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Antologia de Narrativa.indd - Asociación de Escritores de Mérida

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para ir con él a conocer la mar?, entonces otra persona tal vez<br />

más sosegada, como Pastora Santos, le habría dado la dirección<br />

a Fernán<strong>de</strong>z Tapia. O en vez <strong>de</strong> estar en el porche <strong>de</strong> la casa<br />

vendiendo bobas, como <strong>de</strong>cía la mamá <strong>de</strong> Magdalena, la vieja esa<br />

metiche y acuseta, más bien hubiera estado terminando <strong>de</strong> leer<br />

ese libro tan bueno, que iba justo en la página don<strong>de</strong> el coronel<br />

Aureliano había emprendido treinta y pico <strong>de</strong> batallas y las había<br />

perdido todas. Ah no, pero tenía que estar precisamente allí para<br />

que ese zángano se sirviera como en ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> plata, sin una<br />

ñinguita <strong>de</strong> sudor siquiera. Pero, claro, en ese tiempo, en vez <strong>de</strong><br />

estar con la guitarra cantándole en la ventana o leyéndole poemas,<br />

Mariano Ce<strong>de</strong>ño andaba con un fusil al hombro queriendo<br />

espantar males que acosan porque están en el mismo corazón<br />

<strong>de</strong>l hombre; queriendo arreglar imposibles. ¡Qué ilusiones!<br />

¿Quién dijo que los poetas sirven para el po<strong>de</strong>r? Para eso hay<br />

que tener agallas bien estiradas como las <strong>de</strong> Blanca Barragán,<br />

Pinochet, los gringos, Fi<strong>de</strong>l, el siniestro Pol Pot. Para eso hay que<br />

tener otra fibra, <strong>de</strong>sconocer la ternura. Con la palabra ternura<br />

se le vino a la memoria Magdalena Marquina, su comadrita la<br />

rana, como la llamaba en sus juegos infantiles. Ya estará llena<br />

<strong>de</strong> muchachos con algún chacantero, porque quién aguanta esa<br />

perra vida que le daba la vieja Toña. Y como un remolino se<br />

le fueron amontonando los recuerdos mientras el carro más se<br />

acercaba a Mucuchíes. Por eso se le fugó Juana Inés. Eso y peor<br />

se merecía la vieja Toña, por maluca, que su hija mayor se fugara<br />

con el padre <strong>de</strong> sus hermanitas. Con el hijo varón sí, los mejores<br />

miramientos, estudios, libros, ropa nueva... Las hijas son pa que<br />

me sirvan, esas muérganas salen parin<strong>de</strong>ras y malagra<strong>de</strong>cidas,<br />

con el primero que les calienta la oreja se largan, <strong>de</strong>cía la vieja<br />

esa. La vieja Toña es un pedazo <strong>de</strong> corazón tullido. Cinco hijas<br />

trajinando como bueyes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que empezaban a gatear, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que amanecía hasta que anochecía, para costear los estudios <strong>de</strong><br />

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