Revista AFR Nº.. - Archivos Forteanos Latinoamericano.
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de lo paranormal, que sustituyen en sus carpetas escolares (y en los casos más graves en los posters de<br />
su habitación) el rostro de Silvester Stallone (sienta o no las piernas) o el último concierto de las Spice<br />
Girls (en mi época era AC/DC), por las fotos de algún avezado astro-arqueólogo al pié de la Gran<br />
Pirámide, o de algún "reportero de lo insólito" posando junto las Caras de Bélmez. Para esos jóvenes, los<br />
investigadores de lo paranormal no son meros mortales que intentan descubrir respuestas a algunos<br />
enigmas científicos, sino una especie de cruce genético entre Indiana Jones y el agente Mulder, cuya<br />
honorabilidad se presupone incuestionable. Vana presunción...<br />
Todos fuimos jóvenes, y en mayor o menor grado, pasamos por esa dulce mitomanía. Yo aún<br />
recuerdo, cuando la paga semanal no permitía una grabadora en el presupuesto, la inenarrable emoción<br />
que sentía, armado con una linterna en los dientes para poder tomar notas parapetado bajo las sábanas<br />
(mis padres —como cualquier padre— no aprobarían que robase horas al sueño para escuchar "tonterías<br />
esotéricas"), mientras escuchaba embelesado el "Media Noche" de Antonio José Alés, "En el Filo de la<br />
Navaja" de Enrique de Vicente, o "Espacio en Blanco" de Miguel Blanco... Conservo aún aquellos<br />
cuadernos escolares llenos de apresuradas anotaciones, con las que intentaba inmortalizar en mi<br />
incipiente archivo personal, aquellas extraordinarias revelaciones que los invitados de aquellos<br />
legendarios programas hacían en cada entrevista, antes de que se diluyesen en las ondas hercianas...<br />
Exactamente lo mismo ocurría con los programas de TV. Yo aún no tenía video cuando el Dr. Jiménez<br />
del Oso me hipnotizaba frente a la pantalla, domingo a domingo, en su Puerta del Misterio. Hoy, con la<br />
perspectiva de los años, me siento un poco ridículo al rescatar de esos viejos cuadernos escolares,<br />
dibujos garabateados con frenesí, intentando reproducir las reconstrucciones gráficas que ilustraban los<br />
casos que presentaba el Dr. del Oso.<br />
¿Como era posible que mis profesores ignorasen en las aulas, las trascendentales revelaciones sobre la<br />
historia, el más allá o la vida extraterrestre que escuchaba en aquellos programas, o leía en las revistas<br />
especializadas? Gracias a Dios teníamos un Antonio Ribera, un Antonio José Alés, un Enrique de<br />
Vicente, un Prof. Darbó, etc., que, como una especie de cruzados de la "Verdad", luchaban contra el<br />
Sistema para rescatarnos de nuestra ignorancia, y de la manipulación de los poderes establecidos...<br />
Después llegarían los congresos y los cursos. Para un estudiante de 16 ó 18 años, reunir las 5.000<br />
pesetas que costaba la entrada a un congreso de parapsicología, o las mensualidades del Curso de<br />
Parapsicología Superior del Instituto de Ciencias Parapsicológicas Hispano Americano (que por<br />
entonces dirigía el Prof. Darbó), o los Cursos de Hipnosis Práctica, del Prof. Rovatti, eran una labor<br />
titánica, gigantesca... pero merecía la pena. En aquellas conferencias, en las que tenía el privilegio de<br />
escuchar, cara a cara, a aquellos grandes monstruos del conocimiento paranormal, pensaba que podría<br />
encontrar las grandes respuestas, a los grandes enigmas, además de obtener —si había suerte— el<br />
autógrafo de aquellos héroes del misterio, dedicándome su último libro. Y como yo, aun hoy, quince<br />
años después, la mayoría de los jóvenes aficionados a lo paranormal, acuden a los congresos y<br />
seminarios paranormales con la ingenua creencia de que van a encontrar allí la Verdad que ansían.<br />
Como si alguien poseyese esa Verdad, y menos aún, pudiese ofrecerla en una conferencia ilustrada con<br />
diapositivas... Y todavía hoy continúan pidiendo autógrafos, como si estuviesen ante la selección<br />
española de fútbol, o ante los Rolling Stones... claro que el garabato de Butrageño o de "Morritos Jager"<br />
en una servilleta de papel, es un fetiche tan absurdo —o tan digno— como el de cualquier cazador de<br />
misterios...<br />
Pero los años pasan, y uno comienza a hacerse más crítico, al descubrir que los "casos perfectos", no<br />
lo son tanto... Que los moais de la Isla de Pascua, no son tan grandes ni tan pesados como pretendía<br />
Daniken, ni todos los marcianos son auquianos como decía Sesma... Que no todas las psicofonías son<br />
voces de los espíritus, ni todos los OVNIs son naves extraterrestres, ni todas las sectas satánicas devoran<br />
niños crudos... Y lo que es más terrible, uno termina conociendo personalmente a aquellos mitificados<br />
personajes que sólo conocía a través de las ondas de radio o las fotografías en la revista de turno... y<br />
15/03/2007