />

Después de hacer <strong>el</strong> amor, me invitas a un<br />

Bourbon. Observo la bot<strong>el</strong>la: es de los caros. Te<br />

pregunto que cómo puedes permitirte tal lujo, tú<br />

respondes que es <strong>el</strong> regalo de un amigo. Hay<br />

algo que quiero tratar contigo y creo que es un<br />

buen momento. Te recuestas a mi lado y me lees<br />

un poema tuyo. Es precioso: no hace falta que te<br />

lo diga porque ya lo sabes, ya sabes que tienes<br />

un talento extraordinario y que todo lo que sale<br />

de tus maravillosas manos me encanta; sin<br />

embargo, yo sigo preocupada por esa cuestión<br />

d<strong>el</strong> puesto de dependienta que te ofrecieron en<br />

la ferretería y lo menciono; <strong>el</strong> tema te incomoda<br />

y desvías la conversación hacía la literatura de<br />

poetas malditos. Vu<strong>el</strong>vo a insistir: tu buen<br />

humor desaparece, te cabreas, me gritas que tú<br />

has nacido para ser la mejor de los poetas y que<br />

13<br />

<strong>el</strong> fin de toda esa destrucción que se veía, <strong>el</strong><br />

odio y la avaricia que aún la impregnaban.<br />

Anduvo un poco hacia <strong>el</strong> bosque siguiendo <strong>el</strong><br />

curso d<strong>el</strong> arroyo mientras iniciaba una<br />

conversación con <strong>el</strong> agua, seguramente esa era<br />

su nueva misión, para lo que había aparecido<br />

allí, para curar <strong>el</strong> agua de ese lugar. Empezó a<br />

mimarla con canciones mientras desaparecía en<br />

<strong>el</strong> bosque y cuando empezaba a preguntarse<br />

donde habrían huido los hombres oyó un ruido y<br />

al volverse contempló a uno señalándole y<br />

diciendo, “una gurruñaña”.<br />

María García Campos<br />

sería un desprestigio aceptar un trabajo tan<br />

vulgar en una tiendecilla de barrio. Suspiro, doy<br />

un trago a mi vaso de alcohol. No hay reproches<br />

de mi parte: me limito a levantarme de la cama<br />

y vestirme. Tú sigues con tus argumentos de<br />

principios, pero yo ignoro tu orgullo estúpido.<br />

Me despido de ti: mis ojos se clavan en los<br />

tuyos, llorosos, llenos de rabia. Al cerrar la<br />

puerta de tu casa me juro a mí misma no<br />

regresar a tus brazos… pero mi corazón desea<br />

que bajes de tu torre de marfil, que tus pies<br />

caminen sobre <strong>el</strong> terreno de una realidad a la<br />

que no le importa <strong>el</strong> hermoso pero inútil arte de<br />

los versos. A nadie le interesa lo que tú sientas.<br />

A nadie. Ni a mí tampoco.<br />

Cuenca, 1993.


ENSAYO<br />

Dicotomía, polaridad subyacente en <strong>el</strong> negro.<br />

Disparidad de colores que se complementan, sin<br />

ser complementarios.<br />

La barbarie d<strong>el</strong> acrílico que, sin duda, complace<br />

definitivamente la línea, <strong>el</strong> trazo de lo no hecho<br />

y, sin embargo, por hacer.<br />

Lo que algunos creen saber cuando la<br />

ignorancia es abyecta, parece en muchos casos<br />

ser lo único real y lo único verdadero.<br />

Todo parece injusto, sobre todo, cuando <strong>el</strong> top<br />

se refuerza con lo inesperado.<br />

Magenta que palidece en contraste con la<br />

dualidad que todos esperan, pero que pocos<br />

están capacitados para recibir. Recibir lo que se<br />

merecen, lo sembrado, lo cosechado en campos<br />

de t<strong>el</strong>a, de soportes atemporales.<br />

Cubículos esclarecedores de ideas vagas, de<br />

pseudoideas, de ideas vacías, que engañan a<br />

quienes sólo <strong>el</strong> metal les interesa sin importarles<br />

lo verdadero, lo innato.<br />

Ni perdono, ni olvido por <strong>el</strong> daño que hacen, por<br />

no hacer, ni dejar hacer. Oligarquía barata,<br />

analfabeta, construida sin base, sin raíces.<br />

Multitudes que ensucian, por sucios. Centenares<br />

de voces que se inician sin llegar, separados por<br />

distancias que no se ven.<br />

Ni me dejan, ni puedo, ni quiero, aunque creo<br />

que sería fácil “caer”. Es muy goloso y no<br />

engorda, sólo llena, y cómo. Y una vez lleno, a<br />

“monear”. Hasta yo creo que podría, eso sí, con<br />

ayuda, porque hay muchos que llevan mucho<br />

tiempo y, por eso, no sólo se nace, sino que se<br />

hace. Se hace de todo, menos lo que se tiene que<br />

hacer.<br />

Soy <strong>el</strong> “lobo feroz”, o las ovejitas?<br />

Diáspora de lo inconcebible, de lo inaccesible,<br />

que sólo, a veces, aparece de forma inesperada,<br />

de tal forma que parece eterno.<br />

Quiero recuperar las noches que pasé sin ti, en<br />

<strong>el</strong> olvido d<strong>el</strong> blanco y negro. En <strong>el</strong> plano de las<br />

tres dimensiones.<br />

Escorzos que me “amantegnarán”, neutros, y<br />

limpios. Compañeros de batalla, que buscan lo<br />

mismo que yo y, que con la misma suerte,<br />

mueren en <strong>el</strong> intento de plasmar la Idea, lo que<br />

quieren, lo que llevan buscando mucho tiempo,<br />

y se les niega. Antes, hace tiempo, otros pasaron<br />

por lo mismo, y después de muertos se les<br />

baremó con la suerte que merecían.<br />

Deberíamos ser Clementes, vivir, de nuevo,<br />

transvanguardias que no palidecieran nunca, que<br />

se dilataran en <strong>el</strong> tiempo. Disfrutar de la mezcla<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

SOBRE ARTE CONTEMPORÁNEO<br />

14<br />

Leandro Gutiérrez Soto<br />

de esas gamas, pensando en las cosas que te<br />

hacen sentir, desde <strong>el</strong> principio al fin. Conseguir<br />

que nuevas Chiaras, tuvieran la oportunidad de<br />

experimentar con sus propias hu<strong>el</strong>las, con esas<br />

curvas concéntricas, que miradas con<br />

detenimiento nos hacen emocionarnos por su<br />

pureza y sensibilidad. Mariposas de colores que<br />

rodean a su madre, mientras que Francesco lo<br />

plasma de manera impecable.<br />

Humildad llena de impecable maestría, hermosa<br />

coacción que reparte su grandeza en lo más<br />

profundo de las miradas. Miradas representadas<br />

por esos ojos desproporcionados<br />

académicamente, pero, alguien se acuerda ahora<br />

d<strong>el</strong> academicismo? yo, continuamente, como él.<br />

No lo podemos olvidar, porque hablamos de<br />

formalismo, hablamos de grafías que bailan con<br />

un cian, recordando siluetas imposibles.<br />

Esculturas y arquitecturas de pap<strong>el</strong>, efímeras,<br />

pero sobrias como aforismos dedicados por dos<br />

amantes. Soportes animados con texturas<br />

descaradas, esperando que alguien le ponga<br />

título, que alguien le ponga nombre, para que<br />

pueda tener una vida, que no necesite un<br />

equipaje lleno de eufemismos que termine en <strong>el</strong><br />

andén de algunos de los ojos que lo observan.<br />

Si fuera por mí, <strong>el</strong> sol de la tranquilidad me<br />

acompañaría continuamente. Estaría todo <strong>el</strong><br />

tiempo mirando, observando y percibiendo todo<br />

lo que hay a mi alrededor. Navegando por todos<br />

los cristalinos que pudiera, para llevarme lo que<br />

no veo.<br />

Cada vez estamos más cerca de Heg<strong>el</strong>, por<br />

desgracia. Sientes por dentro que todo se va, sin<br />

perder la esperanza de que algún día vu<strong>el</strong>va.<br />

Grandes Esperanzas es lo que necesitamos,<br />

mejor dicho, lo que algunos necesitan, pero<br />

bueno, en <strong>el</strong> fondo ya lo saben, por eso están a<br />

gusto donde están, removiendo <strong>el</strong> tierra con <strong>el</strong><br />

ocre, teniendo cuidado de que la mezcla nunca<br />

se pegue en <strong>el</strong> fondo.<br />

Rompiendo las nubes con láminas de linóleo,<br />

para luego grabar con tinta, la silueta de tu<br />

cuerpo. Una vez más, pasaremos <strong>el</strong> rato.<br />

Y no digo que no me guste, porque me gusta,<br />

pero si no vas a venir, avísame pronto porque yo<br />

quiero bailar, quiero olvidar toda esta situación.<br />

Sin duda, apología d<strong>el</strong> engaño, apología de lo<br />

no verdadero, de lo fácil. Estamos<br />

acostumbrados a este engaño y, en ocasiones,<br />

éste, se hace verdadero. Se hace creíble, porque<br />

todo lo que nos rodea termina siendo un engaño,


un engaño global, como en la global show de<br />

los años ochenta, con la diferencia, que en<br />

aqu<strong>el</strong>la década hubo de todo, menos engaño. A<br />

partir de ahí, reinventarse, y cómo, como sea, y<br />

ahí está <strong>el</strong> problema. Algunos han trabajado,<br />

han hecho sus deberes, pero hemos esperado<br />

que <strong>el</strong> verde beba clorofila.<br />

La vida en broma, pero sin saber que las raíces<br />

deben obtener toda la humedad que puedan,<br />

antes de que las flores perezcan.<br />

Sobre <strong>el</strong> arte contemporáneo, tschüs, como se<br />

despide Adriana cuando Morfeo llama a su<br />

puerta. Tschüs, pero como un “hasta luego”,<br />

porque después de los –geos y –neos, que<br />

siempre resurgen cuando no se sabe muy bien<br />

qué hacer, aparecen los pos-, que viene a ser lo<br />

mismo, pero al revés.<br />

Antes dijimos que Heg<strong>el</strong> estaba cada vez más<br />

cerca, quizá nos equivoquemos, y Heg<strong>el</strong> se<br />

equivoque. Seguimos sin saber dónde está <strong>el</strong><br />

final. No sabemos si vendrán más<br />

estructuralismos, más funcionalismos, pero, en<br />

cualquier caso, las construcciones formales<br />

siempre son bien recibidas.<br />

T<strong>el</strong>arañas de metal, que sólo abren por las<br />

noches. Ahí te encontrarás algunas de las<br />

mejores sonrisas como iconos de terracota.<br />

Esperemos, por tanto, no volver a situaciones<br />

manzzónicas. A situaciones, que lo único que<br />

hacen es alimentar la podredumbre que existe en<br />

<strong>el</strong> arte contemporáneo. Debemos, sin duda<br />

alguna, alimentar todo lo r<strong>el</strong>acionado con la<br />

creatividad, limpiar territorios donde la arena no<br />

deja de jugar y, sin embargo, cada vez que lo<br />

hace, deja un rastro más bonito que <strong>el</strong> anterior.<br />

V<strong>el</strong>aduras opacas con texturas ausentes, que<br />

aparecen y desaparecen. Conseguir territorios<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

15<br />

ocupados para no terminar viviendo de rodillas,<br />

y poder prepararse para una marcha de color,<br />

donde la única violencia sea la gestual, la que<br />

muchos han utilizado durante tanto tiempo. Este<br />

es <strong>el</strong> aspecto a día de hoy.<br />

Arzobispos d<strong>el</strong> arte siguen esperando para donar<br />

toda su espera. Esta cadena, con <strong>el</strong> tiempo,<br />

podría ser un mercado de memorias, que<br />

evitaría dolorosos momentos. Captar trilogías de<br />

corta espera, con la esperanza de llegar algún<br />

día a poder disfrutar de todo lo prohibido, por<br />

bueno, y de lo todo lo esperado, por b<strong>el</strong>lo.<br />

Anh<strong>el</strong>os áureos, que sin pretenderlo, nos evocan<br />

paral<strong>el</strong>ismos entre lo real, y lo irreal. Volvamos,<br />

pues, a encontrar <strong>el</strong> gusto, d<strong>el</strong> que tantas veces<br />

Hume se molestó en tratar. Gusto diverso, no<br />

hipócrita ni demagogo. Gusto, que guste gustar.<br />

Espiral de notas, que llegan al laberinto,<br />

inundando todo lo que se encuentran a su paso.<br />

Sin duda, gran ayuda para <strong>el</strong> desarrollo final de<br />

todo lo estudiado. Algo más para definir la<br />

materia, que <strong>el</strong> artista lleva tiempo explorando y<br />

tiene la ventaja de la inmortalidad. Descargando<br />

todas sus virtudes, para comenzar ese juego<br />

amoroso, que finalmente, le llevará a<br />

encontrarse con <strong>el</strong> resultado final.<br />

Y para finalizar, la gran pregunta…, qué es arte.<br />

Y en este caso no hablamos sólo de arte<br />

contemporáneo, sino de arte en general.<br />

Para definiciones, ya están los diccionarios<br />

generales, los específicos, los estudiosos, los<br />

ilustrados, todos los culturetas que<br />

continuamente tratan de definir <strong>el</strong> concepto. A<br />

estas alturas, <strong>el</strong> concepto se define por sí<br />

mismo.<br />

Y paseando por las calles de grafito, seguiremos<br />

disfrutando.


ENSAYO<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

ANÁLISIS FÍLMICO DE UNA NOVELA:<br />

EL AMOR VERDADERO (JOSÉ MARÍA GUELBENZU, SIRUELA, 2010)<br />

16<br />

Jesús Fernández Vallejo<br />

Para Marta Fernández Álvarez, por no estar en Babia. Para Áng<strong>el</strong> González Puga y Leandro Molina<br />

Villaseñor, amigos de “farra” y “pizarra”. Para Colitas, Juan Carlos, Dani, Pochi y El Sastre: sois<br />

auténticos.<br />

1. Elogio d<strong>el</strong> escritor.<br />

Me pregunto muy a menudo –y se lo pregunto a<br />

mis alumnos y a mis amigos- cuál es <strong>el</strong> secreto<br />

de la literatura, qué <strong>el</strong>ementos articulan la<br />

emoción y <strong>el</strong> encanto de una nov<strong>el</strong>a, o<br />

simplemente en qué radica <strong>el</strong> embrujo de la<br />

lectura para que uno deje de hacer lo que está<br />

haciendo y mire de soslayo la mesa donde está<br />

depositado <strong>el</strong> libro, y lo tome, y lo acaricie, y lo<br />

devore apasionadamente. El amor verdadero me<br />

ha emocionado entre otros motivos porque me<br />

he reconocido en algunos personajes, en ciertos<br />

espacios y sobre todo en ciertos momentos de la<br />

vida por los que siento especial predilección –la<br />

vida nocturna, sin duda. Gu<strong>el</strong>benzu ha escrito<br />

una nov<strong>el</strong>a mágica, subyugante, a la que no<br />

dudo en calificar como una de las cinco mejores<br />

nov<strong>el</strong>as de la última narrativa española. <strong>Desde</strong><br />

luego, a partir de este momento, lo incluyo entre<br />

los autores más s<strong>el</strong>ectos, y le dedico un lugar<br />

especial en mi canon particular de grandes<br />

narradores (junto a Paul Auster, Philip Roth,<br />

Patrick Modiano, Javier Marías, Esther<br />

Tusquets, Raymond Carver, Pilar Adón). En una<br />

época de nov<strong>el</strong>as ramplonas, de ideas literarias<br />

algo caducas y excesivamente conservadoras, <strong>el</strong><br />

texto de Gu<strong>el</strong>benzu se erige en un monumento<br />

hermosísimo a la literatura en lengua cast<strong>el</strong>lana.<br />

2. Un escritor madrileño, una “generación<br />

d<strong>el</strong> desencanto”.<br />

José María Gu<strong>el</strong>benzu [Madrid, 1944] está<br />

integrado en la llamada “Generación de los<br />

setenta”, formada por nov<strong>el</strong>istas nacidos entre<br />

1935 y 1950, aproximadamente, quienes, salvo<br />

algunas excepciones, se dan a conocer a finales<br />

de los sesenta y primeros años de los setenta.<br />

Los nuevos nov<strong>el</strong>istas –Eduardo Mendoza, J.<br />

Leyva, Germán Sánchez Espeso, José María<br />

Vaz de Soto, José Mª Gu<strong>el</strong>benzu- enlazan con la<br />

renovación narrativa desarrollada en los sesenta<br />

–iniciada por Luis Martín-Santos, y continuada<br />

por Juan Benet- que cifra su interés prioritario<br />

en la búsqueda de nuevos caminos, de nuevas<br />

formas, si bien los experimentos narrativos se<br />

moderan y se observa un retorno a la historia, a<br />

la anécdota. Tal vez –apuntan Tusón y Lázaro<br />

[1984]- “la impresión que con más frecuencia se<br />

desprende de la últimas nov<strong>el</strong>as sea <strong>el</strong><br />

desencanto. Tras los pasados intentos de<br />

cambiar <strong>el</strong> mundo, se desemboca a menudo en<br />

cierto escepticismo”. Darío Villanueva ha<br />

definido en términos muy precisos la naturaleza<br />

de este grupo literario: “una generación<br />

desengañada que ya empieza a dejar de ser<br />

joven, la de los universitarios nacidos después<br />

de la guerra civil, protagonistas de un<br />

inconformismo que no ha germinado sino en un<br />

crispado nihilismo existencial” [citado por<br />

Rodríguez Fischer, 1997]. A este grupo, por<br />

supuesto, pertenecen también los llamados<br />

“novísimos”, un grupo de poetas –Gimferrer,<br />

Azúa, Molina Foix…- con los que Gu<strong>el</strong>benzu<br />

va a compartir, entre otros aspectos, <strong>el</strong> afán por<br />

<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ectualismo, la metaliteratura y la pasión<br />

por <strong>el</strong> cine.<br />

José María Gu<strong>el</strong>benzu<br />

Gu<strong>el</strong>benzu es considerado por buena parte de la<br />

crítica literaria como <strong>el</strong> principal representante<br />

de esta generación d<strong>el</strong> “desencanto” de los años


setenta. Y <strong>el</strong>lo se debe en gran medida a la<br />

publicación de sus dos primeras nov<strong>el</strong>as, El<br />

mercurio [1968] y Antifaz [1970], en las que <strong>el</strong><br />

escritor madrileño desarrolla una temática<br />

prioritariamente existencial: <strong>el</strong> desarraigo y <strong>el</strong><br />

desencanto de una generación int<strong>el</strong>ectual, la<br />

crisis de las ideologías, pero, además, la<br />

intimidad, las r<strong>el</strong>aciones personales, <strong>el</strong> amor, la<br />

amistad y la muerte. Aquí están sintetizadas las<br />

coordinadas principales d<strong>el</strong> mundo literario de<br />

Gu<strong>el</strong>benzu, quien, en efecto, ha afirmado que<br />

las r<strong>el</strong>aciones interpersonales son más<br />

importantes que las económicas, “lo único que,<br />

al cambiar, podría cambiarlo todo”.<br />

3. El viaje de la vida.<br />

El amor verdadero narra la historia de amor, de<br />

lealtad –sólo interrumpida en una ocasión por la<br />

mujer- y de respeto de una pareja, Andrés<br />

D<strong>el</strong>campo y Clara Zubia, a lo largo de más de<br />

cincuenta años de vida, desde la primavera de<br />

1945 hasta <strong>el</strong> final d<strong>el</strong> verano de 2005. Pero es,<br />

además, un muy interesante fresco de la historia<br />

actual de España -sin ningún tipo de<br />

partidismos, sin ideologías ni discursos<br />

panfletarios-, y una profunda reflexión sobre los<br />

valores que sustentan las r<strong>el</strong>aciones entre los<br />

amigos, y desde luego entre la propia pareja.<br />

Son varios los momentos en los que <strong>el</strong> autor, a<br />

través de diferentes perspectivas narrativas,<br />

recapacita sobre temas como <strong>el</strong> respeto y la<br />

comprensión, la confianza y la sinceridad, las<br />

palabras y los silencios. No es, desde luego, una<br />

nov<strong>el</strong>a psicológica, ni tampoco una nov<strong>el</strong>a<br />

histórica. No espere tampoco <strong>el</strong> lector una<br />

nov<strong>el</strong>a romántica en <strong>el</strong> más puro sentido<br />

decimonónico. A mí, en fin, me parece que<br />

Gu<strong>el</strong>benzu con este libro no hace sino<br />

desarrollar aún más esa línea narrativa d<strong>el</strong><br />

argumento y de la forma que inaugura Eduardo<br />

Mendoza en 1975 con La verdad sobre <strong>el</strong> caso<br />

Savolta, que la crítica ha calificado como<br />

nov<strong>el</strong>ística sobre <strong>el</strong> placer de contar, en la que<br />

<strong>el</strong> tratamiento narrativo importa tanto como <strong>el</strong><br />

argumento.<br />

De manera especial, en la pobladísima galería<br />

humana de la nov<strong>el</strong>a destaca un personaje cuya<br />

vida se irá entr<strong>el</strong>azando progresivamente con <strong>el</strong><br />

devenir de la pareja protagonista. Se trata de<br />

Cadavia, un tipo sumamente atractivo –“un<br />

teósofo modesto y de precarios recursos”-, y<br />

desde luego muy peculiar –es uno de los<br />

grandes logros de Gu<strong>el</strong>benzu-, algo entendido<br />

en ciencias ocultas, que vaticinará desde <strong>el</strong><br />

nacimiento de Andrés que éste conocerá a una<br />

niña –Clara-, que poco a poco se convertirá en<br />

su amiga y, por último, en la mujer de su vida.<br />

Un día d<strong>el</strong> mes de abril de 1950, <strong>el</strong> enigmático<br />

Cadavia, en compañía de Clara Zubia, lleva a<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

17<br />

cabo una especie de “conjuro”; los dos llegan<br />

hasta la cama donde <strong>el</strong> joven Andrés duerme la<br />

siesta, y le colocan un pequeño anillo bajo la<br />

lengua. “Y de ese modo te cautivó para<br />

siempre”.<br />

Portada d<strong>el</strong> libro “El amor verdadero”<br />

(Extraída de la página Web d<strong>el</strong> autor).<br />

4. Cine y literatura.<br />

En este apartado me gustaría dar cuenta de un<br />

aspecto crucial en la construcción de esta<br />

nov<strong>el</strong>a: observo –y me sorprende gratamente-<br />

una notabilísima influencia de técnicas<br />

cinematográficas en la articulación d<strong>el</strong> discurso<br />

narrativo. Además, me parece muy palpable la<br />

importancia d<strong>el</strong> cine como vivero temático en la<br />

construcción de <strong>el</strong>ementos narrativos como la<br />

historia, los personajes y <strong>el</strong> espacio. Desglosaré<br />

mi análisis fílmico en varios apartados.<br />

a) Perspectivas narrativas.<br />

En El amor verdadero importa mucho <strong>el</strong><br />

tratamiento formal, pero no menos <strong>el</strong> asunto<br />

narrado. La anécdota es sometida a un<br />

tratamiento múltiple, variado. Hay, sobre todo,<br />

dos puntos de vista, dos narradores en primera<br />

persona (la “mirada” de los protagonistas), que<br />

se irán alternando a modo de contrapunto a lo<br />

largo de la nov<strong>el</strong>a: unas veces es Andrés quien<br />

toma la palabra, otras veces lo hace Clara, su<br />

mujer. Uno de los grandes aciertos de la nov<strong>el</strong>a


–comenta Pozu<strong>el</strong>o Yvancos [2010]- “es haber<br />

dado a Clara otra voz narrativa, puesto que <strong>el</strong>la<br />

también analiza, desde la primera persona, su<br />

vida con Andrés, sus anh<strong>el</strong>os, desengaños, crisis<br />

y resurrecciones”. Los recuerdos de los<br />

protagonistas respetan <strong>el</strong> orden cronológico,<br />

surgen de forma coherente –no de forma<br />

inconexa, como ocurre en otras nov<strong>el</strong>as de los<br />

años setenta-, a través de sucesivos “flashes”.<br />

Con todo, Andrés duda a veces de su memoria,<br />

o mejor dicho, se pregunta por qué ciertos<br />

recuerdos se retienen de manera más nítida en la<br />

memoria, por qué otros, en cambio,<br />

desaparecen. (No he encontrado este tipo de<br />

disquisiciones en <strong>el</strong> discurso de Clara.) Pero,<br />

además, junto a esas dos voces existe una<br />

tercera voz narrativa, un narrador ominisciente<br />

que, con mucho sentido d<strong>el</strong> humor y con cierta<br />

socarronería, se dirige al lector en numerosas<br />

ocasiones a lo largo de la nov<strong>el</strong>a, e incluso al<br />

final con ciertos titubeos se presenta, y dice<br />

llamarse “Asmodeo”. José-Carlos Mainer<br />

[2010] califica a este narrador de “dominante”,<br />

de “arcaico, caprichoso y divertido”; Pozu<strong>el</strong>o<br />

Yvancos [2010], por su parte, lo ha comparado<br />

con <strong>el</strong> narrador d<strong>el</strong> Diablo Coju<strong>el</strong>o, “quien fue<br />

capaz de levantar los tejados y mostrarnos ese<br />

Madrid de nuestros pecados”.<br />

Esta forma de contar una historia –que desde<br />

Ciudadano Kane [Orson W<strong>el</strong>les, 1941], tantas<br />

veces hemos visto en <strong>el</strong> cine-, basada en la<br />

alternancia de perspectivas y en <strong>el</strong> tratamiento<br />

variado d<strong>el</strong> punto de vista, le permite al escritor<br />

mod<strong>el</strong>ar la personalidad de sendos personajes.<br />

No nos presenta a Clara y a Andrés de un<br />

plumazo, sin más, sino más bien lo hace a través<br />

de sus respectivos r<strong>el</strong>atos y de sus<br />

profundísimas reflexiones. (Lo cierto es que<br />

Gu<strong>el</strong>benzu al escribir esta obra piensa en un<br />

lector cómplice, participativo. Y esta es quizás<br />

una de las razones que hace que la lectura de la<br />

nov<strong>el</strong>a sea una experiencia sumamente<br />

placentera.)<br />

b) Tiempo d<strong>el</strong> discurso / tiempo de la<br />

historia.<br />

La nov<strong>el</strong>a recoge los recuerdos de Andrés<br />

D<strong>el</strong>campo, que está pasando unos días en la<br />

playa con su mujer, Clara Zubia: en realidad,<br />

todo sucede en un corto espacio de tiempo,<br />

mientras la observa pasear por la playa, y,<br />

luego, mientras la contempla en la intimidad d<strong>el</strong><br />

apartamento, Andrés repasa –y ordena lineal y<br />

cronológicamente los hechos- cómo ha sido su<br />

vida entre los de su familia, con sus amigos d<strong>el</strong><br />

pueblo y de la ciudad, cómo se gestó <strong>el</strong> romance<br />

con Clara, en qué valores se forjó la r<strong>el</strong>ación<br />

entre <strong>el</strong>los que terminó en matrimonio, y en<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

18<br />

definitiva cómo se han hecho viejos e<br />

inseparables.<br />

Los hechos narrados se desarrollan<br />

principalmente en <strong>el</strong> Madrid de posguerra,<br />

aunque son muchas las alusiones a las dos<br />

Españas de la Guerra Civil sobre todo a través<br />

d<strong>el</strong> recuerdo de las familias: es, sin duda, una<br />

gran nov<strong>el</strong>a sobre <strong>el</strong> franquismo, una época de<br />

tensiones sociales, vista desde la óptica de los<br />

vencedores. Aunque de manera muy diferente,<br />

los padres de Clara y de Andrés “lucharon” en<br />

<strong>el</strong> bando de los sublevados, y por eso mismo la<br />

suya no ha sido en absoluto una vida difícil<br />

basada en las carencias y en los silencios. De las<br />

víctimas de la Guerra Civil tratará también la<br />

nov<strong>el</strong>a de Gu<strong>el</strong>benzu. Y d<strong>el</strong> desecanto y d<strong>el</strong><br />

exilio interior, por supuesto.<br />

c) La estructura d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato.<br />

El amor verdadero se divide en un “prólogo”,<br />

cinco “partes” –y cada parte, además, presenta<br />

varios capítulos-, y un “epílogo”. A su vez, los<br />

capítulos se componen de varias secuencias en<br />

las que alternan las diferentes voces narrativas.<br />

Así pues, Gu<strong>el</strong>benzu combina tradición y<br />

modernidad en la configuración de la estructura<br />

interna de la obra.<br />

Las piezas claves en la estructura interna son la<br />

<strong>el</strong>ipsis y <strong>el</strong> flash back (o “salto atrás”). En<br />

realidad, la historia de la nov<strong>el</strong>a no presenta<br />

excesiva complejidad. Antes al contrario, <strong>el</strong><br />

texto se presenta como un ejercicio de<br />

“memoria”; hay un solo hilo argumental,<br />

contado linealmente. Para rememorar y para<br />

avanzar en la presentación de los hechos <strong>el</strong><br />

autor se sirve de ambas técnicas narrativas. Así,<br />

por ejemplo, la nov<strong>el</strong>a –en su “Prólogo”-<br />

arranca con la narración d<strong>el</strong> nacimiento de<br />

Andrés: su padre pasea inquieto, espera<br />

preocupado –en una España, se nos dice,<br />

“despierta entre <strong>el</strong> miedo y <strong>el</strong> hambre”- a que la<br />

comadrona le anuncie la “llegada” d<strong>el</strong> varón. En<br />

una secuencia posterior, <strong>el</strong> narrador omnisciente<br />

evoca <strong>el</strong> nacimiento de Clara Zubia.<br />

A partir de este momento, <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato se centra en<br />

evocar cómo se gestó y cómo evolucionó la<br />

r<strong>el</strong>ación entre Andrés y Clara: la primera vez<br />

que Andrés –con quince años- ve a Clara –con<br />

diez-, quizás <strong>el</strong> mayor impacto emocional que<br />

ha sentido en la vida (“Prólogo”); <strong>el</strong> día en que<br />

Clara llega a la casa de Andrés en Madrid,<br />

ciudad a la que se había trasladado su familia en<br />

busca de una mejor situación laboral y de una<br />

vida más agradable; una ciudad, Madrid, en la<br />

que, por otra parte, Andrés y Clara completarán<br />

sus estudios universitarios y –cómo no- su<br />

educación sentimental, y se casarán y serán<br />

padres (“Primera parte”); <strong>el</strong> segundo embarazo<br />

de Clara en plena Transición, así como las


primeras brechas en la pareja y en <strong>el</strong> grupo de<br />

amigos –o la mezcla entre entusiasmo y<br />

desencanto tras los primeros años de la muerte<br />

de Franco-, y <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong> PSOE y la entrada<br />

de España en la Comunidad Europea (en<br />

realidad, en la “Segunda parte” de la nov<strong>el</strong>a es<br />

donde quizás cobra más importancia <strong>el</strong> contexto<br />

histórico); ya en la primera parte de la década de<br />

los noventa, la paulatina desaparición de<br />

algunos amigos y familiares, y los síntomas de<br />

cansancio y de pesimismo (en la “Tercera parte”<br />

se aúpa <strong>el</strong> discurso reflexivo de carácter muy<br />

existencial: a mí quizás es la “parte” d<strong>el</strong> libro<br />

que más me ha emocionado); ya en la segunda<br />

mitad de los noventa, la victoria d<strong>el</strong> Partido<br />

Popular, y la contemplación d<strong>el</strong> crecimiento de<br />

las dos hijas (“Parte cuarta”); por fin, en pleno<br />

siglo XXI, los miedos y los fantasmas d<strong>el</strong><br />

presente, la afirmación plena en <strong>el</strong> amor<br />

“verdadero” de estos dos seres entrañables<br />

(“Parte final”). En <strong>el</strong> “Epílogo” se alude al<br />

atentado terrorista d<strong>el</strong> 11 de marzo de 2004 en<br />

los trenes de Atocha: aqu<strong>el</strong>la mañana Andrés<br />

emprendía su paseo diario por <strong>el</strong> parque d<strong>el</strong><br />

Retiro.<br />

Me parece muy acertada la apreciación de José-<br />

Carlos Mainer [2010] a propósito d<strong>el</strong><br />

planteamiento estructural de la nov<strong>el</strong>a: “La<br />

imagen que engendra El amor verdadero y que<br />

se repite a lo largo de su curso tiene <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo de<br />

un buen plano cinematográfico: una esb<strong>el</strong>ta<br />

sexagenaria, todavía hermosa, pasea descalza<br />

por una playa d<strong>el</strong> norte. A Clara Zubia la<br />

observa su marido, Andrés D<strong>el</strong>campo, y por allí<br />

andan también su hija, su yerno y sus nietas. Y,<br />

por supuesto, está también presente todo lo que<br />

la pareja originaria ha ido dejando atrás y que la<br />

narración va desarrollando”. Pudiera haber<br />

añadido <strong>el</strong> prestigioso crítico que esa “imagen”<br />

de la evocación está muy presente en títulos<br />

emblemáticos d<strong>el</strong> cine de autor europeo de los<br />

años sesenta, sobre todo en la filmografía de un<br />

director clave de la nouv<strong>el</strong>le vague, Alain<br />

Resnais: Hiroshima, mon amour, o El año<br />

pasado en Marienbad… Y este tipo de cine –no<br />

me cabe ninguna duda- ha dejado una marca<br />

estilística en la prosa de Gu<strong>el</strong>benzu.<br />

d) Fundidos.<br />

Una escena de la nov<strong>el</strong>a donde se percibe la<br />

influencia d<strong>el</strong> montaje cinematográfico, a través<br />

de suaves <strong>el</strong>ipsis, es aqu<strong>el</strong>la en la que un día, de<br />

mañana, aparece un muchacho extraño sentado<br />

en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o junto a la casa de los Zubia. No hace<br />

nada: sólo espera alguna ayuda, algún gesto de<br />

solidaridad. Pasa <strong>el</strong> día, hecho subrayado en <strong>el</strong><br />

texto a través de llamadas como “a media<br />

mañana”, “tras <strong>el</strong> almuerzo”, “a la noche”; <strong>el</strong><br />

desfallecido chaval, un muerto de hambre, sólo<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

19<br />

obtiene silencio, o, en <strong>el</strong> mejor de los casos,<br />

frases lapidarias como “Pues que se vaya al<br />

carajo, que se vaya”. (Más ad<strong>el</strong>ante veremos<br />

que se trata de un personaje muy singular, y de<br />

gran calado en la vida de Clara.) Pues bien,<br />

estos deícticos temporales actúan a la manera de<br />

fundidos en <strong>el</strong> cine: puntúan la historia, la<br />

d<strong>el</strong>imitan. Esta misma técnica la vu<strong>el</strong>ve a<br />

emplear en varias ocasiones <strong>el</strong> autor.<br />

e) Montaje alterno.<br />

La influencia d<strong>el</strong> cine se pone de manifiesto en<br />

las primeras páginas de la nov<strong>el</strong>a a través de lo<br />

que podríamos denominar <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> montaje<br />

alterno y simultáneo de escenas. Así, por<br />

ejemplo, en <strong>el</strong> “Capítulo I” <strong>el</strong> autor utiliza dos<br />

subsecuencias casi exclusivamente dialogadas:<br />

Cadavia conversa con Baldomero D<strong>el</strong>campo –<strong>el</strong><br />

padre d<strong>el</strong> protagonista- en <strong>el</strong> despacho de éste<br />

sobre la astrología como forma de<br />

conocimiento; de inmediato, <strong>el</strong> narrador “corta”<br />

la escena –para retomarla luego una y otra vez-<br />

y muestra un diálogo en una galería, en <strong>el</strong><br />

extremo opuesto de la misma casa, entre la<br />

esposa de Baldomero, Asunta, y doña Carm<strong>el</strong>a,<br />

su madre, más preocupadas por cosas mundanas<br />

como la educación de Andresín, las<br />

enfermedades de doña Carm<strong>el</strong>a, o sobre temas<br />

más profundos, como son los sucesos de la<br />

guerra civil y la supervivencia durante la<br />

posguerra. Se trata, por otra parte, de un<br />

ejemplo de técnica conductiva o behaviorista -<br />

muy presente, por ejemplo, en El Jarama de<br />

Sánchez Ferlosio-, una forma de presentar o<br />

caracterizar a los personajes no a partir d<strong>el</strong><br />

discurso d<strong>el</strong> narrador, sino a través d<strong>el</strong><br />

parlamento de éstos. Ana Rodríguez Fischer<br />

[1997], al analizar la nov<strong>el</strong>a El mercurio, ha<br />

definido este recurso narrativo como<br />

“simultaneísmo”: en sentido narrativo, consiste<br />

en la presentación de dos acciones<br />

independientes que transcurren a lo largo de<br />

idéntico período de tiempo; en sentido técnico,<br />

se basa en la “alternancia de secuencias o<br />

momentos y la homogeneización de las acciones<br />

a través de leit motives o referencias culturales”.<br />

Una técnica clave de la nov<strong>el</strong>a contemporánea<br />

es <strong>el</strong> llamado monólogo interior. No está muy<br />

lejos <strong>el</strong> empleo de la voz en off en <strong>el</strong> cine. Así,<br />

por ejemplo, en un momento de la nov<strong>el</strong>a<br />

(“Primera parte”), se reproducen en primera<br />

persona los pensamientos de Clara,<br />

principalmente sus primeros momentos con<br />

Andrés, así como sus gustos culturales y<br />

literarios, tal como brotan de su conciencia. Y a<br />

<strong>el</strong>lo corresponde un lenguaje coloquial, hecho<br />

de <strong>el</strong>ipsis y de titubeos, de citas culturalistas,<br />

etc.


f) Cinefilia.<br />

Es, sin duda, Andrés un personaje cinéfilo, muy<br />

entendido en cine de autor, muy atento al cine<br />

de su época. Y esta condición le permite<br />

interpretar ciertos hechos contemporáneos, no<br />

sólo evadirse de la realidad. Así, por ejemplo,<br />

cuando pasea por <strong>el</strong> Madrid de posguerra, en su<br />

etapa universitaria, observa cómo <strong>el</strong> sistema<br />

represor instaurado por Franco es cru<strong>el</strong> y lo<br />

compara con la representación de la brutalidad<br />

presentada en las p<strong>el</strong>ículas carc<strong>el</strong>arias d<strong>el</strong> cine<br />

negro. Cuando era estudiante –recuerda Andrés<br />

ya en plena madurez, observando atentamente a<br />

la mujer de su vida- paseaba a menudo por la<br />

Gran Vía, “que era lo más parecido de<br />

nuestra existencia a recorrer Sunset<br />

Boulevard o la calle 42 de las p<strong>el</strong>ículas de<br />

entonces”.<br />

Varias veces Andrés duda de la memoria (“la<br />

memoria es fi<strong>el</strong> en lo esencial y olvidadiza<br />

en lo accesorio, interesada, s<strong>el</strong>ectiva”). Ya<br />

he mencionado cómo <strong>el</strong> suyo es un r<strong>el</strong>ato<br />

retrospectivo: junto a la orilla d<strong>el</strong> mar, mientras<br />

contempla <strong>el</strong> cuerpo de Clara, repasa lo que ha<br />

sido su vida; sin embargo, evidencia fallos en <strong>el</strong><br />

recuento de ciertos momentos, en la verdad de<br />

ciertas experiencias y de sus protagonistas. ¿Por<br />

qué la memoria es tan caprichosa? ¿Por qué se<br />

registran algunas imágenes con absoluta nitidez<br />

y otras, en cambio, se olvidan o no se recuerdan<br />

con detalle? La nov<strong>el</strong>a tiene un grado<br />

importante de metaliteratura: las digresiones de<br />

Andrés sobre la memoria tienen su punto álgido<br />

en la primera secuencia de la “Parte final”, muy<br />

d<strong>el</strong> gusto, por cierto, de los escritores (y<br />

lectores) cinéfilos de los años sesenta. Andrés<br />

D<strong>el</strong>campo se sirve de dos secuencias de una<br />

enorme carga dramática pertenecientes a El<br />

hombre d<strong>el</strong> Oeste / Man of the West [1958,<br />

Anthony Mann] para ilustrar sus ideas sobre la<br />

memoria. Brevemente me gustaría exponer algo<br />

d<strong>el</strong> contenido de la p<strong>el</strong>ícula para situar al lector.<br />

Link Jones (Gary Cooper), un exforajido<br />

regenerado a quien ya nadie recuerda, acude con<br />

una bolsa de dinero a un pueblo para contratar a<br />

una maestra. Sin comerlo ni beberlo se ve<br />

envu<strong>el</strong>to en <strong>el</strong> asalto al tren perpetrado por <strong>el</strong><br />

jefe de su antigua banda, Dock Tobin (Lee J.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

20<br />

Cobb). Por azar, Link, en compañía d<strong>el</strong> fullero,<br />

oportunista y pícaro Sam Beasley (Arthur<br />

O’Conn<strong>el</strong>l) y de la cantante de cabaret Billie<br />

Ellis (Julie London), llega a una casa<br />

abandonada donde está alojada la banda. El jefe,<br />

un impresionante Lee J. Cobb, manifiesta por él<br />

un enorme afecto: resulta ser, en realidad, su tío,<br />

o más bien su “padre adoptivo”, <strong>el</strong> que hace<br />

años se hizo cargo de él y que, además, le<br />

enseñó a d<strong>el</strong>inquir en <strong>el</strong> salvaje oeste. Pues bien,<br />

a partir de ese momento de reencuentro se<br />

suceden las situaciones de acoso y de violencia.<br />

Link (Cooper) finge haber vu<strong>el</strong>to para unirse de<br />

nuevo a la banda. Sólo así –es fácil deducirlo-<br />

podrá salvar su vida y la de sus acompañantes.<br />

Ahora volvamos a la nov<strong>el</strong>a. Andrés D<strong>el</strong>campo<br />

se pregunta, en primer lugar, por qué a veces se<br />

le olvidan “asuntos” que antes recordaba con<br />

facilidad. Por ejemplo, casi había olvidado la<br />

escena en la que un secundario de lujo, Arthur<br />

O’Conn<strong>el</strong>l, que interpreta a un viejo cobarde, le<br />

salva la vida a Gary Cooper y, de esta manera,<br />

salva su propia dignidad. A continuación,<br />

Andrés recuerda con mayor emoción la escena<br />

en la que un miembro de la banda obliga a Julie<br />

London a desnudarse, y a Cooper a<br />

contemplarla. El siguiente comentario, ya más<br />

valorativo, no hubiera defraudado a un crítico<br />

tan impulsivo y contundente como François<br />

Truffaut: “Una de las [escenas] más tensas,<br />

violentas y dramáticas que ha dado <strong>el</strong> cine,<br />

una violencia que procede de la esencia<br />

misma de la escena, no de ningún abuso<br />

efectista”. El narrador protagonista concluye<br />

con una reflexión sobre la dificultad de acotar <strong>el</strong><br />

alcance de la memoria, sin alcanzar una idea<br />

clara de por qué recuerda esas y no otras<br />

escenas.<br />

Es difícil discrepar de la importancia en <strong>el</strong><br />

desarrollo d<strong>el</strong> argumento de ambas secuencias,<br />

especialmente la segunda en la que destaca una<br />

puesta en escena basada en primeros planos, con<br />

un ritmo narrativo muy moroso, en la que<br />

cobran protagonismo los gestos y las miradas.<br />

Sin embargo, en mi memoria, desde que vi por<br />

primera vez <strong>el</strong> filme de Anthony Mann, han<br />

quedado grabados con mayor nitidez dos<br />

momentos que completan este segmento<br />

narrativo de la humillación de Julie. Primero, al<br />

finalizar la comentada escena d<strong>el</strong> desnudo –por<br />

cierto, no completado: Julie sólo quedará en<br />

paños menores (“Quítate las enaguas”)- Cooper<br />

y Julie salen de la casa y se encaminan a un<br />

granero donde pasarán íntimamente esa noche<br />

amarga, sin saber si llegarán con vida al<br />

amanecer. Para lograr mayor patetismo y<br />

emoción en la escena, Mann aguanta un tiempo<br />

<strong>el</strong> plano fijo –sí, en un solo plano- con un<br />

reencuadre de la puerta d<strong>el</strong> granero<br />

absolutamente prodigioso y con una<br />

profundidad de campo que, a mi juicio,


mantiene <strong>el</strong> suspense (“aquí” están las víctimas;<br />

“allí”, al fondo, en la casa, los violadores, los<br />

asesinos).<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

-¿Está bien? –pregunta Billie.<br />

-¿Y usted? –le responde Link.-No sé cómo<br />

ha podido ocurrir. Cuando….Cuando<br />

sacó <strong>el</strong> cuchillo. No recuerdo qué hice.<br />

Ya no les veía las caras. Pero sentía al<br />

viejo. ¿Cómo ha podido asociarse con él?<br />

Usted no es como <strong>el</strong>los.-Lo era. No había<br />

ninguna diferencia. Intente dormir un<br />

poco.<br />

-Link, aquí hay unas mantas.<br />

“El hombre d<strong>el</strong> Oeste”<br />

Pero Link (Cooper) está esperando <strong>el</strong> momento<br />

de vengar <strong>el</strong> incidente anterior: aprovecha un<br />

reto d<strong>el</strong> miembro más impulsivo de la banda,<br />

Coaley (Jack Lord), para darle una paliza y –<br />

esto es lo más emocionante-, en presencia d<strong>el</strong><br />

jefe y de sus compañeros, arrancarle la ropa<br />

mientras llora amargamente. Ahora es él <strong>el</strong><br />

objeto de la humillación y la víctima. Áng<strong>el</strong><br />

Comas [2004] considera que El hombre d<strong>el</strong><br />

Oeste es “<strong>el</strong> último western importante de<br />

Anthony Mann […] se trata d<strong>el</strong> más<br />

desesperado de todos <strong>el</strong>los”. Pero a mí me<br />

parece sobre todo un filme tremendamente<br />

romántico presidido por la fuerza d<strong>el</strong> azar: Link<br />

entierra por segunda vez su pasado, conoce a<br />

una mujer seductora, que recuerda en parte a la<br />

femme fatale d<strong>el</strong> cine negro, vive intensos<br />

momentos a su lado, la salva de una<br />

humillación, aunque no puede salvarla de una<br />

violación. Pero, cuando puede, la abraza con<br />

ternura. Link es, ante todo, un tipo increíble,<br />

íntegro, sincero. La p<strong>el</strong>ícula concluye con otra<br />

secuencia <strong>el</strong>ocuente, con otro diálogo<br />

encantador:<br />

-Probablemente te darán una medalla –<br />

dice Billie.<br />

-¿Qué vas a hacer ahora? –pregunta Link.<br />

-Lo de siempre: cantar.<br />

21<br />

-Billie… (Ésta le interrumpe.)-No había<br />

querido a nadie ni a nada en toda la vida.<br />

Me preguntaba qué se siente. Ahora lo sé.<br />

Sé que lo nuestro es imposible. Pero no<br />

cambiaría este sentimiento por nada d<strong>el</strong><br />

mundo. [THE END]<br />

(Sin duda alguna la interpretación de este final<br />

abierto daría para todo un artículo. Yo tengo<br />

muy claro qué le dice Gary Cooper a Julie<br />

London y adónde se dirige ese carro en <strong>el</strong> que<br />

van subidos.)<br />

Estoy muy de acuerdo con la opinión de Ana<br />

Rodríguez Fisher [1997], quien ha comentado, a<br />

propósito de las continuas referencias<br />

cinematográficas en El mercurio, que éstas no<br />

son casuales, sino que van mucho más allá de la<br />

ambientación histórica. Dichas referencias<br />

cinéfilas señalan la formación cultural de José<br />

María Gu<strong>el</strong>benzu, su admiración por <strong>el</strong> cine<br />

clásico norteamericano. Además, la cinefilia<br />

influye en <strong>el</strong> estilo d<strong>el</strong> autor, algo que he podido<br />

comprobar tanto en <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o organizativo y<br />

estructural de la nov<strong>el</strong>a, como en <strong>el</strong> propiamente<br />

lingüístico, a través de ciertos diálogos y d<strong>el</strong><br />

discurso d<strong>el</strong> narrador omnisciente. (Es muy<br />

frecuente encontrar símiles e imágenes<br />

fílmicas.)<br />

Por último, cómo no acordarse de Annie Hall,<br />

de aqu<strong>el</strong> encuentro de Woody Allen y Diane<br />

Keaton, al leer esa escena en la que Andrés y<br />

Clara aguardan en la cola de un cine para ver –<br />

¡qué curioso!- Toma <strong>el</strong> dinero y corre d<strong>el</strong><br />

director neoyorquino, y mientras tanto hacen<br />

planes para las próximas Navidades. El<br />

encuentro rezuma ternura, quizás algo de<br />

timidez: los chicos han empezado a salir, pero<br />

aún no se deciden a dar <strong>el</strong> paso definitivo. Más<br />

bien, están inmersos en reproches de amantes<br />

adolescentes. Clara toma la iniciativa al ver que<br />

<strong>el</strong> pánfilo de Andrés no se decide a tirarle los<br />

tejos:<br />

Un instante queda suspendido en <strong>el</strong><br />

tiempo.<br />

-Es lo que más deseo en <strong>el</strong> mundo –<br />

contesta Andrés impetuosamente.<br />

Clara ilumina sus ojos y ladea la cabeza<br />

ligeramente, como si se sorprendiera a sí<br />

misma observándolo a él. Es un gesto<br />

encantador, lleno de coquetería y de una<br />

maliciosa inocencia que subraya<br />

extendiendo su sonrisa por todo <strong>el</strong> rostro,<br />

que contiene también un toque de<br />

sorprendida gratitud. Andrés reconoce<br />

ese gesto extraordinario porque es <strong>el</strong><br />

mismo que <strong>el</strong>la mostró aqu<strong>el</strong> día desde <strong>el</strong><br />

agua d<strong>el</strong> remanso en un lugar secreto. Y<br />

como entonces, ahora está a punto de<br />

estallar.<br />

-¿Y a qué estás esperando? –dice <strong>el</strong>la.


Con <strong>el</strong> paso de los años Clara y Andrés van<br />

asiduamente al cine, asisten con cierta<br />

resignación a la crisis de las salas de cine y al<br />

nacimiento de la cultura d<strong>el</strong> vídeo. ¡Qué difícil<br />

era encontrar lo que para <strong>el</strong>los era <strong>el</strong> cine!<br />

Aqu<strong>el</strong>las p<strong>el</strong>ículas de Nicholas Ray, Billy<br />

Wilder, Ingmar Bergman, Howard Hawks, John<br />

Ford, Douglas Sirk, Robert Bresson, Eric<br />

Rohmer, Stanley Donen, Fritz Lang, Jean<br />

Renoir. (La nómina no es mía: es d<strong>el</strong> narrador<br />

omnisciente. D<strong>el</strong> Gu<strong>el</strong>benzu cinéfilo, por<br />

supuesto. Pero qué cerca estamos <strong>el</strong> uno d<strong>el</strong><br />

otro.)<br />

g) Ingmar Bergman / Carlos Saura<br />

Me ha sorprendido gratamente encontrar en una<br />

secuencia de la “Tercera parte” de la nov<strong>el</strong>a una<br />

técnica cinematográfica que he visto por<br />

primera vez en <strong>el</strong> cine de Ingmar Bergman –<br />

Fresas salvajes (1957)- y luego de nuevo en <strong>el</strong><br />

de Carlos Saura –La prima Angélica (1973).<br />

Más o menos dicho procedimiento narrativo se<br />

podría resumir en estos términos: un personaje,<br />

en plena madurez, aparece con su aspecto actual<br />

en los espacios d<strong>el</strong> pasado y contempla con<br />

nostalgia a los suyos tal como los recuerda<br />

ahora, con sus mismos rostros, con sus mismas<br />

ropas. En fin, un peculiar viaje en busca d<strong>el</strong><br />

tiempo perdido.<br />

Andrés, en la habitación d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong>, ante <strong>el</strong> espejo<br />

d<strong>el</strong> cuarto de baño, observa con atención su<br />

expresión de ansiedad y decepción, que no es<br />

otra cosa que la imagen de un hombre abatido e<br />

indeciso. Pero, de pronto, reconoce en ese<br />

mismo espejo <strong>el</strong> reflejo de un espacio d<strong>el</strong><br />

pasado, una habitación en donde están su madre<br />

y su abu<strong>el</strong>a sentadas en unas butacas, y entre<br />

ambas de pie mirándolas una niña, Clara Zubia.<br />

La muchacha ha venido a jugar con él, le<br />

anuncia su madre. Las imágenes d<strong>el</strong> pasado y<br />

d<strong>el</strong> presente se entremezclan en la superficie d<strong>el</strong><br />

espejo. Un rato después –también en <strong>el</strong> espejo-<br />

aparece la figura d<strong>el</strong> padre en <strong>el</strong> salón de la<br />

vieja casa d<strong>el</strong> pueblo. Luego es la imagen de<br />

Clara surgiendo d<strong>el</strong> agua en <strong>el</strong> remanso d<strong>el</strong> río -<br />

aqu<strong>el</strong> espacio mítico en donde realmente se<br />

enamoraron- que le reclama. Ahí concluye este<br />

viaje al pasado, a su infancia, a sus seres<br />

queridos, al tiempo de la inocencia y d<strong>el</strong> amor.<br />

5. La noche no tiene paredes.<br />

Me encantan los libros “nocturnos”. Y, sobre<br />

todo, los personajes que pululan bajo la luz de la<br />

luna con ánimos de farra y de charla. De<br />

arreglar <strong>el</strong> mundo al alimón sin un plan fijo y<br />

con las ideas poco claras. Miro hacia atrás con<br />

placer y recuerdo las horas de emoción vividas<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

22<br />

primero en la lectura de Luces de bohemia,<br />

pieza teatral d<strong>el</strong> gran farandulero de la literatura<br />

española, Ramón María de Valle-Inclán; y luego<br />

reparo en <strong>el</strong> análisis repetido cada año en <strong>el</strong> aula<br />

con los alumnos de Bachillerato, y veo cómo<br />

siempre descubro cosas nuevas, cómo me<br />

gustaría ser Max Estr<strong>el</strong>la y “morir” una<br />

madrugada en <strong>el</strong> poyete de mi casa tras una<br />

noche de jarana al lado, eso sí, de tus “latinos”<br />

d<strong>el</strong> alma. Otra pieza teatral sobre nocturnidades<br />

y alevosías es Tres sobreros de copa [1932,<br />

1952, Migu<strong>el</strong> Mihura]. En una habitación de<br />

hot<strong>el</strong> provinciano Dionisio pasa una noche de<br />

ensueño, justo <strong>el</strong> día anterior a su boda, junto a<br />

unas b<strong>el</strong>las muchachas de music-hall. El tipo<br />

descubre que otro mundo es posible, muy<br />

distinto de la vida de convencionalismos<br />

burgueses que le espera si definitivamente se<br />

casa.<br />

La noche es propicia a toda clase de<br />

experiencias. De este libro destacaría, a modo<br />

de s<strong>el</strong>ección particular, <strong>el</strong> momento en <strong>el</strong> que<br />

Andrés y sus amigos viven intensamente la<br />

noche: es su territorio, “fue donde aprendimos a<br />

vivir por nuestra cuenta”. Es larga la nómina de<br />

estos personajes secundarios, fugaces incluso,<br />

que pululan por la nov<strong>el</strong>a, y de manera especial<br />

por esta larguísima secuencia en la que los<br />

personajes salen de parranda, como auténticos<br />

crápulas y faranduleros, quizás en retroceso, por<br />

la noche madrileña. Y <strong>el</strong> paseo se convierte en<br />

una especie de estado de la cuestión sobre los<br />

sueños y las ilusiones, con una evidente dosis de<br />

desencanto. De una parte, animales nocturnos<br />

como Cadavia y Juan de Septiembre, que<br />

recuerdan sobremanera a los antihéroes<br />

valleinclanescos, que actúan como maestros de<br />

ceremonias; de otra, Andrés D<strong>el</strong>campo, que esa<br />

noche ha dejado en casa a su mujer y a su hija,<br />

para calmar sus penas y aclarar sus dudas en las<br />

barras de la bohemia madrileña. Muchos más<br />

personajes irán desfilando por esos espacios<br />

míticos, mostrando sus miserias y sus encantos:<br />

John Palacius –se llama en realidad Juan de<br />

Dios Álvarez Palacios-, poeta feérico, o <strong>el</strong> padre<br />

Jesús Peor, entre otros. De poético canto, o<br />

<strong>el</strong>egía singular de la noche se puede calificar la<br />

perorata que lanza Juan cuando salen los amigos<br />

d<strong>el</strong> barrio de Argü<strong>el</strong>les para instalarse en una<br />

cervecería muy bulliciosa. Es algo larga la cita,<br />

pero desde ahora permanece muy cerca de mi<br />

mesa de trabajo donde a veces la miro y me<br />

recreo con mucho placer.<br />

-La noche, amigos míos –perora Juan- es<br />

<strong>el</strong> reino de la fantasía y de lo inesperado.<br />

La noche nos iguala, nos oscurece, nos<br />

confunde; es la que da alivio al triste,<br />

cobijo al solitario, refugio al fugitivo,<br />

protección al criminal, excusa a los<br />

amantes, cobertura al inseguro, alegría a


DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

los juerguistas, ocasión a los tramposos,<br />

promesa al jugador. La noche concierta<br />

citas a veces desesperadas, a veces<br />

traicioneras y a veces triunfantes. La<br />

noche hace y deshace r<strong>el</strong>aciones a<br />

media luz, atrae al público a la puerta de<br />

las tabernas y lo atrae como si fueran<br />

polillas ante las farolas de las calles que<br />

lo conducen a <strong>el</strong>las. La noche es<br />

escondite y libertad, es luminosa en la<br />

oscuridad para quien tiene ojos como los<br />

gatos, es la mentira más verdadera, la<br />

que expande nuestros corazones, la<br />

dama de nuestros sueños.<br />

La respuesta d<strong>el</strong> joven Andrés, quien pasa por<br />

un momento de incertidumbre y desasosiego en<br />

su vida familiar y profesional, es sobre todo un<br />

aserto generacional, y la voz d<strong>el</strong> desencanto.<br />

-La noche es <strong>el</strong> olvido –sentencia Andrés-,<br />

por eso bebemos en la noche, para<br />

olvidar <strong>el</strong> día.<br />

Esta ronda nocturna de los amigos de Andrés se<br />

parece mucho a una p<strong>el</strong>ícula de Federico F<strong>el</strong>lini,<br />

un autor que se prodiga en montar escenas de<br />

farra muy surrealistas, en las que abundan las<br />

copas y los bailes, protagonizadas por<br />

noctámbulos y faranduleros, crápulas y<br />

oportunistas, que viven prodigiosamente la<br />

noche. Nos referimos, claro está, a obras<br />

maestras como La dolce vita y Ocho y medio /<br />

Otto e mezzo. Además, estas tiernas páginas –<br />

todo un canto a la amistad, como no había leído<br />

en mucho tiempo- nos recuerdan la literatura de<br />

los escritores d<strong>el</strong> Medio Siglo (Caballero<br />

Bonald, Áng<strong>el</strong> González, Alfonso Sastre, Gil de<br />

Biedma, entre otros), que hicieron de las cutres<br />

tabernas su auténtico Ateneo, de las barras de<br />

bar objetos poéticos por exc<strong>el</strong>encia, y d<strong>el</strong><br />

alcohol –y por ende de la amistad- una de sus<br />

señas de identidad.<br />

6. Análisis fílmico de un fragmento,<br />

Me gustaría concluir este artículo mostrando al<br />

lector un fragmento de la nov<strong>el</strong>a muy ilustrativo<br />

de lo que no dudo en llamar estilo visual o<br />

cinematográfico. Su configuración –en términos<br />

de sintaxis, pero también de coherencia y<br />

cohesión textuales- no anda muy lejos d<strong>el</strong><br />

territorio d<strong>el</strong> guión técnico. Más que mostrarlo,<br />

sin más, lo iré analizando, y segmentando plano<br />

a plano, a partir de una terminología más propia<br />

d<strong>el</strong> comentario de textos fílmicos. (Lo<br />

encontrará <strong>el</strong> lector en la página 130 de la<br />

nov<strong>el</strong>a.)<br />

La puerta d<strong>el</strong> bar se abre de pronto y dos<br />

tipos, uno de <strong>el</strong>los con gabardina y <strong>el</strong> otro a<br />

23<br />

cuerpo, entran en <strong>el</strong> local. Una corriente de<br />

aire frío e intimidante acompaña su entrada<br />

[PLANO GENERAL]. Uno de <strong>el</strong>los, <strong>el</strong> de la<br />

gabardina, permanece en pie junto a la<br />

puerta abierta [PLANO GENERAL],<br />

sujetándola con la mano [PRIMER PLANO], y<br />

<strong>el</strong> otro se adentra unos pasos para observar<br />

a la escasa concurrencia [TRAVELLING /<br />

CÁMARA SUBJETIVA]. El local se ha<br />

achicado repentinamente. El hombre que<br />

lee <strong>el</strong> periódico en la mesa d<strong>el</strong> rincón ante<br />

una taza de café vacía levanta la vista, los<br />

mira y sigue leyendo; los dos corrillos de la<br />

barra detienen por unos instantes sus<br />

conversaciones; <strong>el</strong> camarero observa a los<br />

dos aparecidos con gesto de indiferencia y<br />

Andrés y Luis sienten que se les seca la<br />

garganta. Es un minuto en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> corazón<br />

bombea con fuerza y ambos creen que esa<br />

tensión se traduce en sus caras, que sus<br />

cuerpos les traicionan, no saben adónde es<br />

conveniente mirar y eso les turba aún más<br />

[PANORÁMICA de presentación; leve<br />

barrido / corte a PLANO MEDIO d<strong>el</strong><br />

camarero]. Luis se agarra al vaso para<br />

beber, pero siente que no podrá controlar <strong>el</strong><br />

temblor de la mano y permanece en esa<br />

postura [PLANO GENERAL / PRIMER PLANO<br />

de la mano]. Andrés prueba a fijar la vista<br />

en la cristalera, tratando de ignorar al<br />

escrutador, pero a continuación hace un<br />

esfuerzo supremo y enfrenta los ojos d<strong>el</strong> otro<br />

con un fingido gesto de indiferencia. Sabe<br />

que tiene que mirarlo para evitar que se<br />

acerque, pero teme que <strong>el</strong> miedo asome<br />

porque <strong>el</strong> otro puede olerlo como lo hacen<br />

los perros [PLANO GENERAL/ leve<br />

PANORÁMICA]. El escrutador termina de<br />

barrer <strong>el</strong> local con la mirada, se vu<strong>el</strong>ve a su<br />

compañero, le hace una seña con la<br />

cabeza y los dos salen d<strong>el</strong> bar hacia la<br />

calle [PLANO GENERAL / TRAVELLING de<br />

acompañamiento]. Andrés expira <strong>el</strong> aire<br />

que se le había solidificado en la garganta<br />

[PRIMER PLANO]. El hombre sentado en la<br />

mesa de la esquina le mira fugazmente<br />

sobre <strong>el</strong> periódico abierto y luego vu<strong>el</strong>ve a<br />

su lectura con una media sonrisa en los<br />

labios [PRIMER PLANO].<br />

Vemos, pues, cómo Gu<strong>el</strong>benzu, sirviéndose de<br />

una puesta en escena claramente<br />

cinematográfica, consigue unos efectos harto<br />

<strong>el</strong>ocuentes para mostrar una escena silente, de<br />

suspense, en la que los dos amigos temen ser<br />

detenidos en unos momentos de convulsión<br />

social, en los que <strong>el</strong>los en cierta medida están<br />

inmersos, aunque tampoco participen<br />

activamente en la resistencia: con todo, no ven<br />

con buenos ojos <strong>el</strong> Régimen, y se sienten<br />

frustrados profesionalmente. Y de esto<br />

precisamente trata la nov<strong>el</strong>a.


7. El silencio d<strong>el</strong> lector.<br />

He leído con mucho gusto El amor verdadero.<br />

He disfrutado como nunca, como un niño con su<br />

juguete preferido, he vu<strong>el</strong>to a la nov<strong>el</strong>a una y<br />

otra vez, a mis subrayados, a mis glosas de<br />

lector cómplice. En este análisis he intentado<br />

mostrar cómo Gu<strong>el</strong>benzu es un escritor muy<br />

sensible a las técnicas cinematográficas. La<br />

nov<strong>el</strong>a es sencilla –por su historia, por sus<br />

personajes- y, al mismo tiempo,<br />

extraordinariamente compleja –por sus artificios<br />

estructurales, por la alternancia de voces<br />

narrativas-. Me han emocionado muchas de sus<br />

páginas, me he reconocido en algunos<br />

personajes y temas. Un placer similar al de ver<br />

por primera vez, sin saber aún nada de sus<br />

directores, Ciudadano Kane, La diligencia o Río<br />

Bravo. Gu<strong>el</strong>benzu ha dirigido –perdón, ha<br />

escrito- una obra maestra. No es un r<strong>el</strong>ato de la<br />

nostalgia, sino de ese misterio llamado<br />

memoria.<br />

No me voy a entregar a la nostalgia d<strong>el</strong><br />

mismo modo que nunca volveré a<br />

sentarme –los ojos ardiendo como faros-<br />

en mi butaca arropado por la oscuridad<br />

compartida de una sala de cine de sesión<br />

continua.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

24<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

BASANTA, Áng<strong>el</strong> [2010]: “El amor<br />

verdadero”, EL CULTURAL / EL MUNDO, 4-6-<br />

2010, págs. 16-17.<br />

COMAS, Áng<strong>el</strong> [2004]: Anthony Mann,<br />

Madrid, T&B.<br />

GUELBENZU, José María [1997]: El mercurio<br />

[1968], edición de Ana Rodríguez Fischer,<br />

Madrid, Cátedra (“Letras Hispánicas”; 433).<br />

GUELBENZU, José María [2010]: El amor<br />

verdadero, Siru<strong>el</strong>a (“Nuevos Tiempos”; 167).<br />

MAINER, José Carlos [2010]: “Amor, historia<br />

y un poco de magia”,<br />

www.<strong>el</strong>pais.com/articulo/portada/Amor/historia<br />

/poco/magia/<strong>el</strong>pepuculbab/2010.<br />

POZUELO YVANCOS, José María [2010]:<br />

“Llegada a Ítaca”,<br />

www.abc.es/ABCD/noticia.asp?id=14525&num<br />

=947&sec=32<br />

TUSÓN, Vicente y LÁZARO, Fernando [1984]:<br />

Literatura española, Anaya.


CINE<br />

“Cuando soy buena, soy buena; cuando soy<br />

mala, soy mucho mejor.”<br />

Mae West, primera “femme fatale” de la<br />

historia d<strong>el</strong> cine.<br />

Aunque estoy seguro de que la pizpireta actriz<br />

Mae West no quería darle a su famosa frase<br />

exactamente <strong>el</strong> mismo sentido d<strong>el</strong> que quiero<br />

dotar a este artículo, déjenme que me sirva de<br />

<strong>el</strong>la para agitar su memoria cinematográfica y<br />

hacer emerger de <strong>el</strong>la algún pérfido personaje<br />

de p<strong>el</strong>ícula que les haya marcado hasta tal punto<br />

de tenerlo entre sus personajes cinematográficos<br />

favoritos. Ah, ¿que sólo les vienen a la mente<br />

chicos buenos? Jejeje… ¿a quién pretenden<br />

engañar? A mí no, desde luego.<br />

A mi entender, dos son las razones por las que<br />

<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> malo nos puede dejar marcados<br />

después de ver una p<strong>el</strong>ícula: o bien porque nos<br />

cayó tan bien que al final de la misma<br />

preferimos que hubiera ganado, que se hubiera<br />

llevado a la chica o, simplemente (hay que ver<br />

qué malos son también algunos directores de<br />

cine) que hubiera sobrevivido. O bien porque, y<br />

es lo más normal, le complicó tanto la vida al<br />

protagonista de la p<strong>el</strong>ícula que tuvimos al final<br />

que reconocer ciertas virtudes a su Némesis.<br />

Y es quizás porque hace ya algunas ediciones de<br />

la revista publiqué un artículo sobre su<br />

contrario, esto es, <strong>el</strong> bueno, <strong>el</strong> héroe de la p<strong>el</strong>í,<br />

que ahora pretendo hacer justicia<br />

cinematográfica reservando este espacio para<br />

presentar, si no los conocen ya, a muchos, de los<br />

que podríamos llamar malos de la p<strong>el</strong>ícula, que<br />

han desfilado por las pantallas de cine a lo largo<br />

de la historia d<strong>el</strong> séptimo arte.<br />

Bien, pues me gustaría empezar mi r<strong>el</strong>ación<br />

citando a uno de los malvados más carismáticos<br />

que se han paseado por estas pantallas ante<br />

nuestros ojos, personaje de una de las sagas<br />

cinematográficas más populares de todos los<br />

tiempos, y no es otro que Lex Luthor, <strong>el</strong><br />

archienemigo de Superman. Interpretado por <strong>el</strong><br />

genial actor Gene Hackman, se trata de un<br />

personaje que aparecía para d<strong>el</strong>eite de los<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

MALOS DE PELÍCULA<br />

25<br />

Dani<strong>el</strong> Martín-Moreno Romero<br />

espectadores en la primera, la segunda y la<br />

cuarta entrega de la saga (Richard Donner,<br />

1978; Richard Lester, 1980 y Sidney J. Furie,<br />

1987). De verborrea fácil y siempre con una<br />

sonrisa en la boca mientras describe y pone en<br />

práctica los más maquiavélicos (y fallidos)<br />

planes para acabar con Superman, este villano<br />

consigue que desarrollemos por él una especie<br />

de simpatía que hace que casi queramos que se<br />

salga con la suya. ¿He dicho casi, no? Ah, vale,<br />

ya creía que me estaba pasando al lado oscuro,<br />

que diría un Jedi.<br />

Otros malos simpáticos, como Luthor, en <strong>el</strong> cine<br />

los ha habido a cientos, pero yo me voy a<br />

quedar con dos de <strong>el</strong>los, diferentes entre sí<br />

además: Uno, Gordon Gekko, <strong>el</strong> paternal y<br />

“cool” tiburón de las finanzas de “Wall Street”<br />

(Oliver Stone, 1987) rescatado hace poco por su<br />

creador Stone para una segunda parte<br />

ambientada en estos tumultuosos tiempos en<br />

cuanto a lo económico (Wall Street: <strong>el</strong> dinero<br />

nunca duerme, 2010); y <strong>el</strong> otro, discúlpenme si<br />

no les suena mucho la p<strong>el</strong>ícula, <strong>el</strong> Dr. Frank-N-<br />

Furter, un travestido y bisexual remedo de<br />

Doctor Frankenstein y Drácula a la vez,<br />

interpretado por Tim Curry en la hilarante<br />

comedia musical “The Rocky Horror Picture<br />

Show” (Jim Sharman, 1975), donde después de<br />

secuestrar y seducir a la pareja protagonista e<br />

incluso matar a uno de sus propios secuaces,<br />

vemos como se rev<strong>el</strong>a su verdadera<br />

personalidad como extraterrestre venido a la<br />

Tierra a conquistarla pero que, seducido por los<br />

placeres que la humanidad le ofrece, se vu<strong>el</strong>ve<br />

“bueno” y, tras ser traicionado por sus otros<br />

compañeros extraterrestres, es asesinado por<br />

éstos en una enternecedora escena final que<br />

consigue transformar en entrañable al personaje.<br />

Vaya, ¿malos que se convierten en buenos al<br />

final de la p<strong>el</strong>ícula? Pues es que no han<br />

escaseado precisamente que digamos, y están<br />

entre mis favoritos, tengo que confesarlo. Los<br />

hay desde los que cometen fechorías al principio<br />

d<strong>el</strong> film desde su condición de d<strong>el</strong>incuentes,<br />

como Kevin Costner, <strong>el</strong> convicto "Butch"


Haynes, en “Un mundo perfecto” (Clint<br />

Eastwood, 1993); Rutger Hauer, <strong>el</strong> androide<br />

fugado Roy Batty, en “Blade Runner” (Ridley<br />

Scott, 1983) o Russ<strong>el</strong> Crowe, <strong>el</strong> atracador Ben<br />

Wade, en “El tren de las 3:10” (James Mangold,<br />

2007) personajes que al final se redimen y hasta<br />

llegan incluso a colaborar con la justicia (caso<br />

de Crowe); y la vertiente opuesta, los que<br />

comienzan la p<strong>el</strong>ícula desde <strong>el</strong> lado de la ley y<br />

contra los protagonistas de la historia, pero que<br />

a lo largo d<strong>el</strong> metraje van cambiando su postura<br />

hasta posicionarse algunas veces claramente d<strong>el</strong><br />

lado de estos y contra <strong>el</strong> poder establecido.<br />

Ejemplos de este arquetipo cinematográfico lo<br />

encontramos en la figura d<strong>el</strong> caza recompensas<br />

que interpreta Jack Ryan en la preciosista y<br />

violenta p<strong>el</strong>ícula “Grupo Salvaje” (Sam<br />

Peckinpah, 1969), o en <strong>el</strong> oscuro oficial de la<br />

Stasi, la policía secreta de la antigua Alemania<br />

Oriental, al que da vida Ulrich Mühe, que está<br />

encargado de espiar a unos int<strong>el</strong>ectuales<br />

desafectos al régimen en la reciente p<strong>el</strong>ícula<br />

alemana “La vida de los otros” (Florian<br />

Henck<strong>el</strong>-Donnersmarck, 2006).<br />

Malos también tenemos los d<strong>el</strong> tipo<br />

atormentado, que saben que no están d<strong>el</strong> lado de<br />

los buenos, pero que aunque sufran por <strong>el</strong>lo lo<br />

asumen: bien por interés personal, para medrar,<br />

caso d<strong>el</strong> reconvertido sheriff Pat Garret<br />

interpretado por James Coburn en “Pat Garret y<br />

Billy <strong>el</strong> niño” (Peckinpah, 1973), o d<strong>el</strong><br />

traumatizado sargento Burns de “Platoon”<br />

(Oliver Stone, 1986), antítesis d<strong>el</strong> bondadoso<br />

sargento Elías – Willem Dafoe: un Tom<br />

Berenger cuyas profundas cicatrices en la cara<br />

son un reflejo exterior d<strong>el</strong> carácter tortuoso de<br />

un alma que ha de ahogar en alcohol después de<br />

las atrocidades que comete en <strong>el</strong> campo de<br />

batalla.<br />

Y bueno, por seguir clasificando en diversas<br />

categorías los tipos de villanos que nos podemos<br />

encontrar en una p<strong>el</strong>ícula, los hay d<strong>el</strong> tipo<br />

psicópata: <strong>el</strong> asesino Scorpio, de “Harry <strong>el</strong><br />

sucio” (Don Sieg<strong>el</strong>, 1975); <strong>el</strong> preso recién salido<br />

de la cárc<strong>el</strong> y con ganas de venganza Max Cady,<br />

al que daba vida Robert de Niro, en “El Cabo<br />

d<strong>el</strong> miedo” (Martin Scorsese, 1991); o <strong>el</strong><br />

extraño asesino sociópata de “No es país para<br />

viejos” (Los hermanos Cohen, 2007), encarnado<br />

por un Javier Bardem que se hizo merecedor d<strong>el</strong><br />

Oscar al mejor actor secundario d<strong>el</strong> año; los hay<br />

también d<strong>el</strong> tipo diabólico: Robert de Niro otra<br />

vez, como <strong>el</strong> abogado Lu Cipher de “El corazón<br />

d<strong>el</strong> áng<strong>el</strong>” (Alan Parker, 1987); Robert<br />

Mitchum, como <strong>el</strong> predicador buscavidas al que<br />

daba vida en “La noche d<strong>el</strong> cazador” (Charles<br />

Laughton, 1955), donde destaca la inolvidable<br />

secuencia en la que se nos muestran sus nudillos<br />

tatuados con las palabras “HATE” (odio) y<br />

“LOVE” (amor); <strong>el</strong> veterano abogado al que da<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

26<br />

vida un mefistofélico Al Pacino en “Pactar con<br />

<strong>el</strong> diablo” (Taylor Hackford, 1997), que es<br />

capaz de corromper <strong>el</strong> espíritu puro de su recién<br />

licenciado colega de profesión (encarnado por<br />

Keanu Reeves), etc., etc.<br />

Malvados hay también que nos engañan con su<br />

carácter bonachón y que al final de la p<strong>el</strong>ícula<br />

dan la cara y rev<strong>el</strong>an su verdadera identidad,<br />

como, por citar sólo algunos casos, <strong>el</strong> misterioso<br />

asesino de “El nombre de la rosa” (Jean-Jacques<br />

Annaud, 1986), que no desv<strong>el</strong>aré aquí por si<br />

alguno de ustedes aún no ha visto la p<strong>el</strong>ícula o<br />

leído <strong>el</strong> libro; o hablando de libros, <strong>el</strong> infame<br />

d<strong>el</strong>ator ante los nazis de miembros de la<br />

Resistencia holandesa de “El libro negro” (Paul<br />

Verhoeven, 2006), al que tampoco d<strong>el</strong>ataré.<br />

Simpáticos psicópatas, encantadores ladrones,<br />

sorprendentes asesinos,…. A lo largo de toda su<br />

historia <strong>el</strong> cine ha ido dejando muestras d<strong>el</strong> más<br />

variado <strong>el</strong>enco de villanos que imaginarse pueda<br />

en p<strong>el</strong>ículas de acción y sobre todo de misterio,<br />

pero es en la comedia donde la figura d<strong>el</strong> malo<br />

alcanza su máximo niv<strong>el</strong> de caracterización, y<br />

sirve para su parodia. Ejemplos van desde la<br />

panda, y nunca mejor dicho, de patosos<br />

motoristas que, persiguiendo a los personajes<br />

caracterizados por Clint Eastwood y Sondra<br />

Locke, se las dan de malvados sin poder llegar a<br />

serlo en la comedia de acción “Duro de p<strong>el</strong>ar”<br />

(James Fargo, 1978), a los esbirros d<strong>el</strong> Dr.<br />

Maligno de las p<strong>el</strong>ículas de Austin Powers (la<br />

primera: “Austin Powers: Misterioso agente<br />

internacional”, Jay Roach 1987) en las que<br />

protagonista y antagonista están interpretados<br />

por <strong>el</strong> mismo actor, Mike Myers, y que presenta<br />

a unos secuaces (o esbirros, como <strong>el</strong>los se<br />

llaman) d<strong>el</strong> Dr. Maligno que tienen más que<br />

asumido su rol de carne de cañón que muere a la<br />

primera de cambio. Más villanos de este tipo<br />

encontramos en <strong>el</strong> grupo de neonazis de<br />

encefalograma plano que persiguen a los Blues<br />

Brothers en “Granujas a todo ritmo” (John<br />

Landis, 1980), etc., etc.<br />

No obstante todas estas p<strong>el</strong>ículas mencionadas,<br />

uno de los puntos culminantes de la<br />

representación d<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> malo en <strong>el</strong> cine lo<br />

encontramos en una divertida p<strong>el</strong>ícula de acción<br />

de Arnold Schwarzenegger: “El último gran<br />

héroe” (John Mctiernan, 1993), la cual es en<br />

realidad una parodia de las p<strong>el</strong>ículas de acción<br />

d<strong>el</strong> actor austriaco, y es que en <strong>el</strong>la aparecen un<br />

sinfín de villanos interpretados por actores que<br />

en otras p<strong>el</strong>ículas han hecho de malos y a los<br />

que <strong>el</strong> personaje de Arnold, <strong>el</strong> detective Jack<br />

Slater, se enfrenta y va ajustando las cuentas<br />

casi uno a uno. Tenemos a Anthony Quinn, que<br />

ha hecho de gangster en reiteradas ocasiones<br />

(una de las más famosas: “Revenge”, de Tony<br />

Scott, 1990), F. Murray Abraham: Salieri, <strong>el</strong><br />

malo de “Amadeus”, (Milos Forman, 1984),


Charles Dance, <strong>el</strong> psicópata de “Desvío al<br />

paraíso” (Gerardo Herrero, 1984), etc.<br />

Bien, llegados a este punto hemos presentado a<br />

un sinfín de malos arquetípicos, que han sido<br />

interpretados por diferentes actores, pero<br />

fijándonos en <strong>el</strong> ejemplo de la p<strong>el</strong>ícula que<br />

mencionábamos antes podríamos haber hecho<br />

una r<strong>el</strong>ación algo diferente: haber presentado a<br />

actores que han dado vida a un sinfín de malos<br />

de diferentes tipos. Y es que a nadie se le escapa<br />

que hay actores que, en la mayoría de las<br />

ocasiones debido a su físico, han centrado su<br />

carrera en personajes malvados, como por<br />

ejemplo en los primeros años d<strong>el</strong> cine negro<br />

Richard Widmark y <strong>el</strong> mismísimo Humphrey<br />

Bogart, aunque pronto ambos, por sus dotes<br />

interpretativas y, en su momento, arriesgadas<br />

apuestas por parte de directores que desafiaban<br />

a la opinión general de que sólo podían encarnar<br />

personajes de gángsteres, pudieron cambiar de<br />

registro para así convertirse en grandes actores<br />

de todo tipo de roles. Así, Humphrey Bogart<br />

participó de secundario en decenas de p<strong>el</strong>ículas<br />

(en las que además solía morir tiroteado) antes<br />

de hacer “El tesoro de Sierra Madre” (John<br />

Huston, 1941), la p<strong>el</strong>ícula que lo lanzó<br />

definitivamente a la fama (a él y a Huston<br />

también). Y Richard Widmark se dio a conocer<br />

al gran público haciendo d<strong>el</strong> perverso gangster<br />

Tommy Udo en “El beso de la muerte” (Henry<br />

Hathaway, 1955).<br />

De esta época es así mismo <strong>el</strong> actor encasillado<br />

en interpretar personajes de malvados<br />

gángsteres Richard Conte, con una filmografía<br />

que abarca desde la década de los cincuenta, con<br />

títulos como “Agente especial” (Joseph H.<br />

Lewis, 1955) a los 70, donde destaca “El<br />

Padrino” (Francis F. Coppola, 1973), en la que<br />

encarnaba a Don Barzini, uno de los capos de<br />

las cinco familias mafiosas de Nueva York. Y<br />

también por estos años hacía Orson W<strong>el</strong>les su<br />

irrupción en <strong>el</strong> cine. Y es que dejando a un lado<br />

su brillante faceta de director, su cada vez más<br />

oronda figura encarnó en p<strong>el</strong>ículas propias y<br />

ajenas a algunos de los villanos más famosos de<br />

la historia d<strong>el</strong> cine: <strong>el</strong> nazi huido a America<br />

Franz Kindler de “El extraño” (O. W<strong>el</strong>les,<br />

1946), <strong>el</strong> contrabandista Harry Lime en la Viena<br />

post Segunda Guerra Mundial de “El tercer<br />

hombre” (Carol Reed, 1949), o <strong>el</strong> mafioso y<br />

corrupto jefe de policía Quinlan de “Sed de<br />

mal” (O. W<strong>el</strong>les, 1958).<br />

Más recientemente, ejemplos de actores<br />

especializados en este tipo de personajes<br />

podemos encontrarlos en los actores ingleses<br />

Alan Rickman: genial como siempre en sus<br />

pap<strong>el</strong>es de sádico terrorista enfrentando a Bruce<br />

Willis-John McClane (“La jungla de cristal” -<br />

John Mctiernan, 1988), sheriff de Nothingham<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

27<br />

enfrentado a un Robin Hood-Kevin Costner<br />

(“Robin Hood, principe de los ladrones” –<br />

Kevin Reynolds 1991) o ambiguo profesor de<br />

escu<strong>el</strong>a de magia (“Harry Potter y la piedra<br />

filosofal” – Chris Columbus, 2001); y Mark<br />

Strong, que ha hecho de malo en 3 de las más<br />

taquilleras p<strong>el</strong>ículas d<strong>el</strong> 2010: Robin Hood<br />

(Ridley Scott), Jack-Ass: listo para machacar<br />

(Matthew Vaughn) y Sherlock Holmes (Guy<br />

Ritchie).<br />

Y qué decir de un actor especialista en<br />

malvados de todos los tiempos: Christopher<br />

Lee, con interpretaciones que van desde las de<br />

Drácula en un sinfín de p<strong>el</strong>ículas de la Hammer<br />

(allá por los años 50) a las d<strong>el</strong> traicionero Conde<br />

Dooku de Star Wars: episodio II - El ataque de<br />

los clones (George Lucas, 2002) y <strong>el</strong> pérfido<br />

Saruman de la trilogía d<strong>el</strong> “Señor de los anillos”<br />

(Peter Jackson, 2001-2003). Ahí es nada.<br />

Y no podemos finalizar este artículo sin hacer<br />

referencia a algunas malas de p<strong>el</strong>ícula, de esas<br />

que hacen honor a la cita con la que comenzaba<br />

él mismo: que cuando son malas, son mejores.<br />

Y entonces, imposible dejar de mencionar a<br />

Barbara Stancyck, soberbia en su pap<strong>el</strong> de<br />

femme fatale, o mujer fatal que diríamos en<br />

cast<strong>el</strong>lano, en “Perdición” (de Billy Wilder,<br />

1944), donde se comenzaba a dar forma a esta<br />

figura, la de femme fatale, que ha evolucionado<br />

hasta interpretaciones como la de Lena Olin en<br />

“Romeo is bleeding (Doble juego)”, de Peter<br />

Medak (1993). Tampoco podemos obviar otros<br />

personajes femeninos odiosos como <strong>el</strong> de la<br />

enfermera de “Alguien voló sobre <strong>el</strong> nido d<strong>el</strong><br />

cuco” (Milos Forman, 1975), interpretación que<br />

le valió un oscar a la actriz Louise Fletcher, ni <strong>el</strong><br />

de la también enfermera interpretada por Kathy<br />

Bates en “Misery” (Rob Reiner, 1990, basado<br />

en la nov<strong>el</strong>a de Stephen King) ni a Glenn Close<br />

en su pap<strong>el</strong> de obsesionada amante despechada<br />

de “Atracción fatal” (Adrian Lyne, 1997).<br />

Malas, malos… Bien, queridos lectores ¿me<br />

dejo alguno? Seguro que ya se les ha ocurrido<br />

algún villano de p<strong>el</strong>ícula que no he mencionado<br />

en todo <strong>el</strong> artículo, ¿que no? Me he dejado al<br />

menos uno, inclasificable, que se ha convertido<br />

en uno de los últimos iconos d<strong>el</strong> cine reciente,<br />

encumbrando al actor que le ha dado vida….<br />

¿no les suena aún? ¿Y si les digo: sigues oyendo<br />

los corderos en la oscuridad, Clarisse? Aunque<br />

lo de Hannibal Lecter mejor lo dejamos para<br />

otro número, o mejor no decimos nada, no vaya<br />

a ser que se mosquee, con <strong>el</strong> mal humor que se<br />

gasta. Sólo hay que recordar lo que le decía a la<br />

agente d<strong>el</strong> FBI Clarisse Starling, o como a él le<br />

gustaba llamarla, simplemente Clarisse:<br />

“Uno d<strong>el</strong> censo intentó hacerme una encuesta.<br />

Me comí su hígado acompañado de habas y un<br />

buen Chianti”.


CINE<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

KRZYSZTOF KIESLOWSKI: Azul y la sinfonía inacabada¹<br />

28<br />

José Vicente Caminero Torija<br />

“Si hablo la lengua de los hombres y de los áng<strong>el</strong>es…. Y no tengo amor, no soy nada”<br />

(Corintios 13,1-13).<br />

El tema de las creencias r<strong>el</strong>igiosas y cristianas<br />

de los artistas y, en <strong>el</strong> caso de esta reflexión, de<br />

los cineastas, presenta un aspecto de<br />

considerable interés en <strong>el</strong> siempre crucial<br />

diálogo entre r<strong>el</strong>igión y cultura. Esta cuestión<br />

plantea varias preguntas con respecto al cine.<br />

¿Cómo puede una opción creyente, o<br />

dudosamente creyente, o no creyente ser<br />

percibida y expresada en <strong>el</strong> trabajo de un<br />

director? ¿Es necesario que sea creyente un<br />

director que se propone realizar una p<strong>el</strong>ícula<br />

sobre Jesús, o bien r<strong>el</strong>ativa a temas cristianos?<br />

En ocasiones, la identidad creyente es<br />

manifestada abiertamente por los directores,<br />

como una estrategia comercial para explotación<br />

de la p<strong>el</strong>ícula. Podemos poner como ejemplo <strong>el</strong><br />

caso d<strong>el</strong> italoamericano Martin Scorsese en la<br />

Última tentación de Cristo, inquieto por la<br />

reacción d<strong>el</strong> público por su escandalosa<br />

p<strong>el</strong>ícula, proclamó con insistencia que era<br />

católico y que había ido a un seminario católico.<br />

Por otro lado, un buen número de p<strong>el</strong>ículas de<br />

temas y contenidos r<strong>el</strong>igiosos, cristianos,<br />

católicos concretamente, muy bien aceptadas y<br />

respetadas en círculos de iglesias, han sido<br />

realizadas por directores que abiertamente<br />

admiten su posicionamiento de no creyentes:<br />

Alain Cavalier y su Thérèse (1986), John<br />

Duigan y su Romero (1989); La séptima morada<br />

(1995) de Marta Meszaros y más recientemente,<br />

El gran silencio (2005) de Philip Gröning. Sin<br />

duda <strong>el</strong> mejor ejemplo de esta aparente paradoja<br />

es El Evang<strong>el</strong>io según San Mateo (1964) de Pier<br />

Paolo Pasolini, que siendo muy criticada por <strong>el</strong><br />

Vaticano en su momento, treinta años más tarde,<br />

cuando <strong>el</strong> Vaticano publicó una lista de las<br />

mejores p<strong>el</strong>ículas de todos los tiempos, El<br />

Evang<strong>el</strong>io de Pasolini fue la única p<strong>el</strong>ícula sobre<br />

Jesús que se incluyó: evidentemente, lo de<br />

director creyente o no creyente, y su<br />

comportamiento, no fueron tenidos en cuenta<br />

como factor de valoración.<br />

Un nuevo y fascinante aspecto de este tema es <strong>el</strong><br />

caso de los directores de cine que habiendo sido<br />

católicos o cristianos, después han perdido o<br />

renunciado a su fe, y a pesar de todo, sus<br />

trabajos continúan estando marcados con<br />

detalles, temas, o, lo que es más importante, con<br />

<strong>el</strong> espíritu de aqu<strong>el</strong>la fe. Ingmar Bergman es<br />

obviamente <strong>el</strong> ejemplo más llamativo, pues<br />

continúa debatiéndose con la cuestión de Dios<br />

en sus p<strong>el</strong>ículas. El director canadiense Denys<br />

Arcand, en su Jesús de Montreal (1989) y otras<br />

p<strong>el</strong>ículas, parece incapaz de desprenderse de sus<br />

raíces católicas. También es <strong>el</strong> caso de Francis<br />

Ford Coppola, más evidente en la trilogía de El<br />

Padrino y especialmente en <strong>el</strong> Padrino II<br />

(1972). Uno de los más destacados d<strong>el</strong> cine<br />

reciente es Ab<strong>el</strong> Ferrara, en Mary (2005),<br />

estudia con sensibilidad y profundidad la<br />

experiencia de la lucha interior de la fe cristiana<br />

y la llamada a la conversión radical.<br />

Krzysztof Kieslowski<br />

Tal vez, <strong>el</strong> cineasta que nos proponemos<br />

presentar sea un caso fascinante, <strong>el</strong> polaco<br />

Krzysztof Kieslowski, y más concretamente en<br />

su trilogía Tres Colores² (1993- 1994), que<br />

quizás represente <strong>el</strong> trabajo más conocido de<br />

este cineasta. El poder salvífico d<strong>el</strong> amor según<br />

<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o cristiano d<strong>el</strong> Nuevo Testamento es un<br />

tema que se hace constante en la p<strong>el</strong>ícula<br />

Blanco, <strong>el</strong> amor trascendente a las traiciones e<br />

infid<strong>el</strong>idades de los dos protagonistas para<br />

llevar la esperanza a su matrimonio roto, y en la


p<strong>el</strong>ícula Rojo aparece una d<strong>el</strong>icada r<strong>el</strong>ación de<br />

amor entre un viejo solitario y una joven, que<br />

aporta renovación, esperanza y vida para ambos.<br />

Pero nos centraremos especialmente en la<br />

p<strong>el</strong>ícula Azul en la que Kieslowski expresa una<br />

visión moral cristiana con consumada b<strong>el</strong>leza y<br />

fuerza. Azul es una nueva indagación que <strong>el</strong><br />

cineasta hace en <strong>el</strong> sentido de la vida y de la<br />

muerte. Profundamente subjetiva trata de no<br />

perder pie de universalidad. El proceso de Julie<br />

(protagonista de la p<strong>el</strong>ícula) parte de la<br />

vulnerabilidad de lo seguro, de la inmensidad<br />

d<strong>el</strong> dolor y de las fuentes de un débil renacer,<br />

que se revisan en la misma trilogía, como si los<br />

códigos anteriores se hubieran caído.<br />

Julie es alcanzada por la muerte en medio de un<br />

chiste. Paradoja de la vulnerabilidad, todo<br />

seguro y todo se viene abajo. Todo en lo que se<br />

puede confiar, hasta <strong>el</strong> propio coche, está<br />

sometido a la fatalidad. No se trata de su propia<br />

muerte sino de la muerte d<strong>el</strong> otro, en su<br />

radicalidad de esposo (reciprocidad) e hija<br />

(alteridad de generación).<br />

Antes que una reflexión sobre <strong>el</strong> dolor es una<br />

reflexión sobre la vulnerabilidad, <strong>el</strong> itinerario de<br />

Julie puede ser <strong>el</strong> de cualquiera. Y es allí donde<br />

se instala <strong>el</strong> dolor. Irresistible en la tentativa de<br />

suicidio. Es más difícil vivir con <strong>el</strong> dolor que<br />

morir y a pesar de todo <strong>el</strong>ige vivir.<br />

Especialmente sugerente es cuando pide perdón<br />

a la enfermera por haber roto <strong>el</strong> cristal. Es la<br />

cuestión radical d<strong>el</strong> sentido de la vida. Una<br />

experiencia que en primera instancia muestra<br />

que <strong>el</strong> que ama sufre y <strong>el</strong> sufrimiento es<br />

destructor, ya que todo su dolor procede d<strong>el</strong><br />

amor.<br />

La muerte como crisis de amor. Julie necesita<br />

romper con su vida anterior, no se puede renacer<br />

en <strong>el</strong> recuerdo, hacia atrás. Vive un proceso<br />

lento de recuperación de algo que se pueda<br />

parecer al amor. Aquí contribuyen los otros: su<br />

vecina Lucille, Olivier; <strong>el</strong>la vive su<br />

recuperación en los otros. Al final, hay una<br />

recuperación, más allá de <strong>el</strong>la misma, <strong>el</strong><br />

sufrimiento le ha enseñado la renuncia sin dejar<br />

de amar. A amar sin tener, cuando <strong>el</strong> otro no<br />

está queda la amargura. Se podría decir que hay<br />

una “espiritualización” d<strong>el</strong> amor.<br />

El tema de Corintios 13 recuerda la centralidad<br />

de la cuestión d<strong>el</strong> amor. Dice Kieslowski que<br />

cogió este texto porque no se citaba a Dios. La<br />

música como <strong>el</strong> azul viene en las oleadas d<strong>el</strong><br />

dolor y <strong>el</strong> recuerdo. Dolor y amor vienen con la<br />

música. Las inmersiones, la piscina, colocan a<br />

Julie ante la música inacabada. La música es un<br />

símbolo fuerte de la trascendencia d<strong>el</strong> amor, de<br />

su persistencia, de cómo en la interioridad<br />

renace graciosamente. En alguna forma,<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

29<br />

simbólicamente la música dice lo que la letra no<br />

dice, algo d<strong>el</strong> amor, algo d<strong>el</strong> nombre de Dios<br />

silenciado.<br />

El azul es un símbolo ambiguo. En la p<strong>el</strong>ícula es<br />

<strong>el</strong> color d<strong>el</strong> dolor frío y de la inmensidad d<strong>el</strong><br />

amor. En Azul esta duplicidad actúa<br />

simbólicamente. El color y la música dicen más<br />

que las palabras. Así, en esta p<strong>el</strong>ícula <strong>el</strong> dolor es<br />

azul y <strong>el</strong> amor trascendido también es azul.<br />

Para concluir, la última secuencia es clave en la<br />

interpretación de la p<strong>el</strong>ícula. Los finales abiertos<br />

de Kieslowski tienen la característica de ser<br />

indefinidos y a la vez significativos. La escena<br />

d<strong>el</strong> joven despertándose y tomando la medalla<br />

que lleva, hace una referencia a un<br />

presentimiento d<strong>el</strong> amor de Julie y a la imagen<br />

de la cruz que tiene en su pecho. El plano de la<br />

madre hace referencia a la muerte (cierra los<br />

ojos y viene la enfermera). El plano de Lucille<br />

entre sombras pronunciadas hace referencia al<br />

dramatismo de su situación. El plano de la<br />

ecografía de Sandrine al triunfo de la vida. Y<br />

por fin <strong>el</strong> plano de Olivier al amor capaz de ser<br />

uno con Julie (<strong>el</strong>la está en su pupila).<br />

______________<br />

¹Basado en los artículos de Pedro Sánchez Rodríguez:<br />

“Tres colores: azul. El du<strong>el</strong>o como acto de fe en <strong>el</strong><br />

amor y El decálogo de Krzysztof Kieslowski: la<br />

mirada cristiana de un ateo”.<br />

²Rodríguez, J.: “Azul, Blanco y Rojo. Kieslowski en<br />

busca de la libertad humana”, Madrid 2004, pg.<br />

214ss.


HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />

Aqu<strong>el</strong>los guateques de antes, que marcaron<br />

social y musicalmente, las décadas de los años<br />

60 y 70, eran fiestas de rotación en casa de<br />

Pepe, Rafa, Antonio, Fernando, etc., todos en<br />

torno al tocadiscos de maleta portátil con<br />

asidero y sonido a veces de lata, era <strong>el</strong> medio<br />

para escuchar y disfrutar la música, sobre todo<br />

de los años 60, fiestas de amigables pandas,<br />

alegres y divertidas, aunque con una gran carga<br />

de ingenuidad. Para la organización de dichos<br />

eventos, había que contar con la aprobación de<br />

los comprensibles y vanguardistas padres de la<br />

época, en la que demasiadas cosas estaban<br />

prohibidas, o diferentes comportamientos mal<br />

vistos; en ciertos domicilios se ocupaba parte de<br />

la propia habitabilidad de la familia, patio,<br />

pasillo, corredor, etc. A veces se intentaba<br />

sobrepasar la frontera de lo moral, o lo que se<br />

entiende por tabú, aqu<strong>el</strong>lo que no se puede ni<br />

tocar ni decir, pero que hacía que determinados<br />

comportamientos tuvieran determinado encanto.<br />

El guateque era sobre todo una reunión<br />

dominguera de amigos, donde se bailaba, se<br />

bebía y merendaba; la juventud actual lo<br />

entenderían como actitud de carcas o carrozas,<br />

<strong>el</strong>los han pasado de las fiestas bullangueras<br />

c<strong>el</strong>ebradas en corrales durante unos décadas, a<br />

los multitudinarios bot<strong>el</strong>lones. La finalidad de<br />

las distintas generaciones, cada una con su libre<br />

carga juvenil, es la de divertirse a su manera,<br />

pero respetando al prójimo, sin embargo es poco<br />

comprensible y sin agravio comparativo, donde<br />

priva más que música y comodidad, ritmos,<br />

percusión y ruidos infernales y desagradables al<br />

oído, con finales al rayar <strong>el</strong> alba, cochambrosos.<br />

Guateque era sinónimo de encanto, moderación,<br />

ingenuidad, saber estar y sobre todo buena<br />

música, aqu<strong>el</strong>las canciones como Un sorbito de<br />

champán de Los Brincos, Frente a palacio de<br />

Los Pequenikes, Black is Black de Los Bravos,<br />

Ponte de rodillas de Los Canarios, Perdóname,<br />

de Dúo Dinámico, o solistas como Rapha<strong>el</strong>,<br />

Adamo, Tom Jones, Eng<strong>el</strong>berts Humperdic.<br />

Nicola di Bari, Iva Zaníchi, Rita Pavone, etc.,<br />

hacían las d<strong>el</strong>icias d<strong>el</strong> oído. La música<br />

internacional era la que más prevalecía sobre la<br />

abundancía de grupos anglosajones y<br />

estadounidenses, decenas de sus canciones<br />

versionadas por cientos de grupos y solistas, en<br />

la actualidad, son ya clásicos de la música,<br />

como excepción Los Beatles con todo su<br />

repertorio, siendo, Yerterday, la más versionada<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

GUATEQUE<br />

30<br />

Francisco J. Serrano López<br />

de la historia. Cientos de veces se pinchaban<br />

hasta rayarse en su integridad, aqu<strong>el</strong>los discos<br />

de vinilo, reproduciendo canciones como La<br />

casa d<strong>el</strong> sol naciente, de The Animals, Con su<br />

blanca palidez, de Procol Harum, Noches de<br />

blanco satén, de Moody Blues, Extiende tus<br />

brazos de Four Tops, Satisfaction de Rollins<br />

Stones, Jinetes en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o de The Shadows, Tan<br />

f<strong>el</strong>ices de The Turtles, Massachusetts de Bee<br />

Gees, Buenas vibraciones de The Beach Boys,<br />

Monday Monday de Mama’s & Papa’s , o<br />

solistas como Frank Sinatra y su Extraños en la<br />

noche, Tom Jones y Verde es la hierba de mi<br />

casa, Roy Etz<strong>el</strong> y El silencio, The Platters y<br />

Solo tú, The Righteous Brothers, o lo que es lo<br />

mismo, la banda sonora de la p<strong>el</strong>ícula Ghost,<br />

además de toda la música negra y sus<br />

particulares estilos, blues, gosp<strong>el</strong>, soul, etc. Una<br />

promoción emblemática de la época fue la d<strong>el</strong><br />

brandy (entonces coñac) Fundador, llenó los<br />

hogares de discos sorpresa con canciones<br />

nacionales, también la marca de refrescos<br />

Mirinda sacó discos imitando a Fundador, pero<br />

tuvo menos repercusión y no era disco sorpresa,<br />

puesto que llevaba en la carátula <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong><br />

grupo o solista. Los discos de Fundador<br />

empezaban con su coletilla publicitaria, antes<br />

d<strong>el</strong> disco correspondiente, tenía tres diferentes,<br />

la primera decía: Está como nunca <strong>el</strong> coñac que<br />

mejor sabe, está como nunca porque es seco y<br />

es suave, está como nunca, Fundador. Segunda:<br />

Por tus años de vejez, porque eres de Domecq<br />

porque tienes la solera de tus inmensas bodegas<br />

Fundador con tu sabor estás como nunca.<br />

Tercera: Redondo es <strong>el</strong> disco sorpresa de<br />

Fundador, redondo es <strong>el</strong> placer d<strong>el</strong> que bebe<br />

Fundador, redondo es su sabor, que está como<br />

nunca, Fundador. Bueno después de esta<br />

chorrada publicitaria, había que ver la cara de<br />

algunas parejas, esperando la lenta balada, hasta<br />

terminar dicha estupidez, hay que decir que todo<br />

estaba bien organizado, la ubicación d<strong>el</strong><br />

guateque con su consabido refrigerio y<br />

merienda, las bebidas similares a lo actual,<br />

diferenciando las marcas, los refrescos, Mirinda<br />

en lugar de Fanta y Pepsi en lugar de Coca Cola<br />

de vez en cuando se hacía la típica limonada o<br />

sangría de diferentes mezclas, en un lebrillo de<br />

barro.<br />

Referente a la música bastión principal d<strong>el</strong><br />

guateque, siempre se fiaba al amigo con la<br />

mejor colección de discos, los singles o


sencillos de dos o cuatro canciones, a 45<br />

revoluciones por minuto, metidos en un álbum<br />

de práctico y hojas transparentes, este personaje<br />

era por antonomasia, <strong>el</strong> pinchadiscos o dick<br />

jockey que aún quedaba lejos en <strong>el</strong> tiempo,<br />

aunque esa función la practicaban algunos más,<br />

excepto los más ligones, guaperas y con buen<br />

léxico. Eran tiempos estivales o de verano, que<br />

era la época lógica de una práctica amigable y<br />

de grupo, algunas veces expuestos al cuchicheo<br />

escandaloso de la vecindad, puesto que era<br />

costumbre habitual sentarse al fresco con mas<br />

asiduidad que en los tiempos actuales hace 40 o<br />

mas años, también se oía la frase, ¡dónde va a<br />

llegar esta juventud¡, la noche y <strong>el</strong> día no tienen<br />

comparación con los tiempos actuales, que más<br />

hubiese uno querido, que comerse alguna rosca,<br />

aunque con algunos diálogos y pequeños roces,<br />

uno se sentía como iluminado, recordando la<br />

hazaña durante toda la semana. El guateque se<br />

empezaba con canciones movidas, por lo tanto<br />

todos los componentes d<strong>el</strong> mismo se lanzaban a<br />

mover <strong>el</strong> esqu<strong>el</strong>eto, a veces con ritmos un poco<br />

amanerados, como <strong>el</strong> twist, <strong>el</strong> madison, la yenka<br />

etc., pero siempre prevaleciendo <strong>el</strong> rock and<br />

roll.<br />

En cada uno de <strong>el</strong>los había una chica que<br />

gustaba absolutamente a todos, por b<strong>el</strong>leza,<br />

simpatía, personalidad y sobre todo por saber<br />

estar y ser comprensiva, con los menos<br />

afortunados a la hora de bailar. También las<br />

había que eran la antítesis a lo anteriormente<br />

expuesto, en general y de antemano, las parejas<br />

estaban marcadas, como si de una tramposa<br />

partida de cartas se tratara, cada uno tenía su<br />

amor platónico, y a veces te tocaba bailar con la<br />

pareja impensada, en otras ocasiones hacerte un<br />

solitario con <strong>el</strong> cubata en la mano. Después de<br />

los prolegómenos rítmicos y <strong>el</strong> correspondiente<br />

refrigerio, estaba por llegar <strong>el</strong> deseado gran<br />

momento, con <strong>el</strong> que durante toda la semana<br />

uno había estado soñando y anh<strong>el</strong>ando la tarde<br />

d<strong>el</strong> domingo, ¡la música lenta¡ La realidad es<br />

que no pasaba nada, ni había atrevimiento ni<br />

dejadez, pero no importaba, mientras se<br />

desarrollaba ese baile “agarrao”, uno alucinaba<br />

con sus pensamientos, la sensación era que<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

31<br />

tocabas <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, durante tres o cuatro minutos y<br />

deseando que <strong>el</strong> pinchadiscos de turno hiciera<br />

rápido su trabajo, para que las chicas no<br />

tuvieran tiempo de reaccionar y sentarse. En <strong>el</strong><br />

baile lento no se hacían alardes, solo se giraba<br />

un poco para no parecer que estabas parado,<br />

aunque poco importaba si estabas abrazado,<br />

siendo la actitud de los más afortunados, puesto<br />

que en otros casos, las chicas empleaban los<br />

codos y rodilla para neutralizar cualquier<br />

acercamiento. En momentos determinados y<br />

para rabia sobre todo de los chicos, cuando la<br />

cosa estaba en su momento más emocionante, la<br />

música lenta daba paso a unos odiosos, por<br />

ejemplo Palito Ortega o Luis Aguilé, y otra vez<br />

a los bailes amanerados, esto hacía que las<br />

parejas se despegaran; a veces era una estrategia<br />

d<strong>el</strong> pinchadiscos, para él también poder bailar.<br />

De, manera ingeniosa se practicaba <strong>el</strong> baile de la<br />

escoba, que consistía, ir pasando este utilitario<br />

doméstico de chico a chico para así poder bailar<br />

con tu amor platónico, o como cantaba en uno<br />

de los temas más bailados en los guateques,<br />

Silvie Vartan, La chica mas b<strong>el</strong>la d<strong>el</strong> baile, la<br />

constante descomposición de las parejas, hasta<br />

terminar la canción, para la mayoría resultaba<br />

divertido, sin embargo algunas chicas<br />

frunciendo <strong>el</strong> ceño, demostraban no gustarles<br />

los cambios, al terminar la canción, <strong>el</strong> que se<br />

quedaba con la escoba, era <strong>el</strong> siguiente<br />

pinchadiscos y servicio de repostería. El<br />

atractivo de los guateques no era solamente lo<br />

ya r<strong>el</strong>atado, sino <strong>el</strong> disfrute de la buena música<br />

de infinidad de grupos y solistas, sobre todo<br />

internacionales, siendo la inspiración de<br />

prácticamente la música española. Versionando<br />

las canciones de todo lo que afloraba en España<br />

en la década prodigiosa, por ejemplo <strong>el</strong> Dúo<br />

Dinámico lo hacían con canciones de Neil<br />

Sedaka y Paúl Anka, Rapha<strong>el</strong> a Adamo o grupos<br />

como los Mustans a los Beatles, y Lone Star a<br />

los Rollings Stones. Había canciones que se<br />

escuchaban varias veces en <strong>el</strong> mismo guateque,<br />

y a lo largo de los mismos se convirtieron en<br />

clásicos, después de una estupenda y corta<br />

v<strong>el</strong>ada recoger <strong>el</strong> hato, las chicas deberían estar<br />

en casa al anochecer en pleno verano, parecido a<br />

lo que ocurre en la actualidad. Para terminar<br />

quiero recordar <strong>el</strong> último guateque, que en las<br />

sombras se me pierde, y sus notas no dejan de<br />

sonar, como volver a cantar aqu<strong>el</strong>las viejas<br />

m<strong>el</strong>odías, si volvieran aqu<strong>el</strong>los días, cuando se<br />

empezaba a amar. Quisiera detener <strong>el</strong> tiempo en<br />

un instante, y volver a imaginarme los<br />

momentos d<strong>el</strong> ayer, no podría olvidar las tardes<br />

d<strong>el</strong> domingo, escuchando aqu<strong>el</strong>los discos que no<br />

dejan de sonar, se me llenan de nostalgia los<br />

oídos, pretendiendo devolverme juventud,<br />

sintiendo aqu<strong>el</strong>los besos atrevidos, que<br />

robábamos bailando a media luz.


HISTORIAS Y COSTUMBRES<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

CRÓNICA DE UN VIAJE PACTADO<br />

…Y digo pactado porque un domingo<br />

cualquiera, uno de tantos y con tres o cuatro… o<br />

siete cañas entre los dientes, viene <strong>el</strong> Señor<br />

Colitas (a partir de ahora <strong>el</strong> presidente) y nos<br />

propone a mí y a mi señora acompañar a los<br />

int<strong>el</strong>ectuales d<strong>el</strong> Cine Club Bogart a la semana<br />

internacional de cine de Valladolid (de aquí en<br />

ad<strong>el</strong>ante SEMINCI).<br />

Valladoliiiiddddd… suena fino eh?<br />

Pues <strong>el</strong> caso es que aceptamos, y algo de<br />

interesante debía tener <strong>el</strong> asunto cuando <strong>el</strong> presi<br />

se las apañó para convencer a Caminero (de<br />

aquí en ad<strong>el</strong>ante José Andrés) y a Sergio (al que<br />

vamos a llamar Pato). José Andrés y <strong>el</strong> Pato son<br />

colegas de mi vecino, también conocido como<br />

Pochi; Pochi es asistente de pleno derecho al<br />

Cine Club y además se “arrejunta” con Dani<strong>el</strong><br />

(a partir de ahora mi cuñado). Mi cuñado es<br />

vicepresidente de la entidad, le gusta muncho <strong>el</strong><br />

cine y fue uno de los ideólogos d<strong>el</strong> viaje (esto<br />

me lo estoy inventando pero puede ser<br />

perfectamente cierto). El tinglao lo monta un tal<br />

Jesús Vallejo (no le voy a poner mote porque no<br />

sé si a estas alturas de la historia se me permite)<br />

y como anda casado y con hijos; pues digamos<br />

que viene acompañado al viaje. Ana es la señora<br />

de Jesús y… Si no me fallan las cuentas, con <strong>el</strong><br />

presidente ya vamos nueve a Valladolid.<br />

Luego me entero de que <strong>el</strong> Sastre, socio<br />

honorable, nos acompañará junto a Javier Díaz,<br />

viñetero oficial de la revista y Emi, <strong>el</strong> cuñao de<br />

Palote. La expedición la completan: Aurora, una<br />

directora de banco a la que mi vecino y mi<br />

cuñado engañaron con falsas promesas; Jos<strong>el</strong>illo<br />

Cabezas, al que engañó <strong>el</strong> Sastre prometiéndole<br />

un fin de semana inolvidable al aire libre y una<br />

serie de paseos por <strong>el</strong> campo cast<strong>el</strong>lano; y para<br />

finalizar, Augusto e Isab<strong>el</strong>, a los que imagino<br />

engañó <strong>el</strong> presidente cuando los vio con siete<br />

cañas. A partir de ahora iremos por partes.<br />

Ficha técnica d<strong>el</strong> viaje: Destino: Valladolid.<br />

Fechas: d<strong>el</strong> 29 al 31 de Octubre de 2010.<br />

Transporte: Nave espacial hiperventilada.<br />

Misión principal: Aumentar la cultura<br />

cinematográfica d<strong>el</strong> grupo. Misión especial:<br />

Comer y beber en Valladolid. Misión secreta: Ir<br />

al casino, ver a Emma Suárez y… lo que cada<br />

uno pueda y entienda como secreto. Entidades<br />

colaboradoras: El presidente es <strong>el</strong> único que<br />

sabe si esto tiene subvención de algún tipo. Creo<br />

que Aurora llevaba una pegatina d<strong>el</strong> Banesto en<br />

la solapa.<br />

32<br />

Apuntes d<strong>el</strong> cronista:<br />

Marcos Colmenero Fernández<br />

Viernes, 29 de octubre de 2010<br />

Siendo las 15:00 horas d<strong>el</strong> día 29 de Octubre de<br />

2010, sin saber de qué hablar y con la cultura<br />

cinematográfica justa, un servidor se acuerda<br />

d<strong>el</strong> sarcástico alcalde de Valladolid y su rifirrafe<br />

con las ministras sexis. La verdad, no sé si es<br />

más grave insultar a la ministra o sentirse<br />

atraído sexualmente por <strong>el</strong>la. Bueno, al tema.<br />

Con la comida en la boca y la imagen d<strong>el</strong><br />

alcalde y la ministra acariciándose llegamos a la<br />

plaza de la Constitución. Son las 15:30 horas y<br />

todo <strong>el</strong> mundo está en <strong>el</strong> autobús. Por indongo y<br />

por llegar tarde nos tocan los asientos de la<br />

tabla. Augusto y un servidor nos acoplamos<br />

haciendo la bisagra en la parte central mientras<br />

nuestras respectivas se apretujan contra <strong>el</strong><br />

cristal. Los demás se sientan como pueden y <strong>el</strong><br />

listo de José Andrés pilla <strong>el</strong> asiento de d<strong>el</strong>ante.<br />

A los cinco minutos está organizado <strong>el</strong> viaje:<br />

Unos jugando al póker on-line, otros con <strong>el</strong><br />

DVD portátil d<strong>el</strong> sobrino de mi vecino, un par<br />

de <strong>el</strong>los durmiendo, tres jugando a las cartas,<br />

dos insultándose y los cuatro de la tabla<br />

haciendo callo y pidiendo analgésicos pal dolor.<br />

Llegamos a Madrid y Domingo hace un extraño,<br />

aparta la nave de la autovía y recoge a uno que<br />

estaba haciendo dedo. Pero… coooño si es Emi.<br />

Ya estamos todos, podemos seguir.<br />

Atasco de por medio, dolores, olores y humores<br />

incluidos, llegamos a Valladolid (donde hasta<br />

los perros dicen guado) a eso de las 22:30 horas<br />

d<strong>el</strong> 29. Aquí hacemos dos grupos, uno para<br />

cumplir la misión principal y otro para la<br />

especial. Los de la misión principal se van a los<br />

cines Roxy y visualizan “El Mural”, un filme<br />

Argentino dirigido por Héctor Olivera d<strong>el</strong> que<br />

no tengo más reseña. Los de la misión especial<br />

se duchan y, después de fijar los puntos de<br />

referencia que permitan encontrar <strong>el</strong> hot<strong>el</strong> cinco<br />

horas más tarde y con otras tantas copas en <strong>el</strong><br />

cuerpo, emprenden marcha. El Hot<strong>el</strong> está<br />

situado junto a la catedral de Valladolid y lleva<br />

su nombre. Es pequeño y acogedor. Está limpio<br />

y… hace un calor de tres pares de narices. Las<br />

referencias son: La catedral, una condonería con<br />

la fachada rosa y un áng<strong>el</strong> en una cornisa que<br />

sólo Jose consiguió ver. Empezamos a andar y<br />

al llegar a la plaza Mayor de Valladolid nos<br />

dimos cuenta de lo evidente: Emilio Botín está<br />

forrado y media España es suya. El caso es que


después de pasar por una cervecería subterránea<br />

y una cafetería clasicona, hicimos posta en las<br />

gradas d<strong>el</strong> teatro Calderón, nos fotografiamos<br />

con unas lobas zombis a las que mi parienta<br />

mandó a tomar por saco (muy educadamente,<br />

eso sí!) y finalmente dimos con <strong>el</strong> camino a<br />

Zihuatanejo. Zihuatanejo es <strong>el</strong> pueblo en <strong>el</strong> que<br />

<strong>el</strong> bueno de “Cadena perpetua” espera a Morgan<br />

cuando sale de la cárc<strong>el</strong> y es también un bar<br />

pequeño, cercano a la plaza mayor, en <strong>el</strong> que te<br />

venden un litro de mojito por 10 Euros. Nos<br />

zumbamos cada uno su litro y un servidor<br />

decidió que era hora de recogerse. El resto d<strong>el</strong><br />

grupo de misión especial continuó la búsqueda y<br />

algo encontraron, creo. Por lo menos dos<br />

dragones y un nazgul que formaban parte de la<br />

misión secreta y que ocuparon media<br />

habitación.<br />

Sábado, 30 de octubre de 2010<br />

Nos levantamos temprano, y aprovechando <strong>el</strong><br />

desayuno buffet d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> llenamos la panza.<br />

Justo después de nosotros aparecen José Andrés,<br />

<strong>el</strong> Pato y Javi. Entre los tres se jalan <strong>el</strong> buffet<br />

entero y 15 huevos fritos con beicon. La cara de<br />

la camarera es un poema. Creo que se ha<br />

enamorado de José Andrés. El pato no ha<br />

dormido y parece que mi vecino tampoco. ¡Va a<br />

ser que alguien ronca!<br />

Damos una vu<strong>el</strong>ta semiturística por <strong>el</strong> centro y<br />

corremos a ver la primera (y última) de las p<strong>el</strong>is<br />

d<strong>el</strong> programa que un servidor vio. Los d<strong>el</strong> grupo<br />

de la misión principal han madrugado más que<br />

nosotros y se han tragado una p<strong>el</strong>i en chino.<br />

“The Fourth Portrait” creo que se titula. El<br />

director es un tal Chung Mong-hong y por lo<br />

que dicen no ha estado mal. ¡La mejor hasta<br />

ahora!!<br />

Nos juntamos los de la misión especial y la<br />

principal en los cines Roxy y pasamos a ver<br />

“Vidas Pequeñas”, una p<strong>el</strong>ícula española en la<br />

que nadie muere ni le pone los cuernos a otro.<br />

No hay asesinatos ni nada de eso; sólo unos<br />

cuantos personajes que las pasan canutas como<br />

todo español en estos tiempos. Ambientada en<br />

una especie de poblao chabolista anejo a una<br />

urbanización de lujo, la p<strong>el</strong>i tiene como<br />

protagonista a una diseñadora pija a la que<br />

momentáneamente las cosas no le salen. Se<br />

enrolla con un tío que se gana la vida haciendo<br />

que caga y lee en un centro comercial y pasa<br />

una temporada viendo cómo les van de jodías<br />

las cosas a los vecinos de su nuevo novio. Al<br />

final <strong>el</strong> tío no quiere hacerse pijo como <strong>el</strong>la y la<br />

historia se acaba. ¡Como lo d<strong>el</strong> príncipe azul<br />

pero al revés, vamos!<br />

La p<strong>el</strong>i se termina y todos juntos nos vamos a<br />

comer a la Comandancia Militar, que pa eso<br />

estamos en Valladolidd. La invitación tenemos<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

33<br />

que agradecérs<strong>el</strong>a a Domingo, tío de mi señora<br />

y gentilhombre que nos hizo de anfitrión esa<br />

mañana. Al terminar <strong>el</strong> refrigerio volvemos a<br />

hacer dos grupos. Los de la misión principal<br />

vu<strong>el</strong>ven a la carga y se van a ver una p<strong>el</strong>i sobre<br />

la vida d<strong>el</strong> fundador d<strong>el</strong> Playboy y los de la<br />

especial nos vamos a echar la siesta. La siesta se<br />

termina y los de la especial corremos a ver a<br />

Emma Suárez desfilar por la alfombra roja.<br />

Llegamos tarde y los de la misión principal nos<br />

restriegan por la cara lo mona que era. Luego<br />

nos enteramos de que han tenido que ver a<br />

Gonzalito Miró llegar acompañado de dos<br />

jam<strong>el</strong>gas y se nos pasa la envidia. Nos vamos<br />

por ahí a dar una vu<strong>el</strong>ta y por un momento, unos<br />

cuantos dudamos si acoplarnos a la misión<br />

principal. Al final pillamos un taxi y nos vamos<br />

a unos multicines a ver “Los ojos de Julia”.<br />

¡Buena p<strong>el</strong>ícula, por cierto!<br />

Salimos d<strong>el</strong> cine y volvemos a Zihuatanejo. Allí<br />

nos juntamos con los cuatro que se habían ido<br />

de misión secreta. Está hasta la bola y nos<br />

damos una vu<strong>el</strong>ta por la zona que reconocieron<br />

los últimos de la misión especial la noche<br />

anterior. Más mojito, más cerveza… y a la<br />

cama.<br />

Domingo, 31 de octubre de 2010<br />

Los d<strong>el</strong> buffet se han preparado hoy con tiempo.<br />

No hay comida, las mesas están sucias y pa<br />

echarte un café tienes que perseguir a la<br />

camarera por <strong>el</strong> recinto. Cuando han visto<br />

aparecer a mi vecino le han dado con la puerta<br />

en las narices y lo han echado en ayunas.<br />

¡Menos mal que venden churros en la esquina!<br />

Abortamos la posibilidad de hacer turismo por<br />

Valladolid y nos vamos cagando leches camino<br />

de Villarrubia. A estas alturas la tecnología ha<br />

caído; ya no podemos jugar al póker ni ver<br />

p<strong>el</strong>ículas. En mitad d<strong>el</strong> recorrido está Segovia, y<br />

ya puestos… pues paramos a echarnos unas<br />

cañas y comer un poquito cochinillo. Aquí no<br />

nos dividimos por misiones y nos estamos<br />

junticos. Cuatro fotos, un paseo y un café<br />

después quedamos con Domingo y<br />

reemprendemos la vu<strong>el</strong>ta a casa. Más o menos a<br />

la altura de Getafe abrimos la puerta y tiramos<br />

en marcha a Emi; uno al que ya no le du<strong>el</strong>e la<br />

espalda. A las 22:00 horas d<strong>el</strong> 31 llegamos al<br />

punto de partida, distribuimos los petates y cada<br />

mochu<strong>el</strong>o se va a su olivo.<br />

Creo que de todo esto hay fotos y hasta un vídeo<br />

grabado por <strong>el</strong> presidente. Los ávidos de<br />

información pueden dirigirse al registro d<strong>el</strong><br />

Cine club y presentar una solicitud de<br />

información adicional. Seguro que si <strong>el</strong><br />

presidente está pa bromas la admite a trámite.<br />

Redacción definitiva:… pues va a ser que no!!


HUMOR<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

34


ARQUEOLOGÍA<br />

Presentación.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

VILLARRUBIA Y SUS ALREDEDORES EN LAS<br />

ÉPOCAS PRERROMANA Y ROMANA<br />

En distintos artículos publicados en los números<br />

precedentes de la revista en la que se encuadra<br />

esta intervención ha ido quedando más que<br />

patente <strong>el</strong> extenso, variado y rico pasado<br />

histórico y cultural que a lo largo de milenios y<br />

siglos se ha ido desarrollando tanto en lo que es<br />

actualmente Villarrubia como en lo que son sus<br />

más inmediatos alrededores. Consecuencia de<br />

<strong>el</strong>lo, en estos mismos artículos se nos ha ido<br />

desv<strong>el</strong>ando parte d<strong>el</strong> riquísimo patrimonio<br />

arqueológico que encierra nuestro más cercano<br />

ámbito, en <strong>el</strong> que podemos encontrar vestigios y<br />

hu<strong>el</strong>las de actividad y asentamientos humanos<br />

de lo más remoto –Paleolítico Inferior, hace más<br />

de un millón de años- hasta la época medieval y<br />

moderna, a la que se asocian no sólo núcleos de<br />

poblamiento ya desaparecidos como El Lote o<br />

Xétar, sino también vestigios encontrados en <strong>el</strong><br />

mismo casco urbano de la actual Villarrubia.<br />

Si en las anteriores publicaciones se habló,<br />

entre otros, de la Edad d<strong>el</strong> Bronce, las épocas<br />

visigoda y musulmana u otros aspectos y<br />

acontecimientos de época moderna y<br />

contemporánea, hoy toca hablar de qué<br />

asentamientos había por aquí y quiénes los<br />

poblaron y alrededor actuaron en un período<br />

muy concreto de nuestro pasado local que duró<br />

alrededor de 1000 años, concretamente desde<br />

los siglos VI-V a.C., hasta <strong>el</strong> siglo V d.C. Es<br />

decir, qué hubo en torno a lo que es la actual<br />

Villarrubia en las épocas prerromana, primero, y<br />

romana, después. Pero antes de nada, dejar claro<br />

que <strong>el</strong> presente, dentro d<strong>el</strong> máximo rigor<br />

posible, no es un exhaustivo, minucioso y<br />

meticuloso trabajo de investigación y análisis<br />

acerca de dichas épocas. Esa tarea la dejamos<br />

para especialistas o estudiosos más afanados. De<br />

hecho, un magnífico análisis sobre <strong>el</strong> tema que<br />

nos ocupa ya lo pudimos escuchar en voz d<strong>el</strong><br />

profesor Francisco Javier Morales Hervás<br />

durante las Jornadas de Historia Local<br />

c<strong>el</strong>ebradas en 2001, cuyas actas las podemos ver<br />

resumidas en <strong>el</strong> apartado de Historia Local de la<br />

web oficial d<strong>el</strong> Ayuntamiento de nuestro<br />

municipio. Lo que trataremos de hacer en <strong>el</strong><br />

presente artículo simplemente será, por un lado,<br />

localizar y situar las áreas y los focos de<br />

ocupación o actividad en ambas épocas, y, por<br />

otro, describir lo que queda de <strong>el</strong>los,<br />

David García Urda y Concepción Sepúlveda Rodríguez “Conce”<br />

35<br />

deteniéndonos de forma algo más<br />

pormenorizada en los asentamientos y vestigios<br />

más r<strong>el</strong>evantes. Para <strong>el</strong>lo -repudiando y<br />

denunciando enérgicamente de antemano, como<br />

no puede ser de otra manera, cualquier tipo de<br />

expolio y hurto a lo que es <strong>el</strong> patrimonio<br />

arqueológico- nos hemos ayudado d<strong>el</strong><br />

valiosísimo testimonio y experiencia, a niv<strong>el</strong><br />

local, de aficionados y simpatizantes a la<br />

arqueología, así como de expoliadores<br />

reciclados, información sin la cual buena parte<br />

de nuestro patrimonio arqueológico local sería<br />

totalmente desconocido e ignorado, durmiendo<br />

todavía <strong>el</strong> sueño de los tiempos.<br />

Por otro lado, también se hace oportuno<br />

puntualizar que en <strong>el</strong> presente artículo se<br />

engloba de forma conjunta las épocas<br />

prerromanas y romanas por una sencilla razón.<br />

Ambas se encuentran estrechamente<br />

entr<strong>el</strong>azadas entre sí, pues <strong>el</strong> devenir de la<br />

primera de <strong>el</strong>las terminó por ser afectado por la<br />

irrupción de la segunda, que lejos de instalarse<br />

en nuestro ámbito borrando cualquier hu<strong>el</strong>la de<br />

lo anterior, proliferó en <strong>el</strong> mismo impregnado<br />

con parte d<strong>el</strong> sustrato emanado de aqu<strong>el</strong>la.<br />

Dicho esto, comencemos…<br />

La época prerromana: la cultura íbera.<br />

Justo antes de que los romanos llegasen a la<br />

Península Ibérica en la última parte d<strong>el</strong> siglo III<br />

a.C. empujados por su proyecto expansionista<br />

por <strong>el</strong> Mediterráneo Occidental y <strong>el</strong> consecuente<br />

conflicto que fue la Segunda Guerra Púnica<br />

(218-201 a.C.) que le enfrentaría con la otra<br />

gran potencia d<strong>el</strong> Mediterráneo, Cartago, <strong>el</strong><br />

territorio peninsular estaba habitado por<br />

multitud de pueblos indígenas ya inmersos en<br />

plena Edad d<strong>el</strong> Hierro. A su vez, ese mosaico<br />

de pueblos nativos se englobaba en dos grandes<br />

ámbitos culturales que, más o menos, tendría la<br />

siguiente distribución: transportemos a nuestra<br />

mente la imagen de la Península Ibérica, que<br />

como todos sabemos, tiene, grosso modo, forma<br />

casi cuadrangular –o de pi<strong>el</strong> de toro extendida,<br />

como decían los romanos-; seguidamente<br />

tracemos una diagonal que vaya desde <strong>el</strong> vértice<br />

superior derecho al vértice inferior izquierdo; en<br />

otras palabras, una diagonal que vaya desde la<br />

actual provincia de Girona a la también actual<br />

de Hu<strong>el</strong>va. Pues bien, cada una de las dos


franjas resultantes sería <strong>el</strong> marco en <strong>el</strong> que se<br />

encuadraría esos dos grandes espacios o áreas<br />

culturales a las que nos hemos referido. En la<br />

superior, que sería la bañada por <strong>el</strong> Océano<br />

Atlántico y <strong>el</strong> Mar Cantábrico, se situarían los<br />

pueblos denominados como de influencia<br />

indoeuropea, también llamados<br />

tradicionalmente, aunque de forma incorrecta,<br />

“c<strong>el</strong>tas” o “c<strong>el</strong>tíberos”. En la otra franja, en esta<br />

ocasión bañada fundamentalmente por <strong>el</strong><br />

Mediterráneo en sus zonas más litorales, se<br />

englobarían los pueblos de influencia<br />

orientalizante, también conocidos en su<br />

conjunto como Cultura Íbera. Villarrubia y sus<br />

alrededores quedarían situados por aqu<strong>el</strong><br />

entonces en esta segunda área, aunque casi a<br />

caballo entre una zona y otra.<br />

De modo que a la llegada de los romanos nos<br />

encontramos <strong>el</strong> territorio peninsular partido por<br />

dos ámbitos culturales. Estos se fueron<br />

definiendo a partir d<strong>el</strong> I milenio a.C., es decir,<br />

cerca d<strong>el</strong> año 1000 a.C., cuando, por un lado, las<br />

poblaciones peninsulares de la etapa final de la<br />

Edad d<strong>el</strong> Bronce comenzaron a verse afectadas<br />

por la penetración a través de los Pirineos de<br />

contingentes de población y, sobre todo, ideas,<br />

formas culturales y cultos procedentes de<br />

Centroeuropa y otros ámbitos de Europa<br />

Occidental. Casi al mismo tiempo, por toda la<br />

fachada mediterránea llegarían mercaderes de<br />

procedencia fenicia y griega, y con <strong>el</strong>los<br />

también ideas, cultos y otros <strong>el</strong>ementos muy<br />

avanzados ya existentes en <strong>el</strong> Mediterráneo<br />

Oriental, como importantes novedades<br />

tecnológicas, <strong>el</strong> urbanismo, la moneda o la<br />

escritura. Se gestan así, por un lado, los pueblos<br />

peninsulares de influencia indoeuropea,<br />

enmarcados en <strong>el</strong> ámbito territorial ya reflejado,<br />

y, por otro, los pueblos peninsulares de<br />

influencia mediterránea u orientalizante,<br />

insertados en <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> marco peninsular. Los<br />

primeros serían pueblos como los lusitanos, los<br />

vetones, los carpetanos, los vacceos, los lusones<br />

o los pueblos de la cornisa cantábrica, pueblos<br />

todos <strong>el</strong>los distintos entre sí pero que<br />

compartirían una serie de rasgos culturales,<br />

lingüísticos y r<strong>el</strong>igiosos comunes. Los segundos<br />

estarían compuestos otro gran abanico de<br />

pueblos distintos –turdetanos, bastetanos,<br />

oretanos, contestanos, edetanos, layetanos,…-<br />

en este caso con una identidad cultural,<br />

lingüística y r<strong>el</strong>igiosa igualmente comunes.<br />

Hacia los siglos siglo VI-V a.C. ambos entes<br />

culturales ya estarían plenamente definidos.<br />

Como ya se ha ad<strong>el</strong>antado, lo que es<br />

actualmente Villarrubia y su ámbito más<br />

próximo estaría casi a caballo entre esas dos<br />

grandes franjas culturales. Realmente, y según<br />

las fuentes escritas y, sobre todo, materiales o<br />

arqueológicas, nos ubicaríamos dentro de la<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

36<br />

zona orientalizante o íbera. Más exactamente,<br />

estaríamos dentro d<strong>el</strong> área de acción de uno de<br />

esos pueblos que conformaron la gran cultura<br />

íbera peninsular: los oretanos. Estos se<br />

extenderían coincidiendo más o menos con lo<br />

que son las actuales provincias de Jaén y Ciudad<br />

Real, orbitando todo este territorio cultural<br />

alrededor d<strong>el</strong> importante accidente geográfico<br />

de Sierra Morena. Así, diferenciaríamos una<br />

Oretania meridional –la jiennense- de una<br />

Oretania septentrional –la ciudarrealeña-, que<br />

es en la que nos encuadramos nosotros, cuyo<br />

poblamiento se vertebraría siguiendo <strong>el</strong> Río<br />

Guadiana y sus principales afluentes,<br />

fundamentalmente <strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a y <strong>el</strong> Jabalón.<br />

Pueblos prerromanos en los siglos IV-V a.C.<br />

Por tanto, estaríamos hablando de uno de los<br />

pueblos íberos situados más al interior d<strong>el</strong><br />

espacio peninsular y que se toparía<br />

espacialmente con pueblos ya de índole<br />

indoeuropea. Al respecto, los investigadores<br />

coinciden en situar <strong>el</strong> límite entre <strong>el</strong> área íbera y<br />

<strong>el</strong> área indoeuropea en esta zona de la<br />

submeseta sur en los Montes de Toledo. Al sur<br />

de estos estaríamos en la zona íbera, y, más<br />

concretamente, en la oretana, y al norte en <strong>el</strong><br />

área indoeuropea, siendo <strong>el</strong> pueblo de los<br />

carpetanos <strong>el</strong> más próximo.<br />

Los pueblos íberos se organizaban en torno a<br />

incipientes reinados o principados, liderados por<br />

aristócratas y castas de nobles que harían un<br />

control efectivo de territorios más o menos<br />

extensos y, que, en alianza con otros jerarcas<br />

semejantes, podían extender sus dominios más<br />

allá de sus reinados originales. Estas élites<br />

residían en unos grandes núcleos de población<br />

altamente fortificados y ubicados normalmente,<br />

como estrategia defensiva, sobre un<br />

promontorio en <strong>el</strong> terreno, los “oppida”, que a<br />

su vez actuarían como centros de captación,<br />

control, gestión, redistribución y<br />

comercialización de la diversificada producción<br />

económica generada en su ámbito de actuación<br />

–artesanal, minero-metalífera, comercial,<br />

ganadera y, sobre todo, agraria-. A su vez,<br />

dependientes de esos oppida, se articularía un<br />

entramado de núcleos de población secundarios<br />

y otros de todavía menor entidad dependientes


de estos, actuando unos y otros como centros de<br />

producción que abastecerían a la dinámica<br />

económica generada en torno a los oppida.<br />

Excavaciones arqueológicas d<strong>el</strong> oppidum íbero d<strong>el</strong><br />

Cerro las Cabezas<br />

En <strong>el</strong> ámbito oreteano, y, concretamente, en la<br />

Oretania septentrional –o ciudarr<strong>el</strong>eña-, esos<br />

grandes oppida y <strong>el</strong> resto de núcleos de<br />

población dependientes de éstos se distribuirían<br />

fundamentalmente a lo largo de las fértiles<br />

márgenes de los ríos que aquí nos encontramos:<br />

Guadiana, Záncara, Gigü<strong>el</strong>a, Amarguillo, Azuer<br />

y Jabalón. Recordemos que se trataba de una<br />

sociedad marcadamente agraria, siendo la<br />

agricultura su principal fuente de riqueza, de<br />

manera que no es una casualidad que los<br />

asentamientos se localizaran junto o cerca de los<br />

focos de producción agraria, es decir, las vegas<br />

de los ríos ya mencionados. No obstante, la<br />

ubicación de muchos de estos asentamientos,<br />

especialmente <strong>el</strong> de los oppida, también<br />

respondía a otros motivos estratégicos, como <strong>el</strong><br />

control de vías de comunicación y rutas<br />

comerciales importantes, control de recursos<br />

minero metalíferos, etc… Los grandes oppida<br />

de la Oretania septentrional serían lo que ahora<br />

conocemos como: Mentesa (Villanueva de la<br />

Fuente), <strong>el</strong> Cerro de las Cabezas (Valdepeñas),<br />

Oreto (Granátula de Calatrava), lo que luego<br />

sería Calatrava la Vieja (Carrión), Alarcos<br />

(Ciudad Real), La Bienvenida y… Los Toriles,<br />

sito este último dentro d<strong>el</strong> término municipal de<br />

Villarrubia de los Ojos. Efectivamente, <strong>el</strong><br />

profesor Francisco Javier Morales Hervás<br />

identifica los extensos restos íberos de este<br />

emplazamiento, ubicado muy cerca de los Ojos<br />

d<strong>el</strong> Guadiana, como un auténtico oppida, es<br />

decir, como un foco de poder al más alto niv<strong>el</strong><br />

en época íbera de la Oretania septentrional, a la<br />

misma altura -en cuanto a jerarquía y poder<br />

geoestratégico en <strong>el</strong> territorio en cuestión- de los<br />

otros grandes oppida ya mencionados. Más<br />

ad<strong>el</strong>ante volveremos a hablar de este<br />

yacimiento…<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

37<br />

La época romana.<br />

El expansionismo d<strong>el</strong> incipiente Imperio<br />

Romano por <strong>el</strong> Mediterráneo occidental y <strong>el</strong><br />

enfrentamiento con Cartago explican la llegada<br />

de los romanos a la Península Ibérica en la etapa<br />

final d<strong>el</strong> siglo III a.C. Precisamente, a partir de<br />

estos momentos, <strong>el</strong> territorio peninsular se erige<br />

como uno de los principales escenarios de la<br />

Segunda Guerra Púnica, afectando de forma<br />

inevitable a las poblaciones nativas ya descritas<br />

y marcando profundamente su devenir. Así<br />

pues, tanto cartagineses como romanos<br />

arribarían en la Península Ibérica, actuando<br />

fundamentalmente por su franja más<br />

mediterránea, que la recorrerían sin cesar<br />

buscando alianzas con las distintas poblaciones<br />

nativas, reclutando mercenarios indígenas para<br />

sus ejércitos, estableciendo campamentos y<br />

puntos para <strong>el</strong> control de este territorio y sus<br />

principales fuentes de riqueza –agricultura,<br />

metalurgia…- y vías de comunicación,<br />

encontrando igualmente aquí <strong>el</strong> escenario para<br />

algunas de las batallas que conformarían este<br />

gran enfrentamiento a escala mediterránea.<br />

Fases de la conquista romana de la Península Ibérica.<br />

Finalmente, como todos sabemos, Roma, desde<br />

<strong>el</strong> año 201 a.C. es la gran vencedora d<strong>el</strong><br />

segundo enfrentamiento romano-púnico. ¿Qué<br />

significó esto para la Península Ibérica y los<br />

pueblos nativos que en <strong>el</strong>la habitaban? Pues que<br />

un territorio cuyo valor estratégico y,<br />

especialmente, enormes y suculentas riquezas<br />

económicas, habían sido ignorados por los<br />

romanos antes d<strong>el</strong> enfrentamiento con Cartago<br />

ahora se convierte en un área de interés<br />

prioritario para los intereses de la que ya se<br />

había convertido, sin discusión, como<br />

preponderante potencia d<strong>el</strong> Mediterráneo<br />

occidental. A partir de entonces, Roma diseña<br />

un ambicioso proyecto para la conquista, <strong>el</strong><br />

sometimiento y la explotación de todo <strong>el</strong><br />

territorio peninsular a favor de sus intereses,<br />

naciendo así lo que sería la provincia romana de


“Hispania”, una de las más ricas y productivas<br />

de todo <strong>el</strong> Imperio romano.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> sometimiento de los pueblos<br />

prerromanos –indoeuropeos y orientalizantes o<br />

íberos- no fue tarea fácil, pues como ya<br />

sabemos, la casi total conquista de la Península<br />

se prolongó casi dos siglos, culminando en <strong>el</strong><br />

año 19 a.C. Al respecto, los historiadores han<br />

diferenciado básicamente tres grandes etapas en<br />

la conquista romana de la Península Ibérica. La<br />

primera se extendería desde <strong>el</strong> final de la<br />

Segunda Guerra Púnica hasta <strong>el</strong> año 154 a.C., en<br />

la que quedaría controlado bajo <strong>el</strong> poder romano<br />

prácticamente toda esa franja mediterránea a la<br />

que se asociaban <strong>el</strong> conjunto de los pueblos<br />

íberos, incluidos los oretanos, o sea, nuestro<br />

territorio. A pesar de que los íberos eran los<br />

pueblos nativos más avanzados y desarrollados<br />

a escala peninsular, estos fueron rápidamente<br />

sometidos debido al desgaste que habían sufrido<br />

durante <strong>el</strong> desarrollo de la Segunda Guerra<br />

Púnica, en la que, como hemos visto, tomaron<br />

un protagonismo muy importante. A<br />

continuación se iniciaría una segunda fase de<br />

conquista que se centraría en todo lo que serían<br />

las poblaciones indoeuropeas –es decir, las d<strong>el</strong><br />

interior peninsular y la fachada atlántica-, que,<br />

en esta ocasión, mostraron mucha más<br />

resistencia y b<strong>el</strong>icosidad, de ahí <strong>el</strong> que ésta se<br />

prolongara más en <strong>el</strong> tiempo. Y finalmente, <strong>el</strong><br />

dominio prácticamente total por parte de los<br />

romanos en la Península Ibérica sería una<br />

realidad con la consecución de una tercera fase<br />

que tendría como escenario los territorios más<br />

norteños. Serían los pueblos de la cornisa<br />

cantábrica –galaicos, astures, cántabros,<br />

vascones…-, que nos han llegado a día de hoy<br />

con la fama de pueblos muy indómitos, pero<br />

también parece verdad que los romanos no<br />

mostraron mucho interés por dichos territorios,<br />

de escaso valor económico.<br />

Un hecho inherente a este proceso de conquista<br />

y domino sería <strong>el</strong> fenómeno conocido como<br />

“romanización”: es decir, la asimilación<br />

intencionada, e indirecta a la vez, de la cultura<br />

romana en las poblaciones autóctonas, hasta <strong>el</strong><br />

punto de borrar casi por completo las formas<br />

culturales indígenas y hacer de todos los<br />

pueblos peninsulares un conjunto de población<br />

altamente homogéneo. Así, la lengua, multitud<br />

de costumbres, la r<strong>el</strong>igión u otros aspectos de la<br />

cultura y la civilización romana -como <strong>el</strong><br />

urbanismo, las infraestructuras y las obras<br />

civiles, <strong>el</strong> derecho…- fueron poco a poco<br />

calando en <strong>el</strong> seno de las poblaciones indígenas<br />

hasta perder éstas en buena medida, aunque no<br />

por completo, sus raíces y su esencia cultural.<br />

Para la más óptima administración, gestión y<br />

explotación de la provincia de Hispania, los<br />

romanos subdividieron a su vez ésta en<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

38<br />

subprovincias, que fueron sufriendo<br />

constantemente una redefinición. Así, esa<br />

subdivisión provincial empezó, al comienzo de<br />

la conquista, con una Hispania Citerior y una<br />

Hispania Ulterior para, en la última etapa d<strong>el</strong><br />

Imperio romano, presentar siete subprovincias:<br />

Bética, Lusitania, Galaecia, Tarraconense,<br />

Cartaginense, Balearica y Nova Hispania<br />

Ulterior o Mauritania. Lo que había sido <strong>el</strong> área<br />

oretana quedaría encuadrada en primer lugar en<br />

la Hispania Citerior para después, pasar a<br />

formar parte en primer lugar de la subprovincia<br />

Tarraconense y, después, finalmente, de la<br />

Cartaginense.<br />

Pero, ¿qué ocurrió con <strong>el</strong> ámbito la Oretania<br />

septentrional y habitantes nativos durante los<br />

períodos de conquista y domino romanos? Ya se<br />

ha señalado que este territorio quedó incluido en<br />

la primera fase de conquista romana a la que<br />

aludíamos líneas arriba y que supuso <strong>el</strong> casi<br />

absoluto dominio sobre la práctica totalidad de<br />

los pueblos íberos, oretanos incluidos.<br />

Previamente, durante la Segunda Guerra Púnica,<br />

nuestro territorio fue transitado por los ejércitos<br />

romanos y cartagineses. Testigo de <strong>el</strong>lo es <strong>el</strong><br />

conocido como “Camino de Aníbal”, que<br />

pasaba por <strong>el</strong> oppidum íbero de Mentesa -en<br />

Villanueva de la Fuente actual- y <strong>el</strong> “Tesoro de<br />

Villarrubia”, un conjunto de monedas que se<br />

achaca al establecimiento de un campamento<br />

cartaginés en las inmediaciones d<strong>el</strong> oppidum<br />

íbero de Los Toriles.<br />

Así pues, tras la Segunda Guerra Púnica,<br />

rápidamente los romanos inician la conquista de<br />

todo <strong>el</strong> ámbito íbero, no siendo una excepción la<br />

Oretania septentrional. Salpicada por los fértiles<br />

valles y vegas d<strong>el</strong> Guadiana, <strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a o <strong>el</strong><br />

Jabalón, entre otros, ésta se erigía como un<br />

espacio muy apetitoso en lo económico. Si a<br />

<strong>el</strong>lo se une la existencia de algunos focos<br />

metalíferos, como en determinados puntos de<br />

Sierra Morena y los Montes de Toledo y, sobre<br />

todo, <strong>el</strong> Valle de Alcudia, además de ofrecer<br />

importantes pasos naturales que facilitaban las<br />

vías de comunicación en <strong>el</strong> tránsito de la<br />

submeseta norte a la submeseta sur, <strong>el</strong> interés de<br />

los romanos por lo que es la actual provincia de<br />

Ciudad Real no ofrece duda alguna. Así pues, se<br />

inicia la conquista y <strong>el</strong> control de la Oretania<br />

septentrional para continuar, de una manera<br />

mucho más intensificada –y en aras d<strong>el</strong> interés y<br />

beneficio de Roma y su Imperio-, la explotación<br />

económica que ya habían venido realizando los<br />

oretanos. De manera que se siguen explotando<br />

los fértiles valles y los focos minerometalúrgicos,<br />

para lo cual <strong>el</strong> patrón de<br />

asentamiento de la población no se altera salvo<br />

<strong>el</strong> encontrado en los oppida. De esta manera,<br />

para un verdadero control de la zona y de sus<br />

pobladores nativos, ahora sometidos, y evitar a


la vez revu<strong>el</strong>tas, los romanos obligan al desalojo<br />

de los oppida, redistribuyendo a sus habitantes<br />

por las zonas llanas para la explotación<br />

agropecuaria d<strong>el</strong> territorio. De esta manera, la<br />

conquista romana y <strong>el</strong> proceso de romanización<br />

supone <strong>el</strong> final de esos grandes núcleos<br />

poblacionales y de poder político y<br />

socioeconómico íberos que eran los oppida.<br />

Con <strong>el</strong> tiempo, los fértiles valles y vegas de la<br />

antigua Oretania van siendo acaparados por<br />

grandes terratenientes romanos que los<br />

comienzan a explotar de forma privada,<br />

naciendo así las grandes “villae”, muy<br />

habituales en este ámbito. A su vez, en <strong>el</strong> mismo<br />

ámbito van surgiendo núcleos urbanos y<br />

ciudades plenamente romanas que ayudan a<br />

administrar en lo político, gestionar<br />

económicamente y articular y anexionar mucho<br />

mejor <strong>el</strong> territorio, como serían Mentesa<br />

romana, Alces, Laminium, Oreto romana,<br />

Mariana, Carcuvium, Lacurris, Turres,<br />

Alarcurris, Sísapo, Diógenes… y de nuevo Los<br />

Toriles, ahora romano. Como vemos, algunos<br />

antiguos oppida íberos, fuera de lo que fue la<br />

norma general, no fueron desalojados y fueron<br />

convertidos en núcleos de población romanos,<br />

caso de Los Toriles. En otros casos, sí que<br />

fueron abandonados, pero se creó un nuevo<br />

núcleo de población a los pies d<strong>el</strong> cerro o<br />

montículo sobre <strong>el</strong> que se <strong>el</strong>evaba <strong>el</strong> antiguo<br />

oppidum, por <strong>el</strong>lo se les ha dado <strong>el</strong> mismo<br />

nombre que a la ciudad íbera, como ocurriría en<br />

Oreto.<br />

Última subdivisión provincial de la Hispania romana<br />

Finalmente, a partir d<strong>el</strong> siglo III d.C. <strong>el</strong> Imperio<br />

romano comienza a tambalearse, iniciándose así<br />

una lenta agonía que culminará con su<br />

desaparición oficial en <strong>el</strong> año 476. Diversas<br />

causas internas y externas, entre estas segundas<br />

fundamentalmente las invasiones germanas,<br />

hacen que vivir dentro de las fronteras d<strong>el</strong><br />

imperio sea cada vez más inseguro y p<strong>el</strong>igroso.<br />

Síntoma de <strong>el</strong>lo es una más que palpable crisis<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

39<br />

d<strong>el</strong> urbanismo: las ciudades y grandes núcleos<br />

de población comienzan a despoblarse y la<br />

gente comienza a acudir, buscando protección y<br />

un sustento más fiable, a las “villae”, a donde<br />

comienzan a marchar los grandes terratenientes<br />

propietarios, que anteriormente preferían vivir<br />

en las ciudades. De este modo, las últimas<br />

décadas de vida d<strong>el</strong> Imperio Romano Occidental<br />

viven <strong>el</strong> apogeo de las “villae” rurales y la<br />

decadencia de la ciudad, con <strong>el</strong> creciente<br />

predomino de los poderes privados sobre los<br />

poderes públicos, origen y esencia d<strong>el</strong><br />

feudalismo.<br />

Así pues, se va conformando una nueva<br />

articulación d<strong>el</strong> territorio, con <strong>el</strong> creciente<br />

predomino de lo rural sobre lo urbano, realidad<br />

que no sería ajena a nuestro territorio más<br />

cercano e inmediato, donde se podía palpar<br />

dicha dinámica. De esta manera es como <strong>el</strong><br />

Imperio Romano occidental tocó a su fin a<br />

niv<strong>el</strong> general dentro de todo lo que en él se<br />

abarcaba y dentro de lo que previamente había<br />

sido la Oretania septentrional.<br />

Restos íberos y romanos en Villarrubia y sus<br />

alrededores.<br />

Como venimos comprobando, la actual<br />

provincia de Ciudad Real –la antigua Oretania<br />

septentrional íbera- es muy rica en restos<br />

prerromanos y romanos. Y <strong>el</strong> caso de<br />

Villarrubia y sus más cercanos alrededores no es<br />

una excepción. Es más, incluso se puede afirmar<br />

una presencia aún mayor y más acusada. Y la<br />

explicación no es otra sino la privilegiada<br />

situación en la que se encuadra nuestro término<br />

municipal y los ámbitos más cercanos que lo<br />

envu<strong>el</strong>ven, fundamentalmente las en otro<br />

tiempo fértiles vegas d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a y d<strong>el</strong><br />

Guadiana, así como destacados pasos naturales<br />

que se abrían por esta parte de los Montes de<br />

Toledo que hacían posible la comunicación<br />

entre las cuencas y los valles d<strong>el</strong> Guadiana y d<strong>el</strong><br />

Tajo, que hacían que esta zona fuera muy<br />

transitada. Así pues, esos dos factores, sobre<br />

todo <strong>el</strong> primero, nos explican <strong>el</strong> patrón de<br />

asentamiento y su importante densidad, tanto en<br />

época prerromana como en época romana<br />

dentro d<strong>el</strong> área objeto de estudio en <strong>el</strong> presente<br />

artículo. Patrón de asentamiento que, por otro<br />

lado, es válido para las dos etapas, pues tanto<br />

los oretanos como los romanos centraron <strong>el</strong><br />

interés por la zona en pro de su explotación<br />

agropecuaria, siendo la agricultura su mayor<br />

fuente de riqueza.<br />

Así, en época íbera los grandes oppida –<strong>el</strong> más<br />

cercano sería <strong>el</strong> de Los Toriles- organizarían la<br />

explotación económica de la zona a través de un<br />

entramado de núcleos de población menores y<br />

de distinta jerarquía, que irían desde


poblamientos de cierto rango, hasta casas<br />

individuales asociadas a alguna familia de<br />

campesinos, pasando entre medias por pequeñas<br />

aldeas o conjuntos de varias casas en las que<br />

también vivirían algunas familias de campesinos<br />

destinadas a explotar agrariamente las parc<strong>el</strong>as<br />

que entorno a <strong>el</strong>las se situaban. Ya en época<br />

romana, <strong>el</strong> esquema no variaría, sólo que en vez<br />

de girar todo este régimen de explotación d<strong>el</strong><br />

territorio entorno a los oppida –ya abandonados-<br />

, ahora lo haría alrededor de las villae o grandes<br />

explotaciones agrarias privadas, así como de<br />

numerosos núcleos urbanos y ciudades romanas<br />

de rango variable –la más cercana y destacada<br />

volvería a ser la de Los Toriles, ahora romana-,<br />

actuando estas últimas como focos<br />

administrativos y gestión d<strong>el</strong> mismo,<br />

manteniéndose esa presencia de aldeas y<br />

viviendas aisladas de campesinos. De hecho, en<br />

muchos casos, apreciamos que donde<br />

encontramos restos romanos, los hay también<br />

íberos, los cual nos indica que ese patrón de<br />

asentamiento al que nos venimos refiriendo no<br />

varió considerablemente, manteniéndose al<br />

contrario una tradición que en poco varió de la<br />

época íbera a la romana. Al menos, esto es lo<br />

que se vislumbra dentro de nuestro más cercano<br />

territorio.<br />

A continuación, nos disponemos a hacer una<br />

presentación de los focos con restos íberos y<br />

romanos más próximos a Villarrubia y a la vez<br />

una breve descripción de los más r<strong>el</strong>evantes. Y<br />

lo haremos principalmente siguiendo esos dos<br />

ejes que articularon <strong>el</strong> poblamiento en ambos<br />

períodos, es decir, por un lado, las riberas d<strong>el</strong><br />

Gigü<strong>el</strong>a, y, por otro, las d<strong>el</strong> Guadiana.<br />

Pero antes de pasar a <strong>el</strong>lo, se hace oportuno que<br />

<strong>el</strong> lector no experto sepa cómo identificar como<br />

íbero o como romano una zona de terreno con<br />

restos materiales arqueológicos en superficie.<br />

En <strong>el</strong>lo juegan un pap<strong>el</strong> esencial lo que los<br />

arqueólogos llaman “fósiles guía”, es decir,<br />

<strong>el</strong>ementos u objetos materiales de una<br />

determinada cultura exclusivos de la misma que<br />

inequívocamente y de forma exclusiva se<br />

asocian a <strong>el</strong>los. Al respecto ¿cuáles son los<br />

fósiles guía propios de la cultura íbera y cuáles<br />

los de los romanos? En primer lugar hemos de<br />

decir que hablamos de dos culturas agrarias y<br />

preindustriales y, como tales, y al igual que<br />

ocurre con las otras culturas y épocas<br />

circunscritas a ese extensísimo lapso de tiempo<br />

que va desde <strong>el</strong> Neolítico hasta la Edad<br />

Moderna y que abarcaría milenios, dentro de su<br />

cultura material tendría un protagonismo<br />

primordial la cerámica, es decir, <strong>el</strong> barro cocido<br />

como materia básica de la que estaban<br />

<strong>el</strong>aborados los recipientes y otro tipo de<br />

utensilios o artefactos. La cerámica, por su<br />

utilidad, practicidad y lo abundante que es la<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

40<br />

materia prima con la que se <strong>el</strong>abora –barro o<br />

arcilla-, tenía tal presencia en las culturas<br />

agrarias y preindustriales, que se trataba de uno<br />

de los <strong>el</strong>ementos materiales más característicos<br />

y con mayor presencia, junto a otros como los<br />

<strong>el</strong>aborados a partir de materiales de origen<br />

vegetal -con fibras vegetales se trenzaban<br />

cord<strong>el</strong>es y cuerdas o se tejían serones, con la<br />

madera se <strong>el</strong>aboraban mangos para herramientas<br />

o viguetas para construir las viviendas…- hueso<br />

–para fabricar diversos tipos de herramientas,<br />

así como armas o adornos personales-, piedra –<br />

con la que se <strong>el</strong>aboraban herramientas como<br />

hachas y azu<strong>el</strong>as, molinos, etc…- o metal.<br />

Molino de mano íbero.<br />

En otras palabras, la cerámica en todas esas<br />

culturas preindustriales venía a ser en su cultura<br />

material lo que para las sociedades<br />

contemporáneas supone como material<br />

preponderante <strong>el</strong> plástico y sus derivados. Si en<br />

la actualidad muchísimos de los objetos,<br />

utensilios y recipientes que utilizamos los<br />

<strong>el</strong>aboramos a partir de plástico o derivados de<br />

éste, antaño <strong>el</strong> barro cocido –es decir, la<br />

cerámica- era de lo que estaba manufacturada<br />

una buena parte de la cultura material de las<br />

sociedades preindustriales, sobre todo <strong>el</strong>ementos<br />

para <strong>el</strong> almacenaje, transporte y cocción de<br />

alimentos tanto sólidos como líquidos, es decir,<br />

recipientes a modo de vasijas, cazu<strong>el</strong>as, jarras,<br />

tinajas, etc… Además, la cerámica tiene la<br />

particularidad, junto con la piedra o algunos<br />

metales, de que es imperecedera en <strong>el</strong> tiempo,<br />

de manera que si a su notable presencia dentro<br />

de la cultura material de estas sociedades le<br />

añadimos <strong>el</strong> hecho de que, a diferencia de otros<br />

materiales con los que antaño se<br />

manufacturaban también muchísimos utensilios<br />

como los ya referidos –materiales de origen<br />

vegetal, pi<strong>el</strong>es, hueso, etc…- se conserva con <strong>el</strong><br />

paso de los siglos y los milenios, no cabe duda<br />

de por qué es la razón por la que la<br />

consideramos como uno de los principales<br />

“fósiles guía” a la hora de localizar y estudiar a<br />

las culturas que van desde los orígenes de la<br />

agricultura en <strong>el</strong> Neolítico, hasta la irrupción de<br />

las sociedades industrializadas a partir de los<br />

siglos XIX y XX, en las que, como ya hemos<br />

dicho, empiezan a proliferar otro tipo de<br />

materiales, como <strong>el</strong> plástico, diversas aleaciones


de metal y otros, que paulatinamente han ido<br />

sustituyendo a la cerámica, al hueso, a las<br />

pi<strong>el</strong>es, etc…<br />

Típica vasija decorada íbera.<br />

Fragmentos de cerámica íbera decorada encontrados<br />

en los alrededores de Villarrubia<br />

Por tanto, los restos de cerámica que<br />

encontremos en los distintos puntos y focos con<br />

indicios de presencia y actividad humana<br />

entorno a Villarrubia nos podrán rev<strong>el</strong>ar si<br />

pertenecen a una ocupación íbera o a una<br />

ocupación romana, así como a otra cultura<br />

anterior o posterior a ambas. Esto es posible<br />

porque, además, las distintas culturas que se han<br />

ido desarrollando a lo largo de la Historia han<br />

ido plasmando en su cultura material, de una<br />

manera u otra, y en función de sus posibilidades<br />

técnicas, su forma de entender la realidad, sus<br />

creencias r<strong>el</strong>igiosas y, sobre todo, sus gustos<br />

estéticos, lo cual nos ayuda <strong>el</strong> distinguir, por<br />

ejemplo, las realizaciones cerámicas de una<br />

cultura respecto a otra. Así, cada una de las<br />

distintas culturas que se han ido desarrollando a<br />

lo largo de la Historia ha ido reflejando sus<br />

gustos estéticos de una manera muy peculiar en<br />

los objetos materiales manufacturados por <strong>el</strong>las,<br />

quedando esto patente de manera muy especial<br />

en las producciones cerámicas.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

41<br />

Al respecto, y ya centrándonos exclusivamente<br />

en las culturas íbera y romana, en primer lugar<br />

hay que señalar que las producciones cerámicas<br />

generadas por ambas culturas ya seguían la<br />

técnica d<strong>el</strong> “torno”. De hecho, es con los íberos<br />

cuando en <strong>el</strong> territorio peninsular comienzan a<br />

manufacturarse y a generalizarse este tipo de<br />

realizaciones cerámicas debido a la influencia<br />

de los comerciantes y colonizadores d<strong>el</strong><br />

Mediterráneo oriental, especialmente los<br />

fenicios, que importaron, entre otros, técnicas<br />

más avanzadas, como ésta. De esta manera, la<br />

“cerámica a torno” comienza a sustituir<br />

paulatinamente a la “cerámica a mano”, que es<br />

la que venía haciéndose durante milenios,<br />

mostrándose la primera como vasijas, u otro<br />

tipo de recipientes, más perfeccionados y de<br />

formas más regulares y homogéneas, siendo<br />

fácil de distinguir por las innumerables,<br />

d<strong>el</strong>gadas y muy próximas entre sí líneas o rayas<br />

paral<strong>el</strong>as que en <strong>el</strong>las son visibles a lo largo de<br />

toda la pieza fruto d<strong>el</strong> giro d<strong>el</strong> torno durante su<br />

proceso de <strong>el</strong>aboración y moldeado cuando <strong>el</strong><br />

barro o la arcilla aún no han sido cocidos. Esta<br />

novedosa técnica importada por los fenicios y<br />

los griegos y generalizada en <strong>el</strong> territorio<br />

peninsular por los íberos, comenzaría a<br />

imponerse sobre la anterior, acaparándola<br />

también las distintas culturas que con<br />

posterioridad se irían desarrollando, como la<br />

romana o las de época medieval, moderna…<br />

hasta llegar hasta nuestros días.<br />

El principal fósil guía de los asentamientos<br />

íberos lo va a constituir un tipo de cerámica<br />

muy singular, concretamente la “cerámica íbera<br />

decorada”. Se trataba de vasijas y recipientes<br />

cerámicos de formas muy variadas, muchas de<br />

<strong>el</strong>las inspiradas en formas fenicias y griegas,<br />

todas de un color anaranjado salpicado por<br />

dibujos principalmente geométricos –sobre todo<br />

rayas horizontales o verticales paral<strong>el</strong>as y<br />

círculos y semicírculos concéntricos- de color<br />

rojizo. No obstante, y aunque menos habitual,<br />

en otras aparecían, de forma bastante<br />

esquemática y también utilizando ese color<br />

rojizo, formas zoomorfas y antropomorfas,<br />

aisladas o conjuntadas dando lugar a escenas de<br />

guerra y de caza. En otras ocasiones, la<br />

decoración de esas cerámicas era<br />

complementada aplicando en <strong>el</strong> barro o arcilla<br />

blanda, antes de la cocción, unos pequeños<br />

s<strong>el</strong>los, con formas y motivos variados, que dan<br />

nombre a lo que ahora conocemos como<br />

“cerámicas íberas estampilladas.”<br />

En todo caso, la “cerámica íbera decorada” no<br />

será <strong>el</strong> único “fósil guía” que nos encontraremos<br />

en lo que queda de esos asentamientos íberos.<br />

Así, otros muy característicos serán<br />

manufacturas y utensilios de piedra,<br />

principalmente hachas y azu<strong>el</strong>as pulimentadas y


mu<strong>el</strong>as de molino, tanto de mano como<br />

rotatorios. Estos últimos solían hacerse bien con<br />

roca arenisca, bien con roca volcánica, ambas<br />

fácil de trabajar.<br />

En cuanto a los asentamientos romanos, <strong>el</strong> “fósil<br />

guía” por antonomasia lo constituirá también en<br />

este otro caso un tipo de cerámica igualmente<br />

muy singular, la conocida como “terra<br />

sigillata”. Ésta sería la vajilla de lujo romana,<br />

tratándose de un tipo de cerámica muy refinada,<br />

con la que también se hacían una gran variedad<br />

de recipientes cerámicos, como platos, ollitas,<br />

lucernas… En este otro caso, la “sigillata”<br />

también es inconfundible, tratándose de una<br />

cerámica sobre la que se aplicaba por toda la<br />

superficie una especie de barniz color también<br />

rojizo muy característico, presentando en<br />

muchas ocasiones como <strong>el</strong>emento decorativo<br />

leves r<strong>el</strong>ieves en forma de líneas, rosetas,<br />

<strong>el</strong>ementos de la naturaleza como plantas o<br />

animales e incluso figuras y escenas humanas.<br />

Además, solían presentar en alguna de las partes<br />

d<strong>el</strong> recipiente –normalmente en la base- una<br />

señal, que era la firma d<strong>el</strong> alfarero autor, <strong>el</strong><br />

“sigillum”, de ahí <strong>el</strong> nombre de “terra<br />

sigillata” –cerámica siglada, s<strong>el</strong>lada o firmada-.<br />

Aparte de este tipo de cerámica, y con mucha<br />

más frecuencia, en cualquier asentamiento<br />

romano también nos vamos a encontrar con la<br />

“cerámica común romana”, sin apenas<br />

decoración y que es fácil confundirla con la<br />

cerámica íbera también común.<br />

Fragmento de vasija romana de "terra sigillata".<br />

Otro fosil guía que encontramos en<br />

asentamientos con restos romanos es la “teja<br />

romana” o “tegula”. Los romanos fueron los<br />

introductores de la teja como <strong>el</strong>emento de<br />

cubrición de las viviendas y otros edificios, ya<br />

que antes, en época íbera y épocas anteriores,<br />

las techumbres se hacían a partir de ramaje y<br />

barro. La teja romana es también muy singular y<br />

fácil de identificar, pues es de forma<br />

rectangular, con nula o escasa curvatura y más<br />

bien basta. Igualmente, junto a fragmentos de<br />

terra sigillata y tegula solemos encontrarnos<br />

“pesas de t<strong>el</strong>ar”, unos bloques de barro cocido<br />

por lo general rectangulares y aplanados, d<strong>el</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

42<br />

tamaño de un puño y de cierto grosor,<br />

atravesados a su vez por su canto de lado a lado<br />

en la parte superior por un orificio circular. Este<br />

<strong>el</strong>emento jugaba un pap<strong>el</strong> básico para la<br />

utilización de los “t<strong>el</strong>ares”, unos artilugios<br />

destinados a la confección de manufacturas<br />

textiles. También, los molinos rotatorios de<br />

piedra arenisca o volcánica su<strong>el</strong>en aparecer en<br />

zonas con restos romanos, al igual que<br />

fragmentos de mosaico y vidrio. Al igual que la<br />

teja, los romanos serían los que introducirían<br />

por primera vez <strong>el</strong> vidrio en <strong>el</strong> territorio<br />

peninsular.<br />

Así pues, estos que acabamos de mencionar y<br />

otros <strong>el</strong>ementos asociados también a íberos y<br />

romanos, como otros de naturaleza metalúrgica,<br />

son los que, con casi total seguridad, nos<br />

encontremos al pisar por cualquier punto en <strong>el</strong><br />

que han estado asentados o actuando ambos<br />

entes culturales. En r<strong>el</strong>ación a los materiales<br />

metálicos que manejaban o portaban los<br />

habitantes íberos y romanos de la zona –muy<br />

generalizados y fundamentalmente hechos a<br />

partir de cobre, bronce o hierro, como monedas,<br />

objetos para la vestimenta y <strong>el</strong> decoro personal<br />

tales como fíbulas, anillos y pulseras, aperos de<br />

labranza, armas como puntas de flecha y la<br />

espada o “falcata” íbera e incluso instrumental<br />

quirúrgico…-, hay que decir que<br />

tradicionalmente han sido y siguen siendo muy<br />

codiciados por los aficionados y expoliadores y<br />

por <strong>el</strong>lo, la presencia de este tipo de objetos en<br />

estos yacimientos es cada vez más escasa.<br />

Objetos metálicos íberas (entre <strong>el</strong>los, fíbulas, puntas<br />

de flecha y una espada o "falcata").<br />

Por otro lado, en <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> área objeto de<br />

estudio que nos ocupa, salvo en algún caso que<br />

otro muy excepcional, prácticamente todos los<br />

asentamientos y yacimientos arqueológicos<br />

respectivos se encuentran superficialmente<br />

arrasados, sobre todo a causa de las labores<br />

agrícolas realizadas en los terrenos de labor bajo<br />

los que descansan la mayoría de <strong>el</strong>los, de<br />

manera que si caminamos por cualquiera de<br />

<strong>el</strong>los, lejos de ver restos de edificaciones y<br />

estructuras arquitectónicas todavía en pie, lo que<br />

iremos viendo serán esos <strong>el</strong>ementos ya<br />

mencionados que nos permiten constatar que<br />

debajo de <strong>el</strong>los existe un yacimiento


arqueológico y a qué cultura histórica se<br />

circunscriben. En la superficie de algunos de<br />

esos yacimientos arqueológicos existe tal<br />

cantidad de material arqueológico, sobre todo<br />

cerámico, que quien por diversos motivos los<br />

frecuenta –tareas agrícolas, cazadores,<br />

aficionados, expoliadores…- su<strong>el</strong>e utilizar la<br />

expresión “se pisa nada más que escombros” o<br />

“se pisan más cascotes que piedras y tierra”<br />

para referirse a la cantidad y densidad que de los<br />

mismos se da en <strong>el</strong>los.<br />

Sin más, pasemos a localizar y describir<br />

brevemente las áreas y focos de ocupación y<br />

actividad tanto íbera como romana que se han<br />

dado entorno a lo que es actualmente Villarrubia<br />

de los Ojos.<br />

Casco urbano de Villarrubia<br />

Dentro de éste, no se han encontrado vestigios<br />

de ocupación y actividad íbera, pero sí romana,<br />

aunque bastante insignificantes. Concretamente,<br />

en lo que tradicionalmente se ha llamado los<br />

Huertos de Palacio, en varios puntos se han<br />

encontrado y localizado, entre otros, algunas<br />

cerámicas y monedas de esta época. Estos<br />

puntos se encuentran próximos a algunos de los<br />

manantiales y arroyu<strong>el</strong>os que en esta área han<br />

existido históricamente, como los d<strong>el</strong> Caño<br />

Arriba o d<strong>el</strong> Lavadero, lo cual pone de<br />

manifiesto un pequeño poblamiento asociado a<br />

la explotación de las huertas desarrolladas en los<br />

fértiles terrenos que aquí hemos podido<br />

encontrar hasta hace bien poco.<br />

Riberas y vegas d<strong>el</strong> Río Gigü<strong>el</strong>a<br />

En este caso sí que hablamos de un poblamiento<br />

y una actividad, tanto en época íbera como en<br />

época romana, muchísimo más acentuado y<br />

extenso que <strong>el</strong> anterior. Anteriormente<br />

subrayábamos la estrecha r<strong>el</strong>ación existente en<br />

ambas épocas entre <strong>el</strong> patrón de poblamiento y<br />

actividad humana y los cursos fluviales<br />

existentes en la cuenca d<strong>el</strong> Guadiana dentro de<br />

lo que es actualmente la provincia de Ciudad<br />

Real. Como ya dijimos, dicho patrón de<br />

poblamiento y actividad tanto íberos como<br />

romano se distribuiría siguiendo como ejes<br />

principales las riberas y vegas de los ríos que<br />

aquí encontramos: Guadiana, Gigü<strong>el</strong>a, Jabalón,<br />

Záncara, Azuer y Amarguillo,<br />

fundamentalmente. Respecto a nuestro río más<br />

próximo, <strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a, ya desde Alcázar de San<br />

Juan y pasando sucesivamente por Villarta y<br />

Arenas, se aprecia una densidad de restos de<br />

asentamientos muy acusada. Podemos destacar<br />

en ese primer recorrido a la actual Alcázar de<br />

San Juan, que sería la importante ciudad romana<br />

de Alces, <strong>el</strong> puente romano de Villarta o <strong>el</strong><br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

43<br />

propio municipio de Arenas de San Juan, bajo <strong>el</strong><br />

cual yace otro destacado poblamiento romano.<br />

Entre uno y otro de estos tres municipios,<br />

siguiendo las riberas y vegas d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a se<br />

insertan multitud de restos de poblamiento tanto<br />

íberos como romanos, en muchos casos<br />

superpuestos, y de distinta envergadura, desde<br />

pequeños focos aislados hasta extensiones de<br />

verdadera notoriedad. En muchos casos, tal es la<br />

densidad de los mismos y la poca distancia que<br />

separa unos de otros, que parece todo un<br />

continuo.<br />

<strong>Desde</strong> Arenas de San Juan hasta Villarrubia<br />

encontramos más de lo mismo, pero por tratarse<br />

de un ámbito mucho más cercano y <strong>el</strong> que es<br />

nuestro objeto de estudio nos vamos a detener<br />

algo más. Pasado Arenas, siguiendo <strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a<br />

aguas abajo hasta la Carretera Daimi<strong>el</strong>-<br />

Villarrubia, nos encontremos yacimientos<br />

verdaderamente notorios como <strong>el</strong> de La<br />

Cañadilla, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Monte Máximo, <strong>el</strong> de<br />

Buenavista y <strong>el</strong> de la Fuente de las Poza”, este<br />

último al lado de la Carretera de Daimi<strong>el</strong>,<br />

concretamente en la bifurcación donde<br />

comienza <strong>el</strong> Carreterín de Manzanares.<br />

En todos <strong>el</strong>los, así como en otros focos menores<br />

situados entremedias, encontramos<br />

entremezclados restos íberos y romanos. Los<br />

tres que acabamos de mencionar serían núcleos<br />

de población destacados y al respecto cabe<br />

destacar los restos de una necrópolis o<br />

cementerio romano salido a la luz hace pocos<br />

años en <strong>el</strong> yacimiento d<strong>el</strong> Monte Máximo. Unas<br />

tareas agrícolas sacaron a la superficie un<br />

conjunto de “urnas funerarias”, en las que se<br />

encontraban depositadas las cenizas de difuntos<br />

y algunos ajuares. Hay que saber que tanto los<br />

íberos como los romanos incineraban sus<br />

difuntos y las cenizas las depositaban en unas<br />

vasijas o “urnas funerarias”, que terminaban por<br />

ser alojadas en una necrópolis o cementerio<br />

situado fuera d<strong>el</strong> poblado.<br />

Al otro lado de la Carretera de Daimi<strong>el</strong>,<br />

siguiendo de nuevo d<strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a aguas<br />

abajo hasta <strong>el</strong> Carreterín de Las Tablas o d<strong>el</strong><br />

Molino de Griñón, volvemos a toparnos con una<br />

buena cantidad de restos íberos y romanos, que,<br />

en prácticamente todos los casos, se<br />

entremezclan. De entre <strong>el</strong>los destacaremos en<br />

esta ocasión los yacimientos d<strong>el</strong> Ojo Ricop<strong>el</strong>o,<br />

Las Bachilleras, Las Matillas, El Lote, El<br />

Redondal y Los Oju<strong>el</strong>os. En este caso cabe<br />

resaltar que, de entre los restos materiales<br />

arqueológicos en superficie hallados en El<br />

Redondal y en Las Matillas se han encontrado<br />

fragmentos de mosaico, lo cual es bastante<br />

reseñable y nos puede hablar de la existencia,<br />

tanto en uno o como en otro, de una villa<br />

romana, es decir, una gran finca de labor<br />

privada donde <strong>el</strong> gran y opulento terrateniente


propietario, que por lo normal vivía en la<br />

ciudad, tendría además su residencia de campo,<br />

dotada, como solía ser habitual de todo tipo de<br />

lujos, entre <strong>el</strong>los mosaicos, que no estaban al<br />

alcance de cualquier ciudadano d<strong>el</strong> Imperio<br />

romano.<br />

Curiosamente, al otro lado d<strong>el</strong> Carreterín de Las<br />

Tablas o d<strong>el</strong> Molino de Griñon, rompiéndose la<br />

dinámica que encontrábamos a lo largo d<strong>el</strong> todo<br />

<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a aguas arriba, apenas volvemos a<br />

encontrar asentamientos y restos de época íbera<br />

y romana, existiendo un vacío hasta llegar a lo<br />

que es actualmente <strong>el</strong> Parque Nacional de Las<br />

Tablas, donde volvemos a encontrar de nuevo<br />

un poblamiento muy denso.<br />

Por otro lado, cabe destacar que todo <strong>el</strong><br />

poblamiento íbero y romano a lo largo d<strong>el</strong> curso<br />

d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a se sitúa preferentemente en las<br />

riberas de la izquierda aguas abajo. Este curioso<br />

hecho parece que está r<strong>el</strong>acionado con la<br />

situación de los numerosos manantiales o<br />

descargaderos d<strong>el</strong> Acuífero 23, los “ojos” y<br />

“ojillos” de la vega d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a –como los d<strong>el</strong><br />

Ojo de la Médica, la Fuente de las Pozas, <strong>el</strong> Ojo<br />

Ricop<strong>el</strong>o, Los Oju<strong>el</strong>os…- que también se sitúan<br />

en su margen izquierda. Muchos de los<br />

asentamientos mencionados se asocian a dichos<br />

manantiales, manantiales por los que fluía agua<br />

totalmente dulce y que contrastaba con la<br />

salobre d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a, lo cual nos explica por qué<br />

los poblados y aldeas de estas épocas escogían<br />

esa ribera y no la otra, para tener acceso a la<br />

siempre vital agua dulce.<br />

Riberas y vegas d<strong>el</strong> Río Guadiana<br />

Si <strong>el</strong> poblamiento alrededor d<strong>el</strong> río Gigü<strong>el</strong>a en<br />

épocas íbera y romana fue muy pronunciado, no<br />

lo sería menos a lo largo d<strong>el</strong> otro río más<br />

cercano a Villarrubia, <strong>el</strong> Guadiana, donde<br />

encontraríamos la misma dinámica de<br />

ocupación y actividad íbera y romana. Y ya casi<br />

desde su mismo nacimiento, muy cerca de los<br />

célebres Ojos d<strong>el</strong> Guadiana, encontraríamos un<br />

núcleo de población muy destacado,<br />

concretamente <strong>el</strong> más destacado de la zona<br />

objeto de estudio. Nos referimos al paraje Los<br />

Toriles, dentro d<strong>el</strong> término municipal de<br />

Villarrubia. En éste, que es precedido por los<br />

también notables y coetáneos restos de Casas<br />

Altas, <strong>el</strong> profesor Francisco Javier Morales<br />

Hervás ha sugerido la existencia de una<br />

verdadera oppida íbera, que tras la romanización<br />

tuvo continuidad como una importante ciudad<br />

romana dentro de lo que sería la comarca que<br />

estamos estudiando –algunos autores sitúan aquí<br />

la ubicación de ciudades romanas de la Oretania<br />

septentrional todavía no localizadas con<br />

seguridad como Laminium, Caput Fluminus<br />

Anae o Murum.<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

44<br />

Lo cierto es que la extensa porción de loma<br />

ribereña al río en la que se sitúa este núcleo de<br />

población presenta una densidad de material<br />

arqueológico realmente grande, encontrándose<br />

plagada, como los demás yacimientos de esta<br />

época, sobre todo de fragmentos de vasijas tanto<br />

íberas como romanas, así como tegulas, pesas<br />

de t<strong>el</strong>ar, fragmentos de mu<strong>el</strong>as de molino, etc…<br />

"Tegula" o teja y pesa de t<strong>el</strong>ar romana encontradas en<br />

los alrededores de Villarrubia.<br />

Además, prueba de la riqueza arqueológica de<br />

este sitio la ha dado la enorme cantidad de<br />

aficionados y expoliadores que, venidos de<br />

distintos puntos de la geografía española,<br />

fundamentalmente de Andalucía, han venido<br />

barriendo literalmente <strong>el</strong> yacimiento con<br />

detectores de metales buscando tesoros y<br />

objetos de valor, sobre todo monedas. Quienes<br />

han presenciado dicho expolio afirman que de<br />

allí se han llevado cientos y cientos de monedas<br />

íberas y romanas, incluso griegas, muchas de<br />

enorme valor numismático. También se han<br />

llevado una grandísima cantidad de otros<br />

objetos metálicos como fíbulas, figurillas y<br />

estatuillas e incluso se habla de que también allí<br />

se han encontrado espadas o “falcatas” íberas,<br />

muy codiciadas por esos aficionados y<br />

expoliadores. Por otro lado, esas acciones de<br />

expolio llevadas a cabo allí no sólo han<br />

resultando dañinas por <strong>el</strong> hurto patrimonial que<br />

han supuesto, sino porque también, en otros<br />

casos, han destruido <strong>el</strong>ementos arqueológicos de<br />

incalculable valor, entre <strong>el</strong>los parte de la<br />

necrópolis –o cementerio- que se asociaba a la<br />

oppida romana, destrucción por la cual se tuvo<br />

que acometer a finales de los años noventa una<br />

excavación arqueológica de urgencia.


Otro foco de interés aledaño a Los Toriles lo<br />

representa un punto intermedio entre éste y<br />

Casas Altas, donde, según dejan entrever<br />

algunas fuentes, los cartagineses, en sus<br />

correrías por <strong>el</strong> territorio peninsular durante la II<br />

Guerra Púnica, establecerían un campamento<br />

para terminar entablando la “Batalla de Los<br />

Toriles”, que les enfrentaría a la oppida íbera<br />

allí existente, que al parecer empleó una manada<br />

de toros para combatir a los cartagineses.<br />

Ambos hechos, la instalación d<strong>el</strong> campamento<br />

cartaginés y <strong>el</strong> enfrentamiento que se sucedió a<br />

continuación explican <strong>el</strong> descubrimiento, hace<br />

algunos años, d<strong>el</strong> esqu<strong>el</strong>eto de un <strong>el</strong>efante d<strong>el</strong><br />

ejército cartaginés en <strong>el</strong> lecho d<strong>el</strong> río Guadiana,<br />

así como <strong>el</strong> hallazgo d<strong>el</strong> conocido como<br />

“Tesoro de Villarrubia”, al que, igualmente, ya<br />

hemos hecho alusión. En este último caso<br />

estaríamos hablando de un conjunto de monedas<br />

ocultadas intencionadamente con una intención<br />

temporal por algún o algunos soldados<br />

cartagineses que, finalmente, las olvidaron o no<br />

pudieron rescatarlas de su escondite.<br />

También, en plenos Ojos d<strong>el</strong> Guadiana,<br />

antecediendo a Casas Altas y a Los Toriles,<br />

muy cerca, se encuentra La Isla, un<br />

promontorio de terreno que se alzaba totalmente<br />

rodeado de agua en medio d<strong>el</strong> nacimiento d<strong>el</strong><br />

Guadiana. Aquí también podemos ver restos de<br />

ocupación y actividad íbera y romana,<br />

destacando unos orificios circulares de unos 20-<br />

30 centímetros de diámetro y otros tantos de<br />

profundidad que, excavados en la roca madre<br />

que aflora en este promontorio, actuarían como<br />

morteros para machacar cereal con palos u otros<br />

artilugios. Junto a <strong>el</strong>los se descubrió hace unas<br />

décadas una cueva que, según los testigos,<br />

albergaba en su interior vasijas íberas llenas de<br />

cereal que, debido al paso d<strong>el</strong> tiempo, se<br />

encontraba calcinado. La entrada a dicha cueva<br />

se encuentra actualmente cegada y buena parte<br />

de los morteros que la rodeaban excavados en la<br />

roca madre han terminado por ser destruidos,<br />

aunque, no obstante, aún pueden verse todavía<br />

intactos algunos de <strong>el</strong>los.<br />

Además, <strong>el</strong> conjunto arqueológico de La Isla-<br />

Casas Altas-Los Toriles destaca porque, aunque<br />

se encuentra en su totalidad superficialmente<br />

arrasado –como <strong>el</strong> resto de yacimientos<br />

coetáneos de la zona-, en su más inmediato<br />

entorno se conservan en pie unas estructuras<br />

arquitectónicas que posiblemente se asocian a la<br />

ocupación romana. Efectivamente, a escasos<br />

metros d<strong>el</strong> mismo encontramos dos represas que<br />

atraviesan todo <strong>el</strong> lecho d<strong>el</strong> Guadiana de orilla a<br />

orilla. De cerca de un kilómetro de longitud<br />

cada una y considerable monumentalidad, se<br />

encuentran construidas con piedras de mediano<br />

tamaño y argamasa reforzada con escombros<br />

cerámicos y una de <strong>el</strong>las incorpora en su parte<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

45<br />

central los restos de un molino hidráulico, <strong>el</strong><br />

conocido como Molino de El Arqu<strong>el</strong>. Con casi<br />

toda seguridad su antigüedad se remonta a la<br />

época medieval, puede que musulmana, pero no<br />

es descartable que fueran construidas por los<br />

romanos, que además las utilizarían como paso<br />

o calzada para pasar de una orilla a otra.<br />

Una de las presas de posible origen romano en <strong>el</strong><br />

paraje La Isla-Casas Altas-Los Toriles (Ojos d<strong>el</strong><br />

Guadiana).<br />

Dejando La Isla, Casas Altas y Los Toriles y<br />

siguiendo <strong>el</strong> Guadiana aguas abajo hasta llegar<br />

al Parque Nacional de Las Tablas, casi<br />

continuamente nos volvemos a encontrar una y<br />

otra vez con nuevos puntos de ocupación y<br />

actividad íbera y romana, de menor entidad que<br />

Los Toriles, pero en muchos casos nada<br />

despreciables, de entre los que sólo<br />

destacaremos dos puntos muy concretos.<br />

Situados ambos también en la margen izquierda<br />

d<strong>el</strong> río sobre una amplia loma cada uno, uno de<br />

<strong>el</strong>los lo encontraremos en <strong>el</strong> paraje conocido<br />

como La Parrilla o Charca de la Casa d<strong>el</strong><br />

Cura, entre los molinos de Zuacorta y La<br />

Máquina, y <strong>el</strong> otro, en esta ocasión, muy<br />

próximo al Molino Nuevo, en lo que se conoce<br />

como Curenga. Por su tamaño y extensión y la<br />

riqueza de los materiales hallados en <strong>el</strong>los,<br />

íberos y romanos, sí que merece la pena<br />

resaltarlos, pues debieron de ser poblados de<br />

gran envergadura. Además, en <strong>el</strong> primero, en <strong>el</strong><br />

de La Parrilla o la Charca de la Casa d<strong>el</strong> Cura,<br />

también existe una represa semejante a las que<br />

encontramos en <strong>el</strong> paraje La Isla-Casas Altas-<br />

Los Toriles y que igualmente, r<strong>el</strong>acionado en<br />

esta ocasión <strong>el</strong> Batán de La Parrilla, comunica<br />

ambas orillas d<strong>el</strong> río a lo largo un kilómetro –<br />

hubiese podido actuar igualmente como<br />

calzada-, remontándose posiblemente también a<br />

la época romana, por lo que estaría en r<strong>el</strong>ación<br />

con <strong>el</strong> poblado en cuestión. Poblado que, por<br />

otra parte, hay quien ve en él la ciudad romana<br />

de Murum, pues algunas formas de la orografía<br />

d<strong>el</strong> terreno en <strong>el</strong> que se asienta <strong>el</strong> yacimiento<br />

dejan intuir la existencia de una potente muralla,<br />

que se encontraría actualmente soterrada bajo<br />

una capa de sedimento y que es la que le daría<br />

nombre a este destacado núcleo de población.


Otros asentamientos y restos de ocupación y<br />

actividad íberos y romanos próximos a<br />

Villarrubia<br />

Fuera de lo que son las vegas y las riberas d<strong>el</strong><br />

Gigü<strong>el</strong>a y d<strong>el</strong> Guadiana, donde se concentraría,<br />

con diferencia, <strong>el</strong> grueso d<strong>el</strong> poblamiento<br />

oretano y romano de la zona estudiada, existen<br />

otros focos muy próximos a nuestro municipio,<br />

y en este caso muy localizados, donde<br />

igualmente se ha detectado presencia y<br />

actividad por parte de ambos entes culturales, en<br />

algunos casos de forma muy destacada. Es <strong>el</strong><br />

caso de los poblados de El Allozar, Paulilla,<br />

Xétar y, sobre todo, Renales. Se trata de<br />

asentamientos que, al igual que ocurriría con los<br />

que de menor entidad se han detectado dentro<br />

de lo que es <strong>el</strong> casco urbano de Villarrubia y a<br />

los que ya nos hemos referido, se r<strong>el</strong>acionarían<br />

con los numerosos manantiales y arroyos que<br />

nacen y discurren a lo largo de la vertiente sur<br />

de nuestra sierra. En torno a <strong>el</strong>los se han<br />

generado históricamente tierras muy fértiles que<br />

han posibilitado <strong>el</strong> desarrollo de huertas muy<br />

ricas y productivas, lo cual explica la existencia<br />

de estos asentamientos ya desde época tan<br />

remota y que algunos de <strong>el</strong>los se hayan seguido<br />

explotando y habitando casi sin ininterrupción<br />

en <strong>el</strong> tiempo alcanzando también las épocas<br />

medieval, moderna… hasta hace tan sólo unas<br />

décadas, caso, especialmente, de Xétar y<br />

Renales<br />

En la Cabezu<strong>el</strong>a de Renales también<br />

encontramos restos de ocupación posiblemente<br />

íbera o romana o de ambas. En este caso, lo que<br />

en lo alto de este promontorio podemos<br />

encontrar actualmente es un importante<br />

amontonamiento de piedras y todo parece<br />

indicar que es fruto d<strong>el</strong> proceso de derrumbe de<br />

una pequeña fortaleza o punto de vigía que, a<br />

modo de atalaya, existiría allí. Por sus<br />

características y ubicación, no parece responder<br />

a un “cast<strong>el</strong>lón” anterior de la Edad d<strong>el</strong> Bronce<br />

y, aunque sí que podría ser medieval, la técnica<br />

constructiva empleada, <strong>el</strong> hecho de situarse muy<br />

cerca d<strong>el</strong> asentamiento romano de “Renales” y<br />

<strong>el</strong> que se hayan encontrado allí algunos<br />

fragmentos cerámicos y alguna moneda<br />

atribuibles a los íberos y a los romanos, lo sitúa<br />

más en r<strong>el</strong>ación con las culturas que estamos<br />

estudiando. De modo que, originariamente bien<br />

podría ser una fortificación íbera que, como<br />

sucedería en otros muchos casos,<br />

posteriormente sería aprovechada y reutilizada<br />

por los romanos.<br />

Fuera ya de lo que son poblados o focos de<br />

asentamiento u ocupación, merece la pena<br />

también destacar algunas posibles vías de<br />

comunicación que, utilizadas por los íberos,<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

46<br />

posteriormente serían también reutilizadas y<br />

transitadas por los romanos. Entre <strong>el</strong>las se<br />

encontrarían las vías pecuarias que surcan<br />

nuestro más próximo entorno, que se remontan<br />

a etapas anteriores como la Edad d<strong>el</strong> Bronce.<br />

Especial importancia tendrían nuestras vías<br />

pecuarias serranas, que permitirían <strong>el</strong> paso por<br />

esta zona de los Montes de Toledo y pasar de la<br />

llanura toledana a La Mancha, sobre todo la que<br />

conocemos ya desde época reciente como<br />

Colada de Los Santos o Camino de Consuegra.<br />

Efectivamente, este sería uno de los caminos<br />

principales que comunicarían la importante<br />

ciudad romana de Consaburum –la actual<br />

Consuegra”- con las ciudades romanas de la<br />

Oretania septentrional y las ricas tierras de la<br />

red hidrográfica d<strong>el</strong> Guadiana, camino que,<br />

como todos sabemos, se ha estado utilizando<br />

hasta hace r<strong>el</strong>ativamente poco.<br />

Yacimientos y restos íberos y romanos en <strong>el</strong><br />

Parque Nacional de Las Tablas<br />

Como es lógico, la dinámica de poblamiento y<br />

actividad en las ricas vegas y riberas d<strong>el</strong><br />

Gigü<strong>el</strong>a y d<strong>el</strong> Guadiana tampoco iba a ser algo<br />

ajeno entorno a lo que actualmente es <strong>el</strong> Parque<br />

Nacional de Las Tablas, punto en <strong>el</strong> que<br />

convergen ambos cursos fluviales. Y como es<br />

de esperar, la exuberancia de aqu<strong>el</strong>la zona,<br />

rodeada de tierras muy fértiles y una gran<br />

riqueza piscícola y cinegética, entre otros,<br />

propiciaría un poblamiento en ambas épocas<br />

muy marcado. Hablar de la enorme riqueza<br />

arqueológica asociada a las épocas íbera y<br />

romana tanto dentro como en lo que son los más<br />

inmediatos alrededores de nuestro Parque<br />

Nacional bien podría valer un artículo aparte,<br />

por <strong>el</strong>lo sólo nos limitaremos a mencionar los<br />

yacimientos y restos más r<strong>el</strong>evantes aquí<br />

encontrados. Es <strong>el</strong> caso de numerosas islas<br />

como la Isla d<strong>el</strong> Pan o la Isla de las Cañas,<br />

tratándose esta última de una motilla de la Edad<br />

d<strong>el</strong> Bronce que, tras su abandono -y con <strong>el</strong> paso<br />

de algunos siglos-, sería ocupada tanto por<br />

íberos como romanos. Igualmente nos<br />

encontramos con asentamientos ribereños de<br />

gran magnitud, entre los que destaca, por<br />

encima de todos, los de Cañada Mendoza, Las<br />

Higuerillas y <strong>el</strong> Quinto de las Torres, en <strong>el</strong> que<br />

recientemente han aparecido fortuitamente<br />

restos de frescos decorados, otro <strong>el</strong>emento que<br />

vislumbra que sus moradores gozaban de una<br />

gran opulencia. Además, junto a este último<br />

volvemos a encontrarnos unas represas similares<br />

a las ya mencionadas, siendo bastante peculiar<br />

una de <strong>el</strong>las, pues tiene forma de herradura,<br />

interconectando la orilla derecha d<strong>el</strong> humedal<br />

con un rosario de islas internas.


Otros yacimientos algo más alejados de<br />

Villarrubia<br />

Finalmente, si nos alejamos algo más de la zona<br />

nuclear que estamos analizando, existen otros<br />

puntos con restos de ocupación y actividad<br />

íbero-romano que, todavía r<strong>el</strong>ativamente<br />

cercanos, son dignos de mencionar. Por<br />

ejemplo, otros asentamientos de la zona de<br />

Daimi<strong>el</strong> como <strong>el</strong> de la Motilla de los Palacios y<br />

sus inmediaciones, de nuevo una motilla de la<br />

Edad d<strong>el</strong> Bronce otra vez ocupada<br />

sucesivamente por íberos y romanos. Otro caso<br />

sería <strong>el</strong> de La Tejera, en esta ocasión muy cerca<br />

de Malagón.<br />

También es de destacar lo que encontramos en<br />

la vecina localidad de Consuegra, municipio que<br />

en época romana fue la notable ciudad de<br />

Consaburum, que, en gran parte, basaba su<br />

prosperidad a las fértiles vegas d<strong>el</strong> río<br />

Amarguillo, de manera que, tal como ocurre<br />

aquí a lo largo d<strong>el</strong> Gigü<strong>el</strong>a y d<strong>el</strong> Guadiana,<br />

todas <strong>el</strong>las están repletas de restos<br />

arqueológicos asociadas a núcleos de<br />

explotación agraria. Testigo de la prosperidad<br />

de los habitantes de Consaburum son los restos<br />

de unos baños romanos que aún son visibles en<br />

las cercanías d<strong>el</strong> municipio y que pertenecerían<br />

a la villae o residencia de lujo rural de alguno de<br />

los opulentos habitantes de la ciudad romana.<br />

Además, Consaburum, principal núcleo<br />

productor de terra sigillata de todo <strong>el</strong> área que<br />

estamos analizando, estaba dotada de<br />

infraestructuras muy notables tales como un<br />

acueducto y una presa que, enclavada esta<br />

última en <strong>el</strong> cauce d<strong>el</strong> río Amarguillo, todavía<br />

sigue en pie y es considerada como la presa más<br />

larga de lo que fue <strong>el</strong> Imperio Romano. La<br />

rotura de esta presa en 1891 fue la causa de la<br />

catastrófica inundación de arrasó buena parte de<br />

este municipio y en la que Villarrubia tomó gran<br />

protagonismo en las tareas de socorro gracias a<br />

la buena comunicación serrana entre ambas<br />

localidades por medio de la Colada de Los<br />

Santos o Camino de Consuegra, como ya hemos<br />

mencionado, vía de comunicación destacada ya<br />

utilizada por íberos y romanos.<br />

No obstante, hubo otras vías de comunicación<br />

más importantes también muy cercanas que<br />

atravesaban los Montes de Toledo y permitían <strong>el</strong><br />

paso a uno y otro lado de sus lados, discurriendo<br />

estos por los pasos naturales de Fuente <strong>el</strong> Fresno<br />

y Puerto Lápice que, especialmente en época<br />

romana, permitían, entre otros, la comunicación<br />

de las importantes ciudades de Toletum y<br />

Consaburum con las ciudades y núcleos de<br />

población importantes d<strong>el</strong> valle d<strong>el</strong> Guadiana –<br />

Alces, Laminium, Oreto, Los Toriles…-.<br />

Por último, en algunos focos de esta parte de los<br />

Montes de Toledo existen también yacimientos<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

47<br />

metalíferos, fundamentalmente de cobre, que<br />

fueron explotados por los íberos y, sobre todo,<br />

los romanos. Estas explotaciones metalíferas se<br />

localizan preferentemente en las vecinas zonas<br />

serranas de Fuente <strong>el</strong> Fresno, Los Cortijos y<br />

Malagón, destacando de entre todas <strong>el</strong>las las<br />

Minas de La Serrana, localizadas a los pies d<strong>el</strong><br />

cerro de La Calderina, muy cerca de la<br />

Carretera de Toledo a pocos kilómetros de<br />

Fuente <strong>el</strong> Fresno.<br />

Conclusión.<br />

Con esta exposición queda más que claro <strong>el</strong><br />

riquísimo patrimonio arqueológico –y en esta<br />

ocasión sólo hemos hablado de las épocas íbera<br />

y romana- que yace bajo <strong>el</strong> término municipal<br />

de Villarrubia de los Ojos y sus más inmediatos<br />

alrededores. Como hemos venido viendo, no<br />

sólo contamos con una enorme abundancia de<br />

yacimientos arqueológicos de estas y otras<br />

épocas, sino también con algunos de gran<br />

magnitud e importancia –caso, por ejemplo, d<strong>el</strong><br />

de Los Toriles-. Pero, lamentablemente, la<br />

inmensa mayoría se encuentran<br />

superficialmente arrasados y, sobre todo y lo<br />

más grave, altamente saqueados y expoliados.<br />

Por <strong>el</strong>lo, es de vital importancia despertar entre<br />

nuestros vecinos y en la sociedad en general, así<br />

como en las instituciones que nos representan,<br />

la concienciación por <strong>el</strong> respeto y la puesta en<br />

valor d<strong>el</strong> patrimonio histórico, que es de todos,<br />

pues todos compartimos <strong>el</strong> mismo pasado y<br />

nadie puede adueñarse y disfrutar de él de forma<br />

privada y, ni mucho menos, alterarlo o<br />

destruirlo, afirmación que, por otra parte, es<br />

corroborada por la legislación vigente, que<br />

contempla como d<strong>el</strong>ito cualquier actuación que<br />

atente contra <strong>el</strong>lo. Pasado que, por otro lado,<br />

sólo es posible conocer a través de trabajos de<br />

investigación -fundamentalmente arqueológica<br />

en <strong>el</strong> caso que nos ocupa- y, por desgracia, hasta<br />

día de hoy, quitando actuaciones muy puntuales<br />

como la realización de la necesaria Carta<br />

Arqueológica Municipal, en <strong>el</strong> término de<br />

Villarrubia prácticamente han sido inexistentes,<br />

cuando realmente tenemos algunos yacimientos<br />

arqueológicos dignos de <strong>el</strong>lo, cuyo estudio nos<br />

ayudaría a comprender mucho mejor ese pasado<br />

que nos explica y ayuda a entender quiénes<br />

somos hoy en día y <strong>el</strong> contexto que nos<br />

envu<strong>el</strong>ve. Y parte de lo que somos se lo<br />

debemos en buena parte a los oretanos y los<br />

romanos que vivieron y actuaron por aquí hace<br />

ya muchos siglos, cuyo sustrato cultural aún<br />

pervive de una u otra manera en la actualidad<br />

entre nosotros.


HISTORIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

ORÍGENES DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL<br />

DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS<br />

48<br />

Víctor Manu<strong>el</strong> Luna Muñoz<br />

Con este trabajo queremos dar a conocer algunos datos sobre los orígenes de la Biblioteca Municipal de<br />

Villarrubia de los Ojos. Nos remontaremos a sus orígenes y llegaremos, aproximadamente, hasta los años<br />

70. La principal fuente documental que se ha usado han sido los libros de Actas d<strong>el</strong> Pleno, en los cuales se<br />

recogen diversos acuerdos sobre la Biblioteca, aunque también se han usado otras fuentes.<br />

En los libros de Actas d<strong>el</strong> Pleno Municipal,<br />

encontramos que la Biblioteca Pública<br />

Municipal de Villarrubia de los Ojos, fue<br />

inaugurada <strong>el</strong> 18 de julio de 1957, por <strong>el</strong><br />

Director General de Archivos y <strong>Bibliotecas</strong>,<br />

José Antonio García Noblejas, con la asistencia<br />

d<strong>el</strong> Gobernador Civil y <strong>el</strong> Consejo Coordinador.<br />

Pero en las actas d<strong>el</strong> Pleno encontramos<br />

referencias anteriores r<strong>el</strong>ativas a la<br />

Biblioteca.Ya en 1945, en la sesión c<strong>el</strong>ebrada <strong>el</strong><br />

1 de febrero, fue aprobado <strong>el</strong> contrato suscrito<br />

por la Alcaldía-Presidencia en 26 de enero de<br />

1945 con la Editora Nacional, para la compra de<br />

una biblioteca compuesta por 150 volúmenes, al<br />

pecio de 2000 pesetas a pagar en dos plazos. En<br />

1947 y 1948 vemos acuerdos similares para la<br />

compra de nuevos libros, igualmente con<br />

Editora Nacional, dependiente d<strong>el</strong> Ministerio de<br />

Información y Turismo.<br />

En 1951 encontramos un dato mucho más<br />

interesante. En <strong>el</strong> acta de la sesión c<strong>el</strong>ebrada <strong>el</strong><br />

día 21 de febrero, uno de los puntos d<strong>el</strong> orden<br />

d<strong>el</strong> día es <strong>el</strong> acuerdo por unanimidad de crear en<br />

Villarrubia la Biblioteca Municipal. En este<br />

mismo punto se da cuenta de las dependencias<br />

que ocupará la Biblioteca, que será <strong>el</strong> local en <strong>el</strong><br />

cual se hallaba “antiguamente” Secretaría.<br />

También se nombra bibliotecario a D. Luis<br />

Villalobos Villalobos, <strong>el</strong> cual se haría cargo,<br />

bajo inventario, de todos los libros adquiridos y<br />

los que se continuaran adquiriendo con destino a<br />

la Biblioteca. Termina <strong>el</strong> acuerdo con la<br />

expresión de gratitud al señor Villalobos por <strong>el</strong><br />

generoso y desinteresado ofrecimiento hecho de<br />

su persona por <strong>el</strong> desempeño de estas<br />

actividades que gustosamente acepta la<br />

Corporación.<br />

Durante estos años, e incluso antes,<br />

encontramos referencias similares, sobre<br />

contratos para la compra de libros, entre <strong>el</strong>los<br />

los sucesivos tomos de la Enciclopedia Espasa.<br />

A tenor de la información que encontramos<br />

posteriormente, podemos deducir que, tanto la<br />

compra de libros, como <strong>el</strong> acuerdo de creación<br />

de una biblioteca en 1951, fueron decisiones<br />

tomadas exclusivamente con carácter local, sin<br />

contar con medios procedentes de otras<br />

administraciones. Decimos esto porque en <strong>el</strong><br />

acta d<strong>el</strong> 27 de abril de 1955 hay un punto que<br />

trata nuevamente sobre la “Creación de una<br />

Biblioteca Municipal”. En este punto, Secretaría<br />

informa detalladamente de todo lo legislado<br />

hasta la fecha sobre la materia, de los beneficios<br />

que pueden obtenerse y de las modalidades que<br />

existen para la creación de la Biblioteca. Vistos<br />

los informes de Secretaría y tras una breve<br />

d<strong>el</strong>iberación, la Corporación “acuerda por<br />

unanimidad acogerse a las disposiciones<br />

contenidas en <strong>el</strong> Decreto de 13 de junio de 1932<br />

d<strong>el</strong> Ministerio de Instrucción Pública y B<strong>el</strong>las<br />

Artes (publicado en la Gaceta de Madrid, nº 166<br />

de 14 de junio de 1932), la Orden de 9 de marzo<br />

de 1939, la Orden de 7 de Diciembre de 1946 y<br />

las disposiciones concordantes r<strong>el</strong>ativas a<br />

<strong>Bibliotecas</strong> Municipales a fin de establecer en<br />

esta localidad la correspondiente a la primera<br />

categoría de las establecidas en <strong>el</strong> artículo 6” ,<br />

d<strong>el</strong> Decreto de 13 de junio de 1932, cuyo<br />

funcionamiento será confiado a una Junta que se<br />

titulará “Junta de la Biblioteca Municipal de<br />

Villarrubia de los Ojos”, como establece <strong>el</strong><br />

artículo 2 d<strong>el</strong> citado decreto. En este mismo<br />

punto d<strong>el</strong> acta, se acuerda ofrecer para local de<br />

la Biblioteca <strong>el</strong> que hay en la planta baja d<strong>el</strong><br />

Ayuntamiento, en <strong>el</strong> ala izquierda, entrando por<br />

la puerta principal, situado junto a las oficinas<br />

de t<strong>el</strong>égrafos. Por mobiliario “se destinará <strong>el</strong><br />

procedente de las antiguas escu<strong>el</strong>as<br />

municipales, que fue renovado al construirse las<br />

nuevas edificaciones escolares, y si fuera<br />

necesario completarlo, <strong>el</strong> Ayuntamiento se<br />

compromete a su adquisición, sujetándose a los<br />

diseños establecidos por la Junta<br />

correspondiente”. Al frente de la Biblioteca<br />

habría un bibliotecario encargado y responsable<br />

d<strong>el</strong> servicio de modo permanente, nombrado por<br />

<strong>el</strong> Alcalde-Presidente.<br />

Según <strong>el</strong> Decreto de 13 de junio de 1932, en la<br />

fachada debería situarse <strong>el</strong> rótulo “Biblioteca<br />

Pública Municipal”. También había que indicar<br />

<strong>el</strong> horario de servicio y que <strong>el</strong> acceso a la<br />

Biblioteca es libre y gratuito para todos los


habitantes d<strong>el</strong> término municipal. Este Decreto<br />

también indica que <strong>el</strong> horario de apertura al<br />

público debería ser de un mínimo de cuatro<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

49<br />

horas diarias, c<strong>el</strong>ebrando por los menos una<br />

sesión semanal de préstamo.<br />

Cubierta de la antigua tarjeta de lector de la Biblioteca Municipal<br />

La Junta de Intercambio y Adquisición de<br />

Libros para <strong>Bibliotecas</strong> públicas haría un<br />

donativo de fundación, consistente en 500<br />

volúmenes, encuadernados y con las cédulas<br />

redactadas por los catálogos de autores, de<br />

materias y topográfico. Además la Junta seguiría<br />

incrementando los fondos con un reparto cada<br />

semestre de forma preferente para las<br />

<strong>Bibliotecas</strong> de los Municipios que destinen<br />

cantidades para la compra de libros.<br />

En <strong>el</strong> acta d<strong>el</strong> 21 de mayo de 1957 volvemos a<br />

encontrar otra referencia sobre la creación de la<br />

Biblioteca Pública Municipal. Esta referencia<br />

nos lleva a la creación oficial de la Biblioteca de<br />

Villarrubia. En <strong>el</strong> decimoquinto punto d<strong>el</strong> orden<br />

d<strong>el</strong> día por Secretaría se dio lectura a una<br />

comunicación de la Dirección General de<br />

Archivos y <strong>Bibliotecas</strong> que decía: “Con esta<br />

fecha <strong>el</strong> Exc<strong>el</strong>entísimo Sr. Ministro me dice lo<br />

siguiente: “Ilm. Sr. Visto <strong>el</strong> expediente instruido<br />

en virtud de petición formulada por <strong>el</strong><br />

Ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos<br />

(Ciudad Real), para la creación de una<br />

Biblioteca Pública Municipal de dicha<br />

localidad y visto, igualmente, <strong>el</strong> favorable<br />

informe emitido por <strong>el</strong> Servicio Nacional de<br />

Lectura, con fecha 28 d<strong>el</strong> pasado mes de<br />

Noviembre, Este Ministerio ha tenido a bien<br />

crear la Biblioteca Pública Municipal de<br />

Villarrubia de los Ojos, dependiente d<strong>el</strong> Centro<br />

Coordinador de <strong>Bibliotecas</strong> de Ciudad Real, de<br />

conformidad con lo dispuesto en <strong>el</strong> apartado c)<br />

d<strong>el</strong> artículo … d<strong>el</strong> Decreto de 4 de julio de 1952<br />

(por <strong>el</strong> que se aprueba <strong>el</strong> Reglamento d<strong>el</strong><br />

Servicio Nacional de Lectura), publicado en <strong>el</strong><br />

B.O. d<strong>el</strong> Estado de 11 de agosto d<strong>el</strong> mismo<br />

año”.- Lo que traslado a V.S. para su<br />

conocimiento y demás efectos. – Dios guarde a<br />

V.S. muchos años. Madrid 5 de Diciembre de<br />

1956. – El Director General.- Firmado.- José<br />

Antonio García Noblejas. Rubricado.- Hay un<br />

s<strong>el</strong>lo de tinta violeta que dice.- Ministerio de<br />

Educación Nacional.- Dirección General de<br />

Archivos y <strong>Bibliotecas</strong>.”<br />

Tras esta lectura la Corporación queda enterada<br />

y acuerda por unanimidad que se haga constar al<br />

Director General de Archivos y <strong>Bibliotecas</strong> <strong>el</strong><br />

reconocimiento por tal distinción.<br />

En <strong>el</strong> acta d<strong>el</strong> pleno de 20 de julio de 1957, en <strong>el</strong><br />

séptimo punto d<strong>el</strong> orden d<strong>el</strong> día, se recoge la<br />

comunicación que dirige al Ayuntamiento, <strong>el</strong><br />

Director General de Archivos y <strong>Bibliotecas</strong>, en<br />

la que f<strong>el</strong>icita al Ayuntamiento “por la<br />

inauguración de la Biblioteca Pública<br />

Municipal y se ofrece para cuanto pueda<br />

redundar en beneficio d<strong>el</strong> servicio.” Y en <strong>el</strong>


punto número 10 de la misma sesión se trata <strong>el</strong><br />

tema de la gratificación que debe concederse al<br />

encargado de la Biblioteca. Es en este punto,<br />

donde se da la información de la inauguración<br />

de la Biblioteca. El Alcalde informa a la<br />

Corporación que la Biblioteca viene<br />

funcionando desde <strong>el</strong> 18 de julio último, en que<br />

fue inaugurada por <strong>el</strong> Director General de<br />

Archivos y <strong>Bibliotecas</strong>, con la asistencia d<strong>el</strong><br />

Gobernador Civil y <strong>el</strong> Consejo Coordinador.<br />

También informa de que al frente de la misma,<br />

se encuentra <strong>el</strong> vecino, Pedro d<strong>el</strong> Pozo<br />

Redondo, “constándole que su función la viene<br />

desempeñando con bastante c<strong>el</strong>o y competencia,<br />

sin que hasta <strong>el</strong> momento se haya fijado la<br />

gratificación que debe percibir <strong>el</strong> mismo”.<br />

Indica que Pedro d<strong>el</strong> Pozo estaba trabajando<br />

desde <strong>el</strong> primero de junio, con trabajos de<br />

catalogación, colocación, etc. Visto este informe<br />

la Corporación acuerda por unanimidad fijar la<br />

suma de 12.000 pesetas en concepto de<br />

gratificación por los servicios para <strong>el</strong> año 1958<br />

y faculta al Alcalde-Presidente para que conceda<br />

una gratificación por los meses trabajados de<br />

1957 y los que restan hasta final de año, sin<br />

exceder proporcionalmente de la gratificación<br />

establecida para 1958.<br />

De la inauguración de la Biblioteca también<br />

tenemos la noticia aparecida en <strong>el</strong> periódico “La<br />

vanguardia española”, en su edición d<strong>el</strong> viernes,<br />

19 de julio de 1957. Aquí nos dice que <strong>el</strong> día<br />

anterior fue inaugurada la biblioteca con la<br />

“asistencia d<strong>el</strong> director general de Archivos y<br />

<strong>Bibliotecas</strong>, señor García Noblejas; <strong>el</strong> inspector<br />

de la misma Dirección, señor Tolsada;<br />

gobernador civil y jefe provincial d<strong>el</strong><br />

Movimiento, señor Utrera Molina y otras<br />

autoridades y jerarquías”. Dice que la<br />

biblioteca se halla instalada con todo género de<br />

detalles en <strong>el</strong> edificio d<strong>el</strong> Ayuntamiento.<br />

También cuenta la noticia que <strong>el</strong> número de<br />

libros se ha incrementado con 1.000 volúmenes,<br />

donados por la Dirección General de Archivos y<br />

<strong>Bibliotecas</strong>, la Diputación Provincial y <strong>el</strong> propio<br />

Ayuntamiento. Es curioso <strong>el</strong> dato de que las<br />

Cooperativas de la localidad subvencionarán la<br />

biblioteca con 1.000 pesetas anuales.<br />

En un breve artículo de Isab<strong>el</strong> Pérez Var<strong>el</strong>a,<br />

directora de la Biblioteca Pública d<strong>el</strong> Estado de<br />

Ciudad Real, aparecido en <strong>el</strong> número 9 de la<br />

revista “Cuadernos de Estudios Manchegos”, de<br />

1958, en <strong>el</strong> que hace un repaso al movimiento<br />

bibliotecario de la provincia de Ciudad Real,<br />

obtenemos otros datos r<strong>el</strong>ativos a nuestra<br />

biblioteca. Dice que la biblioteca fue inaugurada<br />

<strong>el</strong> día 17 de julio (debe ser un error) y que está<br />

situada en la planta baja d<strong>el</strong> edificio d<strong>el</strong><br />

Ayuntamiento, ocupando dos salas decoradas<br />

con sumo gusto y dotada de mobiliario cómodo<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

50<br />

y alegre. 856 volúmenes fueron enviados como<br />

lote inicial por <strong>el</strong> Servicio Nacional de Lectura.<br />

Tras la “bendición” de los locales y<br />

aprovechando la presencia d<strong>el</strong> director general<br />

se reunió en la biblioteca, en sesión<br />

extraordinaria, <strong>el</strong> Patronato d<strong>el</strong> Centro<br />

Coordinador de <strong>Bibliotecas</strong>.<br />

Durante la década de los años sesenta <strong>el</strong><br />

presupuesto destinado a Biblioteca rondó las<br />

cincuenta mil pesetas. Para <strong>el</strong> año 1970<br />

conocemos que 40.000 pesetas las aportaba <strong>el</strong><br />

ayuntamiento y 10.000 <strong>el</strong> Centro Coordinador<br />

Provincial.<br />

Por lo que sabemos, la Biblioteca se situó en sus<br />

orígenes, en <strong>el</strong> edificio d<strong>el</strong> Ayuntamiento. Según<br />

la obra Memoria de una Gestión Municipal:<br />

1973-1979, que es un texto en <strong>el</strong> que se recoge<br />

la actuación de la Corporación presidida por<br />

Lucio Villegas Juárez, en <strong>el</strong> año 1976 se<br />

inauguró la Biblioteca en <strong>el</strong> edificio que ocupa<br />

actualmente. En <strong>el</strong> año 1991, debido a su mal<br />

estado, se deja este edificio y hasta que<br />

nuevamente en <strong>el</strong> año 2000, se vu<strong>el</strong>ve a instalar<br />

en su sede actual, la Biblioteca estuvo situada en<br />

la Casa de Cultura.<br />

Pero incluso hubo un proyecto para situarla en<br />

otro edificio. Eso sí, todos <strong>el</strong>los situados en la<br />

Plaza de la Constitución.<br />

En la sesión extraordinaria d<strong>el</strong> Pleno c<strong>el</strong>ebrada<br />

<strong>el</strong> 26 de noviembre de 1968, se lee la circular nº<br />

77, d<strong>el</strong> Gobierno Civil, publicada en <strong>el</strong> boletín<br />

de la Provincia nº 104. En <strong>el</strong>la se expone que de<br />

acuerdo a las previsiones d<strong>el</strong> II Plan de<br />

Desarrollo se tiene previsto construir en la<br />

Provincia de Ciudad Real y en aqu<strong>el</strong>los pueblos<br />

de más de 5.000 habitantes, un total de 19<br />

bibliotecas, siendo <strong>el</strong> requisito que los<br />

ayuntamiento interesados pongan a disposición<br />

de la Dirección General de Archivos y<br />

<strong>Bibliotecas</strong>, un solar adecuado de unos 500<br />

metros cuadrados. La Corporación acuerda por<br />

unanimidad ceder dicho solar. Y en <strong>el</strong> acta d<strong>el</strong><br />

27 de junio de 1969 se acuerda poner a<br />

disposición de la Diputación Provincial, Centro<br />

Coordinador de <strong>Bibliotecas</strong> u Organismo<br />

competente (parece ser que no tienen muy claro<br />

a quien corresponde) la casa situada en la Plaza<br />

d<strong>el</strong> Caudillo, número 11 denominada Casa de<br />

Falange, transformándola en solar, para<br />

destinarla a Casa de Cultura. Este acuerdo se<br />

amplía en la sesión d<strong>el</strong> tres de octubre de 1969,<br />

consignando la superficie y linderos d<strong>el</strong> edificio<br />

destinado a la construcción de la Biblioteca:<br />

“Carmen Flores Santos, derecha entrando;<br />

izquierda, Teresa y Francisca Calcerrada<br />

Serrano y herederos de Alfonso Vallejo<br />

Rodríguez; espalda o fondo calle José Antonio<br />

(hoy Jijones) y por su frente o entrada con la<br />

Plaza d<strong>el</strong> Caudillo, con una superficie de<br />

540,10 metros cuadrados”.


A pesar de estos acuerdos, a primeros d<strong>el</strong> año<br />

1970, según la sesión d<strong>el</strong> 12 de enero, acuerdan<br />

desplazarse <strong>el</strong> mayor número posible de<br />

concejales a Ciudad Real para informarse<br />

ampliamente sobre <strong>el</strong> particular. Ya en 1971,<br />

desde <strong>el</strong> Ministerio de Educación y Ciencia se<br />

pide al Ayuntamiento unos documentos para la<br />

construcción en la localidad de un edificio con<br />

destino a Casa de Cultura. Estos documentos<br />

son, la certificación d<strong>el</strong> Registro de la Propiedad<br />

acreditando su inscripción y la libertad de<br />

cargas y gravámenes y la autorización d<strong>el</strong><br />

Ministerio de la gobernación para enajenar<br />

dichos bienes. La Corporación ordena se<br />

obtengan y remitan dichos documentos. De este<br />

proyecto de construcción de una nueva<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

51<br />

biblioteca se dio cuenta en <strong>el</strong> Boletín de la<br />

Dirección General de Archivos y <strong>Bibliotecas</strong>.<br />

En <strong>el</strong> número 127-128 de 1972 en la página 258<br />

se habla d<strong>el</strong> proyecto de Biblioteca Pública de<br />

Villarrubia de los Ojos. El proyecto es de planta<br />

alargada, con dos alturas en la fachada anterior<br />

y una, El Salón de Actos, en la posterior, con<br />

jardín interior en <strong>el</strong> que se sitúa <strong>el</strong> acceso<br />

principal. Se dice que <strong>el</strong> edificio está<br />

ambientado en las construcciones locales de<br />

paredes en blanco con tejados de teja curva y<br />

ventanales amplios en las Salas de Lectura. Pero<br />

como hemos dicho, en 1976 la Biblioteca se<br />

traslada a sus dependencias actuales y ese<br />

proyecto no llegó a realizarse. Imágenes de este<br />

proyecto:


HISTORIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

AGOBIOS ECONÓMICOS DEL CONCEJO<br />

DE VILLARRUBIA EN EL PASADO<br />

No se trata de volver sobre la pertinaz y tan<br />

comentada crisis económica de nuestros días.<br />

No intento incidir sobre <strong>el</strong>la, sino plantear que<br />

las dificultades económicas d<strong>el</strong> municipio no<br />

son una novedad histórica. En <strong>el</strong> pasado<br />

también se presentaron a nuestras autoridades<br />

municipales otros momentos d<strong>el</strong>icados a los<br />

cuales tuvo que hacer frente con los<br />

mecanismos que estimó oportunos.<br />

Así ocurrió en 1639, fruto de demandas que se<br />

arrastrarían d<strong>el</strong> año precedente. En efecto, <strong>el</strong> 9<br />

de marzo de dicho año se reunieron en concejo<br />

las autoridades locales para dar solución al<br />

problema financiero planteado.<br />

La reunión se llevó a cabo siguiendo <strong>el</strong> ritual<br />

que era habitual en aqu<strong>el</strong>la época y que veía<br />

desde tiempos pasados. La convocatoria se hizo<br />

“a toque de campana tañida”, es decir, con un<br />

toque especial, <strong>el</strong> correspondiente a ese evento,<br />

procedente, posiblemente, de la campana propia<br />

d<strong>el</strong> concejo. Esta estaría ubicada en las casas d<strong>el</strong><br />

ayuntamiento, que no eran las actuales, sino que<br />

se hallaban en la plaza, en <strong>el</strong> lugar que hoy<br />

ocupa <strong>el</strong> actual Casino. La campana,<br />

probablemente, se situaba en una torre<br />

precedente que habría donde se halla a la actual,<br />

<strong>el</strong>evada y reconstruida ya en <strong>el</strong> siglo XIX.<br />

La reunión fue presidida por <strong>el</strong> gobernador d<strong>el</strong><br />

duque de Híjar en la localidad, que en esos<br />

momentos era don Diego de Guevara. Junto a él<br />

se hallaban los dos alcaldes ordinarios, <strong>el</strong><br />

licenciado Francisco de Vargas Machuca (que a<br />

la hora de la firma d<strong>el</strong> acta aparece como<br />

bachiller, no como licenciado) y Cristóbal<br />

Sánchez de Rodrigo Sánchez; estando también<br />

presentes los cuatro regidores de la localidad:<br />

Jerónimo de Herrera, don Alvaro Salgado,<br />

Migu<strong>el</strong> Ramírez Ar<strong>el</strong>lano y Diego López de la<br />

Mayorazga. No consta en <strong>el</strong> acta que asistiesen<br />

otros representantes populares, como eran los<br />

jurados, pero posiblemente lo hicieron, pues <strong>el</strong><br />

acta dice que se reunieron “a boz de conçexo”.<br />

También estuvo presente <strong>el</strong> escribano, Esteban<br />

Hernández, que se encargó de levantar acta de<br />

lo tratado en la sesión y de incorporarla en <strong>el</strong><br />

libro de acuerdos d<strong>el</strong> concejo. El texto aquí<br />

comentado es una copia de la referida acta,<br />

escrita y rubricada por <strong>el</strong> mencionado escribano.<br />

Aunque trataron otra cuestión, <strong>el</strong> asunto<br />

principal fue hacer frente a esas cuestiones<br />

53<br />

Luis Rafa<strong>el</strong> Villegas Díaz<br />

financieras a las que tenía que hacer frente la<br />

localidad.<br />

Al parecer, la hacienda regia había impuesto un<br />

“servicio”, un tributo, al que habría añadido<br />

cierta cantidad d<strong>el</strong> año anterior para sufragar los<br />

gastos de guerra. De qué guerra se tratase no se<br />

explicita, aunque probablemente se trataba de la<br />

que mantenía la nación con Holanda, que llevó<br />

al conde-duque de Olivares, en <strong>el</strong> reinado de<br />

F<strong>el</strong>ipe IV, a una serie de decisiones de<br />

expansión militar en Flandes y de aumentar la<br />

flota d<strong>el</strong> Atlántico, lo que provocó enormes<br />

gastos. En aqu<strong>el</strong>la ocasión, también, los gastos<br />

proyectados fueron <strong>el</strong> doble d<strong>el</strong> ingreso<br />

presupuestado.<br />

El caso es que a la localidad le habían asignado,<br />

además d<strong>el</strong> servicio ordinario, la cantidad de<br />

1.000 ducados. La cifra no parece que fuese<br />

muy <strong>el</strong>evada, pero, en cualquier caso, era un<br />

añadido extraordinario a las tributaciones<br />

ordinarias que tendría <strong>el</strong> municipio con <strong>el</strong> señor<br />

de la localidad, <strong>el</strong> duque de Híjar, y afectaban<br />

considerablemente las menguadas arcas<br />

municipales.<br />

Para solventar los puros financieros, <strong>el</strong> concejo<br />

había desplazado a Madrid a Pedro de Yébenes,<br />

persona que consideraba competente, para<br />

negociar estos asuntos. Las pretensiones d<strong>el</strong><br />

concejo villarrubiero eran, como dice <strong>el</strong> texto,<br />

“que saque la baxa d<strong>el</strong> serviçio real y la espera<br />

de los mill ducados que le están repartidos para<br />

la guerra de treinta y ocho”. En la reunión se<br />

determinó que se enviasen a dicho representante<br />

100 reales, unos 3.100 mrs., sin duda para hacer<br />

frente a sus gastos.<br />

La gestión, al parecer, no era tanto obtener la<br />

dispensa d<strong>el</strong> pago de dichas tributaciones, sino<br />

gestionar una operación financiera.<br />

Posiblemente se le encomendó la liquidación<br />

d<strong>el</strong> importe correspondiente al servicio real,<br />

cuya cuantía se desconoce; de ahí que obtuviese<br />

la baja, la canc<strong>el</strong>ación de ese concepto. Pero <strong>el</strong><br />

problema residía en que <strong>el</strong> concejo no podía<br />

hacer frente a ese impuesto extra de los 1.000<br />

ducados para sufragar los gastos de guerra. Por<br />

<strong>el</strong>lo llevaría <strong>el</strong> encargo de hallar un financiero<br />

que ad<strong>el</strong>antase dicha cantidad, con <strong>el</strong> que<br />

debería negociar los intereses d<strong>el</strong> préstamo.<br />

Tenía instrucciones precisas, pues <strong>el</strong> texto dice<br />

que tendría que negociarlo con un límite: “a<br />

raçón de ocho por ciento o menos, si los


pudiere aver”. El interés no podría ser superior<br />

al 8%, siendo preferible que <strong>el</strong> mismo fuese<br />

menor. Las autoridades eran conscientes de que<br />

habría inconvenientes, pues añaden eso de si lo<br />

pudiese encontrar.<br />

Era un intento en cierto modo a la desesperada,<br />

pues las gestiones en la localidad y,<br />

posiblemente, en <strong>el</strong> entorno no habían sido<br />

positivas. Así lo dicen: “por no averse hallado<br />

esta cantidad, así de los medios de los adbitrios<br />

para <strong>el</strong>los <strong>el</strong>ixidos ni quien los dé prestados ni a<br />

çenso sobre los propios d<strong>el</strong> concexo”. Las<br />

gestiones no habían sido pocas, pues señalan<br />

que “se an fecho munchas e notables y<br />

estrahordinarias diligencias”. Sin embargo<br />

habían fracasado, dado que los propios de la<br />

localidad no eran respaldo suficiente (“diçen no<br />

ser de ynportancia”).<br />

En cualquier caso, había que sacar dicha<br />

cantidad de alguna parte, pues se tendría que<br />

hacer frente al préstamo que se lograse fuera, a<br />

lo que habría que añadir los correspondientes<br />

intereses.<br />

Para lograrlo recurren a un mecanismo, que<br />

probablemente debería contar con <strong>el</strong> respaldo<br />

d<strong>el</strong> señorío, de ahí la presencia d<strong>el</strong> gobernador.<br />

El plan, que no parece que fuese novedoso, pues<br />

dicen que es "de nuevo”, es decir, que lo habrían<br />

utilizado en otros momentos, era repartir <strong>el</strong><br />

conjunto d<strong>el</strong> término en quintos para <strong>el</strong><br />

“aprovechamiento de la yerva y pasto d<strong>el</strong>los”.<br />

Se arrendarían, pues, cada uno de estos lotes<br />

para <strong>el</strong> aprovechamiento ganadero, tanto de<br />

propios como de extraños. Esto lo mantendrían<br />

hasta que se sacase la cantidad a recaudar para<br />

hacer frente al préstamo e intereses.<br />

El mecanismo adoptado era posible dado que la<br />

localidad no tenía “en <strong>el</strong> término e jurisdiçión<br />

desta villa comunidad en <strong>el</strong> pasto ni en otra<br />

cossa con ninguno lugar ni unibersidad ni<br />

comunidad ni otra persona, sino que es término<br />

redondo suyo propio”.<br />

Quien estuviese interesado, propio o foráneo,<br />

tendría que arrendar <strong>el</strong> lote, comprometiéndose<br />

<strong>el</strong> concejo a vigilar que se respetase dicho<br />

arrendamiento, prohibiendo la entrada a quienes<br />

no lo tuviesen arrendado. Para lo cual se arroga<br />

la posibilidad de imponer las correspondientes<br />

penas a los posibles infractores.<br />

Las penas adoptadas a quienes usufructuasen<br />

indebidamente tales pastos, eran:<br />

- “los ganados lanares de çien caveças<br />

arriba tres ducados de día y seis de noche,<br />

y dende avaxo un quartillo por cada<br />

caveça”<br />

- “<strong>el</strong> vacuno medio real cada caveça de día<br />

y un real de noche”<br />

- “las yeguas y mulas las mismas penas”<br />

que <strong>el</strong> vacuno<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

54<br />

- “<strong>el</strong> ganado de çerda estas mismas penas”<br />

que <strong>el</strong> vacuno.<br />

Las cuantías eran claras, diferenciándose en <strong>el</strong><br />

ovino <strong>el</strong> que fuese un hato de más de 100<br />

cabezas o que fuese menor, en cuyo caso se<br />

establece la pena por cada cabeza. Y puesto que<br />

se trataría de una infracción, la pena se duplica<br />

en caso de nocturnidad, de la entrada por la<br />

noche.<br />

No obstante, las penas (como era habitual en <strong>el</strong><br />

pasado) no pasaban a engrosar en su totalidad<br />

las arcas concejiles. Se dividían en partes. En<br />

este caso se estableció un reparto en cuatro<br />

partes: concejo, juez, denunciante y la cámara<br />

de su Exc<strong>el</strong>encia. Es decir, <strong>el</strong> concejo sólo<br />

percibiría una cuarta parte de las multas<br />

impuestas.<br />

Los referidos lotes los arrendaría <strong>el</strong> concejo<br />

“libremente y sin pena alguna a quien más diere<br />

y sin perxuiçio d<strong>el</strong> derecho de su Exc<strong>el</strong>encia<br />

que tiene a la mitad d<strong>el</strong> goço de los hervaxes”.<br />

El mecanismo, pues, no era tan pingüe, pues la<br />

mitad de lo que se sacase por <strong>el</strong> mencionado<br />

arrendamiento se lo llevaba <strong>el</strong> señor de la<br />

localidad, <strong>el</strong> duque de Híjar, que por razón d<strong>el</strong><br />

señorío tenía derecho a la mitad de los pastos.<br />

En cualquier caso, no estaban las arcas<br />

municipales en disposición de acometer otras<br />

alegrías. Si lograron sus pretensiones y pudieron<br />

hacer frente holgadamente a los pagos, lo<br />

desconozco. Como también <strong>el</strong> tiempo que<br />

tuvieron que invertir en poder hacerlo. Pero <strong>el</strong><br />

recurso a la deuda y la necesidad de aplicar<br />

nuevos impuestos para su saldo no parece que<br />

sea un hecho exclusivo de los tiempos que<br />

corren.<br />

* * *<br />

Como señalaba al comienzo, en la reunión d<strong>el</strong><br />

concejo se trató otro asunto, aunque éste más de<br />

la vida cotidiana de la localidad.<br />

Se determinó que se cerraran “las eras de<br />

arriba”, cuya ubicación desconozco, pero que<br />

tal vez se trate por su posición de las de Santa<br />

Ana, para que no entrase en <strong>el</strong>las <strong>el</strong> ganado de<br />

cerda. Cabe suponer que <strong>el</strong> otro sí podría<br />

hacerlo. Y <strong>el</strong> hecho de que no pudiese <strong>el</strong> de<br />

cerda era por <strong>el</strong> destrozo que hacía, “porque las<br />

hoçan, de suerte que con <strong>el</strong>lo las ensuçian y<br />

haçen tierra y quando los vecinos quieren<br />

enparbar, respecto de estar en la forma dicha,<br />

se haçe tierra y resciven notables daños”. El<br />

motivo era claro: la destrucción que ocasionaba<br />

su entrada y los inconvenientes que producía a<br />

los vecinos que allí iban a trillar <strong>el</strong> que se<br />

mezclase <strong>el</strong> cereal con la tierra, que lo<br />

ensuciaba.<br />

Las penas para quienes infringieran esta<br />

disposición serían de medio real por cada


cabeza que allí entrare d<strong>el</strong> mencionado ganado<br />

de cerda. Penas que se dividirían por tercios,<br />

quedando una para <strong>el</strong> juez, otra para <strong>el</strong><br />

denunciante y la tercera para <strong>el</strong> pago de las<br />

costas d<strong>el</strong> juicio.<br />

Este sería un asunto de gestión de la vida<br />

ordinaria de la localidad, siempre necesitada de<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

55<br />

ordenanzas reguladoras de las actividades<br />

desplegadas. El asunto fuerte fue <strong>el</strong> de esos<br />

agobios financieros por los que pasó <strong>el</strong> concejo<br />

en aqu<strong>el</strong>la ocasión.<br />

Granada, marzo de 2010<br />

Reforma de la fachada d<strong>el</strong> Casino en la que se pueden observar restos de los arcos d<strong>el</strong> antiguo Ayuntamiento.


HISTORIA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

UN POLÉMICO SEÑOR DE VILLARRUBIA<br />

56<br />

Juan Carlos Zamora Muñoz<br />

Esta es la historia de uno de los señores de Villarrubia de los Ojos, <strong>el</strong> más conocido y controvertido de<br />

todos los duques de Híjar, un emblemático representante de la nobleza d<strong>el</strong> siglo XVII, que anh<strong>el</strong>ó<br />

siempre gozar d<strong>el</strong> favor real, y por sus errores, expió la culpa de no saber acomodarse al régimen<br />

imperante de su época.<br />

Don Rodrigo.<br />

Don Rodrigo Sarmiento de Silva Mendoza y<br />

Villandrando de la Cerda, señor en lo terrenal y<br />

espiritual de Villarrubia de los Ojos, nació en<br />

Madrid en 1600, conde de Salinas, la Bureba y<br />

Ribadeo, marqués de Alenquer y, por<br />

matrimonio, duque y señor de Híjar, Lécera y<br />

Aliaga, príncipe de la Port<strong>el</strong>la, conde de<br />

B<strong>el</strong>chite, Cast<strong>el</strong>lot, Guimerá y Vallfogona,<br />

vizconde de Illa, Canet, Evol, Añer y<br />

Alquerforadat, comendador de Coruche y Soure<br />

en la orden de Cristo, perteneciente a la alta<br />

nobleza cast<strong>el</strong>lana, entroncado en última<br />

instancia, dado su extenso árbol genealógico,<br />

con la monarquía cast<strong>el</strong>lana por ser<br />

descendiente d<strong>el</strong> infante de la Cerda, hijo de<br />

Alfonso X <strong>el</strong> Sabio, descendiente d<strong>el</strong> Gran<br />

Cardenal Mendoza, nieto de Ana, princesa de<br />

Eboli e hijo d<strong>el</strong> poeta y político, don Diego de<br />

Silva y Mendoza, conde de Salinas y de<br />

Ribadeo, duque Francavilla, marqués de<br />

Alenquer, caballero de Alcántara, comendador<br />

de Herrera, d<strong>el</strong> Consejo de Estado y Justicia de<br />

Portugal y virrey de este reino, quien casó en<br />

terceras nupcias (1599) con la que iba a ser<br />

madre de don Rodrigo, doña Marina Sarmiento<br />

Villandrando de la Cerda, VII condesa de<br />

Salinas y Ribadeo, la cual moriría en 1605.<br />

Su juventud.<br />

En 1601, <strong>el</strong> padre de don Rodrigo, pasó a ser<br />

miembro d<strong>el</strong> Consejo de Portugal y en verano<br />

de 1605 fue nombrado presidente de este<br />

Consejo, lo que conllevaba una asistencia<br />

permanente a la Corte. El conde Salinas tenía<br />

palacios en Valladolid, Burgos, Ribadeo,<br />

Miranda de Ebro y en Villarrubia de los Ojos,<br />

pero al trasladarse la Corte a Madrid en junio de<br />

1606, se encontró con un grave problema: no<br />

tenía una residencia acorde a su puesto en la<br />

Corte. Como padre viudo con un hijo pequeño<br />

(Rodrigo) que criar y educar, tuvo que vivir<br />

inicialmente de alquiler en una casa. En 1609,<br />

dada la posición que ostentaba, compró una<br />

residencia más adecuada a sus necesidades, se<br />

trataba de la “Quinta de don Juan de Borja”,<br />

también conocida como <strong>el</strong> Palacio de<br />

Buenavista (hoy Cuart<strong>el</strong> General d<strong>el</strong> Ejército de<br />

Tierra), comenzando con las obras de<br />

rehabilitación y reparación, alargándose estas<br />

hasta 1620.<br />

El Palacio de Buenavista en la actualidad<br />

Don Diego ostentó <strong>el</strong> cargo de Presidente d<strong>el</strong><br />

Consejo de Portugal hasta 1616 y se le nombró<br />

Virrey y Capitán General de Portugal,<br />

otorgándole F<strong>el</strong>ipe III <strong>el</strong> título de marqués de<br />

Alenquer con las rentas d<strong>el</strong> marquesado. En<br />

marzo de 1617, don Diego salía de Madrid con<br />

don Rodrigo, ahora con 17 años de edad,<br />

pasando por Villarrubia de camino hacia<br />

Portugal, donde <strong>el</strong> conde Salinas se instalaría,<br />

para dejar bien arreglada la situación económica<br />

de la villa, al ser esta <strong>el</strong> mayorazgo más rico d<strong>el</strong><br />

conde. Este nuevo cargo suponía un cuantioso<br />

desembolso económico al tener que costear de<br />

sus propios recursos los gastos de este puesto<br />

tan importante, por lo que tenía que controlar y<br />

aumentar las rentas que percibía de sus<br />

posesiones. El conde de Salinas no se olvidó de<br />

sus posesiones durante su estancia en Lisboa al<br />

necesitar cuantiosas cantidades de dinero para<br />

costear su puesto. Durante los cinco años que<br />

estuvo don Diego en Lisboa, don Rodrigo ayudó<br />

a su padre en muchas ocupaciones, como la<br />

superintendencia de la fábrica de las herrerías y<br />

molinos, la fábrica de hornos de bizcocho y la<br />

superintendencia de las fundiciones de artillería<br />

y <strong>el</strong> rescate de piezas perdidas en la mar. El<br />

virreinato de don Diego duró más de lo<br />

esperado, la muerte de F<strong>el</strong>ipe III, <strong>el</strong> 31 de marzo


de 1621, provocó que sus numerosos enemigos<br />

le pusieran en contra al nuevo monarca, F<strong>el</strong>ipe<br />

IV. Con miras a su futuro matrimonio, en agosto<br />

de 1621, don Rodrigo saco un certificado de su<br />

aspecto físico que decía así: “es al presente de<br />

edad de veinte años poco más o menos, de<br />

buena estatura, gentilhombre de cuerpo y muy<br />

derecho sin tener en su cuerpo ni espaldas<br />

córcova ni otra cosa que cause fealdad, antes es<br />

una de los caballeros más gentiles hombres que<br />

puede haber”. En julio de 1621 es r<strong>el</strong>evado d<strong>el</strong><br />

virreinato su padre, probablemente por ser<br />

partidario d<strong>el</strong> duque de Lerma, valido d<strong>el</strong> rey<br />

anterior, por lo que un nuevo personaje en<br />

ascenso, don Gaspar de Guzmán Piment<strong>el</strong> y<br />

Acevedo más conocido como <strong>el</strong> conde-duque de<br />

Olivares, quiso distanciarse de él. Don Diego<br />

dejaba Portugal junto a don Rodrigo para<br />

regresar a Madrid y participar en las actividades<br />

de la Corte, aunque siguió formando parte d<strong>el</strong><br />

Consejo de Portugal. El conde de Salinas estaba<br />

bastante herido por <strong>el</strong> tratamiento recibido,<br />

después de más veinte años de servicio a la<br />

corona a los más altos niv<strong>el</strong>es, se encontraba<br />

ahora sin un puesto r<strong>el</strong>evante. Antes de ir a la<br />

Corte, en <strong>el</strong> viaje de regreso, pasaron por<br />

Villarrubia donde permanecieron<br />

aproximadamente dos meses. Tras la llegada a<br />

Madrid y gracias a los esfuerzos d<strong>el</strong> tío de don<br />

Rodrigo, <strong>el</strong> arzobispo de Zaragoza, se logró<br />

acordar <strong>el</strong> enlace con la heredera d<strong>el</strong> ducado de<br />

Híjar, <strong>el</strong> 20 de julio de 1622, F<strong>el</strong>ipe IV dio su<br />

licencia para <strong>el</strong> matrimonio, comenzando así los<br />

preparativos para organizar la boda.<br />

Su matrimonio.<br />

F<strong>el</strong>ipe IV<br />

El 3 de octubre de 1622 contrajo matrimonio en<br />

Zaragoza con una de las mayores herederas de<br />

España, doña Isab<strong>el</strong> Margarita Fernández de<br />

Híjar, duquesa de Híjar, Lécera y Aliaga,<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

57<br />

condesa de B<strong>el</strong>chite, Vallfogona y Guimerá,<br />

perteneciente a la más rancia nobleza aragonesa<br />

descendiente de Jaime I, gracias a la cual don<br />

Rodrigo obtendría los siguientes títulos: los<br />

ducados de Híjar, Lécera y Aliaga, en <strong>el</strong> Bajo<br />

Aragón, a los que habría que sumar Almonacid<br />

de la Cuba, Urrea, Cast<strong>el</strong>nou y Puebla de<br />

Albortón; <strong>el</strong> condado de B<strong>el</strong>chite y <strong>el</strong> de<br />

Cast<strong>el</strong>lote; y en Cataluña los de Guimerá y<br />

Vallfogona, los cuales procedían, como los<br />

siguientes, de la madre de la duquesa, la cual<br />

ostentaba los títulos de vizcondesa de Illa,<br />

Canet, Evol, Añer, Alquerforadat, Alia, Tatzón,<br />

y San Martín de Subirats, señora de la casa de<br />

Pinós y de las baronías de M<strong>el</strong>any, Mataplana,<br />

La Port<strong>el</strong>la, Zurita, Peramola, Estach, Rocafort<br />

y Olçariz. Sin embargo, pese a todos los títulos<br />

que recibiera don Rodrigo por derecho de<br />

consorte, fue poco querido en sus posesiones de<br />

Aragón, principalmente por vivir en Castilla,<br />

por lo que nunca obtuvo <strong>el</strong> de la residencia<br />

aragonesa. De sus numerosos títulos sólo <strong>el</strong><br />

ducado de Híjar llevaba consigo la grandeza de<br />

España, razón por la que fue este <strong>el</strong> que <strong>el</strong>igió<br />

para ostentar en primer lugar al poco de contraer<br />

matrimonio, y desde aqu<strong>el</strong> momento fue<br />

conocido exclusivamente como <strong>el</strong> duque de<br />

Híjar. A lo largo de su vida tendría dos hijos<br />

naturales, Rodrigo e Isab<strong>el</strong>, y cuatro de su<br />

matrimonio canónico, Jaime, Ruy, Diego y Mª<br />

Teresa Margarita Francisca.<br />

Vida en la Corte y muerte de su padre<br />

Don Rodrigo se estableció tras su matrimonio<br />

en la Corte; al ser <strong>el</strong> lugar donde podía defender<br />

mejor sus intereses y mantener sus privilegios o<br />

incluso poder obtener otros nuevos. Durante<br />

años participó muy activamente en todas las<br />

fiestas y ceremonias de la Corte, en las que, para<br />

figurar con <strong>el</strong> brillo propio de la calidad,<br />

consumió buena parte de su hacienda. No se<br />

guiaba por un simple afán de diversión, sino que<br />

su conducta obedecía al deseo de destacarse<br />

ante <strong>el</strong> rey, de estar siempre presente ante él con<br />

aire de cortesano fi<strong>el</strong> y c<strong>el</strong>oso de su servicio y<br />

agrado. Participaría en 1623 asistiendo al<br />

príncipe de Gales durante su visita y en 1625<br />

fue uno de los primeros en llegar al socorro de<br />

Cádiz cuando la atacaron los ingleses. El padre<br />

de don Rodrigo, don Diego, pasó los últimos<br />

años de su vida en Madrid, en su nuevo palacio<br />

de Buenavista, donde gastó cantidades ingentes<br />

de dinero para reformarlo y emb<strong>el</strong>lecerlo. El 30<br />

de enero de 1625, disfrutaría de ver asegurada<br />

su descendencia con <strong>el</strong> nacimiento de su nieto,<br />

Jaime Fernández de Silva. Durante este periodo<br />

intentó volver a la política y participó en los<br />

acontecimientos sociales de la Corte, no<br />

faltando a ninguna fiesta cortesana de


importancia, normalmente acompañado de don<br />

Rodrigo. A partir de 1629, con sesenta y cinco<br />

años cumplidos, comenzó a otorgarle a su hijo<br />

responsabilidades señoriales de su casa. Don<br />

Diego de Silva y Mendoza fallecía en <strong>el</strong> Palacio<br />

de Buenavista <strong>el</strong> 15 de junio de 1630, heredando<br />

don Rodrigo sus posesiones y títulos. El duque<br />

de Híjar acompañó al difunto que fue llevado de<br />

Madrid al Monasterio de Benevivere, panteón<br />

de los condes de Salinas cerca de Carrión de los<br />

Condes, en la provincia de Palencia, y allí fue<br />

enterrado como había dicho en su testamento<br />

entre sus dos esposas (Ana y Marina) <strong>el</strong> 23 de<br />

junio de ese mismo año.<br />

Restos d<strong>el</strong> Monasterio de Benevivere.<br />

Primer destierro en Villarrubia.<br />

Un año después d<strong>el</strong> fallecimiento de su padre,<br />

don Rodrigo y <strong>el</strong> duque d<strong>el</strong> Infantado se<br />

desafiaron por unos galanteos a la dama de la<br />

reina, doña Inés de Mendoza, cuando los reyes<br />

salían de las Descazas. Al enterarse <strong>el</strong> rey d<strong>el</strong><br />

du<strong>el</strong>o que se quería c<strong>el</strong>ebrar, envió un<br />

mayordomo para impedirlo, con la orden de que<br />

cada uno permaneciera preso en su casa,<br />

poniéndoles guardia y obligándoles a hacer las<br />

paces, librándolos de su cautiverio en pocos<br />

días. Aunque hicieron las paces, las cosas no<br />

terminaron allí, trascurrido casi un mes d<strong>el</strong><br />

desafío los llevaron presos con guardas a<br />

posesiones suyas, en <strong>el</strong> caso de don Rodrigo fue<br />

trasladado a Villarrubia de los Ojos <strong>el</strong> 27 de<br />

julio de ese mismo año por orden de F<strong>el</strong>ipe IV.<br />

Su esposa se quedó en Madrid bastante enojada<br />

por <strong>el</strong> comportamiento de su marido. Lo que<br />

más le dolía a la duquesa es que cinco días<br />

después de los galanteos con la dama de la<br />

reina, había parido una hija. Don Rodrigo se<br />

quedaba en Villarrubia hasta nueva orden d<strong>el</strong><br />

rey, estando desterrado en esta villa hasta <strong>el</strong> 12<br />

de septiembre de ese mismo año, tras recibir <strong>el</strong><br />

día anterior licencia de F<strong>el</strong>ipe IV para poder<br />

regresar a Madrid. Volvería a Villarrubia en<br />

junio de 1638 para dar posesión al Reverendo<br />

Padre Fray Alejandro de Valencia, Custodio y<br />

Definidor de los Frailes menores capuchinos<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

58<br />

descalzos d<strong>el</strong> Seráfico Padre San Francisco, de<br />

la Provincia de Castilla, de la ermita<br />

villarrubiera de Nuestra Señora de la Caridad y<br />

sus anejos para que fuera convento de esa orden<br />

hasta que se <strong>el</strong>igiera otro sitio más conveniente.<br />

Aprovecharía esta estancia para conocer mejor<br />

su principal mayorazgo y sacarle un mejor<br />

rendimiento económico, dada la situación<br />

económica que tenía.<br />

Intrigas contra <strong>el</strong> conde-duque de Olivares.<br />

La muerte de su padre no había mejorado sus<br />

perspectivas políticas, al no gozar de la simpatía<br />

d<strong>el</strong> conde-duque de Olivares, pues no olvidaba<br />

éste la oposición que había presentado don<br />

Rodrigo contra él. Durante este periodo pasó<br />

gran parte de su tiempo intentando mejorar<br />

económicamente su hacienda sin ningún<br />

resultado. A la inflación vertiginosa que había<br />

supuesto la devaluación de la moneda, había<br />

que sumar las deudas que dejó su padre por los<br />

gastos que realizó cuando fue virrey en Portugal<br />

y las obras realizadas en <strong>el</strong> palacio de<br />

Buenavista. La única manera que tenía un noble<br />

de la época de mejorar su economía era<br />

mediante <strong>el</strong> otorgamiento d<strong>el</strong> rey de un puesto<br />

oficial que le procurase las rentas necesarias<br />

para <strong>el</strong> sostenimiento de su rango, pero la<br />

enemistad manifiesta con <strong>el</strong> valido d<strong>el</strong> rey le<br />

mantuvo apartado d<strong>el</strong> aparato d<strong>el</strong> estado. Por los<br />

títulos que ostentaba, se creía con derecho a<br />

algunos de los puestos más importantes d<strong>el</strong><br />

reino y sin darse por vencido, le recordó al rey<br />

los servicios prestados por su padre, su abu<strong>el</strong>o y<br />

los suyos mismos, sin obtener ningún resultado.<br />

La enemistad que tenía <strong>el</strong> duque de Híjar con <strong>el</strong><br />

conde-duque de Olivares no se había aplacado<br />

con los años; ésta databa de cuando promovió <strong>el</strong><br />

valido la caída en desgracia de su padre en la<br />

Corte, pero al mismo tiempo Olivares tenía tan<br />

poca simpatía por <strong>el</strong> hijo como la había tenido<br />

con <strong>el</strong> padre. A finales de la década de 1630,<br />

don Rodrigo junto a un grupo de nobles se<br />

habían convertido en una fuerte oposición<br />

aristocrática a Olivares, que hacían todo lo<br />

posible por socavar su posición de confianza<br />

con <strong>el</strong> rey. El odio d<strong>el</strong> duque de Híjar y su<br />

familia hacia <strong>el</strong> privado era tan conocido por<br />

todos que alguno llegó a pensar que intentaban<br />

matarlo, aunque es dudoso que quisiese llegar a<br />

tanto. Como primer noble de Aragón e hijo de<br />

Diego de Silva y Mendoza, don Rodrigo se<br />

sentía y se creía con un derecho natural de<br />

participar en <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> país, como habían<br />

hecho con tanta distinción su padre y su abu<strong>el</strong>o.<br />

Para su desgracia, en vez de heredar la sensatez<br />

y cordura de su padre y abu<strong>el</strong>o, había heredado<br />

la altanería y la ambición desenfrenada de su<br />

abu<strong>el</strong>a paterna, doña Ana Mendoza y de la


Cerda, princesa de Eboli. En 1640, don Rodrigo,<br />

que debía estar muy al corriente de lo que<br />

sucedía en Portugal, informó al gobierno<br />

español d<strong>el</strong> inminente alzamiento de aqu<strong>el</strong><br />

reino. El conde-duque premió la información de<br />

don Rodrigo dándole un cargo eventual en <strong>el</strong><br />

ejército español que se mandó contra Portugal<br />

para operar en la frontera extremeña. El año<br />

1640 se rev<strong>el</strong>aría como un año terrible para la<br />

monarquía española: estallan levantamientos en<br />

Cataluña, Aragón, Andalucía, Nápoles y<br />

Portugal; las tropas francesas penetran en<br />

Cataluña y Luis XIII es proclamado conde de<br />

Barc<strong>el</strong>ona por los catalanes, al tiempo que <strong>el</strong> rey<br />

galo pacta una alianza con <strong>el</strong> duque de<br />

Braganza, que se proclama rey de Portugal<br />

como Juan IV. En noviembre de 1642 falleció<br />

su esposa, siendo trasladados sus restos en<br />

solemne procesión desde Madrid hasta <strong>el</strong><br />

Monasterio de Benevivere, donde sería<br />

enterrada a principios de diciembre. Mientras<br />

vivió su esposa, don Rodrigo se había<br />

controlado, pero a partir de la muerte de ésta, lo<br />

dejó sin <strong>el</strong> último freno que le hacía algún<br />

efecto. A partir de entonces se lanzó a una<br />

carrera por ganar crédito en la Corte, que no le<br />

reportaría ningún éxito, implicándose en un<br />

constante tún<strong>el</strong> de intrigas.<br />

El conde-duque de Olivares<br />

La conjura contra don Luis Méndez de Haro.<br />

El duque de Híjar había participado en las<br />

escaramuzas inmediatas a la caída de Olivares y<br />

luego no tardó en enfrentarse a un nuevo<br />

político en ascenso, don Luis Méndez de Haro,<br />

convirtiéndose éste en <strong>el</strong> blanco de sus críticas.<br />

La caída de Olivares 23 de enero de 1643 por<br />

sus desavenencias con <strong>el</strong> monarca y <strong>el</strong> caos que<br />

reinaba en España, abrió nuevas e interesantes<br />

expectativas para los nobles como él que<br />

llevaban tanto tiempo esperando su oportunidad,<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

59<br />

pero la tan esperada llamada d<strong>el</strong> rey no llegó,<br />

F<strong>el</strong>ipe IV intentó gobernar sólo, pero al designar<br />

<strong>el</strong> rey como hombre fuerte d<strong>el</strong> reino al sobrino<br />

d<strong>el</strong> conde-duque, don Luis Méndez de Haro,<br />

supuso un gran enfado para muchos nobles,<br />

entre <strong>el</strong>los don Rodrigo. No simpatizaría con <strong>el</strong><br />

nuevo privado d<strong>el</strong> rey, dado que <strong>el</strong> tenía<br />

aspiraciones de ser <strong>el</strong> nuevo valido, aunque en<br />

público se negaba a que los reyes tuvieran<br />

validos. En <strong>el</strong> año 1643 acompañó a tierras<br />

aragonesas al rey, <strong>el</strong> cual durante estos años<br />

acudió al reino con cierta frecuencia por<br />

motivos de la guerra que se estaba realizando en<br />

Cataluña y fronteras de Aragón. Siendo en este<br />

mismo viaje donde parece que comenzaron las<br />

disensiones y desavenencias entre él y <strong>el</strong><br />

sucesor de Olivares en <strong>el</strong> cargo. La situación<br />

empeoró cuando Haro, para quitárs<strong>el</strong>o de en<br />

medio, le ofreció <strong>el</strong> puesto de Virrey de Aragón,<br />

bajo <strong>el</strong> pretexto que tenía allí a su suegra,<br />

negándose rotundamente don Rodrigo a que lo<br />

alejara de la Corte. Durante los siguientes meses<br />

<strong>el</strong> duque de Híjar conspiró junto a otros nobles<br />

disgustados por la falta de favores recibidos y<br />

por la pujanza de Haro, para derrocar a este<br />

último, pero <strong>el</strong> rey estaba informado de estas<br />

intrigas, por lo que ordenó detener a todo <strong>el</strong><br />

grupo y ponerlos bajo arresto domiciliario. El<br />

monarca quería un castigo ejemplar para todos,<br />

pero Haro lo convenció de que <strong>el</strong> cabecilla era<br />

<strong>el</strong> duque de Híjar y que sobre él solo debería<br />

recaer <strong>el</strong> castigo. Don Rodrigo, temiendo lo<br />

peor, escribió al rey intentando exculparse de<br />

todas las acusaciones en su contra, pero no<br />

sirvió de nada.<br />

Segundo destierro en Villarrubia.<br />

El 12 de marzo de 1644 se le ordenó abandonar<br />

la Corte e irse desterrado a Villarrubia de los<br />

Ojos, donde debía residir “hasta tanto se le<br />

enviase otra orden, porque en aqu<strong>el</strong> retiro se<br />

enseñase a callar y aprendiese la cordura y<br />

buena prudencia”. Al contrario que en su<br />

destierro anterior éste no sería de corta<br />

duración, los siguientes diecisiete meses de<br />

destierro en su villa tendría tiempo de sobra<br />

para aprender esta lección. El 16 de marzo salió<br />

de Madrid acompañado de su hijo mayor don<br />

Jaime y llegó a Villarrubia <strong>el</strong> 21 de marzo. El<br />

duque de Híjar no sabía cuanto tiempo duraría<br />

su destierro, pero tenía la certeza, por <strong>el</strong> tono de<br />

las cartas y órdenes d<strong>el</strong> rey, que tendría que<br />

acostumbrarse a vivir durante largo tiempo y<br />

tomar con tranquilidad la vida de gran señor en<br />

su villa. Para un noble como él, acostumbrado a<br />

intervenir en asuntos de alta política en la Corte,<br />

<strong>el</strong> destierro fue un duro trance, ya que tuvo que<br />

ocuparse de cosas de poca importancia, <strong>el</strong> duque<br />

aprovecharía su estancia para administrar su


mejor mayorazgo, mejorarlo y participar en la<br />

vida social de la villa. No dejó de estar en<br />

contacto con los demás conspiradores,<br />

recibiendo visitas de varios de <strong>el</strong>los y enviando<br />

cartas a otros, si se esperaba de él que<br />

aprendiese la lección de su obligado destierro,<br />

estaban muy equivocados. Don Rodrigo estaba<br />

abocado a la autodestrucción en cuanto a sus<br />

aspiraciones políticas en <strong>el</strong> país y no aprendería<br />

de lo sucedido. Mientras se encontró desterrado<br />

en Villarrubia envió varias cartas al rey<br />

reclamando su inocencia y aclarando algunos de<br />

los puntos en los que se habían centrado sus<br />

acusaciones contra él. En una de las cartas que<br />

envió <strong>el</strong> duque a F<strong>el</strong>ipe IV desde su destierro en<br />

Villarrubia <strong>el</strong> 12 de marzo de 1644, en la que se<br />

defendía de las acusaciones vertidas contra él,<br />

decía así: …De don Luis no soy ni he sido<br />

enemigo, ni he hablado de Vuestra Magestad en<br />

<strong>el</strong> que haya valido o que no lo haya, a nadie<br />

importa menos a quién ni fue ni es si será<br />

pretendiente más que de servir a Vuestra<br />

Magestad como yo. Vuestra Magestad ha dicho<br />

y ha firmado que no tiene Valido y me lo ha<br />

dicho a mí y me ha mandado que lo diga y don<br />

Luis también me lo ha dicho; no será culpa<br />

haberlo dicho yo y no me acuerdo cuando…A<br />

lo sucedido había que sumar la preocupación<br />

que tenía por <strong>el</strong> efecto de su destierro sobre sus<br />

hijos, en edad de casarse y abrirse camino en la<br />

Corte. El largo destierro de don Rodrigo llegó a<br />

su fin en agosto de 1645. Tras su llegada a<br />

Madrid, se ocupó d<strong>el</strong> matrimonio de su hija Mª<br />

Teresa Margarita Francisca de Silva Sarmiento<br />

de la Cerda con don Juan Zúñiga Sotomayor y<br />

Mendoza, X duque de Béjar, probablemente, <strong>el</strong><br />

último acontecimiento familiar alegre de su<br />

vida. Su vu<strong>el</strong>ta a la Corte estaba condicionada a<br />

su comportamiento en <strong>el</strong> futuro, aunque <strong>el</strong> rey<br />

tenía sus dudas, por la obstinación que tenía <strong>el</strong><br />

duque en no querer reconocer sus errores.<br />

La conspiración d<strong>el</strong> duque de Híjar.<br />

La falta de ocupación política, la caída de sus<br />

rentas, <strong>el</strong> odio hacia <strong>el</strong> valido d<strong>el</strong> rey, la<br />

sensación de haber sido castigado injustamente,<br />

los problemas que esto acarreaba a sus hijos,<br />

llegó a colmar <strong>el</strong> vaso de su paciencia. En <strong>el</strong><br />

verano de 1648 don Rodrigo fue acusado de<br />

crimen de lesa majestad junto a otros<br />

conspiradores, por haber intentado derrocar a<br />

F<strong>el</strong>ipe IV y querer ser coronado rey de Aragón.<br />

Según la declaración de los testigos, quedaba<br />

claro que existía una conspiración que tenia<br />

como objetivo <strong>el</strong> disparatado plan de proclamar<br />

a don Rodrigo rey de Aragón con la ayuda de<br />

Francia. En <strong>el</strong>la estaban involucrados junto al<br />

duque de Híjar, <strong>el</strong> principal conspirador, Carlos<br />

Padilla, Pedro de Silva y Domingo Cabral. Pese<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

60<br />

a que parecía que se trataba más bien de planes,<br />

sin ninguna posibilidad de ser llevados a la<br />

realidad, <strong>el</strong> mero hecho de maquinar un asunto<br />

de este género suponía la pena de muerte.<br />

Durante los siguientes tres meses don Rodrigo<br />

fue sometido a juicio sumario para que<br />

declarase su parte en la conjura, pero a pesar de<br />

que sufrió tortura en <strong>el</strong> potro, jamás reconoció<br />

culpabilidad alguna de las acusaciones vertidas<br />

contra él. Embargados sus bienes y condenado<br />

por traición fue afortunado de no haber sufrido<br />

la pena de muerte, como le pasó a los otros<br />

conspiradores que fueron ejecutados en la Plaza<br />

Mayor de Madrid <strong>el</strong> 5 de diciembre de 1648,<br />

permaneciendo en Madrid hasta julio de 1649<br />

en que fue llevado al castillo de León donde<br />

pasaría <strong>el</strong> resto de su vida recluido por haber<br />

sido condenado a prisión perpetua. Cuando la<br />

sentencia de reclusión permanente fue conocida<br />

por su familia, tuvieron que ponerse de acuerdo<br />

en cómo administrar sus bienes en su ausencia,<br />

que amenazaba con ser permanente. A<br />

principios de 1649, lo primero que hizo <strong>el</strong> duque<br />

fue dar poderes a sus hijos Jaime y Ruy para<br />

poder administrar y gobernar sus estados en su<br />

nombre, aunque hasta <strong>el</strong> 19 de octubre de ese<br />

mismo año no fue levantado <strong>el</strong> embargo sobre<br />

estos.<br />

Don Luis Mendéz de Haro<br />

En 1658 sus hijos intentaron conseguir de Haro<br />

y d<strong>el</strong> rey permiso para cambiar al duque de la<br />

prisión de León a su palacio de Villarrubia.<br />

Pero, al final no se realizó; <strong>el</strong> duque era <strong>el</strong><br />

mayor enemigo d<strong>el</strong> valido d<strong>el</strong> rey y éste fue<br />

implacable con esta solución. La única<br />

concesión que consiguieron fue quitarles los<br />

guardas <strong>el</strong> año anterior. La familia d<strong>el</strong> duque<br />

siempre tuvo la certeza de la inocencia de éste,


víctima de las maniobras de don Luis Méndez<br />

de Haro, estando informado de que don Rodrigo<br />

estaba en contra de que <strong>el</strong> rey tuviera un valido<br />

desde la caída de Olivares, por lo cual lo<br />

destruyó políticamente y le tendió una trampa.<br />

Cuatro días antes de morir, <strong>el</strong> duque envió su<br />

última carta a F<strong>el</strong>ipe IV, en la que seguía<br />

manifestando su inocencia.<br />

Muerte de don Rodrigo.<br />

El 2 de enero de 1664, don Rodrigo Sarmiento<br />

de Silva Mendoza y Villandrando de la Cerda<br />

moría en <strong>el</strong> castillo de León, siendo enterrado <strong>el</strong><br />

14 de enero en <strong>el</strong> Monasterio de Benevivere<br />

junto a su difunta esposa y sus ascendientes de<br />

la casa de Salinas y Ribadeo. Su hijo Diego<br />

Gómez de Silva Sarmiento, que acompañó <strong>el</strong><br />

cadáver de don Rodrigo desde León, leyó en <strong>el</strong><br />

funeral un memorial sobre su padre que decía<br />

así: “El mayor en talento, <strong>el</strong> más fi<strong>el</strong> al Rey y la<br />

patria, que descubrió las alteraciones de<br />

Portugal y Cataluña y no oyeron lo que dijo<br />

para <strong>el</strong> remedio de <strong>el</strong>las; <strong>el</strong> que echó al conde<br />

de Olivares; valido d<strong>el</strong> rey don F<strong>el</strong>ipe Cuarto;<br />

<strong>el</strong> que no quiso ser valido ni que le hubiese; <strong>el</strong><br />

que, descubriendo una de las mayores maldades<br />

cometidas contra su príncipe, los que la<br />

cometieron, con tiranía y testimonios, hicieron<br />

que <strong>el</strong> rey mandase prender y, mostrando por<br />

todos caminos su inocencia, fue tan temido que<br />

tuvieron retirado quince años en la ciudad de<br />

León, adonde murió miércoles a la una y media<br />

de la mañana a dos de enero, año M.DC.LXIV,<br />

protestando su inocencia y citando a su rey y<br />

señor ante <strong>el</strong> tribunal de Dios Nuestro Señor,<br />

verdadero juez”. En Villarrubia de los Ojos al<br />

recibir la noticia de la muerte de don Rodrigo,<br />

se c<strong>el</strong>ebró <strong>el</strong> 10 de enero una misa-funeral en su<br />

iglesia parroquial por <strong>el</strong> alma de su señor.<br />

Los móviles secesionistas que fueran a hacer al<br />

duque de Híjar rey de un Aragón independiente,<br />

no demostrados por completo, no parecían muy<br />

fiables, él propiamente nunca lo admitió, a pesar<br />

d<strong>el</strong> tormento a que fue sometido en su<br />

interrogatorio, las graves penalidades que sufrió<br />

en prisión, las cartas que dirigió a don Luis<br />

Méndez de Haro y al mismísimo F<strong>el</strong>ipe IV<br />

suplicando clemencia por su inocencia, y hasta<br />

<strong>el</strong> final de su vida siguió manifestando lo mismo<br />

culpando de que esta injusticia se debía a las<br />

intrigas realizadas por <strong>el</strong> valido d<strong>el</strong> rey por <strong>el</strong><br />

odio que tenía contra él. La exculpación d<strong>el</strong><br />

duque no llegaría hasta que en enero de 1676,<br />

por las presiones de sus familiares, la reina<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

61<br />

Margarita de Austria informó a la duquesa de<br />

Béjar (hija de don Rodrigo) que uno de los<br />

testigos que testificó en su contra había<br />

mentido y que su padre era inocente,<br />

rehabilitando su memoria y nombrando a su<br />

hijo, Jaime de Silva, virrey de Aragón, cargo<br />

que ocuparía entre los años 1681 a 1692.<br />

El castillo de León en la actualidad.<br />

BIBLIOGRAFÍA<br />

TREVOR J DADSON “Los moriscos de Villarrubia<br />

de los Ojos (siglos XV-XVIII)” Iberoamericana-<br />

Vervuert, 2007.<br />

TREVOR J DADSON “Nuevos datos para la<br />

biografía de don Diego de Silva y Mendoza, conde de<br />

Salinas”. Criticón, núm. 31. 1985.<br />

TREVOR J DADSON “Un palacio para un conde:<br />

la compra y rehabilitación d<strong>el</strong> palacio de Buenavista<br />

por don Diego de Silva y Mendoza, conde de<br />

Salinas”. Cuadernos de Historia Moderna, vol. 33.<br />

2008.<br />

RICARDO DEL ARCO Y GARAY “La caída d<strong>el</strong><br />

conde-duque de Olivares”. Boletín de la Real<br />

Academia de Historia, tomo 17. 1910.<br />

MARÍA JOSÉ CASAUS BALLESTER “La Casa<br />

Ducal de Híjar y sus enlaces con linajes<br />

cast<strong>el</strong>lanos”. Boletín Millares Carlo, núm. 27. 2008.<br />

MARÍA JOSÉ CASAUS BALLESTER “R<strong>el</strong>aciones<br />

familiares nobiliarias: <strong>el</strong> entronque de la Casa de<br />

Silva con la de Híjar (siglo XVII)”. Actas de las<br />

primeras jornadas de onomástica. Sociedad de<br />

Estudios Históricos de Navarra. 2003.<br />

PORFIRIO SANZ CAMAÑES “La monarquía<br />

hispánica en tiempos d<strong>el</strong> Quijote”. Silex Ediciones,<br />

2005.<br />

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE (Coordinador).<br />

“Historia de Aragón”. La Esfera de los Libros, 2008.<br />

RAMÓN EZQUERRA ABADÍA “La conspiración<br />

d<strong>el</strong> duque de Híjar (1648)”. Imprenta M. Borondo,<br />

Madrid.1934.<br />

FRANCESCO BENIGNO “La sombra d<strong>el</strong> rey:<br />

Validos y lucha política en la España d<strong>el</strong> siglo XVII”.<br />

Alianza Editorial. 1994.


FOTOGRAFÍA<br />

DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010<br />

VISTA DE LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN<br />

En los años 60.<br />

En la actualidad.<br />

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