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Antologia de Narrativa.indd - Asociación de Escritores de Mérida

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La escoria crece en la entraña, inhala <strong>de</strong>l mismo dióxido <strong>de</strong><br />

carbono que expele. Quiere envenenarse <strong>de</strong> la ponzoña <strong>de</strong> afuera<br />

para neutralizar su a<strong>de</strong>ntro. Química orgánica para balancear<br />

tristezas. Química <strong>de</strong> piel y versos.<br />

Despojo. Germen maduro que no nace y no hay nada<br />

cercano a nueve meses. Son horas enteras, minutos, segundos<br />

que se traducen en calambres perpetuos. Y hay agua ahí cerca.<br />

Siente la humedad entre sus muslos, en los surcos <strong>de</strong>l cuello, la<br />

cara, los senos. Diez ávidos <strong>de</strong>dos amasándolos, recuerda.<br />

Moja la esencia, <strong>de</strong>spierta carnes. ¿Será el bautizo que no<br />

tuvo; una fuerza a-divina que celebra su entrada alegórica al reino<br />

<strong>de</strong>l mutismo? «Bienvenida», repiten voces a lo lejos. «No podrás»,<br />

ahora el canto es maquiavélico. Y ella conjura lo que ha sido y<br />

lo que es, se hun<strong>de</strong> en disertaciones, ontologías: ¿dón<strong>de</strong> estoy,<br />

qué me suce<strong>de</strong>, para dón<strong>de</strong> voy? Piensa en culebras, arácnidos<br />

<strong>de</strong>snudos, moluscos sin sus conchas. Recita un poema. Danza<br />

con Bene<strong>de</strong>tti, llora con Margarita y su linda mar, tiembla en las<br />

ruinas borgeanas. Se <strong>de</strong>spierta en Venecia, en Madrid o en algún<br />

puerto, y el agua, su agua, empapa sexos y también misterios.<br />

No hay resuello ni murmullo, no hay ni eco, y el carbono<br />

en la sangre se transforma en helio. Ahora flota. Pue<strong>de</strong> verse<br />

a sí misma adornada con un cordón argenta. Se guinda. Si lo<br />

rompo brotarán rencores que oirán en Pénjamo. Medita. Salta la<br />

cuerda, la soga se templa y sí, es <strong>de</strong> plata. Justo como solían creer<br />

los también «mudos», monjes tibetanos. Pero no pasa nada, es<br />

arrastrada por los vientos, es <strong>de</strong>vuelta.<br />

Hay presión en su vientre, duele el dolor bajito, las nauseas<br />

agobian. Vomitar, vomitar, vomitar, eso la libera. Ella no lo sabe,<br />

lo <strong>de</strong>testa pero recuerda: «nada mejor para una intoxicación, que<br />

meterse el <strong>de</strong>do y vomitar», lo intenta. Usa el mismo índice que<br />

antes tronaba, el anular, la mano entera pue<strong>de</strong> tragarse; nada<br />

segrega. Tiene un tapón y sabe que al sacarlo, fermentos lechosos<br />

hablarán por ella.<br />

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