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Antologia de Narrativa.indd - Asociación de Escritores de Mérida

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Le preocupaba precisamente el hecho <strong>de</strong> no tener una i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong>finida y clara que po<strong>de</strong>r argüir ante la tácita inteligencia <strong>de</strong>l loro.<br />

Definitivamente el loro era inteligente y él no sabía por qué.<br />

Nancy se vio obligada a sacar a Agustín <strong>de</strong> la fiesta. Se<br />

había acercado a la jaula <strong>de</strong> Lorenzo en una actitud que <strong>de</strong>jaba<br />

entrever signos <strong>de</strong> agresión. Dirigiéndose al loro, separado <strong>de</strong> él<br />

sólo por los débiles alambres <strong>de</strong> la jaula, le habló entre balbuceos<br />

con una in<strong>de</strong>scifrable carga emocional. Evi<strong>de</strong>ntemente estaba<br />

fuera <strong>de</strong> sí.<br />

Lorenzo, entonces muy joven, sin haber entrado en la<br />

pubertad, lo escuchó con la más profunda <strong>de</strong> las negligencias que<br />

pue<strong>de</strong> hacer gala un parlaescuchante. Después <strong>de</strong> aquella fiesta<br />

que bien podía ser consi<strong>de</strong>rada una convocatoria oracular, pasó<br />

un tiempo en el que Lorenzo no conoció las preocupaciones, tal<br />

como ocurre con los niños en la raza humana. Así fue hasta que<br />

entró a la pubertad. La situación cambió. Si bien no sentía un<br />

acoso directo, respiraba un aire en el que intuía una insatisfacción<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>más con respecto a él. Esto no era fácil <strong>de</strong> precisar. Él<br />

lo sentía por su especial sensibilidad.<br />

Comenzó a poner especial atención para verificar si en<br />

verdad se trataba <strong>de</strong> una acentuada susceptibilidad en la nueva<br />

etapa <strong>de</strong> su vida, como había sospechado en principio. Nada <strong>de</strong><br />

eso. Los <strong>de</strong>talles abundaron. Por ejemplo, Nancy <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> abrirle<br />

la jaula todos los días para que él mismo <strong>de</strong>cidiera cuándo salir<br />

a pasear. Su dieta, antes compuesta por dos frescos cambures<br />

diarios y eventuales jugos <strong>de</strong> las más variadas frutas, sufrió un<br />

cambio cualitativo. La dieta platanera se redujo a un cambur<br />

al día y en tal avanzado estado <strong>de</strong> madurez que muchas veces<br />

<strong>de</strong>cidió <strong>de</strong>jarlo para evitar una indigestión. El jugo <strong>de</strong> frutas<br />

se convirtió en un anhelo dietético. La acostumbrada consulta<br />

que le hacía su dueña cada vez que salía a comprar los números<br />

<strong>de</strong> la lotería, a la que él solía contestar un sí o un no con un<br />

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