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counseling

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ción de la vida como dinámica autogenerativa,<br />

autoorganizativa es diferente del envejecido paradigma<br />

mecanicista-objetivista-determinista,<br />

con su modelo de causalidad lineal. Nos interesa<br />

una modalidad de intervención por resonancia,<br />

a la manera de un acoplamiento o asociación<br />

rítmica que no busca suscitar un cambio,<br />

porque el cambio, o mejor la transformación ya<br />

está disponible, está ahí pero bloqueada. Nuestra<br />

intervención quiere facilitar, colaborando<br />

en retirar las barreras que impiden la acción<br />

organísmica espontánea, la expresión íntegra,<br />

congruente y característicamente personal. Por<br />

todo ello nos interesa la utilización de la técnica<br />

como posibilidad expresiva, amplificadora,<br />

comunicadora de la experiencia vivida en el aquí<br />

y ahora del encuentro. Nos interesa la técnica<br />

como expresión de las actitudes vividas en la<br />

relación tanto por el consultante como por el<br />

consultor. No nos interesa un "hacer técnico"<br />

para modificar otro hacer considerado inadecuado,<br />

o peor aún, para modificar un ser "fallado"<br />

al que habría que reparar mecánicamente,<br />

sino dejar lugar al ser que pueda expresarse en<br />

un accionar, en un hacer, según sus propias direcciones.<br />

En el ACP existe un modo muy preciso<br />

y eficaz de operar de acuerdo con estas preferencias.<br />

Se llama reflejo.<br />

—¿Cómo definirías el reflejo?<br />

—Es escuchar lo que es, con interés, y afirmarlo<br />

como experiencia vivida. Recordaría lo<br />

que dice M. Kinget: el propósito de nuestra intervención<br />

es operar como resonadores, participando<br />

de la experiencia inmediata vivida por el<br />

consultante, y no más. La experiencia es un<br />

"experiencing", ese flujo constante del cual surgen<br />

en todo momento nuevas significaciones. Y<br />

el reflejo es esa manera de no detener el flujo<br />

sino de asociarnos con él, de estar en sincronía,<br />

en resonancia con el fluir que el otro es a cada<br />

instante y que nosotros también somos.<br />

Es una modalidad muy sencilla, que en manos<br />

virtuosas puede operar milagros porque no<br />

atenta contra el milagro que la vida es en ese<br />

preciso instante. De la guitarra de un músico<br />

verdaderamente entregado no ya a "tocar" música,<br />

sino a convertirse en, a "ser" música, brota<br />

la maravilla que nos compromete y alcanza la<br />

totalidad de nuestro ser. De la guitarra de quien<br />

SE TRATA MÁS<br />

BIEN DE SER,<br />

DE SER PARTE<br />

DE LO QUE<br />

AHÍ PASA<br />

PRÓXIMO AL<br />

OTRO, TODO<br />

LO CERCA<br />

QUE NOS<br />

PERMITAMOS,<br />

TODO LO<br />

PRESENTES QUE<br />

PODAMOS<br />

VIVIRNOS.<br />

no se entrega salen ruidos o interferencias. No<br />

hay presencia: hay abstención, ausencia. Se oye<br />

mucho hablar del reflejo como si fuera un retenerse,<br />

un frenarse, un inhibirse, un callarse, en<br />

la suposición de que si el consultor se calla el<br />

consultante lo seguirá en ese callarse y no se<br />

entregará. Esto viene de malentender lo que es<br />

la aceptación o validación incondicional, la cual,<br />

primeramente, no se refiere a la conducta sino a<br />

la experiencia, y luego no consiste en una negación<br />

para que pase algo que "debiera pasar",<br />

sino en la más estricta afirmación de lo que es y<br />

lo que pasa, con su propia movilidad transformativa.<br />

No se trata, pues, de callarse, se trata<br />

de algo muy diferente: de estar en el silencio,<br />

vacío de juicio, comparaciones, referencias, finalidades,<br />

expectativas, de todo ese parloteo que<br />

constituye normalmente la actividad del Yo, del<br />

sí mismo, del controlador que se aparta de la<br />

experiencia para consolidar una imagen fija de<br />

nuestro ser móvil.<br />

Por todo esto, es absurdo proponerse "hacerle<br />

reflejos" al consultante: dejemos que se<br />

manifieste con el brillo u opacidad que su experiencia<br />

tenga, y dejemos que, en nosotros, nuestra<br />

experiencia de estar con él nos haga saber<br />

qué está pasando ahora, aquí, y compartamos<br />

sin miedo esto con él. De lo contrario, la pretensión<br />

de reflejar no es otra cosa que hacer violencia<br />

en nuestra experiencia primero, y en la del<br />

consultante después: exactamente lo opuesto del<br />

respeto genuino que declaramos considerar.<br />

Esto mismo hizo que Rogers dejara de hablar<br />

sobre el reflejo y las técnicas para enfatizar la importancia<br />

de las actitudes vividas en la relación.<br />

Sucedió cuando quisieron imitarlo, repetir la cascara<br />

de la fruta sin tener jugo dentro y, como<br />

consecuencia, el proceso se detenía, la ayuda<br />

no fluía, siendo que este es justamente el sufrimiento<br />

del consultante: la congelación y<br />

detenimiento de su existir como flujo transformativo.<br />

No podemos hacer reflejos, sino hacemos<br />

reflejo, volvernos reflejo al soltar ese espejo incompleto<br />

de nosotros mismos, nuestra imagen,<br />

nuestro Yo, y dejar de anteponerlo entre nosotros<br />

y el otro. Esa es nuestra transformación<br />

personal, y el consultante puede ayudarnos<br />

también, si nos abrimos a entrar en su experiencia.

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